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no invalida las ideas en sí mismas, sino siguió discutiendo con la teoría política
que ofrece la posibilidad de “extraer de del filósofo inglés y sus tesis se mantie-
la propia cultura dominante motivos nen vigentes pese a llevar más de un ter-
para una revuelta” (p. 308). Si bien el cio de milenio desde el nacimiento de su
liberalismo no ha sido y no es un movi- célebre texto. De hecho, el siglo xx hizo
miento emancipador, sus ideales deben gala de la vigencia de su pensamiento
ser tenidos en cuenta para avanzar hacia con abundante bibliografía, contando
una sociedad más libre y más justa. dentro de ella con los trabajos de Leo
Strauss (La filosofía política de Hobbes,
Pablo Scotto Benito 1934) y C.B. Macpherson (La teoría
política del individualismo posesivo,
Thomas Hobbes, Apéndice al Le- 1962) por citar los de mayor revuelo6
viatán (1668), edición y traducción de y ahora en el siglo xxi con la relectura
Miguel Saralegui, Madrid, Biblioteca de los textos políticos de Carl Schmitt,
Nueva, 2014, 181 pp. un “ilustre y consumado hobbeseano”7
en palabras de Miguel Saralegui. Por
Que la maldigan los que maldicen lo visto no estaba equivocado Schmitt
el día, los que se disponen a des- cuando en el prólogo a su interpretación
pertar a Leviatán. del Leviathan (1938) afirmó que este
nombre “proyecta una larga sombra;
Job, 3:8 [que] cayó sobre la obra de Tomás Hob-
bes y caerá también sobre este librito”8,
Me atrevería a señalar – a riesgo de y agrego ahora, también sobre aquellos
herir susceptibilidades – que la historia otros que sigan nadando y explorando la
intelectual de occidente se ha escrito filosofía junto al monstruo predilecto de
desde dos textos fundamentales: La Bi- Job.
blia y el Leviathan de Thomas Hobbes. Por razones como las anteriores se
Incluso G.W.F. Hegel aportó a la fama siguen escribiendo libros como el que
del segundo libro al decir que “El Levia- aquí comentamos y los lectores de fi-
than era una obra de mala reputación”4 losofía nos seguimos remitiendo sa-
y el propio Immanuel Kant le dedicó en gradamente a los presagios del otrora
Teoría y Práctica su ya conocido y po- profesor de Carlos II y, sin duda, nos
lémico Contra Hobbes (o De la relación remitiremos también a este nuevo texto
entre teoría y práctica en el derecho que corresponde al último eslabón del
político)5. No por nada la modernidad
6
Véase R. Tuck, Hobbes. A very short
introduction, Oxford, Oxford University Press,
4
C. Schmitt, El Leviathan en la teoría del 2002, pp. 113-114.
Estado de Tomás Hobbes, Granada, Comares, 7
T. Hobbes, Apéndice al Leviatán (1668),
2004, p. 1. edición y traducción de Miguel Saralegui,
5
Véase I. Kant, Teoría y práctica, Madrid, Madrid, Biblioteca Nueva, 2014, p. 81.
Tecnos, 1986, pp. 39-50. 8
C. Schmit, op. cit. Prólogo del Autor.

ISSN: 1576-4184 281 Res Publica. Revista de Historia de las Ideas Políticas
http://dx.doi.org/10.5209/rev_RPUB.2016.v19.n1.52226 Vol. 19. Núm. 1 (2016): 253-306
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Leviathan de Hobbes, por primera vez Ya de lleno en el cuerpo del libro, la


