Está en la página 1de 7
varoove y wart Lawick (no00) TexTO OBUbATODIO 6 TRORIA DE LA TERAPIA BREVE La tercera colaboracién, obra de un conocido estudioso argentino de la psicoterapia, trata acerca de cémo se pueden traducie en la price tica clinica las ensefanzas del constructivismo, poniendo de manifies- to los aspectos concretos de operatividad en la interaccién terapéu- tica focalizada en la resolucién de los problemas presentados por el paciente. El cuarto ensayo, redactado —como el segundo— por uno de los maestros del consiructivismo, introduce al lector en los aspectos mas generales y fundamentales del constructivismo y de la cibernética Heinz von Foerster, abordando el tema de la ética, propone los fun: damentos epistemoldgicos y las caracteristicas originales de la aproxi- maci6n eibernético-constructivista a la realidad; su colaboracién y la de Von Glasersfeld se completan mutuamente para ofrecer al lector una licida ¢ iluminadora exposicion de esta nueva perspectiva tedri- ca, expresada en los demas ensayos en sus aspectos psicoterapauti- cos. de més comin aplicacién, <= En el ultimo ensayo de esta seccién Giorgio Nardone expone el desarrollo de la logica estratégica y de la lOgica matematica como me- todologia fundamental para la definiciOn precisa de intervenciones terapéuticas; se pone de relieve la posibilidad que estas disciplinas ofrecen para construir no s6lo técnicas terapéuticas especificas sino también modelos terapéuticos completos para formas de patologta especificas, que implican tictieas y maniobras estratégicas con pro- piedades antocorrectivas. Todas estas orientaciones permiten un no- table salto hacia adelante porque —al proponer el paso de la terapia de modelos generales a la de modelos especificos— incrementan en mucho la eficacia y la eficiencia, asi como también el rigor y la siste- ‘maticidad, sin reducir por ello st elasticidad y adaptabilidad, 1, LA CONSTRUCCION DE «REALIDADES» CLINICAS* Paul Watzlawick Nosotros, los psicoterapeutas, habitualmente no somos, ademas, gos; es decir, no somos expertos en la dlsciplina te6rica que estudia el origen y Ia naturaleza del conocimiento; las implicacio- nes y las consecuencias que se derivan de ello son muy importantes, y sin duda-varrmmchons allt de mi escasa preparscion Mos Mea —— = No obstante, conisidero que en el tema de esta antologia de ensayos ~ hay que incorporar al menos algunas consideraciones epistemolégi- cas fundamentales, que determinan la direcci6n de nuestra cienci DEFINIR LA NORMALIDAD Permitidme comenzar con una consideraci6n que puede resultar absolutamente obvia para algunos y casi escandalosa para otros: a diferencia de las ciencias médicas, nuestra ciencia no posee una de- finicién de idad definitiva y univessalmente aceptada. Los mé- dicos tienen la suerte de poseer una idea bastante clara y objetiva- mente verificable de lo que se puede definir como funcionamiento normal de un cuerpo humano. Esto les permite identificar posibles desviaciones de la norma y les autoriza a considerarlas como patolo- gias. No hace falta decir que este conocimiento no les hace capaces de curar cualquier desviacion; pero presumiblemente pueden esta- blecer la distincion entre la mayorfa de las manifestaciones de salud y las de enfermedad. El problema de la salud emotiva o mental de un individuo es una cuesti6n totalmente diferente, Se trata de una conviccién no tanto cientifica como filoséfica, metafisica y hasta, en algunas ocasiones, manifiestamente sugerida por supersticiones. Llegar a ser conscientes * Publicado originalmente en Jefeey K. Zeig (comp), The Avoluion of Peyhotberapy ‘The Second Conference, Nueva York, Bataner/Mazel, 199% pig. 52-62 28 ‘THORIA DE LA TERAPIA, BREVE. de quiénes somos realmente> exigiria salir fuera de nosotros mismos y vernos objetivamente, una empresa que hasta ahora s6lo el baron de Miinchhausen pudo realizar cuando se salvé a si mismo ya su ca- ballo de