varoove y wart Lawick (no00)
TexTO OBUbATODIO
6 TRORIA DE LA TERAPIA BREVE
La tercera colaboracién, obra de un conocido estudioso argentino
de la psicoterapia, trata acerca de cémo se pueden traducie en la price
tica clinica las ensefanzas del constructivismo, poniendo de manifies-
to los aspectos concretos de operatividad en la interaccién terapéu-
tica focalizada en la resolucién de los problemas presentados por el
paciente.
El cuarto ensayo, redactado —como el segundo— por uno de los
maestros del consiructivismo, introduce al lector en los aspectos mas
generales y fundamentales del constructivismo y de la cibernética
Heinz von Foerster, abordando el tema de la ética, propone los fun:
damentos epistemoldgicos y las caracteristicas originales de la aproxi-
maci6n eibernético-constructivista a la realidad; su colaboracién y la
de Von Glasersfeld se completan mutuamente para ofrecer al lector
una licida ¢ iluminadora exposicion de esta nueva perspectiva tedri-
ca, expresada en los demas ensayos en sus aspectos psicoterapauti-
cos. de més comin aplicacién, <=
En el ultimo ensayo de esta seccién Giorgio Nardone expone el
desarrollo de la logica estratégica y de la lOgica matematica como me-
todologia fundamental para la definiciOn precisa de intervenciones
terapéuticas; se pone de relieve la posibilidad que estas disciplinas
ofrecen para construir no s6lo técnicas terapéuticas especificas sino
también modelos terapéuticos completos para formas de patologta
especificas, que implican tictieas y maniobras estratégicas con pro-
piedades antocorrectivas. Todas estas orientaciones permiten un no-
table salto hacia adelante porque —al proponer el paso de la terapia
de modelos generales a la de modelos especificos— incrementan en
mucho la eficacia y la eficiencia, asi como también el rigor y la siste-
‘maticidad, sin reducir por ello st elasticidad y adaptabilidad,
1, LA CONSTRUCCION
DE «REALIDADES» CLINICAS*
Paul Watzlawick
Nosotros, los psicoterapeutas, habitualmente no somos, ademas,
gos; es decir, no somos expertos en la dlsciplina te6rica
que estudia el origen y Ia naturaleza del conocimiento; las implicacio-
nes y las consecuencias que se derivan de ello son muy importantes,
y sin duda-varrmmchons allt de mi escasa preparscion Mos Mea —— =
No obstante, conisidero que en el tema de esta antologia de ensayos ~
hay que incorporar al menos algunas consideraciones epistemolégi-
cas fundamentales, que determinan la direcci6n de nuestra cienci
DEFINIR LA NORMALIDAD
Permitidme comenzar con una consideraci6n que puede resultar
absolutamente obvia para algunos y casi escandalosa para otros: a
diferencia de las ciencias médicas, nuestra ciencia no posee una de-
finicién de idad definitiva y univessalmente aceptada. Los mé-
dicos tienen la suerte de poseer una idea bastante clara y objetiva-
mente verificable de lo que se puede definir como funcionamiento
normal de un cuerpo humano. Esto les permite identificar posibles
desviaciones de la norma y les autoriza a considerarlas como patolo-
gias. No hace falta decir que este conocimiento no les hace capaces
de curar cualquier desviacion; pero presumiblemente pueden esta-
blecer la distincion entre la mayorfa de las manifestaciones de salud
y las de enfermedad.
El problema de la salud emotiva o mental de un individuo es una
cuesti6n totalmente diferente, Se trata de una conviccién no tanto
cientifica como filoséfica, metafisica y hasta, en algunas ocasiones,
manifiestamente sugerida por supersticiones. Llegar a ser conscientes
* Publicado originalmente en Jefeey K. Zeig (comp), The Avoluion of Peyhotberapy
‘The Second Conference, Nueva York, Bataner/Mazel, 199% pig. 52-6228 ‘THORIA DE LA TERAPIA, BREVE.
de quiénes somos realmente> exigiria salir fuera de nosotros mismos
y vernos objetivamente, una empresa que hasta ahora s6lo el baron
de Miinchhausen pudo realizar cuando se salvé a si mismo ya su ca-
ballo de hundirse en un pantano al quedarse colgado de su propi
coleta?
