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Lope de Vega (1562-1635)

[Perderá de los cielos la belleza]

Perderá de los cielos la belleza


el ordinario curso, eterno y fuerte;
la confusión, que todo lo pervierte,
dará a las cosas la postrer rudeza.

Juntaránse el descanso y la pobreza;


será el alma inmortal sujeta a muerte;
hará los rostros todos de una suerte,
la hermosa, en varïar, Naturaleza.

Los humores del hombre, reducidos


a un mismo fin, se abrazarán concordes;
dará la noche luz y el oro enojos.

Y quedarán en paz eterna unidos


los elementos, hasta aquí discordes,
antes que deje de adorar tus ojos.

[Ojos de mayor gracia y hermosura]

Ojos de mayor gracia y hermosura


que han dado envidia al sol, color al cielo,
si es al zafiro natural el hielo,
¿cómo encendéis en vuestra lumbre pura?

¿Por qué de la modesta compostura,


con que os adorna de vergüenza un velo,
nace un deseo que derriba al suelo
lo que el amor platónico procura?

Miráis, y no teméis, ojos traidores,


que con vuestros venenos fueran vanos
cuantos el miedo halló, ni vio el profundo.

Matáis de amor, y no sabéis de amores,


seguros de veneno, y más tiranos
que fue Nerón, pues abrasáis el mundo.
[Boscán, tarde llegamos. ¿Hay posada?]

—Boscán, tarde llegamos. ¿Hay posada?


—Llamad desde la posta, Garcilaso.
—¿Quién es? —Dos caballeros del Parnaso.
—No hay donde nocturnar palestra armada.

—No entiendo lo que dice la criada.


Madona, ¿qué decís? —Que afecten paso,
que obstenta limbos el mentido ocaso
y el sol depinge la porción rosada.

—¿Estás en ti, mujer?— Negóse al tino


el ambulante huésped —. ¡Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!

Boscán, perdido habemos el camino,


preguntad por Castilla, que estoy loco
o no habemos salido de Vizcaya.

[Si culpa, el concebir; nacer, tormento]

Si culpa, el concebir; nacer, tormento;


guerra, vivir; la muerte, fin humano;
si después de hombre, tierra y vil gusano,
y después de gusano, polvo y viento;

si viento, nada, y nada el fundamento;


flor, la hermosura; la ambición, tirano;
la fama y gloria, pensamiento vano,
y vano, en cuanto piensa, el pensamiento,

¿quién anda en este mar para anegarse?


¿De qué sirve en quimeras consumirse,
ni pensar otra cosa que salvarse?

¿De qué sirve estimarse y preferirse,


buscar memoria habiendo de olvidarse,
y edificar, habiendo de partirse?
A una calavera

Esta cabeza, cuando viva, tuvo


sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que, mirándola, detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,


marchita ya con tan helados besos;
aquí, los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí, la estimativa, en que tenía


el principio de todo movimiento:
aquí, de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,


¿donde tan alta presunción vivía
desprecian los gusanos aposento?

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