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Lsantoso, 281-285
Lsantoso, 281-285
no invalida las ideas en sí mismas, sino siguió discutiendo con la teoría política
que ofrece la posibilidad de “extraer de del filósofo inglés y sus tesis se mantie-
la propia cultura dominante motivos nen vigentes pese a llevar más de un ter-
para una revuelta” (p. 308). Si bien el cio de milenio desde el nacimiento de su
liberalismo no ha sido y no es un movi- célebre texto. De hecho, el siglo xx hizo
miento emancipador, sus ideales deben gala de la vigencia de su pensamiento
ser tenidos en cuenta para avanzar hacia con abundante bibliografía, contando
una sociedad más libre y más justa. dentro de ella con los trabajos de Leo
Strauss (La filosofía política de Hobbes,
Pablo Scotto Benito 1934) y C.B. Macpherson (La teoría
política del individualismo posesivo,
Thomas Hobbes, Apéndice al Le- 1962) por citar los de mayor revuelo6
viatán (1668), edición y traducción de y ahora en el siglo xxi con la relectura
Miguel Saralegui, Madrid, Biblioteca de los textos políticos de Carl Schmitt,
Nueva, 2014, 181 pp. un “ilustre y consumado hobbeseano”7
en palabras de Miguel Saralegui. Por
Que la maldigan los que maldicen lo visto no estaba equivocado Schmitt
el día, los que se disponen a des- cuando en el prólogo a su interpretación
pertar a Leviatán. del Leviathan (1938) afirmó que este
nombre “proyecta una larga sombra;
Job, 3:8 [que] cayó sobre la obra de Tomás Hob-
bes y caerá también sobre este librito”8,
Me atrevería a señalar – a riesgo de y agrego ahora, también sobre aquellos
herir susceptibilidades – que la historia otros que sigan nadando y explorando la
intelectual de occidente se ha escrito filosofía junto al monstruo predilecto de
desde dos textos fundamentales: La Bi- Job.
blia y el Leviathan de Thomas Hobbes. Por razones como las anteriores se
Incluso G.W.F. Hegel aportó a la fama siguen escribiendo libros como el que
del segundo libro al decir que “El Levia- aquí comentamos y los lectores de fi-
than era una obra de mala reputación”4 losofía nos seguimos remitiendo sa-
y el propio Immanuel Kant le dedicó en gradamente a los presagios del otrora
Teoría y Práctica su ya conocido y po- profesor de Carlos II y, sin duda, nos
lémico Contra Hobbes (o De la relación remitiremos también a este nuevo texto
entre teoría y práctica en el derecho que corresponde al último eslabón del
político)5. No por nada la modernidad
6
Véase R. Tuck, Hobbes. A very short
introduction, Oxford, Oxford University Press,
4
C. Schmitt, El Leviathan en la teoría del 2002, pp. 113-114.
Estado de Tomás Hobbes, Granada, Comares, 7
T. Hobbes, Apéndice al Leviatán (1668),
2004, p. 1. edición y traducción de Miguel Saralegui,
5
Véase I. Kant, Teoría y práctica, Madrid, Madrid, Biblioteca Nueva, 2014, p. 81.
Tecnos, 1986, pp. 39-50. 8
C. Schmit, op. cit. Prólogo del Autor.
ISSN: 1576-4184 281 Res Publica. Revista de Historia de las Ideas Políticas
http://dx.doi.org/10.5209/rev_RPUB.2016.v19.n1.52226 Vol. 19. Núm. 1 (2016): 253-306
Recensiones
sino hasta más tarde cuando el concepto Leviathan, con la diferencia de que el
se incorporó a la competencia de la Igle- Apéndice más que un capítulo formal
sia convirtiéndose ahora en el insulto sirve como anexo de exculpación. Con
más grave de todos, llegando incluso a esto pretendo afirmar que no se puede
la institución de doctrinas consideradas circunscribir el aporte de Miguel Sarale-
herejes. Tales doctrinas se encuentran gui únicamente a la generosa traducción
reunidas en el símbolo niceno por medio que aquí se entrega, sino también en la
de los concilios de Constantinopla, Éfe- línea histórica y teológica que nos com-
so y Calcedonia, siendo causa primera parte en su Introducción, la cual en va-
del conflicto los postulados de Arrio que rios casos resulta sumamente reveladora
aseveró que “el hijo de Dios era […] y aclaratoria a propósito de argumentos
consustancial al Padre”18. Por otro lado, e ideas que el mismo Hobbes no expli-
en la segunda parte de este capítulo revi- cita del todo en el Apéndice.
sará el concepto de ateo como segundo En conclusión, este libro resulta ser
pecado importante – después de la here- – probablemente a propósito – un argu-
jía – dentro de su teoría de la pena. mento de apoyo a la tesis schmittiana
El tercer capítulo titulado De algu- de la secularización de los conceptos
nas objeciones contra el Leviatán es el políticos modernos y una invitación a
más breve de los tres que dan cuerpo al seguir discutiendo la filosofía política y
Apéndice y curiosamente es el más ex- la modernidad desde quien – con el res-
plícito en su molestia a la edición ingle- peto que merece Descartes – considero
sa de 1651, ya que va puntualizando su es su padre, quizás no quien la engendró
distancia desde la argumentación de las por allá en los últimos recovecos de la
Sagradas Escrituras. Hobbes parte deta- edad antigua, pero sí el que la guió y al
llando las partes de su Leviathan inglés que volvemos sabiamente cada cierto
y acto seguido va citando el capítulo que tiempo en busca de consejo.
le produce incomodidad con su corres-
pondiente contra argumentación y refu- Juan Eduardo Erices Reyes
tación desde pasajes bíblicos, volviendo
una vez más a temas como la mortalidad Thomas Piketty, El capital en el si-
y el cuerpo. glo xxi, Madrid, Fondo de Cultura Eco-
En fin, el valor del texto en comento nómica, 2015.
no puede considerarse a la exclusividad
del Apéndice, verlo así sería ignorar el Thomas Piketty nació en Clichy,
compromiso teológico que mantiene Francia, en 1971. Este profesor, consi-
Hobbes en sus demás obras donde es derado uno de los pioneros en el estudio
costumbre dejar el tema de la religión de la evolución histórica del segmento
en sus últimos capítulos, sin ir más le- de la población con mayores ingresos,
jos en De Cive, De Homine y el propio fue el primer director de la École d’Éco-
nomie de Paris, donde actualmente ejer-
18
Ibidem, p. 150. ce como profesor. Ha recibido numero-
ISSN: 1576-4184 285 Res Publica. Revista de Historia de las Ideas Políticas
http://dx.doi.org/10.5209/rev_RPUB.2016.v19.n1.52222 Vol. 19. Núm. 1 (2016): 253-306