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Paradigmas para una metaforología del cosmos:

Hans Blumenberg y las metáforas contemporáneas del Universo

Alberto Fragio

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“Bajo un cielo libre, en un paisaje
en el que nada había quedado inalterado salvo las nubes
(Walter Benjamin, Der Erzähler)

“Y cuando lo que sabemos cambia,


el mundo cambia, y todo con él”.
(James Burke, The Day the Universe Changed)

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PREFACIO

Capítulo 1
Ad astra per nulla aspera:
Hans Blumenberg y la astronomía del siglo XX

Capítulo 2
La metaforología del cosmos de Hans Blumenberg

Capítulo 3
Paradigmas existenciales:
Hans Blumenberg y la historia de la astronomía moderna

Capítulo 4
Un capítulo de la astronoética:
la fenomenología del mundo de la vida en perspectiva cosmológica

Capítulo 5
Esbozo de una metaforología del universo contemporáneo

Capítulo 6
Apocalipsis cosmológico

Capítulo 7
Hans Blumenberg meets Stephen Hawking

5
6
PREFACIO

Durante toda su vida Hans Blumenberg [1920-1996] mantuvo un interés prácticamente


ininterumpido por la astronomía. Primero en calidad de historiador de la ciencia moderna y
miembro de la Akademie der Wissenschaften und der Literatur zu Mainz; luego como
astrónomo aficionado y finalmente como teórico del tiempo del mundo y de la
“astronoética”. Fue testigo de excepción de la carrera espacial y de la ulterior llegada del
hombre a la Luna. Los estudios especializados sobre la obra de Blumenberg han prestado
poca atención a su historia de la ciencia, en particular a su historia de la astronomía. A
partir de 1955 Blumenberg empezó a ocuparse de la astronomía copernicana, y publicó
diversos artículos relacionados con esta temática a finales de la década de los 50 y
comienzos de los 60, luego recopilados en su Die kopernikanische Wende [1965]. También
preparó estudios preliminares al Sidereus Nuncius de Galileo Galilei y al De coniecturis, de
Cusa. Todo este trabajo fue culminado en su monumental Die genesis der kopernikanischen
Welt [1975], así como en el libro póstumo Die Vollzähligkeit der Sterne [1997].

A partir de documentos publicados y fuentes inéditas pertenecientes al Nachlaβ de


Blumenberg, depositado en el Deutschen Literaturarchiv Marbach, este ensayo aborda su
metaforología del cosmos y su historia de la astronomía, e incluye una revisión de las
metáforas en la astronomía y en la cosmología física contemporáneas.

En el primer capítulo, títulado “Ad astra per nulla aspera: Hans Blumenberg y la
astronomía del siglo XX”, nos ocuparemos de la abundante colección de noticias
periodísticas sobre astronomía y cosmología que Blumenberg acumuló durante más de tres
décadas (1963-1996), y que lo demuestran como un avezado conocedor de los
descubrimientos de vanguardia en este ámbito científico. Proponemos que este heterogéneo
conjunto de materiales preservados en su Nachlaβ ilustran de manera muy nítida la
reocupación astronómica del mito acaecida durante la segunda mitad del siglo XX, y
permiten además vislumbrar el giro cosmológico que este nuevo saber astronómico impuso
en la obra tardía de Blumenberg.

En el segundo capítulo, títulado “La metaforología del cosmos de Hans


Blumenberg”, tratamos de reconstruir las relaciones entre su metaforología y su historia de
la astronomía moderna. Prestamos una atención especial a los dos paradigmas principales
de la metaforología del cosmos de Blumenberg, el paradigma existencial y el paradigma de
la verdad cosmológica, que se concretan a su vez en la metaforología del contemplator
caeli, el geocentrismo y el heliocentrismo como metáforas cosmológico-existenciales y la
metaforología de la verdad cosmológica. En ello encontramos, a nuestro juicio, la mejor

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articulación de la metaforología del cosmos, que Blumenberg desarrollará a lo largo de su
obra de una manera no sistemática.

En el tercer capítulo, “Paradigmas existenciales: Hans Blumenberg y la historia de


la astronomía moderna”, nos centraremos en la presencia de algunos motivos
heideggerianos en la historia blumenberguiana de la astronomía. Defenderemos que en ella
cabe identificar una metafísica de la existencia en sentido heideggeriano, en tanto
paradigmas existenciales astronómicos, y que ofrece, en consecuencia, los fundamentos
histórico-filosóficos de una hermenéutica cosmológica de la facticidad.

En el cuarto capítulo, titulado “Un capítulo de la astronoética: la fenomenología del


mundo de la vida en perspectiva cosmológica”, argumentamos que en la astronoética
blumenberguiana no sólo convergen, en efecto, temas antropológicos, sino también
fenomenológicos. A nuestro modo de ver, fue precisamente en la astronoética donde se
produjo la inesperada convergencia entre la reflexión filosófica sobre el cosmos y el
pensamiento fenomenológico. De manera particular, propondremos una interpretación de la
astronoética blumenberguiana como fenomenología del mundo de la vida, llamada a
complementar su antropología fenomenológica.

En el quinto capítulo, “Esbozo de una metaforología del universo contemporáneo”,


identificamos algunas evidencias de la reocupación cosmológica de la metafísica a través
del uso de metáforas en la cosmología física contemporánea, cuyas metafóricas prevalentes
caracterizan la imagen de un Universo en evolución. En particular, el modelo cosmológico
estándar incluye lo que denominaremos “metáforas cosmológicas evolutivas”, que están
íntimamente relacionadas con los nuevos mitos metafórico-cosmogónicos del origen y del
fin del Universo.

A esta última cuestión está dedicado el sexto capítulo, titulado “Apocalipsis


cosmológico”. Los hallazgos en astronomía observacional y en astrofísica extragaláctica
producidos durante los siglos XX y XXI, así como la subsiguiente multiplicación de
especialidades y subespecialidades que componen en la actualidad la ciencia astronómica –
como la geología planetaria, la astrometría, la radioastronomía o la astronomía en otras
longitudes de onda del espectro electromagnético, entre otras–, no sólo han permitido la
pervivencia del mito sino que han propiciado su secreta renovación. Con sus sensacionales
descubrimientos, la astronomía contemporánea ha remitificado el cosmos, produciendo de
paso nuevos mitos del origen y del final del universo, en clara consonancia con la tradición
cosmogónica en la que de hecho se inscribe. Sugerimos que tanto la cosmología
escatológica como el apocalipsis cosmológico habrían practicado a su vez una reocupación
(astronómica) del mito y de la metáfora.

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El séptimo y último capítulo, titulado “Hans Blumenberg meets Stephen Hawking”,
se concentra en los artículos periodísticos coleccionados por Blumenberg sobre las
aportaciones de Stephen Hawking a la cosmología y al estudio de los agujeros negros.
Proponemos que en los dos años que separan Lebenszeit und Weltzeit [1986] y A Brief
History of Time [1988] se produjo el paso de una fenomenología genética del tiempo del
mundo de la vida (Blumenberg) a la historia del tiempo del mundo (Hawking).

Quisiera expresar mi agradecimiento a la Schillergesellschaft por una ayuda


económica para consultar el Nachlaß de Blumenberg en el Deutsches Literaturarchiv
Marbach, y a la Gerda Henkel Stiftung por la concesión de una beca posdoctoral (Marie
Curie Fellowship M4HUMAN programme) que me permitió emprender este proyecto de
investigación en el Institut für Medizingeschichte und Wissenschaftsforschung der
Universität zu Lübeck. Asimismo, quisiera expresar también mi gratitud a los miembros de
la Chair for Science Studies de la Eidgenössische Technische Hochschule (ETH Zürich),
del Institut für Medizingeschichte und Wissenschaftsforschung der Universität zu Lübeck,
al grupo HIST-EX del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC (Madrid) y al
Departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana de México DF
– Unidad Cuajimalpa (UAM-C) por sus valiosos comentarios y sugerencias. Estoy
especialmente agradecido a Mario Barbosa, Fernando Betancourt, Cornelius Borck, César
G. Cantón, Javier Moscoso, Javier Ordóñez, Nuria Valverde y José Luis Villacañas, así
como a dos evaluadores anónimos designados por el Consejo Editorial de la División de
Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM-C. Las citas inéditas pertenecientes al
Nachlaβ de Blumenberg han sido publicadas con el consentimiento expreso de Bettina
Blumenberg y del DLA Marbach. La versión final del manuscrito se benefició del proyecto
de investigación “Epistemología histórica contemporánea: nuevas tendencias filosóficas e
historiográficas”, financiado por el programa mexicano de la DSA-SEP “Apoyo a la
incorporación de nuevos Profesores de Tiempo Completo” (UAM-PTC-521, 2015-2016).

Alberto Fragio

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Ad astra per nulla aspera:
Hans Blumenberg y la astronomía del siglo XX

“Basta ya, Seni. ¡Baja! El día viene, y Marte reina ahora. No conviene trabajar más.
¡Ven! Bastante sabemos ya.
-Déjeme V. A. observar sólo a Venus. Ahora mismo sale. Como un sol brilla en el Oriente”.

(Friedrich Schiller, La muerte de Wallenstein)

“Dicen que hay enanas blancas, enanas rojas cuyas masas etc., etc.”.

(Evaristo Páramos, Por los hijos lo que sea)

Introducción

Al igual que la teología, la cosmología fue durante siglos pequeña y fea, y no debía en
modo alguno dejarse ver.1 Con frecuencia se ha señalado que la época de mayor
florecimiento de las ciencias de la naturaleza –entre los siglos XVII y XIX– estuvo también
marcada por una clara decadencia del pensamiento cosmológico.2 Es por ello que el
resurgimiento de la cosmología a comienzos del siglo XX adquirió la forma de un
acontecimiento inesperado y llamativo.3 Como es bien sabido, este renacimiento estuvo
ligado –en sus aspectos teóricos– al desarrollo de la teoría de la relatividad de Einstein4 y –
en sus aspectos prácticos– a los avances en las técnicas astronómicas de observación.

La cosmología relativista, en particular, abrió un nuevo y fabuloso dominio para la


especulación físico-matemática, que en los años inmediatamente posteriores explorarían
1
Walter Benjamin, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, trad. e introd. Bolívar Echeverría, México,
Itaca / Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2008, Tesis I, p. 35.
2
Véase por ejemplo el estudio clásico Jacques Merleau-Ponty, La science de l’Univers a l’âge du positivisme.
Étude sur les origines de la cosmologie contemporaine, Vrin, Paris, 1983. Una historia general de la
cosmología en R. C. Bless, Discovering the Cosmos, University Science Books, Sausalito, California, 1996.
3
Jacques Merleau-Ponty, Sur la science cosmologique. Conditions de possibilité et problèmes
philosophiques. Textes organisés et présentés par Michel Palty et Jean-Jacques Szczeciniard, EDP Sciences,
Les Ulis, 2003, p. 39. Para la primera mitad del siglo XX sigue siendo valiosa y útil la síntesis de Jacques
Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle. Étude épistémologique et historique des théories de la cosmologie
contemporaine, Éditions Gallimard, Paris, 1965, p. 43. Para todo lo demás véase el magnífico trabajo de
Malcolm Longair, The Cosmic Century. A History of Astrophysics and Cosmology [2006], Cambridge
University Press, 2013.
4
Albert Einstein, “Kosmologische[n] Betrachtungen zur allgemeinen Relativitätstheorie”, Sitzungsberichte
der Königlich Preuβischen Akademie der Wissenschaften zu Berlin, 1917, pp. 142-52. Trad. esp. de Javier
García Sanz, “Consideraciones cosmológicas sobre la teoría de la relatividad general”, en José Manuel
Sánchez Ron (ed.), Albert Einstein. Obra esencial, op. cit, pp. 494-506. En sus célebres “Kosmologische[n]
Betrachtungen”, Einstein propuso un primer modelo teórico de universo en el que la métrica del espacio-
tiempo era establecida bajo el supuesto de una distribución homogénea –a gran escala– de materia y energía.

11
autores como De Sitter, Eddington o Friedmann.5 Fue este último quien propuso el caso de
un Universo dinámico caracterizado por un factor de escala variable en el tiempo,
anticipando de manera teórica “el más prodigioso fenómeno astronómico jamás
observado”:6 la expansión del universo. En esta primera fase de la cosmología del siglo
XX, el universo era investigado desde una perspectiva de análisis eminentemente
matemática, en el marco de la teoría general de la relatividad y de sus axiomas.7

La consolidación definitiva de la cosmología como disciplina científica se produjo


algunos años después de la fundación de la teoría de la relatividad, cuando observaciones
astronómicas independientes proporcionaron un inesperado respaldo a los análisis físico-
matemáticos del universo,8 introduciendo de paso una nueva toma de conciencia tanto de su
inmensidad9 como de sus abismos temporales.10

El descubrimiento del desplazamiento al rojo de la luz proveniente de las nebulosas


–más tarde conocidas como galaxias–,11 así como la posterior determinación de su
velocidad de recesión,12 supuso una fortuita coincidencia entre la incipiente cosmología
relativista y la instauración de la astronomía extragaláctica,13 que derivó ulteriormente en el

5
Jacques Merleau-Ponty, Sur la science cosmologique, op. cit., p. 44; un resumen de la gestación de la teoría
general de la relatividad, de los universos de Einstein, de Sitter, Friedmann y de la posterior “conversión” a un
modelo no estacionario por parte de Einstein tras su visita a Pasadena, en las pp. 318-9; véase adicionalmente
Cosmologie du XXe siècle, op. cit., pp. 44 y ss.
6
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., p. 71.
7
Jacques Merleau-Ponty, Sur la science cosmologique, op. cit., p. 153. La cosmología relativista promovida
por Einstein fue en un primer momento acogida con no poco escepticismo por parte de la comunidad
científica. En su contra operaban siglos de sincero y concienzudo desprecio a lo que no podía sino
considerarse aventuradas y arbitrarias especulaciones.
8
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., pp. 237-8.
9
Jacques Merleau-Ponty, Sur la science cosmologique, op. cit., p. 44.
10
En este sentido cabe interpretar, por cierto, la obra de Blumenberg Lebenszeit und Weltzeit [1986] (LW).
11
Para el uso contemporáneo de la noción de nebulosa y de otros conceptos propios de la ciencia astronómica
se puede ver H. Karttunen et alt., Fundamental Astronomy [1987], Springer-Verlag Berlín, 1996. El lector
interesado podrá encontrar ulteriores detalles sobre astronomía contemporánea en la obra de Malcom S.
Longair, High Energy Astrophysics [1992], Cambridge University Press, 2011, vol. 1 y 2; así como en
Bradley W. Carroll, An Introduction to Modern Astrophysics [2006], Pearson, Addison-Wesley, 2013.
12
El primer descubrimiento, en 1912, del desplazamiento al rojo de la luz proveniente de una nebulosa
corresponde a Vesto Slipher, quien en 1917 –el mismo año en que Einstein propuso sus soluciones
cosmológicas a las ecuaciones de campo– determinó las velocidades radiales de 25 nebulosas, casi todas ellas
con desplazamiento al rojo. Un breve resumen de estos hitos en Helge Kragh y Robert W. Smith, “Who
discovered the expanding universe?”, History of Science, vol. 41, 2003, pp. 141-162.
13
La literatura sobre el asunto es muy abundante. Para la cuestión de los universos-isla, la catalogación de las
nebulosas y la astronomía extragaláctica, véase Malcolm Longair, The Cosmic Century, op. cit. pp. 77-89; un
resumen del “Gran debate”, del asunto de las cefeidas y detalles sobre el Mount Wilson Observatory, en las
pp. 82 y ss. Sobre el “Gran debate” se puede ver también Ana Rioja y Javier Ordóñez, Teorías del universo,
Editorial Síntesis, Madrid, vol. 3, 2006, pp. 319 y ss. Véanse asimismo los trabajos compilados en C.
Castagnoli and A. Masani (eds.), Astronomy and Astrophysics in Italy in the Second Half of the XX Century,
Italian Physical Society, Bologna, 1998, especialmente las contribuciones de G. Bertin, “Extragalactic
Astrophysics”, pp. 115-26, y de G. Chincarini, “Cosmology of Galaxies”, op. cit, pp. 127-36. De este modo

12
descubrimiento de la expansión del universo. Un hito decisivo en este proceso fueron los
hallazgos observacionales de Hubble [1889-1953] durante los años 1925 y 1926. Hubble
publicó una serie de artículos con los resultados de sus observaciones astronómicas con el
telescopio Hooker en el Mount Wilson Observatory, que demostraban de manera
concluyente la naturaleza extragaláctica de las nebulosas espirales y, por tanto, la existencia
de otras galaxias fuera de la Vía Láctea.14 También formuló, en 1929, la conocida relación
entre la distancia y la velocidad de recesión de las galaxias espirales –ley de Hubble-
Humason–,15 de acuerdo con la cual las galaxias se alejan unas de otras a una velocidad
relativa proporcional a la distancia que las separa.16

Estos resultados decisivos, que culminarían en el establecimiento de la expansión


del universo como un hecho científico, precisaban no obstante de una interpretación
cosmológica apropiada que sólo la tradición relativista podía proporcionar. Ya Einstein
había realizado importantes contribuciones al estudio de la luz desde la perspectiva de la
estructura y dinámica del Universo, afirmando que su propagación había de considerarse
como parte integrante de la métrica del espacio-tiempo.17 En este sentido, los resultados de
las observaciones astronómicas llevadas a cabo con los grandes telescopios americanos
aparecían como una verificación de los modelos cosmológicos relativistas no estacionarios,
como los de Friedmann o Lemaître.18 Este último, Georges Lemaître, ha pasado a la

describe Bertin la evolución ulterior de la astronomía extragaláctica: “Tras el ‘descubrimiento’ de la


existencia de galaxias por medio de la determinación de su distancia respecto a nubulosas cercanas, tales
como la M 31, el estudio de la estructura y dinámica de las galaxias experimentó un rápido crecimiento
como uno de los principales campos de investigación en astrofísica, especiamente con los trabajos de Jeans,
Eddington, Lindblad, Oort, Chandrasekhar, de Vaucoulers y Sandage, entre otros”, op. cit. p. 115. La
traducción es mía.
14
Así lo describe Donald E. Osterbrock, “[En 1926, Hubble] publicó un extenso artículo sobre la M 33, ‘una
nebulosa espiral como sistema estelar’, aportando la evidencia a partir las variables Cefeidas, que constituye
un ‘sistema aislado de estrelas y nebulosas muy lejos de los límites del sistema galáctico’ (Hubble 1926). […]
Al final de ese mismo año, Hubble publicó su artículo definitivo sobre la NGC 6822, que incluía las curvas
luminosas de varias Cefeidas en las que, a través de su magnitud aparente, consideró que era ‘el primer
objeto definitivamente asignado a una región exterior al sistema galáctico”, Donald E. Osterbrock, “The
observational approach to cosmology: U.S. Observatories pre-World War II”, en B. Bertotti, R. Balbinot, S.
Bergia and A. Messina (eds.), Modern Cosmology in Retrospect, Cambridge University Press, 1990, p. 273.
La traducción es mía. Sobre las cefeidas es muy clarificador Paul Murdin, Secrets of the Universe: How We
Discovered the Cosmos, The University of Chicago Press, 2009, cap. 43, “Cepheid Variable Stars”, pp. 210-3,
p. 211: “Henrietta Leavitt descubrió la ley del periodo-luminosidad para las Cefeidas, que sirvio de base a
los astrónomos para medir escalas de distancia en el Universo”. La traducción es mía.
15
E. Hubble, “A Relation between Distance and Radial Velocity among Extra-Galactic Nebulae”,
Proceedings of the National Academy of Sciences, 15, 168, 1929.
16
E. Hubble and M. L. Humason, “The Velocity-Distance Relation among Extra-Galactic Nebulae”,
Astrophysical Journal, 74, 43, 1931; E. Hubble, “The Law of Red-Shifts”, Monthly Notices of the Royal
Astronomical Society, 113, 658, 1954.
17
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., p. 132.
18
La interpretación original de los datos por parte de Hubble fue elaborada, no obstante, en términos del
modelo de De Sitter: “El universo de de Sitter estaba provisto de una propiedad característica susceptible de
ser comprobada: el desplazamiento al rojo. Esto explica el éxito del modelo de de Sitter en detrimento del de

13
historia como el principal artífice de la interpretación cosmológica de esos hallazgos
observacionales mediante un modelo de universo en expansión capaz dar cuenta tanto del
desplazamiento al rojo como de la “fuga de galaxias”, que dio lugar a la comprensión
evolutiva del cosmos basada en el Big Bang y en última instancia al modelo estándar de la
cosmología científica contemporánea.19

A grandes rasgos éste era el panorama general inmediatamente anterior en el que se


enmarca la colección de artículos y noticias periodísticas sobre astronomía y cosmología
que Blumenberg acumuló entre los años 1963 y 1996, y que constituirá el objeto del
presente capítulo. Los materiales recogidos en su Nachlaβ no sólo reproducen los ecos de
algunos de los principales debates de la fase fundacional de la cosmología científica y de
sus posteriores avatares –incluyendo polémicas sobre el desplazamiento al rojo,20 las teorías
del Big Bang21 y del estado estacionario22 o ulteriores revisiones de la relatividad–23 sino

Einstein, aún a pesar de su asunción irrealista de concebir un universo desprovisto de masa. A diferencia del
de Einstein, también estaba en condiciones de dar cuenta de los perturbadores desplazamientos al rojo de las
nebulosas. Entre los años 1917 y 1930, la cosmología observacional interpretó los datos en términos del
modelo de de Sitter”. Waltraut C. Seitter and Hilmar W. Duerbeck, “Carl Wilhelm Wirtz – A Pioneer in
Observational Cosmology”, en B. Bertotti et alt., Modern Cosmology in Retrospect, op. cit., pp. 380-1, la
traducción es mía. Véase también Helge Kragh y Robert W. Smith, “Who discovered the expanding
universe?”, op. cit., pp. 141-162.
19
Erhard Scholz, “The Standard Model of Contemporary Cosmology”, en Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein.
Chief Engineer of the Universe. One Hundred Authors for Einstein, WILEY-VCH, Berlin, 2005, pp. 388-93.
20
Kurt Rudzinski, “Zweifel an der kosmischen Rotverschiebung”. Absurde astronomische Konsequenzen aus
Beobachtungen an Doppelgalaxien”, [FAZ?], 30. Juni 1971, Nr. 147, S. 20-21 (DLA Marbach); H. J. Fahr,
“Die zweite kopernikanische Wende? Neue Beobachtungen über die Rotverschiebung im Licht ferner
Galaxien im Widerpruch zum geltenden Weltbild”, 14. Januar 1975, Nr. 12, S. 27-8 (DLA Marbach).
21
H.Z. [¿Hans Zettler?], “Kosmische Mikrowellen ein Relikt des Urknalls”. Deutung als ‘schwarze
Strahlung’ bestätigt. Messungen mit einer Ballonsonde in 39 Kilometer Höhe”, [FAZ?], fecha aprox. 1975
(DLA Marbach). En este artículo se resume el estado de la cuestión en relación con la teoría del Big Bang, e
incluye alusiones a Gamow y al descubrimiento de la radiación cósmica de fondo. También trata
extensamente de la cosmología evolucionista, con especial atención a la fase temprana del desarrollo del
universo
22
K. Rudzinski, “Ungelöstes Rätsel Kosmos. Fortschritte der Astronomie – neue Fragen. Spekulationen über
das Weltall”, FAZ, 15 November 1967 (DLA Marbach). En este artículo se abordan algunas de las preguntas
abiertas a las que se enfrentaba la astronomía, junto con las especulaciones cosmológicas y aún cosmogónicas
de la época. De hecho se mencionan prácticamente todas las cuestiones cosmológicas candentes del momento,
como la formación de los elementos químicos, el debate sobre la edad del universo o la confrontación entre la
teoría del Big Bang y la teoría del estado estacionario, junto con amplias referencias a sus principales
defensores, George Gamow y Fred Hoyle, respectivamente. Sobre este último argumento también incidía el
artículo [autor desconocido], “Welt-Enstehung. Schwarzes Loch”, Der Spiegel, Nr. 44, 1968, S. 177 (DLA
Marbach). Para un amplio desarrollo de estas cuestiones véase el estudio, ya clásico, de Helge Kragh,
Cosmology and Controversy. The Historical Development of Two Theories of the Universe, Princeton
University Press, New Jersey, 1996.
23
Werner Braunbek, “Wie steht es um Einsteins Gravitationstheorie?”, FAZ, 14. Februar 1968 (DLA,
Marbach); W. Braunbek, “Neue Prüfung der Allgemeinen Relativitätstheorie. Am Merkur reflektierte
Radarstrahlen im Schwerefeld der Sonne”, FAZ 8.5.68. (DLA Marbach); W. Braunbek, “Einsteins Theorie
exakt bestätigt. Satellitenmessungen über 400 Millionen Kilometer Entfernung”, FAZ, 3. Februar 1971, Nr.
28. También figura un artículo de Günter Haaf, “Hat Einstein sich verrechnet? Fortschritte und Rückschläge
in der Relativitätstheorie”, ZEIT, 31 Juli 1970, Nr. 31, S. 31 (DLA Marbach).

14
que dan cuenta de la abrumadora proliferación de estudios e investigaciones en el ámbito de
la astronomía y la astrofísica. Los argumentos de esos artículos periodísticos guardan una
relación especialmente estrecha con lo que se ha venido a denominar la “apertura del
espectro electromagnético”.24 Las sucesivas mejoras en los instrumentos de observación y
la puesta en órbita de satélites artificiales y telescopios espaciales hicieron accesible otras
regiones del espectro electromagnético inexploradas hasta la fecha. Su estudio sistemático
trajo consigo una gran cantidad de descubrimientos científicos, y con ellos una visión
completamente nueva e insólita del universo. No en vano, se suele referir a la segunda
mitad del siglo XX como la edad dorada de la astronomía y la cosmología, y al conjunto del
siglo XX como la “centuria cósmica”.25 Precisamente fue éste el siglo en el que vivió
Blumenberg, y a ese periodo pertenecen las noticias astronómicas preservadas en su
Nachlaβ de Marbach.

La paciente y ardua elaboración de sus trabajos sobre historia de la astronomía


moderna (kW; GkW)26 sin duda le proporcionó a Blumenberg esa peculiar sensibilidad,
históricamente informada,27 desde la que comprender el alcance y la significación del
nuevo firmamento que por entonces se estaba dibujando. Tanto por su formación intelectual
como por su contacto personal con destacados físicos y matemáticos de la época –como
Carl Friedrich von Weizsäcker o Pascual Jordan– Blumenberg fue un testigo de excepción
de la astronomía del siglo XX, y en modo alguno renunció a obtener de ella un rendimiento
filosófico. Así lo demuestran las “glosas astronoéticas” reunidas en su póstumo Die
Vollzähligkeit der Sternen [1997].28 Con ello se aporta, a nuestro juicio, elementos
adicionales para una interpretación cosmológica de la obra de Blumenberg.

24
Véase Malcolm Longair, The Cosmic Century. A History of Astrophysics and Cosmology [2006],
Cambridge University Press, 2013, Part III, “The opening up of the electromagnetic spectrum and the new
astronomies”, pp. 123-72.
25
Ibid.
26
Para mayores detalles remito a mi trabajo A. Fragio, “‘Das Überleben der Übergänge’. Nuevos paradigmas
de análisis de la obra de Hans Blumenberg”, en A Fragio y Diego Giordano (eds.), Hans Blumenberg: Nuovi
paradigmi d’analisi, Aracne Editrice, Roma, 2010, pp. 27-74.
27
Quizá fue por ello que en su póstumo Die Vollzähligkeit der Sterne Blumenberg se sintió en condiciones de
referirse desdeñosamente a Carl Sagan [1934-1996] –en aquel tiempo conocido como “el astrónomo del
pueblo”– en estos términos: “Die propagandatüchtigen Forscher vom Typ des Carl Sagan […]” (VS 401).
Entre la colección de artículos periodísticos también se conserva uno firmado por el propio Carl Sagan,
“Wenn Viking fündig würde”, ZEIT, Nr. 28, 2 Juli 1976, S. 40 (DLA Marbach).
28
En cierto modo podemos considerar la citada recopilación de artículos periodísticos como los materiales
“empíricos” de las glosas astronoéticas editadas en este libro póstumo de Blumenberg. Cabría añadir, por otra
parte, que la cuestión de la “astronoética” se remonta a un breve texto conservado en el Nachlaβ de
Blumenberg, y fechado en 1958, bajo el título “Zerebrale Purifikation durch Sus familiaris marcipanis, unter
besonderer Berücksichtigung der Möglichkeiten astronoetischer Anwendung”. Para más detalles sobre el
particular véase Rüdiger Zill, “Zu den Sternen und zurück. Die Entstehung des Weltraums als
Erfahrungsraum und die Inversion des menschlichen Erwartungshorizonts”, en Michael Moxter (ed.),
Erinnerung an das Humane. Beiträge zur phänomenologischen Anthropologie Hans Blumenberg, Mohr
Siebeck, Tübingen, 2011, pp. 300-26. Véase asimismo Matthias Fischer und Petra Gehring, “Die Kränkung

15
Solvitur ambulando

Apenas si se puede evitar la impresión de que la tradición científica europea –y de manera


específica la anglosajona y la alemana– estaba en condiciones de propiciar los hallazgos
astronómicos que hubieron de producirse en las primeras décadas del siglo XX. Un
fenómeno singular de mecenazgo científico, exclusivo en aquel momento de los Estados
Unidos, posibilitó la construcción de los grandes observatorios astronómicos americanos y
la puesta en marcha de ambiciosos programas de investigación.29 Por otra parte, las dos
guerras mundiales que sucesivamente asolaron el viejo continente, hicieron de todo punto
inviable un mayor protagonismo europeo. No obstante, a la equívoca figura del millonario
filántropo americano –a quien Blumenberg consagró una de sus mejores glosas
astronoéticas–30 cabría contraponer la del “insigne merodeador” europeo, si se nos permite
la expresión. Podemos mencionar en este sentido a un buen número de astrónomos y
astrofísicos alemanes como Carl W. Wirtz, Paul ten Bruggencate, Otto Struve o Albrecht
Unsöld, todos ellos muy vinculados, por otra parte, a la Universidad de Kiel –el alma mater
de Hans Blumenberg, como es sabido–. Debemos recordar que ya desde la segunda mitad
del siglo XIX la Universidad de Kiel había sido un lugar de referencia para las ciencias
físicas de vanguardia, y por sus aulas pasaron importantes científicos como Heinrich
Hertz31 [1857-1894], Max Planck32 [1858-1947] o Walther Kossel33 [1888-1956].

En lo que respecta al caso de la astronomía, destaca especialmente Carl W. Wirtz


[1876-1939], profesor en la Universidad de Kiel entre los años 1919 y 1937, en donde
realizó importantes observaciones astronómicas en relación con la velocidad radial de las

der Venus. Astronomie zwischen Wissenschaftsgeschichte und Astronoetik”, Journal Phänomenologie, n.º
35, Hans Blumenberg, 2011, pp. 8-12.
29
Véase Donald E. Osterbrock, “The observational approach to cosmology: U.S. observatories pre-World
War II”, en B. Bertotti et alt., Modern Cosmology in Retrospect, op. cit., pp. 247-89, esp. p. 263.
30
Blumenberg se ha referido a la figura del millonario filántropo en un memorable texto a propósito del viaje
de Boltzmann a Estados Unidos, véase H. Blumenberg “Ein Grab am Fuβe des Fernrohrs” (VS 328-330).
31
Hertz estudió en Berlín con Helmholtz y Kirchhoff, y obtuvo la habilitación en Kiel en 1883. Algunos años
después, en 1988, descubriría las ondas electromagnéticas –previamente postuladas por James Clerk
Maxwell–. Para más detalles sobre la relación de Hertz con Kiel se puede ver Albrecht Unsöld, “Heinrich
Hertz in Kiel. Zum hundertsten Geburtstag des Entdeckers der elektromagnetischen Wellen am 22. Februar
1957”, en Sterne und Menschen. Aufsätze und Vorträge, Springer Verlag, Berlin, 1972, pp. 26-9; y “Heinrich
Hertz, Prinzipien der Mechanik. Versuch einer historischen Klärung”, ibid, pp. 30-8.
32
Sobre la relación de Planck con Kiel se puede ver Albrecht Unsöld, “Max Planck. Rede zur Enthüllung des
Kieler Max-Planck-Denkmals am 23. April 1958”, Sterne und Menschen, op. cit., pp. 17-25.
33
Véase Albrecht Unsöld, “Walther Kossel (1888-1956)”, en Sterne und Menschen, op. cit., pp. 39-43. Kossel
fue rector de la Universidad de Kiel durante el curso 1929/1930, y de 1921 a 1931 profesor ordinario (titular)
de física teórica. Estudió en Heidelberg con Philipp Lenard –su director de tesis–, con C. Röntgen, A.
Sommerfeld y M. V. Laue, entre otros. Sus contribuciones se centraron en la física de los rayos X, en la
estructura de cristales, en la física del átomo, en espectrografía y en química.

16
nebulosas espirales. Wirtz ha sido con frecuencia considerado un pionero en la
comprensión cosmológica del desplazamiento al rojo y, junto con Knut Lundmark [1889-
1958] y Gustaf Strömberg [1882-1962], fue un claro precursor, cuando no un descubridor –
en menoscabo de Hubble y Humason–34 de la citada relación velocidad-distancia,35 a saber:
que la velocidad radial de las nebulosas espirales se incrementa con la distancia.36 Al poco
de su inhabilitación –por razones políticas– para ejercer la docencia, y antes de su
fallecimiento en Hamburgo en 1939, tuvo oportunidad de realizar una estancia en los
Estados Unidos,37 iniciando así una breve serie de visitas científicas a los grandes
observatorios americanos por parte de astrónomos y astrofísicos alemanes.

Desde esta perspectiva, destaca también el caso de Paul ten Bruggencate [1901-
1961], quien a finales de 1928 pasó varios meses en el Mt. Wilson Observatory en
Pasadena (California) y en el Harvard Observatory de Cambridge (Mass.), como parte de su
periodo formativo predoctoral. En 1935 se convirtió en profesor e investigador principal de
la Einsteinturm, la “Torre de Einstein”, un observatorio astrofísico creado en Potsdam en
los años 20 bajo la supervisión del astrónomo Erwin Finlay-Freundlich [1885-1964], y
destinado a albergar experimentos y observaciones astronómicas que pudieran servir para
corroborar la teoría de la relatividad. Fue allí donde se constituyó un grupo de jóvenes
astrofísicos alemanes, entre los que cabía contar con Albrecht Unsöld, a quien vamos a
referirnos con un poco más de detenimiento a continuación. Antes, sin embargo, no
podemos dejar de mencionar, siquiera de pasada, al astrónomo Otto Struve [1897-1963],
cuyos orígenes familiares arraigan en la región de Holstein, y que durante la década de los
50 realizó numerosas estancias de investigación en los principales observatorios americanos
–Lick, Mt. Wilson, Palomar, etc.–. La mayor parte de su carrera profesional transcurrió en
el Yerkes Observatory de la Universidad de Chicago, y obtuvo numerosos reconocimientos
por sus contribuciones a la comprensión de los espectros de estrellas y nebulosas,
incluyendo un doctorado honorífico por la propia Universidad de Kiel.38

No obstante, a los efectos de la relación de Blumenberg con la astronomía, nos


interesa de manera especial el caso de Albrecht Unsöld [1905-1995]. Desde 1932 hasta su
jubilación en 1973, Unsöld fue profesor en la Universidad de Kiel, donde desempeñó

34
Sidney van den Bergh, “Discovery of the Expansion of the Universe”, Physics.hist-ph, arXiv:1108.0709v2,
2011. Véase también Helge Kragh y Robert W. Smith, “Who discovered the expanding universe?”, History of
Science, vol. 41, 2003, pp. 141-162.
35
Waltraut C. Seitter and Hilmar W. Duerbeck, “Carl Wilhelm Wirtz – a pioneer in observational
cosmology”, en B. Bertotti et alt., Modern Cosmology in Retrospect, op. cit., pp. 365-99. Remito a este
mismo texto para un estudio más pormenorizado de las contribuciones de Wirtz.
36
Una relación, además, que Wirtz interpretó en el marco del modelo cosmológico de De Sitter. Sobre este
asunto se puede ver B. Bertotti et alt., Modern Cosmology in Retrospect, op. cit., p. 263.
37
Ibid, p. 367.
38
Albrecht Unsöld, Sterne und Menschen. Aufsätze und Vorträge, Springer Verlag, Berlin, 1972, p. 60.

17
también los cargos de decano de la Philosophischen Fakultät entre 1946 y 1947,39 y de
rector entre 1958 y 1959,40 cuando Blumenberg iniciaba su carrera académica en esa misma
universidad.41 Durante la guerra, Unsöld organizó la mudanza de la antigua y valiosa
biblioteca Schumacher, que fue transportada mediante un camión militar a una pequeña
población ubicada a 50 kilómetros de Kiel. La biblioteca fue devuelta tras la guerra, y
depositada en el nuevo y llamativo emplazamiento –una antigua fábrica– del Institut für
Theoretische Physik und Sternwarte, debido a que las instalaciones del Observatorio de
Kiel habían sido destruidas por los bombardeos.42

Sobre Unsöld se conserva una noticia periodística en el Nachlaβ de Blumenberg a


propósito de unas jornadas sobre física celebradas en Berlín, presumiblemente en el ámbito
de la Deutsche Physikalische Gesellschaft.43 Resulta verosímil que Blumenberg trabara
conocimiento de Unsöld durante su actividad ordinaria en la Philosophischen Fakultät o en
alguno de los homenajes y ceremonias públicas que con frecuencia organizaba la
Universidad, como las celebradas con motivo de la inauguración del monumento a Max-
Planck en Kiel,44 o el discurso de rectorado sobre “Física e historia” pronunciado por
Unsöld el 12 de mayo de 1958.45

39
Recordemos que ese mismo año, el 17 de diciembre de 1947, Blumenberg presentó su tesis doctoral en la
Philosophischen Fakultät, que obtuvo la calificación summa cum laude. Véase H. Blumenberg, “Sinn und
Zweck meiner der Hohen Philosophischen Fakultät der Christian-Albrechts-Universität zu Kiel vorgelegten
Dissertation Beiträge zum Problem der Ursprünglichkeit der mittelalterlich-scholastischen Ontologie” (DLA
Marbach).
40
Bodo Baschek, “Nachruf”, op. cit., p. 12.
41
Desde el 1 de septiembre de 1948 Blumenberg fue asistente científico del Philosophischen Seminar, y el 28
de junio de 1950 obtuvo su habilitación. A partir del 27 de marzo de 1956 ejerció como “Diätendozentur”, y
desde el 27 de agosto de 1957 como “apl. Prof.” (Lebenslauf, DLA Marbach). Parece que fue a finales de
julio de 1958 cuando se le ofreció el puesto de profesor extraordinario en la Universidad de Hamburgo.
Algunos detalles sobre la vida de Blumenberg en Kiel en la breve nota de Georges-Arthur Goldschmidt,
“Blumenberg à Kiel”, Cahiers Philosophiques, Blumenberg, n.º 123, 4e trimestre, 2010, pp. 57-8.
42
Volker Weidemann, “Albrecht Unsöld (1905-1995)”, Publications of the Astronomical Society of the
Pacific, vol. 108, n.º 725, 1996, pp. 553-55. Parece que se construyó un nuevo Observatorio astronómico en la
Fachhochschule de la Universidad de Kiel. Con cierta probabilidad Blumenberg se refiere a este último en el
siguiente sardónico comentario: “En ‘nuestro círculo’ suele suceder como en el Observatorio de Kiel, donde
todos [los descubrimientos] de cometas y supernovas se aplauden por adelantado (aunque por lo general
éstos no lleguen a producirse en absoluto)”. Carta de Blumenberg a Alfons Neukirchen fechada el 24 de
enero de 1958 (DLA Marbach). La traducción del pasaje es mía.
43
Robert Gerwin, “Quarks, Sterne und Kristalle. Vorschlag für neuartigen Ionen-Beschleuniger. Von der
Physikertagung in Berlin”, FAZ, 11 Oktober 1967, Nr. 236 (DLA Marbach).
44
Albrecht Unsöld, “Max Planck. Rede zur Enthüllung des Kieler Max-Planck-Denkmals am 23. April
1958”, en Albrecht Unsöld, Sterne und Menschen, op. cit., pp. 17-25.
45
Albrecht Unsöld, “Physik und Historie. Kieler Rektoratsrede vom 12. Mai 1958”, Veröffentlichungen der
Schleswig-Holsteinischen Universitätgesellschaft. Neue Folge, n.º 24, Kiel, F. Hirt Verlag, recogido en Sterne
und Menschen, op. cit. pp. 1-16. Es posible, sin embargo, que Blumenbeg estuviera ya en Hamburgo cuando
Unsold pronunció otro discurso, sobre ciencia e investigación en la sociedad moderna, con motivo de la
“Kieler Universitätwoche”, véase Unsöld, “Wissenschaft und Forschung in der modernen Gesellschaft. Zur
Kieler Universitätswoche im Januar 1959”, Auszugsweise veröffentlich in ZEIT vom 13. Februar 1959,
recogido en Sterne und Menschen, op. cit., pp. 151-68.

18
El propio Unsöld fue otro de esos “insignes merodeadores”.46 Tras estudiar física en
las Universidades de Tübingen y München, y después de una breve estancia en Potsdam en
la Einsteinturm, obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller para realizar una estancia de
investigación durante el curso 1928-1929 en el Observatorio del Mt. Wilson en Pasadena.47
A su regreso, y después de obtener su habilitación en München –con un trabajo sobre la
abundancia del hidrógeno en el espectro solar, donde se mostraba que la presencia de este
elemento químico es mayor que la de ningún otro–48 fue nombrado asistente en el Institut
für Theoretische Physik de Hamburgo y, en septiembre de 1932, con sólo 27 años, obtuvo
un puesto de profesor ordinario y director del Institut für Theoretische Physik de la
Universidad de Kiel.

Sus contribuciones científicas a la teoría de las atmósferas estelares y al estudio del


espectro solar desde la perspectiva de la física atómica –que aprendió en sus años de
estudiante con Arnold Sommerfeld– le valieron el reconocimiento por parte de la
comunidad científica internacional, sobre todo a raíz de la publicación, en 1938, de su
voluminosa monografía Physik der Sternatmosphären,49 donde elaboró un complejo
análisis físico-matemático de la espectroscopía,50 y que se convirtió en un manual de
referencia en astrofísica durante décadas,51 incluyendo, a partir de la segunda edición
(1955), una sección sobre la entonces emergente radioastronomía.52

46
Para más detalles sobre la vida y las contribuciones científicas de Unsöld se pueden ver las reseñas
necrológicas de Volker Weidemann, op. cit., y Bodo Baschek, Mitteilungen der Astronomischen Gesellschaft,
vol. 79, pp. 11-5. También son de mucho interés los textos de O.C. Wilson y Sir Harold Jeffreys a propósito
de la concesión de la medalla de oro de la Royal Astronomical Society, Publications of the Astronomical
Society of the Pacific, vol. 68, n.º 401, April, 1956, pp. 89 y 91; y Monthly Notices of the Royal Astronomical
Society, vol. 117, pp. 344-6, respectivamente.
47
“En su viaje de regreso tuvo oportunidad de visitar Harvard y dar una conferencia sobre los espectros
estelares en presencia de Milne, Shapley y Eddington. Este último se mostró escéptico –así me lo narró
Unsöld–, sin embargo lo invitó a tomar té y cenar cuando fuera a Cambridge. Unsöld lo consideró un gran
honor para un joven de 24 años”, en V. Weidemann, op. cit., p. 554. La traducción es mía. Recordemos que
Eddington, además de pertenecer a la primera generación de grandes teóricos de la relatividad y dar la prueba
astronómica de su validez, fue también uno de los artífices de la teoría moderna de las estrellas. Para más
detalles véase Jacques Merleau-Ponty, Conditions, op. cit. p. 307. Recordemos que en el Observatorio del
Mount Wilson fue donde Hubble estableció, entre 1924 y 1925, la naturaleza extragaláctica de las nebulosas
espirales. Véase Helge Kragh y Robert W. Smith, “Who discovered the expanding universe?”, op. cit., pp.
141-162.
48
A. Unsöld, “Über die Struktur der Fraunhoferschen Linien und die Quantitative Spektralanalyse der
Sonnenatmosphäre”, Zeitschrift für Physik, 46, 1928, pp. 765-81. Para más detalles véase M. Longair, The
Cosmic Century, op. cit., p. 41.
49
Albrecht Unsöld, Physik der Sternatmosphären. Mit besonderer Berücksichtung der Sonne, Verlag von
Julius Springer, Berlin, 1938.
50
Para el surgimiento de la astrofísica, el análisis espectral y la identificación de los elementos químicos se
puede ver José Manuel Sánchez Ron, Historia de la física cuántica. I. El periodo fundacional (1860-1926)
[2001], Crítica, Barcelona, 2005, cap. 1, pp. 15-47.
51
Otro libro de Unsöld, Der neue Kosmos: Einführung in die Astronomie und Astrophysik, aparecido por vez
primera en 1967, sigue siendo en la actualidad, en su versión reelaborada y ampliada por Bodo Baschek, un

19
En 1939, en vísperas de las Segunda Guerra Mundial, Unsöld fue invitado en
calidad de profesor visitante en el Yerkes Observatory53 de la Universidad de Chicago,
donde pudo colaborar con el citado astrónomo de orígen alemán Otto Struve. Allí obtuvo el
primer análisis espectral detallado de la atmósfera de una estrella distinta al Sol, la estrella
BO Tau Scorpii.54 También realizó ulteriores visitas a los Estados Unidos después de la
guerra, durante los años 1950, 1957 y 1961, que le permitieron recuperar el contacto con
sus colegas americanos, y que a su vez posibilitaría el reestablecimiento del flujo de
investigadores y estudiantes alemanes a los principales observatorios americanos.

Durante sus años en Kiel, Unsöld también llevó a cabo investigaciones sobre la
formación de los elementos químicos y sus abundancias relativas en la composición de las
estrellas, sobre todo a partir de la década de los 60.55 De hecho contribuyó discreta y
tardíamente al debate sobre el origen de los elementos químicos en las estrellas,56 una
cuestión que nos lleva directamente a otra personalidad científica destacada, Carl Friedrich
von Weizsäcker,57 con quien Blumenberg mantuvo una intensa relación académica e
intelectual durante sus últimos años en Kiel, especialmente durante su breve periodo en la
Universidad de Hamburgo, como veremos en breve.

manual universitario de introducción a la astronomía y la astrofísica que ha sido traducido a varios idiomas
(p.e. la versión inglesa: The New Cosmos. An Introduction to Astronomy and Astrophysics, Springer, Berlin,
2005). El título de este libro fue escogido por Unsöld en referencia a la famosa obra Kosmos de Humboldt, a
la que tantas páginas, por cierto, habría de consagrarle el propio Blumenberg.
52
Hasta 1975 la Universidad de Kiel dispuso también de un observatorio radioastronómico. Véase V.
Weidemann, “Albrecht Unsöld (1905-1995)”, op. cit., p. 554; y Bodo Baschek, “Nachruf”, op. cit., p. 12.
Unsöld propuso que las radioestrellas podían ser estrellas enanas de poca masa y baja luminosidad óptica,
pero muy activas e incluso generadoras de rayos cósmicos. Véanse los trabajos de Unsöld, “Über den
Ursprung der Radiofrequenzstrahlung und der Ultrastrahlung in der Milchstrasse”, Zeitschrift für Astrophysik,
36, 1949, pp. 176-99; y “Origin of the Radio Frequency Emission and Cosmic Radiation in the Milky Way”,
Nature, 163, pp. 489-91. El lector interesado podrá encontrar más detalles en M. Longair, The Cosmic
Century, op. cit., p. 311.
53
En este mismo observatorio, Hubble recibió su entrenamiento como astrónomo profesional en 1919. Véase
Helge Kragh y Robert W. Smith, “Who discovered the expanding universe?”, History of Science, vol. 41,
2003, pp. 141-162.
54
Un resumen sobre el asunto de la evolución estelar durante la primera mitad del siglo XX y tras la Segunda
Guerra Mundial, en Vittorio Castellani e Cesare Chiosi, “L’evoluzione stellare”, en C. Castagnoli and A.
Masani (eds.), Astronomy and Astrophysics, op. cit., pp. 93-9.
55
Harold Jeffrey, op. cit., p.: 346. En el artículo periodístico de Thomas v. Randow, “Mysteriöse blaue
Punkte. Quasars geben neue Rätsel auf – Trügt die Rotverschebung?”, ZEIT, 15 März 1968, Nr. 11, S. 29
(DLA Marbach), se explican claramente los fundamentos del análisis espectral y de la identificación química
de los elementos mediante el estudio de la luz emitida. En el citado artículo de Robert Gerwin, “Quarks,
Sterne und Kristalle”, op. cit. se hace una amplia reseña de las contribuciones de Unsöld y de su significación
para la astronomía y la cosmología.
56
A. Unsöld, “Abundance distributions and origin of the elements”, Naturwiss., 63, 443, 1976. Véase también
“Die chemische Zusammensetzung der Sterne”, Sterne und Menschen, op. cit., pp. 79-108.
57
Unsöld hace referencia a Weizsäcker y a Bethe en diferentes lugares de su obra. Véase, por ejemplo, Sterne
und Menschen, op. cit., p. 5 y p. 81.

20
Tras el descubrimiento en 1927 de Fritz Houtermans [1903-1966] y Robert
Atkinson [1898-1982] de que las estrellas obtienen su energía mediante reacciones
nucleares, los astrofísicos se plantearon el problema de la formación de los elementos
químicos y de su abundancia relativa en el Universo.58 Carl Friedrich von Weizsäcker59
[1912-2007] y Hans Bethe60 [1906-2005] explicaron de manera independiente el proceso de
transformación del hidrógeno en helio mediante un ciclo que involucraba la producción de
carbono, nitrógeno y oxígeno.61 La cuestión, en consecuencia, no sólo era cómo explicar el
origen del hidrógeno, sino dilucidar el orden de creación de los elementos químicos
involucrados en la producción de helio y esclarecer si acaso todos los elementos eran
sintetizados en las estrellas.

En un célebre artículo de 1948, Ralph Alpher [1921-2007], Hans Bethe –in


absentia– y George Gamow [1904-1968] propusieron la hipótesis de que la génesis de los
elementos químicos remitía a un único proceso de producción –continuo y de complejidad
creciente– a partir de las estructuras nucleares más simples, que había de retrotraerse a las
fases tempranas de formación del universo.62 En esta teoría, el hidrógeno –el más sencillo
de los elementos químicos– habría sido sintetizado en primer lugar y, mediante un
mecanismo de adición sucesiva de neutrones, se habrían ido produciendo los núcleos
atómicos más pesados del resto de elementos químicos. Pero si bien la teoría podía dar
cuenta del origen de los elementos químicos ligeros, no podía explicar, sin embargo, el de
los elementos más pesados que el litio. Fue el físico nuclear y cosmólogo Fred Hoyle
[1915-2001] quien proporcionó, en 1953, una explicación satisfactoria de las reacciones
nucleares involucradas en este proceso y, en coautoría con William Fowler [1911-1995] y
el matrimonio de astrónomos Margaret Burbidge [n.1919] y Geoffrey Burbidge63 [1915-

58
Sobre evolución estelar y física nuclear véase Jacques Merleau-Ponty, Conditions, op. cit. p. 203. Véase
también M. Longair, The Cosmic Century, op. cit., “Early theories of stellar structure and evolution”, pp. 30 y
ss.
59
C. F. von. Weizsäcker; “Über Elementumwandlungen im Innern der Sterne I”, Physikalische Zeitschrift, 38,
1937, pp. 176-91; y “Über Elementumwandlungen im Innern der Sterne II”, Ibid., 39, 1938, pp. 633-46.
60
H. Bethe, “Energy production in stars”, Physical Review, 55, 1939, pp. 434-56.
61
M. Longair, The Cosmic Century, op. cit., p. 49 y p. 131. Sobre este asunto hay una referencia expresa en el
artículo periodístico de K. Rudzinski, “Ungelöstes Rätsel Kosmos. Fortschritte der Astronomie – neue Fragen
/ Spekulationen über das Weltall”, FAZ, 15 November 1967 (DLA Marbach). En este artículo son
mencionados tanto Weizsäcker como Bethe a propósito de la procesos nucleares en las estrellas. En otro
artículo más temprano de K. Rudzinski también se hacía amplia referencia a la formación de los elementos
químicos y de manera específica al hidrógeno: “Das Alter der Milchstraβe”. Rechnung mit vielen
Unbekannten / Vor der 47. Astronomentagung. 1. Oktober 1963, Nr. 227, S. 9. [FAZ?] (DLA, Marbach).
62
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie, op. cit., pp. 61 y ss.: “George Gamow […], en continuación de la
audaz hipótesis de Lemaître, supondrá que si los átomos no se formaron en las estrellas lo hicieron en los
minutos posteriores a la singularidad cósmica”. La traducción es mía. Véase también las pp. 342 ss y pp. 371
ss.
63
En el artículo periodístico de K.R. [¿K. Rudzinski?], “Sturz eines Weltall-Modells. Begrenzte Materie-
Hierarchie / Keine Super-Galaxienhaufen im Universum”, [FAZ?], 6. Januar 1971 (DLA Marbach), también
se hace referencia a Geoffrey Burbidge por su contribución, junto con A. M. Wolfe por el estudio de la

21
2010], propuso en 1957 una descripción de la nucleosíntesis de elementos químicos
pesados durante las explosiones de supernova.64 Esta cuestión dio lugar a una conocida y
apasionada polémica entre los defensores de la teoría del estado estacionario –que
postulaba la creación continua de materia-energía ex nihilo– y los defensores de lo que
luego se conocería como la teoría del Big Bang.65

Sobre este último debate, resulta de especial significación las contribuciones del
matemático y físico teórico Pascual Jordan, a quien Blumenberg tuvo oportunidad de
conocer en el contexto de la Akademie der Wissenschaften und der Literatur zu Mainz. Sin
embargo, antes de referirnos a Jordan, creemos oportuno detenernos brevemente en las
relaciones de Blumenberg con Weizsäcker.

Weizsäcker nació en Kiel en 1912 en el seno de una influyente y acomodada


familia. Su padre desempeñó los cargos de diplomático y secretario de Estado en el
Ministerio de Relaciones Exteriores durante la Segunda Guerra Mundial, y su propio
hermano llegaría a alcanzar la presidencia de la República Federal alemana en la década de
los 80. Weizsäcker estudió física, astronomía y matemáticas en Berlín, Göttingen y Leipzig,
y entre sus profesores se contaron Werner Heisenberg y Niels Bohr. En la década de los 30
realizó aportaciones significativas al estudio de las energías de unión de núcleos atómicos y
a los citados procesos de generación de energía nuclear en el interior de las estrellas. En
1942 obtuvo un puesto como profesor de física teórica en la Universidad de Estrasburgo, y
estuvo involucrado en el proyecto alemán de construcción de una bomba atómica –tal como
Einstein denunciara en su famosa carta a Franklin D. Roosevelt, a la sazón Presidente de
los Estados Unidos–. Una vez acabada la guerra, no obstante, se le permitió regresar a
Alemania, y en 1946 se convirtió en director del Departamento de Física teórica del Max
Planck Institut de Göttingen. Entre 1957 y 1969 obtuvo un puesto como profesor de

variación local de fondo de rayos X y de las fuentes de radiación X. El artículo fue subrayado por
Blumenberg.
64
Un resumen muy esclarecedor de estas cuestiones en Paul Murdin, Secrets of the Universe: How We
Discovered the Cosmos, The University of Chicago Press, 2009, cap. 46, “The Origin of the Elements”, pp.
224-7. Los hitos de la formación de los elementos químicos en estrellas es explicado en un artículo
periodístico sin fecha de Hans Jörg Fahr, “Kosmische Elementenzeugung in Zehntelsekunden?
Explosionsphasen der Sternentstehung – eine neue Hypothese für kosmische Materieschöpfung”, FAZ (DLA
Marbach). Este artículo está dedicado a glosar un trabajo de los astrofísicos Arnett y Clayton publicado en
Nature, con el título “Explosive Nucleosynthesis in Stars”, sobre la formación de núcleos durante la explosión
de estrellas. También se hacía referencia a Hoyle, Burbidge y Fowler.
65
Helge Kragh, Cosmology and Controversy: The Historical Development of Two Theories of the Universe,
Princeton University Press, 1996, pp. 202-68. Véase también M. Longair, op. cit., Part V “Astrophysical
cosmology since 1945”, pp. 316 y ss. Para ulteriores detalles sobre la nucleosíntesis se puede ver Bernard E.
J. Pagel, Nucleosynthesis and the Chemical Evolution of Galaxies [1997], Cambridge University Press, 2009.
En la línea de una cosmología evolucionista se enmarca, por cierto, el libro divulgativo de Unsöld, Evolution
kosmischer, biologischer und geistiger Strukturen [1981], 2. Auflage, Wissenschaftliche Verlagsgesellschaft,
Stuttgart, 1983.

22
filosofía y director del Seminars für Philosophie en la Universidad de Hamburgo, y es
precisamente en esta época y en este contexto donde se enmarca la relación intelectual y
personal que mantuvo con Blumenberg.66

Además de las contribuciones de Weizsäcker a la formación estelar de los elementos


químicos,67 también cabe señalar su teoría sobre la formación del sistema solar,68 basada en
la hipótesis kantiano-laplaciana de nebulosa.69 De acuerdo con la visión cosmogónica de
Weizsäcker, tanto el Sol como los planetas que integran el sistema solar habrían
evolucionado a partir de una nube de gas compuesta en su mayor parte de hidrógeno y
helio.70

Con cierta probabilidad Blumenberg tuvo oportunidad de conocer personalmente a


Weizsäcker en Kiel a finales de la década de los 50. Ya en las notas de sus primeras
lecciones universitarias, Blumenberg incorporó referencias a algunos trabajos de
Weizsäcker. Así, por ejemplo, en los textos que componen la Vorlesung IV, dedicada al
concepto de historia.71 Entre los documentos que integran esta lección se recoge un
resumen, fechado el 29 de mayo de 1950 –y con cierta seguridad redactado por uno de los
estudiantes de Blumenberg–72 a propósito de un seminario sobre Kant y Herder,73 y en el
que se hace mención expresa al libro de Weizsäcker Die Geschichte der Natur [1948].74
También en la Vorlesung XVI, sobre “Elementarbegriffe des wissenschaftlichen Denkens”

66
Para más detalles sobre el período de Weizsäcker en Hamburgo se puede ver Ulrich Gähde, “Carl Friedrich
von Weizsäcker als Profesor am Philosophischen Seminar der Universität Hamburg”, en Stephan Albrecht,
Ulrich Bartosch, Reiner Braun (eds.), Zur Verantwortung der Wissenschaft – Carl Friedrich von Weizsäcker
zu Ehren, Lit Verlag Dr. W. Hopf, Berlin, 2008, pp. 35-44, esta monografía recoge una recopilación de textos
en homenaje a Weizsäcker. Sobre su vida y sus contribuciones científicas y filosóficas se puede consultar
también Dieter Hattrup, Carl Friedrich von Weizsäcker. Physiker und Philosoph, Primus Verlag, Darmstandt,
2004.
67
Weizsäcker tuvo oportunidad de discutir esta cuestión con el propio Gamow. Véase Helge Kragh, “George
Gamow and the ‘Factual Approach’ to Relativistic Cosmology” en A. J. Kox and J. Eisenstaedt (eds.), The
Universe of General Relativity, Series: Einstein Studies, Vol. 11 2005, Birkhäuser, Boston, Cap. 11, p. 177.
Una somera revisión de las aportaciones de Weizsäcker, en H. Kragh, Cosmology and Controversy, op. cit.,
pp. 97-101.
68
Véase Carl Friedrich von Weizsäcker, Die Entstehung des Planetensystems [1943], Wissenschaftliche
Vorträge gehalten auf der akademischen Jahresfeier der technischen Hochschule München, 1950, pp. 1-8.
Véase adicionalmente Jacques Merleau-Ponty, Conditions, op. cit. p. 337.
69
Jacques Merleau-Ponty, Conditions, op. cit. pp. 273-300.
70
En resumen de su concepción en su The Relevance of Science: Creation and Cosmogony, Gifford Lectures
1959-60, Harper and Row, New York and Evanston, 1964, p. 143.
71
“Der Begriff der Geschichte”, Vorlesung IV (DLA Marbach).
72
“Protokoll der Siminarsitzung vom 29.06.50” (DLA Marbach).
73
Hans Blumenberg, Vorlesung IV (DLA Marbach).
74
En esta obra se recogen una serie de 12 conferencias pronunciadas por Weizsäcker en Göttingen en 1946, y
fue publicada en la editorial Hirzel, Leipzig/Stuttgart/Zürich, en 1948 (existe una nueva edición en esa misma
editorial Hirzel, Stuttgart 2006). Una revisión de Die Geschichte der Natur en Dieter Hattrup, Carl Friedrich
von Weizsäcker, op. cit., pp. 207-22.