hundirse en un pantano al quedarse colgado de su propi coleta? ‘Todos los intentos de la mente humana para estudiarse a plantean el problema de la autorreflexividad o autorreferencialidad, definible, en sintesis, en su estructura, con el célebre dicho que afir- ‘ma que la inteligencia es la capacidad mental medida con los test de inteligencia. La locura ha sido considerada siempre como la desviacién de una norma que se consideraba en si misma la verdad Gltima, definitiva, tan «definitivas que ponerla en duda era de por si sintoma de locura maldad. La era de la Hlustraci6n no constituyé una excepcién, a no ser por el hecho de que en el lugar de una revelaci6n divina situaba a la ~misme mente-humana que, segtin se pensaba; tenia propiedades divi- nas y, por tanto, era definida como déesse raison. Seginrsus afirma- ciones, el universo era gobernado por principios logicos que la mente humana era capaz de comprender y la voluntad humana de respetaz. Permitidme recordar cémo la mitificaci6n de la diosa Raz6n condujo a la ejecuci6n de unas cuarenta mil personas por medio de la inven- cin ilustrada del doctor Guillottia y al final s¢ volvi6 contra si misma con Ia instauracion de otra monarquia tradicional. Pasado algo mas de un siglo, Freud introdujo un concepto de nor- malidad mucho mis pragmatico y humano, pues la definié como da capacicad de trabajar y amar; parecia que la definicién quedaba de- mostrada por la vida de una enorme cantidad de personas y de hecho ‘obtuvo un ampiio consenso. No obstante, lamentablemente, segan ssus criterios Hitler habria sido una persona mas bien normal porque, como se sabe, trabajaba mucho y amaba al menos a su perro, y tam- bién a su amante, Eva Braun, La definicién de Freud resulta insufi- ciente cuando nos encontramos frente a la proverbial excentricidad de personas fuera de lo comin Estos problemas pueden haber contribuido al consenso general hacia otra definicion de normalidad, a saber, la de adapiacion a la realidad, Segin este criterio, las personas normales (particularmente Jos terapeutas) verfan Ia realidad como es realmente, mientras las personas que sufren problemas emotivos o mentales la verfan de un, modo deforme, Semejante defini ica, sin ninguna excepci6n, misma 1. Véase Paul Watalawick, La coleta del bardn de atanebbausen, Barcelona, Hester, 1992, tv. de es LA CONSTRUCCION DE +REALIDADES® CLINICAS 2%» que existe una realidad verdadera accesible a la mente humana, asun- to considerado filoséficamente insostenible al menos durante dos- cientos afos. Hume, Kant, Schopenhauer y ottos muchos fil6sofos han insistido en el hecho de que de la realidad wverdadera- s6lo po- demos tener una opiniGn, una imagen subjetiva, una interpretacion arbitraria, Segin Kant, por ejemplo, la raiz de todo error consiste en entender el modo en que nosotros determinamos, catalogamos 0 de- ducimos los conceptos como cualidades de las cosas en si mismas, Schopenhauer, en Sobre la voluntad en la naturaleza (1836), escri- Di6: «Este es el significado de la gran doctrina de Kant: que Ia teleolo- gia [el estudio de las pruebas de un designio y un finen la naturalezal es introducida en la naturaleza por el intelecto, que de esta forma se asombra ante un milagro que ha creado él mismo» (pég. 340). Resulta bastante facil apartar estas opiniones con desprecio «: céndolas como puramente sfloséficas: y, por tanto, carentes de ul dad prietica, Sin embargo;cabe encontrar afirmaciones semejantes en. los trabajos de los representantes de la que todos consideran la cien- cia de la naturaleza por antonomasia: la fisica tedrica. Se dice que en 1926, durante una conversaci6n con Heisenberg sobre el origen de las teorfas, Rinstein afirmé que es errOneo tratar de fundamentar una teorfa $610 sobre observaciones objetivas y que, por contra, !a teoria determina lo que podemos observar. De forma sustancialmente andloga, Schrdinger afirma en su libro Mind and Matter (1958) (Mente y material: “La visi6n del mundo de ‘cada uno es y sigue siendo siempre un constructo de su mente y no se puede demostrar que tenga ninguna otra existencize (pag. 52). 