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CAPITULO 4

LA SENSIBILIDAD POSMODERNA
Y SU AGNOSTICISMO
DE LAS UTOPIAS PERDIDAS
En 1978 Jesús Mosterín proponía la necesidad de desarrollar una nueva
actitud ante la vida, a la vez racional y sensual, escéptica y comprometida,
haciendo un esfuerzo por racionalizar completamente nuestra cultura'. Y
cerraba la reflexión del capítulo con estas palabras:

"Algún día lejano nuestro sol; convertido en gigante rojo, calcinará sus pro-
pios planetas. Y en definitiva, ¿qué? -En definitiva, nada. Todo provisio-
nalmente-. Y después de todo, ¿qué? -Después de todo, nada.
Antes de morir, digamos: -Hemos lanzado una mirada lúcida sobre el uni-
verso ingente. Nos hemos encarado con nuestros problemas y no hemos bus-
cado consuelos ilusorios. Hemos gozado de la vida en la medida en que de
nosotros dependía y sólo el destino implacable ha marcado los límites de
nuestra felicidad. Hemos aceptado el destino y la muerte, pero no nos hemos
doblegado ante los ídolos. Hemos templado la cultura de nuestros padres
en el fuego de la razón y hemos fraguado un instrumento dúctil para la con-
secución de nuestros fines, fines que son más anchos que nuestra vida y se
desparraman en el tiempo. Este es el sentido que hemos dado a nuestras vidas
sin sentido."' 75

En el momento actual no creo que sea aceptado vitalmente y de forma


numéricamente significativa este "pathos" de talante heroico. Hoy casi todo
en el entorno social tiene más bien un carácter "light": nos movemos entre
fragmentos, bajo los destellos artificiosos de lo falso, con la nostalgia acari-
ciada de las utopías perdidas, en la cultura del vAcío. En otras palabras, no

174 Cf. J. MOSTERÍN, Racionalidad y acción humana, Madrid 1978, 70.


175 Ibid. 7 1 .

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tenemos más remedio que enfrentarnos, como creyentes, al desafío de la pos- un agnosticismo vital frente a todas las utopías. Para J. M. Mardones, desde
modernidad'. la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, la posmodernidad es la moderni-
dad que ha llegado a descubrir su propio autoengaño, y así podría señalar sus
Al entrar en este punto debemos reconocer que no existe una definición contenidos y sus límites para reformular sus propuestas18 '. Sin embargo, G.
clara y unánime del fenómeno posmoderno. Creemos que se trata de una ten-
Vattimo va más lejos: el post de posmoderno indica una despedida de la moder-
dencia, que ha ejercido un influjo nada despreciable desde el punto de vista
nidad182 . Esta deja de existir cuando, por múltiples razones, desaparece la posi-
social y cultural, y que es vivida como una especie de talante, como un esta- bilidad de seguir hablando de la historia como una entidad unitaria'83.
do de ánimo en el que, pensamos, se prolonga y se extiende un agnosticismo
menos perfilado que el agnosticismo "clásico", menos trágico, menos idea- Por su parte J.-F. Lyotard, que inició el debate último sobre la posmoder-
lista, más difuso, pero también más totalizarte. Si bien hay que reconocer nidad en 1979 con su obra La condición postmoderna, afirmaba en 1986:
que la llamada "movida posmoderna" con sus peculiares protagonistas hace
ya algunos años que desapareció del escenario público. "El posmodernismo así entendido no es el fin del modernismo sino su esta-
do naciente, y este estado es constante."'"
Bajo la palabra "posmodernidad" pueden encontrarse agrupadas las pers-
pectivas más opuestas', pues la noción no es clara y remite a niveles y esfe-
Pero, no queriéndose limitar a esta significación un poco mecanicista de
ras de análisis difíciles de hacer coincidir'. Y, desde el campo de la arqui-
la palabra, señala más adelante que lo posmoderno sería aquello que alega lo
tectura, Ch. Jenks subraya también la confusión que rodea al término "pos-
impresentable en lo moderno y en la presentación misma, que se niega a la
modemo"19. El adjetivo "posmoderno" en su ambigüedad nos puede impe- consolación de las formas bellas. Lo posmoderno intenta expresar la deca-
dir una precisión mayor a nivel nocional, pero al menos nos sugiere los
dencia de la confianza que los occidentales de los dos últimos siglos han expe-
síntomas del nuevo tono vital. rimentado en el principio del progreso general de la humanidad. Y, compa-
El concepto de posmodernidad, que surge en el campo de la arquitectura rando el esfuerzo de las vanguardias artísticas con una anámnesis en el sen-
como el intento de combinar técnicas modernas con formas antiguas'', ha sido tido de la terapéutica psicoanalista que intenta elaborar a fondo el sentido pro-
utilizado en la discusión filosófica para expresar la toma de conciencia de las pio de la modernidad, dice que el "post"- de "posmoderno" no significa un
contradicciones y aporías de la modernidad. Indica la pérdida de confianza movimiento de come back, de flash back, de feed back, es decir, de repeti-
en la razón, la crítica de los proyectos de la ilustración, el desencanto frente ción, sino un proceso a manera de ana-, un proceso de análisis, de anámne-
a los ideales no realizados. La sospecha se instala por doquier, se abandona sis, de anagogía y de anamorfosis, que elabora un "olvido inicial"'85.
la heroica resistencia de Prometeo, y se vive en la frustración irónica de Sísifo,
en el hedonismo de un Dionisos individualista o en la ilusión seductora de G. Lipovetsky eleva lo posmoderno al rango de una hipótesis global que
Narciso. Se respira una atmósfera de desencanto y melancolía, y se difunde describe el paso lento y complejo a un nuevo tipo de sociedad, de cultura y
de individuo que nace del propio seno y en la prolongación de la era moder-
16 Cf. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Modelos de racionalidad en el agnosticismo español actual, 428: "La alter-
nativa nietzscheana "o Dios o la nada" parece superada al día de la fecha; ésta sería la aportación más nue-
181 Cf. J.M. MARDONES, Postmodernidad y cristianismo. El desafío del fragmento, Santander 1988, 10-
va de la actual increencia. Entre los dos cuernos del dilema emerge ahora un tertium quid: un quid precari-
zado, pero real, más real que la nada y, por supuesto, que Dios. Equidistante tanto del nihilismo como del 11. 31. 74-75. 78. En Modernidad versus Postmodernidad en J. Picó (ed.), Modernidad y Postmodernidad,
Madrid 1988, 95, se pregunta J. Habermans: "(...) ¿deberíamos intentar aferrarnos a las intenciones de la
holismo teológico, el tertium quid reza: soportable levedad del ser. Se reconoce de buen grado la naturale-
Ilustración, por débiles que sean, o deberíamos declarar que todo el proyecto de la modernidad es una cau-
za infundada de ese quid, pero de ella no se deduce ya -como hicieran el existencialismo y el nihilismo cio-
ranesco- su nulidad ontológica, sino una obstinada voluntad de asentamiento en y sobre él. Así pues, que sa perdida?". Su respuesta la tenemos en El discurso filosófico de la modernidad, Madrid 1989.
la levedad del ser sea insoportable es un invento de Kundera. Por estos pagos lo insoportable es la densidad, '82 G. VATTIMO, El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna, Barcelona

no la levedad. El sí a lo light y el no a lo heavy (salvo acaso si se nos propina en forma de rock) son la apues- 1986, 10.
ta ganadora." 183 Cf. G. VATTIMO, La sociedad transparente, Barcelona 1990, 74-75.
'77 Cf. J.-F. LYOTARD, La posmodernidad (explicada a los niños), Barcelona 1987, 41. En pp. 11-12 seña- '84 J.-F. LYOTARD, La posmodernidad (explicada a los niños), 23. El original francés aparece en 1986. A.
la algunos ejemplos de esta confusión. Wellmer afirma en La dialéctica de modernidad y postmodernidad, en J. Picó (ed.), Modernidad y
178 Cf. G. LIPOVETSKY, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona 1986, Postmodernidad, 109, que "el movimiento de búsqueda del pensamiento postmoderno ha encontrado en la
79. En la misma línea opina J.L. CEBRIÁN, El tamaño del elefante, Madrid 1987, 31. filosofía de Lyotard su expresión hasta el momento más plena."
'79 Cf. CH. JENCKS, ¿Qué es el posmodernismo?, en "Los Cuadernos del Norte", 8 (1987) 2-3. '85 Cf. ibid. 25. 91. 93. Y posteriormente ha mantenido la misma idea, cf. las afirmaciones en las entre-
vistas E se ci entusiasmassimo? Intervista con Jean-Francois Lyotard di Omar Calabrese, en "Panorama"
180 Cf. CH. JENCKS, El lenguaje de la arquitectura postmoderna, México 1980. Cf. la interesante diferen-
ciación entre posmodernidad informática y posmodernidad estética que hace A. LLANO, La nueva sensibili- 2-XI-1986, 193, e igualmente en Lyotard: la escritura de la disensión. Entrevista con Teresa Oñate Zubía,
en "Revista de Occidente" n. 73 (1987) 120.
dad, Madrid 19892, 106-119.

