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PREPARACIÓN AL MATRIMONIO

1. Preparación y seguimiento pastoral


No es extraño que en la Iglesia exista una preocupación seria por prestar una asistencia pastoral a las parejas,
antes, en y después de la celebración de su alianza matrimonial, para ayudarles a establecer su consorcio
conyugal y a robustecerlo, logrando que este consorcio sea lo que realmente debe ser de acuerdo con el plan de
Dios; un camino de realización humana, de perfección cristiana, de santificación y salvación.
1.1 obligación de dar la preparación matrimonial
En el código actual se impone la obligación de esta asistencia pastoral en los cc. 1063-1064, que sintetizan las
recomendaciones de los documentos conciliares.
1063  Los pastores de almas están obligados a procurar que la propia comunidad eclesiástica preste a los fieles
asistencia para que el estado matrimonial se mantenga en el espíritu cristiano y progrese hacia la perfección.
Ante todo, se ha de prestar esta asistencia:
1° mediante la predicación, la catequesis acomodada a los menores, a los jóvenes y a los adultos, e incluso con
los medios de comunicación social, de modo que los fieles adquieran formación sobre el significado del
matrimonio cristiano y sobre la tarea de los cónyuges y padres cristianos;
2° por la preparación personal para contraer matrimonio, por la cual los novios se dispongan para la santidad y
las obligaciones de su nuevo estado;
3° por una fructuosa celebración litúrgica del matrimonio, que ponga de manifiesto que los cónyuges se
constituyen en signo del misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia y que participan de él;
4° por la ayuda prestada a los casados, para que, manteniendo y defendiendo fielmente la alianza conyugal,
lleguen a una vida cada vez más santa y más plena en el ámbito de la propia familia.
1064  Corresponde al Ordinario del lugar cuidar de que se organice debidamente esa asistencia, oyendo
también, si parece conveniente, a hombres y mujeres de experiencia y competencia probadas.
Es de notar que el sujeto de esta obligación, en último término es la propia comunidad eclesiástica. Pero de
acuerdo con AA 11 y GS 52, no solo es la comunidad eclesiástica sino la sociedad civil con sus autoridades la
que debe de apoyar y garantizar la conservación de la familia; y los laicos cristianos deben presionar para que
esto se haga. Por otra parte, ni la sociedad ni la comunidad eclesiástica en abstracto cumplirán con esta
obligación si sus autoridades no urgen su cumplimiento. Por esto, el sujeto concreto y próximo de esta
obligación son los pastores de almas: obispos (a nivel diocesano c. 375 §1) y el párroco (a nivel parroquial c.
519). A ellos corresponde procurar que la comunidad preste esta asistencia pastoral, pero principalmente que se
lleve a cabo lo que se dice en los números 1° y 3° del c. 1063.
Pero la responsabilidad de que todo esto se logre de manera eficaz y adecuada la tiene el pastor principal de la
comunidad o iglesia particular, es decir, el ordinario del lugar, quien de acuerdo con el c. 1064 debe organizar la
pastoral matrimonial dentro de toda la pastoral diocesana dándole el lugar importante que le corresponde.
1.2 la confirmación y el matrimonio
Es parte importante de la preparación personal para la celebración del matrimonio recibir aquellos sacramentos
que dan o aumentan la gracia para que el matrimonio sea verdaderamente fructuoso. Esto lo expresa el c. 1065,
que repite lo dicho en los cc. 1021 §2 y 1033 del CIC 17, y cuya fuente principal es el Concilio de Trento.
1065  § 1.    Los católicos aún no confirmados deben recibir el sacramento de la confirmación antes de ser
admitidos al matrimonio, si ello es posible sin dificultad grave.
 § 2.    Para que reciban fructuosamente el sacramento del matrimonio, se recomienda encarecidamente que los
contrayentes acudan a los sacramentos de la penitencia y de la santísima Eucaristía.