'Y Heisenberg (1958), escribié sobre el mismo tema: 1a realidad de la que hablamos no es nunca una realidad a prior, sino ‘una realidad conocida y creada por nosotros. Si, en referencia @ esta altima Formulaci6n, se cbjeta que, después de todo, existe un mundo objetivo, in- dependiente de nosotros y'de nuestro pensamiento, que funciona o puede funcionar independientemente de auestra actividad, y que es el que efect vvamente entendemos cuando iavestigamos, bay que relutar est ibign la expresion puede, por tanto, tener jesion, Para nosotros jene wa significado sexistes s6lo e! mundo en el que la expresién sexist (pig. 230), El reputado biocibernético Heinz von Foerster (1974) describe de- talladamente la circularidad autorrefencial de la mente que se somete a sf misma a un -estudio cibernéticon: 30 ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE Ahora poseemos la evidencia de que una descripci6n [de! untverso] impli cca una persona que lo describe (observa). Lo que ahora necesitamos es la descripeién del «descriptor 0, en otras palabras, necesitamos u ‘observadlor. Dado que s6lo cabia ealifiear como observadores 4 ‘mos vivos, esun ser que significa que en su teorta de sf mismo bién del hecho de que esté escribiendo dicha te es un nuevo estado de cosas en el discurso cientifico habida cuenta de que, de acuerdo con el tradicional punto de vista que separa al observador de su ‘observaci6n, habia que sseparaci6n no se bacia en modo alguno por excentricidad o locura, ya que en determinaclas crcunstancias Ia inelusi6n del observador en sus descripciones ‘puede llevar paradojas como, por ejemplo, la expresién: Soy un mentiroso* (pig. 400, Quiza sea atin mas radical (en el sentido original de wit a las rai- cess) el bidlogo chileno Francisco Varela (1975) en su articulo «A cal- _..culus for self-references z ese CeaesaeeL é El punto de partida de este ciloulo [... es el acto de distinguir. Con este facto primordial seperamos las formas que a nuestros ojos son el mundo mus mo, Desde este punto de parta afirmamos la pritmacta del papel del obser vador, que traza distinciones donde le place. Ast, las distinciones, que dan origen a nuestro mundo, revelan precisamente esto: las distinciones que tea- zamos ~y estas distinciones ge refieren mis a la declaracion del punto en ‘que se encuentra el observador que a la intrinseca constitucién del mundo, el ‘cual, precisamente por causa de este mecanismo de separacign entre obser- vvador y abservado, parece siempre buidizo—. Al percibis el mundo tal y co- mo lo pereibimos, olvidamos lo que hemos hecho para percibirlo como tal; ¥ cuando nos lo recuercan y recorremos hacia atris nuestro camino, lo que en- ontramos al final es poco mas que tna imagen que nos refleja a nosotros mismnos y al mundo. En contra de fo que habitualmente se supone, una dese ‘ripcién sometida 2 un andlisis profundo revela as propiedades del abserva- dor. Nosotros, como observadores, nos distinguimos a nosotros mismos dis- tinguiendo exactamence lo que en apariencia no somos, a saber, el mundo (pig. 29). Esti bien, se podria decir, pero, gqué tiene que ver todo esto con nuestra profesi6n, en Ia que nos encontramos con modelos de com- idos cuya locura no puede ser negada ni siguiera por un fil6sofo? ‘Como respuesta, permitidme citar un extraiio episodio, sucedido hace més de siete afios en la ciudad de Grosseto. Una mujer napolita- na, que habia viajado hasta Grosseto, tuvo que ser ingresada en el enestado de agitaci6n esquizofrénica aguda. Debido a que la seccién de psiquiatria no podia acogerla, se decidié enviarla a Napoles para un tratamiento adecuado. Cuando llegé Ia ambulancia, LA CONSTRUCCION DE *REALIDADES» CLINICAS 31 los enfermeros entraron en Ia sala donde la mujer estaba esperando