editado y traducido del latín al español edición que nos entrega Saralegui cons-
gracias a Miguel Saralegui. ta de tres partes: una Introducción; una
Un primer acercamiento a la historia Cronología; y el Apéndice.
del Apéndice nos obliga a identificar la La Introducción resulta sumamente
publicación del Leviathan en dos mo- reveladora para la comprensión de las
mentos, la primera en su versión inglesa tesis que aborda el Apéndice, en otras
de 1651 y la segunda en la versión lati- palabras, su lectura es teóricamente
na de 1668. El Leviathan inglés no tuvo impostergable para no caer en severos
mayor éxito por publicarse en una lengua errores argumentativos que pueden atur-
poco académica, desconocida e incluso dir al lector en una primera revisión del
vulgar para ese entonces, mientras que texto, esto por las diferencias que per-
el latino gozó de múltiples re-ediciones sisten entre el propio Apéndice y el Le-
por ser escrito en la lengua que unía al viathan. La Introducción soporta más de
mundo intelectual europeo, beneficio que la mitad del libro y se hace cargo de los
también gozó De Cive en 1942 y que le problemas teológicos fundamentales, a
otorgó a Hobbes su tan preciada fama. A saber, la mortalidad del alma y la teoría
diferencia de la primera edición, la lati- del castigo. Esta parte lleva el encabe-
na sumó a su cuerpo el Apéndice9 y con zado La teología política del Apéndice
él una nueva lectura de las tesis que se al Leviatán, revelando de inmediato
sostienen a lo largo del Leviathan, de ma- la intención de Saralegui – claramente
nera particular sobre aquellas referidas a schmittiana – de leer el Apéndice desde
la interpretación teológica de su teoría la teología como causa inmediata de la
política. Sobre esto, Saralegui – a partir teoría política de Hobbes y, consecuen-
de Martinich – señala que el Apéndice cialmente, de la teoría política moder-
debe leerse como una apología10 frente a na11, con el propósito de ahondar en la
las acusaciones religiosas y políticas que lectura teológica más que en sus lecturas
afectaron a Hobbes luego de la publica- tradicionales.
ción del texto, principalmente las que lo Como es propio de los prólogos y
caratulaban de ateo y hereje. De acuerdo notas introductorias, Saralegui, inicia su
a esto último podríamos llegar a entender trabajo con un repaso a los principales
el Apéndice como un apartado aclarato- datos biográficos del filósofo, con espe-
rio e incluso inconexo con el resto de la cial cuidado en su oficio de tutor y su
obra, en razón de las nuevas proposicio- formación como humanista, concentran-
nes que allí entrega. do su atención en la década del sesenta
luego de su exilio en París, para poste-
9
T. Hobbes, Apéndice al Leviatán (1668), op. riormente referirse en la segunda parte
cit., p. 39.
10
A. Martinich, Hobbes: A biography,
Cambridge, Cambridge University Press, 1999, 11
Véase C. Schmitt, Teología Política. Cuatro
p. 320, en T. Hobbes, Apéndice al Leviatán ensayos sobre la soberanía, Argentina, Editorial
(1668), op. cit., p. 40. Struhart & Cía, 1985, p. 57.

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al estudio de los problemas teológicos primera contempla referencias como las


