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LA MINGA COMO CONSTRUCCIÓN

FÍSICA E IMAGINARIA DE SAN


GABRIEL

THE “MINGA” AS A PHYSICAL AND IMAGINARY


CONSTRUCTION OF SAN GABRIEL

VICENTE ROBALINO C.1

Recibido: 24 de diciembre de 2017


Aceptado: 6 de marzo de 2017

1
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura, Quito,
Ecuador (vrobalino@puce.edu.ec).
REVISTA PUCE. ISSN: 2528-8156. NÚM.104.
3 DE MAYO DE 2017 - 3 DE NOV. DE 2017, VICENTE ROBALINO, PP. 367-380

LA MINGA COMO CONSTRUCCIÓN


FÍSICA E IMAGINARIA DE SAN
GABRIEL

THE “MINGA” AS A PHYSICAL AND IMAGINARY


CONSTRUCTION OF SAN GABRIEL

VICENTE ROBALINO C.

PALABRAS CLAVE: minga, relato-testimonio, héroes, heroínas, mitos, ritos,


leyendas, progreso, fantasmas, duendes, fiestas, juegos y santos.

KEY WORDS: “minga”, storytelling, heroes, heroines, myths, legends, progress,


ghosts, elves, parties, games and saints.

RESUMEN

Este ensayo recoge la visión La minga tiene un origen legen-


que los habitantes de San Gabriel (Car- dario y constituye por sí misma toda una
chi-Ecuador) han tenido sobre la minga. celebración. En este ensayo, la óptica
Esta actividad, símbolo del trabajo y de la desde la cual se proyecta la minga es la
solidaridad humanas, se ha convertido, a del relato –testimonio en el que se mez-
lo largo de la historia de esta ciudad, en cla lo ficcional con lo real– para darnos
una de las formas más eficaces de recons- una visión múltiple y dialógica de este
trucción física e imaginaria, es decir, de lo acontecimiento que identifica a los ha-
moderno, de mitos, ritos, leyendas, juegos bitantes de San Gabriel y los hace partí-
que si bien no están directamente unidos cipes de una historia tejida de realidades
al trabajo colectivo de la minga, forman y de invenciones.
parte de la memoria colectiva.

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ABSTRACT

This research gathers the view The “minga” has a legendary ori-
that the inhabitants from San Gabriel gin and constitutes by itself a whole
(Carchi-Ecuador) have had regarding the celebration. In this research the manner
“minga”. This activity -symbol of human used to explain the “minga” is storytelling
work and solidarity- throughout the his- –testimonial in which fiction and real are
tory of this city has turned into one of blended– in order to offer a multiple and
the most efficient ways to physically and dialogical view of this event that identi-
imaginarily rebuild myths, legends, ga- fies the inhabitants of San Gabriel and
mes which although are not closely rela- makes them participants of a story wo-
ted to the collective work of the “minga” ven with realities and inventions.
are a part of the collective memory.

LA MINGA COMO CONSTRUCCIÓN FÍSICA E IMAGINA-


RIA DE SAN GABRIEL

A la memoria de mi prima Beatriz construye físicamente a un pueblo sino


que enriquece su imaginación y reafir-
Como afirma Paul Ricoeur (2000, ma unos valores como la solidaridad, el
p. 41): “... no tenemos nada mejor que la bien común, resultado de dicho trabajo
memoria para significar que algo tuvo colectivo. He escogido tres libros (Mon-
lugar, sucedió, ocurrió antes de que de- túfar, Memoria oral, 100 años de lucha y
claremos que nos acordamos de ello”. En progreso, cuyo editor es Leopoldo Tobar
efecto, en los relatos de los habitantes de Salazar; Montúfar, Memoria oral, editado
San Gabriel, seleccionados para este tra- por Oswaldo Cepeda y Recordando le-
bajo, la memoria colectiva juega un pa- yendas de mi pueblo, editado por Patricia
pel preponderante, en cuanto permite a Arcos) y algunos testimonios que, perso-
los protagonistas de dichos relatos-tes- nalmente, he podido recoger para mos-
timonio, evocar paso a paso cómo se trar lo siguiente:
desarrollaron las mingas, quiénes partici- Los relatos-testimonio de los
paron, en qué lugares y qué repercusión habitantes de San Gabriel en torno a
social tuvieron. Pues, la minga no solo la minga; los mitos y leyendas, como