y la encontraron sentada en una cama, completamente vestida, con su bolso preparado. Pero cuando la invitaron a seguirlos irrumpié de nuevo en manifestaciones psicéticas, ofreciendo resistencia fisica a los enfer- meros, negindose a moverse y, sobre todo, comportindose de un ‘modo esquizofrénico. Sélo recurriendo a la fuerza fue posible llevar- Jaa la ambulancia en la que partieron hacia Népoles. En cuanto salicron de Roma, un coche de la policta hizo parar ala ambulancia y ordené al conductor que regresara a Grossefo: se habia ‘cometido un error; la mujer que estaba en la ambulancia no era la pa- ciente sino una vecina de Grosseto que habia aun pariente sometido a una pequeiia is fos constructivistas radicales, construy,) una realidad clinica en la justamente el comportamiento de aquella mujer, «adaptado a la Grosscto. Quince afios antes Rosenhan habfa publicado los resultados de un destacado estudio, -On being sane in insane places+ (1973), en. el que él y su grupo demuestran que las personas -normales+ no son tout court identificables como sanas de mente y que los hospitales psiquidtricos crean las realidades en cues lea de Sao Paulo. Segdin las informaciones, hat do necesario levantar la tribuna (muy baja) de la terraza del ‘irculo co, desde la que muchos visitantes se habian caido hacia atrés probablomente por parte de un antropélogo: las dife- ituras determinan normas diversas con respecto a la distan- cia wcomectar que hay que asumiry mantener durante una conversacion cara a cara con otra persona, En las culturas de la Buropa Occidental tante mas corta. As pues, sin norteamertcano yun braslleto iniia- ban una conversacién, el norteamericano presumi cerfa la distancia que es para él la «correctae, snormal sentiria a disgusto por encontrarse demasiado lejos de la otra perso- 3a ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE na y se acercaria, para establecer la distancia que pata él es la justa el norteamericano se echarfa hacia atrés; el brasilefio se acercaria mis, y asi sucesivamente hasta qué el norteamericano se caeria detris, de la tribuna. Por consiguiente, dos diferentes -realidades- habian creado un acontecimiento para el cual, en ta clasica vision mono- cultural del comportamiento humano, el diagnéstico de predisposi- cién al accidente e incluso de manifestacion de un sinstinto de muerte- no seria demasiado imprudente y construirfa a su vez una «realidad clinica. El poder de crear realidades por parte de tales normas culturales ‘es el tema del clisico articulo de Walter Cannon (1942), -Vudu Death, una fascinante coleccién de casos antropolégicos que demuestra c6- ‘mo la inquebrantable conviccién de una persona en el poder de una maldici6n o de un maleficio puede llevarla a la muerte en unas pocas horas. Asimismo, en un caso de maleficio en que los demas miembros de-una tribu australiana que vivia en el bosque obligaron al brujo a retirar la maldicién contra uno de ellos, la vietima, que ya habia caido en un estado letirgico, se curd en muy poco tiempo, Por lo que yo sé, nadie ha estudiado la construcci6én de tales -tea- lidades» clinicas con mas detalle que Thomas Szasz. Entre sus nume- rosos libros hay uno, 7be Manufacture of Madness. A Comparative Study of the Inquisition and the Mental Health Movement (1970) (La fabricacton de ta locura. Estudio comparativo de la Inquisicién y el ‘movimiento en defensa de la salud mentall,particularmente pertinen- te para mi exposicién. De entre las muchas fuentes hist6ricas que el autor utiliz6, citaré la que mejor conozco, Se trata del libro Causatfo ‘criminalis, que trata de los procesos contra las brujas, escrito por el jesuita Friedrich von Spee en 1631 Creimpreso en Ritter, 1977). En ca- lidad de padre confesor de muchas personas acusadas de brujer asistié a las escenas de tortura mas atroces y escribié el libro para formar a las autoridades de la corte del hecho de que, sobre la ba: de las normas de procedimiento judicial utilizadas, ningrin sospecho- so podia resultar nunca inocente. En otras palabras, estas reglas cons truian una realidad en la que, una vez mAs, cualquier comportamiento del acusado constituia una prueba de culpabilidad, He aquf algunas de las wpruebase: 1. Dios habria protegido a un inocente desde el principio; por to, el hecho de que no interviniera para salvar a una determinada per- sona era ya de por si una prueba de su culpabilidad. 