arriba mencionados que desarrollará literarias que únicamente se encargan
Hobbes en los capítulos del Apéndice. de respaldar la idea de la proliferación
La Cronología, como segunda gran humanista de la época del filósofo y del
parte del libro, sirve de guía histórica al fuerte desarrollo de las ideas en el siglo
problema político y teológico del siglo xvii, lo cual en ningún momento se tuvo
xvii. En ella, Saralegui realiza un parale- en duda. Por lo demás, la permanen-
lo entre la biografía de Hobbes y dos ti- te mención a las influencias científicas
pos de acontecimientos, por un lado los ya fue revelada en la Introducción y en
de carácter cultural, filosóficos y cien- cualquier otro texto indagatorio del filó-
tíficos y, por el otro, los históricos. Lo sofo inglés, por lo que esta cronología
llamativo de este acápite es la confron- no hace sino repasar lo ya dicho, aunque
tación que a simple vista se manifiesta de profunda utilidad para quienes recién
entre la vida del filósofo inglés y otros se inician en las lecturas de Hobbes o
pensadores que al publicar antes o sen- para los que negligentemente han ob-
cillamente por el hecho de ser contem- viado la influencia de la historia en sus
poráneos resonaron en la formación de escritos y en sus tesis.
Hobbes, tales como Galileo, Descartes, La tercera parte corresponde al
Harvey y Spinoza, por citar los que con- Apéndice de la edición latina del Le-
sidero de mayor valor dentro de su teo- viathan de 1668, resultando éste el gran
ría, al mismo tiempo que Manuel Sán- aporte que realiza Miguel Saralegui a la
chez Sarto en su prefacio al Leviathan teoría política hobbesiana a través de la
acusa que “Hobbes viene a impostarse primera traducción del latín al español
el criterio matemático, naturalista y crí- que conocemos de este enigmático tex-
tico de Euclides y Galileo, de Kepler y to. El Apéndice puede dividirse a su vez
Montaigne”12, todos menos Eucluides en tres capítulos: El símbolo Niceno;
– por cuestiones históricas – también Acerca de la herejía; y De algunas obje-
incorporados al paralelo de Saralegui. ciones contra el Leviatán. El primero de
La columna continua hace mención a ellos concentra su importancia en la idea
los acontecimientos políticos y religio- de la inmortalidad del alma o, más clara-
sos que obligaron a Hobbes a modelar mente, en su negación. Sobre estas cues-
su pensamiento y que son a perogrullo tiones también escribe en De Cive y en
esenciales en su línea propositiva. De su respuesta al teólogo John Bramhall en
ambas columnas, esta última es mucho 1682 (Respuesta a un libro que publicó
más generosa en la inteligencia con la el Dr. Bramhall, difunto obispo de De-
que aporta datos fundamentales, pues la rry, llamado La captura del Leviathan)
al acusarlo éste en su texto de 1658 (La
captura del Leviathan o la gran balle-
12
T. Hobbes, Leviatán o la materia, forma na) de “excluir la naturaleza de las cosas
y poder de una república eclesiástica y civil,
México, Fondo de Cultura Económica, 2014, p.
el alma de los hombres, los ángeles, los
XI. demonios y todas las ‘sustancias incor-

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póreas’, por considerarlas ‘ficciones’, presenta en el Leviathan, homologando


‘fantasmas’ y ‘contradicciones’ infun- ahora su estructura desde la religión, en
dadas”13, lo cual prima facie puede de- lo particular, a casos religiosos. Según
rivarse de su fuerte materialismo como Saralegui lo destacable de esta nueva
sustento de la realidad práctica y motor lectura es la suavidad que Hobbes le
de su filosofía política. En concreto, Ho- entrega a su teoría penal, enajenando el
bbes resta importancia al tema de la in- castigo cuando se trata de asuntos reli-
mortalidad del alma que posteriormente giosos, el más ruidoso es el caso de la
consideraría Kant como postulado de la herejía15. Por su lado, el editor, consi-
razón práctica y anterior a él, Aristóte- dera que esta parte del Apéndice debe
les, como inseparable del cuerpo, no pu- examinarse desde las condiciones de
diendo entenderse una ajena a la otra, de la ley y las fuentes del castigo, y desde
igual modo le seguirán Averroes y Santo allí Hobbes desarrollará en el Apéndice
Tomás, no así Platón que ya antes enten- las condiciones para que de una ley se
día al sujeto desde la construcción acci- pueda derivar un castigo por medio de
dental de un cuerpo y un alma, siendo el ciertos antecedentes16. En la primera
primero corruptible y la segunda inmor- parte del capítulo, Hobbes vinculará el
tal. De allí proviene parte del carácter concepto de herejía – doctrina de una
deshelenizador que Saralegui le acuña secta cualquiera17 – con la relación en-
a Hobbes14, señalando además que este tre los hombres que siguen a un único
asunto de la inmortalidad es excepcio- maestro intelectual, entendiéndose entre
nal en él por dos motivos, en primer lu- estos a Aristóteles y Epicuro por citar
gar por la poca relevancia que le otorga algunos, sin embargo, en estos casos la
dentro de su obra si lo comparamos con herejía no era considerada un insulto,
filósofos como los recién mencionados
y, en segundo lugar, por el espacio que 15
Ibidem, p. 54.
ocupa en su pensamiento, ya que la tra- 16
En su Introducción, Miguel Saralegui, aclara
dición aristotélico-tomista centraba a que para derivarse correctamente la pena del
la inmortalidad dentro de la psicología castigo se debe tener en consideración cinco
condiciones irrestrictas “en primer lugar, las
racional, mientras que en Hobbes ocupa leyes deben definir tanto qué acción constituye
un lugar dentro de la teología. un crimen como los castigos que la transgresión
El segundo capítulo – Acerca de la acarrea. En segundo lugar, y derivado de
herejía – se encarga de profundizar en la este primer punto, el incumplimiento de las
teoría del castigo, lo novedoso es su dis- consecuencias de las leyes solo se castiga si estas
están perfectamente redactadas. En tercer lugar,
continuidad con la teoría de la pena que se rechaza de modo completo que la transgresión
de la ley natural pueda implicar el sufrimiento
de un castigo en el plano civil. Por último, en
13
T. Hobbes; J. Bramhall, Sobre la soberanía, cuarto y quinto lugar – puntos cuya presentación
prólogo de Franck Lessay, Argentina, Editorial es idéntica a la del Leviatán –, las leyes no tienen
Hydra, 2013, p. 55. por objetivo castigar intenciones ni pulsiones
14
T. Hobbes, Apéndice al Leviatán (1668), op. internas contrarias a la ley”. Ibidem, p. 55.
cit., p. 74. 17
Ibidem, p. 145.