‘Todos los intentos de la mente humana para estudiarse a
plantean el problema de la autorreflexividad o autorreferencialidad,
definible, en sintesis, en su estructura, con el célebre dicho que afir-
‘ma que la inteligencia es la capacidad mental medida con los test de
inteligencia.
La locura ha sido considerada siempre como la desviacién de una
norma que se consideraba en si misma la verdad Gltima, definitiva,
tan «definitivas que ponerla en duda era de por si sintoma de locura
maldad. La era de la Hlustraci6n no constituyé una excepcién, a no ser
por el hecho de que en el lugar de una revelaci6n divina situaba a la
~misme mente-humana que, segtin se pensaba; tenia propiedades divi-
nas y, por tanto, era definida como déesse raison. Seginrsus afirma-
ciones, el universo era gobernado por principios logicos que la mente
humana era capaz de comprender y la voluntad humana de respetaz.
Permitidme recordar cémo la mitificaci6n de la diosa Raz6n condujo
a la ejecuci6n de unas cuarenta mil personas por medio de la inven-
cin ilustrada del doctor Guillottia y al final s¢ volvi6 contra si misma
con Ia instauracion de otra monarquia tradicional.
Pasado algo mas de un siglo, Freud introdujo un concepto de nor-
malidad mucho mis pragmatico y humano, pues la definié como da
capacicad de trabajar y amar; parecia que la definicién quedaba de-
mostrada por la vida de una enorme cantidad de personas y de hecho
‘obtuvo un ampiio consenso. No obstante, lamentablemente, segan
ssus criterios Hitler habria sido una persona mas bien normal porque,
como se sabe, trabajaba mucho y amaba al menos a su perro, y tam-
bién a su amante, Eva Braun, La definicién de Freud resulta insufi-
ciente cuando nos encontramos frente a la proverbial excentricidad
de personas fuera de lo comin
Estos problemas pueden haber contribuido al consenso general
hacia otra definicion de normalidad, a saber, la de adapiacion a la
realidad, Segin este criterio, las personas normales (particularmente
Jos terapeutas) verfan Ia realidad como es realmente, mientras las
personas que sufren problemas emotivos o mentales la verfan de un,
modo deforme, Semejante defini ica, sin ninguna excepci6n,
misma
1. Véase Paul Watalawick, La coleta del bardn de atanebbausen, Barcelona, Hester,
1992, tv. de es
LA CONSTRUCCION DE +REALIDADES® CLINICAS 2%»
que existe una realidad verdadera accesible a la mente humana, asun-
to considerado filoséficamente insostenible al menos durante dos-
cientos afos. Hume, Kant, Schopenhauer y ottos muchos fil6sofos
han insistido en el hecho de que de la realidad wverdadera- s6lo po-
demos tener una opiniGn, una imagen subjetiva, una interpretacion
arbitraria, Segin Kant, por ejemplo, la raiz de todo error consiste en
entender el modo en que nosotros determinamos, catalogamos 0 de-
ducimos los conceptos como cualidades de las cosas en si mismas,
Schopenhauer, en Sobre la voluntad en la naturaleza (1836), escri-
Di6: «Este es el significado de la gran doctrina de Kant: que Ia teleolo-
gia [el estudio de las pruebas de un designio y un finen la naturalezal
es introducida en la naturaleza por el intelecto, que de esta forma se
asombra ante un milagro que ha creado él mismo» (pég. 340).
Resulta bastante facil apartar estas opiniones con desprecio «:
céndolas como puramente sfloséficas: y, por tanto, carentes de ul
dad prietica, Sin embargo;cabe encontrar afirmaciones semejantes en.
los trabajos de los representantes de la que todos consideran la cien-
cia de la naturaleza por antonomasia: la fisica tedrica. Se dice que en
1926, durante una conversaci6n con Heisenberg sobre el origen de
las teorfas, Rinstein afirmé que es errOneo tratar de fundamentar una
teorfa $610 sobre observaciones objetivas y que, por contra, !a teoria
determina lo que podemos observar.
