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Tres en unO

anza
* ante la muerte
Alberto R. Timm
TRIMESTRE
octubre-diciembre 2022

e /^\ué pasa con el ser humano cuando muere?


£ ¿Cuándo se recibe la recompensa eterna?
¿Tenemos alguna esperanza ante la muerte?
Estas son algunas de las preguntas más importantes para la
humanidad. Aunque Dios nos creó con la intención de vivir
para siempre, el pecado se introdujo en nuestro mundo y tra­
jo consigo la muerte, el dolor y el sufrimiento. Al lidiar con
el tema de la muerte, muchos recurren a la imaginación o a
distintas filosofías para hallar respuestas y paz. Pero solo en la
Biblia podemos encontrar respuestas claras y confiables sobre
el tema de la muerte y la vida eterna.
En este libro discutiremos el enfoque bíblico de la muerte y la
vida eterna. Examinaremos cómo la filosofía platónica ha dis­
torsionado la comprensión bíblica de la vida y la muerte y per­
mitiremos que la Biblia hable por sí misma sobre estos temas
cruciales. Al finalizar su lectura, usted no solo sabrá qué enseña
la Biblia al respecto, sino que tendrá la paz que proporciona la
bienaventurada esperanza del cristiano.

Alberto R. Timm es director asociado del


Patrimonio de Elena G. de White. Es también
autor de El Santuario y los mensajes de los tres
ángeles, publicado por este sello editorial.

Tres en uno
1. Lecciones de la Escuela Sabática para adultos
2. Material auxiliar para el maestro
3. Libro complementario
Tres en unO
G
IADPA
Inter-American División Publishing Association®
2905 NW 87 Ave. Doral, Florida 33172, EE. UU.
tel. +1 305 599 0037 - mail@iadpa.org - www.iadpa.org

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to, imágenes, diseño y diagramación); ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia, en audio
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En las citas bíblicas, salvo indicación en contra, todos los destacados (cursivas, negri­
tas) siempre son del autor o el editor.

Tres EN UNO COMPLETO


ISBN: 978-1-78665-587-5 en papel
ISBN: 978-1-78665-590-5 eBook
Lecciones de la escuela sabática para adultos y maestros
ISBN: 978-1-78665-588-2
Nuestra esperanza ante la muerte
(libro complementario)
ISBN: 978-1-78665-589-9

Impresión y encuadernación: USAMEX, INC.


Impreso en México / Printed in México
Ia edición: julio 2022
Un mensaje oportuno
yesperanzador
de parte de Dios j
para el ser humano j
del sigo XXI. |

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[Jcarácter

A pesar de vivir en un mundo


sin precedentes, usted encontrará
respuesta a muchas inquietudes
comunes en el cristiano actual. MmC.Peej,^
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No pierda la oportunidad de bendecir a sus hijos con este libro.
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LA VIDA ETERNA: LA MUERTE
Y LA ESPERANZA FUTURA
CONTENIDO
Introducción............................................................................................................... 2
1. Rebelión en un Universo perfecto........................ 5
2. Muerte en un mundo pecaminoso..............................................................16
3. Comprendamos la naturaleza humana..................................................... 27
4. La esperanza del Antiguo Testamento..................................... 38
5. Resurrecciones antes de la Cruz................................................................ 49
6. Él murió por nosotros....................... 60
7. La victoria de Cristo sobre la muerte.......................................................... 71
8. La esperanza del Nuevo Testamento......................................................... 82
9. ¿Pasajes contradictorios?............................................................................... 93
10. El fuego del infierno..................................................................................... 104
11. Los engaños del tiempo del fin.................................................................. 115
12. La cosmovisión bíblica.................................................................................126
13. El proceso del Juicio...................................................................................... 137
14. "Yo hago nuevas todas las cosas”.......................... 148

Colección Guía de Estudio de la Biblia


© 2022 Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día®. Todos los derechos reservados. Está prohibida
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Publicada trimestralmente por:


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2905 NW 87 Ave. Doral, Florida 33172, EE. UU.

ISBN: 978-1-78665-588-2

Texto y diagramación: Casa Editora Sudamericana


Ilustraciones: Con permiso de la Pacific Press Publishing Association
Impresión: USAMEX, INC

Derechos reservados
Copyright © 2022, Inter-American División Publishing Association®

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este folleto sin el permiso de los editores.

Impreso en México
INTRODUCCIÓN

LA MUERTE Y NUESTRA
ESPERANZA FUTURA
ios creó a los seres humanos para que disfrutaran la eternidad en una

D relación de amor con él y con su Creación. Pero, la misteriosa aparición


del pecado dentro de los atrios celestiales (Isa. 14:12-15; Eze. 28:12-19; Apoc.
12:7-12) y la posterior caída de Adán y de Eva (Gén. 3:1-19; Rom. 5:12) distorsionaron
esta relación. Trágicamente, la muerte envolvió no solo a la raza humana sino
también toda vida existente. En la actualidad se pueden observar expresiones
de muerte en las hojas que caen de los árboles, las flores que se marchitan en
los jarrones, las mascotas inocentes que mueren en agonia y los seres queridos
que se nos van tan cruelmente. Nuestro mundo está lleno de sufrimiento y
lágrimas sin enjugar.
Con la añoranza de un mundo mejor, la gente ha retratado muchos "paraísos"
en los que le gustaría vivir. Por ejemplo, en 1933 el novelista inglés James Hilton
lanzó su libro Horizontes perdidos, que unos años después se convirtió en una
película con el mismo título. La película refleja la difícil situación de un avión
que se queda sin combustible y finalmente se estrella contra las montañas del
Himalaya cubiertas de nieve. El piloto muere en el accidente, pero un grupo
de tibetanos saca de entre los restos a los pocos sobrevivientes y los escoltan
hasta el paradisíaco valle de Shangri-La. Aislados del mundo exterior, los habi­
tantes crecen en amor y sabiduría, y llevan una vida casi inmortal de armonía
y alegría duraderas.
Por supuesto, esto solo es ficción.
Como seres humanos mortales, necesitamos seguridad en el presente y
esperanza para el futuro. Como bien afirmó el teólogo suizo Emil Brunner, "el
oxígeno es a los pulmones lo que la esperanza para el sentido de la vida. Si eli­
minas el oxígeno, hay muerte por asfixia; si quitas la esperanza, la humanidad
se constriñe por falta de aliento. Surge la desesperación, que presagia la parálisis
de los poderes intelectuales y espirituales por una sensación de insensatez y un
sinsentido existencia!. Así como el destino del organismo humano depende del
suministro de oxígeno, el destino de la humanidad depende de su suministro
de esperanza” (E. Brunner, Eternal Hope, p. 7). De hecho, la esperanza bíblica nos
sostiene durante las crisis existenciales que enfrentamos en nuestro camino
hacia la Eternidad.
En contraste con el Shangri-La ficticio de Horizontes perdidos, nuestra espe­
ranza de vida eterna "no [...] sigufe] fábulas artificiosas” (2 Ped. 1:16). Se basa en la
segura promesa divina de un mundo perfecto sin más lágrimas, dolor ni muerte
(Apoc. 21:1-5). Esta preciosa promesa inspiró a la iglesia apostólica, y muchos
cristianos la abrazaron y la atesoraron a lo largo de los siglos. Esta misma pro­

2
mesa no ha perdido su poder en ningún momento, y da
sentido y propósito a nuestra vida actual. Nos permite
mirar con confianza al futuro. Nos asegura que todos
nuestros seres queridos que murieron en Cristo final­
mente resucitarán de entre los muertos, para heredar
la vida eterna.
Esta Guía de Estudio de la Biblia trata el tema del
gran conflicto entre el bien y el mal desde la perspectiva
de dos grandes temas. Uno es el origen y la persistencia
del pecado y la muerte; el otro tema es la obra duradera
de Dios para resolver estos problemas y hacer que el mundo
vuelva a su condición perfecta original. También se hace
especial hincapié en la naturaleza mortal de los seres
humanos y en que la resurrección es lo que conduce a la
inmortalidad. En verdad, no debemos temer la muerte
porque Cristo murió por nosotros y venció el poder de la
muerte. De hecho, se nos asegura que él tiene "las llaves
de la muerte y de la tumba” (Apoc. 1:18, NTV).
Este trimestre exploraremos el doloroso tema de la
muerte, pero a través de la lente de la esperanza que
nos ofrece Jesús.

El Dr. Alberto R. Timm obtuvo su doctorado en Teología en la


Universidad Andrews. Actualmente es director asociado del
Patrimonio Ellen G. White y miembro de junta del Instituto de
Investigación Bíblica (BRICOM) y del Instituto de Investigación
de Geociencias (GRICOM). Anteriormente, se desempeñó como
director del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología
(SALT) en diversos campus.

J
CLAVE DE ABREVIATURAS
BEA Biblia de estudio Andrews
BLP La Santa Biblia, La Palabra
CBA Comentario bíblico adventista, 7 tomos
CC El camino a Cristo
Con Confrontation
CS El conflicto de los siglos
DHH La Santa Biblia, Dios habla hoy
DMJ El discurso maestro de Jesucristo
DTG El Deseado de todas las gentes
HAp Los hechos de los apóstoles
HHD Hijos e hijas de Dios
HR La historia de la redención
LBLA La Biblia de las Américas
MC El ministerio de curación
MGD La maravillosa gracia de Dios
MR Manuscript Releases, 21 tomos
MS Mensajes selectos, 3 tomos
MSV Maranata: El Señor viene
NTV La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente
NVI La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional
OE Obreros evangélicos
PDT La Biblia, Palabra de Dios para Todos
PE Primeros escritos
PP Patriarcas y profetas
PVGM Palabras de vida del gran Maestro
RVA La Santa Biblia, Reina-Valera Antigua
RVA-2OI5 La Santa Biblia, Reina-Valera Actualizada
RVR1995 La Santa Biblia, Reina-Valera Revisada 1995
svc La segunda venidayel cielo
TI Testimonios para la iglesia, 9 tomos
TLA • La Santa Biblia, Traducción en Lenguaje Actual
TM Testimonios para los ministros
VAAn La verdad acerca de los ángeles
Lección i: Para el i° de octubre de 2022

REBELIÓN EN UN UNIVERSO
PERFECTO
Sábado 24 de septiembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: i Juan 4:8,16; 47-16; Ezequiel 28:12-19;
Isaías 14:12-15; Apocalipsis 12.

PARA MEMORIZAR:
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por
tierra, tú que debilitabas a las naciones” (Isa. 14:12).

uchos pensadores han intentado explicar el origen del mal. Algunos

M sugieren que el mal siempre ha existido porque, a su modo de ver,


el bien únicamente puede apreciarse en contraste con el mal. Otros
creen que el mundo fue creado perfecto, pero de alguna manera surgió el mal.
Por ejemplo, en la mitología griega, el mal empezó cuando la curiosa Pandora
abrió una caja sellada de la que salieron todos los males del mundo. En cambio,
la Biblia enseña que nuestro Dios amante es todopoderoso (1 Crón. 29:10,11) y
perfecto (Mat. 5:48). Todo lo que hace debe ser igualmente perfecto (Deut. 32:4),
incluyendo la creación de nuestro mundo. Entonces, ¿cómo pudieron surgir el
mal y el pecado en un mundo perfecto? Según Génesis 3, la caída de Adán y de
Eva introdujo el pecado, la maldad y la muerte.
Pero, esa respuesta plantea otro problema. Aun antes de la Caída, el mal ya
existía, como lo manifestó la "serpiente” que engañó a Eva (Gén. 3:1-5). Por lo
tanto, necesitamos remontarnos incluso hasta antes de la Caída para dar con
la fuente y los orígenes del mal, que tanto domina nuestra existencia actual y
que a veces puede hacer que sea sumamente miserable.

5
Lección i | Domingo 25 de septiembre

LA CREACIÓN, UNA EXPRESIÓN DE AMOR ;r


La naturaleza en su condición actual transmite un mensaje ambiguo que
entremezcla el bien y el mal. Los rosales pueden producir rosas hermosas y
fragantes, pero también espinas dañinas y dolorosas. Un tucán puede impre­
sionarnos con su belleza y luego desanimarnos cuando ataca el nido de otras
aves y se come sus frágiles polluelos; incluso los seres humanos, que pueden ser
amables y de un momento a otro odiosos e incluso violentos. No es de extrañar
que, en la parábola del trigo y la cizaña, los siervos le preguntaran al dueño del
campo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene
cizaña?” (Mat. 13:27). Y el dueño respondió: "Un enemigo ha hecho esto” (Mat.
13:28). Asimismo, Dios creó el Universo perfecto, pero un enemigo lo profanó
con las misteriosas semillas del pecado.

Lee 1 Juan 4:8 y 16. La certeza de que "Dios es amor” ¿qué nos puede
decir acerca de la naturaleza de sus actividades creadoras?

El hecho de que “Dios es amor” (r Juan 4:8,16) transmite al menos tres im­
plicaciones básicas. En primer lugar, por naturaleza, el amor no puede existir
encerrado en sí mismo, sino que debe expresarse. (¿Qué clase de amor no se
expresa?) El amor de Dios se comparte internamente entre las tres Personas de
la Deidad y externamente en su relación con todas sus criaturas. En segundo
lugar, todo lo que Dios hace es una expresión de su amor incondicional e in­
mutable. Esto incluye sus obras creadoras, sus acciones redentoras, e incluso
las manifestaciones de sus juicios punitivos. En realidad, “el amor de Dios ha
sido expresado en su justicia no menos que en su misericordia. La justicia es
el fundamento de su Trono y el fruto de su amor” (DTG 724). Y, en tercer lugar,
puesto que Dios es amor y todo lo que hace expresa su amor, él no puede ser el
originador del pecado, que está en oposición directa a su propio carácter.
Pero, francamente, Dios ¿necesitaba crear el Universo? Desde la perspectiva
de su soberanía, se podría decir que no, porque fue una decisión de su libre
albedrío. Pero, desde la perspectiva de su naturaleza amante, él deseaba un
Universo como medio para expresar su amor. Y, qué asombroso que haya creado
algunas formas de vida, como a los seres humanos, que son capaces no solo de
responder al amor de Dios, sino también de compartir y expresar amor a Dios
y también a los demás. (Ver también Mar. 12:30,31.)

■ Observa el mundo creado a tu alrededor. ¿Dónde puedes ver reflejos del


amor de Dios, a pesar de los estragos del pecado? ¿Cómo podemos apren­
der a extraer lecciones de esperanza de la expresión del amor de Dios reve­
lado en la Creación?

6
Lunes 26 de septiembre | Lección 1

EL LIBRE ALBEDRÍO, EL FUNDAMENTO DEL AMOR


Lee 1 Juan 4:7 al 16. ¿Qué nos dice este pasaje sobre el libre albedrío como
condición para cultivar el amor?

Las flores artificiales pueden ser hermosas, pero no crecen ni florecen como
las reales. Los robots están preprogramados para hablar y realizar muchas tareas,
pero no tienen vida ni emociones. En realidad, la vida y el libre albedrío son
condiciones indispensables para que alguien reciba, cultive y comparta el amor.
Por eso, nuestro amoroso Dios creó a los ángeles (incluyendo a Lucifer) y a los
seres humanos con libertad para tomar sus propias decisiones; entre ellas, la
posibilidad de seguir un camino equivocado. En otras palabras, Dios creó todo
el Universo como un ambiente perfecto y armonioso para que sus criaturas
crecieran en amor y sabiduría.
En 1 Juan 4:7 al 16, el apóstol Juan subraya que "Dios es amor" y que nos ma­
nifestó su amor al enviar a su propio Hijo a morir por nuestros pecados. Como
resultado, debemos expresar nuestra gratitud por su amor infinito amándonos
unos a otros. Ese amor, de origen divino, sería la evidencia más convincente de
que Dios habita en nosotros y que nosotros permanecemos en él. Este llamado
a reflejar el amor de Dios unos por otros solo tiene sentido si va destinado a
criaturas que pueden elegir cultivar y expresar ese amor o, en cambio, vivir
una vida egocéntrica. Sin embargo, se puede abusar fácilmente de la libertad de
elección, un hecho triste demostrado en la trágica rebelión de Lucifer en el cielo.
Aunque reconocen la importancia del libre albedrío, algunos todavía se
preguntan: Si Dios sabía que Lucifer se rebelaría, ¿por qué lo creó? La creación de
Lucifer ¿no responsabiliza a Dios, en última instancia, por el origen del pecado?
Es muy difícil especular sobre esta pregunta porque depende de muchos
factores; entre ellos, el significado exacto de la palabra "responsable”. El origen y
la naturaleza del pecado son misterios que nadie puede explicar completamente.
Aun así, Dios no ordenó que existiera el pecado; solo permitió su existencia,
y luego, en la Cruz, tomó sobre sí el castigo máximo por ese pecado, lo que posi­
bilita que, finalmente, lo erradique. En todas nuestras dolorosas elucubraciones
sobre el mal, nunca debemos olvidar que Dios mismo pagó el precio máximo
por la existencia del pecado y del mal (ver Mat. 5:43-48; Rom. 5:6-11), y que él
sufrió por ellos más de lo que cualquiera de nosotros jamás sufrirá.

■ El libre albedrío, un regalo de Dios, es sagrado, pero conlleva poderosas


consecuencias, no solo para ti, sino también para los demás. ¿Qué decisio­
nes importantes estás a punto de tomar, haciendo uso de este don, y cuáles
serán las consecuencias de las decisiones que tomes?

7
Lección i | Martes 27 de septiembre

MISTERIOSA INGRATITUD
Lee Ezequiel 28:12 al 19. ¿Qué podemos aprender de este pasaje sobre el
misterioso origen del pecado?

Gran parte del libro de Ezequiel se escribió en lenguaje simbólico relativo al


tiempo del fin. En muchas ocasiones, se utilizan entidades específicas (como
personas, animales y objetos) y eventos locales para representar y describir
realidades cósmicas o históricas más amplias. En Ezequiel 28:1 al 10, el Señor se
refirió al rey de Tiro (Tiro era una antigua y próspera ciudad portuaria fenicia)
como un gobernante rico y orgulloso, que era solo un "hombre” pero que decía
ser un dios y que hasta se sentaba (según él) en el trono de los dioses.
Luego, en Ezequiel 28:12 al 19, esta realidad histórica se convierte en una
analogía que describe la caída original de Lucifer en los atrios celestiales. En­
tonces, el rey de Tiro, que era un ser humano que vivía "en medio de los mares”
(Eze. 28:2, 8), ahora representa al "querubín grande, protector” (Eze. 28:14) que
vive "en Edén, en el huerto de Dios” y "en el santo monte de Dios" (Eze. 28:14).
Una declaración crucial en todo el relato se encuentra en Ezequiel 28:15, que
dice: "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta
que se halló en ti maldad". Por lo tanto, cabe destacar que la perfección de Lucifer
incluía el potencial para el mal, y eso se debía a que, como ser moral, Lucifer
poseía libre albedrío, parte de lo que significa ser un ser perfecto.
En realidad, Lucifer fue creado perfecto, lo que incluía su capacidad para
elegir libremente. No obstante, al abusar de esa perfección por el uso indebido
de su libre albedrío, se corrompió al considerarse más importante de lo que
realmente era.
Lucifer ya no estaba satisfecho con la forma en que Dios lo había creado y
honrado, y abandonó su gratitud por Dios y deseó recibir más reconocimiento
del que realmente merecía. ¿Cómo pudo suceder esto con un ser angelical per­
fecto que vivía en un Universo perfecto? Es un misterio, como ya se mencionó.
"El pecado es algo misterioso e inexplicable. No hay razón para su exis­
tencia. Intentar explicarlo nos llevaría a tratar de encontrar una razón y un
justificativo. El pecado apareció en un Universo perfecto, algo que se muestra
inexcusable" (VAAn 33).

■ En 1 Tesalonicenses 5:18, Pablo dice que debemos dar gracias "en todo".
¿Cómo pueden estas palabras ayudarnos a superar cualquier sentimiento
de ingratitud y autocompasión, especialmente en tiempos difíciles?

8
Miércoles 28 de septiembre | Lección 1

EL PRECIO DEL ORGULLO


En las Escrituras, afloran dos temas o motivos predominantes que compiten
entre sí. Uno es el tema de Salem, el monte Sion, Jerusalén y la Nueva Jerusalén,
que representa el Reino de Dios. El otro es el tema de Babel y Babilonia, que
representa el falso dominio de Satanás. Varias veces Dios llamó a su pueblo a
salir de la Babilonia pagana para servirlo en la Tierra Prometida.
Por ejemplo, se le pidió a Abram (posteriormente Abraham) que saliera de Ur
de los caldeos a la tierra de Canaán (Gén. 11:31-12:9). Al final de su largo exilio,
los judíos dejaron Babilonia y regresaron a Jerusalén (Esd. 2). Y en el libro de
Apocalipsis, se llama al pueblo de Dios a salir de la Babilonia del tiempo del
fin (Apoc. 14:8), para finalmente morar con él en el Monte Sion y la Nueva
Jerusalén (Apoc. 14:1; 21:1-3,10).

Lee Isaías 14:12 al 15. ¿Qué consecuencias trascendentales para el Uni­


verso y para este mundo produjo el orgullo de Lucifer mientras estaba en
el cielo?

En la Biblia, la ciudad de Babilonia representa un poder en oposición directa


a Dios y su Reino; y el rey de Babilonia (con especial alusión a Nabucodonosor)
llega a ser un símbolo de orgullo y arrogancia. Dios había revelado al rey Na­
bucodonosor que Babilonia era solo la cabeza de oro de la gran imagen con los
sucesivos imperios (Dan. 2:37, 38). En abierto desafío a la revelación de Dios, el
rey forjó una imagen totalmente de oro, símbolo de que su reino duraría para
siempre, y hasta exigió que todos la adoraran (Dan. 3). Como en el caso del rey de
Tiro (Eze. 28:12-19), el rey de Babilonia también llegó a ser un símbolo de Lucifer.
Isaías 14:3 al n describe la caída del altivo y opresivo rey de Babilonia. Luego,
Isaías 14:12 al 15 pasa del ámbito histórico a los atrios celestiales, y destaca que
un espíritu orgulloso y arrogante similar generó la caída original de Lucifer.
El pasaje explica que Lucifer planificó exaltar su trono sobre todas las huestes
celestiales y hacerse "semejante al Altísimo” (Isa. 14:14). Este fue el comienzo
de una situación nueva y hostil en la que el amor altruista y la cooperación de
Dios se verían desafiados por el egoísmo y la competitividad de Lucifer. El ene­
migo no temió acusar a Dios de lo que él mismo era y difundir sus mentiras a
los demás ángeles. Estos son los misteriosos orígenes del mal en el Universo.

■ ¿Por qué es tan fácil enorgullecemos y jactarnos de nuestros cargos o lo­


gros, o de ambas cosas? Tener presente la Cruz ¿cómo evita que caigamos
en esa trampa?
Lección i | Jueves 29 de septiembre

LA PROPAGACIÓN DE LA INCREDULIDAD
Lee Apocalipsis 12. ¿Qué enseña este capítulo sobre la propagación de
la rebelión desde el cielo hasta la Tierra?

La caída de Lucifer no fue una simple confrontación de ideas contradictorias.


Apocalipsis 12 nos dice que estalló una gran guerra en el cielo entre Lucifer y sus
ángeles por un lado, y Cristo y sus ángeles por el otro. En este pasaje, a Lucifer
se lo llama “el gran dragón", la "serpiente antigua”, el “diablo y Satanás" y “el
acusador de nuestros hermanos” (Apoc. 12:9,10). A Cristo se lo llama “Miguel”
(Apoc. 12:7), que significa “Quién es como Dios”.
Algunos intérpretes se basan en la alusión al "arcángel Miguel” (Jud. 9) para
afirmar que es solo un ser angelical. Pero, en el libro de Daniel, cada visión im­
portante culmina con Cristo y su Reino eterno: como la piedra cortada no con
mano (Dan. 2:34,45); el Hijo de hombre (Dan. 7:13); el Príncipe de los ejércitos y
el Príncipe de los príncipes (Dan. 8:11,25); y como Miguel, el gran Príncipe (Dan.
12:1). Por lo tanto, como el Ángel de Jehová es Dios mismo (Éxo. 3:1-6; Hech.
730-33; etc.), Miguel debe ser la misma Persona divina; es decir, Cristo mismo.
Apocalipsis 12 ofrece una descripción general de este conflicto vigente,
que (1) comenzó en el cielo con la rebelión de Lucifer y un tercio de los ángeles
celestiales, (2) culminó con la victoria decisiva de Cristo en la Cruz, y (3) aún
continúa contra el pueblo remanente de Dios del tiempo del fin.
Al reflexionar sobre el comienzo de este conflicto, Elena de White explica
que, "en su gran misericordia, Dios soportó pacientemente a Lucifer por mucho
tiempo. Este no fue expulsado inmediatamente de su puesto elevado cuando
se dejó arrastrar primero por el espíritu de descontento, ni tampoco cuando
empezó a presentar sus falsos asertos ante los ángeles leales. Fue retenido por
mucho tiempo en el cielo. Varias y repetidas veces se le ofreció el perdón con
la condición de que se arrepintiese y sometiese" (CS 486).
No sabemos cuánto duró esa guerra en el plano celestial. Al margen de
su intensidad y duración, el aspecto más importante de toda la lucha es que
Satanás y sus ángeles “no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el
cielo” (Apoc. 12:8; ver también Luc. 10:18). El problema ahora, por supuesto, es
que vinieron aquí, a la Tierra.

■ ¿Cómo podemos ver la realidad de esta batalla que se desarrolla en la Tie­


rra? ¿Cuál es nuestra única esperanza de vencer a nuestro enemigo en esta
batalla?

10
Viernes 30 de septiembre | Lección 1

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, "El origen del mal”, pp. 11-23;
El conflicto de los siglos, "El origen del mal y del dolor”, pp. 483-495.
“No había esperanza posible para la redención de quienes [Satanás y sus
ángeles] habían presenciado y disfrutado de la inexpresable gloria del cielo, y
habían visto la terrible majestad de Dios, y en presencia de toda esta gloria se
habían rebelado contra él. No hubo ninguna exhibición nueva ni maravillosa
del exaltado poder de Dios que pudiera impresionarlos tan profundamente
como las que ya habían experimentado. Si pudieron rebelarse en la misma pre­
sencia de una gloria inexpresable, no podían ser puestos en una condición más
favorable para ser probados. No había reserva de poder, ni mayores alturas ni
profundidades de gloria infinita para dominar sus celosas dudas y sus rebeldes
murmuraciones. Su culpa y su castigo debián ser proporcionales a sus exaltados
privilegios en las cortes celestiales" (Con 21).
“Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la
caída del hombre por causa del poder seductor del apóstata. Dios no ordenó
que el pecado existiese, sino que previo su existencia, e hizo provisión para
enfrentar la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo que se
comprometió a dar a su Hijo unigénito, 'para que todo aquel en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16)” (DTG 14).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. En clase, diluciden la pregunta de si Dios es el responsable último del
origen y la existencia del mal en nuestro mundo. ¿Cómo podríamos tra­
tar de responder a esa acusación?
2. ¿Cómo encaja la Cruz con nuestra percepción de toda esta cuestión del
mal? ¿Por qué la Cruz y lo que sucedió allí deben ser fundamentales para
cualquier interpretación del origen del mal?
3. Después de tantos milenios de pecado y sufrimiento en nuestro mundo,
Satanás debería ser plenamente consciente de las trágicas consecuen­
cias de su rebelión. Entonces, ¿por qué sigue rebelándose contra Dios?
4. En Mateo 5:43 al 48, Cristo habla del amor incondicional de Dios por to­
dos los seres humanos como el modelo para todas nuestras interaccio­
nes. ¿Cómo puedes seguir más de cerca este patrón con tu familia y tu
iglesia?
5. El apóstol Pedro nos advierte que "el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8). Lee también Efesios 6:10
al 20. ¿Cómo podemos vencer las "asechanzas del diablo” (Efe. 6:ri)?
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Textos clave: Isaías 14:12-15; Ezequiel 28:11-19.


Dios es amor. Por este amor, él creó un Universo lleno de armonía, paz,
alegría y más amor. Llenó el espacio del Universo con seres que fueron creados
para crecer en felicidad, servicio y amor. Sin embargo, una rebelión ilógica en
el cielo contra el Creador (a quien acusaban de exigir una estricta obediencia)
trastornó este orden perfecto. Es más, las elevadas normas del Creador llegaron
a interpretarse como peticiones de un tirano. La ley del amor se tergiversó como
una restricción de la libertad. El resultado: hubo guerra en el cielo (Apoc. 12:7).
Lo que antes era inconcebible se convirtió en una trágica realidad. La sabia y
hermosa criatura, el querubín protector ungido (hebreo: keruv mimshaj hasojej;
Eze. 28:14), llamado "Lucero, hijo de la mañana" (hebreo: helel ben-shájar; Isa.
14:12) -traducido también como "lucero del amanecer", "estrella luciente" o "hijo
de la aurora"- se rebeló contra el Creador eterno, santo, bondadoso y amante, y
formuló acusaciones injustificadas en su contra para autoexaltarse. El egocen­
trismo, el encanto, las mentiras, el engaño y el egoísmo de Lucifer disociaron a
los ángeles y destruyeron la paz perfecta del cielo.
Dios, en su infinita sabiduría, reaccionó respetando la decisión de Lucifer, y de
esta forma permitió que todos los seres inteligentes comprendieran la naturaleza
destructiva del mal, que a primera vista podría parecer atractivo. Básicamente, un
ser creado atacó a su Creador, y surgió el desorden. El que debería haber protegido
el gobierno de Dios y su Ley estaba trastornando sus principios de respeto y amor
de una manera tan astuta que hasta los ángeles se confundieron en su lealtad a
Dios. Dios, al aceptar la decisión individual, demostró que respetaba la libertad
personal pero que no podía condonar la destrucción de la vida, sus valores y sus
principios de bondad.

COMENTARIO

El misterio del origen del mal


El origen del mal está rodeado de uno de los mayores enigmas. Por un lado,
"el misterio de la iniquidad" está en acción (2 Tes. 2:7); y por otro lado, "el misterio
de la piedad" (1 Tim. 3:16) trae una solución al problema del mal. El orgullo de
Lucifer fue derrotado por la humildad del Señor Jesucristo en carne humana (Fil.
2:6-11). Debido a su poder moral y a su amor abnegado, Jesús obtuvo la victoria
sobre Satanás, a pesar de que físicamente se volvió más débil.
El mal es irracional y está plagado de desorden; por lo tanto, es imposible
encontrar una explicación lógica para su existencia. No hay motivo para ello.
Isaías 14 describe las circunstancias de la caída de Satanás (no su causa), a saber:
el orgullo; y Ezequiel simplemente declara que el querubín ungido era perfecto/
sin mancha desde su creación hasta que "se halló en [él] maldad" (Eze. 28:15).

12
Material auxiliar para el maestro // Lección 1

Al desconectarse de Dios, Satanás rompió su relación con él y, por consiguiente,


se aisló de la única Fuente de vida, lo que lleva a la muerte. Todas las criaturas,
incluyendo a los ángeles celestiales y a los seres humanos de la Tierra, fueron
creadas totalmente dependientes de Dios. Únicamente manteniendo esa relación
de amor y cultivando la presencia de Dios se elimina el riesgo de desobediencia
y rebelión y se garantiza una vida abundante. El camino por seguir es conocer a
Dios y su carácter, apreciar su bondad y fomentar una actitud agradecida.
No había razón para la rebelión en el Universo perfecto gobernado por el
amor. No había ningún defecto que hiciera necesario mejorar el tipo de gobierno
de Dios. Podemos describir las circunstancias, cuándo y qué sucedió, pero nunca
podremos encontrar una excusa para la rebelión, porque no existía justificación
para ella. Dios permitió el mal porque eligió no crear autómatas ni robots, sino
seres con libre albedrío para que pudieran amar libremente.

Ningún dualismo del bien y del mal


No creemos que el Universo esté regido por dos dioses rivales: por un lado,
el Dios vivo, que es el Dios del bien, y por otro lado, Lucifer, el dios del mal. Este
dualismo es ajeno a la revelación bíblica y no es compatible con su enseñanza.
Las Escrituras atestiguan que Dios creó una criatura excepcionalmente gloriosa
y sabia ("Tú eras el modelo de la perfección, lleno de sabiduría y de exquisita
belleza" [Eze. 28:12, NTV],) que luego se rebeló contra su Creador. Así, Lucifer, la
creación irreprensible de Dios, se convirtió en Satanás. El apóstol Juan describe
al adversario en los siguientes términos: "Aquella serpiente antigua que se llama
Diablo y Satanás, y que engaña al mundo entero" (Apoc. 12:9, NVI). ¡Qué pensa­
miento más increíble e impactante! El que estaba en la misma presencia de Dios,
que estaba en el Edén celestial, en el Santuario celestial, esa misma persona se
rebeló contra el Dios de amor. Las impresionantes acciones contra su Creador
parecen irreales: la criatura se atrevió a oponerse a su Rey y Comandante en jefe.
Y, por consiguiente, sucedió algo misterioso. El que fuera creado perfecto,
el que estaba dotado de muchos talentos, el que ocupaba el puesto más alto en
el cielo después de Cristo, se puso en contra de su Creador. El profeta Ezequiel
declara: "Desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable, hasta
que la maldad halló cabida en ti" (Eze. 28:15, NVI). ¡Qué paradoja! El querubín
protector, en vez de proteger el orden de Dios, menospreció su Ley. Recuerda
que en la Biblia encontramos querubines en Ezequiel 1 y 10 (cuatro seres vivientes
son querubines, ver Eze. 10:15), y están estrechamente relacionados con Dios, y lo
acompañan ¡da y vuelta en su viaje al Templo de Jerusalén (Eze. 10:4, 5; 11:22,23).
En el Tabernáculo, los querubines protectores estaban en el Lugar Santísimo sobre
el Propiciatorio, debajo del cual se encontraba el Decálogo (Éxo. 25:18-22). Los
querubines simbolizaban la protección del orden y de la Ley de Dios. Sin embargo,
Lucifer abusó de su posición privilegiada, para luchar contra la autoridad de Dios.

13
Lección i // Material auxiliar para el maestro

Actividades de Lucifer
Ezequiel 28:15 declara que en el querubín ungido se halló "maldad", o "ini­
quidad" (LBLA). El término hebreo es ’avlá, que significa "injusticia”. El que era
perfecto y que debía guardar la integridad de la Ley de Dios para garantizar el
gobierno celestial acusó a Dios de no ser bueno ni justo; es decir, de ser injusto.
¡Acusaciones muy inicuas! El término "contrataciones" (Eze. 28:16), en hebreo,
es rejulá y deriva de la raíz rajal, que significa "proceder" o "ir de uno a otro", ya
sea para (1) comerciar o (2) chismear/calumniar. El contexto pone en evidencia
que no es el comercio ni los negocios lo que está en mente aquí, porque sería el
único lugar de la Biblia hebrea donde el comercio sería algo pecaminoso, y eso no
tiene sentido. Por lo tanto, la palabra más bien sugiere que el querubín protector
andaba dando vueltas vueltas chismeando sobre Dios, acusándolo de injusticia,
chismeando sobre su carácter y esparciendo mentiras. Lucifer sembró descon­
fianza e incredulidad, y logró que otros dejaran de creer y seguir al Dios amoroso.
Isaías describe los motivos de Lucifer en términos de orgullo. Su arrogancia era
tan fuerte que quería ser igual a Dios, sentarse en el Trono de Dios, hacerse rey
y elevarse a la posición de deidad (Isa. 14:13). ¡Qué arrogancia tan increíble!
El profeta Isaías describe la caída de Lucifer desde el cielo en tiempo pasado
(Isa. 14:12). Ezequiel afirma que fue arrojado "en deshonra de la montaña de
Dios" y fue expulsado [Eze. 28:16, NTV]). A continuación, Ezequiel revela lo que
sucedió en el corazón de Lucifer, es decir, cómo pecó en su mente al cultivar el
orgullo. Observa atentamente la naturaleza de sus cinco grandes declaraciones
autorreferenciales: (1) "Subiré al cielo”; (2) "en lo alto [...] levantaré mi trono";
(3) "en el monte del testimonio me sentaré"; (4) "sobre las alturas de las nu­
bes subiré" y (5) "seré semejante al Altísimo" (Isa. 14:13,14; énfasis añadido).
Esta autoexaltación en el corazón de Lucifer se confirma en Ezequiel 28:17: "Se
enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa
de tu esplendor". Finalmente, después de esta autoglorificación, su destrucción
completa se presenta en tiempo futuro: "En cambio, serás bajado al lugar de los
muertos [el sepulcro], a las profundidades más hondas" (Isa. 14:15, NTV). El pro­
feta Ezequiel coincide en que Jehová exterminará a Lucifer, quien se convirtió en
Satanás, el adversario. Su aniquilación es tan cierta que Ezequiel utiliza el tiempo
perfecto profético para expresar esa certeza: “Yo, pues, saqué fuego de en medio
de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los
que te miran. [...] espanto serás, y para siempre dejarás de ser" (Eze. 28:18,19).

Solo la dependencia de Dios da la victoria


Recuerda, Satanás no podía ser derrotado mediante argumentos ni poder, sino
solo por alguien "más débil" que él. Esta es la razón de la Encarnación. En el libro
de Apocalipsis, el dragón y diferentes bestias fueron derrotados por el Cordero;
algo totalmente inaudito en el mundo natural. Pero, la fuerza moral del amor y la
verdad de Cristo conquistaron al mundo, y él obtuvo la victoria sobre Satanás y

14
Material auxiliar para el maestro // Lección i

sus poderes. Jesús, que nació como un ser humano frágil, derrotó a Satanás por
su pureza, obediencia y entrega total al Padre. Su vida inmaculada y abnegada, su
sufrimiento por nosotros y su muerte victoriosa en la Cruz condenaron y firmaron
la destrucción de Satanás. Ahora es solo cuestión de tiempo hasta que Satanás
sea ejecutado y el Gran Conflicto termine.

APLICACIÓN A LA VIDA
Piensa y responde las siguientes preguntas:
1. En cuanto al origen del mal: ¿Por qué un Dios amoroso y bondadoso per­
mitió la existencia del mal? ¿Es Dios responsable de la existencia del mal?
Explica. ¿Por qué decidió el Señor, en su infinita sabiduría, no destruir a
Lucifer inmediatamente cuando los malos pensamientos se originaron
en su corazón? O ¿por qué Dios no destruyó a Lucifer inmediatamente
después de que comenzó a trabajar en secreto contra el gobierno divino,
para así evitar que la rebelión se extendiera ampliamente?
2. En cuanto a la descripción de lo que sucedió en el cielo: ¿En qué otros
términos puedes describir el orgullo y el accionar de Lucifer? ¿Quién sufrió
más en esta situación de rebeldía? ¿Podría Dios haber reaccionado de
manera diferente ante Satanás para garantizar una solución duradera a la
existencia del mal? Justifica tu respuesta. ¿Cómo fue derrotado Satanás?
3. En cuanto a vencer el orgullo: La historia de Lucifer es una advertencia
seria para que no caigamos en actividades y comportamientos igualmente
incorrectos. Si el orgullo es tan engañoso, ¿cómo podemos estar en guardia
para no caer en su trampa mortal y ser engañados por su "gloria" y éxito?
Explica cómo es que la envidia, el egoísmo y el orgullo van de la mano a
la hora de destruir relaciones significativas.
4. Con respecto a cambiar el comportamiento de alguien: ¿Cómo puedes
ayudar a los Orgullosos (los que no escuchan razones, están poseídos
por la autoexaltación y el egoísmo, y solo se miran a sí mismos y a sus
propios intereses) a que se humillen? ¿Cómo puedes ser un pacificador o
un agente de reconciliación para transformar una atmósfera venenosa a
tu alrededor y proponer la solución en medio de la tensión, la envidia, la
incomprensión y las acusaciones?
Lección 2: Para el 8 de octubre de 2022

MUERTE EN UN MUNDO
PECAMINOSO
Sábado i° de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 2:16,17; 3:1-7; Salmo 115:17;
Juan 5:28, 29; Romanos 5:12; 2 Corintios 5:21.

PARA MEMORIZAR:
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pe­
cado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron" (Rom. 5:12).

uando Dios el Padre le confirió un honor especial a Cristo y anunció que

C juntos crearían este mundo, "Lucifer estaba envidioso y tenía celos de


Jesucristo” (HR16), y conspiró contra él.
Como fue expulsado del cielo, Satanás decidió "destruí r la felicidad de Adán
y de Eva” en la Tierra, y así "causar tristeza en el cielo”. Imaginó que "si de al­
guna manera podía inducirlos [a Adán y a Eva] a desobedecer, Dios haría algo
para perdonarlos; entonces él y todos los ángeles caídos dispondrían de una
buena oportunidad para compartir con ellos la misericordia de Dios” (HR 29,
30). Plenamente consciente de la estrategia de Satanás, Dios advirtió a Adán y
a Eva que no se expusieran a la tentación (Gén. 2:16,17). Esto significa que, aun
cuando el mundo todavía era perfecto e inocente, ya había claras restricciones
para que los seres humanos las obedecieran.
Esta semana reflexionaremos sobre la caída de Adán y de Eva, sobre cómo
el pecado y la muerte se apoderaron de este mundo y cómo Dios plantó una
semilla de esperanza para la humanidad ya desde el Edén.
Domingo 2 de octubre | Lección 2

DECLARACIONES EN TENSIÓN
El mundo, tal como salió de Dios, era perfecto (Gén. 1:31). La muerte era una
experiencia desconocida para Adán y Eva. En ese contexto, Dios vino al Jardín
del Edén y les advirtió: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol
de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás" (Gén. 2:16,17).

¿Cómo se muestra la realidad del libre albedrío en la perfección del Edén,


según Génesis 2:16, y 17? Es decir, ¿por qué Dios necesitaba advertirles, si
no podían elegir libremente?

Tiempo después de esta advertencia de Dios, Satanás adoptó la forma de


una serpiente y también entró en el Edén. Eva observó que la serpiente comía
alegremente el fruto prohibido sin que muriera. "Él mismo había comido de ese
fruto prohibido" (PP 34), y no le había sucedido nada.

Lee Génesis 3:1 al 4- Ponte en el lugar de Eva, ¿por qué esas palabras
podrían sonar convincentes?

Desde la perspectiva de la lógica humana, el argumento de la serpiente


podría sonar mucho más convincente que la palabra dada por Dios. En primer
lugar, no había ninguna evidencia en el mundo natural, hasta ese entonces, de
la existencia del pecado ni de la muerte. En segundo lugar, la serpiente efecti­
vamente estaba comiendo el fruto prohibido, y lo disfrutaba mucho. Entonces,
¿por qué Eva debería abstenerse de hacer lo mismo? El mandato de Dios parecía
ser demasiado restrictivo y absurdo.
Desafortunadamente, al decidir entre las dos declaraciones contrapuestas,
Eva ignoró tres principios básicos: (1) la razón humana no siempre es la forma
más segura de evaluar los asuntos espirituales; (2) la Palabra de Dios puede pa­
recemos ilógica y sin sentido, pero siempre es correcta y digna de confianza; y
(3) hay cosas que no son ni malas ni incorrectas en sí, pero Dios las ha elegido
como prueba de obediencia.
La experiencia de Eva en el Jardín del Edén no es un caso único. Todos los
días y en todo momento debemos decidir entre la Palabra de Dios (que para
muchos puede ser impopular) y los atractivos seductores de la cultura que nos
rodea. Nuestras decisiones tendrán consecuencias eternas.

■ ¿En qué formas la clara enseñanza de la Biblia entra en conflicto con los
caminos del mundo?

17
Lección 2 | Lunes 3 de octubre

EL ENGAÑO DE LA SERPIENTE
Lee Génesis 3:1 al 7. ¿Qué criterio utilizó Eva para decidir entre la Palabra
de Dios y la de la serpiente?

Génesis 3 es uno de los ejemplos más claros de la psicología de la tentación.


Dios había advertido a Adán y a Eva que, si comían del fruto prohibido, inexora­
blemente morirían (Gén. 2:16,17). Al asumir la forma de una serpiente, Satanás
utilizó varias estrategias retóricas para inducir a Eva al pecado.
En primer lugar, generalizó la prohibición específica de Dios. Le preguntó:
"¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?” (Gén.
3:1, NVI). Eva contraargumentó que la prohibición se refería solo a ese árbol
específico, porque si alguna vez comían de él o lo tocaban, morirían.
Entonces, Satanás contradijo la declaración de Dios. Afirmó categóricamente:
"Ciertamente no morirán" (Gén. 3:4, RVA-2015).
Y finalmente, Satanás acusó a Dios de ocultarles deliberadamente a ella y a
su esposo información esencial. El engañador argumentó: “Sino que sabe Dios
que el día que comáis de él [el fruto prohibido], serán abiertos vuestros ojos, y
seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gén. 3:5).
La curiosidad de Eva la llevó al terreno encantado de Satanás. Allí se vio
obligada a decidir entre permanecer fiel al mandato restrictivo de Dios o aceptar
los seductores encantos de Satanás. Como dudó de la palabra expresa de Dios,
utilizó sus propios sentidos, el método empírico, el de la observación personal,
para decidir entre las dos declaraciones en conflicto.
En primer lugar, vio que, desde una perspectiva nutricional, “el árbol era
bueno para comer". En segundo lugar, desde un punto de vista estético, vio que
“era agradable a los ojos”. En tercer lugar, a partir de un análisis lógico, el árbol
era "codiciable para alcanzar la sabiduría”. Por lo tanto, en su mente, sin duda
tenía buenas razones para hacer caso a las palabras de la serpiente y comer del
árbol prohibido. Desgraciadamente, esto es lo que hizo.
Algunos argumentan que todas las formas de conocimiento son válidas,
siempre y cuando retengamos “lo bueno” (1 Tes. 5:21). Pero las trágicas experien­
cias de Adán y de Eva en el Jardín del Edén demuestran que el conocimiento
en sí puede ser muy perjudicial. Hay algunas cosas que, de hecho, es mejor que
no sepamos.

■ ¿Qué nos enseña este relato sobre lo fácil que es racionalizar y justificar
nuestras decisiones pecaminosas?

18
Martes 4 dé octubre | Lección 2

“NO MORIRÉIS”
Lee Génesis 3:4. ¿De qué formas diferentes se ha repetido esta mentira
a lo largo de los siglos?

Una poderosa manifestación de esta mentira se encuentra en la creencia


común de la inmortalidad del alma. Esta noción era la base de muchas religiones
y filosofías antiguas. En el antiguo Egipto, motivó las prácticas de momificación
y la arquitectura funeraria, como se observa en las pirámides.
Esta teoría también se convirtió en uno de los principales pilares de la fi­
losofía griega. Por ejemplo, en La república, de Platón, Sócrates le pregunta a
Glaucón: "¿No eres consciente de que nuestra alma es inmortal y nunca perece?"
En Fedón, de Platón, Sócrates razona en un tono similar, al decir que "el alma es
inmortal e imperecedera, y nuestras almas realmente existirán en el Hades”.
Estos conceptos filosóficos dieron forma a gran parte de la cultura occidental
e incluso al cristianismo posapostólico. Pero se originaron mucho antes, ya en
el Jardín del Edén, con el mismo Satanás.
En el punto central de la tentación edénica, Satanás le aseguró a Eva: "Cier­
tamente no morirán” (Gén. 3:4, RVA-2015). Con esta enfática afirmación, Satanás
puso su palabra por encima de la palabra de Dios.

En contraste con la inmortalidad del alma, ¿qué enseñan estos versícu­


los y cómo pueden usarse para contrarrestar esta mentira? Salmo 115:17;
Juan 5:28, 29; Salmo 146:4; Mateo 10:28; 1 Corintios 15:51-58.

La teoría satánica de la inmortalidad natural del alma ha persistido incluso


en nuestro mundo moderno. Los libros, las películas y los programas de televi­
sión han seguido promoviendo la idea de que, cuando morimos, simplemente
pasamos a otro estado consciente. ¡Qué lamentable es que este error se proclame
también en muchos púlpitos cristianos! Incluso la ciencia se ha entremetido.
Hay una fundación, en los Estados Unidos, que intenta crear tecnología que,
según afirma, nos permitirá comunicarnos con los muertos, de quienes cree
que todavía están vivos pero que existen como PPM, "personas posmateriales".
Con este error tan extendido, no es de extrañar que este engaño desempeñe un
papel crucial en los acontecimientos finales de la historia humana.

■ ¿De qué manera se manifiesta esta mentira en tu cultura? ¿Por qué debe­
mos confiar en la Palabra de Dios a pesar de lo que nos digan nuestros
sentidos?

19
Lección 2 | Miércoles 5 de octubre

CONSECUENCIAS DEL PECADO


Según Génesis 3:7 al 19 y Romanos 5:12, ¿cuáles fueron las principales
consecuencias del pecado?

Cautivada por el persuasivo discurso de la serpiente, Eva no previo las graves


consecuencias del curso que estaba siguiendo. En sí, el acto de comer del fruto
prohibido no era tan significativo como lo que realmente representaba. Con
ese acto de desobediencia, Eva puso fin a su lealtad a Dios y comenzó a ser leal
a Satanás.
Génesis 3 describe la caída de Adán y de Eva y algunas de sus consecuencias
más trágicas. Desde una perspectiva teológica, ambos contrajeron teofobia (tener
miedo de Dios) y se escondieron de él (Gén. 3:8). Desde una evaluación psicoso-
cial, se avergonzaron de sí mismos y comenzaron a acusarse mutuamente (Gén.
37,9-i3)- Desde un punto de vista físico, sudarían, sentirían dolor, y finalmente
morirían (Gén. 3:16-19). Y, desde una perspectiva ecológica, el mundo natural
se iría degenerado (Gén. 3:17,18).
El Jardín del Edén ya no era el lugar hermoso y agradable que solía ser.
"Cuando vieron en la caída de las flores y las hojas los primeros signos de la
decadencia, Adán y su compañera se apenaron más profundamente de lo que
hoy se apenan los hombres que lloran a sus muertos. La muerte de las delicadas
y frágiles flores fue en realidad un motivo de tristeza; pero cuando los bellos
árboles dejaron caer sus hojas, la escena les recordó vivamente la dura realidad
de que la muerte es el destino de todo lo que tiene vida" (PP 41).
Adán y Eva no murieron inmediatamente, en el sentido de dejar de existir,
sino que ese mismo día recibieron su sentencia de muerte. El Señor dijo a Adán:
“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque
de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Gén. 3:19). De hecho,
la Caída tuvo trágicas consecuencias para toda la humanidad. El apóstol Pablo
explica que, "como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado
la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”
(Rom. 5:12).
Lo triste y doloroso es que, así como la humanidad sufrió a lo largo de todas
las edades, hoy también sufrimos las consecuencias de lo que sucedió en el
Edén. Sin embargo, cuán agradecidos debemos estar porque, graciasajesúsy a
la Cruz, tenemos la esperanza de la vida eterna en un mundo donde el pecado
nunca volverá a surgir.

■ ¿Qué lecciones podemos aprender de la trágica experiencia de Eva y de las


consecuencias de nuestros actos pecaminosos?

20
Jueves 6 de octubre | Lección 2

LA PRIMERA PROMESA EVANGÉLICA


Lee Génesis 3:15 y 21. ¿Qué esperanza podemos encontrar en estos pa­
sajes para toda la humanidad?

Génesis 3 describe la terrible tragedia que invadió el mundo después de


la Caída. Todo cambió, y Adán y Eva pudieron ver el contraste entre lo que el
mundo había sido y en lo que se había convertido.
Pero, en medio de su frustración y desesperación, Dios les dio seguridad para
el presente y esperanza para el futuro. En primer lugar, maldijo a la serpiente
con una palabra de esperanza mesiánica. Declaró: "Pondré enemistad entre ti
y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y
tú le herirás en el calcañar” (Gén. 3:15).
La palabra "enemistad” (hebreo ’eva) implica no solo un conflicto cósmico
de larga duración entre el bien y el mal, sino también una repulsión personal
al pecado, que ha sido implantada por la gracia de Dios en la mente humana.
Por naturaleza, somos seres completamente caídos (Efe. 2:1, 5) y "esclavos del
pecado” (Rom. 6:20). Sin embargo, la gracia que Cristo implanta en cada vida
humana crea en nosotros enemistad contra Satanás. Y es esta “enemistad”, un
regalo divino desde el Edén, lo que nos permite aceptar su gracia salvífica. Sin
esta gracia transformadora y ese poder renovador, la humanidad continuaría
siendo cautiva de Satanás, una sierva siempre dispuesta a cumplir sus órdenes.
Entonces, Dios utilizó un sacrificio animal para ilustrar esta promesa mesiá­
nica (ver Gén. 3:21). "Cuando Adán, de acuerdo con las indicaciones especiales de
Dios, presentó una ofrenda por el pecado, fue para él una ceremonia sumamente
penosa. Tuvo que levantar la mano para tomar una vida que solo Dios podía dar,
para entregar su ofrenda por el pecado. Por primera vez estuvo en presencia de
la muerte. Al contemplar a la víctima sangrante en medio de las contorsiones
de su agonía, se lo indujo a observar por fe al Hijo de Dios, a quien esa víctima
prefiguraba, y que moriría como sacrificio en favor del hombre” (HR 43).

Lee 2 Corintios 5:21 y Hebreos 9:28. ¿Qué enseñan estos textos sobre lo
que se reveló por primera vez en el Edén?

Adán y Eva abandonaron el Jardín del Edén sabiendo que finalmente mo­
rirían (Gén. 3:19, 22-24). Pero no se marcharon desnudos ni con sus hojas de
higuera (Gén. 3:7). Dios mismo les “hizo túnicas de pieles”, y hasta los vistió
(Gén. 3:21), un símbolo de su justicia protectora (ver Zac. 3:1-5; Luc. 15:22). Por
lo tanto, incluso entonces, desde el mismo comienzo, en el mismo Edén, el
evangelio le fue revelado a la humanidad.

21
Lección 2 | Viernes 7 de octubre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El conflicto de los siglos, “La tentación y la Caída", pp. 31-
43, "El plan de la redención", pp. 43-51; La educación, “El conocimiento del bien
y del mal", pp. 23-26.
En años recientes, se han realizado estudios sobre lo que se denomina ex­
periencias cercanas a la muerte (ECM). Resulta que la gente “muere por cuanto
su corazón deja de latir y deja de respirar. Sin embargo, luego vuelve a la vida,
pero con historias fantásticas de haber flotado en otro plano de existencia y
encontrarse con un ser de luz. Algunos, incluso, hablan de encuentros con pa­
rientes fallecidos hace ya mucho tiempo. Muchas personas, incluso cristianas,
que no comprenden la verdad sobre la muerte, creen que estas historias son
una prueba más de la inmortalidad del alma. Sin embargo (y esta debería ser la
advertencia más clara de que algo anda mal), la mayoría de los que tienen estas
experiencias afirman que los seres espirituales que conocieron durante las ECM
les dieron palabras reconfortantes, declaraciones agradables sobre el amor, la
paz y la bondad; pero no escuchan nada sobre la salvación en Cristo, nada sobre
el pecado y nada sobre el Juicio. Mientras "probaban el más allá” cristiano, ¿no
deberían haber recibido al menos una pizca de las enseñanzas cristianas más
básicas? Sin embargo, lo que se les enseña suena principalmente a dogma de
la Nueva Era, lo que podría explicar por qué, en muchos casos, salen menos
inclinados al cristianismo de lo que estaban antes de haber “muerto". Además,
¿por qué ninguno de los cristianos, convencidos de que sus ECM eran un an­
ticipo del cielo cristiano, recibió ninguna teología cristiana mientras estuvo
allí, pero sí una gran dosis de sentimentalismo de la Nueva Era? La respuesta es
que los engañó el mismo que engañó a Eva en el Edén, y también con la misma
mentira. (Ver la lección n.)

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. La experiencia de Adán y de Eva, ¿cómo demuestra que el perdón de Dios
no necesariamente revierte todas las consecuencias del pecado? ¿Por
qué siempre debemos recordar esta verdad tan importante?
2. El árbol del conocimiento del bien y del mal era el “terreno encantado”
del enemigo para Adán y Eva. ¿Cuáles son algunos "terrenos encantados”
en los que podríamos sentirnos tentados a entrar?
3. Satanás está tratando de inducir al pueblo de Dios a creer que "los re­
querimientos de Cristo son menos estrictos de lo que una vez creyeron,
y que asemejándose al mundo podrán ejercer más influencia sobre los
mundanos” (TM 485). ¿Qué debemos hacer para no caer en esta trampa
sutil?

22
EL SABADO ENSENARE...
RESEÑA

Texto clave: Génesis 3.

Enfoque del estudio:


Dios creó un mundo perfecto, sin pecado, maldad, violencia, inseguridad,
enfermedad ni muerte. Él es el Dios de la vida, la Fuente de la vida y el Dador
de la vida. Hay un gran contraste entre el mundo de Génesis 1 y 2 -donde todo
es provechoso, hermoso y armonioso, y su descripción es con colores brillantes,
alegres y luminosos, con una melodía inspiradora- y el mundo del resto del Géne­
sis, en el que todo lo bueno se ve repentinamente azotado por una tormenta de
pecado que termina arruinando las relaciones afectivas. Los colores se vuelven
sombríos; y la música, discordante. Se estropea el potencial puro y formidable
para el crecimiento y la exploración.
Sin embargo, Dios, en su misericordia, va en pos de la humanidad y, a pesar
del pecado, trae esperanza y una solución al problema del pecado y la muerte.
Ninguna filosofía ni religión puede ofrecer una solución para la muerte, para el
proceso de morir, ni restaurar la vida sin muerte en nuestro mundo. Solo Dios
puede hacer esto: el Dios viviente, mediante sus actos misericordiosos; por eso,
nada ni nadie puede compararse con nuestro Creador y Redentor. Él es, sobre
toda su Creación, único y soberano.
La rebelión y la desobediencia comenzaron en el cielo pero fueron transferidas
a la Tierra cuando Adán y Eva pecaron. Dios no dejó a la humanidad en su pecado,
sino que dirigió una guerra contra los poderes de las tinieblas y su comandante,
Satanás. Dios puso enemistad entre el mal y la humanidad a fin de que la huma­
nidad no quedara hechizada ni atrapada por el mal, sino que pudiera decir NO al
aferrarse a él en busca de sabiduría y fuerza. El Dios creador trajo una solución
al problema del pecado ál enviar a la Simiente prometida (Gén. 3:15), Jesucristo,
como el Salvador de la humanidad (Juan 3:16; 5:24; Hech. 4:12). El pecado trajo
no solo complicaciones, sino además la muerte, en última instancia. Sin embargo,
Jesús venció la muerte mediante su vida perfecta de servicio amoroso, sacrificio
abnegado y obediencia voluntaria (Rom. 6:23).

COMENTARIO

Satanás, el autor de la destrucción y la muerte


No fue Dios sino la serpiente quien introdujo la desconfianza en Dios en el
corazón humano, e hizo de la muerte parte de nuestro destino. Por la desobe­
diencia de Adán, "la muerte pasó a todos" (Rom. 5:12). Por lo tanto, la muerte
es un componente integral de nuestra existencia en este mundo pecaminoso.
Salomón dice: "Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos
nada saben” (Ecl. 9:5). La muerte es una intrusa y es nuestra enemiga (1 Cor. 15:26).

23
Lección 2 // Material auxiliar para el maestro

Hubo un tiempo en que la muerte no existía, ni estaba presente en el mundo.