2. La vida de una sospechosa puede ser recta 0 no setlo; si no lo es, este hecho proporciona una prueba adicional; si lo es, provoca LA CONSTRUCCION DE -REALIDADES» CLINICAS 3 mas sospechas, porque se sabe que las brujas son capaces de dar la impresiOn de que llevan una vida virtuosa, 3. Una vez encarcelada, la bruja se mostrar aterrada 0 impavida, en el primer caso demostrara que sabe que es culpable; en el segun- do se confirmard la probabilidad de que lo sea, porque se sabe que las brajas mas peligrosas son capaces de simular inocencia y calma, 4. La sospechosa puede intentar escapar 0 no intentatlo; todo in- tento de fuga constituye una prueba ulterior y obvia de culpabilidad, mientras que si no intenta escapar quiere decir que el diablo desea su. muerte. Como se puede ver de nuevo, el significado atribuido a un con- junto de circunstancias dentro de un determinado marco de presu- puestos, ideologias o convicciones, construye una realidad en si mis- ma y la revela como «verdad, por decirio asi. Usando la terminologia de Gregory Bateson, se puede decir que €stas sori sitiacionés de do- ble vinculo, émpasses légicos de los que proporciona innumerables ejemplos clinicos, particularmente en su libro Perceval’s Narrative. A Patient’s Account of His Psychosis (1961). John Perceval, hijo del Primer ministro britanico Spencer Perce val, se volvié psicético en 1830 y permanecié hospitalizado hasta 1834. En los afios posteriores a su salida del hospital escribi6 dos re- Iatos autobiograficos titulados Narrative, en los que describe detalla- damente su experiencia como paciente psiquidtrico. Citaremos s6lo un parrafo de la -Introducciéne de Bateson, en la que se refiere 2 la inte- racci6n entre el paciente y su familia {Los padres) no logran pereibir su propia maldad mds que como justifica- da por el comportamiento del paciente, y el paciente no les permite perc En cualquier caso, a antigua maxima similia similibus curantur las cosas semejantes son curadas por las cosas semejantes) se aplica también a estas situaciones. El ejemplo mas antiguo que conozco de la construccién de una realidad clinica positiva lo transmite Plutarco ‘en su Moratia (Goodwin, 1889) y trata del extraordinario éxito de las sautoridades de higiene mental: de la antigua ciudad de Mileto en Asia Menor: a4 ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE Un tersible y mor conocida, se apoder re bubiers ade ‘2ese carabio y alienaci6a de la mente; porque de repent, se vieron asaltadas ‘por un persistente deseo de morir con furiosos intentos de ahorearse, y mu- ‘chas lo consiguieron a escondidas. Los argumentos y las lagrcnas de Los pa dres y los intentos de persuasion de los amigos no lograron nada, sino que ‘elles Se impusieron a sus guardianes, a pesar de todos los recursos y el es- fuerzo de éstos por prevent jnuaron matindose. La calamidad pa- tecia una maldicion divina extraordinaria y por encima de las posibilidades humanas hasta que, con el consejo de un sabio, se promulgé una ley del Se~ nado que decretaba que todas las muchachas que se ahorcaran debian ser tuansportadas desaudas por la plaza del mercado, Ia aprobacién de esta ley no solo inhibi6 sino que anuld completamente su deseo de ahorearse. NOtese \é gran argumento de buena naturaleza y virtud es este miedo a la deshon- porque las que no tenia miedo alas costs més terrbles del mundo, el do ory la muerte, no podian soporta la idea de la deshonra y ser expuestas ala ‘humullacion