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el del Duende, que dichos habitantes De esta manera, el diálogo que di-
nos cuentan; e incluir mi propio relato, chos textos proponen con el relato oral,
como testigo, de aquellas historias que la memoria colectiva, el olvido, los silen-
en mi infancia escuché en torno a San cios y los motivos recurrentes: la minga,
Gabriel y sus habitantes. Entonces, el los juegos, los mitos, ritos, las fiestas, los
primer ámbito de ese ensayo está cons- santos, etc., expresan todo aquello que
tituido por los relatos-testimonios so- un pueblo vivió, imaginó e inventó para
bre las mingas; el segundo, por algunos recrear su mundo. Es muy singular en
mitos y leyendas de San Gabriel, que se estos relatos-testimoniales el afán inque-
encuentran en los tres libros citados; y brantable de cada uno de sus persona-
el tercero por mi relato. El hecho de in- jes-narradores por construir y alcanzar el
cluir estas tres perspectivas tiene como progreso. Esta aspiración constituye un
objetivo el poner en evidencia la poro- fuerte vínculo social; vínculo en torno al
sidad existente entre las fronteras de cual gira la vida de San Gabriel, pues su
los géneros: testimonio, historia y fic- gente –la familia– se reúne para alcanzar
ción y, de esta manera, dar cuenta, de el bien común y para celebrar ese logro,
forma más amplia, de las distintas con- como la construcción de carreteras, una
figuraciones ficcionales y no ficciona- escuela, una iglesia, un parque, etc.
les que adquiere la memoria colectiva, Como afirma Darío Guevara
que comprende todo un universo de (1957, p. 22): “Minga quiere decir ‘reunión
sentido, como bien lo expresa Walter de gente invitada para algún trabajo’, y
Mignolo (2013, p. 85): “... Pensemos, por mingashca, ‘encargado o invitado para
ejemplo, que nuestras conversaciones una tarea colectiva’ y mingani es el ver-
familiares o laborales están siempre en- bo que equivale a ‘encargar’”. En efecto,
marcadas en una historia familiar o en una de las características que distingue
una historia laboral. Nuestros decires, a los habitantes de San Gabriel y de la
por lo tanto, se inscriben en esos uni- provincia del Carchi en general es la
versos de sentido aunque difusos no predisposición para el trabajo colectivo.
menos restrictivos”. En efecto, el centro Pues el entusiasmo por la minga nace
de donde emergen estos relatos-tes- –como expresan dichos habitantes en
timonio corresponde al ámbito fami- sus relatos– en los distintos barrios: San
liar, es en el tiempo-espacio del hogar Pedro, Santa Clara, San José..., cada uno
de donde brota la memoria colectiva, de ellos provistos de un líder encargado
como se puede apreciar en los relatos de organizar a su gente. Así el Sr. Carlos
de los habitantes de San Gabriel. Hernández nos cuenta de esta solida-

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ria participación del barrio en la minga: Hay que hacer una doble lectura
“Todo se hacía en base a mingas, todos de la minga, desde los códigos de gra-
participábamos en esta actividad, niños tuidad cuando la minga es funcional a
y grandes limpiábamos las calles del las políticas estatales y, los de reciproci-
barrio, y cuando los vecinos hacían su dad, que permiten recuperar la memoria
casita los demás también ayudábamos” colectiva, la sobrevivencia cotidiana, la
(Tobar, 2005, p. 109). identidad colectiva, las reproducciones
Otro aspecto, sin duda importan- culturales y la supervivencia del núcleo
te de la minga, es su carácter legendario, social. (González, 1991, p. 499)
y festivo. Así lo expresa Darío Guevara Si bien la minga, entre los habi-
(1957): tantes de San Gabriel, es esencialmente
una celebración en torno al trabajo co-
La minga como trabajo de coopera- lectivo, el costo social, por ejemplo en la
ción, como expresión de rito y fiesta, construcción de la carretera Oriental, en
como actividad recreativa y como 1930, como afirma Luis A. Rosero, citado
invitación al disfrute de los bocados por Darío Guevara (1957, p. 105), es bas-
nativos y criollos, de la bebida y de tante alto:
la música, en América es tan antigua
como las primeras organizaciones de Está fuera de toda duda que el can-
sus pueblos. tón Montúfar, después de entregar
a la Nación la Carretera Oriental casi
La señora Zoila Cadena cuenta – terminada, sintió los efectos de una
en estos relatos– cómo la construcción pobreza agobiante. La minga rompió
de la iglesia, por ejemplo, se convierte en todo bolsillo, dejando a la clase me-
un rito celebratorio. Pues los mingueros dia esclavizada de las casas de retro-
traían madera “halada por bueyes a los venta que se llenaron de las prendas
cuales les adornaban sus cuernos con de vestir, de bronces, alhajas que po-
coronas de flores, todos los mingueros cas o ninguna volvieron... y la gente
tomando su copa, era una fiesta, grita- campesina más deudora del patrón.
ban ¡VIVA LA MINGA!, las mujeres iban al
encuentro, a brindar chicha, aguado, co- Un ejemplo patético de esta
mida, trago...” (Cepeda, 2007, p. 15). pauperización, como resultado de las
Sin embargo, como afirma María mingas, es el caso del hacendado Juan
Rosa Crespo, hay que hacer una “doble Pío V. Guzmán, según nos cuenta la Sra.
lectura de la minga”: Luz Ruales:

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Un hombre benefactor de las mingas Carretera Oriental”, expresa que la cons-


que se quedó pobre por ayudar, fue trucción de la carretera Oriental es obra
Don Pío V. Guzmán, era un hombre que, en su totalidad, corresponde a los
alto, entusiasta en esas grandes obras habitantes de San Gabriel, pues se con-
como es la carretera de Duendes, formó el “Comité Pro-Carretera Oriental
repartía todo de las cosechas de los encargado de la organización total de
terrenos que tenía; cuentan que ven- construcción de esta carretera e inclu-
dió sus propiedades para estas gestas sive el trazado de esta carretera corres-
cívicas de los montufareños ... (Tobar, pondió a un ciudadano montufareño,
2005, p. 86) el Ing. Rafael Dávila, autor del trazado”
(Chaves, 1980, p. 93-94). Mientras que el
A pesar que Oscar Efrén Reyes, gobierno de Ayora se encargó de trazar
en su Breve Historia General del Ecuador, la carretera Occidental, por considerarla
afirma que en los años treinta, época en prioritaria. Sin embargo, según los re-
la que San Gabriel construyó la carrete- latos de los habitantes de San Gabriel,
ra Oriental, el gobierno de Isidro Ayora estos también participaron en la culmi-
propició la construcción de carreteras nación de la carretera Occidental, en los
(1949, p. 542), el Sr. Rafael F. Aldás, “diná- años cincuenta, durante el gobierno de
mico propulsor de la construcción de la Galo Plaza.

LAS MINGAS, SUS HÉROES Y HEROÍNAS

La minga no solo sirve para poner doras-protagonistas de estos relatos, se


de relieve el trabajo colectivo, en la cons- refiere a lo siguiente: “En cuanto a fies-
trucción de carreteras, iglesias, parques, tas, mi papacito era el organizador de
etc., sino para la construcción verbal de las mismas, con el pase de las palomas
héroes y heroínas que emergen de una se daba dinero, de una casa hacia la igle-
épica, cuyo sueño es el progreso. En sia, con banda, con juegos pirotécnicos,
efecto, detrás de esa ardua faena que con cantos, con alegría, todos los prios-
comprende la minga y de su carácter so- tes con sus palomas, el sacerdote recibía
lidario, encaminado a conseguir el bien el dinero y la paloma la entregaba a otro
común, siempre hay representaciones prioste ...” (Tobar, 2005, p. 15). Este dinero
ritual-simbólicas como “el pase de la servía para los gastos que demandaban
paloma”, que, según una de los narra- la construcción de iglesias. Dentro de

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esta misma representación simbólica, siniestra que impide que lo construido


