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Escuela: ………………………………………………Curso: ……Fecha:………………

Alumno/a:………………………………………………Prof. Juan Armando Acuña.


28 de Septiembre: Dia del maestro rural
El 28 de Septiembre se conmemora el Día Provincial del Educador Rural en homenaje al maestro,
científico y escritor argentino Jorge Washington Ábalos, quien en En 1933, en Santiago del Estero, se
recibió de maestro, siendo destinado a las escuelas rurales, donde interactuó con las comunidades
quichuas allí radicadas
Actividades:
1) Leer y copiar la Biografía de Jorge W. Abalos.
Biografía de Jorge W. Ábalos
De familia bandeña, nació circunstancialmente en la ciudad deLa Platael 20 de Septiembre de 1915. En
1933 se graduó de maestro normal en Santiago del Estero y al año siguiente fue designado para
desempeñarse en escuelas rurales del interior cercanas al Río Salado, región quichuista santiagueña.
Entre ellas la de Puente Negro que, según Mariano Medina, “marcó su vida para siempre, y fue
ambiente de sus más importantes relatos”. A raíz de que el joven maestro sufrió la picadura de un
escorpión y también por otras inquietudes comenzó a colaborar con el destacado médico sanitarista Dr.
Salvador Mazza. Poco tiempo después lo hace también con Bernardo Houssay, enviándole gran cantidad
de Latrodectus vivas, para la elaboración de suero antilatrodectus. Esta tarea tuvo repercusiones en la
prensa, por lo que el gobierno de la provincia de Santiago del Estero le ofreció una beca para desarrollar
estudios sobre Triatominae en el Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, cumplido lo cual se dedicó a
la investigación y a la docencia universitaria enla Universidad de Tucumán. En esa ciudad se casó con
Leoni Albaca, con quién tuvo tres hijos: Jorge, Iván y Gabriel. De regreso a Santiago fundó el Instituto
de Animales Venenosos que hoy lleva su nombre; y finalmente se radicó en la ciudad de Córdoba,
donde se desempeñó como docente dela Facultadde Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y fundó el
Serpentario de Córdoba. Realizó numerosos cursos de capacitación en distintas parte del mundo y en el
año 1968 ganó la beca Guggenheim para permanecer un año en la Universidad de Harvard. Su obra
literaria más conocida, “Shunko” (1949), fue traducida a varios idiomas, llevada al cine por Lautaro
Murúa (1959) y premiada porla UNESCO, como patrimonio de la cultura universal. Escribió también
“Cuentos con o sin víboras”(1942), “Animales, leyendas y coplas” (1953); “Lapachos” (1958); “Norte
pencoso” (1964); “Terciopelo, la cazadora negra” (1971); “Coplero Popular” (1973), “Shalakos” (1975);
“Don Agamenón y Don Velmiro, diálogos zoo- folklóricos” (1973) y además muchísimos trabajos
científicos y de divulgación. Al fallecer en 1979, en la ciudad de Córdoba, dejó inconcluso el libro
“Coshmi” que junto a “Shunko” y “Shalacos” conforman una trilogía que comparte la cosmovisión de
los santiagueños quichuas hablantes y su entorno.

2)- Leer el reportaje

Reportaje a Benicio Palavecino (Shunko)


Su niñez en el monte santiagueño se reflejó en un libro famoso y fue llevada al cine

Shunko evoca a su maestro

Tiene 70 años, cuida caballos y recuerda con cariño a Jorge W. Abalos, que lo inmortalizó
Domingo 23 de enero de 2000 | Publicado en edición impresa

Benicio Palavecino, que inspiró “Shunko”, lleva medio siglo en el hipódromo de San Isidro. / S.
Colombo

En 1949, “Shunko” fue la visión nostálgica de un maestro rural sobre la vida de sus pequeños alumnos
quichuas en el monte santiagueño. En esa novela, Jorge W. Abalos se centraba en “el más chiquito” (eso
quiere decir el vocablo “shunko”) de sus discípulos. El libro, extraído de lo más hondo de su
experiencia, alcanzó mucha difusión, fue de lectura obligatoria en muchas escuelas y se tradujo al
portugués y al ruso.

En 1960, Lautaro Murúa, el destacado actor chileno afincado aquí, llevó la historia al cine en su primer
trabajo como director. La crítica elogió su sostenido aliento poético. El guión fue obra del escritor
paraguayo Augusto Roa Bastos. Y Murúa fue el único profesional entre los actores; recurrió a gente del
lugar y a niños del propio Santiago del Estero para transmitir el espíritu entrañable de esa tierra.

De Santiago a San Isidro


¿Qué fue de la vida de Shunko? Benicio Palavecino (tal es su nombre) acaba de cumplir setenta años.
Cuida caballos en un stud en el hipódromo de San Isidro. Tiene ese trabajo desde 1953. Empezó en
Palermo con el cuidador Joaquín Rota y pocos días después se trasladó a la vera de las pistas
sanisidrenses.