Para expresar este aspecto, Génesis 2:5 y 6 contiene la expresión "aún no”, que
es corta pero extremadamente significativa. La muerte vino como resultado del
distanciamiento de Dios y de llevar una vida autónoma e independiente de él:
"Polvo eres, y al polvo volverás" (Gén. 3:19).
Dios advirtió específicamente a la primera pareja que no desobedeciera su
Palabra y que el resultado de la desobediencia terminaría en devastación y tra­
gedia, a saber, la muerte (Gén. 2:17). Satanás contradijo a Dios, al afirmar: "Cier­
tamente no moriréis" (Gén. 3:4, LBLA). Fíjate que la serpiente sabía exactamente
lo que Dios había dicho previamente a Adán en el Jardín del Edén y lo niega con
las mismas palabras, hasta "ciertamente", como en "ciertamente no moriréis".
Por ende, se advierte al lector que nuestros primeros padres trataban con
Satanás y no con un mero reptil, porque la serpiente habla y se opone a Dios
directamente. Dios usó "ciertamente" y Satanás también lo enfatizó. Luego,
el diablo respaldó su afirmación con dos mentiras engañosas: "Serán abiertos
vuestros ojos", es decir, obtendrán nuevos conocimientos especiales, se volverán
sabios, y "Seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal", es decir, podrán decidir lo
que es bueno y lo que es malo (Gén. 3:5). Satanás, experto en intrigas, presentó
la desobediencia como una cuestión de libertad y beneficios.
Al comer, por supuesto que a Adán y a Eva se les abrieron ojos (Gén. 3:7),
pero de manera diferente de lo que esperaban. Se dieron cuenta de que habían
perdido lo que tenían antes: su pureza e inocencia se desvanecieron, y vieron
que estaban desnudos. Esta desnudez era más que la desnudez física, porque (1)
ellos también estaban desnudos antes, pero no se avergonzaban (Gén. 2:25); y (2)
cuando Dios los visitó y preguntó: "¿Dónde estás tú?" (Gén. 3:9), Adán respondió
que se escondieron porque estaban desnudos. Para que quede claro, en esa si­
tuación no estaban físicamente desnudos, ya que estaban cubiertos con prendas
de hojas de higuera (Gén. 3:7). Pero estaban moralmente desnudos porque, por
primera vez, les sobrevino un sentimiento de culpa.
La segunda promesa de Satanás también era una mentira. Adán y Eva no
llegaron a ser como Dios al conocer el bien y el mal porque Dios no conoce el
mal por experiencia (¡él nunca pecó!). Pero Adán y Eva perdieron lo que tenían:
la capacidad de discernir claramente entre el bien y el mal. Una traducción literal
de Génesis 3:22 revela este hecho: "He aquí, los humanos eran [no 'se han vuel­
to'] como uno de nosotros, sabiendo [discerniendo entre] el bien y el mal, pero
ahora..." (Para más detalles, ver Jifí Moskala," 'You Will Be Like God Knowing
Good and Evil’: Discernment of Truth and Lies",JournalofAdventístMissionStudies
12, N° 2 [2016]: pp. 10-18.) Así, Adán y Eva perdieron no solo su integridad, sino
también la capacidad de saber lo que estaba bien y lo que estaba mal. Deallíen
más, necesitarían la revelación de Dios para saber qué era bueno y qué era malo.
Tendrían que depender del poder espiritual de Dios, ajeno a ellos mismos, para
poder hacer lo correcto.

24
Material auxiliar para el maestro // Lección 2

Las consecuencias del pecado


El pecado es una maldición que trae consecuencias terribles. Es como una
avalancha. Aparentemente comienza como algo insignificante, luego se rompe
y derriba todo lo que es hermoso, valioso y significativo en la vida, y destruye la
existencia misma por completo. Donde hay un pensamiento erróneo, automáti­
camente también habrá un mal comportamiento. El pecado rompe todo tipo de
relaciones significativas; solo trae miseria, sufrimiento, separación y complicacio­
nes. Romper nuestra relación con Dios (dimensión vertical) trae consigo múltiples
rupturas horizontales. Esa es la causa de muchas consecuencias pecaminosas:
1. Romper nuestra relación con Dios lleva a una relación rota con el "yo".
Así, la naturaleza de Adán y de Eva se corrompió como consecuencia del
pecado. Vivían con una conciencia de culpa, vergüenza, así como con
sentimientos de degradación y derrota.
2. El pecado/la desobediencia hizo que Adán y Eva temieran a Dios, en vez
de permitirles disfrutar de su compañía (Gén. 3:10).
3. El pecado/la desobediencia llevó a Adán y a Eva a culpar a otros por su
fracaso. Por lo tanto, experimentaron una ruptura de su relación (Gén.
3:12; 4:5-8). El pecado los enajenó el uno del otro.
4. El pecado/la desobediencia trajo muerte a la familia humana porque la
relación de Adán y Eva con su Dador de la vida se rompió (Gén. 3:19).
5. El pecado/la desobediencia hizo que dar a luz y criar hijos fuera una ex­
periencia dolorosa (Gén. 3:16).
6. El pecado/la desobediencia haría del matrimonio un lugar de lucha por
el dominio y la supremacía, en lugar de una relación amorosa, afectuosa,
emocional e íntima entre parejas heterosexuales igualitarias (Gén. 3:16).
7. El pecado/la desobediencia haría del trabajo una experiencia dolorosa; el
sudor y el cansancio de trabajar para ganarse la vida se convertirían en
parte de la vida (Gén. 3:18).
8. El pecado/la desobediencia de Adán y de Eva dañó su sentido del bien y
perdieron la capacidad de discernir entre el bien y el mal (Gén. 3:5, 22).
9. El pecado/la desobediencia rompió la relación de Adán y de Eva con la natu­
raleza. Como resultado, la tierra produciría espinos y cardos (Gén. 3:18; 6:11).
10. El pecado/la desobediencia trajo violencia, dolor, odio, poligamia, etc. (ver
Gén. 4-19). Para más detalles sobre este tema de la naturaleza del pecado,
sus consecuencias y el plan redentor de Dios, ver Jirí Moskala, "Origin of
Sin and Salvation According to Génesis 3: A Theology of Sin", en Salvation:
Contours ofAdventist Soteriology, editado por Martin F. Hanna, Darius W.
Jankiewicz, y John W. Reeve (Berrien Springs, MI: Andrews University
Press, 2018), pp. 119-143. Génesis 3 es un modelo para comprender la
naturaleza del pecado y de la salvación. En este capítulo, todo el evange­
lio ya está presente, como se ve en la gracia inmerecida que ya fluía del
Calvario hacia Adán y Eva (Apoc. 13:8).

25
Lección 2 // Material auxiliar para el maestro

La solución de Dios
La esperanza aparece contra toda desesperanza. En medio de la oscuridad,
la desesperación y la condenación, Dios garantiza el futuro de la humanidad,
aunque Adán y Eva no merecen vivir.
Primeramente, Dios busca a Adán y a Eva: "¿Dónde estás tú?" (Gén. 3:9). Esta
pregunta tiene múltiples propósitos. Sirve: (1) como una invitación al diálogo; (2)
como ofrecimiento de la gracia (Dios clama por sus hijos perdidos y desaparecidos
para brindar una solución muy costosa a su situación); (3) para ayudarlos a darse
cuenta y comprender la magnitud de su actitud hacia Dios después de su pecado
(es decir, en lugar de disfrutar de su presencia, se esconden de él); y (4) como un
juicio investigador, que tiene lugar porque ellos son responsables de sus actos
pasados hacia Dios como su Creador y Juez.
En segundo lugar, Dios provee una vestimenta real (Gén. 3:21). Así como la
desnudez de la primera pareja era más que un fenómeno físico, analógicamente
la vestimenta provista por Dios representa más que ropa física. Dios les da una
vestidura de pieles hecha por él mismo, y así cubre a los pecadores con el manto
de su justicia (1 Cor. 1:30; 2 Cor. 5:21). La solución para el problema del pecado
es el Mesías (Efe. 1:4; 1 Ped. 1:20). El perdón y la redención deben obtenerse
mediante el sacrificio de la gracia de Dios, representado por la muerte del animal
cuya piel vestían Adán y Eva.
En tercer lugar. Dios crea enemistad entre los poderes del bien y del mal a fin
de que podamos odiar el mal (Gén. 3:15).
En cuarto lugar, Dios promete enviar a la Simiente (Gén. 3:15) para derrotar
a nuestro enemigo, Satanás. La declaración de Dios dirigida a la serpiente se
encuentra en el centro de este capítulo. El Mesías se convertirá en el Redentor y
Salvador de la humanidad, y su muerte victoriosa y deliberada finalmente destruirá
a Satanás y, en consecuencia, a todos y todo lo relacionado con él. El Mesías es
el Vencedor, y da la victoria a todos los que se relacionan con él (Rom. 8:1-4)- Él
garantiza la victoria final (Apoc. 12:7-12; 19:6,7,15-21; Jud. 24,25).

APLICACIÓN A LA VIDA
1. La muerte es una realidad ineludible, y la pérdida de nuestros seres que­
ridos es una parte inevitable del mundo caído. ¿Cómo podemos llevar
a los afligidos esperanza en medio de la desilusión y la desesperación?
2. Analicen con la clase por qué el pecado parece tan atractivo, como si fuese
una ventaja y no un perjuicio, como realmente es. ¿Qué tiene la naturaleza
del mal que es tan engañosa? Expliquen.
3. Todos estamos condenados a morir, porque somos pecadores (Rom. 3:23;
6:23). La muerte de Jesús en la Cruz, ¿cómo derrotó a la segunda muerte
para que podamos vivir eternamente?
Lección 3: Para el 15 de octubre de 2022

COMPRENDAMOS
LA NATURALEZA HUMANA
Sábado 8 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 1:24-27; 2:7,19; Mateo 10:28;
Eclesiastés 12:1-7; 1 Reyes 2:10; 22:40.

PARA MEMORIZAR:
"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su
nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7).

a tensión entre la palabra de Dios: "Ciertamente morirás” (Gén. 2:16,17) y la

L promesa falsa de Satanás: "Ciertamente no morirán” (Gén. 3:4, RVA-2015) no


se limita al Jardín del Edén. Ha resonado a lo largo de la historia. Muchos
intentan armonizar las palabras de Satanás con las de Dios. Para ellos, la adver­
tencia “morirás” se refiere solo al cuerpo físico perecedero, mientras que la pro­
mesa "ciertamente no morirán” sería una alusión a un alma o espíritu inmortal.
Pero, este planteamiento no funciona. Por ejemplo, ¿se pueden armonizar
las palabras contradictorias de Dios y de Satanás? ¿Existe un alma o espíritu
inmaterial que sobrevive conscientemente a la muerte física? Hay muchos in­
tentos filosóficos, e incluso científicos, para responder estas preguntas. Pero,
como cristianos cuyo fundamento es la Biblia, debemos reconocer que solo el
Dios todopoderoso, aquel que nos creó, también nos conoce perfectamente
(ver Sal. 139). Por lo tanto, solo en su Palabra, las Escrituras, podemos encontrar
respuestas a estas preguntas cruciales.
Esta semana consideraremos de qué manera el Antiguo Testamento define
la naturaleza humana y la condición de los seres humanos al morir.

27
Lección 3 | Domingo 9 de octubre

“UN SER VIVIENTE”


Lee Génesis 1:24 al 27 y 2:7 y 19. ¿Qué similitudes y diferencias puedes
ver entre la forma en que Dios creó a los animales y a la humanidad? ¿Qué
nos dice Génesis 2:7 sobre la naturaleza humana?

El relato de Génesis declara que, en el sexto día de la semana de la Creación,


Jehová Dios dio vida a los animales terrestres y a los primeros seres humanos,
una pareja (Gén. 1:24-27). Se nos dice que "formó, pues, de la tierra toda bestia
del campo, y toda ave de los cielos" (Gén. 2:19). También "formó al hombre del
polvo de la tierra" (Gén. 2:7).
Aunque los animales y el hombre fueron hechos de "la tierra”, la formación
del hombre fue distinta de la de los animales por dos razones. En primer lugar,
Dios formó al hombre físicamente, y luego “sopló en su nariz aliento de vida,
y fue el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7). Era una entidad física antes de con­
vertirse en una entidad viviente. En segundo lugar, Dios creó a la humanidad,
como hombre y mujer, a imagen y semejanza de la Deidad (Gén. 1:26,27).
Génesis 2:7 explica que la infusión del "aliento de vida” en el cuerpo físico de
Adán lo transformó en “un ser viviente” (hebreo néfesh jaiá), o literalmente un
"alma viviente" (RVA). Esto significa que no tenemos un alma que pueda existir
separada del cuerpo; más bien, somos un ser vivo, o alma viviente. La afirma­
ción de que esta "alma” es una entidad consciente que puede existir separada
del cuerpo humano es una idea pagana, no bíblica. Comprender la verdadera
naturaleza de la humanidad nos impide aceptar la noción popular de un alma
inmaterial y todos los peligrosos errores construidos sobre esa creencia.
Ninguna parte aislada del ser humano, separada de la persona en su con­
junto, tiene una existencia consciente. Dios nos creó de una manera formidable
y maravillosa, y no debemos especular más allá de lo que las Escrituras real­
mente dicen sobre este asunto específico. De hecho, no solo la naturaleza de la
vida misma es un misterio (los científicos aún no pueden ponerse de acuerdo
sobre qué significa exactamente que algo esté vivo); aún más misteriosa es la
naturaleza de la conciencia. ¿Cómo es que los pocos gramos de tejido material
(células y sustancias químicas) en nuestra cabeza, el cerebro, retienen y crean
cosas inmateriales como los pensamientos y las emociones? Quienes estudian
esta idea admiten que realmente no lo sabemos.

■ ¡Qué gran milagro es la vida! ¿Por qué deberíamos regocijarnos en el regalo


no solo de la vida, sino también de la vida eterna, un milagro aún mayor?

28
Lunes io de octubre | Lección 3

“EL ALMA QUE PECARE, ESA MORIRÁ”


Lee Ezequiel 18:4 y 20; y Mateo 10:28. Estos versículos, ¿cómo pueden
ayudarnos a comprender la naturaleza del alma humana?

La vida humana en este mundo pecaminoso es frágil y transitoria (Isa. 40:1-


8). Nada infectado por el pecado puede ser eterno por naturaleza. "Por tanto,
como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte,
así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom. 5:12).
La muerte es la consecuencia natural del pecado, que afecta a toda la vida aquí.
Sobre esta cuestión, hay dos conceptos bíblicos importantes. Uno es que
tanto los seres humanos como los animales mueren. Como dijo el rey Salomón:
"Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias,
un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma
respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia [...]. Todo va a un
mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Ecl.
3:19, 20).
El segundo concepto es que la muerte física de una persona implica el cese
de su existencia como alma viviente (hebreo néfesh). En Génesis 2:16 y 17, Dios
había advertido a Adán y a Eva que, si alguna vez pecaban al comer del árbol de
la ciencia del bien y del mal, morirían.
Dios repitió esta advertencia en Ezequiel 18:4 y 20 para reforzar el concepto:
"El alma que pecare, esa morirá”. Esta declaración tiene dos implicaciones prin­
cipales. Una es que, dado que todos los seres humanos somos pecadores, todos
estamos bajo el inevitable proceso de envejecimiento y muerte (Rom. 3:9-18,
23). Otra implicación es que este concepto bíblico anula la noción popular de
una supuesta inmortalidad natural del alma. Si el alma es inmortal y está viva
en otra esfera después de la muerte, entonces en realidad no morimos, al fin y
al cabo, ¿verdad?
En contraste, la solución bíblica para el dilema de la muerte no es un alma
incorpórea que migra al paraíso, al purgatorio o al infierno. De hecho, la solución
es la resurrección final de los que murieron en Cristo. Como dijo Jesús en su
sermón sobre el Pan de vida: "Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga
vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero" (Juan 6:40).

■ ¿Por qué la certeza de la Segunda Venida, que está garantizada por la pri­
mera venida de Cristo (y, a fin de cuentas, ¿de qué sirvió la primera venida
de Cristo sin la segunda?), es tan decisiva para todo lo que creemos? ¿Qué
esperanza tendríamos sin la promesa de su regreso?

29
Lección 3 | Martes 11 de octubre

“EL ESPÍRITU VUELVA A DIOS”


Lee Génesis 2:7 y Eclesiastés 12:1 al 7. ¿Qué contraste ves entre estos dos
pasajes bíblicos? ¿Cómo pueden ayudarnos a comprender mejor la condi­
ción humana después de la muerte? Ver también Génesis 7:22.

Como ya vimos, la Biblia enseña que el ser humano es un alma (Gén. 2:7), y
el alma deja de existir cuando el cuerpo muere (Eze. 18:4,20).
Pero ¿qué sucede con el "espíritu’’? ¿No permanece consciente incluso des­
pués de la muerte del cuerpo? Muchos cristianos creen que sí, e incluso tratan
de justificar su postura citando Eclesiastés 12:7, que dice: "Y el polvo vuelva a la
tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Pero esta declaración no
sugiere que el espíritu de los muertos permanezca consciente en la presencia
de Dios.
Eclesiastés 12:1 al 7 describe en términos bastante dramáticos el proceso
de envejecimiento, que culmina con la muerte. El versículo 7 se refiere a la
muerte como la inversión del proceso de creación mencionado en Génesis 2:7.
Como ya se ha dicho, en el sexto día de la semana de la Creación, "Jehová Dios
formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue
el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7). Pero ahora, Eclesiastés 12:7 nos dice que
“el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Por
consiguiente, el aliento de vida que Dios sopló en las fosas nasales de Adán, y
que también proveyó para todos los demás seres humanos, vuelve a Dios; en
otras palabras, simplemente deja de fluir en ellos y a través de ellos.
Debemos tener en cuenta que Eclesiastés 12:7 describe el proceso de muerte
de todos los seres humanos y lo hace sin distinguir entre justos e injustos. Si los
supuestos espíritus de todos los que mueren sobreviven como entidades cons­
cientes en la presencia de Dios, entonces, los espíritus de los impíos, ¿están con
Dios? Esta idea no armoniza con la enseñanza general de las Escrituras. Como
el mismo proceso de muerte ocurre tanto con los seres humanos como con los
animales (Ecl. 3:19,20), la muerte no es otra cosa que dejar de existir como seres
vivos. Como dijo el salmista: “Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito,
dejan de ser, y vuelven al polvo” (Sal. ro4:29).

■ A menudo decimos que la muerte es solo parte de la vida. ¿Qué tiene de


malo eso? Que la muerte es lo opuesto a la vida, la enemiga de la vida.
Entonces, ¿qué gran esperanza se encuentra en este versículo: “El postrer
enemigo que será destruido es la muerte" (1 Cor. 15:26)?

30
Miércoles 12 de octubre | Lección 3

“LOS MUERTOS NADA SABEN”


Lee Job 3:11 al 13; Salmos 115:17; 146:4; y Eclesiastés 9:5 y 10. ¿Qué podemos
aprender de estos pasajes sobre la condición de los seres humanos al morir?

Algunos comentaristas bíblicos argumentan que estos pasajes (Job 3:11-13;


Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:5, 10), escritos en lenguaje poético, no pueden usarse
para definir la condición de los seres humanos al morir. Es cierto que a veces
la poesía puede ser ambigua y se puede malinterpretar con facilidad, pero no
es así con estos versículos. Su lenguaje es claro y sus conceptos están en total
armonía con las enseñanzas generales del Antiguo Testamento sobre el tema.
En primer lugar, en Job 3, el patriarca lamenta haber nacido, debido a todo
el sufrimiento. (En los momentos más terribles, ¿quién no ha deseado no haber
nacido nunca?) Él reconoce que, si hubiera muerto al nacer, estaría dormido y
en reposo (Job 3:11,13).
Salmo 115 define el lugar donde están los muertos como un lugar de silencio,
porque "no alabarán los muertosaJAH” (Sal. 115:17). Esto difícilmente sugiera que
los muertos, los muertos fieles (y agradecidos), estén en el cielo adorando a Dios.
Según Salmo 146, las actividades mentales de la persona cesan con la muerte:
"Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensa­
mientos" (Sal. 146:4). Esta es una descripción bíblica perfecta de lo que sucede
al morir.
Y Eclesiastés 9 agrega que “los muertos nada saben” y que en la tumba "no
hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría" (Ecl. 9:5,10). Estas declaraciones
confirman la enseñanza bíblica de que los muertos están inconscientes.
La enseñanza bíblica de la inconsciencia en la muerte no debería generar
pánico en los cristianos. En primer lugar, a los que mueren sin ser salvos no
les espera un infierno que arda eternamente ni un purgatorio temporal. En
segundo lugar, a los que mueren en Cristo les espera una recompensa asom­
brosa. No es de extrañar que "para el creyente, la muerte es un asunto trivial.
|...| Para el cristiano, la muerte es tan solo un sueño, un momento de silencio y
tinieblas. La vida está oculta con Cristo en Dios, y 'cuando Cristo, vuestra vida,
se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria’
(Juan 8:51, 52; Col. 3:4)" (DTG 745).

■ Piensa en los muertos en Cristo. Ellos cierran los ojos en la muerte y, ya sea
que estén en la tumba mil quinientos años o cinco meses, a ellos les da lo
mismo. De repente, es el regreso de Cristo. Entonces, ¿podríamos afirmar
que, en cierto sentido, los muertos están mejor que nosotros, los vivos?

Í1
Lección 3 | Jueves 13 de octubre

DESCANSAR CON LOS ANTEPASADOS


Lee Génesis 25:8; 2 Samuel 7:12; y 1 Reyes 2:10 y 22:40. ¿Qué añaden estos
textos a tu comprensión de la muerte?

El Antiguo Testamento expresa de diferentes formas las ideas de la muerte y


la sepultura. Una de ellas es la noción de unirse a su pueblo. Por ejemplo, acerca
de Abraham, se nos dice que "exhaló el espíritu, y murió [...] en buena vejez,
anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo” (Gén. 25:8). Aarón y Moisés
también se unieron a su pueblo (Deut. 32:50).

¿Qué nos enseña sobre la naturaleza de la muerte el hecho de que tanto


los reyes buenos como los malos terminaran en el mismo lugar al morir?
(2 Rey. 24:6; 2 Crón. 32:33).

Otra forma de describí r la muerte es mediante la declaración de que alguien


durmió con los antepasados. Acerca de la muerte del rey David, la Biblia dice
que "durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad” (1 Rey. 2:10).
La misma expresión se utiliza también para varios reyes hebreos, tanto fieles
como infieles.
Podemos identificar al menos dos aspectos significativos en el hecho de
dormir con los antepasados. El primero es que tarde o temprano llegará el
momento en que necesitaremos descansar de nuestras obras y sufrimientos
agotadores. Otra idea es que no somos los primeros ni los únicos en seguir ese
camino indeseable, porque nuestros antepasados ya se adelantaron a nosotros.
Los que mueren en Cristo pueden ser enterrados cerca de sus seres queridos,
pero aun así no hay comunicación entre ellos, ya que en realidad la muerte es
la no existencia. Permanecerán así hasta ese glorioso día en que por un milagro
re-creador divino despertarán para reunirse con sus seres queridos que mu­
rieron en Cristo.

■ imagínate cómo sería si los muertos estuvieran realmente conscientes y


pudieran ver cómo es la vida aquí, especialmente para sus seres queridos,
que a menudo sufren terriblemente después de la muerte de ellos. ¿Por
qué, entonces, la verdad de que los muertos duermen debería ser tan re­
confortante para los que estamos vivos?

32
Viernes 14 de octubre ] Lección 3

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El conflicto de los siglos, "El misterio de la inmortalidad”,
PP- 521-539-
Si alguna vez pasaste por una cirugía y te aplicaron anestesia general, es
posible que tengas una vaga idea de cómo sería estar muerto. Pero, aun así,
cuando estás bajo anestesia, tu cerebro sigue funcionando. Imagínate cómo
será estar muerto, cuando todas las funciones cerebrales, todo, se haya detenido
por completo. La experiencia de la muerte, entonces, es cerrar los ojos y, en lo
que respecta a cada persona muerta que haya vivido, lo siguiente que verá será
a Jesús en su segunda venida o después del Milenio (ver Apoc. 2'0:7-15). Hasta
entonces, todos los muertos, los justos y los impíos, descansan durante lo que
les parecerá un instante al resucitar. Para quienes seguimos vivos, nos parece
que la muerte dura mucho tiempo. Para los vivos, sí; pero para la percepción de
los muertos, dura solo un instante.
"Si fuese verdad que las almas de todos los hombres van directamente al
cielo en la hora de la disolución, entonces bien podríamos anhelar la muerte
antes que la vida. Esta creencia ha inducido a muchas personas a poner fin a su
existencia. Cuando uno está anonadado por los cuidados, las perplejidades y
los desengaños, parece cosa fácil romper el delgado hilo de la vida y remontarse
hacia el más allá, a la bienaventuranza del mundo eterno" (CS 528).
“En ningún lugar de las Sagradas Escrituras se encuentra declaración alguna
de que los justos reciban su recompensa y los malos su castigo en el momento
de la muerte. Los patriarcas y los profetas no dejaron tal seguridad. Cristo y
sus apóstoles ni la mencionaron siquiera. La Biblia enseña claramente que los
muertos no van inmediatamente al cielo. Se los representa como durmiendo
hasta el día de la resurrección" (CS 537).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. La noción bíblica del ser humano integral (que permanece consciente
solo como una persona indivisible) ¿cómo nos ayuda a comprender me­
jor la naturaleza de la muerte?
2. La teoría de la inmortalidad natural del alma, con todas sus incontables
ramificaciones, se ha apoderado del mundo. Entonces, ¿por qué nuestro
mensaje sobre el estado de los muertos es trascendental? ¿Por qué tam­
bién, incluso entre los cristianos, encontramos una oposición tan fuerte
a lo que en realidad es una enseñanza maravillosa?
3. Entender correctamente el estado de los muertos ¿cómo debería prote­
gernos de lo que pueda "aparecer” ante nuestros ojos? Es decir, ¿por qué
no siempre podemos confiar en lo que vemos, especialmente si lo que
vemos, o creemos ver, es el espíritu de un pariente muerto, como algu­
nos han informado?

33
EL SÁBADO ENSEÑARÉ
RESEÑA

Textos clave: Génesis 1:27,28; 2:7; Edesiastés 12:7; 1 Tesalonicenses


5:23.

Enfoque del estudio:


Dios creó a la humanidad a su imagen como el acto culminante de su Creación
física. El lenguaje poético empleado por primera vez en la Biblia enfatiza este
hecho: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y
hembra los creó" (Gén. 1:27). La historia bíblica de la Creación es inequívoca en
su enseñanza de que tanto el hombre como la mujer fueron creados a imagen de
Dios. Fueron hechos de la misma naturaleza, con diferentes funciones biológicas,
y además fueron creados totalmente dependientes de Dios. Aunque no son in­
mortales, porque solo Dios es inmortal (1 Tim. 6:16), podrían vivir eternamente
si permanecían en una relación de confianza y amor con su Creador.
El monismo bíblico enseña que cada ser humano fue creado como una unidad
y que ninguna dimensión de un ser humano puede existir después de la muerte
de una persona. La expresión alma inmortal y la enseñanza de que los seres hu­
manos nacen inmortales, o con almas o espíritus inmortales, no se encuentran
en la Biblia. Los seres humanos, o almas, no son inherentemente inmortales. Los
seres humanos no tienen una existencia consciente fuera del cuerpo. Después
de morir, la consciencia deja de funcionar. La inmortalidad humana siempre, y
únicamente, deriva de Dios.

COMENTARIO

Creados magistralmente como almas vivientes


El relato de la Creación deja en claro que los seres humanos fueron creados
por Dios. Génesis 2:7 describe dos de las acciones íntimas del Creador. El resul­
tado de esas acciones fue la creación del primer ser humano, Adán (la primera
acción): "Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y [la segunda acción]
sopló en su nariz aliento de vida, y [el resultado] fue el hombre un ser viviente
[néfesh jaló]" (Gén. 2:7). Ontológicamente hablando, somos una unidad (cuerpo
+ espíritu = alma viviente). Dios creó a Adán como una persona viviente, o un
ser humano; literalmente, en hebreo, "un alma viviente". La palabra "alma", en
este contexto, significa "persona", "ser", "yo". La base de la antropología bíblica
es que somos un alma; no que tenemos un alma. Hans Wolff pregunta: "¿Qué
significa néfesh [alma (...)] aquí [en Gén. 2:7]? Indudablemente no significa alma
[en el sentido dualista tradicional]. Néfesh está asociado a la forma completa del
hombre, y especialmente con su aliento; además, el hombre no tiene néfesh, es
néfesh, vive como néfesh" (H. W. Wolff, Anthropology of the Oíd Testament [Filadelfia,
PA: Fortress, 1974], p. 10).
Material auxiliar para el maestro // Lección 3

Dios creó al ser humano como un cuerpo animado y vibrante, no como un


alma encarnada. Por lo tanto, los seres humanos no fueron creados con un alma
inmortal, como una entidad dentro de ellos, per se; como seres humanos, son
almas. El uso posterior de este término en las Escrituras confirma esta doctrina.
Por ejemplo, (1) el libro de Génesis cuenta cuántas "personas" se mudaron a
Egipto con Jacob, y a estas personas se las llama "almas" (Gén. 46:15, 22, 25, 26,
27); (2) Lucas menciona cuántas personas se bautizaron después de la predicación
de Pedro el día de Pentecostés: unas tres mil personas (Hech. 2:41; literalmente,
tres mil almas).
El cuerpo, el alma y el espíritu funcionan en estrecha cooperación, lo que
revela una intensa relación de simpatía entre las facultades espirituales, mentales
y educativas de una persona. A estos aspectos hay que añadirles también una
dimensión social, porque fuimos creados como seres sociales. Pablo profundiza
en este aspecto multidimensional del comportamiento humano y explica que,
como seres humanos, debemos dejar que Dios nos transforme por su gracia y
su Espíritu: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro
ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23).
Por lo tanto, todo lo que somos y hacemos debe ser santificado por Dios.
Dentro de nuestra existencia como seres humanos, experimentamos la vida
en los niveles físico, emocional, mental/intélectual, espiritual y social. Estos as­
pectos no se pueden separar. Por ejemplo, cuando hacemos ejercicio físico (ya
sea que corramos o trabajemos en el jardín), también entran en juego nuestros
sentimientos, nuestros pensamientos, así como nuestra salud mental, espiritual
(en el caso de que ores o recites un texto bíblico), y nuestras facultades sociales
(si no estamos solos) durante el tiempo de nuestra actividad.

La muerte: inversión de la vida


La muerte provoca una inversión de la actividad creadora de Dios, de nuestra
existencia como seres vivos. Lo más importante que debes saber es que nuestra
identidad está en manos de Dios. Edesiastés enmarca este pensamiento en
lenguaje poético: "Acuérdate de tu Creador [...] antes que la cadena de plata se
quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y
la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu
vuelva a Dios que lo dio" (Ecl. 12:1, 6, 7). "Espíritu" aquí significa "carácter" (Sal.
32:2), nuestra identidad. Dios no se olvida de nosotros, porque nuestros nombres
están en el Libro de la Vida (Fil. 4:3; Apoc. 3:5; 13:8; 20:15; 21:27).
Contrariamente a la noción común de la inmortalidad, el espíritu humano
no sobrevive a la muerte y no continúa su existencia consciente sin fin. El alma,
como ser humano, es mortal. El profeta Ezequiel aclara que el "alma" es mortal
cuando afirma: "El alma [hebreo, néfesh, es decir, persona humana] que pecare,
esa morirá" (Eze. 18:4). Un alma, es decir, una persona, que no vive según la

35
Lección 3 // Material auxiliar para el maestro

voluntad de Dios perecerá. Esto significa que un alma (ser humano) puede pecar
y morir. Jesús lo confirma:
"Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno"
(Mat. 10:28). Fíjate que Jesús habla de que la persona en su totalidad ("el alma y el
cuerpo", las dimensiones interna y externa de nuestra existencia) será destruida
en el infierno (guéenna), en el lago de fuego.
El alma no existe sin el cuerpo y no sobrevive a la muerte del cuerpo. Solo Dios
puede quitar la vida al alma, lo que significa que el alma no es inmortal. Alma aquí
significa la vida de una persona, su existencia total y su destino (no se refiere a un
alma o espíritu inmortal); mientras tanto, el cuerpo representa solo una existencia
física temporal. Claude Tresmontant afirma acertadamente: "Al aplicar al hebreo
néfesh [alma...] las características de la psyjé platónica [alma], [...] dejamos que
se nos escape el verdadero significado de néfesh y, además, nos quedamos con
innumerables pseudoproblemas" (C. Tresmontant, A Study ofHebrew Thought, trad.
Michael Francis Gibson [Nueva York: Desclee Company, 1960], p. 94).
La muerte es dormir o descansar, y morir es reunirse con el pueblo de Dios;
es decir, ser puestos en la tumba junto con él (Gén. 25:8; 2 Sam. 7:12; 1 Rey. 2:10;
22:40; Sal. 13:3; Juan 11:11-15; Hech. 13:36; Apoc. 14:13)- Los muertos no saben
nada, no alaban a Dios, no trabajan, no hacen planes ni ninguna otra actividad
en la tumba (Job 3:11-13; Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:5,10).

La idea de la inmortalidad del alma es de origen pagano


La creencia en la inmortalidad del alma proviene de la filosofía griega. Pitágoras
basó sus enseñanzas religiosas en el principio de la metem-psicosis. La metempsicosis
postula que el alma nunca muere, sino que está destinada a un ciclo de renacimien­
tos hasta poder librarse de este ciclo mediante la pureza de su vida. Pitágoras creía
en la transmigración o la reencarnación del alma vez tras vez en el cuerpo de seres
humanos, animales o vegetales hasta volverse inmortal. La antigua religión griega
fue la que influyó sobre las ideas de Pitágoras sobre la reencarnación.
Platón reforzó esta enseñanza helenística al lograr que la creencia de la in­
mortalidad del alma humana se impusiera tanto que se convirtió en una creencia
popular. Durante el período intertestamentario, la enseñanza del tormento eterno
(Judit 16:17) y la práctica de orar por los muertos (2 Macabeos 12:39-45) comenzó
a penetrar en el judaismo (no obstante, para excepciones a estas tendencias, ver
también Tobías 14:6-8; Eclesiástico 7:17; 19:2, 3; 21:9; 36:7-10; Baruc 4:32-35; 1
Macabeos 2:62-64; 2 Macabeos 7:9,14). Flaviojosefo menciona que los fariseos
creían en la inmortalidad del alma (ver Flaviojosefo, La guerra de los judíos 2. 8.
14; Antigüedades de los judíos 18.1. 2, 3).
Tertuliano (c. 155-220), un apologista cristiano, fue uno de los primeros
entre los cristianos en afirmar que los seres humanos tienen un alma inmortal:
"Por lo tanto, puedo utilizar la opinión de Platón, cuando declara: ‘Toda alma es
inmortal'" (Tertuliano, "On the Resurrection of the Flesh", Ante-Nicene Fathers,
Material auxiliar para el maestro // Lección 3

t. 3, eds. Alexander Roberts y James Donaldson [Peabody, MA: Hendrickson


Publishers Inc., 2004], p. 547).
Oscar Cullmann desafía el enfoque de Tertuliano y se opone a él. Cullmann
escribió un libro muy influyente, y en él argumenta que la ¡dea de la inmortalidad
humana es de origen griego, y que los teólogos tienen que decidirse por una de estas
opciones: la creencia en un alma inmortal o la inmortalidad recibida como regalo en
el momento de la resurrección. (O. Cullmann, Immortality ofthe Soulor Resurrection of
the Dead? The Witness ofthe New Testament [Nueva York: Macmillan Company, 1958].)
Brevard Childs explica: "Ya hace mucho que se señaló que, según el Antiguo
Testamento, el hombre no tiene alma, sino que es un alma (Gén. 2:7). Es decir, es una
entidad completa, y no un compuesto de partes: cuerpo, alma y espíritu” (B. S. Childs,
Oíd Testament Theology in a Canonical Context [Filadelfia: Fortress, 1985], p. 199).
Algunos eruditos tratan de defender la ¡dea de la vida después de la muerte
simplemente apelando al sentido común, porque no hay una declaración bíblica
al respecto. Por ejemplo, Stewart Goetz afirma: "Las Escrituras en su conjunto
no enseñan que el alma existe. Las Escrituras simplemente presuponen la exis­
tencia del alma porque su existencia está afirmada por el sentido común de la
gente normal” (S. Goetz, "A Substance Dualist Response", en In Search ofthe Soul:
Perspectives on the Mind-Body Problem—Four Views ofthe Mind-Body Problem, ed.
Joel B. Green, 2a ed. [Eugene, OR: Wipf and Stock, 2010]. p. 139). Sin embargo, el
"sentido común” puede ser muy engañoso.

El don de la vida eterna


La vida eterna es el regalo de Dios para quienes creen en Cristo Jesús como
su Salvador personal (Juan 3:16; 5:24, 25; 10:27, 28; 17:3; Rom. 2:7; 6:22, 23; Gál.
6:8). La inmortalidad es condicional, y depende de nuestra respuesta positiva
a la bondad de Dios y de nuestra aceptación del evangelio de salvación. Esta
inmortalidad se otorga a los creyentes en la segunda venida de Cristo (1 Cor.
15:51-55; 1 Tes. 4:13-18).

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Qué significa, relacional y ontológicamente hablando, ser creado a ima­
gen de Dios?
2. Solo Cristo, mediante su gracia, su Espíritu y su Palabra, puede restaurar la
imagen de Dios en la humanidad. ¿Cómo puedes vivir como una persona
creada a imagen de Dios?
3. Si somos criaturas mortales sin un alma inmortal, explica cómo podemos
tener vida eterna por toda la eternidad.
4. Dios puso en cada corazón humano el anhelo de la eternidad (Ecl. 3:11).
¿Cómo puedes ayudar a despertar este profundo deseo en un compañe­
ro de trabajo o un vecino agnóstico o ateo con tu forma de actuar y tus
conversaciones con ellos?
Lección 4: Para el 22 de octubre de 2022

LA ESPERANZA DEL
ANTIGUO TESTAMENTO
Sábado 15 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 19:25-27; i Timoteo 6:16; Salmos
49; 71; Isaías 26:14,19; Daniel 12.

PARA MEMORIZAR:
“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que habia reci­
bido las promesas ofrecía su unigénito [...] pensando que Dios es poderoso
para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, tam­
bién le volvió a recibir" (Heb. 11:17, 19)-

a esperanza del Antiguo Testamento no se fundamenta en las ideas griegas

L sobre la inmortalidad natural del alma, sino en la enseñanza bíblica de la


resurrección final de los muertos. Pero ¿cómo podría volver a la vida un
cuerpo humano que ya no existe? ¿Cómo puede recuperar su identidad alguien
que ha fallecido quizás hace siglos o hasta milenios?
Estas preguntas nos llevan a reflexionar sobre el misterio de la vida. Es­
tamos vivos y disfrutamos de la vida que Dios nos concede todos los días. En
el principio, Dios trajo la vida a la existencia a partir de la no-vida, mediante
el poder de su Palabra (Gén. 1; Sal. 33:6, 9). Entonces, si Dios al principio pudo
crear vida en la Tierra de la nad a (en latín, ex nihiió), ¿por qué deberíamos dudar
de su capacidad para recrear la vida humana y restaurar su identidad original?
Esta semana reflexionaremos sobre el desarrollo de la noción de la resu­
rrección final en épocas del Antiguo Testamento, con especial énfasis en las
declaraciones de Job, de algunos salmistas y de los profetas Isaías y Daniel.

38
Domingo 16 de octubre | Lección 4

“HE DE VERA DIOS”


Lee Job 19:25 al 27, y compáralo con Juan 1:18 y 1 Timoteo 6:16. ¿Cuándo
y bajo qué circunstancias Job esperaba "ver a Dios"?

La vida no es justa. Comprobamos esto especialmente cuando vemos que


los “buenos” sufren y los "injustos” prosperan (ver Sal. 73:12-17; Mal. 3:14-18).
Por ejemplo, Job era "perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal"
(Job 1:1). Aun así, Dios permitió que Satanás lo afligiera de diversas formas
calamitosas. Físicamente, una dolorosa enfermedad le devastó el cuerpo (Job
2:1-8). Materialmente, perdió gran parte de su ganado y de sus propiedades (Job
1:13-17). De su casa, perdió a sus siervos y hasta a sus propios hijos (Job 1:16,18). Y,
emocionalmente, estaba rodeado de amigos que lo acusaban de ser un pecador
impenitente que se merecía lo que le estaba pasando (Job 4:1-5:27; 8:1-22; 11:1-20
y otros). Hasta su propia esposa le dijo: "¿Aún retienes tu integridad? Maldice a
Dios, y muérete" (Job 2:9).
Job no se percató de que se había convertido en el epicentro de una pro­
funda lucha cósmica entre Dios y Satanás. Afligido por esas luchas, Job lamentó
estar vivo y deseó no haber nacido nunca (Job 3:1-26). Sin embargo, manifestó
abiertamente su fidelidad incondicional a Dios con las palabras: "Aunque él
me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Aunque se imaginaba que pronto su vida
terminaría, conservó la confianza en que la muerte no tendría la última palabra.
Firmemente convencido, declaró que, aunque muriera, algún día se levantaría
y él, el mismo Job, vería a Dios en su propia carne (Job 19:25-27). "Esta es una
vislumbre inconfundible de la resurrección” (CBA 3:552).
¡Qué gloriosa esperanza en medio de semejante tragedia! Rodeado de en­
fermedad y dolor, de un colapso económico, del reproche social y de una crisis
emocional, Job aún podía anhelar el día en que resucitaría y contemplaría a su
amado Redentor. En realidad, la declaración de Job sobre la resurrección estaba
llena de la misma convicción que siglos después Marta le expresara a Jesús: "Yo
sé que [Lázaro] resucitará en la resurrección, en el día postrero” (Juan 11:24). Job,
al igual que Marta, tuvo que reclamar esta promesa por fe; aunque, a diferencia
de Job, Marta pronto recibió una poderosa evidencia empírica de su creencia.

■ ¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios aun en medio de las duras in­
justicias de la vida?


Lección 4 | Lunes 17 de octubre

“DEL PODER DEL SEOL”


Lee Salmo 49. ¿Qué llevó al salmista a estar tan seguro de su resurrec­
ción final (Sal. 49:15), en contraste con quienes perecieron sin esa seguridad
(Sal. 49:6-14)?

Salmo 49 habla de la falsa confianza de los necios, "que confían en sus


bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan” (Sal. 49:6), quienes "dan
sus nombres a sus tierras” (Sal. 49:11) y viven solo para bendecirse a sí mismos
(Sal. 49:18). Actúan como si sus casas y su propia gloria duraran para siempre
(Sal. 49:11, 17).
Pero los necios olvidan que su honor se desvanece y que perecen al igual que
las bestias (Sal. 49:12). "Como a rebaños que son conducidos al Seol, la muerte
los pastoreará [...] se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada" (Sal.
49:14).
Como dijo Job siglos antes, "desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo
volveré allá” (Job 1:21; r Tim. 6:7). El salmista señala que tanto el necio como el
sabio mueren, y dejan "sus riquezas a otros" (Sal. 49:10).
Pero, existe un contraste radical entre ellos. Por un lado está el necio, que
perece, aunque trate de encontrar seguridad en las posesiones y los logros tran­
sitorios. En contraste, el sabio contempla, más allá de la mortalidad humana
y la prisión de la tumba, la gloriosa recompensa que Dios le tiene reservada (1
Ped. r:4). Con esta percepción en mente, el salmista pudo decir con confianza:
"Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo”
(Sal. 49:15).
Conforme a la esperanza del Antiguo Testamento, esta declaración no su­
giere que al momento de morir el alma del salmista volaría inmediatamente
al cielo. El salmista simplemente dice que no permanecerá para siempre en la
tumba. Llegará el momento en que Dios lo redimirá de la muerte y lo llevará a
los atrios celestiales.
Una vez más, se describe la certeza de la resurrección futura, que aporta
esperanza, seguridad y sentido a esta existencia actual. Por lo tanto, el sabio
recibirá una recompensa mucho más gloriosa y eterna que la que el necio podría
reunir para sí en esta corta vida.

■ ¿De qué manera has podido ver la locura de quienes confían en sus riquezas
y sus logros? Fijar tus ojos en la Cruz, ¿cómo puede protegerte de caer en
el mismo error?

40
Martes 18 de octubre j Lección 4

“DE LOS ABISMOS DE LA TIERRA”


Lee Salmo 71. ¿Qué quiso decir el salmista cuando le pidió a Dios que lo
levantara “de los abismos de la tierra” (Sal. 71:20)?

En Salmo 49 encontramos una conmovedora expresión de esperanza en


la resurrección, en contraste con la falsa seguridad del necio, que confiaba
en su riqueza. En Salmo 71, el salmista busca seguridad y esperanza en Dios
mientras está rodeado de enemigos y acusadores falsos que dicen que Dios lo
ha abandonado (Sal. 71:10,11).
En medio de las pruebas, el salmista encuentra consuelo y seguridad al re­
cordar cómo Dios lo cuidó en el pasado. En primer lugar, se da cuenta de que Dios
lo sostuvo desde que nació e incluso desde que lo sacara del vientre de su madre
(Sal. 71:6). Luego, reconoce que Dios le enseñó desde su juventud (Sal. 71:17).
Con la certeza de que Dios era su Roca y su Fortaleza, el salmista le suplica:
“Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente” (Sal. 71:3).
"No me deseches en el tiempo de la vejez. Cuando mi fuerza se acabare, no me
desampares" (Sal. 71:9). “Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto en
mi socorro” (Sal. 71:12). Y luego el salmista agrega: "Tú, que me has hecho ver
muchas angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de
los abismos de la tierra" (Sal. 71:20).
La expresión “de los abismos de la tierra" podría entenderse literalmente
como una alusión a la futura resurrección física del salmista. Pero el contexto
parece favorecer una descripción metafórica de la condición de profunda de­
presión del salmista, como si la Tierra se lo estuviera tragando (comparar con
Sal. 88:6; 130:1). Por lo tanto, podríamos decir que, “aunque básicamente se trata
de lenguaje figurativo, también contiene una sugerencia de resurrección física”
(BEA, nota sobre Sal. 71:20).
En definitiva, lo importante es captar que, sea cual fuere nuestra situación,
Dios está allí, tiene interés y, en última instancia, nuestra esperanza no se
encuentra en esta vida, sino en la vida venidera: la vida eterna que tenemos en
Jesús después de nuestra resurrección, a su regreso.

■ Todos hemos tenido terribles momentos de desánimo. Sin embargo, el he­


cho de enfocarte en las formas en que Dios estuvo contigo en el pasado,
¿cómo puede ayudarte a seguir adelante con fe y confianza en los momen­
tos en que él aparentemente está muy lejos?

41
Lección 4 | Miércoles 19 de octubre

TUS MUERTOS VIVIRÁN


Lee Isaías 26:14 y 19. ¿Cuál es el contraste entre los que perecerán para
siempre (Isa. 26:14; ver también Mal. 4:1) y los que recibirán la vida eterna
(Isa. 26:19)?

El libro de Isaías presenta un gran contraste entre la majestad de Dios y


nuestra fragilidad humana (ver Isa. 40). Aunque somos como la hierba que se
seca y la flor que se marchita, la Palabra de Dios permanece para siempre (Isa.
40:6-8). Sin embargo, a pesar de nuestra pecaminosidad humana, la gracia sal-
vífica de Dios está disponible para todos los seres humanos y es eficaz incluso
para los gentiles que abracen su Pacto y guarden el sábado (Isa. 56).
En el libro de Isaías, la esperanza de la resurrección se amplía significa­
tivamente. Si bien previamente en la Biblia las alusiones a la resurrección se
expresaron más desde perspectivas personales (Job 19:25-27; Sal. 49:15; 71:20),
el profeta Isaías habla de ella como si lo incluyera a él mismo y también a la
comunidad de creyentes del Pacto (Isa. 26:29).
Isaías 26 contrasta los distintos destinos de los impíos y los justos. Por un
lado, los malvados seguirán muertos, y no volverán a vivir jamás, al menos des­
pués de la "segunda muerte" (Apoc. 21:8). Serán completamente destruidos y toda
su memoria perecerá para siempre (Isa. 26:14). Este pasaje subraya la enseñanza
de que no hay almas ni espíritus sobrevivientes que continúen vivos después
de la muerte. Hablando de la destrucción final de los impíos, que tendrá lugar
posteriormente, Dios declaró en otra parte que se quemarán por completo, y no
quedará "ni raíz ni rama” de ellos (Mal. 4:1).
Por otro lado, los justos muertos resucitarán de la muerte para recibir su ben­
dita recompensa. Isaías 25 resalta que Jehová el Señor "destruirá a la muerte para
siempre" y "enjugará [...] toda lágrima de todos los rostros” (Isa. 25:8). En Isaías
26 encontramos las siguientes palabras: "Tus muertos vivirán; sus cadáveres
resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual
rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos" (Isa. 26:19). Todos los justos
resucitados participarán de la alegre fiesta que Dios preparará para todos los
pueblos (Isa. 25:6). La resurrección final reunirá a todos los justos de todas las
edades, incluyendo a tus seres queridos que ya murieron en Cristo.

■ imagínate si no tuviéramos ninguna esperanza, ninguna seguridad, ningu­


na razón para pensar que nuestra muerte no es más que el fin de todo para
nosotros. Y, peor aún: que todos nuestros amados desaparecerán, y pronto
será como si nunca hubiéramos existido; como si nuestra vida nunca hu­
biese significado absolutamente nada. ¿Cómo contrasta este destino con la
esperanza que tenemos?

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Jueves 20 de octubre | Lección 4

“LOS QUE DUERMEN EN EL POLVO”


Como veremos, el Nuevo Testamento habla mucho de la resurrección de
los muertos; y, como ya vimos, la idea de la resurrección también aparece en el
Antiguo Testamento. Esta gente, en tiempos del Antiguo Testamento, ya tenía
la misma esperanza de la resurrección final que nosotros tenemos. Marta, que
vivió en la época de Jesús, ya tenía esta esperanza (Juan 11:24). Sin duda, en ese
entonces los judíos tenían cierto conocimiento de la resurrección de los últimos
días; aunque no todos creían en esto. (Ver Hech. 23:8.)

Lee Daniel 12. ¿Qué esperanza de resurrección encontramos aquí, en


los escritos de este gran profeta?

Daniel 12:1 se refiere a Miguel, "el gran príncipe”, cuya identificación ha sido
muy controvertida. Como cada una de las grandes visiones del libro de Daniel
culmina con la manifestación de Cristo y su Reino, lo mismo debería ocurrir con
respecto a este pasaje específico. En el libro de Daniel encontramos alusiones
al mismo Ser divino como “el príncipe de los ejércitos” (Dan. 8:11), "el Príncipe
de los príncipes” (Dan. 8:25), "el Mesías Príncipe” (Dan. 9:25), y finalmente como
"Miguel, el gran príncipe" (Dan. 12:1). Por lo que también debemos identificar
a Miguel como Cristo.
Todos los pasajes del Antiguo Testamento considerados hasta ahora (Job
19:25-27; Sal. 49:15; 71:20; Isa. 26:19) hablan de la resurrección de los justos. Pero
Daniel 12 habla de una resurrección de justos e injustos. Cuando Miguel se le­
vanta, "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados,
unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dan. 12:2).
Muchos consideran que este versículo habla de una resurrección especial
de algunas personas, tanto fieles como infieles, en la venida de Cristo.
“Los sepulcros se abren y 'muchos de los que duermen en el polvo de la tierra
serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión
perpetua’ (Dan. 12:2). Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel
salen glorificados de la tumba y oyen el pacto de paz que Dios hace con los que
han guardado su Ley. los que lo traspasaron’ (Apoc. 1:7), los que se mofaron y
se rieron de la agonía del Cristo moribundo, y los oponentes más violentos de
su verdad y su pueblo, son resucitados para contemplarlo en su gloria y ver el
honor conferido a los fieles y obedientes” (CS 621).

43
Lección 4 | Viernes 21 de octubre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, Profetasy reyes, “Visiones de la gloria futura”, pp. 533-542.
La ciencia moderna enseña que toda materia está compuesta de átomos, a
su vez conformados por dos partículas más pequeñas, quarks y leptones, que se
cree que son los componentes básicos de toda la realidad física. Entonces, si la
esencia del mundo físico son quarks y leptones, ¿no podría el Dios que no solo
creó ese mundo sino también lo sostiene simplemente reconfigurar los quarks
y los leptones cuando llegue el momento de resucitarnos? Para burlarse de la
resurrección, el ateo Bertrand Russell preguntó qué sucedería con aquellos a
quienes los caníbales se los comieron, porque sus cuerpos ahora son parte de
los caníbales, y entonces, ¿a quién le corresponde qué cosa en la resurrección?
Pero, supongamos que Dios simplemente toma quarks y leptones (los bloques de
construcción fundamentales de la existencia) de algún lugar y, sobre la base de
la información que posee sobre cada uno de nosotros, nos reconstruye a partir
de esos quarks y leptones. No necesita nuestra matriz; cualquiera servirá. O, de
hecho, podría simplemente llamar a la existencia a nuevos quarks y leptones
y partir de allí. Al margen de cómo lo haga, el Dios que creó el Universo puede
volver a crearnos, lo que promete hacer en la resurrección de los muertos.
"El Dador de la vida reunirá en la primera resurrección a su posesión com­
prada, y hasta que llegue esa hora triunfante, cuando resuene la última trompeta
y el inmenso ejército surja para victoria eterna, cada santo que duerme será
conservado como seguridad, y será guardado como una joya preciosa a la que
Dios conoce por nombre. Mediante el poder del Salvador que estuvo en ellos
mientras vivían y porque fueron participantes de la naturaleza divina, son
sacados de entre los muertos” (“Comentarios de Elena de White", CBA 4:1.165).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Se estima que existen dos billones de galaxias, cada una compuesta por
miles de millones de estrellas. Y algunas de estas estrellas tienen pla­
netas que orbitan alrededor de ellas, al igual que los planetas de nues­
tro sistema solar orbitan alrededor del Sol. Ahora, piensa en el increíble
poder de Dios, quien no solo creó todas estas estrellas, sino además las
sostiene y las conoce por nombre (Sal. 147:4). Aunque esa asombrosa rea­
lidad no prueba que este mismo Dios pueda resucitar a los muertos, ¿en
qué medida nos revela este mismo poder asombroso que tiene y por qué,
ciertamente, algo como la resurrección no estaría más allá de su poder?
2. Hebreos n destaca la fidelidad y las expectativas de muchos de los lla­
mados "héroes de la fe” de la antigüedad. ¿Cómo puede este capítulo en­
riquecer nuestra comprensión de la esperanza que tenían los personajes
del Antiguo Testamento, incluso antes de la resurrección de Jesús?

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EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Textos clave: Job 19:25-27; Salmo 73:24; Daniel 12:2.

Enfoque del estudio:


La muerte es deprimente, fría y antinatural. Roba certeza y significado a la vida
y rompe abruptamente las relaciones. Morir no tiene sentido. Como humanos,
nunca estuvimos destinados a morir; solo por el pecado morimos.
Sin embargo, en el jardín del Edén, en medio de las tinieblas y la desespera­
ción, Dios introdujo la esperanza. La esperanza brilla donde no hay esperanza,
como la luna y las estrellas aportan luz en la oscuridad. Esta esperanza comenzó
cuando Dios buscó a Adán y a Eva (Gén. 3:9) y les anunció que enviaría a la Simien­
te prometida para derrotar a Satanás (Gén. 3:15). La esperanza es un regalo de
Dios mismo para nosotros. Eva pensó que su hijo primogénito sería ese Salvador
(Gén. 4:1), pero únicamente el Mesías, Jesucristo, vencería la muerte.
La iglesia del Antiguo Testamento (Hech. 7:38) vivía de esta esperanza: anhelaba
la venida del Mesías y el establecimiento de su Reino. La esperanza de la resurrec­
ción ya es sólida en el Antiguo Testamento. Comienza con Job, culmina con Daniel,
y entre ellos, varios autores dan testimonio de ella.

COMENTARIO
Repasemos brevemente los principales pasajes relacionados con la esperanza
de la resurrección en el Antiguo Testamento:

Job 19:25-27
Se puede argumentar que no hay texto más poderoso y destacado sobre
la certeza personal de la resurrección que el del patriarca Job. Este libro es una
confesión de fe expresada en forma impresionante y elocuente. Estos versículos
contienen una de las más bellas expresiones de esperanza en una resurrección
corporal.
Aquí encontramos una declaración que podemos encontrar grabada en mu­
chas tumbas cristianas: La poderosa declaración de Job de que verá a Dios en su
carne después de la muerte es la más antigua de la Biblia, y establece el tono de
esta increíble esperanza de lo que Dios hará al final de la historia de la Tierra. Job
declara: "Yo sé que mi Redentor vive" (Job 19:25). Conoce a su Dios, que está vivo,
y lo llama "Redentor" (en hebreo: go'el, pariente redentor, defensor, vindicador,
protector), como lo fue Booz para Rut (Rut 4:14). Job continúa con la seguridad
de que su Redentor "vive, y al fin se levantará sobre el polvo" (Job 19:25) para
resucitarlo a una nueva vida.
Desafortunadamente, por lo general la gente conoce y cita solo el versículo
25, pero lo que sigue es igualmente determinante: "Y después de deshecha esta
mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo

45
Lección 4 // Material auxiliar para el maestro

verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” (Job 19:26, 27).
Nota el tono personal de la declaración solemne de Job: mi, mí, mis, por mí mismo.
Cree firmemente, de corazón, que verá a Dios en su carne, con sus propios ojos,
aunque muera y su carne sea destruida. Esta convicción personal de un futuro
día de resurrección no puede expresarse de mejor manera y con mayor énfasis.

Salmo 16:9,10
"Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará
confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol [sheol, sepulcro, muerte],
ni permitirás que tu santo vea corrupción". El término hebreo sheol utilizado aquí
se traduce en otras versiones bíblicas como "el lugar de los muertos" (PDT), "el
reino de los muertos" (BLP), "entre los muertos" (NTV), “en el sepulcro" (RVA, NVI,
DHH). Este término se encuentra 66 veces en la Biblia hebrea y, en la mayoría de
los casos, su significado es sinónimo de tumba. Tanto los impíos como los justos
descienden al sheol (Gén. 37:35; 42:38; 44:29,31; Núm. 16:30,33; 1 Rey. 2:6,9; Job
21:13; Sal. 49:17; 89:48; Ecl. 9:10; Isa. 14:9,11,15; 38:10; Eze. 31:15-17)- Además, el
Señor rescata a los fieles del sheol (Ose. 13:14); nadie puede esconderse de Dios
en el sheol (Sal. 139:8, Amos 9:2), y no hay trabajo ni ninguna otra actividad en
el sheol (Ecl. 9:10).
En ninguna parte de la Biblia se describe el sheol como el inframundo sombrío
donde viven los muertos o donde las almas o espíritus humanos continúan su exis­
tencia. La palabra sheol es una designación del sepulcro, el lugar de los muertos
(ver, por ejemplo, la consistencia de la traducción de la NVI, donde, en la mayoría
de los casos, la palabra sheol se traduce como sepulcro, pero también como muer­
te, el reino de la muerte, lo más profundo de la tierra, puertas de la muerte y otras).
David se regocija porque después de la muerte descansará en paz y Jehová no se
olvidará de él, sino que lo resucitará a una nueva vida y él no experimentará una
destrucción duradera (shájat significa destrucción, corrupción, decadencia, pozo).
Este texto trasciende la experiencia de David y tiene un significado mesiánico
más profundo. El Santo (hebreo jasid, devoto, el Fiel, el Santo), es decir, el Mesías
Jesucristo, no se pudrirá en su tumba, su cuerpo no decaerá, porque resucitará
después de descansar tres días (contados de manera inclusiva) en la tumba (sheol).
El Nuevo Testamento cita este texto como un anuncio profético de la resurrección
de Cristo (Hech. 2:25-28; 13:35).

Salmo 49:9-15
El salmista presenta un contraste entre el destino general de las personas
y la recompensa de los justos. Por un lado, la gente morirá e irá a sus tumbas
(sheol), porque no "viv[irá] en adelante para siempre, sin jamás ver corrupción
[shd/at]" (Sal. 49:9 RVR1995; comparar con Sal. 16:10; 17:15). En cambio, los que
aman y obedecen a Jehová tendrán un destino diferente. El poeta declara: "Dios
me rescatará [padá, recuperar, redimir] de las garras del sepulcro [sheol, tumba]
Material auxiliar para el maestro // Lección 4

y con él me llevará [laqaj, recibir, tomar]" (Sal. 49:15, NVI). Los traductores de la
NTV interpretan el texto hebreo de una manera poderosa: "Dios [...] me arrebatará
del poder de la tumba".

Salmo 71:20
"Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme vida,
y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra". Este salmo es una oración
pidiendo la ayuda de Dios en la vejez. El Señor estuvo con el salmista desde su
nacimiento e hizo grandes cosas por él; por lo que le pide a Dios que lo proteja
de sus enemigos. Dios no solo restaura la fuerza física y la salud, sino también
tiene poder para resucitar. El salmista cree en Dios y confía en que él lo levantará
(hebreo: ’alá, subir, ascender) de "los abismos [hebreo: tehom, que significa fondo,
profundidad] de la tierra", que puede ser una descripción figurativa de la tumba.
Por lo tanto, esta imagen poética insinúa una resurrección física. La lectura de la
Nueva Traducción Viviente está impregnada de esta esperanza: "Volverás a darme
vida y me levantarás de las profundidades de la tierra".