Por una parte es una obligación seria recibir la confirmación antes del matrimonio para quien no la haya
recibido; pero por otra parte, esta obligación no es tan absoluta que no admita excepciones. Si hay dificultad
grave, no por eso se debe impedir la celebración del matrimonio. Pero, subsiste la obligación de recibirlo en
algún momento oportuno de la vida.
La razón de esta obligación es, porque los sacramentos del bautismo, confirmación y la eucaristía están tan
íntimamente unidos entre sí, que todos son necesarios para la plena iniciación cristiana (c. 842 §2). Por eso el c.
890 impone la obligación de recibirlo en el tiempo oportuno.
Canon 890 Los fieles están obligados a recibir este sacramento en el tiempo oportuno; los padres y los pastores
de almas, sobre todo los párrocos, procuren que los fieles sean bien preparados para recibirlo y que lo reciban
en el tiempo oportuno.
Si algún tiempo es oportuno, es precisamente antes del matrimonio, porque el sacramento de la confirmación
imprime carácter y por el que los bautizados, avanzando por el camino de la iniciación cristiana, quedan
enriquecidos con el don del Espíritu Santo y vinculados más perfectamente a la Iglesia, los fortalece y obliga
con mayor fuerza a que, de palabra y de obra, sean testigos de Cristo y propaguen y defiendan la fe (c. 879). Y
los contrayentes, futuros padres de familia, serán tales testigos ante sus hijos; a ellos les corresponde una parte
propia en la función de santificar, impregnando de espíritu cristiano la vida conyugal y procurando al educación
cristianan de los hijos (c. 835 §4).
Antes que nadie, los padres están obligados a formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida cristiana,
mediante la palabra y el ejemplo (c. 774 §2; cc. 226, 1136). Y nadie da lo que no tiene… para el matrimonio se
necesita no solo la madurez física sino madurez en la fe que aporta la confirmación recibida.
Por eso está justificado que os pastores urjan el cumplimiento de esta obligación, pero nunca al grado de
impedir o prohibir el matrimonio si no se recibe, porque el matrimonio es un derecho (c. 1058) y a veces su
celebración puede ser tan necesaria o urgente como la confirmación. En cada caso habrá de ponderar la
gravedad de la dificultad con la gravedad de la obligación. La gravedad de la dificultad que hace imposible
recibir la confirmación antes del matrimonio debe estimarse, como en muchos otros casos de la pastoral, en
sentido moral e humano, de acuerdo con las circunstancias concretas.
En nuestro mundo latinoamericano, la escasez de ministros, la falta de medios de comunicación en las grandes
distancias, pueden constituir y de hecho constituyen una dificultad relativamente grave. A veces en las
parroquias se programan las confirmaciones a intervalos muy prolongados y no se dan a conocer
suficientemente, etc. Ahora bien, si absolutamente hablando los contrayentes pueden casarse sin estar
confirmados podrán hacerlo sin tener la boleta de confirmación.
Podemos decir que en la pastoral matrimonial que deben organizar los Ordinarios del lugar conforme al c. 1064,
debe estar incluida la posibilidad de recibir la confirmación los contrayentes que no la han recibido, de
preferencia antes de contraer matrimonio, pero también después.
2. Preparación canónica o trámites previos
El objetivo fundamental esencial de la tramitación canónica previa está contenida en el c. 1066.
c. 1066  Antes de que se celebre el matrimonio debe constar que nada se opone a su celebración válida y lícita.
Es decir, es obligatorio grave de los pastores de alma (Ordinario y párroco) adquirir certeza moral del estado de
libertad de los contrayentes antes de asistir (c. 1114) o de delegar a otro (c. 1113) para que asista a un
matrimonio. Proceder de manera contraria es gravemente ilícito por parte de dichos pastores. La validez del
matrimonio va a depender de que los contrayentes de hecho y objetivamente se encuentren en ese estado de
libertad, es decir, que no se oponga a la celebración ningún impedimento o ningún vicio del consentimiento y
que se hagan de la forma prescrita.
c. 1114 Quien asiste al matrimonio actúa ilícitamente si no le consta el estado de libertad de los contrayentes a
tenor del derecho y si, cada vez que asiste en virtud de una delegación general, no pide licencia al párroco,
cuando es posible.
c. 1113 Antes de conceder una delegación especial, se ha de cumplir todo lo establecido por el derecho para
comprobar el estado de libertad.