23
[“Conceptos elementales del pensamiento científico”],75 se aludía a esta misma obra de
Weizsäcker y a su artículo “Das Experiment”, aparecido en 1947 en Studium Generale,76
una revista a la que el propio Blumenberg contribuiría en esos mismos años con diversos
trabajos. También en la Vorlesung XXIX, titulada “Philosophische Weltmodelle”
[“Modelos filosóficos de mundo”],77 Blumenberg hacía referencia, sin especificar el título,
a un texto de Weizsäcker de 1958 –probablemente Die Geschichte der Natur–. Tanto en
esta lección como en la anterior, cabe reconocer un intento por parte de Blumenberg de
llevar un poco más lejos la reflexión filosófico-metafísica sobre la cosmología78 que ya
iniciara en su tesis doctoral y en su trabajo de habilitación,79 pero con la importante
salvedad de que ahora se trataría de un enfoque eminentemente epistemológico, que incluye
ya algunos apuntes de índole histórica80 y en la que Blumenberg acredita un notable
conocimiento de la astronomía de la época.81

Pero a pesar de estas referencias tempranas, Blumenberg apenas si podía ocultar un


cierto recelo y menosprecio hacia la obra filosófica y aún a la figura de Weizsäcker, a quien
describió en 1958 como un “neófito de la filosofía y técnico de la bomba atómica a través
de la lógica pura”.82 Por lo demás, el propio Weizsäcker no tenía empacho en reconocer su

75
En las notas de esta misma lección Blumenberg reenviaba a su artículo “Technik und Wahrheit”, publicado
como las actas de un congreso celebrado en Bruselas en 1953, y en el que también mencionaba a Weizsäcker
(TuW 113-20).
76
Carl Friedrich von Weizsäcker, “Das Experiment”, Studium Generale, 1, 1947, pp. 3-9.
77
Vorlesung XXIX (DLA Marbach).
78
Sin duda Blumenberg llevaría a su plenitud este enclave temático en el discurso que pronunció en la
Universidad de Gieβen el 1 de julio de 1961 con motivo del aniversario de su refundación, y que luego
retomará fugazmente en la tercera parte [1973] de Die Legitimität der Neuzeit [1966]. Para esta cuestión véase
A. Fragio, “‘Das Überleben der Übergänge’. Nuevos paradigmas de análisis de la obra de Hans
Blumenberg”, en A. Fragio y Diego Giordano (eds.), Hans Blumenberg: Nuovi paradigmi d’analisi, Aracne
Editrice, Roma, 2010, pp. 41-3.
79
Véase A. Fragio, “La ontología cosmológica en la obra temprana de Hans Blumenberg: las Beiträge y Die
ontologische Distanz”, Res publica, n.º 23, Murcia, 2010, pp. 93-122.
80
En la Vorlesung XXIX se incluye un breve excurso sobre la pluralidad de los mundos (PMWM -2- a -4-),
que Blumenberg desarrollará con todo género de detalles en Die Legitimität der Neuzeit [1966].
81
Hans Blumenberg, (PMWM -4- y -5-) (DLA Marbach). También Blumenberg se refiere a la antropología
en perspectiva cosmológica en una de las fichas que acompañan estos materiales. Vorlesung XXIX (DLA
Marbach).
82
Carta de Blumenberg a Alfons Neukirchen, 24 de enero de 1958 (DLA Marbach). La traducción del pasaje
es mía. Sobre la cuestión de la bomba atómica véase el artículo de Blumenberg “Atommoral. Ein Gegenstück
zur Atomstrategie” [1946], en Helga Raulff (ed.), Strahlungen: Atom und Literatur. Marbachermagazin,
123/124, 2008, pp. 124-41. En su comentario a este texto, Marcel Lepper se ha referido también a
Weizsäcker, Kommentar, en Strahlungen, op. cit., p. 138. Véanse también los textos de Weizsäcker Die
Verantwortung der Wissenschaft im Atomzeitalter. Zwei Vorlesungen (gehalten in Bonn 1957 bzw. Göttingen
1956/1957), Vandenhoek & Ruprecht, Göttingen 1957; y “Mit der Bombe leben. Die gegenwärtigen
Aussichten einer Begrenzung der Gefahr eines Atomkrieges”. Sonderdruck ZEIT, Hamburg 1958. Más
detalles en W. Frühwald, “Hoffnung und Gefahr – Physik im Diskurs der Gesellschaft”, en Werner
Martienssen, Dieter Röβ (eds.), Physik im 21. Jahrhundert, Springer, Heidelberg, 2011, pp. 22-30.

24
“diletantismo”.83 Sea como fuere, parece que la mediación de Weizsäcker resultó decisiva
para la incorporación de Blumenberg a la Universidad de Hamburgo como profesor
extraordinario a finales de 1958.

En el Nachlaβ de Blumenberg se conserva un intercambio epistolar entre ambos


iniciado con una carta de Weizsäcker fechada el 15 de noviembre de 1957 en la que
acusaba recibo del envío de varios artículos de Blumenberg84 sobre historia de la
astronomía moderna y le invitaba a pronunciar una conferencia en la Universidad de
Hamburgo.85 En su respuesta, Blumenberg le propuso como tema de su conferencia alguno
de los siguientes: “Aufgabe und Umriβ einer Geistesgeschichte der Technik” [“Tarea y
esbozo de una historia intelectual de la técnica”],86 “Melanchthons Stellungnahme zu
Kopernikus” [“La toma de posición de Melanchthon sobre Copérnico”]87 y “Kopernikus im
Selbstverständnis der Neuzeit” [“Copérnico en la autocomprensión de la Modernidad”].88
Finalmente el argumento acordado fue “Kopernikus im Selbstverständnis der Neuzeit”, y
Blumenberg dictó su conferencia el 17 de enero de 1958.89 Algunos años después, el 24 de
abril de 1964, con motivo de su nombramiento como miembro ordinario en la Akademie
der Wissenschaften und der Literatur zu Mainz,90 Blumenberg pronunciaría un discurso
sobre este mismo asunto en una ceremonia presidida por Pascual Jordan, por entonces
director de la Akademie. Weizsäcker aún habría de invitar de nuevo a Blumenberg –el 30 de
julio de 1964– a participar en unas jornadas sobre Cusa, que en cierto modo marca los
prolegómenos a la preparación de Die Legitimität der Neuzeit [1966] (LdN) y de la célebre
contraposición entre el cusano –precopernicano– y el nolano –postcopernicano–91.

83
“meinen Dilettantismus”, carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 15 de diciembre de 1960 (DLA
Marbach). En Das Lachen der Thrakerin [1987], Blumenberg hacía referencia a Weizsäcker en estos
términos: “Me viene a la cabeza el joven físico que a finales de los años treinta encuentra oportunidad una
sola vez para escuchar una lección de Heidegger, cuyo tema era “Lógica” y en la que de hecho se hablaba de
Heráclito. Según sus recuerdos publicados, este joven físico habría contenido el aliento y su reacción habría
sido: “Esto es filosofía. No entiendo una palabra pero esto es filosofía”” (LdT 149, 195).
84
Blumenberg se había encargado de distribuir por doquier sus primeros trabajos, enviando copias de sus
textos a personalidades tan señeras como Löwith, Gadamer, Rothacker o el propio Weizsäcker. Durante toda
su vida Blumenberg mantuvo la costumbre de enviar sus trabajos a colegas y amigos.
85
Carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 15 de noviembre de 1957 (DLA Marbach).
86
Sin duda lo más sustancioso de esta cuestión se ha recogido en el póstumo de Blumenberg
Geistesgeschichte der Technik [2009] (GdT).
87
Véase H. Blumenberg, “Melanchthons Einspruch gegen Kopernikus” (MgK 174-82).
88
Carta de Blumenberg a Weizsäcker con fecha 23 de noviembre de 1957 (DLA Marbach).
89
En el Nachlaβ de Blumenberg se conserva una texto mecanografiado con fecha de 1958 y título
“Kopernikus im Selbstverständnis der Neuzeit”. Quizá fue éste el documento que le sirvió de soporte para su
conferencia de Hamburgo.
90
Hans Blumenberg, “Kopernikus im Selbstverständnis der Neuzeit” (KSN 339-68). Para más detalles sobre
la pertenencia de Blumenberg a la Akademie véase A. Fragio, “‘Das Überleben der Übergänge’”, op. cit., pp.
34-40.
91
Véase la carta de Blumenberg a Weizsäcker con fecha 27 de noviembre 1964 (DLA Marbach). Recordemos
que en 1957 Blumenberg había editado una selección de escritos de Cusa, y preparado un amplio estudio
preliminar: Nicolaus von Cues, Die Kunst der Vermutung. Auswahl aus den Schriften, Bremen, Schünemann,

25
La convergencia de intereses históricos y filosóficos entre Weizsäcker y
Blumenberg es clara, e incluye desde luego la astronomía moderna y la cosmogonía,92 pero
también la obra de Hans Jonas, y de manera especial su monumental Gnosis und
spätantiker Geist [1957].93 Blumenberg también le envió a Weizsäcker un ejemplar de su
primer libro, los Paradigmen zu einer Metaphorologie,94 y entre ambos se inició un
animado intercambio epistolar a propósito del estatus del concepto y la metáfora, de la
física moderna y especialmente del ideal cartesiano de exactitud.95 Sobre esta última
cuestión, Weizsäcker le remitió a Blumenberg su discurso sobre “El lenguaje de la física”
[“Die Sprache der Physik”]96 pronunciado en la Joachim-Jungius-Gesellschaft der
Wissenschaften –una academia científica de Hamburgo fundada en 1947–, no sin antes
advertirle que “desde mi experiencia con la ciencia exacta encuentro el ideal cartesiano
más o menos como una absurda ensoñación [“Hirngespinst”]”.97 El propio Weizsäcker

1957. Como es sabido, Cusa también tendrá mucha presencia en Die Legitimität der Neuzeit, donde
Blumenberg citaba el pasaje de un texto de Weizsäcker sobre Cusa, titulado “Philosophische Fragen der
Naturwissenschaften”, Merkur, XII, 1958. Cabe recordar aquí que encomendar la traducción de algunos
pasajes de la obra de Cusa era la distinción con la que Blumenberg honraba a sus mejores estudiantes.
Blumenberg también preparó una amplia introducción a la obra de Giordano Bruno, La Cena delle Ceneri,
bajo el título “Das Universum eines Ketzers”, en: Giordano Bruno, Das Aschermittwochsmahl, Insel,
Frankfurt am Main, 1969, pp. 9-51; reimpreso en Insel Taschenbuch, 1981, pp. 11-61.
92
En relación con la cosmogonía, en una carta con fecha 2 de diciembre de 1957 Weizsäcker le daba noticia a
Blumenberg de que estaba leyendo un libro titulado Geschichte der Kosmogonie. No nos ha sido posible, sin
embargo, identificar la referencia completa de esta obra.
93
En una carta con fecha el 15 de octubre de 1959, enviada por Weizsäcker a Blumenberg desde el Max
Planck Institut für Physik und Astrophysik, en München, le daba noticia de que estaba leyendo el primer
volumen del libro de Jonas sobre la gnosis. En su réplica del 17 de octubre de 1959, Blumenberg animaba a
Weizsäcker a que se tomase un respiro de sus trabajos en física para leer su propia reseña de la obra de Jonas.
Véase H. Blumenberg “Epochenschwelle und Rezeption” (EuR 94-120). Además de admirar su obra,
Blumenberg tenía una gran amistad con Jonas. En vano trató de que el puesto vacante dejado por Landgrebe
en Kiel lo ocupara Jonas, por entonces exiliado en los Estados Unidos. Blumenberg y Weizsäcker invitaron a
Jonas en 1959 a que impartiera una conferencia en la Universidad de Hamburgo. Existe un abundante
epistolario entre Blumenberg y Jonas.
94
No deja de ser llamativo que en los Paradigmen, publicado 9 años antes de la llegada del hombre a la Luna,
Blumenberg ya incidiera en la circunstancia de que quizá iba a ser necesario ponerse al día con la geografía
americana o rusa para estar a la altura de los testimonios “que nos traigan o radiotelegrafíen los primeros
viajeros” (PM 92, 141). Entre los artículos periodísticos conservados en su Nachlaβ figuran algunos sobre la
carrera espacial y el proyecto Gemini, preparatorio del célebre programa Apolo. Véase V.G., “Rekordflug mit
Hindernissen. Projekt Gemini 5 war fast ein voller Erfolg”, ZEIT, 3. September 1965, Nr. 36 – S. 23. En el
artículo [autor desconocido], “Massekonzentrationen auf dem Mond”, 17. August 1968, Nr. 190, S. 7, se hace
referencia tanto al programa Apolo, al orbitador lunar, al problema de las concentraciones de masa
(mascones) en la Luna, del que se ocuparon los matemáticos Paul Muller y William Sjogren del Instituto de
propulsión a reacción de Pasadena. También figura un tardío artículo periodístico, sin autor, sobre una misión
soviética fracasada a la Luna: “Misslungene sowjetische Mission zum Monde. Ein geheimes, 1974
aufgegebenes Projekt”. 20./21. [NZZ?], Januar 1990, Nr. 16 (DLA Marbach).
95
Véase en especial la carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 15 de diciembre de 1960 y la de
Blumenberg a Weizsäcker con fecha 31 de enero de 1961.
96
Recogido en Carl F. v. Weizsäcker, Die Einheit der Natur [1974], Deutscher Taschenbuch Verlag,
München, 2002, pp. 61-83.
97
Carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 15 de diciembre de 1960. La traducción del pasaje es mía.

26
había dedicado en 1957 su discurso de inicio del año académico de la Universidad de
Hamburgo a “Descartes y la ciencia moderna de la naturaleza”, en el que también hizo
amplia referencia a Copérnico, Kepler, Galileo, Newton y la teoría del sistema planetario.98
Por su parte, Blumenberg ya se había ocupado de Descartes y el problema del método en su
artículo de 1953 “Technik und Wahrheit”, en el que, por cierto, también había hecho
alusión a Weizsäcker.99

No obstante, de mayor significación y alcance fue la discusión entre Blumenberg y


Weizsäcker a propósito de la hermenéutica de la Modernidad y la secularización. En esta
breve disputa se pusieron de relieve las profundas diferencias que separaban a ambos
autores. De nuevo Blumenberg le remitió a Weizsäcker una serie de artículos,100 entre los
que parece se encontraba “‘Säkularisation’. Kritik einer Kategorie historischer
Illegitimität”.101 En su respuesta del 11 de diciembre de 1964, Weizsäcker dudaba de si
acaso había aprendido el término “secularización” gracias a Blumenberg,102 al tiempo que
le informaba que él mismo había tratado esta cuestión en las Gifford Lectures,103 una serie
de conferencias pronunciadas en la Universidad de Glasgow entre los años 1959-1961,
luego publicadas parcialmente en inglés bajo el título The Relevance of Science: Creation
and Cosmogony [1964],104 y en alemán como Die Tragweite der Wissenschaft [1964].105 La
particularidad de las Gifford Lectures residía en que estaban destinadas a promover y
difundir el estudio de la “teología natural”, esto es, el conocimiento de Dios a través de la
investigación de la naturaleza. La declarada confesión cristiana de Weizsäcker, que sin
pudor impregnaba las páginas de The Relevance of Science, a los ojos de Blumenberg
reproducía insidiosamente el malentendido de las comprensiones teológicas de la
Modernidad, que con tanto ardor habría de combatir en Die Legitimität der Neuzeit. En este
sentido, y al igual que en el caso de Carl Schmitt, la obra de Weizsäcker no podía sino
representar para Blumenberg otro ejemplo canónico y execrable de terguiversación
hermenéutica asociada al concepto de secularización, un nuevo episodio de “ilegimitidad

98
Carl Friedrich von Weizsäcker, Descartes und die neuzeitliche Naturwissenschaft. Rede gehalten anlässlich
der Feier zum Beginn des neuen Amtsjahres des Rektors der Universität Hamburg am 13. November 1957,
Im Selbstverlag der Universität Hamburg, 1958, pp. 5-30.
99
Hans Blumenberg, “Technik und Wahrheit” (TuW 117).
100
Carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 11 de diciembre de 1964 (DLA Marbach).
101
Recogido en Helmut Kuhn y Franz Wiedmann (eds.), Die Philosophie und die Frage nach dem Fortschritt
(VII. Deutscher Kongress für Philosophie, Münster, 1962), Pustet, München, pp. 240-65.
102
Carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 11 de diciembre de 1964 (DLA Marbach).
103
Para la posición de Weizsäcker sobre la secularización véase Dieter Hattrup, Carl Friedrich von
Weizsäcker, op. cit., pp. 115 y ss.
104
Carl F. v. Weizsäcker, The Relevance of Science: Creation and Cosmogony, Gifford Lectures 1959-60,
Harper and Row, New York and Evanston, 1964.
105
Carl F. v. Weizsäcker, Die Tragweite der Wissenschaft, Hirzel, Stuttgart, 1964. La edición completa con
ambas series de conferencias data de 1990. Existe también una edición de 2006. Una revisión de esta obra en
Dieter Hattrup, Carl Friedrich von Weizsäcker. op. cit., pp. 108-24; el propio D. Hattrup ha elaborado una
secuela con su Die Tragweite der Wissenschaft. Kölner Vorträge, Paderborn, 2010, pp. 1-80.

27
histórica”, por usar su propia expresión.106 En el caso de Weizsäcker aún agravado por su
tratamiento naïf de temas históricamente tan intrincados como los mitos cosmogónicos, la
filosofía griega, la astronomía moderna o la propia noción de “secularización”.

En una sustanciosa carta que Blumenberg envió a Weizsäcker el 12 de abril de


1965, le anticipaba algunos de los argumentos que luego constituirían Die Legitimität der
Neuzeit, como la tesis de la reocupación, la autoafirmación moderna en contra del
absolutismo teológico o la escatología. En Die Legitimität der Neuzeit Blumenberg hubo de
citar literalmente a Weizsäcker en diversas ocasiones para ilustrar precisamente la posición
a la que iba dirigida su crítica: “el mundo moderno puede ser entendido, en gran parte,
como resultado de una secularización del Cristianismo”.107

En este contexto nos interesa la amplia referencia de Blumenberg al descubrimiento


de Weizsäcker del ciclo del carbono y de la agotabilidad de los procesos energéticos del
cosmos. De hecho en Die Legitimität der Neuzeit Blumenberg glosa la anécdota de una
agria polémica de Weizsäcker con Walther Nernst [1864-1941] a propósito de la edad finita
del mundo, recogida con todo género de detalles en The Relevance of Science, precisamente
en la lección que Weizsäcker consagraba a la astronomía contemporánea. En esta lección
Weizsäcker repasaba los principales hallazgos astronómicos de la época, como el
descubrimiento de la expansión del universo, la dinámica interna de las galaxias, el
desplazamiento al rojo, la nucleosíntesis estelar de elementos químicos o la teoría del Big
Bang.108 De manera más precisa, la anécdota de su desencuentro con Walther Nernst la
introdujo al hilo de su comentario sobre la teoría del estado estacionario de Fred Hoyle y de
los procesos de creación espontánea de materia postulados por esta teoría, en particular en
relación con el problema de la edad del Sol y del universo. Vale la pena recoger el pasaje:

En 1938, cuando era un joven físico teórico en Berlín, presenté un artículo en el Coloquio de física
de la Universidad sobre la transmutación de elementos [químicos] en el Sol. Había concebido una
cadena específica de reacción nuclear que podía servir como fuente de energía para el Sol, el así
llamado ciclo del carbón, descubierto de manera independiente por Bethe en el mismo año y
trabajado con mayor detalle. Desde un punto de vista contemporáneo, es el tipo correcto de reacción
pero no desempeña en la actualidad la función principal en el Sol. En cualquier caso, estaba bastante
orgulloso de mi descubrimiento, y con la intención de mostrar su plausibilidad, enfaticé que permitía
estimar una posible edad del Sol en consonancia con la edad del universo determinada por el
desplazamiento al rojo, a la sazón una idea muy reciente. Sobre este aspecto, me topé con la violenta

106
Véase Alberto Fragio, “La destrucción blumenberguiana de las comprensiones teológicas de la
Modernidad”, ÉNDOXA: Series Filosóficas, n.º 26, Madrid, 2010, pp. 243-278; sobre la función que
desempeña la noción de “cosmos” en Die Legitimität der Neuzeit véanse las pp. 269-73.
107
Carl F. v. Weizsäcker, Die Tragweite der Wissenschaft, op. cit., p. 178, citado por H. Blumenberg (LdN
34, 32).
108
Ibid, p. 147. Weizsäcker abordaba también la cuestión del presunto inicio del universo y de la posibilidad
de un universo cíclico. Ibid, p. 150.

28
oposición del famoso físico-químico Walther Nernst, quien perteneceía a una generación más vieja y
que detentaba la cátedra de física en la Universidad de Berlín. Dijo que no podía ser científica la
consideración de que el universo pudiera tener una edad. En un primer momento no comprendí lo
que deseaba dar a entender. Explicó que la infinitud del tiempo era un elemento básico de cualquier
pensamiento científico, y negarlo soponía traicionar los fundamentos mismos de la ciencia. Estaba
muy sorprendido por esta aseveración, y respondí que era una aproximación científica proponer
hipótesis respaldadas por la experiencia, tal como la idea de que el universo tuviera una edad.
Replicó que no podía aceptar como científica una hipótesis en contradicción con los fundamentos de
la ciencia. Estaba profundamente enojado y la agria discusión, que fue continuada en su estudio
privado, no podía arrojar resultado alguno. El profesor F. Debye, en cuyo instituto estaba entonces
desarrollando mi trabajo y que nos acompañó hasta el estudio privado de Nernst, zanjó la discusión
con esta salomónica observación: “Mire, profesor, el Dr. von Weizsäcker está interesado en un
problema concreto sobre las fuentes de energía del Sol, y Vd. en el problema del Universo como un
todo, de tal modo que no hay contradicción entre sus concepciones. Déle tiempo. Es joven, y si Vd.
tiene razón terminará por compartir sus puntos de vista”. De este modo pudimos llegar a tiempo
para cenar. Lo que más me impresionó de Nernst no fueron sus argumentos, que mucho me temo
sigo pensando carecían de verdadera sustancia, sino su enfado. ¿Por qué estaba tan enfadado?109

La glosa de Blumenberg es la siguiente:

Newton no hubiera entendido por qué el físico berlinés Walther Nernst se enfadaba por el
pensamiento que desarrollaba ante él el joven físico Weizsäcker, de que, según sus cálculos
energéticos, el mundo no podía sino tener una edad finita. Weizsäcker achacó la cólera del otro físico
al miedo que le daba “el pensamiento de que el mundo pueda tener un final”. El tiempo absoluto se
habría convertido, a diferencia de lo que pasaba en Newton, en una cualidad del propio mundo.
Weizsäcker ve documentada, en esa sensación, el “rasgo profundamente irracional que hay en la fe
en la ciencia”: para Nernst, el mundo habría “ocupado el sitio del trono de Dios, constituyendo una
blasfemia el negarle atributos divinos”. Esto era una especie de experiencia primigenia de la
evidencia del concepto de secularización. Weizsäcker había observado, por primera vez, que el
“cientificismo trae consigo un rasgo que yo calificaría como una secularización de la fe cristiana”.
La escena relatada tuvo lugar en 1938, cuando el físico teórico había descubierto el ciclo del carbono
como la fuente energética de las estrellas; la agotabilidad de los procesos energéticos del cosmos
representó enseguida para él un impedimento de la infinitud del mundo, como una instancia crítica a
donde recurrir para atacar una ciencia secularizada, causa de que para el físico de la generación
precedente “el universo de duración infinita ocupara tanto el lugar del Dios eterno como el del alma
inmortal”. En cuanto a hipótesis biográfica, es difícil contradecir esta afirmación. Pero cuando
Nernst, según relata Weizsäcker, objetara que el pensamiento de una edad finita del universo no es
científico, al ser la duración infinita del tiempo un factor fundamental del pensamiento científico, no
tenía por qué estar secularizando, al decir esto, nada cristiano. Sólo tenía que haber leído a
Aristóteles [...]. También Aristóteles hubiera montado en cólera ante el pensamiento del final del
mundo, porque ello incluía el final del tiempo, algo para él contradictorio, o sea, imposible de pensar.

109
Weizsäcker, The Relevance of Science, op. cit. pp. 151-2. Véase también Helge Kragh, Matter and Spirit in
the Universe: Preludes to Modern Cosmology, Imperial College Press, London, 2004, p. 94.

29
Newton podía pensar de una forma distinta sobre ello, ya que, para él, el final del mundo no iba
vinculado con el final del tiempo, absoluto e independiente del mundo (LdN 96-7, 86-7).110

Como no podía ser de otra manera, Blumenberg hizo llegar a Weizsäcker un ejemplar de
Die Legitimität der Neuzeit,111 quien acusó recibo en una carta muy breve con fecha 19 de
enero de 1967.112 También recibió un ejemplar de la edición de Blumenberg de los escritos
de Galileo.113 No obstante, y si bien el nombre de Weizsäcker aparecía en la lista de envío
que Blumenberg preparó para Die Genesis der kopernikanischen Welt [1975],114 el final de
la correspondencia con Weizsäcker se cerró con una breve carta de este último dictada a su
secretaria, y con fecha de 17 de julio de 1968, en la que lacónicamente le agradecía el envío
de lo que creemos es “Wirklichkeitsbegriff und Staatstheorie” [1968] (WbS 121-46).115
Parece que desde entonces la relación entre ambos quedó interrumpida y no se volvería a
retomar.

El último científico de la época al que deseamos referirnos brevemente es Pascual


Jordan [1902-1980]. Jordan estudió matemáticas, física y zoología en la Technischen
Hochschule Hannover y en la Universität Göttingen, donde fue alumno de David Hilbert y
asistente del matemático Richard Courant y de los físicos Werner Heisenberg y Max Born.
Bajo la supervisión de este último obtuvo su doctorado en 1924. En esos años colaboró con
Born y Heisenberg en una célebre serie de artículos sobre la mecánica cuántica matricial.116
Sin embargo en este contexto no nos interesan tanto sus pioneras aportaciones a la
formulación matemática de la entonces incipiente mecánica cuántica o a la teoría cuántica
de campos –por las que obtuvo un gran reconocimiento– como a sus trabajos sobre
cosmología y astrofísica, que no tuvieron tan buena acogida y que a la postre se
demostrarían bastante desacertados.

110
En este pasaje Blumenberg remitía a su propio texto “Die kopernikanische Konsequenz für den
Zeitbegriff”, en Coloquia Copernicana, I, Varsovia, 1972, pp. 57-77. Como es sabido también se refirió
ampliamente a esta misma cuestión en Die Genesis der kopernikanischen Welt [1975] (GkW).
111
Sobre la lista de envío de Die Legitimität der Neuzeit véase A. Fragio, “‘Das Überleben der Übergänge’”,
op. cit., pp. 60-1, nota 128.
112
Carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 19 de enero de 1967 (DLA Marbach). No deja de ser
curioso, si bien meramente anecdótico, que Weizsäcker contribuyera en un monográfico francés titulado
Légitimité et légitimation de la science, Cahiers STS, 4, Ed. du Centre national de la recherche scientifique,
Paris, 1984, con el texto “Les conditions de possibilité de l’expérience et l’unité de la physique”, pp. 9-44.
113
Galileo Galilei, Sidereus Nuncius (Nachricht von neuen Sternen). Dialog über die Weltsysteme (Auswahl).
Vermessung der Höhle Dantes. Marginalien zu Tasso. Insel, Frankfurt am Main, 1965. Edición y estudio
preliminar de H. Blumenberg: “Das Fernrohr und die Ohnmacht der Wahrheit” (FuO 7-75). Véase la carta de
Weizsäcker a Blumenberg con fecha 16 de diciembre de 1965 (DLA Marbach).
114
Véase A. Fragio, “‘Das Überleben der Übergänge’”, op. cit., pp. 60-1, nota 128.
115
Véase también la carta de Weizsäcker a Blumenberg con fecha 17 de julio de 1968 (DLA Marbach).
116
Véase José Manuel Sánchez Ron, Historia de la física cuántica. I. El periodo fundacional (1860-1926)
[2001], Crítica, Barcelona, 2005, pp. 441-3 y 468.

30
El interés de Jordan por la cosmología se fecha a finales de la década de los 30, en
los años inmediatamente previos a la Segunda Guerra Mundial.117 Jordan propuso una
heterodoxa teoría cosmológica inspirada en la tradición relativista británica, estrechamente
relacionada con las controvertidas propuestas cosmológicas de Eddington y Dirac.118 La
cosmología de Jordan combinaba la concepción de Eddington de un universo finito119 y en
expansión con lo que el propio Jordan denominaba la “hipótesis de Dirac” [“Der Diracsche
Gedanke”], esto es, la variación en el tiempo de la constante de gravitación universal.120
También adoptó la idea de James Jeans y Dirac121 de una creación espontánea de
materia,122 pero no a la manera de Dirac –como la suave y homogénea producción de
átomos de hidrógeno en los remotos confines del universo– sino a la manera de Albrecht
Unsöld,123 en violentas y espectaculares explosiones de supernova presuntamente
generadoras de estrellas, nebulosas124 y de nuevos elementos químicos, bajo el esquema
Alpher-Bethe-Gamow125 y del ciclo del carbono de Bethe-Weizsäcker.126

Tras la Segunda Guerra Mundial, Jordan publicó varios libros y artículos127 en los
que desarrollaba ampliamente, y desde un punto de vista eminentemente matemático, sus
concepciones sobre cosmología y astrofísica. Entre ellos destaca singularmente Die
117
Véase en especial P. Jordan, “Zur empirischen Kosmologie”, Die Naturwissenschaften, 26, 1938, pp. 417-
21; y “Bemerkungen zur Kosmologie”, Annalen der Physik, 32, 1939, pp. 64-70.
118
H. Kragh, “From Quantum Theory to Cosmology: Pascual Jordan and ‘World Physics’”, en Pascual
Jordan (1902-1980). Mainzer Symposium zum 100. Geburtstag, Max Plack Institute for the History of
Science, preprint 2007, pp. 133-44. Para más detalles sobre la cosmología de Jordan véase Helge Kragh,
Matter and Spirit in the Universe, op. cit., pp. 175-85; y Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle,
op. cit., pp. 267 y ss.
119
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., p. 268: “[Jordan] propuso la hipótesis de un
Universo finito como la única capaz de resolver la paradoja de Olbers”. La traducción es mía.
120
En uno de los artículos periodísticos conservados en el Nachlaβ de Blumenberg se hacía referencia al
debate de las constantes de la naturaleza, de manera específica a Dirac y la cuestión de la disminución de la
gravedad con el tiempo: K. Rudzinski, “Ungelöstes Rätsel Kosmos. Fortschritte der Astronomie – neue
Fragen / Spekulationen über das Weltall”, FAZ, 15 November 1967 (DLA Marbach). Sobre Jordan y las
constantes de la naturaleza véase Helge Kragh, Higher Speculations. Grand Theories and Failed Revolutions
in Physics and Cosmology, Oxford University Press, 2011, cap. 7 “Varying Constants of Nature”, pp. 167-92;
también Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., pp. 112 y ss.
121
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., p. 225, nota 3.
122
Un resumen en Max Born, “Introduction”, Nature, 1949, 164, p. 637.
123
“Desde hace diez años vengo ampliando y radicalizando una idea de Unsöld: la representación de las
Supernovas I como estrellas recién nacidas”. Pascual Jordan, Schwerkraft und Weltall. Grundlagen der
theoretischen Kosmologie [1952], Zweitere, erweiterte Auflage. Bearbeitet unter Mitwirkkung von E.
Schücking, Friedr. Vieweg & Sohn, Braunschweig, 1955, p. 254. La traducción del pasaje es mía. El capítulo
V del tercer libro lo dedica a la creación de materia, las supernovas y la teoría de la formación de estrellas y
de los elementos químicos: 3. Buch, Die Hypothese der Materieerzeugung, Kapitel V: “Embryonale Sterne”,
pp. 244-272; § 38 “Die Hypothese der Sterngeburten”.
124
H. Kragh, “From Quantum Theory to Cosmology”, op. cit., p. 138.
125
Véase Pascual Jordan, Schwerkraft und Weltall, op. cit., p. 259. Véase asimismo P. Jordan, Atom und
Weltall. Einführung in den Gedankeninhalt der modernen Physik, Friedr. Vieweg & Sohn, Braunschweig,
1956, en especial, “Kernphysik und kosmische Geschichte”, pp. 124-32.
126
Pascual Jordan, Schwerkraft und Weltall, op. cit., pp. 115 y ss.
127
P. Jordan, “Über die Entstehung der Sterne”, Die Naturwissenschaften, 45, 1944, pp. 183-90.

31
Herkunft der Sterne [1947],128 Schwerkraft und Weltall [1952],129 Atom und Weltall
[1956],130 Über die Wolkenhülle der Venus [1967],131 y un artículo que apareció en Nature
[1949] en el que presentaba lo sustancial de sus ideas a un público inglés,132 y que marca el
encuentro con la teoría del estado estacionario, por esos mismos años también en
desarrollo.133

Las afinidades de Jordan con Weizsäcker van más allá de la creación de elementos
químicos en el interior de las estrellas134 o incluso de su compartida inquietud religiosa135 y
militancia política. Jordan también propuso una cosmogonía que describía el proceso de
formación de la Tierra y el fenómeno de la deriva continental bajo la hipótesis de una
disminución progresiva de la constante de gravitación a lo largo de la historia del universo.
En Schwerkraft und Weltall, Jordan discutirá la teoría de Weizsäcker sobre la formación de
planetas,136 y esbozará las consecuencias geológicas de esta hipótesis. En su Die Expansion
der Erde [1966]137 sugirió que la Tierra pudo haber aumentado su tamaño hasta su
dimensión actual a partir de una esfera inicial de un diámetro mucho menor.

No obstante, tanto su cosmogonía como su cosmología estaban plagadas de


anomalías, entre ellas que la estimación de la edad del universo resultaba menor que la de
la propia Tierra, una inconsistencia que sin duda habría encantado a Walther Nernst. Jordan
sostuvo un modelo de universo cerrado en expansión uniforme a la velocidad de la luz,138
pero la creación de materia involucraba una modificación de las ecuaciones de campo de la
teoría general de la relatividad, un problema al que también habrían de enfrentarse los

128
P. Jordan, Die Herkunft der Sterne, Wissenschaftliche Verlagsgesellschaft, Stuttgart, 1947. En este breve
ensayo Jordan resume lo esencial de su teoría de la formación de estrellas, de novas, supernovas y la creación
de materia.
129
P. Jordan, Schwerkraft und Weltall, op. cit.
130
P. Jordan, Atom und Weltall: Einführung in den Gedankeninhalt der modernen Physik, (1. Auflage,
zugleich 9. neugest. u. erw. Auflage d. Physik des 20. Jahrhunderts) Friedr. Vieweg & Sohn, Braunschweig,
1956, en especial, “Kernphysik und kosmische Geschichte”, pp. 124-32.
131
P. Jordan, Über die Wolkenhülle der Venus, Steiner, Wiesbaden, 1967.
132
P. Jordan, “Formation of stars and development of the universe”, Nature, 1949, 164, pp. 637-40.
133
H. Kragh, “From Quantum Theory to Cosmology”, op. cit., p. 141. Véase también Jacques Merleau-Ponty,
Cosmologie du XXe siècle, op. cit., p. 385. En uno de los artículos conservados en el Nachlaβ de Blumenberg,
aparecido en Der Spiegel, se apuntaba la idea, ligada a Hoyle, de que la explosión de los quásar son la señal
de que se está produciendo un nuevo acto de creación de materia: [autor desconocido], “Welt-Enstehung.
Schwarzes Loch”, Der Spiegel, Nr. 44, 1968, S. 177 (DLA Marbach).
134
Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe siècle, op. cit., pp. 233-4.
135
Der Naturwissenschaftler vor der religiösen Frage: Abbruch einer Mauer [1963], 6. Auflage, Stalling,
Oldenburg/Hamburg, 1972; Schöpfung und Geheimnis, Stalling, Oldenburg/Hamburg, 1970.
136
P. Jordan, Schwerkraft und Weltall, op. cit., p. 243.
137
P. Jordan, Die Expansion der Erde: Folgerungen aus der Diracschen Gravitationshypothese, Friedrich
Vieweg & Sohn, Braunschweig, 1966. Véase también H. Kragh, Higher Speculations, op. cit., p. 190, nota
25.
138
Véase H. Kragh, “From Quantum Theory to Cosmology”, op. cit., p. 140.

32
promotores de la cosmología cinemática y la teoría del estado estacionario.139 Sea como
fuere, entre los méritos de Jordan cabe contar el de haber sido uno de los primeros
científicos en aceptar una versión de la teoría del Big Bang, cuando ésta era poco más que
una especulación aventurada.140

Como ya hemos anticipado, Blumenberg tuvo oportunidad de conocer a Jordan en el


contexto de la Akademie der Wissenschaften und der Literatur zu Mainz. Además de la
citada ceremonia de nombramiento de Blumenberg como miembro ordinario, Jordan
también presidió el homenaje que la Akademie rindió a Erich Rothacker con motivo de su
defunción, acaecida el 10 de agosto de 1965, y en el que Blumenberg pronunció el discurso
funerario (Nruf 70-6).141 En su Nachlaβ también se conserva un amplio reportaje de un
periódico local sobre la Akademie, que incluía un breve artículo de Jordan sobre la
radioastronomía.142 Así las cosas, no es de extrañar el fulgurante comienzo sobre el hábitat
cósmico en Die Genesis der kopernikanischen Welt [1975]. Sin duda la adscripción de
Blumenberg a una institución de carácter científico sirvió de estímulo para que siguiese
trabajando en la historia de la ciencia moderna y de la astronomía.

No obstante, a la vista de la personalidad y de la pasada militancia de Jordan en el


partido nazi,143 cabe suponer una relación poco simpatética con Blumenberg.144 De hecho el
Nachlaβ recoge también un artículo aparecido en Der Spiegel [1967] con el título “Pascual
Jordan. Überall Front” [“Desde todos los frentes”], en el que se hacía eco de una polémica
desatada a raíz de una invitación que la Evangelisch-Kirchlichen Vereins der Schweiz hizo
a Jordan a finales de 1966 para que hablara en Zürich sobre Dios y la física teórica.145 El
párroco y científico suizo Heini Gränicher hubo de denunciar la “‘profunda relación’ entre
la ‘actitud espiritual’ del académico y el Nacionalsocialismo”,146 iniciando así una
controversia que transcendió a la prensa alemana y suiza. Con no poca malicia, Der Spiegel
acompañaba su artículo –en el que también se mencionaba a Weizsäcker en calidad de
firmante del “Göttinger Manifest”–147 con una fotografía de Jordan con el siguiente pie de

139
Ibid., p. 138.
140
Ibid, p. 140. Para la discusión de Jordan de los hallazgos de Hubble, en especial del “flujo de Hubble”
[“Hubble-Flucht”] o “movimiento de fuga” de las galaxias espirales, véase su Schwerkraft und Weltall, op.
cit., pp. 106 y ss; y su Atom und Weltall, op. cit. pp. 131 y ss.
141
Para más detalles véase A. Fragio, “‘Das Überleben der Übergänge’”, op. cit., p. 37.
142
Pascual Jordan, “Radio-Astronomie”, Rhein-Main-Nahe, 9 Februar 1966, S. 10 (DLA Marbach).
143
D. Hoffmann y M. Walker, “Der gute Nazi: Pascual Jordan und das Dritte Reich”, Pascual Jordan (1902-
1980). Mainzer Symposium zum 100. Geburtstag, Max Plack Institute for the History of Science, preprint
2007, pp. 83-112.
144
Blumenberg valora la cosmología de Jordan en Die Vollzähligkeit der Sterne (VS 273 y 397-8).
145
[Autor desconocido], “Pascual Jordan. Überall Front”, Der Spiegel, 1967, 3, p. 86.
146
Ibid.
147
Ibid.

33
foto: “Gottforscher Jordan. Wille zur Macht” [“Jordan, el investigador de Dios. Voluntad
de poder”].

Ad astra sine asperibus

La mayor parte de los artículos periodísticos sobre astronomía y cosmología conservados


en el Nachlaβ de Blumenberg corresponden a los diarios alemanes Frankfurter
Allgemeinen Zeitung (FAZ) y ZEIT. En menor medida a otros periódicos y revistas como el
suizo Neue Züricher Zeitung (NNZ), el francés L’Express o el alemán Der Spiegel.

En lo que respecta al FAZ, destacan singularmente los artículos de los profesores


Werner Braunbek [1901-1977] y Hans Jörg Fahr [n.1939], escritos a finales de la década de
los 60 y 70. El primero de ellos –Werner Braunbek– fue docente de física teórica en la
Technische Hochschule Stuttgart y en la Universität Tübingen, y publicó un buen número
de libros divulgativos sobre física, como Vom Lichtstrahl zum Neutrino. Eine moderne
Strahlenphysik für alle [1968], Wenn selbst Atome einfrieren - Physik der tiefsten
Temperaturen [1970] o Die unheimliche Wachstumsformel [1973].148 En lo que respecta a
Hans Jörg Fahr, ejerció como profesor de astrofísica en el Institut für Astrophysik und
Extraterrestrische Forschung de la Universität Bonn, y fue autor, asimismo, de varios
libros de astronomía y cosmología dirigidos al gran público, como Die zehn fetten Jahre
der Weltraumforschung [1976] o Raumzeitdenken, Zwangsvorstellung Unendlichkeit
[1982].149 A las décadas de los 60 y 70 también pertenecen numerosos artículos firmados
por Robert Gerwin, especialista en energía nuclear150 y jefe de prensa de la Max Planck
Gesellschaft;151 y por los redactores científicos del FAZ Kurt Rudzinski152 [n.1939] y Hans

148
Werner Braunbek, Vom Lichtstrahl zum Neutrino. Eine moderne Strahlenphysik für alle, Kosmos,
Stuttgart, 1968; Wenn selbst Atome einfrieren - Physik der tiefsten Temperaturen, Kosmos, Stuttgart, 1970;
Die unheimliche Wachstumsformel [1973], List Paul Verlag, 1982, entre otros libros.
149
Hans Jörg Fahr, Die zehn fetten Jahre der Weltraumforschung, Wissenschaftliche Buchgesellschaft,
Darmstadt, 1976; Raumzeitdenken, Zwangsvorstellung Unendlichkeit, Fromm Druckhaus A, 1982. Entre sus
publicaciones más recientes cabe contar también Zeit und kosmische Ordnung, Carl Hanser, 1995; Universum
ohne Urknall. Kosmologie in der Kontroverse, Spektrum Akademischer Verlag, 1995; y Der Urknall kommt
zu Fall. Kosmologie im Umbruch, Franckh Kosmos, Suttgart, 1992.
150
Robert Gerwin, Die Welt - Energieperspektive. Analyse bis zum Jahr 2030, (Vorgelegt von der Max
Planck Gesellschaft nach dem IIASA-Forschungsbericht “Energy in a finite world”), Goldmann Sachbuch,
1982; So ist das mit der Kernenergie, Econ, München, 1985. Prometheus wird nicht sterben. Energie für
heute und morgen, Econ, München, 1984. También es autor de un libro sobre Guillermo Marconi: Marconi.
Ein Erfinderleben in unserer Zeit, Oppermann, 1957.
151
Manfred Kriener, “Geschichte der Atomenergie. Aufbruch ins Wunderland”, ZEIT, 30. September, 2010.
152
El lector interesado podrá encontrar más información sobre K. Rudzinski en [autor desconocido], “Murren
und Mauscheln”, Der Spiegel 23, 1969, pp. 158-65, a propósito de una polémica sobre la creación de un
centro de investigación nuclear en Karlsruhe.

34
Zettler153 [m.2005]. En la década de los 80 se concentran asimismo una gran cantidad de
artículos escritos por Günter Paul [n.1946], doctor en física por la Universität Bonn,
especialista en Astronomía y en exploración espacial, y miembro del equipo de redacción
de la sección del FAZ “Natur und Wissenschaft”, autor asimismo de los libros Die dritte
Entdeckung der Erde [1974], Unsere Nachbarn im Weltall [1976] y Aufmarsch im Weltall
[1980].154

En relación con el periódico ZEIT, destacan por su cantidad los artículos de Günter
Haaf [n.1946], periodista científico y redactor científico del ZEIT entre 1977 y 1986; y los
del matemático Thomas von Randow [1921-2009],155 autor de libros de divulgación como
Der Mensch und die Energie. Von den Pyramiden bis zur Kernspaltung [1962].156 También
cabe contar con algunas contribuciones de Adalbert Bärwolf [1921-1995], uno de los
grandes cronistas alemanes de la exploración espacial,157 redactor científico158 e historiador
de la tecnología;159 y del Dr. Joachim W. Ekrutt, investigador científico y director del
Planetario de Hamburgo entre 1974 y 1975, y colaborador de la revista “Stern”.160 También
figuran, en fin, unos pocos artículos del divulgador científico Hoimar von Ditfurth [1921-
1989], fechados en la década 70; y del físico Rainer Kayser [n.1957], pertenecientes a la
década de los 80.

En relación con el resto de periódicos y revistas, los artículos o bien están escritos
por autores aislados o no figura autor alguno, como en el caso de Der Spiegel. En otras
ocasiones, se trata de meros recortes en los que sólo aparece el título y el cuerpo del texto.

153
Para mayores detalles sobre H. Zettler véase la reseña necrológica que le dedica el FAZ, 27.01.2005, Nr.
22, S. 34.
154
Günter Paul, Die dritte Entdeckung der Erde, Econ, München, 1974; Unsere Nachbarn im Weltall. Auf der
Suche nach außerirdischen Intelligenzen, Econ, München, 1976; y Aufmarsch im Weltall. Die Kriege der
Zukunft werden im Weltall entschieden, Keil, Bonn, 1980.
155
Para ulteriores detalles véase la reseña necrológica de Karsten Polke-Majewski, “Thomas von Randow –
Visionär seines Fachs”, ZEIT, 30 Juli 2009. Sobre Randow véase también H. Blumenberg (VS 483).
156
Thomas von Randow, Der Mensch und die Energie. Von den Pyramiden bis zur Kernspaltung, Delphin,
Zürich, 1962.
157
A. Bärwolf, Brennschluß- Rendezvous mit dem Mond. Ein Erlebnisbericht der amerikanischen Raumfahrt
mit 16 Farbtafeln, Ullstein Buchverlag, 1969; Es begann in Peenemünde. Bauten im Weltraum, Heitkamp,
1970; Die Marsfabrik: Aufbruch zum roten Planeten, Herbig Verlag, München, 1995.
158
Klaus Müller, “Adalbert Bärwolf. Verdienstvoller Reporter der Wissenschaft gestorben”, ZEIT,
21.11.1995.
159
A. Bärwolf, Die Geheimfabrik: Amerikas Sieg im Technologischen Krieg, Herbig Verlag, München, 1994.
160
A esta revista pertenece el artículo de J. W. Ekrutt conservado en el Nachlaβ de Blumenberg: “Jupiter lässt
Grüssen” [“Jupiter envía saludos”], Stern, pp. 66-72. Ekrutt también escribió, entre otros, los siguientes
libros: 5000 Jahre Zeitberechnung - Der Kalender im Wandel der Zeit, Kosmos Bibliothek, 1972; Die
Kleinen Planeten. Planetoide und ihre Entdeckungsgeschichte, Kosmos Verlag, 1982; Die Sonne. Die
Erforschung des kosmischen Feuers, Gruner & Jahr, 1991; Sterne und Planeten. Bestimmen. Kennenlernen.
Erleben, Gräfe & Unzer, 1999.

35
Como ya adelantábamos, estos artículos dan cuenta de la abrumadora proliferación
de estudios e investigaciones en el ámbito de la astronomía y la astrofísica. De manera más
específica, muestran los resultados científicos derivados de las sucesivas mejoras en los
instrumentos de observación y de la puesta en órbita de satélites artificiales y telescopios
espaciales,161 que en última instancia permitieron hacer accesible otras regiones del
espectro electromagnético inexploradas hasta la fecha.162 En este sentido, los artículos
conservados en el Nachlaβ de Blumenberg acreditan el paso de la astronomía óptica,163
basada en el espectro de luz visible que alcanza la superficie de la Tierra, a las “nuevas
astronomías”164 y los estudios multifrecuencia de objetos celestes.165 La apertura del
espectro electromagnético reveló espectaculares e inesperados fenómenos astronómicos
hasta entonces inadvertidos para la astronomía, como las radiogalaxias, los quásars, los
púlsars, las estrellas de neutrones o los agujeros negros.166 La capacidad de hacer
observaciones por encima de la atmósfera, evitando así la absorción de radiación en las
capas altas de la atmósfera terrestre, abrió nuevos dominios para la investigación astrofísica

161
Anatol Johansen, “Das Weltall ist ganz anders. Amerikanischer Super-Satellit OAO brachte überraschende
Ergebnisse”, ZEIT, 9. Mai 1969, Nr. 19, S. 63 (DLA Marbach); [autor desconocido], “Zu Weihnachten ein
künstlicher Komet”, FAZ, 23 Dezember 1984 (DLA Marbach); es un artículo sobre el satélite alemán IRM,
diseñado para investigar el campo magnético de la Tierra. Véase también el artículo sobre el telescopio
espacial Hubble: [autor desconocido], “Hubbles bislang tiefster Blick ins All. Weltraumteleskop nahm das
schwache Licht von 1500 Galaxien auf”, [no contiene fecha ni se identifica procedencia]. El artículo incluye
una fotografía con el siguiente pie de foto: “Zwei Teilbilder des Himmelsfeldes, in dem das Hubble-
Weltraumteleskop Galaxien in zehn Milliarden Lichtjahren Entfernung entdeckte”. En este artículo también se
hace referencia al célebre Cosmic Background Explorer (COBE), lanzado en 1989.
162
Ester Antonucci, “Research on Solar Activity in the Last 50 Years: The Space Era”, en C. Castagnoli and
A. Masani (eds.), Astronomy and Astrophysics in Italy in the Second Half of the XX Century, Italian Physical
Society, Bologna, 1998, p. 60.
163
Malcolm Longair, The Cosmic Century, op. cit. p. 125: “Until 1945, astronomy meant optical astronomy”
[“Hasta 1945, astronomía significó astronomía óptica”]. La traducción es mía.
164
M. Longair, The Cosmic Century, op. cit., cap. 7, “The opening up of the electromagnetic spectrum and the
new astronomies”, pp. 125-70.
165
Hans Zettler, “Haben die Neutrinos eine Masse?. Stetige Umwandlung zwischen verschiedenen Formen /
Konsequenzen für die Astrophysik?”, FAZ, 7.5.80 (DLA Marbach). Este artículo, sobre la significación
cosmogónica de los neutrinos y la expansión y/o contracción del universo, fue abundamentemente subrayado
por Blumenberg. Sobre los neutrinos también figura el artículo de H. J. Fahr, “Die Neutrinos und die ‘weiβen
Zwerge’. Die Astronomie erschieβt die Möglichkeit eines neuen Elementarprozesses”, FAZ, (DLA Marbach).
Sobre Joseph Weber y la controvertida astronomía de ondas gravitacionales, véase [autor desconocido],
“Schwerkraft. Äuβerst wild”, Der Spiegel, Nr. 11, 1970, S. 177 (DLA Marbach); Robert Gerwin,
“Gravitationswellen aus dem Milchstraβenzentrum”, op. cit.; y la entrevista de Joël de Rosnay a Hubert
Reeves, “Enquête sur nos origines. L’univers, avec Hubert Reeves”, L’Express, 11 Août 1989, pp. 42-47
(DLA Marbach). En este último artículo se hace referencia a un telescopio de gravitones, basado en ondas
gravitacionales, en el que Blumenberg ha destacado la expresión “une sorte de sismographe” [“una suerte de
sismógrafo”], ibid, p. 46.
166
Thomas von Randow, “Das Blinken erschüttert die Pulsar-Theorie”, [ZEIT?] 14. März 1969 (DLA
Marbach); F. B., “Pulsare – Quelle der kosmischen Strahlung? Eine neue Deutung der Ursache der
Pulsarwirkung”, FAZ, 3. Februar 1971, Nr. 28 (DLA Marbach); H. J. Fahr, “Spinare wirken wie Antimasse.
Die Relativitätstheorie und die schnell rotierenden Neutronsterne”, [FAZ?], 24.6.70 (DLA Marbach); [autor
desconocido], “Welt-Enstehung. Schwarzes Loch”, Der Spiegel, Nr. 44, 1968, S. 177 (DLA Marbach); Rainer
Kayser, “Zwerg statt Monster. Das ‘Schwarze Loch’ im Zentrum der Milchstraβe ist kleiner als
angenommen”, ZEIT [?] 24/1986 (DLA Marbach).

36
y cosmológica, proporcionando una imagen aún más compleja y amplia –si cabe– del
Universo.167 Los artículos compilados en el Nachlaβ de Blumenberg describen los
principales descubrimientos astronómicos acaecidos en las décadas de los 60, 70 y 80,
asociados al surgimiento de la radioastronomía,168 la astronomía de rayos gamma169 y rayos
X,170 la astronomía infrarroja171 y la ultravioleta.172

Blumenberg como contemplator caeli

A nuestro modo de ver, en la recepción periodística de estos hallazgos astronómicos cabe


reconocer todo un “umbral de época”, y con él una inesperada rehabilitación de la figura
del contemplator caeli. La repentina “transparencia” del cielo estaba convirtiendo en objeto
de experiencia lo que hasta el momento había permanecido absolutamente inaccesible. Las
crónicas periodísticas no hacían sino dar cuenta de este desplazamiento histórico de la
experiencia astronómica, y de la ganancia de realidad a ella asociada. El universo, el objeto
supremo y crítico de la facultad teórica del hombre y de su mundo,173 quedaba ahora “a la

167
Véase M. Longair, The Cosmic Century, op. cit., pp. 126 y ss. Véase asimismo K. Rudzinski, “Ungelöstes
Rätsel Kosmos” Fortschritte der Astronomie – neue Fragen / Spekulationen über das Weltall. FAZ, 15
November 1967 (DLA Marbach). En este artículo también se sugería la conexión entre radioastronomía y
física nuclear.
168
Véase también W. Braunbek, “Neue Prüfung der Allgemeinen Relativitätstheorie. Am Merkur reflektierte
Radarstrahlen im Schwerefeld der Sonne”, FAZ, 8.5.68 (DLA Marbach). En este artículo Braunbek relata los
experimentos llevados a cabo por Irwin I. Shapiro y su equipo, consistentes en estudiar el reflejo de
radioseñales enviadas a Mercurio desde la Tierra cuando éste se encontraba en conjunción con el Sol.
También se hace amplia referencia a Shapiro en Kurt Rudzinski, “Zweifel an der kosmischen
Rotverschiebung. Absurde astronomische Konsequenzen aus Beobachtungen an Doppelgalaxien”, [FAZ?],
30. Juni 1971, Nr. 147, S. 20-21 (DLA Marbach). Una panorámica de la radioastronomía en Woodruff T.
Sullivan, “The entry of radio astronomy into cosmology: radio stars and Martin Ryle’s 2C survey”, en B.
Bertotti et alt., Modern Cosmology in Retrospect, op. cit., cap. 16, pp. 309-30.
169
Hans Zettler, “Astronomie mit Gammastrahlen. Pulsare, Milchstraβe und Sterne als Strahlenquellen /
Erfolgreiche Messungen mit Satelliten”, FAZ, fecha aprox. 1973 (DLA Marbach); G. P. [¿Günter Paul?],
“Satelliten stören Gamma-Astronomie. Kernreaktoren an Bord als Strahlungsquellen / ‘Unrechte’ Signale”,
[FAZ?], 7.12.88 (DLA Marbach).
170
H. J. Fahr, “Universum ohne Anti-Welt. Zuwenig heiβe Röntgenstrahlung / Keine Materiesymmetrie im
Weltall”, [FAZ?] (DLA Marbach).
171
Robert Gerwin, “Astronomie mit infrarotem Licht. Eine neue Galaxie nahe der Milichstraβe / Arbeiten des
MPI für Astronomie an der Calar-Alto-Sternwarte”, FAZ, 23.6.76 (DLA Marbach); Rainer Kayser, “Zwerg
statt Monster”, op. cit. Véase también A. P., “Zwei neue Nachbargalaxien endeckt”. Maffei I und II in nur
drei Millionen Lichtjahren Abstand / Die lokale Milchstraβen-Familie ist gröβer, FAZ, 13.1.71 (DLA
Marbach); Robert Walgate, “Der zehnte Planet als Geburtshelfer für Komenten. Wandelstern in der Wolke”,
ZEIT, 1985 (DLA Marbach).
172
Anatol Johansen, “Das Weltall ist ganz anders”, op. cit.; Robert Gerwin, “Astronomie mit Satelliten.
Ultraviolett- und Gamma-Astronomie im Weltraum / Das Korona-Leuchten des Sonnensystems”, [FAZ?], 19.
August 1970, Nr. 190, S. 21 (DLA Marbach). Véase también [autor desconocido], “Hubbles bislang tiefster
Blick ins All”, op. cit.
173
Emanuela Mazzi, “I pensieri astronoetici come laboratorio per un’antropologia sperimentale: la riflessione
di Hans Blumenberg sull’impresa spaziale”, en A Fragio y D. Giordano (eds.), Hans Blumenberg: Nuovi
paradigmi d’analisi, op. cit., p. 163.

37
mano”, se hacía disponible en tanto espacio de experiencia. La recepción periodística de la
astronomía permitía “un ideal de captación de la realidad en la dimensión de lo inaccesible
y, por tanto, de la ‘pura’ admiración” (LdT 121, 159), es decir, dejaba franca la posibilidad
de reinstaurar al spectator mundi. Con la pérdida de la opacidad del firmamento, el
resurgimiento del contemplator caeli era en cierto modo una consecuencia necesaria.

Como veremos en el capítulo 3, Blumenberg se ocupó ampliamente de la larga y


accidentada singladura del contemplator caeli, hasta el punto de que un individuo mirando
el cielo estrellado ha quedado como el motivo más persistente de sus trabajos sobre historia
de la astronomía. A la vista de la colección de noticias periodísticas preservadas en su
Nachlaβ, la conclusión se impone: el propio Blumenberg acabó por encarnar la figura del
contemplator caeli.174 Pero la peculiaridad histórica del contemplator caeli contemporáneo,
el “astronoético” (VS), en tanto lector de periódicos –y aún espectador televisivo– pasaba
por haber neutralizado la amenaza permanente de la caída. Era un espectador sin riesgos,
que ni siquiera había de frecuentar los observatorios astronómicos, sino que podía limitarse
a esperar la llegada matutina del periódico. El astronoético había reocupado la vieja Sorge
por los astros, su curiosidad irrefrenable por los fenómenos celestes, pero con la feliz
paradoja –sin precedentes en el pasado– de que su “cura del ver”175 no comportaba una
contraprestación existencial en relación con el mundo de la vida y sus exigencias. La Sorge
por los astros era ahora cómodamente gestionada con los periódicos. Se trataba, en todo
caso, de acumularlos: ad astra sine asperibus.

Desde nuestro punto de vista, las “glosas astronoéticas” de Die Vollzähligkeit der
Sterne [1997]176 (VS) no son sino el rendimiento teórico de la preocupación de Blumenberg
por la astronomía, una cura que mantuvo viva durante más de tres decenios. Las “glosas”
constituyen el monumento de su admiración ante los hallazgos de la astronomía de la
segunda mitad del siglo XX. Estos éxitos y descubrimientos daban un nuevo contenido a
“la formación del trasfondo cósmico de la historia de la conciencia humana”,177 y
Blumenberg no pudo sino ejercer un registro de ello. Dicho de otra manera: los nuevos
hallazgos astronómicos ofrecían “una posible autocomprensión” [“Ein mögliches
Selbstverständnis”] (EmS). En consecuencia, podemos entender la astronoética como un
ejercicio de reflexión sobre la existencia humana en perspectiva cosmológica: “el universo

174
En este sentido, no en vano se ha señalado que el astronoético es una forma tardía del contemplator caeli.
Véase Oliver Müller, Die Sorge um die Vernunft. Hans Blumenbergs phänomenologische Anthropologie,
Mentis Verlag, Paderborn 2005, p. 102. Véase también E. Mazzi, “I pensieri astronoetici”, op. cit., p. 281.
175
“die Sorge des Sehens” (LdT 152, 198).
176
Discutiremos la “astronoética” de Blumenberg en el capítulo cuarto.
177
“die Formierung des kosmischen Hintergrundes der menschlichen Bewuβtseinsgeschichte” (GkW 15, 6).

38
sería simplemente una de las vías largas y tortuosas que el hombre recorre para obtener
luz sobre sí mismo como un ser capaz de conocer […]”.178

Pero el astronoético como contemplator caeli encerraba ya el telos de la utopía


burguesa, y su ideal de un mundo plenamente dispuesto para la contemplación. La
astronomía contemporánea alentaba la curiosidad por los astros, al tiempo que difundía el
placer estético hacia “las bellas verdades sobre el Universo”.179 Las afinidades electivas
entre la utopía burguesa y el “pathos cosmológico”180 resultan evidentes.

En lo que hace al caso de Blumenberg, incluye todavía un aspecto decisivo


pendiente de análisis: la conversión de la astronomía en esfera de intimidad. En la medida
en que la astronomía no había cesado de agrandar el “hiato entre teoría y vida” (SdP 17),
abría un punto de fuga del mundo de la vida, de su absolutismo.181 Creemos que
Blumenberg convirtió la astronomía en esfera de intimidad tras un incidente, no exento de
amargura, en el que resuenan los ecos de la risa de la criada tracia. En este sentido
específico cabría hablar más bien de un per aspera ad astra, que haría de los astros el
contenido legítimo de la Sorge, y de la astronomía en su conjunto, “un acto de legítima
defensa”,182 de “legítima defensa cósmica” [“kosmische Notwehr”].183

A nuestro juicio, el incidente se remonta a los años de Poetik und Hermeneutik, y


supuso la completa desvinculación de Blumenberg de este grupo de investigación, del que
fue uno de sus miembros fundadores en 1963, y en el que participó activamente hasta 1974,
justo el año del incidente.184 Podemos considerar el trabajo de Blumenberg “Der Sturz des
Protophilosophen. Zur Komik der reinen Theorie – anhand einer Rezeptionsgeschichte der
Thales-Anekdote” [1976], preparado para la que sería su última intervención en Poetik und
Hermeneutik, como una refinada culminación de Die Genesis der kopernikanischen Welt
[1975], su gran obra sobre historia de la astronomía moderna, que por entonces estaba
ultimando. El que Blumenberg decidiera muchos años después reelaborar y ampliar “Der
Sturz des Protophilosophen” –que fue publicado tardíamente como Das Lachen der
Thrakerin. Eine Urgeschichte der Theorie [1987]– da una idea de la estima que reservaba a
este texto. No obstante, su ensayo no tuvo la acogida que esperaba y que sin duda merecía:
“Uno se pone al corriente de la historia de la recepción en virtud de una presentación suya

178
H. Blumenberg, Tempo della vita e tempo del mondo, op. cit., pp. 279-80. Citado por E. Mazzi, “I pensieri
astronoetici”, op. cit., p. 297. La traducción es nuestra.
179
“die schönen Wahrheiten über des Weltall”. H. Blumenberg, UNF –209– (DLA Marbach).
180
“Kosmologisches Pathos” (VS XI).
181
Véase E. Mazzi, “I pensieri astronoetici”, op. cit., pp. 285-6.
182
“einen Akt der Notwehr”. H. Blumenberg, “Kosmische Notwehr” UNF –210– (DLA Marbach)
183
H. Blumenberg, “Kosmische Notwehr” UNF –208– (DLA Marbach).
184
Véanse los artículos sobre Poetik und Hermeneutik recogidos en Internationales Archiv für
Sozialgeschichte der deutschen Literatur, 1, 2010.

39
cualquiera, y luego toma una postura al respecto […]” (LdT 160, 209).185 Si bien la
correspondencia de Blumenberg con los miembros fundadores de Poetik und Hermeneutik
atestigua el progresivo desencanto con el grupo, el punto de no retorno sin duda lo marcó
su desencuentro con el filólogo Harld Weinrich, quien hubo de incorporarse al grupo en
etapas sucesivas. De este modo iniciaba la réplica Weinrich: “Sólo puedo leer la historia de
Tales y de la maliciosa criada tracia, así como la historia del éxito de esa historia entre los
filósofos, desde Platón hasta Heidegger, con una cierta desazón, que en determinados
momentos se acrecienta hasta convertirse en un sentimiento embarazoso”. En explícita
referencia a Blumenberg y Marquard, añadía: “Me irrita aquí y en otras partes el celo con
el que esta historia es contada precisamente por aquellas personas a las que propiamente
debería afectar también la risa de la criada”.186

La dolida respuesta de Blumenberg está recogida al final de Das Lachen der


Thrakerin, y no vamos a entrar en ella. Con un resto inconfundible de amargura,
Blumenberg le hizo a Iser la petición expresa de que no se volviera a utilizar su nombre
para representar a Poetik und Hermeneutik.187 Blumenberg, que había pertenecido al “viejo
núcleo de los antiguos miembros de Poetik und Hermeneutik”,188 parece decidió abandonar
el grupo definitivamente tras el incidente con Weinrich. Más que una “desilusión”,189 su
ruptura estuvo asociada –creemos– a la mala recepción de su trabajo sobre la historia de la
anécdota de Tales de Mileto, una inesperada “inversión de la risa”,190 que en lo sucesivo
haría de los temas astronómicos un íntimo reducto intelectual extraordinariamente
pregnante.