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na. Por eso piensa que la posmodernidad invita a una interpretación en pro- En la versión de J.-F. Lyotard en 1979, cada uno de nosotros vive en la
fundidad de la era moderna de la que salimos parcialmente, pero que, en muchos encrucijada de muchas valencias pragmáticas, vehiculadas por nubes de ele-
aspectos, prosigue su obra, a pesar de los que denomina paladines ingenuos mentos lingüísticos narrativos. No formamos combinaciones lingüísticas nece-
de la ruptura absoluta. El tiempo posmoderno es la fase "cool" y desencanta- sariamente estables, y las propiedades, de las que formamos, no son necesa-
da de la modernidad, la tendencia a la humanización a medida de la sociedad, riamente comunicables. El saber posmoderno afina nuestra sensibilidad ante
el desarrollo de las estructuras moduladas en función del individuo y de sus las diferencias y fortalece nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable.
deseos, la neutralización de los conflictos de clase, la disipación del imagina- Radicaliza la situación pluralista actual, sin el sueño de una unidad hoy impo-
rio revolucionario, la apatía creciente, la desustanciación narcisista ...186 sible. Los "grandes relatos", las visiones integradas de la realidad, que dan
cohesión social y legitiman los sistemas de valores, ya no tienen credibilidad,
sean relatos especulativos o de emancipación. Incluso llega a afirmar que para
1. LOS RASGOS DE LA SENSIBILIDAD POSMODERNA la mayoría de la gente ha desaparecido por sí misma la nostalgia del relato
perdido'89.
Teniendo conciencia clara de la complejidad del fenómeno posmoderno,
queremos describir los grandes rasgos de esta sensibilidad cultural. Años más tarde reconocerá que en La condición postmoderna exageró la
importancia que se ha de atribuir al género narrativo. Acepta, sin embargo,
una especie de soberanía de los pequeños relatos, que les permite escapar a
1. Fragmentación, diferencia y pluralismo: la crisis de deslegitimación de los grandes relatos. Pero piensa que no es con-
la pérdida del fundamento veniente dar al género narrativo un privilegio absoluto sobre los demás géne-
y la incredulidad ante los grandes relatos ros del discurso en el análisis de los fenómenos humanos, o de los fenóme-
nos del lenguaje en particular, y menos aún en la concepción filosóficam. G.
El sujeto posmoderno se mueve entre fragmentos, perdido en el pluralis- Vattimo no está de acuerdo con el rechazo de Lyotard de todos los grandes
mo inabarcable de los juegos de lenguaje, sometido a una avalancha continua relatos o meta-historias, porque aun suponiendo que haya hechos que sirvan
de informaciones y estímulos, difíciles de estructurar. Pero la fragmentación como refutación de esas teorías, se necesitará al menos de una meta-historia,
posmoderna no es simplemente la exarcebación de la razón ya fragmentada que sirva para dar razón de lo que ocurre'''.
de la modernidad, ni sólo la consecuencia de un pluralismo social agudizado. Según X. Rubert de Ventós hay que salir de la "modernidad dogmática",
Para G. Vattimo, en su análisis de Nietzsche, la noción de verdad ya no abandonando la convicción de que, a partir de los nuevos hechos y datos obje-
subsiste y no hay ningún fundamento para creer en un fundamento de la rea- tivos sobre el mundo, podemos construir una ideología, una práctica artísti-
lidad. De la modernidad no se saldrá en virtud de una superación crítica que ca o una opción moral científicas y coherentes. Será preciso olvidarse de nues-
sería un paso dado en el interior, todavía, de la modernidad misma. Hay que tras ideologías inconmovibles'.
buscar otro camino. No se trata de recurrir a valores "suprahistóricos" sino
que se trata de vivir hasta el fondo la experiencia de la necesidad del error, "La levedad del ser, la falta de su fundamento, su propia carencia de soli-
dez ontológica es justamente lo que posibilita el juego de las interpretacio-
se trata de vivir el errar con una actitud diferente, en un vagabundeo incier- nes que da algo de consistencia a la vida; desde ahí se despliegan las rela-
to'87. En el nacimiento de una sociedad posmoderna juegan un papel deter- ciones siempre cambiantes a las que procuramos conferir cierta estabilidad
minante los medios de comunicación social, que caracterizan a esta sociedad mediante el lenguaje y el olvido de la condición metafórica de los concep-
como una realidad más compleja, incluso caótica. Y es precisamente en ese tos que empleamos."193
relativo "caos" donde residen las esperanzas de emancipación, entendida como
desarraigo, como extrañamiento, como una liberación de las diferencias, de
los elementos locales, del "dialecto"188• 189 Cf. J.-F. LYOTARD, La condición postmoderna. Informe sobre el saber, Madrid 1984, 10-11. 73-78.
190 Cf. J.-F. LYOTARD, La posmodernidad (explicada a los niños), 31-32. 35.
191 Cf. G. VATTIMO, El fin del sentido emancipador de la historia, en "El País" 6-XII-1986, 13. Cf. el desa-
rrollo de esta posición de G. Vattimo en Postmodernitá e fine della storia, en G. MARI, (a cura di), Moderno
186 Cf. G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 79-80. 113-114.
postmoderno. Soggetto, tempo, sapere nella societá attuale, Milán 1987, 98-108.
187 Cf. G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 147-150.
192 Cf. X. RUBERT DE VENTÓS, Filosofía y/o política, Barcelona 1984, 92.
188 Cf. G. VATTIMO, La sociedad transparente, 84-86.
193 M. BARRIOS, La voluntad de poder como amor, Barcelona 1990, 154.

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Para los pensadores posmodernos, la fragmentación y el pluralismo son el plejo mundo de los medios de comunicación a nivel planetario, ha hecho impo-
destino insuperable del hombre de hoy, asediado de sospechas frente a los gran- sible paradójicamente una historia universal, porque los "centros" de histo-
des relatos y obsesionado por las diferencias. Pero la acentuación actual de ria se han multiplicado'98.
las diferencias no es simplemente la reacción frente a épocas "unificadoras" Sólo la modernidad, como la "era de Gutenberg", ha creado en el hombre
pasadas, sino también la consecuencia producida por la existencia de cam- las condiciones para vivir en la historia como sustentado por un curso unita-
pos que manifiestan distintas leyes de estructuración y funcionamiento que rio de los acontecimientos. Sin embargo, la "era de la televisión" ha hecho
suscitan el desarrollo de una pluralidad de lógicas194. Y esto conlleva un pro- esa experiencia problemática, e incluso imposible. Para este pensador italia-
ceso consciente de deconstrucción de los sistemas de pensamiento, de las racio- no el uso de los nuevos medios de comunicación ha llevado todo a una nive-
nalizaciones universalizantes, de la misma realidad que se intenta explicar. lación en el plano de la contemporaneidad y de la simultaneidad, que produ-
Para Lyotard los "grandes relatos" o, dicho de otra forma, todos los intentos ce así una deshistorización de la experiencia'99. La crisis de la idea de la his-
"universalizantes" por explicar y dominar la realidad han sido causa de terror toria lleva consigo la crisis de la idea de progreso. Si las vicisitudes humanas
y no hay que echarlos de menos'95. no presentan un decurso unitario, entonces no se podrá sostener que avanzan
hacia un fin, que realizan un plan racional de emancipación'.
En esta línea se mueve el pensamiento de J. Baudrillard con su estilo suge-
2. El fin de la historia: relativismo y provisionalidad rente y, a veces, confuso: en la posmodernidad se han perdido el horizonte
histórico, las coordenadas orientadoras, el sentido de la totalidad. La catara-
Si se ha perdido la fe en el progreso y en el sentido emancipador de la his- ta de acontecimientos, creada por los medios de comunicación, nos anega en
toria, si los grandes relatos han quedado deslegitimados, si no es posible el un presente sin marco de referencia, sóló superficie lisa, pantalla y red de comu-
consenso social, no resulta extraño que se conteste negativamente a la pre- nicación'. Según este autor francés, el sujeto de la metafísica sólo era her-
gunta de si podemos continuar organizando la infinidad de acontecimientos moso en su orgullo, en su voluntad de poder, en su trascendencia de sujeto
que nos vienen del mundo, humano y no humano, colocándonos bajo la idea de la historia o en la dramaturgia de su alienación. Fuera de ahí no es más que
de una historia universal de la humanidad196. un despojo lamentable enfrentado con su propio deseo o con su propia ima-
Para G. Vattimo lo posmoderno se caracteriza no sólo como novedad gen, incapaz de administrar una representación coherente del universo, y sacri-
respecto de lo moderno, sino también como disolución de la categoría de lo ficándose sin sentido sobre el cadáver de la historia para intentar resucitarlo.
nuevo, como experiencia del "fin de la historia", y no como un estadio dife- Nadie es capaz hoy de asumirse a sí mismo como sujeto de poder, sujeto de
rente de la historia misma. Lo que caracteriza este fin de la historia en la expe- saber, sujeto de la historia202. La clave está en vivir en el presente, sin preo-
riencia posmoderna es el hecho de que la idea de una historia como proceso cuparse del pasado y del futuro: el sentido histórico ha desaparecido2°3.
unitario se disuelve y en la existencia concreta se instauran condiciones efec- Pero Vattimo se enfrenta al problema de la disolución de los horizontes
tivas que le dan una especie de inmovilidad realmente no histórica. Nietzsche históricos fuertes con una actitud más positiva: la cultura europea ha de ofre-
y Heidegger son considerados por Vattimo como los pensadores que echaron cer a las otras civilizaciones como propuesta emancipatoria, rica de signifi-
las bases para construir una imagen de la existencia en esta situación de no cados y de consecuencias inexploradas el descubrimiento de la multiplicación
historicidad, o mejor aún, de poshistoricidad197 . La época actual, con el com- de los horizontes de sentido. En eso radica su paradójica superioridad. De