En cambio, el cumplir todo lo establecido por el derecho para comprobar el estado de libertad, es decir, los
trámites burocráticos, son una obligación relativa. Sin embargo, en el expediente debe quedar constancia de que
se hizo lo necesario para adquirir dicha certeza.
2.1 Lo establecido por el derecho
El código actual, aplicando el principio de subsidiaridad, y a diferencia del código del 17, dispone que:
c. 1067 La Conferencia Episcopal establecerá normas sobre el examen de los contrayentes, así como sobre las
proclamas matrimoniales u otros medios oportunos para realizar las investigaciones que deben necesariamente
preceder al matrimonio, de manera que, diligentemente observadas, pueda el párroco asistir al matrimonio.
2.2 Documentos requeridos
1. Copia del acta de bautismo de ambos pretendientes, de fecha reciente (no anterior a seis meses), certificada
por el párroco del lugar en donde está asentado el Acta, y con todas las anotaciones marginales que tenga. La
razón de esta prescripción está en el c. 535 §2:
c. 535 § 2.  En el libro de bautizados se anotará también la adscripción a una Iglesia sui iuris o el paso a otra
Iglesia, así como la confirmación y todo lo que se refiere al estado canónico de los fieles por razón del
matrimonio, quedando a salvo lo que prescribe el c. 1133, por razón de la adopción, de la recepción del orden
sagrado y de la profesión perpetua emitida en un instituto religioso; y esas anotaciones han de hacerse constar
siempre en la partida de bautismo.
Es decir, que si esta norma es observada cuidadosamente por todos los párrocos responsables, el Acta del
bautismo es como el curriculum de la vida eclesial del cristiano. Allí aparecerá, entre otras cosas, si está casado
(c. 1122), si su matrimonio se anuló o convalidó (c. 1123) o si la anulación de su matrimonio tiene un vetitum o
prohibición de volverse a casar (c. 1685). Allí aparecerá si está confirmado o no, y si ya falleció. Por eso al
exigirse la copia reciente del Acta, deberán aparecer al margen las anotaciones que se hubieran hecho hasta
antes de la fecha de dicha copia. El acta de bautismo, así actualizada, dará fe pública de cualquier impedimento
matrimonial relacionado con el estado canonico (vínculo, orden sagrado, profesión canónica, parentesco, de
adopción).
Sucede frecuentemente que, por más diligencias que se hagan, de toda índole, el Acta de bautismo no se
encuentra, y por lo tanto no se puede presentar una copia reciente de la misma. Y esto hace que, por ignorancia
o rigidez burocrática, los contrayentes ya no se casen por la iglesia, con el consiguiente daño espiritual para
ellos y para sus hijos.
Los trámites burocráticos son un medio para un fin. Pero si por este medio de prueba no existe, se puede echar
mano de otro medio, y es lo que se llama Acta supletoria, que tiene su fundamento en el c. 876.
c. 876 Si no se causa perjuicio a nadie, para probar el bautismo basta la declaración de un solo testigo inmune
de toda sospecha, o el juramento del mismo bautizado, si recibió el sacramento siendo ya adulto.
En base a este canon, se hace un interrogatorio minucioso a la persona que se tiene como inmune de toda
sospecha, generalmente a la madre o algunos de los padrinos o un hermano mayor. Ordinariamente, este trámite
se lleva a cabo en la curia diocesana, ante el oficial de matrimonios, quien dará instrucciones para que se supla
la carencia del Acta original en la parroquia respectiva. Pero pensamos que con causa justa podría hacerlo el
mismo párroco que está haciendo la investigación previa al matrimonio, quien dejará constancia en el
expediente. Al fin y al cabo él es el que está adquiriendo certeza del estado de libertad de los contrayentes.
2. De acuerdo con lo dicho anteriormente de la confirmación, si se tiene a la mano el acta de confirmación se
debe entregar pero no es indispensable.