De forma sustancialmente andloga, Schrdinger afirma en su libro
Mind and Matter (1958) (Mente y material: “La visi6n del mundo de
‘cada uno es y sigue siendo siempre un constructo de su mente y no
se puede demostrar que tenga ninguna otra existencize (pag. 52).
'Y Heisenberg (1958), escribié sobre el mismo tema:
1a realidad de la que hablamos no es nunca una realidad a prior, sino
‘una realidad conocida y creada por nosotros. Si, en referencia @ esta altima
Formulaci6n, se cbjeta que, después de todo, existe un mundo objetivo, in-
dependiente de nosotros y'de nuestro pensamiento, que funciona o puede
funcionar independientemente de auestra actividad, y que es el que efect
vvamente entendemos cuando iavestigamos, bay que relutar est
ibign la expresion
puede, por tanto, tener
jesion, Para nosotros
jene wa significado
sexistes s6lo e! mundo en el que la expresién sexist
(pig. 230),
El reputado biocibernético Heinz von Foerster (1974) describe de-
talladamente la circularidad autorrefencial de la mente que se somete
a sf misma a un -estudio cibernéticon:30 ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE
Ahora poseemos la evidencia de que una descripci6n [de! untverso] impli
cca una persona que lo describe (observa). Lo que ahora necesitamos es la
descripeién del «descriptor 0, en otras palabras, necesitamos u
‘observadlor. Dado que s6lo cabia ealifiear como observadores 4
‘mos vivos,
esun ser que significa que en su teorta
de sf mismo bién del hecho de que esté escribiendo dicha
te es un nuevo estado de cosas en el discurso cientifico habida cuenta de que,
de acuerdo con el tradicional punto de vista que separa al observador de su
‘observaci6n, habia que
sseparaci6n no se bacia en modo alguno por excentricidad o locura, ya que en
determinaclas crcunstancias Ia inelusi6n del observador en sus descripciones
‘puede llevar paradojas como, por ejemplo, la expresién: Soy un mentiroso*
(pig. 400,
Quiza sea atin mas radical (en el sentido original de wit a las rai-
cess) el bidlogo chileno Francisco Varela (1975) en su articulo «A cal-
_..culus for self-references z ese CeaesaeeL é
El punto de partida de este ciloulo [... es el acto de distinguir. Con este
facto primordial seperamos las formas que a nuestros ojos son el mundo mus
mo, Desde este punto de parta afirmamos la pritmacta del papel del obser
vador, que traza distinciones donde le place. Ast, las distinciones, que dan
origen a nuestro mundo, revelan precisamente esto: las distinciones que tea-
zamos ~y estas distinciones ge refieren mis a la declaracion del punto en
‘que se encuentra el observador que a la intrinseca constitucién del mundo, el
‘cual, precisamente por causa de este mecanismo de separacign entre obser-
vvador y abservado, parece siempre buidizo—. Al percibis el mundo tal y co-
mo lo pereibimos, olvidamos lo que hemos hecho para percibirlo como tal; ¥
cuando nos lo recuercan y recorremos hacia atris nuestro camino, lo que en-
ontramos al final es poco mas que tna imagen que nos refleja a nosotros
mismnos y al mundo. En contra de fo que habitualmente se supone, una dese
‘ripcién sometida 2 un andlisis profundo revela as propiedades del abserva-
dor. Nosotros, como observadores, nos distinguimos a nosotros mismos dis-
tinguiendo exactamence lo que en apariencia no somos, a saber, el mundo
(pig. 29).
Esti bien, se podria decir, pero, gqué tiene que ver todo esto con
nuestra profesi6n, en Ia que nos encontramos con modelos de com-
idos cuya locura no puede ser negada ni siguiera por
un fil6sofo?