194 Cf. X. RUPERT DE VENTÓS, Las metopías. Metodologías y utopías de nuestro tiempo, Barcelona 1984,
33 198 Cf. G. VATTIMO, El fin de la historia, 16-17.
'95 Cf. J.-F. LYOTARD, La posmodernidad (explicada a los niños), 26. '99 Cf. G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 17.
196 Cf. ibid. 35-47. 200 Cf. G. VATTIMO, La sociedad transparente, 76.
G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 12-13. Considera que el concepto post-histoire, introduci-
197 Cf. 201 Cf. J. BAUDRILLARD, Las estrategias fatales, Barcelona 1984, 14. Cf. sobre el mismo pensamiento
ibid.
do por Arnold Gehlen en la terminología de la cultura, describe adecuadamente esta experiencia de la pos- 12-13. 25. 59-60. 68-69. 73. 204; y en su obra El otro por sí mismo, Barcelona 1988, 9-10. 73.
modernidad (Cf. ibid. 14-15. 93-98). José Luis Pinillos opina que "Vattimo cree que el hundimiento de la 202 Cf. J. BAUDRILLARD, Las estrategias fatales, 123. Sobre la pérdida del sujeto en el ambiente intelec-
cultura moderna es una consecuencia del desfondamiento del ser anunciado por Nietzsche y desvelado por
tual español, cf. X. RUBERT DE VENTÓS, De la modernidad. Ensayo de filosofía crítica, Barcelona 1982, 43-
la posmetafísica de Heidegger. La teoría es fascinante, desde luego, pero se queda corta de recursos frente a
59; E. TRÍAS, La filosofía y su sombra, Barcelona 1983, 178-180.
la complejidad de los hechos que ha de expliéar." (Muerte y transfiguración de lo moderno, en "Saber Leer"
n. 11 (1988) 8). 203 Cf. G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 51.

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hecho, en los dos últimos siglos, múltiples culturas han tomado la palabra para pectivas, porque, como dice José Luis Pinillos, la desmesura de este mundo,
relativizar cualquier intento de identificar la humanidad con un determinado que además de haber perdido su principio tampoco tiene fin, porque su pro-
tipo de hombre y ha surgido la perturbadora experiencia de la multiplicación greso es indefinido, aconseja aligerar el peso de las cosas y moderar también
indefinida de los sistemas de valores y de los criterios de legitimación204. Y las ambiciones de los hombres21°.
han sido los medios de comunicación, a pesar de los monopolios, los elementos
que han provocado la explosión y multiplicación de concepciones de la rea-
lidad2°5. 3. La estética sobre la ética: individualismo, hedonismo, narcisismo
Y para esta perturbadora experiencia la propuesta de Vattimo es un "pen-
Si, según el pensamiento posmoderno, vivimos sumidos en la fragmenta-
samiento de la contaminación", que intenta interpretar los múltiples conteni-
ción existencial y cultural, en un pluralismo de horizontes de sentido, en los
dos del saber contemporáneo sin esperar conseguir una unidad de sistema filo-
que sólo son posibles consensos locales y provisionales, ¿qué alternativa éti-
sófico dogmático, sino un saber explícitamente residual en una sociedad sin
ca nos queda?.
criterios absolutos206, en donde el disenso, que propugna Lyotard, pueda pro-
ducir, a lo más, consensos locales, obtenidos por los "jugadores" efectivos, Para Vattimo tanto la ética religiosa como la laica han estado sostenidas
y abiertos a eventuales rescisiones: así el contrato temporal suplanta de hecho implícitamente por el valor del desarrollo: respetar al otro como un fin en sí
las instituciones permanentes en cuestiones profesionales, afectivas, sexua- mismo significa en realidad respetar su capacidad de tener un proyecto de futu-
les, familiares, culturales, internacionales, lo mismo que en los asuntos polí- ro y realizarlo. Pero ¿cuál es la meta de este proyecto cuando las visiones de
ticos'. la historia, cristiana o positivista, marxista o idealista, han perdido su fuerza
como posible fe unificante? La ética,, como la concibe el pensamiento moder-
En el fondo se da una devolución, una delegación masiva de poder y de
no, ha llegado a su fin211 .
responsabilidad a los aparatos políticos o intelectuales, técnicos u operacio-
nales. La publicidad, la información, la clase política están ahí para decirnos El psicologismo permea la moral contemporánea tras la quiebra del pro-
lo que queremos. Y asumimos alegremente este desplazamiento masivo de yecto ilustrado. Este pretendía construir una justificación racional de la moral
responsabilidad porque, a fin de cuentas, no es evidente ni interesante saber, que posibilitara un marco ético público, solidario y compartido. La moral está
querer, poder, desear208. hoy fragmentada. El centro de la acción moral es ahora el Yo. Son las actitu-
des, sentimientos o preferencias del mismo lo que orienta la acción, y serán
Desde otra perspectiva, el momento posmoderno explicita el proceso de
criterios puramente personales los que juzguen la misma. Habrá, por tanto,
indiferencia pura en el que todos los gustos y comportamientos pueden coha-
tantas reglas morales como necesidades tenga cada uno212.
bitar sin excluirse. Todo puede escogerse a placer, lo más operativo como lo
más esotérico, lo viejo como lo nuevo, la vida simple y ecologista como la Y así se afirma que la moral actual ha de ser una moral de lo precario, o
vida hipersofisticada, en un tiempo sin referencias estables ni coordenadas. más exactamente de lo cotidiano2' 3 o que sólo resulta posible hoy una "micro-
Este hombre de la posmodernidad no se aferra a nada, no tiene certezas abso- ética", pensada desde el escepticismo y la desorientación214 , constituída por
lutas, nada le sorprende, y sus opiniones son susceptibles de modificaciones propuestas concretas, formuladas tentativamente y para las que no hay que
rápidas'. reivindicar ninguna garantía definitiva de acierto o de bondad215 . En ciertos
ambientes parece que una estética cualquiera justifica una ética consecuente,
La posmodernidad intenta hacer viable el vivir en una situación continua-
y no al revés. La apariencia es lo decisivo. La introducción del elemento lúdi-
mente inestable, posibilitando un pensamiento tolerante sin valoraciones ni
implicaciones, un pensamiento que acepta las diferencias y las múltiples pers-

2 1° Cf. J.L. PINILLOS, Muerte y transfiguración de lo moderno, 9.


2 1 1 Cf. G. VATTIMO, El fin del sentido emancipador de la historia, 12. Sobre la ética según el "pensamiento

2°4 Cf. G. VATTIMO, El fin del sentido emancipador de la historia, 13. débil" cf. A. DAL LAGO, La ética de la debilidad. Simone Weil y el nihilismo, en G. VATTIMO-P.A. ROVATTI
2°5 Cf. G. VATTIMO, La sociedad transparente, 79. (eds.), El pensamiento débil, Madrid 1988, sobre todo pp. 166-168.
212 Cf. H. BÉJAR, La virtud del deseo, en "El País" 12-IV-1989, 11.
2°6 Cf. G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 156-157.
21 3 Cf. J. SÁDABA, Saber vivir, Madrid 1984', 117.
207 Cf. J.-F. LYOTARD, La condición postmoderna, 118; La posmodernidad (explicada a los niños), 86.
214 Cf. V. CAMPS, La imaginación ética, 34. 101.
208 Cf. J. BAUDRILLARD, Las estrategias fatales, 102-103.
21 5 Cf. M.A. QUINTANILLA, A favor de la razón, Madrid 1981, 87.
209 Cf. G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 41.44.