Salmo 73:24
Asaf, en su búsqueda existendal por comprender los enigmas de la vida con
respecto a la prosperidad de los impíos y el sufrimiento de los justos, concluye
que es Dios quien lo sostiene y lo guía. Dios le garantiza el futuro y lo resucitará
para vida eterna: "Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu
consejo, y después me recibirás en gloria" (Sal. 73:23, 24). Dios da sentido a la
vida actual, pero además nos garantiza un futuro incluso después de la muerte.
El verbo para "recibir" es laqaj, y se usa en la historia de Enoc cuando Dios se
lo llevó (.laqaj; Gén. 5:24), así como en la narración de Elias, quien también fue
llevado al cielo (laqaj, 2 Rey. 2:3, 9; también se usa otro verbo, a saber, 'alá, alzar,
subir, como en 2 Rey. 2:1,11).

Isaías 26:19
El profeta Isaías, en el denominado "Pequeño Apocalipsis", presenta la es­
peranza de la resurrección y la anuncia con arrojo: "Tus muertos vivirán; sus
cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu
rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos" (Isa. 26:19). Así se
caracteriza una esperanza gloriosa y un futuro brillante para quienes esperan
en el Señor. Este versículo es muy explícito acerca de la resurrección física. El
profeta Daniel, como veremos a continuación, fundamenta su afirmación sobre
la resurrección en el anuncio de Isaías.

Daniel 12:2,12
Daniel señala un día de resurrección: "Muchos de los que duermen en el polvo
de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
Lección 4 // Material auxiliar para el maestro

confusión perpetua" (Dan. 12:2). La revelación de Dios a Daniel culmina con esta
declaración. La muerte se compara con el sueño, y los que están muertos resu­
citarán: los que sirvieron a Dios recibirán la vida eterna, pero los impíos serán
condenados a la muerte eterna.
Dios también asegura a Daniel que él resucitará a una nueva vida en el mismo
fin: "En cuanto a ti, sigue tu camino hasta el final. Descansarás y, entonces, al
final de los días, te levantarás para recibir la herencia que ha sido guardada para
ti” (Dan. 12:13, NTV). La muerte es similar a un descanso después de trabajar
fielmente. Pero luego vendrá la dulce herencia: la vida eterna con el Señor.

Jonás 2:2
La alusión a la resurrección en la historia de Jonás está relacionada con su
permanencia de tres días en el vientre de un gran pez. Jonás define esta expe­
riencia como estar en el sheol; es decir, en una tumba (Jon. 2:2). Después de tres
días y tres noches, fue traído a una nueva vida cuando fue vomitado por el gran
pez de este sheol. En su oración, dice: "Descendí a los cimientos de los montes;
la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la
sepultura, oh Jehová, Dios mío" (Jon. 2:6). Jesús comparó su estadía en la tumba
y su resurrección con la experiencia de Jonás (Mat. 12:40).

Oseas 6:2
El profeta Oseas habla sobre el renacimiento espiritual de Israel y su retorno
a Dios en términos de resucitar de la muerte a una vida nueva. La imagen de la
resurrección se utiliza para explicar esta nueva vida del pueblo de Dios.

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Cómo puedes transmitir esperanza a los que sufren por la muerte de un
ser querido en su familia?
2. La visión bíblica de la resurrección, ¿cómo puede transformar tu actitud
hacia la muerte y la desesperación?
3. La esperanza de la Segunda Venida ¿cómo puede aumentar la calidad
de tus relaciones, ya sea en el matrimonio, en el vecindario o en el lugar
de trabajo?
Lección 5: Para el 29 de octubre de 2022

RESURRECCIONES
ANTES DE LA CRUZ
Sábado 22 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Judas 9; Lucas 9:28-36; 1 Reyes 17:8-24;
Lucas 7:11-17; Marcos 5:35-43; Juan 11:1-44.

PARA MEMORIZAR:
"Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.
¿Crees esto?” (Juan 11:25,26).

as referencias del Antiguo Testamento a la resurrección que hemos visto

L hasta ahora se basan mayormente en expectativas personales (Job 19:25-27;


Heb. 11:17-19; Sal. 49:15; Sal. 71:20) y en promesas futuras (Dan. t2:i, 2,13). Sin
embargo, también tenemos registros inspirados de casos en los que hubo gente
que realmente resucitó de entre los muertos.
La primera resurrección fue la de Moisés (Jud. 9; Luc. 9:28-36). Luego, tam­
bién resucitaron el hijo de la viuda de Sarepta (r Rey. ry:8-24) y el hijo de la su­
namita (2 Rey. 4:r8-37). Cristo, cuando estuvo aquí, en la carne, resucitó al hijo
de la viuda de Naín (Luc. 7:n-t7), a la hija de Jairo (Luc. 8:40-56) y luego a Lázaro
(Juan 11). Estos casos confirman la enseñanza bíblica de la inconsciencia de los
muertos (Job 3:11-13; Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:5,10). En ninguno de estos relatos,
ni en ninguna otra narración bíblica de resurrección, se hace mención de una
supuesta experiencia más allá de la muerte.
Esta semana reflexionaremos con más detenimiento sobre las resurrec­
ciones que tuvieron lugar antes de la muerte y la resurrección de Cristo.

49
Lección 5 | Domingo 23 de octubre

LA RESURRECCIÓN DE MOISÉS
Lee Judas 9 y Lucas 9:28 al 36. ¿Qué evidencias encuentras de la resu­
rrección corporal de Moisés en estos pasajes?

Algunos padres de la Iglesia Griega de Alejandría argumentaron que, cuando


Moisés murió, se vieron dos Moisés: uno vivo en el espíritu; otro muerto en el
cuerpo. Un Moisés que ascendió al cielo con los ángeles; el otro, enterrado en la
tierra (ver Orígenes, Homilías sobre Josué 2.1; Clemente de Alejandría, Stromata
6.15.) Esta distinción entre la hipótesis del alma y la sepultura del cuerpo po­
dría tener sentido para quienes creen en el concepto griego del alma inmortal,
pero esa idea no figura en la Biblia. Judas 9 confirma la enseñanza bíblica de
la resurrección del cuerpo de Moisés, porque la disputa era sobre "el cuerpo de
Moisés”, y no sobre ninguna presunta alma sobreviviente.
Deuteronomio 34:5 al 7 nos dice que Moisés murió a los 120 años de edad y
que el Señor lo enterró en un lugar escondido en un valle de la tierra de Moab.
Pero Moisés no permaneció mucho tiempo en la tumba. “Cristo mismo, acompa­
ñado por los ángeles que enterraron a Moisés, descendió del cielo para llamar al
santo que dormía. [...] Por primera vez Cristo iba a dar vida a uno de los muertos.
Cuando el Príncipe de la vida y los ángeles resplandecientes se aproximaron a la
tumba, Satanás temió perder su hegemonía. [...] Cristo no se rebajó a entrar en
controversia con Satanás. [...] Pero Cristo confió todo a su Padre, diciendo: '¡El
Señor te reprenda!' (Jud. 9). [...] La resurrección quedó asegurada para siempre.
Satanás fue despojado de su presa; los justos muertos volverían a vivir" (PP
511,512).
Una clara evidencia de la resurrección de Moisés se encuentra en la Transfi­
guración. Allí apareció Moisés con el profeta Elias, quien había sido trasladado
sin ver la muerte (2 Rey. 2:1-11). Moisés y Elias incluso dialogaron con Jesús (ver
Luc. 9:28-36). “Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés
y Elias; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que
iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Luc. 9:30,31). La aparición de Moisés, prueba
de la futura victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, se describe aquí en
términos inequívocos. Fueron Moisésy Elias, no sus "espíritus” (a fin de cuentas,
Elias no había muerto), quienes se aparecieron a Jesús allí.

■ A Moisés no se le permitió entrar en laCanaán terrenal (Deut. 34:1-4), pero


fue llevado a la Canaán celestial. ¿Qué enseña esto acerca de que Dios "es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros" (Efe. 3:20)?

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Lunes 24 de octubre | Lección 5

DOS CASOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO


Lee 1 Reyes 17:8 al 24 y 2 Reyes 4:18 al 37. ¿Qué similitudes y diferencias
ves en estas dos resurrecciones?

En Hebreos n, leemos que por fe "las mujeres recibieron sus muertos me­
diante resurrección" (Heb. 11:35). Esto ocurrió con las dos resurrecciones des­
critas en los pasajes de hoy.
La primera (ver 1 Rey. 17:8-24) ocurrió durante la gran apostasía de Israel,
bajo la influencia del rey Acab y de su esposa pagana Jezabel. Mientras una grave
sequía estaba devastando la tierra, Dios ordenó a Elias que fuera a Sarepta, una
ciudad no perteneciente a Israel. Allí conoció a una pobre viuda fenicia que
estaba a punto de cocinar una última comida miserable para ella y su hijo, para
luego morir. Pero salvaron su vida gracias al milagro de la harina y el aceite,
que no se agotaron hasta que pasó la sequía. Poco después, su hijo se enfermó
y murió. Desesperada, la madre le suplicó ayuda a Elias, quien clamó a Dios. "El
Señor oyó el clamor de Elias, y el muchacho volvió a la vida” (r Rey. 17:22, NVI).
La segunda resurrección (ver 2 Rey. 4:18-37) tuvo lugar en Sunem, una al-
deíta al sur del monte Gilboa. Elíseo había ayudado a una viuda pobre a pagar
sus deudas mediante el milagro de llenar muchas vasijas de aceite (2 Rey. 4:1-7).
Más adelante, en Sunem, conoció a una destacada mujer casada sin hijos. El
profeta le dijo que tendría un hijo, y sucedió según lo predicho. El niño creció
y era sano, pero un día enfermó y murió. La sunamita fue al monte Carmelo y le
pidió a Elíseo que la acompañara para ver a su hijo. Eliseo oró persistentemente
a Dios, y finalmente el niño revivió.
Estas mujeres tenían diferentes trasfondos, pero la misma fe que salva. La
viuda fenicia recibió al profeta Elias en un momento extremadamente difícil
cuando no había un lugar seguro para él en Israel. La sunamita y su esposo cons­
truyeron una habitación especial donde el profeta Eliseo pudiera hospedarse
cuando pasara por su región. Cuando los dos niños murieron, sus fieles madres
apelaron a esos profetas de Dios y tuvieron el gozo de ver a sus hijos resucitar.

■ Estas dos historias son maravillosas, pero por cada una de ellas, ¿cuántos
otros relatos desconocidos habrá que no tuvieron sucesos milagrosos? ¿Qué
debería enseñarnos este triste hecho acerca de la centralidad de nuestra fe
en la resurrección prometida para el tiempo del fin?

51
Lección 5 | Martes 25 de octubre

EL HIJO DE LA VIUDA DE NAÍN


La Biblia dice que Jesús “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los opri­
midos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hech. T038). De hecho, todos
los evangelios están colmados de relatos en los que Jesús sirve a muchas almas
necesitadas y heridas, razón por la que más adelante muchos judíos llegaron a
creer que Jesús era el Mesías prometido.
"Había aldeas enteras donde no se oía un solo gemido de dolor en ninguna
casa, porque él había pasado por ellas y sanado a todos sus enfermos. Su obra
demostraba su unción divina. En cada acto de su vida revelaba amor, miseri­
cordia y compasión; su corazón rebosaba de tierna consideración por todos los
seres humanos. Se revistió de la naturaleza humana para poder solidarizarse
con nosotros en nuestras necesidades. Los más pobres y humildes no tenían
te mor de acercarse a él. Aun los niñitos se sentían atraí dos hacia él” (CC17).

Lee Lucas 7:11 al 17. ¿Qué diferencia importante hay entre lo que sucedió
en esta resurrección y la que vimos ayer?

Durante su ministerio en Galilea, Jesús sanó a los enfermos y expulsó de­


monios. En cierta ocasión, él y sus seguidores estaban aproximándose a las
puertas de Naín cuando una procesión fúnebre salía por esas puertas. En el
ataúd abierto estaba el único hijo de una viuda, que lloraba desconsoladamente.
Lleno de compasión por la madre afligida, Jesús le dijo: "No llores”. Entonces
Jesús se volvió hacia el hijo muerto en el ataúd y le ordenó: “Joven, a ti te digo,
levántate". El hijo resucitó y Jesús "lo dio a su madre” (Luc. 7:13-15). La presencia
de Jesús cambió completamente el escenario, y muchos que habían presenciado
el milagro supieron no solo que había sucedido algo asombroso, sino además
que alguien especial (lo llamaron "un gran profeta”) estaba entre ellos.
La viuda fenicia (r Rey. 17:8-24), como la sunamita (2 Rey. 4:18-37), habían
pedido ayuda a Elias y a Elíseo respectivamente. Pero la viuda de Naín recibió
ayuda sin que ella la pidiera. Esto significa que Dios se preocupa por nosotros
incluso cuando no podemos pedirle ayuda o nos sentimos indignos de hacerlo.
Jesús vio el problema y lo resolvió; muy característico de Jesús a lo largo de todo
su ministerio.

■ La verdadera religión implica cuidar de los huérfanos y las viudas que nos
rodean (Sant. 1:27). Aunque, obviamente, no podremos hacer todos los mi­
lagros que hizo Jesús, ¿qué podemos hacer para servir a quienes sufren a
nuestro alrededor?

52
Miércoles 26 de octubre | Lección 5

LA HIJA DE JAIRO
Las resurrecciones antes de la muerte y la resurrección de Jesús no se limi­
taron a ningún grupo étnico específico ni a ninguna clase social en particular.
Moisés fue, quizá, el mayor conductor humano del pueblo de Dios que jamás
haya existido (Deut. 34:10-12). Por otro lado, la pobre viuda fenicia ni siquiera era
israelita (1 Rey. 17:9). La sunamita era prominente en su comunidad (2 Rey. 4:8),
aunque no era hebrea. La viuda de Naín tenía un solo hijo, del que probablemente
dependía (Luc. 7:12). Por su parte, Jairo era un dirigente de la sinagoga, proba­
blemente en Capernaum (Mar. 5:22). Más allá de sus diferentes antecedentes
culturales o estatus social, el poder vivificante de Dios bendijo a todos ellos.

Lee Marcos 5:21 al 24 y 35 al 43- ¿Qué podemos aprender de la muerte


a partir de las palabras de Cristo "La niña no está muerta, sino duerme”?
(Mar. 539).

La hija de Jairo, de doce años, yacía mortalmente enferma en su casa. Por


lo tanto, él buscó a Jesús y le rogó que fuese a su casa y pusiera sus manos sa­
nadoras sobre ella. Pero, antes de que pudieran llegar allí, alguien ya llevó la
triste noticia: "Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (Mar.
5:35). Entonces, Jesús le dijo al padre afligido: “No temas, cree solamente” (Mar.
5:36). De hecho, todo lo que el padre podía hacer era confiar totalmente en la
intervención de Dios.
Al llegar a la casa, Jesús les dijo a los que estaban allí reunidos: "¿Por qué
alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme” (Mar. 5:39). Lo ridi­
culizaron porque (1) sabían que ella estaba muerta y (2) no comprendieron el
significado de sus palabras. "La consoladora expresión por la cual el ‘sueño’
equivale a la ‘muerte’ parece haber sido la forma favorita de Cristo para refe­
rirse a ese estado ([Mat. 9:24; Luc. 8:52] ver com. Juan 11:11-15). La muerte es un
sueño, pero es un sueño profundo del cual solo el gran Dador de la vida puede
despertarnos, porque solo él tiene las llaves del sepulcro (Apoc. 1:18; cf. Juan
3:26; Rom. 6:23)’’ (CBA 5:596).
Después de la resurrección de esta niña, los que la vieron "se espantaron
grandemente" (Mar. 5:42). No es para menos. Por ahora la muerte es defini­
tiva, absoluta y aparentemente irreversible. Haber visto algo como esto con
sus propios ojos seguramente debió haber sido una experiencia increíble que
les cambió la vida.

■ Las palabras de Jesús: "No temas, cree solamente" (Mar. 5:36) todavía son
valiosas para nosotros hoy. ¿Cómo podemos aprender a hacer esto, incluso
en medio de situaciones de temor, que son los momentos más importantes
para seguir creyendo?

53
Lección 5 | Jueves 27 de octubre

LÁZARO
Lee Juan 11:1 al 44. ¿En qué sentido Jesús fue "glorificado” por la enfer­
medad y la muerte de Lázaro (Juan 11:4)?

También aquí Jesús utiliza la metáfora del sueño al hablar de la muerte.


"Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarlo” (Juan n:n). Aunque
algunos pensaron que se refería al sueño literal (Juan 11:11-13), Jesús enunció
claramente lo que quiso decir: "Lázaro ha muerto” (Juan n:r2-i4). En realidad,
cuando Jesús llegó a Betania, ya hacía cuatro días que Lázaro había muerto;
su cadáver ya estaba en descomposición (Juan 11:17,39)- Cuando un cuerpo co­
mienza a descomponerse al punto de heder, no cabe duda: la persona está muerta.
En este contexto, cuando Jesús dijo a Marta: "Tu hermano resucitará” (Juan
11:23), ella reafirmó su fe en la resurrección final. Pero Jesús declaró: "Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel
que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:23-26). Y
Jesús agregó: "Si crees, verás la gloria de Dios” (Juan 11:40). Marta creyó, y vio la
gloria de Dios en la resurrección de su hermano.
La Biblia dice que la palabra de Dios creó la vida (Sal. 33:6), y su palabra
puede recrear la vida, como en el caso de Lázaro. Después de una breve oración,
Jesús ordenó: “¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43). Inmediatamente, estas personas
presenciaron el poder vivificante de Dios, el mismo poder que llamó a nuestro
mundo a la existencia, y el mismo poder que al final de los tiempos devolverá
la vida a los muertos en la resurrección final.
Al resucitar a Lázaro, Jesús demostró que tenía el poder de vencer la muerte.
Y para seres como nosotros, que inevitablemente morimos, ¿qué mayor mani­
festación de la gloria de Dios podría haber?

■ Lee Juan 11:25 y 26. En un renglón, Jesús habla de los creyentes que mueren,
y en el siguiente dice que los creyentes nunca morirán. ¿Qué nos está ense­
ñando Jesús aquí, y porqué es tan importante entender que la muerte es un
sueño inconsciente, para comprender las palabras de Cristo? Y ¿por qué sus
palabras nos ofrecen tanta esperanza, como seres destinados a la tumba?

54
Viernes 28 de octubre | Lección 5

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, "La muerte de Moisés”, pp. 447-457;
Profetas y reyes, "Una severa reprensión”, pp. 94-105, “Un profeta de paz", pp.
178-183; El Deseado de todas las gentes, “El centurión”, pp. 285-291, "El toque de la
fe”, pp. 315-321, "¡Lázaro, sal fuera!”, pp. 495-507
“En Cristo hay vida original, no prestada ni derivada de otra. ‘El que tiene al
Hijo, tiene la vida' (1 Juan 5:12). La divinidad de Cristo es la garantía que el cre­
yente tiene de la vida eterna. Jesús dijo: ‘El que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?’
Cristo [en Juan 11:25,26] miraba hacia adelante, a su segunda venida. Entonces
los justos muertos serán resucitados incorruptibles, y los justos vivos serán
trasladados ai cielo sin ver la muerte. El milagro que Cristo estaba por realizar,
al resucitar a Lázaro de los muertos, representaría la resurrección de todos los
justos muertos. Por medio de sus palabras y sus obras se declaró el Autor de la
resurrección. El que pronto iba a morir en la Cruz estaba allí con las llaves de la
muerte, vencedor del sepulcro, y afirmaba su derecho y su poder para dar vida
eterna” (DTG 501).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Muchos murieron durante el ministerio profético de Elias y de Elíseo, así
como también durante el ministerio terrenal de Cristo. Solo unos pocos
resucitaron. (Ver Luc. 4:24-27.) Piensa también en la experiencia de todos
los muertos, ya sea que su resurrección haya ocurrido en el pasado o que
se efectúe en la Segunda Venida; ¿cuál es la diferencia, al menos en lo
que respecta a sufrir la muerte?
2. Muchos autores a lo largo de los siglos han escrito sobre la futilidad de
una vida que siempre termina en la muerte. Al igual que todas las de­
más criaturas vivientes del mundo animal, todos morimos. Sin embar­
go, para la humanidad, en cierto sentido, nuestra situación es peor que
para los animales, porque sabemos que vamos a morir (ver Ecl. 9:5); ellos,
no. Entonces, ¿por qué es tan importante para nosotros la promesa de la
resurrección?
3. Si piensas que el alma es inmortal y que los muertos, especialmente los
muertos justos, viven en el cielo después de haber muerto, ¿qué necesi­
dad hay de la resurrección al final de los tiempos?
4. Si alguien llama y pregunta: "¿Está Sally allí?”, tú podrías responder: “Sí,
pero está durmiendo". Sin embargo, si alguien llama y pregunta: "¿Está
Sally allí?”, tú no vas a responder: "Sí, pero está muerta”. ¿Por qué no?
¿Qué nos enseña esto sobre la naturaleza de la muerte?

55
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Texto clave: Juan 11:11.


Esta lección analiza casos específicos de personas que resucitaron antes de
la crucifixión de Cristo, a saber:
1. Moisés (Mat. 17:3; Luc. 9:30; Jud. 9)
2. El hijo de la viuda de Sarepta (1 Rey. 17:21-23) y el hijo de la sunamita (2
Rey. 432-37)
3. El hijo de la viuda de Naín (Luc. 7:14,15)
4. La hija de Jairo (Mar. 5:40-42)
5. Lázaro (Juan 11:41-45)
De todas estas personas que murieron, solo Moisés fue directamente al cielo;
todos los demás volvieron a vivir aquí, en la Tierra. Cada uno de estos relatos
demuestra aún más que no hay vida ("alma") ni existencia después de la muerte.
Curiosamente, ninguno de los que resucitaron mencionó alguna experiencia en
el más allá. Una experiencia de este tipo ¿no sería lo suficientemente memorable
como para documentarla o al menos mencionarla? Los hijos de las tres viudas
deberían haber dicho: "¡Oh, mamá, no vas a creer lo que vi!", y la noticia de su
experiencia en el cielo se habría extendido por todas partes de la Tierra. Además,
como algunos han cuestionado, ¿porqué alguien querría volver a laTierra después
de haber estado en el cielo?
Moisés, quien fue llevado al cielo, no era un "espíritu” o un "alma" incorpórea
porque resucitó en el cuerpo, como lo indica la naturaleza de la disputa entre
Cristo y Satanás, que fue "por el cuerpo de Moisés" (Jud. 9). Ni Satanás ni Jesús
mencionan ningún alma viviente en la disputa. ¿Para qué se necesitaría un cuerpo
si existiera un alma? El cuerpo no era necesario para albergar un alma porque el
cuerpo ERA Moisés. Posteriormente, Moisés se aparece a Jesús en el Monte de la
Transfiguración, junto con Elias (Luc. 9), quien fue llevado al cielo y nunca murió.
Estos relatos demuestran una vez más que la mejor explicación para la muerte
es el sueño, y no una existencia sin cuerpo.

COMENTARIO
Veremos juntos la historia de Lázaro y analizaremos su resu rrección con más
detalle.
Antes de que Jesús y sus discípulos fueran a Betania, Jesús les describe la
muerte como un sueño (Juan n:n). Los discípulos preguntan por qué van ajudea,
porque los judíos intentaron apedrear a Jesús allí. Jesús responde que deben ir
porque Lázaro "duerme" (Juan 11:11). Como los discípulos no logran comprender
el significado de las palabras de Jesús, Jesús declara abiertamente: "Lázaro ha
muerto” (Juan 11:14).
La muerte se denomina sueño tanto en el Antiguo Testamento como en el
Nuevo Testamento (Dan. 12:2; Hech. 7:60; 1 Tes. 4:13,14). Daniel 12:2 dice: "Muchos

56
Material auxiliar para el maestro // Lección 5

de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida
eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua".
Este versículo habla de las dos resurrecciones: la primera, antes del Milenio,
cuando resucitarán y serán llevados al cielo todos los que han entregado su vida
a Jesús; y la segunda, después del Milenio, de quienes rechazaron a Jesús como
su Salvador (Apoc. 20:4-6). (Los adventistas del séptimo día entienden que esta
es una resurrección especial: "Una resurrección especial precede al segundo
advenimiento de Cristo. ‘Todos los que hayan muerto en la fe del mensaje del
tercer ángel' se levantarán en esa ocasión. Además, los que contemplaron bur­
lonamente la crucifixión de Cristo y los que se opusieron más violentamente al
pueblo de Dios serán sacados de sus tumbas para ver el cumplimiento de la pro­
mesa divina y el triunfo de la verdad' (CS 695; Apoc. 1:7)" (CBA 4:904). Además,
la descripción que hace el libro de Hechos sobre Esteban cuando lo apedrearon
es que "durmió" (Hech. 7:60). Es un gran consuelo saber que cuando morimos
es como si estuviéramos durmiendo, porque habrá un despertar.
En cuanto al viaje para ver a Lázaro, Jesús dice a sus discípulos: "Mas voy
para despertarle" (Juan 11:11). Debido a que Jesús explica que con "dormir" quiso
decir "muerte", claramente está hablando de una resurrección. Y, sin embargo,
al parecer nadie se tomó realmente en serio el significado de la frase de Jesús
hasta que ocurrió el milagro. De hecho, Tomás está preocupado por el hecho de
que los matarán a todos si van, no por el milagro que Jesús acaba de proclamar
que hará. La palabra para "despertarle" es exupnizo y es el único lugar del Nuevo
Testamento donde aparece. Literalmente, significa "salir del sueño". Una vez
más, la conexión entre el sueño y la muerte es visible. Jesús hace referencia a la
resurrección de Lázaro como el acto de despertarlo del sueño.
Curiosamente, cuando llega Jesús, ambas hermanas dicen lo mismo en di­
ferentes situaciones: "Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto"
(Juan 11:21, 32). En la presencia de Cristo no hay lugar para la muerte, porque él
es la Fuente de la vida. Marta y María habían visto a Jesús curar a los enfermos.
Sabían que él daba vida. En otros pasajes, se nos dice que es Dios el "que da vida
a todas las cosas" (1 Tim. 6:13; ver también Juan 1:3, 4; Deut. 32:39; Neh. 9:6).
En la presencia de Dios no hay muerte. La muerte no provino de Dios. Apareció
en escena con el pecado y la maldad cuando Satanás decidió rebelarse contra el
amante y precioso gobierno de Dios, y desafortunadamente los seres humanos
siguieron su ejemplo. El pecado destruye y produce muerte: "Como el pecado
entró en el mundo por un hombre [Adán], y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5:12).
Al llegar a Betania, Jesús primeramente tiene una conversación con Marta.
Cuando él le dice: "Tu hermano resucitará" (Juan 11:23), ella responde: "Yo sé que
resucitará en la resurrección, en el día postrero" (Juan 11:24). Ella entendía que
habría vida después de la muerte, pero su declaración también deja en claro que
sabía que Lázaro no resucitaría hasta "el día postrero”.

57
Lección 5 // Material auxiliar para el maestro

Marta habría oído hablar de las resurrecciones del hijo de la viuda y de la


hija de Jairo, pero tal vez no pensó que este milagro sería algo que Jesús podría
hacer en su favor. A veces, todos podemos volvernos escépticos acerca de las
posibilidades de que los milagros de Dios sucedan en nuestra vida y pensamos
que los milagros son solo para los demás.
Pero Jesús tenía un plan para demostrar a todos que la vida viene por medio
de él porque él es "la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Jesús agrega: "Todo
aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (Juan 11:26). Él enfatiza que,
en última instancia, los que creen en él no experimentarán la segunda muerte.
Jesús puede resucitar a los que él decida ahora y nuevamente en el futuro, "en
el día postrero".
Cuando Jesús vio a María y a los judíos llorando, "se estremeció en espíritu y.
se conmovió" (Juan 11:33). La palabra para estremeció es embrimaomai, en griego.
Además de estremecerse, también significa "advertir" o "reprender" y se utiliza
cinco veces en el Nuevo Testamento (Mat. 9:30; Mar. 1:43; 14:5; Juan 11:33,38). Las
tres veces que aparece antes de Juan 11, se traduce como "encargar rigurosamen­
te", o como una estricta advertencia. Por lo tanto, cuando Jesús reacciona aquí
con embrimaomai (sentimiento profundo), es posible que esta reacción también
conlleve ira y disgusto por el pecado y sus resultados. Jesús era totalmente cons­
ciente del hecho de que el sufrimiento y la muerte que experimenta este mundo
son resultados del pecado. El conocimiento de Cristo y de su experiencia con el
mal y la pérdida del ser amado habrían producido una mezcla de emociones difícil
de explicar, o siquiera comprender. Además de estar triste por sus amigos íntimos
que acababan de sufrir una pérdida, Jesús estaba triste por toda la humanidad,
por lo que nos perjudica el pecado y cómo este afecta nuestro mundo.
Cuando Jesús llama a Lázaro a salir, este sale de la tumba. Sorprendentemente,
todo lo que Jesús tiene que hacer es hablar. Una vez más, al igual que en la historia
de la Creación, Jesús simplemente habla y genera vida. Así como Jesús creó el Sol
Ji y la Luna, los animales y los seres humanos, aquí crea vida nuevamente. Jesús
ft'ISS resucita y, por lo tanto, vuelve a crear. En cambio, el pecado y el mal destruyen;
lo inverso de la Creación. Destruyen lo bello y lo bueno de la Creación de Dios.
No obstante, el evangelio es la gran noticia deque Jesús murió por nosotros
en la Cruz para que tengamos vida eterna. Él "ha resucitado de los muertos;
primicias de los que durmieron” (1 Cor. 15:20). Es por su resurrección que todo lo
demás (la resurrección de los justos a la vida eterna) es posible.
Cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo, Jesús respondió a sus discípulos:
"Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo
de Dios sea glorificado por ella" (Juan 11:4). Aunque Lázaro murió, fue una muerte
temporal (al menos, en ese momento). Jesús fue glorificado mediante la muerte
de Lázaro porque todos fueron testigos del poder de Jesús para dar vida. Jesús
venció la muerte en la Cruz. Por consiguiente, podía resucitar a otros, incluso
antes de su propio sacrificio, a causa de la Cruz. La Biblia aplica el sacrificio del

58
Material auxiliar para el maestro // Lección 5

"Cordero" al comienzo mismo de la vida, ya que proclama al cordero "inmolado


desde el principio del mundo" (Apoc. 13:8). La sangre del Cordero hizo posible
las resurrecciones.

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Cuánto has aprendido hasta ahora sobre el estado de los muertos? Escrí­
belo. Elige a alguien de tu familia o a un amigo a quien puedas explicarle
todo lo que has aprendido hasta ahora.
2. ¿Por qué es importante saber la verdad sobre la muerte como un sueño?
Si a alguien le resulta difícil imaginar que su pariente muerto no está en
el cielo en este momento, ¿cómo podrías consolarlo haciéndole saber que
los muertos descansan, y no saben absolutamente nada?
3. Dios es experto en re-crear. La resurrección es un acto recreador de Dios.
Aunque el pecado causa en nosotros el proceso inverso a la Creación,
Jesús tiene un plan para recrearnos mediante la resurrección. Unos pocos
resucitaron antes de la resurrección de Jesús porque su muerte en la Cruz
se aplicó prospectivamente. ¿Qué significa para ti el hecho de que Dios
vuelva a crear?

59
' 1

Lección 6: Para el 5 de noviembre de 2022

ÉL MURIÓ POR NOSOTROS


Sábado 29 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 13:8; Mateo 17:22, 23;
Marcos 9:30-32; Juan 19:1-30; Romanos 6:23; 1 Corintios 1:18-24.

PARA MEMORIZAR:
"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el
Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:14, 15)-

e ha dicho que no podemos evitar ni la muerte ni los impuestos. Eso no es

S totalmente cierto: la gente puede evitar los impuestos, pero no la muerte.


Es posible que puedan posponer la muerte unos años, pero, tarde o tem­
prano, la muerte siempre llega. Y, porque sabemos que los muertos (justos e
injustos) en un principio acaban en el mismo lugar, nuestra esperanza de la
resurrección lo es todo para nosotros. Como dijo Pablo, en esta esperanza,
incluso "también los que durmieron en Cristo perecieron” (1 Cor. 15:18), lo cual
es algo bastante extraño si los que "durmieron en Cristo” están revoloteando
en el cielo en presencia de Dios.
Por lo tanto, la resurrección de Cristo es fundamental para nuestra fe, porque
en su resurrección tenemos la seguridad de la nuestra. Pero, antes de que Cristo
resucitara de entre los muertos, por supuesto, tenía que morir. Por eso, en medio
de la agonía del Getsemaní, anticipándose a su muerte, oró: "Ahora está turbada
mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a
esta hora" (Juan 12:27). Y su propósito era morir, para darnos vida.
Esta semana nos centraremos en la muerte de Cristo y lo que significa para
la promesa de la vida eterna.

60
Domingo 30 de octubre | Lección 6

DESDE LA FUNDACIÓN DEL MUNDO


Lee Apocalipsis 13:8; Hechos 2:23; y 1 Pedro 1:19 y 20. ¿Cómo podría con­
siderarse a Cristo como “inmolado desde el principio del mundo”?

"Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban


escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del
mundo” (Apoc. 13:8). Lo importante aquí para nosotros es la idea de que Cristo
fue "inmolado desde el principio del mundo”. Obviamente, debemos entender
esto en un sentido simbólico (el libro de Apocalipsis está lleno de símbolos),
porque Cristo no fue crucificado hasta miles de años después de la creación de
la Tierra. Lo que señala este versículo es que el plan de salvación se había puesto
en marcha ya antes de la creación del mundo. Y la muerte de Jesús, el Cordero
de Dios, en la Cruz, sería primordial para ese plan.

Lee Tito 1:2. ¿Qué nos enseña este versículo? ¿Hace cuánto tiempo está
vigente el plan de salvación, que se centra en la muerte de Cristo?

“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, un plan formu­
lado después de la caída de Adán. [...] Fue una manifestación de los principios que
desde las edades eternas habían sido el fundamento del Trono de Dios” (DTG13).
Ese plan se les reveló primeramente a Adán y a Eva en el jardín del Edén
(Gén. 3:15,21), y cada sacrificio de sangre tipificaba ese plan en todo el Antiguo
Testamento. Por ejemplo, mientras probaba la fe de Abraham, Dios proveyó un
carnero para sacrificar en lugar de Isaac (Gén. 22:11-13). Este reemplazo tipificó
aún más claramente la naturaleza sustitutiva del sacrificio expiatorio de Cristo
en la Cruz.
Por lo tanto, el centro de todo el plan de salvación es la muerte sustitutiva
de Jesús, simbolizada durante siglos por los sacrificios de animales, cada uno
de los cuales es un símbolo de la muerte de Jesús en la Cruz como "el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

■ Los sacrificios de animales son espantosos y sangrientos, eso es verdad.


Pero ¿por qué esa truculencia y tanta sangre es precisamente lo que nos
instruye acerca de la muerte de Cristo en nuestro lugar, y cuál fue el terrible
costo del pecado?

61
Lección 6 | Lunes 31 de octubre

UN PREFACIO A LA CRUZ
¿Cuál fue la reacción de los discípulos a las predicciones de Jesús sobre
sus propios sufrimientos y muerte? ¿Qué deberían enseñarnos sus reac­
ciones sobre los peligros de malinterpretar las Escrituras?

Mat. 16:21-23

Mat. 17:22,23; Mar. 9:30-32; Luc. 9:44.45

Luc. 18:31-34

Jesús nació para morir y vivió para mori r. Cada paso que daba lo acercaba más
a su gran sacrificio expiatorio en la Cruz del Calvario. Plenamente consciente
de su misión, no permitió que nada ni nadie lo distrajeran de ella. En realidad,
"su vida entera fue un prefacio a su muerte en la Cruz” (FEC 423).
En el último año de su ministerio terrenal, Jesús habló cada vez más explí­
citamente a sus discípulos acerca de su muerte inminente. Pero ellos parecían
reacios, no podían aceptar la realidad de sus declaraciones. Llenos de nociones
falsas sobre el papel del Mesías, lo último que hubiesen imaginado de Jesús,
especialmente como el Mesías, era que muriera. En resumen, su falsa teología
los llevó a un dolor y un sufrimiento innecesarios.
Ya a Nicodemo, Jesús le había declarado: “Y como Moisés levantó la serpiente
en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:14,15).
Mientras estaba en Cesárea de Filipo, Jesús dijo a sus discípulos que tenía que
“ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes
y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día" (Mat. 16:21). Al pasar
en secreto por Galilea (Mar. 9:30-32) y durante su viaje final a Jerusalén (Luc.
18:31-34), Jesús habló nuevamente a sus discípulos acerca de su muerte y su
resurrección. Como no era lo que querían escuchar, no escucharon. Qué fácil
es para nosotros hacer lo mismo.

■ La gente, especialmente el pueblo escogido por Dios, tenía conceptos falsos


con respecto a la primera venida del Mesías. ¿Cuáles son algunos de los con­
ceptos falsos que existen hoy con respecto a la segunda venida de Jesús?

62
Martes 1° de noviembre | Lección 6

“CONSUMADO ES”
Lee Juan 19:1 al 30. ¿Cuál es el mensaje fundamental para nosotros en
la declaración de Jesús: “Consumado es”?

Finalmente, habían llegado los momentos decisivos para Cristo, para la


humanidad y para todo el Universo. Con profunda agonía, él luchó contra los
poderes de las tinieblas. Lentamente atravesó el huerto de Getsemaní, se abrió
paso através de los juicios injustos y subió al monte del Calvario. Los ángeles
malos intentaron vencerlo. Mientras Jesús pendía de la cruz, los principales
sacerdotes, los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: "A otros salvó,
a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz,
y creeremos en él” (Mat. 27:42).
¿Podría Cristo haber bajado de la cruz y salvarse a sí mismo? Sí, hubiese
podido, pero no quiso hacerlo. Su amor incondicional por toda la humanidad,
incluyendo a los burladores, no le permitió rendirse. En realidad, "los escarne­
cedores estaban entre aquellos por quienes él moría para salvar; y no podía bajar
de la cruz y salvarse a sí mismo, porque no eran los clavos los que lo sujetaban,
sino su voluntad para salvarlos" (A. Plummer, An Exegetical Commentary on the
Gospel According to S. Matthew, p. 397).
Con su sufrimiento, Cristo derrotó el reino de Satanás, aunque fue Satanás
quien instigó los acontecimientos que lo llevaron a la Cruz, incluyendo la trai­
ción de Judas (Juan 6:70; 13:2,27). "En cierto modo, de una manera que el evange-
lista no pretende describir, la muerte de Jesús es tanto un acto de Satanás como
un acto en el que Jesús gana la victoria sobre Satanás” (G. E. Ladd, A Theology of
the New Testament, pp. 192).
Al exclamar desde la cruz "Consumado es" (Juan 19:30), Cristo dio a entender
no solo que su agonía había llegado a su fin, sino especialmente que había ga­
nado el gran conflicto histórico-cósmico contra Satanás y sus fuerzas del mal.
"Todo el cielo se asoció al triunfo del Salvador. Satanás estaba derrotado, y sabía
que había perdido su reino” (DTG 719).
Es difícil captar este asombroso contraste: En la absoluta humillación del
Hijo de Dios, él había ganado, para nosotros y para el Universo, la victoria más
grande y gloriosa.

■ Piensa en lo grave que debe ser el pecado, ya que requirió la muerte de


Cristo para expiarlo. ¿Qué debería enseñarnos esta verdad acerca de cuán
inútiles son nuestras obras para obtener méritos ante Dios? A fin de cuen­
tas, ¿qué podemos agregar a lo que Cristo ya ha hecho por nosotros? Lleva
tu respuesta a la clase el sábado.

63
Lección 6 | Miércoles 2 de noviembre

ÉL MURIÓ POR NOSOTROS


Lee Juan 3:14 al 18 y Romanos 6:23. ¿Qué nos enseñan estos versículos?
¿Qué ganó la muerte de Cristo por nosotros?

Cuando Jesús llegó al río Jordán para bautizarse, Juan el Bautista exclamó:
"He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Esta
declaración reconocía a Cristo como el Cordero de Dios antitípico, a quien apun­
taban todos los verdaderos sacrificios del Antiguo Testamento.
Pero los sacrificios de animales no pueden quitar los pecados por sí mismos
(Heb. 10:4). Ofrecían solo un perdón condicional que dependía de la efectividad
del futuro sacrificio de Cristo en la Cruz. "Si confesamos nuestros pecados, él
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad"
(1 Juan 1:9).

Lee Juan 3:16 y 17. ¿Qué gran esperanza puedes obtener de estos versícu­
los, especialmente cuando sientes, con razón, que mereces ser condenado
por algo que cometiste?

Piensa en lo que significa todo esto. Jesús, aquel que creó el cosmos (Juan
1:1-3), se ofreció a sí mismo por cada uno de nosotros, como sacrificio por los
pecados, todo para que no tengamos que ser condenados por lo que merecida­
mente se nos podría condenar. Esta es la gran promesa del evangelio.
Jesucristo declaró que "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito" para que muriera por nosotros (Juan 3:16). Pero, nunca debemos
olvidar que Cristo se ofreció voluntariamente en nuestro favor (Heb. 9:14). Lutero
se refirió a la Cruz como “el altaren el que él [Cristo], consumido por el fuego
del amor ilimitado que ardía en su corazón, presentó el sacrificio vivo y santo
de su cuerpo y su sangre al Padre con ferviente intercesión, con gran clamor
y lágrimas apasionadas y angustiosas (Heb. 5:7)” (Luther's Works, 1.13, P- 3i9).
Cristo murió una vez para siempre (Heb. io:ro, 12), porque su sacrificio es más
que suficiente y nunca pierde poder.
Es más: "Aunque hubiera habido una sola alma dispuesta a aceptar el evan­
gelio de su gracia, Cristo, para salvarla, habría escogido su vida de penas y
humillaciones y su muerte ignominiosa” (MC 96).

■ Vuelve a leer Juan 3:16, reemplazando las palabras "al mundo" y "todo
aquel" por tu nombre. ¿Cómo puedes aprender a hacer tuya esta mara­
villosa promesa, momento a momento, especialmente cuando te sientes
tentado a pecar?

64
Jueves 3 de noviembre | Lección 6

EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ
Lee i Corintios 1:18 al 24. ¿Qué está diciendo Pablo acerca de la Cruz y
cómo la contrasta con la “sabiduría del mundo”? ¿Por qué, incluso hoy,
cuando el “materialismo" (la idea de que toda la realidad es únicamente
material, lo que implica que no hay un Dios ni un plano de existencia
sobrenatural) domina “la sabiduría del mundo", el mensaje de la Cruz es
tan importante?

La Cruz de Cristo es el centro mismo de la historia de la salvación. “La Eter­


nidad nunca podrá comprender la profundidad del amor revelado en la Cruz
del Calvario. Fue allí donde el amor infinito de Cristo y el egoísmo ilimitado
de Satanás se enfrentaron cara a cara” (S. N. Haskell, La Cruz y su sombra, p. v).
Mientras Cristo se ofrecía humildemente como rescate por la raza humana,
Satanás lo envolvía egoístamente en sufrimiento y agonía. Cristo no murió solo
la muerte natural que todo ser humano tiene que afrontar; él murió la segunda
muerte, para que todos aquellos que lo aceptan nunca tengan que experimen­
tarla personalmente.
En cuanto al significado de la Cruz, hay varios aspectos importantes que
debemos recordar. En primer lugar, la Cruz es la revelación suprema de la justicia
de Dios contra el pecado (Rom. 3:21-26). En segundo lugar, la Cruz es la revela­
ción suprema del amor de Dios por los pecadores (Rom. 5:8). En tercer lugar, la
Cruz es la gran fuente de poder para romper las cadenas del pecado (Rom. 6:22,
23; 1 Cor. 1:17-24). En cuarto lugar, la Cruz es nuestra única esperanza de vida
eterna (Fil. 3:9-11; Juan 3:14-16; 1 Juan 5:11, 12). Y, en quinto lugar, la Cruz es el
único antídoto contra una futura rebelión en el Universo (Apoc. 7:13-17; 22:3).
La "sabiduría del mundo" no puede revelar ninguna de estas verdades pri­
mordiales sobre la Cruz. Al contrario, antiguamente, como ahora, la predicación
de la Cruz era "locura” para la sabiduría mundana, que a menudo ni siquiera
reconoce la verdad más obvia que podría haber: que existe un Creador (ver
Rom. 1:18-20).
La palabra griega para "locura” está ligada a la palabra española "imbécil"; es
decir, la predicación de la Cruz es "imbécil” según la "sabiduría del mundo". La
sabiduría del mundo no puede conocer a Jesús ni la salvación que él nos ofrece
mediante su muerte sustitutiva en la Cruz.

■ Más allá del valor que la "sabiduría del mundo” nos pueda ofrecer, ¿por qué
nunca debemos permitir que interfiera con lo que creemos acerca de Jesús
y la esperanza que se nos ofrece mediante “la locura de la predicación" (1
Cor. 1:21)?

65
Lección 6 | Viernes 4 de noviembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El Deseado de todas las gentes, "Getsemaní", pp. 651-660,
"El Calvario”, pp. 703-718; El camino a Cristo, ""Nuestra necesidad más urgente”,
PP- 25-34.
"Vi que todo el cielo se interesaba en nuestra salvación; y ¿habremos de
ser nosotros indiferentes? ¿Seremos negligentes como si fuese asunto de poca
monta el que seamos salvos o perdidos? ¿Despreciaremos el sacrificio que fue
hecho por nosotros? Algunos han obrado así. Han jugado con la misericordia
que se les ofrecía, y el desagrado de Dios pesa sobre ellos. No siempre habrá de
quedar entristecido el Espíritu de Dios. Si se lo contrista algo más, se apartará.
Después de que se haya hecho todo lo que Dios podía hacer para salvar a los
hombres, y ellos por su vida hayan demostrado que desprecian la misericordia
ofrecida por Jesús, la muerte será su parte y pagarán caro esa actitud. Será una
muerte horrible, porque habrán de sufrir la agonía que Cristo soportó en la Cruz
para obtener la redención que ellos han rehusado. Y se darán cuenta de lo que
han perdido: la vida eterna y la herencia inmortal. El gran sacrificio que fue
hecho para salvar a las almas nos revela su valor. Cuando el alma preciosa se
perdió, se perdió para siempre" (TI 1:119).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Hebreos 10:4 dice que "la sangre de los toros y de los machos cabríos no
puede quitar los pecados”. Entonces, ¿cómo se salvaba la gente en los
tiempos del Antiguo Testamento? La analogía de una tarjeta de crédito,
que se utiliza para realizar pagos pero luego hay que pagar la factura de
la tarjeta de crédito, ¿cómo puede ayudarnos a comprender mejor este
tema?
2. Lee 2 Corintios 5:18 al 2t. Si Cristo murió por los pecados del mundo en­
tero, ¿por qué no todos serán salvos? ¿Por qué la elección personal juega
un papel crucial en la determinación de quiénes se salvarán gracias a la
Cruz y quiénes se perderán a pesar del gran sacrificio hecho en su favor?
3. ¿Cuáles son algunas de las cosas que enseña la "sabiduría del mundo”
que son “locura” para Dios? ¿Qué decir de la idea de que el increíble dise­
ño y la belleza del mundo son puramente una creación fortuita, o de que
el Universo surgió de la nada? ¿Qué otros ejemplos se te ocurren?
4. Medita sobre la pregunta final del estudio del martes. Considera la Cruz,
y lo que sucedió allí, que hace que la idea de la salvación por obras sea
tan inútil, tan errónea y tan contraria al plan de salvación.

66
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Texto clave: Isaías 52:13-53:12.


La muerte sustitutiva de Cristo es la verdad primordial de envergadura cós­
mica. Jesucristo es el sacrificio expiatorio, porque él murió por nuestros pecados
(Rom. 3:25; 4:25; 1 Cor. 15:3; Heb. 2:17; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10). El mayor sacrificio
que jamás se haya realizado se ofreció cuando el Rey de todo el Universo vino
a nuestro mundo pecaminoso, vivió sin pecado como ser humano y murió en
nuestro lugar. El verdadero cristianismo se centra en la Cruz (1 Cor. 2:2).
Elena de White afirma enérgicamente: "El sacrificio de Cristo como expiación
del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras
verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la
Palabra de Dios, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, debe ser estudiada a la
luz que fluye de la Cruz del Calvario. Les presento el magno y grandioso monu­
mento de la misericordia y la regeneración, de la salvación y la redención: el Hijo
de Dios levantado en la Cruz. Tal ha de ser el fundamento de todo discurso pro­
nunciado por nuestros ministros" (OE 326). Agrega: "Los adventistas del séptimo
día debieran destacarse entre todos los que profesan ser cristianos, en cuanto
a levantar a Cristo ante el mundo” (OE 162). La muerte de Jesús en la Cruz es la
piedra fundamental sobre la que se arraiga toda la enseñanza bíblica.
Jesucristo vino por muchas razones: (1) para redimir a la humanidad: nació
como hombre para morir por nosotros (Mar. 10:45; Juan 3:16,17); (2) para revelar­
nos el verdadero carácter amante de Dios (Juan 1:14; 10:28-30; 14:6-9); (3) para
derrotar a Satanás y refutar sus afirmaciones falsas (Mat. 4:1-11; Juan 12:31; 16:11;
Heb. 2:14); (4) y para probar que el primer Adán podría haber obedecido a Dios,
así como Cristo en su humanidad cumplió perfectamente toda la Ley y vivió una
vida santa y sin pecado (Sal. 16:10; Luc. 1:35; Juan 8:46; 14:30; Hech. 2:24; 1 Cor.
15:22,45.1 Juan 3:5).

COMENTARIO

El Siervo sufriente
En el libro de Isaías hay cinco cánticos sobre el Siervo de Jehová reconocidos
por los eruditos: (1) Isaías 42:1-9; (2) Isaías 49:1-7; (3) Isaías 50:4-9; (4) Isaías
52:13-53:12; (5) Isaías 61:1-3. Estos poemas presentan la obra de Jesucristo. Él
comenzó su ministerio público con el pasaje de Isaías 61:1 y 2, que habla de su
misión (ver Luc. 4:16-21). Sin embargo, la mejor y más elaborada exposición sobre
el significado de la muerte de Cristo en la Biblia es Isaías 53. El canto central del
Siervo sufriente, que comienza en el capítulo 52 y continúa hasta el capítulo 53,
está estructurado simétricamente (cinco estrofas, cada una con tres versos, que
se pueden rotular de la siguiente manera):
1. Isaías 52:13-15 - El acertijo: El cántico comienza con un acertijo, porque
este Siervo es sabio y muy exaltado por un lado; pero, por otro lado, está
desfigurado, y los demás lo aborrecen.
Lección 6 // Material auxiliar para el maestro

2. Isaías 53:1-3 - El rechazo: Estos versículos apuntan a la humillación total


del Siervo. Sufrió, fue despreciado, rechazado y se convirtió en "varón
de dolores".
3. Isaías 53:4-6 - La Expiación: Este segmento es el núcleo de la cuestión en
la que se da la razón de todo el sufrimiento y la muerte de Cristo. Porque
"llevó él nuestras enfermedades", "sufrió nuestros dolores", "herido fue
por nuestras rebeliones", "molido por nuestros pecados", y "Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros".
4. Isaías 53:7-9 - Su sumisión: Estos versículos describen el sufrimiento, el
juicio, la muerte y la sepultura de Cristo.
5. Isaías 53:10-12 - Su exaltación: El cántico culmina con la resurrección de
aquel que fue la ofrenda por el pecado, y su prosperidad y victoria. Justificó
a muchos, porque "llev[ó] el pecado de muchos" y compartió su botín con
ellos. Su muerte fue voluntaria, sustitutiva y expiatoria; posteriormente,
los resultados de su muerte triunfante se aplican a los creyentes en su
ministerio intercesor en favor de ellos.
Isaías 53 es el texto bíblico que leyó el eunuco etíope. El evangelista Felipe
le explicó que contiene las buenas nuevas acerca de Jesucristo. El resultado fue
la conversión y el bautismo del eunuco (Hech. 8:26-39).

La Cruz: el punto central de la teología


Paradójicamente, la muerte de Cristo es la garantía de la vida, y su muerte
nos brinda vida eterna (Juan 3:16,17; Rom. 3:22-26; 1 Juan 5:11,12). Ninguna teoría
puede explicar completamente el enorme significado de la muerte de Cristo en la
Cruz. Aunque podemos reunir un abanico de razones para su muerte, esa imagen
captaría solo una fracción del enorme significado de la Cruz. La Cruz revela el amor
incomprensible de Dios por los pecadores, su justicia, su verdad, el esplendor de
su carácter santo, la inmutabilidad de su Ley, la naturaleza abominable del pecado,
la seguridad de su gobierno, su victoria sobre el pecado, quién es quién en el Gran
Conflicto, y la victoria definitiva de Cristo sobre Satanás y las fuerzas del mal.
Por estas razones, la muerte de Cristo ocupa una posición decisiva y predo­
minante en nuestra teología adventista. Nada puede reemplazar la centralidad
ni la suma importancia de la muerte de Cristo (Rom. 1:16, 17; 3:22-26; 1 Cor.
1:30; 1 Cor. 2:2; Efe. 4:21; Fil. 1:21; Col. 1:27, 28). Lo que sucedió en la Cruz es un
acto divino de salvación incomparable, imposible de emular, único e irrepetible
(Heb. 9:28; 10:12,14), del que fluyen todos los beneficios salvíficos, incluyendo
el actual ministerio intercesor de Cristo en nuestro favor. Nada puede mejorar
ni complementar la Cruz, y nadie puede agregar nada al extraordinario sacrificio
de Cristo por los seres humanos: la salvación es completa en él (Rom. 3:21-26; 1
Cor. 1:18, 23, 24; 2:2; GáL 2:16, 21; Efe. 2:4-10). La muerte expiatoria de Cristo en
el Calvario es como una fuente de la que brotan todas las demás bendiciones; o,
para decirlo de otra manera, su expiación es similar a una bellota que contiene
en germen todo el roble.
«a
Material auxiliar para el maestro // Lección 6

Verdaderamente, la expiación lograda por Jesús fue perfecta. Elena de White


explica: "Cuando el Padre vio el sacrificio de su Hijo, se indinó ante él en recono­
cimiento de su perfección. 'Es suficiente', dijo. 'La Expiación culminó"' (The Review
and Herald, 24/9/1901; énfasis añadido). "Nuestro gran Sumo Sacerdote ha hecho
el único sacrificio que tiene algún valor para nuestra salvación. Cuando se ofreció
a sí mismo en la Cruz, se hizo una expiación perfecta por los pecados del pueblo"
(The Signs ofthe Times, 28/6/1899).
Jesús se hizo pecado y maldición por nosotros (Isa. 53:3-6; 2 Cor. 5:21; Gál.
3:13) para que nosotros podamos vivir. Lo que se logró en la Cruz hace casi dos
mil años ahora debemos aplicarlo, actualizarlo e incorporarlo a nuestra vida, para
poder ser restaurados a la imagen de Dios y tener una vida abundante (Juan 10:10).
Cristo es nuestro Mediador e Intercesor (1 Tim. 2:6), porque él es nuestro Salvador.
Su intercesión es una continuación de su actividad salvífica en nuestro favor y la
integración de su obra por nosotros en la Cruz. Necesitamos la muerte y la vida
de Jesús para estar espiritualmente vivos (Rom. 3:24, 25; 5:10). Raoul Dederen
enfatiza el papel central de la muerte de Cristo: "Mientras que su sacrificio por
el pecado fue hecho una vez para todos en la Cruz (Heb. 7:27; 9:28; 10:11-14), el
Cristo ascendido está poniendo a disposición de todos los beneficios de su sa­
crificio expiatorio" ("Cristo: Su persona y obra", Tratado de teología adventista del
séptimo día, ia ed. [Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009. p. 212]).

Estabilidad cósmica
El Universo entero está a salvo por toda la Eternidad gracias a la Cruz. El
lenguaje humano es incapaz de describir sus magníficos y gigantescos beneficios
(Col. 1:19, 20; 2:15; Efe. 1:10; 6:12; Fil. 2:9,10). La rebelión y el pecado nunca vol­
verán a surgir en el cielo debido al sacrificio supremo de Jesucristo en el Gólgota.
Elena de White explica acertadamente que el bienestar de todo el Universo
a lo largo de toda la Eternidad depende de la obra de Cristo realizada en la Cruz:
"No solo los hombres sino los ángeles atribuirán honor y gloria al Redentor,
porque aun ellos están seguros solo mediante los sufrimientos del Hijo de Dios.
Es por la eficacia de la Cruz que los habitantes de los mundos no caídos han sido
protegidos de la apostasía. Es esto lo que efectivamente ha revelado los engaños
de Satanás y ha refutado sus afirmaciones. No solo quienes son lavados por la
sangre de Cristo, sino también los santos ángeles, se sienten atraídos a él por
el acto supremo de dar su vida por los pecados del mundo” (Elena de White,
manuscrito inédito, MS 41,1892).
"Cuando Cristo exclamó: 'Consumado es', los mundos que no habían caído
quedaron asegurados. Por ellos se libró la batalla y se ganó la victoria. En lo su­
cesivo, Satanás no tuvo lugar en los afectos del Universo. El argumento que había
presentado (que la abnegación era imposible para Dios y, por lo tanto, era injusto
que la requiriera de sus inteligencias creadas) fue respondido para siempre. Los
reclamos de Satanás quedaron de lado para siempre. Se garantizó la lealtad eterna
del Universo celestial" (Elena de White, The Reviewand Herald [12/3/1901], p. 271).

69
Lección 6 // Material auxiliar para el maestro

"Los ángeles le atribuyen honor y gloria a Cristo, porque ni siquiera ellos están
seguros a menos que contemplen los sufrimientos del Hijo de Dios. Es mediante
la eficacia de la Cruz que los ángeles se protegen de la apostasía. Sin la Cruz no
estarían más seguros contra el mal que los ángeles antes de la caída de Satanás"
(Elena de White, The Signs ofthe Times [30/12/1889], p. 345).

La ciencia de la Cruz
Elena de White declara: "El maravilloso propósito de la gracia de Dios, el
misterio del amor redentor, es el tema en el cual 'anhelan mirar los ángeles’, y
será su estudio a través de las edades sin fin. Tanto los redimidos como los seres
que no cayeron hallarán en la Cruz de Cristo su ciencia y su canto" (DTG 11; ver
también CS 709,710).
Elena de White nos exhorta a aprender por nuestra cuenta la ciencia de la
Cruz y a enseñarla a nuestros jóvenes: "La revelación del amor de Dios al hombre
tiene su centro en la Cruz. No hay lengua que pueda expresar su pleno signifi­
cado; no hay pluma que pueda describirla; no hay mente humana que la pueda
comprender [...]. Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de
los muertos, Cristo ascendido a lo alto, es la ciencia de la salvación que hemos
de aprender y enseñar” (MGD178). "Aprenda la juventud a hacer de la Palabra de
Dios el alimento de su mente y su alma. Hágase de la Cruz de Cristo la ciencia de
toda educación, el centro de toda enseñanza y estudio" (MC 365).

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Cuál es el significado de la siguiente declaración de Elena de White: "El
misterio de la Cruz explica todos los demás misterios" (CS 710)?
2. Si durante toda la Eternidad estudiaremos la ciencia de la salvación y siem­
pre encontraremos algo nuevo para admirar y sorprendernos, ¿qué nos
dice este hecho sobre el significado de la muerte de Cristo en el Calvario?
3. Pablo afirma que la Cruz, para algunos, es locura; y para otros, piedra de
tropiezo. Pero, para los creyentes, es "poder de Dios, y sabiduría de Dios" (1
Cor. 1:24). ¿Por qué crees que se justifica que Pablo haga esta afirmación?

70
Lección 7: Para el 12 de noviembre de 2022

LA VICTORIA DE CRISTO
SOBRE LA MUERTE
Sábado 5 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 27:62-66; Juan 10:17,18; Mateo
27:51-53; Juan 20:11-29; 1 Corintios 15:5-8.

PARA MEMORIZAR:
“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mi,
diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve
muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las
llaves de la muerte y del Hades” (Apoc. 1:17,18).

a resurrección de Jesús es fundamental para la fe cristiana. Pablo declaró:

L "Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo


no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces
también los que durmieron en Cristo perecieron" (1 Cor. 15:16-18).
Por lo tanto, por más que Pablo destaque la relevancia de la muerte de Cristo
(ver 1 Cor. 2:2), esta realmente no nos sirve de nada sin la resurrección. Así de
trascendente es la resurrección de Jesús para toda la fe cristiana y el plan de
salvación.
Sin embargo, es difícil entender por qué razón la resurrección de Cristo, y
con ella nuestra resurrección, son tan importantes si, como muchos creen, los
muertos en Cristo ya disfrutan de la dicha celestial ya que se han "ido a casa
para estar con el Señor".
Al margen de todo eso, esta semana consideraremos la resurrección de
Cristo y todas las contundentes evidencias que él nos dio para creer en ella.