En este sentido, Blumenberg pudo testimoniar de primera mano los nuevos


episodios del trabajo sobre el mito que la astronomía del XX estaba produciendo, si bien
desde su esfera de intimidad. En tanto contemplator caeli, Blumenberg presenció la
reocupación astronómica del mito y la metáfora practicada por la astronomía
contemporánea. Los descubrimientos astronómicos y astrofísicos acaecidos durante la
segunda mitad del XX no sólo hubieron de permitir la pervivencia del mito, sino que

185
En La risa de la muchacha tracia Blumenberg reconstruyó la recepción histórica de la anécdota de la caída
de Tales de Mileto en un pozo mientras observaba las estrellas. Nos ocuparemos de esta cuestión en los
capítulos segundo y tercero.
186
Harald Weinrich, “Thales und die thrakische Magd: allseitige Schadenfreude”, en W. Preisendanz y R.
Warning (eds.), Poetik und Hermeneutik. Arbeitergebnisse einer Forschungsgruppe, VII, München, 1976, pp.
435-6. La traducción del pasaje es mía.
187
Carta de Blumenberg a Iser, con fecha 19.1.1977 (DLA Marbach).
188
Carta de Blumenberg a Iser, con fecha 10.8.1976 (DLA Marbach). La traducción del pasaje es mía.
189
Julia Wagner: Anfangen. “Zur Konstitutionsphase der Forschungsgruppe ‘Poetik und Hermeneutik’”, en
Internationales Archiv für Sozialgeschichte der deutschen Literatur, 1, 2010, pp. 53-76, nota 13.
190
“Die Umkehrung des Lachens – Wie man Zyniker wird” (VS 448-50).

40
propiciaron su secreta renovación. Con sus sensacionales hallazgos, la astronomía y la
astronáutica volvieron a remitificar el cosmos.

Sin ninguna duda, esta remitificación del cosmos191 –más allá de la investidura de
nomenclaturas míticas a cuerpos celestes– estuvo estrechamente ligada tanto a la
proliferación de metáforas cosmológicas como a la exploración del sistema solar mediante
sondas y satélites. Un buen número de los artículos periodísticos conservados en el Nachlaβ
de Blumenberg, así como de sus glosas astronoéticas, guardan relación con las
sensacionales proezas de las sondas americanas y soviéticas (VS 548).192 Estos nuevos
“mensajeros siderales” traían noticias fabulosas sobre Júpiter y sus mares de hidrógeno
líquido a alta temperatura,193 de los paisajes volcánicos de Io, con montañas tan altas como
las de la Tierra; imágenes detalladas de la superficie y la atmósfera de Marte,194 de las
crestas y valles [“Bergrücken und Täler”] de Venus195 o del polo norte azul pálido de
Neptuno [“blaβblauen Neptuns”];196 de la nieve de metano [“Methanschnee”] de Tritón,197

191
“Un evento como nunca antes había visto un hombre”, titulaba Günter Paul su artículo sobre el impacto del
cometa Schoemaker-Levy sobre Júpiter. Véase G. Paul, “Ein Ereignis, wie es noch nie ein Mensch gesehen
hat. Der zerbrochene Komet Schoemaker-Levy stürzt auf den Jupiter / Riesige Trümmer / Hoffnung auf
Erkenntnisse über den Planeten”, [FAZ?], 15. Juli 1994, Nr. 162, S. 7 (DLA Marbach).
192
Véase Joachim W. Ekrutt, “Jupiter lässt Grüssen”, op. cit. En este artículo se hablaba de las sondas
americanas Voyager 1 y 2, y Pioneer 10 y 11, e incluía espectaculares imágenes de Júpiter.
193
H. Z. [¿Hans Zettler?], “Ist der Planet Jupiter eine ‘verhinderte Sonne’? Erkundung mit ‘Pioneer 11’ /
Geschwindigkeitsrekord: 170 000 km/st”, FAZ, 29 November 1974, Nr. 277, S. 9 (DLA Marbach). En este
artículo –abundantemente subrayado por Blumenberg– se hacía referencia a Júpiter como una estrella fallida
que no había podido alcanzar su “objetivo de clase” [ “Klassenziel”], a saber, convertirse en un pequeño Sol.
Además de este pasaje, Blumenberg también ha destacado los records de velocidad de la sonda Pioneer 11.
194
Kurt Rudzinski, “Ungelöstes Rätsel Mars”, op. cit. Es éste un artículo sensacional sobre las sondas Mariner
6 y 7; Véase también Thomas v. Randow, “Fahndung nach Leben auf dem Mars”, ZEIT, Nr. 28, 2 Juli 1976,
S. 40 (DLA Marbach). En la misma página figuraba un artículo de Carl Sagan, “Wenn Viking fündig würde”,
op. cit., en el que se narraba la peripecia de las Viking 1 y 2, lanzadas respectivamente el 20 de agosto y el 9
de septiembre de 1975. También se hace referencia a Giovanni Schiaparelli y la cuestión de los canales en
Marte como posible indicio de habitantes. Véase asimismo Adalbert Bärwolf, “Viking landete auf dem Punkt,
und ihre Väter staunten und weinten”, WELT, 22. Juli 1976, Nr. 168, S. 7 (DLA Marbach); H. Zettler, “Noch
kein eindeutiger Nachweis von Mars-Leben. Sehr aktiver Marsboden mit hohem Eisengehalt / Vermutlich
anorganische Reaktionen”, [FAZ?], 18.8.76 (DLA Marbach); Adalbert Bärwolf, “Noch leugnet das Chemie-
Labor ein Leben auf dem Mars”, WELT, 31.8.76 (DLA Marbach).
195
G. P. [Günter Paul?] “Sowjetische Sonden zum Halley-Kometen”, [FAZ?], 8 August 1984. Nr. 174, Seite
24 (DLA Marbach). Véase también la fotografía de periódico, con título de pie: “Neue Venus-Bilder so
deutlich wie noch nie”, 23.8.90, firmado por G.P. [Günter Paul?], era una imagen de Venus capturada por la
sonda Magallanes.
196
[Autor desconocido], “Erfolgreiche Nasa-Mission zum Neptum. Entdeckung weiterer Monde”, NZZ, 26/27
August 1989, Nr. 197 (DLA Marbach); Gilbert Charles, “Voyager 2: un radeau pour Neptune”, L’Express, 1
Septembre 1989, pp. 32-4 (DLA Marbach); Horst Rademacher, “Nach dem Rendezvous in den Schatten des
Neptuns”. Voyager 2 entdeckt zwei neue Monde des Planeten / Erfolgreicher Abschluβ der Reise an den Rand
des Sonnensystems, FAZ, 26 August 1989, Nr. 197, Seite 7 (DLA Marbach).
197
Horst Rademacher, “Aus den Vulkanen flieβt Eis statt Lava” Voyager-Fotos von Neptunmond Triton
begeistern die Wissenschaftler / Methanschnee / Wieder Ringe am Planeten entdeckt, FAZ, 28. August 1989,
Nr. 197, Seite 198. En este artículo se mostraban fotografías espectaculares de Tritón. Véase también [Horst
Rademacher?] “Abschied von der Welt der Planeten und Monde”, FAZ, 6. September 1989, Nr. 206, S. 1
(DLA Marbach). Este artículo está abundantemente subrayado por Blumenberg.

41
de los anillos de Urano,198 o de Titán “comme une sorte de Terre primitive” [“como una
suerte de tierra primitiva”].199

Pero al mismo tiempo, al despliegue de este espectáculo celeste, corrió paralela una
insidiosa renovación de los enigmas del mundo, y con ellos de las especulaciones
cosmológicas.200 En tanto horizonte de proyectividad por excelencia,201 el universo seguía
revelándose como un fondo originario de inconceptuabilidad –el terreno por excelencia de
la metáfora–. En estos términos lo había expresado Blumenberg en Die Genesis der
kopernikanischen Welt [1975]: “la insuficiencia de la presencia intuitiva del universo, en
cualquier momento dado, ofrece la ocasión al concepto para la construcción de la historia
del universo como la dimensión en la que todo resulta concebible” (GkW 76, 62).

Nos hemos acostumbrado, sin embargo, a pensar la irrepresentabilidad como una


característica prevalente de las distancias cósmicas202 o de los abismos temporales de la
historia del universo, y no del fondo genuinamente inconceptuable que subyace tras la
figuración de los objetos astronómicos.203 En una entrevista al astrofísico canadiense
Hubert Reeves [n. 1932] a propósito de los orígenes del universo, publicada en L’Express
en 1989, Blumenberg había destacado precisamente aquellos pasajes que apuntaban al
abandono del sentido común en las teorías cosmológicas contemporáneas, cuando
“nuestras teorías yo no se pueden aplicar […] y las nociones tradicionales de espacio y
tiempo pierden su sentido”.204 Blumenberg no había dejado de subrayar también la

198
[Autor desconocido], “Die Bögen am Neptun und eine Theorie. Aufnahmen von Voyager 2 verändern das
Bild des Sonnensystems Vorbeiflug”, 25.8.89 (DLA Marbach). Sobre el descubrimiento de anillos en Júpiter
y Urano. Incluye fotografías de Neptuno y sus inmediaciones.
199
Gilbert Charles, “Espace: les temps nouveaux. La première retombée de Voyager 2 relancer les projets
d’exploration spatiale. Une vingtaine de ‘missions’ sont déjà programmées”, L’Express, 8 de septiembre de
1989, p. 19 (DLA Marbach).
200
K. Rudzinski, “Ungelöstes Rätsel Kosmos”, op. cit.: “das ignorabimus in der Kosmologie unser Schicksal
sein wird”; Véase también Thomas v. Randow, “Mysteriöse blaue Punkte. Quasars geben neue Rätsel auf –
Trügt die Rotverschebung?”, ZEIT, 15 März 1968, Nr. 11, S. 29 (DLA Marbach); [autor desconocido],
“Rätselsterne. Kleine grüne Männer”, Der Spiegel, 16/1968, 15.04.1968 (DLA Marbach). Véase también K.R.
[¿Kurt Rudzinski?], “Das Rätsel des Radiohimmels - Die 3-Grad Kelvin-Strahlung im Kosmos kein
Überbleibsel des Urknalls”, [FAZ?] (DLA Marbach); Eugen Hintsches, “Ein Rätsel der Neutronensterne
gelüftet. Das stärkste Magnetfeld im Kosmos / Ballonsonde untersucht Röntgenblitze”, FAZ, 27. April 1977,
Nr. 97, S. 27 (DLA Marbach).
201
Sobre este particular véanse Alexander C.T. Geppert (ed.), Imagining Outer Space: European Astroculture
in the Twentieth Century, Palgrave Macmillan, Basingstoke/New York, 2012; y Alexander C.T. Geppert (ed.),
Limiting Outer Space: Astroculture After Apollo, Palgrave Macmillan, Basingstoke/New York, 2016.
202
[Autor desconocido], “Das Lotteriespiel bei der Suche nach den Auβerirdischen. Unvorstellbare
Entfernungen, wenig Geld / Geben aber muβ es sie eigentlich”, FAZ, 12. November 1982, Nr. 263 (DLA
Marbach).
203
K.R. [¿K. Rudzinski?], “Sturz eines Weltall-Modells. Begrenzte Materie-Hierarchie / Keine Super-
Galaxienhaufen im Universum”, [FAZ?] 6. Januar 1971 (DLA Marbach).
204
“nos théories ne s’appliquent plus […] [et] nos notions traditionnelles d’espace et de temps n’ont plus de
sens”. Entrevista de Joël de Rosnay a Hubert Reeves, “Enquête sur nos origines. L’univers, avec Hubert
Reeves”, L’Express, 11 Août 1989, pp. 42-47 (DLA Marbach), p. 45. La traducción es mía.

42
respuesta de Reeves a la pregunta que le formulaba el entrevistador sobre cómo pensar el
momento previo al Big Bang: “Il préparait l’enfer pour ceux qui posent cette question” [“el
infierno está reservado para quienes plantean esa pregunta”].205

Los artículos periodísticos recopilados por Blumenberg evidencian, en fin, un caso


paradigmático de lo que él mismo denominaba un “contexto de determinación débil” [“im
Kontext die schwache Determination”] (TdU 65, 83). Su referente último constituye una
suerte de “fata morgana cósmica” [“eine kosmische Fata Morgana”],206 un misterioso
espejismo a gran escala.

Desde luego se reconoce una cierta intencionalidad hermenéutica en el recorte de


periódico sobre la “piedra negra” conservado en el Nachlaβ de Blumenberg. En este recorte
se hablaba del meteorito sagrado que los musulmanes adoran en la Kaaba, un edificio
cúbico destinado a protegerlo. El recorte venía acompañado de una fotografía con el
siguiente pie: “Antes de su viaje a Gaza, Arafat hizo una breve peregrinación a La Meca.
La fotografía los muestra ante la piedra negra, que los musulmanes veneran como una
señal del cielo”.207

205
Ibid, p. 46. Véase también Hubert Reeves, “On cherche toujours les clefs du cosmos”, L’Express, 2 Avril
1989, pp. 34-5 (DLA Marbach).
206
[Autor desconocido], “Rätselsterne. Kleine grüne Männer”, op. cit..
207
“Vor seiner Reise nach Gaza unternahm Arafat eine kleine Pilgerfahrt nach Mekka. Das Foto zeigt ihn vor
dem scharzen Stein, der von den Muslimen als Zeichen des Himmels verehrt wird” (DLA Marbach). La
traducción es mía. Véase también Paul Murdin, Secrets of the Universe: How We Discovered the Cosmos,
The University of Chicago Press, 2009, cap. 15, “Meteors and meteorites”, pp. 82-5, esp. p. 85. Al artículo de
Joachim W. Ekrutt, “Jupiter lässt Grüssen”, Stern, pp. 66-72 (DLA Marbach), le seguía un reportaje sobre los
viajes de peregrinación a la Meca, que incluía espectaculares fotografías panorámicas de grandes masas de
peregrinos.

43
La metaforología del cosmos de Hans Blumenberg

“Mirar las estrellas es la perspectiva para la recuperación de la metáfora”.


(Hans Blumenberg, Der Sturz des Protophilosophen)

Metaforología e historia de la astronomía en Blumenberg: una introducción

Dos textos de Blumenberg son particularmente significativos, a nuestro juicio, para


clarificar las relaciones entre la metaforología temprana y la historia de la astronomía: su
tesis doctoral, Beiträge zum Problem der Ursprünglichkeit der mittelalterlich-
scholastischen Ontologie [1947], y su trabajo de habilitación, Die ontologische Distanz:
eine Untersuchung über die Krisis der Phänomenologie Husserls [1950]. Desde cierto
punto de vista, en estos dos trabajos académicos –aún inéditos– Blumenberg elaboró una
interpretación cosmológica tanto de la historia heideggeriana del ser como de la crisis de la
fenomenología husserliana,208 que resultó decisiva para su ulterior historia de la astronomía
y metaforología del cosmos.

En la revisión de Blumenberg de los estadios de la historia de la ontología y en su


crítica a la comprensión heideggeriana del ser en la filosofía griega antigua, podemos
ubicar los primeros intereses de Blumenberg por la astronomía y la historia de la ciencia.
Las contribuciones tempranas de Blumenberg en esta dirección están ligadas a su crítica a
la concepción heideggeriana de la historia de la ontología tradicional.

De manera más concreta, Blumenberg reinterpretó la “originariedad”


[“Ursprünglichkeit”] griega de las categorías ontológicas fundamentales de un modo
cosmológico. Esto es, frente a la tesis heideggeriana de que el fundamento de la
originariedad del pensamiento ontológico griego reside en la exégesis antigua del ser en el
horizonte del tiempo –en exclusiva–, Blumenberg propuso una matización que resulta
crucial para su crítica y posterior reapropiación del conjunto del pensamiento temprano de
Heidegger, así como para su interpretación de la escolástica: la ontología griega antigua
debe entenderse a partir de su “orientación cosmológica” [“kosmologische Orientierung”]
(BPU 8). En esta condición, en opinión de Blumenberg, reside la peculiar originariedad del
pensamiento griego antiguo.209

208
A. Fragio, “La ontología cosmológica en la obra temprana de Hans Blumenberg: las Beiträge y Die
ontologische Distanz”, Res publica, n.º 23, Murcia, 2010, pp. 93-122, reeditado en A. Fragio, Destrucción,
cosmos, metáfora. Ensayos sobre Hans Blumenberg, Lampi di stampa, Milano, 2013, pp. 47-80.
209
Ibid.

44
La orientación cosmológica, y no sólo el horizonte hermenéutico del tiempo, le
permitirá a Blumenberg proponer una imagen alternativa del pensamiento metafísico
griego, y en especial, de la historia de la ontología, sobre todo en lo que respecta al episodio
de la ontología escolástica medieval. Su contribución sobre este particular –a nuestro
juicio– será proporcionar una interpretación cosmológica de la escolástica.210

Esta primera aproximación metafísica, junto con la aproximación fenomenológica


de las “las metacinéticas históricas de los horizontes de sentido” [“Metakinesen des
geschichtlichen Sinnhorizontes”] (oD 104; PM 13 y 50, 47 y 92) será utilizada por
Blumenberg como marco teórico general tanto para sus primeros trabajos en historia de la
astronomía moderna como para su metaforología –así como en su hermenéutica de la
Modernidad–.211

Sobre historia de la astronomía moderna destacan tres artículos tempranos de


Blumenberg publicados en Studium Generale: 1) “Der kopernikanische Umsturz und die
Weltstellung des Menschen. Eine Studie zum Zusammenhang von Naturwissenschaft und
Geistesgeschichte” [“La subversión copernicana y la posición del hombre en el mundo. Un
estudio para la relación entre la ciencia de la naturaleza y la ciencia del espíritu”] [1955]
(kUW 637-48); 2) “Kosmos und System. Aus der Genesis der kopernikanischen Welt”
[“Cosmos y sistema. De la génesis del mundo copernicano”] [1957] (KuS 61-80); y 3)
“Melanchthons Einspruch gegen Kopernikus. Zur Geschichte der Disoziation von
Theologie und Naturwissenschaft” [“La protesta de Melanchthon contra Copérnico. Para la
historia de la disociación entre teología y ciencia natural”] [1960] (MgK 174-82).

A estos tres artículos tempranos habría que añadir dos más: “Kopernikus im
Selbstverständnis der Neuzeit” [“Copérnico en la autocomprensión de la Modernidad”]
[1964-5] (KSN 339-68), una conferencia pronunciada el 24 de abril de 1964 en la Akademie
der Wissenschaften und der Literatur zu Mainz;212 y la Introducción de Blumenberg a una
selección de escritos de Galileo, con el título “Das Fernrohr und die Ohnmacht der
Wahrheit” [“El telescopio y la impotencia de la verdad”] [1965] (FuO 7-75). La gran
aportación de Blumenberg a la historia de la astronomía se concretaría sobre todo en tres
libros: Die kopernikanische Wende [1965], Die Genesis der kopernikanischen Welt [1975]
y Das Lachen der Thrakerin [1987].

210
Ibid.
211
Sobre esta cuestión véase A. Fragio, “La destrucción blumenberguiana de las comprensiones teológicas de
la Modernidad”, ÉNDOXA: Series filosóficas, n.º 26, 2010, pp. 243-278.
212
En el Nachlaβ existe una versión previa fechada en 1958.

45
En lo que respecta a la metaforología de Blumenberg, sus primeras contribuciones
también se fechan en las décadas de los 50 y 60, y culminarán en Paradigmen zu einer
Metaphorologie [1960] y Die Lesbarkeit der Welt [1981]. También debemos hacer
referencia al último capítulo de Die kopernikanische Wende [1965], que lleva el título de
“Metaphorische Kosmologie–Kosmologische Metaphorik” [“Cosmología metaforizada–
Metafórica cosmológica”] (kW 122-64), así como al artículo propiamente fundacional de la
metaforología: 1)“Licht als Metapher der Wahrheit. Im Vorfeld der philosophischen
Begriffsbildung” [“La luz como metáfora de la verdad. En el estadio previo a la formación
de los conceptos filosóficos”] [1957] (LaM 432-47). Otro trabajo importante en este sentido
es 2) “Das dritte Höhlengleichnis” [“La tercera alegoría de la caverna”] [1960] (DdH 705-
22).

Con el propósito de agrupar y clarificar estas aportaciones de Blumenberg,


proponemos la distinción entre los “paradigmas cosmológicos” en la metaforología de
Blumenberg y los “paradigmas para una metaforología del cosmos” –que Blumenberg
desarrollará en trabajos posteriores, aunque no de una manera sistemática–.

Los primeros, los “paradigmas cosmológicos en la metaforología”, guardan relación


con aquellas metáforas cosmológicas que estructuran algunos de los principales paradigmas
de la primera metaforología de Blumenberg, en especial la de su artículo de 1957 “Licht als
Metapher der Wahrheit”, pero también la de su libro Paradigmen zu einer Metaphorologie.
Podemos identificar aquí cinco “paradigmas cosmológicos” en la metaforología de
Blumenberg: 1) la caverna como una metáfora del cosmos en la metaforología de la luz y
de las sombras (LaM 432-47); 2) el “‘universo inacabado’ como metáfora de la conducta
mundana moderna” [“das ‘unvollendetes Universum’ als Metapher[n] neuzeitlichen
Weltverhaltens”] (PM 78, 125); 3) “la cosmología metaforizada” [“die Metaphorisierte
Kosmologie”] (PM 143, 199); 4) las “metáforas explosivas” [“Sprengmetaphorik”] (PM
179, 241; LdN 558-638, 479-542) y 5) el libro como metáfora del mundo.

En el segundo caso, en los “paradigmas para una metaforología del cosmos”, cabe
identificar dos paradigmas principales, cada uno de los cuales incluiría, a su vez, diferentes
metafóricas: I) el “paradigma de la verdad cosmológica”, y II) el “paradigma existencial”,
que se caracteriza por lo que podríamos denominar –a la manera heideggeriana– una
“hermenéutica cosmológica de la facticidad”, cuyos fundamentos trataremos de esbozar en
el próximo capítulo.

46
En nuestra opinión, esta singular hermenéutica cosmológica de la facticidad –esto
es, una hermenéutica existencial del Dasein en perspectiva cosmológica–213 se puede
reconocer también en los primeros trabajos de Blumenberg sobre historia de la astronomía
moderna, en particular en lo que denominó “la reforma copernicana de la astronomía”
[“die kopernikanische Reform der Astronomie”] (GkW 155, 128), luego continuada en Die
Vollzähligkeit der Sterne [1997] con las “glosas astronoéticas” y Lebenszeit und Weltzeit
[1986].

Tanto los “paradigmas cosmológicos” de la metaforología de Blumenberg como los


“paradigmas para una metaforología del cosmos” ofrecen una posible articulación
preliminar de la metaforología blumenberguiana del cosmos, que por lo demás –insistimos–
Blumenberg desarrolló a lo largo de su obra de una manera no sistemática. En este sentido,
cabría recordar p.e. “las tijeras temporales” [“die Zeitschere”] en Lebenszeit und Weltzeit
[1986] u otras muchas representaciones metafóricas del cosmos como la “isla del mundo”
[“Weltinsel”], el “reloj cósmico” [“workclock”] o la “tela de araña del mundo” [“wie das
Gewebe einer Spinne”] (TdU 73, 93).

En este capítulo nos detendremos en los dos principales paradigmas de la


metaforología del cosmos de Blumenberg, el paradigma existencial y el paradigma de la
verdad cosmológica, que se concretan en la metaforología del contemplator caeli, el
geocentrismo y el heliocentrismo como metáforas cosmológico-existenciales y la
metaforología de la verdad cosmológica. Dejaremos para el siguiente capítulo un análisis
más detallado de los fundamentos histórico-filosóficos de la hermenéutica cosmológica de
la facticidad.

Metaforología del contemplator caeli

La figura persistente en los trabajos de Blumenberg sobre historia de la astronomía –un


individuo mirando el cielo estrellado– ha llevado también aparejada su propia metafórica,
en lo que podemos denominar las “metafóricas prevalentes del contemplator caeli”. Éstas,
sin duda, remiten al imaginario medieval, en abierta pugna con la incipiente Modernidad.
En la figura del contemplator caeli cristalizó también el Leitmotiv de la historia
blumenberguiana de la astronomía: comprender la evolución de las teorías astronómicas
como una historia de la conciencia humana. Las metafóricas del contemplator caeli
arrancan del episodio de Tales como astrónomo caído, cuya curiosidad por los astros dio a
parar al fondo de un pozo. Del valor simbólico de esta caída, que cifra las conflictivas

213
A la que habría que añadir también una “fenomenología cosmológica del mundo de la vida”, como
veremos en el capítulo cuarto.

47
relaciones entre la “verdad astronómica” [“astronomische Wahrheit”] (FuO 61) y el mundo
de la vida, surgen las metáforas principales del astrónomo en tanto observador de los cielos:
el “héroe reformador”, el astrónomo “perpetrador” o “criminal” y los “mártires” de la
astronomía.

La primera de ellas, la metáfora de los héroes “reformadores del Universo” (KSN


339), encuentra en Cusa y sobre todo en Copérnico, a sus más insignes representantes (PM
143 ss, 211-2).214 Cusa a la manera de un “anticipador” de la Modernidad, un “preparador”
del “giro copernicano” [“kopernikanischen Wende”] (KSN 343; kW), puesto que entrevió el
perspectivismo astronómico moderno y la posición fáctica del hombre en un cosmos
infinito (KdV 22, 35 y 64; KdV 22 y 35). Copérnico, en cambio, proporcionó el “paradigma
interpretativo de la Modernidad” (kW 11), gracias al cual quedó inaugurada “una nueva
forma de la autointerpretación del hombre en el mundo” (kW 122), es decir, una nueva
conciencia de sí basada en la inmanencia cósmica (kW 18 y 40). Ambos –Cusa y
Copérnico– dignificaron la razón humana y abrieron el camino de la autoafirmación
moderna, referentes últimos de la hermenéutica cosmológica de la Modernidad propuesta
por Blumenberg (KdV 9, 35 ss y 55; MgK 179; LdN). En este sentido, buena parte de los
trabajos de Blumenberg sobre historia de la astronomía se encaminaron a responder a la
preguna de por qué Copérnico se volvió tan sumamente representativo para la época
moderna (KSN 341; kUW 641; kW; GkW). Blumenberg trató de aclarar el modo concreto en
que el giro copernicano –el sistema heliocéntrico– fue determinante en la formación de la
conciencia moderna (kUW 641). La cuestión de la “génesis de la reforma copernicana”
(kW 39; KuS 62 y 73), de cuáles fueron las condiciones históricas e intelectuales que la
hicieron posible, ocupó a Blumenberg con intensidad creciente, en cuyo esclarecimiento
daría muestras de una insólita erudición y una gran pericia interpretativa, que le llevaría a
proponer toda una teoría de la Modernidad con la que adquirió no poca celebridad.
Blumenberg ubicó el núcleo de la reforma copernicana en la tensión entre el conglomerado
cristiano-medieval –marcado por la doctrina de la creación, el nominalismo, el
protestantismo y las derivaciones aristotélicas–, y las tradiciones estoica y platónica, que
daba el singular resultado de un Copérnico humanista (KSN 342-3; KuS 74; GkW 247 ss,
211). De esta manera, Blumenberg desarrolló una historia intelectual de la astronomía
moderna, que describía la reforma copernicana como un humanismo triunfante, a partir del
cual se constituyó la imagen moderna del mundo y del hombre. Cabe destacar, no obstante,

214
Una síntesis de la aproximación de Blumenberg a la astronomía copernicana en Jean-Claude Monod, Hans
Blumenberg, Paris, Belin, 2007, capítulo 4 “Histoire des effets et symbolisation: le malentendu copernicien”,
pp. 95-115; Jean Seidengart, “Hans Blumenberg, lecteur et interprète de l’œuvre de Copernic”, Revue de
Métaphysique et de Moral. Blumenberg: Les origines de la modernité, janvier, n.º 1, 2012, pp. 15-33; Pini
Ifergan, “On Hans Blumenberg’s Genesis of the Copernican World”, in: Cornelius Borck (ed.), Hans
Blumenberg beobachtet. Wissenschaft, Technik und Philosophie, Verlag Karl Alber, Freiburg, 2013, pp. 151-
169.

48
que Blumenberg presentó a Copérnico como un “reformador”, y no como un
“revolucionario” –tal como haría Thomas S. Kuhn en esos mis años–,215 dado que en su
planteamiento de la astronomía copernicana, muchos de los presupuestos medievales
fueron imprescindibles para hacer factible semejante reforma del cosmos. Blumenberg se
refirió a esta cuestión como las “ambigüedades” del copernicanismo. Pero a pesar del
trasfondo medieval y de su equívoca superación, la heroicidad del reformador astronómico
ha quedado simbolizada en el monumento a Copérnico en Thor, acompañado de una
célebre inscripción de resonancias bíblicas Terrae Motor, Solis Caelique Stator [movedor
de la Tierra, detenedor del Sol y del cielo]. (PM 158, 217; KSN 339-341; BaM 203-7; GkW
310 ss, 271; Leg 68 ss, 75). No sorprenderá entonces que además de un héroe reformador,
Copérnico también fuera considerado como una suerte de libertador del hombre (KdV 9).

La segunda metafórica predominante del contemplator caeli, la del “perpetrador” o


“criminal” (aP 103-112; BaM 199-203; GkW 310 ss, 264 ss) –estrechamente vinculada con
la anterior– refiere la consumación postrera de la reforma copernicana y a su consecuencia
más importante: el desmantelamiento de la comprensión medieval del cosmos y de la
privilegiada posición del hombre en él. En este sentido, “la reforma cosmológica de
Copérnico” [“die kosmologische Reform des Kopernikus”] (MgK 174-5) inició el “proceso
de destrucción del medievo” (kW 134-5), y ya desde un primer momento la doctrina
heliocéntrica fue percibida como una grave amenaza para la continuidad del cosmos
medieval y sus prerrogativas antropológicas. Sin embargo, en el planteamiento de
Blumenberg, este paso de la “reforma” a la “subversión” (kUW 637-48; kW 100) no lo dio
el propio Copérnico, sino sus herederos y continuadores. De esta manera, el trabajo sobre la
teoría astronómica fue considerada como una transgresión, le convenía la metafórica del
crimen, de acuerdo con la cual el astrónomo sería un criminal, un perpetrador y el
conocimiento astronómico su fechoría.216 Como es sabido, Blumenberg ubicó esta
transgresión cosmológica en la historia más amplia de la curiositas, que hacía de la
observación astronómica una concupiscentia oculorum, en “una época que ya no está tan
segura de que toda verdad –y en general la verdad por la verdad– sea buena para el
hombre” (PM 33, 72; LdN 377 ss, 329; NuW).217 La transgresión criminal del contemplator
caeli consistió entonces en que se volvió portador de una verdad de carácter astronómico,
de una verdad sobre el cosmos, capaz de conmover el orden medieval del mundo de la vida.
Comenzaba así la demonización de Copérnico (aP 103 y 110), y con ella la penosa
singladura de la metafórica de los “mártires” de la astronomía, que incluye los casos de

215
Para esta cuestión se puede ver A. Fragio, “«Das Überleben der Übergänge»: la supervivencia de los
tránsitos: nuevos paradigmas de análisis de la obra de Hans Blumenberg”, en: Alberto Fragio y Diego
Giordano (eds): Hans Blumenberg. Nuovi paradigmi d'analisi, Aracne Editrice, Roma, 2010, pp. 55 ss.
216
“Metaphorik des Theoretikers als Täter” (BaM 205-7; GkW, 264-89; aP 103 y 110).
217
Blumenberg barruntó en Paradigmen zu einer Metaphorologie una historia de la curiositas (PM 33 ss, 72
ss), que luego desarrollaría ampliamente en Die Legitimität der Neuzeit (LdN 263-530, 229-454).

49
Giordano Bruno, quemado en la hoguera (KSN 345), y de Galileo, que debió abjurar de sus
convicciones astronómicas. Si la reforma astronómica copernicana trajo a la luz una nueva
verdad, Bruno y Galileo habrían sufrido el martirio de esa nueva verdad astronómica.

Metaforología cosmológico-existencial

En correspondencia con estas metáforas prevalentes del contemplator caeli, cabe reconocer
en la historia blumenberguiana de la astronomía, una hermenéutica de la facticidad a través
de lo que denominaremos las “metáforas cosmológico-existenciales”,218 y de manera
especial con los procesos de metaforización de las concepciones del cosmos señalados por
Blumenberg, en particular del geocentrismo y del heliocentrismo. Esta hermenéutica
cosmológico-metafórica de la facticidad ha quedado especificada, a nuestro modo de ver,
en el topos de la “cosmología metáforica – metafórica cosmológica” [“Metaphorische
Kosmologie – Kosmologische Metaphorik”] (kW 122-164; KSN 351-366; kW 135). La
premisa antropológica de esta metaforología cosmológico-existencial pasaría por afirmar
que el cosmos sólo es susceptible de recabar la atención del contemplator caeli en la
medida en que guarda relación con la existencia humana, en otro caso carecería por
completo de interés. En particular, la posición del hombre en el cosmos nos dice algo sobre
nuestra propia existencia (KSN 367). Ésta es en nuestra opinión la clave última de todas las
metaforizaciones cosmológicas existenciales señaladas por Blumenberg. Cabría entonces
aventurar la propuesta interpretativa de acuerdo con la cual la metaforología del cosmos de
Blumenberg es también una herramienta subsidiaria de la analítica existencial. En
consecuencia, la historia de la astronomía involucraría –como ya apuntamos– una
hermenéutica cosmológica de la facticidad, en tanto describe la existencia y el estatus del
hombre en el Universo.

El geocentrismo y el heliocentrismo como metáforas absolutas de la existencia

Los dos casos emblemáticos señalados por Blumenberg, el geocentrismo y el


heliocentrismo, hubieron de sufrir sendos procesos de metaforización existencial: “No se
puede entender la metaforización del mundo copernicano, y con ello el presupuesto de su
función formativa de la conciencia moderna, sin analizar el proceso, estructuralmente
emparentado, en virtud del cual la Estoa fue la primera en convertir en metáfora el antiguo
218
Blumenberg se ha referido a la “Existenzialmetaphorik” [“metafórica existencial”] a propósito de Galileo
en (VdN 115). Cabe recordar también la “Daseinsmetapher” en (SZ 9-27, 13-36). En los materiales
preparatorios a “Der archimedische Punkt des Celio Calcagnini” (aP 103-112), Blumenberg señala que la
figura del naufragio con espectador es originalmente una metáfora cosmológica originaria de la filosofía de
Epicuro (BMT –1–).

50
cosmos geocéntrico que fue descrito, ante todo, por Aristóteles”. (PM 148, 205).219 En
ambos casos, la clave de sus respectivos procesos de metaforización consistiría en convertir
una distribución espacial de los astros en una condición existencial del hombre.220 El
cosmos geocéntrico, sobre todo en sus versiones estoica y cristiana, sería así una metáfora
de la condición privilegiada del hombre, pues éste constituye su centro. El geocentrismo
estoico era así una metáfora del sujeto, pues cifraba tanto la teleología antropocéntrica
como la benevolente providencia divina (kW 135-7 y 140-3; MgK 175; KdV 64; SB, 221).
En el caso del cristianismo medieval, el geocentrismo sería una metáfora de la
intencionalidad de la creación y de la teología de la gracia. Mientras que la “metafórica
geocéntrica” [“geozentrische Metaphorik”; “kopernikanischen Metaphorik”] (kW 143)
representa un mundo dispuesto para que el hombre use de él (kUW 638-9 y 648), la
“metáfora copernicana de la excentricidad del hombre” [“kopernikanischen Metapher der
menschlichen Exzentrizität”; kopernikanischen Metaphorik”] (kW 128-9 y 159) apunta mas
bien a la ausencia de teleología (kW 128; UeK 42): que el hombre no sea el “centro” del
cosmos tiene implicaciones para su autocomprensión y la comprensión de su existencia: “el
mundo copernicano se transforma en metáfora de cómo la crítica privó de sus derechos al
principio teleológico [...]. Con la metáfora copernicana comienza a abrirse paso el pathos
de la desteleologización, en ella descansa una nueva autoconciencia vinculada a la
excentricidad cósmica del hombre” (PM 145-6, 203; Tlg 676; GkW 47 ss, 39; Lt 109-19).
De manera más general, Blumenberg se ha referido a la “metaforización de la reforma
copernicana” [“die Metaphorisierung der kopernikanischen Reform”] (kW 134-145; PM,
212; MgK 174; GkW 149 ss, 126 y 131), que ofrece la imagen de la pura facticidad y del
estar arrojado (K 1793 ss).221

Nos hallaríamos, en consecuencia, ante dos metáforas cosmológico-existenciales


absolutas, en tanto definen sendas posiciones del hombre en el mundo (kW 127 y 134-5;
BdM 14-5; VdN 116).222 En lo que respecta al geocentrismo: “el hombre había sido

219
Sobre la metáfora cosmológica aristotélica se puede ver (PM 148 ss, 206; SB, 221-2; Tlg 674).
220
En el caso de la metaforización del copernicanismo, Blumenberg habla de un “realismo de la metáfora
copernicana” (kW 128-9; KSN 366; PM, 203), que podríamos atribuir a la citada distribución espacial de los
astros, esto es, a metaforización de la excentricidad. También se ha referido a la “metafórica copernicana”
como una “metafórica explosiva” en (KSN 366).
221
La dimensión existencial de la reforma copernicana también ha sido puesta de relieve en la glosa de
Blumenberg sobre Nietzsche y la astronomía copernicana: “[Para Nietzsche] con Copérnico comienza el
‘autoempequeñecimiento del hombre’, que ha perdido ‘la fe en su dignidad, singularidad, insustituibilidad
dentro de la escala jerárquica de los seres’; con la ‘derrota de la teología astronómica’, la existencia
humana se ha vuelto ‘más gratuita aún, más arrinconada, más superflua en el orden visible de las cosas’”
(PM 143, 200; kW 123).
222
Véase asimismo Loretta Monti, “‘Il cielo come caverna’. L’antitesi tra metafora copernicana e tolemaica
nel processo di legittimazione dell’età moderna”, Discipline Filosofiche, Anno XI, numero 1, Hans
Blumenberg e la teoria della modernità, Quodlibet, Macerata, 2001, pp. 153-70. Sobre la astronomía
copernicana como metáfora absoluta se puede ver Remo Bodei, “Navigatio vitae. Métaphore et concept dans
l’oevre de Hans Blumenberg”, Archives de philosophie, 2004, p. 206; y (Monti, p. 161). J-C. Monod se ha

51
colocado en el centro del Universo y en el origen del sentido de la naturaleza; fue
postulado como la referencia clave del conocimiento de la naturaleza y de las ciencias”
(WW 69, 15). Mientras que en “la reorganización copernicana del cosmos se recibió como
modelo orientativo a fin de contestar una pregunta que no puede responderse por medios
puramente teóricos y conceptuales: la pregunta por el puesto del hombre en el mundo”
(PM 144, 201-2; kW 134-5). En ambos casos, en suma, se producía una autointerpretación
existencial del hombre por medio de una metáfora cosmológica (PM 144, 202).

En nuestra opinión, este planteamiento de la metáfora absoluta cosmológico-


existencial constituía un avance importante respecto al estrecho marco inicial de la historia
de los conceptos, puesto que introducía de manera clara el trasfondo histórico-cultural del
que surgió el geocentrismo y el heliocentrismo, a partir de la tensión entre la comprensión
cristiano-medieval del cosmos y la nueva comprensión que inaugura la Modernidad. Pero
también era un avance en relación con la hermenéutica heideggeriana de la facticidad,
puesto que ya no era la pregunta abstracta por el sentido del ser la que había llevado a la
existencia humana, sino la pregunta histórica por el cosmos y la posición del hombre en
él.223

La metaforología cosmológica de la verdad

Desde nuestro punto de vista, la metaforología del contemplator caeli y las metáforas
cosmológico-existenciales se complementan con la metaforología de la verdad astronómica.
Este enclave temático guarda una estrecha relación con el análisis metaforológico de la
verdad desarrollado por Blumenberg en el artículo fundacional de la metaforología (LaM) y
en los Paradigmen zu einer Metaphorologie. En el planteamiento de Blumenberg, la
historia de la astronomía y sus respectivas modificaciones de conciencia siempre han estado
ligadas a una historia de la verdad astronómica, que ha reclamado sus propias metafóricas.
Podemos ubicar aquí el punto de convergencia entre las metáforas cosmológico-
existenciales y las metáforas de la verdad astronómica, cuya articulación última se
encuentra, en nuestra opinión, en lo que denominaremos la “disyuntiva milesia”: la
disponibilidad del cosmos indispone ante el mundo de la vida, y la disponibilidad del

referido al asunto en estos términos: “La interpretación metafísica ha permanecido ligada a la metaforización
del lugar del hombre en el cosmos”. J-C. Monod, Hans Blumenberg, op. cit., pp. 101-2 y pp. 109-10. La
traducción es mía.
223
A propósito de la historia de la astronomía moderna como una historia de las imágenes de la facticidad
existencial del hombre, Blumenberg ha señalado que la intención conservadora de Copérnico era la
inteligibilidad del ser (PM 145, 202).

52
mundo de la vida indispone ante el cosmos.224 Este dilema, que nos ocupará por extenso en
el siguiente capítulo, se especifica en la condición existencial del contemplator caeli como
depositario de una verdad astronómica que él mismo ha generado con sus observaciones
pero que se revela conflictiva en relación con el mundo de la vida. En este sentido, cabría
hablar de una doble metaforización de la (in)disponibililidad del cosmos respecto al mundo
de la vida, y que se basa en los procesos de simbolización de las dificultades para acceder al
cosmos y transmitir e integrar sus eventuales rendimientos epistemológicos –y en especial,
la verdad astronómica– en el mundo de la vida. En este sentido resulta paradigmático el
caso de la caída de Tales de Mileto y el imaginario del pozo, que no sólo daría la
representación de la verdad astronómica en el fondo de un pozo sino de su transformación
histórica en metáfora de la accesibilidad del cosmos (GkW 47 ss y 111 ss, 42 ss y 97 ss;
SdP, 52-4; LdT 71-159, 108-203) o incluso en instrumento de observación astronómica
(SdP 56 ss, 79; LdT 100 ff, 167; VS 41).

Sin embargo, y al igual que en Paradigmen zu einer Metaphorologie, la luz y el


poder como metáforas de la verdad tienen una importancia especial en la metaforología de
la verdad astronómica propuesta por Blumenberg. La historia de ambas metáforas en el
marco de la astronomía es compleja y su desarrollo nos llevaría demasiado lejos.225
Deseamos tan sólo señalar algunos de sus hitos más significativos en la metaforología
blumenberguiana del cosmos.

Quizá el episodio más relevante sea el de la citada astronomía moderna (UeK 33-4).
El reformador teórico como héroe y libertador era tal en virtud de su nueva verdad sobre el
cosmos, capaz de iluminar y conmover el orden del mundo de la vida medieval. Así, la luz
y el poder son las metáforas que más convenían a la reforma astronómica copernicana y su
nueva verdad sobre el cosmos. Blumenberg se ha referido a todo ello a propósito de
Copérnico y Galileo. En ambos casos, la idea central que recorre la reconstrucción histórica
elaborada por Blumenberg apunta al descubrimiento de una sensacional verdad astronómica
que atenta e impugna el orden del mundo de la vida, puesto que el nuevo orden del cosmos
provoca un nuevo orden del mundo de la vida.226 Sin embargo, mientras que Galileo estuvo
inicialmente convencido de que la luz de la nueva verdad del heliocentrismo tendría un
poder persuasivo irresistible, que la haría capaz de imponerse por sí misma, Copérnico se
mostró mucho más cauto y receloso respecto a los efectos mundanos de la nueva verdad
astronómica, hasta el punto de que cabría hablar de un cierto “pacto astronómico” con el

224
Como tendremos oportunidad de comprobar en el próximo capítulo, Blumenberg ha desarrollado esta
cuestión en sus trabajos sobre la recepción de la anécdota de la caída de Tales de Mileto (LdT 9-32, 15-46;
SdP 11-64, 5-89).
225
Véase por ejemplo (SB 26-8, VdN 110; VS 71; KSN 343; NuP 294-7; Q 10).
226
Sobre la conmoción antropológico-teológico-metafísica asociada a la pérdida de la centralidad del hombre
en el universo como consecuencia de la astronomía heliocéntrica véase (KdV 7 ss).

53
mundo de la vida, o al menos de una conciencia del potencial desestabilizador de la nueva
verdad astronómica sobre el mundo de la vida, de ahí sus reservas a la hora de propagar su
doctrina. Pero si bien Copérnico se supo depositario de una verdad cosmológica conflictiva
e ineficaz a la hora de promover consensos mundanos universales, no por ello renunció a
que su concepción heliocéntrica –y la consiguiente pérdida de la posición central del
hombre– fuera tomada por verdadera.

Blumenberg ha tematizado esta última cuestión como la “pretensión de verdad de la


reforma copernicana” [“der Wahrheitsanspruch der kopernikanischen Reform”] (FuO
36).227 En contra de la recepción inicial del heliocentrismo y de sus intentos de
neutralización epistemológica, Copérnico se resistió a una interpretación instrumentalista
que hacía de sus hallazgos astronómicos un mero entramado de hipótesis de utilidad
práctica. De acuerdo con Blumenberg, la interpretación instrumentalista de la doctrina
copernicana fue un intento de erradicar su pretensión de verdad. Sin embargo, con su
reforma astronómica, Copérnico creyó haber obtenido una nueva verdad sobre el cosmos
(kW 14 y 38), una verdad que “ya no depende de la antigua necesidad de salvación, sino
que se subordina a un nuevo ideal de determinación humana” (PM 34, 73). Blumenberg
dedicó muchas páginas a estudiar con esmero este debate de Copérnico con los principales
representantes del “paradigma nominalista de la astronomía” [“das nominalistische
Paradigma der Astronomie”] (FuO 53), y de manera especial con Osiander y Melanchton
KuS 61 y 75 ss; MgK 100-21). A partir de estos análisis históricos, Blumenberg obtendría
algunas de las piezas más importantes de su hermenéutica de la Modernidad, como la
dignificación de la razón humana, la autoconciencia moderna en contraposición con la
doctrina de la creación y la experiencia del tiempo en relación con el cosmos.228

Galileo, por su parte, y al igual que Bruno (UeK 33-4),229 hubo de sufrir los
infortunios de la nueva luz del copernicanismo (UeK 33-4; LW 143, 127) y la indisposición
que generaba respecto al mundo de la vida, en lo que Blumenberg ha dado en llamar “la
experiencia amarga de la impotencia de la verdad y el empobrecimiento ulterior de la
razón” (GkW 502, 430; FuO 21-5, 51 ss y 74-5; RS 417; Marg 133).230 Si en Paradigmen

227
“la reforma copernicana con su pretensión cosmológica de verdad” [“die kopernikanischen Reform mit
ihrem kosmologischen Wahrheitsanspruch”] (kW 38). La traducción es mía. Sobre la ética de la pretensión de
verdad véase (GkW 309, 263 ss).
228
Véase (FuO 32; kW 14; SB 333-83; GkW 247 ss y 503 ff, 211 ss y 433 ss; KSN 357; FuO 18; kK 150-4;
KPV 460-5; LW). Quizá habría que añadir la ideología del progreso en relación con las verdades
cosmológicas, tal como ha sugerido J-C Monod, Hans Blumenberg, op. cit., p. 131
229
Blumenberg ha descrito a Bruno como el “martir supremo de la verdad” (LdN 639, 545).
230
Blumenberg también se refiere a Galileo y la impotencia de la verdad en una carta que le envió a Taubes
con fecha 9 de septiembre de 1965 (DLA Marbach). Véase también Blumenberg “Das Fernrohr und die
Wahrheit. Zum Neuerscheinen von Galileis Nachricht von neuen Sternen” (BT 230-7). También se refiere a
Galileo en la carta a Unseld con fecha 25 de mayo de 1965 (DLA Marbach). Véase asimismo el documento

54
zu einer Metaphorologie Blumenberg hubo descrito la metafórica de la poderosa verdad, de
una verdad que brilla de modo irresistible y cuya luz se impone por sí misma (PM 14, 54 y
58; LaM 33 ss, 52-3; GkW 453 ss, 386 ss; TdU, 111),231 las experiencias de Galileo con la
verdad astronómica representarían justo el caso contrario, el paradigma cosmológico de la
depotenciación de la verdad. Las fuertes impresiones observacionales suministradas por su
telescopio, “un instrumento diabólico de la astucia demiúrgica” (KSN 351; GkW 453 ss,
387), le hicieron confiar a Galileo que la poderosa verdad que de él emanaba (FuO 12)
bastaría para persuadir a sus contemporáneos, pese al “riesgo de convertir la visibilidad en
última instancia de la verdad” [“dem Risiko der Sichtbarkeit als der letzten Instanz der
Wahrheit”] (FuO 21; LaM 33 ss, 52-3). Sin embargo Galileo hubo de experimentar, más
bien, el caso contrario: la impotencia de la verdad cosmológica; una verdad preservada y
atesorada en el solitario contemplator caeli, así como la defensa cerrada del mundo de la
vida ante los nuevos hallazgos astronómicos, cuyo avance encontró resistencias enconadas
e insalvables. La astronomía copernicana había hecho el universo asequible a la razón
humana, un universo alcanzable, pero también había demostrado la ineficacia e inoperancia
de la verdad astronómica en relación con el mundo de la vida (FuO 9; GkW 762, 657),
ahora neutralizada e impotente.232 La buena nueva de la gaceta sideral y su mensajero no
persuadían a nadie y estaba desprovista de fuerza vinculante.233 Por añadidura la curiosidad
por los astros quedaba una vez más sancionada (FuO 20; LdN 263-530, 229-454).

de Blumenberg “Ankündigung: Galileo Galilei, Sidereus Nuncius” (DLA Marbach). En su carta a


Gerschmann, con fecha “7./8.11.88”, Blumenberg se refiere a las “falsas hora de la verdad” (DLA Marbach).
231
Cabe recordar aquí el mapa de luz de la Luna elaborado por Galileo, e incluido en su Sidereus Nuncius.
232
Blumenberg ha señalado la ausencia de una “parateoría” que explique la resistencia ante el telescopio. A
diferencia de Copérnico y Galileo, Freud disponía de una teoría para explicar las dificultades de avance de la
verdad psicoanalítica (GkW 762, 657-74). Sobre Blumenberg y Freud véase Rüdiger Zill, “Zwischen Affinität
und Kritik. Hans Blumenberg liest Sigmund Freud”, in: Cornelius Borck (ed.), Hans Blumenberg beobachtet,
op. cit., pp. 126-48.
233
Blumenberg también se ha referido en diversos lugares al tardío ajusticiamiento de Galileo por parte de
Husserl, quien lo hizo responsable del extravío de la ciencia moderna (FuO 44 ss y 75; PM 72-3, 118-9; LW
321 ss, 274 ss). Sobre el Galileo de Husserl y el olvido del mundo de la vida véase (FuO 44 ss).

55
Paradigmas existenciales:
Hans Blumenberg y la historia de la astronomía moderna

“La forma de ser de estos entes es el “ser a la mano”. Mas no debe comprenderse
en el sentido de un mero “carácter de apercepción”, como si a
los “entes” que hacen frente inmediatamente se les imbuyesen “aspectos”,
como si a una materia cósmica en sí “ante los ojos” se la “colorease
subjetivamente” de este modo inmediatamente. […] Pero el “andar”
“curándose de” no tropieza sólo con lo inempleable dentro de lo en cada
caso ya “a la mano”; encuentra también aquello que falta, aquello que no
sólo no es “manejable”, sino que ni siquiera “esta a mano”. Un echar de
menos en esta forma, un encontrarse ante algo “no a la mano”, descubre
de nuevo lo “a la mano” en un cierto “ser sólo ante los ojos”. En el notar
que algo “no es a la mano” se presenta lo “a la mano” en el modo de la
“impertinencia”.
(Martin Heidegger, Sein und Zeit, §§ 15-16)

“–Su capacidad de admiración hacia la naturaleza es limitada, querido


señor Blumenberg. Por lo menos para la terrestre. Las estrellas permanecen
intactas…
–… la astronomía ha recorrido el camino de la decepción mucho antes y
mucho más lejos que la fisiología. […] Usted sabe tan bien como yo,
señor Ritter, que admiro al hombre. Lo único que no admiro es su propensión
a los transtornos”.
(Conversación entre Joachim Ritter y Hans Blumenberg,
“Kreislauf”, Begriffe in Geschichten)

La indisponibilidad del firmamento: el cielo estrellado como paradigmática existencial

Que vivimos en la Tierra pero vemos las estrellas, es una condición existencial común tanto
a la astronomía como a la antropogénesis (GkW 11, 3). El primer antropoide hubo de poner
en suspenso la inquietud por lo cercano, garantía de su supervivencia, para poder redirigirla
al inmenso cielo estrellado que se extendía por encima de su cabeza, abandonando de este
modo y por un instante “el camino usual”, sustrayéndose así “al contacto provechoso con
el mundo” (LdT 147, 193). Al levantar su mirada a lo más alto y lejano había de ocultar,
siquiera por un momento, lo más bajo y cercano (SdP 14, 10). La condición para observar
el cielo, el comienzo de la astronomía, pasaba entonces por desatender el suelo firme que se
extiende bajo los pies: un peligroso desinterés hacia aquello próximo e inmediato que hace
las veces de soporte (LdT 66, 88). Esta nueva “cura del ver” [“die Sorge des Sehens”] (LdT
152, 198) –en la expresión de Heidegger– involucraba una paradoja cargada de significado
antropológico: convertía “lo lejano, aquello que sólo puede percibirse, en algo cercano al
hombre” (LdT 152, 198).

56
Esta Sorge por los astros estaba llamada a propiciar una inmoderada inquietud
respecto a lo distante e inútil, la preocupación insidiosa por aquello de allá arriba brillante
“que no está al alcance de la mano por antonomasia” (LdT 152, 198), y que impide, a su
vez, la “permanencia en lo próximo” (LdT 153, 199). El curarse de la lejanía, fundamento
antropológico de la ciencia astronómica, invitaba, por añadidura, a la pasividad, al “no-
tener-que-intervenir como un mero ser-entretenido por el mundo” (LdT 153, 199).

El cielo estrellado, desde la perspectiva del paradigma existencial-antropogenético,


viene caracterizado, en consecuencia, por permanecer inaccesible e inalcanzable (GkW 25 y
120, 17 y 99; SdP 16 y 38-9, 13 y 47-8). Las estrellas resultan “entidades intangibles,
impalpables, meramente ópticas, que se manifiestan al ojo sólo como luz, como seres
puramente espirituales, sobrehumanos, divinos, o más bien como entes de la fantasía”.234
Por ello, los cielos estrellados bajo los cuales se desarrollaba la antropogénesis estaban
cargados de ambigüedad (GkW 11-5, 3-7), en la medida en que su carácter indisponible
preservaba la duda sobre si allí era albergado lo esencial oculto que aún no es (SdP 63, 88),
o bien la desconcertante cifra de lo eternamente irrelevante para el hombre (SdP 54, 73). En
cualquier caso, cabía concluir que no todo puede convertirse en objeto de experiencia, y
que precisamente ahí, en lo alto, estaba la escandalosa esfera de lo indeterminado (SdP 53,
71; GkW 28, 19), como el difuso horizonte capaz de ampliar “la lejanía hasta lo aún no
explorado en absoluto” (LdT 153, 199), es decir, hasta ese abrumador e insondable resto de
lo inalcanzable en el que se abre lo otro enorme, desconocido en su raíz e
irremediablemente a desmano.

Desde el punto de vista del mundo de la vida, el firmamento, en suma, es aquello


que en su radical indisponibilidad no se deja subyugar por el hombre (GkW 102, 84), pues
establece el límite natural e insuperable de la acción humana, una incómoda presencia
acechante apenas si conceptuable. El hombre no puede intervenir sobre el cielo estrellado ni
está en condiciones de dar cuenta de él: “la realidad del universo es experimentada como
una resistencia a los conceptos” (GkW 76, 61). Es más: “la única razón por la que la
totalidad de la naturaleza no puede ser conceptualizada consiste en que ésta no se originó
en conceptos” (GkW 76, 62). Es decir, lo genuinamente visible y notable en las estepas de
la antropogénesis era la llamativa inhumanidad del firmamento, la insalvable distancia
ontológica entre lo que es y su representación; entre la inmensidad del cielo estrellado y su
modesta percepción desde la fangosa superficie terrestre: “la insuficiencia de la presencia
intuitiva del universo, en cualquier momento dado, ofrece la ocasión al concepto para la
construccion de la historia del universo como la dimensión en la que todo resulta

234
Ludwig Feuerbach, Die Unsterblichkeitsfrage vom Standpunkt der Anthropologie [1846], in Sämtl. Werke,
vol. 1, p. 125, citado por Blumenberg (SdP 53-4, 72).

57
concebible” (GkW 76, 62). El concepto fracasa estrepitosamente ante la magnitud
inabordable del firmamento, en la pluralidad delirante de sus sucesivas imágenes.

Pero por más que la realidad no sea originariamente conceptual, no cabe por ello
disminuir la radicalidad inherente a la demanda de una justificación del universo, de una
cosmodicea (GkW 103 y ss., 85 y ss). El “paradigma del cielo estrellado” [“Paradigma des
gestirnten Himmels”] (GkW 105, 86) muestra así su consistencia en tanto remanente
ineliminable, como aquello que subsistió “tras el fracaso (y en la conciencia del fracaso)
de los esfuerzos soportados durante siglos por justificar a Dios y su trabajo […], en el
abismo de la pregunta no contestada ni contestable por la razón del ser” (GkW 105, 86).

A nuestro juicio, la historia blumenberguiana de la astronomía no será sino la


asunción de este enclave existencial-antropológico; del conjunto de esperanzas, miedos y
expectativas que el cielo estrellado ha despertado en el mundo de la vida. Recoge su no
menos increíble cumplimiento, ese inesperado “y aún” [“Und doch”] (GkW 135, 112)
propio de la ganancia de realidad tras el desplazamiento histórico de la experiencia
astronómica. En este sentido, la historia de la astronomía y sus ambivalentes conquistas,
constituyen para Blumenberg un modelo privilegiado de conocimiento –quizá junto con la
biología (dem 19; GkW 128, 105)–235 puesto que ilustran ejemplarmente la facticidad de la
existencia humana, la condición marginal del hombre en el universo. La astronomía, a
diferencia de otras disciplinas científicas, despeja el camino para una peculiar conciencia de
sí del hombre, más apegada a la tierra y menos seducida por los fulgores de un orden
intelectual que en el fondo no le pertenecen.236 La desmesura de la realidad, su absolutismo,
se muestra con mayor claridad en la brutal desproporción entre el limitado espacio que
pisamos y el inmenso cielo estrellado suspendido sobre nosotros.237

235
Nos referimos, por supuesto, a Darwin. Quien con más intensidad ha pensado el desarrollo de la vida en la
Tierra, tuvo también que pensar la muerte. La teoría de la evolución de las especies es sin duda una
descomunal necrología. Darwin pronto se dio cuenta de que explicar la vida exigía estar constantemente
hablando de la muerte, de la desaparición y la pérdida, de la dramática lucha por la existencia y de su
desenlace más común y fatídico. Quizá ninguna otra metáfora ilustra mejor esta circunstancia como la
metáfora del árbol de la vida. Darwin hizo uso de ella para representar la evolución de las especies por medio
del mecanismo de la selección natural. Su tronco eran las primeras formas de vida que habían habitado el
planeta, a partir de las cuales se produjo la diversificación posterior, las diferentes ramas que crecen hasta
penetrar en nuestros días: el orden biológico actual. Pero su árbol de la vida era, después de todo, un árbol del
tiempo, un árbol de la muerte. Las especies vivientes que pueblan la Tierra son como las pequeñas “yemas”
que reverdecen en una rama muerta, constituida por la suma abrumadora de todos los organismos ya
extinguidos. Su árbol de las especies no dejaba de ser un enorme cadáver, aún mantenido en pie, del que
brotaba la vida en proporción inmensamente más pequeña que el cuerpo muerto que la alojaba. Véase Charles
Darwin, Teoría de la evolución, Ediciones Altaya, Barcelona, 1999, pp. 72-4.
236
Recordemos lo que Blumenberg decía en Die ontologische Distanz a propósito de la ciencia “Die Welt der
Wissenschaft ist nicht die Welt, in der wir ‘leben’”: “el mundo de la ciencia no es el mundo en el que
vivimos” (oD 19).
237
El propio Odo Marquard, quien popularizó la interpretación de la obra de Blumenberg desde el
“absolutismo de la realidad”, sugería en su contribución al volumen homenaje preparado con motivo del 70

58
Los dos máximos paradigmas existenciales astronómicos

Al interior de la paradigmática existencial astronómica podemos distinguir dos paradigmas


históricos prevalentes, que definen sendos casos límite de un espectro mayor: el
“paradigma astrológico” y el “paradigma de la indiferencia del universo”, ambos de claro
alcance metaforológico y antropológico. El primero de ellos ofrece la imagen de un cosmos
servicial intrínsecamente significativo, que no cesa de enviar señales al hombre y que está
representado por la astrología. En la visión astrológica del mundo, los movimientos celestes
“asumen claramente el valor de un signo” [“der Himmel konnte noch einmal im Zeichen
deutlich werden”] (SdP 38, 48), prefiguran la buena o mala fortuna reservada a los
hombres, de tal modo, que para tomar posesión de las condiciones determinantes de su
existencia, deben descifrar el contenido existencial concreto que la trayectoria de los astros
esconde, para poder así actuar en consecuencia: “la astrología une al hombre con el
universo, ahora depositario de la suma de señales que pueda precisar, convirtiéndo al ser
humano en el punto de referencia de cualquier proceso físico” (GkW 75, 60). En la medida
en que “representa las necesidades ínsitas e inextirpables en el sustrato del hombre” (SdP
32-3, 40), la astrología es un reflejo del ancestral anhelo antropológico de que el conjunto
de la existencia, y en especial la vida de los individuos, atienda a un orden comprensible y
propicio. A saber: que el destino humano esté sujeto a razones y no se muestre contingente
o arbitrario en sus cadenas causales. Se espera de la astrología, entonces, que sea capaz de
dar respuesta a cualquier posible pregunta (SdP 33, 41), por más bizarra que ésta pueda
llegar a ser, y pese al notable inconveniente de que plantear muchas preguntas pueda
comportar quizá recibir demasiadas respuestas (LdT 64-5, 86-7). El paradigma existencial
astrológico se basa, por tanto, en un cosmos antropomórfico que vela constantemente por el
hombre, afín a sus esperanzas más íntimas de realización y congruente con la exigua
duración de la vida humana (LW 99-129, 89-114); un cosmos en el que todo permanece
disponible a voluntad, perfectamente a la mano, y sometido –en la acertada expresión de
Nietzsche– “a la norma tiránica del espíritu” [“Tyrannenherrschaft des Geistes”] (GkW
127, 104; GdT 104). La astrología no es, en consecuencia, “una forma degenerada de la
astronomía” sino un “modelo para el grado de participación entre el hombre y el mundo”
(GkW 123, 102), que llevado a su expresión más acabada, hace coincidir el curso de los
astros con el de la historia (SdP 50, 67).

cumpleaños de Blumenberg, que mirando a lo lejos nos libramos del absolutismo de lo que está bajo nuestros
pies. Véase Odo Marquard, “Lebenszeit und Lesezeit. Bemerkungen zum Œuvre von Hans Blumenberg” en
Michael Krüger (ed.), Akzente. Hans Blumenberg zum 70. Geburtstag, 37 Jahrgang, Heft 3, Juni 1990, p. 269.