el trabajo sacrificado de la minga hace un día –una iglesia–, en la noche sea
que surjan héroes y heroínas anónimos, destruido. Esta presencia siniestra está
que la narración oral colectiva ha sabido representada por un temible toro: “Ellos
guardar, como el Sr. Pío V. Guzmán, quien, se armaron muy bien de piedras y palos
de acuerdo con el testimonio de su hija, y se escondieron; al llegar la media no-
lo entregó todo al servicio de la minga: “A che lograron ver que alguien muy rápido
mi mamita no le gustaba lo que mi padre corría hacia ellos, más y más cerca, cuan-
hacía, o sea eso de la minga; teníamos un do miraron era un toro muy grande, de
cuarto grande, lleno de todo, mi papaci- color negro ...” (Arcos, 2013, p. 65).
to repartía ...” (Tobar, 2005, p. 5). Así vemos en estos relatos cómo
En el relato-testimonio “El puente la minga no se reduce al trabajo mecá-
de la muerte” (Arcos, 2013, p. 114-115), en nico, el de cumplir con una determina-
cambio, se hace una crítica, al profesional da tarea, sino que, por el contrario, es
que construyó un puente “para unir la ca- toda celebración colectiva, una fiesta, un
rretera Pizán con la Gruta” de la Paz, en el misterio que revelar, un asombro, en la
sentido que dicho profesional no invirtió que la participación de la mujer es muy
todo el material destinado para la cons- importante: “La que incentivaba a las
trucción del mencionado puente: “Edgar primeras mingas era la señora Juana Cal-
miente al decir que esta es su mejor obra vache, esposa de don Pablo Rosero, se
ya que se robó la mitad del dinero que hacía los mítines los lunes y los sábados
se iba a invertir en el puente. El pueblo se desfilaba por las calles con el grito ¡A
enfurecido, sin pensarlo dos veces, arrojó la carretera ya me voy a trabajar!” (Tobar,
a Edgar desde lo alto del puente hacia el 2005, p. 89). Este heroísmo muchas ve-
río ...” (Arcos, 2013, p. 115). Sin embargo, ces se convierte en un sacrificio, como el
el alma de Edgar tomó venganza y a to- traer madera de las montañas o el entre-
das las personas que cruzaban el puente gar la propia vida. Este hecho verdadera-
se les presentaba como “un enorme gato mente heroico se cuenta en uno de los
negro y de ojos brillosos”. Solo cuando relatos: “En el sector de Cúnquer era feo
fue construido y bendecido el puente, para trabajar, era pura peña, me acuerdo
aquel temible gato negro desapareció. que un hombrecito de Bolívar estaba
Otro relato-testimonio relaciona- trabajando y rato menos pensado se fue
do con las mingas es el llamado “Iglesia”. peñasco adentro [...]” (Tobar, 2005, p. 57).
Se trata de la existencia de una presencia

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MI RELATO

El interés que tienen para mí es- pongo– en actitud de vuelo y su campa-


tos relatos-testimonio proviene, sobre nario en el que, según me contaban mi
todo, del hecho de haber escuchado en tía y mi abuela, pernoctaban unas temi-
mi infancia, de los labios de mis padres, bles lechuzas que se alimentaban de ca-
mis tías y mis abuelos, algunas historias dáveres y ratones, cuya mirada era como
y de haber conocido a varios personajes la de la gata, Paca, que dormía junto a la
de quienes se habla en ellos. De ahí que hornilla, en la casa de mis abuelos, don-
cada vez que visito San Gabriel y camino de transcurrió mi infancia. El cuerpo de
por sus veredas siento que estoy des- este animal, que jamás pudo concebir
pertando a mis muertos para –entre el mi imaginación, era igual al de un ave.
asombro y la lluvia– volver a escucharlos. Por cierto, yo nunca vi a tan extraña
Así conocí la leyenda de “La Virgen de las ave-felino; sin embargo, contaban que
Nieves”, el cuento de “La Vieja del Monte”, una vez todo el pueblo se alarmó por-
la aparición de “El Duende en las zanjas”, que vio en pleno día a una Lechuza: to-
el deambular de las almas por los zagua- dos pensaron que era la señal de algún
nes... Asimismo participé en una minga y suceso trágico. También participé en la
en algunos de los juegos que se mencio- reconstrucción de la iglesia. Recuerdo
nan en dichos relatos: las escondidas, los que a mis ocho años formé parte de una
trompos, aunque por mi temperamento cadena humana que transportaba bal-
yo prefería escuchar a mi tía, en las no- dosas desde un camión hasta la iglesia.
ches tremendamente oscuras, indes- Asimismo recuerdo que la minga estaba
cifrables, sus versiones –no exentas de acompañada por una banda y que unas
imaginación– de sus lecturas: Los Misera- señoras repartían chicha a los mingue-
bles, de Víctor Hugo, El Conde de Monte- ros. Lo que percibía en esta minga no
cristo de Alejandro Dumas, el poema “Los eran los entretelones políticos, que un
motivos del lobo” de Rubén Darío, María proyecto de trabajo colectivo puede
de Jorge Isaacs, entre muchas otras. tener, sino el afán colaborativo y de en-
Uno de los primeros recuerdos tusiasmo –no sé si llamarlo patriotismo–
que conservo de San Gabriel es el de que cada barrio de San Gabriel poseía,
la iglesia con su ángel –San Gabriel, su- como su patrimonio.

