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Tiene 70 años, cuida caballos y recuerda con cariño a Jorge W. Abalos, que lo inmortalizó
Domingo 23 de enero de 2000 | Publicado en edición impresa
Benicio Palavecino, que inspiró “Shunko”, lleva medio siglo en el hipódromo de San Isidro. / S.
Colombo
En 1949, “Shunko” fue la visión nostálgica de un maestro rural sobre la vida de sus pequeños alumnos
quichuas en el monte santiagueño. En esa novela, Jorge W. Abalos se centraba en “el más chiquito” (eso
quiere decir el vocablo “shunko”) de sus discípulos. El libro, extraído de lo más hondo de su
experiencia, alcanzó mucha difusión, fue de lectura obligatoria en muchas escuelas y se tradujo al
portugués y al ruso.
En 1960, Lautaro Murúa, el destacado actor chileno afincado aquí, llevó la historia al cine en su primer
trabajo como director. La crítica elogió su sostenido aliento poético. El guión fue obra del escritor
paraguayo Augusto Roa Bastos. Y Murúa fue el único profesional entre los actores; recurrió a gente del
lugar y a niños del propio Santiago del Estero para transmitir el espíritu entrañable de esa tierra.
Allí conversó, con su estilo parco y pausado, con La Nación. Recordócálidamente a su antiguo maestro,
quien años después fue un destacado científico que en 1957 hizo crear el Instituto de Animales
Venenosos, en Santiago del Estero. Jorge W. Abalos fue nombrado doctor honoris causa porla
Universidad Nacionalde Tucumán cuando sólo tenía 35 años, fue vicedecano de Ingeniería Forestal dela
Universidad Nacionalde Córdoba y profesor asociado de Harvard.
Pero nada de eso podía imaginar Shunko, aunque veía que “a él le gustaban mucho las víboras, sacaba la
ponzoña y entraba a sacar sangre de los perros, y mandaba todo a Brasil”.
“Era buenísimo -continúa-. Los chicos lo queríamos mucho. El fue un maestro que andaba ambulando,
buscando a la gente pobre. Para enseñarnos a hablar en castellano tuvo que aprender el idioma nuestro,
el quichua.”
-¿Qué comían?
-Éramos tan pobres, tan pobres. Vivíamos de tortilla hecha al rescoldo, un poco de leche y mate cocido,
zapallo a las cenizas, té de poleo, de tala. Muchas veces comíamos raíces de las plantas, de las frutas, de
los montes. ¡Era tan rico! A veces me acuerdo y me dan ganas de volver.
-¿Lo leyó?
-Sí, lo leí. Ahora todas las preguntas del libro las puedo contestar, porque queda en la memoria.
-¿Dónde la vio?
-Por televisión, cuando la pasaron. La pasan cada dos por tres.
-¿Lo vieron?
-Sí, le dimos un abrazo, unos besos, estuvimos con él, conversando. Le dijimos: “Maestro, ¿cuándo va a
volver?”.
Jorge W. Abalos murió en 1979. Era miembro dela Academia Nacionalde Ciencias de Córdoba. Fue
vicepresidente dela Sociedad Argentinade Escritores (SADE). Escribió muchos libros, entre otros,
“Animales, leyendas y coplas”, “Coplero popular”, “¿Qué sabe usted de víboras?” y “Cuentos, con y sin
víboras”.