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El autor 

lo presenta así: “Este ensayo se ocupa de cómo la economía


y los grandes sistemas económicos y políticos cultivan su propia
versión de la verdad de acuerdo con las presiones pecuniarias y las
modas políticas de la época y de los problemas que plantea que esa
versión no tenga nada que ver con la realidad. Se trata de una
situación de la que no podemos culpar a nadie en particular; la
mayoría de las personas prefiere creer en aquello que le conviene
creer”, por eso se llama fraude inocente.
Partiendo de esa idea, va criticando diversos aspectos de nuestra
economía actual, comenzando por el mismo nombre del sistema, que
de “capitalismo” ha pasado a llamarse “sistema de mercado” para
ocultar un fraude: “La creencia en una economía de mercado en la
que el consumidor es soberano es uno de los mayores fraudes de
nuestra época. La verdad es que nadie intenta vender nada sin
procurar también dirigir y controlar su respuesta“ (pág. 32). Igualmente
dice que medir el progreso social casi exclusivamente por el PIB, esto
es, por el volumen de la producción influida por el productor, es un
fraude, y no es pequeño (p. 34).
Del mismo modo, va desvelando fraudes inocentes en el mundo del
trabajo, en la política exterior y militar y las finanzas, deteniéndose
particularmente en las grandes corporaciones y el papel dominante de
éstas en la economía moderna, y en la transmisión del poder de los
accionistas a la dirección, aunque la creencia sigue siendo la
contraria, así como en el papel fundamental que tiene en la actitud de
las grandes corporaciones el hecho de que la remuneración de la
dirección es en realidad fijada por éstas y no por los propietarios
como erróneamente se pudiera creer (ver página 49 especialmente).
Observen que el libro está publicado en 2004, por Critica, mucho
antes de la crisis actual (aunque con la de Enron ya producida).
En fin, no les voy a desvelar más.  Esta obra es un testamento
intelectual del autor, fallecido en 2006 pues resume parte de su
pensamiento y aunque puede ser tachada de ser un tanto
demagógica, sin duda da qué pensar. Pueden ver aquí una reseña de
Manuel Pimentel.
En las últimas décadas, el mundo ha sido testigo de delitos financieros cada vez más
sofisticados

A menudo, estos delitos son facilitados por abogados, contables, instituciones financieras y
otros profesionales que ayudan a diseñar el andamiaje de las estructuras fiscales y financieras
utilizadas para evadir impuestos y cometer otros delitos financieros. El pequeño segmento de
profesionales que generan oportunidades para facilitar la comisión y/o encubrimiento de estos
delitos no sólo socavan el estado de derecho, sino también su propia profesión, la confianza
pública en el sistema jurídico y financiero, así como la igualdad de condiciones entre
contribuyentes cumplidores e incumplidores

La mayoría de los profesionales son respetuosos con el cumplimiento de la ley y desempeñan


un papel importante para ayudar a empresas e individuos para entender y cumplir con la
normativa vigente y ayudar a que el sistema financiero funcione sin problemas. Dichos
profesionales que respetan la ley deben ser diferenciados de un pequeño conjunto de
profesionales que utilizan sus habilidades y conocimientos para promover activamente,
comerciar y facilitar la comisión de delitos por parte de sus clientes.

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