3. En caso de segundas nupcias:
- si se trata de viudos, el certificado de defunción, eclesiástico o civil, que hace falta por ser documento público.
Si éste no se obtiene, el párroco deberá acudir al Ordinario del lugar para que éste emita la declaración de
muerte presunta conforme al c. 1707.
4. El rescripto de la Sede Apostólica, en donde consta que el primer matrimonio fue disuelto o dispensado por
no haber sido consumado.
5. El decreto del Tribunal de segunda instancia que confirma la sentencia declarativa estimatoria definitiva
hecha en primera instancia en favor de la nulidad del matrimonio anterior (cc. 1085 §2 y 1684).
6. La copia de la sentencia del divorcio civil del matrimonio anterior.
7. La constancia de que asistieron ambos a las pláticas matrimoniales.
2.3 Interrogatorios
Tanto a cada uno de los contrayentes como a los testigos, bajo juramento y por separados, se les hace un
interrogatorio encaminado a constatar o confirmar el estado de libertad para contraer matrimonio, es decir, que
no existe ningún impedimento entre ellos, y que ambos tienen la intención deliberada, libre, sincera e
incondicional de contraer un verdadero matrimonio cristiano como lo enseña la Iglesia.
Después de responder los datos generales respectivos, si se preguntan si los contrayentes han vivido siempre al
lado de sus padres, o si han vivido fuera de la casa paterna por más de seis meses después de los 14 años, y en
cada caso afirmativo, en dónde. Esta pregunta se hace con el objeto de saber en dónde se enviarán los exhortos
para que se hagan las publicaciones o notificaciones del matrimonio. En caso de que algunos de los
contrayentes tengan razones serias para contraer matrimonio bajo condición de pasado o de presente, necesita la
licencia escrita del Ordinario del lugar para hacerlo (c. 1103 §3).
En cuanto a los testigos si se quiere lograr el objetivo se deben preferir los padres o parientes que mejor
conozcan a los contrayentes. Los padres, sobre todo, pueden responder en un momento dado si el contrayente
está conformado o no; y si es menor de edad, puede manifestar su opinión o su consentimiento acerca del
matrimonio de su hijo (a). Si el contrayente no está bautizado o no se encuentra el acta original del bautismo, la
presencia del padre o de la madre facilitará la elaboración del acta supletoria. Aunque, la imposibilidad de que
los padres acudan a declarar no debe excluir a los contrayentes de la celebración del matrimonio.
2.4 Publicaciones
La legislación anterior pedía las publicaciones, lo que ordinariamente llamamos amonestaciones. Esto se hace
solamente en todos y solos los lugares donde los contrayentes han vivido fuera de la casa paterna por más de
seis meses después de entrada la pubertad o la edad núbil. En cada lugar se amonesta (se anuncia el matrimonio)
durante tres domingos o días festivos consecutivos; y por razones justas se puede dispensar de una, dos o las
tres amonestaciones. Una vez anunciado el matrimonio, el párroco del lugar informa del resultado al párroco
que lleva a cabo la tramitación. Aunque en la vida moderna estas publicaciones resultan poco eficaces, siguen
siendo una medida de prudencia no despreciable para detectar algún impedimento o irregularidad, y así
proceder como convenga.
El código actual supone o hace suponer que tales publicaciones se siguen haciendo, puesto que dice el c. 1069:
Todos los fieles están obligados a manifestar al párroco o al Ordinario del lugar, antes de la celebración del
matrimonio, los impedimentos de que tengan noticia.
2.5 casos especiales
El canon 1071 menciona siete casos que de alguna manera están fuera de lo común, que no suceden todos los
días y que pueden presentar una mayor o menos problemática, según de lo que se trate. Por lo mismo requieren
una especial vigilancia o control por parte del Ordinario del lugar en donde se tramita el matrimonio. Como
medio para obtener dicha vigilancia, se pide al párroco que no asista ni delegue al matrimonio en estos casos sin
antes obtener la licencia o Visto bueno del Ordinario, excepto en caso de necesidad, es decir, si se puede.