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co como parte esencial del pensamiento posmoderno ha suscitado la impre- la expresión libre, dando una nueva significación a la autonomía personal
sión justificada de que su propuesta final es: en el terreno ético todo, o casi mucho más allá del ideal que se fijó la era democrática autoritaria: vivimos
una segunda revolución individualista"'. La cultura posmoderna es un vec-
todo, vale en este mundo'''. tor de ampliación del individualismo, donde el átomo social se emancipa de
¿Y cómo lograr entonces el consenso social? La estetización general de la las estructuras disciplinarias y revolucionarias, al diversificarse las posibili-
vida a través de los medios de difusión hace posible el consenso y la instau- dades de elección, cuando se anulan los puntos de referencia y se destruyen
ración de un lenguaje común en lo social. Dicho de otra forma, esta función los sentidos únicos y los valores superiores de la modernidad'.
de organización del consenso es, para Vattimo, una función exquisitamente
estética, según el sentido kantiano en el cual el placer estético se define como Y surge un hedonismo personalizado, a escala humana, basado en un pla-
el deleite que se deriva de comprobar que uno pertenece a un determinado cer vaciado ya del contenido subversivo propio de la modernidad"' y bana-
grupo (en Kant, la humanidad misma como ideal) que tiene en común la capa- lizado en gran medida, que subraya, sobre todo, la vida convivencial y eco-
cidad de apreciar lo bello'''. De hecho para el pensador italiano una caracte- lógica, el cuidado del cuerpo, el retorno a uno mismo'. Así se destaca el nar-
rística del pensamiento débil de la posmodernidad es ser un "pensamiento de cisismo como consecuencia y símbolo del paso del individualismo "limita-
la fruición", que se oponga a la concepción funcionalista de la razón moder- do" al individualismo "total". Pero este narcisismo no debe identificarse con
na. La ética de los imperativos ha de ser sustituida por una ética de los bie- la falta total de compromiso político, sino que más bien ha de entenderse como
una "descrispación" de las posturas políticas e ideológicas y como una sobre-
nes'''. valoración de las cuestiones subjetivas. Se trata de una trivialización de lo con-
"Será de esta forma, apoyándose en la ligereza de lo estético, como a la siderado en otros tiempos como superior lo que caracteriza a este narcisismo,
modernidad suceda una novedad menos arrogante, un después menos fir- no entendiéndolo como una simple desconexión de lo social y un repliegue
me, que juegue y goce con el adelgazamiento del ser y la debilidad de los en la intimidad.
saberes, que entreabra las puertas de un lugar sin causas donde la libertad Por eso este narcisismo implica, al mismo tiempo, una especie de entu-
pueda volar. "219 siasmo relacional, como lo demuestra la proliferación de agrupaciones y aso-
ciaciones: narcisismo colectivo, con una solidaridad de "microgrupo", dis-
¿Pero qué clase de libertad? El derecho a la libertad en el proyecto de la tanciado de los objetivos de la militancia política e ideológica, sensibilizado
modernidad, en teoría ilimitado, pero en realidad circunscrito a lo económi- con objetivos existenciales concretos, que da primacía al acto de comunica-
co, a lo político, al saber, se ha instalado en las costumbres y en lo cotidiano. ción sobre la naturaleza de lo comunicado, sumido en la indiferencia ante los
La libertad se entiende hoy como experimentación en un espacio abstracto y contenidos225.
vacío de referencias comunitarias. Al ideal ilustrado de autonomía le sucede
hoy la virtud psicologista de la autosuficiencia, más acorde con la fragmen-
tación del orden social individualista y con la concepción de la libertad como
experiencia propia de un universo moral en el que todo vale porque todo da 221 Cf. G. LIPOVETSKY, La era del vacío,
5. 7-8; H. BÉJAR, El ámbito íntimo (Privacidad, individualismo
lo mismo'. y modernidad), Madrid 1988, sobre todo pp. 141-231.
Parece ser que la aspiración más legítima de nuestros contemporáneos es 222 Cf. ibid. 11. 19-25. 42. 47-48. 109-110. 115. 124-125. 130. 217.
Daniel Bell considera al hedonismo como la justificación cultural del capitalismo, desde que éste aban-
vivir libremente sin represiones, escoger libremente cada uno su modo pecu- 223
donó la ética protestante (Cf. Las contradicciones culturales del capitalismo,
Madrid 1977, 33). Lipovetsky
liar de existencia. Así la sociedad posmoderna promueve nuevos fines y legi- está de acuerdo con Bell sobre el lugar central que ocupa el hedonismo en la cultura moderna, pero le criti-
timidades sociales: hedonismo, respeto por las diferencias, culto a la libera- ca el no haber seguido las transformaciones que ha experimentado ese valor desde los años sesenta: se ha
pasado de un hedonismo "hot" a un hedonismo "cool" (Cf. La era del vacío, 84. 116-117).
ción personal, al relajamiento, al humor, a la sinceridad, al psicologismo, a 19. 21-22. 24. 30. 42-43. 51. 53. Sobre el hedonismo en el ámbito del pen-
224 Cf. G. LIPOVERTSKY, ibid.
de la amistad,Barcelona
samiento español, cf. E. LLEDO, El epicureísmo. Una sabiduría del cuerpo, del gozo y
1984.
Cf. J.L. CEBRIÁN, El tamaño del elefante, 33. 225 Cf. G. LIPOVETSKY, ibid. 12-15. 23. 47. 49-53. 55. 58. 60-61.62. 63. 66-67. 111. 112. 169-172. 200.
Este diagnóstico del "individualismo narcisista" lo hace también J. Baudrillard en El otro por sí mismo, 31-
216

217 Cf. G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 52-53. 37. Lyotard no acepta este narcisismo: "(...) ya no ejerceremos más el terror en nombre de la libertad (moder-
218 Cf. ibid. 155. na), sino en nombre de "nuestra" satisfacción" (narcisista), la satisfacción de un nosotros definitivamente limi-
tado a su propia particularidad. ¿Soy demasiado moderno al juzgar que esta perspectiva es intolerable?" (La
219 J.L. PINILLOS, Muerte y transfiguración de lo moderno, 8.
posmodernidad (explicada a los niños), 38).
220 Cf. H. BÉJAR, La virtud del deseo, 11.

85
84
En esta línea de "salvar" lo cotidiano se mueve la propuesta de Richard de la modernidad y despojarlos de su gravedad. Y así consigue una demo-
Rorty, desde su pragmatismo norteamericano, sostenido por el pensamiento cratización de los discursos mediante su desustancialización y neutralización
posmoderno y el liberalismo tradicional: hay que meterse en lo concreto de lúdicas23'.
la vida diaria, manteniendo la incredulidad ante los grandes relatos226. En pala-
bras de J. Sádaba: desde la vida cotidiana expoliada hay que realizar una rebe- "El humor fun (bromista) y desenfadado triunfa cuando la relación con el
lión para recuperar unos placeres que han sido reemplazados por un dios empo- otro y con uno mismo se psicologiza o se vacía de contenido colectivo, cuan-
brecido y seco. No hay más vida que la cotidiana y todo lo extraordinario que do el ideal es establecer "contacto" humano, cuando ya nadie en el fondo
en ella se da, de ella procede y a ella conduce. Para defenderla, el primer paso cree en la importancia de las cosas. No tomarse en serio: esa democratiza-
consiste en vivirla, porque no hay otra227. Para Lyotard la clave está en hacer ción del individuo no expresa sólo un imperativo ideológico igualitario, tra-
una "política de las micrologías" (marginación, minorías ...), siguiendo en esto duce la subida de los valores psi como son la espontaneidad y la comuni-
a Adorno y, distanciándose en este caso de Rorty, sin caer en el pragmatismo cación, traduce un cambio antropológico, el advenimiento de una persona-
ambiental que, bajo su apariencia liberal, no es menos hegemónico que el dog- lidad tolerante, sin gran ambición, sin una alta idea de sí misma, sin creen-
matismo. Hay que trazar una línea de resistencia contra ambos228 . cias sólidas."232
Para Lipovetsky el humor, como consecuencia última de la época del con-
sumo, engloba la esfera del sentido social, presentando como parodia los valo-
4. ¿El humor como defensa ante el desencanto?
res superiores, que ya no dejan ninguna huella emocional profunda. Así entra-
mos en la era democrática posmoderna que se identifica con la desustancia-
G. Lipovetsky ha reflexionado detenidamente sobre el desarrollo genera-
lizado del código humorístico en la vida cotidiana actual. Se trata de un humor lización humorística de los principales criterios sociales233 .
sin pretensiones desestabilizadoras: en la publicidad o en la moda el humor En J. Baudrillard el humor se convierte en ironía. Desaparecido todo poder
no tiene víctima, sólo pretende crear una atmósfera eufórica a través de su de ilusión, el "escenario" del inconsciente y de la fantasía es incapaz de con-
propia insustancialidad229. En realidad la actitud posmoderna está más ávida solarnos de la pérdida fundamental del "escenario" de la ilusión234 :
de animación desenvuelta y de personalización fantasiosa que de emancipa-
ción seria. Por eso opina este autor que Woody Allen, con su humor narci- "Moral pública, responsabilidad colectiva, progreso, racionalización de las
sista y posmoderno, hace reír, sin cesar en ningún momento de analizarse, pre- relaciones sociales: ¡Tonterías! ¿Qué grupo ha pensado alguna vez eso? Los
sociólogos y los ideólogos, sí, y los políticos (...).
sentando a sí mismo y al espectador el espejo de su Yo devaluado en su pro-
pio ridículo. El ego, la conciencia de uno mismo, es lo que se ha convertido Si nuestra perversión consiste en que jamás deseamos el evento real, sino
su espectáculo, jamás las cosas, sino su signo y la burla secreta de su sig-
en objeto de humor y ya no los vicios ajenos o las acciones descabelladas. La no, ello significa que no tenemos tantas ganas de que las cosas cambien, es
representación del otro a través de la moda toma un aspecto humorístico, por- preciso también que este cambio nos seduzca. (...) Es que esta pulsión bur-
que pertenece a una lógica de lo inédito por lo inédito. No es desprecio, sino lona nos libera del terror."235
parodia2".
El código humorístico posmoderno promueve una banalización de la serie- La ironía preserva las cosas de la confusión, porque filtra las palabras, los
dad de la realidad, compensando y disimulando con su hipertrofia lúdica la espíritus y los cuerpos, filtra los conceptos y los placeres. Quizá para verlo
angustia cotidiana. Pretende de hecho vaciar la respetabilidad de los signos todo con más optimismo haya que sustituir por fin la eterna teoría crítica por
una teoría irónica. Así a la seriedad, con que los sondeos y estadísticas tratan

Cf. R. RORTY, Habermas and Lyotard on Post-modernity, en "Praxis International" 4 (1984-1985) 42.
226

227 Cf.
J. SÁDABA, Saber vivir, 14-15. 37. 132. 154.
228 Cf. J.-F. LYOTARD, La posmodernidad (explicada a los niños), 77. 86. 99-100. 112. Sobre el "posmo- 231Cf. ibid. 157-158.
dernismo de resistencia", como contrapráctica de la cultura oficial del modernismo y de la falsa "normativi- 232Ibid. 160. En la misma línea se mueve el pensamiento de R. Rorty en Habermans and Lyotard on Post-
dad" de un posmodernismo reaccionario, cf. H. FOSTER (ed.), La posmodernidad, Barcelona 1985, 12; J. modernity, 38.
BALLESTEROS, Postmodernidad: decadencia o resistencia, Madrid 1989, 101-158.
233 Cf. ibid. 162.
229 Cf. G. LIPOVETSKY, 0.C., 136. 140. 147-150 (publicidad y humor); 151-153 (moda y parodia).
234 Cf. J. BAUDRILLARD, Las estrategias fatales, 53.
230 Cf. ibid. 143. 145. 154.
235 Ibid. 79-80.