59
El paradigma existencial de la indiferencia del universo, por el contrario, supone
una inversión exacta del paradigma astrológico: el cielo estrellado no participa en modo
alguno de la felicidad del hombre, no conspira en su provecho ni le manifiesta respuestas
oportunas que sólo él ha de oir con privilegiada satisfacción (GkW 30-1, 21). Queda por
completo neutralizado “el potencial simbólico de los astros” [“Neutralisierung der
Anfälligkeit für Zeichen”] (SdP 39, 49), cuyo movimiento aparente –ya estrictamente
mecánico– ha perdido cualquier significación para la marcha de los asuntos humanos. Con
absurda tenacidad, y tal como testimonia la vacua e innegociable repetición de sus órbitas,
los cuerpos celestes se revelan ajenos y refractarios a los intereses particulares del hombre.
A la manera del astrologue cocu de Thomas Moro, Geoffrey Chaucer o Samuel
Richardson, en este paradigma el observador con vocación astrológica no es capaz de
descubrir en las estrellas “su propio infortunio matrimonial” (LdT 114-5, 150; SdP 45-50,
58-9). En la superficie del firmamento se constata más bien la flagrante “indiferencia de la
naturaleza respecto al hombre y su destino” (SdP 45-50, 59). Es, en suma, la imagen de un
universo “frío, insensible, malignamente brillante e impasible de un modo despreciativo a
la suerte del hombre” (SdP 45-50, 59-60). Los cuerpos celestes que componen este
universo son despojados por completo de su carácter empático, pasan a convertirse en
gélidos y relucientes fantasmas que atraviesan con sigilo el cielo nocturno de la Tierra
(GkW 84, 68).

La base histórica de este último paradigma existencial reside en lo que Blumenberg


denomina “la reforma copernicana” [“die kopernikanische Reform der Astronomie”] (GkW
155, 128). Esta inversión astronómica será dramáticamente puesta de relieve en la
concepción del mundo de Copérnico, que por otra parte inaugura la Modernidad. Si bien
implica una renovación tardía del cosmos griego antiguo –esto es, de la comprensión del
universo como una realidad ordenada, segura y a la altura de las posibilidades
epistemológicas del hombre– este nuevo cosmos habrá dejado de inspirar confianza, siendo
más bien objeto de toda clase de suspicacias ante el escándalo de su inclemente mutismo
(GkW 83-4, 68). Por más que el copernicanismo hubiese conservado importantes
reminiscencias de la antigua teleología antropocéntrica griega y romana, su heliocentrismo
estará lleno de ambigüedades. No es la menor de ellas que el ser humano esté relegado a
una posición excéntrica en la todavía finita machina mundi (GkW 204-5, 172-3). El sistema
copernicano no era capaz de eliminar los “temores apocalípticos” [“apokalyptische
Ängste”] (GkW 314, 267), como por ejemplo aquél que preveía la destrucción del globo
terrestre por efecto del movimiento rotacional de la Tierra: todo su contenido habría de salir
disparado al espacio exterior (GkW 313-6, 266-9). Si bien la maniobra astronómica
copernicana había “salvado” el cosmos griego de su completa disolución, este cosmos
redivivo dejaba de enviar benevolentes “señales al hombre para su autocomprensión”
(GkW 75, 60). En su lugar, instalaba un vertiginoso impetus nihilista (GkW 30, 21),

60
acrecentado por la insoportable devaluación del hombre en un mundo cada vez más
periférico. Nietzsche lo formulará con gran acierto: “El hombre parece hallarse desde
Copérnico en una rampa inclinada: cada vez rueda más deprisa alejándose del centro,
¿hacia dónde? ¿hacia la nada? ¿hacia el punzante sentido de su nada?”.238

Pese a que en esta nueva configuración cosmológica el universo siga siendo


asequible a la razón humana, habrá dejado de velar celosamente por el bienestar del hombre
(GkW 130-1, 107-8), pues una parte inmensa, si no toda, “nada tiene que ver con la
felicidad humana” (GkW 139, 115), más aún cuando se empieza a sospechar que quizá, y
despues de todo, ha venido siendo muy menguada “la magnitud del universo
empíricamente accesible” (GkW 157, 130).

La semántica antropológica del cosmos

Lo que principalmente parece interesarle a Blumenberg en la historia de la astronomía no es


tanto la progresiva constitución científica de esta disciplina como su gran aportación a la
comprensión que el hombre ha tenido de sí mismo y de la realidad. Esto es, “la formación
del trasfondo cósmico de la historia de la conciencia humana” [“die Formierung des
kosmischen Hintergrundes der menschlichen Bewuβtseinsgeschichte”] (GkW 15, 6). De
este modo, los análisis histórico-filosóficos de Blumenberg se concentran en la
transformación epocal de las relaciones entre mundo y conciencia a través de los sucesivos
logros astronómicos, desde el geocentrismo hasta el heliocentrismo y la astronomía
postcopernicana. Podemos decir en este sentido que la historia blumenberguiana de la
astronomía es una “semántica antropológica de la cosmología” [“die anthropologische
Semantik der Kosmologie”] (GkW 27, 18), en la expresión del propio Blumenberg. La
historia de las comprensiones del cielo estrellado correspondería entonces con la historia de
las comprensiones que el hombre ha tenido de sí (GkW 127, 104), cuyo punto culminante
viene dado, precisamente, por el paradigma existencial de la indiferencia. En un universo
frío, hostil y en creciente expansión, la cosmología no podía sino emplazar al observador de
los astros hacia sí mismo, al saber antropológico. De tal manera que la “función indicativa
de la cosmología” (GkW 565, 486) se traduce después de todo en acción humana, en la
tarea de construir un mundo a la medida del hombre y como ejercicio de su propia libertad.

238
Friedrich Nietzsche, Sämtliche Werke, vol. 5, Munich, 1980, p. 404, citado por Blumenberg en (GkW 126-
7, 104). Este mismo pasaje lo había citado Blumenberg en su “Introducción” a Nicolaus von Cues, Die Kunst
der Vermutung. Auswahl aus den Schriften, (edición de Hans Blumenberg), Bremen, Schünemann, 1957, p. 8.
La desazón provocada por los nuevos hallazgos puede ser resumida también con las inspiradas palabras de
Erwin Panofsky: “el hombre se encontró enfrentado con el infinito como cualidad del universo, en vez de ser
una prerrogativa de Dios”. En E. Panofsky, “El padre tiempo”, en Estudios sobre iconología [1962], trad.
esp. de Bernardo Fernández, Alianza Universidad, Madrid, 2004, pp. 115-6.

61
Este proceso será para Blumenberg iniciado con la astronomía moderna, ligada,
como decimos, a la autoconstitución autónoma del hombre. La insoportable acumulación
de desilusiones derivadas de la exploración del universo, en especial la posición periférica
de la Tierra en el orbe celeste, empujó al hombre moderno a una huída hacia lo conocido, al
ámbito restringido de lo que le era más cercano y familiar: él mismo y el suelo bajo sus
pies, que pasa ahora a convertirse en lo más importante en absoluto, y en objeto de
autoafirmación. Tras la pérdida del “significado antropológico del mundo” (GkW 75, 61) y
el descubrimiento de su inesperada excentricidad, el hombre moderno ha tenido que
remitificar la Tierra y a sí mismo, replegándose en una autopercepción de ser preeminente,
que se eleva por encima del conjunto de lo existente (GkW 29-30 y 107, 20 y 88). La vía
moderna de mitigar el impacto producido por la decepción copernicana consistió, por tanto,
en rehabilitar formas antropocéntricas compensatorias (GkW 98, 80), apelando a la
universalidad de la razón y a la independencia de sus logros, posibilitando, en suma, una
nueva autocomprensión del hombre y de su realidad más inmediata (GkW 91-2, 75). Frente
a las dificultades surgidas a la hora de justificar la contingencia de lo dado, el hombre
moderno encontró en la autointensificación de su propio ser y de los resultados de su acción
sobre el mundo, un conveniente paliativo a la nada que le mostraba el universo, esto es, en
el “absolutismo antropológico” [“anthropologischen Absolutismus”] (GkW 106, 87).

En este sentido, creemos ver en la historia blumenberguiana de la astronomía una


forma de continuar con la historia de la ontología por otros medios, especialmente en las
sucesivas “legitimaciones de la comprensión de sí del hombre con la ayuda de un esquema
físico” (GkW 108, 89), y en particular en las consecuencias metafísicas y antropológicas
derivadas de cada imagen del mundo (GkW 307-8, 262). Un cosmos indestructible, fiable y
ordenado por leyes inalterables no suscitará el mismo concepto de realidad que un universo
proclive al colapso escatológico o a la multiplicación de nuevos y perturbadores cuerpos
celestes como estrellas, cometas o planetas (GkW 45, 33). En el derrumbe del “sistema
dogmático más cerrado de la explicación del mundo” (GkW 198, 167), el sistema
geocéntrico, se ubicará la gran transformación metafísica que hizo posible el
copernicanismo: “desde este punto de vista, la ‘prehistoria’ de la reforma copernica no se
presenta como la consolidación y convergencia gradual de un conjunto de elementos que
culminan en una necesidad histórica inapelable” (GkW 198, 167), sino como las
condiciones efectivas que la hicieron posible. Para Blumenberg, “el emocionante problema
histórico del cambio de época no es precisamente la explicación del hecho de los logros
copernicanos, o incluso de la afirmación de su necesidad, sino el de encontrar las bases de
su mera posibilidad” (GkW 198, 167). Y esta posibilidad no puede ser otra que la del
cambio radical del concepto de realidad subyacente y de su específico acceso
epistemológico. Sin la crisis de la Escolástica, que sancionaba la filosofía natural con la que

62
Copérnico abordó su reforma astronómica, y sin la tradición humanista, que renovaba un
antropocentrismo no teleológico dignificador de la razón humana, habría sido inviable, a
juicio de Blumenberg, una modificación tan profunda de la imagen geocéntrica del mundo
como la operada por el astrónomo polaco (GkW 165, 138): “el cambio propiciado por
Copérnico sobre la conciencia histórica de la humanidad habría sido en sí mismo
inconcebible, en su dimensión radical, sin su oposición al trasfondo y consecuencias de la
historia anterior de la relación del hombre con su entorno cósmico, una historia nunca
antes interrumpida y desprovista de un comienzo designable” (GkW 13-4, 5).

El contemplator caeli

Un individuo mirando el cielo estrellado queda como la figura persistente de los trabajos de
Blumenberg sobre historia de la astronomía (CC; GkW; SdP; LdT; SZ). Este contemplator
caeli define un tipo humano que, poseído por una acuciante curiosidad, se adentra
insensatamente en lo profundo de la noche con el propósito de observar el firmamento
centelleante, suscitando con su extravagante conducta la suspicacia de sus contemporáneos.
El astrónomo se vincula así con el theoros, el improductivo “espectador del mundo” (LdT
1, 9; SZ), desembarazado de cualquier preocupación común e inclinado a abandonarse a la
inútil persecución de los astros. Presa de una Sorge ilimitada por el cielo estrellado,
concentra ardorosamente sus energías en toda aquella brillante suspensión, pasando por alto
los intereses humanos diurnos, asumiendo toda clase de riesgos y peligros innecesarios. Su
Sorge por los astros le lleva a una continúa exposición de sí mismo (GkW 121, 100), hasta
el extremo de caer “víctima de su propio impulso” (SdP 15-6, 12). La “rareza del
espectador nocturno del mundo” (LdT 1, 9-10) despunta así sobre las nudas y bien
conocidas condiciones existenciales que soportan y hacen posible la teoría. Ésta, como el
amor, genera formas de comportamiento que no son fácilmente disimulables (LdT 2, 11), y
pese a que su fundamento no sea visible en sí mismo, sí lo son, en cambio, las extrañas y
llamativas conductas que provoca, que con facilidad despiertan el escándalo de quienes han
de presenciarlas: “el comportamiento teórico consiste en acciones que están sujetas a
reglas intencionales y que conducen a complejos de enunciados en conexiones reguladas,
pero esas acciones sólo por su lado externo son interpretables como ‘ejecuciones’ de algo.
A alguien no iniciado en su intencionalidad, que ni siquiera sea capaz de suponer por su
modalidad que pertenecen a la ‘teoría’, tienen que resultarle enigmáticas y pueden
parecerle chocantes y hasta ridículas” (LdT 9, 15).

La observación de los astros y sus correspondientes “esfuerzos teóricos nocturnos”


(SdP 56, 76) se convierten de este modo en fuente inagotable de “tensiones y
malentendidos entre el mundo de la vida y la teoría” (LdT 11, 18), pues apenas se alcanza a

63
comprender desde fuera qué es lo que puede haber en esos enigmáticos objetos que los hace
capaces de absorber una vida entera de trabajo (LdT 10, 17). Quizá nadie percibe ya rareza
alguna en la actividad del astrónomo contemporáneo, pues sus imponentes y costosísimos
instrumentos de observación le eximen de tener que deambular a tientas en la espesa
oscuridad mientras los demás duermen con merecida placidez. Sólo tardíamente, sin
embargo, ha sido posible una conciliación semejante con el “mundo terrestre de la vida”
(GkW 499, 428), una vez fue incorporado “el ascetismo de los códigos profesionales y se
cumplió con lo que puede denominarse ‘valores para la vida’” (GkW 23, 14). Detrás queda
la largísima y accidentada singladura del contemplator caeli, su insidiosa confrontación con
el “mundo de la vida”, imprescindible para remontar la incongruencia entre la diáfana y
consabida intuición mundana y las difíciles sutilezas de la racionalidad astronómica (GkW
52, 40).

Las proezas de la astronomía han requerido del progresivo abandono de la


percepción común de los fenómenos como “base inicial y norma para un cumplido
conocimiento de la naturaleza” (GkW 470, 402), desvirtuando así, tal como Husserl indicó,
“el ‘significado fundamental’ de cualquier proceso teórico en la esfera intuitiva del
‘mundo de la vida’” (GkW 470, 402). Todo lo que se ofrece por medio de la percepción ha
de ser experimentado –y asimismo ha de ser experimentable– en el “mundo cotidiano de la
vida” (GkW 470, 402). Pero la astronomía no ha cesado de agrandar, por el contrario, el
“hiato entre teoría y vida” (SdP 17, 15), haciendo impracticable la “reducción de la
cosmología al estado de inocencia de un mundo de la vida preteórico” (GkW 78, 63). Con
ello ha impedido la pacificación de su perenne conflicto con la cotidianeidad diurna. La
astronomía se vió entonces incapaz de salvar la distancia respecto a sus motivaciones
originales, que se ubican precisamente en ese mundo de la vida que ha de denostar para
poder iniciar alguna vez su andadura: “la renuncia a la intuición es una precondición de la
ciencia […]; la pérdida de la intuición es una consecuencia necesaria de cualquier teoría
que se sistematiza a sí misma, esto es, que consolida y organiza sus resultados de modo tal
que, en virtud de su orden heterogéneo, toma esos resultados como la forma de acceder a
los fenómenos originales y finalmente adquiere el puesto de ellos. Los resultados de la
ciencia tienen, en un grado siempre creciente, la peculiaridad de que contienen el
conocimiento como un estado final que ya no puede ser relacionado con ninguna clase de
objeto previo familiar” (GkW 61, 47).239 El saber astronómico sólo retorna al mundo de la
vida cuando ofrece respuestas a preguntas anteriormente planteadas en él (GkW 61, 47), en
tanto se muestra, por ejemplo, en condiciones de augurar abundantes cosechas, predecir
eclipses o eliminar los temores que el capricho de los astros pueda despertar en los
habitantes de la Tierra. Pero el mundo de la vida reclama su valor fundante, sobre todo en

239
Conviene recordar que esta misma cuestión fue ya anticipada en el trabajo de habilitación de Blumenberg,
en su revisión crítica de la fenomenología husserliana (oD, Erster Teil §§ 1-6 y Dritter Teil §§ 4-8).

64
el drástico recordatorio de la importancia de la cotidianidad (SdP 20-1, 20-1), poniendo el
énfasis no sólo en la gravosa disparidad entre los requerimientos inasumibles del impulso
teórico y la finitud de la vida (SdP 36-7, 44), sino llamando la atención sobre la “diferencia
entre la exigencia de la teoría y la moderación de la práctica” (SdP 60, 84).

El contemplator caeli en perspectiva histórica

Merece la pena que nos detengamos brevemente en señalar algunos hitos y rasgos
reseñables del contemplator caeli puestos de relieve en la historia blumenberguiana de la
astronomía. Destaca en primer lugar la tradición griega antigua, y de manera especial, la
estoica. Para el observador heleno queda excluido de la realidad “todo aquello que no es
directamente accesible a la facultad humana” (GkW 731, 629). Esta asunción se basa en lo
que Blumenberg denomina el “postulado de visibilidad” (GkW 731, 629), de acuerdo con el
cual el cosmos está esencialmente coordinado con el hombre, de modo que no cabe esperar
incongruencia alguna entre su constitución física y la arquitectura general del mundo: “el
postulado de visibilidad se sigue de la construcción simétrica del universo geocéntrico y la
posición central del hombre en él (GkW 731, 629). En este esquema, el firmamento está
configurado por estrellas fijas equidistantes de la Tierra, y se puede descartar que existan
otras estrellas ocultas que escapen a la capacidad de percepción humana: “si cada estrella
singular puede ser percibida, entonces han de ser todas perceptibles” (GkW 731, 629). En
principio no parecen necesarios medios adicionales destinados a optimizar la visión
ofrecida por el ojo desnudo, pues el cielo estrellado se muestra con perfección suficiente
como para que sea asequible tanto a las posibilidades cognoscitivas del hombre como a sus
competencias intelectuales. Aún es más: la propia magnificencia del cosmos requiere de la
presencia del spectator mundi, pues de otra manera su grandeza sería vana: “una belleza
tan evidente no puede ser concebida sin alguien que se deleite con ella” (GkW 26, 17).

Es ésta la versión ejemplar del contemplator caeli que, como el Anaxágoras de


Diógenes Laercio, encuentra la razón última de su existencia en la franca posibilidad de
“observar el Sol, la Luna y los cielos” (GkW 22, 13). Obtiene, por ende, mayor placer en la
contemplación de la naturaleza que en los asuntos públicos de la polis (GkW 19, 11). Así
las cosas, el espectador griego del cielo creerá ver en el firmamento de las estrellas fijas el
contacto con una realidad superior, “con una realidad más pura, con la parte de la
naturaleza más cercana al pensamiento” (LdT 121, 159). Es por ello que la perfecta
simetría entre el cosmos y su representación dejará paso ocasionalmente a “un ideal de
captación de la realidad en la dimensión de lo inaccesible y, por tanto, de la ‘pura’
admiración” (LdT 121, 159), haciendo del firmamento un objeto ejemplar cada vez más
inalcanzable (SdP 44, 56), como en los casos de Aristóteles o Ptolomeo (GkW 250, 211).

65
El antiguo espectador griego de un cosmos geocéntrico y tendencialmente
antropocéntrico, será reemplazado por el observador gnóstico del mundo, para quien el
espectáculo del cielo estrellado resulta, después de todo, engañoso y decepcionante (GkW
32, 22). El grandilocuente oropel celeste escamotea la verdadera posición del hombre en el
mundo, que no es sino la de alguien que, en la miseria de su prolongado destierro, ha
llegado incluso a olvidar su propia procedencia. El deslumbrante esplendor del firmamento
hace creer al ingenuo observador nocturno que está en el sitio justo en el momento preciso,
que todo aquello está dispuesto para complacerle y dignificarle, mientras que la triste
realidad es que forma parte de una nefanda artimaña ejecutada por poderes ocultos y
malignos, concebida para alejar al hombre de Dios y perpetuar su sometimiento en la
Tierra. El espectador gnóstico asiste con incredulidad a la visión de un cosmos
demonizado, intrínsecamente malo, que intenta seducirle con su equívoca apariencia de
familiaridad (GkW 35-6, 25). En este sentido, el contemplator caeli gnóstico sería una
prefiguración del creyente cristiano y de su escepticismo respecto a los cielos, pues queda
emplazado a ignorar los ídolos celestes para atisbar al Creador que tras ellos se esconde
(SdP 26, 30). La aparente centralidad del hombre le hace olvidar que él propiamente no
pertenece al cosmos y que su salvación pasa, en efecto, por la destrucción del mundo (GkW
317-8, 270). Habría, en consecuencia, una anticipación de la escatología cristiana en el
gnosticismo, en la medida en que la salvación personal está negativamente condicionada a
la estabilidad del cosmos (GkW 35-6, 25): a su inminente ruina le sigue el esplendor
auténtico del paraíso.

El observador cristiano oscila, sin embargo, entre “los valores iniciales extremos del
estoicismo y los del gnosticismo” (GkW 32, 22), de modo tal que si bien ha de mostrarse
cauto en su admiración hacia el firmamento, no por ello deja de considerarse el centro de la
creación. Se resiste a aceptar que su punto de vista y lo que en él se le ofrece sea
abiertamente fútil y contingente. Tiene entonces que “mudarse sistemáticamente al punto
de observación a él asignado: en el centro de los movimientos” (SdP 25, 28), donde puede
orientarse en la vía correcta que lo lleva hacia la transcendencia. Pero además “de la
hostilidad hacia el cosmos y su seguridad” (GkW 317, 270), el observador cristiano
aprendió de la gnosis a moderar su avidez por saber, a encauzar su curiosidad astronómica,
preservando, no obstante, la teleología antropocéntrica (GkW 39, 28; SdP 34-5, 43). El cielo
es ciertamente el lugar de “los asuntos divinos” (GkW 40, 29), pero el hombre no puede
aspirar a inmiscuirse en ellos a su antojo. El espectador cristiano tendrá, por tanto, que
“elegir entre dos posibles y opuestas direcciones de la mirada” (SdP 47, 62), en su
confianza “en la totalidad alcanzable del conocimiento” [“das erreichbare Ganze der
Erkenntnis”] (LdT 68, 91) o en que “el secreto natural y su respectiva inaccesibilidad
testimonian la voluntad divina” (LdT 68, 91); entre un Dios que tiene obligaciones para con

66
el hombre y debe garantizar las condiciones de accesibilidad cognoscitiva del mundo (GkW
234-5, 198), o bien un Dios inescrutable tanto en sus designios como en la intención y
naturaleza última de su creación. No será fácil decidir, en suma, si “las órbitas descritas en
el cielo son el resultado de una voluntad inaccesible” (SdP 30, 36), o más bien la prueba
fehaciente de la omnipotencia divina. La figura del astrónomo cristiano se inscribe de este
modo en el “desencuentro entre el elemento filosófico-antiguo y el bíblico-teológico” (SdP
29-30, 35). La astronomía de la época “cree poder establecer con claridad la fiabilidad del
ordenamiento y de las leyes del cosmos, pero no puede afirmarla por encima de cualquier
reserva ‘superior’ de intervención y de mediación, si es que desea acreditar la
indefectibilidad de sus afirmaciones” (SdP 29-30, 35). La astronomía medieval se debate
así entre lo vinculante de sus resultados y la insistente apelación a una transcendencia. La
crisis de época de la Edad Media, sobre todo con el Nominalismo, traerá consigo la
supresión de los últimos residuos de teleología cósmica antropocéntrica, y con ello echará a
perder la posibilidad de un conocimiento cumplido y garantizado del universo (GkW 236-9,
200-2).

No obstante, durante el Renacimiento se rehabilitará, como ya hemos anticipado, la


idea antigua de la posición central del hombre en el cosmos (GkW 48, 36), pero sin el
providencialismo propio de una antropología teleológica. La principal consecuencia de este
punto de vista consiste en la dignificación y autonomía del hombre respecto al mundo, que
ahora se empieza a revelar –de nuevo– a la altura de la razón humana: la posición central
del hombre no es sino la prueba de la racionalidad del mundo (GkW 565, 486). Es este
humanismo renacentista, así como la carga platónica que lleva asociada, el que estará a la
base –en el planteamiento de Blumenberg– de la reforma astronómica copernicana y de su
contemplator caeli heliocéntrico, en tanto sólo en esta tradición se podían asegurar los
privilegios del hombre en relación con lo existente sin apelar a una cuestionable inocencia
antropológica a la manera del naturalismo estoico (GkW 239 y 580-1, 202 y 499; KuS 61-
80). Esta tradición permitía, asimismo, salvar el escollo del escepticismo epistemológico
nominalista y de la tardía teología de la salvación (GkW 240, 203). Es decir, el humanismo
y la herencia platónica característicos del Renacimiento, hacían posible un
“antropocentrismo racional” [“rationale Anthropozentrik”] (GkW 48, 36), como es,
entiende Blumenberg, el de Copérnico (GkW 204-13, 173-7). Que el mundo, después de
todo, esté hecho para el hombre, garantiza su accesibilidad a la razón humana, pese a que
no pueda asegurar, por otra parte, la continuidad de la vida en la Tierra (GkW 237, 200).
Todo ello venía a parar en la preservación del antiguo postulado de visibilidad (GkW 737 y
ss., 635 y ss.), en la correspondencia perfecta entre lo que se ve en los cielos y lo que en
ellos existe realmente, por más que el observador copernicano haya perdido ciertamente su
quietud [“Am Ende des ruhenden Betrachters”] (GkW 47, 35).

67
Sin embargo, una configuración excéntrica como la propuesta por el heliocentrismo
copernicano complicaba mucho, en última instancia, el mantenimiento del postulado de
visibilidad, puesto que la perspectiva terrestre no podía sino convertir la percepción de los
astros en una “convergencia accidental de secuencias heterogéneas de eventos físicos”
(GkW 746, 643), de la que difícilmente cabía extraer placer alguno (GkW 20-1 y 51, 13 y
39). A saber: el perspectivismo astronómico de la reforma copernicana, junto con su
inquietante duda sobre si la conexión entre el observador y lo observado era meramente
fáctica y contingente (GkW 121-2, 101), preparaba la inversión exacta del citado postulado,
a saber: “que lo invisible acabase por tener el valor de aquello que, en la tradición
metafísica, había parecido poseer lo visible: la marca distintiva de ser el acceso a la
realidad” (GkW 747, 643). Asimismo, el contemplator caeli irá perdiendo sus cualidades
estéticas, puesto que los afanes astronómicos empezarán a concentrarse en un oscuro
gabinete, en el que el astrónomo postcopernicano pasará buena parte de sus horas absorbido
en la interminable digresión de sus cálculos matemáticos, mientras fuera, en el exterior, se
despliega la compleja maquinaria del cielo nocturno, que en el interior el astrónomo intenta
desentrañar (GkW 66-76, 52-60).

El contemplator caeli pierde su posición: la caída

La anécdota de la caída de Tales de Mileto representa para Blumenberg el caso


paradigmático de pérdida de la posición de espectador del contemplator caeli. De esta
anécdota se ha ocupado Blumenberg ampliamente. En ella se narra la caída de Tales de
Mileto en un pozo mientras observaba las estrellas, provocando la risa de la criada tracia
que lo acompañaba. No sólo se trataría aquí de la dicotomía –en perspectiva astronómica–
entre el “ser a la mano” y el “ser a desmano”, sino del “ser a los pies” y sus libres
variaciones: “perder el suelo bajo los pies”, “estar con los pies en la tierra”, “tener algo
entre los pies”, etc. Es éste, a nuestro juicio, un existenciario desatendido como tal por
Heidegger, y que Blumenberg ha mostrado con gran elocuencia en sus dos grandes trabajos
sobre la historia de la recepción de la anécdota de Tales, Der Sturz des Protophilosophen
[1976] y Das Lachen der Thrakerin [1987]. Citamos a continuación un pasaje del primero:

“el último Heidegger no recuerda ya […] el resultado elemental de la analítica de la existencia de Ser
y tiempo, que se podría definir como la postrera radicalización de la primitiva experiencia filosófica,
simbolizada en la anécdota de Tales: cierto es que para el filósofo de Mileto, lo más cercano, aquello
que tenía delante de los pies, era tan lejano como para caer dentro, pero es precisamente el realismo
de la caída, y la risa que ella provoca, la que esconde y silencia la existencia de algo más lejano que
se muestra como lo más cercano, hasta el punto de hacerle caer en un pozo. Heidegger lo ha definido
como el resultado de la estructura hermenéutica de su ontología temprana: “El ente, que nosotros
somos en cada momento, es ontológicamente el más lejano”” (SdP 63, 87).

68
Atrapado entre lo aparente indisponible y lo oculto disponible, cegado para lo más
inmediato, el milesio se aventuró en la espesura de la noche creyendo alcanzables las cosas
de alto rango (SdP 60, 82), con el propósito firme de examinar cada uno de los cuerpos
celestes “en su universalidad, sin descender jamás a nada concreto de lo que le es cercano
[…] ni discutir aquello que tiene entre los pies [“dicht vor seinen Füβen”]” (SdP 13, 8), a
causa de lo cual hubo de caer en un pozo excavado delante suyo. De ahí, en la tradición
platónica de la anécdota, la recriminación de la criada tracia: el milesio quería conocer las
cosas del cielo, ignorando las que tenía “ante las narices y los pies” [“was ihm vor der Nase
und den Füβen läge”] (SdP 11, 5).

El estado de cosas “a los pies” (SdP 46, 60) permanece por completo fuera de la
Sorge del astrónomo, que dirige su atención con insistencia creciente hacia aquello remoto
y a desmano. Es precisamente esta inquietud astronómica la que resulta súbitamente
interrumpida por “las tangibles realidades que se extienden a sus pies” (SdP 18, 17), que
exigen imperiosamente su atención y que definen el contenido legítimo de la Sorge, según
el parecer de la tracia. A sus ojos vigilantes, Tales de Mileto cae justamente debido a que al
intentar “escrutar los fenómenos del cielo, se le oculta aquello que permanece cercano ante
sus pies” (SdP 32-3, 39). La tracia se siente entonces autorizada a amonestar a su amo,
esgrimiendo “la tangible y vinculante realidad de la vida práctica y cotidiana” (SdP 32-3,
39), haciéndole reparar en las nudas realidades de la tierra,240 en su evidente incapacidad
para alcanzar las estrellas (SdP 46-7, 61) y en su inaceptable desinterés hacia lo próximo.

Tales de Mileto permanece ajeno a las cosas del mundo, que le resultan tan extrañas
y distantes como a la criada tracia los cuerpos celestes (SdP 17, 14). El vivo interés del
protofilósofo por las estrellas se muestra entonces, y a todas luces, incompatible con el
interés por los bajos asuntos de la tierra, por ello “cae sobre el pensador la risa de la
cotidianidad, absorbida en sus propios cuidados” (LdT 154-5, 201). La risa comporta
“implicaciones no sólo para aquello que se cree permanece remoto al hombre, sino
también para todo lo que propiamente le debería ser cercano” (SdP 45-6, 58-9). Lo uno es
irrelevante y trivial, mientras que lo otro es necesario y va de suyo. Lo lejano e
insignificante es, por supuesto, lo celeste indisponible, mientras que lo terrestre disponible
es aquello verdaderamente importante, con lo que termina por tropezar el protofilósofo
(LdT 112, 147; SdP 25, 27): “las tangibles realidades que están delante de los pies” (SdP
18-9, 17).
240
Reinhart Herzog ha llamado la atención sobre la circunstancia de que en la historia de la recepción de la
anécdota de la caída de Tales no hay rastro de una ulterior réplica del protofilósofo a la criada tracia, “die
Frage nach Thales’s Antwort”. Para más detalles sobre el “silencio de Tales” véase su magnífico “Das
Schweigen des Thales”, en Michael Krüger (ed.), Akzente. Hans Blumenberg zum 70. Geburtstag, 37
Jahrgang, Heft 3, Juni 1990, pp. 221-3.

69
Tales de Mileto habría pasado por alto que “el terreno que pisa no es precisamente
el de una estrella” (SdP 32-3, 39), por ello tuvo que acabar “en la suciedad de la tierra”
(SdP 32-3, 39), dado que su paseo astronómico nocturno, como su afán por lo inalcanzable
(SdP 60, 84), era completamente inútil y contraproducente (SdP 22, 22). Semejantes
inquietudes, no podían arrojar un resultado más aleccionador: perder el suelo bajo los pies:
“el suelo bajo los pies es la metáfora más socorrida cuando hay que lamentar la pérdida
de realidad y realismo; cuando hay que describir el abandono del mundo de la vida; el
suelo bajo los pies se convierte en metáfora de las seguridades inadvertidas de las que se
compone el síndrome de la mundaneidad vital” (LdT 116, 153).

Imágenes y metáforas de la indisponibilidad

Queremos concluir este capítulo examinando brevemente algunas de las representaciones


metafóricas del “ser a desmano” en tanto condición existencial, que Blumenberg ha ido
consignando a lo largo de su historia de la astronomía, sobre todo en relación con lo que
podemos denominar las “metáforas de la indisponibilidad”.

Quizá la más emblemática de todas ellas corresponde a la conocida distinción


aristotélica entre mundo sublunar y mundo supralunar, que para Blumenberg parece definir
el caso paradigmático de resignación astronómica. Esta distinción de mundos no sólo
tematiza la inadecuación entre el intelecto humano y el firmamento, sino que, tomada
metafóricamente (GkW 227, 192), simboliza el abismo entre aquello próximo a la mano y
aquello otro radicalmente desconocido e inalcanzable, que además no es susceptible de ser
representado. El mundo supralunar establece la difusa esfera de lo indisponible, que escapa,
en su distancia absoluta respecto al hombre, a cualquier intento de intervención o
apropiación. Ni siquiera cabe aventurar sus rasgos más generales, debido a que “los
atributos de los cuerpos celestes no pueden ser expresados en conceptos derivados de los
cuerpos terrestres” (GkW 227, 192). Por añadidura, y a la manera de la doctrina estoica
cosmológica, el mundo supralunar se eleva como “el criterio más alto de la ambigüedad de
los cielos” (GkW 28, 19), en la cifra perfecta del “escándalo de la fijación irrevocable del
hombre a su situación en el mundo” (GkW 28, 19). Un mundo, además, desprovisto de
providencia alguna (SdP 29, 34). La distinción aristotélica, tomada como metáfora de la
indisponibilidad, señala la brecha existente entre la realidad que sustenta al hombre, ya
desde siempre traicionado y atrapado en “la trampa de la inmediatez” (SdP 12, 7), y la
realidad inasequible del orden numinoso eternamente ajeno.

70
Podemos asociar a esta peculiar metáfora de la indisponibilidad, que estaríamos
tentados a calificar como absoluta, la tradición de metáforas cosmológicas mayestáticas
(GkW 731-2, 629-30), de acuerdo con las cuales una porción incierta del firmamento
corresponde al “espacio inaccesible reservado a Dios” (GkW 731-2, 629-30). Estas
metáforas, de claro contenido existencial, se orientan prevalentemente a mostrar “que no
todo en el mundo concierne al hombre” (GkW 731-2, 630), y de manera especial, aquello
que está sustentado sobre su cabeza, merecedor, no obstante, de ser considerado con
admiración, respeto y reverencia.

Sin embargo pocas metáforas han sido tan recurrentes en la historia


blumenberguiana de la astronomía como la del pozo. El pozo ofrece una de las imágenes
más pregnantes de la indisponibilidad, bien porque representa a una verdad atrapada en su
fondo, como en Demócrito o Lactancio (PM 50-4, 92-6; LdT 97, 127), o bien porque se
puede caer en él, como en la anécdota de Tales (SdP; LdT) o como en los cuentos del barón
Münchhausen (GkW 199, 168), quien decía ser capaz de salir de ellos estirándose de sus
cabellos.

No vamos a insistir en esta metafórica porque nos hemos ocupado de ella en otro
241
lugar. Preferimos hacer referencia a la ambivalente metáfora del carruaje en Kierkegaard.
Blumenberg la ubica en la tradición de las “metáforas de la luz” (GkW 138, 114), con la
particularidad de que especificaría el caso de quien, ante un exceso de luz que le ciega, trata
de oscurecer su situación para poder ver mejor: “probablemente fue Kierkegaard el primero
que encontró una imagen para esta forma de auto-oscurecimiento por medio de la propia
luz” (GkW 138, 114). En 1845 Kierkegaard anota en su diario la escena de un hombre rico
que conduce en la densa oscuridad de la noche guiado por las luces de su carruaje, de tal
modo que puede ver un área extremadamente pequeña mucho mejor que el hombre pobre
que, debido a que conduce sin luces, nada ve delante suyo, pero sí puede contemplar, en
cambio, la vasta panorámica del firmamento. El hombre rico se orienta en lo más inmediato
a condición de prescindir de la percepción de lo lejano, aquello que contempla a voluntad el
temerario hombre pobre, pero a condición, a su vez, del riesgo de no ver lo cercano: “el
‘hombre rico’ no es una categoría social sino religiosa; es la persona que confía en sus
medios, en el realismo de lo más cercano [“Realismus des Nächstliegenden”], cuya luz es
incuestionablemente la de la racionalidad: ello le permite ver mejor, pero las estrellas se le
ocultan” (GkW 138, 114). Kierkegaard no podía anticipar, a diferencia de Simmel (H 76,
69), que las luces de la ciudad llegasen a convertir la noche en día, ocultando el paisaje y el
cielo estrellado. Las ciudades modernas, sumidas en su luz efervescente, impiden dirigir la
mirada hacia lo alto, hacia aquello “inaccesible, insustituible y no manipulable, esto es,

241
A. Fragio, Destrucción, cosmos, metáfora. Ensayos sobre Hans Blumenberg, Lampi di stampa, Milán,
2013, pp. 107-125.

71
aquello que se establece como el valor límite de cada cultura en relación con lo cual el
‘aura práctica’ se desvanece” (GkW 138, 114).

Una situación del género, era también la del astrónomo Tycho Brahe, que “se creía
capaz de encontrar el camino más corto para su carruaje guiándose por las estrellas” (LdT
109, 143). Pero su cochero, a la manera del hombre rico de Kierkegaard y de la criada
tracia de Tales, no pudo sino replicarle: “Señor, posiblemente se entienda bien en el cielo,
pero aquí sobre la tierra es usted un loco” (LdT 109, 143). Semejante respuesta no es tanto
una censura, sostiene Blumenberg, como “un dictamen sobre un conflicto de competencias”
(LdT 109, 143), emitido por quien se sabe autorizado respecto a la disposición pragmática
de los asuntos mundanos. El simultáneo reconocimiento y desautorización por parte del
cochero reside, a nuestro modo de ver, en la maniobra ilegítima y perversa de intentar hacer
disponible lo terrestre mediante la observación de lo celeste. El conocimiento de la posición
y cinemática de las estrellas se sanciona entonces como un saber inútil y contraproducente
si de lo que se trata es de encontrar el camino más corto en la superficie de la Tierra.

Pero la imagen más deliciosa de esta metafórica del carruaje, la ofrece sin duda la
anécdota de Voltaire y Madame du Châtelet. Durante un viaje a Cirey, en 1747, la carroza
de Voltaire se rompe, arrojando fuera a sus ocupantes. El secretario que los acompañaba
fue enviado al pueblo más cercano a pedir auxilio, y a su vuelta “vió una escena llena de
ridícula falta de realismo y desprecio hacia las duras realidades terrenas” (SdP 40, 51).
Voltaire y Mme. du Châtelet estaban sentados uno junto al otro sobre el acolchado de la
carroza accidentada, que habían extraído y dispuesto sobre la nieve, de tal forma que
sentados sobre ese relleno observaban la belleza del cielo estrellado: “capturados por la
grandeza del espectáculo que se extendía en derredor, conversaban, temblando de frío, a
pesar de las pieles que los envolvían, sobre la naturaleza y las órbitas descritas por las
estrellas, sobre el destino de los innumerables cuerpos celestes en el espacio infinito” (SdP
40, 51). Para su completa felicidad sólo habrían precisado, según el testimonio del
secretario, de los instrumentos ópticos oportunos con los que escrutar la profundidad de los
cielos, “sin darse cuenta de su triste situación en la Tierra” (SdP 40, 51). La llegada del
auxilio no podía sino interrumpir la gozosa “contemplación cósmica y el coloquio sobre el
universo” (SdP 40, 51).

De entre las otras muchas metafóricas de la indisponibilidad que cabrían aducirse,


como la metáfora orgánica del Idealismo (GkW 81-2, 66-7), la de la torre de Babel (GkW
96, 78) o la metaforización de la invisibilidad (GkW 125, 103), queremos hacer referencia
sólo, y sin ánimo exhaustivo, a la ambigua metáfora de “la completa contabilidad de las
estrellas” [“Die Vollzähligkeit der Sterne”] (VS 16), que quizá cabría asignar, propiamente,
a las metáforas existenciales de la disponibilidad. Nos referimos al poema “El pozo viejo”

72
[“Der alte Brunnen”] de Hans Carossa, que Blumenberg califica de “canción noctura”
[“Nachtlied”] (VS 13), esto es, de nana. En dicho poema Carossa describe la escena de un
huésped alojado por vez primera en una modesta casa de campo, cercana a un pozo solitario
que hace también las veces de fuente: “debe primero acostumbrarse a su suave murmullo,
pero se acostumbra tanto que se despierta cuando el sonido se interrumpe” [“wenn der Ton
aussetzt”] (VS 13). El dueño de la casa debe entonces tranquilizarlo: “un caminante
nocturno ha interrumpido el chorro con su mano vacía para tratar de beber” (VS 13). Es
ésta, dice Blumenberg, “una experiencia en la soledad, que no es definitiva” [“Erfahrung in
der Einsamkeit, daβ sie nicht endültig ist”] (VS 13). Aún habrán de venir más caminantes
nocturnos a beber, señalando su paso con el breve y ocasional silencio del rumor de la
fuente, para luego proseguir de nuevo su camino (VS 13). En elaboraciones sucesivas del
poema, el sobresaltado durmiente habría de encontrar consuelo, no tanto en las confiadas
palabras del posadero, como en la “completa contabilidad” [“vollzählbar”] (VS 16) de las
estrellas que componen el firmamento, que el durmiente encuentra ahí mismo nada más
despertar. Si bien la fuente puede ser perturbada, y con ello el sueño reparador, no así el
orden del mundo, simbolizado en la inequívoca estabilidad del cielo estrellado. Pero no se
trata sólo de que el cielo en sí mismo permanezca invariable y sirva como referente para
quien resurge desorientado en el mundo tras la interrupción abrupta de su descanso. Más
bien, lo que está en juego es la posibilidad de poder contar las estrellas que pueblan el
firmamento, y con ello, volver a conciliar el sueño: “no es importante que el recuento se
produzca efectivamente, sino que se pueda hacer” (VS 16).

Hemos sacado a colación, y para terminar, esta configuración simbólica en tanto


metáfora de la indisponibilidad, porque en su ambigua formulación se especifica también el
carácter inalcanzable del universo. Como en la canción popular que inspiraba el poema de
Carossa, pronto se impone la duda “¿Sabes cuántas estrellas van?” [“Weiβt du wieviel
Sternlein gehen?”] (VS 17). Debido a que la tarea efectiva de contarlas hasta el final es de
hecho inasumible, se ha de insistir en la mera posibilidad de su recuento: el cielo estrellado
permanece alejado e indisponible, por más que su brillante y contable apariencia nos ayude
a conciliar el sueño mientras yacemos en una Tierra excéntrica que recorre impasible su
órbita vacía.

73
Un capítulo de la astronoética:
la fenomenología del mundo de la vida
en perspectiva cosmológica

“Ahora se ha hecho claro que uno debe haber sido previamente un astrónomo para poder ocuparse por fin
del mundo de la vida de los hombres”.

(Hans Blumenberg, Vollzähligkeit der Sterne)

“El agua y el vaso, el vestido y el armario, están ambos de igual modo ‘en’ un lugar ‘en’ el espacio. Esta
‘relación de ser’ es susceptible de ampliación, por ejemplo, el banco está en el aula, el aula está en la
Universidad, la Universidad está en la ciudad, etc., etc., hasta llegar a: el banco está ‘en el espacio
cósmico’”.

(Martin Heidegger, Sein und Zeit, § 12)

Einstein y Husserl en 1917

En una de sus glosas astronoéticas, “Keine Lebenswelten” [“No hay mundos de la vida”]
(VS 463), Blumenberg nos ha recordado la proximidad de fechas entre la formulación de la
cosmología relativista, por parte de Einstein, y la introducción en filosofía del concepto de
“mundo de la vida”, la hazaña intelectual más importante de Husserl, en opinión de
Blumenberg (TLW 36, 42). La publicación del volumen XXXIX de la Husserliana,
dedicado precisamente al “mundo de la vida”, ha revelado hasta qué punto esta apreciación
resulta acertada.242 El momento fundacional de la cosmología relativista suele ser fechado
el 8 de febrero de 1917, cuando Einstein presentó en la Academia de Berlín sus célebres
“Kosmologischen Betrachtungen zur Allgemeinen Relativitätstheorie”.243 Por aquel
entonces, Husserl empezaba a dar forma a su concepto de “Lebenswelt”, que alcanzaría su
expresión más acabada en torno a 1934, con la no menos famosa serie de conferencias de
Viena y Praga, que luego constituirían el núcleo de Die Krisis der europäischen
Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie.244 Esta coincidencia histórica
entre dos de los hitos más importantes de la teoría de la relatividad y de la fenomenología
transcendental, respectivamente, encierra una afinidad aún más profunda, que Blumenberg
242
E. Husserl, Die Lebenswelt. Texte aus dem Nachlass (1916-1937), editado por Rochus Sowa, Gesammelte
Werke, Band 39, Springer Verlag, Berlin, 2008.
243
Para esta cuestión véase el capítulo sexto “Apocalipsis cosmológico”, recogido en este mismo libro.
244
E. Husserl, Die Krisis der Europäischen Wissenschaften und die Transzendentale Phänomenologie
(Martinus Nijhoff, Den Haag, 1954); traducción española de J. Muñoz, S. Mas, La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología transcendental, Ediciones Altaya, Barcelona, 1999.

74
ha puesto de relieve con su acostumbrada perspicacia. Esta afinidad guarda relación con las
intuiciones elementales que están en la base de la formulación de la relatividad, y que
podríamos caracterizar apropiadamente como una “fundación originaria” (LW 313-74, 269-
319). Uno de los rasgos distintivos de la teoría de la relatividad, que la señala además como
la consumación postrera de la física moderna, es la inclusión del observador como un
elemento fundamental en el estudio de los procesos físicos que pretende describir, hasta el
punto de que un observador fatalmente inmerso en el centro de intrincados procesos
cinemáticos y dinámicos aparece como una de las figuras más señeras de la nueva teoría
física que por entonces tomaba forma. De este modo, la relatividad se mostró peculiarmente
en consonancia con la fenomenología transcendental.

Blumenberg se ha referido a todo ello a propósito de la anécdota del techador,


comúnmente asociada a la concepción temprana de la relatividad por parte de Einstein (VS
IX).245 De acuerdo con esta anécdota, Einstein testimonió en primera persona cómo un
albañil se precipitaba desde un tejado, que por fortuna salió ileso tras su caída, pero a quien
aún tuvo ocasión de preguntarle “¿Cómo fue?”.246 No sin razón, señala Blumenberg, si en
lugar de ello le hubiera preguntado lo más previsible –“¿se encuentra Usted bien?”– esta
anécdota no habría entrado en la historia de la ciencia, y quizá Einstein tampoco habría
desarrollado su nueva concepción de la gravedad. La conexión básica entre la relatividad y
la fenomenología residiría entonces en la descripción de la doble “vivencia originaria”
[“Urerlebnis”] –la de quien cae, cuyo testimonio merece ser recabado, y la de quien
presencia la caída–, a la postre el fundamento intuitivo primario de la nueva interpretación
de la gravedad. Esta peculiar “capacidad de vivencia para un problema cosmológico”
[“Erlebnisfähigkeit für ein Weltallproblem”] (VS 231), ostentada por Einstein, ha sido
puesta por Blumenberg en relación con la del propio Newton y su respectiva anécdota de la
manzana (VS 54-65).247 En ambos casos, se trataría de la conversión de una vivencia más o
menos común en una vivencia exclusiva o individual [“Einzelerlebnissen”] (VS 221),
originaria, que ulteriormente ha de encontrar su consumación como “logro” científico
[“Ergebnis”] (Lt 13-4; VS 219-21).248 La anécdota de la caída del techador y su rendimiento

245
Para ulteriores detalles sobre la anécdota véase adicionalmente Albrecht Fölsing, Albert Einstein, Surkamp
Verlag, Frankfurt am Main, 1993, “Ein Mann fällt vom Dach – Auf dem Wege zur Allgemeinen
Relativitätstheorie”, pp. 343 y ss.
246
“Er fragte ihn: Wie war das?”. Blumenberg, “Drohender Verlust einer Anekdote” (VS 219).
247
Como es natural, Blumenberg también ha puesto en relación esta anécdota con la de Tales: “La historia de
nuestra teoría sobre el universo comienza y acaba con una caída” [“Die Geschichte unserer Theorie vom
Weltall beginnt mit einem Sturz und endet mit einem Sturz”]. En el primer caso la de Tales y el pozo, en el
segundo la del techador de Einstein: “Tales und Einstein: zwei komplementäre Anekdoten von theoretischen
Elementarereignissen” [“Tales y Einstein: dos anécdotas complementarias de sucesos teóricos elementales”].
H. Blumenberg, “Einstenium” (VS 220).
248
Si bien, señala Blumenberg, no se debe obviar la circunstancia de que, a diferencia de la “caída clásica” y
su espectador moderno (VS 224) –así como de la mayor parte de cuerpos que componen el universo– el

75
especulativo conformarían, en suma, “el paradigma de una vivencia exclusiva” [“das
Paradigma eines exklusiven Erlebnisses”] (VS 221), que sólo la fenomenología
transcendental estaría en condiciones de analizar. Más aún: era precisamente a partir del
análisis sistemático de estas “vivencias originarias” que la fenomenología aspiraba a
constituirse.249

Como es bien sabido, Einstein desarrolló su teoría de la relatividad a partir de una


serie de experimentos mentales con hombres dentro de ascensores en caída libre y
desplazándose por trenes en movimiento, cuyo minucioso estudio le permitió alcanzar
conclusiones relevantes en la comprensión de la gravedad y del espacio-tiempo.250 En este
sentido, cabe destacar la bizarra y sorprendente afinidad entre los experimentos mentales de
la física relativista y los análisis fenomenológicos del movimiento, que hacen además
verosímil una relación específica con la temática del mundo de la vida.251 De hecho, y
como tendremos oportunidad de comprobar, el propio Husserl también se sirvió de
experimentos mentales de índole “cosmológica” para alcanzar resultados epistemológicos
vinculantes para su fenomenología genética. Por otra parte, cabe considerar la teoría de la
relatividad, con sus viajes en el tiempo y sus paradojas conceptuales, como una suerte de
“inconmensurabilidad” entre “mundos de la vida”, algo que Husserl en modo alguno habría
podido admitir, de acuerdo con la citada “glosa astronoética” de Blumenberg.

Unos pocos pero espléndidos estudios sobre la obra póstuma de Blumenberg han
coincidido en señalar la presencia de temas antropológicos en su astronoética.252 En este
capítulo defenderemos que en la astronoética blumenberguiana no sólo convergen, en
efecto, temas antropológicos, sino también fenomenológicos. A nuestro modo de ver, y ésta
es nuestra tesis, fue precisamente en la astronoética donde se produjo la inesperada
convergencia entre la reflexión filosófica sobre el cosmos y el pensamiento
fenomenológico. De manera particular, propondremos una interpretación de la astronoética
como fenomenología del mundo de la vida, llamada a complementar la antropología

“techador caído” [“fallende Dachdecker”] a quien Einstein dirigía una curiosidad distintiva, se dejaba
interrogar.
249
Véase asimismo H. Blumenberg, “Takt und Methode” (VS 221).
250
Jordi Cepa, Cosmología física, Barcelona, Ediciones Akal, 2007, pp. 101 y ss.
251
El lector interesado podrá encontrar algunos ejemplos en este sentido en (TLW 43 y 48; VS 507; ZdS 156).
252
Bruno Accarino, “Vestigium umbra non facit. Astronoetica, ostilità e amicizia in Hans Blumenberg”, en su
Daedalus. Le digressioni del male da Kant a Blumenberg, Milano, Mimesis, 2002, pp. 109-122. Traducido al
español por A. Fragio, en Revista Anthropos, n.º 238, Barcelona, 2013; Emanuela Mazzi, “De la tierra al cielo
y regreso. La reflexión de Hans Blumenberg sobre la posición del hombre en el cosmos después de la empresa
astronáutica”, Revista Anthropos, n.º 238, Barcelona, 2013; E. Mazzi, “I pensieri astronoetici come
laboratorio per un’antropologia sperimentale: la riflessione di Hans Blumenberg sull’impresa spaziale”, en:
Alberto Fragio y Diego Giordano (eds): Hans Blumenberg. Nuovi paradigmi d'analisi, Aracne Editrice,
Roma, 2010, pp. 263-300; Rüdiger Zill, “Die Entstehung des Weltraums als Erfahrungsraum und die
Inversion des menschlichen Erwartungshorizontes”, en Michael Moxter (ed.): Erinnerung an das Humane.
Beiträge zur phänomenologischen Anthropologie Hans Blumenbergs, Tübingen, 2011, pp. 300-326.

76
fenomenológica esbozada por Blumenberg en Beschreibung des Menschen.
Argumentaremos entonces que la fenomenología blumenberguiana del mundo de la vida,
recogida en el póstumo Theorie der Lebenswelt, constituye también un capítulo de la
astronoética.

La doctrina blumenberguiana del mundo de la vida

Si bien la obra de Blumenberg estuvo ya desde su mismo inicio cargada de pequeños


“motivos fenomenológicos”, incesantemente reelaborados y ampliados en etapas sucesivas,
ha sido tras la publicación de sus textos inéditos que la adscripción de Blumenberg a la
tradición fenomenológica ha ido ganando claridad, adquiriendo de paso una nueva
significación. Éste es el caso de Zu den Sachen und zurück [2003], Beschreibung des
Menschen [2006] y Theorie der Lebenswelt [2010], todas ellas editadas por Manfred
Sommer –antiguo asistente de Blumenberg, él mismo un fenomenólogo–. En este sentido,
cabría ciertamente empezar a hablar –con algunas reservas importantes– de “las épocas de
la fenomenología blumenberguiana”. Sin duda a la primera de ellas habría de pertenecer
también su temprana metaforología, concebida como metacinética de los horizontes
históricos de sentido253 y que, en permanente diálogo con la Begriffsgeschichte, hubo de
evolucionar ulteriormente hacia una fenomenología de la historia y una teoría de la
experiencia.254 En este proceso, la libre variación husserliana habría sido llevada por
Blumenberg a la historia.255 No obstante, a esta presunta historización de la fenomenología,
y más allá de las abundantes “glosas fenomenológicas” de ocasión recogidas en Zu den
Sachen und zurück, habría que añadir la citada antropología fenomenológica y la
fenomenología del mundo de la vida, definidas en Beschreibung des Menschen y Theorie
der Lebenswelt, respectivamente.

En esta línea de razonamiento, podríamos considerar buena parte de las


contribuciones de Blumenberg como el resultado de la voluntad de dar acomodo en su obra
a diversos argumentos fenomenológicos, entre los cuales destacaría singularmente la
temática del “mundo de la vida”. Así, por ejemplo, en relación con la teoría de la
inconceptuabilidad (SZ 77-86, 97-117; TdU), que podemos entender como la confluencia
entre el “mundo de la vida” y la Begriffsgeschichte; o en el conjunto de ensayos que
Blumenberg consagró a Tales de Mileto (LdT 9-32, 15-46; SdP 11-64, 5-89) y los

253
A. Fragio, “«Das Überleben der Übergänge»: la supervivencia de los tránsitos: nuevos paradigmas de
análisis de la obra de Hans Blumenberg” en Alberto Fragio y Diego Giordano (eds): Hans Blumenberg. Nuovi
paradigmi d'analisi, op. cit, pp. 27-74.
254
A. Fragio, “Hans Blumenberg and the Metaphorology of Enlightenment”, en: Cornelius Borck (ed.), Hans
Blumenberg beobachtet. Wissenschaft, Technik und Philosophie, Verlag Karl Alber, 2013, p. 108, nota 81.
255
Como es conocido esta historización de la fenomenología ya había sido intentada por el propio Landgrebe.

77
recogidos en Die Sorge geht über den Fluss. El “mundo de la vida” habría de ser también
una clave decisiva de la “fundación originaria” en Tiempo de la vida y tiempo del mundo
[1986] (LW 313-74, 269-319),256 donde Blumenberg presentará además a la historia de la
astronomía como el gran tema para la comprensión histórico-fenomenológica de la
objetivación de la experiencia del tiempo.257 Sin embargo ha sido con el póstumo Theorie
der Lebenswelt donde “el núcleo de la doctrina blumenberguiana sobre el mundo de la
vida”258 ha encontrado su formulación más expresa y precisa.

Caracterización de la fenomenología blumenberguiana del mundo de la vida

El póstumo Theorie der Lebenswelt está constituido por una recopilación de textos bastante
digresivos, y en ocasiones incluso redundantes, sobre la temática del mundo de la vida. El
concepto de “Lebenswelt” no sólo fue “una pieza importante de la arquitectura
fenomenológica”, sino que “de igual modo es en Blumenberg un elemento importante de su
propia superación filosófica de Husserl. Más que importante: crucial, porque el mundo de
la vida condensa la propuesta blumenberguiana de una antropología fenomenológica”.259
Al igual que en la fenomenología husserliana hubo una suerte de Kehre hacia la temática
del mundo de la vida –que interesó enormemente a Blumenberg– cabría a su vez reconocer
en la propia reflexión de Blumenberg una Kehre hacia la antropología a través de la
fenomenología del mundo de la vida. De hecho en su revisión y ulterior reelaboración del
análisis fenomenológico del mundo de la vida, Blumenberg incorporó argumentos
antropológicos luego presentes y ampliamente desarrollados en Beschreibung des
Menschen.260

Desde un punto de vista histórico, quizá la indicación más importante ofrecida por
Blumenberg en su reconstrucción de los orígenes del concepto de “mundo de la vida”,
reside en su conexión con el neokantismo. A juicio de Blumenberg, Husserl introdujo el
“mundo de la vida” en contraposición con el factum originario de la ciencia, que para el

256
Véase en especial el profundo análisis que Blumenberg hace del “mundo de la vida” en «Das
Lebensweltmiβverständnis», la primera parte de Lebenszeit und Weltzeit [1986] (LW 7-68, 9-60). Véase
asimismo «Lebenswelt und Technisierung unter Aspekten der Phänomenologie» (LT 7-54, 33-72; TdL).
257
Véase en especial la sección “Zur genetischen Phänomenologie der Weltzeit” de Lebenszeit und Weltzeit
(LW 295-312). Podemos considerar este apartado como una fabulosa reelaboración de algunos de los temas
del célebre libro de Husserl sobre La fenomenología de la conciencia interna del tiempo, al que Blumenberg
había consagrado diversos seminarios. Sobre este asunto véase A. Fragio, “Hans Blumenberg and the
Metaphorology of Enlightenment”, op. cit., nota 3.
258
César González Cantón, “Hans Blumenberg, Theorie der Lebenswelt”, Revista Anthropos, n.º 238,
Barcelona, 2013.
259
Ibid.
260
Véase en especial el texto de Blumenberg “Selbstverständlichkeit, Selbstaufrichtung, Selbstvergleich”
(TLW III).

78
neokantismo hubo conformado el auténtico punto de partida del pensamiento filosófico
(TLW 71, 79 y 112-3, 122-123). Con esta transposición, Husserl habría dado por terminada
“su secreta vinculación con el neokantismo” [“seiner heimlichen Verbindung mit dem
Neukantianismus”] (TLW 113, 124), que oscurecía el problema de la vida en la teoría del
conocimiento.261

A partir de este planteamiento histórico inicial, podemos identificar el rasgo


distintivo de la caracterización blumenberguiana del mundo de la vida, en la tensión entre
indeterminación y obviedad. Por de pronto, el concepto mismo de “mundo de la vida”
resulta, en opinión de Blumenberg, un “concepto indefinido”, una “reserva de
inexactitudes”,262 a pesar de lo cual Blumenberg no dejó de esbozar diferentes definiciones
posibles. Quizá la de mayor alcance metafísico sea la siguiente: “el ‘mundo de la vida’ debe
ser descrito como el conjunto de consecuencias derivadas de la estabilización de la vida en
la realidad”.263 En este sentido, Blumenberg también lo ha entendido como el punto de
partida de la historia, o incluso como una suerte de “fata morgana” del mundo (TLW 230).
En cualquier caso, éstas y otras definiciones que cabría aducir, convergen en la
consideración del mundo de la vida como “hecho originario irracional” [“irrationales
Urfaktum”] (TLW I.5),264 es decir, una ambigüedad básica y no-fundada que, sin embargo,
está en condiciones de soportar y estabilizar realidades humanas derivadas como la razón o
la ciencia; si bien, y en último término, también las sanciona como una totalidad infundada.
Al mismo tiempo, el mundo de la vida se presenta como el “universo de lo obvio” [“das
Universum der Selbstverständlichkeit”],265 la compleja y bruta síntesis de todo aquello que
va de suyo y se da por consabido, que no llama la atención ni resulta chocante. Desde este
punto de vista, el “mundo de la vida” tiende a pasar desapercibido porque constituye el
sentido mismo de la experiencia humana –su “suelo”, dirá Husserl–, el lugar en el que las
evidencias son constituidas.

En esta aproximación inicial, Blumenberg no se alejaba demasiado de la propia


caracterización que hiciera el fundador de la fenomenología,266 y en cierto modo asumía

261
Blumenberg se ha referido a los aspectos históricos de esta cuestión en referencia a la tradición
neokantiana y al famoso encuentro de Davos (TLW 113). También nos ha recordado, de paso, que Heidegger
no era tanto un discípulo de Husserl como del neokantiano Rickert, quien escribió una crítica muy aguda
contra la filosofía de la vida de Simmel (TLW 125-6).
262
En el original alemán: “ein unbestimmter Begriff” (TLW I 1); “Lebenswelt als ein Reservat von
Ungenauigkeit”) (TLW 13), respectivamente.
263
“die ‘Lebenswelt’ muss beschrieben werden als der Inbegriff von Erfolgen der Stabilisierung des Lebens in
der Realität” (TLW 15). La traducción es mía. También cabría traducir “Inbegriff” como “esencia”; y la
expresión “Erfolgen der Stabilisierung des Lebens” como “éxitos de la estabilización de la vida”.
264
Sobre el “hecho originario” véase también (BdM 48 ss, 40 ss).
265
Blumenberg hace uso de esta expresión en numerosas ocasiones. Véase por ejemplo (TLW 28; 80; 123;
167; 170; 234).
266
E. Husserl, Die Krisis, op. cit. § 34 a-f.