No se trata de una prohibición en sentido estricto, ni mucho menos afecta la validez del matrimonio, y si hay
necesidad de asistir, tampoco afecta a la licitud. Por ello, no se trata de agravar la disciplina existente. Pero,
¿Qué se entiende por necesidad? No hay una definición clara. El canon está hecho de distintas prescripciones
del CIC 17, en donde se utilizaban distintas expresiones. Por otra parte, no se trata del peligro de muerte que se
menciona en el c. 1068.
Dada la oscuridad del concepto de necesidad, algunos autores opinan la petición de la licencia del que habla el
c. 1071 se debe obtener solamente cuando se pueda recurrir al Ordinario y aplicando por analogía el criterio
establecido en el c. 1079 §4: se considera que no es posible acudir al Ordinario del lugar si solo puede hacerse
por telégrafo o teléfono. Los casos mencionados en el c. 1071 son los siguientes:
1071  § 1.    Excepto en caso de necesidad, nadie debe asistir sin licencia del Ordinario del lugar:
1 al matrimonio de los vagos;
2 al matrimonio que no puede ser reconocido o celebrado según la ley civil;
3 al matrimonio de quien esté sujeto a obligaciones naturales nacidas de una unión precedente, hacia la otra
parte o hacia los hijos de esa unión;
4 al matrimonio de quien notoriamente hubiera abandonado la fe católica;
5 al matrimonio de quien esté incurso en una censura;
6 al matrimonio de un menor de edad, si sus padres lo ignoran o se oponen razonablemente;
7 al matrimonio por procurador, del que se trata en el c. 1105.
 § 2.    El Ordinario del lugar no debe conceder licencia para asistir al matrimonio de quien haya abandonado
notoriamente la fe católica, si no es observando con las debidas adaptaciones lo establecido en el c. 1125.
Algunas observaciones.
- al 1°, vago es aquel que no tiene domicilio o cuasi-domicilio en ningún lugar (c. 100). Es el nómada.
- al 2°, para los católicos prevalece el derecho al matrimonio canonico. De allí puede resultar en conflicto con la
ley civil.
- al 3°, las obligaciones naturales como es la educación de los hijos, pueden provenir de cualquier unión, aún la
ilegal y pasajera. Si se permite un matrimonio posterior sin más, puede haber escándalo.
- al 4°, en este caso si se exige la licencia expresa del Ordinario, quien solamente puede otorgarla si se cumplen
las condiciones para los matrimonios mixtos, aplicadas proporcionalmente. El matrimonio mixto sí está
verdaderamente prohibido (c. 1124).
- al 5°, la censura es una pena medicinal que prohíbe la recepción de los sacramentos. Son la excomunión (c.
1131) y el entredicho (1132). Y el matrimonio es un sacramento. No se requiere la concesión de la licencia, si la
censura no ha sido declarada o no es notoria, pues en ese caso el reo no tiene obligación de observarla si hay
peligro de grave escándalo o de infamia (c. 1352 §2). En la práctica la solución para estos casos es que el reo se
arrepienta, es decir, cese en su contumacia y entonces tiene derecho a la absolución (c. 1358 §1), además al
matrimonio.
- al 6°, el criterio fundamental para la racionalidad o irracionalidad de la oposición, es el bien de los hijos, no el
de los padres o de la familia. Así la oposición no es razonable si solo se basa en motivos egoístas o de orgullo
de familia. Si la oposición de los padres es irracional, de suyo no hace falta la licencia del Ordinario. Sin
embargo, hay que proceder con cautela cuando se prevé que los padres que se oponen irracionalmente podrían
demandar en lo penal al contrayente, si el matrimonio se celebró sin su consentimiento, siendo su hija menor de
edad, acusándola de delito de estupro. Es menor de edad el que aún no ha cumplido los 18 años de edad (c. 97).
- al 7°, el matrimonio por poder o por procurador (c. 1105), por su misma índole, requiere un control especial,
principalmente con la validez del mandato.

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