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À bout de souffle

Michel (Jean-Paul Belmondo) es un delincuente que, tras robar un coche en Marsella, emprende
viaje a París para cobrar un dinero que se le adeuda y volver a ver a su amiga estadounidense,
Patricia (Jean Seberg). En el camino, perseguido por la policía de tráfico, mata a un agente.
Llega a París, pero no tiene dinero, por lo que recurre a varios amigos. Pasa su tiempo con
Patricia, intentando convencerla de volver a acostarse con él, y de acompañarle a Roma. Los
dos van de un lugar a otro, mientras Michel trata de recuperar su dinero y se oculta de la policía.
Patricia duda acerca de sus sentimientos hacia él. Cuando descubre que lo está buscando la
policía, empieza por ayudarle. Pero al final, para obligarse a alejarse de él, lo denuncia a la
policía. Michel, cansado y enamorado, se niega a huir.

Se inicia la película con la portada de un periódico. Una pareja baja de un coche, y el hombre
con el cigarrillo les manipula el coche para poder arrancarlo e irse. Una mujer quiere irse con él,
pero este se niega (es su mujer, la abandona). Este, Michael, va muy deprisa por una carretera.
Todo esto sucede en Paris. Durante el camino en coche va pensando distintas cosas; sobre las
obras de la calle, las dos chicas que están haciendo autostop, la pistola que hay en el coche,
etc.
Lo persigue la policía, pero este los despista cambiando de dirección. Un policía se da cuenta y
va hacia él. Este le dispara y huye hacia la ciudad. Va en busca de una mujer, Patricia. Él le pide
dinero, 5.000 francos, pero ella se niega porque no tiene dinero (aunque le quita los 500 francos
que lleva en la cartera).
Pasado un tiempo, intenta camelarse a Patricia, una chica norteamericana, a la cual le dice si
quiere acompañarlo a Roma, y que viene de Marsella. Le dice que viene a buscar el dinero que
le debe otro hombre. Observa en un periódico que la policía ya sabe quien es el asesino. Esta
pregunta por el en el establecimiento donde Michael recibe el correo. También le preguntan al
hombre que ha recibido a Michael en aquel mismo lugar hace pocos minutos. Este no quiere
vender a su amigo Michael, pero la mujer que está allí con ellos confiesa que hace pocos
minutos que Michael había pasado por allí para hablar con su amigo al que interrogan.
De nuevo lo encontramos con Patricia. El interés que busca en ella es acostarse juntos, aunque
ella se resiste en cierto modo. Él le lleva a los Campos Elíseos donde ha quedado con un
periodista, y le pregunta a Michael por qué razón está triste. Esta habla de su libro con el
periodista. Michael los sigue y ve que estos se besan. Cuando a la mañana siguiente Patricia
vuelve a su habitación, Michael está allí. Le sigue insistiendo a Patricia que se vaya a Roma con
él. Ella le dice que es muy importante para ella mantener la relación con este periodista porque
le va a encargar artículos. Michael le dice a Patricia que le ama, pero ella no sabe si siente lo
mismo. Ella le confiesa que puede ser que esté embarazada. (Michael es francés y Patricia es
americana). Michael dice que no encuentra al hombre que le debe dinero. Durante muchos
minutos encontramos a Patricia y Michael en la habitación sin salir de ella.
De nuevo le roba el coche a otro hombre. En este camino en coche, un hombre lo reconoce y
decide acudir a la policía. “Ser inmortal y después morir”. Michael decide vender el coche que
ha robado, aunque no le quieren dar el dinero por él hasta pasada una semana. Finalmente, al
ver que no se apresuraba la venta, decide robarles dinero a los vendedores para un taxi. La
policía va a buscar a Patricia para preguntarle por Michael, y esta, frente a semejante situación,
decide decir que no lo conoce, que solo lo ha visto unas pocas veces y que no sabe dónde se
encuentra. Le cubre las espaldas. Pasan la tarde y la noche juntos, y para no levantar
sospechas, deciden cambiar de nuevo de coche para que no les pillen. Michael acaba
confesando que está enamorado de Patricia. Ahora necesitan buscar un lugar donde alojarse y
donde la policía no pueda pillarlos a ninguno de los dos (van a una casa de parte de Antonio,
amigo de Michael).
Patricia finalmente, decide delatar a Michael llamando a la policía desde un bar cerca de donde
de están hospedando. Esta le confiesa a Michael que lo ha delatado, y por lo tanto no podrá
marcharse con el a Italia. Ella quiere asegurarse de que siente por él, y considera que, si ha sido
capaz de delatarlo, entonces no está enamorada de él. Delatándolo, le obliga a marcharse, pero
él se rinde, quiere ir a la cárcel. Antonio y Michael vuelven a encontrarse, Antonio le da su
dinero, este le ofrece marcharse juntos, pero Michael se niega, quiere enfrontarse a la policía.
Uno de los policías le dispara en la espalda y él empieza a correr, Patricia le va detrás, pero este
(Michael) acaba desplomándose en medio de la calle. Antes de morir, mira a Patricia y le hace
las muecas que ambos conocían (“Eres realmente una asquerosa”).