‘Como respuesta, permitidme citar un extraiio episodio, sucedido
hace més de siete afios en la ciudad de Grosseto. Una mujer napolita-
na, que habia viajado hasta Grosseto, tuvo que ser ingresada en el
enestado de agitaci6n esquizofrénica aguda. Debido a
que la seccién de psiquiatria no podia acogerla, se decidié enviarla
a Napoles para un tratamiento adecuado. Cuando llegé Ia ambulancia,
LA CONSTRUCCION DE *REALIDADES» CLINICAS 31
los enfermeros entraron en Ia sala donde la mujer estaba esperando y la
encontraron sentada en una cama, completamente vestida, con su bolso
preparado. Pero cuando la invitaron a seguirlos irrumpié de nuevo en
manifestaciones psicéticas, ofreciendo resistencia fisica a los enfer-
meros, negindose a moverse y, sobre todo, comportindose de un
‘modo esquizofrénico. Sélo recurriendo a la fuerza fue posible llevar-
Jaa la ambulancia en la que partieron hacia Népoles.
En cuanto salicron de Roma, un coche de la policta hizo parar ala
ambulancia y ordené al conductor que regresara a Grossefo: se habia
‘cometido un error; la mujer que estaba en la ambulancia no era la pa-
ciente sino una vecina de Grosseto que habia
aun pariente sometido a una pequeiia is
fos constructivistas radicales, construy,) una realidad clinica en la
justamente el comportamiento de aquella mujer, «adaptado a la
Grosscto. Quince afios antes Rosenhan habfa publicado los resultados
de un destacado estudio, -On being sane in insane places+ (1973), en.
el que él y su grupo demuestran que las personas -normales+ no son
tout court identificables como sanas de mente y que los hospitales
psiquidtricos crean las realidades en cues
lea de Sao Paulo. Segdin las informaciones, hat
do necesario levantar la tribuna (muy baja) de la terraza del
‘irculo
co, desde la que muchos visitantes se habian caido hacia atrés
probablomente por parte de un antropélogo: las dife-
ituras determinan normas diversas con respecto a la distan-
cia wcomectar que hay que asumiry mantener durante una conversacion
cara a cara con otra persona, En las culturas de la Buropa Occidental
tante mas corta. As pues, sin norteamertcano yun braslleto iniia-
ban una conversacién, el norteamericano presumi
cerfa la distancia que es para él la «correctae, snormal
sentiria a disgusto por encontrarse demasiado lejos de la otra perso-3a ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE
na y se acercaria, para establecer la distancia que pata él es la justa
el norteamericano se echarfa hacia atrés; el brasilefio se acercaria
mis, y asi sucesivamente hasta qué el norteamericano se caeria detris,
de la tribuna. Por consiguiente, dos diferentes -realidades- habian
creado un acontecimiento para el cual, en ta clasica vision mono-
cultural del comportamiento humano, el diagnéstico de predisposi-
cién al accidente e incluso de manifestacion de un sinstinto de muerte-
no seria demasiado imprudente y construirfa a su vez una «realidad
clinica.
El poder de crear realidades por parte de tales normas culturales
‘es el tema del clisico articulo de Walter Cannon (1942), -Vudu Death,
una fascinante coleccién de casos antropolégicos que demuestra c6-
‘mo la inquebrantable conviccién de una persona en el poder de una
maldici6n o de un maleficio puede llevarla a la muerte en unas pocas
horas. Asimismo, en un caso de maleficio en que los demas miembros
de-una tribu australiana que vivia en el bosque obligaron al brujo a
retirar la maldicién contra uno de ellos, la vietima, que ya habia caido
en un estado letirgico, se curd en muy poco tiempo,
Por lo que yo sé, nadie ha estudiado la construcci6én de tales -tea-
lidades» clinicas con mas detalle que Thomas Szasz. Entre sus nume-
rosos libros hay uno, 7be Manufacture of Madness. A Comparative
Study of the Inquisition and the Mental Health Movement (1970) (La
fabricacton de ta locura. Estudio comparativo de la Inquisicién y el
‘movimiento en defensa de la salud mentall,particularmente pertinen-
te para mi exposicién. De entre las muchas fuentes hist6ricas que el
autor utiliz6, citaré la que mejor conozco, Se trata del libro Causatfo
‘criminalis, que trata de los procesos contra las brujas, escrito por el
jesuita Friedrich von Spee en 1631 Creimpreso en Ritter, 1977). En ca-
lidad de padre confesor de muchas personas acusadas de brujer
asistié a las escenas de tortura mas atroces y escribié el libro para
formar a las autoridades de la corte del hecho de que, sobre la ba:
de las normas de procedimiento judicial utilizadas, ningrin sospecho-
so podia resultar nunca inocente. En otras palabras, estas reglas cons
truian una realidad en la que, una vez mAs, cualquier comportamiento
del acusado constituia una prueba de culpabilidad, He aquf algunas de
las wpruebase:
1. Dios habria protegido a un inocente desde el principio; por
to, el hecho de que no interviniera para salvar a una determinada per-
sona era ya de por si una prueba de su culpabilidad.