79
también para sí la equívoca tarea de “comprender lo obvio” [“das Selbstverständliche
verstehen”] (TLW 100, 109). Pero en su comentario al “Lebenswelt” husserliano,
Blumenberg ha enfatizado con especial intensidad la dimensión de horizonte que
singulariza el mundo de la vida, y que en primera instancia organiza y disminuye la
confusión del flujo bruto de vivencias. De esta manera, y siguiendo a Husserl, el mundo de
la vida como horizonte le permitía a Blumenberg articular la tensión entre las dinámicas de
lo evidente y las dinámicas de lo desconocido e indeterminado, estableciendo con ello los
límites últimos y siempre cambiantes de la experiencia. El “mundo de la vida” sería
entonces aquello susceptible de ser ampliado indefinidamente, en tanto desplazamiento de
los límites que configuran su horizonte: “el mundo de la vida es pues un concepto límite,
pero es gracias a ello que no tiene en sí mismo límites determinados o determinantes”.267

Adicionalmente, la concepción del mundo de la vida como horizonte expresa el


desajuste esencial –la “distancia ontológica”, diríamos– entre “el complejo de horizontes”
que constituye el mundo y su ulterior traducción existencial en el horizonte del mundo de la
vida.268 El punto de convergencia de estos horizontes es el cogito cartesiano-husserliano,
que en Beschreibung des Menschen Blumenberg interpretará en clave antropológica.269 La
inconstancia e inseguridad de los límites del horizonte del mundo de la vida, esto es, la
posibilidad siempre abierta de una alternancia entre obviedad e incertidumbre, hace
inevitable el proceso de integración de lo desconocido en el mundo de la vida. En esto,
Blumenberg se alejaba claramente del planteamiento de Husserl, en la medida en que
estimaba el mundo de la vida como depositario de una racionalidad basada en la
autoconservación, surgida de la necesidad humana de hacer frente a la inseguridad esencial
del horizonte del mundo de la vida: “La constitución preventiva del hombre guarda
relación con la inconstancia del horizonte de su mundo de la vida”;270 a saber: a partir de la
angustia suscitada por lo desconocido que pugna en la periferia del mundo de la vida, y que
apunta hacia una posible indeterminación insuperable de sus límites. En este contexto,
Blumenberg se ha referido también a Heidegger, sugiriendo las afinidades entre el análisis
fenomenológico del mundo de la vida y la hermenéutica de la facticidad (TLW 136, 148).
Con ello ha anticipado sus propios análisis antropológico-existenciales de la conciencia
primitiva desarrollados en Beschreibung des Menschen, donde la adopción de la posición
erecta, la ganancia óptica a ella asociada y la definición del hombre como ser concurrente,

267
“Lebenswelt ist zwar ein Grenzbegriff, aber die durch ihn bestimmte oder zu bestimmende Lebenswelt hat
selbst keine Grenzen” (TLW 84). La traducción es mía.
268
Recordemos que la noción de horizonte para caracterizar el mundo de la vida es también fundamental en
Husserl, véase Die Lebenswelt. Texte aus dem Nachlass (1916-1937), op. cit. En Lebenszeit und Weltzeit,
Blumenberg se ha referido con especial intensidad al horizonte temporal del mundo de la vida, esto es, al
tiempo como un dimensión del horizonte.
269
A. Fragio, “Hans Blumenberg and the Metaphorology of Enlightenment”, op. cit.
270
“Die präventive Konstitution des Menschen steht im Zusammenhang mit der Inkonstanz der Horizontes
seiner Lebenswelt...” (TLW 136). La traducción es mía.

80
preventivo y delegador resultan cruciales en la génesis fenomenológica de la subjetividad
humana a partir de la conciencia animal (TLW III). Así planteadas las cosas, la tesis
fundamental de Blumenberg pasaría por afirmar que del mundo de la vida emerge una
“racionalidad endógena” [“endogener Rationalität”] (TLW 15, 18), que remite al proceso
evolutivo de antropogénesis y hominización, es decir, a la historia natural del hombre como
criatura viviente de la Tierra, una racionalidad que sustancialmente estaría basada en el
principio de autoconservación (TLW I6, 19).271

El último aspecto de la caracterización blumenberguiana del Lebenswelt al que


deseamos referirnos con brevedad, está relacionado con la célebre fórmula empleada por
Wittgenstein para definir el mundo, y que Blumenberg invierte en estos términos: “Die
Lebenswelt ist nicht alles, was der Fall ist”: “el mundo de la vida no es todo lo que hace al
caso” (TLW 80, 87). Podemos entender esta fórmula, que Blumenberg repite con no poca
frecuencia, como una indicación de que el mundo de la vida no se agota en la estricta
inmediatez de lo dado en un preciso instante, sino que mas bien apunta hacia todos los
supuestos y creencias concomitantes, al “universo de lo obvio” vigente en cada caso, y que
conforma el sentido mismo del espacio de experiencia y el horizonte último del mundo de
la vida. A nuestro modo de ver, la significación de esta fórmula queda también condensada
en otra expresión no menos feliz propuesta por Blumenberg: “die konstruktive
Beschreibung des Uneinsehbaren”: “la descripción constructiva de lo inabarcable” (TLW
I2). Con ella se anticipa, creemos, el argumento de la pluralidad de los mundos de la vida,
algo que sí admitiría de manera clara la fenomenología blumenberguiana del mundo de la
vida (TLW 9 ss, 11 ss),272 y que nos lleva directamente a los territorios de la astronoética.

Un Husserl astronoético

Una protoastronoética husserliana

No es exactamente una casualidad que en la astronoética blumenberguiana confluyan la


fenomenología del mundo de la vida y la antropología fenomenológica. Ya en Husserl tuvo
lugar lo que podríamos denominar una “protofenomenología del mundo de la vida en

271
Véase también César González Cantón, “Hans Blumenberg, Theorie der Lebenswelt”, op. cit. Blumenberg
se ha referido, asimismo, a la antropologización del “universo de las obviedades” como autoconservación
(TLW 173).
272
En “Keine Lebenswelten”, Blumenberg sostiene que Husserl no aplicó la “libre variación” al “mundo de la
vida” (VS 464). Añade a continuación que cada “mundo de la vida” sería como una “prisión”, un “cautiverio”
(“Gefangenschaft”). Como trataremos de mostrar a propósito de los “suelos de experiencia”, esta apreciación
de Blumenberg sobre Husserl no es completamente cierta. Por otra parte, en lo que hace al caso de
Blumenberg, cabría hablar de una reocupación fenomenológica de la pluralidad de mundos de la vida.

81
perspectiva cosmológica”, que en cierto modo Blumenberg habría llevado a la máxima
expresión con su astronoética.

En un opúsculo tardío de Husserl, usualmente conocido con el título abreviado La


Tierra no se mueve [“Die Ur-Arche Erde bewegt sich nicht”],273 podemos reconocer una
reflexión astronoética avant la lettre.274 En este opúsculo de 1934, inmediatamente anterior
a la publicación parcial de Die Krisis der europäischen Wissenschaften, hallamos base
suficiente para afirmar el fundamento “cosmológico” de la conceptualización husserliana
del mundo de la vida, sobre todo en relación con la cosmovisión copernicana y la ciencia
galileana.275 En el sobre en que Husserl hubo de depositar este pequeño texto, escribió la
siguiente nota aclaratoria: “Inversión de la teoría copernicana según la interpreta la
cosmovisión habitual. El arca originaria ‘Tierra’ no se mueve. Investigaciones básicas
sobre el origen fenomenológico de la corporeidad, de la espacialidad de la Naturaleza en el
sentido científico-natural primero. Necesarias investigaciones iniciales”.276

Cabe resumir el argumento de este opúsculo como el esbozo de un análisis


fenomenológico del movimiento de los cuerpos en la Tierra mediante la fenomenología
genética del mundo de la vida. Se trataría, por utilizar la definición del propio Husserl, de
un estudio del “movimiento de cuerpos en el marco de la función originariamente intuitiva
de la Tierra como ‘suelo’”.277 En este análisis eran ofrecidos, además, algunos desarrollos
complementarios de la temática del “Lebenswelt”, si bien Husserl en ningún momento hizo
uso de esta expresión.

273
Edmund Husserl, “Grundlegende Untersuchungen zum phänomenologischen Ursprung der Räumlichkeit
der Natur”, en: Marvin Farber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl, Cambridge
(Mass.), 1940, pp. 307-25. Trad. esp. y notas de Agustín Serrano de Haro, La Tierra no se mueve.
Investigaciones básicas sobre el origen fenomenológico de la espacialidad de la naturaleza (1995), Editorial
Complutense, Madrid, 2006. Algunas variaciones y desarrollos ulteriores de los argumentos abordados por
Husserl en este opúsculo se pueden encontrar en el póstumo Die Lebenswelt. Texte aus dem Nachlass (1916-
1937), op. cit. Un estudio del opúsculo de Husserl en Guido D. Neri, “Earth and Sky: An Analysis of
Husserl’s 1934 Manuscript on ‘The Spatiality of Nature’”, Telos, n.º 92, New York, 1992, pp. 63-84. De
acuerdo con Neri, fue Landgrebe quien transcribió este texto a finales de la década de los 30.
274
Blumenberg comentó este opúsculo en Beschreibung des Menschen (BdM 656 ss, 491 ss y 504 ss), y en el
inédito “Weltmodell und Lebenswelt. Vierter Teil: Der Erde als Lebensboden und Erfahrungspol” (DLA
Marbach). Rüdiger Zill ha resumido el contenido de este último texto en su “Die Entstehung des Weltraums”,
op. cit., pp. 313-9.
275
Sobre física moderna y mundo de la vida véase (ZdS 155 ss). Cabe recordar que en Die Krisis, Husserl
desarrolló el concepto de “mundo de la vida” preciamente a propósito de la física moderna, y en particular la
física galileana.
276
Agustín Serrano de Haro, “Introducción”, en: Husserl, La Tierra, op. cit. p. 7: “Umsturz der
kopernikanischen Lehre in der gewöhnlichen weltanschaulichen Interpretation. Die Ur-Arche Erde bewegt
sich nicht. Grundlegende Untersuchungen zum phänomenologischen Ursprung der Räumlichkeit der Natur
im ersten naturwissenschaftlichen Sinne. Alles notwendige Anfangsuntersuchungen”.
277
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 14.

82
El punto de partida de Husserl consistía –precisamente– en la comprensión
mundana de la Tierra como sucesiva ampliación de horizontes: “la apertura del mundo lo
es a título de horizonte, de un horizonte que no ha sido completamente concebido,
completamente traído a la representación pero que ya está formado de manera
implícita”.278 Dado que “los campos plurales de experiencia de cada hombre terminan
unificándose, con la experiencia continuada y conexa, en un único campo de
experiencia”,279 la suma resultante de los horizontes fragmentarios de la experiencia del
mundo constituye la representación de la Tierra como “unidad sintética” o “sistema de
lugares”, la síntesis total y última de “los campos actuales de experiencia”.280 Desde un
punto de vista fenomenológico, por tanto, la representación de la Tierra como unidad
sintética no sería sino el agregado final de los distintos horizontes mundanos.

Husserl se sirvió entonces de la metáfora de la Tierra como “suelo de la


experiencia”: “en la génesis experiencial de nuestra representación del mundo, la Tierra
[es] para nosotros el suelo de experiencia”.281 El “suelo” y el “horizonte” pasaban así a
convertirse en dos metáforas centrales –de claro alcance cosmológico– en su
fenomenología genética del mundo de la vida: “siempre está en mi poder caminar y seguir
caminando sobre el suelo de la Tierra, que es mi suelo, y experimentar el ser ‘corpóreo’
del suelo de una forma que en cierto modo es cada vez más plena. En la medida en que yo
puedo caminar sobre este suelo y acrecentar sin límite la experiencia que tengo de él y de
todo lo que hay sobre él, en esta medida el suelo posee su horizonte”.282

La relación entre horizonte y suelo resultaba así decisiva para el análisis


fenomenológico del movimiento y de su doble conclusión: 1) el “arca originaria” ‘Tierra’
no se mueve, y 2) la génesis originaria de la intuición del movimiento en el suelo terrestre
reside en nuestra condición de nacidos en la Tierra. A juicio de Husserl, es sólo gracias a
que hemos nacido y vivido sobre suelo terrestre que podemos comprender los movimientos
acaecidos en la Tierra, si bien propiamente careceríamos de intución alguna sobre el
eventual movimiento de ésta. Con este planteamiento, Husserl convertía el suelo de la
Tierra en una suerte de transcendente de la experiencia humana, una instancia al mismo
tiempo material y formal en virtud de la cual cabe concebir el movimiento del resto de
cuerpos, pero no el de la propia Tierra, dado que no puede constituir el objeto intencional
originario de la experiencia terrestre. La tesis de Husserl consistía, por tanto, en afirmar que
“en la figura originaria de la representación, la Tierra misma no se mueve y tampoco está

278
Ibid., p. 9.
279
Ibid., p. 10.
280
Ibid., p. 10.
281
Husserl, La Tierra, op. cit. pp. 11-2. A pesar de las indicaciones de Blumenberg en la citada glosa
astronoética, Husserl también se refirió en su opúsculo a los “suelos de la experiencia”. Ibid., p. 27.
282
Ibid., p. 23.

83
en reposo; reposo y movimiento tienen sentido relativamente a ella”.283 Cualquier
movimiento “está referido en primer término al suelo de todos los cuerpos que sirven de
suelo relativo, esto es: al suelo Tierra”.284 Sobre “la base, que es primera en sí, de la
constitución de la Tierra como suelo”,285 se hace “primeramente posible el sentido de todo
movimiento y de todo reposo como modo de un movimiento”.286 Dicho de otra manera:
desde la perspectiva proporcionada por la fenomenología genética se vendría a concluir que
no existe experiencia del “suelo” de la Tierra como cuerpo, y es sólo “en un nivel superior
de la constitución experiencial del mundo cuando la Tierra se vuelve ‘cuerpo que sirve de
suelo’, cancelando así la forma originaria de suelo. La Tierra es ahora el cuerpo físico
universal: el soporte de todos los cuerpos […]”.287 No obstante, lo verdaderamente
originario era que la Tierra no se movía, puesto que en su forma fenomenológicamente
originaria de suelo, la Tierra no podía ser en modo alguno experimentada como cuerpo. En
estos términos tan preclaros ha resumido el fenomenólogo español Agustín Serrano el
argumento husserliano: “Husserl, distingue, pues, tres etapas en la génesis del sentido de la
Tierra […]. En la primera [1], ‘la figura originaria de la representación’ de la Tierra, es
‘el’ suelo de la experiencia de cuerpos, suelo del reposo y referente de los movimientos, y
no es ‘un’ cuerpo siquiera como posibilidad que fuese objeto de negación. En la segunda
[2] ya es un cuerpo, bien que oficia de suelo de los restantes cuerpos normales: es ‘el’
cuerpo universal. En la tercera [3], que es posible una vez que los astros aparecen como
cuerpos normales –no como meros puntos de luz–, la Tierra se torna ‘un cuerpo más’;
orienta la experiencia de cuerpos, pero igual que podrían hacerlo otros [cuerpos]”.288

Llegamos así a lo que podemos considerar la premisa principal de la astronoética,


que además también cabe entender como primera fase de la fenomenología del mundo de la
vida en perspectiva cosmológica: “la Tierra se vuelve un cuerpo del mundo dentro de la
multiplicidad abierta de los cuerpos físicos circundantes”.289

Como es bien conocido, precisamente éste es el fundamento de la astronomía


moderna y su revolución. Sin embargo, la tesis intuitivo-geocéntrica de Husserl venía a
sostener justo lo contrario: que cualquier suelo “extraterrestre”, cosmológico, de la vida
humana no será sino un “sucedáneo contingente del suelo absoluto, [...] cuyo sentido y
validez remite al proceso de constitución experiencial del mundo desde la Tierra”.290 De

283
Ibid., p. 13.
284
Ibid., p. 22.
285
Ibid., p. 18.
286
Ibid., p. 54.
287
Ibid., p. 12.
288
Agustín Serrano, nota 2, en: Husserl, La Tierra, op. cit., p. 13. Véase también el “Inventario cosmológico
en la perspectiva intencional originaria”, íbid., nota 12, pp. 28-9.
289
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 18.
290
Agustín Serrano, nota 12, en: Husserl, La Tierra, op. cit., p. 29.

84
esta manera, Husserl practicaba la impugnación fenomenológica del copernicanismo,
puesto que la maniobra teórica copernicana habría consistido en hacer del Sol el “suelo” de
la experiencia, sin ser en realidad el verdadero soporte intuitivo-mundano. La hipótesis
heliocéntrica hubo transferido de la Tierra al Sol la condición de suelo absoluto originario,
pero carecía del soporte intuitivo necesario para justificar semejante maniobra
conceptual.291 Con esta objeción, y al igual que luego haría en la Krisis con la física
galileana, Husserl pretendía restaurar la originariedad intuitiva del mundo de la vida
terrestre como una refiguración fenomenológica llamada a subsanar en lo posible la
corrupción científica, si bien en el caso del opúsculo que nos ocupa esta refiguración se
concentraba en exclusiva en la experiencia astronómica copernicana. A ella iba dirigido el
trabajo teórico sobre el mundo de la vida, elaborado en el marco de la fenomenología
genética.

Cabría decir, en consecuencia, que la crítica a la cosmovisión copernicana era en


cierto modo llevada a cabo por Husserl a la luz de la fenomenología del mundo de la vida,
una suerte de “protofenomenología del mundo de la vida en perspectiva cosmológica”:
“Nosotros, copernicanos, nosotros, hombres de la modernidad, decimos: La Tierra no es la
‘Naturaleza entera’, es un astro en el espacio infinito del mundo. La Tierra es un cuerpo
esférico, que ciertamente no se puede percibir en integridad de una sola vez y por un solo
sujeto, sino sólo en una síntesis primordial como unidad de experiencias singulares
tramadas unas con otras”.292 Pero la exploración espacial inmediatamente posterior a la
muerte de Husserl y la producción de visualidad a ella asociada habrían permitido esa
percepción integral de la Tierra, que Blumenberg describiría de manera magistral en uno de
sus célebres aforismos.293

Experimentos mentales fenomenológicos para un nuevo sentido de la Tierra

291
Ibid, nota 6, p. 19. Agustín Serrano aclara de este modo la postura de Husserl sobre la cosmovisión
copernicana: “La imagen copernicana del mundo, sin embargo, no podría surgir de una inspección y
explicitación de los horizontes perceptivos, por exhaustivas que fuesen”. Ibid, nota 1, p. 11.
292
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 11.
293
Nos referimos al aforismo de Blumenberg que lleva como título “Visibilidad”: “En 1930 un filósofo
principiante escribe en su trabajo de habilitacion docente: ‘Tal vez nadie que no perciba que la visibilidad de
las cosas sólo puede experimentarse propiamente ante lo absoluto negativo habrá comprendido bien lo que
pretendo’. Bien cabe que no se pudiera esperar eso de sus lectores en 1930. Medio siglo más tarde, todo el
que haya tomado siquiera nota fugaz de las vistas que desde el espacio sideral ofrece la Tierra sabe lo que
pudo querer decirse. Para sus habitantes, ella siempre fue lo invisible por antonomasia. Se la tenía bajo los
pies, no ante los ojos, como algo evidente y no llamativo. La visión desde el espacio deja aparecer a la
Tierra, si se nos permite decirlo así, en un mar de negatividad: una isla en la nada. Esto la hace visible en un
sentido eminente: dolorosamente clara” (dS 136, 108).

85
A nuestro modo de ver, la protofenomenología husserliana del mundo de la vida en
perspectiva cosmológica se concreta en una serie de experimentos mentales concebidos por
Husserl en el citado opúsculo. El primero de ellos imagina la existencia de “arcas
voladoras” o “aeronaves”, como una suerte de Lebenswelt espacial o mundo de la vida
terrestre ampliado. Montado en una de estas naves espaciales, se podría “–me digo– volar
tan alto que la Tierra me apareciese como una esfera’ [..]. Descubro, en todo caso, que la
Tierra es un gran cuerpo esférico. Pero ésta es justamente la cuestión: si tengo acceso, y
cómo, a su corporeidad, en el sentido de que la Tierra sea precisamente, en la acepción
‘astronómica’, un cuerpo físico entre los demás, incluidos los celestes”.294 Husserl admite
aquí una reformulación de su tesis intuitivo-geocéntrica, a partir de la distinción entre el
“cuerpo primordial” [“Stammkörper”]295 y el “suelo originario” [“Stammboden”]:296 “los
hombres en el aeroplano […] tienen a la Tierra, en la experiencia, por el ‘cuerpo’ del que
proceden en origen, por el ‘cuerpo físico’-suelo. ¿Pero es que no puede el aeroplano servir
de suelo? […] ¿Acaso no tendría que pensar en transferir al aeroplano toda validez
constitutiva que por su forma dé sentido a la Tierra como mi suelo, como el suelo de mi
corporalidad?”.297 Husserl resuelve el dilema que plantea este experimento mental
preguntándose por el caso de los astros que se ofrecen a la experiencia astronómica. Su
solución está emparentada con el análisis fenomenológico del movimiento de los cuerpos
en la Tierra, gracias al cual propone esta rotunda conclusión: en orden a poder aprehender
indirectamente los astros “como cuerpos físicos de los que se tiene ‘experiencia’, antes he
de tenerme a mí mismo por hombre sobre la Tierra, como el suelo del que procedo en
origen”.298

¿Qué sucedería entonces –se pregunta– si en lugar de haber nacido en la Tierra


hubiera nacido en una de esas naves espaciales? En este segundo experimento mental,
Husserl imagina la ampliación del suelo terrestre, suponiendo la existencia “en el espacio
de mi primer suelo terreno [de] grandes aeronaves que lo surcan hace largo tiempo; que
en una de ellas nací yo y vive mi familia, y que ella fue suelo de mi ser hasta que supe que
sólo éramos navegantes sobre la Tierra más ancha, etcétera. Cabe así que una pluralidad
de ámbitos-suelo, de ámbitos en que se mora, se unifiquen en un ámbito-suelo”.299 Estas
“‘aeronaves’ han partido de la Tierra y a ella vuelven; las ocupan y las pilotan hombres,
que, en su último origen generativo, para ellos origen histórico, habitan sobre suelo de la

294
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 38.
295
Agustín Serrano traduce el término “Stammkörper” como “cuerpo de procedencia en origen” y la
expresión “mein Stammboden” como “suelo del que procedo en origen”. Véase Agustín Serrano, nota 21, en:
Husserl, La Tierra, op. cit., p. 39. Recordemos que en Beschreibung des Menschen Blumenberg también hizo
uso de estas expresiones.
296
“Bodenkörper”: cuerpo que sirve de suelo.
297
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 39.
298
Ibid., p. 40.
299
Ibid., p. 41.

86
Tierra como su arca”.300 Este experimento mental no representaría, por tanto, una
objección importante, puesto que, al igual que en el primer experimento mental, “todo ello
es relativo al arca que es el suelo de la Tierra y la ‘esfera terrestre’, y es relativo a
nosotros, los hombres terrenos”.301

Así las cosas, Husserl aún se planteaba un tercer supuesto: ¿y si hubiera dos Tierras
que pudieras servir como cuerpos que sirven de suelo? En tal caso, cabría volar desde una a
la otra, y “cada una sería así cuerpo físico para el otro cuerpo, que sería suelo”.302 De
nuevo Husserl salía al paso de la objeción planteada por este experimento mental con la
aseveración de que en realidad se trataría de una sola Tierra que se ha fragmentado en dos:
“¿qué significa ‘dos Tierras’? Significa dos fragmentos de la Tierra una y con una
Humanidad. Ambos fragmentos unidos formarían un suelo, y a la vez cada uno sería para
el otro el cuerpo físico; tendrían en torno a sí el espacio común en que cada uno, como
cuerpo físico, ocuparía un lugar acaso cambiante, pero el movimiento sería relativo al otro
cuerpo físico e irrelativo respecto del suelo sintético de su unión”.303 Sin embargo, añade a
continuación: “sólo ‘el’ suelo de la Tierra, con su espacio circundante de cuerpos, puede
hallarse constituido de manera originaria”.304

No obstante, la resolución de este experimento mental, dejaba abierta la posibilidad


de una “pluralidad de ámbitos-suelo, de ámbitos en que se mora”,305 y justo en ello reside
el cuarto y último de los experimentos mentales planteados por Husserl en su opúsculo: la
existencia de una pluralidad de “moradas originarias”, distintas a la Tierra. A diferencia de
lo sostenido por Blumenberg en la glosa astronoética mencionada al inicio,306 Husserl
parecía dispuesto a admitir la posibilidad de este pluralismo: “puedo representarme, claro
es, que ‘puntos’ que se vuelven visibles son cuerpos físicos distantes que se han
aproximado y que pueden acercarse aún más, hasta tocar suelo de la Tierra, etc. Y con ello
puedo representarme que se trate de ámbitos en que se more”.307 De este modo, la Tierra
aparecería como el arca propia, la nuestra, al tiempo que se pondría de manifiesto su
condición de astro entre astros, de cuerpo físico entre otros cuerpos físicos: “nos
representamos los astros en torno como arcas secundarias, cada una con su eventual
Humanidad”.308 En tal caso, la Tierra sería sólo “uno entre los cuerpos contingentes del
mundo, uno entre tantos, y rozaría el ridículo todo intento de creer después de Copérnico

300
Ibid., pp. 44-5.
301
Ibid., p. 45.
302
Ibid., p. 40.
303
Ibid., p. 40.
304
Ibid., p. 41.
305
Ibid., p. 41.
306
Blumenberg, “Keine Lebenswelten” [“No hay mundos de la vida”] (VS 463).
307
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 43.
308
Ibid., p. 46.

87
que la Tierra sea el centro del mundo ‘por el simple accidente de vivir nosotros en ella’,
privilegiada incluso con un ‘reposo’ relativamente al cual se movería todo móvil”.309 En
semejante caso, “cada ámbito en que se mora posee su ‘historicidad’ a partir del yo que lo
habita”,310 y en consecuencia el “suelo originario” [“Stammboden”] o la “morada
originaria” [“Urheimat”] de quien lo habita.

Ante esta perspectiva, la respuesta de Husserl no deja de sorprender, y sin duda va


mucho más allá de lo permitido por un análisis fenomenológico concebido en sentido
estricto. De nuevo Husserl remitía al carácter fenomenológicamente originario de la
experiencia terrestre, pero también apelaba a su historicidad y radical contingencia. Como
ha señalado Agustín Serrano, Husserl asumía la historicidad de la vida en la Tierra a la
manera de una esencia irrepetible provista de valor apodíctico.311 La misma contingencia
radical de la vida en la Tierra, su “historicidad originaria” –si podemos llamarla así– estaría
en la base de la constitución transcendental de la experiencia del universo. En
consecuencia: “todo ser en general sólo tiene su sentido de ser a partir de mi génesis
constitutiva, y esta génesis, ‘terrena’, lo precede”.312 Dicho de otra manera: “todo viene a
depender de no olvidar la predatitud y la constitución que competen al ego apodíctico, a
mí, a nosotros, como fuente de todo sentido de ser efectivo o posible y de todas las
ampliaciones construibles que el mundo constituido admita en la historicidad en curso”.313
A fin de cuentas, era el fenomenólogo quien concebía los experimentos mentales, y sólo
habrían de tener algún sentido en la medida en que remitían a su respectiva experiencia
terrestre. Sin embargo, el resultado no era plenamente concluyente, y Husserl reconocía que
a diferencia de lo que sucede con los horizontes terrestres, “la homogeneización iterativa
[…] de los espacios estelares plantea cuestiones fenomenológicas propias”.314

Dentro de estas “cuestiones fenomenológicas propias” cabe incluir, desde luego, la


reelaboración de la fenomenología del mundo de la vida en perspectiva cosmológica,
puesto que los experimentos mentales concebidos por Husserl habían abierto la posibilidad
de una nueva tipología plural del Lebenswelt, como mínimo del mundo de la vida terrestre,
del aeroespacial y de las “arcas secundarias”.

Bajo este punto de vista, la astronoética blumenberguiana no sería sino la


consumación de este peculiar enclave fenomenológico, con los nuevos referentes de la
carrera espacial y la ulterior llegada del hombre a la Luna, acontecimientos, insistimos, que

309
Ibid., p. 48.
310
Ibid., p. 43.
311
Ibid., p. 52, nota 26.
312
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 54.
313
Ibid., p. 51.
314
Ibid., p. 46.

88
Husserl no tuvo ocasión de testimoniar. A partir de estas memorables hazañas quedó
establecido lo que podríamos denominar “el factum originario de la astronoética”, su
terminus a quo, cuyo terminus ad quem no sería sino el surgimiento del Lebenswelt
astronoético y la antropología fenomenológica del cosmos.

Nuevos episodios para el sentido de la Tierra: con los pies en la Luna

Cabría decir que la llegada del hombre a la Luna, junto con su inversión de “suelos de
experiencia”, no sólo fue un pequeño paso para el hombre, sino un gran salto para la
fenomenología del mundo de la vida. Como ya vimos en el capítulo anterior, Blumenberg
hubo de recoger las conflictivas relaciones entre teoría astronómica y Lebenswelt, en lo que
podemos considerar otro de los argumentos fundamentales de una fenomenología del
mundo de la vida en perspectiva cosmológica (LdT 9-32, 15-46; SdP 11-64, 5-89). Pero una
cosa era observar la Luna a través del telescopio, y otra muy distinta poner los pies sobre su
superficie. Lo que estaba en juego era la histórica conversión del Lebenswelt terrestre del
contemplator caeli en el Lebenswelt lunar del astronauta, que no sólo involucraba de facto
una ampliación o extensión del mundo de la vida humano, sino una auténtica
transfiguración del sentido de la Tierra.315 Ahora cabía hablar de una efectiva superación
del “umbral” del mundo de la vida terrestre, y con ello de un caso paradigmático de
integración del suelo y del horizonte astronómicos en el Lebenswelt del hombre. Ya no se
trataba sólo de un conflicto de facultades entre racionalidad práctica –terrestre– y
racionalidad teórica –astronómica–, sino del sentido mismo de la experiencia del hombre
sobre la Tierra.

La llegada del hombre a la Luna había convertido en facticidad lo que hasta


entonces no había sido más que una mera conjetura. Por decirlo de nuevo con Husserl: “Si
quiero ‘pensar’ la Tierra como un cuerpo físico móvil, precisaría para poder hacerlo, para
poder pensarla en general [como] cuerpo físico en el sentido más original –en definitiva,
para poder ganar una posible intuición en que poder evidenciar directamente la
posibilidad de que ella sea un cuerpo físico–, precisaría –digo– de un suelo al que referir
toda experiencia de cuerpos, y con ello toda experiencia del ser duradero en reposo o en
movimiento”.316 Pero “mientras no tenga representación alguna de un nuevo suelo –uno
desde el cual la Tierra pudiera tener, en un avance y retroceso conexos, el sentido de un
cuerpo físico cerrado, en movimiento y reposo–, y mientras no se me alcance
315
Para ulteriores detalles véanse las glosas astronoéticas que Blumenberg dedica a la Luna en Die
Vollzähligkeit der Sterne [1997], en especial las secciones “Unter dem Mond” (VS VI) y “Mondphysik” (VS
XIX). Véase asimismo “Was die Mondlandung brachte” (VS 419), sobre Cassirer y la mitificación de la
llegada del hombre a la Luna.
316
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 22.

89
representación alguna de una permuta de los suelos respectivos –con el resultado de que
ambos suelos se vuelvan cuerpos–; mientras nada de ello ocurra, la Tierra misma es,
justamente, suelo, no un cuerpo físico”.317 Y justo esto es lo que ocurrió cuando el hombre
pisó el suelo lunar. Ahora, como en la Tierra, cabía caminar y seguir caminando sobre el
suelo de la Luna, y acrecentar de este modo la experiencia de su horizonte hasta ver salir en
él el cuerpo de la Tierra. En el horizonte lunar se producía la integración efectiva del
Lebenswelt terrestre, ahora como una alucinada extensión del Lebenswelt lunar. Por decirlo
esta vez a la manera aristotélica: se pasaba de la distinción entre mundo sublunar y
supralunar, a la distinción entre mundo subterrestre y supraterrestre. Si la maniobra
copernicana hubo consistido en situarse teóricamente “en el Sol para así ‘ver’ a la Tierra
salir por el horizonte, Armstrong, desde la Luna, pudo ver, realmente, a la Tierra salir por
el horizonte lunar”.318 De este modo, la llegada del hombre a la Luna permitió la ocasional
superación del motivo de la Tierra como soporte exclusivo del mundo de la vida, una
externalización absoluta del mundo de la vida terrestre, que daba inicio al proceso
astronoético de integración de horizontes cosmológicos. Aquí tan sólo nos interesa destacar
que el alunizaje y la subsiguiente reflexión astronoética conllevaban una impugnación
fáctica de “la función originariamente intuitiva de la Tierra como suelo”,319 y con ello
quedaba también inaugurada una equívoca fenomenología cosmológica del mundo de la
vida, la cuarta etapa en la génesis del sentido de la Tierra.

Las glosas astronoéticas como fenomenología cosmológica del mundo de la vida

Nuestra propuesta interpretativa pasa entonces por considerar la fenomenología


blumenberguiana del mundo de la vida como un capítulo de la astronoética. Dicho de otro
modo: en la astronoética cabría reconocer el esbozo de una fenomenología cosmológica del
Lebenswelt. En consecuencia, las “glosas astronoéticas” recogidas en el póstumo Die
Vollzähligkeit der Sterne [1997] no sólo podrían ser consideradas como “glosas
fenomenológicas”, sino como “glosas astronoéticas para una fenomenología cosmológica
del mundo de la vida”. Desde este punto de vista, las enmiendas de Blumenberg a la
fenomenología husserliana del Lebenswelt permiten vislumbrar una “fenomenología
astronoética”, capaz de establecer los fundamentos de una “antropología fenomenológica
del cosmos”. Precisamente en ello reside, en nuestra opinión, el núcleo especulativo de la
aportación blumenberguiana a la reflexión sobre el Universo contemporáneo, en la triple
convergencia entre astronoética, fenomenología y antropología. La culminación de este

317
Ibid., p. 25.
318
José Luis Montesinos, “Husserl, 1934: La Tierra no se mueve”, Fundación Canaria Orotava de Historia de
la Ciencia, 2010, p. 23.
319
Husserl, La Tierra, op. cit. p. 14.

90
trabajo de elaboración conceptual –en consonancia con el desplazamiento histórico de la
experiencia astronómica acaecido durante el siglo XX– sería la emergencia del Lebenswelt
astronoético.

El horizonte y el suelo cosmológicos del mundo de la vida: el Lebenswelt astronoético

Una fenomenología astronoética tendrá que hablar ante todo del encapsulamiento del
mundo de la vida en perspectiva cosmológica. Blumenberg se ha referido a la eventual
proliferación de la vida en el Universo como una suerte de “expansionismo orgánico”
[“organischen Expansionismus”] siempre necesitado de protecciones y refugios: “das
Leben geht in den Raum mit seinen Gehäusen” (VS 82). En la glosa “Der Lebensweltboden
– eine treibende Scholle” [“Los suelos del mundo de la vida – un pedazo de tierra
propulsado”] (VS 533), Blumenberg también enfatizó la necesidad humana de poseer un
suelo firme. La solidez y fiabilidad del suelo bajo los pies sería en cierto modo un requisito
básico para que la vida del hombre pueda llegar a prosperar alguna vez: “cualquiera de sus
aventuras siempre ha de presuponer que podrá encontrar en algún sitio un pedazo de suelo
firme”.320 Es precisamente en el presupuesto de un suelo firme donde “la teoría
fenomenológica del mundo de la vida ha redescubierto y depositado el escaso saber que el
hombre posee de su mundo, en la conciencia inmediata y mundana de las condiciones que
hacen posible su vida, y que en modo alguno puede dejar al azar”.321 Desde esta
perspectiva, la astronoética como fenomenología cosmológica del mundo de la vida sería
una toma de conciencia del característico encapsulamiento del mundo de la vida y de su
esencial impugnabilidad; de la vulnerabilidad de las condiciones que soportan la vida y que
hacen posible dicho encapsulamiento. La gran conquista conceptual de la fenomenología
astronoética consistiría entonces en reconocer la conversión fáctica del intercambio de
suelos de experiencia como un hecho normativo de la comprensión de la existencia humana
y de su transfondo cósmico. Al factum brutum originario de la astronoética –el haber pisado
otro suelo distinto al de la Tierra– le seguiría la fundación originaria del Lebenswelt
astronoético, que asume la realidad de nuevos cuerpos como nuevos suelos, es decir, el
intercambio cosmológico de los suelos de experiencia y, por consiguiente, la posible
integración de sus horizontes en una nueva síntesis.

320
“Alle Weltabenteuer des Menschen setzen voraus, dass er sich immer wieder und irgendwann wieder auf
ein Stück festen Bodens stellen kann” (VS 482). La traducción es mía.
321
“[…] für die Festigkeit und Zuverlässigkeit des Bodens unter seinen Füssen immer schon voraussetzte. An
diesem Punkt hat die phänomenologische Theorie der Lebenswelt angesetzt und widerentdeckt, wie wenig das
Wissen, das der Mensch von seiner Welt erworben hat, sich verträgt mit dem unmittelbaren und
lebensweltlichen Bewusstsein, das er von den Bedingungen seines Lebens besitzt und gar nicht preisgeben
kann. Die Theorie der Lebenswelt ist immer auch eine von der geringen Eindringtiefe der Theorie in das
Bewusstsein” (VS 482). La traducción es mía.

91
Sin embargo, la exploración espacial ha revelado la excepcionalidad de la Tierra
como un oasis cósmico para la vida, practicando así una inesperada recidiva del
geocentrismo, que Blumenberg ha tematizado con las nociones de “geotropismo” o
“perspectiva geotrópica”.322 Pero el geotropismo es ante todo la inclusión del horizonte
cosmológico en el mundo de la vida terrestre, y se basa precisamente en la inversión de
suelos cosmológicos de experiencia. Quizá encontramos en ello la mejor definición del
Lebenswelt astronoético: la recuperación del mundo de la vida terrestre ampliado mediante
la integración de horizontes y suelos cosmológicos.

Hacia un análisis astronoético del mundo de la vida: la antropología fenomenológica del


cosmos

El programa de un análisis fenomenológico del Lebenswelt en perspectiva


cosmológica habrá de reservar un espacio especial a la evolución histórica de la curiosidad
humana, a su proyección sobre el Universo y a los sucesivos desbordamientos del mundo
de la vida terrestre. Sin duda cabe una revisión en este sentido de los principales tópicos
recogidos en las glosas astronoéticas de Blumenberg, y que nos pone en la pista de su tardía
antropología fenomenológica. Sólo una “fenomenología de la actitud teórica” [“eine
Phänomenologie des theoretischen Verhaltens”] (TLW 174, 189; VS 438) en perspectiva
cosmológica puede llegar a explicar, por ejemplo, que “la huella más llamativa dejada por
[el hombre] en el suelo de la Luna sea la señal de su voluntad de retorno a casa, la prueba
de que allí no necesita ser buscado, de que ya no está allí” (MvM 113, 161-2).323 Sin
embargo, de acuerdo con la doctrina blumenberguiana del mundo de la vida, el fundamento
último de la Sorge por los astros no sería otro que el de la autoconservación. La
antropología fenomenológica revela que la curiosidad como generadora de racionalidad
está puesta al servicio de la preservación del hombre, y en consecuencia, otro tanto cabría
esperar de una curiosidad específicamente dirigida al Universo circundante. El Lebenswelt
astronoético no sería sino el resultado de esta ampliación del horizonte por medio del
proceso de “integración de lo desconocido” [“Integration des Unbekannten”] (TLW 55,
58), que ha superado el fastidio de poner en suspenso la obviedad del mundo de la vida
terrestre para iniciar el trabajo de la exploración del Universo como una esforzada
“descripción constructiva de lo inabarcable” [“Konstruktive Beschreibung des
Uneinsehbaren”] (TLW I2). No era correcto, añade Blumenberg, “el pronóstico de que el
hombre se comportaría en el espacio exterior exactamente igual que si estuviera en casa”

322
Un resumen de la cuestión del geotropismo en E. Mazzi, “De la tierra al cielo y regreso”, op. cit.
323
Véase, por ejemplo, Blumenberg, “Stern ohne Neugierde” [“Estrellas sin curiosidad”] (VS 349); “Raumlust
– Vor dem Abheben” [“Deseo de espacio-Antes del despegue”] (VS VIII). Un resumen de la cuestión en B.
Accarino, “Vestigium umbra non facit”, op. cit.

92
(MvM 113, 162). Precisamente por ello la fenomenología astronoética está en condiciones
de revelar las peculiaridades del mundo de la vida terrestre, de colaborar en una
hermenéutica cosmológica de la facticidad, en la medida en que vuelve nítidos la
inconstancia e inseguridad de los límites del horizonte del mundo de la vida terrestre. La
apertura al Universo aparece así como la dimensión en la que prácticamente cualquier cosa
resulta concebible, y por tanto es capaz de ampliar incesantemente el horizonte del mundo
de la vida. En consecuencia, podemos identificar el leitmotiv de la fenomenología
astronoética del mundo de la vida en la siguiente cuestión vertida sobre el Universo:
“Genau wie bei uns – oder ganz anders?”: “¿Exactamente como con nosotros o
completamente distinto?”] (VS XIII). Como es sabido, en Die Vollzähligkeit der Sterne
Blumenberg llevará este complejo temático a la comunicación extraterrestre,324 al
encuentro con los “otros Otros” [“andere Andere”] y el problema de la intersubjetividad,325
y al estatus cosmológico de la razón.326 Habría que añadir, además, y de manera muy
especial, “la fenomenología genética del tiempo del mundo” en relación con el tiempo del
mundo de la vida.327 Todo ello constituye, en suma, el núcleo de una antropología
fenomenológica del cosmos, centrada en “la unión entre cosmología y antropología”.328
Sin entrar en todas estas cuestiones que nos llevarían demasiado lejos,329 queremos tan sólo
señalar –a modo de conclusión provisional– que el análisis astronoético del mundo de la
vida hace del hombre, antes que nada, un “zoon astronomikon”.

324
“Auf Sendung und auf Empfang” [“Sobre enviar y recibir”] (VS IV)
325
“Hoffnung auf andere Andere ohne Furcht vor ihnen?” [“¿Esperanza de otros Otros, pero sin tenerles
miedo?”] (VS 156). Véanse asimismo las glosas “Mit geschlossenem Visier” (VS 474) y “Unverwehbare
Spuren” (VS 484).
326
“Im Zentrum der Vernunft” [“En el centro de la razón”] (VS XX).
327
“Zur genetischen Phänomenologie der Weltzeit” (LW 295-312).
328
“die Verbindung von Kosmologie und Anthropologie” (BdM 537). En la reflexión antropológica en
perspectiva cosmológica tiene un lugar preponderante la extensión de la antropogénesis a la astronoética. En
estos términos lo ha resumido Bruno Accarino: Blumenberg “transfiere al universo la situación originaria de
los encuentros entre hombres primitivos en una sabana libre, y su importancia para la vida y la muerte”.
Accarino, “Vestigium umbra non facit”, op. cit.
329
El lector interesado podrá encontrar información detallada en los citados trabajos de B. Accarino y E.
Mazzi.

93
Esbozo de una metaforología del universo contemporáneo

“Puede que en una época cuya grandeza y riesgo remiten a un conocimiento experimental, el metafísico
tenga que aparecer envuelto en la bata del empírico. La especulación, en otro tiempo el más alto galardón de
los espíritus, no goza ya de ninguna confianza; sólo con la descripción exacta queda legitimado el
conocimiento”.

(Hans Blumenberg, El hombre de la Luna)

“A menudo, la metafísica se nos mostró como metafórica tomada al pie de la letra; la desaparición de la
metafísica llama de nuevo a la metafórica a ocupar su lugar”.

(Hans Blumenberg, Paradigmas para una metaforología)

La reocupación cosmológica de la metafísica

¿Qué fue de la metafísica en gran estilo? La historia de la metafísica ha adquirido los


estigmas de una dudosa tradición. Su aspiración truncada de obtener un sentido último de la
realidad, de fijar un discurso convincente y definitivo al que remitir las preguntas
fundamentales, ha quedado como una muestra más de los extravíos a que puede dar lugar la
reflexión filosófica. Con ello, la historia de la metafísica se ha convertido en uno de los
relatos más tristes que se pueden contar sobre la errancia y los desaciertos de la razón
humana. No obstante, y sin apenas disminuir la intensidad de sus pretensiones, una
metafísica ya estigmatizada ha debido adoptar una nueva faz y buscar otros lugares en los
que recomenzar su tarea. De este modo vino a ocultarse en los tranquilos remansos de la
especulación cosmológica. Mientras los últimos grandes metafísicos se afanaban
vanamente en renovar una vez más el ambicioso proyecto de una ontología filosófica
fundamental,330 la cosmología física, unas veces con discreción y otras con mucho ruido, se
demostró como la auténtica heredera de una empresa de comprensión de la realidad que
atraviesa milenios. Venía así a imponerse un nuevo gran relato sobre la naturaleza del

330
Recordemos la divertida anécdota de Heidegger y el incidente de la picadura de la abeja, narrada por
Blumenberg en (MvM 92-3, 130-2). Mientras que Heidegger no tenía fundamento para dar un sentido
pretencioso a su picadura, a la cosmología siempre le han sobrado razones y ha tenido legitimidad suficiente
para una pretenciosidad semejante. Sobre Heidegger y la “Bienenstich”, véase también César González
Cantón, La metaforología de Blumenberg como destino de la analítica existencial, Universidad Complutense
de Madrid, 2004, p. 251, nota. 684.

94
mundo y su formación, en el que las más altas especulaciones filosóficas eran reemplazadas
por las más altas especulaciones cosmológicas y astronómicas.331

Al mismo tiempo, con el triunfo de la cosmología como disciplina científica, los


gigantes de la ciencia también hubieron de convertirse en gigantes de la metafísica, sobre
cuyos hombros otros enanos desearon ver los confines del mundo.332 Así, la siempre
creciente multiplicación de mensajeros siderales resultó proporcional al aumento del
“apetito por los testimonios cósmicos” [“Hunger nach kosmischer Zeugenschaft”] (VS
140).

Entre todos estos nuevos mensajeros de las estrellas, quizá sea Stephen Hawking el
más insigne –desde luego el más mediático–,333 aunque sin duda se podrían citar a otros
muchos. Hawking ha encarnado como nadie la voluntad de ser a la vez un mensajero y un
gigante de la metafísica científica;334 un exitoso escritor de gacetas siderales y un artífice de
aventuradas conjeturas cosmológicas; sin incurrir además en el escándalo de aquello que
Blumenberg denominaba la “sobrevalorada autoestima de quienes resuelven los enigmas
del mundo” [“die Welträtsel und die Selbstüberschätzung ihrer Löser”] (VS 278-80). Con
no pocas penalidades, Hawking estuvo en condiciones de conquistar nuevas verdades
cosmológicas. Más allá de la abierta incomodidad que aún a día de hoy suelen suscitar sus
libros divulgativos en la comunidad científica, Hawking representa un caso paradigmático y
memorable tanto de recaída en las “arriesgadas arbitrariedades” de la especulación
astronómica –por usar la expresión de Einstein–335 como del impetus metafísico de la

331
Helge Kragh, Higher Speculations. Grand Theories and Failed Revolutions in Physics and Cosmology,
Oxford University Press, 2011.
332
Blumenberg ya lo indicaba a propósito de la ciencia moderna: “el universo de la mecánica gravitacional
newtoniana pronto se convirtió en el esquema-guía. […] Los filósofos comenzaron a escrutar por encima de
las espaldas de los investigadores de la naturaleza, con el propósito de obtener de sus modelos imágenes de
referencia para la metafísica” (WW 71, 18).
333
Sus primeros biógrafos lo han descrito de este modo: “[…] Hawking empezó a ser presentado como una
metáfora de su propia obra. Se estaba convirtiendo en el cosmonauta de los agujeros negros atrapado en un
cuerpo tullido, atravesando los misterios del Universo con la mente de un Einstein actual y yendo hasta
donde sólo los ángeles se atreverían a ir”. Michael White y John Gribbin, Stephen Hawking. A Life in
Science, Viking, New York, 1992. Trad. esp. de Domingo Santos, Stephen Hawking, una vida para la ciencia,
Salvat Editores, Barcelona, 1993, p. 129. En la p. 156: “la encogida figura del científico más famoso del
mundo”; en la p. 187: “la marchita figura derrumbada en su silla de ruedas”. Cabría preguntarse: ¿quién ama
al gigante? Aquél que se encarama sobre sus hombros. El de Hawking parece un extraño castigo, de rango
mitológico. Quizá encarna mejor que Tales el viejo conflicto señalado por Blumenberg entre teoría,
curiosidad astronómica y mundo de la vida: caer en un pozo vs. el gigante postrado en una silla de ruedas.
Nos ocuparemos con más detalle de Hawking en el séptimo capítulo.
334
Stephen Hawking, A hombros de gigantes: las grandes obras de la física y la astronomía, Crítica,
Barcelona, 2010, p. 9: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido en hombros de gigantes”,
escribió Newton a Hooke en 1676. Como es sabido, los gigantes de Newton fueron Pierre Fermat e Isaac
Barrow.
335
Albert Einstein, “Autobiographical Notes”, en Paul A. Schilpp (ed.), Albert Einstein: Philosopher—
Scientist [1949], The Library of Living Philosophers, volume VII, Carbondale, Illinois: Sothern Illinois

95
cosmología física contemporánea. Lo primero es precisamente el rasgo distintivo de la
historia de la metafísica, mientras que lo segundo constituye una prueba más de la
reocupación cosmológica de la metafísica. El destino metafísico de la cosmología
contemporánea ha pasado entonces por hacer del “concepto astronómico de realidad” (Lt
24 y ss), el concepto de referencia último de cualquier realidad.

A nuestro modo de ver, el acto inaugural de la reocupación cosmológica de la


metafísica cabe ser asimilado a la creación de la cosmología relativista por parte de
Einstein. La teoría de la relatividad aseguró un nuevo y fabuloso dominio para la
especulación científica, que se concretaría de manera especial en una nueva concepción de
la gravedad y del espacio-tiempo capaz de ofrecer una representación físico-matemática de
“la estructura a gran escala” del Universo;336 una representación en la que el “ethos
metafísico” de la cosmología relativista contrastaba singularmente con el pathos
antiescatológico de Einstein y de su época.337 La transformación de la cosmología
relativista en una cosmología evolutiva, a manos de Friedmann y Lemaître, entre otros,338
no hizo sino aumentar la eficacia de la cosmología científica para producir representaciones
de la totalidad del Universo, colaborando así en el proceso de reocupación cosmológica de
la metafísica. Si la teoría de la relatividad permitió una descripción de la estructura a gran
escala del Universo, la cosmología evolutiva inmediatamente posterior ofreció la imagen

University (3rd ed. 1995). Trad. esp. de Adriana Castelar, en José Manuel Sánchez Ron (ed.), Albert Einstein.
Obra esencial, Crítica, Barcelona, 2005, p. 57: “caer en arriesgadas arbitrariedades”.
336
Hasta donde conocemos, fue Einstein el primero en usar esta expresión, que luego alcanzaría mucha
fortuna, en su famoso “Kosmologische Betrachtungen zur allegemeinen Relativitätstheorie”, Preuβisiche
Akademie der Wissenchaften, Sitzungsberichte, 1917, pp. 142-152; trad. esp. de Javier García Sanz,
“Consideraciones cosmológicas sobre la teoría de la relatividad general”, en A. Einstein, Obra esencial, op.
cit., p. 501. Véase asimismo el clásico de Stephen Hawking y George Ellis, The Large Scale Structure of
Spacetime, Cambridge University Press, 1973; y el de Phillip James Edwin Peebles, Large-Scale Structure of
the Universe, Princeton University Press, 1980.
337
Véase el capítulo sexto “Apocalipsis cosmológico”. Bajo cierto punto de vista, Einstein, al igual que
Darwin, Freud o el propio Nietzsche, fue una figura profundamente clásica que se vió obligado a afrontar y
conceptualizar abismos “no-clásicos”.
338
Esta cuestión la hemos desarrollado brevemente en el capítulo sexto “Apocalipsis cosmológico”. Para
ulteriores detalles véase Georg Singer, “Die Kontroverse zwischen Alexander Friedmann und Albert Einstein
um die Möglichkeit einer nichtstatischen Welt”, en Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einstein
Kosmos. Untersuchungen zur Geschichte der Kosmologie, Relativitätstheorie und zu Einsteins Wirken und
Nachwirken, Verlag Harri Deutsch, Frankfurt am Main, 2005, pp. 142-61; Kurt Roessler, “Georges Lemaître,
das expandierende Universum und die kosmologische Konstante”, en ibid, pp. 162-85. En estos términos lo
ha resumido Jean-Pierre Luminet: “Einstein creó la teoría de la relatividad general y escribió las ecuaciones
que gobiernan las propiedades físico-geométricas del Universo; Friedmann descubrió las soluciones no
estáticas de dichas ecuaciones, describiendo la variación temporal del espacio y entreviendo su posible
comienzo en una singularidad; Lemaître ligó la expansión teórica del espacio al movimiento observado de
las galaxias, arrojando las bases físicas del Big Bang y anticipando el papel fundamental jugado por la
mecánica cuántica y la energía de vacío; Gamow mostró cómo los elementos ligeros se formaron en el
Universo caliente primitivo, y predijo la existencia de una radiación fósil; Hubble, en fin, provó la naturaleza
extragaláctica de las nebulosas espirales y estableció empíricamente la ley de la proporcionalidad entre su
velocidad de recesión y su distancia”. J.-P. Luminet, L’invention du Big Bang [1997], Éditions du Seuil,
Paris, 2004, p. 21. La traducción es mía.

96
mítica de un cosmos que hubo evolucionado de manera conjunta a partir de un instante
inicial.339 En este sentido, no resulta extraño que la “metafísica cosmológica”
[“kosmologische Metaphysik”] (kW 17) encontrara un nuevo episodio en las teorías de
unificación y de gran unificación de interacciones340 a las que el propio Einstein hubo de
contribuir tardíamente,341 a saber: “una teoría completa, consistente y unificada en la que
todas las interacciones físicas son descritas por un solo conjunto de ecuaciones”.342 El
análisis completo de éstas y otras cuestiones ligadas a la cosmología física contemporánea
es complejo y está mucho más allá de la ambición de este capítulo. Nuestra pretensión,
mucho más modesta, no será otra que identificar algunos indicios de la reocupación
cosmológica de la metafísica a través del uso de metáforas en la cosmología física
contemporánea.

La metaforología del universo contemporáneo como un ensayo de metafísica

Una metafórica cosmológica evolutiva

En el artículo fundacional de la metaforología, “La luz como metáfora de la verdad: en el


estadio previo a la formación de los conceptos filosóficos” [1957] (LaM 432-47),
Blumenberg argumentó que la creación de categorías metafísicas había de ponerse en
relación tanto con la producción de metáforas como con la producción mitos. A nuestro
modo de ver, un caso ejemplar en este sentido viene dado tanto por la cosmología física
como por la cosmogonía contemporánea, cuyas metafóricas prevalentes caracterizan su

339
Véase Étienne Klein, Discours sur l’origine de l’univers, Flammarion, Paris, 2010, p. 27. Sobre la
conversión del ‘universo’ en un objeto científico gracias a la teoría de la relatividad, véanse las pp. 30 y ss.
340
Recordemos que las cuatro interacciones fundamentales son la interacción nuclear fuerte, la interacción
nuclear débil, la interacción electromagnética y la interacción gravitatoria. Sobre este asunto se puede ver, por
ejemplo, Antonio Ferrer Soria y Eduardo Ros Martínez, Física de partículas y astropartículas, Universidad
de Valencia, 2005, pp. 35-52.
341
Véase, por ejemplo, Jordi Cepa, Cosmología física, Ediciones Akal, Barcelona, 2007, pp. 274-80.
342
M. White y J. Gribbin, Stephen Hawking, op. cit., p. 245. También cabría reconocer un proceso de
reocupación cosmológica de la metafísica en el juego de las constantes de la naturaleza, una de sus conquistas
más enigmáticas. En este sentido podríamos considerar la determinación de constantes físicas y astrofísicas
(p.e. la determinación de parámetros cosmológicos) como una dimensión muy significativa de la metafísica
cosmológica. P.e. Artur D. Chernín se pregunta: “¿Por qué las constantes físicas tienen estos valores
numéricos y no otros? La respuesta a esta pregunta aún no existe. Pero si sus valores se diferenciaran tan
sólo un poco de los valores conocidos, el mundo físico sería catastróficamente distinto”. Artur D. Chernín, La
naturaleza física de las estrellas [1984], Editorial URSS, 2002, pp. 223-4; y en la p. 225: “Dirac supuso que
no es casual el hecho de que los grandes números tengan un mismo orden: su coincidencia refleja las
profundas relaciones existentes entre el mundo de las partículas elementales y el universo como un todo.
Pero, ¿cuáles son realmente estas relaciones? ¿Qué se oculta detrás de ellas?¿De dónde proceden? Es
probable que esto sea muy difícil de aclarar y que en ello consista el problema más grandioso de la física del
futuro”. Sobre las constantes de la naturaleza véase también Helge Kragh, Higher Speculations, op. cit., pp.
167-92.

97
concepción de un Universo en evolución. En particular, el modelo cosmológico estándar343
incluye lo que denominaremos “metáforas cosmológicas evolutivas”, que están
íntimamente relacionadas con los nuevos mitos metafórico-cosmogónicos del origen y del
fin del Universo.

A un tiempo científica y mitológica, la “cosmogonía contemporánea” o


“cosmogonía moderna” viene a describir el proceso de formación del universo, incluyendo
el origen y ulterior transformación de los cuerpos celestes y de su organización, como los
sistemas planetarios, las estrellas, las galaxias y los cúmulos y supercúmulos de galaxias.344
Como cualquier cosmogonía, la cosmogonía contemporánea está vertebrada por la “idea de
desarrollo cosmogónico” [“kosmogonischen Entwicklungsidee”] (VS 279), a saber, por la
“distancia respecto al comienzo” (AM, 29). En el nuevo mito cosmogónico-científico del
origen se asume, por decirlo una vez más con Blumenberg, “la forma de un desarrollo
invertido hacia un punto cero en el espacio y el tiempo, hacia el casi cero de la materia
universal. Un comienzo, por tanto, a partir del cual se verifica el flujo de galaxias y la
radiación cósmica de fondo de 3 Kelvin [sic], pero no un comienzo en el que algo haya
sido creado” (PsM 83, 109-10).345 En correspondencia con ello, el nuevo mito del final del
Universo, o más bien los nuevos mitos científicos del final, representan “el hundimiento
como el precio que todo comienzo [ha de pagar] por su origen” (VS 93).346

Así las cosas, no sorprenderá demasiado que la cosmogonía contemporánea haya


producido mitos y metáforas cosmológicas absolutas del origen y del fin para hacer frente a
un problema genuino de inconceptuabilidad. De manera especial, entre sus mitos y
metáforas del origen y del final del Universo, la cosmología contemporánea ha extendido
una densa metafórica organicista y biologicista con la que dar cuenta de la formación y

343
Una descripción sumaria del modelo estándar en Erhard Scholz, “The Standard Model of Contemporary
Cosmology”, en Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein. Chief Engineer of the Universe. One Hundred Authors for
Einstein, WILEY-VCH, Berlin, 2005, pp. 388-93. Se puede ver, asimismo, Jordi Cepa, Cosmología física, op.
cit., pp. 176 y ss.
344
Véase por ejemplo, E. A. Parshakov, A Theory of the Origin and Development of the Solar System,
Editorial URSS, 2007, p. 5; Artur D. Chernín, La naturaleza física, op. cit. p. 26. Véase asimismo Jean-Pierre
Luminet, Le Destin de l’Univers. Trous noirs et énergie sombre [2006], tome II, Gallimard, Paris, 2010, pp.
780-1. Cabe recordar que el propio Friedmann también se refirió a “las hipótesis cosmogónicas de la
astronomía contemporánea”, en Alexándr Alexándrovich Friedmann, El mundo como espacio y tiempo
[1923], trad. esp. de Guillermo Peña, Editorial URRS, Moscú, 2003, p. 6.
345
Sobre los mitos del origen se puede ver Étienne Klein, Discours sur l’origine, op. cit., pp. 19-21.
346
“Untergang ist von allem Angang an der Preis für seinen Ursprung” (VS 93). Aquí Blumenberg
claramente recupera la célebre sentencia de Anaximandro: “aquello de donde procede la generación para las
cosas que son, es también aquello hacia lo que retornan, como efecto de la destrucción según la necesidad;
pues se hacen injusticia mutuamente y reparan sus injusticias según el orden del tiempo”. Anaximandro,
Fragment, B. 1. citado por François Hartog, Regímenes de historicidad: presentismo y experiencias del
tiempo [2003], trad. esp. de Norma Durán y Pablo Avilés, Universidad Iberoamericana, México, 2007, p. 19.

98
evolución del Universo, y en la que destaca de manera especial la metafórica dominante del
nacimiento y las edades del Universo.

El nacimiento del Universo: el vacío, la singularidad y el muro

Se debe a Georges Lemaître la metáfora del “nacimiento cuántico del Universo”,347 que
luego estará a la base de la teoría del Big Bang y del modelo estándar de la cosmología
contemporánea. Como es conocido, Lemaître propuso una hipótesis cosmogónica según la
cual el Universo habría resultado de la sucesiva fragmentación de un quantum inicial,
llamado por Lemaître el “átomo primitivo”: “Si remontamos el curso del tiempo cada vez
nos encontraremos con menos quanta, hasta llegar a un punto en el que toda la energía del
Universo esté concentrada en un pequeño número de ellos, incluso en un solo quantum”.348
Lemaître asimilaba la progresiva fragmentación de este quantum primitivo al proceso de
desintegración de los cuerpos radiactivos. Con esta concepción introducía la idea clave de
un Universo en evolución permanente a través de un encadenamiento de fases sucesivas de
transformación. Añadía, sin embargo: “no es necesario que la historia entera del Universo
haya sido inscrita en el primer quantum, como una melodía en el disco de un fonógrafo”.349
En la doble metáfora del átomo primitivo y del nacimiento cuántico del Universo, Lemaître
hacía converger simbólicamente la física atómica, los estudios de radiactividad entonces
incipientes, la mecánica cuántica y la astronomía observacional para ofrecer la imagen de
un cosmos cuyo comienzo habría sido muy distinto a su estado actual, y del que aún cabía
esperar transformaciones ulteriores. De paso, con su metafórica también unía la estructura
del Universo a gran escala con sus estructuras más pequeñas. Átomos y nebulosas poseían
un mismo origen designable y excepcional.