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sino hasta más tarde cuando el concepto Leviathan, con la diferencia de que el
se incorporó a la competencia de la Igle- Apéndice más que un capítulo formal
sia convirtiéndose ahora en el insulto sirve como anexo de exculpación. Con
más grave de todos, llegando incluso a esto pretendo afirmar que no se puede
la institución de doctrinas consideradas circunscribir el aporte de Miguel Sarale-
herejes. Tales doctrinas se encuentran gui únicamente a la generosa traducción
reunidas en el símbolo niceno por medio que aquí se entrega, sino también en la
de los concilios de Constantinopla, Éfe- línea histórica y teológica que nos com-
so y Calcedonia, siendo causa primera parte en su Introducción, la cual en va-
del conflicto los postulados de Arrio que rios casos resulta sumamente reveladora
aseveró que “el hijo de Dios era […] y aclaratoria a propósito de argumentos
consustancial al Padre”18. Por otro lado, e ideas que el mismo Hobbes no expli-
en la segunda parte de este capítulo revi- cita del todo en el Apéndice.
sará el concepto de ateo como segundo En conclusión, este libro resulta ser
pecado importante – después de la here- – probablemente a propósito – un argu-
jía – dentro de su teoría de la pena. mento de apoyo a la tesis schmittiana
El tercer capítulo titulado De algu- de la secularización de los conceptos
nas objeciones contra el Leviatán es el políticos modernos y una invitación a
más breve de los tres que dan cuerpo al seguir discutiendo la filosofía política y
Apéndice y curiosamente es el más ex- la modernidad desde quien – con el res-
plícito en su molestia a la edición ingle- peto que merece Descartes – considero
sa de 1651, ya que va puntualizando su es su padre, quizás no quien la engendró
distancia desde la argumentación de las por allá en los últimos recovecos de la
Sagradas Escrituras. Hobbes parte deta- edad antigua, pero sí el que la guió y al
llando las partes de su Leviathan inglés que volvemos sabiamente cada cierto
y acto seguido va citando el capítulo que tiempo en busca de consejo.
le produce incomodidad con su corres-
pondiente contra argumentación y refu- Juan Eduardo Erices Reyes
tación desde pasajes bíblicos, volviendo
una vez más a temas como la mortalidad Thomas Piketty, El capital en el si-
y el cuerpo. glo xxi, Madrid, Fondo de Cultura Eco-
En fin, el valor del texto en comento nómica, 2015.
no puede considerarse a la exclusividad
del Apéndice, verlo así sería ignorar el Thomas Piketty nació en Clichy,
compromiso teológico que mantiene Francia, en 1971. Este profesor, consi-
Hobbes en sus demás obras donde es derado uno de los pioneros en el estudio
costumbre dejar el tema de la religión de la evolución histórica del segmento
en sus últimos capítulos, sin ir más le- de la población con mayores ingresos,
jos en De Cive, De Homine y el propio fue el primer director de la École d’Éco-
nomie de Paris, donde actualmente ejer-
18
Ibidem, p. 150. ce como profesor. Ha recibido numero-

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