2. La vida de una sospechosa puede ser recta 0 no setlo; si no lo
es, este hecho proporciona una prueba adicional; si lo es, provoca
LA CONSTRUCCION DE -REALIDADES» CLINICAS 3
mas sospechas, porque se sabe que las brujas son capaces de dar la
impresiOn de que llevan una vida virtuosa,
3. Una vez encarcelada, la bruja se mostrar aterrada 0 impavida,
en el primer caso demostrara que sabe que es culpable; en el segun-
do se confirmard la probabilidad de que lo sea, porque se sabe que
las brajas mas peligrosas son capaces de simular inocencia y calma,
4. La sospechosa puede intentar escapar 0 no intentatlo; todo in-
tento de fuga constituye una prueba ulterior y obvia de culpabilidad,
mientras que si no intenta escapar quiere decir que el diablo desea su.
muerte.
Como se puede ver de nuevo, el significado atribuido a un con-
junto de circunstancias dentro de un determinado marco de presu-
puestos, ideologias o convicciones, construye una realidad en si mis-
ma y la revela como «verdad, por decirio asi. Usando la terminologia
de Gregory Bateson, se puede decir que €stas sori sitiacionés de do-
ble vinculo, émpasses légicos de los que proporciona innumerables
ejemplos clinicos, particularmente en su libro Perceval’s Narrative. A
Patient’s Account of His Psychosis (1961).
John Perceval, hijo del Primer ministro britanico Spencer Perce
val, se volvié psicético en 1830 y permanecié hospitalizado hasta
1834. En los afios posteriores a su salida del hospital escribi6 dos re-
Iatos autobiograficos titulados Narrative, en los que describe detalla-
damente su experiencia como paciente psiquidtrico. Citaremos s6lo un
parrafo de la -Introducciéne de Bateson, en la que se refiere 2 la inte-
racci6n entre el paciente y su familia
{Los padres) no logran pereibir su propia maldad mds que como justifica-
da por el comportamiento del paciente, y el paciente no les permite perc
En cualquier caso, a antigua maxima similia similibus curantur
las cosas semejantes son curadas por las cosas semejantes) se aplica
también a estas situaciones. El ejemplo mas antiguo que conozco de
la construccién de una realidad clinica positiva lo transmite Plutarco
‘en su Moratia (Goodwin, 1889) y trata del extraordinario éxito de las
sautoridades de higiene mental: de la antigua ciudad de Mileto en
Asia Menor:a4 ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE
Un tersible y mor
conocida, se apoder
re bubiers ade
‘2ese carabio y alienaci6a de la mente; porque de repent, se vieron asaltadas
‘por un persistente deseo de morir con furiosos intentos de ahorearse, y mu-
‘chas lo consiguieron a escondidas. Los argumentos y las lagrcnas de Los pa
dres y los intentos de persuasion de los amigos no lograron nada, sino que
‘elles Se impusieron a sus guardianes, a pesar de todos los recursos y el es-
fuerzo de éstos por prevent jnuaron matindose. La calamidad pa-
tecia una maldicion divina extraordinaria y por encima de las posibilidades
humanas hasta que, con el consejo de un sabio, se promulgé una ley del Se~
nado que decretaba que todas las muchachas que se ahorcaran debian ser
tuansportadas desaudas por la plaza del mercado, Ia aprobacién de esta ley
no solo inhibi6 sino que anuld completamente su deseo de ahorearse. NOtese
\é gran argumento de buena naturaleza y virtud es este miedo a la deshon-
porque las que no tenia miedo alas costs més terrbles del mundo, el do
ory la muerte, no podian soporta la idea de la deshonra y ser expuestas ala
‘humullacion despues de la muerte (pig. 354).