Lemaître ha quedado como uno de los padres fundadores de la teoría del Big Bang,
y su metáfora del nacimiento del Universo resultó inextricablemente ligada al “argumento
cosmológico de la inestabilidad de la nada” [“das kosmologische Argument aus der
Instabilität des Nichts”] (VS 289). En este sentido, la cosmogonía de Lemaître no sólo dio
carta de naturaleza a la metáfora del nacimiento del Universo, sino que inauguró la
tradición metafórica de la “singularidad inicial” o “singularidad cosmológica”, dispuesta

347
Georges Lemaître, “The Beginning of the World from the Point of View of Quantum Theory”, Nature, vol.
127, p. 706 (9 mai 1931); G. Lemaître, “L’hypothèse de l’atome primitif”, Actes de la Société helvétique des
sciences naturelles, 1945, pp. 77-96, recogido en Jean-Pierre Luminet, L’invention, op. cit., pp. 203-226.
Véase asimismo G. Lemaître, L’Hypothèse de l’atome primitif: essai de cosmogonie, Neuchâtel et Bruxelles,
1946. Para ulteriores detalles véase J.-P. Luminet, L’invention, op. cit., p. 127.
348
Georges Lemaître, “L’expansion de l’espace”, Revue des questions scientifiques, novembre 1931: [50e
année, 4e série, t. XX, 1931, pp. 391-410, recogido en J.-P. Luminet, L’invention, op. cit., pp. 129 ss. La
traducción es mía.
349
Ibid. La traducción es mía.

99
para representar el “vacío cuántico” –también conocido como “falso vacío”–350 a partir del
cual el Universo hubo de autogenerarse como una suerte de “herida de la nada” (TdU,
108), una “pura contingencia” [“reine Kontingenz”] (VS 291)351 que resultó en el “episodio
de la expansión del mundo” (VS 290).352 El “mar de potencialidades”353 del vacío cuántico,
la positividad de sus fluctuaciones, hubo de producir la singularidad cosmológica inicial,
cuyo efecto dinámico antigravitatorio –repulsivo– permitió la expansión cósmica que llega
hasta la actualidad.354

En esta superposición de metáforas absolutas queda cifrada la problemática relación


entre la física cuántica y la teoría de la relatividad, así como las dificultades a la hora de
hallar una teoría válida que las unifique, esto es, una teoría cuántica de la relatividad. Un
caso, en suma, verdaderamente notable de superación de la inconceptuabilidad por medio
de metáforas: “Sabemos que nuestro Universo nació a partir de una singularidad”.355

La “singularidad”, un concepto físico-matemático, quedó transformado en metáfora


cosmológica a partir de las contribuciones de Lemaître.356 No obstante ya Einstein se había
topado con el problema de las singularidades en la formulación de la cosmología relativista

350
É. Klein, Discours sur l’origine, op. cit., pp. 93 ss. Véase asimismo J.-P. Luminet, Le Destin, tome II, op.
cit., pp. 801 ss, y A. D. Chernín, La naturaleza física, op. cit., pp. 226 ss.
351
En otro lugar añade Blumenberg: “Hacer algo de la nada (o de lo que es casi nada) conlleva el riesgo
inmanente de no poder prever de antemano lo que vendrá vinculado a ello” (MvM 82, 118); “se ha de forzar
a lo ya de suyo nulo hasta sus extremas consecuencias de pura nada, hasta obligarlo a cruzar por encima de
la línea, donde se convierte repentinamente en ser” (MvM 24, 37). Así define Blumenberg la “singularidad”:
“lo posible cuando nada debe ser posible” [“Singularität: das Mögliche, wenn nicht alles Möglich sein darf”]
(GlF 130). También se refiere a la creación del universo como una suerte de juego con la nada (VS 291). En
unos términos semejantes se ha referido S. Hawking: “No se puede predecir lo que vaya a salir de la
singularidad. […] Esto significa que se podría prescindir perfectamente de todos los sucesos anteriores al
Big Bang porque no pueden tener ningún efecto sobre lo que observamos”. S. W. Hawking, La teoría del
todo. El origen y el destino del Universo [1994], trad. esp. de Javier García Sanz, Debolsillo, Barcelona, 2010,
p. 93.
352
En este mismo pasaje Blumenberg alude a la singularidad (VS 290; 272). Para la expansión del Universo,
véase (VS 272). Sobre la singularidad y el inicio de la expansión Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna
[2002], trad. esp. Aldo L. Malca, Editorial URSS, Moscú, 2005, pp. 63-4.
353
“No sabemos cómo empezó el universo. La ciencia solamente puede afirmar que se autocreó a partir del
mar de potencialidades que denominamos vacío cuántico, y cuyas propiedades no comprendemos por
completo”. Jordi Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 269.
354
“Las fluctuaciones cuánticas del vacío, las cuales suelen manifestarse sólo a escalas microscópicas,
aumentan rápidamente su longitud y amplitud en el Universo en expansión, convirtiéndose en fluctuaciones
significativas desde el punto de vista cosmológico. Por esta razón, se puede decir que los cúmulos de galaxias
y las galaxias mismas son manifestaciones macroscópicas de las fluctuaciones cuánticas”. Mijaíl V. Sazhin,
Cosmología moderna, op. cit., p. 161. Sobre el vacío, las fluctuaciones cuánticas y su eventual
materialización Francisco Ynduráin, Electrones, neutrinos y quarks. La física de partículas en el siglo XXI
[2001], Drakontos, Barcelona, 2009, pp. 299 y ss.
355
M. V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit., p. 213.
356
J.-P. Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 494-5.

100
clásica,357 si bien era un problema heredado de la teoría newtoniana de la gravedad, en la
medida en que ésta no presentaba incompatibilidad con la aparición de puntos de densidad
gravitatoria infinita como resultado de la superposición sucesiva de masas.358 Lemaître
demostró que la producción de singularidades era un resultado inevitable de la relatividad
general,359 y la elevó a metáfora ontológica para describir el origen del Universo. El modelo
estándar de la teoría del Big Bang acabaría por incorporarla en su formulación en los
términos de una singularidad cosmológica inicial,360 caracterizada por poseer una
temperatura, densidad de energía y curvatura del espacio-tiempo infinitas: “una suerte de
situación teórica monstruosa”,361 “la catástrofe más allá de la cual no podemos continuar
la genealogía cósmica”.362 Desde un punto de vista metaforológico, cabe afirmar que la
metáfora de la singularidad inicial constituye en sí misma un paradigma cosmológico de la
inconceptuabilidad.

En los años 60, Stephen Hawking y Roger Penrose propusieron sus célebres
teoremas sobre singularidades en los que demostraban de manera general que la relatividad
involucra la existencia efectiva de singularidades en el espacio-tiempo, y que Penrose
atribuyó a la presencia de “agujeros negros”.363 Aquí, una vez más, la densidad metafórica
también tendía al infinito: la singularidad inicial que dio origen al Universo fue un
“singularidad desnuda” [“naked singularity”] (Hawking)364 mientras que las singularidades
encerradas en agujeros negros estaban “censuradas” (Penrose): “la naturaleza aborrece
una singularidad desnuda”, “todas [las singularidades] se hallan ocultas dentro de los
agujeros negros […] excepto la singularidad del Big Bang al comienzo del tiempo”.365 Si

357
Fue precisamente para evitar el colapso gravitatorio del conjunto del Universo que introdujo la célebre
constante cosmológica. Véase además A. Einstein, “Notas autobiográficas”, op. cit., p. 82; ulteriores
aclaraciones en J.-P. Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., p. 814-5.
358
J-P. Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 495. Véase también Berthold Suchan, Die Stabilität der Welt.
Eine Wissenschaftsphilosophie der kosmologischen Konstante, Mentis, Paderborn, 1999, pp. 19-98.
359
Ibid, pp. 494-5. Y también Arthur S. Eddington, “On the Instability of Einstein’s Spherical World”,
Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, vol. 90, 1930, pp. 668-78.
360
Erhard Scholz, “The Standard Model of Contemporary Cosmology”, en Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein.
Chief Engineer of the Universe. One Hundred Authors for Einstein, WILEY-VCH, Berlin, 2005, p. 389; véase
también Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., p. 494.
361
É. Klein, Discours sur l’origine, op. cit., p. 44. La traducción es mía.
362
Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., p. 814-5. La traducción es mía. En estos términos tan preclaros lo ha
descrito Jordi Cepa: “La presencia de [una] singularidad se fundamenta en la existencia misma del factor de
escala, definida por la métrica de un universo homogéneo e isótropo, y por su evolución, determinada por la
relatividad general y las ecuaciones de estado. […] La extrapolación del universo actual al instante inicial
indica que, si el factor de escala puede anularse en el origen de tiempos cosmológico, existirá una
singularidad material, porque la densidad de energía diverge, y de curvatura espacio-temporal, dado que
ésta también diverge a no ser que sea nula”. J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 269.
363
Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 494-5.
364
Véase, por ejemplo, S. Hawking y J. Stewart, “Naked and Thunderbolt Singularities in Black Hole
Evaporation”, Nucl.Phys., B400, 393, (1993).
365
M. White y J. Gribbin, Stephen Hawking, op. cit., pp. 112 y 131, respectivamente.

101
Penrose hubo de proponer una hipótesis de “censura cósmica”,366 Hawking se apresuró a
señalar que esa censura no era total, puesto que las singularidades encubiertas en agujeros
negros emitian radiación. De esta manera, la problemática conexión entre la teoría de la
relatividad y la física cuántica encontraba en la física de los agujeros negros una nueva
metafórica.

La andadura de “la cosmología de la singularidad” [“Kosmologie von der


Singularität”] (MvM 35, 50), no cesó de producir ulteriores metáforas absolutas del origen
fundadas en la mecánica cuántica. Entre las más importantes se pueden citar las “espumas”,
“burbujas”, “cuerdas”, “membranas”, “branas” o las “semillas”.367 Recorrer todo este
espectro metafórico nos llevaría demasiado lejos. Tan sólo indicaremos que representan, en
nuestra opinión, diversos intentos de superar el “horizonte de singularidad” –por así
denominarlo– una inesperada e insidiosa “recidiva aristotélica” en la cosmogonía
contemporánea: si acaso la física que describe el inicio del universo –en el que las
interacciones fundamentales aún no estaban separadas– es sustancialmente distinta a la
física que gobierna el Universo en la actualidad. Por decirlo de nuevo con Blumenberg:
“Cuando la cosmología reciente habla de la ‘singularidad’, que constituye un estado

366
Roger Penrose propuso “la hipótesis de censura cósmica, que podría parafrasearse como ‘Dios aborrece
una singularidad desnuda’. En otras palabras, las singularidades producidas por el colapso gravitatorio sólo
se dan en lugares como agujeros negros, donde están decentemente ocultas a la vista exterior por un
horizonte de sucesos”. S. Hawking, La teoría del todo, op. cit., p. 55; véase asimismo las pp. 57-8; en la p. 44:
“Muchos no estaban de acuerdo con nuestro trabajo, sobre todo los rusos […], pero también personas que
creían que la idea de las singularidades era repugnante y echaba a perder la belleza de la teoría de
Einstein”. Véase también J.-P. Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 495-7. Cabe, sin duda, detectar una
llamativa herencia freudiana en la física de los agujeros negros.
367
Véase Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 565-6, y pp. 568 y ss. Mijaíl V. Sazhin describe la cuestión
en estos otros términos: “La teoría general de la relatividad relaciona la geometría del espacio-tiempo con
las propiedades de la materia. Por ello, la construcción de una gravitación cuántica es equivalente a la
construcción de una geometría cuántica del espacio-tiempo. Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit.,
pp. 71-2: “Nacimiento del Universo de la espuma del espacio-tiempo”. F. Ynduráin, Electrones, neutrinos y
quarks, op. cit., p. 304. Las “burbujas”, en cambio, nos acercan a la cuestión de la pluralidad de Universos –o
multiversos– que eventualmente podrían estar gobernados por una física distinta. Véase, por ejemplo, Étienne
Klein, Discours sur l’origine, op. cit., pp. 95-100; Georg Singer, “Die Kontroverse zwischen Alexander
Friedmann und Albert Einstein”, op. cit., p. 144; Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 813-4; M. White y
J. Gribbin, Stephen Hawking, op. cit., p. 204-14; la pp. 140 y 179 ss sobre las “semillas”; en la p. 208: “las
semillas de universos enteros pudieron ser producidas de la nada”; y en la p. 209 la increíble expresión
“semillas de universos burbuja como agujeros negros”; y en la p. 180 la metáfora de la semilla en relación
con Alan Guth y el modelo inflacionario. La metáfora de la semilla también está en Michio Kaku, Universos
paralelos. Los universos alternativos de la ciencia y el futuro del cosmos, Atalanta, Girona, 2008, p. 28; o en
Roger Penrose, Ciclos del tiempo, trad. esp. Javier García Sanz, Debate, Barcelona, 2010, p. 7: “nuevas
semillas de montones y montones de nuevos universos en expansión”. Blumenberg se refirió a la metáfora de
la semilla cósmica en la Gnosis, que luego habría de germinar (panspermia) (TdU 80, 105-6). Jordi Cepa, por
su parte, alude a las “burbujas hadrónicas” y las “pepitas”, en Cosmología física, op. cit., p. 299. Sobre la
teoría de cuerdas y sus derivados se puede ver Leonard Susskind, The Cosmic Landscape, Little, Brown and
Co., 2006. Trad. esp. El paisaje cósmico. Teoría de cuerdas y el mito del diseño inteligente, Crítica,
Barcelona, 2007. Sobre las branas: J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 279; É. Klein, Discours sur
l’origine, op. cit., pp. 72-8; Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., pp. 576 y ss, y pp. 807 y ss.

102
donde, en el inicio cosmogónico [“am Anfang einer Kosmogonie”], la masa estaba
concentrada en un punto, habla precisamente de algo que niega las leyes naturales del
mundo surgido de ese estado, haciendo incluso del mundo surgido tras el primer momento
una negación de su comienzo” (MvM 35, 50).368 Se hacía necesario, en consecuencia,
elaborar representaciones apropiadas que fijaran la naturaleza del “momento” en el que una
física desconocida dio paso a la física ordinaria que describe el comportamiento del
Universo en nuestros días. La cuestión pasaba entonces por determinar hasta dónde cabía
extrapolar la física conocida y cómo representar el dominio de la física desconocida.

De este modo apareció otra metáfora absoluta, de una significación equiparable a la


singularidad inicial, esto es, un nuevo paradigma cosmológico de la inconceptuabilidad: el
“muro” de Planck. Con esta metáfora se vino a representar “un momento particular del
Universo, una fase en la que nuestras teorías físicas contemporáneas son incapaces de
describir lo sucedido”.369 El muro de Planck sería entonces una suerte de evolución ulterior
de la singularidad inicial, en la que todavía los fenómenos cuánticos y gravitacionales
estarían imbricados, inmediatamente antes de la separación de las interacciones
fundamentales:370

368
He modificado ligeramente la traducción española. Añadía Blumenberg: “Nadie puede haber estado allí
cuando el mundo surgía […]” (MvM 35, 50). La multiplicación de “testimonios” cósmicos en este sentido es
abrumadora. P.e. Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit., p. 80: “Según la opinión del célebre
cosmólogo ruso A.A. Starobinski, la singularidad es, en cierto sentido, la ausencia de la predicción y el fin de
los métodos físicos en la descripción de nuestro Universo”. J-P. Luminet, Le Destin, tome II, op. cit.: “Dans
la cosmologie standard, les galaxies de notre univers observable ont toutes pour origine un point
infinitésimal, situé à un moment fini dans le passé: la singularité du Big Bang. La notion de temps perd toute
signification à cet instant”. Incluso con algunas sospechas de invalidez: p.e. É. Klein, Discours sur l’origine,
op. cit., p. 48; Roger Penrose, Ciclos del tiempo, op. cit., p. 145: “Esperamos encontrar algo más parecido a
una ‘explicación’ […] y no simplemente decretar que ocurre un estado absurdamente especial en alguna
etapa durante la historia del universo”; J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 269: “se desconoce en gran
medida la física que se debería aplicar a las altas energías del universo primordial”.
369
É. Klein, Discours sur l’origine, p. 172. La traducción es mía.
370
Ibid., pp. 57-8.

103
“El muro de Planck nos impide el acceso al conocimiento sobre el origen del
Universo, en caso de que lo tenga. Representa el límite de validez, donde se pierde la
operatividad de los conceptos de la física: sabemos lo que sucede después de él, pero no
aquello que le antecede (de este modo nuestras nociones habituales de espacio y tiempo
pierden todo sentido ante el muro de Planck)”.371 Como es natural, esta metafórica del
muro abrió un campo semántico propio: escalar el muro, derrumbarlo, horadarlo, excavarlo,
etc.372 En este sentido, cabría evocar la imagen del pozo ante el muro en la espléndida
descripción de Thomas Mann en su novela José y sus hermanos: “Muy profundo es el pozo
del pasado ¿No deberíamos llamarlo insondable? Cuanto más hondo sondeamos, cuanto
más a fondo escudriñamos e investigamos en el mundo más inferior del pasado, más
encontramos que los principios de la humanidad, su historia y su cultura se revelan
inescrutables. No importa a qué peligrosos abismos lancemos la sonda, que éstos siempre
retrocederán una y otra vez, más y más lejos, hacia las profundidades”.

Equívocas explosiones: el Big Bang, la radiación fósil y el desplazamiento al rojo

Pocas metáforas tan incómodas y tan extendidas como la del “Big Bang”, la “gran
explosión”.373 Una vez más, esta metáfora remite a la hipótesis cosmogónica de Lemaître,
que si bien en su primera formulación tendía a considerar un modelo de Universo en
evolución lenta, pronto pasó –en consonancia con los nuevos hallazgos astronómicos
observacionales– a una cosmología rápida de origen explosivo: “el átomo-Universo ha
explotado y la pluralidad ha surgido”.374 Se suele atribuir a Fred Hoyle, uno de los
principales defensores de la teoría del estado estacionario –partidario, por tanto, de un
modelo de Universo estático– la invención del término “Big Bang”; referido irónicamente
al propio Lamaître –“This is the Big Bang man”–, y popularizado en una emisión de radio
en la BBC en el año 1949.375 El término fue depurado de sus connotaciones negativas y aún
despectivas por George Gamow, promotor de un modelo no estacionario de Universo.

Sin embargo, con frecuencia se ha señalado que esta metáfora cosmológica, pese a
ser muy intuitiva, induce a malentendido. De acuerdo con la cosmología de Lemaître, en la
singularidad inicial las nociones de espacio y tiempo carecían de sentido, pues éstas fueron

371
Ibid., pp. 54-5. La traducción es mía.
372
Véase, por ejemplo, ibid., pp. 16, 57 y 68.
373
A notar, por ejemplo, el uso de la metáfora del Big Bang para la biología, en particular sobre la
panspermia: Chandra Wickramasinghe (ed.), The Biological Big Bang. Panspermia and the Origins of Life,
Cosmology Science Publishers, Cardiff, 2010.
374
J.-P. Luminet, L’invention, op. cit., pp. 126, 130 y 152. La traducción es mía.
375
Ibid., p. 154; J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 41, nota 20; É. Klein, Discours sur l’origine, op. cit.,
p. 49.

104
originadas en ella como incremento exponencial del factor de escala de la métrica376 y no
propiamente como algo que la antecediera. Mientras que en una explosión convencional se
produce una distribución heterogénea de sustancia a partir de un centro de explosión, “nada
semejante se observa en el Universo. La materia está repartida uniformemente. No existe
un punto que se pueda identificar con un centro”.377 La metáfora onomatopéyica del “Big
Bang”, sin embargo, sugiere un origen concreto y la posibilidad de un observador externo
que pudiera testimoniarla desde “fuera”. Además, y lo que es peor desde el punto de vista
astrofísico, “hablar de ‘Gran explosión’ induce a interpretar el desplazamiento al rojo
como un efecto cinemático, mientras que referirse a la ‘expansión del universo’ invita a
interpretarlo como una evolución de la métrica en el marco de la relatividad general”.378
La Gran explosión, por tanto, fue en realidad una expansión, y no ocurrió en sitio alguno,
sino que fue el origen de todos los “lugares” y todos los “tiempos”.

A pesar de las confusiones e imprecisiones asociadas, esta metáfora cosmológica


aún preserva las reminiscencias míticas de la destrucción y el fuego como metáforas
absolutas primigenias (SZ, 113; VS 32), “el furor de un ‘mundo de fuego’” (MvM 17, 23),379
ahora recuperado en una explosión cataclísmica: “Los físicos han terminado por
comprender que el Big Bang no corresponde a una creación propiamente dicha del
Universo, más bien a un episodio particular por el que ha pasado: el pretendido instante
inicial establecido por los primeros modelos carecen de realidad física, en el sentido de
que no corresponden a momento efectivo alguno del pasado del Universo”.380 Si Dios no
juega a los dados, tampoco hace explosionar mundos (VS 32).

La metafórica del nacimiento del Universo en una gran explosión primitiva no


habría pasado de ser una mera anécdota epistemológica ligada a la cosmogonía de Lemaître
sin el descubrimiento de la radiación cósmica de fondo.381 Predicha por Ralph Alpher, Hans
Bethe y George Gamov en su teoría de la nucleosíntesis primordial de elementos químicos
–que postulaba un universo primigenio caliente y denso– y descubierta casualmente por
Arno Penzias y Robert Wilson, la radiación cósmica de fondo ha sido considerada como

376
J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 155, nota 3: “[…] el factor de escala representa el tamaño del
universo cuando la curvatura es positiva. Cuando la curvatura es nula o negativa, el factor de escala
solamente representa una medida de la distancia característica entre los objetos cuya separación venga
determinada fundamentalmente por la expansión del universo y no por movimientos peculiares”.
377
Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit., pp. 103-4.
378
J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 41.
379
Cabe señalar la peculiar afinidad de la metáfora del Big Bang con uno de los paradigmas cosmológicos de
la metaforología temprana de Blumenberg: las metáforas explosivas (PM 179-84, 241 ss; LdN 558-638, 479-
544).
380
É. Klein, Discours sur l’origine, p. 53. La traducción es mía.
381
Una descripción técnica de esta cuestión en J. Cepa, Cosmología física, op. cit., capítulo 7. Cabe recordar
que la metáfora de la gran explosión también está presente en las concepciones del Universo ecpirótico y los
Universos-espejo.

105
una suerte de memoria del origen, un residuo del acontecimiento singular del nacimiento
del Universo. La radiación cósmica de fondo, una radiación electromagnética en el rango
de frecuencia de las microondas, ha encontrado su distinción respecto a otro tipo de
radiaciones en la metáfora de la “radiación fósil”.382 Con esta metáfora biológico-evolutiva
se ha marcado su significación astrofísica preeminente para la cosmología física
contemporánea. Al igual que con los fósiles de la paleontología, la radiación cósmica de
fondo ofrecía un soporte empírico para la elaboración teórica del pasado del Universo y su
ulterior transformación. Pero a diferencia de los restos orgánicos conservados en rocas
sedimentarias –que por definición se hallan en un preciso lugar, aquí o allá– la radiación
fósil se caracteriza precisamente por su ubicuidad: no es “emitida por una fuente
determinada, sino que ha existido en el universo desde el primer instante de su expansión.
Ésta se ha conservado desde los tiempos en que los planetas, las estrellas y las galaxias se
encontraban en el estado de plasma denso y caliente primario, el cual llenaba en forma
homogénea todo el espacio. Esta radiación residual se denomina radiación de fondo (de
relicto, residual)”.383 La radiación fósil, una suerte de nuevo éter,384 venía a refrendar, por
una parte, las hipótesis de homogeneidad e isotropía espaciales empleadas en la elaboración
de modelos relativistas de Universo y, por otra, daba fundamento material a la concepción
de un Universo en evolución macrocósmica con un factor de escala variable en el
tiempo.385 Por añadidura proporcionaba información valiosa en la determinación de
parámetros cosmológicos en los diferentes modelos de Universo.386

Aquello que a la postre hubo de quedar fosilizado, en suma, era el resplandor


incandescente del universo primitivo, una luz mítica que debido al incremento del factor de
escala de la métrica espacio-temporal, y al consiguiente desplazamiento al rojo de la
radiación electromagnética, nos llegaría ahora en forma de radiación de microondas.387 En
este sentido, la radiación fósil venía a suministrar la prueba empírica de la expansión del

382
La metáfora de la “radiación fósil” fue acuñada por Gamow, véase J.-P. Luminet, L’invention, op. cit.., pp.
160-1.
383
A. D. Chernín, La naturaleza física, op. cit., pp. 205 ss y 215 ss. En este sentido, véanse también E.
Scholz, “The Standard Model of Contemporary Cosmology”, op. cit., p. 392; y M. V. Sazhin, Cosmología
moderna, op. cit., pp. 27 ss y 148 ss. J. Cepa, Cosmología física, op. cit., pp. 420-1.
384
A. D. Chernín, La naturaleza física, op. cit., p. 215.
385
J. Cepa, Cosmología física, op. cit., pp. 153-4.
386
Ibid., p. 375; y Malcolm S. Longair, Galaxy Formation, Springer, 2008, pp. 241-70.
387
Así lo ha descrito S. Hawking, La teoría del todo, op. cit., p. 34: “[Según Gamow] el universo primitivo
debería haber sido muy caliente y denso, con un brillo incandescente. Dicke y Peebles pensaban que aún
deberíamos poder ver ese resplandor, porque la luz procedente de partes muy lejanas del universo primitivo
estaría a punto de llegarnos ahora. Sin embargo, la expansión del universo significaba que dicha luz debería
estar tan desplazada hacia el rojo que ahora se nos presentaría como radiación de microondas. Dicke y
Peebles estaban buscando esta radiación cuando Penzias y Wilson tuvieron noticia de su trabajo y
comprendieron que ellos la habían encontrado”.

106
Universo,388 y estaba en plena y llamativa concordancia con la distribución de energías
observadas en el análisis espectral de la luz proveniente de galaxias lejanas, también
desplazadas hacia longitudes de onda mayores que las galaxias próximas.389

Las edades del Universo: eras, épocas y formación de estructuras

Las metáforas biologicistas y evolucionistas no han dejado de proliferar y diversificarse en


la cosmología contemporánea. En algunos casos incluso han sido tomadas al pie de la letra,
así por ejemplo con los “universos-madre” y los “universos-bebé”, las “cunas estelares” o
los “embriones de galaxias”.390 Todo ello, sin embargo, remite a una misma metafórica: las
edades del Universo: “Se puede afirmar que al igual que muchas propiedades del carácter
humano se forman durante la infancia, las principales propiedades de nuestro Universo
son una consecuencia del ‘periodo infantil’”.391 En este sentido, la expansión del Universo
y sus diferentes fases de transformación han sido entendidas como un “crecimiento”
ulterior a partir de la embrionaria singularidad inicial.392

388
Recordemos que esta expansión es, además, acelerada: Amien A. Easson, Paul H. Frampton, George F.
Smoot, “Entropic accelerating universe”, Physics Letters B, 696, 2011, p. 273. Sobre los tipos de supernovas
se puede ver Harald Lesch y Jörn Müller, Sterne. Wie das Licht in die Welt kommt [2008], Goldmann Verlag,
München, 2011, pp. 217 y ss. Mijaíl V. Sazhin ha expresado la expansión y aceleración del Universo en
términos de magnitudes cinemáticas: “A. Filippenko, A. Riess, S. Perlmutter, P. Challis [afirmaron] que sus
mediciones son testimonio de la expansión acelerada de nuestro Universo. Así, después de que en 1929 se
descubriera la expansión de nuestro mundo, es decir, después de que fuera medida la velocidad específica de
expansión (el parámetro de Hubble), por primera vez en 1998 es medida de manera confiable la próxima
magnitud cinemática: la aceleración específica de nuestro mundo”. M. V. Sazhin, Cosmología moderna, op.
cit., p. 24. Se puede ver, asimismo, É. Klein, Discours sur l’origine, op. cit., pp. 114 y ss.
389
J. Cepa, Cosmología física, op. cit., pp. 33 y ss. Para la interpretación del desplazamiento al rojo como
evolución de la métrica y no como un efecto Doppler cósmico, véanse las pp. 36 y ss. También en M.
Longair, Galaxy Formation, op. cit., p. 164.
390
S. Hawking, Black Holes and Baby Universes and Other Essays, Bantam, 1993; J. Cepa, Cosmología
física, op. cit., pp. 426-7; J.-P. Luminet, Le Destin, tome II, op. cit., p. 487; Helge Kragh, Conceptions of
Cosmos. From Myths to the Accelerating Universe: A History of Cosmology, Oxford University Press, 2007,
cap. 5; M. White y J. Gribbin, Stephen Hawking, op. cit., p. 209; Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op.
cit., p. 217: “proceso de ‘desprendimiento’ de un universo recién nacido del universo madre”; Michio Kaku,
Universos paralelos. Los universos alternativos de la ciencia y el futuro del cosmos, Atalanta, Girona, 2008,
pp. 21-40, cap.: “Imágenes del universo recién nacido”.
391
Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit., p. 38.
392
Ibid., pp. 39-40, en la p. 161: “Nuestro Universo es homogéneo en término medio, a escalas muy grandes
[…]. A medida que disminuyen las escalas se distingue una estructura bien definida en forma de
supercúmulos y cúmulos de galaxias, de las galaxias mismas, de cúmulos estelares, así como de estrellas y
planetas aislados. Esta estructura surgió como resultado del crecimiento de las perturbaciones de densidad
inicialmente pequeñas, crecimiento que fue condicionado por la inestabilidad. El pequeño contraste de
densidad debe su origen a los procesos físicos que tuvieron lugar durante la etapa temprana (inflacionaria)
del desarrollo del Universo”. Véase también M. Longair, Galaxy formation, op. cit., pp. 311-34.

107
Si bien todo se hubo decidido en los primeros 226 segundos –como apunta
Blumenberg comentando el célebre libro de Steven Weinberg–393 los cosmólogos han
considerado útil establecer una división de la historia del Universo en eras y épocas,
caracterizadas por el “sentido físico de lo ocurrido”,394 “hechos cruciales que marcan
encrucijadas en la historia del universo”.395 Aquí, una vez más, el uso de metáforas –esta
vez temporales– tiene un efecto desestabilizador: “difícilmente puede denominarse ‘era’ a
intervalos de tiempo que a menudo son muchísimo más breves que un parpadeo”.396 Sea
como fuere, la necesidad de organizar y describir los principales eventos acaecidos durante
las fases de formación del Universo, ha dado lugar a una clasificación de su desarrollo
evolutivo que deseamos detallar muy brevemente a continuación.397

Por de pronto, las diferentes densidades de energía que hubieron de dominar al


Universo a lo largo del tiempo, ha permitido distinguir entre la “era de radiación”,
dominada por radiación o materia relativista, la “era de materia”, dominada por materia no
relativista, y la “energía oscura”,398 dominada por una energía de origen desconocido –la
“energía oscura”– que produce un efecto antigravitatorio de aceleración de la expansión del
Universo. Cada era estaría, a su vez, subdividida en diversas épocas de duración muy
desigual. Vale la pena mencionarlas: la era de radiación incluiría las épocas de Planck,
GUT, electrodébil, cuark, hadrónica, leptónica y fotónica; la era de materia, por su parte,
estaría constituida por las épocas de plasma, atómica, estelar, galáctica y cumular; la era de
energía oscura, en cambio, tan sólo tendría una única época, la supercumular.399 Desde un
punto de vista fenomenológico, la era de radiación definiría el Universo primordial o de las
transiciones de fase; la era de materia, el Universo temprano o de partículas; y la era de
energía oscura, el Universo de estructuras en formación.400

Es realmente notable que entre los sucesos más importantes acaecidos durante estas
eras y sus correspondientes épocas también se deba contar algunos otros nacimientos, p.e.
del espacio-tiempo, de la materia hadrónica, del exceso bariónico (asimetría materia-
antimateria) o de los elementos químicos, junto con el subsiguiente desarrollo y

393
Steven Weinberg, Die ersten drei Minuten [The First Three Minutes: A Modern View of the Origin of the
Universe], München, 1977. Citado en (VS 110 y 112). Existe traducción española: Los tres primeros minutos
del universo, Alianza Editorial, Madrid, 1999.
394
Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit., cap. 3 “Épocas de nuestro universo”, pp. 38-47.
395
J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 268.
396
Ibid., p. 267.
397
Seguimos en esto a Jordi Cepa.
398
Para la historia de la energía oscura, véase Helge Kragh, The Weight of the Vacuum: A Scientific History of
Dark Energy, Springer, New York, 2014.
399
J. Cepa, Cosmología física, op. cit., pp. 465-6. A propósito de los supercúmulos: “Los supercúmulos de
galaxias todavía se estarían formando en la actualidad, y algunos autores sostienen que aún se encuentran en
las primeras etapas de su formación”. Ibid., p. 427.
400
Ibid., p. 267.

108
crecimiento de cuerpos y estructuras cósmicas. Incluso se suele considerar las imágenes
astronómicas de objetos con elevados desplazamientos al rojo como pertenecientes a la
infancia del Universo, una suerte de álbum de la vida del Universo.

En la cosmogonía Ylem de Gamow,401 en cambio, los cuerpos celestes habrían sido,


hasta cierto punto, nuclearmente “cocinados” en el gran “horno cósmico” de la
nucleosíntesis primordial.402 Sus ingredientes básicos fueron los elementos químicos
sintetizados en el Universo primitivo, cuyas abundancias relativas venían proporcionadas
por lo que Gamow denominaba las “curvas de la creación divina”.403 El problema del
origen de los elementos químicos dio lugar a una famosa disputa entre defensores y
detractores de la cosmología evolutiva.404

Sin entrar en los detalles de la polémica, aquí sólo nos interesa destacar que su
resolución –una doble nucleosíntesis, una primitiva de elementos químicos ligeros, y otra
estelar para los elementos pesados– extendió y consolidó la metafórica cosmológica
evolutiva a las estrellas, que ahora se las consideraba susceptibles de nacer, vivir y morir.405
Tras el crecimiento de las perturbaciones primordiales de densidad406 y la nucleosíntesis de
elementos químicos ligeros, hubo de nacer la primera generación de estrellas, conocidas
como “población III”,407 que a su vez formaron “los embriones de lo que serán galaxias”.
Esta “primera generación de estrellas, formada a partir de un material sin metales y por
tanto de opacidad inferior, no existía esa limitación para la formación de astros muy
masivos. Estas estrellas, que producen los primeros metales del universo, tienen una vida

401
Sobre Gamow y su cosmogonía véase J-P. Luminet, L’invention, op. cit., pp. 155-64.
402
Ibid., pp. 163-4: “période lointaine de ‘cuisson nucléaire’” [“un periodo lejano de ‘cocción nuclear’”]. La
expresión es del propio Gamow.
Artur D. Chernín, La naturaleza física, op. cit., pp. 24 y 212; S. Hawking, La teoría del todo, op. cit., p. 88;
Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op. cit., pp. 26 y 31.
403
J.-P. Luminet, L’invention, op. cit., p. 164.
404
Ibid., p. 165.
405
Véase por ejemplo H. Lesch y J. Müller, Sterne, op. cit., pp. 86-124: “Die Geburt der Sterne –Phasen einer
Geburt”. Una descripción del nacimiento y de la muerte de una estrella en Artur D. Chernín, La naturaleza
física, op. cit., pp. 28 y ss. Desde el punto de vista de la ontología existencial heideggeriana, cabría hablar del
“Sein zum Tode” de las estrellas.
406
Así lo describe Jordi Cepa: “Sabemos que las estructuras que se observan debieron empezar a generarse
mediante inestabilidad gravitatoria de perturbaciones primordiales de densidad. […] Las anisotropías de la
radiación de fondo reflejan las heterogeneidades que por inestabilidad gravitatoria dieron lugar a las
estructuras de materia que hoy día observamos en el universo”. J. Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 302;
en la p. 428: “La formación de estructuras es un proceso que tiene su origen en el momento en que termina la
inflación, cuando se conjetura que las fluctuaciones cuánticas del campo escalar inflacionario generaron las
perturbaciones primordiales, y que todavía prosigue en la actualidad. […] Una vez creadas estas
fluctuaciones, la gravitación, única interacción puramente atractiva que es capaz de actuar a gran escala,
provoca su amplificación en un proceso que se conoce como inestabilidad gravitatoria”; en las pp. 309-10:
“sembrando las semillas a partir de las cuales las estructuras pueden crecer posteriormente por inestabilidad
gravitatoria”; en la p. 314: “semillas de las futuras estructuras que formarán el universo”.
407
Ibid. pp. 426-7.

109
muy corta, de pocos millones de años”.408 Con la “muerte” de estas estrellas, en
explosiones de supernovas, son expulsados al medio cósmico elementos químicos más
pesados –metales– que enriquecerán el gas que servirá a su vez para constituir nuevas
generaciones de estrellas, cuyo grado de metalicidad determina su asignación a un tipo u
otro de “población”. De esta manera, la vida y muerte de las estrellas,409 junto con la
nucleosíntesis estelar de elementos químicos, también pasó a ser un aspecto crucial en la
formación de los planetas y sistemas planetarios.

En esta metafórica, las nebulosas son consideradas como “viveros de estrellas” o


“incubadores estelares”;410 y en relación con las nebulosas proto-planetarias, aparecen las
“estrellas-madre” o “familias”.411 Algunas de estas estrellas fueron tempranamente
expulsadas del “jardín de infancia”, aisladas o asociadas en sistemas binarios, y luego
habrían de contribuir a formar los “cuerpos celestes”, entre ellos, y de manera especial, los
planetas terrestres y gaseosos,412 o bien a capturarlos y hacerlos “prisioneros”.413

408
Ibid.
409
Eddington se refirió a este proceso como “el drama majestuoso de la evolución estelar”, citado por J-P.
Luminet, Le Destin, tome I, op. cit., p. 169. Para la teoría de la estructura y evolución de las estrellas se
pueden ver las pp. 148-59. Como es natural, la metáfora de la vida y muerte de las estrellas ha venido
asociada con otras metáforas como la “agonía estelar”, las “muertes cataclísmicas”, los “cadáveres estelares”
o los “renacimientos”. Con frecuencia las estrellas de neutrones y los agujeros negros suelen ser considerados
como “cadáveres” de una estrella muerta.
410
J-P. Luminet, Le Destin, tome I, op. cit., pp. 154-5.
411
Artur D. Chernín, La naturaleza física, op. cit., pp. 145-7 y 165.
412
Sobre la clasificación los distintos tipos de hipótesis cosmogónicas, los “cuerpos celestes” y su evolución
se puede ver E. A. Parshakov, A Theory of the Origin and Development of the Solar System, op. cit.
Parshakov propone una teoría sobre el mecanismo de crecimiento de los cuerpos celestes por medio de
“precipitaciones cósmicas” y “estaciones galácticas” (p.e. “invierno galáctico”). Para la cuestión de los
planetas terrestres y gaseosos se puede ver, por ejemplo, H. Lesch y J. Müller, Sterne, op. cit., pp. 43 y ss.
Sobre la física planetaria y la formación del planetas remito al libro clásico de Stephen G. Brush, A History of
Modern Planetary Physics, 3 vols., CUP, 1996.
413
Parshakov se refiere a “wandering ‘homeless’ celestial bodies” [“cuerpos celestes errantes y
‘vagabundos’”] y la captura de cuerpos “extranjeros”. E. A. Parshakov, A Theory, op. cit., pp. 11-2.

110
Apocalipsis cosmológico

“Einstein hablaba con tanta frecuencia de Dios que casi podemos considerarlo un teólogo enmascarado”.
(Friedrich Dürrenmatt, Albert Einstein)

“He recibido su carta del 10 de junio. Nunca he hablado con un sacerdote jesuita en mi vida, y estoy
asombrado por la audacia de tales mentiras sobre mí. Desde el punto de vista de un sacerdote jesuita, soy,
por supuesto, y he sido siempre, un ateo”.
(Carta de Einstein a Guy H. Raner, fechada el 2 de julio de 1945)

Con motivo del 70 cumpleaños de Albert Einstein [1879-1955], Paul A. Schlipp tuvo la
iniciativa de editar y publicar un volumen en la colección The Library of Living
Philosophers, bajo el título Albert Einstein: Philosopher—Scientist [1949].414 En este
volumen se daban cita algunos de los físicos y pensadores más prominentes de la época,
entre ellos el astrofísico y sacerdote belga Georges Lemaître, quien algún tiempo después
habría de valorar este monográfico como una de las obras más importantes de la historia de
la ciencia.415 Las “Notas autobiográficas”416 que Einstein escribió tres años antes para el
libro de Schlipp comenzaban con estas dramáticas palabras: “Aquí me encuentro, a mis
sesenta y siete años, preparado para escribir algo así como mi propia necrología […]”.417
Para entonces hacía ya mucho que Einstein había desistido de defender un modelo de
universo estático, abiertamente incompatible con cualquier comprensión escatológica del
cosmos, si bien aún mantenía vivo un “sentimiento religioso cósmico”,418 tal como lo
describiera en otra ocasión. A este sentimiento religioso se había referido como “el motivo
más fuerte y más noble de la investigación científica: sólo quienes entienden los inmensos
esfuerzos y, sobre todo, esa devoción sin la cual sería imposible el trabajo innovador en la

414
Paul A. Schilpp (ed.), Albert Einstein: Philosopher—Scientist [1949], The Library of Living Philosophers,
volume VII, Carbondale, Illinois: Sothern Illinois University (3rd ed. 1995).
415
Georges Lemaître, “Rencontres avec A. Einstein”, Revue des Questions Scientifiques, 129, n.º 1, 1958, pp.
129-32, citado por Kurt Roessler, “Georges Lemaître, das expandierende Universum und die kosmologische
Konstante”, en Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins Kosmos. Untersuchungen zur
Geschichte der Kosmologie, Relativitätstheorie und zu Einsteins Wirken und Nachwirken, Verlag Harri
Deutsch, Frankfurt am Main, 2005, pp. 178-9.
416
Albert Einstein, “Notas autobiográficas” [1949], trad. esp. de Adriana Castelar, en José Manuel Sánchez
Ron (ed.), Albert Einstein. Obra esencial, Crítica, Barcelona, 2005, pp. 43-83.
417
Ibid., p. 44. Como indicó Jacques Merleau-Ponty en su monografía sobre Einstein, no era ésta
precisamente una coquetería. Véase su Einstein, Flammarion, Paris, 1993, p. 109.
418
Albert Einstein, “Religión y ciencia” [1930], trad. de Ana Goldar, en José Manuel Sánchez Ron (ed.),
Albert Einstein. Obra esencial, op. cit., p. 292. La literatura especializada sobre Einstein y la religión es muy
abundante. En lengua castellana puede verse Hermes H. Benítez, Einstein y la religión. Relaciones entre
ciencia y creencia, RIL editores, Santiago de Chile, 2007.

111
ciencia teórica, son capaces de captar la fuerza de la única emoción de la que puede surgir
tal empresa, siendo como es algo alejado de las realidades inmediatas de la vida”.419
Desde este punto de vista, “las únicas personas profundamente religiosas son los
investigadores científicos serios”.420 En unos términos algo más matizados, no obstante,
hubo de expresarse al comienzo de sus “Notas autobiográficas”, en un pasaje que sin duda
merece citarse en toda su extensión:

“Muy pronto tomé conciencia de la insignificancia de las aspiraciones e ilusiones que abruman sin
descanso a la mayoría de los hombres durante toda su vida. Tampoco tardé en ver qué cruel era esa
inquietud, cuya dureza entonces se disfrazaba de hipocresía y grandes palabras mejor que hoy. La
necesidad condenaba a participar en esa carrera por la supervivencia, pero aunque resolviera sus
necesidades físicas, no satisfacía al hombre como ser que piensa y siente. La religión era la primera
opción que el sistema educativo ofrecía a los niños. Así, aunque mis padres eran judíos
absolutamente descreídos, yo fui profundamente religioso hasta que cumplí doce años. Los libros de
divulgación científica que leía me demostraron que los relatos bíblicos no podían ser ciertos y,
consecuentemente, terminé siendo un librepensador fanático [...]. La impresión de aquellos años
derivó en una desconfianza hacia toda autoridad, en un escepticismo hacia las creencias de cualquier
sociedad, actitud que jamás abandoné, si bien más tarde, cuando alcancé una mejor comprensión de
las realidades causales, se moderó.

Ahora sé que la pérdida de aquel paraíso religioso de la infancia fue mi primer intento de
liberarme de las ataduras ‘meramente personales’ de una vida dominada por sueños, anhelos y
sentimientos primarios. Más allá e independientemente de los hombres, se extendía el gran mundo
que se alza ante nosotros misterioso, enorme y eterno, pero comprensible, al menos parcialmente,
mediante la investigación y el pensamiento. Contemplarlo parecía liberar de esas ataduras y pronto
sentí que más de un hombre a quien yo apreciaba y admiraba había alcanzado la libertad y la paz
interior dedicándose a ello con devoción. De manera consciente o inconsciente, la comprensión de
ese mundo sirviéndome de mis capacidades pasó a ser mi meta suprema. Decidí seguir a aquellos
hombres que, animados por las mismas motivaciones, en el pasado y en el presente, habían
comenzado a comprenderlo. Aunque el camino no era tan fácil ni tan atractivo como el paraíso
religioso, ha demostrado ser tan sólido que jamás me he arrepentido de haberlo tomado”.421

Cuando un rabino neoyorkino llamado Herbert S. Goldstein le envió un telegrama a


Einstein para preguntarle si creía en Dios, Einstein respondió de la forma más breve: “Yo
creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonía natural de los seres, no en un Dios

419
Albert Einstein, “Religión y ciencia”, op. cit., p. 292.
420
Ibid.
421
Albert Einstein, “Notas autobiográficas”, op. cit., pp. 43-4. Einstein añadía: “[…] La variedad de las
circunstancias externas y los momentos concretos implican una especie de atomización de la vida de cada
uno. El giro decisivo en un hombre de mi talante se produce cuando la atención se separa progresivamente
de lo momentáneo y de lo meramente personal y se centra en la pretensión de aprehender conceptualmente
las cosas”. Ibid., pp. 44-5. Para un análisis del “talante” de Einstein se puede ver Lorraine Daston, “A Short
History of Einstein’s Paradise beyond the Personal”, in Peter Galison, Gerald Holton, Silvan S. Schweber
(eds.), Einstein for the 21st Century, Princeton University Press, New Jersey, 2008, pp. 15-26.

112
que se apropia de los destinos y acciones humanas”.422 En este sentido, la apelación al
misterio del mundo en las “Notas autobiográficas” podemos entenderla como una forma
peculiar de religiosidad –después de todo–, de religiosidad cósmica,423 que se especificaría
en la apertura a la transcendencia objetiva del universo: un auténtico punto de fuga tanto de
la metafísica como del mundo de la vida. Una forma de religiosidad semejante,
emparentada con el Deus sive natura spinocista,424 no sólo había de eliminar de raíz el
topos de la salvación personal, sino dar por descontados la eternidad e inmutabilidad del
cosmos: “el gran mundo” independiente de los hombres. No en vano, se ha conjeturado que
el influjo de la teología natural de Spinoza pudo haber sido determinante en la temprana
aceptación, por parte de Einstein, de las soluciones estáticas en la cosmología relativista.425

A nuestro juicio, estos presupuestos teológicos tienen no poca relevancia a la hora


de explicar la vehemencia con la que Einstein hubo de rechazar en un primer momento las
soluciones no estáticas426 propuestas de manera independiente por el matemático y
meteorólogo ruso Alexander Friedmann [1888-1925] y el astrofísico y sacerdote belga
Georges Lemaître [1894-1966], en 1922-1923 y en 1927, respectivamente.427 En último

422
Citado por Max Jammer, Einstein und die Religion, Universitätsverlag Konstanz, Konstanz, 1995, p. 31:
“Ich glaube an Spinozas Gott, der sich in der gesetzlichen Harmonie des Seienden offenbart, nicht an einen
Gott, der sich mit den Schicksalen und Handlungen der Menschen abgibt”. La traducción es mía. Véase
también Michael R. Gilmore, “Einstein’s God. Just What Did Einstein Believe About God?” en: Skeptic
Magazine, “The God Question”, vol. 5, n.º 2, 1997, pp. 62 ss; y Friedrich Dürrenmatt, Albert Einstein,
Diogenes Verlag, Zürich, 1979.
423
Ibid, pp. 44-5.
424
Max Jammer, Einstein und die Religion, op. cit., p. 31; y Jürgen Audretsch, “Vorwort”, en Max Jammer,
ibid., p. 8. Para el transfondo teológico y religioso de la cosmología moderna, véanse los libros de Helge
Kragh, Matter and Spirit in the Universe: Preludes to Modern Cosmology, Imperial College Press, London,
2004; y Entropic Creation. Religious Contexts of Thermodynamics and Cosmology, Ashgate, Aldershot,
2008.
425
Jammer, Einstein und die Religion, op. cit., p. 38. Una apretada síntesis de la historia de la cosmología
relativista en Luis E. Otero, “La cosmología relativista: del universo infinito y estático al universo en
expansión”, Umbral. Revista de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, 2008,
pp. 1-34.
426
Ana Rioja y Javier Ordóñez, Teorías del universo, Editorial Síntesis, Madrid, vol. 3, 2006, p. 335:
“Einstein planteó una serie de ecuaciones tensoriales que describían la curvatura del espacio-tiempo en
función de la intensidad de los campos gravitatorios. Según el tipo de soluciones que se obtuvieran, las
aplicaciones cosmológicas de dichas ecuaciones serían unas u otras, o dicho de otro modo, el universo
teórico resultante tendría unas características u otras”.
427
En esta nómina habría que incluir también a Willem de Sitter: “[…] en el mismo año en que aparecieron
las ‘Consideraciones cosmológicas’, un astrónomo holandés amigo de Einstein […] publicaba un escrito en
las actas de la Academia de Ciencias de Amsterdam (concretamente el 31 de marzo de 1917), en el que
sometía a discusión el resultado obtenido por su ilustre amigo. Profesor de Astronomía Teórica de la
Universidad de Leiden y posteriormente director del observatorio astronómico de dicha ciudad, De Sitter
ponía de manifiesto que la solución hallada por Einstein a las ecuaciones de campo no era la única posible
(preservando la constante cosmológica λ). Y puesto que el modelo teórico de universo resultante dependía del
tipo de solución planteada, quería decirse que, partiendo de las mismas ecuaciones, al menos más de un
modelo de universo era posible. En el caso del denominado ‘modelo de Sitter’, nos enfrentamos a un
universo, o si se quiere, a un espacio-tiempo ‘vacío’ de materia, por oposición al universo ‘lleno’ (aunque
muy poco denso) de Einstein. Se trata de una construcción puramente matemática, en la que se pone de

113
término, los modelos no estáticos de universo conllevaban un “exceso” de misterio
inasumible en el apacible panteísmo cósmico defendido por Einstein.

Si bien “la más profunda y maravillosa experiencia que puede tener un hombre es
el sentido del misterio”,428 las implicaciones escatológicas de los modelos de Friedmann y
Lemaître forzosamente habían de resultarle intolerables a Einstein. Pero a pesar de todas
sus reticencias, de la peculiar mística desmundanizadora de la que hacía gala429 –y de la
comprensión griega clásica del cosmos a ella asociada–,430 Einstein no pudo evitar el
destino que Friedmann y Lemaître habían preparado para su cosmología relativista:
convertirla en una cosmología escatológica. Es por ello que no debe extrañarnos que la
propia cosmología física contemporánea incluya a su vez una comprensión escatológica del
universo. La paradoja histórica consistió en que el arranque de la cosmología científica a
comienzos del siglo XX431 hubo de coincidir con la reocupación cosmológica de la
escatología.

El universo como gas de estrellas: el primer modelo cosmológico de Einstein

Como es conocido, el momento fundacional de la cosmología relativista se fecha en 1917,


cuando Einstein publicó sus “Kosmologische[n] Betrachtungen zur allgemeinen
Relativitätstheorie”432 en la Real Academia Prusiana de Ciencias de Berlín.433 En este

manifiesto que la introducción de partículas materiales de prueba daría lugar a un proceso de alejamiento de
unas con respecto a otras. De Sitter deducía así la expansión del universo a partir de la teoría general de la
relatividad […].”Ana Rioja y Javier Ordóñez, op. cit., pp. 338-9.
428
Albert Einstein, “Mi credo”, discurso pronunciado ante la Liga Germana de Derechos Humanos, en Berlín
en el otoño de 1932, recogido en Michael White y John Gribbin, Einstein, a Life in Science, Simon &
Schuster LTD., London, 1993, p. 262. De este modo continúa la cita: “Aquel que nunca haya tenido esta
experiencia me parece, si no muerto, al menos ciego. Sentir que detrás de cualquier cosa que se pueda
experimentar existe algo que nuestra mente no puede abarcar y cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo
indirectamente como un débil reflejo, esto es religiosidad. En este sentido sí soy religioso. Para mí es
suficiente con maravillarme con estos secretos e intentar humildemente de hacer en mi mente una imagen de
la elevada estructura de todo lo que existe”.
429
Max Jammer, Einstein und die Religion, op.cit., p. 53.
430
Véase Alberto Fragio, “La ontología cosmológica en la obra temprana de Hans Blumenberg: las Beiträge y
Die ontologische Distanz”, Res publica, n.º 23, Murcia, 2010, pp. 93-122; y “La destrucción de las
comprensiones teológicas de la Modernidad”, ÉNDOXA: Series filosóficas, n.º 26, 2010, pp. 243-78.
431
Una buena reconstrucción de este periodo sigue siendo la de Jacques Merleau-Ponty, Cosmologie du XXe
siècle. Étude épistémologique et historique des théories de la cosmologie contemporaine, Éditions Gallimard,
Paris, 1965, pp. 35-108. Véase asimismo el magnífico trabajo de Malcolm Longair, The Cosmic Century. A
History of Astrophysics and Cosmology, Cambridge University Press, 2006.
432
Albert Einstein, “Kosmologische[n] Betrachtungen zur allgemeinen Relativitätstheorie”, Sitzungsberichte
der Königlich Preuβischen Akademie der Wissenschaften zu Berlin, 1917, pp. 142-52. Trad. esp. de Javier
García Sanz, “Consideraciones cosmológicas sobre la teoría de la relatividad general”, en José Manuel
Sánchez Ron (ed.), Albert Einstein. Obra esencial, op.cit, pp. 494-506.
433
Una revisión de las aportaciones de Einstein a la cosmología puede verse en Tobias Jung, “Einsteins
Beitrag zur Kosmologie – ein Überblick”, en Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins

114
famoso artículo, Einstein propuso un modelo de universo estático, espacialmente cerrado y
caracterizado por una distribución uniforme de materia;434 es lo que se ha venido a
denominar el modelo estático de la cosmología relativista clásica.435 En este primer modelo,
Einstein aplicaba la teoría general de la relatividad al universo en su conjunto, haciendo uso
de la geometría riemanniana para describir la métrica del espacio-tiempo, y mostrando así
la inextricable relación entre la gravedad y las propiedades estructurales del universo a gran
escala.436 En palabras del propio Einstein: “según la teoría general de la relatividad, el
carácter métrico (curvatura) del continuo espacio-temporal tetradimensional está definido
en cada punto por la materia en dicho punto y el estado de dicha materia”.437 En
consecuencia, “la curvatura del espacio es variable en el tiempo y el lugar, según la
distribución de materia […]”.438

La metáfora cosmológica de referencia de este modelo de universo –de gran valor


heurístico– era el gas de estrellas.439 Einstein consideraba el universo como un gas en
equilibrio, sometido a la ley de distribución de Boltzmann.440 Pero debido a la falta de
uniformidad en la distribución de las estrellas –la materia del universo, en este modelo– la
estructura métrica debía ser “por fuerza extraordinariamente complicada. Pero si estamos
interesados sólo en la estructura a gran escala, podemos representarnos la materia como
estando uniformemente distribuida sobre espacios enormes, de modo que su densidad de
distribución es una función variable, que varía de forma extraordinariamente lenta”441.

Así planteadas las cosas, el universo en su totalidad podía ser “groseramente


aproximado por medio de un espacio esférico”.442 Este espacio esférico poseería un radio
fijo y estaría uniformemente rellenado con el gas estelar a la manera de un fluido ideal de
masa y densidad constantes.443 Sin embargo, para que esta suerte de fluido cósmico
permaneciera en equilibrio gravitatorio, Einstein se vio obligado a introducir en las
ecuaciones relativistas una fuerza ad hoc, de carácter repulsivo, que compensaba la

Kosmos. Untersuchungen zur Geschichte der Kosmologie, Relativitätstheorie und zu Einsteins Wirken und
Nachwirken, Verlag Harri Deutsch, Frankfurt am Main, 2005, pp. 66-107.
434
Ibid., p. 68.
435
Erhard Scholz, “Einstein-Weyl Models of Cosmology”, en Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein. Chief
Engineer of the Universe. One Hundred Authors for Einstein, WILEY-VCH, Berlin, 2005, p. 395.
436
Para más detalles puede verse Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang [1997], Éditions du Seuil,
Paris, 2004, pp. 31 y ss.
437
A. Einstein, “Consideraciones cosmológicas sobre la teoría de la relatividad general”, op. cit., p. 501.
438
Ibid., p. 506.
439
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 32-3.
440
Albert Einstein, “Consideraciones cosmológicas”, op. cit., p. 496.
441
Ibid, p. 501.
442
Ibid, p. 506. Podemos ubicar esta aseveración en la tradición kepleriana que despojaba al cosmos de sus
características geométricas como expresión de su perfección.
443
Erhard Scholz, “The Standard Model of Contemporary Cosmology”, en Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein.
Chief Engineer of the Universe, op. cit., p. 388.

115
atracción gravitatoria entre las masas puntuales del gas de estrellas, la denominada
“constante cosmológica”. Dado que en este modelo la materia se encontraba distribuida de
manera discreta y poseía movimientos peculiares desordenados, en ausencia de una fuerza
que compensase exactamente la densidad de energía de las masas estelares en reposo, se
habría de producir una expansión o contracción crecientes444 y, por ende, la métrica del
universo se volvería variable en el tiempo.445 Sin constante cosmológica cualquier pequeña
variación de la densidad de materia produciría una evolución irreversible del cosmos: o
bien comenzaría a expandirse, o bien a contraerse.446 Es decir: el universo tendría un
principio y un final, adquiriría una historia.

Muchos años después de proponer su primer modelo cosmológico, Einstein hubo de


justificar sus primeros planteamientos destacando que “no había razón alguna por la que
dudar de la naturaleza estática del espacio”.447 Por más arbitraria que ahora nos pueda
parecer la introducción de la constante cosmológica, conviene recordar que en la época en
la que Einstein propuso su modelo de universo, nada se sabía de objetos cosmológicos
espectaculares como estrellas supermasivas, agujeros negros, núcleos galácticos o
cuásares.448 De hecho ni siquiera estaba establecido que hubiese otras galaxias o cuerpos
extragalácticos de ningún tipo:449 “en estas circunstancias, y dada la escasez de datos, era
natural suponer a priori un universo estático”.450 No obstante, el propio Einstein había
cerrado con prudencia sus “Kosmologische[n] Betrachtungen” señalando que si bien su
modelo era “lógicamente consistente” y el “más accesible” para la teoría general de la

444
Jordi Cepa, Cosmología física, Barcelona, Ediciones Akal, 2007, p. 155. Cepa nos recuerda que, “[…] ya
Newton hizo notar que si el universo no estuviera uniformemente lleno de estrellas, se colapsaría debido a la
atracción gravitatoria, empezando por las partes más densas”. Ibid., p. 15. Véase también Ana Rioja y Javier
Ordóñez, Teorías del universo, op. cit., pp. 316-7 y p. 336: “desde hacía tiempo se sabía que todo intento de
extrapolar [la teoría newtoniana de la gravitación] se enfretaba con la siguiente dificultad: o toda la materia
existente se concentra en una región finita del espacio infinito, en cuyo caso el sistema es inestable, o la
materia está uniformemente distribuida en el espacio hasta el infinito, en cuyo caso el campo de gravitación
debe ser infinito en cada punto”. Para la historia de la paradoja cosmológica de la gravedad en la mecánica
newtoniana véase Berthold Suchan, Die Stabilität der Welt. Eine Wissenschaftsphilosophie der
kosmologischen Konstante, Mentis, Paderborn, 1999, pp. 28-44.
445
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, [1997], Éditions du Seuil, Paris, 2004, pp. 33-4; Jean-Pierre
Luminet, Le Destin de l’Univers. Trous noirs et énergie sombre [2006], tome II, Gallimard, Paris, 2010, pp.
798-9.
446
Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna [2002], trad. esp. Aldo L. Malca, Editorial URSS, Moscú, 2005, p.
69.
447
Kurt Roessler, “Georges Lemaître, das expandierende Universum und die kosmologische Konstante”, en
Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins Kosmos, op. cit., pp. 177-8.
448
Matthias Schemmel, “Gekrümmte Universen von Einstein: Karl Schwarzschilds kosmologische
Spekulationen und die Anfänge der relativischen Kosmologie”, en Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick
(eds.), Einsteins Kosmos, op. cit., p. 58.
449
Jordi Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 154.
450
Ibid.

116
relatividad, no creía conveniente entrar a valorar si acaso era también “sostenible desde el
punto de vista del conocimiento astronómico presente”.451

La reocupación cosmológica de la escatología: los modelos no estáticos de universo

La deriva escatológica de la cosmología relativista clásica era en cierto modo inevitable, y


los esfuerzos de Einstein por preservar la inmutabilidad del universo se demostraron
inútiles. Si la teoría general de la relatividad permitía que la curvatura del espacio variase
localmente con el tiempo, parecía razonable suponer que la métrica del universo en su
conjunto también pudiera cambiar, dando lugar a fenómenos de contracción o dilatación del
medio cósmico.452 Como ya hemos mencionado, Alexander Friedmann y Georges Lemaître
no tardaron en proponer soluciones no estáticas a las ecuaciones de Einstein, que arrojaban
el resultado de un modelo dinámico de universo. La cosmología relativista pasaba así a
convertirse en una cosmología evolutiva,453 en la que el universo entero habría de desplegar
sus acontecimientos en una temporalidad histórica lineal o, eventualmente, cíclica. El
universo adquiría una historia y, con ella, una escatología.

A nuestro modo de ver, el lugar en el que se operó esta reocupación cosmológica de


la escatología fue en el debate sobre la constante cosmológica,454 el misterio por excelencia.
Al preservar la estaticidad del mundo, la constante cosmológica había impedido una
comprensión escatológica del universo, alejando las categorías de inicio y fin, y
perpetuando la comprensión griega clásica del cosmos y sus prerrogativas de eternidad,
racionalidad y seguridad (VS 30-3). De esta manera no sólo había quedado garantizada la
transcendencia objetiva del universo, sino que se eliminaba de raíz cualquier concepción
mesiánica o apocalíptica del tiempo cósmico.

Pero cuando Alexander Friedmann halló las soluciones dinámicas de las ecuaciones
de Einstein, la escatología se instaló en la cosmología, adquiriendo de paso un sólido
respaldo matemático. En 1922 Friedmann publicó en la revista alemana Zeitschrift für
Physik el célebre artículo “Über die Krümmung des Raumes” [“Sobre la curvatura del
espacio”], en donde afirmaba que la métrica del universo era susceptible de variar en el

451
Albert Einstein, “Consideraciones cosmológicas sobre la teoría de la relatividad general”, op. cit., p. 506.
452
Jean-Pierre Luminet, Le Destin de l’Univers, tome II, op. cit., pp. 781-2.
453
Ibid., p. 775. Véase también Kurt Roessler, “Georges Lemaître, das expandierende Universum und die
kosmologische Konstante”, en Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins Kosmos, op. cit., p.
162
454
Para un estudio pormenorizado de la constante cosmológica véase Berthold Suchan, Die Stabilität der
Welt. Eine Wissenschaftsphilosophie der kosmologischen Konstante, op. cit., pp. 103-34. El lector interesado
también podrá encontrar una breve reconstrucción histórica en Mijaíl V. Sazhin, Cosmología moderna, op.
cit., pp. 69 y ss.