Allí conversó, con su estilo parco y pausado, con La Nación. Recordócálidamente a su antiguo maestro,
quien años después fue un destacado científico que en 1957 hizo crear el Instituto de Animales
Venenosos, en Santiago del Estero. Jorge W. Abalos fue nombrado doctor honoris causa porla
Universidad Nacionalde Tucumán cuando sólo tenía 35 años, fue vicedecano de Ingeniería Forestal dela
Universidad Nacionalde Córdoba y profesor asociado de Harvard.

Pero nada de eso podía imaginar Shunko, aunque veía que “a él le gustaban mucho las víboras, sacaba la
ponzoña y entraba a sacar sangre de los perros, y mandaba todo a Brasil”.

“Era buenísimo -continúa-. Los chicos lo queríamos mucho. El fue un maestro que andaba ambulando,
buscando a la gente pobre. Para enseñarnos a hablar en castellano tuvo que aprender el idioma nuestro,
el quichua.”

-¿Usted sólo hablaba el quichua cuando era chico?


-No conocíamos gente, no conocíamos nada de nada. Vivíamos en el monte.

-¿No tenían contacto con nadie?


-Nosotros veíamos un avión y nos escondíamos en el monte.
-¿Qué edad tenía cuando entró en el colegio?
-Y… sería a los siete años, calculo yo. Y yo me iba amansando, me iba haciendo más gente.

-¿Cómo se llamaba el paraje?


-Tacañitas, el pueblo. Y el colegio estaba en la costa (del río Salado), en el departamento de General
Taboada.

-¿Cómo era su casa?


Era una casa de adobe en medio del monte.

-¿Qué comían?
-Éramos tan pobres, tan pobres. Vivíamos de tortilla hecha al rescoldo, un poco de leche y mate cocido,
zapallo a las cenizas, té de poleo, de tala. Muchas veces comíamos raíces de las plantas, de las frutas, de
los montes. ¡Era tan rico! A veces me acuerdo y me dan ganas de volver.

-¿Usted volvió alguna vez?


-En 1991 me invitó la delegación de Santiago del Estero. En 1992 volví a ir y después no fui más. Allí
miré el árbol, vi a todos mis parientes. Fue una alegría muy grande. Después hicieron un camino y le
pusieron el nombre mío: se llama Shunko. Y a un colegio, también.

-¿Dónde está el camino?


-Va de Tacañitas a la escuela de Shunko.

-¿Cómo se enteró de que se había escrito un libro sobre usted?


-Me enteré a los veintipico de años. Una hermana me escribió una carta: hay un libro escrito así y así.
Nunca le di importancia. Y no le di importancia, porque yo soy así.

-¿Lo leyó?
-Sí, lo leí. Ahora todas las preguntas del libro las puedo contestar, porque queda en la memoria.

-Cuando se hizo la película, ¿a usted le preguntaron algo?


-Nada. Ahí vi que a mí me sacaban de abajo de una rama cuando le preguntaban a mi madre cuántos
años podía tener yo. Ella dice: “Once años debe tener”.

-¿Y no era verdad?


-Y, no, porque ella no sabía tampoco. Y no sabía hablar en castellano.

-Cuando la estrenaron, ¿vio la película?


-No, la vi muchos años después.

-¿Dónde la vio?
-Por televisión, cuando la pasaron. La pasan cada dos por tres.

-¿En las escuelas leen “Shunko”?


-Los directores, las maestras, me buscan. Una vez vino una directora de Tandil para que me conocieran
los alumnos, como ellos estaban dando clase sobre ese libro. No fui, porque es perder tiempo.
-¿En la escuela usted hasta qué grado cursó?
-No tengo idea. No tenía grados. Era muy salvaje, me escapaba del maestro y me iba al monte. Después
me aparecía con una víbora, con cualquier bicho salvaje, y ahí me perdonaba el plantón.

-¿Alguna vez lo volvió a ver?


-Tanto tiempo pasó que un día vimos una moto. Íbamos a disparar con mi primo, íbamos a meternos en
el monte. Y mi primo me dijo: “No, no, parece que es el maestro”. Y era él.

-¿Lo vieron?
-Sí, le dimos un abrazo, unos besos, estuvimos con él, conversando. Le dijimos: “Maestro, ¿cuándo va a
volver?”.

–Después de que escribió el libro, ¿volvió a verlo?


-Nunca más lo vi.

Jorge W. Abalos murió en 1979. Era miembro dela Academia Nacionalde Ciencias de Córdoba. Fue
vicepresidente dela Sociedad Argentinade Escritores (SADE). Escribió muchos libros, entre otros,
“Animales, leyendas y coplas”, “Coplero popular”, “¿Qué sabe usted de víboras?” y “Cuentos, con y sin
víboras”.

Pero para Benicio Palavecino sólo fue el maestro inolvidable.

-¿Qué le queda de él? ¿Qué le enseñó?


-A ser gente, saber respetar y hablar en castellano.

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