Bs posible que aquel sabio conociera aquella maxima también an-
tigua de Epicteto, que decia que las cosas en sf no nos preocupan, si-
no las opiniones que tenemos de las cosas,
Pero éstas son éxcepciones. En general nuestra ciencia no ha deja-
do nunca de asumir que la existencia de un nombre es prueba de la
existencia «reals de la cosa nombrada, a pesar de Alfred Korzybski
(4933) y su advertencia, a saber, que ef nombre no es la cosa, el maja
‘no és el territorio. El ejemplo mas monumental de este tipo de cons-
truccién de la realidad, al menos en nuestros dias, es el Manual diag-
néstico y estadistico de los trastornos mentales (DSM), de la American
Psychiatric Association. A sus autores hay que reconocerles lo que
probablemente sea el éxito terapéutico mas grande de todos los tiem-
pos: como reaccion a una creciente presién social, ya no han cal
do, en la tercera edici6n, la homosexualidad como un trastorno psi-
quitrico, curando asia millones de personas de su senfermedad con
ung tachadura, Pero, bromas aparte, Karl Tomnm y su grupo estudian
seriamente las consecuencias practicas y clinicas del uso de términos
diagn6sticos en el Programa de terapia familiar del Departamento de Psi-
quiatria de la Universidad de Calgary.
{Qué conclusiones practicas y titiles se deducen de todo esto?
Sise acepta que fa normalidad mental no se puede definir objeti-
vamente, enttonces el concepto de enfermedad mental también es in-
definible. Asi, aqué podemos decir de la terapia?
LA CONSTRUCCION DE -REALIDADES+ CLINICAS 25
[MPLICAGIONES PARA LA TERAPIA
En este punto debemos dirigir la atenci6n a un fendmeno conocido
desde hace mucho tiempo, si bien casi exclusivamente como un con-
junto de circunstancias negativas ¢ indeseables: la profecia que se au-
todetermina, El primer estudio detallado se remonta a la investigacion
de Russel A, Jones (1974) (y cito el subtitulo de su libro) sobre los efee-
tos sociales, psicolGgicos y isiologicos de las expectativas.
Gomo ya se sabe, una profecia que se autodetermina es una suposi-
ion o prediccién que, por el solo hecho de haber sido planteada como
ipotesis, hace que se realice el acontecimiento esperado o predi
confirmando de este modo, recursivamente, su propia exacticud., El
estudio de las relaciones interpersonales ofrece numerosos ejemplos.
Por ejemplo, si una persona supone, por el motivo que fuere, que no
agrada a los demas, a causa de esta suposicion se comportara de un
ageradamente susceptible y sospechoso-gue—
producira justamente en tomo a ella el desprecio que esperaba, ¥ es-
to constituird para ella Ia sprueba» de cudnta raz6n tenia desde el prin-
cipio.
Un acontecimietito de esta clase se verified a escala nacional en
marzo de 1979, cuando los medios de comunicacién de California in-
Formaron acerca de una inminente y dristica escasez.de gasolina a cau-
sa del embargo sobre el petréleo arabe, Como consecuencia, los con-
ductores californianos hicieron lo Gnico que era razonable en aquellas
circunstancias: acudieron en masa a las gasolineras para llenar sus de-
psitos y mantenerlos siempre llenos en la medida de lo posible, Llenar
doce millones de depésitos (de los cuales en aquel momento proba-
blemente estaban vacios el 70 96) agoté las reservas de gasolina—aun-
que eran abundantes— y provocé la escasez predicha, practicamente
de la noche a la mafiana, En las gasolineras se formaban colas intermi-
ables, pero el caos concluy6 unas tres semanas después, cuando se
nuncio oficialmente que la cuota de combustibles asignada al Fstado
de Califomnia habia sido reducida minimamente.