86 87
lo social, se le contesta con la ironía feroz de su propio fracaso, porque la masa, Con la imagen del "desierto" Lipovetsky intenta expresar esa inmensa ola
como objeto, se resiste a entregar su verdad a los manipuladores. De esta for- de "desinversión" por la que todas las instituciones, todos los grandes valo-
ma los sondeos funcionan como espectáculo de la información, y, por tanto, res y finalidades que organizaron las épocas pasadas se están vaciando pro-
como burla de la información, pero sobre todo como burla de lo político, por- gresivamente de sustancia: una deserción de las masas que transforma el cuer-
que en su humor involuntario borran cualquier credibilidad política. La masa po social en un organismo abandonado. El saber, el poder, el trabajo, el ejér-
sabe que no sabe nada y no tiene ganas de saber. Sabe que no puede nada, y cito, la familia, la Iglesia, los partidos... han dejado globalmente de funcio-
no tiene ganas de poder. Y se le reprocha esta señal de estupidez y pasividad. nar como principios absolutos e intangibles, y en distintos grados ya nadie
Pero para Baudrillard la masa delega soberanamente la facultad de elegir a cree en ellos, en ellos ya nadie invierte nada. Y, sin embargo, el sistema fun-
otra persona por una especie de juego de irresponsabilidad, de desafío iróni- ciona, pero por inercia, en el vacío, controlado por los "expertos", que son
co, de "involuntad" soberana236. los únicos que todavía quieren inyectar sentido allí donde sólo reina un desier-
to apático, porque la propia necesidad de sentido ha sido barrida y la exis-
Y frente al amor que busca, según Baudrillard, aislar del mundo a la per-
tencia puede desplegarse sin patetismo, sin aspiración a nuevas tablas de valo-
sona amada, borrar sus huellas, desposeerle de su sombra, arrastrarle a un futu-
res. El individualismo y la liberación del espacio privado lo absorbe todo: cui-
ro homicida, él prefiere la seducción. Y así hace el elogio del objeto sexual,
dar la salud, mantener los ingresos adecuados, desprenderse de "complejos",
porque sólo el objeto es seductor. Por eso la mujer, como objeto sexual en su
esperar las vacaciones. Ya resulta posible vivir sin ideal, sin un objetivo tras-
indiferencia triunfal, sigue siendo dueña del juego y no hace más que refor-
zar su soberanía irónica: la mujer es el extásis irónico del deseo del hombre237. cendente'.
Y ante el poder enigmático del objeto frente al sujeto Baudrillard propone bus- Pero hay que pagar un precio:
car otra axiomática, diseñar otra lógica, desarrollar otras estrategias, dejar cam-
"Cruzando solo el desierto, transportándose a sí mismo sin ningún apoyo
po libre a la ironía objetiva238. Acaba su reflexión, compleja y paradójica, con
trascendente, el hombre actual se caracteriza por la vulnerabilidad."'
afirmaciones permeadas de pesimismo:

"De todos modos, hay algo de estúpido en nuestra situación actual. Hay una
Y cuanto más invierte en el Yo, como objeto de atención e interpretación,
cierta estupidez en el evento bruto, a la cual el destino, si existe, no puede mayores son la incertidumbre y los interrogantes. El Yo se convierte en un
dejar de ser sensible. Hay una cierta estupidez en las formas actuales de ver- espejo vacío: imposibilidad de sentir, vacío emotivo, desustancialización final.
dad y de objetividad de las que una ironía superior no puede dejar de dis- Así van emergiendo individuos aislados y vacilantes, vacíos y reciclables ante
pensarnos. Todo se expía en uno u otro sentido. Todo se juega en uno u otro la continua avalancha de modelos, propuestos por la publicidad y los medios
sentido. La verdad no hace más que complicar las cosas. de comunicación243.
Y si el Juicio Final consiste, como todos sabemos, para cada uno de noso-
tros, en salvar y en eternizar un instante, sólo uno, de su vida, ¿con quién "Así es: frente a un mundo delirante, sólo existe el ultimátum del realismo.
compartir este fin irónico?"239 Eso significa que si queremos escapar a la locura del mundo, también hay
que sacrificar todo su encanto. Al aumentar su delirio, el mundo ha incre-
mentado el precio del sacrificio. El chantaje a lo real. Hoy, para sobrevivir,
”244
5. La tentación del nihilismo: la cultura del "vacío" la ilusión ya no cuenta, hay que aproximarse a la nulidad de lo real.

"(...) ya ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las masas, la socie- Para G. Vattimo los rasgos de la existencia en la sociedad capitalista tar-
dad posmoderna no tiene ni ídolo ni tabú, ni tan sólo imagen gloriosa de sí día, desde la mercantilización total y el agotamiento de la "crítica de las
misma, ningún proyecto histórico movilizador, estamos ya regidos por el vacío,
un vacío que no comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis.", 240

241 Cf. ibid.


35-36. 38. 40-41. 51. A la misma conclusión llega J. Baudrillard analizando con su peculiar
sobre todo pp. 51-52; 65). Cf.
236 Cf. ibid. 85. 93. 96-99. 104. estilo la obesidad, el terror, lo obsceno, el teatro (Cf. Las estrategias fatales,
237 Cf. ibid. 105-111. 113-119. 130. 134-137. igualmente sobre la actual sobrevaloración de lo privado H. BÉJAR, El ámbito íntimo, 163-231.

238 Cf. ibid. 204. 242 G. LIPOVETSKY, 0.C., 46.


239 Ibid. 205. , 244 Cf. ibid. 56. 76. 107.
240 G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 9-10. 244 J. BAUDRILLARD, Las estrategias fatales, 195.

89
88
ideologías" hasta el "descubrimiento" lacaniano de lo simbólico, no repre- cible, que no posee un discurso sobre lo último y primero, sobre el Absoluto,
sentan sólo los momentos apocalípticos de una Menschheitsdammerung, de sino un silencio como interrogante, ya que el Absoluto es aquello sobre lo
una deshumanización, sino que son además provocaciones y llamadas hacia que no se puede hablar y que hay que gozar en el manantial de la vida25° ¿no
una posible experiencia humana nueva, en la que el nihilismo sería nuestra está en realidad describiendo una especie de agnosticismo vital, más totali-
última oportunidad245. zante que el agnosticismo "clásico", un agnosticismo incluso de la utopía en
Pero un nihilismo "light" en la interpretación de J. L. Pinillos. En realidad el seno de la cultura del Gran Vacío, como expresivamente lo describe Rovira
debería ser un nihilismo radical la respuesta a los innumerables "des" que des- Belloso?:
criben el desmoronamiento de la modernidad: deshumanización, decons-
trucción de la subjetividad, desmejoramiento de la realidad, debilitamiento "De momento, Kundera y Eco nos introducen en la cultura del Gran Vacío:
del saber, despedida de la vida, disolución de la conciencia, decepción del inte- ni propiamente atea ni propiamente antirreligiosa, ya que quizá permanece
la nostalgia; tal vez la nostalgia olvidada como un vacío más en el campo
lectual, descomposición de la moral, desvencijamiento de la civilización, des- de la conciencia. Pero ese vacío no deja de señalar la espera -o la esperan-
fondamiento del ser. Pero lo que al parecer aguarda es un mundo más ligero, za- de que pudiera haber un contenido (por cierto, sin trampa ni cartón) que
donde nadie tendrá que despeñarse por los abismos insondables de la nada. lo llenara. De momento, es el Gran Vacío que ha perdido la confianza de
El nihilismo posmoderno carece de tragedia'. que pueda ser real aquel Amor "che muove il sole e le altre stelle"25'.