71
Lección 7 | Domingo 6 de noviembre

UNA TUMBA SELLADA


La misión de Cristo parecía haber terminado (y hasta sonaba a fracaso) con
su muerte en la Cruz. Satanás logró instigar a Judas a que traicionara al Salvador
(Luc. 223,4; Juan 13:26, 27); y a los principales sacerdotes y ancianos, para que
exigieran su muerte (Mat. 26:59; 27:20). Después de que arrestaron a Jesús, "todos
los discípulos, dejándole, huyeron” (Mat. 26:56); y Pedro lo negó tres veces (Mat.
26:69-75). Ahora Jesús yacía en una tumba cavada en una roca, cerrada con una
piedra grande y sellada, protegida por guardias romanos (Mat. 27:57-66) y vi­
gilada por poderes demoníacos invisibles. "Si hubiera podido, [Satanás] habría
mantenido a Cristo encerrado en la tumba” (MR 12:12).
Durante su ministerio terrenal, Cristo había predicho no solo su muerte en
la Cruz, sino también su resurrección. Usando el lenguaje inclusivo oriental,
en el que una fracción de un día representa un día completo, Jesús mencionó
que "como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así
estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mat.
12:39,40). En otras ocasiones, Jesús subrayó que lo matarían, pero que al tercer
día resucitaría (Mat. 16:21; 17:22, 23; 20:17-19). Los principales sacerdotes y los
fariseos estaban al tanto de esas declaraciones, y tomaron medidas con las que
pretendían evitar su resurrección.

Lee Mateo 27:62 al 66. Este accionar ¿cómo ayudó más adelante a ofrecer
al mundo más evidencias de la resurrección de Jesús?

Todas las medidas de seguridad que se tomaron para mantener a Jesús ence­
rrado en la tumba y asegurarse deque nunca saliera solo hicieron que su victoria
sobre la muerte y las huestes del mal fuera aún más notoria.
Además, estos hombres seguramente habían oído hablar de los milagros de
Jesús; también habían presenciado algunos de ellos. Y, sin embargo, ¿creían que
una guardia frente a la tumba podría evitar que él, aquel que pudo hacer tantos
milagros asombrosos, resucitara?
Además, poner una guardia alrededor de la tumba ¿en caso de qué? Los dis­
cípulos ¿podrían robar el cuerpo y luego alegar que Jesús había resucitado de
entre los muertos? Cuando el pueblo preguntara: ¿Dónde está el Jesús resucitado'’,
aquellos podrían decir: Solo confíen en nuestra palabra.
Cuanto menos, sus acciones revelaban el miedo que tenían los principales
sacerdotes de Jesús, incluso después de su muerte. Quizás, en el fondo, temían
que pudiera resucitar, después de todo.

72
Lunes 7 de noviembre | Lección 7

“HA RESUCITADO”
La victoria de Cristo sobre Satanás y sus poderes malignos se logró en la Cruz
y se confirmó con la tumba vacía. “Cuando Jesús estuvo en el sepulcro, Satanás
triunfó. Se atrevió a esperar que el Salvador no tomase su vida de nuevo. Exigió
el cuerpo del Señor, y estableció su guardia alrededor de la tumba procurando
retener preso a Cristo. Se airó acerbamente cuando sus ángeles huyeron al acer­
carse el mensajero celestial. Cuando vio a Cristo salir triunfante, supo que su
reino tendría fin y que él finalmente moriría" (DTG 742). Y, aunque la humanidad
de Cristo murió, su divinidad no falleció. En su divinidad, Cristo poseía el poder
de romper las ataduras de la muerte.

Lee Mateo 28:1 al 6; Juan 10:17 y 18; y Romanos 8:11. ¿Quién se involucró
directamente en la resurrección de Jesús?

Durante su ministerio en Samaria-Perea, Jesús declaró que él mismo tenía


poder para deponer su vida y volverla a tomar (Juan 10:17,18). A Marta, le dijo: "Yo
soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Otros pasajes hablan de su resurrec­
ción como un acto de Dios (Hech. 2:24; Rom. 8:11; Gál. 1:1; Heb. 13:20). Incluso un
poderoso ángel del Señor participó de ese glorioso acontecimiento (Mat. 28:1,2).
Mientras tanto, Mateo 28:11 al 15 revela los esfuerzos inútiles y necios de las
autoridades para seguir luchando contra Jesús. La guardia romana atestiguó a
los dirigentes sobre "todas las cosas que habían acontecido" (Mat. 28:11). En este
relato está implícita la idea de que los guardias vieron la resurrección. Si no fuese
así, ¿qué sentido tendrían sus palabras? ¿Un ángel descendió del cielo, movió la
piedra, se sentó sobre ella y los guardias perdieron el sentido? ¿Lo siguiente que
recuerdan es que la tumba está vacía? ¿Quizá, mientras los romanos estaban
inconscientes, el ángel se llevó el cuerpo de Jesús? ¿Tal vez fueron los discípulos?
¿O algún otro lo robó? Sea como fuere, el cuerpo de Jesús, obviamente, no estaba.
El ángel que descendió del cielo, los hombres desfallecidos del susto y la
tumba vacía habrán sido bastante desconcertantes para los dirigentes reli­
giosos. Pero el hecho de que les hayan dado “mucho dinero a los soldados”
(Mat. 28:12) para mantenerlos callados implicaba que todo lo que los soldados
les contaron los perturbó profundamente. Y lo que narraron, por supuesto, era
la resurrección de Jesús.

■ Algunos se burlan de la idea de que los primeros que vieron al Cristo resu­
citado hayan sido los romanos. ¿Por qué? ¿En qué medida esta verdad es un
símbolo de lo que vendría: que el evangelio también llegaría a los gentiles?

73
Lección 7 | Martes 8 de noviembre

MUCHOS SE LEVANTARON CON ÉL


"Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tie­
rra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos
cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los
sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y
aparecieron a muchos" (Mat. 27:51-53). ¿Qué nos enseña este increíble relato
sobre la resurrección de Jesús y lo que logró?

Un terremoto marcó la muerte de Jesús (Mat. 27:50, 51), y otro marcó su re­
surrección (Mat. 28:2). En el momento en que Jesús murió, "la tierra tembló, y
las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos
que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la
resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mat.
27:51-53)- Estos santos resucitaron glorificados como testimonio de la resurrec­
ción del propio Cristo y como prototipos de quienes resucitarán en la resurrec­
ción final. Por lo tanto, inmediatamente después de la resurrección de Jesús,
muchos judíos recibieron evidencias poderosas para creer en su resurrección
y, por lo tanto, aceptarlo como su Salvador; y eso hicieron muchos, incluso
muchos sacerdotes (ver Hech. 6:7).
"Durante su ministerio, Jesús había dado la vida a algunos muertos. Había
resucitado al hijo de la viuda de Naín, a la hija del príncipe y a Lázaro. Pero estos
no fueron revestidos de inmortalidad. Después de haber sido resucitados, to­
davía estaban sujetos a la muerte. Pero, los que salieron de la tumba en ocasión
de la resurrección de Cristo fueron resucitados para vida eterna. Ascendieron
con él como trofeo de su victoria sobre la muerteyelsepulcro. [...] Estos entraron
en la ciudad y aparecieron a muchos declarando: ‘Cristo ha resucitado de los
muertos, y nosotros hemos resucitado con él’. Así fue inmortalizada la sagrada
verdad de la resurrección" (DTG 744)-
Humanamente hablando, los principales sacerdotes y los ancianos tenían
grandes ventajas. Tenían el poder religioso de la nación, e incluso pudieron
convencer a las autoridades romanas y a las multitudes para que los ayudaran
con sus planes. Pero se olvidaron de que "el Altísimo tiene el dominio en el
reino de los hombres, y lo da a quien él quiere” (Dan. 4:32). La existencia de esos
santos resucitados contradecía e invalidaba sus mentiras.

■ Por más difíciles que puedan ponerse las cosas ahora, ¿por qué podemos
confiar en la victoria final de Dios en nuestro favor mientras todavía lucha­
mos en este mundo caído?

74
Miércoles 9 de noviembre | Lección 7

TESTIGOS DEL CRISTO RESUCITADO


Lee Juan 20:11 al 29 y 1 Corintios 15:5 al 8. ¿Cómo reaccionaron los dis­
cípulos cuando por primera vez se encontraron con el Cristo resucitado?

Los dos ángeles de la tumba vacía anunciaron a María Magdalena y a algunas


otras mujeres que Jesús había resucitado (Mat. 28:1, 5-7; Mar. 16:1-7; Luc. 23:55;
24:1-11). Pero pronto Jesús mismo se les apareció, y lo adoraron (Mat. 28:1,9,10;
Juan 20:14-18). También se le apareció a Pedro (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5) ya los dos
discípulos que iban camino a Emaús, cuyo corazón ardía mientras les hablaba
(Mar. 16:12; Luc. 24:13-35). Cuando Jesús entró en el aposento alto, al comienzo
los discípulos estaban aterrorizados y asustados, pero luego se llenaron de gozo
y se maravillaron de lo sucedido (Luc. 24:33-49; Juan 20:19-23). Una semana
después, Jesús volvió a entrar en la misma habitación sin abrir las puertas, y en
ese momento hasta Tomás creyó en su resurrección (Juan 20:24-29).
Durante los cuarenta días transcurridos entre la resurrección y la ascen­
sión, Jesús se "apareció a más de quinientos hermanos a la vez" (1 Cor. 15:6), y a
Jacobo (1 Cor. 15:7). Jesús se reunió con algunos discípulos a la orilla del mar de
Galilea y desayunó con ellos, y posteriormente tuvo una charla con Pedro (Juan
21:1-23). Quizás haya habido otras apariciones de Jesús (Hech. 1:3) antes de su
última aparición en su ascensión (Luc. 24:50-53; Hech. 1:1—11). Pablo también
se consideraba un testigo ocular del Cristo resucitado, porque se le apareció
camino a Damasco (1 Cor. 15:8; comparar con Hech. 9:1-9).
La primera vez que los demás discípulos le dijeron al ausente Tomás que
habían visto al Señor resucitado, él reaccionó: "Si no viere en sus manos la señal
de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en
su costado, no creeré" (Juan 20:25). Una semana después, cuando Jesús volvió a
aparecer ante los discípulos, ahora con Tomás entre ellos, Jesús le dijo: “Pon aquí
tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente" (Juan 20:27). Entonces Tomás confesó: “¡Señor mío, y
Dios mío!" Y Jesús agregó: "Porque me has visto, Tomás, creiste; bienaventurados
los que no vieron, y creyeron" (Juan 20:28, 29).

■ "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Aunque no hayas visto


personalmente al Cristo resucitado, ¿qué otras razones tienes para ejercer
fe en Jesús?
Lección 7 | Jueves 10 de noviembre

PRIMICIAS DE LOS QUE DURMIERON


Lee 1 Corintios 15:20 a la luz de Deuteronomio 26:1 al n. ¿En qué sentido
se refirió Pablo al Cristo resucitado como “primicias de los que durmieron”?

La ofrenda de "las primicias” era una antigua práctica agrícola israelita con
un profundo significado religioso. Era un reconocimiento sagrado de Dios como
el Proveedor misericordioso, que les había confiado a sus mayordomos la tierra
donde crecían los cultivos que estaban a punto de ser cosechados (ver Éxo. 23:19;
34:26; Lev. 2:11-16; Deut. 26:1-11). Las primicias no solo indicaban que comenzaba
la cosecha, sino también revelaban la calidad de los productos.
Según Wayne Grudem, "al llamar a Cristo 'las primicias' (griego, aparjé),
Pablo utiliza una metáfora de la agricultura para indicar que seremos como
Cristo. Así como las 'primicias', o la primera degustación de la cosecha madura,
muestran cómo será el resto de la cosecha para ese cultivo, así Cristo como las
'primicias' muestra cómo será nuestro cuerpo resucitado cuando, en la 'cosecha'
final de Dios, nos resucite de entre los muertos y nos lleve ante su presencia”
(W. Grudem, Systematic Theology, p. 615).
Vale la pena recordar que Jesús salió de la tumba con un cuerpo humano
glorificado, pero todavía llevaba las marcas de la crucifixión (Juan 20:20, 27).
¿Significa esto que los hijos de Dios resucitados también llevarán las marcas
físicas de sus propios sufrimientos? En el caso del apóstol Pablo, ¿todavía llevará
en su cuerpo glorificado el “aguijón en [la] carne" (2 Cor. 12:7) y “las marcas del
Señor Jesús” (Gál. 6:17)?
Hasta su muerte, Pablo “había de llevar en su cuerpo las señales de la gloria
de Cristo en sus ojos, que fueron enceguecidos por la luz celestial [ver Hech.
9:1-9]” (HR 236). Pero esto no significa que él o cualquier otro de los redimidos
glorificados resucitarán con las marcas de sus propios sufrimientos (comparar
con 1 Cor. 15:50-54). En el caso de Cristo, “siempre llevará las señales de esa
crueldad. Cada grabado de los clavos contará la historia de la maravillosa re­
dención del hombre y del costoso precio por medio del cual fue adquirida [dicha
redención]” (PE 209). Sus trazas son las que nos garantizan que todas nuestras
marcas desaparecerán para siempre.

■ Cristo llevará por siempre las cicatrices de su crucifixión. ¿Qué revela eso
sobre el amor de Dios por nosotros y cuánto costó salvarnos? ¿Cómo mues­
tra, también, cuánto ha invertido la Deidad para salvarnos?

76
Viernes n de noviembre | Lección 7

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El Deseado de todas las gentes, "En la tumba de José", pp.
727-738; "El Señor ha resucitado", pp. 739-746 "¿Por qué lloras?", pp. 747-752; "El
viaje a Emaús", pp. 7753-758; "Paz a ustedes”, pp. 7759-764.
El juicio moderno no cree en algo como la resurrección de Jesús. Sin em­
bargo, las evidencias históricas son tan fuertes que incluso aquellos que no
pueden aceptar la realidad de la resurrección se ven obligados a admitir que
muchos creían que habían visto al Jesús resucitado. Por lo tanto, gran parte de
la apologética en contra de la resurrección consiste en intentar explicar qué
pudo haber causado que todas estas personas diferentes creyeran que habían
visto al Cristo resucitado.
Algunos argumentan que todos los discípulos alucinaron con el Jesús resu­
citado; otros, que Jesús en realidad no había muerto, sino que solo se desmayó
y luego volvió a la realidad después de que lo bajaron de la cruz, y cuando rea­
pareció, sus seguidores pensaron que había resucitado de entre los muertos. Y
(créase o no) algunos han argumentado que Jesús tenía un hermano gemelo a
quien los discípulos confundieron con el Cristo resucitado. En otras palabras,
las evidencias históricas son tan fuertes a favor de la resurrección de Cristo que
esta es la clase de argumentos que la gente inventa para tratar de desestimarla.
Como la resurrección en sí es tan importante, no deberían sorprendernos todas
las buenas razones con las que contamos para creer en ella.
"La voz que clamó desde la Cruz: ‘Consumado es' fue oída entre los muertos.
Atravesó las paredes de los sepulcros y ordenó a quienes dormían que se levan­
tasen. Así sucederá cuando la voz de Cristo sea oída desde el cielo. Esa voz pene­
trará en las tumbas y abrirá los sepulcros, y los muertos en Cristo resucitarán. En
ocasión de la resurrección de Cristo, unas pocas tumbas fueron abiertas; pero
en su segunda venida todos los preciosos muertos oirán su voz, y surgirán aúna
vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos
resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados
y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este
mundo sino también en el mundo venidero" (DTG 745).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. “Consumado es” (Juan 19:30) y "ha resucitado" (Mat. 28:6) son dos de
las declaraciones más significativas que se hayan proferido alguna vez.
¿Cómo se complementan entre sí dentro de la historia de la salvación?
¿Qué gran esperanza se encuentra en estas palabras para nosotros?
2. Al principio, los dirigentes religiosos querían guardias en la tumba para
evitar que los discípulos robaran el cuerpo de Jesús. Después les paga­
ron a los guardias para que dijeran que los discípulos se robaron el cuer­
po. Este relato ¿cómo ayuda a revelar la realidad de la tumba vacía de
Cristo, y por qué esa tumba vacía es tan importante para nosotros como
cristianos?

77
EL SABADO ENSENARE...
RESEÑA

Textos clave: 1 Corintios 15:4-28,32,42,49-56; Colosenses 1:17,18;


Apocalipsis 1:17,18.
La Cruz es la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el diablo; y su
resurrección es el acontecimiento triunfal culminante. La muerte no pudo retener
a Jesús, porque él nunca cometió pecado y fue inmaculado en todas sus acciones.
La muerte de Jesús es el punto central de sus logros; sin embargo, la Cruz sin la
resurrección se convertiría solo en una hermosa filosofía de servicio abnegado y
no tendría ninguna relevancia salvífica. Además, la Cruz sin la resurrección sería
una demostración de amor sacrificial, pero no tendría poder para transformar
vidas ni para brindar una solución decisiva al problema del pecado y la muerte,
y sería incapaz de ofrecer vida eterna a los creyentes (Rom. 3:21-26).
La resurrección de Cristo es crucial. Debido a su resurrección, los justos tam­
bién pueden resucitar. ¡Él tiene, y es, la llave para abrir todas las otras tumbas!
El apóstol Pablo aclara esta verdad acerca de Jesús: "Y él es la cabeza del cuerpo
que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para
que en todo tenga la preeminencia" (Col. 1:18). Cristo tiene una posición y una
autoridad únicas e insustituibles porque es el Creador, Dios mismo. Experimentó
la resurrección de entre los muertos pues él es la Vida, y como resultado de la
cooperación de toda la Trinidad (Juan 10:17,18; Hech. 2:24; Rom. 8:11; Gál. 1:1).
Él tiene el poder de resucitar a la gente de entre los muertos (Juan 11:25) porque
venció la muerte. Aunque algunos resucitaron antes que él, como Moisés y Lázaro,
resucitaron solo como anticipo de la muerte victoriosa de Cristo (Efe. 1:4; 1 Ped.
1:20; Apoc. 13:8). La vida, la muerte y la resurrección perfectas de Cristo son la
causa de una nueva vida para todos los que creen en él. Sin su muerte, no hay
vida eterna. Así como por Adán vino la muerte, así también por Jesucristo vino
"la resurrección de los muertos" y en él "todos serán vivificados" (1 Cor. 15:21,
22). Cristo es las "primicias de los que durmieron” (1 Cor. 15:20).

COMENTARIO

Cristo está vivo


"¡Es cierto!", decían, "¡El Señor ha resucitado!" Este pronunciamiento defi­
nitivamente fue la noticia más asombrosa y emocionante proclamada el día de
la resurrección (Mar. 16:6; Luc. 24:34, NVI). Hoy continúa siendo la noticia más
destacada del evangelio. Jesús ya no está en la tumba: resucitó. La muerte no
pudo retener a Jesús porque él era justo y nunca había pecado (Juan 14:30; 2
Cor. 5:21; Heb. 4:15)- Cristo predijo su muerte y su resurrección varias veces ante
sus discípulos, pero ellos no entendieron, porque su mensaje no tenía sentido
para ellos en ese momento (Mat. 16:21; Mar. 8:31, 32; Luc. 18:31-34). Durante la
Última Cena con sus discípulos, Jesús anunció que volvería a vivir, aunque sería

78
Material auxiliar para el maestro // Lección 7

traicionado y moriría: "Os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de
la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”
(Mat. 26:29; comparar con Mar. 14:25).
Cuando tomamos parte en la Cena del Señor, también damos a entender,
por nuestra participación, que creemos en la resurrección de Cristo. Como dice
Pablo: "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa,
la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (1 Cor. 11:26). Cuando la gente
se bautiza, también confirma su creencia en la resurrección de Cristo y su deseo
de vivir una nueva vida de fe: "Todos los que hemos sido bautizados en Cristo
[...] somos sepultados [...] a fin de que como Cristo resucitó de los muertos [...]
así también nosotros andemos en vida nueva" (Rom. 6:3, 4). Por lo tanto, el
bautismo cristiano se lleva a cabo en conmemoración de la muerte, la sepultura
y la resurrección de Cristo.
Después de más de sesenta años, el apóstol Juan se encontró con el Jesús
glorificado. Jesús se apareció a Juan y le dijo: "Estuve muerto; mas he aquí que
estoy vivo por los siglos de los siglos" (Apoc. 1:18). El cristianismo se centra en la
vida que recibimos de Jesús porque él murió por nosotros. Él puede darnos esta
vida porque resucitó. Como él vive, puede aplicarnos todo lo que logró en la Cruz
mediante su ministerio intercesor en nuestro favor.

El evangelio según la resurrección (1 Cor. 15)


La mejor explicación de la relevancia de la resurrección de Jesucristo se presen­
ta en 1 Corintios 15, donde el apóstol Pablo explica por qué razón la resurrección
de Jesús es tan importante. En primer lugar, Pablo presenta el motivo histórico, y
argumenta que hay muchos testigos de la resurrección de Cristo. Si se desestima el
testimonio de ellos, entonces todos los que testificaron que tuvieron un encuentro
con Cristo serían testigos falsos. Cristo se apareció a Pedro, a los apóstoles, a
Santiago, a quinientos y al mismo Pablo (1 Cor. 15:5-8).
Luego, Pablo desarrolla un razonamiento teológico en defensa de la resurrec­
ción y ofrece varios aspectos cruciales:
1. Si no hubiese resurrección de los muertos, tampoco Jesucristo resucitó
(1 Cor. 15:13,16).
2. Si Cristo no resucitó, entonces nuestra predicación es en vano (1 Cor.
15:14)-
3. Si Cristo no resucitó, entonces nuestra fe es vana (1 Cor. 15:14). El adjetivo
griego kenos también significa "inútil”, o "vacío”. Nuestra fe pierde su
contenido y su poder si Jesús todavía está muerto.
4. Si Cristo no resucitó, tampoco los muertos resucitarán (1 Cor. 15:15). No
habría esperanza después de la muerte.
5. Si Cristo no resucitó, somos falsos testigos de Dios, porque damos tes­
timonio de que Dios resucitó a Cristo (1 Cor. 15:15). Entonces, si jesús no
resucitó de entre los muertos, la imagen de Dios y su carácter quedan

79
Lección 7 // Material auxiliar para el maestro

distorsionados y lo estamos tergiversando. Sin embargo, el Padre verda­


deramente resucitó a Cristo de entre los muertos.
6. Si Cristo no resucitó, nuestra fe es vana (i Cor. 15:17). El significado del
adjetivo griego mátalos es "inútil". Nuestra fe en Dios no tendría relevancia
para nuestra vida.
7. Si Cristo no resucitó, no hay perdón de nuestras ofensas, y todavía segui­
mos en nuestros pecados (1 Cor. 15:17). Como pecadores, solo merecemos
la sentencia de muerte.
8. Si Cristo no resucitó, entonces no hay resurrección de muertos en Cristo
(1 Cor. 15:18) y, por lo tanto, no hay vida eterna.
9. Si Cristo no resucitó, y si nuestra esperanza en Cristo solo vale para esta
vida, entonces somos los más dignos de lástima de todos los hombres (1
Cor. 15:19). Pablo utiliza el adjetivo griego eleeinos, que significa "misera­
ble". Así, si solo tenemos una bonita enseñanza espiritual sobre Jesús que
únicamente atañe a esta vida terrenal, somos los más miserables, según
Pablo, porque Jesús fue crucificado y asesinado; por lo tanto la muerte,
inevitablemente, sería el destino final de todos, de no haber existido la
resurrección de Cristo.
10. Si los muertos no van a resucitar, entonces "comamos y bebamos, porque
mañana moriremos” (1 Cor. 15:32). Entonces, nuestro lema en la vida debe
ser carpe diem, para experimentara! menos un poco de felicidad y alegría.
A continuación, Pablo hace una observación práctica del mundo de la agricul­
tura para ilustrar la resurrección: "Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere
antes" (1 Cor. 15:36). La semilla debe enterrarse primero en el suelo para luego
producir nueva vida a mayor escala (es decir, de la semilla brotará todo el árbol).
Aunque nuestro cuerpo mortal muera, lo incorruptible resucitará de entre los
muertos (1 Cor. 15:42) por el poder creador de Dios. Entonces "traeremos también
la imagen del [hombre] celestial" (1 Cor. 15:49).
En la segunda venida de Cristo (1 Cor. 15:23), los que duermen en el polvo
resucitarán y "en un momento, en un abrir y cerrar de ojos" (1 Cor. 15:52), "es ne­
cesario que esto [este cuerpo] corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal
se vista de inmortalidad" (1 Cor. 15:53).
"Sorbida es la muerte en victoria" (1 Cor. 15:54; comparar con Isa. 25:8). Luego
Pablo escribe sobre el glorioso y triunfante grito de victoria (la palabra "victo­
ria" se utiliza tres veces en la sección de este último capítulo): "¿Dónde está, oh
muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor. 15:55). ¡Alabado sea
el Señor porque esta victoria sobre la muerte se da a los fieles en Cristo Jesús!
Cuán agradecidos debemos estar (1 Cor. 15:57).

Proclamación de la esperanza
El apóstol Pablo les recuerda poderosamente a los primeros cristianos acerca
de quienes fallecieron en la fe, esperando que Cristo se manifieste en su segunda

80
Material auxiliar para el maestro // Lección 7

venida. Pablo anima a los que quedan a no desesperarse ni desanimarse, porque


ellos y nosotros tenemos esperanza: "Hermanos, no queremos que ignoren lo
que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos
otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así
también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. Conforme
a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y haya­
mos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos
a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando,
con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arre­
batados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire.
Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros
con estas palabras" (1 Tes. 4:13-18, NVI). Fíjate que, en la Segunda Venida, Jesús
no pisará esta Tierra sino que permanecerá en el aire mientras los muertos justos
resucitan y los santos vivos son transformados. Juntos serán llevados al encuentro
del Señor en el aire para estar con él para siempre.
En cuanto a aquellos que mueren en el Señor, no necesitamos preocuparnos
por nada, porque volverán a vivir. Juan proclama: "Bienaventurados de aquí en
adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán
de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen" (Apoc. 14:13).

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Por qué es tan importante la resurrección de Jesús? ¿Qué pasaría si
simplemente hubiera muerto por nosotros y solo nos hubiera mostrado
cómo vivir una vida de obediencia, servicio abnegado y amor?
2. El mandato del bautismo ¿de qué modo celebra la resurrección de Cristo?
3. ¿Qué es más importante desde una perspectiva teológica: la oración de
Jesucristo en Getsemaní, su muerte en la Cruz en el Gólgota o su resurrec­
ción? ¿Cuál fue y es el centro de todas las actividades de Cristo, y por qué?

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Lección 8: Para el 19 de noviembre de 2022

LA ESPERANZA DEL NUEVO


TESTAMENTO
Sábado 12 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: i Corintios 15:12-19; Juan 14:1-3; Juan
6:26-51; 1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:51—55-

PARA MEMORIZAR:
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está
en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios
no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12).

unque escribieron en griego, todos los autores del Nuevo Testamento (salvo

A Lucas) eran judíos, y abordaron la naturaleza del ser humano desde la


perspectiva holística hebrea bíblica, no desde la perspectiva pagana griega.
Por lo tanto, para Cristo y los apóstoles, la esperanza cristiana no era algo
nuevo, sino la prolongación de la antigua esperanza ya impulsada por los pa­
triarcas y los profetas. Por ejemplo, Cristo mencionó que Abraharo vio y se gozó
de ver su día (Juan 8:56). Judas declaró que Enoc profetizó acerca de la Segunda
Venida (Jud. 14,15). Y los héroes de la fe esperaban una recompensa celestial que
no recibirían hasta que nosotros recibiéramos la nuestra (Heb. 11:39, 40). Esta
declaración no tendría sentido si sus almas ya estuvieran con Dios en el cielo.
Al enfatizar que solo los que están en Cristo tienen vida eterna (1 Juan 5:11,
12), Juan refútala teoría de la inmortalidad natural del alma. Efectivamente, no
hay vida eterna sin una relación salvífica con Cristo. Por ende, la esperanza del
Nuevo Testamento es una esperanza cristocéntrica, y la única esperanza de que
esta existencia mortal algún día llegue a ser inmortal.

82
Domingo 13 de noviembre | Lección 8

ESPERANZA MÁS ALLÁ DE ESTA VIDA


Herodoto, el antiguo historiador griego (siglo V a.C.)> escribió sobre una tribu
que, con cada nacimiento, iniciaba un período de duelo porque anticipaban el
sufrimiento que enfrentaría el bebé si llegaba a adulto. Aunque este ritual nos
pueda parecer extraño, tiene cierta lógica.
Milenios después, un anuncio en Estados Unidos a principios del siglo XX
decía: "¿Por qué vivir, si te pueden enterrar por diez dólares?”
La vida puede ser bastante difícil, lo sabemos, incluso si creemos en Dios
y en la esperanza de la Eternidad. No obstante, imagínate lo difícil que es para
quienes no tienen ninguna esperanza más allá de la corta (y a menudo proble­
mática) existencia en este mundo. Más de un escritor secular ha comentado
sobre la falta de sentido de la existencia humana, ya que no solo morimos, sino
además todos vivimos sabiendo que vamos a morir. Y ser consciente de esto es
lo que hace que todo el proyecto de la vida humana, que en sí es duro y doloroso
a veces, parezca nulo y sin valor. Un pensador hizo alusión a la humanidad
como meros "trozos de carne en mal estado sobre huesos que se desintegran”.
Bastante macabro, pero, de nuevo, es difícil discutir con su lógica.
Por supuesto, en contraste con todo esto, tenemos la promesa bíblica de la
vida eterna en Jesús. Y esa es la clave: tenemos esta esperanza en Jesús y lo que
nos ofrece su muerte y su resurrección. Por lo demás, ¿qué esperanza tenemos?

Lee 1 Corintios 15:12 al 19. ¿Cuál es el mensaje de Pablo? ¿Cuán estre­


chamente relacionada está la resurrección de Cristo con la esperanza de
nuestra propia resurrección?

Pablo es explícito: nuestra resurrección está inseparablemente ligada a la


resurrección de Cristo. Y, si no resucitamos, entonces significa que Cristo no
resucitó, y si Cristo no resucitó, entonces, ¿qué? "Vuestra fe es vana; aún estáis
en vuestros pecados". En otras palabras, cuando morimos seguimos muertos,
y para siempre, y por lo tanto, todo es absurdo. Pablo prácticamente dice eso
en 1 Corintios 15:32: "Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque
mañana moriremos”.
Si nuestra existencia actual como protoplasma compuesto básicamente de
carbono es todo lo que hay, y nuestros "setenta años" (Sal. 90:10) -con suerte,
más, si no fumamos ni comemos demasiadas hamburguesas de McDonald's- es
todo a lo que alguna vez apuntamos llegar, estamos muy mal. No es de extrañar
que Elena de White agregue: "El cielo es de mayor valor para nosotros que cual­
quier otra cosa; y si perdemos el cielo, hemos perdido todo” (HHD 351).

■ Piensa en lo preciosas que son nuestra esperanza y nuestra fe. ¿Por qué
debemos hacer todo lo posible, por la gracia de Dios, para conservarlas?

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Lección 8 | Lunes 14 de noviembre

“VENDRÉ OTRA VEZ”


Lee Juan 14:1 al 3. Ya han pasado más de dos mil años desde que Jesús
prometió volver. ¿Cómo podemos ayudar a otros a ver que, a pesar de la
gran cantidad de tiempo (que, en realidad, no importa), esta promesa es
relevante incluso para nuestra generación, tan distante de la época en que
Jesús la pronunció?

Cuatro veces en el libro de Apocalipsis Jesús declaró: “Yo vengo pronto”


(Apoc. 3:11; 22:7,12, 20). La expectativa de su pronta venida impulsó la misión
de la iglesia apostólica y llenó de esperanza la vida de incontables cristianos a
lo largo de los siglos. Pero, ha muerto generación tras generación, y este evento
prometido aún no sucedió. Y así, muchos se preguntan: ¿Cuánto tiempo más
tend remos que predicar que "Jesús viene pronto"? Estas palabras ¿han generado
una expectativa poco realista? (Ver 2 Ped. 3:4.)
Muchos cristianos se han quejado de la larga "demora" (comparar con Mat.
25:5). Pero ¿cómo sabemos, de hecho, que se trata de una larga "demora"? ¿Cuál
habría sido el momento "adecuado" para la venida de Cristo? ¿Hace 50 años, 150,
500? Lo que realmente importa es la promesa bíblica de que "el Señor no retarda
su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para
con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento" (2 Ped. 3:9).
A pesar de que han pasado tantos siglos desde que Jesús ascendió, la pro­
mesa de su venida continúa siendo relevante, incluso en la actualidad. ¿Por
qué? Porque todo lo que tenemos es una vida corta (Sal. 90:10), seguida de un
descanso inconsciente en la tumba (Ecl. 9:5,10), y luego la resurrección final,
sin ninguna oportunidad posterior de cambiar nuestro destino (Heb. 9:27). En
cuanto a los muertos (como se indica en la lección 3), debido a que todos duermen
y están inconscientes, para ellos la segunda venida de Cristo ocurre apenas un
momento después de que mueren. Para ti, en tu experiencia personal (al igual
que para todo el pueblo de Dios de todas las épocas), el regreso de Cristo está a
un instante de tu muerte. Eso es dentro de muy poco tiempo, ¿verdad?
Cada día que pasa nos acercamos más a la gloriosa aparición del Señor Jesu­
cristo en las nubes del cielo. Aunque no sabemos cuándo vendrá exactamente,
podemos estar seguros de que lo hará, y eso es lo que realmente importa.

■ En un sermón, un pastor argumentó que no le importaba cuándo sería la


venida de Cristo; todo lo que le importaba era que Cristo viniera. ¿Cómo
funciona esa lógica para ti, y cómo podría ayudarte si estás desanimado
porque Cristo aún no volvió?

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Martes 15 de noviembre | Lección 8

“YO LE RESUCITARÉ”
En uno de sus milagros, Jesús había alimentado a cinco mil personas con
solo una pequeña cantidad de pan y pescado (Juan 6:1-14). Al darse cuenta de que
la multitud tenía la intención de proclamarlo rey (Juan 6:15), Jesús navegó con
sus discípulos al otro lado del mar de Galilea. Pero, al día siguiente, la multitud
lo siguió hasta allí, donde él pronunció su poderoso sermón sobre el Pan de vida,
con especial énfasis en el don de la vida eterna (Juan 6:22-59).

Lee Juan 6:26 al 51. ¿Cómo relacionó Jesús el don de la vida eterna con
la resurrección final de los justos?

En su sermón, Jesús destacó tres conceptos básicos en cuanto a la vida eterna.


En primer lugar, se identificó como "el pan [...] que descendió del cielo y da vida
al mundo" (Juan 633, 58). Al declarar "Yo soy [griego ego eimí] el pan de vida"
(Juan 6:35,48), Jesús se presentó como el gran “YO SOY" del Antiguo Testamento
(Éxo. 3:14). En segundo lugar, Jesús explicó que podemos obtener vida eterna en
él: “El que a mí viene" y "el que en mí cree" tendrá esta bendición (Juan 6:35). Y
finalmente, Jesús vinculó el don de la inmortalidad con la resurrección final, al
asegurar tres veces a su audiencia: “Y yo le resucitaré en el día postrero" (Juan
6:40,44, 54).
Jesús también hizo esta asombrosa promesa: “De cierto, de cierto os digo:
El que cree en mí, tiene vida eterna" (Juan 6:47). Por lo tanto, el don de la vida
eterna ya es una realidad presente. Pero esto no significa que el creyente nunca
morirá, porque la misma expresión “le resucitaré" (Juan 6:40) implica volver a
vivir después de haber estado muerto.
La imagen es clara. Sin Cristo, no tenemos vida eterna. Pero, aun después de
aceptar a Cristo y tener la seguridad de la vida eterna, por ahora continuamos
siendo mortales y, por ende, sujetos a la muerte natural. En la Segunda Venida,
Jesús nos resucitará, y en ese mismo momento nos dará el don de la inmorta­
lidad, que ya era nuestro. La garantía de este don no proviene de una supuesta
inmortalidad natural del alma, sino de la justicia de Jesús que recibimos por
la fe en él.

■ ¡Medita sobre las palabras de Jesús de que, si crees en él, tienes (ahora
mismo) vida eterna! Esta maravillosa promesa, ¿cómo puede ayudarte a
afrontar la dolorosa realidad de nuestra mortalidad actual, aunque solo sea
temporal?

85
Lección 8 | Miércoles 16 de noviembre

AL SONIDO DE LA TROMPETA
Los tesalonicenses estaban convencidos de que se concedería vida eterna
exclusivamente a quienes permanecieran vivos hasta la Segunda Venida. “Ha­
bían protegido cuidadosamente la vida de sus amigos para que no murieran y
perdieran la bendición que ellos esperaban recibir al venir su Señor. Pero sus
amados, uno tras otro, les habían sido arrebatados; y con angustia los tesaloni­
censes habían mirado por última vez los rostros de sus muertos, atreviéndose
apenas a esperar encontrarlos en la vida futura" (HAp 212).

Lee 1 Tesalonicenses 4:13 al 18. ¿Cómo corrigió Pablo este concepto erró­
neo?

Existe una tendencia histórica a leer en la expresión "traerá Dios con Jesús
a los que durmieron en él” (1 Tes. 4:14) más de lo que dice el texto. Muchos que
aceptan la teoría de la inmortalidad natural del alma sugieren que Cristo, en su
segunda venida, traerá consigo del cielo las almas de los justos muertos que ya
están allí con Dios, para que esas almas pueden reunirse con sus respectivos
cuerpos resucitados. Pero esa interpretación no armoniza con las enseñanzas
generales de Pablo sobre el tema.
Lee las palabras de este teólogo no adventista sobre el verdadero significado
de este versículo: "La razón por la que los cristianos tesalonicenses pueden tener
esperanza mientras lloran por los miembros muertos de su iglesia es que Dios los
‘traerá’, es decir, resucitará a estos creyentes fallecidos y hará que estén presentes
en el regreso de Cristo, de modo que estarán 'con Jesús’. La implicación es que
estos creyentes fallecidos no tendrán ningún tipo de desventaja en la parusía
de Cristo, sino que estarán ‘con Jesús’ de tal manera que compartirán por igual
con los creyentes vivos la gloria vinculada con su regreso” (J. A. D. Weima, 1-2
Thessalonians, BakerExegetical Commentary on theNew Testament, p. 319).
Si las almas de los justos muertos ya estuvieran con el Señor en el cielo,
Pablo no hubiese necesitado mencionar la resurrección final como la esperanza
cristiana; podría haber mencionado que los justos ya estaban con el Señor. Sin
embargo, explica que "los que durmieron en él” (1 Tes. 4:14) resucitarían de entre
los muertos al final de los tiempos.
La esperanza en la resurrección final llevó consuelo a los afligidos tesalo­
nicenses. La misma esperanza puede ayudarnos a afrontar con seguridad los
dolorosos momentos en los que las frías garras de la muerte nos arrebatan a
nuestros seres queridos.

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Jueves 17 de noviembre | Lección 8

EL ENCUENTRO ETERNO
Lee 1 Corintios 15:51 al 55. ¿Qué “misterio” (1 Cor. 15:51) está explicando
Pablo?

Algunos predicadores populares sugieren que este "misterio” (1 Cor. 15:51)


es el "rapto secreto” de la iglesia, que ocurrirá siete años antes de la gloriosa se­
gunda venida de Cristo. En este "rapto secreto", los cristianos fieles son llevados
al cielo en forma repentina, silenciosa y secreta, mientras que todos los demás
permanecen aquí preguntándose qué les sucedió. Hay gente que podría ir en un
automóvil y de repente descubrir que se quedó sin conductor, porque este fue
arrebatado al cielo, y todo lo que "queda es su ropa". La exitosa saga Left Behind
[Dejados atrás], de r6 tomos, que se convirtió en cuatro películas, promovía esta
falsa enseñanza, y expuso a millones a ella.
Por supuesto, ningún pasaje bíblico respalda una distinción tan artificial
entre el rapto y la Segunda Venida. El "misterio" al que se refiere Pablo es simple­
mente la transformación de los justos vivos, que se unen a los justos resucitados
en la segunda venida de Cristo. Este es el “rapto". No hay un "rapto secreto"
porque la Segunda Venida será visible para todos los seres humanos vivientes
(Apoc. 1:7). Y, tanto la resurrección de los muertos como la transformación de los
vivos ocurrirán al sonido de la trompeta en la venida de Cristo (1 Cor. 15:51, 52).
La segunda venida de Cristo dará lugar al encuentro más asombroso que
jamás haya existido. Los justos vivos son transformados "en un momento, en
un abrir y cerrar de ojos" (1 Cor. 15:52). A la voz de Dios, son glorificados; ahora
se vuelven inmortales, y con los santos resucitados son arrebatados para en­
contrarse con su Señor en el aire. Los ángeles "juntarán a sus escogidos, de los
cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mat. 24:31).
"Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes
la muerte separó por largo tiempo, se reúnen para no separarse nunca más, y
con cantos de júbilo ascienden juntos a la ciudad de Dios" (CS 628).

■ Esta es una promesa tan asombrosa, algo tan diferente de todo lo que co­
nocemos, que es difícil de comprender. Pero, piensa en la inmensidad del
cosmos, así como en la increíble complejidad de la vida aquí. La Creación
misma da testimonio del asombroso poder de Dios. ¿Qué nos enseña todo
esto sobre el poder de Dios para transformar a los vivos y resucitar a los
muertos en la segunda venida de Jesús?

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Lección 8 | Viernes 18 de noviembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, Los hechos de los apóstoles, "Las cartas a los tesaloni-
censes”, pp. 191-200; Llamamiento a alcanzar una norma más alta", pp. 231-240.
"Los romanos”, escribió Stephen Cave, “eran muy conscientes de la creencia
de los cristianos de que algún día resucitarían físicamente de la tumba, y hacían
todo lo posible para burlarse y obstaculizar esas esperanzas. Un informe de una
persecución en la Galia en 177 d.C. registra que a los mártires primeramente
los ejecutaban, luego dejaban pudrir los cadáveres sin enterrar durante seis
días antes de quemarlos y arrojar las cenizas al río Ródano: 'Ahora veamos si
resucitan’, se informa que decían los romanos” (S. Cave, Immortality: The Quest
to Live Forever and How It Drives Civilization, pp. 104,105).
Esta pequeña lección objetiva sobre escepticismo teológico, aunque es dra­
mática, no viene al caso; no demostró nada sobre la promesa bíblica de la resu­
rrección. El Poder que resucitó a Jesús de entre los muertos también puede hacer
lo mismo por nosotros, independientemente del estado en que se encuentre
nuestro cuerpo. Al fin y al cabo, si ese mismo Poder creó el cosmos infinito y lo
sostiene, ciertamente podría transformar a los vivos y resucitar a los muertos.
“ 'También traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús’, escribió Pablo.
Muchos interpretan este pasaje como si significara que los que duermen serán
traídos con Cristo desde el cielo, pero según Pablo, como Cristo se levantó de los
muertos, así Dios traerá de sus tumbas a los santos que durmieron, y los llevará
con él al cielo. ¡Qué precioso consuelo! ¡Qué gloriosa esperanza!, no solo para
la iglesia de Tesalónica, sino también para todos los cristianos dondequiera
que estén" (HAp 194).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Alguien dijo: "La muerte acaba contigo. [...] La aniquilación total, que no
deja vestigios de nada, contribuye en gran medida a destruir el signifi­
cado de la vida”. Y tiene razón. Entonces, ¿qué esperanza tenemos contra
ese sinsentido en nuestra vida?
2. ¿Cómo podemos armonizar la necesidad de crecer hacia la perfección
(Fil. 3:12-16) con el hecho de que solo en la segunda venida de Cristo reci­
biremos una naturaleza incorruptible y sin pecado (r Cor. 15:50-55)?
3. ¿Cómo podríamos ayudar a alguien atrapado en la idea del "rapto secre­
to" a ver por qué esta enseñanza es incorrecta?
4. Vuelve a leer 1 Corintios r$:i2 al 19. Estos versículos ¿qué poderosa evi­
dencia presentan de la enseñanza de que los muertos duermen, y no es­
tán arriba, en el cielo, con Jesús? ¿Qué sentido tienen estos versículos, si
los justos muertos efectivamente estuvieran en el cielo con Jesús ahora?

88
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Texto clave: i Corintios 15:20.


Los pasajes del Nuevo Testamento referentes a la resurrección, ya sean de
Pablo y los demás apóstoles o del mismo Jesús, no dicen nada acerca de almas ni
espíritus inmortales que ya estén en el cielo. La esperanza del Nuevo Testamento
se encuentra en la resurrección y la segunda venida de Cristo.
Los pasajes mencionados en esta lección en relación con el estado de los
muertos son los siguientes:
• Hebreos 11:39, 40: Los héroes de la fe no reciben su recompensa celestial
hasta que nosotros recibamos la nuestra.
• 1 Juan 5:11,12: Este pasaje enseña que solo los que están en Cristo tienen
vida eterna. Por lo tanto, las implicaciones son claras: No estamos dota­
dos de "almas" inmortales, porque solo quienes elijan a Cristo recibirán
la vida eterna.
• 1 Corintios 15:12-19: Nuestra esperanza de vida eterna y resurrección deriva
de la resurrección de Jesús. Si no resucitamos en ese momento, signifi­
caría que Cristo no resucitó. Si eso es cierto, entonces todos morimos y
permanecemos así para siempre.
• Juan 14:1-3: Jesús prometió preparar un lugar para nosotros y volver a
buscarnos. Esta promesa sería innecesaria si ya estuviéramos en el cielo.
• Juan 6:35-54: Jesús afirma cuatro veces que lo resucitará (al ser humano)
en el día postrero. Si los seres humanos resucitarán, entonces necesitan
volver a la vida después de la muerte; esta condición descarta que vivan
en otro lugar como almas/espíritus.
• 1 Tesalonicenses 4:13-18: Dios resucitará a los creyentes muertos, y serán
recibidos por los que estén vivos en ese momento. La resurrección final
no tendría importancia si las almas ya estuvieran en el cielo.
• 1 Corintios 15:51-55: El "misterio" es la transformación de los justos vivos
en la Segunda Venida. La resurrección de los muertos y la transformación
de los justos vivos ocurren al mismo tiempo.

COMENTARIO
Echemos un vistazo más de cerca a 1 Corintios 15, ya que dos de los pasajes
que estudiamos en esta lección son de este capítulo. El capítulo 15 está repleto
de información sobre la resurrección de Jesús, sobre nuestra resurrección y cómo
todos seremos transformados y recibiremos cuerpos inmortales en la Segunda
Venida (1 Cor. 15:35-44)- Aun así, solo podremos tener la inmortalidad por el poder
sustentador de Dios. "La ausencia de muerte no significa que la vida humana será
Independiente de Dios, quien es el único que posee la inmortalidad inherente
y no ajena (1 Tim. 6:16). Los seres humanos glorificados seguirán dependiendo
del Creador para su sustento vital" (R. E. Gane, "At-one-ment Forever in God's

89
Lección 8 // Material auxiliar para el maestro

New Heaven and New Earth", p. 254). El río de la vida y el árbol de la vida, men­
cionados en Apocalipsis 22, demuestran que la humanidad siempre dependerá
de la Fuente de la vida, Dios. Él también será su luz (Apoc. 22:5), aunque eso no
significa que el sol y la luna no estarán allí. El hecho de que la humanidad coma
fruta del árbol y beba agua del río demuestra que los seres humanos resucitarán
con formas corpóreas, y no simplemente como espíritus incorpóreos. Los seres
humanos resucitarán "para vivir para siempre en forma corporal, no con el cuerpo
(.soma) actual natural/no espiritual (griego psuchikos) que decae y muere, sino con
el cuerpo (soma) que es inmortal porque es espiritual (pneumatikos; 1 Cor. 15:44;
comparar con el contexto en vers. 42, 43, 45-54). El cuerpo cambia (vers. 52),
pero la persona no se convierte en un espíritu sin cuerpo" (Gane, "At-one-ment
Forever in God's New Heaven and New Earth", Salvation: Contours ofAdventist
Soteriology, Martin F. Hanna, Darius W. Jankiewicz y John w. Reeve, eds. [Berrien
Springs, MI: Andrews University Press, 2018], p. 254).

1 Corintios 15
En 1 Corintios 15, Pablo aborda la falsa creencia de que no hay una futura
resurrección del cuerpo. Este error se deriva de la creencia gnóstica helenística
en un alma inmortal, que algunos o muchos creyentes corintios posiblemente
adoptaran. Pablo argumenta que negar la resurrección corporal de los creyentes
es negar la resurrección corporal de Jesús. Si la gente no resucitará corporalmente,
entonces obviamente Jesús tampoco hubo resucitado (1 Cor. 15:12-19). Y, si eso es
así, entonces no hay nadie más digno de compasión que nosotros porque creemos
en una mentira; y por ende, ninguno recibirá el perdón de sus pecados. Los que
estemos vivos y los que hemos muerto, por lo tanto, no tendríamos esperanza
de vida eterna.
En cambio, se dice que Jesús es las "primicias" de los que durmieron (murie­
ron). "Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán
vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que
son de Cristo, en su venida" (1 Cor. 15:22, 23). La metáfora proviene de la primera
cosecha. Así como primero llegaban los primeros frutos/productos que indicaban
que pronto vendría toda la cosecha, así Cristo fue la primicia, y luego vendrá la
cosecha. La cosecha será de todos aquellos que "le pertenecen".
La palabra griega para "primicias" es aparche y significa, ante todo, "primicias";
luego, un "regalo proporcional” de las ganancias (una ofrenda de acción de gra­
cias); o en tercer lugar, podría significar "una ofrenda". Los israelitas presentaban
las "primicias", la primera gavilla de la cosecha, en el Templo, y un sacerdote la
mecería ante el Señor. Todo esto tenía lugar el día 16 de Nisán y era un recorda­
torio de la promesa de una cosecha completa.
Sorprendentemente, Jesús resucitó el 16 de Nisán. Por lo tanto, él sirvió como
prenda, la primera gavilla, las primicias, de la cosecha completa de todos los cre­
yentes que también resucitarán algún día. Pero es importante notar que la cosecha

90
Material auxiliar para el maestro // Lección 8

aparece solo "cuando él venga” (i Cor. 15:23, NVI) nuevamente. Por consiguiente,
no hay ninguna cosecha que ya esté físicamente en el cielo, aparte de quienes se
nos dice que resucitaron o fueron llevados directamente al cielo, como Enoc, Elias
y Moisés, y quienes resucitaron de entre los muertos durante la resurrección de
Cristo (Mat. 27:52). La "vida nueva" de Jesús (Rom. 6:4) apunta a la vida nueva y
la resurrección de todos los creyentes.
Aunque Pablo dijo que "todos serán vivificados", de ninguna manera sugiere que
todos recibirán la vida eterna. Pablo no creía en la salvación universal (Rom. 2:5-12;
Efe. 5:6; 2 Tes. 1:6-10) y deja en claro que solo "los que son de Cristo" resucitarán
en la Segunda Venida. En sus cartas, Pablo utiliza la frase "los que son de Cristo" o
"en Cristo" para denotar una estrecha relación y unidad entre el creyente y Jesús.
Pablo enfatiza que la resurrección de Cristo logró más que su propia vuelta a la vida.
La resurrección de Cristo ofrece vida eterna a todos los que han ejercido fe en él.
"Entonces vendrá el fin" (1 Cor. 15:24, NVI). El fin se caracteriza por una des­
trucción de "todo dominio, autoridad y poder" (1 Cor. 15:24, NVI); lo que se refiere
a los principados y potestades de Satanás. Pablo utiliza los términos autoridad
y poder para denotar autoridad humana y poderes demoníacos (Rom. 13:1-3;
Efe. 1:21; 6:12). En la Segunda Venida, el juicio divino se ejecuta sobre Satanás,
Incluidos todos los que le pertenecen y decidieron seguir el camino del mal y la
destrucción. Pablo agrega: "El último enemigo que será destruido es la muerte"
(1 Cor. 15:26, NVI). Esta erradicación no ocurrirá hasta después del Milenio (Apoc.
20:1-10), momento en el que los impíos resucitarán y se mostrará que Dios es
justo al destruir el mal. Entonces perecerán en el fuego final. Este fuego es eterno
porque sus resultados duran para siempre. De esta muerte no hay retorno.
Después de que Pablo explica que efectivamente es el cuerpo el que resuci­
tará en la resurrección, y utiliza la metáfora de una semilla que se siembra, que
crecerá hasta convertirse en una planta viva aunque está enterrada en la tierra,
señala además que el cuerpo resucitado será un cuerpo nuevo (1 Cor. 15:35-41).
La semilla no representa, ni se parece, a la planta en la que se desarrolla, y no
obstante, una semilla se transforma en una planta. De la misma manera, recibi­
remos un cuerpo nuevo.
En este momento, Pablo destaca cuatro diferencias que se pueden prever
con la resurrección de los justos muertos. En primer lugar, el cuerpo en la Tierra
es perecedero (sujeto a enfermedad y muerte), pero será hecho imperecedero.
En segundo lugar, de la deshonra pasaremos a un cuerpo glorificado (deshonra
porque somos pecadores, pero el cuerpo resucitado no tendrá limitaciones de
pecado; será perfecto). En tercer lugar, nuestro cuerpo es débil, porque el pecado
dfecta todo, incluso nuestra capacidad de resistir el pecado; pero, en cambio,
nuestro cuerpo resucitará con poder. Por último, el cuerpo natural se transformará
en un cuerpo espiritual.
En los versículos siguientes, Pablo explica la diferencia entre un cuerpo natural
y un cuerpo espiritual. En primer lugar, no debemos asumir que Pablo quiso decir

Q1
Lección 8 // Material auxiliar para el maestro

que solo el cuerpo natural es un cuerpo real, y no el cuerpo espiritual también,


simplemente porque el cuerpo espiritual estará libre de la maldición del pecado.
Heredamos el cuerpo natural del Adán posterior a la Caída (con limitaciones como
la enfermedad, el hambre, el dolor, la fatiga y la muerte), mientras que el cuerpo
espiritual viene por Jesús. "Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el
postrer Adán, espíritu vivificante" (1 Cor. 15:45). Adán recibió la vida, pero Cristo
da la vida. Cristo no solo recibió la vida pasivamente cuando encarnó, sino tam­
bién otorga la vida eterna a todos los que creen en él. El cuerpo que recibirán los
creyentes es un cuerpo espiritual celestial, lo que significa que está dotado de
la naturaleza espiritual de Cristo, en lugar de la naturaleza humana pecaminosa.
Después de esta explicación, Pablo guía a los lectores mediante una exégesis
del "misterio", que es la enseñanza de que "todos seremos transformados" (1 Cor.
15:51. NVI). En la Segunda Venida, los que serán trasladados a las nubes con Jesús
estarán compuestos por dos grupos de la Tierra: los que han muerto y los que
aún estén vivos. La "transformación" significará una resurrección corporal para
los muertos en Cristo, y una transformación corporal de los justos vivos. Ambos
grupos cambiarán de mortales a inmortales "en un instante, en un abrir y cerrar
de ojos, al toque final de la trompeta" (1 Cor. 15:52, NVI).
La muerte perderá su aguijón y su victoria (1 Cor. 15:55)- El pecado causa la
muerte. Es un veneno mortal. Pero, debido a la muerte de Cristo en la Cruz y su
resurrección, él ganó la victoria sobre el pecado y la muerte. Tenemos la promesa
segura de la vida eterna, de un cuerpo celestial transformado y el fin del pecado
y la muerte; todo, porque Cristo resucitó de entre los muertos.

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Qué esperanza se encuentra en 1 Corintios 15 específicamente para ti?
¿Qué versículos te hablan a ti y por qué?
2. Jesús fue las primicias de la cosecha, lo que nos asegura la realidad de que
habrá más cosecha de creyentes que resucitarán. En la Segunda Venida,
los creyentes resucitarán e irán al cielo. ¿Qué anhelas de la segunda venida
de Cristo? ¿Ver a Jesús? ¿Ver a tus seres queridos? ¿Enterarte de lo que
sucedió detrás de escena? ¿Otras cosas? Comparte tus esperanzas y tus
anhelos con la clase.
3. En la Segunda Venida, todos seremos transformados. Nuestro cuerpo
perecedero y mortal se transformará en imperecedero e inmortal. El
desarrollo de nuestro carácter ¿tiene importancia ahora para el futuro?
Explica. ¿De qué manera el saber que algún día resucitaremos te ayuda a
tomar mejores decisiones en la vida en este momento?

91
Lección 9: Para el 26 de noviembre de 2022

«PASAJES
CONTRADICTORIOS?
Sábado 19 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 16:19-31; 23:43; Juan 20:17;
Filipenses 1:21-24; 1 Pedro 3:13-20; Apocalipsis 6:9-11.

PARA MEMORIZAR:
"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis
la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

edro nos exhorta: "Estad siempre preparados para presentar defensa con

P mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la es­


peranza que hay en vosotros" (1 Ped. 3:15). Pablo agrega: “Que prediques la
palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta
con toda paciencia y doctrina” (2 Tim. 4:2, 3). Por esta razón, no solo debemos
considerar aquellos pasajes que se pueden explicar fácilmente y que se ajustan
a nuestras creencias, sino también ocuparnos de los pasajes que se usan co­
munmente para enseñar algo diferente de lo que creemos.
Para ello, debemos seguir el ejemplo inspirador de Jesús. “Cristo mismo
no suprimió una palabra de la verdad, sino que la dijo siempre con amor. [...]
Nunca fue rudo ni dijo sin necesidad una palabra severa; nunca causó un dolor
Innecesario a un alma sensible. No censuró la debilidad humana" (DTG 319).
Esta semana estudiaremos algunos pasajes intrigantes que la gente usa para
justificar la inmortalidad natural del alma. Estas reflexiones deben fortalecer
nuestras convicciones y ayudarnos a responder con amabilidad a quienes cues­
tionan esta enseñanza fundamental.

93
Lección 9 | Domingo 20 de noviembre

EL RICO Y LÁZARO
Lee Lucas 16:19 al 31. ¿Por qué esta historia no es una descripción literal
de la vida después de la muerte?

Algunos eruditos sugieren que Lucas i6:t9 al 31 debe interpretarse literal­


mente, es decir, como una descripción del estado de los muertos. Pero esta
postura llevaría a varias conclusiones no bíblicas y contradeciría muchos de
los pasajes que ya hemos visto.
En primer lugar, tendríamos que admitir que el cielo y el infierno están lo
suficientemente cerca como para permitir una conversación entre los habitantes
de ambos lugares (Luc. 16:23-31). También tendríamos que suponer que, en el
más allá, mientras que el cuerpo yace en la tumba, queda una forma consciente
del alma espiritual con “ojos”, un "dedo”, una "lengua”, y que hasta tiene sed
(Luc. 16:23, 24).
Si este pasaje fuera una descripción del estado del ser humano en la muerte,
entonces el cielo sin duda no sería un lugar de gozo y felicidad, porque los salvos
podrían seguir de cerca los sufrimientos interminables de sus seres queridos
perdidos, e incluso dialogar con ellos (Luc. 16:23-31). ¿Cómo podría una madre
ser feliz en el cielo mientras contempla las incesantes agonías de su amado hijo
en el infierno? En ese contexto, sería prácticamente imposible que se cumpliera
la promesa de Dios de que no habrá más tristeza, llanto ni dolor (Apoc. 21:4).
Debido a esas incoherencias, muchos eruditos bíblicos modernos consi­
deran que la historia del hombre rico y Lázaro es una parábola en la que no
todos los detalles pueden interpretarse literalmente. George E. Ladd, si bien no
es adventista, claramente parecería que lo fuera cuando dice que esta historia
probablemente era "una parábola que hizo uso del pensamiento judío contem­
poráneo y no pretende enseñar nada sobre el estado de los muertos” (G. E. Ladd,
"Eschatology", en The New Bible Dictionary, editado porj. D. Douglas, p. 388).
La parábola del rico y Lázaro presenta un marcado contraste entre un
"hombre rico” bien vestido y "un mendigo llamado Lázaro [...] lleno de llagas"
(Luc. 1649,20). El relato enseña que (r) el estatus y el reconocimiento social en
la actualidad no son los criterios para la recompensa futura, y (2) el destino
eterno de cada persona se decide en esta vida, y no se puede revertir en la otra
vida (Luc. r6:25, 26).

■ "Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se


persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:31). ¿Qué
mensaje de las poderosas palabras de Jesús debemos considerar con res­
pecto a la autoridad de la Biblia y cómo respondemos a ella?