despues de la muerte (pig. 354). Bs posible que aquel sabio conociera aquella maxima también an- tigua de Epicteto, que decia que las cosas en sf no nos preocupan, si- no las opiniones que tenemos de las cosas, Pero éstas son éxcepciones. En general nuestra ciencia no ha deja- do nunca de asumir que la existencia de un nombre es prueba de la existencia «reals de la cosa nombrada, a pesar de Alfred Korzybski (4933) y su advertencia, a saber, que ef nombre no es la cosa, el maja ‘no és el territorio. El ejemplo mas monumental de este tipo de cons- truccién de la realidad, al menos en nuestros dias, es el Manual diag- néstico y estadistico de los trastornos mentales (DSM), de la American Psychiatric Association. A sus autores hay que reconocerles lo que probablemente sea el éxito terapéutico mas grande de todos los tiem- pos: como reaccion a una creciente presién social, ya no han cal do, en la tercera edici6n, la homosexualidad como un trastorno psi- quitrico, curando asia millones de personas de su senfermedad con ung tachadura, Pero, bromas aparte, Karl Tomnm y su grupo estudian seriamente las consecuencias practicas y clinicas del uso de términos diagn6sticos en el Programa de terapia familiar del Departamento de Psi- quiatria de la Universidad de Calgary. {Qué conclusiones practicas y titiles se deducen de todo esto? Sise acepta que fa normalidad mental no se puede definir objeti- vamente, enttonces el concepto de enfermedad mental también es in- definible. Asi, aqué podemos decir de la terapia? LA CONSTRUCCION DE -REALIDADES+ CLINICAS 25 [MPLICAGIONES PARA LA TERAPIA En este punto debemos dirigir la atenci6n a un fendmeno conocido desde hace mucho tiempo, si bien casi exclusivamente como un con- junto de circunstancias negativas ¢ indeseables: la profecia que se au- todetermina, El primer estudio detallado se remonta a la investigacion de Russel A, Jones (1974) (y cito el subtitulo de su libro) sobre los efee- tos sociales, psicolGgicos y isiologicos de las expectativas. Gomo ya se sabe, una profecia que se autodetermina es una suposi- ion o prediccién que, por el solo hecho de haber sido planteada como ipotesis, hace que se realice el acontecimiento esperado o predi confirmando de este modo, recursivamente, su propia exacticud., El estudio de las relaciones interpersonales ofrece numerosos ejemplos. Por ejemplo, si una persona supone, por el motivo que fuere, que no agrada a los demas, a causa de esta suposicion se comportara de un ageradamente susceptible y sospechoso-gue— producira justamente en tomo a ella el desprecio que esperaba, ¥ es- to constituird para ella Ia sprueba» de cudnta raz6n tenia desde el prin- cipio. Un acontecimietito de esta clase se verified a escala nacional en marzo de 1979, cuando los medios de comunicacién de California in- Formaron acerca de una inminente y dristica escasez.de gasolina a cau- sa del embargo sobre el petréleo arabe, Como consecuencia, los con- ductores californianos hicieron lo Gnico que era razonable en aquellas circunstancias: acudieron en masa a las gasolineras para llenar sus de- psitos y mantenerlos siempre llenos en la medida de lo posible, Llenar doce millones de depésitos (de los cuales en aquel momento proba- blemente estaban vacios el 70 96) agoté las reservas de gasolina—aun- que eran abundantes— y provocé la escasez predicha, practicamente de la noche a la mafiana, En las gasolineras se formaban colas intermi- ables, pero el caos concluy6 unas tres semanas después, cuando se nuncio oficialmente que la cuota de combustibles asignada al Fstado de Califomnia habia sido reducida minimamente. Otros estudios ya clasicos son las intcresantisimas investigaciones de Robert Rosenthal, particularmente su libro Pigmalién en la escuela (osenthal y Jacobson, 1968), por no hablar de los muy numerosos es- tudios sobre los efectos de los placebos, es decir, las sustancias clini- camente inocuas que, a juicio del