Rovira Belloso afirma que, una década después del "manifiesto agnósti-
II. LA DIMENSION AGNOSTICA DE LA POSMODERNIDAD co" de Tierno Galván, hay que reconocer la existencia de un nuevo agnósti-
co que ni siquiera se pregunta ya pdr la utopía'. Pensamos que de forma pare-
Para J. M. Mardones la posmodernidad, con su interpelación a la despe- cida se ha de entender la frase de A. González Montes: "La actitud que mejor
dida de todo fundamento y con su desmitificación radical de toda realidad glo- cuadra con el mundo de hoy, con sus coordenadas histórico - espirituales es
bal, es una forma de ateísmo nihilista"': no es un ateísmo de reapropiación, la del agnosticismo indiferentista"253. Y Battista Mondin afirma que el agnos-
como en el pensamiento de Feuerbach, según el cual el hombre se re-apropia ticismo de Kant ha tenido innumerables seguidores, entre ellos los defenso-
de una esencia suya alienada en el ídolo de lo divino, ni es un ateísmo huma- res del "pensamiento débil", una moda que se está convirtiendo en emblemática
nista en sentido prometeico248. El ateísmo posmoderno es un nihilismo posi- para nuestra época posmoderna, que está pagando por las amargas desilusio-
tivo, como gran oportunidad de creatividad y libertad, que quiere evitar la nes de un racionalismo, de un cientifismo y tecnologismo exasperados. Para
imposición de nuevos valores absolutos. En este sentido interpreta Mardones el "pensamiento débil" todas las cuestiones últimas, incluída obviamente la
el pensamiento de G. Vattimo249. de Dios, son inexpresables'.
Pero cuando afirma que el pensamiento posmoderno es un escepticismo En palabras de J. Baudrillard:
racional que tiene gran confianza en las raíces de la vida y de la realidad, un
escepticismo radical frente a las pretensiones de la razón por nombrar lo inde- "Esta obscenidad arrastra consigo los restos de una ilusión de la profundi-
dad y la última pregunta que se podría seguir formulando a un mundo desen-
245 Cf.
cantado: ¿existe algún sentido oculto? Cuando todo está sobresignificado,
G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 27-32.
246 Cf. J.L. PINILLOS, Muerte y transfiguración de lo moderno, 8.
el mismo sentido se hace inaferrable."255
247 Cf. J.M. MARDONES, Posmodernidad y cristianismo, 81-84. En "Babelia" (Revista de Cultura en "El
País"), n. 3, 2.11.1991, p. 3, en la entrevista que le hace Juan Arias "Los dioses posmodernos son peligro- Y la verdad es un señuelo que nos seduce, pero imposible de alcanzar jamás:
sos", respondiendo a la pregunta: "¿Pero no es la religión privada o esteticista la que predomina en la cultu-
ra posmoderna?", ha afirmado: "Ciertamente el posmodernismo no es ateo y en él coexisten varias tenden-
"La obsesión por desnudar la verdad, por llegar a la verdad desnuda, que
cias, desde la casi mística de Vattimo de la "mirada inaugural a la realidad", a la neoconservadora del Papa
Woytila, pasando por la fundamentalista y la renovadora. Pero lo cierto es que puede existir un peligro mayor 2513 Cf. ibid. 100. 109. 110.
en cierta religiosidad posmoderna, difusa, emocional y estetizante que en el ateísmo de ayer."
251 J.M. ROVIRA BELLOSO, Fe y cultura en nuestro tiempo, Santander 1988, 48.
Cf. G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 33-34. Lyotard por su parte propone, frente a la religión e
248
incluso al ateísmo, un "paganismo" desenfadado y festivo (Cf. Dispositivos pulsionales, Madrid 1981, 279- 252 Cf. ibid. n. 168, pp. 87-88.
280. 292). Cf. sobre este punto A. DUMAS, Renaissance des paganismes, en "Lumiére et Vie" 156 (1982) 253 Cf.A. GONZÁLEZ MONTES, La increencia en España, 170.
7-18. 254 Cf. B. MONDIN, Teologia naturale e dialogo con lateo,
en "Archivio di Filosofia" 56 (1988) 532.
249 Cf. J.M. MARDONES, Postmodernidad y cristianismo, 84-86. 255 J. BAUDRILLARD, Las estrategias fatales, 63.

90 91
tisfecho, irreconciliado con un mal mundo. Siempre le cabe imaginar uno
impregna todos los discursos de interpretación, la obsesión obscena por alzar
el secreto es exactamente proporcional a la imposibilidad de conseguirlo mejor.„261
jamás. Cuanto más nos acercamos a la verdad, más retrocede ésta hacia el
punto omega, y más se refuerza la obsesión por alcanzarla. Pero esta obse- Por tanto hay que defender la vida cotidiana. Es la única que tenemos: el
sión no hace más que hablar en favor de la eternidad de la seducción y de barrio, la salud, la cultura, nuestros goces y nuestros dramas son los lugares
la impotencia para acabar con ella."256 desde los que proyectar nuestro buen vivir. Y ellos tendrían, por sí mismos,
la sustancia suficiente como para otorgar eso que llama "el sentido de la
Para Carlos Díaz el agnosticismo es el denominador común de la mayor vida"262 . Y acaba así su reflexión:
parte de los pensadores de la joven filosofía española, a los que considera pos-
modernos'. El caso de Javier Sádaba resulta sintomático. Expresa su sim- "Llegamos al final. ¿Nos ha conducido nuestro análisis a algún sitio?
patía por el "posmodernismo de resistencia'"" y mantiene una postura agnós- Probablemente no. De cualquier fórma nos ha alejado de otros lugares. Nos
aleja de los dogmatismos explícitos o tácitos. (...). Nuestra modestia, por el
tica: contrario, está en relación con nuestra oscuridad. Por eso nuestro escepti-
cismo es radical. En la esquina está la esperanza. En la esquina, con los mis-
"Decía Heidegger, en uno de sus últimos pensamientos más citados, "Sólo
mos derechos, está la desesperación.”'
un Dios puede salvarnos" . Yo tanto no diría; ya que mantengo una actitud
agnóstica respecto a la religión aunque me interesa mucho, pues el elemento
religioso es como la sombra del hombre: no entiendo mucho una sociedad
que no tenga planteamientos religiosos y pienso que uno de los males de III. DESAFIOS DE LA POSMODERNIDAD A LA FE CRISTIANA
nuestro siglo es la mala secularización, es decir, la creación de una especie
de teología ante la pérdida del sentido del misterio que estaría representa- Si la noción de verdad ya no subsiste y hemos perdido el fundamento onto-
da en la divinización del futuro, la tecnología o el poder."259 lógico de la realidad, si estamos condenados a un pluralismo de lógicas, con
difícil comunicación entre ellas, no sería viable un diálogo entre pensamien-
Y al mismo tiempo que se declara muy interesado por la religión, despo- toposmodemo y fe cristiana, apareciendo ésta además como un "gran relato
ja de relevancia cultural al "viejo debate sobre Dios": emancipador", que ya no resulta creíble.
Pero ¿es realmente la actitud posmoderna, anclada en el relativismo y en
"No causa siquiera curiosidad el que lo normal y extendido, en nuestros días, laprovisionalidad, la solución más idónea para enfrentarse a la complejidad
es que un hombre adulto y razonablemente instruido no es un creyente o un
e inestabilidad de la actual situación cultural? A un interlocutor, sin sentido
incrédulo, sino que se despreocupa de tales cuestiones.',260
histórico ni coordenadas orientadoras, dispuesto sólo a consensos locales y
temporales, parece faltarle la base adecuada, psicológica y vital, para un diá-
Y el precio que hay que pagar le vale la pena:
logo, que vaya más allá de un simple "dialogismo" descomprometido y sin
"Al agnóstico, las cosas, por el contrario, le rezuman inestabilidad. Pero esto fin.
no le lleva a lanzarse y apresar algo estable (...), sino que permanece insa- El individualismo, el hedonismo y el narcisismo, inherentes a la generali-
zada sensibilidad posmoderna, no parecen favorecer un diálogo con la fe,
256J. BAUDRILLARD, El otro por sí mismo, 63.
257Cf. C. DÍAZ, La última filosofía española: una crisis críticamente expuesta, Madrid 1985, 79. 85. 89.
94. 173 Madrid 1987, 205-206, diferencia Sádaba entre la actitud atea y la
261 Ibid. 94. En Las causas perdidas,
258 Cf. J. SÁDABA, La serpiente de la posmodernidad, en "El País" 27-VIII-1985, 9. agnóstica: "El agnóstico, por el contrario, no elimina posibilidad alguna y no cree que en la finitud esté dicha
259 JAVIER SÁDABA , ilusionado buscador de causas perdidas (Entrevista realizada por I. Marina Grimau), la última y definitiva palabra. Duda en el sentido más riguroso de dudar. No tiene razones ni para afirmar ni
en "Punto y Coma" n. 10 (1988) 61. En esta misma entrevista, p. 63, afirma en línea con el pensamiento pos- para negar que esto sea así por los siglos de los siglos y todo lo demás silencio. Sabe que conoce muy poco
moderno: "Hay que aprender a vivir no fundamentado, porque la libertad, en último término, no se funda- y que desconoce lo que más le interesa. Y de la misma forma que no confunde a nadie -y menos a él mis-
menta más que en ella misma. Lo que hay que hacer es denunciar, ser muy crítico con las malas fundamen- mo-- aplicando a lo desconocido lo que sólo es válido en el campo de la experiencia conocida, no cae tam-
taciones, contra los simulacros de fundamentación que hay y darse cuenta de que cuando uno se sabe sin nin- poco en el dogmatismo de negar lo desconocido, reduciéndolo en una paradoja espectacular, a lo que nos es
guna fundamentación se es consciente de que realmente es hombre, y eso es mucho más importante que las conocido."
malas fundamentaciones." Sobre el interés personal de Sádaba por lo religioso, cf. sus declaraciones en J.
262 Cf. ibid. 37. 76-77. 154. 161.
GARCÍA SÁNCHEZ, 0.C., 100. 106.
263
Ibid. 177-178.
26° J. SÁDABA, Saber vivir, 80. Cf. además pp. 79. 91. 93.