94
Lunes 21 de noviembre | Lección 9

“HOY [...] CONMIGO EN EL PARAÍSO”


Uno de los pasajes bíblicos más utilizados para tratar de probar la inmorta­
lidad del alma es Lucas 23:43: "Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso”. Casi todas las versiones de la Biblia (hay algunas
excepciones) traducen este versículo en forma similar, y dan la impresión de que
el mismo día que Cristo murió Jesús y el ladrón estarían juntos en el Paraíso.
Esto no debería sorprendernos, porque esas traducciones fueron hechas por
eruditos bíblicos que creen en el dogma de la inmortalidad natural del alma.
Pero ¿es esta la mejor traducción del texto?

Compara Lucas 23:43 con Juan 20:17 y Juan 14:1 al 3. ¿Cómo debe enten­
derse la promesa al ladrón arrepentido en la cruz a la luz de las palabras
de Jesús dirigidas a María Magdalena y la promesa que les hizo a los dis­
cípulos?

La suposición de que Cristo y el ladrón fueron al Paraíso (o cielo) ese mismo


día contradice las palabras de Jesús a María Magdalena después de resucitar,
que afirman que aún él no había subido a la presencia de su Padre celestial
(Juan 20:17). Este error, de que tanto Jesús como el ladrón arrepentido fueron
al cielo ese día, también contradice la promesa de Jesús a sus discípulos de que
los llevaría al cielo recién en su segunda venida (Juan 14:1-3).
La cuestión en Lucas 23:43 es si el adverbio "hoy” (griego sémerori) debe vin­
cularse con el verbo que lo sigue ("estar”) o con el verbo que lo precede ("decir”).
Wilson Paroschi reconoce que, "desde el punto de vista gramatical”, es práctica­
mente imposible determinar la alternativa correcta. "Sin embargo, Lucas tiene
una clara tendencia a usar este adverbio con el verbo precedente. Esto sucede
en 14 de las 20 apariciones de sémeron en Lucas y Hechos” (W. Paroschi, "The
Significance of a Comma: An Analysis of Luke 23:43”, p. 7). Por ende, la lectura
más natural de Lucas 23:43 sería: "De cierto te digo hoy que estarás conmigo
en el paraíso". En este caso, la expresión idiomática "te digo hoy” enfatiza la
relevancia y la solemnidad de la declaración "estarás conmigo en el paraíso”. En
resumen, Jesús le estaba prometiendo, en ese mismo momento, que sería salvo.

■ Lee la historia del ladrón arrepentido (Luc. 23:39-43), a quien, a pesar de su


pecado, a pesar de que no tenía nada que ofrecer a Dios, Cristo le prometió
la vida eterna. ¿De qué manera poderosa esta historia revela la gran verdad
de la salvación solo por la fe? ¿De qué manera somos como ese ladrón? ¿En
qué nos diferenciamos?

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Lección 9 | Domingo 20 de noviembre

EL RICO Y LÁZARO
Lee Lucas 16:19 al 31. ¿Por qué esta historia no es una descripción literal
de la vida después de la muerte?

Algunos eruditos sugieren que Lucas 16:19 al 31 debe interpretarse literal­


mente, es decir, como una descripción del estado de los muertos. Pero esta
postura llevaría a varias conclusiones no bíblicas y contradeciría muchos de
los pasajes que ya hemos visto.
En primer lugar, tendríamos que admitir que el cielo y el infierno están lo
suficientemente cerca como para permitir una conversación entre los habitantes
de ambos lugares (Luc. 16:23-31). También tendríamos que suponer que, en el
más allá, mientras que el cuerpo yace en la tumba, queda una forma consciente
del alma espiritual con "ojos”, un "dedo”, una “lengua”, y que hasta tiene sed
(Luc. 16:23,24).
Si este pasaje fuera una descripción del estado del ser humano en la muerte,
entonces el cielo sin duda no sería un lugar de gozo y felicidad, porque los salvos
podrían seguir de cerca los sufrimientos interminables de sus seres queridos
perdidos, e incluso dialogar con ellos (Luc. 16:23-31). ¿Cómo podría una madre
ser feliz en el cielo mientras contempla las incesantes agonías de su amado hijo
en el infierno? En ese contexto, sería prácticamente imposible que se cumpliera
la promesa de Dios de que no habrá más tristeza, llanto ni dolor (Apoc. 21:4).
Debido a esas incoherencias, muchos eruditos bíblicos modernos consi­
deran que la historia del hombre rico y Lázaro es una parábola en la que no
todos los detalles pueden interpretarse literalmente. George E. Ladd, si bien no
es adventista, claramente parecería que lo fuera cuando dice que esta historia
probablemente era “una parábola que hizo uso del pensamiento judío contem­
poráneo y no pretende enseñar nada sobre el estado de los muertos" (G. E. Ladd,
"Eschatology", en The New Bible Dictionary, editado por J. D. Douglas, p. 388).
La parábola del rico y Lázaro presenta un marcado contraste entre un
"hombre rico” bien vestido y "un mendigo llamado Lázaro [...] lleno de llagas”
(Luc. 16:19,20). El relato enseña que (1) el estatus y el reconocimiento social en
la actualidad no son los criterios para la recompensa futura, y (2) el destino
eterno de cada persona se decide en esta vida, y no se puede revertir en la otra
vida (Luc. 16:25,26).

■ "Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se


persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:31). ¿Qué
mensaje de las poderosas palabras de Jesús debemos considerar con res­
pecto a la autoridad de la Biblia y cómo respondemos a ella?

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Lunes 21 de noviembre | Lección 9

“HOY [...] CONMIGO EN EL PARAÍSO”


Uno de los pasajes bíblicos más utilizados para tratar de probar la inmorta-
lidad del alma es Lucas 23:43: "Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso”. Casi todas las versiones de la Biblia (hay algunas
excepciones) traducen este versículo en forma similar, y dan la impresión de que
el mismo día que Cristo murió Jesús y el ladrón estarían juntos en el Paraíso.
Esto no debería sorprendernos, porque esas traducciones fueron hechas por
eruditos bíblicos que creen en el dogma de la inmortalidad natural del alma.
Pero ¿es esta la mejor traducción del texto?

Compara Lucas 23:43 con Juan 20:17 y Juan 14:1 al 3- ¿Cómo debe enten­
derse la promesa al ladrón arrepentido en la cruz a la luz de las palabras
de Jesús dirigidas a María Magdalena y la promesa que les hizo a los dis­
cípulos?

La suposición de que Cristo y el ladrón fueron al Paraíso (o cielo) ese mismo


día contradice las palabras de Jesús a María Magdalena después de resucitar,
que afirman que aún él no había subido a la presencia de su Padre celestial
(Juan 2o:t7). Este error, de que tanto Jesús como el ladrón arrepentido fueron
al cielo ese día, también contradice la promesa de Jesús a sus discípulos de que
los llevaría al cielo recién en su segunda venida (Juan 14:1-3).
La cuestión en Lucas 23:43 es si el adverbio "hoy” (griego sémeron) debe vin­
cularse con el verbo que lo sigue ("estar") o con el verbo que lo precede ("decir”).
Wilson Paroschi reconoce que, “desde el punto de vista gramatical”, es práctica­
mente imposible determinar la alternativa correcta. “Sin embargo, Lucas tiene
una clara tendencia a usar este adverbio con el verbo precedente. Esto sucede
en 14 de las 20 apariciones de sémeron en Lucas y Hechos” (W. Paroschi, "The
Significance of a Comma: An Analysis of Luke 23:43”, p. 7). Por ende, la lectura
más natural de Lucas 23:43 sería: "De cierto te digo hoy que estarás conmigo
en el paraíso”. En este caso, la expresión idiomática "te digo hoy” enfatiza la
relevancia y la solemnidad de la declaración “estarás conmigo en el paraíso”. En
resumen, Jesús le estaba prometiendo, en ese mismo momento, que sería salvo.

■ Lee la historia del ladrón arrepentido (Luc. 23:39-43), a quien, a pesar de su


pecado, a pesar de que no tenía nada que ofrecer a Dios, Cristo le prometió
la vida eterna. ¿De qué manera poderosa esta historia revela la gran verdad
de la salvación solo por la fe? ¿De qué manera somos como ese ladrón? ¿En
qué nos diferenciamos?

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Lección 9 | Martes 22 de noviembre

“PARTIR Y ESTAR CON CRISTO”


Lee Filipenses 1:21 al 24 y 1 Tesalonicenses 4:13 al 18. ¿Cuándo esperaba
Pablo estar “con Cristo” (Fil. 1:23) y "con el Señor” (1 Tes. 4:17)?

Lo que impulsó a Pablo fue la pasión de vivir "en Cristo” ahora (2 Cor. 5:17)
y "con Cristo" después de su segunda venida (ver 1 Tes. 4:17). Para el apóstol, ni
siquiera la muerte podía poner ñn a la seguridad de pertenecer a su Salvador y
Señor. Como d ijo en la Epístola a los Romanos: "Ni la muerte, ni la vida” pueden
"separadnos] del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Rom. 8:38,
39). "Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos.
Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Rom. 14:8).
Con esta certeza en mente, Pablo habló de los creyentes que ya habían muerto
como "los que durmieron en Jesús” (1 Tes. 4:14, RVA), y que resucitarán en la
segunda venida de Cristo para recibir la vida eterna (1 Cor. 15:16-18; 1 Tes. 4:13-18).
Cuando Pablo mencionó su "deseo de partir y estar con Cristo” (Fil. 1:23), ¿in­
sinuó que después de la muerte su alma partiría para vivir con Cristo en forma
consciente? En absoluto. Este versículo es la exteriorización del deseo de Pablo
de dejar esta existencia problemática y gozar de la presencia de Cristo, sin tomar
en cuenta el lapso de tiempo que pueda transcurrir entre esos dos sucesos. El
versículo no enseña que Pablo esperaba ir al cielo al morir, pues él mismo afirma
que no recibiría su recompensa hasta la segunda venida de Cristo (2 Tim. 4:8).
En resumen, Pablo está diciendo “que, después de partir (morir), lo próximo
que Pablo sabrá es que Cristo viene en las nubes de los cielos para resucitar a
los muertos, y 'así estar siempre con el Señor’ (1 Tes. 4:17). Los autores bíblicos
en ocasiones se refieren conjuntamente a dos sucesos muy separados en el
tiempo” (BEA 1480).
Pero ¿por qué Pablo preferiría morir antes que vivir? Porque entonces final­
mente podría descansar de todos sus problemas, sin necesidad de sufrir más
dolor de cuerpo (1 Cor. 9:27). Y lo haría con la plena certeza de que recibiría "la
corona de justicia” en la Segunda Venida (2 Tim. 4:6-8). Aunque desde luego
Pablo no quería morir, sabía lo que ocurriría al momento de morir.

■ Especialmente en tiempos difíciles, ¿quién no ha pensado en lo lindo que


sería cerrar los ojos al morir y, acto seguido, "estar con Cristo"? Este pensa­
miento, ¿cómo nos ayuda a comprender lo que Pablo expresó en Filipenses?

96
Miércoles 23 de noviembre | Lección 9

PREDICAR A LOS ESPÍRITUS ENCARCELADOS


Lee 1 Pedro 3:13 al 20. ¿Cómo es que Cristo "predicó a los espíritus en­
carcelados, [...] en los días de Noé"? (Ver también Gén. 4:10.)

Los comentaristas que creen en la inmortalidad natural del alma general­


mente señalan que Cristo predicó "a los espíritus encarcelados” (1 Ped. 3:19)
mientras aún descansaba en la tumba. Para ellos, su espíritu desencarnado fue
al infierno y predicó a los espíritus incorpóreos de los antediluvianos.
Sin embargo, esta idea fantástica es bíblicamente inaceptable porque no
hay una segunda oportunidad de salvación para los muertos (Heb. 9:27, 28).
Entonces, ¿por qué Jesús les predicaría a quienes ya no tenían más posibilidades
de salvación?
Paralelamente y, ante todo, esta teoría contradice la enseñanza bíblica de
que los muertos permanecen inconscientes en la tumba hasta la resurrección
final (Job 14:10-12; Sal. 146:4; Ecl. 9:5,10; 1 Cor. 15:16-18; 1 Tes. 4:13-15).
Además, si este versículo realmente dijera que Jesús, mientras estuvo en la
tumba, bajó al infierno a predicar a los antediluvianos malvados, ¿por qué solo
ellos escucharon el mensaje? ¿No había otros perdidos que ardían en el infierno
junto con ellos? ¿Por qué solo los antediluvianos lo escucharon predicar?
También es absurdo sugerir que Cristo predicó a los ángeles caídos que
habían sido desobedientes en los días de Noé. Mientras que a los "espíritus
encarcelados” se los describe como desobedientes "en otro tiempo” (1 Ped. 3:19,
20), la Biblia dice que los ángeles malos permanecen siendo desobedientes en la
actualidad (Efe. 6:12; 1 Ped. 5:8). Además, los ángeles caídos están "guardado[s]
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Jud. 6), sin
ninguna oportunidad de salvación.
Debemos observar que, en 1 Pedro 3, los "espíritus encarcelados" del versículo
19 se identifican en el versículo 20 como los antediluvianos que “desobedecieron”
en los "días de Noé”. El término espíritu (griego, pneuma) se utiliza en este texto,
y en otras partes del Nuevo Testamento (1 Cor. 16:18; Gál. 6:18), en referencia a los
vivos que pueden escuchar y aceptar la invitación de la salvación. La expresión
"encarcelados" obviamente no se refiere a una prisión literal, sino a la prisión
del pecado en la que se encuentra la naturaleza humana no regenerada (Rom.
6:1-23; 7:7-25).
La predicación de Cristo a los antediluvianos impenitentes se realizó me­
cí ¡ante Noé, a quien Dios instruyó divinamente (Heb. 11:7) y se convirtió en un
"pregonero de justicia” para sus contemporáneos (2 Ped. 2:5). Los versículos
de Pedro se escribieron en el contexto de lo que significa ser fiel; no son un
comentario sobre el estado de los muertos.

97
Lección 9 | Jueves 24 de noviembre

LAS ALMAS BAJO EL ALTAR


Lee Apocalipsis 6:9 al 11. ¿Cómo pueden las “almas” de los mártires
muertos clamar “bajo el altar"?

La apertura del quinto sello apocalíptico revela una escena inusual: Las
almas de los mártires aparecen metafóricamente "bajo el altar” clamando a Dios
por venganza (Apoc. 6:9-11). Algunos comentaristas se inclinan a identificar
este "altar” como el Altar del Incienso mencionado bajo el séptimo sello (Apoc.
8:1-6). Pero la referencia a la "sangre” (y no al "incienso") en Apocalipsis 6:9 al
11 nos lleva a entender una alusión al Altar del Holocausto, donde se derramaba
la sangre de los sacrificios (Lev. 4:18, 30,34). Así como la sangre de esos sacri­
ficios se solía rociar alrededor del Altar, así también la sangre de los mártires
se derramó simbólicamente en el Altar de Dios cuando perdieron la vida por
permanecer fieles a la palabra de Dios y al testimonio de Jesús (Apoc. 6:9; ver
también Apoc. 12:17; 14:12),
Las "almas” bajo el altar también son simbólicas. Si tomamos esta expresión
en forma literal, tendríamos que concluir que los mártires no son plenamente fe­
lices en el cielo, porque todavía están clamando por venganza. Esto difícilmente
suene como si estuvieran disfrutando de la recompensa de la salvación. El deseo
de venganza puede hacer que tu vida sea miserable. Pero ¿tu muerte también?
Además, es importante recordar que Juan no recibió una visión del cielo
como este es realmente. "Allí no hay caballos blancos, bermejos, negros o pá­
lidos, montados por jinetes belicosos. Jesús no está en el cielo en la forma de
un cordero con una sangrante herida de cuchillo. Los cuatro seres vivientes no
representan criaturas aladas reales con características de animales. [...] Tam­
poco hay allí 'almas' que yacen en la base de un altar. Toda la escena fue una
representación gráfica y simbólica” (CBA 7:794).
George E. Ladd, un autor no adventista (que de nuevo suena como adven­
tista), escribió: "En este caso [Apoc. 6:9-11], el altar evidentemente es el Altar
del Sacrificio, donde se derramaba la sangre del sacrificio. El hecho de que Juan
viera las almas de los mártires bajo el altar no tiene nada que ver con el estado
de los muertos ni con su situación en el estado intermedio; es simplemente una
forma vivida de representar el hecho de que fueron martirizados en el nombre
de su Dios” (A Commentary on the Revelation ofjohn, p. 103).

■ ¿Quién (especialmente aquellos que han sido víctimas de injusticias) no ha


clamado por justicia, que aún no ha llegado? ¿Por qué debemos confiar por
fe en que, en última instancia, la justicia, que tanta falta hace en este mun­
do, llegará? ¿Qué consuelo te da esta maravillosa promesa?
Viernes 25 de noviembre | Lección 9

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, "Cómo se decide
nuestro destino”, pp. 207-218; El Deseado de todas las gentes, El Calvario, pp.
703-718; y Fundamentos de la educación cristiana, "Los docentes como ejemplos
de integridad cristiana”, pp. 564-572.
"En la parábola del hombre rico y Lázaro, Cristo muestra que los seres hu­
manos deciden su destino eterno en esta vida. La gracia de Dios se ofrece a cada
alma durante este tiempo de gracia. Pero, si malgastan sus oportunidades en la
complacencia del yo, se amputan de la vida eterna. No se les concederá ningún
tiempo de prueba complementario. Por su propia elección han constituido una
gran sima infranqueable entre ellos y su Dios” (PVGM 207).
“Cuando estos cristianos primitivos eran desterrados a las montañas y los
desiertos, cuando en las mazmorras se los dejaba morir de hambre, frío y tor­
tura, cuando el martirio parecía la única manera de escapar de su angustia, se
regocijaban de que eran tenidos por dignos de sufrir para Cristo, quien había
sido crucificado en su favor. Su ejemplo será un consuelo y estímulo para el
pueblo de Dios que sufrirá un tiempo de angustia como nunca lo hubo” (TI 5:198).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. La cosmovisión bíblica de la naturaleza humana ¿cómo puede ayudar­
nos a comprender mejor algunos de los pasajes que estudiamos durante
esta semana?
2. Reflexionen sobre el contraste entre la religión no negociable de los már­
tires cristianos y la religión flexible de nuestra generación posmoderna.
En otras palabras, ¿por qué cosas vale la pena morir? Sin embargo, si al­
guien opina que todas las verdades son meramente relativas o cultura­
les, entonces, ¿por qué morir por alguna de ellas? Al mismo tiempo, ¿qué
podemos aprender de quienes estuvieron dispuestos a morir por causas
que creemos que son falsas?
3. Mediten sobre la parábola del rico y Lázaro. Cuando Jesús resucitó de
entre los muertos, muchos creyeron en él. Sin embargo, muchos que tu­
vieron las mismas evidencias no creyeron. ¿Qué nos enseña esto acerca
de cuán duro puede volverse el corazón humano hacia la verdad? ¿Qué
podemos hacer para protegernos de esto?
4. Jesús mencionó que en algún momento los muertos vivirán: "Los que
hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron
lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:29). Mil años separan
estos dos acontecimientos, aunque pareciera que sucedieran al mismo
tiempo. ¿Cómo podría esto ayudarnos a entender lo que dice Pablo en
Filipenses 1:23?

99
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Texto clave: Lucas 16:19-31.


Esta lección examina pasajes bíblicos que algunos sugieren que son promo­
tores de la inmortalidad del alma o de la existencia de un infierno que arde para
siempre. Los pasajes son los siguientes:
1. Lucas 16:19-31; Una parábola sobre el hombre rico y el pobre Lázaro. Aun­
que algunos afirman que esta parábola es una descripción literal de la otra
vida, un estudio más profundo del contexto demuestra que Jesús utilizó
la parábola (a) para mostrar que ser rico no garantiza el cielo y (b) para
llamar a las personas a obedecer las Escrituras.
2. Lucas 23:43: Jesús dice al ladrón en la cruz: "Hoy estarás conmigo en el
paraíso". Cuando se compara con otros pasajes en los que Jesús dice que
aún no ha subido a Dios el domingo de resurrección (Juan 20:17) y su
afirmación de que estaremos con él después de que regrese por nosotros
(Juan 14:1-3), es evidente que Jesús no está prometiendo que él y el ladrón
se encontrarán en el cielo ese mismo día. Más bien, el ladrón estará en el
cielo después de la resurrección. Toda la frase de Cristo lo deja claro:" De
cierto te digo hoy que estarás conmigo en el paraíso”.
3. Filipenses 1:21-24 y 1 Tesalonicenses 4:13-18: Pablo dice que espera estar
"con Cristo", pero simplemente no incluye el tiempo transcurrido entre
su muerte y la resurrección.
4. 1 Pedro 3:13-20: La predicación de Cristo a los "espíritus encarcelados [...]
en los días de Noé" no significa que Jesús pronunció personalmente un
mensaje en el infierno a los antediluvianos desobedientes, sino que es
una advertencia sobre la prisión del pecado, expresada por el Espíritu de
Dios mediante Noé.
5. Apocalipsis 6:9-11: Con las almas de los mártires que claman justicia bajo
el Altar del Holocausto, no se refiere a almas literales; son un símbolo de
quienes han sido asesinados por su fidelidad a Dios.

COMENTARIO
Profundicemos un poco más en dos de los pasajes estudiados en esta lección:
(1) el hombre rico y Lázaro (Luc. 16:19-31) y (2) las almas de los mártires que claman
venganza (Apoc. 6:9-11).

El hombre rico y Lázaro (Luc. 16:19-31)


Jesús relató la historia del hombre rico y Lázaro para demostrar la seriedad
de nuestras decisiones mientras estamos vivos. Jesús no narró esta historia para
darnos información sobre la vida después de la muerte. Aquello a lo que decidimos
entregar nuestra lealtad aquí, ya sea a Cristo o no, no puede cambiarse después
de la muerte (Heb. 9:27).

100
Material auxiliar para el maestro // Lección 9

Además, la parábola señala que si a una persona no le interesa aprender de las


Escrituras, ni siquiera ver a alguien resucitar de entre los muertos la convencerá para
que crea. En otras palabras, si una persona tiene acceso a las Escrituras y aun así no
modifica su comportamiento, por más que alguien se acerque con la noticia de un
infierno terrible no cambiará para nada. Jesús deja en claro que una persona tiene
un corazón dispuesto o un corazón endurecido hacia Dios, y es solo la actitud de esa
persona, o la mansedumbre de corazón, hacia Dios lo que lleva al arrepentimiento
y a una vida transformada (Eze. 36:26, 27). No tenemos ninguna excusa porque
todos tenemos necesidad de las Escrituras que nos hablan de Dios (Luc. 16:29-31).
No hay nada en el contexto de esta parábola que sugiera que Jesús estuviese
hablando del estado de los muertos aquí. En cambio, en el pasaje anterior, Jesús
predica sobre el egoísmo, la ganancia deshonesta y la mayordomía, principalmente
en referencia al manejo del dinero. Luego pasa a la historia del hombre rico y
Lázaro, enfatizando que la riqueza no garantiza una eternidad feliz en el cielo.
En otras palabras, la vida eterna se basa en aceptar la obra salvífica de Cristo en
nuestro favor. Moisés y los profetas señalaron al Mesías.
Algunos han protestado que esta historia no debería llamarse parábola porque
comienza con “había un hombre rico", en lugar de especificar que es una parábola.
Pero el argumento no se sostiene, porque hay otras parábolas que comienzan
de la misma manera, como la anterior, que comienza con la misma frase: "Había
un hombre rico” (Luc. 16:1).
Los detalles de la historia también refutan la ¡dea de que sea una descripción
literal de un infierno ardiente. En primer lugar, sería imposible que alguien que se
está quemando vivo sienta alivio porque un dedo sumergido en agua refresque su
lengua. Además, la estrecha distancia entre el cielo y el "infierno" haría imposible
que alguien pudiera disfrutar de su estadía en el cielo si en cualquier momento
pudiera tener una conversación con un ser querido que está a su lado, que está
ardiendo por la eternidad. La promesa del libro de Apocalipsis de que no habrá
más dolor, tristeza ni lágrimas en el cielo nunca se cumpliría (Apoc. 21:4).
Podemos estar agradecidos de que esta parábola no representa la realidad.
Servimos a un Dios que no tortura a nadie por la eternidad. Roy Gane enumera
tres problemas principales con la ¡dea de un infierno que arde eternamente:
"1. ¿Alimentaría Dios con frutos del árbol de la vida a los impíos para mante­
nerlos con vida en el infierno? Si es así, esto contradeciría la enseñanza bíblica
de que solo quienes son salvos disfrutan del derecho a este fruto (Apoc. 22:14).
Considera Génesis 3, donde Dios excluyó a los pecadores Adán y Eva del árbol
de la vida precisamente para evitar que vivieran para siempre (Apoc. 22:22-24);
y, como resultado, murieron (Gén. 5:5 sobre la muerte de Adán).
"2. En Apocalipsis 20, el ‘lago de fuego' que destruye a los impíos cubre un
vasto sector sobre la superficie de la Tierra alrededor de la Nueva Jerusalén (Apoc.
20:8 10). No hay ninguna indicación en Apocalipsis 21 a 22 de que el ‘lago’ fundido
permanezca como una característica permanente de la Tierra Nueva.

101
Lección 9 // Material auxiliar para el maestro

"3. Los que son arrojados al 'lago de fuego’ sufren la 'muerte segunda', que
es la última y definitiva muerte (Apoc. 20:14,15; 21:8). Por lo tanto, ellos mueren;
no siguen viviendo eternamente en la miseria infernal" (R. E. Gane, "At-pne-ment
Forever in God's New Heaven and New Earth”, pp. 255, 256).

Las almas de los mártires (Apoc. 6:9-11)


Dadas las referencias a "muertos" y "sangre", el altar que se ve aquí es el
Altar del Holocausto, y no el Altar del Incienso. Como la sangre de los animales
se derramó bajo el altar, la sangre de los santos se ofreció simbólicamente a Dios
como un sacrificio. Los santos que estaban bajo el altar murieron a causa de su
fiel testimonio del evangelio. Si bien es una tragedia, sus muertes también son
un triunfo porque murieron en Cristo (Apoc. 14:13).
Las "almas" claman, no por venganza sino por justicia legal. "Se le pide a Dios
que lleve a cabo un proceso legal que conduzca a un veredicto que reivindicará
a sus santos mártires" (J. N. Musvosvi, “Vengeance in the Apocalypse", Andrews
University Seminary Doctoral Dissertation Series 17 [Berrien Springs, MI: Andrews
University Press, 1993], p. 232). Los santos fueron perseguidos injustamente y
murieron porque fueron fieles a Dios y se dedicaron a anunciar el evangelio con
fervor. La reivindicación por la que claman es la suya, pero también, y lo más
importante, que el carácter de Dios se manifieste como verdadero, santo y justo.
Hay varias razones por las que estos santos no deben verse como "almas"
literales que claman a Dios, sino como una representación simbólica de la sangre
de los santos que claman por justicia.
En primer lugar, es de notar que el Altar del Holocausto estuviera ubicado en
el atrio exterior del Templo porque, como señala Ranko Stefanovic, eso significa
que "la escena representada aquí no tiene lugar en el Templo celestial sino en
la Tierra" (Revelation ofJesús Christ: Commentaryon the Book of Revelation, 2a ed.
[Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2009], p. 244). De este modo, el
atrio exterior simbolizaba laTierra. Por lo tanto, "las almas de los que habían sido
muertos" están clamando desde la Tierra y no pueden, por ende, ser espíritus
que estén "vivos" en el cielo.
En segundo lugar, después de que a los santos se les dan vestiduras blancas,
que representan la justicia de Cristo, se les dijo a los mártires que "esperaran un
poco más", hasta que la totalidad de sus consiervos, sus hermanos y sus herma­
nas, fueran martirizados así como ellos (Apoc. 6:11, NVI). Literalmente, se les dice
que "descansasen todavía un poco de tiempo". La palabra para "descansar" es
anapauo, y se traduce como "descansar, refrescarse, detenerse, o incluso morir".
También se utiliza en Apocalipsis 14:13: "Bienaventurados de aquí en adelante los
muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán [anopau] de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen". Este grupo aparece de nuevo cuando
resucitan en la Segunda Venida: "Vi también las almas de los que habían sido
decapitados por causa del testimonio de Jesús [...]. Volvieron a vivir y reinaron con

102
Material auxiliar para el maestro // Lección 9

Cristo mil años" (Apoc. 20:4, NVI). Está claro que en este momento cobran "vida".
Ya no eran almas/espíritus vivientes, o esa declaración sería innecesaria. Por lo
tanto, la descripción de su "descanso" por un "poco más de tiempo", cuando se
combina con la ¡dea de "dormir", que se utiliza en toda la Biblia para denotar la
muerte, lleva al lector a entender que los santos decapitados debían permanecer
en sus tumbas un poco más; es decir, hasta la segunda venida de Cristo.

APLICACIÓN A LA VIDA
1. Debido a que el punto principal de la historia del hombre rico y Lázaro es
aterrarnos a las enseñanzas de las Escrituras y permitir que transformen
nuestra vida, ¿de qué necesitas que Dios te hable? ¿Tiene que ver con la
acumulación de cosas materiales y riquezas y de vivir rodeado de lujos,
como el hombre rico, o es algo completamente diferente? ¿Quizás otras
formas de egoísmo? ¿Codiciar lo que otros tienen, en lugar de tener con­
tentamiento con lo propio? ¿Pensar que mis opiniones y mi forma de ser
son las mejores? ¿En qué aspecto necesitas el poder transformador de
Dios en tu vida? Tómate un tiempo para entregarle esto a Dios en oración.
2. Morir como mártir no es algo deseable. Sin embargo, Jesús afirmó: "El
que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la
hallará" (Mat. 10:39). Podríamos estar tan preocupados por perder la vida
que olvidamos nuestra misión de contar a otros acerca de Jesús. ¿Cómo
podemos mantener esa misión ante todo?
3. ¿Qué podemos aprender acerca de la diferencia entre clamar por ven­
ganza humana y clamar para que Dios administre justicia divina? ¿Cómo
podemos dejar las cosas en manos de Dios y confiar en él para que se
ocupe de nuestra vida?
Lección 10: Para el 3 de diciembre de 2022

EL FUEGO DEL INFIERNO


Sábado 26 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 9:42-48; Malaquías 4:1; Judas
7; 1 Timoteo 2:5; Hechos 2:29, 34,35; 1 Juan 53-12.

PARA MEMORIZAR:
“Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tes. 5:21).

l poeta italiano Dante Alighieri (1265-1321) escribió su famosa obra La di­

E vina comedia, que trata de un viaje ficticio del alma después de la muerte.
El alma va al infierno en el interior de la Tierra; o al purgatorio, donde el
espíritu humano puede purificarse y hacerse merecedor de ascender al cielo; o
al paraíso, a la presencia de Dios mismo.
Aunque solo es ficción, una obra literaria, el mensaje de Dante terminó
teniendo muchísima influencia en la teología cristiana, especialmente en la
teología católica romana. La noción básica de que el alma inmortal va al infierno,
al purgatorio o al paraíso es fundamental para esa iglesia. Muchas confesiones
protestantes conservadoras también creen en un alma inmortal que, después
de la muerte, asciende al paraíso o desciende al infierno. De hecho, si el alma
humana nunca muere, entonces tiene que ir a algún lugar después de que muere
el cuerpo. En resumen, una falsa interpretación de la naturaleza humana ha
llevado a terribles errores teológicos.
Esta semana nos ocuparemos de algunas de estas teorías no bíblicas, así
como de la cosmovisión bíblica de lo que sucede después de la muerte.
Domingo 27 de noviembre | Lección 10

«GUSANOS INMORTALES?
Compara Marcos 9:42 al 48 con Isaías 66:24. ¿Cómo entiendes la expre­
sión “el gusano de ellos no muere” (Mar. 9:48)?

Algunos interpretan el sustantivo singular "gusano” (Mar. 9:48) como una


alusión a la supuesta alma o espíritu incorpóreo del impío que, después de la
muerte, va directamente al infierno, donde nunca muere y sufre el tormento
eterno.
Pero esta interpretación no refleja la noción bíblica de la muerte incons­
ciente. Además, ignora el contexto veterotestamentario de este pasaje. En rea­
lidad, " 'el gusano’ en singular se utiliza genéricamente para ‘los gusanos', no
significa un solo gusano. La referencia es a los gusanos que se alimentan de
cuerpos en descomposición” (R. G. Bratcher y E. A. Nida, A Translator’s Handbook
on the Cospel ofMark, p. 304).
En Marcos 9:48, Jesús cita Isaías 66:24, que dice: "Y saldrán, y verán los
cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca
morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre”.
Esta aterradora escena metafórica retrata un campo de batalla donde los
enemigos de Dios están muertos en el suelo y en proceso de destrucción. Los
cuerpos que no consume el fuego los descomponen los gusanos; o quizá pri­
mero los consumen los gusanos y luego el fuego. De cualquier modo, no hay
ninguna referencia a ninguna presunta alma que escape de la destrucción del
cuerpo y que vuele al infierno.
Pero ¿qué pasa con los “gusanos” que nunca mueren? El lenguaje meta­
fórico de Isaías 66:24 (citado en Mar. 9:48) no implica que esos gusanos sean
inmortales. (¿Gusanos inmortales?) El énfasis es que los gusanos no dejan in­
completa su tarea destructiva. En otras palabras, siguen devorando el cuerpo de
los malvados hasta destruirlo por completo. En cambio, los fieles hijos de Dios
morarán gozosos en “los cielos nuevos y la nueva tierra" y adorarán a Dios en su
misma presencia (Isa. 66:22, 23). Con destinos tan contrastantes en mente, no
es de extrañar que Jesús declarara que sería mucho mejor que alguien entrara
en el Reino de Dios sin una parte esencial de su cuerpo (sin una mano, un pie,
o incluso un ojo) a tener un cuerpo perfecto que será destruido por gusanos y
el fuego (Mar. 9:42-48).

■ A fin de cuentas, nos salvamos o nos perdemos completamente; no hay tér­


mino medio. Podemos tener vida eterna o sufriremos la destrucción eterna.
¿Qué decisiones tienes que tomar hoy? Esta realidad, la vida eterna o la
destrucción eterna, ¿cómo debería repercutir en esas decisiones?

ios
Lección 10 | Lunes 28 de noviembre

EL FUEGO DEL INFIERNO


En su folleto para niños titulado The Sightof Hell [La visión del infierno], pá­
gina 24, el sacerdote católico inglés John Furniss (1809-1865) ilustra el tormento
eterno mediante una gran bola de hierro macizo, más grande que los cielos y la
Tierra. “Un ave viene una vez cada cien millones de años y apenas toca la gran
bola de hierro con una pluma de su ala”. El autor argumenta que los pecadores
continuarán ardiendo en el infierno ¡aun después de que la bola de hierro se
desgaste con esos ocasionales toques de plumas!
Lo triste es que muchos protestantes aún hoy creen en algo similar en cuanto
a los perdidos.

Lee Malaquías 4:1 y Judas 7. Estos pasajes ¿cómo pueden ayudarnos a


entender mejor la noción del “fuego eterno" o la idea, como Jesús la expresó,
de que los perdidos estarán en "el fuego eterno” (Mat. 18:8) o en un "fuego
que no puede ser apagado”? (Mar. 9:43).

La palabra "eterno" (hebreo, 'olanv, griego, alón, aionios) tiene diferentes


significados, según el contexto inmediato. Por ejemplo, cuando se relaciona
con Dios (Deut. 33:27, "eterno"), la palabra expresa su eternidad. Cuando se re­
laciona con los seres humanos (Éxo. 21:6, "para siempre"), la palabra se limita a
su tiempo de vida. Cuando califica al fuego (Mat. 18:8; 25:41; "eterno"), implica
que el fuego no se apagará hasta no consumir completamente lo que se está
quemando. Esto significa que el "fuego eterno” será eterno en el sentido de que
consumirá a los malvados en forma completa e irreversible, "y no les dejará ni
raíz ni rama” (Mal. 4:1).
La teoría del castigo eterno de los impíos tiene serias implicaciones. Si se
castigara a los malvados para siempre, el mal nunca se erradicaría. Además, toda
la vida humana deriva de Dios (Deut. 32:39; Sal. 36:9), quien “no [s]e alegr[a] con
la muerte del malvado" (Eze. 33:11, NVI). ¿Por qué, entonces, continuaría dando
vida a los malvados para que sufran un tormento sin fin? ¿No sería mucho más
razonable que acabara con su existencia? Si los impíos serán castigados “según
sus obras” (Apoc. 20:12), ¿por qué entonces una corta vida humana debe ser
castigada indefinidamente?
Todas las referencias bíblicas al “fuego eterno” deben considerarse alusiones
al “lago de fuego” posterior al milenio de Apocalipsis 20 (ver la lección 13). Por
lo tanto, no es bíblico hablar de un infierno que ya está presente y que arde
para siempre.

■ Si bien el infierno de fuego es nefasto, la verdad sobre el infierno ¿qué nos


revela sobre el amor de Dios, especialmente en contraste con la ¡dea del
tormento eterno?

106
Martes 29 de noviembre | Lección 10

LOS SANTOS EN EL PURGATORIO


La Iglesia Católica Romana sostiene que los muertos que no merecen el in­
fierno pero que aún no están listos para el paraíso pueden purgar sus pecados
en el purgatorio y luego ascender de allí al paraíso. Sus sufrimientos en el purga­
torio pueden reducirse con las oraciones y las penitencias de sus seres queridos.
El Catecismo de la Iglesia Católica es explícito sobre el purgatorio: "Los que
mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados,
aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después
de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de
Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, parte 1, secc. 2, cap. 3, art. 12, párr. 1.030).
Señala, además, que su sufrimiento puede aliviarse con las oraciones de sus
seres queridos, así como con otros actos en favor de los muertos. “La Iglesia
también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia
en favor de los difuntos” (Catecismo de la Iglesia Católica, parr. 1.032).

Lee Eclesiastés 9:10, Ezequiel 18:20 al 22 y Hebreos 9:27. ¿Cómo refutan


estos pasajes la teoría del purgatorio?

El dogma del purgatorio combina la noción pagana de un infierno ardiente


con la práctica pagana de orar por los muertos. Este dogma es inaceptable para
quienes creen en las enseñanzas bíblicas (1) de que los muertos descansan
en forma inconsciente en sus tumbas (Ecl. 9:10); (2) que la justicia de un ser
humano caído no se puede transferir a otro ser humano caído (Eze. 18:20-22);
(3) que nuestro único Mediador es Jesucristo (1 Tim. 2:5); y (4) que a la muerte
le sigue el Juicio Final, sin ninguna segunda oportunidad para arrepentirse de
las trampas de esta vida (Heb. 9:27).
Una implicación aún más seria es hasta qué punto la teoría antibíblica del
purgatorio distorsiona el propio carácter de Dios. De hecho, "la obra de Satanás
desde su caída es malinterpretar a nuestro Padre celestial. Él sugirió el dogma
de la inmortalidad del alma. [...] La idea de un infierno que arde eternamente es
fabricación de Satanás; el purgatorio es invención suya. Estas enseñanzas falsi­
fican el carácter de Dios, para que se lo tenga por severo, vengativo, arbitrario y
falto en perdonar” (Manuscrito 51,10/12/1890). En vez de que los muertos esperen
la venida de Cristo dormidos, este concepto sostiene que están en el purgatorio,
y que allí sufren hasta que alguien logre sacarlos.

■ Los errores como el purgatorio o el tormento eterno ¿qué nos enseñan so­
bre la importancia de la doctrina? ¿Por qué es importante lo que creemos y
no solo en quién creemos?

107
Lección 10 | Miércoles 30 de noviembre

UN PARAÍSO CON ALMAS INCORPÓREAS


Aunque los protestantes no aceptan el purgatorio, muchos creen que las
almas de los justos muertos ya disfrutan del paraíso en la presencia misma de
Dios. Algunos argumentan que esas "almas” son solo espíritus incorpóreos;
otros creen que son espíritus incorpóreos, pero cubiertos por un cuerpo espi­
ritual de gloria.
Cualquiera que sea el supuesto estado metafísico de los muertos vivos, .
estas teorías socavan la doctrina bíblica de la resurrección final y el juicio de
los muertos. ¿Por qué hay una resurrección y un juicio (Apoc. 20:12-14), si las
almas de los justos ya están disfrutando del paraíso?

Lee Hechos 2:29,34 y 35, y 1 Corintios 15:16 al 18. ¿Cómo arrojan luz estos
pasajes sobre el estado de los muertos y los que esperan la resurrección?

La Biblia enseña que todos los seres humanos que ya están en el cielo fueron
trasladados vivos, como en él caso de Enoc (Gén. 5:24) y Elias (2 Rey. 2:9-11), o
resucitados de entre los muertos, como Moisés (Jud. 9) y aquellos que resucitaron
con Cristo (Mat. 27:51-53).
Como ya hemos visto, la alusión a las almas "bajo el altar” que claman a Dios
por venganza (Apoc. 6:9-11) es solo una metáfora de la justicia, y no valida la
teoría de la inmortalidad natural del alma. De lo contrario, estas personas difí­
cilmente estarían disfrutando de su recompensa eterna. En realidad, la tumba
es un lugar de descanso para los muertos, que inconscientemente esperan la
resurrección final, cuando se restaurará su existencia consciente. Los muertos,
incluso los muertos justos, no son almas incorpóreas que deambulan por el
cielo, esperando pacientemente reunirse con su cuerpo en la resurrección final.
Además, ¿de qué podría estar hablando Pablo en 1 Corintios 15:18, cuando
dice que, si no hubo resurrección de los muertos, entonces "también los que
durmieron en Cristo perecieron”? ¿Cómo pudieron perecer, si ya están en la dicha
celestial y han estado allí todo el tiempo desde que murieron? Una doctrina
central y clave del Nuevo Testamento, la resurrección de los muertos cuando
Cristo regrese, queda invalidada por la falsa enseñanza de que los justos muertos
se elevan hacia su recompensa eterna inmediatamente después de morir. Sin
embargo, escuchamos esto todo el tiempo, especialmente en los funerales.

■ ¿Cómo podrías ayudar a la gente a comprender que la ¡dea de que los muer­
tos duermen en la tierra es realmente una “buena noticia", en el sentido de
que realmente están en reposo y no sienten dolor ni sufren?

10a
Jueves 1o de diciembre | Lección 10

LA COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lee i Juan 5:3 al 12. ¿Por qué el apóstol Juan limita la “vida eterna” solo
a quienes están en Cristo?

La doctrina bíblica de la inmortalidad condicional del ser humano, en con­


traste con la teoría antibíblica de la inmortalidad natural del alma, se hace
explícita en 1 Juan 5:11 y 12. Para comprender el significado de este importante
pasaje, debemos recordar que solo la Deidad "tiene inmortalidad” (1 Tim. 6:15,
16) y es la única Fuente de vida (Sal. 36:9; Col. 1:15-17; Heb. 1:2).
Cuando el pecado entró en el mundo mediante la caída de Adán y de Eva
(Gén. 3), ellos y todos sus descendientes (incluso nosotros) cayeron bajo la mal­
dición de la muerte física y perdieron el don de la vida eterna. Pero nuestro Dios
amante implemento el plan de salvación para que los seres humanos recupe­
raran la vida eterna, la vida que debió haber sido suya desde el principio. Como
escribió Pablo: "Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para
que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efe. 1:4).
El apóstol Pablo explica que, "como el pecado entró en el mundo por un
hombre [Adán], y por el pecado la muerte”, así por medio de "uno solo, Jesu­
cristo”, todos los seres humanos tienen acceso al don gratuito de la vida eterna
(Rom 5:12-21). Aquí Pablo hace una referencia inequívoca a un Adán literal que
trajo el pecado y la muerte a este mundo. Nada tiene sentido en la Biblia sin
un Adán literal que, por causa de la transgresión, trajo el pecado y la muerte a
nuestro mundo.
Por lo tanto, agrega el apóstol Juan, "Dios nos ha dado vida eterna; y esta
vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de
Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12).
El panorama completo se vuelve más claro a la luz de las declaraciones
de Jesús: "Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40), y: "Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).
Esto significa que la vida eterna es un don de Dios que recibimos por medio
de Cristo, que se consigue en el presente, pero se disfruta plenamente solo
después de la resurrección final de los justos. La conclusión es muy sencilla:
Si se concede vida eterna solo a los que están en Cristo, los que no están en él
no tienen vida eterna (r Juan 5:11,12). En cambio, la teoría de la inmortalidad
natural del alma adjudica vida eterna, en el paraíso o en el infierno, a todos los
seres humanos, incluso a los que no están en Cristo. Por más que esta enseñanza
sea popular, no es bíblica.

109
• Lección 10 | Viernes 2 de diciembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El conflicto de los siglos, "El misterio de la inmortalidad",
pp. 521-538; "¿Pueden hablarnos nuestros muertos?”, pp. 539-550.
"Sobre el error fundamental de la inmortalidad natural descansa la doctrina
de la conciencia en la muerte; doctrina que, como la del tormento eterno, se
opone a las enseñanzas de las Escrituras, a los dictados de la razón y a nuestros
sentimientos de humanidad. Según la creencia popular, los redimidos én el cielo
están al tanto de todo lo que pasa en la Tierra, y especialmente en la vida de los
amigos que dejaron atrás. Pero ¿cómo podría ser una fuente de felicidad para
los muertos conocer las tribulaciones de los vivos, ser testigos de los pecados
cometidos por sus amados, y verlos sufrir todas las penas, desilusiones y an­
gustias de la vida? ¿Cuánto podrían gozar de la dicha del cielo los que revolotean
sobre sus amigos en la Tierra? ¡Y cuán profundamente repulsiva es la creencia
de que, apenas exhalado el último suspiro, el alma del impenitente es arrojada
a las llamas del infierno! ¡En qué abismos de dolor deben hundirse los que ven
a sus amigos b^jar a la tumba sin preparación, para entrar en una eternidad de
pecado y aflicción!" (CS 533).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Quienes han hablado con otros cristianos sobre el estado de los muertos
y la naturaleza del infierno, lo más probable es que hayan descubierto
cuán inflexibles y firmes son las personas en su creencia, no solo en la
idea de que los salvos van inmediatamente al cielo, sino incluso en que
los perdidos están en el tormento eterno del infierno. ¿Por qué crees que
es así? Una cosa es que quieran creer que sus seres queridos fallecidos
están "con el Señor” (y esto es entendible hasta cierto punto aunque,
como hemos visto, todavía queda el tema de cuán angustiante sería para
ellos contemplar el desastre de acá abajo). Pero ¿por qué existe un apego
tan fuerte a la horripilante idea de que los perdidos son atormentados
eternamente en el infierno? ¿Qué nos enseña este hecho acerca de cuán
poderosa puede ser la tradición? Analicen en clase.
2. La mayoría de las confesiones cristianas proclaman la teoría no bíblica
de la inmortalidad natural del alma, con todas sus teorías correlaciona­
das. ¿Qué más deberíamos hacer como iglesia (además de lo que ya esta­
mos haciendo) para proclamar al mundo la visión bíblica de la muerte y
el más allá?
3. Aunque el poema de Dante, La divina comedia, era mera ficción, ejerció
una gran influencia para ayudar a consolidar enseñanzas falsas en la
mente de la gente sobre lo que sucede al "alma” después de la muerte.
¿Qué lecciones podemos aprender de la facilidad con que la teología
cristiana puede verse influenciada por enseñanzas externas? ¿Qué otras
ideas no cristianas influyen en el pensamiento cristiano incluso en la
actualidad, y cómo podemos protegernos de ellas?

110
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Textos clave: Isaías 66:23,24; Daniel 12:2.


El destino eterno de los justos y el de los malvados se describen en marcado
contraste entre sí. El primer grupo recibe la vida eterna, y el otro grupo experi­
mentará el doloroso juicio divino de condenación y será totalmente aniquilado.
La gran mentira del castigo eterno y del sufrimiento perpetuo de los impíos en el
infierno se construye sobre el engaño satánico expresado en el Jardín del Edén:
"Ciertamente no moriréis" (Gén. 3:4, LBLA).
La mentira de Satanás sugiere la enseñanza no bíblica de la inmortalidad del
alma. Sobre la base de la primera mentira de que la desobediencia no traerá la
muerte, se construye como otro engaño: cuando mueres, es solo tu cuerpo el que
está muerto, no tu espíritu. Por lo tanto, si el pecador tiene un alma inmortal o
un espíritu que no puede morir, recibirá el castigo eterno de Dios en un tortuoso
fuego infernal. Esta visión horrendamente negativa presenta a Dios como un
monstruo y un tirano.
Otra construcción inventada y muy popular engaña a la gente al darle la falsa
esperanza de pasar por un proceso de purificación y mejora después de su muerte,
que culmina con su rescate y la concesión de la vida eterna en el paraíso. Esta
mentira elimina la responsabilidad por la acción personal en esta vida.

COMENTARIO

Varias posturas sobre el castigo en el infierno


Tres posturas con respecto al fuego eterno del infierno compiten en el
cristianismo:
1. Visión tradicionalista: El infierno que atormenta eternamente y sin cesar. El
infierno existe como un lugar real en alguna esfera del inframundo, donde
el fuego real atormenta a las almas inmortales para siempre. Según este
enfoque, el sufrimiento consciente de los malvados llega justo después
de la muerte y dura toda la eternidad.
2. Visión condicionalista, o aniquilacionista: El lago de fuego consume de
forma irreversible y total a los impíos, a los ángeles malos y al diablo en
el Juicio Final. Los seres humanos no son inherentemente inmortales y no
poseen un alma inmortal. Como pecadores, están condenados a la muerte
eterna a menos que acepten a Jesucristo como su Salvador personal. La
inmortalidad está condicionada a recibir la gracia de Dios y a ejercer fe en
Jesús (Juan 3:16; 5:24; Rom. 3:21-31; Efe. 2:1-10). El infierno no es un lugar
adonde van las almas o los espíritus inicuos inmediatamente después de
la muerte, sino que se entiende como un "lago de fuego" en el que los
inicuos serán totalmente consumidos al final de la historia humana (Mal.
4:1; Mat. 25:41; 2 Tes. 1:6-10; Apoc. 20:9,10,14,15). Este fuego, preparado

111
Lección 10 // Material auxiliar para ei maestro

para el diablo y los ángeles caídos, los aniquilará, junto con los malvados,
en el Juicio Final, o ejecutivo. Los efectos del fuego son definitivos. Nadie
puede apagar las llamas mientras hace su trabajo. El fuego tiene resulta­
dos eternos y cumplirá su propósito: la destrucción del mal, el pecado, la
muerte, los ángeles malvados y rebeldes, y del mismo Satanás. El resultado
se describe como "la muerte segunda”, de la que no hay redención ni
escape; la segunda muerte es la erradicación total del mal.
3. Visión restauracionista, o universalista: El fuego del infierno finalmente
purifica y salva a todos. Los universalistas afirman que todas las personas
finalmente se salvarán, incluidos los malvados, los ángeles malignos y
Satanás, porque el fuego del infierno los purificará. Este razonamiento se
basa en el reconocimiento de que, después de la muerte, el alma inmortal
de los malvados no puede ir inmediatamente al cielo, sino que sufrirá en el
fuego del juicio de Dios. Este fuego los limpiará gradualmente y luego, en
algún momento futuro (el momento preciso dependerá de la respuesta de
la persona a este proceso de purificación), finalmente todos se salvarán.
Para una evaluación de estas tres visiones diferentes, ver Jifí Moskala,
"The CurrentTheological Debate Concerning Eternal Punishment in Hell
and the Immortality of the Soul", Andrews University Seminary Studies, t.
53, N° 1 (2015), pp. 91-125.

Expresiones problemáticas
Hay algunas expresiones bíblicas difíciles relacionadas con la doctrina del
infierno que requieren explicación porque su significado a menudo se saca de
contexto:

1. Los gusanos no morirán (Isa. 66:24).


¿Cómo debemos entender la frase bíblica: "No morirá el gusano [hebreo:
tole'á] que los devora [a los impíos muertos]" (NVI)? En el contexto de Isaías 65
y 66, los impíos son aquellos que no sirven al Señor y que se rebelaron contra
él (Isa. 66:3), y quienes, finalmente, "morirán a manos del Señor" (Isa. 66:16,
NVI). En primer lugar, la descripción es física. A estos impíos se los puede ver, y
tienen cuerpos físicos. Los gusanos no se alimentan de las almas o los espíritus
inmateriales de los difuntos. En segundo lugar, en ninguna parte el texto bíblico
presupone que estos gusanos estén dotados de inmortalidad. Los gusanos no
reciben el don de la vida eterna; no se realiza en ellos ningún milagro divino.
En tercer lugar, esta imagen de gusanos que se comen los cadáveres de los im­
píos es una metáfora del mismo tipo que la imagen del fuego que no se apagará.

2. "Ni su fuego se apagará" (Isa. 66:24).


"Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí;
porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo

112
Material auxiliar para el maestro // Lección 10

hombre" (ver también Isa. 66:15,17). Apagar un fuego es extinguirlo, evitar que
arda o detenerlo antes de que cumpla su cometido. Así, por extensión, un fuego
que "no se apagará" (DHH) significa que el fuego no se ha extinguido porque no
hay ningún poder para impedir que logre lo que el fuego logra naturalmente: la
destrucción total. No hay nada que ofrezca resistencia al fuego. Por lo tanto, el
significado de las imágenes es transparente: Estos muertos no tienen ninguna
posibilidad de volver a la vida. El juicio sobre estos impíos es final, y significa
que el juicio divino de destrucción no se detendrá hasta que se haya alcanzado
una consumación completa. No hay escape de esta muerte final. Nadie puede
rescatar a los malvados de este horrible final. No es posible la reversión. El Juicio
es definitivo, y la destrucción es completa. No se interrumpirá hasta que perezcan
los cuerpos; por ende, el destino final de los impíos es irrevocable y permanen­
te. Barry Webb afirma sobre Isaías 66:24: "Así las cosas, parece representar la
aniquilación y no el tormento eterno. Los cuerpos están muertos" (The Message
oflsaiah: On Eagles' Wings [Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press, 1996], p. 251).
El profeta Isaías explica la destrucción final y total de Edom, y la describe en los
términos consabidos de un fuego que consumirá a Edom. El fuego quema noche y
día; "no se apagará"; "perpetuamente subirá su humo"; y así se convertirá en "brea
ardiente" (Isa. 34:9,10). Esta imagen luego es adoptada y aplicada claramente
en Apocalipsis 14:10 y 11 y 20:10, en pasajes que están llenos de simbolismo. El
lenguaje es metafórico, y comprende la sentencia divina de destrucción irreversi­
ble y total. Del mismo modo, Ezequiel declara: "Así ha dicho Jehová el Señor: He
aquí que yo enciendo en ti fuego, el cual consumirá en ti todo árbol verde y todo
árbol seco; no se apagará la llama del fuego; y serán quemados en ella todos los
rostros, desde el sur hasta el norte. Y verá toda carne que yo Jehová lo encendí;
no se apagará" (Eze. 20:47, 48 [énfasis añadido]; ver Jer. 7:20).
Ralph Bowles concluye así su interpretación de Apocalipsis 14:11: "La lectura
tradicional de los elementos de este versículo pasa por alto el paralelismo invertido
de la unidad de Apocalipsis 14:9 al 11. Cuando se discierne el quiasmo, se ve que
el significado del texto no confirma el 'tormento eterno'. Al contrario, este texto
encaja bien en la interpretación de la inmortalidad condicional. Esta visión sostie­
ne que Dios, final y planamente, llevará a juicio a sus enemigos, con destrucción
y extinción absolutas como resultado" (Ralph G. Bowles, "Does Revelation 14:11
Teach Eternal Torment? Examining a Proof-text on Hell", EvangeHcal Quarterly 73,
N° 1 [enero 2001], p. 36).
El fuego entendido como juicio de Dios implica que el efecto de ese fuego es
eterno, y que para el mal no hay punto de retorno. El destino del mal estará bajo
el control de Dios por toda la Eternidad, nunca surgirá por segunda vez; estará
eternamente en jaque mate y ya no existirá. Su aniquilación es total. Dios no
mantendrá milagrosamente un fuego eterno ni sostendrá de ninguna manera a los
impíos, a los ángeles caídos ni al diablo para castigarlos perpetuamente de forma
eterna y especial. Este engaño es un enfoque muy especulativo de la enseñanza
Lección 10 // Material auxiliar para el maestro

bíblica sobre la ejecución del Juicio divino. Así como había plena armonía en el
cielo antes de la rebelión de Lucifer contra Dios, así nuevamente habrá plena
armonía cuando el mal en todas sus formas sea destruido.

3. Eterno, para siempre


La palabra "para siempre", o "eterno" (hebreo: 'olam), es muy relativa en las
Sagradas Escrituras. Tiene tres posibles significados diferentes. Puede referirse a
(1) la eternidad con un principio y un fin (por ejemplo, los esclavos en Éxodo 21:6
[la NVI traduce correctamente el término 'olam en este contexto: de por vida];
el sacerdocio en Éxo. 40:15; Núm. 25:13); (2) la eternidad con principio, pero sin
fin (la vida eterna de todos los redimidos; ver Mar. 10:30; Juan 3:16, 36; 5:24); y
finalmente, (3) la eternidad sin principio ni fin (que pertenece exclusivamente
a Dios; ver 1 Tim. 6:16; comparar con Deut. 33:27). Siempre el contexto textual
define el significado preciso del término eterno. Los que creen en Dios reciben lá
inmortalidad como un regalo, por medio de Cristo Jesús (Juan 11:26; Col. 3:3, 4).

4. La palabra "confusión” en Daniel 12:2


"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados,
unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dan. 12:2).
La palabra confusión (en hebreo: deraón, aborrecimiento, aversión, repugnancia,
desprecio) se utiliza en la Biblia hebrea solo en Daniel 12:2 y en Isaías 66:24. El
significado de este término está garantizado por su contexto: Los textos hablan
de condenación en relación con el Juicio y la resurrección. Daniel habla de la
condenación eterna y la vergüenza de los impíos, e Isaías explica que los impíos
serán destruidos porque nadie puede impedir que el fuego devorador lleve a cabo
su propósito de destrucción. Los rebeldes e impenitentes están condenados a la
inexistencia eterna, pero los justos reciben vida eterna.

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Cuál es la diferencia entre la visión popular del infierno y la imagen bíblica
del lago de fuego? El lago de fuego ¿es algo real o solo una figura poética
del lenguaje? Analicen.
2. ¿Cómo puedes explicar a tu clase con palabras sencillas que las personas
no van al infierno ni al cielo (o al purgatorio) inmediatamente después
de morir? ¿En qué sentido esta información puede ser una buena noticia?
3. ¿Podemos escapar del fuego del infierno? ¿Por qué? En caso afirmativo,
explica cómo Dios hace que esto sea posible en nuestra vida.
Lección n: Para el 10 de diciembre de 2022

LOS ENGAÑOS
DEL TIEMPO DEL FIN
Sábado 3 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 7:21-27; Juan 11:40-44; i Pedro
3:18; 1 Samuel 28:3-25; Efesios 6:10-18.

PARA MEMORIZAR:
“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como minis­
tros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2 Cor. 11:14,15).

uestro mundo contemporáneo se ha convertido en un crisol de lo sobre­

N natural y lo místico, con ayuda de las películas de Hollywood con temas


religiosos y místicos, en una mezcolanza de error y engaño. La vieja
mentira "ciertamente no morirán" (Gén. 3:4, RVA-2015) también ha inspirado
algunos de los libros, videojuegos y películas más populares de las últimas
décadas. Sin lugar a dudas, estamos expuestos al terreno encantado de Satanás,
que en algunos casos puede quedar oculto bajo el barniz de la ciencia.
Uno de los fenómenos más engañosos ha sido lo que se denomina "experien­
cias cercanas a la muerte" (ECM), en que los que "murieron” volvieron a la vida
con historias de una vida del más allá. ¡Muchos consideran que estos eventos
son prueba de un alma inmortal!
Durante esta semana consideraremos algunos engaños del tiempo del fin,
incluyendo el misticismo, las experiencias cercanas a la muerte, la reencarna­
ción, la nigromancia y el culto a los antepasados, entre otros. Se trata de temas
peligrosos que debemos tener en cuenta, pero sin exponernos a sus influencias.
Lección ii | Domingo 4 de diciembre

EL MISTICISMO
Las fuertes oleadas del misticismo han inundado nuestro mundo. La palabra
"misticismo" es un término complejo que encierra una gran variedad de ideas.
Desde una perspectiva religiosa, la palabra implica la unión de la persona con lo
divino o absoluto en algún tipo de experiencia espiritual, o trance. Esto carac­
teriza la experiencia de adoración de ciertas iglesias, inclusive. Los fenómenos
pueden variar en forma e intensidad, pero la tendencia siempre es a reemplazar
la autoridad de la Palabra escrita de Dios por las experiencias subjetivas indivi­
duales. Sea como fuere, la Biblia pierde gran parte de su función doctrinal y el
cristiano se vuelve vulnerable a sus propias experiencias. Este tipo de religión
subjetiva no ofrece una protección contra ningún engaño, especialmente los
del tiempo del fin.