Otros estudios ya clasicos son las intcresantisimas investigaciones
de Robert Rosenthal, particularmente su libro Pigmalién en la escuela
(osenthal y Jacobson, 1968), por no hablar de los muy numerosos es-
tudios sobre los efectos de los placebos, es decir, las sustancias clini-
camente inocuas que, a juicio del paciente, son poderosas medicinas
recientemente descubiertas, Aunque el efecto placebo era conocido
desde los tiempos antiguos y lo explotaron todo tipo de sanadores es-
pirituales- y otros, no recibi6 mucha atencién en el Ambito cientifico
hasta mediados de nuestro sigio aproximadamente. Segtin Shapiro38 TEORIA DE LA TERAPIA BREVE
(1960), sélo entre 1954 y 1957 se publicaron més articulos de investi-
gaci6n sobre este tema que en los cincuenta afos anteriores.
‘Hasta qué punto una simple conviccién o la atribucién de deter
minados significados a las percepciones puede tener un poderoso
efecto sobre la condici6n fisica de una persona, queda perfectamente
ilustrado con un ejemplo que ya hemos presentado en otra publica-
cin (Watzlawick, 1990)
Un especialista en hipnosis muy respetado por sus capacidades y
sus éxitos clinicos fue invitado a dirigit un seminario para un grupo
de médicos en casa de uno de éstos, donde observ —como él mis-
mo refirié— que «todas las superficies horizontales estaban cubiertas
de ramos de flores». Debido a que padecia una fuerte alergia a las flo-
res naturales, casi inmediatamente percibi6 en los ojos y en la nariz,
bien conocidas sensaciones de picor. En ese momento se dirigié al
duefio de la casa y le comunicé su problema y su temor de que en.
aquellas circunstancias.no podria dirigir el semninario, El anfitrién ma-
nifestd su sorpresa y le pidié que examinara las flores, que eran artifi-
ciales; en cuanto lo comprob6, su reacci6n alérgica desapareci6 con
Ja misma rapidez con que se habia presentado.
Parece que este ejemplo proporciona una prueba clara de que el
criterio de la adaptacion a la realidad es, después de todo, plenamen-
A is flores eran verdaderas, pero en
‘cuanto descubrié que eran sélo de nailon y de plastico, el choque
con la realidad resolvi6 su problema y él volvi6 a la normalidad
REALIDAD DE PRIMER Y DE SEGUNDO ORDEN
En este momento se hace necesario trazar una distincion entre
dos niveles de percepcién de la realidad que generalmente no se dis
tinguen el uno del otro. Debemos diferenciar entre la imagen de la
realidad que percibimos a través de nuestros sentidos y el significa-
do que atribuimos estas percepciones. Por ejemplo, una persona
neurologicamente sana puede ver, tocar y oler un ramo de flores.
(Por razones de simplicidad pasaremos por alto el hecho de que es-
tas percepciones son también el resultado de construcciones excep-
cionalmente complejas realizadas por nuestro sistema nervioso cen
tral, y también el hecho de que la expresién «ramo de florese tiene un
significado s6lo para las personas que hablan castellano mientras
que es tin conjunto de sonidos o una serie de simbolos escritos ca-
rentes de significado para quienes no lo hablan.) Esta realidad se de-
fine como realidad de primer orden,
LA GONSTRUGGION DE -REALIDADES» GLINICAS 37
No obstante, raramente nos detenemos en este punto. Casi constan-
temente atribuimos un sentido, un significado y a veces un valor los
objetos de nuestra percepcion, ¥ en este nivel, el nivel de las realida-
«des de segundo orden, suzgen los problemas. La diferencia crucial entre
estos dos niveles de percepcién de la realidad es la indicada por el cé
lebre dicho segin el cual la diferencia entre un optimista y un pesimis-
ta consiste en el hecho de que, ante una botella que contiene una de-
terminada cantidad de vino, el primero afirma que esté medio llena y el
segundo que esti medio vacia. La realidad de primer orden (una bote-
lla con una determinada cantidad de vino) es la misma para ambos; pe-
10 sus realidades de segundo orden son diferentes y seria totalmente
indi tratar de establecer quién tiene raz6n y quién est equivocado,
‘Asi pues, en el caso del especialista en hipnosis alérgico, cabe