93
92
especialmente presente su carácter peregrinante: sin mediación cultural no es
entendido como el camino, angosto y difícil, que conduce al descubrimien- posible el anuncio del mensaje evangélico, pero éste no puede quedar apri-
to, al menos parcial, de la verdad. Pero creemos que la preocupación por la sionado en las categorías de una época determinada. La fe cristiana, con su
ética, aunque se trate de una "microética", y sobre todo el deseo de vivir con crítica constante de los "ídolos" y de las "seguridades" humanas, mantiene
intensidad la vida cotidiana, pueden ofrecer la base para un encuentro fruc- al creyente en una actitud continua de éxodo, que posibilita el diálogo con
tífero entre teología y pensamiento posmoderno, que posibilite el plantea- cualquier interlocutor, pero que al mismo tiempo no se deja paralizar ni por
miento de alternativas humanizantes, sobre todo de cara a las minorías socia- los mitos de la modernidad ni por los desencantos ni liquidaciones de la pos-
les. modernidad, aunque sí debe dejarse interpelar creativamente por sus desafíos
En definitiva, ¿es posible el diálogo entre nihilismo posmoderno y fe cris- e intuiciones. En solidaridad con los hombres, sobre todo con los margina-
tiana? Parece muy difícil, pero como ya hemos apuntado, la sensibilidad pos- dos y oprimidos de toda la historia, la teología debe realizar responsablemente
moderna lanza a la teología unos desafíos concretos que nos obligan a repen- la tarea de interpretar, articular y comunicar la experiencia de la salvación del
sar categorías lingüísticas, propuestas pastorales y sobre todo nuestros con- Dios de Jesucristo.
vencimientos personales como creyentes. Responder a esos desafíos es ya una
forma de diálogo'.

2. El cristianismo como "gran relato"


1. La reflexión sobre Dios y la sensibilidad posmoderna
Elpensamiento posmoderno somete; indirectamente, a la escatología cris-
Desde la teología cristiana no se puede compartir el escepticismo ante la tiana a una crítica radical. Si el proyecto emancipador de la ilustración con
razón ni la postura radicalmente antimetafísica del pensamiento posmoder- supropuesta de "salvación" intrahistórica es objeto de sospecha y de incre-
no. Pero su afán de deconstrucción puede abrirnos los ojos sobre la debilidad dulidad, la dimensión trascendente de la salvación cristiana resulta totalmente
de nuestros andamiajes teóricos, cuando intentan expresar el misterio de Dios. inaceptable para la sensibilidad posmoderna.
La teología occidental, sin dejar de ser reflexión creyente sobre el logos cris- Nuestra respuesta debe ofrecerse en una doble dirección. En primer lugar,
tiano, ha de ser consciente de la provisionalidad y limitaciones de sus pro-
con una crítica decidida de la absolutización del presente y de la pérdida del
pias concepciones y ha de prestar más atención al significado de la "teolo-
sentido histórico de la posmodernidad, que corre el peligro de irrelevancia
gía negativa". Todo hablar sobre Dios es inadecuado, y esto implica la nece-
cultural y de ser apresado definitivamente por las tendencias neoconservadoras.
sidad de una pluralidad de teologías, que desde distintos horizontes de com-
Ypor otro lado haciendo ver la razonabilidad del planteamiento cristiano: la
prensión intenten siempre de nuevo la misión interminable de iluminar la
Verdad definitiva. "fruición de la vida", que propugna el agnosticismo posmoderno, puede satis-
facer verdaderamente al hombre, cuando se vive también como símbolo de
El pensamiento fragmentario y fruitivo de la posmodernidad debe ayu- una Realidad que, algún día, pueda calmar la sed infinita del corazón huma-
darnos a subrayar con decisión el papel de la experiencia en la reflexión y en no en el mismo "hontanar de la Vida".
la práctica de la fe cristiana, sin entrar en el callejón sin salida de un irracio-
nalismo escapista, pero haciendo valer la importancia de la dimensión mís- El escepticismo radical, la renuncia al fundamento, la inestabilidad, asu-
tica en la vida del creyente y en la actividad teológica, dentro del horizonte mida vital y definitivamente... pueden tener el atractivo de una aventura exis-
hermenéutico de la experiencia cristiana global'. tencial ilusoriamente abierta, pero en el fondo suelen ser síntomas de la impo-
tencia, involuntaria o querida, de profundizar en los estratos de sentido, que
En la situación actual, pluralista y desconcertante, la teología debe tener esconde la misma realidad finita y que señalan hacia un Misterio luminoso,
que, según la fe cristiana, se ha revelado en la vida, muerte y resurrección de
264 J.I. González Faus, aludiendo al verso de Holderlin: "Desde que somos un diálogo", comentado por
Jesús, el Cristo.
Heidegger, y citado por G. VATTIMO, El fin de la modernidad, 137, piensa que "sería postmoderno el enun- El deficientemente formulado "carácter absoluto del cristianismo" debe
ciado: que somos un diálogo "Pero añade que muchos posmodernos no comparten el entusiasmo de Vattimo
por Lévinas, que sería una garantía para el diálogo (Cf. J.I. GONZÁLEZ FAUS, La interpelación de las iglesias
revelar su auténtica verdad salvadora, siendo articulado y transmitido de for-
latinoamericanas a la Europa postmoderna y a las iglesias europeas, Madrid 1988, 55-58). ma positiva a través de experiencias de sentido que iluminen la vida concre-
265 Cf. sobre la relación entre experiencia mística y experiencia religiosa la nota clarificadora (n. 3) de A. ta de los hombres. La única forma de evitar el rechazo del "gran relato de la
GONZÁLEZ MONTES, Sobre la naturaleza racional y pública de la teología, 115-116.

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salvación cristiana" es encarnarlo en la realidad cotidiana en "pequeños rela- dad, como seres humanos, para determinar y fundamentar un comportamiento
tos" de servicio, de liberación, de gozo compartido..., porque "creíble es sola- conpretensiones de justicia y de universalidad, si tenemos la capacidad para
mente el amor". distinguir la libertad de la tiranía, la falsedad de la verdad, lo justo de lo injus-
to. O nos encontramos sin razones ante la opresión de los poderosos y el poder
de lo fáctico266.
3. El reto del pluralismo y la diferencia La teología, en este tema concreto, debe valorar adecuadamente la funda-
mentación racional de la moral cristiana en el marco de la experiencia de fe,
En Occidente el pluralismo ideológico se ha convertido en un dato inelu- de formaque, desde la originalidad creyente, se tienda un puente hacia otras
dible. Pero este pluralismo no puede ser entendido sin el encuentro con otros propuestas éticas que buscan caminos humanizantes para el hombre y para la
horizontes de sentido, que se entrelazan ya con el nuestro, cuestionándolo y sociedad. La discusión actual sobre la ética puede convertirse en una magní-
enriqueciéndolo. El pensamiento posmoderno nos ha hecho conscientes de fica ocasión de diálogo con el agnosticismo clásico y posmoderno. Aunque
esta realidad y de sus ambiguas consecuencias. La teología occidental, olvi- no se logren convergencias decisivas y aunque el disenso sea frecuente, pue-
dando el "imperialismo cultural" de otros tiempos, debe abrirse a la riqueza den lograrse consensos parciales sobre cuestiones importantes: sobre la jus-
y a la crítica de otras visiones creyentes y no creyentes, aceptando las "dife- ticia social, sobre la violencia, sobre los límites del poder, sobre las priori-
rencias", como estímulos que alientan a la reflexión y contemplación del mis- dades sociales, sobre la ecología, sobre el reparto justo de los recursos, sobre
terio de Dios, con la conciencia clara de la provisionalidad de toda elabora- la paz, sobre las minorías
ción teológica. La crisis de una ética civil, compartida y consensuada socialmente, es una
Esto haría a la teología católica más ecuménica y dialógica, y además más de las consecuencias más evidentes y desconcertantes del agnosticismo "utó-
sensible a las preocupaciones y problemas de las minorías sociales, sobre todo, pico" de la posmodernidad. Y pienso que es en el problema ético donde se
a la situación angustiosa de esa inmensa "minoría" que representa el Tercer decidirán las líneas claves de la evolución futura de la cultura occidental. La
Mundo, extenuado y empobrecido en gran parte por la política económica de teología cristiana no puede faltar a la cita:
las sociedades modernas - posmodernas del capitalismo y del comunismo.
En este contexto la sensibilidad posmoderna aparece en toda su incohe- "Ante esta pérdida de confianza de la razón, y ante la amenaza de los auto-
ritarismos, fascismos, misticismos y pietismo como natural reacción ante
rencia: a su conciencia del pluralismo y de la diferencia no responde con el el vacío moral de las democracias, la pérdida de trabajo y la crueldad de la
necesario compromiso para transformar las estructuras injustas a todos los sociedad, la fe tiene que ser hoy defensora de la inteligencia, que es mucho
niveles. Su desencanto frente al proyecto fallido de la ilustración parece fun- más que la razón racionalista, y abogada de aquella libertad, que con rea-
cionar como una excusa inconsciente para encerrarse en el individualismo, lismo arraiga a la vez en la finitud de sus posibilidades y en la infinitud de
en el hedonismo, en el narcisismo. El agnosticismo posmoderno se encuen- su destino."'"
tra en este caso muy lejos del humanismo del agnosticismo clásico.