Lee Mateo 7:21 al 27. A la luz de estas palabras de Jesús, ¿qué significa
construir nuestra casa espiritual "sobre la roca” y construirla "sobre la
arena"?

Existe una fuerte tendencia en el mundo cristiano posmoderno a minimizar


la relevancia de las doctrinas bíblicas, y a considerarlas tediosos ecos de una
forma obsoleta de religión. En este proceso, la persona de Cristo reemplaza ar­
tificialmente a las enseñanzas de Cristo, al argumentar, por ejemplo, que una u
otra historia bíblica no puede ser cierta porque Jesús, como ellos lo perciben,
nunca hubiera permitido que eso sucediera como está escrito. Los sentimientos
y el gusto personales terminan siendo el criterio para interpretar las Escrituras o
hasta para rechazar de plano lo que la Biblia enseña claramente, con frecuencia
sobre la obediencia a Dios, lo que, como enseñó Jesús, es esencial para construir
una casa sobre la roca.
Quienes piensan que no importa lo que ellos crean doctrinalmente mien­
tras crean en Jesucristo, están en terreno peligroso. Los inquisidores romanos
que condenaron a muerte a un sinnúmero de protestantes creían en Jesucristo.
Quienes habían "echajdo] fuera demonios” en el nombre de Cristo (Mat. 7:22)
creían en él. "La teoría según la cual nada importa lo que los hombres creen,
es uno de los engaños que más éxito da a Satanás. Bien sabe él que la verdad
recibida con amor santifica el alma del que la recibe; de aquí que trate siempre
de sustituirla con falsas teorías, con fábulas y con otro evangelio” (CS 511).

■ ¿Cómo podemos luchar contra la tendencia humana de permitir que nues­


tras emociones y deseos nos impulsen a hacer cosas contrarias a la Palabra
de Dios?
Lunes 5 de diciembre | Lección 11

EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE


Algunos de los argumentos modernos más populares para "demostrar''
la teoría de la inmortalidad natural del alma son las “experiencias cercanas
a la muerte”. En su libro Vida después de la vida: Nuevas investigaciones sobre
el fenómeno de la supervivencia tras la muerte física, Raymond A. Moody (h)
presentó los resultados de un estudio de cinco años en más de cien personas
que experimentaron "muerte clínica” y revivieron. Estas personas afirmaron
haber visto a un ser de luz amoroso y cálido antes de volver a la vida. A esto se
lo ha considerado una "evidencia emocionante de la supervivencia del espíritu
humano más allá de la muerte” (contraportada). Con los años, se han publicado
muchos otros libros similares que promueven la misma idea. (Ver la lección 2.)

Lee los relatos de la resurrección de 1 Reyes 17:22 al 24; 2 Reyes 4:34 al


37; Marcos 5:4t al 43; Lucas 7:14 al 17; y Juan 11:40 al 44. ¿Cuántos de ellos
hablan de algún tipo de existencia consciente en la muerte por parte de los
que resucitaron y por qué es importante esa respuesta?

Todas las experiencias cercanas a la muerte informadas en la literatura


moderna pertenecen a personas consideradas clínicamente muertas, pero no
realmente muertas; en contraste con Lázaro, quien estuvo muerto durante cuatro
días y cuyo cadáver ya se estaba corrompiendo (Juan 11:39). Ni Lázaro ni ninguno
de los resucitados de entre los muertos en los tiempos bíblicos mencionaron
alguna experiencia en el más allá, ya sea en el paraíso, en el purgatorio o en el
infierno. Por supuesto, este argumento parte del silencio, ¡pero concuerda plena­
mente con las enseñanzas bíblicas sobre el estado inconsciente de los muertos!
Pero ¿qué sucede con las experiencias "cercanas a la muerte” que se exponen
tan comúnmente hoy? Si aceptamos la enseñanza bíblica de la inconsciencia
de los muertos (Job 3:11-13; Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:10), entonces básicamente
nos quedan dos posibilidades: o es una alucinación psicoquímica natural bajo
condiciones extremas; o puede ser una experiencia satánica, engañosa y so­
brenatural (2 Cor. 11:14). De hecho, el engaño satánico podría ser la explicación,
¡especialmente porque en algunos casos estas personas afirman haber hablado
con sus parientes muertos! Pero podría ser una combinación de ambos factores.
Con este engaño generalizado, y tan convincente para muchos, es crucial
que nos apeguemos firmemente a la enseñanza de la Palabra de Dios, a pesar de
cualquier experiencia que nosotros u otros podamos tener que vaya en contra
de lo que enseña la Biblia.

■ Qué interesante es que las ECM muchas veces ahora conlleven la insignia
de "ciencia”. ¿Qué nos enseña esto acerca de cuán cuidadosos debemos ser
incluso con las cosas que la ciencia supuestamente "demuestra"?

117
Lección 11 | Martes 6 de diciembre

LA REENCARNACIÓN
La noción pagana de un alma inmortal brinda la base pata la teoría antibí­
blica de la reencarnación, o transmigración del alma. Algunas de las principales
religiones del mundo han adoptado esta teoría. Si bien la mayoría de los cris­
tianos cree en la existencia de un alma inmortal que habita permanentemente
en un cielo o un infierno después de la muerte, los que creen en la reencarnación
sostienen que esa alma inmortal pasa por muchos ciclos de muerte y renaci­
miento del cuerpo aquí, en la Tierra.
Algunos piensan que la reencarnación es un proceso de evolución espiritual
que permite que el espíritu alcance niveles cada vez mayores de conocimiento
y moralidad en su viaje hacia la perfección. Los hindúes creen que el alma
eterna pasa por una progresión de conciencia, o "samsara”, en seis clases de
vida: acuáticos, plantas, reptiles e insectos, aves, animales y seres humanos,
incluyendo a los ciudadanos del cielo.

Lee Hebreos 9:2; al 28 y 1 Pedro 3:18. Si Jesús murió solo "una sola vez”
(Heb. 9:28; 1 Ped. 3:18), y de la misma manera todos los seres humanos
mueren "una sola vez” (Heb. 9:27), ¿por qué incluso algunos que alegan ser
cristianos creen en alguna forma de reencarnación?

Muchos creen no en lo que deberían creer, sino en lo que quieren creer. Si


una teoría les brinda paz existencial y consuelo, para ellos eso es suficiente para
resolver el debate. Pero, para quienes se toman la Biblia en serio, no es posible
aceptar la teoría de la reencarnación.
En primer lugar, esta teoría contradice las enseñanzas bíblicas de la morta­
lidad del "alma” y la resurrección del cuerpo (1 Tes. 4:13-18).
En segundo lugar, niega la doctrina de la salvación por gracia mediante la fe
en la obra redentora de Jesucristo (Efe. 2:8-10), y la reemplaza por obras humanas.
En tercer lugar, la teoría contradice la enseñanza bíblica de que las decisiones
que tomamos en esta vida deciden nuestro destino eterno (Mat. 22:1-14; 25:31-46).
En cuarto lugar, esta teoría minimiza el significado y la relevancia de la
segunda venida de Cristo (Juan 14:1-3).
Y en quinto lugar, la teoría propone oportunidades después de la muerte
para que alguien todavía supere los escollos de su vida, lo cual no es bíblico
(Heb. 9:27).
En resumen, no hay lugar para la idea de la reencarnación en la fe cristiana.
Miércoles 7 de diciembre | Lección 11

CULTO A LA NIGROMANCIA Y A LOS ANTEPASADOS


La palabra "nigromancia” deriva de los términos griegos nekros (muerto) y
manteia (adivinación). Practicada desde la antigüedad, la nigromancia es una
forma de convocar a los supuestos espíritus activos de los muertos para adquirir
conocimiento, a menudo sobre acontecimientos futuros. En tanto, el culto a los
antepasados es la costumbre de venerar a los antepasados fallecidos porque
todavía se los considera familia y porque sus espíritus pueden influir sobre los
asuntos de los vivos. Estas prácticas paganas pueden resultar muy atractivas
para quienes creen en un alma inmortal y que también extrañan a sus seres
queridos fallecidos.

Lee 1 Samuel 28:3 al 25. ¿Qué lecciones espirituales contra cualquier su­
puesta comunicación con los muertos se pueden extraer de la experiencia
de Saúl con la adivina de Endor?

La Biblia expone muy claramente que todos los espiritistas, médiums, he­
chiceros y nigromantes que hubieran en el pueblo de Israel eran abominaciones
a Jehová y debían morir apedreados (Lev. 19:31; 20:6, 27; Deut. 18:9-14). De con­
formidad con esta ley, Saúl había destruido a todos los médiums y espiritistas
de Israel (1 Sam. 28:3,9).
Pero luego, después de que Dios lo rechazara, el mismo Saúl fue a la ciudad
cananea de Endor para consultar a una médium (1 Sam. 28:6, 7, 15; comparar
con Jos. 17:11; Sal. 83:10). Le pidió que trajera al fallecido profeta Samuel, quien
supuestamente ascendió en una aparición nigromántica y habló con Saúl (1 Sam.
28:13-19). El espíritu engañador, que se hacía pasar por Samuel, le dijo a Saúl:
“Mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos” (1 Sam. 28:19). Al predecir la muerte
de Saúl, ese espíritu engañador, que simplemente adoptó la forma de Samuel,
reafirmó la teoría antibíblica de la inmortalidad natural del alma. Fue un engaño
poderoso, y Saúl debería haberlo pensado mejor antes de participar en algo que
había condenado anteriormente.
Más de dos siglos después, el profeta Isaías escribió: "Y si os dijeren: Pre­
guntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded:
¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A
la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha ama­
necido” (Isa. 8:19, 20; ver también Isa. 19:3).

■ ¿Con qué frecuencia, bajo estrés, hacemos cosas que sabemos que están
mal? ¿Por qué la fe, la oración y la obediencia a la Palabra de Dios son nues­
tra única defensa segura contra nosotros mismos?

119
Lección 11 | Jueves 8 de diciembre

LAS PERSONIFICACIONES Y OTRAS APARICIONES


Las personificaciones demoníacas de los muertos y otras apariciones demo­
níacas son similares a la nigromancia. Pueden tomar la forma de un familiar,
un amigo o cualquier persona fallecida. Tanto la apariencia física como la voz
son muy similares a las del difunto. Todos estos engaños satánicos se utilizarán
para engañar a quienes no estén firmemente arraigados en la Palabra de Dios.
Elena de White advierte: "Esos espíritus mentirosos representan a los apóstoles
como contradiciendo lo que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo
durante su permanencia en la Tierra” (CS 544-545). Y además: “El acto que co­
ronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se hará pasar por
Cristo” (CS 608).

Lee 2 Corintios 11:14 y 15; y Efesios 6:10 al 18. ¿Cuáles deberían ser nues­
tras salvaguardas contra esos engaños demoníacos?

El apóstol Pablo nos advierte que "no tenemos lucha contra sangre y carne,
sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinie­
blas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes"
(Efe. 6:12). Podemos estar protegidos contra estos engaños solo si nos vestimos
con "toda la armadura de Dios” (Efe. 6:13), que se describe en Efesios 6:13 al 18.
Las personificaciones y las apariciones satánicas pueden ser muy alarmantes
y engañosas, pero no pueden engañar a quienes Dios protege y están cimen­
tados en la Palabra de Dios. Desde una perspectiva doctrinal, quienes creen en
la doctrina bíblica de la inmortalidad condicional de los seres humanos saben
que cualquier aparición o comunicación con los muertos es de origen satánico y
debe rechazarse mediante la poderosa gracia de Dios. Nuevamente, no importa
cuán poderosa, convincente y aparentemente real sea la manifestación, siempre
debemos permanecer firmes en la enseñanza de que los muertos duermen en
la tumba.
Sin embargo, imagínate que pierdes a un ser querido y luego crees que ese
mismo ser querido se te aparece. Y te expresa amor. Y te dice cuánto te extraña.
Y dice cosas que, sí, solo él sabía. Y dice que ahora está en un lugar mejor. Si
una persona no está absolutamente cimentada en lo que la Biblia enseña sobre
el estado de los muertos, piensa con qué facilidad podría caer en este engaño.
Especialmente porque también quiere creerlo.

■ ¿Qué significa ponerse "toda la armadura de Dios"? En un sentido práctico


y cotidiano, ¿cómo hacemos esto en cada esfera de nuestra vida, no solo al
enfrentar los engaños del tiempo del fin?
Viernes 9 de diciembre | Lección 11

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El evangelismo, "Diversas formas de espiritismo”, pp.
604-610.
Existe una fundación, Soulphone, que afirma que está creando tecnología
que nos permitirá comunicarnos con los fallecidos "mediante mensajes de texto,
llamadas telefónicas y videoconferencias”. El sitio web llama PMP (personas
posmateriales) a los muertos, y afirma que cuando los seres humanos mueren
simplemente pasan "a otra fase de la Eternidad”, pero "conservan la conciencia, la
identidad y los aspectos esenciales de su forma física anterior". Pero, lo más impor­
tante, la gente de Soulphone afirma estar desarrollando, en tres fases, tecnología
que permitirá la comunicación entre las personas materiales y las posmateriales.
La primera fase "permitirá enviar mensajes de texto y escribirse con fami­
liares, amigos y expertos posmateriales en todos los campos de especialización".
Se espera que la fase dos "permita hablar con los seres queridos que viven en otra
parte de la Eternidad”. Y la tercera fase, dice, abrirá el camino para "escuchar y
ver a quienes están experimentando el campo de todas las posibilidades desde
un punto de observación diferente”.
La manera de probar si los muertos que se comunican son realmente quienes
dicen ser es especialmente aterradora. "Por ejemplo”, dice el sitio, “un padre en­
lutado podría hacerle la siguiente pregunta aun hijo o una hija que ha cambiado
de mundo: '¿Tenías un perro llamado Snoopy cuando eras niño? ¿Te regalamos
una navaja cuando cumpliste diez años?’" Qué interesante a la luz de esta ad­
vertencia: "Aveces se aparecen a ciertas personas seres espirituales en la forma
de sus amigos difuntos, y les describen incidentes relacionados con la vida de
ellos, o realizan actos que ejecutaban mientras vivían” (PP 673).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Con la excusa de ser culturalmente aceptables, muchos cristianos con­
sumen todo lo que promueven los medios de comunicación. ¿Qué princi­
pios bíblicos deberían guiar nuestra relación con los medios de comuni­
cación, especialmente cuando abiertamente promueven conceptos que
sabemos que son incorrectos y engañosos (ver Sal. 101:1—8; Prov. 4:23; Fil.
4:8)?
2. ¿Cómo podemos ayudar a otros a sortear los engaños de Satanás del
tiempo del fin sin exponernos personalmente a la influencia engañosa
de esos mismos engaños?
3. Muchos cristianos consideran que la historia de haber llamado a
"Samuel” de la tumba es una prueba bíblica de que los muertos siguen
viviendo. ¿Qué nos enseña este relato acerca de por qué no podemos con­
fiar en un solo texto o relato para sentar una doctrina, sino que debemos
considerar todo lo que dice la Biblia sobre un tema?

121
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA

Texto clave: Efesios 6:11.


Nuestro mundo ha estado aceptando cada vez más las manifestaciones de lo
sobrenatural. Probablemente todos conozcamos a alguien que ha mencionado que
se comunicó con un pariente muerto, que participó de una sesión de espiritismo
(invocar a los muertos) o que jugó con una Ouija/tablero de espíritus, incluso
de niño. En ciertas tiendas de ropa en los Estados Unidos de Norteamérica, se
pueden encontrar libros con temas místicos o cartas del tarot (naipes que se usan
para obtener información sobre el pasado, el presente o el futuro de alguien),
que aparentemente son tan frecuentes como los libros sobre cualquier otro tema.
Cuando estos se combinan con los medios de comunicación populares, que re­
gularmente muestran "almas" o la comunicación con los muertos en programas
y películas, no es de extrañar que esas manifestaciones de espiritismo se hayan
vuelto normales.
El misticismo, los relatos de experiencias cercanas a la muerte, la creencia en
la reencarnación, la nigromancia, el culto a los antepasados y el espiritismo contri­
buyen a la normalización de esas cosas en nuestra sociedad y a la confusión acerca
del más allá. Pero, Dios se toma muy en serio cualquier cosa que tenga que ver
con el espiritismo, y la Biblia nos advierte en un lenguaje extremadamente fuerte
que no las practiquemos porque son un engaño de Satanás. El libro de Apocalipsis
se suma a las advertencias encontradas anteriormente de que en el tiempo del
fin la obra engañosa de Satanás solo crecerá (ver especialmente Apoc. 9:5, 6,10,
11,19; 12:9; 16:13, u)- Por lo tanto, es extremadamente importante tener armas
contra ese engaño. Debemos estar cimentados en la Palabra de Dios y llenos del
Espíritu Santo, para aferrarnos a la verdad y no caer en las artimañas de Satanás.

COMENTARIO
En esta lección, nos enfocaremos en lo que podemos hacer para fortalecer­
nos contra las asechanzas del diablo. Además, profundizaremos en Efesios 6 y el
énfasis de Pablo en la armadura de Dios.

La armadura de Dios (Efe. 6:10-18)


Pablo utiliza varias metáforas para la iglesia en el libro de Efesios. En primer
lugar, llama templo de Dios a la iglesia (Efe. 2:19-22); la iglesia es un edificio que es
una morada de Dios en la persona del Espíritu Santo. En segundo lugar, la iglesia
es el cuerpo de Cristo (Efe. 4:1-16), en el que debemos trabajar juntos, cada uno
haciendo su parte para que podamos crecer en Cristo. En tercer lugar, la iglesia
es la esposa de Cristo (Efe. 5:25-27), y Cristo, el Esposo, la preparara para sí (él
es quien obra en cada uno de nosotros, transformándonos y convirtiéndonos).
La metáfora final de Pablo es de la iglesia como un ejército (Efe. 6:10-17). Este
ejército está bien preparado para la batalla.

122
Material auxiliar para el maestro // Lección 11

Pablo comienza alentando a los creyentes: "Fortaleceos en el Señor, y en


el poder de su fuerza" (Efe. 6:10). La primera palabra para "fortalecer" es en-
dunamoo, que tiene el significado básico de "ser capaz" de hacer algo o tener
el poder de hacer algo. Por lo tanto, Pablo exhorta a los creyentes a creer que
tienen el poder necesario para hacer lo que se debe hacer en la batalla espiri­
tual que se libra en nuestro mundo. Tienen este poder debido al "gran poder"
(NTV) de Cristo.
Después de esta exhortación, Pablo dice a los creyentes que se pongan la
armadura de Dios (Efe. 6:11). Pablo utiliza el estilo de los discursos de batalla del
Antiguo Testamento (Deut. 20:2-4; 2 Crón. 20:13-19; 32:6-8) para inspirar y motivar
a los creyentes a confiar en lo que Dios puede hacer. Pero Pablo especifica que
el propósito de la armadura completa es "estar firmes contra las asechanzas del
diablo" (Efe. 6:11). La palabra para asechanzas es methodeia, que significa "astucia".
Se usa solo una vez más en el Nuevo Testamento, en Efesios: "Para que ya no
seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas
[methodeia] del error" (Efe. 4:14). En este pasaje, Pablo contrasta el hecho de que
seamos edificados como iglesia en la unidad de la fe y el conocimiento de Dios,
por un lado, con el hecho de que seamos como niños pequeños que se dejan
llevar por cualquier cosa que parezca buena pero que en realidad proviene de
Satanás. El apóstol Pablo también exhorta a los creyentes a estar alerta, "para
que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus
maquinaciones" (2 Cor. 2:11).
El engaño del diablo es real y peligroso, y está presente en todas las épocas.
Sin embargo, el libro de Apocalipsis nos dice que la serpiente está enfurecida y
llena de saña porque "sabe que le queda poco tiempo" (Apoc. 12:12, NVI). Por lo
tanto, es lógico que cuanto más nos acercamos al fin más furioso, frenético, y
también más ocupado, se vuelva Satanás. Con frecuencia, Pablo utiliza la frase
"estar en pie" en sus libros (Rom. 14:4; 1 Cor. 16:13; Fil. 1:27; 4:1; 1 Tes. 3:7, 8) y
llama a los creyentes a mantenerse firmes. En este pasaje, Pablo utiliza la frase
"estar firmes" (o "resistir") cuatro veces (Efe. 6:11,13,14). Lo repite vez tras vez para
enfatizar que debemos permanecer en Cristo. A fin de que podamos mantenernos
firmes contra las asechanzas del diablo, debemos ponernos la armadura de Dios.
Curiosamente, Pablo no dice que los creyentes deben luchar contra el diablo,
sino mantenerse firmes. ¿Por qué? Porque Dios es el que lucha. De hecho, Dios ya
ganó la victoria en la Cruz y con la resurrección de Cristo; por lo tanto, la victoria
final en su venida está garantizada. Solo necesitamos mantenernos resueltamente
firmes, y aferrarnos a Dios y su Palabra.
Pablo sigue diciendo que no luchamos contra sangre y carne, sino contra los
poderes de las tinieblas (Efe. 6:12). La palabra "lucha" proviene de la palabra palé,
que significa "lucha", o "conflicto". Curiosamente, esta palabra aparece solo una
vez en el Nuevo Testamento, precisamente aquí. Podemos engañarnos al pensar

123
Lección 11 // Material auxiliar para el maestro

que nuestra batalla es contra los seres humanos, pero en realidad es contra los
poderes satánicos. El Conflicto Cósmico es contra todas las fuerzas satánicas,
que se describen con diferentes términos, posiblemente para demostrar cuán
grande es la amenaza.
Debido a que no vemos el mundo invisible, podemos olvidar fácilmente la
existencia del enemigo y su oposición a Dios. Pero Pablo no es ingenuo acerca
de la batalla entre el bien y el mal; se ha topado personalmente con ella muchas
veces a lo largo de su ministerio, y Satanás ha tratado de destruirlo durante años.
Por eso Pablo naufragó, fue azotado, apedreado y expulsado de Jas ciudades, y
muchas de estas cosas sucedieron varias veces. Pablo señala que no eran solo
los seres humanos los que estaban en su contra; había un poder detrás de la
oposición. Y sin embargo, Dios le siguió dando fuerzas para seguir adelante, y
así no disminuyó su deseo de predicar la Palabra.
Ponerse la armadura es una metáfora de aferrarse a diferentes aspectos de
la Palabra de Dios y de confiar en Dios. La metáfora se basa en la imagen de la
armadura del soldado romano. El cinturón de la verdad (Efe. 6:14, NVI) atado
alrededor de nuestra cintura nos recuerda cuán imperativo es aferrarnos a la
verdad y no soltarla, "y así colaborar con ellos en la verdad" (3 Juan 8, NVI). La
coraza de justicia (Efe. 6:14, NVI) debería hacernos pensar en lo que Cristo ha
hecho por nosotros, ya que estamos cubiertos por su justicia porque no pode­
mos fabricar la nuestra. Cristo es quien nos transforma con su presencia. Para
calzarnos, necesitamos la prontitud del evangelio de la paz (Efe. 6:15, NVI). Este
caso es el único lugar en la Biblia donde el evangelio se llama el evangelio de la
paz. El evangelio, las buenas noticias acerca de Jesús, trae paz a quienes aceptan
a Jesús en su vida. Pablo nos dice que aceptemos el evangelio, pero también que
lo llevemos dondequiera que vayamos y ofrezcamos su esperanza a los demás.
El escudo de la fe (Efe. 6:16) sirve para apagar las flechas del maligno.
El diablo sabe a qué apuntar en cada uno de nuestros caracteres para hacernos
tropezar y caer: palabras groseras para unos, alcohol o sexo para otros... Pero,
tomar el escudo significa decir no a la duda, al pecado y a la tentación porque
confiamos en que Dios tiene el poder que necesitamos. Él prometió que cuando
somos débiles él es fuerte (2 Cor. 12:10). El casco de la salvación (Efe. 6:17) nos
recuerda la esperanza de la vida eterna gracias al sacrificio y la resurrección de
Cristo. La seguridad de la salvación mantiene nuestra mente en paz. Por último,
la espada del Espíritu (Efe. 6:17), que es la Palabra de Dios, demuestra nuestra
necesidad de que las Escrituras sean el arma que usamos contra las asechanzas
del diablo. Por eso, memorizar versículos de la Biblia es fundamental. Si tenemos
el escudo de la fe en una mano y la Palabra de Dios (la espada) en la otra, entonces
no tenemos ninguna mano libre para recoger la venganza, la malicia, la respuesta
brusca, la inmoralidad, la falta de ética, la tentación, la lujuria, el odio o el engaño.
Si tan solo usáramos la fe y la Palabra como nuestras armas, no caeríamos en el
desánimo y el abatimiento tan a menudo.

124
Material auxiliar para el maestro // Lección 11

Pablo cierra este pasaje recomendándonos que oremos en todo momento, y


que oremos en el Espíritu (Efe. 6:18). Si no hemos de caer en los planes de Satanás,
entonces debemos orar. Necesitamos orar por el Espíritu Santo; necesitamos orar
para que el poder se mantenga firme; necesitamos orar por fortaleza contra la
tentación; necesitamos orar por sabiduría para tomar decisiones con Dios; necesi­
tamos orar para tener amor por las personas; necesitamos orar por una fe mayor;
necesitamos orar por valentía para hablar de Cristo. Satanás quiere asustarnos, o
alejarnos de Dios con promesas de diversión, emoción y libertad, pero Dios quiere
equiparnos para que permanezcamos en Cristo porque las verdaderas libertad y
felicidad provienen solo de Dios.

APLICACIÓN A LA VIDA
i. ¿Qué aspecto de tu vida necesita poder para mantenerte firme o resistir?
¿Necesitas hablar a favor de alguien o de algo, o ser más audaz para pre­
dicar a Cristo? Ora por la armadura de Dios sobre ti mencionando cada
elemento, y pidiendo a Dios que te cubra con él. Trata de orar por esto
todos los días durante un mes, para comprobar qué diferencia produce
en tu vida.
2. Piensa en alguien que conozcas personalmente que esté luchando contra
los planes de Satanás. Ahora tómate tiempo para orar por la armadura
de Dios sobre esa persona. Una vez más, menciona cada elemento y ora
para que Dios la coloque en esta persona, con el fin de que su mente y su
corazón cambien y estén protegidos de los ataques del diablo.

125
Lección 12: Para el 17 de diciembre de 2022

LA COSMOVISIÓN BÍBLICA
Sábado 10 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 2:52; Mateo 4:23; 1 Corintios
6:19,20; Salmo 24:3,4; Hechos 8:4-24; 1 Juan 3:1-3.

PARA MEMORIZAR:
"Y el mismo Dios de paz os santiñque por completo; y todo vuestro ser, es­
píritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23).

l libro de Apocalipsis habla de dos importantes “globalizaciones" antes de la

E segunda venida de Cristo. Apocalipsis r3 describe la globalización del error,


cuando "toda la tierra” se maravillará y seguirá a la bestia del mar (Apoc.
13:3,7, 8,12,16). Apocalipsis 14 destaca la globalización de la verdad, cuando el
"evangelio eterno” se predicará "a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc.
14:6,7). Durante esos "tiempos peligrosos” (2 Tim. 3:1), soplará "todo viento de
doctrina” (Efe. 4:14) y la gente "no escuchará la verdadera enseñanza, sino que
prestará atención a toda clase de cuentos” (2 Tim. 4:4, TLA). “Merced a los dos
grandes errores, el de la inmortalidad del alma y el de la santidad del domingo,
Satanás someterá a la gente bajo sus engaños. Mientras el primero pone el funda­
mento del espiritismo, el segundo crea un lazo de simpatía con Roma” (CS 574).
Hasta que estos eventos finales alcancen su cumplimiento, debemos per­
manecer firmes en nuestra creencia en toda la verdad que tenemos, que incluye
la naturaleza de la humanidad y de la muerte, mientras procuramos que el
Espíritu Santo nos guíe con el propósito de estar listos para la manifestación
gloriosa de Cristo.
Domingo n de diciembre | Lección 12

EL MODELO DE JESÚS
Lee Lucas 2:52. ¿Qué cuatro dimensiones del crecimiento de Jesús se
mencionan en este pasaje?

Jesús fue el ser humano perfecto, y su crecimiento abarcó todas las dimen­
siones básicas de la existencia humana. Según Lucas 2:52, "Jesús crecía en sabi­
duría [mental] y en estatura [física], y en gracia para con Dios [espiritual] y los
hombres [social]". "Su mente era vivaz y aguda, con una reflexión y una sabiduría
que superaban a sus años. Sin embargo, su carácter era de hermosa simetría.
Las facultades de su intelecto y de su cuerpo se desarrollaban gradualmente,
en armonía con las leyes de la niñez.
"Durante su infancia, Jesús manifestó una disposición especialmente
amable. Sus manos voluntarias estaban siempre listas para servir a otros. Ma­
nifestaba una paciencia que nada podía perturbar, y una veracidad que nunca
sacrificaba la integridad. En los principios era firme como una roca, y su vida
revelaba la gracia de una cortesía desinteresada" (DTG 51-52).

Lee Mateo 4:23. En la actualidad, ¿cómo podemos desarrollar con efica­


cia el triple ministerio de Jesús: enseñar, predicar y sanar?

Si reconocemos que el ser humano es una persona integral e indivisible,


entonces no podemos restringir nuestra religión solo a cuestiones espirituales.
La verdad, en realidad, abarca todo el ser, incluye toda nuestra vida y comprende
todas las dimensiones de nuestra vida. Los elementos físicos y espirituales están
tan poderosamente integrados que realmente no pueden separarse. Y, aunque
como seres caídos nunca seremos iguales a la descripción de Jesús presentada
más arriba, debemos emularlo, por la gracia de Dios, porque la obra de la re­
dención es restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor; es restituirlo a la
perfección con que fue creado; es promover el desarrollo del cuerpo, la mente y
el alma. Esto es lo que Dios pretende hacer en su pueblo como parte del proceso
para prepararlo para su venida.

■ Al contrastarnos con Jesús, la diferencia podría desanimarnos fácilmente.


Entonces, el hecho de centrarnos en la Cruz y lo que esta significa ¿cómo
nos protege del desánimo por lo que vemos en nosotros mismos en compa­
ración con lo que vemos en Jesús?

127
Lección 12 | Lunes 12 de diciembre

EL CUERPO COMO TEMPLO


La teoría dualista de un cuerpo mortal con un alma inmortal ha generado
varias teorías sobre el cuerpo humano. Por ejemplo, para los filósofos griegos
antiguos, el cuerpo humano es la prisión del alma, y esta se libera mediante la
muerte. En resonancia con este concepto pagano, muchos cristianos hoy creen
que el cuerpo es la morada temporal del alma inmortal, que se reintegrará al
cuerpo en la resurrección. En cambio, los panteístas divinizan el cuerpo hu­
mano; creen que Dios y el Universo son lo mismo. Para ellos, todas las cosas
son Dios y el cuerpo humano es parte de la única sustancia divina integrada
y universal. Como estamos rodeados de teorías contradictorias sobre el tema,
debemos mantenernos firmes en lo que enseña la Biblia con respecto a la na­
turaleza de la humanidad.

Lee i Corintios 3:16,17; 6:19 y 20; y 10:31. ¿Cómo puede influir positiva­
mente en nuestro estilo de vida la concepción de que nuestro cuerpo es “el
templo de Dios” y "el templo del Espíritu Santo”?

Tanto Adán como Eva fueron creados a imagen y semejanza de Dios (Gén.
1:26, 27), y esto se reflejaba no solo en su carácter sino también en su aspecto
físico. Debido a que la presencia del pecado estropeó e incluso ocultó esa imagen,
la obra de la redención consiste en restaurar a la humanidad a su condición
original, incluyendo la salud física en la medida de lo posible, para seres que
no tienen la posibilidad de participar del árbol de la vida.
Esta restauración es un proceso de por vida que culminará soloen la segunda
venida de Cristo, cuando lo corruptible se vista de incorrupción y lo mortal se
vista de inmortalidad (1 Cor. 15:53, 54).
El apóstol Juan escribió a su amigo Gayo: "Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”
(3 Juan 1:2).
Si reconocemos que el ser humano es una entidad indivisible y que la reli­
gión abarca todos los aspectos de la vida y del ser humanos, entonces también
deberíamos considerar nuestra salud física como un deber religioso. Debemos
guiarnos por el principio inspirado: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra
cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Pero, recuerda que todavía
vivimos en un mundo en el que la gente buena puede dar lo mejor de sí y aun así
sufrir las consecuencias de una naturaleza humana pecaminosa y un entorno
pecaminoso. Por eso, debemos confiar en Dios y hacer lo mejor posible, y dejar
los resultados en manos de Dios.

128
Martes 13 de diciembre | Lección 12

LAMENTE DE CRISTO
Algunos creen que al cambiar el entorno la persona se transformará. De­
finitivamente, debemos evitar lugares y circunstancias que puedan hacernos
más vulnerables a la tentación (Sal. r:r; Prov. 5:1-8). Pero, nuestro problema con
la tentación y el pecado solo puede resolverse mediante la transformación de
nuestro corazón (o mente). Cristo fue al meollo del asunto cuando dijo: “Porque
de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adul­
terios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades,
el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez”
(Mar. 7:2t, 22). Esto significa que nuestra mente debe transformarse para que
nuestro comportamiento cambie.

Lee los siguientes pasajes: 1 Corintios 2:16; Salmo 24:3,4; Romanos 12:2;
Filipenses 4:8; Colosenses 3:2. ¿Qué significa tener la "mente de Cristo”?

El Señor había prometido que bajo el "Nuevo Pacto" él pondría su Ley en la


mente del pueblo y la escribiría en su corazón (Jer. 31:31-33; comparar con Heb.
8:8-10; 10:16). No es de extrañar, entonces, que en el Sermón del Monte Cristo
haya ampliado y profundizado el significado de los mandamientos de Dios al
nivel de los pensamientos y las intenciones (ver Mat. 5:17—48). Por ende, podemos
obtener la victoria sobre la tentación solo por la gracia transformadora de Dios
y, en el nivel de pensamientos e intenciones, debemos reclamar esa promesa
para poder detener los pensamientos pecaminosos.
No obstante, por más que seamos fieles en esta vida, nunca alcanzaremos la
impecabilidad total. Pero, si estamos en Cristo, su justicia nos reviste comple­
tamente. Aunque todavía no somos perfectos, ya se nos considera perfectos en
él (Fil. 3:12-15). "Cuando estamos unidos con Cristo, tenemos la mente de Cristo.
La pureza y el amor brillan en el carácter, la humildad y la verdad rigen la vida.
La misma expresión del rostro es cambiada. Cristo, que habita en el alma, ejerce
un poder transformador, y el aspecto externo da testimonio de la paz y del gozo
que reinan en el interior” (MS 1:406).
Solo mediante una entrega diaria, una muerte diaria al yo, un esfuerzo
diario decidido, por fe, para ser obedientes a Jesús, podemos obtener este tipo
de transformación en nuestra vida.

■ imagínate cómo sería tu vida si pudieras frenar incluso los pensamientos


pecaminosos. ¿Cuán diferente sería? ¿Cuál es la única forma posible de que
esta sea tu experiencia?
Lección 12 | Miércoles 14 de diciembre

LA GUÍA DEL ESPÍRITU


El Espíritu Santo es el poderoso Agente de Dios que derrama el amor divino
en nuestro corazón (Rom. 5:5), nos conduce a una verdadera experiencia salvífica
(Juan r6:7-n), nos guía a toda la verdad (Juan 16:13) y nos da poder para cumplir
la misión evangélica (Hech. 1:8). Como es el Espíritu Santo quien contrarresta
la obra degenerativa de Satanás, no es de extrañar que Satanás intente distor­
sionar por todos los medios nuestra comprensión de la naturaleza y la obra del
Espíritu Santo. Mientras que algunos niegan su personalidad, otros enfatizan
los dones del Espíritu sobre su poder transformador.

Lee Hechos 8:4 al 24. Simón, el hechicero de Samaría, quería recibir


los dones del Espíritu Santo sin que el Espíritu lo regenere. ¿Cómo se sigue
manifestando esta misma actitud en nuestros días?

Los hijos de Dios son aquellos a quienes el Espíritu Santo (Rom. 8:14) guía
a toda la verdad de la Palabra de Dios (Juan 16:13; 17:17). Jesús advirtió en tér­
minos claros: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos
me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad"
(Mat. 7:21-23). Esto significa que el Espíritu Santo nunca aleja a nadie de la Palabra
de Dios, que él mismo inspiró, sino que siempre nos conduce en conformidad
con esa Palabra.
El mismo Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad también nos da poder
para guiar a otros a esa maravillosa verdad (Mat. 28:18-20; Hech. 1:8). Mientras
cumplimos con nuestra sagrada misión, contamos con su ayuda especial. Por
ende, cada mañana debemos arrodillarnos ante Dios y renovar nuestros votos de
consagración a él. Si hacemos esto, él nos concederá la presencia de su Espíritu,
con su poder vivificante y santificador.
Sin embargo, debemos estar abiertos a su dirección para tomar decisiones
conscientes, cada día, para hacer lo que sabemos que es correcto y evitar lo que
sabemos que está mal. Es decir, solo al procurar vivir como debemos, mediante
el poder divino, estaremos dispuestos a recibir ese poder del Espíritu Santo en
nuestra vida, que Dios nos promete.

■ ¿Por qué es tan importante orar cada mañana a fin de estar abiertos a la
dirección del Espíritu Santo en nuestra vida?
Jueves 15 de diciembre | Lección 12

PREPARADOS PARA SU ADVENIMIENTO


Vivimos en un mundo frenético, con demasiadas necesidades artificiales y
distracciones llamativas. Si no tenemos cuidado, esto puede ocupar todo nuestro
tiempo y pervertir nuestras prioridades. Esto no es solo otra consecuencia de
nuestro mundo cibernético globalizado; los cristianos de todas las épocas, en
mayor o menor grado, debieron estar en guardia contra los intentos de Satanás
de distraerlos de lo que realmente importa en esta vida.
¿Quién, si no tiene cuidado, no corre peligro de apartar la mirada de Dios y
pensar en las cosas mundanas y carnales, que, en definitiva, no pueden satis­
facernos y que pueden conducir a nuestra ruina espiritual?

Lee 2 Pedro 3:14 y 1 Juan 3:1 al 3. ¿Qué diferencia ves entre prepararnos
para la Segunda Venida y estar listos para ese glorioso evento?

A menudo, la noción de una preparación continua para la Segunda Venida se


convierte en una excusa para la procrastinación. Esta noción puede llevarnos
fácilmente a relajarnos bajo la suposición del siervo malo: "Mi señor tarda en
venir" (Mat. 24:48).

Lee Salmo 95:7 y 8; y Hebreos 3:7, 8,15 y 4:7. ¿Qué nos dicen estos ver­
sículos acerca de estar listos ya mismo?

Desde la perspectiva bíblica, el tiempo de la salvación es siempre "hoy",


nunca mañana. Es más: A menos que haya una gran experiencia de conversión,
continuaremos siendo lo que somos ahora. El tiempo en sí no convierte a los
inconversos. En todo caso, a menos que crezcamos continuamente en la gracia y
avancemos en la fe, la tendencia sería a apartarnos, a endurecernos; a volvernos
escépticos, cínicos y hasta incrédulos.
Desde esta perspectiva, podemos decir que cada día de nuestra vida es
nuestra vida en miniatura. Entonces, por la gracia de Dios, debemos hacer
planes a futuro, pero debemos vivir cada día preparados para el regreso de
Jesús, especialmente porque, dadas las contingencias de esta vida, hoy podría
ser nuestro último día.

■ ¿Cómo puedes hoy estar listo para el regreso de Jesús si él regresara hoy?
Analicen sus respuestas en clase el sábado.

131
Lección 12 | Viernes 16 de diciembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El ministerio de curación, "La cura mental”, pp. 185-200;
La edificación del carácter, "Verdaderas y falsas teorías en contraste”, pp. 5-15.
"La gran controversia está llegando a su final. Cada informe de calamidad
que ocurre en el mar o en la tierra es un testimonio del hecho de que el fin de
todas las cosas está por sobrevenir. Las guerras y los rumores de guerras así lo
declaran. El Señor viene. Oímos los pasos de un Dios que se acerca” (MSV 226).
"Vivan la vida de fe día tras día. No se vuelvan ansiosos ni se aflijan por el
tiempo de angustia, para no tener un tiempo de angustia por anticipado. No
sigan pensando: 'Me temo que no resistiré en el gran día de la prueba'. Deben
vivir para el presente, solo para este día. El mañana no es suyo. Hoy deben ase­
gurar la victoria sobre el yo. Hoy deben vivir una vida de oración. Hoy deben
pelear la buena batalla de la fe. Hoy deben creer que Dios los bendice. Y, a me­
dida que obtengan la victoria sobre las tinieblas y la incredulidad, satisfarán
los requerimientos del Maestro y llegarán a ser una bendición para quienes los
rodean" (Sígns of the Times, 20/10/1887).
"El Señor viene pronto, y debemos estar preparados para salir a su encuentro
en paz. Resolvamos hacer todo lo que podamos para impartir luz a los que
nos rodean. No debemos estar tristes, sino gozosos, y debemos tener al Señor
Jesús siempre delante de nosotros [...]. Debemos estar listos y esperar su venida.
¡Cuán glorioso será verlo y recibir la bienvenida como sus redimidos! Hemos
esperado mucho, pero nuestra fe no debe menguar. Si solo podemos ver al Rey
en su hermosura, seremos benditos para siempre. Siento que debo gritar: ‘¡Al
hogar!’ Se acerca el tiempo cuando Cristo vendrá con poder y gran gloria para
llevar a sus redimidos a su eterno hogar" (SVC 259).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿Cómo puede la noción de la persona (cuerpo, alma y espíritu) como un
todo indivisible e íntegro ayudarnos a comprender mejor el alcance in­
tegral de la religión y la importancia de nuestro estilo de vida personal?
2. Todos los verdaderos avivamientos y reformas son teocéntricos (centra­
dos en Dios), nunca antropocéntricos (centrados en el comportamiento
humano). ¿Cómo ilustra este principio la parábola del fariseo y el recau­
dador de impuestos (ver Luc. 18:9-14)?
3. En clase, analicen sus respuestas a la última pregunta del jueves. ¿Cómo
pueden saber si están preparados y pueden tener seguridad sin ser
presuntuosos?
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA

Textos clave: Génesis 2:7; Lucas 2:52; Romanos 8:4-14; 1 Corintios


2:16; Filipenses 2:5.
La cosmovisión bíblica se opone a la filosofía griega del dualismo, que pos­
tula que el cuerpo es malo pero el espíritu es bueno. El dualismo afirma que el
cuerpo mortal tiene esclavizada al alma eterna, que será liberada al momento de
la muerte de cada persona, y a partir de allí vivirá eternamente.
Esta visión contradice la clara enseñanza bíblica, para la cual todo lo que Dios
creó era bueno en gran manera, incluido nuestro cuerpo. Somos dependientes
de Dios por creación; por lo tanto, fuimos hechos sin inmortalidad inherente. La
vida no está en nosotros, sino que la recibimos desde afuera, y mientras vivamos
en estrecha relación con Dios esta vida está garantizada para siempre. Dios hizo
a los seres humanos como almas vivientes (Gen. 2:7). La inmortalidad no está
en nosotros, sino que nos la proporciona constantemente el Señor mismo, una
Fuente externa.
La cosmovisión bíblica de la naturaleza humana es la de la unidad de todos
los aspectos de nuestra existencia; es decir, los aspectos físicos, mentales/in-
telectuales, emocionales, volitivos, espirituales y sociales, que no existen por
separado o independientemente unos de otros. Todo está unido por nuestro Dios
creador en una unidad maravillosa e inseparable, y todo necesita ser santificado
por Dios (1 Tes. 5:23). Cuando una persona muere, no hay actividad en ninguno
de estos aspectos (Ecl. 9:5, 6).
Nuestro ser es una unidad, y Dios desea cambiar nuestro ser. Para lograr esta
transformación, él nos habla. Elena de White enfatiza que el Señor se comunica
con nosotros por medio de nuestro cerebro: "Los nervios del cerebro que rela­
cionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el Cielo puede
comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima" (Tí 2:312). Es muy
importante tener la mente de Cristo para entender su Palabra. Cuando la Palabra
de Dios mora en nosotros y nos guía constantemente, entonces nuestra mente
puede ser transformada por el poder del Espíritu Santo. "Podemos acceder a un
entendimiento de la Palabra de Dios solo a través de la iluminación del Espíritu
por medio de la cual fue dada la Palabra" (CC 94). Pablo explica: "No se amolden
al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente.
Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta"
(Rom. 12:2, NVI).

COMENTARIO

Vida según el Espíritu


La dimensión espiritual de nuestra vida es de suma importancia y debemos
cultivarla debidamente. Para ayudarnos a comprender y emprender esta tarea,

133
Lección 12 // Material auxiliar para el maestro

el apóstol Pablo contrasta claramente la vida según la carne y la vida según el


Espíritu (Rom. 8:4-6). La carne y el Espíritu se oponen: la naturaleza carnal de la
humanidad versus la naturaleza espiritual, que es regenerada por el Espíritu Santo
(Rom. 8:9-11). Cultivar nuestra vida espiritual requiere atención a todas las facetas
de nuestra existencia, incluidas nuestras actitudes y motivaciones. Debemos elegir
entre Dios y sus valores o el pecado y el yo, con los que satisfacemos los deseos
de la carne, como la lujuria, la codicia, la envidia, la ira, el orgullo y la supremacía.
Pablo nos asegura que quienes permiten que Dios los transforme, que ponen su
mente en las cosas del Espíritu y en las cosas de arriba (Col. 3:2), son guiados
por el Espíritu. Estos creyentes son hijos de Dios (Rom. 8:5,14)- Ezequiel habla
de la decisión de vivir con un corazón de piedra o con un corazón de carne (Eze.
36:26); es decir, ser sensibles a la voz de Dios, y estar dispuestos a cambiar y a
ser abiertos a ayudar a las personas necesitadas. Solo el Cirujano celestial puede
realizar con éxito este trasplante del corazón humano.

El cuerpo: Aspecto físico


Los seres humanos son carne (Gén. 6:3); también son polvo, tomado de la
tierra, y al polvo vuelven (Gén. 3:19). Este axioma significa que somos frágiles
y mortales. Sin embargo, Pablo anima a los creyentes a estar llenos del Espíritu
para servir y glorificar a Dios en su cuerpo: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no
sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Cor. 6:19, 20).
Además, Pablo explica cuál debe ser nuestra meta en la vida: "Si, pues, coméis
o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10:31).

El alma/corazón: Aspectos emocionales, intelectuales y volitivos


La Biblia hebrea subraya la noción de corazón en muchos versículos. Dios
declara que él transformará el corazón humano mediante sus enseñanzas, su
gracia y su Espíritu: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón" (Jer.
3133)- "Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis esta­
tutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra" (Eze. 36:27). En la Biblia,
el corazón representa más que un órgano físico que bombea sangre: simboliza el
centro de las emociones, un lugar donde decidimos las cosas, donde sentimos y
donde pensamos. Representa nuestra vida interior, la vida profunda de nuestros
motivos, metas y deseos.

El aspecto social
Fuimos creados como personas sociales; ninguna persona está aislada en sí
misma. Fuimos creados con esa dimensión social. La vida social es un aspecto muy
importante de nuestra existencia y, para tener un equilibrio saludable en la vida,
necesitamos cultivar relaciones significativas con otras personas y servirnos mu­
Material auxiliar para el maestro // Lección 12

tuamente como lo hizo Cristo (Mat. 20:28). Esto se manifestó bien en la infancia de
Jesús: cómo se desarrolló y creció de manera integral: "Y Jesús crecía en sabiduría
y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. 2:52). La vida de Cristo
estaba en equilibrio porque todos los aspectos de su personalidad (las dimensiones
mental, física, espiritual y social) se desarrollaban en perfecta armonía.

La mente de Cristo
El apóstol Pablo deja en claro que todo creyente debe ser una persona espiri­
tual. Podemos tener la mente de Cristo solo cuando discernimos espiritualmente
las cosas espirituales y permitimos que el Espíritu de Dios nos guíe (Rom. 8:14).
"Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros
tenemos la mente de Cristo" (1 Cor. 2:16). De esta manera, podemos vislumbrar
la mente de Dios para llegar a conocer su pensamiento.
"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Fil.
2:5). La Nueva Versión Internacional traduce esta frase: "La actitud de ustedes debe
ser como la de Cristo Jesús" (Fil. 2:5, NVI). La Nueva Traducción Viviente y algunas
otras traducciones explican correctamente este término como actitud: "Tengan
la misma actitud que tuvo Cristo Jesús” (NTV). Necesitamos pensar conforme a la
manera de Dios. Jesús reprendió a Pedro por su pensamiento terrenal: "No piensas
en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (Mat. 16:23, NVI).

Los estudios antropológicos y las neurociencias


Estudios recientes en antropología teológica presentan excelentes nuevos
enfoques sobre la mortalidad de todo el ser humano. Las investigaciones con­
firman la enseñanza bíblica. David P. Gushee declara: "A diferencia de la noción
griega de que el cuerpo se descompone mientras que el yo flota en dirección al
cielo, una interpretación bíblica (especialmente judía), al parecer, no concibe
una existencia separable entre el cuerpo y el alma o espíritu. Cuando morimos,
la totalidad de nosotros muere" (On/y Human: Christian Reflections on the Journey
Toward Wholeness [San Francisco, CA: Jossey-Bass, 2005], p. 49).
Nancey Murphy incluye las funciones físicas y relaciónales de nuestra exis­
tencia y también enfatiza la responsabilidad moral humana. En lugar de un alma,
utiliza la noción del yo: "El término yo se usa de varias maneras en psicología y en
filosofía. Lo que está en juego aquí no es la cuestión de qué significa ser un yo; la
cuestión es tener un concepto del yo" (Murphy, "Nonreductive Physicalism", en In
SearchoftheSoul: FourViews ofthe Mind-Body Problem, eds.Joel B. Greeny Stuart
L. Palmer [Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2005], p. 124). Murphy afirma
que los seres humanos son físicos y que “es el cerebro el que hace el trabajo que
antes se le atribuía a la mente o al alma" (íbíd., p. 132). Qué sorprendente confir­
mación de lo que dijo Elena de White (ver la cita en Reseña).
Joel Green, utilizando su trayectoria en neurociencias y estudios bíblicos,
afirma que necesitamos una mejor comprensión de la antropología bíblica. Argu­
Lección 12 // Material auxiliar para el maestro

menta a favor de la visión holística bíblica sobre la humanidad. Enfatiza que los
seres humanos son una unidad y no poseen un alma otológicamente distinta;
por lo tanto, niega correctamente que después de la muerte física el alma viva
en un "estado intermedio" (Body, Soul, and Human Life: The Nature of Humanity in
the Bible [Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008], pp. 177-180). Green culmina
su estudio con la esperanza de la resurrección y declara enérgicamente: "No hay
nada en el ser humano creado que sea intrínsecamente inmortal. La resurrección
y la vida futura encarnada son obra de Dios, don divino" (jbíd., p. 175).
F. F. Bruce declara apropiadamente: "Según la usanza bíblica, la inmortalidad
solo pertenece inherentemente a Dios; por lo demás, pertenece solo a quienes
Dios se la da. Repito, en lo que respecta a los seres humanos, la inmortalidad
que se predica en la Biblia es del cuerpo, no del alma.
"En nuestra cultura occidental, el pensamiento y el lenguaje sobre la inmorta­
lidad han estado determinados en gran medida por la doctrina de Platón sobre la
inmortalidad del alma. Pero cualquier intento de combinar la doctrina de Platón
con la enseñanza de la Biblia solo puede llevar a confusión. Porque Platón no en­
tendía por inmortalidad lo que los escritores bíblicos entienden por ella, y lo que
Platón entendía por alma no es lo que los escritores bíblicos entienden por alma.
"Para el cristiano, la esperanza de la inmortalidad está ligada a la resurrección
de Cristo" ("Foreword", en George Wisbrock, Death and the Soul, Oakbrook [IL:
ZOE-Life Books, 1990], p. i).

APLICACIÓN A LA VIDA
1. Imagina que tu amigo está desanimado, decepcionado y deprimido. ¿Cómo
puedes ayudarlo a desarrollar confianza en la vida y a tener esperanza?
2. El individualismo, el egocentrismo y el egoísmo matan todas las relaciones
significativas que se basan en la confianza y el sacrificio. ¿Cómo puedes
construir una vida social relevante con las personas que te rodean?
3. Elena de White declara: "Si pensáramos y habláramos más de Jesús, y me­
nos del yo, tendríamos por lejos mucho más de su presencia. [...]. Cristo, y
Cristo crucificado, debería ser el tema de contemplación, de conversación
y de nuestra más gozosa emoción" (CC 87,89). ¿Cómo podemos compartir
a Cristo de manera práctica cuando comemos o socializamos con la gente?
4. ¿Cómo puedes obtener la mente de Cristo? ¿De qué depende y cómo se
puede desarrollar?
5. Cuando Dios se comunica con nosotros a través de los nervios sensibles
de nuestro cerebro, ¿cómo podemos protegerlos y cultivarlos de la mejor
forma?
Lección 13: Para el 24 de diciembre de 2022

EL PROCESO DEL JUICIO


Sábado 17 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 25:31-46; Daniel 7:9-14; 1 Co­
rintios 6:2,3; 2 Pedro 2:4-6; Malaquías 4:1; Apocalipsis 21:8.

PARA MEMORIZAR:
"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal
de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba
en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Cor. 5:10).

i hay algo sobre lo que la Escritura es clara, es la realidad del Juicio. Dios

S juzgará al mundo. Los versículos, tanto del Antiguo Testamento como del
Nuevo Testamento, son múltiples y sin ambigüedades. La justicia, tan
insuficiente aquí y ahora, algún día llegará.
La Biblia dice que Dios es "perfecto en sabiduría” (Job 37:16) y que "sabe
todas las cosas” (1 Juan 3:20), incluyendo nuestras intenciones más secretas
(Ecl. 12:14; Jer. 17:10). Podemos escondernos de todos y de todo lo demás, pero
nada se esconde de Dios.
Esta realidad implica que él no necesita hacer un juicio para conocerla vida
de cada persona. De hecho, los juicios de Dios son una adaptación divina que
se lleva a cabo por el bien de sus criaturas, tanto en el cielo como en la Tierra.
Este proceso es de naturaleza cósmico-histórica, porque Lucifer comenzó su
rebelión en el cielo y luego la extendió a este mundo (Apoc. 12:7-9).
Durante esta semana consideraremos el proceso de juicio del tiempo del fin
con sus tres fases pri ncipales: el juicio previo al Advenimiento, el juicio durante
el Milenio y el juicio ejecutivo. Este proceso termina con la vindicación de los
justos y la segunda muerte de los impíos.

137
Lección 13 | Domingo 18 de diciembre

EL JUICIO FINAL
Para muchos, la idea de juicio significa condenación. Y, aunque eso es parte
del proceso, no debemos olvidar que la idea de juicio tiene un lado positivo,
ya que el Juicio también involucra la vindicación de los justos. En realidad, el
libro de Daniel se refiere a un juicio del tiempo del fin “en favor de los santos
del Altísimo" (Dan. 7:22, NVI). El juicio de Dios incluye ambas cosas, un prin­
cipio que se encuentra en este texto del Antiguo Testamento: "Tú oirás desde
el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo
recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme
a su justicia" (1 Rey. 8:32).

Lee Mateo 25:31 al 46 y Juan 5:21 al 29. ¿Cómo señaló Cristo los conceptos
de condenación y vindicación en el Juicio final?

Las expresiones "no es condenado" (Juan 3:18) y "no vendrá a condenación"


(Juan 5:24) significan que los que están en Cristo no serán condenados en el
Juicio. Es decir, nuestro destino se define en la vida presente. Los que están
en Cristo ya tienen asegurada su vindicación en el Juicio, y los que no están
en Cristo permanecen bajo condenación. Al describir el Juicio (Mat. 25:31-46),
Cristo mencionó la presencia no solo de los cabritos (impíos) sino también de las
ovejas (justos). Y el apóstol Pablo declaró explícitamente: "Porque es necesario
que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada
uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo” (2 Cor. 5:10).
Mientras reflexionamos sobre el Juicio, debemos tener en cuenta que somos
salvos por gracia (Isa. 55:1; Efe. 2:8-10), justificados por la fe (Gén. 15:6; Rom. 5:1)
y juzgados por las obras (Ecl. 12:14; Mat. 25:31-46: Apoc. 20:11-13). La base del
proceso judicial es la Ley moral de Dios, resumida en los Diez Mandamientos
(Ecl. 12:13,14; Sant. 1:25; 2:8-17). Nuestras obras son las evidencias externas de la
autenticidad de nuestra experiencia salvífica y, en consecuencia, los elementos
para valorar durante el Juicio.
Recuerda: No hay ningún decreto arbitrario de Dios que elija a unos para
salvación y a otros para perdición. Cada uno es moralmente responsable por
su propio destino.
En definitiva, el Juicio no es el momento en que Dios decide aceptarnos o
rechazarnos, sino el momento en que Dios pone punto final a nuestra decisión
de si lo hemos aceptado o no, una elección que se manifiesta en nuestras obras.

138
Lunes 19 de diciembre | Lección 13

EL JUICIO PREADVENIMIENTO
El concepto de juicio antes del regreso de Cristo, o lo que llamamos Juicio
"preadvenimiento”, se encuentra en muchos lugares de las Escrituras.

Lee Daniel 7:9 al 14; Mateo 22:1 al 14; Apocalipsis 11:1,18 y 19; y 14:6 y 7.
¿Cómo arrojan luz estos pasajes sobre la noción de un juicio investigador
preadvenimiento en la corte celestial? ¿Cuál es la importancia de ese juicio?

El concepto de un juicio investigador preadvenimiento del pueblo de Dios


se basa en tres enseñanzas bíblicas básicas.
La primera es la noción de que todos los muertos, justos o injustos, perma­
necen inconscientes en sus tumbas hasta la resurrección final (Juan 5:25-29).
La segunda es la existencia de un juicio universal de todos los seres humanos
(2 Cor. 5:10 Apoc. 20:13-13).
La tercera es el hecho de que la primera resurrección será la recompensa
bendita para los justos, y la segunda resurrección será la muerte eterna para
los injustos (Juan 5:28,29; Apoc. 20:4-6,12-15).
Esto significa que, si todos los seres humanos serán juzgados, deberían ser
juzgados antes de sus respectivas resurrecciones, porque en esas resurrecciones
recibirán su recompensa final.
El libro de Daniel nos ayuda a comprender el tiempo y la naturaleza de ese
juicio preadvenimiento. Al final de los 2300 días simbólicos, en 1844, el San­
tuario celestial sería purificado (Dan. 8:14, comparar con Heb. 9:23) y comenzaría
el Juicio Investigador preadvenimiento (Dan. 7:9-14), dos formas diferentes de
expresar un mismo hecho. Y el Juicio es "en favor de los santos del Altísimo"
(Dan. 7:22, NVI). Es decir, son buenas noticias para el pueblo de Dios.
En Mateo 22:1 al 14, Jesús habló de una investigación de los invitados a la
boda antes de que comenzara la fiesta de bodas.
Y en el libro de Apocalipsis, se hace referencia al Juicio Investigador pread­
venimiento mediante la tarea de medir "a los que adoran" en el Templo de Dios
(Apoc. 11:1) y el anuncio de que "la hora de su juicio ha llegado” (Apoc. 14:6,7;
comparar con Apoc. 34:34-16).

■ El hecho de saber que hay un juicio en el cielo, ¿cómo debería afectar nues­
tra manera de vivir aquí, en la Tierra?

139
Lección 13 | Martes 20 de diciembre

EL JUICIO DURANTE EL MILENIO


La Biblia nos dice que, en la Segunda Venida (1), tanto los santos vivos como
los santos resucitados "recibir[án] al Señor en el aire” (1 Tes. 4:16,17); (2) todos
los santos serán llevados al cielo para habitar en las "moradas” que él mismo
preparó para ellos (Juan 14:1-3); y (3) solo al final del Milenio la Nueva Jerusalén
descenderá a esta Tierra y se convertirá en el hogar eterno de los santos (Apoq.
21:1-3, 9-11). Entonces, durante el Milenio, mientras esta Tierra permanezca
desolada, los santos reinarán con Cristo en el cielo (Jer. 4:23; Apoc. 20:4).

Lee 1 Corintios 6:2 y 3 y Apocalipsis 20:4 al 6 y n al 13. ¿Por qué los santos
deben participar del Juicio durante el Milenio?