paciente, son poderosas medicinas recientemente descubiertas, Aunque el efecto placebo era conocido desde los tiempos antiguos y lo explotaron todo tipo de sanadores es- pirituales- y otros, no recibi6 mucha atencién en el Ambito cientifico hasta mediados de nuestro sigio aproximadamente. Segtin Shapiro 38 TEORIA DE LA TERAPIA BREVE (1960), sélo entre 1954 y 1957 se publicaron més articulos de investi- gaci6n sobre este tema que en los cincuenta afos anteriores. ‘Hasta qué punto una simple conviccién o la atribucién de deter minados significados a las percepciones puede tener un poderoso efecto sobre la condici6n fisica de una persona, queda perfectamente ilustrado con un ejemplo que ya hemos presentado en otra publica- cin (Watzlawick, 1990) Un especialista en hipnosis muy respetado por sus capacidades y sus éxitos clinicos fue invitado a dirigit un seminario para un grupo de médicos en casa de uno de éstos, donde observ —como él mis- mo refirié— que «todas las superficies horizontales estaban cubiertas de ramos de flores». Debido a que padecia una fuerte alergia a las flo- res naturales, casi inmediatamente percibi6 en los ojos y en la nariz, bien conocidas sensaciones de picor. En ese momento se dirigié al duefio de la casa y le comunicé su problema y su temor de que en. aquellas circunstancias.no podria dirigir el semninario, El anfitrién ma- nifestd su sorpresa y le pidié que examinara las flores, que eran artifi- ciales; en cuanto lo comprob6, su reacci6n alérgica desapareci6 con Ja misma rapidez con que se habia presentado. Parece que este ejemplo proporciona una prueba clara de que el criterio de la adaptacion a la realidad es, después de todo, plenamen- A is flores eran verdaderas, pero en ‘cuanto descubrié que eran sélo de nailon y de plastico, el choque con la realidad resolvi6 su problema y él volvi6 a la normalidad REALIDAD DE PRIMER Y DE SEGUNDO ORDEN En este momento se hace necesario trazar una distincion entre dos niveles de percepcién de la realidad que generalmente no se dis tinguen el uno del otro. Debemos diferenciar entre la imagen de la realidad que percibimos a través de nuestros sentidos y el significa- do que atribuimos estas percepciones. Por ejemplo, una persona neurologicamente sana puede ver, tocar y oler un ramo de flores. (Por razones de simplicidad pasaremos por alto el hecho de que es- tas percepciones son también el resultado de construcciones excep- cionalmente complejas realizadas por nuestro sistema nervioso cen tral, y también el hecho de que la expresién «ramo de florese tiene un significado s6lo para las personas que hablan castellano mientras que es tin conjunto de sonidos o una serie de simbolos escritos ca- rentes de significado para quienes no lo hablan.) Esta realidad se de- fine como realidad de primer orden, LA GONSTRUGGION DE -REALIDADES» GLINICAS 37 No obstante, raramente nos detenemos en este punto. Casi constan- temente atribuimos un sentido, un significado y a veces un valor los objetos de nuestra percepcion, ¥ en este nivel, el nivel de las realida- «des de segundo orden, suzgen los problemas. La diferencia crucial entre estos dos niveles de percepcién de la realidad es la indicada por el cé lebre dicho segin el cual la diferencia entre un optimista y un pesimis- ta consiste en el hecho de que, ante una botella que contiene una de- terminada cantidad de vino, el primero afirma que esté medio llena y el segundo que esti medio vacia. La realidad de primer orden (una bote- lla con una determinada cantidad de vino) es la misma para ambos; pe- 10 sus realidades de segundo orden son diferentes y seria totalmente indi tratar de establecer quién tiene raz6n y quién est equivocado, ‘Asi pues, en el caso del especialista en hipnosis alérgico, cabe considerar su alergia como un fenémeno que suele tener lugar en el nivel de la realidad de primer orden, es decir, que su cuerpo reacclo- na de fornas habituatesyobjerivamente