considerar su alergia como un fenémeno que suele tener lugar en el
nivel de la realidad de primer orden, es decir, que su cuerpo reacclo-
na de fornas habituatesyobjerivamente vetificables ante la preseticia=———
de polen en el aire. Pero, como demuestra el episodio relatado, la
simple conviecién de la presencia de flores (en otras palabras, la cons-
truccién de una realidad de segundo orden) puede producir el mismo
resultado,
Gomo ya hemos mencionado al principio, las cieacias médicas
poseen una definicién razonablemente fiable de los acontecimien-
tos y los procesos de las realidades del primer orden, En el reino de
Ja psicoterapia, por el contrario, nos encontramos en un universo
Ge simples suposiciones, convieciones y creencias que forman parte de
nuestra realidad de segundo orden y, por tanto, son construcciones,
de nuestra mente, Los procesos través de los cuales construimos nues-
tras realidades personales, sociales, cientificas e ideol6gicas, que lle-
‘gamos después a considerar «objetivamente reales., constituyen el
Ambito de la modema disciplina epistemolégica Hamada constructi-
‘vismo radical
REALIDAD Y PSICOTERAPIA
de los principios mas sorprendentes de esta escuela de pen-
samiento es probablemente el de que respecto a la realidad «verdade-
rar, s6lo podemos saber como maximo lo que noes. En otras pala-
bras, s6lo cuando nuestras constracciones de la realidad fallan, nos
amos cuenta de que la realidad no es como pensébamos que era, En
su Introducci6n al constructivismo radical, Brnst von Glasersfeld
(1984) define el conocimiento de este modo:38 ‘THORIA DE LA TERAPIA BREVE
El saber es construido por el organismo vivo para ordenas en la mé
rar Las posibilidades de construir semejante orden estin siempre determina
das pot los casos anteriores en la construccion. Esto significa que el mundo
“real se manifiesta exclusivamente donde flan nuestras construcciones. No
Cebstante, dado que en cada ocasion podemos deseribir y explicar el fallo s6-
lo con les conceptos que hemos utilizado para la construceién de las estruc-
tras que después han fallado, este proceso no nos podré proporcionar avs
‘ca un imagen del mundo a [a que podamos hacer responsable de su fallo
(pig. 35)
Pero estos fracasos, estos fallos con los que nos enfrentamos en
nuestro trabajo, los estados de ansiedad, desesperaci6n y locura, son
los que nos asaltan cuando nos descubrimos en un mundo que, gra-
dualmente 0 de repente, ha quedado privado de significado. ¥ s
aceptamos la posibilidad de que del mundo real.
certeza s6iald que:fo €s, efitotices la psicoterapid sé convierte exel
arte de sustituir una construcci6n de una realidad que ya no es «adap-
tadae por otra que se adapta mejor. Esta nueva construccién es ficticia
como la anterior, pero nos permite la cémoda ilusi6n, llamada salud
mental, de ver las cosas como son «tealmentes y de estar, por consi-
guiente, en sintonia con él significado de la
Vista en esta perspectiva, a psicoterapia se ocupa de la reestruc-
turaciOn de la vision del mundo del paciente, de la construccién de
otra realidad clinica, de causar deliberadamente los acontecimientos
casuales que Franz Alexander (1956) llamé sexperiencias emocionales
comrectivas.. La psicoterapia constructivista no se engafta pensando
que hace que el paciente vea el mundo como es realmente. Al con-
trario, el constructivismo es totalmente consciente de que la nueva vi-
sin del mundo es —y no puede ser cle otro modo— otra construc
ion, otra fiecion, pero més teil y menos dolorosa.
Al final de una terapia breve de nueve sesiones, una paciente, una
mujer joven, me dijo: -Mi modo de ver la situacion era un problema,
Ahora la veo de una forma diferente y ya no constituye ningiin pro-
lem.
‘A mi juicio, estas palabras son la quintaesencia de una terapia con
éxito: Ia realidad de primer orden ha permanecido necesariamente
Inalterada, pero la realidad de segundo orden se ha vuelto diferente y
soportable.
'Y estas palabras nos remiten a Epicteto: .No son las cosas en si las
que nos preocupan, sino las opiniones que tenemos de elias.