Todo el proceso judicial tiene como objetivo (1) vindicar el carácter de Dios
contra las acusaciones de Satanás de que Dios es injusto en la forma en que trata
a sus criaturas; (2) confirmar la imparcialidad de las recompensas de los justos;
(3) demostrar la justicia del castigo de los impíos; y (4) disipar todas las dudas
que pudieran conducir a otra rebelión en el Universo. En el Juicio Investigador
preadvenimiento de los justos, solo intervienen las huestes celestiales (Dan.
7:9,10). Pero, durante el Milenio, durante el juicio de los ángeles malos y caídos,
los santos también participarán personalmente (1 Cor. 6:3; Jud. 6; Apoc. 20:4-6).
El Juicio Investigador preadvenimiento comenzó en 1844, cuando "fueron
puestos tronos [...] el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Dan. 7:9,10).
No obstante, el juicio durante el Milenio comenzará después de que los santos
sean llevados al cielo, se sienten en tronos y se les asigne el Juicio. Entonces,
una vez más, los libros celestiales se abren y son "juzgados los muertos por las
cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apoc. 20:4,12). Este
proceso brinda la oportunidad de que Jos santos evalúen los registros celestiales
y comprueben el trato justo de Dios en todos los casos. Él no solo recompensa
a todos los seres humanos según lo que merecen en función de sus decisiones,
sino también les explica por qué lo hace.

■ El hecho de que los salvos participen del proceso de juzgar a los perdidos
que duermen antes de que resuciten para enfrentar la segunda muerte, y
de que nadie será castigado hasta que nosotros también comprobemos la
justicia y la equidad de Dios, ¿qué nos enseña acerca del carácter de Dios?
Lleva tu respuesta a la clase el sábado.

140
Miércoles 21 de diciembre | Lección 13

EL JUICIO EJECUTIVO
Durante la Edad Media hubo una fuerte tendencia a representar a Dios como
un Juez severo y punitivo. La tendencia actual es a describirlo como un Padre
amoroso y permisivo, que nunca castiga a sus hijos. Sin embargo, el amor sin
justicia se convertirá en caos y anarquía, y la justicia sin amor se convertirá en
opresión y subyugación. El proceso judicial de Dios es una combinación perfecta
de justicia y misericordia, atributos que derivan de su amor incondicional.
El juicio ejecutivo es la intervención punitiva final e irreversible de Dios en
la historia de la humanidad. Hubo juicios punitivos limitados; por ejemplo, la
expulsión de Satanás y sus ángeles rebeldes del cielo (Apoc. 12:7-12), la expulsión
de Adán y de Eva del Jardín del Edén (Gén. 3), el gran Diluvio (Gén. 6-8), la des­
trucción de Sodoma y de Gomorra (Gén. 19; Jud. 7), la muerte de los primogénitos
en Egipto (Éxo. n-12) y la muerte de Ananías y Safira (Hech. 5:1-11). Por lo tanto,
no es de extrañar que también haya un juicio ejecutivo de los impíos al final de
la historia de la humanidad.

Lee 2 Pedro 2:4 al 6 y 3:10 al 13. Estos pasajes ¿cómo nos ayudan a com­
prender la naturaleza del juicio ejecutivo final? ¿De qué modo sugieren la
idea de la consumación del Juicio, y no su duración eterna (lo que sería una
perversión de la justicia, en vez de una expresión de ella)?

“La bondad y la larga clemencia de Dios, su paciencia y su misericordia


ejercidas hacia sus súbditos, no le impedirán castigar al pecador que se negó
a obedecer sus requerimientos. No le corresponde a un hombre (un criminal
contra la santa Ley de Dios, perdonado solo mediante el gran sacrificio que Dios
hizo al dar a su Hijo para morir por los culpables porque su Ley era inmutable)
dictarle a Dios" (Manuscript Releases, 1.12, p. 208).
Todo lo que Dios pudo haber hecho para salvar a la humanidad de la perdi­
ción eterna lo hizo, incluso a un gran costo personal. Los que se pierden, en úl­
tima instancia, tomaron decisiones que los llevaron a este final desafortunado.
La idea de que el juicio de Dios sobre los perdidos, incluso de que la aniquilación
de los perdidos (y no el tormento eterno) va en contra del carácter de un Dios
amoroso, es simplemente errónea. Es el amor de Dios, y solo el amor de Dios,
lo que también demanda justicia.

■ La Cruz en sí ¿qué nos enseña acerca de lo que Dios estuvo dispuesto a ha­
cer para salvar a todos los que serían salvos?

141
Lección 13 | Jueves 22 de diciembre

LA SEGUNDA MUERTE
Dios está guiando la historia humana hacia su punto culminante en el
tiempo del fin. Al final del milenio, todos los impíos muertos resucitarán de
sus tumbas para recibir su sentencia punitiva final (Apoc. 20:5, n-15). Entonces,
cuando se termine todo el proceso de juzgar y no se le pueda agregar nada más,
los malvados reconocerán la justicia de Dios. “En vista de todos los hechos del
gran conflicto, todo el universo, tanto los justos como los rebeldes, declaran ál
unísono: ‘Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de los siglos!’” Y el mismo
Satanás "se inclina y reconoce la justicia de su sentencia” (CS 651).

Lee Malaquías 4:1; Apocalipsis 20:14 y 15; y Apocalipsis 21:8. ¿Cuán efec­
tivos serán el "lago de fuego" y la “muerte segunda"?

La destrucción final de Satanás y sus ángeles y de todos los impíos limpiará


el universo del pecado y sus consecuencias. Con todo, incluso la destrucción
final de los malvados es un acto del amor de Dios, no solo para los santos, sino
también para los mismos impíos. Ellos preferirían morir antes que vivir en la
presencia de Dios, quien es un "fuego consumidor" para el pecado (Heb. 12:29).
Los perdidos "ansiarían huir de ese santo lugar. Desearían que la destruc­
ción los cubriese de la faz del Ser que murió para redimirlos. El destino de los
malos queda determinado por la propia elección de ellos. Su exclusión del cielo
es un acto de su propia voluntad, y un acto de justicia y misericordia por parte
de Dios” (CS 531).
Por lo tanto, la aniquilación final del pecado y los pecadores (en contraste
con la teoría no bíblica de sus sufrimientos eternos en el infierno) establece un
castigo justo y proporcional por la maldad que haya cometido la gente. También
confirma que el pecado tuvo un comienzo y tendrá un final. Entonces el uni­
verso entero volverá a su perfección original, antes de que el pecado, el mal y la
desobediencia surgieran misteriosamente y sin ninguna justificación.
Alabado sea el Señor porque él, como nuestro “juez justo” (2 Tim. 4:8), tomará
la justa decisión de conceder inmortalidad a los justos y destrucción eterna a
los impíos.

■ ¿Qué tiene de malo la ¡dea de que Dios finalmente salva a todos? ¿Por qué
es tan mala esa idea?

142
Viernes 23 de diciembre | Lección 13

PARA ESTUDIA R Y M EDITAR:


Lee Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, “Ante el tribunal su­
premo”, pp. 253-264; El conflicto de los siglos, "El fin del conflicto”, pp. 643-658.
"En el día del Juicio Final, cada alma perdida comprenderá la naturaleza
de su propio rechazo de la verdad. Se exhibirá la Cruz, y toda mente que ha
sido cegada por la transgresión verá su verdadero significado. Ante la visión
del Calvario con su Víctima misteriosa, los pecadores quedarán condenados.
Toda excusa mentirosa quedará anulada. La apostasía humana aparecerá en
su odioso carácter. Los hombres verán lo que fue su elección. Toda cuestión
de verdad y error en la larga Controversia quedará entonces aclarada. A juicio
del Universo, Dios quedará libre de toda culpa por la existencia o continuación
del mal. Se demostrará que los decretos divinos no son accesorios al pecado.
Que no había defecto en el gobierno de Dios, ni causa de desafecto. Cuando los
pensamientos de todos los corazones sean revelados, tanto los leales como los
rebeldes se unirán para declarar: ‘Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de
los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? [...] Porque
tus juicios se han manifestado' (Apoc. 15:3,4)” (DTG 41).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. "Si te aferras al yo y rehúsas rendir tu voluntad a Dios, estás eligiendo la
muerte. Para el pecado, dondequiera que esté, Dios es un fuego consumi­
dor. Si eliges el pecado y rehúsas separarte de él, la presencia de Dios, que
consume el pecado, necesariamente te consumirá a ti” (DMJ 60). ¿Cómo
nos ayuda esta cita a comprender la naturaleza del juicio ejecutivo?
2. Reflexiona sobre la idea (presentada al final del estudio del martes) de
que ninguno de los perdidos enfrentará el Juicio Final hasta que los re­
dimidos hayan sido parte del proceso de juicio. Nuevamente, ¿qué nos
enseña esto acerca de la transparencia de Dios? Para un Universo en el
que reina el amor, ¿por qué es tan importante esta transparencia?
3. La participación de los santos en el juicio durante el Milenio, ¿cómo los
consolará con respecto a sus seres queridos que se perderán?

143
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA

Textos clave: Isaías 35:4; Daniel 7:9,10,13,14,22,26,27;


Apocalipsis 20:7-15.
Dios es nuestro Juez (Isa. 35:4). Como nuestro Juez, él es imparcial en su juicio.
Esta es una buena noticia para nosotros. Como seres caídos, con un juicio imperfecto
y una inclinación hacia la parcialidad y el prejuicio, tendemos a transportar a algunas
personas al cielo y a continuación les negamos la entrada a otras. Dios conoce el
corazón, los pensamientos y las motivaciones humanas; por lo tanto, solo él puede
dar a cada ser humano una sentencia imparcial y justa.
Mediante sus juicios. Dios restaura su gloria y vindica su carácter. Lo hace en
forma abierta y congruente para que todos puedan saber quién es él (Sal. 34:8).
Dios quiere que todos los seres inteligentes del Universo entiendan sus propósitos
y sepan que él trata el mal con justicia, castiga a los impíos debidamente y salva a
los pecadores con justicia (Eze. 18:21,23,32; 33:11; Rom. 3:21-26).
El evangelio conforme al juicio de Dios se centra en la salvación de los pecadores
arrepentidos y presenta así la buena noticia del Dios de amor, que por amor juzga y da
solución duradera a los problemas de la muerte, el sufrimiento, el dolor, la injusticia
y la violencia; todos consecuencia del pecado (Rom. 6:23; 2 Tes. 1:9; Apoc. 21:3,4).
Al final, Dios restaurará completamente la armonía y la paz en todo el Universo
(Efe. 1:10). El mal y cualquier cosa o persona que se vincule con él serán eliminados y
destruidos (Mat. 25:41,46; Apoc. 20:13-15). Todo aquel que se someta total y volun­
tariamente a Dios, reconociéndolo como su Creador, Redentor, Señor y Rey, recibirá
la vida eterna, y lo servirá y adorará con gozo para siempre (Éxo. 34:6,7; Dan. 7:14,
27; Nah. 1:7; Juan 3:16,17; Efe. 1:4-10; Fil. 2:10,11; Apoc. 15:3,4). De esta manera, la
abundante vida original de gozo, felicidad y paz será restaurada y nunca más será
interrumpida por ninguna forma de desobediencia o rebelión (Nah. 1:9; Juan 10:10;
Rom. 2:7; 1 Tim. 1:16; 2 Tim. 4:7,8; Tito 2:11-14).

COMENTARIO

El juicio central y cósmico en la Cruz


A la hora de crear una solución para el problema del pecado, Dios es un Diseñador
experto. La muerte de Cristo en la Cruz está en el centro mismo de la solución. En
el evento de la Cruz se revelan diferentes testimonios y juicios: (1) Dios se vindicó: el
Gólgota prueba que Dios es el Dios de amor, verdad, justicia, santidad, orden y libertad,
y el Garante de la paz, el gozo y la prosperidad (Sal. 51:4; Juan 3:16; Rom. 3:21-26); (2)
Satanás fue juzgado y sentenciado Quan 16:11; Heb. 2:14); (3) el pecado fue juzgado y
condenado (Rom. 8:3); (4) la humanidad fue juzgada y su condenación la asumió Cristo
sobre sí mismo (Isa. 53:4-6; 2 Cor. 5:21; GáL 3:13), y para quienes aceptan a Jesucristo
como su Salvador personal, se hizo provisión para que vivan eternamente (1 Juan
5:12,13). Dios quiere que cada una de las personas viva (Eze. 18:30-32; 1 Tim. 2:2,3).

1AA
Material auxiliar para el maestro // Lección 13

El Juicio Preadvenimiento, o Investigador


La Biblia testifica que cuando Dios convoque a la corte celestial antes de la se­
gunda venida de Cristo (Dan. 7:9,10,13,14,22,26,27; Apoc. 11:19; 14:7; comparar con
Mat. 22:1-14), el propósito principal será garantizar legal y eternamente nuestro lugar
dentro de la familia celestial. Juan 14:2 y 3 nos asegura que Jesús no está edificando
nuestros lugares en el cielo como un maestro de obras, dando forma a una bonita
casa o mansión para nosotros (podría hacerlo en cuestión de segundos), sino que
está garantizando legalmente nuestro lugar en el cielo ante los representantes de
todo el Universo. Este procedimiento legal toma mucho tiempo, como lo atestigua
Daniel 7:9,10,13,14, 22, 26 y 27. Jesús, como el verdadero Testigo, presentará con
justicia nuestros casos individuales y proclamará frente a todo el Universo que
nosotros, como creyentes en él, somos suyos, que hemos aceptado su muerte para
purificarnos del pecado, que su gracia es suficiente para nosotros y que el poder de
su gracia obra en nosotros.
Jesús garantiza nuestra salvación, legal, abierta y públicamente, y también en
forma transparente ante todos los habitantes del Universo, para que nadie durante
la Eternidad plantee la cuestión de que algo se está haciendo en secreto o de forma
parcial. Jesús deja en claro que los salvos son personas confiables, y encajarán en la
familia celestial porque la maravillosa gracia de Dios es una gracia transformadora
que los transforma. Dios quiere que seamos aceptados en el cielo sin dudas ni signos
de interrogación.
Por lo tanto, dada la naturaleza de este Juicio Investigador, también puede de­
nominarse juicio afirmativo porque certifica, sella y ratifica lo hecho en vida de una
persona. El juicio afirmativo es una confirmación de decisiones de por vida.
Se pueden usar diferentes términos para explicar varios aspectos del juicio pre­
vio al Advenimiento: (1) juicio afirmativo, especialmente desde la perspectiva de los
redimidos, porque Jesús toma sus casos y confirma ante al Universo nuestra relación
con él; (2) juicio revelador, porque Jesús revela a toda la familia celestial quiénes son
los verdaderos seguidores de Dios y desenmascara al anticristo, que juega a ser Dios
y su agente de salvación; (3) juicio demostrativo: Dios presenta los hechos ante los
seres celestiales, y les muestra nuestras actitudes hacia él, su Ley, su pueblo, la na­
turaleza y el pecado, y también les explica cómo trata con el pecado, la maldad, el
diablo y todos los que siguen a Satanás; (4) juicio investigador, porque los ángeles y
los seres celestiales necesitan este juicio para tener conocimientos adicionales sobre
el Gran Conflicto y por qué Dios salva a algunos y a otros no los acepta en el cielo.
Por lo tanto, los libros se abren por el bien de los ciudadanos celestiales (Dan. 7:10),
con la intención de demostrar la objetividad de las decisiones de Dios.
El juicio previo al Advenimiento no pronuncia una nueva sentencia en con­
traste con lo que experimentamos.en nuestra vida diaria. Jesús confirmará la
actividad salvífica de Dios o la condenación de una persona en particular. No
debemos tener miedo al juicio divino previo al Advenimiento, porque en ese
juicio él confirma, revela, expone y demuestra al mundo celestial las decisiones
Lección 13 // Material auxiliar para el maestro

que tomamos por él durante nuestra vida. Él no agregará nada más a nuestras
decisiones, ni tampoco las alterará. Como testigo fiel y verdadero, él declara ante
su pueblo que somos suyos (Rom. 8:31; Apoc. 3:14).

El Juicio Final, o de aniquilación


El juicio final sobre la Tierra ocurrirá al final del Milenio, cuando resuciten los
impíos. Estos se reúnen para atacar a Dios y a su pueblo en la Nueva Jerusalén
(Apoc. 20:7-10; 21:1-3). Dios mismo está sentado en el gran Trono blanco y juzga a
todas las criaturas impenitentes (Apoc. 20:11,12). A la luz de la Cruz, se desplegará
la historia del pecado y de la salvación. Se mostrará cada etapa de la rebelión
contra Dios, así como su maravilloso plan de redención, desde el comienzo de
la rebelión de Satanás en el cielo hasta el sacrificio supremo de Jesús en la Cruz
y la victoria final en la Segunda Venida. Además, todos los impíos contemplarán
su vida a la luz de la Cruz.
La Cruz de Jesús será elevada por encima del Trono de Dios, como dice Elena
de White: "Por encima del Trono se destaca la Cruz; y como en visión panorámica
aparecen las escenas de la tentación y la caída de Adán y las fases sucesivas del
gran plan de redención" (CS 724). Los impíos verán lo que Dios estaba haciendo
por su salvación, cuántas oportunidades rechazaron, cómo despreciaron su gracia,
en su soberbia e ignorancia. Su terquedad e indiferencia serán profundamente
desenmascaradas y verán la verdadera naturaleza de su rebelión.
Satanás conducirá a todos los pecadores a un ataque final desesperado contra
la Ciudad Santa. Su carácter malvado quedará así probado y demostrado una
vez más. Ni siquiera la mejor información acerca de Dios, su carácter y sus actos
cambiará a estos seres. Son malvados de principio a fin. Solo hay una solución:
la aniquilación del mal en todas sus formas. Caerá fuego del cielo y acabará
definitivamente con el pecado, la maldad y la rebelión (Apoc. 20:9,10). Este
fuego purificador constituirá el juicio aniquilador, la muerte definitiva, eterna e
irreversible. No hay esperanza para quienes rechazaron a Jesús como su Salvador
y retuvieron sus actitudes tercas. Su naturaleza era destruir. Así pues, por amor.
Dios necesita destruir a esos destructores. La naturaleza de este juicio es la de
ejecución definitiva. Dios debe reaccionar ante el comportamiento destructivo
de los seres humanos no arrepentidos, los ángeles malignos y el diablo. Si él no
reaccionara, el mal triunfaría y la vida estaría en peligro, y finalmente sería ani­
quilada. El pecado, los pecadores y el diablo, con sus ángeles, son aniquilados, y
la Tierra se purgará de maldad (Apoc. 20:9,13-15; comparar con 2 Ped. 3:7,10-13).
Después de cortar lo que estaba enfermo y pecaminoso sin curación posible,
Dios actúa como Re-creador de la vida. Él creará cielos nuevos y Tierra Nueva
(Apoc. 21-22). La salvación y la vida quedarán aseguradas por toda la Eternidad. El
pecado nunca volverá a surgir. Todos los seres inteligentes del Universo servirán
fielmente a Dios por amor y gratitud porque conocen la bondad, el amor, la justicia
y la verdad de Dios. El amor, la paz, la armonía, la alegría, la justicia, la libertad.
Material auxiliar para el maestro // Lección 13

el orden y la verdad reinarán por toda la Eternidad. Todos amarán, admirarán,


seguirán, obedecerán y adorarán a Dios como Señor de señores y Rey de reyes
por los siglos de los siglos (Dan. 7:27; Apoc. 21-22).
Por lo tanto, la teología del Juicio de Dios es la máxima revelación y demostra­
ción del amor, la verdad y la justicia de Dios (Fil. 2:10,11; Apoc. 15:2-4). El gobierno
de Dios es abierto; los caminos de Dios demostraron ser rectos y justos. Dios es
justo al justificar a los pecadores que lo aceptaron, confiaron en él como su Sal­
vador personal y le dijeron no al problema del pecado, de la maldad, a Satanás
y a los ángeles caídos.

APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Por qué es tan necesario y crucial el juicio de Dios en el contexto del Gran
Conflicto y el interés del Universo en el tema del pecado?
2. ¿Cómo diferenciamos los juicios positivos divinos de los juicios negativos?
3. ¿Cómo vivimos a la espera del Juicio de Dios sin atemorizarnos?
Lección 14: Para el 31 de diciembre de 2022

“YO HAGO NUEVAS


TODAS LAS COSAS”
Sábado 24 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:3, 22; 1
Juan 3:2,3; 1 Pedro 1:22; Isaías 25:8; Apocalipsis 22:3-5.

PARA MEMORIZAR:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.
Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apoc. 21:5).

as Escrituras nos dan esta esperanza: "Pero nosotros esperamos, según

L sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia"
(2 Ped. 3:13). Sin embargo, para algunos, la promesa de "un cielo nuevo y
una tierra nueva" (Apoc. 21:1) parece una fantasía, historias contadas por los
poderosos que utilizaron la esperanza de una vida después de la muerte para
ayudar a mantener a las masas bajo control. La idea es: Aunque ahora sea duro
para ti, un día tendrás tu recompensa en el cielo, o algo similar.
Aunque algunos han usado de esa manera la esperanza futura presentada
en la Biblia, ese abuso no cambia la verdad de las promesas que tenemos con
respecto a los cielos nuevos y la Tierra nueva. En los últimos días, los burladores
ridiculizarán nuestra bendita esperanza (2 Ped. 3:3-7). Pero sus burlas, tal como
se predijo, podrían considerarse una prueba más de que lo que dice la Biblia es
verdad, porque se burlan como lo predijo la Biblia.
Durante esta semana reflexionaremos sobre la gloriosa promesa de un cielo
nuevo y una Tierra nueva, incluyendo el Templo celestial, la presencia de Dios,
el fin de la muerte y las lágrimas, y el triunfo definitivo del amor de Dios.
Domingo 25 de diciembre | Lección 14

UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA


Para algunos seguidores de la filosofía griega, la idea de que algo sea físico
significa que es malo. Por eso, para ellos es inconcebible pensar en un cielo real
con personas reales en el futuro. En este pensamiento, para que sea cielo y para
que sea bueno, debe haber un estado puramente espiritual, libre de las manchas
que se encuentran en este mundo físico. Afirman que si algo es material no
puede ser espiritual; y si algo es espiritual no puede ser material. En cambio,
la Biblia habla del cielo en términos concretos, pero sin las limitaciones que
impone la presencia del pecado.

Lee Isaías 65:17 al 25; 66:22 y 23; 2 Pedro 3:13; y Apocalipsis 21:1 al 5. ¿Cuál
es el mensaje primordial de estos pasajes?

El libro de Isaías brinda vislumbres interesantes sobre cómo habría sido la


Tierra si Israel, como nación, hubiera permanecido fiel a su pacto con Dios (Isa.
65:17-25; 66:22, 23; comparar con Deut. 28). Todo el entorno, con sus diversas
expresiones de vida, habría crecido cada vez más hacia el plan original de Dios,
es decir, previo a la entrada del pecado.
Sin embargo, ese plan no se materializó de la manera esperada. Luego se
estableció un nuevo plan, pero ahora por medio de la iglesia, compuesta por
judíos y gentiles de todas las naciones (Mat. 28:18-20; 1 Ped. 2:9). Por lo tanto,
debemos releer las profecías de Isaías desde la perspectiva de la iglesia (2 Ped.
3:13; Apoc. 21:1-5).
"En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados 'una patria’ (Heb.
11:14-16). Allí el Pastor divino conduce a su rebaño a los manantiales de aguas
vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para utilidad
de las naciones. Allí hay corrientes que manan eternamente, claras como el
cristal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra sobre los sen­
deros preparados para los redimidos del Señor. Allí las vastas planicies alternan
con bellísimas colinas y las montañas de Dios elevan sus majestuosas cumbres.
En esas pacíficas llanuras, al borde de esas corrientes vivas, el pueblo de Dios,
que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar” (CS 654).

■ Muchos autores seculares que no tienen la esperanza de la Eternidad como


la presentan las Escrituras, han lamentado la falta de sentido de la existen­
cia humana. Aunque están equivocados en cuento al futuro, ¿por qué es
difícil alegar en contra de su argumento sobre el sinsentido de la vida sin
una esperanza futura? Presenta tu respuesta a la clase el sábado.

149
Lección 14 | Lunes 26 de diciembre

EN EL TEMPLO DE DIOS
Algunos hablan del cielo propiamente dicho como el Santuario de Dios.
Pero el libro de Apocalipsis alude a un Santuario/Templo específico dentro de
la Nueva Jerusalén, donde se encuentran el Trono de Dios y el mar de vidrio
(Apoc. 4:2-6; 7:9-15; 15:5-8). Allí, la gran multitud de santos de todas las na­
ciones, tribus, pueblos y lenguas adorarán a Dios para siempre (Apoc. 7:9-17).

Compara Apocalipsis 7:9 al 15 con 21:3 y 22. ¿Cómo podemos armonizar


la descripción de la gran multitud de los redimidos que sirven a Dios “día
y noche en su templo” (Apoc. 7:15) con la afirmación de que Juan "no vi[o]
ningún templo" en la Nueva Jerusalén (Apoc. 21:22, NVI)?

El Santuario/Templo celestial siempre ha sido el lugar donde las huestes


celestiales adoran a Dios. Pero, con la aparición del pecado, ese Santuario se
convirtió también en el lugar desde donde se ofrece la salvación a la humanidad.
"Cuando termine el problema del pecado, el Santuario celestial retornará nue­
vamente a su función original. En Apocalipsis 21:22, Juan el Revelador informa
que ya no vio un templo en la ciudad, porque el Señor Dios todopoderoso y el
Cordero son su templo. Pero ¿significa eso que ya no hay una casa de Dios donde
sus criaturas puedan ir a tener una comunión especial con él? ¡De ninguna ma­
nera!” (R. M. Davidson, "The Sanctuary: ‘To Behold the Beauty of the Lord'", p. 31).
El libro de Apocalipsis presta especial atención al Ser que recibe adoración
y a quienes lo adoran. Esta adoración celestial se centra en Dios y en el Cor­
dero (Apoc. 5:13; 7:10). Como siempre, y como debe ser, Cristo es el centro de la
adoración.
Los adoradores son quienes "han salido de la gran tribulación, y han lavado
sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero" (Apoc. 7:14). Son un
testimonio vivo del poder redentor y transformador de Dios. Cantan alabanzas
a Dios por quién es él y por lo que hizo por ellos.

■ Apocalipsis 21:3 dice: "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios”. Estos versículos reflejan muchos otros pasajes (Jer. 32:38;
Eze. 37:27: Zac. 8:8; Heb. 8:10). ¿Qué significa para nosotros ahora, que to­
davía estamos en la Tierra, que Dios será nuestro Dios y nosotros seremos
su pueblo? ¿Cómo vivimos esta asombrosa verdad ahora?

150
Martes 27 de diciembre | Lección 14

EN LA PRESENCIA DE DIOS
La Biblia dice que Dios "habita en luz inaccesible” (1 Tim. 6:16), y que "a Dios
nadie le vio jamás" (Juan 1:18; 1 Juan 4:12). ¿Significa esto que los santos nunca
verán a Dios el Padre en el cielo? En absoluto. Es evidente que el hecho de no
ver a Dios se refiere a los seres humanos después de la Caída, porque hay varios
indicios en las Escrituras de que los santos realmente lo verán en el cielo.

Lee Mateo 5:8; 1 Juan 3:2 y 3; y Apocalipsis 22:3 y 4. ¿Qué nos dicen estos
pasajes acerca del privilegio supremo de ver a Dios?

El mismo apóstol Juan que declaró que "a Dios nadie le vio jamás” (Juan 1:18;
1 Juan 4:12); pero también declara que "le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2,3)
y que "verjemos] su rostro” (Apoc. 22:3,4). Puede ser debatible si estos pasajes
se refieren a Dios el Padre o a Cristo. Pero, todas las dudas se desvanecen a la
luz de la propia declaración de Cristo: "Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios” (Mat. 5:8). ¡Qué privilegio será para los redimidos
adorar a Dios en su Templo! Pero el privilegio supremo de todos será ver su rostro.
"El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión directa con el
Padre y con el Hijo. ‘Ahora vemos en un espejo, confusamente' (1 Cor. 13:12).
Contemplamos la imagen de Dios reflejada, como en un espejo, en las obras
de la naturaleza y sus tratos con los hombres; pero entonces lo veremos cara a
cara, sin velo que nos lo oculte. Estaremos en su presencia y contemplaremos
la gloria de su rostro” (CS 656).
Observa en algunos de los versículos de hoy el vínculo entre la pureza y el
hecho de ver a Dios. “Los de limpio corazón" verán a Dios; el que verá a Dios "se
purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3). Lo que estos versículos
revelan es que Dios debe hacer una obra en nosotros ahora, que nos ayude a
prepararnos para el cielo.
Aunque, en definitiva, la muerte de Jesús es la que nos garantiza el derecho
al cielo, pasaremos por un proceso de purificación aquí y ahora que nos ayudará
a prepararnos para nuestro hogar eterno. Y el centro del proceso de purificación
es la obediencia a su Palabra gracias a la obra del Espíritu Santo en nosotros.

■ Lee 1 Pedro 1:22. ¿Cómo nos revela este texto el vínculo entre la obediencia
mediante el Espíritu y la purificación? ¿Qué tiene la obediencia, que nos
purifica? Específicamente, ¿cómo dice Pedro que se manifestará nuestra
obediencia?

isi
Lección 14 | Miércoles 28 de diciembre

NO MÁS MUERTE NI LÁGRIMAS


La teoría de un alma inmortal que sufre eternamente en un infierno siempre
en llamas contradice la enseñanza bíblica de que en el cielo nuevo y la Tierra
Nueva "ya no habrá muerte, ni habrá más llanto” (Apoc. 21:4). Si fuera cierta la
teoría de un infierno eterno y ardiente, entonces la "segunda muerte" no erradi­
caría el pecado ni a los pecadores del Universo, sino que solo los confinaría en
un infierno eterno de dolor y llanto. Es más: En este caso, el Universo nunca se
restauraría completamente a su perfección original. Pero ¡alabado sea el Señor,
porque la Biblia pinta un cuadro completamente diferente!

Lee Isaías 25:8, y Apocalipsis 7:17 y 21:4. ¿Qué consuelo y esperanza


pueden traernos estos pasajes en medio de las pruebas y el sufrimiento
de este mundo actual?

La vida puede ser muy dura, injusta, cruel. El frío abrazo de la muerte vio­
lentamente nos arrebata a algunas personas muy entrañables para nosotros;
otras llegan sutilmente a nuestra vida, nos roban los sentimientos y luego se
van como si nada hubiera pasado. Qué terrible es ser traicionado por alguien a
quien amamos y en quien confiamos.
Hay momentos en los que, con el corazón roto, hasta podemos preguntarnos
si vale la pena seguir viviendo. Sin embárgo, independientemente de nuestros
pesares, Dios siempre está dispuesto a enjugar toda lágrima de nuestras mejillas.
Pero, algunas de nuestras lágrimas más profundas seguirán fluyendo hasta ese
glorioso día en que la muerte, el dolor y el llanto dejarán de existir (Apoc. 21:1-5).
Podemos confiar en que en el Juicio Final Dios tratará a cada ser humano
con justicia y amor. Todos nuestros seres queridos que murieron en Cristo
resucitarán de entre los muertos para estar con nosotros por toda la Eternidad.
Los que no son aptos para la vida eterna finalmente dejarán de existir, sin tener
que vivir en un cielo para ellos "desagradable” o en un infierno que arda eter­
namente. Nuestro mayor consuelo proviene de la manera justa en que Dios
trata a todos. Cuando la muerte deje de existir definitivamente, los redimidos
exclamarán con júbilo: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro,
tu victoria?” (1 Cor. 15:54, 55).
El Señor prometió que, en el cielo nuevo y la Tierra Nueva que creará, "de lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento" (Isa. 65:17). Esto no
significa que el cielo será un lugar de amnesia, sino que el pasado no socavará
el gozo perdurable del cielo.

■ ¿Quién no ha sentido aquí los injustos estragos de la existencia humana? Es­


pecialmente en esos malos momentos, ¿cómo podemos aprender a confiar
y, en lo posible, regocijarnos en la bondad y el amor de Dios?

152
Jueves 29 de diciembre | Lección 14

SU NOMBRE EN SUS FRENTES


Lee Apocalipsis 22:3 al 5. ¿Cómo podemos tener la seguridad de que es­
taremos entre aquellos que tendrán el nombre de Dios escrito en la frente?
Es decir, ¿podemos estar seguros?

Después de la rebelión de Lucifer y la caída de Adán y de Eva, Dios podría


haber destruido a los dos pecadores. Sin embargo, como expresión del amor
incondicional por sus criaturas, Dios estableció un plan misericordioso para
salvar a todos los que acepten lo que él les ofrece. Esto es lo que se conoce como
el "plan de salvación”, que, aunque existía aun antes de la creación de la Tierra
(Efe. 1:3, 4; 2 Tim. 1:9; Tito 1:2; Apoc. 13:8), la primera vez que se dio a conocer
fue a la humanidad en el Edén, inmediatamente después de la Caída. Luego
se reveló aún más en los tipos y las sombras del servicio del Santuario hebreo
(Éxo. 25). Y posteriormente tuvo su máxima expresión en la vida, la muerte y la
resurrección de Jesús (ver Rom. 5).
En el centro del plan de salvación está la promesa de vida eterna, sobre la
base de los méritos de Jesús, para todos los que acepten, por fe, la gran provisión
hecha en la Cruz. Antes de la Cruz y después de la Cruz, la salvación siempre ha
sido por fe, nunca por obras, por más que las obras sean una expresión natural
de nuestra salvación.

Pablo escribió acerca de Abraham, quien existió mucho antes de la ve­


nida de Cristo, como un ejemplo de salvación por la fe: "Porque si Abraham
fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por
justicia" (Rom. 4:2, 3). ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender de
qué se trata la salvación por fe?

Entonces, podemos tenerla seguridad de la salvación si aceptamos a Jesús,


nos entregamos a él, reclamamos sus promesas (incluyendo las de una nueva
vida en él), y nos apoyamos totalmente en sus méritos y nada más. Abraham
creyó, y esto se le tomó en cuenta como justicia; con nosotros funciona igual.
Por consiguiente, esto es lo que significa tener su nombre escrito en nuestra
frente. Si lo tenemos escrito allí en este momento y no nos apartamos de él,
entonces también estará escrito en los cielos nuevos y en la Tierra Nueva.

153
Lección 14 | Viernes 30 de diciembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El conflicto de los siglos, "El fin del conflicto", pp. 643-658;
La segunda venida y el cielo, "La Tierra renovada", pp. 207-226; "La escuela celes­
tial”, pp. 227-248; "El día se acerca”, pp. 249-260; "El cielo puede comenzar ahora",
pp. 261-276; "La música del cielo" pp. 277-288; "Llamados a estar allí”, pp. 289-299.
"La Cruz de Cristo será la ciencia y el canto de los redimidos durante toda la
Eternidad. En el Cristo glorificado contemplarán al Cristo crucificado. Nunca
olvidarán que el Ser cuyo poder creó los innumerables mundos y los sostiene a
través de la inmensidad del espacio -el Amado de Dios, la Majestad del cielo, a
quien los querubines y los serafines resplandecientes se deleitan en adorar- se
humilló para levantar al hombre caído; [nunca olvidarán] que llevó la culpa y la
vergüenza del pecado, y sintió el ocultamiento del rostro de su Padre, hasta que
la maldición de un mundo perdido quebrantó su corazón y le arrancó la vida en
la Cruz del Calvario. Que el Hacedor de todos los mundos, el Árbitro de todos
los destinos, dejase su gloria y se humillase por amor al hombre despertará
eternamente la admiración y la adoración del Universo” (CS 632-633).
"El Gran Conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo
el Universo está limpio. Una misma pulsación de armonía y júbilo late a través
de la vasta Creación. Del Ser que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento
por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible
hasta el mundo más grande, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran,
en su belleza sin mácula y en gozo perfecto, que Dios es amor” (CS 657).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Muchos cristianos secularizados viven como si este mundo fuera a durar
para siempre (Luc. 12:16-21). ¿Cómo podemos equilibrar nuestros ideales
terrenales con nuestras prioridades celestiales? ¿Cómo podemos prote­
gernos de lo que Jesús nos advirtió en Lucas 12?
2. Si el cielo comienza aquí, ¿qué debemos hacer para transformar nuestro
hogar y nuestra vida personal en pequeñas expresiones de los principios
celestiales?
3. Medita sobre la pregunta planteada al final de la lección del domingo.
¿Cuál es la lógica detrás del pesimismo de quienes no creen en la vida
eterna? Al mismo tiempo, también, algunas de estas personas parecen
llevar una vida bastante "feliz", aunque no expresen ninguna esperanza
futura. ¿Cómo crees que lo logran? Es decir, ¿cómo pueden vivir hasta
con cierta satisfacción sin haber abrazado la promesa de algo más allá
de esta vida?

154
EL SABADO ENSENARE
RESEÑA

Textos clave: Isaías 65:17-25; Apocalipsis 21-22.


Nuestra última lección trata sobre la esperanza última y el anhelo del cris­
tiano en el momento en que Dios establecerá los nuevos cielos y la nueva Tierra
escatológicos. Todo el viejo orden de nuestro mundo pecaminoso desaparecerá.
Nuestro pasado pecaminoso ya no nos preocupará, y todas nuestras faltas, pe­
cados y transgresiones serán borrados. Todas las angustias, las decepciones y
las heridas serán sanadas.
Después del Milenio, Dios enjugará nuestras lágrimas; el Gran Conflicto ha­
brá terminado. Dios creará todo nuevo. En este escenario reinarán el amor, la
felicidad, la paz y la alegría. Dios establecerá los cielos nuevos y la Tierra Nueva
con una nueva calidad de vida. Ya no habrá necesidad de hospitales, prisiones ni
cementerios porque no habrá dolor, enfermedad, sufrimiento, violencia, crimen,
explotación ni muerte (Apoc. 21:4, 5). La Nueva Jerusalén será, "entre los seres
humanos, [...] la morada de Dios". "Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su
pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios" (Apoc. 21:3, NVI). La vida en la
nueva Tierra será impresionante y muy satisfactoria. Lo que Dios nos ha revelado
al respecto está más allá de nuestra imaginación como para comprenderlo com­
pletamente, porque "el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le
servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más
noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el
Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos" (Apoc. 22:3-5, NVI).

COMENTARIO

Descripción de Isaías 65:17-25


El profeta Isaías es un profeta de esperanza. Más que cualquier otro profeta,
Isaías apunta a la venida del Mesías y al establecimiento del Reino de Dios. Isaías
es correctamente llamado el profeta evangelista. En Isaías 65:17 al 25, habla de
los cielos nuevos y la Tierra Nueva. ¿Cómo describe Isaías la vida en la nueva
Tierra? Nos presenta doce características:
1. La Tierra Nueva es la creación única de Dios (Isa. 65:17). Dios interviene
y la crea porque él es el Creador.
2. El pasado pecaminoso ya no será una carga para los siervos de Dios (Isa.
65:17)-
3. Jerusalén será un lugar de gozo y felicidad (Isa. 65:18).
4. No habrá llanto ni clamor en Jerusalén (Isa. 65:19).
5. No habrá mortalidad infantil ni abortos espontáneos (Isa. 65:20, 23).
6. La longevidad de los fieles está garantizada (Isa. 65:20, 22). Pero, antes
de que comience la vida en la Tierra Nueva, los pecadores morirán pre­
maturamente (Isa. 65:20).

155
Lección 14 // Material auxiliar para el maestro

7. Prevalecerá el trabajo creativo (Isa. 65,21-23): se edificarán casas y se


plantarán viñedos.
8. La paz y la prosperidad estarán garantizadas (Isa. 65:22). No habrá ame­
nazas de guerra ni de destrucción.
9. La gente disfrutará de la vida bajo la presencia y las bendiciones de Dios
(Isa. 65:23).
10. Dios responderá las oraciones inmediatamente (Isa. 65:24).
11. Se crearán nuevas condiciones de vida en la naturaleza (Isa. 65:25).
12. Los habitantes experimentarán la reversión de las maldiciones del Pacto
en abundantes bendiciones, como lo indica la teología de este pasaje
en comparación con las bendiciones y las maldiciones de Deuteronomio
(Deut. 27-28; comparar con Lev. 26).
Cabe señalar que Isaías declara repetidamente que Dios crea el cielo y la Tierra,
y conecta estas dos palabras clave, aunque a veces de manera bastante general
(ver Isa. 1:2; 13:13; 24:4,18,21; 37:16; 40:12,22,26-28; 42:5; 44:23,24; 45:8,12,18;
48:13; 49:13; 51:6,13,16; 55:9). El cielo y la Tierra a menudo se mencionan en el
contexto del poder de Dios para salvar a su pueblo. En estas alusiones, es obvio
que Isaías utiliza un lenguaje figurado cuando habla de la creación de Dios de
nuevos cielos y una nueva Tierra; el lenguaje figurado señala a la restauración. Dios
declaró previamente, en Isaías, que él es el Creador y establecerá cielos "nuevos"
y una Tierra Nueva: "Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de
mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra,
y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú" (Isa. 51:16). Únicamente dos veces en la
Biblia hebrea se afirma que el Señor crea "nuevos cielos y nueva tierra", y es solo
en Isaías (Isa. 65:17; 66:22). La otra referencia está en el libro de Apocalipsis, en
el Nuevo Testamento (Apoc. 21:1).
La pregunta crucial es si la descripción anterior de Isaías 65:17 al 25 es una
descripción de los nuevos cielos y la nueva Tierra escatológicos. Es evidente que
Isaías 65 y 66 no describe el cuadro escatológico como se describe en Apocalip­
sis 21 y 22, porque enumera la muerte, el pecado, la maldición, el matrimonio y
el nacimiento de bebés. Entonces, ¿a qué situación o acontecimiento se refiere
Isaías 65:17 al 25?
Isaías 65:17 al 25 retrata las nuevas condiciones que existirán en Israel, si el
pueblo de Dios vive conforme a la Palabra de Dios. El modelo en miniatura del Reino
de Dios se manifestaría en Israel. Posteriormente, crecería el conocimiento sobre
el Dios verdadero y se ampliaría la posibilidad de aceptar al Mesías. Jerusalén se
convertiría en una megaciudad capital. Las naciones acudirían en masa al Templo de
Dios para aprender acerca del verdadero Señor viviente, a fin de servirlo y adorarlo
(ver, por ejemplo, Isa. 2:2-4; 563-8, Miq. 4:1-3). "Nuevos cielos y nueva tierra" es
una expresión hiperbólica, que significa, en su contexto, nuevas condiciones de
vida en la Tierra y apunta a la restauración de Judá después de regresar del cau­
tiverio babilónico. Esta expresión describe las condiciones ideales para el pueblo
Material auxiliar para el maestro // Lección 14

de Dios en su tierra de ese entonces. Isaías 65 es una imagen previa, un anticipo


o un tipo de los nuevos cielos y la nueva Tierra antitípicos, por cierto. Pero ¿qué
se puede aplicar de ella a la descripción de la Tierra Nueva escatológica? Debemos
implementar tres principios para descubrir la aplicación.correcta.

Tres principios interpretativos clave

Principio 1: Lo que no se niega se mantiene.


Isaías 65:17 al 25 ofrece descripciones de la Tierra Nueva que los escritores
bíblicos inspirados posteriormente (a) confirmarán, apoyarán y repetirán, o (b)
no negarán su validez, y por ende confirmarán que son válidas y que se aplican
a la Tierra Nueva escatológica. Para decirlo de forma sencilla: Lo que no se niega
estará allí, en la Tierra Nueva, porque automáticamente se transfiere y su vigen­
cia continúa. Se conservan las siguientes buenas cualidades de la vida: alegría,
felicidad, seguridad, paz, prosperidad y trabajo creativo. Habrá nuevas relaciones
en el mundo animal. Además, no habrá más llanto, dolor, pena ni sufrimiento. El
pasado no será una carga. La Tierra Nueva fluirá con las abundantes bendiciones
de Dios. Ningún autor inspirado posterior contradice estas características esen-
cialesde la vida ni las niega; al contrario, avalan estos valores.

Principio 2: Lo que se niega no se transfiere.


Lo que los autores bíblicos posteriores contradicen o niegan explícitamente
de la descripción de Isaías 65:17 al 25 no se aplica a la Tierra Nueva escatológica.
En otras palabras, no se incluirán los aspectos de la vida que se contradigan en
otros lugares de las Sagradas Escrituras. Entonces, ¿qué no habrá allí?
1. Muerte: Isaías tiene en mente la muerte (después de una vida productiva,
bendecida y próspera), pero Juan renuncia explícitamente a ella: "Enjugará Dios
toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apoc. 21:4).
2. Pecado, pecadores y maldición: Isaías menciona la "maldición" y los
"pecadores”, pero Juan proclama claramente que nada pecaminoso entrará en
la Tierra Nueva (Apoc. 21:8, 27; 22:3).
3. Matrimonio y nacimiento de hijos: Isaías subraya que en la "nueva tie­
rra" no habrá abortos espontáneos ni muerte infantil, lo que implica que habrá
matrimonios representativos, con abundancia de hijos como expresión de la
bendición de Dios. Sin embargo, cuando se le preguntó a Jesús acerca de la re­
surrección y la vida posterior, él respondió que el matrimonio y el parto no serán
parte de la vida eterna (Mat. 22:29-32; ver también Elena de White, Manuscrito
28,1904; MS 1:210, 211). Lo que Dios prepara para sus hijos será mucho mejor y
más gratificante que lo que podemos experimentar hoy en el mejor matrimonio,
el más feliz, el más armonioso y profundo. Dios dará a los redimidos algo mejor
y aún más satisfactorio.

157
Lección 14 // Material auxiliar para el maestro

Principio 3: Se incluirán cosas nuevas.


En la Tierra Nueva escatológica, habrá cosas nuevas y sorprendentes que
no se mencionan en Isaías 65:17 al 25 ni en Génesis 2. Al menos tres realidades
magníficas serán completamente nuevas:
1. La Nueva Jerusalén desciende del cielo (Apoc. 21:2, 3).
2. El Trono de Dios, con el agua de vida, estará en la ciudad (Apoc. 22:1, 3).
3. Dios mismo, su presencia física, visible y constante, morará con su pueblo
(Apoc. 22:4, 5)-
Los comentarios finales de Isaías 66:22 al 24 abarcan el tiempo escatológico
cuando todos los siervos de Jehová estarán en la Nueva Jerusalén viviendo bajo las
nuevas condiciones descritas como los cielos nuevos y la nueva Tierra (Isa. 66:23).
El resultado final es que los siervos fieles de Jehová están en la Nueva Jerusalén,
pero los infieles de afuera están bajo el juicio divino de condenación y destrucción
total (Isa. 66:24). Esta imagen cósmica es la última imagen de Isaías en la que la
nueva vida no es afectada por la influencia de los injustos, para que la paz y la
armonía nunca más sean perturbadas por el pecado. Este resultado viene después
de intensas actividades de evangelización entre las naciones (Isa. 66:19-21).
La expectativa de la iglesia del Antiguo Testamento era espléndida. Era una
visión del futuro establecimiento del Reino eterno de Dios, de los nuevos cielos
y la nueva Tierra. Textos como Isaías 65:17 al 25, así como Daniel 2, Daniel 7 al 9,
Isaías 24 al 27, Ezequiel 38 y 39, Ezequiel 40 al 48, Joel 3, Miqueas 4 y Zacarías
14 brindan importantes vislumbres de esta esperanza del Antiguo Testamento.
Esta iglesia preveía, esperaba y anticipaba cosas extraordinarias en el futuro: el
Mesías y el establecimiento del Reino de Dios.
El querido autor y predicador Dean Frederic Farrar era amigo personal y
capellán honorario de la reina Victoria en la década de 1870.
"Un día el capellán [...] predicó un sermón sobre la segunda venida de Cristo.
Mientras hablaba de ese glorioso evento, notó lágrimas en los ojos de la Reina.
Después del servicio, se acercó a ella y le preguntó:
"-¿Por qué lloró su Majestad mientras hablaba hoy?
"-¡Oh -dijo ella-, porque espero que él venga en mi época!
"-¿Por qué quiere su Majestad que venga en su época? -preguntó el capellán.
"-¡Oh, señor, para poder poner mi corona a sus pies!” (H.M.S. Richards, The
Signs ofthe Times [10 de diciembre de 1931], p. 10).

APLICACIÓN A LA VIDA
1. La esperanza de la Tierra Nueva ¿cómo ha transformado nuestros valores
y nuestras metas actuales?
2. ¿En qué medida Juan, en el libro de Apocalipsis, se basa en la visión de
Isaías de la Tierra Nueva de Isaías 65? ¿Cómo la transforma Juan?
3. Esta esperanza escatológica ¿es buena solo para los desanimados y para
los que están muriendo? Analicen y fundamenten las respuestas.
DIVISIÓN DEL PACÍFICO SUR PROYECTOS
1. Establecer Esperanza TV y Esperanza Radio FM en la
Unión Iglesias Congregaciones Miembros Población Unión de Papúa Nueva Guinea.
Uní» Austaliana 434 112 63277 25,759,000
47
2. Producir King's Kids, cinco series de televisión infantiles
Unión *1 Meo de Nueva Zelanda 152 21,130 5,589,000
UradefipjiüiM Gálea 1,073 3,205 392,813 8,950,000 de trece episodios cada una, basados en los libros de la
Urafenspaota 552 660 135,056 2,437.000 serie El conflicto de los siglos, de Elena G. de White.
TOTAL 2,211 4,024 612,276 42,735,000
IRIBATI

PAPUA
NUEVA GUINEA

ISLAS SALOMÓN

Puerto I

SAMOA
VANUATU
SAMOA
FIYI
ESTADOUNID

TONGA

AUSTRALIA

Canberra

NUEVA ZELANDA
Aun en los más recónditos
rincones del planeta,
Dios hace maravillas, H

El testimonio personal
del pastor José de Gracia
en sus años como
misionero en la selva
amazónica, nos recuerda
la importancia de servir
a Dios y a los demás.

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Presidente Saúl Andrés Ortiz


Vicepresidente de Producción Daniel Medina
Vicepresidenta de Mercadeo y Ventas Ana L. Rodríguez
Vicepresidente de Finanzas Moise Javier Domínguez

Traducción: Ernesto Jiménez


Edición del texto: Jorge L. Rodríguez
Diseño y diagramación: Pedro Sena
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Copyright © 2022 de la edición en español


Inter-American División Publishing Association®
978-1-78665-589-9
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Impreso en México / Printed in México
1" edición: julio 2022
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Está prohibida y penada, por las leyes internacionales de protección de la propiedad intelec­
tual, la traducción y la reproducción o transmisión, total o parcial, de esta obra (texto, imágenes,
diseño y diagramación); ya sea electrónica, mecánica, porfotocopia, en audio o por cualquier otro
medio, sin el permiso previo y por escrito de los editores.
En esta obra las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera, revisión
de 1995: RV95 © Sociedades Bíblicas Unidas (SBU). También se ha usado la revisión de
1960: RV60 © SBU, la versión Dios Habla Hoy: DHH © SBU, la Traducción en Len­
guaje Actual: TLA © SBU, la Reina-Valera Contemporánea: RVC © SBU, la Reina-
Valera Actualizada: RVA15 © Mundo Hispano, la Nueva Versión Internacional: NVI ©
Bíblica, la Nueva Traducción Viviente: NTV © Tyndale House Foundation, la Biblia Ju­
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y el uso de los nombres propios de acuerdo con la RV95 para una más fácil identificación.
En las citas bíblicas, salvo indicación en contra, todos los destacados (cursivas, negritas)
siempre son del autor o el editor.
Las citas de las obras de Ellen G. White se toman de las ediciones actualizadas carac­
terizadas por sus tapas color marrón, o, en su defecto, de las ediciones tradicionales de la
Biblioteca del Hogar Cristiano de tapas color grana. Dada la diversidad actual de ediciones
de muchos de los títulos, las citas se referencian no solo con la página, sino además con el
capítulo, o la sección, o la página más el epígrafe en el caso de Consejos sobre alimentación.
Dedicatoria

En memoria de mis amados padres:

Alberto Timm Filho (1912-1981)


Frieda ConradTimm (1917-2004)

y de mis hermanos:

Edgar Timm (1938-2014)


Eleda Timm Behling (1940-1985)

quienes descansan en sus tumbas hasta


la gloriosa mañana de la resurrección
Tabla de contenido

Introducción............................................................................................... 7
1: Una rebelión en un mundo perfecto............................................ 9

2: La muerte en un mundo de pecado..............................................15

3: Entendamos la naturaleza humana............................................... 23

4: La esperanza del Antiguo Testamento..........................................31

5: Otras resurrecciones anteriores....................................................... 39

6: Él murió por nosotros....................................................................... 45

7: La victoria de Cristo sobre la muerte............................................. 51

8: La esperanza del Nuevo Testamento............................................. 57

9: ¿Se contradicen estos pasajes?........................................................ 63

10: El fuego del infierno........................................................................73

11: Engaños del tiempo del fin.............................................................81

12: La cosmovisión bíblica.................................................................... 89

13: El proceso del juicio.........................................................................95

14: «Nuevas todas las cosas».......... ....................................................101


Introducción

j a vida es como un hermoso jardín lleno de rosales. Durante la primavera, las


flores coloridas y fragantes embellecen el lugar, deleitándonos e inspirándo-
| nos. De repente, un día, llega el otoño y seca todas las encantadoras flores.
>mH Más pronto de lo que podamos esperar, lo único que quedan son ramas con
unas pocas hojas y muchas espinas. A veces, como ocurrió durante la pandemia de
la COVID-19, la temporada fría parece ser más larga de lo que podemos soportar.
Desafortunadamente, esta metáfora captura la espantosa realidad del decaimiento
y la muerte. Según lo declarado por el profeta Isaías,
«Toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo. La
hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopla
en ella. ¡Ciertamente como hierba es el pueblo! La hierba se seca y se
marchita la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para
siempre» (Isa. 40:6-8).
Cuando a la gente le toca lidiar con la pérdida de algún ser querido, recurre
desesperadamente a la imaginación, renunciando al sentido común y recurriendo
a experiencias místicas en su miento de tener algún vestigio del «más allá».1 Al igual
que el rey Saúl, algunos intentan comunicarse con los muertos a través de médiums
(1 Sam. 28). Hoy, el misticismo y las experiencias paranormales están en todas par­
tes, en productos como libros, películas y videojuegos. Deslumbrada por la sobre­
natural, la sociedad de hoy se hunde con tristeza en el engaño y las falsas esperanzas.

1 Víase, por ejemplo, Mi.luel Kerrigan The JfBtary of Death (Londres: Amber Books, 2017); Hiroshi
Obayashl, I>ca¡h uufAtieifiíe: Penprctítm ofWorfíf Reljgions (Westport, CT: Praeger, 1992); y Christo-
pher Jay loiinMiny Muaha <>. McCíee, Aow UiJlmiu Mtyorrs Vfcw ’Jesrbario AfrerMe, 2a ed. (Filadel-
8• Nuestra esperanza ante la muerte

Los cristianos deben ignorar todos los llamamientos culturales antibíblicos, los
postulados filosóficos y las tradiciones eclesiásticas. Deben estudiar lo que dice la
Biblia sobre la naturaleza humana, el estado de los muertos y la esperanza de la vida
eterna. De hecho, la vida es demasiado compleja y la muerte demasiado misteriosa
como para estar especulando sobre sus significados. Solo Dios, como Creador y
Sustentador de todo, puede explicarlas, y esa explicación está disponible en las Es­
crituras.
En este libro, discutiremos el enfoque bíblico y teológico de estos temas. Exami­
naremos cómo las fuentes extrabíblicas, especialmente la filosofía platónica, han
distorsionado la comprensión bíblica de la vida y la muerte. Este trabajo tiene como
objetivo permitir que la Biblia hable por sí misma sobre estos temas cruciales.
Varias personas han contribuido a hacer realidad este libro. Estoy especialmen­
te endeudado con el Patrimonio de Elena G. de White por haberme permitido el
tiempo para completar este proyecto. Recibí sugerencias editoriales muy útiles por
parte de Diogo Cavalcanti, quien leyó todo el manuscrito; de Michael Sokupa,
quien leyó los capítulos 1 al 10; y de Elias Brasil de Souza, quien leyó el capítulo 9.
Vaya también mi palabra de agradecimiento a Scott Cady, quien dirigió todo el
proceso editorial. Pero este proyecto jamás se habría materializado sin el apoyo
incondicional de mi querida esposa, Marly L. Timm, quien con mucho gusto asu­
mió muchas de mis responsabilidades para que yo pudiera completarlo. Y final­
mente, todo el honor y la alabanza va para Dios, quien está más que dispuesto a
ponerle punto final a esta temporada de muerte transitoria, e inaugurar una prima­
vera eterna de vida en la que viviremos para siempre.
Una rebelión
en un mundo perfecto

os intentos por comprender el origen misterioso y la existencia del mal

L
han generado interminables discusiones y muchas teorías especulativas.
Para el teólogo reformista holandés Hermán Bavinck (1854-1921), «la
cuestión del origen del mal, después de la existencia misma, es el mayor
enigma de la vida y la cruz más pesada que debe soportar el intelecto».1 Este
pensamiento lo repitió en 1916 el pastor bautista W. P. Wilks, cuando afirmó
que, en cuanto a las preguntas que rodean el origen y la existencia del mal, «hay
tantas respuestas como opiniones diferentes».*2 Esto significa que las personas
evalúan este tema como lo hacen con cualquier otro tema, desde la perspectiva
de su propio marco ideológico.
En este capítulo revisaremos algunas de las especulaciones filosóficas más
comunes sobre el origen del mal y luego consideraremos lo que dice la Biblia
sobre la naturaleza de Dios y el origen misterioso y la perpetuación del mal.
Estas discusiones servirán de base para evaluar las enseñanzas bíblicas sobre la
vida, la muerte y la vida eterna.

' Hermán Bavinck, Htforrnrd llogmatics.ed. John Boíl, t 3, Sin and Salvation in Ch rist (Granel Rapids, MI:
Baker Academic, JOOti), p 53.
' W P. Wllk», •Ihe Orlplh of llvil». Review & Expositor 13, no 3 (julio de 1916}, p. 372. Véase también
Chad Mrhtrr v lames h l>*w Ir,, tda.. l’ortuml thr Prohlrnt afKvil: Vive Vfruit trioMomC.rnvf II ■ IVP
10 • Nuestra esperanza ante la muerte

Especulaciones filosóficas
Hay muchas especulaciones filosóficas sobre el origen del mal. Algunas
personas niegan la existencia misma del mal, al cual consideran una mera ilu­
sión. Otros concluyen que tanto Dios como la materia son coeternos, así que,
si Dios es bueno, entonces la materia debe ser mala. Hay quienes no temen
presentar a Dios como bueno y malo en sí mismo, o al menos como poseedor
de algunos atributos demoníacos.3 En su obra Ecce Homo (1888), el filósofo
alemán Friedrich Nietzsche satirizó el relato bíblico de la creación y la caída
(Génesis 1-3) de la siguiente manera: «Fue Dios mismo quien, al final de su
jornada de trabajo, se tendió bajo el árbol del conocimiento en forma de ser­
piente: así descansaba de ser Dios. [...] El diablo es sencillamente la ociosidad
de Dios cada siete días».4
Muchas personas no llegan a ese punto de asociar el mal con Dios, pero sí
lo hacen responsable de su existencia, como postula el popular argumento del
mal epicúreo:
«¿Es que Dios quiere prevenir el mal, pero no es capaz? Entonces
no es omnipotente.
¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces el mal?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? Entonces, ¿por qué llamarlo
Dios?».5
Estas preguntas son fáciles de hacer, pero difíciles de responder. Por un lado,
la tradición calvinista reformada trata de cerrar la discusión afirmando que
Dios, por medio de su soberanía, ordenó desde toda la eternidad todo lo que
sucedería. En esta misma línea, la Confesión de fe de Westminster (1647) niega
que Dios sea el autor del pecado y que viole la voluntad de sus criaturas, pero al
mismo tiempo afirma que «por el decreto de Dios y para manifestación de su
gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados para vida eterna, y otros
preordenados para muerte eterna» y que el número de cada grupo «no se puede
aumentar ni disminuir».6 Como podemos fácilmente ver, esta teoría responsa­
biliza a Dios por los pecadores impenitentes que siguen en su mal camino. En
este caso, incluso un juicio final basado en las obras (Apoc. 20:11-13) no tendría
sentido, porque Dios estaría juzgando solo las acciones que él mismo predestinó.