5. Salvar la vida cotidiana


4. La cuestión ética
La vida cotidiana se ha convertido en el refugio de toda esperanza posmo-
La posmodernidad, a su modo, ha hecho del problema de la ética una cues- denla, donde aún es posible seguir creyendo en un "sentido", fragmentario y
tión candente en la discusión social e intelectual del momento. Pero el recha- precario, en medio de la marea de un agnosticismo globalizante y radical.
zo de todo fundamento ontológico, la pluralidad inabarcable de lógicas y de dis- En realidad todos, creyentes y no creyentes, vivimos bajo la amenaza de
cursos... conducen a la proliferación de "microéticas", que no pueden sostener perder lo "cotidiano" por la intromisión desmesurada de los poderes anóni-
consensos sociales globales. Creemos que en este punto la crítica de la Escuela mos de la política, de la economía, de la tecnología moderna. La "salvación"
de Frankfurt contra el pensamiento posmoderno está totalmente justificada: sin
la fuerza creadora de la razón comunicativa, que supere el "localismo" pos- en En torno a la posmodemidad,
moderno, no es posible la superación de una sociedad injusta y deshumanizante. 266 Cf. J.M. MARDONES, El neo-conservadurismo de los posmodernos,
Barcelona 1990, 22. 25.
En el fondo se debate la posibilidad de si poseemos algún tipo de capaci- 267 o. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, 0.C.,
250.

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de la vida cotidiana ha de ser promovida también por la teología: de hecho es Esto produce una actitud de incredulidad ante las "grandes palabras", que
en ella donde se juega el destino del hombre, donde es posible "calmar la sed la hacen sorprendentemente compatible con una verborrea fácil y contradic-
del sediento y el hambre del hambriento, visitar y consolar al que sufre ..." y toria. Da la impresión de que han perdido el sentido de la totalidad, propio
descubrir el rostro de Jesús en el rostro desfigurado y doliente de los pobres de su edad, y viven el presente de forma inmediatista, sin relación con el pasa-
(cf. Mt 25, 31-46). Por eso la llamada de la posmodernidad a vivir la vida coti- do y el futuro.
diana debe ser asumida por la teología, consciente además de que el indivi- A esto se añade el influjo del relativismo posmoderno y de la multiplica-
dualismo, el narcisismo, el hedonismo pueden hacer de lo "cotidiano" una ción de los sistemas de valores y de los criterios de legitimación en nuestras
auténtica trampa. La teología debe colaborar activamente en el logro de un con- sociedades occidentales que crean en estos jóvenes una actitud de provisio-
senso ético, que vaya más allá del "localismo" posmoderno y que abra la vida nalidad existencial, que valora poco los compromisos definitivos. Con fre-
cotidiana a la realidad y a la tarea de un mundo ya planetario: hacer de lo "pri- cuencia se sienten incapaces de asumirlos para siempre. Parafraseando a Gilles
vado" el nuevo santuario del hombre occidental es abandonar a las fuerzas cie- Lipovetsky, se podría decir, matizando adecuadamente, que "este joven cre-
gas de la economía y del mercado el futuro de millones de seres humanos. El yente de la posmodernidad" no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y
pensamiento posmoderno no puede ser insensible a esta posibilidad268. sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas271 . Esto lo hace extre-
Jesús de Nazaret, el Señor, es la mediación definitiva del misterio de Dios madamente vulnerable desde el punto de vista intelectual y afectivo.
para el hombre. Pero la teología debe descubrir de nuevo, ante la provoca- La valoración del "microgrupo" se da la mano con un individualismo de
ción de la posmodernidad, que la vida, en su cotidianidad, es nuestra peque- tipo psicologista, en el que son los sentimientos o preferencias personales los
ña mediación que nos sumerge en la mediación fundamental de Cristo. La vida que orientan con frecuencia su acción
. y sus decisiones morales. Se perciben
cotidiana es un acontecimiento único: una trama, tejida de experiencias, en síntomas de un agudo narcisismo espiritualista. Se palpa una actitud antiin-
las que manifestamos qué somos y qué queremos. Y es ahí donde Dios se hace telectualista que corre el riesgo de que la alergia que sienten hacia la refle-
presente al hombre, y es en esa vida cotidiana donde vivimos en el Espíritu xión sobre la fe, los convierta en cristianos poco críticos y proclives al sin-
la salvación, caminando con fatiga hacia su plenitud, pero marcados ya por cretismo religioso. De hecho el contenido de su fe está confeccionado "a la
su radical novedad269. carta", con una selección ecléctica, que no se espanta de las incoherencias doc-
trinales.
El subjetivismo va acompañado de un apacible hedonismo, que no sopor-
6. La vivencia religiosa de los jóvenes posmodernos ta las exigencias "que vienen de fuera" y que ve poco sentido en el esfuerzo
ascético. La fe de estos jóvenes parece ser poco consistente. No son las razo-
Un porcentaje notable de los jóvenes creyentes están influídos por la sen- nes lo que sostiene su opción, sino las emociones despertadas por un testi-
sibilidad posmoderna y sometidos al fenómeno de la fragmentación cultural monio de vida directo. Así su religiosidad adquiere un matiz muy afectivo y
y existencial: ante la avalancha de informaciones y opiniones de los medios emocional. Subrayan con énfasis los aspectos vivenciales e, incluso, sensi-
de comunicación, sumergidos en el pluralismo ambiental ideológico y social, bles de la oración personal y comunitaria. El simbolismo desemboca de ordi-
en medio de una cultura "desmigajada"270, presentan en gran parte una con- nario en un ritualismo esteticista. Conceden poco sentido a las mediaciones
siderable desestructuración interior, que se une a una sutil, pero pertinaz des- que exigen esfuerzo y capacidad de aguante. Sorprende la incoherencia entre
confianza en la razón. su viva sensibilidad para los problemas humanos y su afán de consumismo y
de comodidad.
Pero, por otro lado, debemos reconocer en ellos otros aspectos, conse-
268 C. Díaz opina que la falta de sensibilidad ante la injusticia de gran parte de la joven filosofía españo-
la (que ha calificado de posmoderna) se debe a su falta de planteamiento del problema del mal (Cf. La últi- cuencia en parte del talante posmoderno, que, bien orientados, pueden ser alta-
ma filosofía española, 105). J.L. Cebrián en El tamaño del elefante, 38, nos ofrece un matiz interesante sobre mentepositivos, como la flexibilidad y la capacidad de adaptación, la tole-
el mismo tema: "La actitud de denuncia de estos problemas honra a muchos de esos intelectuales posmo- ranciay la facilidad para la comunicación, su actitud abierta ante el pluralis-
demos. Es la confusión en la respuesta lo que los desacredita."
269 Cf. R. TONELLI, Una espiritualidad para la vida diaria. Propuestas para un proyecto, Editorial CCS,
mo, su espontaneidad, su sentido lúdico y su humor.
Madrid 1987, 52-54. Sobre las experiencias de la vida cotidiana que nos posibilitan vivir auténticamente como
seres humanos y que nos pueden ayudar, para entablar un diálogo con los que "creen que no creen", cf. la
reflexión de B. CASPER, Alltagserfahrung und Glaubenserfahrung, en "Diakonia" 15 (1984) 292-303.
270 Cf. A. FINKIELKRAUT, La derrota del pensamiento, Barcelona 1988, 104. 271 Cf. G. LIPOVETSKY, 0.C., 41.44.

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Su sensibilidad espiritual puede ayudarnos a subrayar el papel de la expe-
riencia mística en la práctica de la fe y de la vida concreta, pero ayudándoles
a evitar con decisión el callejón sin salida de un irracionalismo escapista, y
haciéndoles descubrir que, sin el esfuerzo ascético, la dimensión mística de
la fe cristiana no adquiere profundidad ni relevancia vital.

7. La recuperación del gozo, del humor, del deseo

A la teología cristiana no son extrañas las realidades de lo lúdico e ima-


ginativo, de la alegría y del gozo, del deseo. Pero hay que reconocer que en
ciertas tradiciones de espiritualidad cristiana permanecen aún resabios pla-
tónicos y maniqueos, que alimentan la sospecha e incluso el rechazo de los
aspectos fruitivos de la existencia. Posiblemente el encuentro con la sensibi-
lidad posmoderna ofrezca una oportunidad para recuperar con fuerza la dimen-
sión festiva y gozosa del evangelio y de figuras cristianas como Francisco de
Asís o Teresa de Avila, subrayando la importancia decisiva de la experiencia
estética y mística, como acceso al misterio insondable de Dios. Pero la teo-
logía, en nombre de la complejidad y riqueza del ser humano, no puede admi-
tir proyectos de felicidad que se basen en el consumismo, en el hedonismo,
en el individualismo narcisista272, como tampoco puede olvidar la realidad
insoslayable de la CRUZ, como símbolo del dolor humano y como oferta defi-
nitiva de salvación.
Pero la cruz de Jesús es el testimonio del amor a la vida, llevado hasta las
últimas consecuencias. Por eso nos la hace redescubrir y reconquistar en la
verdad: el sí a la vida cotidiana se ha de celebrar como un don y se ha de asu-
mir responsablemente como un compromiso. El amor a la vida no es el jue-
go egoísta de quien se encierra en el refugio placentero de su privacidad. La
vida se posee en la medida en que se corre el riesgo de entregarla. La cruz no
oscurece nuestra alegría de vivir, pero coloca el gozo, el humor, el deseo, la
fiesta en su justo sitio273.

272 En la misma línea crítica contra el individualismo egoísta del pensamiento posmoderno, cf. J.L. CEBRIÁN,
El tamaño del elefante, 36-37; A. FINKIELKRAUT, 0.C., 127.
273 Cf. R. TONELLI, 0.C., 93-100.

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