117
tiempo.455 Las ecuaciones propuestas por Friedmann prescindían de hecho de la constante
cosmológica, y predecían que el universo no será, en general, estático.456 Si bien era cierto
que no había causa alguna por la cual el universo debiera expandirse o contraerse, una vez
que empezara a variar su métrica, no cesaría de hacerlo.

En El mundo como espacio y tiempo [1923], Friedmann definía dos tipos de


universo: el universo estacionario y el universo variable.457 En el primero de ellos la
curvatura del espacio no se modifica en el transcurso del tiempo, mientras que en el
segundo sí lo hace: “como ilustración del primer tipo de universo puede servir una esfera
cuyo radio no varía con el tiempo; la superficie bidimensional de esta esfera será
precisamente un espacio bidimensional de curvatura constante. Por el contrario, el
segundo tipo de universo puede ser representado mediante una esfera que cambia
continuamente, bien expandiéndose, bien disminuyendo su radio como si se
comprimiera”.458

Einstein no aceptó en modo alguno las soluciones de Friedmann,459 que consideró


erróneas y que pronto cayeron en el olvido. Pero fue Georges Lemaître460 quien unos pocos
años después reintroduciría la constante cosmológica en un nuevo modelo dinámico de
universo, y ofrecería una interpretación cosmológica consistente de los hallazgos
observacionales de Vesto Slipher [1875-1969] y Edwin Powell Hubble [1889-1953] sobre
los desplazamientos al rojo461 de las nebulosas espirales.462 Para Lemaître la velocidad de

455
Dos años después, en 1924, publicó en esa misma revista el no menos célebre “Über die Möglichkeit einer
Welt mit konstander negativer Krümmung” [“Sobre la posibilidad de un universo con curvatura negativa
constante”], Zeitschrift für Physik, 21, 1924, p. 326.
456
Jordi Cepa, Cosmología física, op. cit., p. 134; Jean-Pierre Luminet, Le Destin de l’Univers, tome II, op.
cit., p. 799.
457
Alexándr Alexándrovich Friedmann, El mundo como espacio y tiempo [1923], trad. esp. de Guillermo
Peña, Editorial URRS, Moscú, 2003, pp. 196 y ss.
458
Ibid., p. 197.
459
Para los detalles sobre la recepción de Einstein de los trabajos de Friedmann véase Jean-Pierre Luminet, Le
Destin de l’Univers, op. cit. cap. 5, pp. 47-57. Véase asimismo Georg Singer, “Die Kontroverse zwischen
Alexander Friedmann und Albert Einstein um die Möglichkeit einer nichtstatischen Welt”, en Hilmar W.
Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins Kosmos, op. cit., pp. 142-61.
460
Un breve repaso de la vida y aportaciones científicas de Georges Lemaître, en Jean-Pierre Luminet,
L’invention du Big Bang, op. cit., cap. 8.
461
Así lo resume Jordi Cepa: “Vesto Slipher midió por primera vez, entre 1912 y 1925, líneas de emisión en
los espectros de 40 ‘objetos nebulares’. Sorprendido, constató que [las] líneas espectrales […] se habían
‘desplazado al rojo’. Este fenómeno afectaba a todos los objetos medidos en aquellos años, salvo la nebulosa
de Andrómeda. Por aquel entonces, ni siquiera estaba establecida la naturaleza de dichos objetos nebulares
como galaxias similares a la nuestra. Los ‘objetos nebulares’ o ‘nebulosas’ constituían una categoría que
englobaba una gran variedad de objetos tanto galácticos, consistentes en nebulosas de emisión o reflexión,
planetarias, bipolares, regiones HII, etc.; como extragalácticos, consistentes en galaxias de todas las clases y
tipos morfológicos. Los objetos nebulares que estudió Slipher pertenecían al tipo de ‘nebulosas espirales’, es
decir, lo que en la actualidad conocemos como galaxias espirales. Posteriormente, Edwin Hubble y Milton
Humason (personaje singular que pasó de ser el mulero que transportaba material y suministros a Mount
Wilson a ser el portero del observatorio, luego el asistente de Hubble y finalmente su colaborador)

118
recesión de las nebulosas extragalácticas no era sino el indicio de un universo en
expansión.463 En estos términos ha explicado Stephen Hawking la encrucijada del
momento:

“En esa época casi todos esperaban que las galaxias se estuvieran moviendo de forma más bien
aleatoria, y en consecuencia esperaban encontrar tantos espectros desplazados al azul como
desplazados hacia el rojo. Por eso fue una sorpresa descubrir que todas las galaxias aparecían
desplazadas hacia el rojo. Cada una de ellas se estaba alejando de nosotros. Todavía más
sorprendente era el resultado que Hubble publicó en 1929: tampoco el tamaño del desplazamiento
hacia el rojo de las galaxias era aleatorio, sino que era directamente proporcional a la distancia de la
galaxia a nosotros; o, en otras palabras, cuanto más lejos estaba la galaxia, con más rapidez se
alejaba. Eso significaba que el universo no podía ser estático, como se creía hasta entonces, sino que
en realidad se estaba expandiendo. La distancia entre las diferentes galaxias aumentaba
continuamente”.464

Los sucesivos periodos de investigación de Lemaître en Inglaterra –en 1923, donde pudo
colaborar estrechamente con Arthur Eddington en Cambridge– y en los Estados Unidos –en
1924, donde tuvo oportunidad de trabajar con Harlow Shapley y conocer de primera mano
los resultados preliminares de los trabajos de Vesto Slipher y Edwin Hubble en el
Massachusetts Institute of Technology (MIT)–465 le permitieron preparar el marco teórico
de interpretación en el que los nuevos hallazgos observacionales adquirirían una inusitada
significación cosmológica… abominable desde el punto de vista de Einstein.

Misterios abominables:
la expansión del universo y la reocupación cosmológica de la creatio ex nihilo

extendieron la lista de Slipher a más galaxias pertenecientes a distintos cúmulos, y encontraron que no
existía ninguna cuyo espectro estuviera desplazado al azul”. Jordi Cepa, Cosmología física, op. cit., pp. 33-4.
Las observaciones astronómicas de Hubble, llevadas a cabo durante los años 1922 y 1924, le permitieron
probar que las nebulosas espirales eran en realidad galaxias enteras independientes de la Vía Láctea y que
estaban compuestas por millones de estrellas: “Los trabajos de Hubble abrían decididamente la puerta a un
gigantesco universo poblado de nebulosas a modo de ‘otras vías lácteas’, a miles de millones de años luz.
Los componentes de ese universo ya no eran estrellas sino ‘galaxias’, tal como Shapley propuso denominar a
las nebulosas extragalácticas”. Ana Rioja y Javier Ordóñez, Teorías del universo, Editorial Síntesis, Madrid,
vol. 3, 2006, p. 328. Muy oportunamente, Ana Rioja y Javier Ordóñez señalan “que hay una frontera que
distigue y separa el estudio del universo de las estrellas del de las galaxias”. En este sentido, “al contemplar
todo lo acaecido en astronomía en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX no es de
extrañar que se haya hablado de un ‘segunda revolución astronómica’ por contraposición a la que se iniciara
con la obra de Copérnico en el siglo XVI”. Ibid, pp. 326 y 332.
462
Lemaître tuvo oportunidad de asistir a la famosa reunión de Washington de finales de 1924 en la que
Edwin Hubble demostró que la Vía Láctea no era la única galaxia existente. Para más detalles véase Jean-
Pierre Luminet, L’invention, p. 89.
463
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 90-1 y 101-2.
464
Stephen W. Hawking, La teoría del todo. El origen y el destino del Universo [1994], trad. esp. de Javier
García Sanz, Debolsillo, Barcelona, 2010, p. 30.
465
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 87-9.

119
Apenas si alcanzamos a imaginar la extrañeza que el joven físico George Lemaître,
ataviado con su hábito de sacerdote católico, pudo haber causado en Einstein en el
momento de su primer encuentro.466 Éste se produjo en Bruselas, en 1927, ciudad a la que
Einstein había viajado con motivo del Quinto Congreso Solvay, dedicado a la mecánica
cuántica. Lemaître recordó el encuentro tardíamente en una locución de radio grabada en
conmemoración de los dos años de la muerte de Einstein:467 “paseándose por el parque
Leopold, me hablaba de un artículo, poco conocido, que yo mismo había escrito el año
precedente sobre la expansión del universo,468 y que un amigo le había recomendado.469
Tras algunos comentarios técnicos favorables, concluyó que, desde el punto de vista de la
física, todo aquello le resultaba abominable [‘tout à fait abominable’]”.470

A pesar del inesperado exabrupto, Lemaître no pudo sino agradecer a Einstein que
le diera noticia de los trabajos de Friedmann,471 que por entonces todavía ignoraba.472 Dado
que parecía deseoso de continuar la conversación, el acompañante de Einstein, Auguste
Piccard, invitó a Lemaître a que se fuera con ellos en el taxi, pues tenían previsto visitar los
laboratorios de la Universidad de Bruselas. Según Lemaître, en el taxi pudo hablarle a
Einstein “de las velocidades de las nebulosas extragalácticas”, pero “tenía la impresión de
que [Einstein] no estaba al corriente de los hechos astronómicos”.473

La ulterior “conversión” de Einstein a un modelo no estático de universo, esto es, la


rotunda aceptación de las implicaciones físicas y aún teológicas de un cosmos en
expansión, hubo de producirse algunos años después, cuando Einstein viajó a California474
y tuvo oportunidad de conocer el California Institute of Technology, el Mount Wilson
466
Kurt Roessler, “Georges Lemaître, das expandierende Universum und die kosmologische Konstante”, en
Hilmar W. Duerbeck y Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins Kosmos, op. cit., p. 169. Para una descripción del
encuentro se puede ver Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 102 y ss. Véase también
Odon Godart y Michael Heller, “Einstein-Lemaître: Recontre d’idées”, Revue des Questions Scientifiques,
150, 1979, pp. 23-43; Dominique Lambert, Un atome d’univers. La vie et l’oevre de Georges Lemaître
[2000], Éditions Lessius, Bruxelles, 2011.
467
Kurt Roessler, ibid., p. 168.
468
Parece que Lemaître se refería a su artículo “Un Univers homogène de masse constante et de rayon
croissant, rendant compte de la vitesse radiale des nébuleuses extra-galactiques”, Annales de la Societé
scientifique de Bruxelles, série A, t. XLVII, avril 1927, pp. 29-39 (49-59).
469
Se cree que este amigo podría ser Théophile De Donder, con quien Einstein colaboró en Bruselas en la
preparación del Quinto Congreso Solvay, precisamente. Véase Kurt Roessler, ibid., pp. 168-9.
470
Citado por Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., p. 103; también por Kurt Roessler,
“Georges Lemaître, das expandierende Universum und die kosmologische Konstante”, op. cit., p. 168.
471
Que el propio Einstein había reseñado en dos ocasiones: Albert Einstein, “Bemerkung zu der Arbeit von A.
Friedmann: Über die Krümmung des Raumes”, Zeitschfrift für Physik, 11, 1922, p. 326; “Notiz zu der Arbeit
von A. Friedmann: Über die Krümmung des Raumes”, Zeitschfrift für Physik, 16, 1923, p. 228.
472
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., p. 101.
473
Citado por Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., p. 103.
474
No sin antes pasar por La Habana… Véase Angel Marqués Dols, “Albert Einstein: treinta horas en La
Habana”, Desde Cuba, 7 de julio de 2011.

120
Observatory y encontrarse con Edwin Hubble y Richard Chace Tolman [1881-1948], entre
otros astrónomos americanos.475 Fue entonces cuando vió con sus propios ojos el
desplazamiento al rojo de las nebulosas espirales extragalácticas, y no pudo sino aceptar la
expansión del universo y renunciar a la constante cosmológica.476

Einstein propuso entonces dos modelos de universo en expansión, el denominado


“universo de Friedmann-Einstein”477 –en 1931– y el “universo de Einstein-De Sitter”478 –en
1932, en un artículo escrito en coautoría con el matemático y astrónomo holandés Willem
de Sitter–. En ambos casos, se asumía un modelo de universo espacialmente cerrado pero
desprovisto de constante cosmológica.479

Es por todo ello que el segundo encuentro entre Einstein y Lemaître,480 en Pasadena,
en 1933, había de poseer una transcendencia especial para ambos. No sólo porque Lemaître
había tenido razón sobre Einstein –a pesar de la fuerte oposición de este último–,481 ni
siquiera porque para entonces ya gozase de una reputación bien establecida,482 sino porque
la abominable reocupación cosmológica de la escatología se había consumado y portaba ya
las credenciales de una ciencia de vanguardia. Más aún: Lemaître la había llevado un poco
más lejos con su audaz hipótesis del átomo primitivo:483 “en lugar de considerar el mundo
estático de Einstein como un estado inicial desde el cual concebir el modelo dinámico,
Lemaître había preferido pensar que el Universo comenzó su expansión a partir de un
estado singular”.484 De acuerdo con Lemaître, además de expandirse, el universo poseía un
origen designable y excepcional.

475
Véase Pierre Speziali, Albert Einstein-Michele Besso: Correspondence 1903-1955, A. Hermann, Paris, p.
268, citado por Tobias Jung, “Einsteins Beitrag zur Kosmologie – ein Überblick”, en Hilmar W. Duerbeck y
Wolfgang R. Dick (eds.), Einsteins Kosmos, op. cit., p. 88.
476
Tobias Jung, ibid., pp. 84-95. Por entonces Arthur Eddington demostraría que el universo de Einstein se
encontraba en equilibrio inestable: A. S. Eddington, “On the Instability of Einstein’s Spherical World”,
Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, vol. 90, 1930, pp. 668-78.
477
Albert Einstein, “Zum kosmologischen Problem der allgemeinen Relativitätstheorie”, Sitzungber. Preuβ.
Akad. Wiss., 96, 1931, pp. 235-237.
478
Albert Einstein y Willem de Sitter, “On the relation between the expansion and the mean density of the
universe”, Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 18, 1932, pp.
213-4. Las aportaciones de Einstein también dieron lugar a los así conocidos como modelos Einstein-Weyl.
En estos modelos se trataba de preservar un universo estático y explicar, al mismo tiempo, el fenómeno del
desplazamiento al rojo. Véase, por ejemplo, Erhard Scholz, “Einstein-Weyl Models of Cosmology”, en
Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein. Chief Engineer of the Universe. Einstein’s Life and Work in Context,
WILEY-VCH, Berlin, 2005, pp. 394-7.
479
Tobias Jung, op. cit., p. 68.
480
Para los ulteriores encuentros entre Einstein y Lemaître véase Kurt Roessler, “Georges Lemaître, das
expandierende Universum und die kosmologische Konstante”, op. cit., pp. 172 y ss.
481
Kurt Roessler, ibid., p. 162.
482
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., p. 138.
483
Georges Lemaître, “L’hypothèse de l’atome primitif”, Actes de la Société helvétique des sciences
naturelles, 1945, pp. 77-96, recogido en Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 203-226.
484
Ibid., p. 109.

121
En Pasadena, Einstein no se encontró “con un joven y desconocido científico
cualquiera, sino con un hombre cuyas ideas habían dado mucho que hablar, […] promotor
de un modelo cosmológico capaz de predecir la ley de Hubble”.485 El 11 de enero de 1933,
Einstein asistió a un seminario que Lemaître estaba impartiendo en esa ciudad californiana,
y que en cierto modo suponía el reconocimiento oficial de su teoría por parte de la
comunidad científica.486 Lemaître aprovechó la ocasión para exponer su idea del
nacimiento del universo a partir de un “átomo primitivo”, tal como había sugerido
recientemente en sus tres artículos “The expanding Universe”, “The beginning of the World
from the point of view of quantum theory” y “L’expansion de l’espace”, todos ellos
aparecidos en 1931.487 En su opinión, el comienzo del universo había sido muy diferente
respecto a su estado actual. Si a día de hoy el universo se encuentra en expansión, ello se
debe a que en el pasado era inmensamente más denso y condensado,488 una suerte de
quantum único489 o núcleo atómico gigantesco,490 cuya sucesiva desintegración491 y ulterior
fragmentación dio inicio a la expansión del universo. De este modo, “las nociones de
espacio y tiempo no tendrían significado en el comienzo, sino que adquirieron algún
sentido progresivamente, cuando el quantum original se dividió […] en un número
suficiente de quanta parciales”.492 A saber, “el comienzo del mundo tuvo lugar un poco
antes que el del espacio y el tiempo”,493 y era a partir de ese momento que la historia del
universo podía “ser escrita etapa por etapa”.494

485
Ibid, pp. 138-9.
486
Kurt Roessler, op. cit., p. 170.
487
El primero de ellos, de carácter técnico, apareció en marzo de 1931 en Monthly Notices of the Royal
Astronomical Society (vol. 91, 1931, pp. 490-501); mientras que el segundo y el tercero eran versiones
divulgativas simplicadas, publicadas en Nature (vol. 127, p. 706) y en la Revue des questions scientifiques,
(50e année, 4e série, t. XX, 1931, pp. 391-410) en mayo y noviembre de ese mismo año, respectivamente. Para
más detalles véase Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 111 y ss.
488
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., pp. 90-1; Ana Rioja y Javier Ordóñez, Teorías del
universo, op. cit., pp. 341-7.
489
Georges Lemaître, “L’origine du monde du point de vue de la théorie quantique” [1931] –título original:
“The beginning of the World from the point of view of quantum theory”–, recogido en Jean-Pierre Luminet,
L’invention du Big Bang, op. cit., p. 129.
490
Étienne Klein, Discours sur l’origine de l’univers, Flammarion, Paris, 2010, p. 36, nota 2.
491
Lemaître, “L’origine du monde du point de vue de la théorie quantique”, op. cit., p. 129.
492
“Si le monde a commencé par un quantum unique, les notions d’espace et de temps n’auront absolument
plus de signification au commencement même; mais elles acquerront progressivement quelque sens, quand e
quantum originel se sera divisé […] un nombre suffisant de quanta partiels”. Lemaître, ibid. La traducción es
mía.
493
“[…] le début du monde a [eu] lieu un peu avant celui de l’espace et du temps”. Lemaître, ibid. La
traducción es mía.
494
“[…] il n’est pas nécessaire que l’histoire entière de l’Univers ait été inscrite dans le premier quantum,
comme une mélodie sur le disque d’un phonographe. La totalité de la matière de l’Univers doit été présente
dès commencement, mais l’histoire qu’elle nous raconte peut être écrite étape par étape”. Ibid. La traducción
es mía.

122
Así planteadas las cosas, la protesta de Einstein no se hizo de esperar. La hipótesis
del átomo primitivo no sólo le parecía insostenible desde el punto de vista de la física, sino
una conjetura inverosímil inspirada por la doctrina cristiana de la creación.495 Einstein se
negó en redondo a discutir sobre la hipótesis del átomo primitivo, pues consideraba que en
este punto –como en tantos otros– el sacerdote belga no estaba siendo científicamente
objetivo496 y se había dejado llevar por los dogmas de la teología cristiana. Pero los
desarrollos en astrofísica y cosmología producidos durante las décadas siguientes,
demostraron –una vez más– que Einstein se equivocaba y que Lemaître tenía razón. La
execrable reocupación cosmológica de la creatio ex nihilo dio lugar a la teoría del Big Bang
y, ulteriormente, al llamado “modelo estándar de la cosmología contemporánea”.497

Escatología y apocalipsis en perspectiva cosmológica

Hasta aquí hemos intentado mostrar que la dimensión escatológica de la astronomía


contemporánea no se limita a una cualidad accesoria de algunas de sus especulaciones más
aventuradas, sino que es una configuración interna, históricamente constituida, de su orden
disciplinar y epistemológico. Es por ello –y por razones de claridad– que creemos
conveniente distinguir entre cosmología escatológica y apocalipsis cosmológico. Por la
primera entendemos la reocupación cosmológica de la escatología, que se especifica en la
producción de una cosmogonía mítico-científica encaminada a describir y explicar el
origen del tiempo cósmico; así como en la formulación de una promesa escatológica, que
bajo la forma de la predicción científica augura que el final del universo habrá de llegar de
manera necesaria.

Reservamos, en cambio, la noción de apocalipsis cosmológico para referirnos a las


representaciones mítico-científicas del final del universo, incluyendo también los eventos

495
Georges Lemaître: “Rencontres avec A. Einstein”, Revue des Questions Scientifiques, 129, n.º 1, 1958, p.
130, citado por Kurt Roessler, op. cit., p. 171. Véase también Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang,
op. cit., p. 139.
496
Jean-Pierre Luminet, L’invention du Big Bang, op. cit., p. 139.
497
Jordi Cepa, Cosmología física, op. cit. pp. 176-7; Erhard Scholz, “The Standard Model of Contemporary
Cosmology”, en Jürgen Renn (ed.), Albert Einstein. Chief Engineer of the Universe, op. cit., pp. 388-93. De
este modo lo explican Ana Rioja y Javier Ordóñez: “La cuestión de la expansión del universo y de la recesión
(isotrópica) de las galaxias conduce a plantearse la sucesiva evolución del estado del universo en un tiempo
anterior. En efecto, si retrocedemos hacia el pasado, necesariamente nos vemos conducidos a estados de
mayor densidad, en los que el espacio interestelar e intergaláctivo hubo de ser progresivamente menor hasta
alcanzar la materia un estado primero de densidad infinita (punto de curvatura infinita del espacio). Se trata
de lo que se conoce con el nombre de ‘singularidad’ (en sentido matemático) inicial. Cualquier intento de
explicar científicamente el origen del universo pasa por describir el modo en que galaxias y estrellas han
podido constituirse a partir de ciertas condiciones iniciales. En definitiva, nos vemos abocados a algún tipo
de ‘gran explosión’ originaria, a partir de la cual todo se habría formado”. Ana Rioja y Javier Ordóñez,
Teorías del universo, op. cit., pp. 340-1.

123
cósmicos excepcionales –de índole cataclísmica– que puedan afectar a algunas regiones del
universo conocido, previamente singularizadas por su significación para el hombre. En este
sentido, cabría diferenciar a su vez entre un apocalipsis cosmológico a pequeña escala (o
apocalipsis vicario) y un apocalipsis cosmológico a gran escala, si bien este último
significado habría de prevalecer sobre el primero cuando se hace referencia al apocalipsis
cosmológico en cuanto tal.

A nuestro juicio, tanto la cosmología escatológica como el apocalipsis cosmológico


habrían practicado a su vez una reocupación (astronómica) del mito y de la metáfora. Los
hallazgos en astronomía observacional y en astrofísica extragaláctica producidos durante
los siglos XX y XXI, así como la subsiguiente multiplicación de especialidades y
subespecialidades que componen en la actualidad la ciencia astronómica –como la geología
planetaria, la astrometría, la radioastronomía o la astronomía en otras longitudes de onda
del espectro electromagnético, entre otras –, no sólo han permitido la pervivencia del mito
sino que han propiciado su secreta renovación. Con sus sensacionales descubrimientos, la
astronomía contemporánea ha remitificado el cosmos, produciendo de paso nuevos mitos
del origen y del final del universo, en clara consonancia con la tradición cosmogónica en la
que de hecho se inscribe.

Como ya vimos, la astronomía contemporánea ha extendido, entre sus mitos y


metáforas del origen y del final del tiempo cósmico, una densa metafórica organicista y
biologicista con la que dar cuenta de la formación y evolución del universo. La metáfora
dominante de las edades del universo ha permitido articular el “pathos escatológico”
[“eschatologische Pathos”] (VS 32) de la cosmología física contemporánea, y hacer de sus
“visiones apocalípticas” [“apokaliptischen Visionen”] (VS 253) el contenido de una
fenomenología escatológica del cosmos.498 Con ello se demuestra, una vez más, la
necesidad humana de poseer una imagen del hundimiento de todas las cosas.

498
Tomo la expresión “fenomenología escatológica” [“phänomenologische Eschatologie”] de Philipp
Stoellger, “Über die Grenzen der Metaphorologie. Zur Kritik der Metaphorologie Hans Blumenbergs und den
Perspektiven ihrer Fortschreibung”, en Anselm Haverkamp y Dirk Mende (eds.), Metaphorologie. Zur Praxis
von Theorie, Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 2009, p. 226.

124
Hans Blumenberg
meets
Stephen Hawking

“Siempre es difícil saber si un inglés hablar en serio o no”.


(Hubert Reeves)

“[…] Cabe decir que en el caso de Hawking la metáfora se ha materializado”.


(Hélène Mialet)

“Mira arriba a las estrellas, y no abajo a tus pies”.


(Stephen Hawking)

¿Y qué hace la otra mitad de la humanidad?

La difusión y recepción de su obra en modo alguno fue para Blumenberg un asunto menor.
Que no le era indiferente se puso ya de manifiesto con las primeras traducciones de sus
libros en los Estados Unidos, a las que hubieron de seguir los casos más o menos
afortunados de Francia e Italia. Más bien al contrario: las vicisitudes asociadas al cruce de
fronteras de sus obras, a cómo eran vertidas a otros idiomas y al nuevo sentido que podían
adquirir durante el proceso, claramente constituyó para Blumenberg un motivo de
preocupación. Así al menos lo ponen de relieve no pocos de los documentos depositados en
su Nachlass. También algunos de los aforismos y escritos de ocasión que hubo de
consagrar a esta temática. Queremos referirnos tan sólo a tres ejemplos. El primero de ellos
es un pequeño texto sobre el autor de Los últimos días de Pompeya, Edward Bulwer-
Lytton, en el que Blumenberg concluía con la siguiente aseveración: la óptica profesional
del escritor “le condiciona a percibir en la amplia periferia el asunto que le ha de
interesar: el mayor número. Cuanto mayor el radio tanto mayor el público. Así que vale la
pena imprimir algo en vez de limitarse a decirlo” (BiG 110, 30). El segundo ejemplo, viene
dado por la respuesta de Blumenberg a una de las preguntas recogidas en el “Fragebogen”
del Frankfurter Allgemeine Magazin: “¿Qué le gustaría ser a Vd.?” [“Was möchten Sie
sein?”]: “Mi editor, para así poder hacer más por uno de sus autores”.499 El último
ejemplo que deseamos mencionar, quizá el más expresivo de todos ellos, lo hallamos en un
artículo periodístico muy tardío, publicado en el Neue Zürcher Zeitung el 6 de octubre de
1987 –un año antes de Lebenszeit und Weltzeit– bajo el título “Sättigungsgrade” [“Grados
de saturación”]. Blumenberg se preguntaba retóricamente: “¿Cuándo puede permitirse,
499
H. Blumenberg, “Fragebogen”, Frankfurter Allgemeine Magazin, 4.6.1982, Heft 118, S. 25: “Mein
Verleger, um für einen seiner Autoren mehr zu tun”. La traducción es mía.

125
cuándo debe un autor estar satisfecho de su radio de acción, del grado de saturación de su
difusión, del volumen de su recepción?”. Añadía: “¿Son 50 lectores de su libro una
‘pequeña comunidad’? ¿Son 500 compradores una ‘clientela digna de atención’? ¿Son
5.000 ejemplares colocados indicio de un ‘éxito notable’? ¿O empiezan 50.000 a ser ya un
‘público’? Entonces, ¿500.000 en 25 idiomas es un ‘éxito mundial’ [“Welterfolg”]?”.
Blumenberg continuaba imaginándose “una hermosa jornada de megalomanía” [“Ich stelle
mir einen hübschen Tag der Megalomanie vor”] en la que le llegaba a casa un telegrama en
donde le anunciaban “que la mitad de la humanidad (en este momento, 2.5 millardos) ha
pedido uno de mis libros y, demoscópicamente asegurado, también se lo ha leído: ¡o ha
hecho que alguien se lo leyera en voz alta!”. En el cierre de este texto reconocemos de
nuevo el característico estilo irónico de Blumenberg: “Mi reacción instantánea sería sin
duda: por favor, y ¿qué hace la otra mitad? [Und bitte: Was macht die andere Hälfte?]”.500

En este sentido, no deja de ser sorprendente que Stephen Hawking,501 con la


publicación de A Brief History of Time502 en 1988 –un año después de “Sättigungsgrade”–,
prácticamente consiguió lo que para Blumenberg no era sino una divertida y reveladora
conjetura. Lo más notable, sin embargo, es que Blumenberg tuvo noticia del éxito
planetario de ese libro a través del amplio reportaje –conservado en su Nachlass de
Marbach, y copiosamente subrayado– que la revista francesa L’Express dedicó en 1989 al
famoso físico teórico y cosmólogo británico. Hawking pudo aplicar para sí mismo, y casi
en toda su literalidad, la especulación sobre qué hace la otra mitad de la humanidad que no
estaba leyendo su libro. Más aún, el propio Hawking ofreció retrospectivamente algunos
cálculos al respecto: “Yo pienso que nadie, mis publicadores, mi agente o yo, esperó que el
libro hiciera algo como lo que hizo. Estuvo en la lista de best-seller del London Sunday
Times durante 237 semanas, más que cualquier otro libro (al parecer, no se cuentan la
Biblia y Shakespeare). Se ha traducido en algo así como cuarenta idiomas y ha vendido
aproximadamente una copia para cada 750 hombres, mujeres, y niños en el mundo”.503
Como ha señalado Malcolm Longair, A Brief History of Time forma ya parte de la historia
de la edición,504 es decir, de la historia del libro. Blumenberg supo de la existencia de A
Brief History of Time por medio del artículo “L’homme qui réinvente l’Univers”, que el

500
H. Blumenberg, “Sättigungsgrade”, Neue Zürcher Zeitung, 6.10.1987, Nr. 231, S. 27. También recogido en
(EmS, 34).
501
Para la biografía “oficial” de Hawking véase Kitty Ferguson, Stephen Hawking: An Unfettered Mind,
Palgrave Macmillan, New York, 2012. No obstante, y hasta la fecha, quizá el libro más instructivo sobre
Hawking es el de Hélène Mialet, Hawking Incorporated: Stephen Hawking and the Anthropology of the
Knowing Subject, University of Chicago Press, 2012.
502
Stephen Hawking, A Brief History of Time. From the Big Bang to Black Holes, Introduction by Carl
Sagan, Bantam Dell Publishing Group, 1988.
503
S. Hawking, Historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros [1988], Crítica, Barcelona, 2011, p.
5.
504
Malcolm Longair (ed.), Lo grande, lo pequeño y la mente humana [1997], trad. esp. de Javier García Sanz,
Cambridge University Press, Madrid, 1999, p. 6.

126
periodista científico francés Françoise Harrois-Monin consagró a Hawking en el citado
reportaje de L’Express:505 “Su libro Una breve historia del tiempo, publicado recientemente
en la editorial Flammarion, ha conocido un éxito planetario” –subrayado de Blumenberg–
.506 La traducción francesa, al igual que la alemana,507 también fue publicada en 1988. El
artículo de Françoise Harrois-Monin comenzaba precisamente con el gran éxito comercial
del libro de Hawking y se preguntaba a qué podía deberse. Señalaba además las cantidades
de ejemplares vendidos hasta la fecha: más de 600.000 en los Estados Unidos, 200.000 en
Gran Bretaña y España, 100.000 en Italia. “En Francia, los 120.000 ejemplares
distribuidos se han volatilizado en seis semanas. Flammarion aumentará el tiraje hasta
150.000” –subrayado de Blumenberg–.508 También daba, sin embargo, una nota escéptica:
“Sobre los centenares de miles de personas que lo han comprado en todo el mundo,
¿cuántos de ellos se pueden preciar de haberlo leído hasta la última página?”.509 Sea como
fuere, Hawking había acertado a escribir, por decirlo a la manera de Die Lesbarkeit der
Welt [1981], “el nuevo libro del cielo”, a saber, la nueva gaceta sideral, y tuvo un éxito
fabuloso.

Quizá ahora el contenido de la gaceta sideral elaborada por Hawking se nos puede
antojar un tanto banal y manido, pero por aquél entonces tenía todas las credenciales de un
genuino mensaje proveniente de los confines más remotos del firmamento. Además, y en la
mejor de las tradiciones modernas, su autor, un singular mensajero de las estrellas, parecía
proporcionar un nuevo sentido a la épica astronómica, una renovada heroicidad a la altura
de la magnitud de su mensaje. Sin duda, su combate contra una afección degenerativa
contrasta con la épica astronómica moderna, una peculiar epopeya de rango mítico en
permanente y dramática tensión entre la vertiente mundana y el horizonte astronómico:
“dotado de una voluntad de acero, tiene un destino –trágico y único– que inmoviliza su
cuerpo pero le permite a su espíritu hacer juegos malabares con las teorías más
abstractas, consagrar todo su tiempo, toda su energía en reflexionar sobre el nacimiento y
el futuro del Universo. La imagen de Hawking, en su silla de ruedas, provisto de un
ordenador y de un sintetizador vocal, con su gesto retorcido a causa de la enfermedad, ha

505
Françoise Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, L’Express, 21 avril 1989, pp. 32-38 (DLA
Marbach). En el propio texto se indica que L’Express ya había dedicado otro reportaje a Hawking en el n.º
1963.
506
“Son livre Une brève histoire du temps, paru récemment chez Flammarion connaît un succès planétaire”.
F. Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 32. La traducción es mía.
507
Hubert Mania, Stephen Hawking [2003], Rohwohlt Verlag, Reinbek bei Hamburg, 2011, p. 128.
508
“En France, les 120.000 exemplaires distribués se sont volatilisés en six semaines. Flammarion poussera le
tirage jusqu’à 150.000”. F. Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 32. La traducción
es mía.
509
“Sur les centaines de milliers de personnes qui l’ont acheté de par le monde, combien peuvent se vanter de
l’avoir lu jusqu’à la dernière page?”. Ibid. La traducción es mía. En este sentido se puede ver también
Kristine Larsen, Stephen Hawking: A Biography [2005], Greenwood Publishing Group, Westport, 2007, pp.
81-90.

127
cautivado la imaginación”. Y un poco más adelante: “este hombre sueña con rehacer el
mundo, poner en orden la maquinaria intergaláctica, y fuerza sin duda la admiración y el
respeto […], las intuiciones de Hawking –y las de muchos otros– han modificado nuestras
concepciones del Universo”.510 Nada de esto, sin embargo, parece impresionó a
Blumenberg, en una época en la que las gacetas siderales estaban experimentando una
asombrosa multiplicación, algunas de ellas previas a la publicación de A Brief History of
Time,511 como el libro de Steven Weinberg The First Three Minutes: A Modern View of the
Origin of the Universe [1977] o L’Odyssée cosmique. Quel destin pour l'univers? [1986] de
Jean Heidmann.512 Hay constancia de que Blumenberg leyó el libro de Weinberg, o al
menos lo citó en Die Vollzähligkeit der Sternen (VS 110 y 112). Sin embargo, nada nos
hace pensar que Blumenberg llegara a leer el célebre libro de Hawking, hasta donde nos es
conocido nunca se refirió a él, a pesar de que en el artículo de Françoise Harrois-Monin
hubiera subrayado la referencia bibliográfica francesa y destacado el siguiente pasaje: “Su
libro [Una breve historia del tiempo] ha dado un golpe de efecto sobre la cosmología
entera. Una ciencia en plena evolución, que permanentemente flirtea con la metafísica”.513

Hawking en el Nachlass de Blumenberg

En el Nachlass de Blumenberg se han conservado unos pocos artículos periodísticos


estrechamente relacionados con Stephen Hawking, con sus aportaciones a la cosmología y

510
“doté d’une volonté d’acier, à son destin –à la fois tragique et unique– qui immobilise son corps et permet
à son esprit de jongler avec les théories les plus abstraites, de consacrer tout son temps, toute son énergie à
réfléchir sur la naissance et l’avenir de l’Univers. L’image de Hawking, de son fauteuil roulant, muni d’un
ordinateur et d’un synthétiseur vocal, de son visage tordu par la maladie frappe l’imagination”; “Que cet
homme-là ne songe qu’à refaire le monde, qu’à mettre de l’ordre dans la machinerie intergalactique force,
sans doute, l’admiration et le respect […], les intuitions de Hawking –et celles de beaucoup d’autres– ont
modifié nos conceptions de l’Univers”. F. Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 32.
Las traducciones son mías.
511
El propio Hawking se refirió a ello en la nota de agradecimiento con la que se abría su libro: “Decidí
escribir una obra de divulgación sobre el espacio y el tiempo después de impartir en Harvard las
conferencias Loeb de 1982. Ya existía una considerable bibliografía acerca del universo primitivo y de los
agujeros negros, en la que figuraban desde libros muy buenos, como el de Steven Weinberg, Los tres
primeros minutos del Universo, hasta otros muy malos, que no nombraré. Sin embargo, sentía que ninguno
de ellos se dirigía realmente a las cuestiones que me habían llevado a investigar en cosmología y en la teoría
cuántica”.
512
Citado en F. Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 34. La referencia bibliográfica
de este último libro fue subrayada por Blumenberg. También cabe señalar los textos divulgativos de Hubert
Reeves Patience dans l’azur y Poussières d’étoiles”. Sobre Jean Heidmann se puede ver el diálogo editado en
Jacques Merleau-Ponty, Sur la science cosmologique. Conditions de possibilité et problèmes philosophiques.
Textes organisés et présentés par Michel Palty et Jean-Jacques Szczeciniard, EDP Sciences, Les Ulis, 2003,
pp. 95-136.
513
“N’empêche que son livre [A Brief History of Time] vient de donner un puissant coup de projecteur sur la
cosmologie entiere. Une science en pleine évolution, qui flirte en permanence avec la métaphysique”. F.
Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 32, el subrayado es de Blumenberg. La
traducción es mía.

128
al estudio de los agujeros negros.514 Hasta donde nos es conocido, y además del citado
reportaje de L’Express, cuatro artículos periodísticos resultan especialmente relevantes en
este sentido. Sobre agujeros negros, destaca un tempranísimo texto, sin firma, fechado en
1968 y publicado en Der Spiegel bajo el título “Welt-Enstehung. Schwarzes Loch”.515
Asimismo, otro artículo de 1986 –probablemente publicado en ZEIT– escrito por Rainer
Kayser, con el título “Zwerg statt Monster. Das ‘Schwarze Loch’ im Zentrum der
Milchstraβe ist kleiner als angenommen”.516 Referidos de manera específica a las
aportaciones cosmológicas de Hawking, son los textos “Die Wunder der ‘Schwarzen
Löcher’”, de 1973, y “Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher”, de 1981, ambos
firmados con la abreviatura K. R., que verosímilmente podemos atribuir a Kurt Rudzinski,
y que parece fueron publicados en el FAZ.517 Finalmente el mencionado reportaje especial
editado por Françoise Harrois-Monin para L’Express, con fecha 21 de abril de 1989, y en el
que se incluyen varios textos sobre Hawking y su cosmología, preparados por diversos
autores como Hubert Reeves, Brandon Carter, Jacqueline Remy o el propio Françoise
Harrois-Monin.518 También se mencionaba a Hawking, en fin, en la entrevista que
Dominique Simonnet hizo a Hubert Reeves, y que fue publicada el 11 de agosto de 1989 en
otro número de L’Express.519

En varios de estos textos se posicionaba a Hawking como una figura


particularmente relevante en el panorama científico del momento. Así, por ejemplo, en
“Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher”, que aludía a Hawking como “eine Art ‘neuer
Einstein’” [“una suerte de nuevo Einstein”];520 o en “L’homme qui réinvente l’Univers”,
donde Françoise Harrois-Monin afirmaba: “El profesor de Cambridge ha sido considerado
con frecuencia como el genio de fin de siglo. Un calificativo un poco rápido [–subrayado
de Blumenberg–]. Según la comunidad científica, Hawking es un astrofísico teórico
brillante, cuyas reflexiones han sido tomadas muy en serio por el conjunto de sus

514
A no dudarlo, los “agujeros negros” constituyen uno de los “MacGuffin cosmológicos” más importantes de
aquellos años. De acuerdo con Paul Murdin: “La existencia de agujeros negros se predijo ya en el siglo
XVIII, sin embargo no fue hasta la década de 1970 que los astrónomos pudieron detectarlos”. Paul Murdin,
Secrets of the Universe: How We Discovered the Cosmos, The University of Chicago Press, 2009, cap. 36,
“Black Holes”, pp. 178-81, p. 178. La traducción es mía. Blumenberg se refirió a los agujeros negros en
diferentes lugares de su obra, véase en especial (VS, BdM y TLW).
515
[Sin autor], “Welt-Enstehung. Schwarzes Loch”, Der Spiegel, Nr. 44, 1968, S. 177 (DLA Marbach).
516
Rainer Kayser, “Zwerg statt Monster. Das ‘Schwarze Loch’ im Zentrum der Milchstraβe ist kleiner als
angenommen”. ZEIT [?] 24/1986 (DLA Marbach).
517
K. R. [¿Kurt Rudzinski?], “Die Wunder der ‘Schwarzen Löcher’”. Ein Doppelsternsystem und seine
Deutung / Mini-Blackholes von der Tungustka-Katastrophe bis zum Proton”. [FAZ], 31 Oktober 1973 / Nr.
254 / S. 33 (DLA Marbach); K. R., “Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher” Gegensätzliche Hypothesen
über ein kosmisches Rätsel. FAZ ,14.1.81 (DLA Marbach).
518
L’Express, 21 avril 1989, pp. 32-38 (DLA Marbach).
519
Entrevista de Dominique Simonnet a Hubert Reeves, “Enquête sur nos origines. L’univers, avec Hubert
Reeves”, L’Express, 11 Août 1989, pp. 42-47 (DLA Marbach).
520
K. R., “Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher”, op. cit.

129
colegas”.521 Sin embargo, Hubert Reeves matizaba en su “On cherche toujours les clefs du
cosmos”: “el programa de Hawking no es más ‘esotérico’ que el de otros, y sus
oportunidades de éxito no son más escasas” –subrayado de Blumenberg–.522 En todos estos
artículos periodísticos se ofrecía, además, una somera exposición de los principales
hallazgos astronómicos y cosmológicos de la época, así como de los fundamentos teóricos
y observacionales de lo que ahora conocemos como el modelo estándar del Big Bang. Vale
la pena abordar brevemente el contenido de cada uno de ellos.

En lo que se refiere a los artículos periodísticos previos a la publicación de A Brief


History of Time [1988], podríamos considerar el texto “Welt-Enstehung. Schwarzes Loch”
[1968] como el primer antecedente remoto que documenta el temprano conocimiento de
Blumenberg sobre la temática de los agujeros negros, así como el contexto histórico en el
que se enmarca la cosmología de Stephen Hawking. En este artículo se describían los
avances y las controversias de actualidad sobre la teoría del estado estacionario (SST), del
Big Bang, la radioastronomía y los radiotelescopios, junto con otras cuestiones no menos
candentes como la creación de materia, los quásars o los púlsars y, en especial, los agujeros
negros.523 Buena parte del artículo estaba dedicado a las aportaciones astronómicas y
cosmológicas de Fred Hoyle.524 No deja de resultar llamativo que también se aludiera a la
célebre novela de ciencia ficción escrita por Hoyle The Black Cloud [1957].525

Los dos primeros artículos en los que propiamente se recogían las aportaciones de
Hawking, “Die Wunder der ‘Schwarzen Löcher’” [1973] y “Sein oder Nichtsein der
Schwarzen Löcher” [1981], firmados por K. R, se concentraban sobre la cuestión de los
agujeros negros y de los micro agujeros negros.526 En el primero, se presentaban los
agujeros negros como “la nueva y preferida especulación cósmica” –“die Lieblingskinder

521
“Le professeur de Cambridge es fréquemment considéré comme le ‘génie de la fin de ce siècle’. Un
qualificatif un peu rapide. Selon la communauté scientifique, Hawking est un brillant astrophysicien
théorique, quelqu’un dont les réflexions sont prises très au sérieux par l’ensemble de ses confrères”. F.
Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 34. La traducción es mía.
522
“Le programme de Hawking n’est pas plus ‘ésotérique’ que les autres, et ses chances de succès ne son pas
plus faibles”. Hubert Reeves, “On cherche toujours les clefs du cosmos”, L’Express, 21 avril 1989, p. 35
(DLA Marbach). La traducción es mía.
523
[Sin autor], “Welt-Enstehung. Schwarzes Loch”, op. cit., p. 177.
524
Ibid. Sobre Hoyle y sus aportaciones se puede ver Jane Gregory, Fred Hoyle’s Universe, Oxford
University Press, 2005. Es sabido que Hawking solicitó hacer su tesis doctoral bajo la supervisión de Fred
Hoyle, quien no obstante hubo de rechazar la petición, razón por la cual le fue asignado Dennis Sciama
[1926-1999]. Hawking consideró a posteriori este rechazo como una suerte. Así lo recordó en la conferencia
“A Brief History of Mine”, pronunciada con motivo de su 70 cumpleaños, en The State of the Universe.
Stephen Hawking 70th Birthday Symposium, 5-8 January 2012, Cambridge.
525
[Sin autor], “Welt-Enstehung“, ibid.
526
Recordemos que la cuestión de los micro agujeros negros ha generado recientemente una controversia, de
índole apocalíptica, en relación con el nuevo acelerador de hadrones del CERN.

130
der neuesten astronomischen Spekulation”–,527 y se aludía expresamente a Hoyle, la teoría
del estado estacionario y a Hawking. Asimismo, se hacía una breve descripción de los
agujeros negros –“einen Endzustand katastrophaler Materieaggregation” [“el estado final
de una catastrófica agregación de materia”]–, y se refería a los sistemas estelares dobles
como posibles candidatos a agujeros negros, en particular al sistema doble Beta Lyrae.
Según se creía entonces, estos sistemas dobles podían tener asociado un agujero negro, lo
cual permitiría explicar por qué una de las dos estrellas del sistema binario era más
luminosa que la otra.528 Sustancialmente, este artículo periodístico se hacía eco, a su vez, de
un trabajo científico firmado por el Dr. S. Kriz, miembro de la Academia Checoslovaca de
Ciencias, y publicado en New Scientist el 11 de octubre de 1973, en el que denunciaba
como fraude el presunto agujero negro atribuido al sistema Beta Lyrae. A propósito de
estas cuestiones se hacía también amplia referencia a los “micro agujeros negros”,
concebidos por Hawking en 1971. Blumenberg no había dejado de destacar los pasajes en
los que, de acuerdo con Hawking, los mini agujeros negros hacen el 99.9 % de la masa total
del cosmos,529 y la energía del Bing Bang podría provenir de su fusión por efecto de la
fuerza de la gravedad.530 No menos aventurada era la conocida como hipótesis Jackson-
Ryan, según la cual el célebre evento de Tunguska –una detonación aérea de elevada
potencia acaecida en las inmediaciones de un bosque de Tunguska, cerca del río
Podkamennaya – fue causada por la colisión de la Tierra con un agujero negro.531 En este
artículo también se desarrollaban otras hipótesis para explicar el evento de Tunguska, como
que la causa podría estar relacionada con la antimateria.

El segundo artículo, “Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher”, se volvía a


describir la naturaleza de los agujeros negros y los micro agujeros negros,532 y Hawking era
caracterizado como un heredero de Einstein,533 que había acertado a combinar la mecánica
cuántica, la teoría de la relatividad y la termodinámica.534 Asimismo, se hacía eco de la
nueva aportación teórica de Hawking, que los agujeros negros pueden emitir radiación, y de

527
K. R., “Die Wunder der ‘Schwarzen Löcher’”, op. cit. Una traduccion literal del pasaje sería el “hijo
predilecto de la más reciente especulación astronómica”.
528
Para ulteriores informaciones sobre esta cuestión, se puede ver Malcolm Longair, The Cosmic Century. A
History of Astrophysics and Cosmology [2006], Cambridge University Press, 2013, pp. 197 y ss: “X-ray
binaries and the search for black-holes”.
529
K. R., “Die Wunder der ‘Schwarzen Löcher’”, op. cit.
530
Ibid.
531
Ibid.
532
K. R., “Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher”, op. cit.
533
Tal como señala Rees: “El descubrimiento de los agujeros negros […] abrió un camino para comprobar
la consecuencia más notabe de la teoría de Einstein”; y “la perturbación del espacio-tiempo en torno a los
agujeros negros es descrito con exactitud como una solución de las ecuaciones de la relatividad general de
Einstein, Martin Rees, Our Cosmic Habitat, Princeton University Press, 2003, pp. 89-90. La traducción es
mía.
534
K. R., “Sein oder Nichtsein der Schwarzen Löcher”, op. cit.

131
su controversia con Franz Tipler, a la sazón perteneciente a la Universidad de Texas, quien
había puesto en duda la existencia de los agujeros negros.535

En lo que respecta al artículo de Rainer Kayser, “Zwerg statt Monster. Das


‘Schwarze Loch’ im Zentrum der Milchstraβe ist kleiner als angenommen” [1986],536 si
bien no se hacía propiamente referencia a Hawking, sí a algunos de sus colegas de
Cambridge, en particular Donald Lynden-Bell y Martin Rees quienes adelantaron la
hipótesis según la cual en el centro de la Vía Láctea había un agujero negro supermasivo.537
Los nuevos estudios de los centros galácticos mediante radioastronomía y astronomía de
infrarrojos indicaban que el agujero negro en el centro de la Vía Láctea era mucho más
pequeño de lo esperado.538 En este artículo también se ofrecía una buena reconstrucción
histórica de la astronomía reciente, así como del paso de la astronomía óptica convencional
a las nuevas astronomías basadas en otros rangos del espectro electromagnético, junto con
los estudios sobre fuentes infrarrojas de Eric Becklin y Gary Neugebauer, de Charles
Towns y John Lacy, quienes investigaron las nubes de gas en las inmediaciones del centro
de la Vía Láctea.539

En relación con los artículos periodísticos posteriores a la publicación de A Brief


History of Time, cabe contar con el citado reportaje de L’Express sobre Hawking y su
cosmología, que se abría con un amplio artículo a cargo de Françoise Harrois-Monin, con el
título “L’homme qui réinvente l’Univers”. En él se describía a Hawking como un hombre
“más célebre que sus teorías” [“Stephen Hawking est plus célèbre que ses théories”]; “un
sabio de inteligencia superior, terriblemente enfermo” [“un savant supérieurement
intelligent, terriblement malade”], que trata de arrojar nueva luz “a la comprensión de los
orígenes del mundo” [“à la compréhension des origines du monde”].540 Si bien parece que
Blumenberg no quedó impresionado por éstas y otras notas coloridas y sensacionalistas, no
dejó de subrayar algunas de “las preocupaciones de Hawking” [“les préoccupations de
Hawking”]: “el devenir del cosmos, la existencia de otros mundos”.541 El artículo ofrecía un
resumen de algunos de los grandes episodios y nombres de la cosmología contemporánea:
Friedmann, Einstein, Hubble, Arno Penzias, Robert Wilson, Schwarzchild, Penrose,

535
Ibid. También se daba la referencia bibliográfica de uno de sus artículos: Franz Tipler, Physical Review
Letters, Bd 45, S. 949.
536
Rainer Kayser, “Zwerg statt Monster. Das ‘Schwarze Loch’ im Zentrum der Milchstraβe ist kleiner als
angenommen”, ZEIT [?] 24/1986 (DLA Marbach). La traducción española del título de este artículo sería:
“Enano en lugar de monstruo. El agujero negro en el centro de la Vía Láctea es más pequeño de lo esperado”.
537
Para ulteriores informaciones sobre este asunto se puede ver M. Longair, The Cosmic Century, op. cit., pp.
275 ss y 283 ss.
538
Rainer Kayser, “Zwerg statt Monster”, op. cit.
539
El lector interesado encontrará más detales en Paul Murdin, Secrets of the Universe, op. cit., p. 243.
540
Françoise Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit., p. 32.
541
“le devenir du cosmos, l’existence d’autres mondes”. Ibid. La traducción es mía.

132
Wheeler o el propio Hawking. Todos ellos nombres subrayados por Blumenberg. Ofrecía,
asimismo, una estimación estadística, que Blumenberg destacó, sobre los cosmólogos que
se adhieren a la teoría del Big Bang –del 85 al 90% –: “una larga película, la epopeya del
Universo. Con su temperatura que decrece con rapidez, sus partículas que se materializan
en algunas centésimas de segundo, los núcleos que se forman en minutos, la materia que va
tomando cuerpo en el curso de milenios. Una bella teoría, verderamente” –subrayado de
Blumenberg–.542 También se hacía referencia a la teoría de los agujeros negros primitivos
como otra de las invenciones de Hawking, y se aludía a la empresa de Roger Penrose y el
propio Hawking de aplicar la mecánica cuántica al estudio de los agujeros negros. El
principal resultado que Françoise Harrois-Monin les atribuyó consistía en haber descubierto
“que las partículas podían nacer espontáneamente cerca de agujeros negros” –subrayado
de Blumenberg–.543 Una teoría cuántica de la gravitación parecía capaz de reconciliar la
teoría general de la relatividad y la mecánica cuántica.544 El artículo se cerraba, en fin, con
algunas menciones a la inflación caótica de Andrei Linde y al modelo inflacionario de Alan
Guth, así como a las cuerdas y paredes cósmicas.545

En lo que respecta al breve artículo de Hubert Reeves, “On cherche toujours les
clefs du cosmos”, también recogido en ese mismo reportaje de L’Express, su contenido
incluía algunas variaciones en torno a los temas ya recurrentes de la cosmología de
Hawking, y se apuntaba la controvertida hipótesis de Hawking –que Blumenberg destacó–
según la cual la densidad media de materia en el universo es suficientemente grande como
para cerrarlo. Quizá resulta revelador del estilo de Blumenberg, que subrayara el pasaje
sobre las diferencias observadas en la distribución de materia cósmica: “Esta diferencia
podría poner en peligro toda la empresa intelectual”.546

El reportaje se cerraba con una breve nota de carácter personal, a cargo de Brandon
Carter, amigo y antiguo colaborador de Hawking, editada con el título “Stephen et
Brandon: les ‘jumeaux’ savants”, a la que luego habremos de referirnos; y con un pequeño
texto, firmado por Jacqueline Remy, sobre la entonces esposa de Stephen Hawking, Jane
Hawking, que significativa y comprensiblemente Blumenberg no subrayó.547

542
“un long film, l’épopée de l’Univers. Avec sa température qui décroît rapidement, ses particules qui se
matérialisent en quelques centièmes de seconde, ses noyaux qui se constituent lors des minutes qui suivent et
cette matière qui prend corps au cours des millénaires. Belle théorie, vraiment”. Ibid., p. 34. La traducción es
mía.
543
“que des particules pouvaient fort bien naître spontanément près des trours noirs”. Ibid., p. 36. La
traducción es mía.
544
Ibid., p. 37.
545
Ibid, pp. 37-8.
546
“Cette différence pourrait bien mettre en péril toute leur entreprise intellectuelle”. Hubert Reeves, “On
cherche toujours les clefs du cosmos”, op. cit., p. 35. El subrayado es de Blumenberg. La traducción es mía.
547
Jacqueline Remy, “Je suis ses mains, je suis ses jambes”, L’Express, 21 avril 1989, p. 37 (DLA Marbach).
De acuerdo con la conocida biografía de Michael White y John Gribbin, la motivación principal de escribir

133
Nuestro rápido repaso de las fuentes periodísticas sobre Hawking conservadas en el
Nachlass de Blumenberg termina con la entrevista que Dominique Simonnet hizo a Hubert
Reeves, publicada en L’Express el 11 de agosto de 1989 con el título “Enquête sur nos
origines. L’univers, avec Hubert Reeves”.548 Si bien en este artículo se mencionaba a
Hawking muy de pasada, su interés no sólo reside en los conocimientos astronómicos que
ponía en circulación, sino en que introducía temáticas que típicamente asociamos al
pensamiento de Blumenberg, en particular en relación con el mito y la metáfora, que aquí
aparecían en clave cosmológica. Así, por ejemplo, dos preguntas que el entrevistador
dirigió a Reeves y que Blumenberg subrayó: “pero después de todo, ¿acaso la propia
ciencia no hace sino liquidar mitos para proponer otros nuevos” y “¿la astrofísica quiere
imponerse como una nueva metafísica?”.549 Blumenberg también señaló el pasaje en el que
Reeves afirmaba que el Big Bang, más que representar los límites del mundo, muestra los
límites de nuestro conocimiento, y remataba: “para nosotros el Big Bang no es más que
una metáfora, porque en ese momento, nuestras nociones tradicionales de espacio y tiempo
carecen de sentido”.550

Lebenszeit und Weltzeit y A Brief History of Time

La tesis que deseamos proponer en este apartado sostiene que en los dos años que separan
Lebenszeit und Weltzeit [1986] y A Brief History of Time [1988] se produjo el paso de una
fenomenología genética del tiempo del mundo de la vida (Blumenberg) a la historia del
tiempo del mundo (Hawking). Pese a que propiamente no hubo una recepción de
Blumenberg del famoso libro divulgativo de Hawking, cabría en cierto modo considerarlo
como una contribución muy significativa a la “fenomenología genética del tiempo del
mundo”, es decir, una suerte de fenomenología cosmológica del tiempo del mundo. El
bestseller de Hawking era precisamente una historia del tiempo del mundo, justo la parte

ese libro era conseguir dinero para sufragar los gastos asociados a los cuidados de Hawking derivados del
paulatino deterioro de su salud. Véase M. White y J. Gribbin, Stephen Hawking: A Life in Science [1992],
Joseph Henry Press, Washington, 2002, pp. 220-51. Tras su divorcio, Jane escribió una autobiografía en la
que narraba sus experiencias con Hawking: Travelling to Infinity: My Life with Stephen [2008], Alma Books,
Richmond, 2012. En este sentido, el doble infortunio matrimonial de Hawking también lo acerca al caso de
Einstein. Sobre este último se puede ver Roger Highfield y Paul Carter, The Private Lives of Albert Einstein,
St. Martin’s Griffin, 1994.
548
Entrevista de Dominique Simonnet a Hubert Reeves, “Enquête sur nos origines. L’univers, avec Hubert
Reeves”, L’Express, 11 Août 1989, pp. 42-47 (DLA Marbach).
549
“Mais n’est-ce pas, après tout, le propre de la science que de tuer des mythes pour en proposer de
nouveaux?” y “l’astrophysique voudrait-elle s’imposer comme une nouvelle métaphysique?”. Ibid, p. 42. Los
subrayados son de Blumenberg. Las traducciones son mías.
550
“le big-bang n’est pour nous qu’une métaphore. Car, pour ce moment-là, nos notions traditionnelles
d’espace et de temps n’ont plus de sens”. Ibid, p. 45. Los subrayados son de Blumenberg. Las traducciones
son mías.

134
que Blumenberg no había contado en Lebenszeit und Weltzeit, más centrado, después de
todo, en el tiempo del mundo de la vida en perspectiva astronómica. Si Blumenberg había
narrado el tiempo del mundo de la vida en perspectiva histórico-astronómica, Hawking
estuvo en condiciones de hacer otro tanto en relación con el tiempo del mundo, y en ese
sentido volverlo también disponible. Aquello que Hawking hizo accesible por vez primera
–y de ahí quizá en parte su gran éxito– fue una historia del Universo como una historia del
tiempo del mundo, en cuyo trasfondo el tiempo de la vida humana –terrestre– encontraba su
acomodo “natural”, cosmológico –ofreciendo con ello, además, un nuevo episodio en la
historia de la astronomía como historia de la conciencia humana–. Había llegado el
momento en que la astronomía y la cosmología podían empezar a contar la historia del
mundo como una sola historia, una historia única. En palabras de Hubert Reeves: “Sin duda
una de las más grandes ideas de nuestro tiempo: tan sólo hay una sola historia del mundo”
–subrayado de Blumenberg–.551 Al igual que en la historia de la observación astronómica
esbozada en Lebenszeit und Weltzeit, en la que no todo era accesible en todo momento, así
sucedió con la comprensión del tiempo del mundo. A finales de los años 80 había llegado el
momento en que se estaba en condiciones de narrar una historia del tiempo del mundo
ajustada tanto a la temporalidad humana como a sus posibilidades de comprensión, y fue
Hawking quien de manera “breve” la contó con mayor acierto. No sólo hizo disponible la
historia del tiempo del mundo sino que con su ethos democratizador, divulgativo, con un
relato en principio abierto y comprensible para todos, ofrecía además una posible
reconciliación postrera de la experiencia astronómica con el mundo de la vida.

No deja de ser irónico, que la “incompleta” recepción por parte de Blumenberg de A


Brief History of Time represente un ejemplo adicional del topos –explorado en Lebenszeit
und Weltzeit– de llegar demasiado pronto o demasiado tarde a la historia.552 La aparición de
A Brief History of Time se produjo dos años después de la publicación de Lebenszeit und
Weltzeit, cuando Blumenberg ya había ofrecido las líneas centrales de su comprensión del
tiempo del mundo de la vida en perspectiva astronómica. Cuando Blumenberg acabó la
redacción del que quizá sea su mejor libro, aún ignoraba que la astronomía y la cosmología
contemporáneas estaban preparadas para narrar la totalidad del tiempo del mundo,
asumiendo la “brevedad” del tiempo del mundo de la vida, es decir, de hacerlo de manera
asequible a la comprensión finita y posicionada del hombre. Sin embargo, Blumenberg no
leyó A Brief History of Time, y en consecuencia le pasó inadvertida la eventual
contribución de la astronomía y la cosmología contemporáneas a la “fenomenología
genética del tiempo del mundo”. En este sentido, resulta espectacular que en el artículo

551
“C’est sans doute l’une des plus grandes idées de ce temps: il y a une seule histoire du monde”. H. Reeves,
“Enquête sur nos origines”, op. cit., p. 42. La traducción es mía.
552
En realidad se trataría más bien de simultaneidad, pues según parece Lebenszeit und Weltzeit y A Brief
History of Time se escribieron prácticamente al mismo tiempo, si bien se publicaron en años diferentes.