vetificables ante la preseticia=——— de polen en el aire. Pero, como demuestra el episodio relatado, la simple conviecién de la presencia de flores (en otras palabras, la cons- truccién de una realidad de segundo orden) puede producir el mismo resultado, Gomo ya hemos mencionado al principio, las cieacias médicas poseen una definicién razonablemente fiable de los acontecimien- tos y los procesos de las realidades del primer orden, En el reino de Ja psicoterapia, por el contrario, nos encontramos en un universo Ge simples suposiciones, convieciones y creencias que forman parte de nuestra realidad de segundo orden y, por tanto, son construcciones, de nuestra mente, Los procesos través de los cuales construimos nues- tras realidades personales, sociales, cientificas e ideol6gicas, que lle- ‘gamos después a considerar «objetivamente reales., constituyen el Ambito de la modema disciplina epistemolégica Hamada constructi- ‘vismo radical REALIDAD Y PSICOTERAPIA de los principios mas sorprendentes de esta escuela de pen- samiento es probablemente el de que respecto a la realidad «verdade- rar, s6lo podemos saber como maximo lo que noes. En otras pala- bras, s6lo cuando nuestras constracciones de la realidad fallan, nos amos cuenta de que la realidad no es como pensébamos que era, En su Introducci6n al constructivismo radical, Brnst von Glasersfeld (1984) define el conocimiento de este modo: 38 ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE El saber es construido por el organismo vivo para ordenas en la mé rar Las posibilidades de construir semejante orden estin siempre determina das pot los casos anteriores en la construccion. Esto significa que el mundo “real se manifiesta exclusivamente donde flan nuestras construcciones. No Cebstante, dado que en cada ocasion podemos deseribir y explicar el fallo s6- lo con les conceptos que hemos utilizado para la construceién de las estruc- tras que después han fallado, este proceso no nos podré proporcionar avs ‘ca un imagen del mundo a [a que podamos hacer responsable de su fallo (pig. 35) Pero estos fracasos, estos fallos con los que nos enfrentamos en nuestro trabajo, los estados de ansiedad, desesperaci6n y locura, son los que nos asaltan cuando nos descubrimos en un mundo que, gra- dualmente 0 de repente, ha quedado privado de significado. ¥ s aceptamos la posibilidad de que del mundo real. certeza s6iald que:fo €s, efitotices la psicoterapid sé convierte exel arte de sustituir una construcci6n de una realidad que ya no es «adap- tadae por otra que se adapta mejor. Esta nueva construccién es ficticia como la anterior, pero nos permite la cémoda ilusi6n, llamada salud mental, de ver las cosas como son «tealmentes y de estar, por consi- guiente, en sintonia con él significado de la Vista en esta perspectiva, a psicoterapia se ocupa de la reestruc- turaciOn de la vision del mundo del paciente, de la construccién de otra realidad clinica, de causar deliberadamente los acontecimientos casuales que Franz Alexander (1956) llamé sexperiencias emocionales comrectivas.. La psicoterapia constructivista no se engafta pensando que hace que el paciente vea el mundo como es realmente. Al con- trario, el constructivismo es totalmente consciente de que la nueva vi- sin del mundo es —y no puede ser cle otro modo— otra construc ion, otra fiecion, pero més teil y menos dolorosa. Al final de una terapia breve de nueve sesiones, una paciente, una mujer joven, me dijo: -Mi modo de ver la situacion era un problema, Ahora la veo de una forma diferente y ya no constituye ningiin pro- lem. ‘A mi juicio, estas palabras son la quintaesencia de una terapia con éxito: Ia realidad de primer orden ha permanecido necesariamente Inalterada, pero la realidad de segundo orden se ha vuelto diferente y soportable. 'Y estas palabras nos remiten a Epicteto: .No son las cosas en si las que nos preocupan, sino las opiniones que tenemos de elias.

También podría gustarte