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LAS MINGAS Y EL RELATO-TESTIMONIO

Si bien, en primer término, el dente notar cómo en este fragmento la


relato-testimonio posee, como lo afir- referencialidad textual queda desplaza-
ma Renato Prada Oropeza, un carácter da para dar paso a la autorreferenciali-
marcadamente referencial; luego, el na- dad, al relato que parece contarse a sí
rrador-protagonista de dicho relato dis- mismo, sin necesidad de estar recu-
fruta de una amplia libertad expresiva e rriendo a la tiranía de la referencia. Me
imaginativa que conduce al universo de parece que uno de los grandes méritos
la ficción. De ahí que en los relatos-testi- que poseen estos relatos –sin propo-
monio de los habitantes de San Gabriel, nérselo– es aquel natural tránsito que
el lector transite desde una fuente refe- se da, de la mera referencialidad hacia
rencial hacia un universo de la narración la evocación-ficcional, recurriendo a
ficticia, que si bien no existe en toda su la magia del lenguaje, o sea al territo-
plenitud, como en el cuento o la novela rio de las connotaciones, pues este “se
tradicionales (canónicos), el carácter rei- dormía breve”, es una expresión que, en
terativo de unos mismos acontecimien- su ambigüedad semántica, nos lleva a
tos conduce al lector a no aceptarlos las “imprecisiones” de lo metafórico, a
como reales, sino a dotarles de cierto la sugerencia. Sin embargo, no solo es
matiz imaginario-ficcional. el lenguaje, en su plenitud sugestiva, el
Así sucede, por ejemplo, con el que moldea la figuratividad textual sino
tema de la minga que, al ser narrado el tiempo con su poder evocativo el
desde tantas perspectivas, y confron- que va configurando planos ficcionales,
tado con tantas versiones, pierde su en los que memoria y olvido crean co-
primera fuerza referencial para entrar rrespondencias al servicio de lo narrado,
en el espacio probabilístico de lo ima- como en este ejemplo: “Cuando yo vine
ginario, de aquello que ocurrió pero en a trabajar en esta hacienda, el bosque
la nebulosa del tiempo del cual emerge, de arrayanes era una maravilla...” (Tobar,
no como realidad sucedida sino como 2005, p. 117). Todos estos relatos juegan
aspiración evocadora: “Como no tenía- con la ambigüedad temporal, pues la
mos radio ni televisión se dormía breve: percepción de lo sucedido se entiende
mi papacito leía el periódico El Debate, como envuelta en una nubosidad: “Mi
que valía un real y medio, nos mandaba papá era alfarero, nosotros trabajába-
a comprar donde Don Ezequiel Landá- mos con el barro, toda la vida la pasá-
zuri” (Cepeda, 2007, p. 18). Es sorpren- bamos haciendo ollas...” (Tobar, 2005, p.

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114). “En ese tiempo hacíamos las bolas pero ignoramos cuándo: “Toda la vida...”,
de barro, las cachas eran más grandeci- “En ese tiempo”, “El parque era...”. Así, al
tas...” (Cepeda, 2007, p. 121). “El parque tiempo se lo despoja de su corteza cro-
era una especie de bosque, había ya el nológico-referencial para convertirlo
andén al ruedo, lo demás eran árboles, en alusión metafórica, rescatada de las
un perfecto bosque...” (Cepeda, 2007). garras del olvido, petrificada en la me-
Sabemos que sucedió tal o cual hecho, moria de los habitantes de San Gabriel.

LAS MINGAS, LOS FANTASMAS Y EL MAL

De acuerdo con estos relatos, los transfigura en una calavera y camina en


habitantes de San Gabriel no solo bus- el aire: “... había sido calavera y caminaba
can de manera infatigable al fantasma en el aire, no tenía pies, después de esto
del progreso, sino que se reúnen en las comenzaron a aullar los perros...” (Cepe-
noches –en esas noches rotundas– para da, 2007, p. 23). Asimismo “El Duende”
reinventar otros fantasmas, aquellos que es una figura fantasmal que deambula
han atravesado siglos, como “la vieja del por el campo, concretamente habita en
monte”. Pero cómo concibe la imagina- las quebradas. Don Antonio Huera nos
ción colectiva a la vieja del monte: “En cuenta que él vio al Duende, en la ma-
el terreno que tenía mi papá por ahí en drugada, “que estaba vestido de blanco”.
el Chicho, nos decía andarán con cuida- Sin embargo, la imagen de El Duende
do porque por ahí se asoma la vieja del que yo tenía en la infancia era la de un
monte que está peinándose. Recuerdo niño menudo, con un enorme sombrero;
que a mi hermano Uben, menor que mí, no recuerdo bien si se le atribuía a este
cuando estaba en la escuela murió por- ser el hecho de robarse a los niños o pro-
que le había comido el corazón la vieja ducirles al menos algún daño, de ahí que
del monte” (Tobar, 2005, p. 59). en mi pueblo –San Gabriel– de tal o cual
Otro de los personajes noctur- persona se decía que “estaba enduen-
nos, cuya presencia causa espanto, es dada”. En los relatos recopilados por los
“la viuda”, quien, al igual que la vieja del estudiantes del colegio Técnico Agrope-
monte, deambula por el campo. Se tra- cuario Jorge Martínez Acosta y editados
ta de una mujer que en su vida diurna por la profesora Patricia Arcos, el mito del
tiene un nombre y apellido, por ejem- duende tiene estas variantes: ya no es el
plo, Margarita Fuentala, en la noche se “duende” sino “la Duenda”, quien embruja