Tecnicismos

Se trata de una pelicula de la Nouvelle Vague francesa de 1960 dirigida por Jean-Luc Godard y
protagonizada por Jean-Paul Belmondo, Jean Seberg, Daniel Boulanger y Jean-Pierre Melville.
La fotografía -realizada en blanco y negro- fue llevada a cabo por Raoul Coutard.
Importante destacar que no existe guion. La pelicula fue imaginada y Gordad escribio una vaga
guia de filmacion y la abandono muy pronto para confiarse a su genio improvisdor.

La película presenta imágenes rápidas y expresivas de reportero, mezcladas con imágenes


insólitas —en los Campos Elíseos se iluminan al mismo tiempo todas las farolas— y detalles
muy logrados, como la silueta de Michel tomada desde lejos en la puerta de un taxi. Los
encuadres son a menudo inestables. Gran número de travellings de acompañamiento, como
una captación de los rumores del momento. La iluminación está evidentemente
subordinada a la premura de la filmación. El montaje corto y sus omisiones dan al relato su
coherencia peculiar. Hay una buena cantidad de falsos enlaces de carácter exhibicionista. El
lenguaje de los personajes es totalmente coetáneo a la época de su rodaje y ha perdido su
brillo. Se da una sucesión de ruidos y música. A menudo los ruidos aparecen en el momento
oportuno. Se utiliza la radio como contrapunto burlesco al acto amoroso. La música de jazz
escrita para la película, partitura de Martial Solar, marca de forma oportuna el devenir de la
película.
«…Amo A bout de Souffle y siento celos de ella… A bout de Souffle es la primera película
rebelde del cine francés y del cine en general. Dime si amas A bout de Souffle y te diré quién
eres. Gracias a esta película maravillosa, el cine reconocerá a los suyos».
«… la intriga no es realmente nueva: Godard aprendió la lección de Bresson. No muestra sus
fuentes.
bout de Souffle es una película a la que han hecho más daño sus defensores que sus
detractores. Los primeros han apelado al genio (¿Con qué rasero miden el genio?), los segundos
invocan al fracaso, lo cual es también injusto y mucho más mezquino. El brío de la puesta en
escena de Godard es indiscutible, se piense lo que se piense, de sus excesos y de sus escorias.
Para un recién llegado siempre es mejor pecar por defecto que por exceso de sabiduría
Se trata de un pequeño documental sobre la época, la nuestra, la de France-Soir, de los
transistores, de los automóviles, y del ruido avasallante. Pero es un documental limitado; solo
resulta significativo gracias a las extrapolaciones audaces y por lo tanto peligrosas. El héroe,
fuera de sus coordenadas sociales, morales o espirituales, se apaga rápido y muere joven
persiguiendo sus obsesiones sentimentales de corto vuelo. Robar, matar, querer, amar a alguien,
no poder… y morir exhausto es la trayectoria resumida de este tunante marginado social»[5].
Sea como fuere, A bout de Souffle permanecerá como un hito, ya que fue la primera película
brillante y vital de la nouvelle-vague,
Se diría que Jean Paul Belmondo (Michel) suprimió en su interpretación toda distancia entre el
actor y el personaje. Si bien es mucho lo que le debe al director, se lo ha devuelto con creces. Él le
da al film su continuidad narrativa, con un esplendor apático y vagamente lunar. Se trata de una
de esas interpretaciones extrañas y marginales, tan logradas que no se pueden repetir ni
siquiera aproximadamente
Partiendo de un guión de François Truffaut y con la ayuda de Claude Chabrol (otro de los grandes
de la época), Godard sorprendió en Al final de la escapada por el recurso a técnicas no utilizadas
en el cine convencional, como el uso de la cámara en mano (heredado del neorrealismo
italiano, y pensado para seguir siempre al protagonista en su huida hacia adelante), los saltos
de plano, que cortan en segundos la continuidad temporal y aportan la sensación de rapidez tan
necesaria en una película sobre fugitivos (por ejemplo, ellos dos en el cuarto de baño, él
pidiéndole un beso y, en el siguiente plano, ellos dos ya besándose). También es novedosa la
forma en que los dos protagonistas se dirigen directamente a la cámara para hacer
cómplice al espectador en su fuga. La película nació con un espíritu nada comercial, y con la idea
principal de crear algo diferente, que fuese en contra del cinéma qualité del momento. Lo
consiguieron con creces.

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