135
biográfico de Brandon Carter, Blumenberg subrayó el pasaje sobre los avances en
informática y síntesis vocal, en el que se indicaba que si Hawking hubiera nacido veinte
años antes no habría tenido posibilidad de transmitir sus hallazgos.553

Glosas astronoéticas sobre la cosmología de Hawking y el mundo de la vida

Deseamos concluir este capítulo sugiriendo un análisis del “caso Hawking” desde el
punto de vista de los núcleos temáticos ofrecidos por la obra de Blumenberg. Desde esta
perspectiva, Hawking representa un nuevo episodio, que llega hasta nuestros días, en la
larga y accidentada singladura del contemplator caeli y de la Sorge por los astros. Ya
señalamos el pasaje subrayado por Blumenberg en el que se describía a Hawking como
preocupado por el devenir del cosmos y por la existencia de otros mundos.554 Cabe ahora
añadir este otro motivo proveniente del artículo de Brandon Carter, en abierta conexión con
la temática mundo de la vida y el trabajo sobre la teoría astronómica: “Es también verdad
que no podía participar en las ocupaciones familiares, jugar con los niños, cambiarlos
mientras eran bebés, tal como hacíamos nosotros. Él pasaba prácticamente todo su tiempo
en su silla, reflexionando” –subrayado de Blumenberg–.555 En este sentido, Hawking
pertenece por derecho propio a la tradición milesia, y sin duda su peripecia vital tiene la
misma “talla existencial” que la de Tales o la de Einstein. No sólo se trataría, por tanto, de
la historia de la caída de Tales a Einstein, tal como Blumenberg sugirió en Die
Vollzähligkeit der Sterne,556 sino que sería necesario añadir el caso de Hawking en la
historia del eternamente renovado conflicto entre teoría astronómica y mundo de la vida.
De esta manera, podemos entender la “condición” de Hawking como una suerte de
“impugnación” del mundo de la vida: “Fui de nuevo afortunado al elegir la física teórica,
porque todo está en la mente. Así, mi enfermedad no ha constituido una seria
desventaja”.557 La cruel ironía del caso Hawking consistió en que el nuevo héroe
astronómico, quien había estado en disposición de hacer asequible el tiempo del mundo y

553
Brandon Carter, “Stephen et Brandon: les ‘jumeaux’ savants”, L’Express, 21 avril 1989, p. 36 (DLA
Marbach).
554
F. Harrois-Monin, “L’homme qui réinvente l’Univers”, op. cit. p. 34.
555
“C’est vrai, aussi, qu’il ne pouvait pas participer comme nous aux tâches familiales, jouer avec ses
enfants, les changer lorsqu’il étaient bébes, ainsi que nous le faisions tous. Il passait pratiquement tout son
temps, dans son fauteuil, à réfléchir”. B. Carter, “Stephen et Brandon”, op. cit. La traducción es mía.
556
Vale la pena volver a recordar el pasaje: “La historia de nuestra teoría sobre el universo comienza y acaba
con una caída” [“Die Geschichte unserer Theorie vom Weltall beginnt mit einem Sturz und endet mit einem
Sturz”]. En el primer caso la de Tales y el pozo, en el segundo la del techador de Einstein. H. Blumenberg,
“Einstenium” (VS 220).
557
S. Hawking, Historia del tiempo, nota de agradecimiento, p. 3. En la p. 93: “comencé a pensar en los
agujeros negros mientras me acostaba. Mi enfermedad convierte esta operación en un proceso bastante
lento, de forma que tenía muchísimo tiempo”. Para ulteriores análisis sobre estas cuestiones remito al libro de
Hélène Mialet, Hawking Incorporated, op. cit.

136
de poner en suspenso el conflicto de la astronomía con el mundo de la vida, hubo de quedar
él mismo inmovilizado, como si la parálisis del propio cuerpo fuese una sórdida recidiva
geocéntrica. Pero más allá de las nuevas y penosas dificultades de la astronomía con el
mundo de la vida, queremos concluir este capítulo con la llamativa transformación de la
metafórica del pozo en la cosmología de Hawking. En el artículo periodístico “L’homme
qui réinvente l’Univers”, Françoise Harrois-Monin describió la radiación de Hawking como
si una estrella muerta radiase desde el fondo de un pozo. En esta caracterización de los
agujeros negros como estrellas muertas en pozos podemos reconocer la ocasional
conversión de una metáfora existencial en una metáfora ontológica: “todo transcurría como
si una estrella muerta estuviera radiando desde el fondo de su pozo”.558

558
“Tout se déroulait comme si l’étoile morte rayonnait du fond de son puits”. F. Harrois-Monin, “L’homme
qui réinvente l’Univers”, op. cit. p. 36. La traducción es mía. A Blumenberg le pasó inadvertido este pasaje,
pero sí subrayó este otro semejante sobre singularidades encerradas en agujeros negros. Ibid., p. 34.

137
SIGLAS

Tanto en la elección de las siglas como en la confección del repertorio bibliográfico sobre
la obra de Blumenberg que sigue a continuación, hemos adoptado en parte el modelo de
César González Cantón, La metaforología de Blumenberg como destino de la analítica
existencial, Universidad Complutense de Madrid, 2004, pp. 381-92. Modo de citación con
siglas: entre paréntesis y en cursiva se indica la abreviatura del título de la obra de
Blumenberg, acompañada por la página del original alemán. Tras una coma le sigue en
redonda la página correspondiente de la traducción española, si la hay, o de alguna otra
traducción en un idioma diferente al español. Por ejemplo: (H 785, 644). Cuando sólo se
disponía del texto original, se ha indicado la página en cursiva después de la abreviatura,
ambos en cursiva y sin coma. Por ejemplo: (Lt 120). En el apartado bibliográfico se han
especificado las traducciones empleadas.

Los documentos inéditos de Blumenberg conservados en su Nachlaβ del Deutsches


Literaturarchiv Marbach no los hemos indicado mediante siglas, sino con su título
completo –o con la descripción que figura en su catalogación– en nota al pie, seguido de la
expresión “(DLA Marbach)”. Por ejemplo: “Stichwortwechsel” (DLA Marbach), o “Carta
de Blumenberg a Koselleck con fecha 2.9.77” (DLA Marbach).

(A) Atommoral. Ein Gegenstück zur Atomstrategie, 2008.


(AA) Augustins Anteil an der Geschichte des Begriffs der theoretischen Neugierde,
1961.
(AAR) Anthropologische Annäherung an die Aktualität der Rhetorik, 1981.
(AM) Arbeit am Mythos, 1979.
(ÄmS) Ästhetische und metaphorologische Schriften, 2001.
(Ap) Die Apfelgeschichte. Zur Ursprungslegende von Isaac Newtons Hauptwerk,
erschienen 1687, 1987.
(AT) Autonomie und Theonomie, 1957.
(Aus) Ausblick auf eine Theorie der Unbegrifflichkeit, 1979.
(aV) Der absolute Vater, 1952/53.
(BaM) Beobachtungen an Metaphern, 1971.
(BdM) Beschreibung des Menschen, 2006.
(Bed) Die Bedeutung der Philosophie für unsere Zukunft, 1961.
(BeS) Besuch aus der Schweiz. Schopenhauer verteidigt seine Welt, 1988.
(BiG) Begriffe in Geschichten, 1998.
(BPU) Beiträge zum Problem der Ursprünglichkeit der mittelalterlich-scholastischen
Ontologie, 1947.
(BSB) Hans Blumenberg-Carl Schmitt. Briefwechsel 1971-1978, 2006.
(BT) Hans Blumenberg – Jacob Taubes. Briefwechsel 1961-1981, 2013.
(CC) Contemplator Caeli, 1966.
(CuV) Curiositas und veritas. Zur Ideengeschichte von Augustin, Confessiones X 35,
1959.

138
(Db) “Participación en la discusión”, 1968.
(dem) Pierre Lecomte du Noüy: Die Entwicklung zum Menschen als gelstig- sittlichem
Wesen, 1954.
(DdH) Das dritte Höhlengleichnis, 1960.
(dS) Die Sorge geht über den Fluß, 1987.
(dVA) Die Vorbereitung der Aufklärung als Rechtfertigung der theoretischen
Neugierde, 1967.
(E) Einleitung, 1981.
(EC) Ernst Cassirers gedenkend bei der Entgegennahme des Kuno-Fischer Preises der
Universität Heidelberg, 1974.
(eF) Die erste Frage an den Menschen. All der biologische Reichtum des Lebens
verlangt eine Ökonomie seiner Erklärung, 2001.
(EI) Eschatologische Ironie. Über die Romane Evelyn Waughs, 1953/54.
(EmS) Ein mögliches Selbstverständnis. Aus dem Nachlaβ, 1997.
(Eng) Die Weltzeit erfassen. Trilogie von Engeln, 1996.
(Epi) Epigonenwallfahrt, 1990.
(EuR) Epochenschwelle und Rezeption, 1958.
(eV) Die essentielle Vieldeutigkeit des ästhetischen Gegenstandes, 1966.
(Fb) Fragebogen, 1982.
(fF) Im falschen Fell. Glossen zu Fabel, Phrase und Legende, 1989.
(FuO) Das Fernrohr und die Ohnmacht der Wahrheit: introducción a Galileo Galilei:
Sidereus Nuncius (Nachricht von neuen Sternen), 1965.
(GA) Glossen zu Anekdoten, 1983.
(GdT) Geistesgeschichte der Technik, 2009.
(GG) Götterleere und Gottesbedarf: ein Konstrukt, 1993.
(GkW) Die Genesis der kopernikanischen Welt, 1981.
(GL) Geld oder Leben. Eine metaphorologische Studie zur Konsistenz der
Philosophie Georg Simmels, 1976.
(GlF) Gerade noch Klassiker. Glossen zu Fontane, 1998.
(GVZ) Gegenwart, vergiftet zwischen Vergangenheit und Zukunft, 1993.
(GzB) Goethe zum Beispiel, 1999.
(H) Höhlenausgänge, 1989.
(HD) Helmo Dolch: Kausalität im Verständnis des Theologen und der Begründer
neuzeitlicher Physik. Besinnung auf die historischen Grundlegungen zum
Zwecke einer sachgemäßen Besprechung moderner Kausalitätsprobleme, 1955.
(Hy) Hylemorphismus, 1959.
(Ind) Individuation und Individualität, 1959.
(Jh) Jahrhundertgestalt, 1995.
(K) Kontingenz, 1959.
(KdV) Introducción a Nicolaus von Cues: Die Kunst der Vermutung. Auswahl aus den
Schriften, 1957.
(KF) Kant und die Frage nach dem »gnädigen Gott«, 1954.
(kK) Die kopernikanische Konsequenz für den Zeitbegriff, 1972.
(KPV) Kopernikus und das Pathos der Vernunft. Das Denken der Neuzeit im Zeichen
der kopernikanischen Wende, 1973.
(KSN) Kopernikus im Selbstverständnis der Neuzeit, 1965.

139
(KuR) Kritik und Rezeption antiker Philosophie in der Patristik. Strukturanalysen zu
einer Morphologie der Tradition, 1959.
(KuS) Kosmos und System. Aus der Genesis der kopernikanischen Welt, 1957.
(kUW) Der kopernikanische Umsturz und die Weltstellung des Menschen. Eine
Studie zum Zusammenhang von Naturwissenschaft und Geistesgeschichte, 1955.
(kW) Die kopernikanische Wende, 1965.
(LaM) Licht als Metapher der Wahrheit. Im Vorfeld der philosophischen
Begriffsbildung, 1957.
(lb) Letzte Bücher, 1997.
(LdN) Die Legitimität der Neuzeit, 1988.
(LdT) Das Lachen der Thrakerin. Eine Urgeschichte der Theorie, 1987.
(Leg) Die Lesbarkeit der Welt, 1981.
(Lich) Lichtenbergs Paradox, 1992.
(Lin) On a Lineage of the Idea of Progress, 1974.
(Löw) Löwen, 2001.
(Lt) Lebensthemen. Aus dem Nachlaβ, 1998.
(LT) Lebenswelt und Technisierung unter Aspekten der Phänomenologie, 1981.
(LW) Lebenszeit und Weltzeit, 1986.
(Marg) Marginalien zur theologischen Logik Rudolf Bultmanns, 1954/55.
(ME) Mythos und Ethos Amerikas im Werk William Faulkners, 1957/58.
(MgK) Melanchthons Einspruch gegen Kopernikus. Zur Geschichte der Disoziation
von Theologie und Naturwissenschaft, 1960.
(Mp) Matthäuspassion, 1988.
(MvM) Der Mann vom Mond, 2007.
(Mw) Menschwerdungen, 1983.
(Na) Nachdenklichkeit, 1980.
(NdN) ‘Nachahmung der Natur’. Zur Vorgeschichte der Idee des schöpferischen
Menschen, 1981.
(Nruf) Nachruf auf Erich Rothacker. 1966.
(nU) Das nachgeholte Urerlebnis. Bemerkungen über Jacob Burckhardt zwischen
Antike und Renaissance, 1997.
(NuS) Naturalismus. I. Naturalismus und Supranaturalismus, 1960.
(NuT) Das Verhältnis von Natur und Technik als philosophisches Problem, 1951.
(NuW) Neugierde und Wissenstrieb. Supplemente zu “Curiositas”, 1970.
(nZ) Was tut der Geist über den Wassern? Zum Thema einer neuen Zürcher Bibel,
1987.
(oD) Die ontologische Distanz. Eine Untersuchung über die Krisis der Phänomenologie
Husserls. 1950.
(OP) Optimismus und Pessimismus. II. Philosophisch, 1960.
(OuS) Ordnungsschwund und Selbstbehauptung. Über Weltverstehen und Weltverhalten
im Werden der technischen Epoche, 1960.
(P) Präfiguration - Arbeit am politischen Mythos, 2014.
(Pa) Parallelaktion einer Begriffsbildung. Husserl, Hoffmannstahl und die Lebenswelt,
1987.
(PdM) Die Peripetie des Mannes. Über das Werk Ernest Hemingways, 1955-56.
(Pg) Paradigma, grammatisch, 1981.
(phE) Ist eine philosophische Ethik gegenwärtig möglich?, 1953.

140
(phR) Im philosophischen Roman wird nicht philosophiert. Über Melchior Vischers
Miniaturroman »Der Hase«, 1988.
(phU) Philosophischer Ursprung und philosophische Kritik des Begriffs der
wissenschaftlichen Methode, 1952.
(PM) Paradigmen zu einer Metaphorologie, 1960.
(PVA) Sokrates und das ‘objet ambigu’. Paul Valérys Auseinandersetzung mit der
Tradition der Ontologie des ästhetischen Gegenstandes, 1964.
(Q) Quellen, 2009.
(QSE) H. Blumenberg, Quellen, Ströme, Eisberge – Beobachtungen an Metaphern,
2012.
(Ra) Raucherlaubnis, 1988.
(Räp) Repräsentant mit Sinn fürs Mythische. Texte aus dem Nachlaß: Thomas Mann in
seinen Tagebüchern, 1998.
(Rel) Religionsgespräche, 1986.
(RF) Rose und Feuer. Lyrik, Kritik und Drama T.S. Eliots, 1956/57.
(RS) Das Recht des Scheins in den menschlichen Ordnungen bei Pascal, 1947.
(Ru) Rudolf Bultmann, “Geschichte und Eschatologie”, 1959.
(RW) Rigorismus der Wahrheit, 2015.
(Säk) “Säkularisation”. Kritik einer Kategorie historischer Illegitimität, 1962.
(SB) Selbsterhaltung und Beharrung. Zur Konstitution der neuzeitlichen Rationalität,
1970.
(SdP) Der Sturz des Protophilosophen. Zur Komik der reinen Theorie - anhand einer
Rezeptionsgeschichte der Thales-Anekdote, 1976.
(SP) Sprachsituation und inmanente Poetik, 1981, 137-56.
(sT) Sollte der Teufel erlöst werden? Kapitel einer Dämonologie, 1989.
(SuT) Sekularisatiönsthese und Toposforschung: zur Substantialisierung der
Geschichte.
(Sv) Der Sinnlosigkeitsverdacht, 1981.
(sW) Die sprachliche Wirklichkeit der Philosophie, 1946/47.
(SZ) Schiffbruch mit Zuschauer. Paradigma einer Daseinsmetapher, 1979.
(Sz) Substanz, 1962.
(SzT) Schriften zur Technik, 2015.
(TdU) Theorie der Unbegrifflichkeit, 2007.
(TheL) The Life-World and the Concept of Reality, 1972.
(TI) Transzendenz und Immanenz, 1962.
(Tlg) Teleologie, 1962.
(TuW) Technik und Wahrheit, 1953.
(TLW) Theorie der Lebenswelt, 2010.
(U) Das Unsagbare. Kompetenz, 1990.
(UeK) Das Universum eines Ketzers: introducción a Giordano Bruno: Das
Aschermittwochsmahl, 1969.
(UgQ) Unernst als geschichtliche Qualität, 1976.
(Unb) Unbekanntes von Aesop. Aus neuen Fabelfunden, 1985.
(Urs) Die »Urstiftung«. Über den Unwillen, Autor von Vergänglichem zu sein, 1984.
(URW) Über den Rand der Wirklichkeit hinaus. Drei Kurzessays, 1983.
(VdN) Die Vorbereitung der Neuzeit, 1962.

141
(Vors) Vorstoβ ins ewige Schweigen. Ein Jahrhundert nach der Ausfahrt der »Fram«,
1993.
(VPh) Die Verführbarkeit des Philosophen, 2000.
(VS) Die Vollzähligkeit der Sterne, 1997.
(VWb) Vorbemerkungen zum Wirklichkeitsbegriff, 1974.
(WbM) Wirklichkeitsbegriff und Möglichkeit des Romans, 1964.
(WbS) Wirklichkeitsbegriff und Staatstheorie, 1968.
(WbW) Wirklichkeitsbegriff und Wirkungspotential des Mythos, 1971.
(Wdl) Wirklichkeiten in denen wir leben. Aufsätze und eine Rede, 1981.
(Wg) »Wie geht’s, sagte ein Blinder zu einem Lahmen. Wie Sie sehen, antwortete der
Lahme«, 1992.
(Ws) Wer sollte vom Lachen der Magd betroffen sein? Eine Duplik, 1976.
(WuL) Wolf und Lamm und mehr als ein Ende, 1983.
(WW) Weltbilder und Weltmodelle, 1961.
(ZdS) Zu den Sachen und zurück, 2003.

1. Obras de Hans Blumenberg

1946/47
(sW) “Die sprachliche Wirklichkeit der Philosophie”, Hamburger Akademische Rundschau,
1, 10, 1946/47, pp. 428-31.
1947
(BPU) Beiträge zum Problem der Ursprünglichkeit der mittelalterlich-scholastischen
Ontologie. Kiel, 1947.
(RS) “Das Recht des Scheins in den menschlichen Ordnungen bei Pascal”, en
Philosophisches Jahrbuch, 57, 1947, pp. 413-30.
Traducción utilizada:
-“Le Droit de l’Apparence dans les Ordres humains selon Pascai”, en Droits. Revue
française de Theorie juridique, 20, 1994, pp. 167-82.
1950
(oD) Die ontologische Distanz. Eine Untersuchung über die Krisis der Phänomenologie
Husserls. Kiel, 1950.

1951
(NuT) “Das Verhältnis von Natur und Technik als philosophisches Problem”, en Studium
Generale, 4, 8, 1951, pp. 461-67.

1952
(phU) “Philosophischer Ursprung und philosophische Kritik des Begriffs der
wissenschaftlichen Methode”, en Studium Generale, 5, 3, 1952, pp. 133-142.

1952/53
(aV) “Der absolute Vater”, en Hochland, 45, 1952/53, pp. 282-284.

1953

142
(phE) “Ist eine philosophische Ethik gegenwärtig möglich?”, en Studium Generale, 6, 3,
1953, pp. 174-84.
1953/54
(TuW) Technik und Wahrheit, Actes du XI'me Congrés International de Philosophie
(Bruxelles, 20-26 aoút 1953),Vol. 1.f: Épistémologie, Amsterdam/Louvain, 1953,
pp. 113-20.
(EI) “Eschatologische Ironie. Über die Romane Evelyn Waughs”, en Hochland, 46,
1953/54, pp. 241-51. Publicado de nuevo en Karlhelnz Schmidthüs (ed.): Lob der
Schöpfung und Ärgernis der Zeit. Moderne christliche Dichtung in Kritik und
Deutung. Herder, Freiburg, 1959, pp. 159-70.

1954
(KF) “Kant und die Frage nach dem »gnädigen Gott«”, en Studium Generale, 7, 9, 1954,
pp. 554-570.
(dem) “Pierre Lecomte du Noüy: Die Entwicklung zum Menschen als gelstig-sittlichem
Wesen”, en Deutsche Universitätszeitung, 9, 21, 1954, p. 19.

1954/55
(Marg) “Marginalien zur theologischen Logik Rudolf Bultmanns”, en Philosophische
Rundschau, 2, 3/4, 1954/55, pp. 121-140.
(kUW) “Der kopernikanische Umsturz und die Weltstellung des Menschen. Eine Studie
zum Zusammenhang von Naturwissenschaft und Geistesgeschichte”, en Studium
Generale, 8, 10, 1955, pp. 637-648.
(HD) “Helmo Dolch: Kausalität im Verständnis des Theologen und der Begründer
neuzeitlicher Physik. Besinnung auf die historischen Grundlegungen zum Zwecke
einer sachgemäßen Besprechung moderner Kausalitätsprobleme”, en
Philosophische Rundschau, 3, 3/4, 1955, pp. 198-208.

1955/56
(PdM) “Die Peripetie des Mannes. Über das Werk Ernest Hemingways”, en Hochland 48,
1955-56, pp. 220-33.

1956/57
(RF) “Rose und Feuer. Lyrik, Kritik und Drama T.S. Eliots”, en Hochland, 49, 1956/57, pp.
109-26.
1957
(KuS) “Kosmos und System. Aus der Genesis der kopernikanischen Welt”, en Studium
Generale, 10, 2, 1957, pp. 61-80.
(NdN) “‘Nachahmung der Natur’. Zur Vorgeschichte der Idee des schöpferischen
Menschen”, en Studium Generale, 10, 5, 1957, pp. 266-83. De nuevo publicado en
(NdN), pp. 55-103.
(LaM) “Licht als Metapher der Wahrheit. Im Vorfeld der philosophischen Begriffsbildung”,
en Studium Generale, 10, 7, 1957, pp. 432-47.
Traducción utilizada:
-“Light as a Metaphor for Truth. At the Preliminary Stage of Philosophical Concept
Formation”, en David Michael Levin (ed.), Modernity and the Hegemony of Vision,
University of California Press, Berkeley, 1993, pp. 30-62.

143
(KdV) Introducción a Nicolaus von Cues: Die Kunst der Vermutung. Auswahl aus den
Schriften. Edición de Hans Blumenberg, Schünemann, Bremen, 1957, pp. 7-69.
(AT) “Autonomie und Theonomie”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart 1, Mohr
Siebeck, Tübingen, 1957, pp. 788-792.

1957/58
(ME) “Mythos und Ethos Amerikas im Werk William Faulkners”, en Hochland, 50,
1957/58, pp. 234-50.
(EuR) “Epochenschwelle und Rezeption”, en Philosophische Rundschau, 6, 1958, pp. 94-
120.

1959
(KuR) “Kritik und Rezeption antiker Philosophie in der Patristik. Strukturanalysen zu einer
Morphologie der Tradition”, en Studium Generale, 12, 8, 1959, pp. 485-97.
(Hy) “Hylemorphismus”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart III, Mohr Siebeck,
Tübingen, 1959, p. 499.
(Ind) “Individuation und Individualität”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart III,
Mohr Siebeck, Tübingen, pp. 720-722.
(K) “Kontingenz”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart III, Mohr Siebeck,
Tübingen, p. 1793.
(Ru) “Rudolf Bultmann, «Geschichte und Eschatologie»”, Gnomon, 31, 1959, pp. 163-66.

1960
(PM) Paradigmen zu einer Metaphorologie, en Archiv für Begriffsgeschichte, 6, 1960, pp.
7-142. Publicada de nuevo en la editorial Bouvier, Bonn, 1960. La edición que
hemos utilizado corresponde a la de Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1998.
Existe también una edición comentada a cargo de Anselm Haverkamp, publicada en
Suhrkamp, 2013.
Traducción utilizada:
-Paradigmas para una metaforología, (trad. y estudio introductorio Jorge Pérez de
Tudela Velasco), Trotta, Madrid, 2003.
(MgK) “Melanchthons Einspruch gegen Kopernikus. Zur Geschichte der Disoziation von
Theologie und Naturwissenschaft”, en Studium Generale, 13, 3, 1960, pp. 174-182.
Ampliación en (kW), pp. 100-121.
(DdH) “Das dritte Höhlengleichnis”, en Filosofia, 11, 1960, pp. 705-22.
(NuS) “Naturalismus. I. Naturalismus und Supranaturalismus”, en Die Religion in
Geschichte und Gegenwart IV, Mohr Siebeck, Tübingen, 1960, pp. 1332-1336.
(OP) “Optimismus und Pessimismus. II. Philosophisch”, en Die Religion in Geschichte und
Gegenwart IV, Mohr Siebeck, Tübingen, pp. 1661-1664.

1961
(AA) “Augustins Anteil an der Geschichte des Begriffs der theoretischen Neugierde”, en
Revue des Études Augustiniennes, 7, 1961, pp. 35-70.
(WW) “Weltbilder und Weltmodelle”, en Nachrichten der Gießener Hochschulgesellschaft,
30, 1961, pp. 67-75.

144
(Bed) “Die Bedeutung der Philosophie für unsere Zukunft”, en Die voraussehbare Zukunft.
Europa-Gespräch 1961, Verlag für Jugend und Volk, Wiener Schriften, 1961, pp.
127-40.

1962
(OuS) “Ordnungsschwund und Selbstbehauptung. Über Weltverstehen und Weltverhalten
ím Werden der technischen Epoche”, en Helmut Kuhn y Franz Wiedmann (eds.),
Das Problem der Ordnung (VI. Deutscher Kongress für Philosophie, München,
1960), Hain, Meisenhelm am Glan,1962, pp. 37-57. Publicado de nuevo en (GdT)
Geistesgeschichte der Technik, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2009, pp. 99-136.
(CuV) “Curiositas und veritas. Zur Ideengeschichte von Augustin, Confessiones X 35”,
(Vortrag auf der Third International Conference on Patristic Studies, Oxford 1959),
en Frank Leslie Cross (ed.), Studia Patristica 6 (Texte und Untersuchungen zur
altchristlichen Literatur; 81), Akademie-Verlag, Berlin, 1962, pp. 294-302.
(VdN) “Die Vorbereitung der Neuzeit”, en Philosophische Rundschau, 9, 2/3, 1962, pp. 81-
133.
(Sz) “Substanz”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart VI, Mohr Siebeck,
Tübingen, pp. 456-458.
(Tlg) “Teleologie”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart VI, Mohr Siebeck,
Tübingen, pp. 674-677.
(TI) “Transzendenz und Immanenz”, en Die Religion in Geschichte und Gegenwart VI,
Mohr Siebeck, Tübingen, pp. 989-997.

1963
(LT) “Lebenswelt und Technisierung unter Aspekten der Phänomenologie”, en Filosofia,
14, 1963, pp. 855-884. Publicado de nuevo en Wirklichkeiten in denen wir leben.
Aufsätze und eine Rede, Reclam, Stuttgart, 1981, pp. 7-54.

1964
(Säk) “‘Säkularisation’. Kritik einer Kategorie historischer Illegitimität”, en Helmut Kuhn y
Franz Wiedmann (eds.), Die Philosophie und die Frage nach dem Fortschritt (VII.
Deutscher Kongress für Philosophie, Münster, 1962), Pustet, München, 1964, pp.
240-265.
(PVA) “Sokrates und das ‘objet ambigu’. Paul Valérys Auseinandersetzung mit der
Tradition der Ontologie des ästhetischen Gegenstandes”, en Franz Wiedmann (ed.),
EPIMELEIA. Die Sorge der Philosophie um den Menschen. Helmut Kuhn zum 65.
Geburtstag, Pustet, München, 1964, pp. 285-323. Publicado de nuevo en
Internationale Zeitschrift für Philosophie, 1, 1995, pp. 104-34.
(WbM) “Wirklichkeitsbegriff und Möglichkeit des Romans”, en Hans Robert Jauss (ed.),
Nachahmung und Illusion (Poetik und Hermeneutik, I), Fink, München, 1964, pp. 9-
27. Publicado de nuevo en Bruno Hillebrand (ed.), Zur Struktur des Romans,
Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1978, pp. 238-267; y en Klaus-
Detlev Müller (ed.), Bürgerlicher Realismus. Grundlagen und Interpretationen,
Athenäum, Königsstein/Taunus, 1981, pp. 39-56.
Traducción utilizada:
“The Concept of Reality and the Possibility of the Novel”, en Richard E. Amacher y
Victor Lange (eds.), New Perspectives in German Literary Criticism. A Collection

145
of Essays, Princeton University Press, Princeton, 1979, pp. 29-48 (trad. inglesa de
David Henry Wilson).
(KSN) “Kopernikus im Selbstverständnis der Neuzeit”, en Akademie der Wissenschaften
und der Literatur in Mainz. Abhandlungen der geistes und sozialwissenschaftlichen
Klasse, Jahrgang 1964, Nr. 5, Mainz, 1965, pp. 339-368. Versión reducida en el
Jahrbuch der Akademie der Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1964, pp.
174 y ss.

1965
(FuO) “Das Fernrohr und die Ohnmacht der Wahrheit”, introducción a Galileo Galilei:
Sidereus Nuncius (Nachricht von neuen Sternen). Dialog über die Weltsysteme
(Auswahl). Vermessung der Höhle Dantes. Marginalien zu Tasso, editado por Hans
Blumenberg, Insel, Frankfurt am Main, 1965, pp. 7-75. Nueva edición en Suhrkamp
Taschenbuch Wissenschaft, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1980.
(kW) Die kopernikanische Wende, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1965. El capítulo
“Reformation und Kopernikanismus”, pp. 100-21 es la versión ampliada de (MgK).
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1965, p. 163.

1966
(LdN) Die Legitimität der Neuzeit, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1966.
a) “Der Prozeβ der theoretischen Neugierde”. Nueva versión ampliada de Die
Legitimität der Neuzeit, tercera parte, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1973
b) “Säkularisierung und Selbstbehauptung”. Nueva versión ampliada de Die
Legitimität der Neuzeit, primera y segunda parte, Suhrkamp, Frankfurt am Main,
1974.
c) “Aspekte der Epochenschwelle. Cusaner und Nolaner”. Nueva versión ampliada
de Die Legitimität der Neuzeit, cuarta parte, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1976.
Las ediciones a) a c) aparecen recogidas en Die Legitimität der Neuzeit, Suhrkamp,
Frankfurt am Main, 1988; reimpresa en 1996.
Traducción utilizada:
La legitimación de la Edad Moderna, Editorial Pre-Textos, Valencia, 2008.
(trad. esp. de Pedro Madrigal).
(SP) “Sprachsituation und immanente Poetik”, en Wolfgang Iser (ed.): Immanente Ästhetik
– Ästhetische Reflexion. Lyrik als Paradigma der Moderne (Poetik und
Hermeneutik; 2), Fink, München, 1966, pp. 145-155. Publicado de nuevo en
Wirklichkeiten in denen wir leben. Aufsätze und eine Rede, Reclam, Stuttgart, 1981,
137-156.
(eV) “Die essentielle Vieldeutigkeit des ästhetischen Gegenstandes”, en Friedrich Kaulbach
y Joachim Ritter (eds.), Kritik und Metaphysik. Heinz Heimsoeth zum achtzigsten
Geburtstag, Gruyter, Berlin, 1966, pp. 174-179. Publicado de nuevo en Actes du
Cinquième Congrès International d’Esthétique, París.
(CC) “Contemplator Caeli”, en Dietrich Gerhardt, Wiktor Weintraub y Hans-Jürgen zum
Winkel (eds.), Orbis Scriptus. Festschrift für Dmitrij Tschizewskij zum 70.
Geburtstag, Fink, München, 1966, pp. 113-24.

146
(Nruf) “Nachruf auf Erich Rothacker. Gehalten am 29. April 1966 in der Offentlichen
Sitzung der Akademie der Wissenschaften und der Literatur”, en Jahrbuch der
Akademie der Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1966, pp. 70-6.
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en: Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1966, pp. 149-50.

1967
(dVA) “Die Vorbereitung der Aufklärung als Rechtfertigung der theoretischen Neugierde”,
en Hugo Friedrich, Fritz Schalk (eds.), Europäische Aufklärung. Herbert
Dieckmann zum 60. Geburtstag, Fink, München, 1967, pp. 23-45. Publicado de
nuevo con el título de: Rechtfertigungen der Neugierde als Vorbereitungen der
Aufklärung, en Peter Pütz (ed.), Erforschung der deutschen Aufklärung, Athenäum,
Königsstein/Taunus, 1980, pp. 81-100.
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1967, p. 125.

1968
(Db) Participación en la discusión, en Hans Robert Jauss (ed.), Die nicht mehr schönen
Künste. Grenzphänomene des Ästhetischen (Poetik und Hermeneutik; 3), Fink,
München, 1968, pp. 535 y ss.; pp. 604 y ss; pp. 646 y ss.; pp. 664 y ss.; pp. 691 y
ss.; p. 702.
(WbS) “Wirklichkeitsbegriff und Staatstheorie”, en Schweizer Monatshefte, 48, 2, 1968, pp.
121-146.
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en: Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1968, p. 134.

1969/70
(SB) “Selbsterhaltung und Beharrung. Zur Konstitution der neuzeitlichen Rationalität”, en
Akademie der Wissenschaften und der Literatur in Mainz. Abhandlungen der
geistes- und sozialwissenschaftlichen Klasse, Jahrgang 1969, Nr. 11, Mainz 1970,
pp. 333-383. De nuevo publicado en Hans Ebeling (ed.), Subjektivität und
Selbsterhaltung. Beiträge zur Diagnose der Moderne, Suhrkamp, Frankfurt am
Main, 1976, pp. 144-207. Nueva reimpresión en Suhrkamp, Frankfurt am Main,
1996. Resumen en: Jahrbuch der Akademie der Wissenschaften und der Literatur in
Mainz, 1969, pp. 169 y ss.
Traducción utilizada:
-“Self-Preservation and Inertia. On the Constitution of Modern Rationality”, en
Contemporary German Philosophy, 3, 1983, pp. 209-56.
(UeK) “Das Universum eines Ketzers”, introducción a Giordano Bruno: Das
Aschermittwochsmahl, Insel, Frankfurt am Main, 1969, pp. 9-51; reimpreso en
Insel-Taschenbuch, 1981, pp. 11-61.
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1969, p. 138.

1970
(NuW) “Neugierde und Wissenstrieb. Supplemente zu ‘Curiositas’”, en Archiv für
Begriffsgeschichte, 14, 1970, pp. 7-40.

147
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1970, p. 152.
(-) “Kurzfassung des Neoplatonismen”, en Jahrbuch der Akademie der Wissenschaften und
der Literatur in Mainz, 1970, pp. 191 y ss.

1971
(AAR) “Approccio antropologico all’attualitá della retorica”, en Il Verri. Rivista di
Letteratura, 35/36, 1971, pp. 49-72 (trad. it. de Vincenzo Orlando). Publicado de
nuevo en Wirklichkeiten in denen wir leben. Aufsätze und eine Rede, Reclam,
Stuttgart, 1981, pp. 104-136.
Traducción utilizada:
-“Una aproximación antropológica a la actualidad de la retórica”, en Las realidades
en las que vivimos, Paidós ICE/UAB, Barcelona, 1999, pp. 115-142.
(trad. esp. de Pedro Madrigal).
(WbW) “Wirklichkeitsbegriff und Wirkungspotential des Mythos”, en Manfred Fuhrmann
(ed.), Terror und Spiel, (Poetik und Hermeneutik, 4), Fink, München, 1971, pp. 11-
66.
(NuP) “Neoplatonismen und Pseudoplatonismen in der Kosmologie und Mechanik der
frühen Neuzeit”, P.M. Schuhl, P. Hadot (eds.), Le Néoplatonisme (Colloques
Internationaux du Centre National de la Recherche Scientifique. Scienes humaines.
Royaumont, 9-13 juin 1969), Editions du Centre National de la Rechierche
Scientifique, Paris, 1971, pp. 447-471. Publicado de nuevo bajo el título
“PseudopIatonismen in der Naturwissenschaft der Neuzeit”, en Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz. Abhandlungen der geistes- und
sozialwissenschaftlichen Klasse, Jahrgang 1971, Nr. 1, Mainz, 1971, 3-34. Resumen
en Jahrbuch der Akademie der Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1970, p.
191.
(BaM) “Beobachtungen an Metaphern”, Archiv für Begriffsgeschichte 15 (1971), pp. 161-
214. El apartado “Paradigma, grammatisch” fue publicado de nuevo en
Wirklichkeiten in denen wir leben. Aufsätze und eine Rede, Reclam, Stuttgart, 1981,
pp. 157-136.
Traducción utilizada:
(Pg) “El paradigma, gramaticalmente”, en Las realidades en las que vivimos, Paidós
ICE/UAB, Barcelona, 1999, pp. 159-164.
(trad. esp. de Pedro Madrigal).

1972
(TheL) “The Life-World and the Concept of Reality”, Lester E. Embree (ed.), Life-World
and Consciousness. Essays for Aaron Gurwitsch, Northwestern University Press,
1972, pp. 425-444 (trad. ingl. de Theodore Kisiel).
(SuT) “Sekularisatiönsthese und Toposforschung: zur Substantialisierung der Geschichte”,
en Peter Jehn (ed.), Toposforschung: eine Dokumentation, Athenäum, Frankfurt am
Main, pp. 150-154.
(kK) “Die kopernikanische Konsequenz für den Zeitbegriff”, Colloquia Copernicana 1,
Études sur l'audience de la Théorie heliocentrique. Conferences du Symposium de
I'UIHPS, Torun, 1973, Studia Copernicana, 5, 1972, pp. 57-77.

148
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1972, pp 158-59.

1973
(aP) “Der archimedische Punkt des Celio Calcagnini”, en Eginhard Hora, Eckhard Keisler
(eds.), Studia Humanitatis. Ernesto Grassi zum 70. Geburtstag, Fink, München,
1973, pp. 103-112.
(KPV) “Kopernikus und das Pathos der Vernunft. Das Denken der Neuzeit im Zeichen der
kopernikanischen Wende”, en Evangelische Kommentare, 6, 8, 1973, pp. 460-465.
(-) “Bericht für die Kommission für Philosophie”, en: Jahrbuch der Akademie der
Wissenschaften und der Literatur in Mainz, 1973, p. 198.

1974
(VWb) “Vorbemerkungen zum Wirklichkeitsbegriff”, en Akademie der Wissenschaften und
der Literatur zu Mainz. Abhandlungen der geistes- und sozialwissenschaftlichen
Klasse, Jahrgang 1973, Nr. 4, Mainz, 1974, pp. 3-10.
(Lin) “On a Lineage of the Idea of Progress”, en Social Research, 41, 1, 1974, pp. 5-27
(trad. inglesa de E.B. Ashton).
(EC) “Ernst Cassirers gedenkend. Rede bei der Entgegennahme des Kuno Fischer-Preises
der Universität Heidelberg im Juli 1974”, en Revue Internationale de Philosophie
28, 1974, pp. 456-463. Publicado de nuevo en (Wdl) Wirklichkeiten in denen wir
leben, pp. 163-72.

1975
(GkW) Die Genesis der kopernikanischen Welt, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1975; 2007.
Traducción utilizada:
The Genesis of the Copernican World, MIT Press, Cambridge, 1987 (trad. inglesa
de Robert M. Wallace). El capítulo “Anachronism as a Need Founded in the Life-
World: Realities and Simulation” fue publicado en Annals of Scholarship, 4,
1986/87, pp. 9-22.

1976
(SdP) “Der Sturz des Protophilosophen. Zur Komik der reinen Theorie - anhand einer
Rezeptionsgeschichte der Thales-Anekdote”, en Wolfgang Preisendanz y Rainer
Warning (eds.): Das Komische (Poetik und Hermeneutik; 7), Fink, München, 1976,
pp. 11-64.
Traducción utilizada:
-La Caduta del Protofilosofo o la Comicità della Teoria pura. Storia di una
Ricezione, Pratiche Editrice, Milano, 1983.
(KdP) “Komik in der diachronen Perspektive”, en Wolfgang Preisendanz y Rainer Warning
(eds.), Das Komische (Poetik und Hermeneutik; 7), Fink, München, 1976, pp. 408 y
ss.
(Ws) “Wer sollte vom Lachen der Magd betroffen sein? Eine Duplik”, en Wolfgang
Preisendanz y Rainer Warning (eds.), Das Komische (Poetik und Hermeneutik; 7),
Fink, München, 1976, pp. 437-441.

149
(UgQ) “Unernst als geschichtliche Qualität”, en Wolfgang Preisendanz y Rainer Warning
(eds.), Das Komische (Poetik und Hermeneutik; 7), Fink, München, 1976, pp. 441-
444.
(GL) “Geld oder Leben. Eine metaphorologische Studie zur Konsistenz der Philosophie
Georg Simmels”, en Hannes Böhringer y Karlfried Gründer (eds.), Ästhetik und
Soziologie um die Jahrhundertwende. Georg Simmel, Klostermann, Frankfurt am
Main, 1976, pp. 121-134.
Traducción utilizada:
-“Denaro o Vita. Uno Studio metaforologico sulla Consistenza della Filosofia di
Georg Simmel”, en Aut Aut, 257, 1993, pp. 21-34 (trad. it. de Andrea Borsari).

1978
(-) “Versuch zu einer inmanenten Geschichte der kopernikanischen Theorie”, en Science
and History, FSE. Posen, Studia Copernicana, 16, 1978, pp. 473-86, es el capítulo
VI de la segunda parte de (GkW) Die Genesis.

1979
(AM) Arbeit am Mythos, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1979; Suhrkamp, 1996.
Traducción utilizada:
-Trabajo sobre el mito, Paidós Ibérica, Barcelona, 2003 (trad. esp. de Pedro
Madrigal).
(SZ) Schiffbruch mit Zuschauer. Paradigma einer Daseinsmetapher, Suhrkamp, Frankfurt
am Main, 1979; Suhrkamp, 1997
Traducción utilizada:
-Naufragio con espectador, Visor, Madrid, 1995 (trad. esp. de Jorge Vigil).

1980
(Na) “Nachdenklichkeit”, en Jahrbuch der Deutschen Akademie für Sprache und Dichtung,
2, 1980, pp. 57-61. Publicado de nuevo en Neue Zürcher Zeitung del 22 de
noviembre de 1980, Nr. 273, p. 65.
Traducciones utilizadas:
-“Pensiveness”, en Caliban, 6, 1989, pp. 51-5 (trad. ingl. de David Adams).
-“Pensosità”, Elitropia, Reggio Emilia, 1981 (trad. it. de Lea Ritter Santini).

1981
(Wdl) Wirklichkeiten in denen wir leben. Aufsätze und eine Rede, Reclam, Stuttgart, 1981.
Contenido:
(E) “Einleitung”, pp. 3-6; (LT) Lebenswelt und Technisierung unter Aspekten der
Phänomenologie, pp. 7-54; (NdN) “‘Nachahmung der Natur’. Zur Vorgeschichte der
Idee des schöpferischen Menschen”, pp. 55-103; (AAR) “Anthropologische
Annäherung an die Aktualität der Rhetorik”, pp. 104-136; (SP) “Sprachsituation
und inmanente Poetik”, pp. 137-156; (Pg) “Paradigma, grammatisch”, pp. 157-162;
(EC) “Ernst Cassirers gedenkend bei der Entgegennahme des Kuno-Fischer Preises
der Universität Heidelberg”, 1974, pp. 163-72.
Traducción utilizada:
- Las realidades en las que vivimos, Paidós ICE/UAB, Barcelona, 1999 (trad. esp.
de Pedro Madrigal; introducción de Valeriano Bozal).

150
(Leg) Die Lesbarkeit der Welt, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1981; Suhrkamp, 1986
Traducción utilizada:
- La legibilidad del mundo, Editorial Paidós, Barcelona, 2000 (trad. esp. de Pedro
Madrigal).
(Sv) “Der Sinnlosigkeitsverdacht”, en Neue Zürcher Zeitung, 19.12.1981, Nr. 291, p. 59.
Publicado de nuevo en (dS): Die Sorge, pp. 57-62.

1982
(Mom) “Momente Goethes”, Akzente, 29, 1982, pp. 43-55.
(Fb) “Fragebogen”, en Frankfurter Allgemeine Magazin 4.6.1982, cuaderno 119, p. 25.
(Mw) “Menschwerdungen”, Neue Zürcher Zeitung, 23.12.1983, 30, Fernausg. 299
(24.12.1983, 40, Nr. 301).
1983
(Aus) “Ausblick auf eine Theorie der Unbegrifflichkeit”, en Anselm Haverkamp (ed.),
Theorie der Metapher, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1983, pp.
438-454. Publicado por primera vez en (SZ) Schiffbruch mit Zuschauer, pp. 77-93.
(URW) “Über den Rand der Wirklichkeit hinaus. Drei Kurzessays”, en Akzente, 30, 1,
1983, pp. 16-27. El trabajo “Nachdenken über einen Satz von Nietzsche”, pp. 19-25,
fue publicado de nuevo bajo el título “Die unerträgliche Unsterblichkeit” en (EmS)
Ein mögliches Selbstverständnis, pp. 126-135.
(GA) “Glossen zu Anekdoten”, en Akzente, 30, 1, 1983, pp. 28-41. El capítulo “Wie die
Matrosen Leibniz leben ließen”, pp. 35-37, fue publicado de nuevo en versión
ampliada en (dS) Die Sorge, pp. 11-15.
(-) “Ein mögliches Selbstverständnis”, en Neue Zürcher Zeitung, 5.2.1983, Nr. 30, p. 66.
Publicado de nuevo bajo el título “Lo no evidente” en (EmS) Ein mögliches
Selbstverständnis, pp. 20-25; también en (VPh) Die Verführbarkeit des
Philosophen, pp. 135-143.
(WuL) “Wolf und Lamm.Vier Glossen zur Fabel”, Akzente, 30, 1983, pp. 339-392.
(-) “Ein Mythos für Schreibende”, Neue Zürcher Zeitung, 24.6.1983, 39, Fernausg. 144.
(-) “Das Erschrecken des Aufklärers vor dem vollstrecker der Revolution. Zum 250.
Geburtstag von Christoph Martin Wieland (5. September)”, Neue Zürcher Zeitung
2.9.1983, 35 y ss., Fernausg. 203 (= 3.9.1983, 67, Nr. 205).

1984
(-) “Verfehlungen. Glossen zu Anekdoten”, en: Akzente 31 (1984) 5, 390-396.
(-) “Vom Unverstand. Glossen zu drei Fabeln”, Neue Zürcher Zeitung, 23.3.1984, 37,
Fernausg. 69 (=24.3.1984, 67, Nr. 71).
(Urs) “Die ‘Urstiftung’. Über den Unwillen, Autor von Vergänglichem zu sein”, Neue
Zürcher Zeitung, 12.10.1984, 33f, Fernausg. 237 (=13.10.1984, 69, Nr. 239).

1985
(-) “Begriffe in Geschichten: Identität”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 27.11.1985, p.
35. Publicado de nuevo en (BiG) Begriffe in Geschichten, pp. 87-9.
(Unb) “Unbekanntes von Aesop. Aus neuen Fabelfunden”, en Neue Zürcher Zeitung
4.10.1985, pp. 47 y ss., Fernausg. 229 (=5.10.1985, 69, Nr. 231).

1986

151
(LW) Lebenszeit und Weltzeit, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1986.
Traducción utilizada:
- Tiempo de la vida y tiempo del mundo, Pre-Textos, Valencia, 2007 (trad. esp. de
Manuel Canet).
(-) “Theorie als exotisches Verhalten. Aus dem Buch Das Lachen der Thrakerin. Eine
Urgeschichte der Theorie”, en Neue Zürcher Zeitung, 28.02. 1987, Nr. 49, p. 67.
(-) “Das Abwesende am Löwen. Glossen zum Bestiarium”, Neue Zürcher Zeitung 4.7.1986,
38, Fernausgabe 15 (= 5.7.1986, 66, Nr. 153).
(Rel) Religionsgespräche, Akzente, 33, 1986, pp. 502-20.

1987
(dS) Die Sorge geht über den Fluß, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1987.
Traducción utilizada:
- La inquietud que atraviesa el río. Un Ensayo sobre la Metáfora, Península,
Barcelona, 1992 (trad. esp. de Jorge Vigil).
(LdT) Das Lachen der Thrakerin. Eine Urgeschichte der Theorie, Suhrkamp, Frankfurt am
Main, 1987.
Traducción utilizada:
- La risa de la muchacha tracia. Una protohistoria de la teoría, Pre-Textos,
Valencia, 2000 (trad. esp. de Teresa Rocha e Isidoro Reguera).
(-) “Begriffe in Geschichten - drei Sammelstücke: Intersubjektiv. Rhetorik. Das Ich”, en
Frankfurter Allgemeine Zeitung, 15.4.1987, p. 35.
(-) “Schnitzlers Philosoph. Fallstudie zu einem intellektuellen Risiko”, en Neue Zürcher
Zeitung, 16.5.1987, Nr. 112, p. 69.
(-) “Das Sein - ein MacGuffin. Wie man sich Lust am Denken erhält”, en: Frankfurter
Allgemeine Zeitung, 27.5.1987, p. 35. Publicado de nuevo en (EmS) Ein mögliches
Selbstverständnis.
(-) “Gipfelgespräche. Eine Verkehrsform, vom höheren Standpunkt betrachtet”, en Neue
Zürcher Zeitung, 2.07.1987, Nr. 150, p. 25. El apartado “Proust und Joyce” fue
publicado de nuevo en (dS) Die Sorge, pp. 191-93.
(Ap) “Die Apfelgeschichte. Zur Ursprungslegende von Isaac Newtons Hauptwerk,
erschienen 1687”, Neue Zürcher Zeitung, 28.8.1987, 41f, Fernausg. 197 (=
29.8.1987, 69, Nr. 199).
(-) “Gleichgültig wann? Über Zeitindifferenz”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung,
30.12.1987, III. Publicado de nuevo en (Lt) Lebensthemen, pp. 19-29; y en (VPh)
Die Verführbarkeit des Philosophen, pp. 9-17.
Traducción utilizada:
- Does it Matter When? On Time Indifference, en: Philosophy and Literature 22
(1998) 1 (trad. ingl. de David Adams).
(nZ) “Was tut der Geist über den Wassern? Zum Thema einer neuen Zürcher Bibel”, en
Neue Zürcher Zeitung, 29.8.1987, 38, Fernausg. 198 (= 28.8.1987, 58, Nr. 198).
(-) “Sättigungsgrade”, en Neue Zürcher Zeitung del 6.10.1987, Nr. 231, 27.
(Pa) “Parallelaktion einer Begriffsbildung. Husserl, Hoffmannstahl und die Lebenswelt”,
en Neue Zürcher Zeitung, 12.12.1987, Nr. 289, p. 69.
(-) “Seit wann bin ich?”, en Neue Zürcher Zeitung, 24.12.1987, Nr. 299, p. 55.

1988

152
(Mp) Matthäuspassion, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1988.
Traducción utilizada:
- Passione secondo Matteo, il Mulino, Bologna, 1992 (trad. it. de Carlo Gentili).
(-) “Nächtlicher Anstand. Glossen zu Anekdoten”, en Akzente, 35, 1, 1988, pp. 42-55. El
capítulo “Auf der Flucht nach Ägypten”, pp. 44-46, fue publicado de nuevo en
versión ampliada en (Mp) Matthäuspassion, pp. 204-207.
(phR) “Im philosophischen Roman wird nicht philosophiert. Über Melchior Vischers
Miniaturroman Der Hase”, Neue Zürcher Zeitung, 4.8.1988, 27, Fernausg. 178 (=
4.8.1988,19, Nr. 179).
(-) “Freud vor und in Rom”, Neue Zürcher Zeitung, 30.9.1988, 51, Fernausgabe 227.

1989
(H) Höhlenausgänge, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1989; 1997.
Traducción utilizada:
- Salidas de caverna, A. Machado Libros, Madrid, 2004 (trad. esp. de José Luis
Arántegui).
(-) “Der Parteibeitrag. Im Hinblick auf eine ‘Neue Philosophie des Geldes’”, en Neue
Zürcher Zeitung, 11.2.1988, Nr. 34, p. 25. Publicado de nuevo en (VPh) Die
Verführbarkeit, pp. 75-80.
(fF) “Im falschen Fell. Glossen zu Fabel, Phrase und Legende”, Neue Zürcher Zeitung
17.2.1989, 35f, Fernausg. 39 (= 18.2.1989, 67, Nr. 41).
(BeS) “Besuch aus der Schweiz. Schopenhauer verteidigt seine Welt”, en Neue Zürcher
Zeitung, 20.2.1988, Nr. 42, p. 66.
(Ra) “Raucherlaubnis”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 16.3.1988, p. 35.
(-) “Glossen zu Schopenhauer”, en Neue Zürcher Zeitung, 7.4.1989, 40, Fernausg. 79 (=
8.4.1989, 68, Nr.81).
(-) “Die Höhlen des Lebens”, en Frankfurter Allgemeine Magazin, 14.4.1989, Heft 476, 70-
84. Publicado de nuevo en (H) Höhlenausgänge, pp. 20-38.
(-) “Husserls Höhlen”, en Neue Zürcher Zeitung, 23.4.1988, Nr. 94, p. 67. Versión
ampliada en (H) Höhlenausgänge, pp. 700-718.
(-) “Worte und Sachen”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 27.4.1988, p. 35.
(-) “‘Wir haben seinen Stern gesehen’. Von der Dunkelheit der Nacht und der Sichtbarkeit
der Gestirne”, en Neue Zürcher Zeitung, 23.12.1989, Nr. 299, p. 55. Publicado de
nuevo en (VS) Die Vollzähligkeit, pp. 27-33.
(sT) “Sollte der Teufel erlöst werden? Kapitel einer Dämonologie”, en Frankfurter
Allgemeine Zeitung, 27.12.1989.
(-) “Wolf und Lamm und mehr als ein Ende”, en Akzente, 36, 1, 1989, pp. 18-27.

1990
(-) “Verlesungen. Zwei Glossen zu Montaignes Antike”, en Neue Zürcher Zeitung, 23.06.
1990, Nr. 143, p. 66. Publicado de nuevo en (Lt) Lebensthemen, pp. 9-13.
(U) “Das Unsagbare. Kompetenz”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 25.07.1990, N 3.
(-) “Ein Apokalyptiker mit Sicherungen. Glossen zur Langlebigkeit”, Neue Zürcher Zeitung
23.3.1990, pp. 39 y ss., Fernausg. 68 (= 24.3.1990, 651 Nr. 70). (D 126). Publicado
de nuevo en (MvM) Der Mann vom Mond, pp. 29-55.
(-) “Der Mann vom Mond” publicado de nuevo en (VS) Die Vollzähligkeit, pp. 178-81; y en
(MvM) Der Mann vom Mond, pp. 29-33.

153
(-) “Ausgeträumte Träume. Über den ursprünglichen Realismus des Erwachens”, en Neue
Zürcher Zeitung, 21.12.1990, p. 34, Fernausg. 296 (= 22.12.1990, 54, Nr. 298).

1991
(Epi) “Epigonenwallfahrt”, Akzente, 37, 1990, pp. 272-82.
(-) “Hirt und Wolf. Die verlassene Nachtwache der Geburtsnacht Jesu”, Neue Zürcher
Zeitung, 20.12.1991, 37, 1. Fernausg. 295 (= 21.12.1991, 57, Nr. 297).

1992
(-) “Die Welt hat keinen Namen”, en Neue Zürcher Zeitung, 24.12. 1992, Nr 300, 61.
Publicado de nuevo en (EmS) Ein mögliches Selbstverständnis, pp. 45- 53.
(Lich) “Lichtenbergs Paradox”, en: Akzente, 39, 1, 1992, pp. 4-18.
(Gö) “Götterleere und Gottesbedarf. Ein Konstrukt”, en Neue Zürcher Zeitung 23.10.1993,
Nr. 247, p. 58.
(Wg) “Wie geht's, sagte ein Blinder zu einem Lahmen. Wie Sie sehen, antwortete der
Lahme”, en Frankfurter Rundschau, 27.6.1992, ZB 2. Publicado también en J.-D.
Kogel y.o., Lichtenbergs Funkenflug der Vernunft. Eine Hommage zu seinem 250.
Geburtstag, Frankfurt am Main, 1992, pp. 21-23.

1993
(Vors) “Vorstoβ ins ewige Schweigen. Ein Jahrhundert nach der Ausfahrt der ‘Fram’”,
Neue Zürcher Zeitung, 24.12.1993, Nr. 300, pp. 53-4.
(GVZ) “Gegenwart, vergiftet zwischen Vergangenheit und Zukunft”, en Park. Zeitschrift
für neue Literatur, 17, 45/46, 1993, pp. 22-27.
(GG) “Götterleere und Gottesbedarf: ein Konstrukt”, 23.10.1993.

1995
(Jh) “Jahrhundertgestalt”, en Neue Zürcher Zeitung, 25.3.1995, Nr. 71, p. 65.

1996 Obra póstuma


(Eng) “Die Weltzeit erfassen. Trilogie von Engeln”, erster Teil: “Anfang, Mitte und Ende
der Geschichte; Die Botschaft vor aller spaltenden Theologie. Trilogie von Engeln”,
zweiter Teil: “Undeutlicher Chorgesang; Geschichtsbahn zwischen zwei
Gartenereignissen. Trilogie von Engeln”, dritter Teil: “Die Theologie der
Buddenbrooks oder Der Engel nach dem Ende”, Frankfurter Allgemeine Zeitung,
24.12.1996, N 5 y ss.

1997
(EmS) Ein mögliches Selbstverständnis. Aus dem Nachlaβ, Reclam, Stuttgart, 1997.
Traducción utilizada:
- La posibilidad de comprenderse, Síntesis, Madrid, 2002 (trad. esp. de César G.
Cantón).
(VS) Die Vollzähligkeit der Sterne, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1997.
(-) “Glossen zu Gedichten”, en Akzente, 44, 3, 1997, pp. 245-262. El texto “Erinnerung an
das verlorene Ich”, pp. 245-247, fue publicado de nuevo en (EmS) Ein Mögliches
Selbstverständnis, pp. 42-45.

154
(-) “Für wen einer schreibt”, en Neue Zürcher Zeitung, 23.8.97, Nr. 194, p. 45. Publicado
de nuevo en (Lt) Lebensthemen, pp. 67-80; y en (EmS) Ein mögliches
Selbstverständnis, pp. 74-76.
(-) “Die unendliche Theorie”, en Neue Zürcher Zeitung, 1.09.1997, Nr. 201, p. 25.
(lb) “Letzte Bücher”, en Marbacher Magazin, 80, 1997, pp. 165-72.
(nU) “Das nachgeholte Urerlebnis. Bemerkungen über Jacob Burckhardt zwischen Antike
und Renaissance”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 2.8.97, suplemento Bilder
und Zeiten.

1998
(GlF) Gerade noch Klassiker. Glossen zu Fontane, Hanser, München, 1998. Publicado de
nuevo bajo el título de Vor allem Fontane, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2002.
(Räp) “Repräsentant mit Sinn fürs Mythische. Texte aus dem Nachlaß: Thomas Mann in
seinen Tagebüchern”, en Neue Rundschau, 109, 1, 1998, pp. 9-29. El apartado
“Andeutung Ulrikens” fue parcialmente publicado también en (Lt) Lebensthemen,
con el título “Thomas Mann 1945: Kein Tod am Lake Mohonk”, pp. 152-6.
(Lt) Lebensthemen. Aus dem Nachlaβ, Reclam, Stuttgart, 1998. El capítulo “Gleichgültig
wann”, pp. 19-28 fue publicado luego en (VPh) Die Verführbarkeit des
Philosophen, pp. 9-17; el capítulo “Schnitzlers Philosoph” fue también publicado en
Die Verführbarkeit des Philosophen, pp. 152-162; el capítulo “Sinn für Doppelsinn:
Gartenfrüchte”, pp. 9-11 también publicado en Die Verführbarkeit des Philosophen,
pp. 180-181, con el título “Verlesung bei Montaigne”; el capítulo “Ludwig
Wittgenstein: Doppelte Buchführung – Wittgensteins Kriegtagebücher 1914-1916”,
pp. 120-128, fue publicado también en Die Verführbarkeit des Philosophen, pp.
189-196, con el título “Die imaginäre Annäherung an eine endgültige Wahrheit”,
pp. 189-196.
(BiG) Begriffe in Geschichten, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1998.
Traducción:
- Conceptos en historias, Síntesis, Madrid, 2003 (trad. esp. de Daniel Innerarity y
César G. Cantón).

1999
(GzB) Goethe zum Beispiel, Insel, Frankfurt am Main, 1999.
(-) “Auf glühendem, erstem Wege. Wozu noch einmal Goethe?”, en Frankfurter
Allgemeine Zeitung 8.5.1999, p. 106.

2000
(VPh) Die Verführbarkeit des Philosophen, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2000. El
capítulo “Gleichgültig wann” publicado ya en (Lt) Lebensthemen, pp. 19-28; el
capítulo “Verlesung bei Montaigne”, pp. 180-81, publicado antes en Lebensthemen,
pp. 11-12 (compuesto por “Gartenfrüchte” y el último párrafo de “Geglückte
Verfehlung”). El capítulo “Die imaginäre Annäherung an eine endgültige
Wahrheit”, pp. 189-196 fue publicado en Lebensthemen, pp. 120-128 con el título
“Ludwig Wittgenstein: Doppelte Buchführung - Wittgensteins Kriegtagebücher
1914-1916”.

2001

155
(Löw) Löwen, Suhrkamp, Frankfurt am Main 2001.
(eF) “Die erste Frage an den Menschen. All der biologische Reichtum des Lebens verlangt
eine Ökonomie seiner Erklärung”, en Frankfurter Allgemeine Zeitung 2.6.2001, p.
127.
(ÄmS) Ästhetische und metaphorologische Schriften, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2001.
Recopilación de artículos de Blumenberg publicados con anterioridad.

2003
(ZdS) Zu den Sachen und zurück, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2003.

2006
(BdM) Beschreibung des Menschen, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2006.
Traducción utilizada:
- Descripción del ser humano, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2010
(trad. es. de Griselda Mársico y Uwe Schoor).

2007
(TdU) Theorie der Unbegrifflichkeit, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2007.
Traducción utilizada:
- Teoria dell’inconcettualità, :duepunti edizioni, Palermo, 2010 (trad. it. de Sandro
Gulì).

(BSB) Hans Blumenberg-Carl Schmitt. Briefwechsel 1971-1978, Suhrkamp, Frankfurt am


Main, 2007.
(MvM) Der Mann vom Mond, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2007.
Traducción utilizada:
- El hombre de la Luna. Sobre Ernst Jünger, Pre-Textos, Valencia, 2010 (trad. esp.
de Pedro Madrigal).

2008
(A) “Atommoral. Ein Gegenstück zur Atomstrategie”, en Strahlungen. Atom und Literatur.
Marbachermagazin, 123/124, 2008, pp. 124-141.

2009
(GdT) Geistesgeschichte der Technik, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2009.
Traducción utilizada:
- Historia del espíritu de la técnica, Pre-Textos, Valencia, 2013 (trad. esp. de Pedro
Madrigal).
(Q) Quellen. Herausgegeben von Ulrich von Bülow und Dorit Krusche, Deutsche
Literaturarchiv Marbach, Stuttgart, 2009

2010
(TLW) Theorie der Lebenswelt, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2010.
Traducción:
- Teoría del mundo de la vida, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2013
(trad. esp. de Griselda Mársico, con la colaboración de Uwe Schoor).

156
2012
(QSE) Quellen, Ströme, Eisberge – Beobachtungen an Metaphern, Suhrkamp, Frankfurt am
Main, 2012.

2013
(BT) Hans Blumenberg – Jacob Taubes. Briefwechsel 1961-1981 und weitere Materialen,
Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2013.

2014
(P) Präfiguration - Arbeit am politischen Mythos, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2014.

2015
(RW) Rigorismus der Wahrheit – “Moses der Ägypter” und weitere Texte zu Freud und
Arendt, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2015.
(SzT) Schriften zur Technik, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 2015.

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