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a sus víctimas, posee “colmillos”. Aunque, centímetros–, usa sombrero grande, vive
en todos los casos, el duende o la duen- en las zanjas y quebradas.
da posee una figura pequeñita –mide 80

LAS MINGAS, LAS FIESTAS, LOS JUEGOS Y LOS SANTOS

San Gabriel, como todo pueblo los siguientes: las corridas de toros, el
que se siente vivo, tiene sus celebracio- juego de la guerra, la pelota de guante,
nes que las comparte con las de otros entre otros. De estos juegos destaca, por
pueblos andinos y las de otras regiones, su peculiaridad, el segundo. El juego de
como la fiesta de los Santos Inocentes la guerra, en el que participaba mi padre
que se celebra los primeros días de enero. como líder, se realizaba de esta manera,
Escuchemos a nuestra narradora, Dorita según nos cuenta la Sra. Mercedes Lan-
Jiménez: “El baile de los inocentes era la dázuri: “En el río se daba una matita de
costumbre de disfrazarse por grupos, sa- payaca; los jóvenes se hacían dos gru-
lir a la calle y recorrer el pueblo pidiendo pos, de un lado era Aníbal Robalino era
colaboración, cuando la organización el jefe y de la nuestra Luis Alberto... Aní-
era muy buena, se hacía por sectores y bal Robalino se posesionaba del bosque
los Inocentes más nombrados eran los de las Señoritas Valdospinos y en nuestra
del Arrayán, los del barrio de Santa Clara, cuadra Luis Alberto comenzaba la gue-
barrio Santa Rosa” (Cepeda, 2007, p. 117). rra...” (Tobar, 2005, p. 74). Lo importante
Además de esta festividad, los narradores de este juego es que representaba las
de estos relatos mencionan la fiesta del guerras “reales” que se daban entre con-
Corpus Cristi, los Sanjuanes y las fiestas servadores y liberales; en otras ocasiones
dedicas a “San Pedrito” en la parroquia de estos juegos tenían un carácter premo-
Cristóbal Colón (Caico), cercana a San Ga- nitorio, pues anunciaban lo que iba a
briel. A este santo se lo presenta entre dos suceder.
esferas de acción antitéticas: la de la bon- De esta manera podemos apre-
dad y generosidad, pues ayuda a que los ciar lo que destacan estos relatos es el
latifundios del hacendado prosperen, y la tránsito de lo testimonial a lo ficcional
del Santo castigador, que envía grandes y las modificaciones a los que están so-
males, como la ceguera y la cojera. metidos, debido a su carácter eminen-
Con respecto a los juegos, se temente oral. Su riqueza narrativa se en-
pueden considerar, según estos relatos, cuentra, básicamente, en los mitos, ritos

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y símbolos que representan a toda una ciales y la lucha por la propiedad de la


colectividad. tierra, los hacendados y el pueblo. Los
Sin duda, la minga ha sido la ac- primeros se unieron para la realización
tividad de mayor importancia para los de esta gran obra, la construcción de la
habitantes de San Gabriel, pues se con- carretera Oriental. Sin embargo, como
serva el recuerdo de este trabajo. Sin em- bien testimonia Luis A. Rosero, citado por
bargo en la actualidad, según algunos Darío Guevara (1957, p. 105): “Está fuera
de los narradores de estos relatos, esta de toda duda que el cantón Montúfar,
legendaria tradición se está perdiendo. después de entregar a la nación la ca-
Del carácter testimonial de estos rretera Oriental casi terminada, sintió los
relatos emerge la división de grupos so- efectos de una pobreza agobiante”.

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BIBLIOGRAFÍA

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