3 Paul Volz, Das Damonische in Jahwe, Sammlung gemeinverstandlicher Vortráge und Schriften aus dem
Gebiet der Theologie und Religionsgeschichte 110 (Tübingen: Mohr, 1924).
1 Friedrich Nietzsche, Ecce Homo: How One Becomes What One Is, and The Antichrist: A Curse on Chris-
tianity (Nueva York: Algora, 2004), p. 80.
5 Tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Problema_del_mal, el 25 de marzo de 2022.
6 (WxíA, Be fe Ae Westminster. (Barcelona: Felire. 2013). can. 3. pp. I7, IH. l omado d»: httpaV/aermo-
1. Una rebelión en un mundo perfecto *11

Por otra parte, la llamada «teología del proceso» trata de exonerar a Dios
del problema del mal, bajo el argumento de que él no conoce completamente
de antemano las elecciones libres de sus criaturas, sino solo sus posibilidades.
Desde esta perspectiva, Dios no puede ser entonces responsable de la exis­
tencia del mal porque no previo el origen del mal, sino que simplemente en­
frentó el riesgo del mal al darle libre albedrío a sus criaturas. Esta teoría trata
de absolver a Dios del origen del mal, pero niega su omnisciencia, lo que en
consecuencia socava algunos de sus atributos.
Podría mencionar varias teorías más, pero estas que hemos visto bastan
para demostrar que el razonamiento humano por sí solo, por lógico que pa­
rezca, no puede explicar adecuadamente la naturaleza de Dios y el misterioso
origen del mal. De hecho, es necesario que nos alejemos de las arenas movedi­
zas de la especulación humana y que nos subamos a la plataforma sólida de la
Palabra de Dios. Solo Dios, que estaba allí cuando surgió el mal, puede expli­
cárnoslo con precisión en el estado caído en el que nosotros nos encontramos
(véase Deut. 29: 29; Juan 16: 12, 13).

El amor incondicional de Dios


La revelación que Dios hace de sí mismo en las Escrituras descarta cual­
quier posibilidad de que él sea el responsable del origen y la existencia del mal.
Por su propia naturaleza, se nos dice que Dios es santo (Isa. 6: 3; 1 Ped. 1: 15,
16), que es bueno (Sal. 100: 5; Luc. 18: 19) y que «no puede ser tentado por el
mal ni él tienta a nadie» (Sant. 1:13). Si el mal viniera de Dios, como proponen
algunos filósofos, entonces no podríamos confiar en él. Pero al igual que el rey
David, podemos orar con plena confianza: «No temo peligro alguno porque tú
estás a mi lado» (Sal. 23:4, NVI).
La Biblia completa nos presenta el conflicto cósmico/histórico que se está
desarrollando entre Dios y el bien por un lado y Satanás y el mal por el otro.
Esta lucha se evidencia claramente, por ejemplo, en la historia de Job (Job 1:
1-12), en el caso del sumo sacerdote Josué (Zac. 3: 1-5) yen las tentaciones
de Jesús en el desierto (Mat. 4:1-11). Afirmar que Dios es la fuente del mal es
negar la realidad de este conflicto y contradecir las enseñanzas bíblicas sobre
las naturalezas contrastantes de Dios y del mal. Con toda razón Cristo pudo
declarar enfáticamente al final de su ministerio terrenal: «Viene el príncipe de
este mundo ¡Satanás], y él nada tiene en mí» (Juan 14: 30).
Pero todavía podríamos preguntarnos: ¿Fue que a Dios le tomó por sorpre­
sa la aparición del malí ¡Para nada! La Biblia afirma que Dios es «perfecto en
conocimiento» (Job 17: 16, RVA-2015) y que «sabe todas las cosas» (1 luán 3:
12 • Nuestra esperanza ante la muerte

lo que aún no era hecho» (Isaías 46: 10). Además, Dios también es todopode­
roso (Jer. 32: 17; Apoc. 19: 6). Sin embargo, no podemos olvidar que, si bien el
conocimiento de Dios es absoluto, dicho conocimiento no es causativo. Esto
quiere decir que el hecho de que Dios conozca el futuro no es lo que hace que
un acontecimiento ocurra, sino que el acontecimiento que va a ocurrir ya Dios
lo conoce. Ahora, si Dios es todopoderoso y por supuesto sabía que Lucifer y
un tercio de los ángeles celestiales terminarían rebelándose (Apoc. 12: 4), ¿por
qué los creó entonces?
Para tratar de responder a esta pregunta, debemos reconocer que nos enfren­
tamos a un misterio que va más allá de nuestras capacidades cognitivas. Aun
así, hay algunos conceptos básicos que debemos tener en cuenta. En primer
lugar, que Dios es amor, y el amor no puede existir aislado: se debe expresar a
otros que puedan responder a él (1 Juan 4: 7-10, 16). Pero la respuesta solo pue­
de provenir de seres receptivos creados con libre albedrío. Mientras que el libre
albedrío deja la relación abierta a la posibilidad de deslealtad, el amor siempre
está dispuesto a enfrentar ese riesgo. En segundo lugar, que el amor de Dios es
incondicional, imparcial y completamente libre de favoritismo y se extiende
incluso a los propios enemigos (Mat. 5: 44, 45; Romanos 5: 6-11). Y, en tercer
lugar, que el amor incondicional de Dios concibió un plan de salvación mucho
más efectivo que el problema del mal mismo, porque «donde abundó el pe­
cado, sobreabundó la gracia» (Rom. 5: 20). De esta forma, el amor infinito de
Dios superó todos los riesgos que supuso otorgar libre albedrío a sus criaturas.

El misterioso egoísmo de Lucifer


El origen misterioso, y sin un motivo aparente, del mal no se puede expli­
car adecuadamente. El problema no es tanto con la revelación limitada que
tenemos sobre este asunto o con la comprensión deficiente de esta revelación,
sino con la naturaleza ilógica y sin sentido del mal. Gerrit C. Berkouwer dijo
que «cualquier explicación lógica [del pecado] le daría sensatez a lo que es
intrínsecamente absurdo, racionalidad a lo irracional y cierto orden a lo desor­
denado».7 Después de todo, no podemos explicar lo inexplicable. Pero a pesar
de que no podemos comprender el origen del mal, tenemos información útil
sobre cómo y con quién comenzó.
Hay tres pasajes bíblicos cruciales que arrojan luz sobre el misterioso ori­
gen del mal. Uno de ellos es Ezequiel 28, en el que el rey terrenal de Tiro, que
era solo un hombre, pero se consideraba un dios (versículos 2, 6, 9), se con­
1. Una rebelión en un mundo perfecto ♦ 1 3

vierte en un símbolo de Lucifer, el muy honrado querubín celestial (vers. 12


al 17). El texto explica que Dios creó a Lucifer «lleno de sabiduría y de acabada
hermosura» (vers. 12; cf. vers. 15), lo colocó en el jardín del Edén (vers. 13) y
lo ungió como «querubín protector» para que estuviera sobre el santo «mon­
te de Dios» (versículos. 14, 16). Pero misteriosamente, este glorioso querubín
enalteció su corazón a causa de su hermosura y corrompió su sabiduría a causa
de su esplendor (vers. 17). En consecuencia, Dios tuvo que arrojarlo por tierra
(vers. 17).
Otro pasaje útil es Isaías 14, en el que el rey de Babilonia se convierte en
un símbolo del orgulloso «Lucifer, hijo de la mañana» (vers. 12; cf. vers. 13 al
15). En este pasaje, se dice que Lucifer había alimentado el deseo de exaltar
su trono por encima de las huestes celestiales (vers. 13) y de ser «semejante al
Altísimo» (vers. 14). Debido a su libertinaje y egoísmo contagioso, fue arrojado
del cielo y derribado «a tierra» (vers. 12).
Un tercer pasaje importantísimo es Apocalipsis 12, ya que revela el tamaño
y las consecuencias duraderas de la rebelión que Lucifer comenzó en el cielo.
En términos inequívocos, el texto declara que la rebelión fue provocada por
«el gran dragón, [...] la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás» (vers.
9). Estalló una verdadera «guerra en el cielo» entre «Miguel y sus ángeles» de
un lado, y «el dragón y sus ángeles» del otro lado (vers. 7). Una tercera parte
de los ángeles celestiales siguieron al dragón (vers. 4), pero las huestes malig­
nas no prevalecieron y fueron lanzadas del cielo a la tierra (vers. 8, 9). Luego de
que Satanás y sus seguidores fueron expulsados del cielo, «ni un vestigio de re­
beldía quedó en el cielo. Todo volvió a ser pacífico y armonioso como antes».8
Cabe señalar que Jesús mencionó tres grandes destierros de Satanás. El pri­
mero fue la expulsión de Satanás del cielo: «Vi a Satanás caer del cielo como
un rayo» (Luc. 10: 18, NTV). El segundo ocurrió en la cruz, cuando Satanás
perdió su derecho legal sobre este mundo: «Ahora es el juicio de este mundo;
ahora el príncipe de este mundo será echado fuera» (Juan 12: 31; cf. Apoc.
12: 10). Y el tercero será su destrucción final en «el fuego eterno preparado
para el diablo y sus ángeles» (Mat. 25: 41). Pero todavía queda la duda de
por qué Dios no destruyó a Satanás después de su rebelión inicial en el cielo.

La perdurabilidad del mal


La Biblia describe a Satanás como un «mentiroso y el padre de la mentira» (Juan
8: 44, NTV) y como «el acusador de nuestros hermanos» (Apoc. 12:10). Esta faceta
I Ul._.n J.wklí. Ck.iJo. IAHD4 1<ll r»n 1 n 10
14 • Nuestra esperanza ante la muerte

se manifestó, por ejemplo, cuando Satanás acusó ante Dios a Josué, el sumo sacer­
dote, de ser indigno (Zac. 3:1-5). En la historia de Job, sin embargo, Satanás acusó
a Dios de mostrar favoritismo por el próspero patriarca (Job 1: 1-12). En el libro de
Apocalipsis, el pueblo remanente de Dios en el tiempo del fin se convierte en el
objeto especial de la ira de Satanás por la sencilla razón de que «guardan los man­
damientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo» (Apoc. 12:17). Estos pasajes
confirman la realidad de que Dios y sus seguidores son los blancos especiales de las
acusaciones y ataques de Satanás.
Cuando Satanás acusó a Dios de tener una relación preferencial con Job, Dios
permitió suficiente tiempo para que el patriarca negara esos cargos a través de su
propia vida. Pero a nivel macrocósmico, se necesita mucho más tiempo en la his­
toria humana para que Dios demuestre completamente el poder transformador de
su gracia y para que Satanás revele completamente la verdadera naturaleza del mal.
Elena G. de White explica:
«De haber sido este [Satanás] aniquilado inmediatamente, aquellos
habrían servido a Dios por miedo más bien que por amor. La influen­
cia del seductor no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu
de rebelión habría sido extirpado por completo. Para bien del uni­
verso entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal
llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente
sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el ver­
dadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino
y a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la
misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su ley».9
Si el mal fuera coetemo con Dios, sin principio, como algunos afirman, jamás
dejaría de existir. En ese caso, tendríamos que admitir que el mal es tan poderoso
que ni siquiera Dios puede destruirlo. Pero ¡alabado sea el Señor!, estamos seguros
de que el mal tuvo un principio y, en consecuencia, también tendrá un final. La
victoria de Cristo en la cruz del Calvario es la garantía de que llegará el momento
en que el pecado y el mal ya no existirán y todo volverá a ser perfecto.
2

La muerte en un mundo
de pecado

a Biblia dice que Dios creó este mundo completamente perfecto


mediante el poder de su Palabra: «Porque él dijo, y fue hecho; él
mandó, y existió» (Sal. 33: 9). Y al final de la semana de la Crea-
__3 ción, «vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran ma­
nera» (Gén. 1: 31). Pero Satanás, que había sido expulsado del cielo, usó
sus artimañas para inducir a Eva y a Adán a pecar y, en consecuencia,
iniciar la destrucción gradual de toda la creación de Dios en este mundo
(Génesis 3). Una de las consecuencias más nefastas de la caída de los se­
res humanos fue la nueva realidad de la muerte, completamente inexis­
tente hasta entonces. Como dijo el apóstol Pablo: «Cuando Adán pecó, el
pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de
modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron» (Rom. 5:
12, NTV).
En este capítulo trataremos inicialmente cuatro interpretaciones dis­
torsionadas de Génesis 3 y luego las enseñanzas bíblicas relacionadas con
la tentación, la calda, el pecado, la muerte y el plan de salvación. Este
16* Nuestra esperanza ante la muerte

miento y la muerte en el mundo. También nos presenta la primera vis­


lumbre de la asombrosa solución que Dios proveyó para los principales
problemas existenciales que afectan a todos los seres humanos.

Interpretaciones distorsionadas
La historicidad del relato de la caída en Génesis 3 ha sido distorsionada
por medio de interpretaciones engañosas del pasaje. Una de esas interpreta­
ciones ha sido la sugerencia simbólica y alegórica de que la caída se produjo
a través de las relaciones sexuales. Para Filón de Alejandría (20 a. C. al 50 d.
C.), los elementos del relato de la caída eran «tipos que proyectaban una ver­
dad alegórica, según alguna explicación mística». Propuso que la serpiente
era «el símbolo del placer» y que Adán y Eva participaron del «placer» que
lleva a la generación de los hijos.1 Intérpretes posteriores identificaron más
explícitamente el comer del fruto prohibido con las relaciones sexuales.
Pero si la caída fue producto de tener relaciones sexuales, ¿cómo podrían
entonces Adán y Eva cumplir la orden que Dios les había dado de ser fructí­
feros, de multiplicarse y de llenar la tierra (Gén. 1: 28)?
Otra terrible distorsión de la narrativa de la caída surgió dentro de los
círculos esotéricos de la cábala judía. Uno de esos mitos sugiere que cuando
la serpiente vio la unión de Adán y Eva, comenzó a codiciar a la hermosa
Eva e incluso planeó matar a Adán para casarse con ella. Así que un día,
cuando Eva estaba sola, la serpiente la sedujo y la dejó embarazada de Caín.
Entonces el Señor se enojó y maldijo a la serpiente.12 Este mito claramente
asigna roles distintos a los personajes principales de la narración bíblica:
Dios, Adán, Eva, la serpiente y Caín, para elaborar una historia fantasiosa
que ignora el hecho de que Caín era hijo de Adán y Eva (Gén. 4: 1).
Una tercera distorsión del relato de la caída tiene su origen en la hipó­
tesis histórico-crítica de que muchas de las historias de la Biblia son mitos
copiados de una serie de fuentes extrabíblicas antiguas. Desde esta perspec­
tiva, por ejemplo, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien
y del mal podrían representar a las deidades egipcias Shu y Tefnut; el fruto
prohibido pudo haberse inspirado en los mitos sumerios sobre la vida en el
paraíso; la serpiente podría reflejar al dios egipcio Set, que tomó la forma
de serpiente de Apofis, el enemigo de Ra; la alusión a Adán y Eva ganando
sabiduría y perdiendo la inmortalidad pudo haber sido tomada del mito

1 Filón, On the Creation 56 (157), 57 (161), en Ihe Works ofPhilo: Complete and Unabridged, nueva edi­
ción actualizada (Peabody, MA: Hendrickson, 1993), pp. 22, 23.
2 Hnward Srhwartz. Tree ofSouls: Ihe Mvtholosvofludaism (Nueva York: Oxford Utllverslty Press, 2004),
2. La muerte en un mundo de pecado *17

mesopotámico de Adapa; y el castigo de la primera pareja y la serpiente


podría haber sido copiado del ciclo egipcio de Osiris.3 Esta clase de evalua­
ciones críticas de la Biblia socavan su inspiración divina y niegan su carácter
normativo (2 Tim. 3: 16, 17).
Un cuarto desafío lo encontramos en la teoría de la evolución teísta que
considera cada uno de los días de la creación (Génesis 1; 2) como una larga
era geológica. Según esta teoría, los diversos estratos que vemos en la co­
lumna geológica en todo el globo terrestre no se formaron debido a un di­
luvio universal (Gén. 6-9), sino a procesos sedimentarios lentos que requi­
rieron miles o incluso millones de años.4 La presencia de diversas formas de
vida aparentemente fosilizadas antes de la aparición de los seres humanos,
llevan a la conclusión natural de que la muerte existió antes de la aparición
de los primeros seres humanos. Esto contradice la afirmación bíblica de que
la muerte entró en el mundo por la caída de los primeros seres humanos
creados por Dios5 (Rom. 5: 12).
Las fuentes extrabíblicas nos pueden ayudar a comprender mejor las
Escrituras, pero se convierten en un problema cuando se consideran
más confiables y autorizadas que la Biblia misma. La historia bíblica
de la caída instigada por la serpiente (Gén. 3) era considerada un epi­
sodio literal por los últimos escritores del Antiguo Testamento (Job 31:
33; Ose. 6: 7) y por los autores del Nuevo Testamento (Rom. 5:12, 14,
18, 19; 1 Cor. 15: 22, 45; 2 Cor. 11: 3; 1 Tim. 2: 13, 14; Apoc. 12: 9).
Si esos escritores consideraban que la historia era un relato histórico
veraz, ¿por qué nosotros debemos interpretarla de manera diferente?

La tentación y la caída
La lucha de los seres humanos con la muerte comenzó en el jardín del
Edén cuando Eva se enfrentó a la decisión de confiar en la palabra de Dios o
aceptar la palabra de Satanás a través de la serpiente (Apoc. 12: 9). Dios le
había advertido a la primera pareja: «Puedes comer de todos los árboles
del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás
comer. El día que de él comas, ciertamente morirás» (Gén. 2: 16, 17, NVI).

* (¡ary Greenberg, 101 Myths ofthe Bible: How Ancient Scribes Invented Biblical History (Naperville, IL:
Sourcebooks, 2000), pp. 48-53, 56, 57, 64-67.
' Un análisis critico útil de la teoría evolutiva se puede encontrar en Leonard Brand y Arthur Chadwick,
l'íiilh. Rrnson, and Earth History: A Paradigm ofF.arth and Biological Origins by Intelligent Design. Jaed.
(Berrien Sprints, MI: Andrews University Press, 2016).
' Marco T. Terreros, «Peeth Belitre the Sin of Adam: A Fundamental Concept In ’lheistic Evolutlon and
18* Nuestra esperanza ante la muerte

Pero la serpiente cuestionó esa advertencia generalizando la prohibición


de Dios y luego acusándolo de suprimir información importante. Final­
mente, le ofreció a Eva conocimientos que le abrirían la mente (Gén. 3:1-5).
Después de haber sido expuesta al árbol de la ciencia del bien y del
mal, Eva tuvo que confiaren la afirmación de Dios: «Ciertamente morirás»
(Gén. 2: 17, NVI), o en la negación de la serpiente: «No es cierto, no van
a morir» (Gén. 3: 4, NVI). Eva se asombró al ver hablar a una serpiente,
y su curiosidad la hizo vulnerable a sus seductores sofismas. Para ella, la
palabra de la serpiente sonaba lógica y más convincente que la palabra de
Dios. Después de todo, el fruto de ese árbol no estaba envenenado y la
muerte no existía. ¿Por qué debía privarse entonces de ese atractivo fruto?
Al escoger entre la palabra de Dios y la palabra de la serpiente, se dejó
guiar por sus propios sentidos y la evidencia más lógica disponible.
El registro bíblico dice: «La mujer quedó convencida. Vio que el árbol
era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría.
Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que
estaba con ella, y él también comió. En ese momento, se les abrieron los
ojos» (vers. 6, 7, NTV). Este acto aparentemente insignificante, tuvo conse­
cuencias trágicas y duraderas. Eva ignoró las advertencias de Dios, la prueba
de lealtad y obediencia, y fracasó. Al ignorar la palabra de Dios, la primera
pareja sembró la semilla de la duda y la incredulidad, que continúa dando
frutos hasta el día de hoy.
El relato de la caída retrata el terrible camino desde la curiosidad hasta
la desobediencia, con todas sus trágicas consecuencias. Como bien dijo Ro-
bert Jamieson: «La historia de cada tentación y de cada pecado es la misma:
el objeto exterior que atrae, la conmoción mental interna, el aumento y
triunfo del deseo apasionado; terminando en la degradación, la esclavitud
y la ruina del alma»6. Jamás olvidemos que no todo lo que es lógico es ver­
dadero y no todo lo que es verdadero es humanamente lógico. La Palabra
de Dios puede parecer ilógica y sin sentido a veces, pero siempre es verdade­
ra y confiable. De hecho, no hay terreno seguro aparte de la palabra de Dios.

Bajo la sombra de la muerte


La advertencia que Dios les hizo a Adán y Eva era inequívoca: «Porque el
día que de él comas, ciertamente morirás» (Gén. 2: 17). Según esta adverten­
cia, debieron haber muerto en el preciso momento en que pecaron, pero la

Rnhcrt lamieson. notas sobre Génesis 3: 6, en Robert Jamieson, A. R. t'auaacl, y David llrown, tj/mmtn-
2. La muerte en un mundo de pecado *19

misericordia de Dios intervino y la sentencia de muerte se retrasó. No sabe­


mos exactamente cuánto tiempo vivieron antes de la caída, pero sabemos que
Adán vivió 930 años (Gén. 5: 5). Aun así, al desobedecer a Dios, perdieron
instantáneamente el don de la inmortalidad condicional y, «en adelante, toda
la existencia humana cayó bajo la sombra de la descomposición de la muerte»7.
De esta forma, la muerte y el frío y angustioso proceso de morir se convirtieron
en parte de la existencia humana.
Génesis 3 revela otras terribles consecuencias de la caída. Una de ellas es la
caída espiritual que llevó a Adán y Eva a esconderse de Dios (vers. 8). Mientras
que algunos abogan a favor de una caída espiritual parcial, el apóstol Pablo
declara que todos los seres humanos están por naturaleza «muertos a causa
de su desobediencia y sus muchos pecados» (Efe. 2: 1, NTV; véase también el
vers. 5). En este caso, ¿cómo pueden los pecadores responder al llamado de la
salvación? Los seres humanos están por naturaleza completamente perdidos y
son naturalmente incapaces de responder a ese llamado, pero en su misericor­
dia, Dios puso en la naturaleza humana una «enemistad» hacia el pecado que
permite esa respuesta (Gén. 3: 15).
En el jardín del Edén, Dios le dio a la primera pareja el derecho y el poder
de gobernar «sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre
toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra» (Gén. 1: 26).
Pero la desobediencia de nuestros antepasados provocó la propagación inme­
diata del pecado, dañando no solo su propia existencia (Gén. 3: 16-19), sino
también todo el ecosistema bajo su dominio. La sentencia divina fue clara:
«Maldita será la tierra por tu causa» (vers. 17). La propagación mundial de per­
sona a persona de la COVID-19 ofrece una pequeña ilustración de cómo el vi­
rus altamente contagioso del pecado, con todos sus efectos letales, se apoderó
del mundo entero.

Juicio y redención
El pecado genera sentimientos de culpa y de vergüenza en la conciencia de
aquellos que todavía no están endurecidos por una vida pecaminosa. En el caso
de Adán y Eva, no solo se sintieron desnudos, razón por la cual se cubrieron con
hojas de higuera, sino que incluso trataron de esconderse de la presencia de Dios
(vers. 7, 8). En medio de esta terrible situación, Dios vino y llevó a cabo un juicio
investigador. Comenzó preguntándoles dónde estaban y luego indagó sobre lo
que habían hecho: «¿Acaso has comido del árbol del cual yo te mandé que no
comieras?» (vers. 11). Dios sabía exactamente dónde estaban y lo que habían

' |mi Chrlititn (¡«rt», !>«• rratr lluch Mose (Geneaii): Dit Urgrschichte Gen 1-11, Das Alte Testament
20 • Nuestra esperanza ante la muerte

hecho, pero quería que reconocieran el estado en el que se encontraban. El juicio


culminó con sentencias directas sobre la serpiente (vers. 14, 15), sobre la mujer
(vers. 16) y sobre Adán y el medio ambiente (vers. 17-19).
Sin embargo, incluso en el breve relato de la caída de nuestros primeros pa­
dres, podemos encontrar hermosos vestigios de la misericordia de Dios hacia
la humanidad indigna. Primero, Dios no los dejó solos, sino que los buscó en
medio de su desesperada situación (vers. 8-11). Segundo, antes de pronunciar
las sentencias respectivas sobre Adán y Eva, Dios ya les había prometido la
redención a través de la Simiente de la mujer (vers. 15). Tercero, la sentencia de
muerte: «Pues polvo eres y al polvo volverás», fue precedida por la misericor­
diosa seguridad de la extensión de sus vidas, implícita en la frase: «Todos los
días de tu vida» (vers. 17, 19). Y finalmente, Dios ilustró su plan de salvación al
instituir el sistema de sacrificios rituales (vers. 21) que presagiaba al «Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1: 29)8.
Dios no eliminó todas las consecuencias naturales del pecado, ya que «cada
uno cosecha lo que siembra» (Gál. 6: 7, NVI). Pero su plan de redención estaba
tan bien establecido, que Cristo podía ser considerado el «Cordero que fue
sacrificado desde la creación del mundo» (Apoc. 13: 8, NVI). Este plan está
explícitamente revelado en las Escrituras (Juan 5: 39) y se manifiesta implícita­
mente en el proceso de marchitamiento y germinación del mundo natural que
nos rodea. Según Elena G. de White,
«Aunque está manchada por el pecado [la naturaleza], no solo
habla de la creación, sino también de la redención. Aunque,
por su innegable decadencia, la naturaleza da testimonio de la
maldición que pesa sobre ella, es todavía hermosa y nos ofrece
incontables muestras del poder vivificador. Los árboles se des­
pojan de sus hojas únicamente para vestirse de nuevo verdor; las
flores mueren, para brotar con nueva belleza; y en cada manifes­
tación del poder creador recibimos la seguridad de que podemos
ser creados de nuevo en "justicia y santidad de la verdad" (Efe. 4:
24). De ese modo, los mismos objetos y las funciones de la natu­
raleza, que tan vividamente nos recuerdan nuestra gran pérdida,
llegan a ser para nosotros mensajeros de esperanza»9.
Pero el dilema del jardín del Edén no fue un simple incidente aislado: se ha
repetido a lo largo de la historia humana. De hecho, la humanidad se ha pola­
rizado entre aquellos que todavía confían en la afirmación impopular de Dios:
«Ciertamente morirás» (Gén. 2: 17, NVI) y aquellos que proclaman resuelta­

8 Jacques B. Doukhan, Génesis, Seventh-day Adventist International Bible Commentary 1 (Nantpa, IDl
Pacific Press"; Silver Spring, Mi): Review and Herald", 2016), pp. 110-112.
2. La muerte en un mundo de pecado *21

mente la seductora negación de la serpiente: «No es cierto, no van a morir»


(Gén. 3: 4, NVI). Los siguientes capítulos de este libro revelan lo que la Biblia
nos dice sobre este persistente dilema y la solución final que Dios tiene para él
3

Entendamos
la naturaleza humana

a tensión inicial que produjo la afirmación de Dios: «Ciertamente morirás»

L
(Gén. 2: 17, NVI), y la negación de Satanás: «No es cierto, no van a morir»
(Gén. 3: 4; cf. Apoc. 12: 9), se extendió mucho más allá del jardín del Edén,
hasta los confines de la historia humana. Incontables voces alrededor del
mundo se han hecho eco de la teoría de que todo ser humano tiene un cuerpo mor­
tal con un alma inmortal, espíritu o energía divina que permanece consciente des­
pués de la muerte. Por el contrario, pocos mantienen la visión hoh'stica de la natu­
raleza humana que niega cualquier entidad consciente sobreviviente.
Estos puntos de vista opuestos han polarizado la comprensión de la muerte y
distorsionado todo el plan de salvación, incluyendo el proceso del juicio divino. En
este capítulo revisaremos los errores doctrinales sobre la naturaleza humana que le
han dado forma a los puntos de vista del cristianismo moderno. Después, dirigire­
mos nuestra atención a algunos pasajes bíblicos cruciales que nos ayudarán a com­
prender lo que realmente dice la Biblia en este aspecto.

Las conjeturas antiguas


Las percepciones filosóficas sobre la naturaleza humana son muy variadas.
Los antiguos egipcios, por ejemplo, tenían una visión mitológica compleja de
los seres humanos. Creían que la persona era una unidad orgánica conforma­
24 • Nuestra esperanza ante la muerte

ba (alma) y ka (espíritu). La muerte, sin embargo, disociaba estos componen­


tes y liberaba el ba inmortal (representado por un ave con cabeza humana)
para que volara como un ave en el cielo. Utilizaban muchos amuletos y ri­
tos mágicos mientras preparaban al difunto para el más allá. Los procesos de
momificación ayudaban al ba a reconocer su cadáver más fácilmente y rela­
cionarse mejor con él. Para los egipcios, así como el dios sol supuestamente
«atravesaba el cielo de día y de noche visitaba su cadáver, que descansaba en
el inframundo de Heliópolis», el ba de la persona fallecida visitaba periódica­
mente su cadáver en reposo y se reunía con él en el inframundo de la tumba.1
Aun así, el concepto de una resurrección corporal no les era del todo ajeno.1 23
Los filósofos griegos de la antigüedad también hablaban de un alma in­
mortal que sobrevivía a la muerte del cuerpo mortal. Según Platón, Sócra­
tes decía que el ser humano tenía un cuerpo físico en el que el alma estaba
«aprisionada como en un caparazón».’ En base a su suposición de que «toda
alma es inmortal»,4 promovió la teoría de la encarnación y la reencarnación
del alma. El alma de los que practican la filosofía pasa por una sola encarna­
ción, mientras que todas las demás almas son juzgadas después del final de su
primera vida. En ese juicio, son sentenciados a sufrir un castigo en las prisio­
nes del inframundo o elevados a un lugar en los cielos donde vivirán como se
merecen. A su debido tiempo, ambos grupos de almas tienen derecho a una
segunda vida: «Un momento en el que el alma humana se puede reencarnar
como un animal y en el que alguien que anteriormente era humano puede
renacer como un ser humano una vez más, en vez de terminar como animal».5
El dualismo griego, que separaba el alma inmortal del cuerpo mortal, no
se extinguió con sus defensores originales. El helenismo (la cultura griega) lo
diseminó por todo el Imperio Romano. Aunque Roma conquistó Grecia, la
historia muestra que al final la filosofía griega conquistó a Roma. El poeta ro­
mano Horacio (65 al 8 a. C.) declaró: «La Grecia conquistada conquistó al bár­
baro conquistador e introdujo las artes en el Lacio agreste».6 No es de extrañar
que durante el período intertestamentario, importantes sectas del judaismo
incorporaran algunos postulados propios de la doctrina de la inmortalidad
que sostenían los griegos. Según el historiador romano/judío Flavio Josefo
(c. 37 d. C al 100 d. C.), los saduceos sostenían que «el alma muere con el cuer­

1 Jan Assmann, Death and Salvation in Ancient Egypt, (Ithaca, NY: Cornell University Press, 2005), p. 92;
véase también pp. 87-96.
2 Paul Carus, «The Conception of the Soul and the Belief in Resurrection Among the Egyptians», Monist
15, no 3 (julio de 1905), pp. 409-428.
3 Platón, Phaedrus (Oxford: Oxford University Press, 2002), p. 34.
4 Ibid., p. 27.
’ Ibid., p. 32.
3. Entendamos la naturaleza humana • 25

po», pero los fariseos alegaban que «el alma tiene un vigor inmortal propio»
que y los que viven indignamente serían detenidos en «una prisión eterna»,
mientras que aquellos que viven virtuosamente tenían el «poder de revivir y
vivir de nuevo». Los esenios, otra antigua secta judía, enseñaban abiertamente
la inmortalidad del alma.7
Para el filósofo judío helenista Filón, el ser humano es al mismo tiempo
mortal, «según la parte de él que es visible [su cuerpo]», e inmortal, «según la
parte que es invisible [su intelecto]».8 A medida que los principales segmentos
de la religión judía recibieron la influencia del pensamiento helenístico, tam­
bién la recibieron muchos cristianos antiguos de la era postapostólica. Grego­
rio de Nisa (c. 335-c. 395 d. C.), por ejemplo, trató de armonizar la enseñanza
bíblica de la resurrección con la teoría filosófica griega del alma inmortal. En
su opinión, el alma continuaba presente en los elementos disueltos del cuerpo
sin vida, incluso después de que esta migrara de esta vida visible a la invisible.
Afirmó: «Si el Poder que gobierna el universo envía a los elementos disueltos
la señal para que se unan, entonces, por el poder del alma, los diversos ele­
mentos se unirán», y se producirá la resurrección.9 En este caso, el alma per­
manecería activa, con al menos una función especial que desempeñar, incluso
después de la muerte del cuerpo.
La noción griega de un cuerpo mortal con un alma inmortal moldeó el
pensamiento cristiano a lo largo de los siglos y es intensamente promovida
actualmente por las llamadas «experiencias cercanas a la muerte» y «experien­
cias fuera del cuerpo». Tener una comprensión clara de la verdad bíblica de la
naturaleza humana evitará que seamos víctimas de antiguos engaños.

«Un ser vivo»


Muchos pasajes de las Escrituras nos permiten conocer más sobre la na­
turaleza humana, pero todos se fundamentan en los conceptos básicos que
integran el relato de la creación en Génesis. Allí leemos que Dios creó a Adán
y Eva a su imagen y semejanza (Gén. 1: 26, 27) y que «Jehová Dios formó al
hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre
un ser viviente» (Gén. 2: 7). Por lo tanto, la infusión del «aliento de vida» (en
hebreo nismat chayyim) en el cuerpo físico de Adán lo transformó en «un
ser viviente» (en hebreo nefés chayyá). La muerte, por el contrario, invierte el

7 Flavio Josefo, Antiquities of the Jews 18.1.2-5, en The Complete Works of Josephus (Grand Rapids, MI:
Kregel, 1981), pp. 376,377.
" Filón, On the (ácullon 46 (135), en The Works ofPhilo: Complete and Unabridged, nueva edición actua­
lizada (l’cubody, MA: I lendrlckson, 1993), p. 19.
* Gregorio de Nl»n, On Ihr Soul and the Resurrection, Popular Patristics 12 (Crestwood, NY: SVS Press,
26 • Nuestra esperanza ante la muerte

proceso, como lo indica la propia declaración de Dios: «Porque polvo eres y al


polvo volverás» (Gén. 3: 19).
La Septuaginta, una antigua versión griega del Antiguo Testamento am­
pliamente utilizada en el mundo helenístico, tradujo el término hebreo nefés
(ser) que aparece en Génesis 2: 7 con el termino griego psyjé (alma), que es la
misma palabra que Platón usaba al afirmar que toda alma es inmortal. Desa­
fortunadamente, muchos judíos y gentiles helenísticos terminaron leyendo la
Septuaginta a través del lente de la cultura griega, sin darse cuenta de que algu­
nas palabras griegas clave habían asumido nuevos significados. Entonces, en
lugar de expresar la cosmovisión bíblica, esas palabras con el tiempo comen­
zaron a transmitir las doctrinas griegas. Todo estudio serio de las Escrituras
debe, por tal motivo, preservar el significado original hebreo del texto.
El teólogo británico Henry W. Robinson reconoció correctamente que «el
concepto hebreo de personalidad representa un cuerpo animado, no un alma
encarnada».1011 Afirmaba que «la explicación obvia de la diferencia entre un
12
muerto y un vivo era la respectiva ausencia o presencia de aliento, así que, en
consecuencia, no hay teoría más común del alma que la que la identifica con el
aliento».11 Por lo tanto, como bien afirma el teólogo alemán Hans W. Wolff,
el ser humano no tiene nefés, sino que es un nefés, y vive como nefés.'1 Hay
casos, sin embargo, en los que nefés se refiere a partes o aspectos más especí­
ficos del ser humano,” pero nunca como una entidad consciente separada del
ser humano como un todo.
Vale la pena señalar que nefés no solo se refiere a los seres humanos que
están vivos, sino también a otras criaturas vivientes (Gén. 1: 20, 21, 24, 30),
con excepción de las plantas. Se nos dice que «los hombres terminan igual
que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren
por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es
superior a los animales [...] y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del
polvo, y al polvo todo volverá» (Ed. 3: 19, 20, NVI). No es de extrañar que el
Señor mismo declaró:
«He aquí que todas las almas son mías: como el alma del padre,
así el alma del hijo es mía. El alma [ne/es] que peque, esa morirá»
(Eze. 18: 4; compárese con el vers. 20).
Y la ley de Moisés declara: «El que le quite la vida a otro ser humano [nefés]
será condenado a muerte. El que le quite la vida a algún animal [ne/es) ajeno,
10 H. Wheeler Robinson, «Hebrew Psychology», en The People and the Book, ed. Arthur S. Peake (Oxford: Claren -
don, 1925), p. 362.
11H. Wheeler Robinson, The Religious Ideas of the Oíd Testament (Nueva York: Charles Scribner’s Sons,
1913), p. 80.
12 Hans W. Wolff, Anthropology of the Oíd Testament (Londres: SCM Press, 1974), p. 10.
• c—u— „»rUi Th^nlnaíml DiiHonarvof the Oíd Testament, ed. G. Johannes Bol-
3. Entendamos la naturaleza humana • 27

reparará el daño con otro animal» (Lev. 24:17, 18, NVI). Estos pasajes confir­
man la mortalidad del nefés, que muchas veces se traduce como «alma».

«El espíritu vuelve a Dios»


Algunos lectores tal vez aceptan la mortalidad del alma, pero con la creen­
cia de que el espíritu de los muertos regresa en un estado consciente a Dios.
Uno de los pasajes más citados en apoyo de esta teoría es Eclesiastés 12: 7, que
dice: «Volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue, y el espíritu [en
hebreo ruaj] volverá a Dios, que es quien lo dio» (NVI). Este pasaje presenta el
proceso de creación original de Génesis 2: 7, pero a la inversa: («Jehová Dios
formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue
el hombre un ser viviente») evocando la última frase de Génesis 3: 19 («Pues
polvo eres y al polvo volverás»). Pero ¿qué significado tiene esta noción de que
el «espíritu» regresa a Dios?
El libro de los Salmos subraya el estado de inconsciencia de los muertos.
Afirma, por ejemplo, que «los muertos, los que han bajado al sepulcro, ya no
pueden alabar al Señor» (Sal. 115: 17). También se nos dice que cuando el
espíritu [en hebreo ruaj] «se va», la persona «vuelve a la tierra; en ese mismo
día perecen sus pensamientos» (Sal. 146:4). En la misma línea, el libro de Ecle­
siastés destaca, como ya se mencionó, que tanto los seres humanos como los
animales, «todos tienen un mismo aliento de vida. No es más el hombre que
la bestia» (EcL 3: 19). Eclesiastés 9: 5, 10 reitera que «los que viven saben
que un día morirán; pero los muertos nada saben. [...] Todo lo que te venga a
la mano hacer, hazlo según tus fuerzas. En el sepulcro, que es adonde vas, no
hay obras ni proyectos, ni conocimiento ni sabiduría».
Eclesiastés 12: 1-7 describe de manera vivida el proceso de envejecimiento
que conduce a la muerte. Así lo parafrasea la versión de la Biblia The Message
en inglés:
«Honra a tu Creador y disfrútalo mientras aún eres joven,
Antes de que los años te pasen factura y tus fuerzas disminuyan
Antes de que tu visión se apague y veas el mundo borroso.
Y los años de invierno te mantengan pegado al fuego.

En la vejez, el cuerpo ya no funciona tan bien.


Los músculos se aflojan, el agarre se debilita, las articulaciones
se endurecen.
El telón del mundo comienza a bajar.
28 • Nuestra esperanza ante la muerte

No podemos ir y venir a ir a voluntad. Todo va camino a su final.


El ruido del hogar comienza a apagarse.
El trinar de un pájaro ahora nos despierta.
Las caminatas a las montañas son cosa del pasado.
Hasta un paseo por el camino tiene sus terrores.
El cabello se vuelve blanco como la flor del manzano,
Adornando nuestro cuerpo frágil y sin fuerzas.
Sí, estamos bien adelantados en nuestro camino al descanso eter­
no, mientras que los amigos hacen planes para nuestro funeral.

La vida, hermosa mientras dura, pronto se acaba.


La vida como la conocemos, valiosa y hermosa, se termina.
El cuerpo vuelve a ser colocado en el mismo suelo de donde vino.
Y el aliento regresa a Dios, quien lo inspiró por primera vez».'4
Algunos comentaristas bíblicos encuentran aquí cierta alusión a una en­
tidad consciente que sobrevive a la muerte del cuerpo, como proponían los
filósofos griegos. Pero si tomamos en cuenta lo que ya hemos dicho (Ecl. 3:19,
20; 9: 5, 10) y los versículos anteriores (Ecl. 12: 1-7), concluir algo así estaría
completamente fuera de contexto y no tendría fundamento bíblico. ¡El pasaje
tiene un fuerte tono negativo y en ningún momento apoya la noción de un
supuesto «espíritu» desencarnado en el Paraíso!
Como señaló Roland Murphy, Eclesiastés 12: 7 nos muestra «un cuadro de
disolución, no de inmortalidad».15 George S. Hendry explica:
«Pareciera que Eclesiastés hubiera progresado en su posición con
respecto a 3: 21, pero sus palabras en esta ocasión, si bien su­
gestivas, no lo son tanto que fundamenten una esperanza de in­
mortalidad. Está especulando sobre la disolución del cuerpo y el
espíritu desde el punto de vista de "debajo del sol", y no hace más
que afirmar que cada uno retorna a la fuente de donde surgió: el
cuerpo al polvo y el espíritu a Dios (cf. Gén. 2: 7). En cuanto al
destino final del espíritu, luego de su retorno a Dios, es algo que
no le concierne».16
De la misma manera, cuando el Antiguo Testamento menciona que
Abraham murió y «fue reunido a su pueblo» (Gén. 25: 8), que el buen rey
David «durmió con sus padres» (1 Rey. 2: 10), y que el malvado rey Acab
también «durmió con sus padres» (1 Rey. 22:40), no está queriendo decir que

'«Traducción libre al español de la Biblia parafraseada en inglés, The Message.


,s Roland Murphy, Ecclesiastes, Word Biblical Commentary 23A (Dallas: Word Books, 1992), p. 120.
llotvlrv Nuevo Comentario liíhlico (El Paso, TX: (’asa ItautlMa de Publicacionei,
3. Entendamos la naturaleza humana • 29

fueron a una comunidad paradisíaca llena de almas o espíritus desencarna­


dos. Significa simplemente que fueron enterrados como todos sus respectivos
antepasados. La esperanza bíblica no está enraizada en la teoría de un alma
inmortal, sino en la resurrección de todo el ser humano por parte de un acto
sobrenatural de Dios.
La esperanza
del Antiguo Testamento

éneca, el filósofo estoico romano (c. 4 a. C. al 65 d. C.), escribió un fa-


moso ensayo titulado De la brevedad de la vida (49 d. C.). Como res-
jg puesta a la queja popular de que la vida es demasiado corta, Séneca dijo:
'
*
CSá «No recibimos una vida corta, somos nosotros los que la hacemos corta
por no saber administrar nuestro tiempo». Explicó que «la vida es lo suficiente­
mente larga y se nos da en una medida lo suficientemente generosa como para
permitir que llevemos a cabo las cosas más grandes si en su totalidad sabemos
cómo invertirla».1 Desde la perspectiva bíblica, de hecho, es una bendición lle­
gar a ser «anciano, colmado de días» (Job 42: 17; cf. Gén. 25: 8; 1 Crón. 29: 28).
Pero lo más importante no es tanto la duradón de nuestra vida actual sino más
bien si hemos invertido bien nuestra vida (Ed. 12: 1).
El Antiguo Testamento emplea varias metáforas para describir la brevedad y
fragilidad de la existenaa humana. Por ejemplo, el Rey David dedaró que «el hom­
bre es como un soplo; sus días son como la sombra que pasa» (Sal. 144: 4), y
«como una sombra es el hombre» que pronto se va y deja de existir (Sal. 39:6,13).
«El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor
del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar
ya no la conocerá más» (Sal. 103:15, 16).
Asimismo, el profeta Isaías añadió:
• Oh íli* flltaitMMi ofJ ifa I l.truci Ir^hn W Itaanre ¿Oxford* RMnedictinn Rnnlcs. 201 Rk n. 1.
32 • Nuestra esperanza ante la muerte

«Toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del cam­


po. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento de
Jehová sopla en ella. ¡Ciertamente como hierba es el pue­
blo!» (Isaías 40: 6, 7).
Estás metáforas nos llaman de manera elocuente a vivir vidas significativas
que nos hagan sentir seguridad en el presente y esperanza para el futuro. Moisés
oró: «Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera
sabiduría» (Sal. 90: 12, NVI); en otras palabras, «¡Enséñanos a vivir sabiamente
y bien!» (vers. 12, The Message, traducción libre al español). Pero ¿esperaba el
pueblo de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento que una vida tan signi­
ficativa se extendiera hasta más allá de la tumba? Si es así, ¿cómo concebían la
transición de la vida presente a la vida eterna? El presente capítulo reflexiona en
algunas enseñanzas del Antiguo Testamento sobre el deseo de la vida eterna, la
expectativa de un mundo renovado y la resurrección de los muertos.

El deseo de la vida eterna


Todos los seres humanos tienen el deseo natural de prolongar su vida mortal
y perpetuar sus recuerdos. El rey Salomón escribió que Dios «sembró la eter­
nidad en el corazón humano» (Ede. 3: 11, NTV). Se han propuesto diversas
interpretaciones para esta expresión. Una de las más perspicaces es la de Franz
Delitzsch, quien dijo que «el impulso de los seres humanos revela que este no
puede satisfacer sus necesidades más íntimas con cosas temporales. Es un ser
limitado por el tiempo, pero en lo que se refiere a su naturaleza más íntima está
relacionado con la eternidad. Lo transitorio no le da sostén, lo arrastra como
un torrente impetuoso y lo obliga a salvarse aferrándose a la eternidad».2 Bajo
circunstancias difíciles y estresantes, el deseo antinatural de terminar con la pro­
pia vida puede anular el anhelo natural de la vida eterna, pero se trata de casos
excepcionales.
Desde tiempos antiquísimos, el ser humano ha tratado de preservar sus me­
morias de diversas maneras. Hipócrates (c. 460 al c. 370 a. C.), el padre de la
medicina, declaró: «El arte es largo, pero la vida es breve».3 Con esto quería decir
que la práctica de la medicina es un arte que se aprende a largo plazo. Pero a
lo largo del tiempo, esta expresión ha adoptado un significado más amplio, en
el sentido de que las obras de arte trascienden la vida humana. De hecho, las
estatuas y las pinturas, y más recientemente las fotografías y las grabaciones de
2 C. F. Keil y F. Delitzsch, The Song of Songs and Ecclesiastes, Commentary on the Oíd Testament in Ten
Voluntes, t. 6 (Grand Rapids, MI: F.erdmans, 1989), p. 261.
• • » «i c i---- . , a tr-umhrldoe. MA: Harvard Unlvert
4. La esperanza del Antiguo Testamento • 33

video, sirven para preservar las imágenes de las personas. Los antiguos egipcios
usaban el proceso de momificación para perpetuar la vida después de la muerte
de la mejor manera posible. Otras culturas antiguas expresaban su anhelo de vi­
vir eternamente a través de teorías de espíritus inmortales naturales que podían
experimentar reencarnaciones y transmigraciones.
En el Antiguo Testamento, Dios se le presenta a Moisés y le dice: «Yo soy
el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob»
(Éxo. 3: 6). El hecho de que Dios recordara a sus hijos fallecidos (incluidos
esos patriarcas) no proporciona excusa alguna para la veneración de los muer­
tos. De hecho, el Antiguo Testamento muestra «una intolerancia especial contra
cualquier forma de culto a los muertos»4; también condena la nigromancia en
todas sus formas (Lev. 19: 26; 20: 27; Deut. 18: 9-12; Isa. 8: 19); y cataloga
de ceremonialmente inmundos a todo el que tiene cualquier contacto con un
cadáver humano o un animal inmundo (Lev. 5: 2; 11: 24-28; 21: 1-4, 11; Núm.
19: 11-22). Dios es el único que puede dar seguridad en el presente efímero y
confianza en un futuro sin fin.
Los Salmos contienen más expresiones de seguridad que cualquier otro libro
de la Biblia. Está repleto de declaraciones de confianza en Dios, especialmente
ante la fugacidad de la vida. Por ejemplo, en el Salmo 39, David primero oró:
«Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir;
hazme saber lo efímero que soy». Luego declaró con plena confianza: «¡Mi es­
peranza he puesto en ti!» (vers. 4, 7, NVI), en Aquel cuya luz disipa las sombras
de la mortalidad. En el Salmo 49, aunque los hijos de Coré reconocen que los
insensatos perecen como animales, su esperanza en la vida eterna le da un signi­
ficado completamente nuevo a la existencia: «Pero en mi caso, Dios redimirá mi
vida; me arrebatará del poder de la tumba» (vers. 12, 14, 15, NTV). Asimismo,
en el Salmo 121, David afirma: «Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y
de la tierra», a lo que añadió: «El Señor te estará vigilando cuando salgas y cuan­
do regreses, desde ahora y hasta siempre» (vers. 2, 8, RVC).
El Antiguo Testamento también subraya el poder vivificante de la palabra de
Dios. El relato de la creación en Génesis declara: «Dios dijo [...]. Y así fue» (Gén.
1: 9, 11, etc, DHH), lo que significa que cuando Dios habla, se genera existen­
cia: «Él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió» (Sal. 33: 9). Pero no estamos ha­
blando de ciertas actividades pasadas y futuras de la palabra divina, sino de un
proceso continuo, sostenido en el poder divino. El Salmo 119, que es un tributo
a la palabra de Dios, destaca la gratitud personal por la palabra vivificadora de
Dios: «Abatida hasta el polvo está mi alma; ¡vivificante según tu palabra!» (vers.
25; cf. vers. 28). «Tu palabra me infunde nueva vida» (vers. 50, RVC; cf. vers. 93).
34 • Nuestra esperanza ante la muerte

De la misma manera, el profeta Isaías llamó la atención sobre la veracidad


y perdurabilidad de la palabra de Dios: «Oigan la palabra del Señor» (Isa. 1:10,
NVI), porque «la hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro
Dios permanece para siempre» (Isa. 40: 8). Dios mismo destacó la efectividad
de su palabra:
«Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para
lo cual la envié» (Isa. 55: 11).
La misma palabra vivificadora que trajo el mundo a la existencia también lo
recreará de acuerdo con el propósito inmutable de Dios.

Un mundo renovado
El libro de Isaías contrasta el estado pecaminoso y degradado en que se
encuentra este mundo con la gloriosa restauración que experimentará la tierra
después de que tanto el pecado como los pecadores rebeldes sean finalmente
destruidos. El profeta se lamentaba de que la tierra había sido «profanada por
sus moradores» y temblaba «como un borracho» (Isa. 24: 5,20). Incluso dentro
del mismo Israel, «el derecho se retiró y la justicia se puso a distancia» (Isa. 59:
14). Pero esa sombría situación finalmente sería reemplazada por una nueva
creación gloriosa. Dios prometió:
«Como humo se esfumarán los cielos, como ropa se gastará la
tierra, y como moscas morirán sus habitantes. Pero mi salvación
permanecerá para siempre, mi justicia nunca fallará» (Isa. 51: 6,
NVI).
A pesar de la conmoción, el profeta confiaba plenamente en la protección
divina: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti perse­
vera, porque en ti ha confiado» (Isa. 26: 3).
La escatología del Antiguo Testamento visualizaba una nueva creación de
todas las cosas, a pesar de los fracasos humanos. Si Israel permanecía fiel al
pacto de Dios, el proceso de restauración posterior al exilio alcanzaría su clí­
max con la creación de «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Isa. 65: 17, NVI),
La nueva Jerusalén se convertiría en una ciudad de alegría en la que nunca
más se escucharían voz de lloro ni de clamor (vers. 18,19). Todos los animales
vivirían juntos en paz sin hacerse daño unos a otros (vers. 25). Mientras tanto,
la expectativa de vida de los seres humanos aumentaría significativamente, ya
que cualquiera que muriera «de cien años» sería considerado un niño (vers,
20). Desafortunadamente, no sucedió como se esperaba. Pero gracias al Me­
4. La esperanza del Antiguo Testamento • 35

Dios «devorará a la muerte para siempre [...], enjugará las lágrimas de todo
rostro» (Isa. 25:8, NVI) y los muertos justos resucitarán (Isa. 26:19). Entonces,
todas las cosas serán restauradas a su estado original.
Ningún otro pasaje del Antiguo Testamento describe la restauración espi­
ritual de Israel de una manera tan gráfica y espectacular como Ezequiel 37. En
este capítulo describe una visión que tuvo Ezequiel en la que contempló un
valle lleno de huesos muy secos. El Señor primero le ordenó que profetizara
a los huesos esparcidos, diciéndoles: «Escuchen la palabra del Señor» (vers. 4,
NTV). Después de eso, «hubo un ruido de agitación por todo el valle y los hue­
sos de cada cuerpo se juntaron y se unieron tal como antes [...], los músculos
y la carne se formaron sobre los huesos y la piel los cubrió, pero los cuerpos
no tenían aliento» (vers. 7, 8, NBV). Entonces el Señor le pidió a Ezequiel que
profetizara lo siguiente: «¡Ven, oh aliento, ven de los cuatro vientos y sopla en
estos cuerpos muertos para que vuelvan a vivir!» (vers. 9). Cuando el profeta lo
hizo, «el aliento de vida entró en ellos; [...] los huesos revivieron y se pusieron
de pie» (vers. 10, NVI). Sin dudas, el propósito de esta visión es comunicar el
ideal de Dios de revivir, restaurar y reunificar a Judá e Israel en un solo reino
(vers. 11-28). Pero lo hace describiendo de alguna manera el proceso de resu­
rrección por el poder vivificador de la palabra de Dios, como en la forma en
que Adán fue creado (Gén. 2: 7).
Algunos comentaristas evangélicos creen que la visión de Ezequiel 37 y
otras profecías de restauración alcanzaron su cumplimiento con el estado
de Israel moderno (establecido en 1948). Pero esta hipótesis ignora el he­
cho de que Ezequiel 37 y otros oráculos sobre el regreso a la tierra prome­
tida se cumplieron al menos parcialmente con el regreso de los judíos del
exilio babilónico. Como ya se dijo, las profecías incumplidas del Antiguo
Testamento encontrarán su consumación en el escenario escatológico des­
crito en el libro de Apocalipsis. Por lo tanto, como lo indica correctamente
Hans K. LaRondelle, «el Nuevo Testamento es la interpretación autorizada de
Dios y la aplicación autorizada del Antiguo Testamento». Así que, «no tiene
justificación bíblica aplicar incondicionalmente cualquier bendición del an­
tiguo pacto al moderno estado de Israel en el Oriente Medio, como si Cris­
to aún no hubiera venido y el Nuevo Testamento no se hubiera escrito»5.

«Tus muertos vivirán»


Dios estableció el plan de redención para contrarrestar y revertir los efectos
nocivos del perado, restaurar la tierray devolverle al medio ambiente y la vida
' I lana K Ij,Itondclle. -Ihc Israel ofGod in Prophecy Principies oí Prophctic IntetrreUtion». Andrews Univer-
36 • Nuestra esperanza ante la muerte

misma su perfección original. Esto no solo incluye la erradicación final de la


muerte, sino también la resurrección de los hijos fieles de Dios que desean
san en los sepulcros. La resurrección de los muertos es un concepto que está
presente a lo largo del Antiguo Testamento. Hebreos nos dice que Abraham
estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac porque creía «que Dios tiene poder
hasta para resucitar a los muertos» (Heb. 11: 19, DHH). El patriarca Job expre
só su confianza en la resurrección cuando declaró:
«Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre
el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he
de ver a Dios. Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán, no los de
otro. Pero ahora mi corazón se consume dentro de mí» (Job 19:
25-27).
El concepto de la resurrección personal también está claramente presente
en el libro de los Salmos. Por ejemplo, en el Salmo 49, el salmista no solo
reconoce que la vida eterna no se puede comprar (vers. 7-9), sino que expresa
su confianza en una existencia personal y corporal renovada: «Pero Dios me
salvará del poder de la muerte, pues me llevará con él» (vers. 15, DHH). En
el Salmo 71: 20, leemos: «Volverás a darme vida; de las profundidades de la
tierra volverás a levantarme» (NVI). Marvin E. Tate explica que, en cuanto a
este texto, «no se debe forzar el significado literal del lenguaje, pero cuando
se lee como la oración de alguien en edad avanzada, apunta hacia un tipo de
restauración de la vida a través de la resurrección», en la que «el lenguaje del
inframundo y el renacimiento de la vida» se usa «en relación con los calamito
sos problemas de los vivos»6.
Isaías 26 es uno de los pasajes del Antiguo Testamento más significativos
sobre el destino humano. Sobre la destrucción final de los impíos, el texto dice
«Ya están muertos, y no revivirán; ya son sombras, y no se levan­
tarán. Tú los has castigado y destruido; has hecho que perezca su
memoria» (vers. 14, NVI).
Sobre la resurrección de los justos, el texto añade:
«Pero tus muertos vivirán, sus cadáveres volverán a la vida. ¡Des­
pierten y griten de alegría, moradores del polvo! Porque tu rocío
es como el rocío de la mañana, y la tierra devolverá sus muertos»
(vers. 19, NVI).
Entonces Dios,
«destruirá a la muerte para siempre, enjugará de todos los rostros
toda lágrima, y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. El
Señor lo ha dicho» (Isa. 25: 8).
4. La esperanza del Antiguo Testamento • 37

El libro de Daniel confirma el concepto bíblico de la resurrección como


la única forma en que tanto los muertos justos como los muertos impíos
pueden recibir sus respectivas recompensas. Daniel 12: 2, 3 declara: «Mu­
chos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos
para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los enten­
didos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que instru­
yen a muchos en la justicia serán como las estrellas por toda la eternidad»
(RVC). Malaquías 4: 1-3 contrasta de manera drástica la aniquilación final
de los malvados y la vida eterna de los justos, que pisotearán las «cenizas» de
los malvados (vers. 3, NTV).
El Antiguo Testamento habla claramente del deseo humano de alcan­
zar la vida eterna, de la espera de un mundo renovado y de la certeza de
la resurrección de los muertos. Estos conceptos básicos se convertirán en la
esperanza fundamental del Nuevo Testamento.
5

Otras resurrecciones anteriores

H a enseñanza bíblica de la resurrección corporal de los muertos es inacep­


table para la mente escéptica que niega la intervención sobrenatural de
Dios en los asuntos humanos. Esta enseñanza tampoco se ajusta a la
baag teoría popular de la inmortalidad natural del alma y no tiene mucho
sentido para aquellos fascinados con las «experiencias cercanas a la muerte» de
algunas personas declaradas físicamente muertas pero que reviven, describien­
do luego sus supuestas visiones del más allá (véase el capítulo 11). El argumen­
to es simple: si el alma del fallecido «vuela» directamente hacia su respectiva
recompensa, ya sea el paraíso o el infierno, como propone esta teoría, ¿qué
sentido tiene entonces que regrese y se reencame en su cuerpo anterior? Y más
aún, ¿cómo puede un alma incorpórea gozar de las delicias del Paraíso o sufrir
las llamas del infierno? Se han dado muchas respuestas especulativas a estas
preguntas. Pero ninguna puede negar el hecho de que la esperanza bíblica se
basa en la resurrección corporal de los muertos, no en la supuesta inmortalidad
natural del alma.
En el Antiguo Testamento y en los cuatro Evangelios, la resurrección de
los muertos no se presenta como una mera ilusión utópica, destinada a
consolar a las personas por la pérdida de sus seres queridos y ayudarlas a supe­
rar el miedo a su propia muerte cercana De hecho, la resurrección era la
.seguridad bendita .uopiada por la fe en la palabra vivificadora de Dios y
confirmada por algunas resurrecciones individuales. En este capítulo
40 • Nuestra esperanza ante la muerte

los Evangelios canónicos. Estos asombrosos milagros del pasado son pro­
totipos de la futura resurrección que le devolverá la vida a nuestros seres
queridos que ahora descansan en Cristo y a quienes extrañamos tanto.

En tiempos del Antiguo Testamento


La resurrección corporal es la única forma en que el pueblo fiel de Dios que
murió podrá disfrutar de la vida eterna. La Biblia menciona a dos profetas del
Antiguo Testamento que fueron llevados al cielo sin experimentar la muerte.
El primero de ellos fue Enoc, que según el texto bíblico «caminó con Dios»
(Gen. 5: 22, 24) y «agradó a Dios» (Heb. 11: 5); «un día desapareció porque
Dios se lo llevó» (Gén. 5:24, NVI). Jan Christian Gertz explica que la expresión
«desapareció» (Iqh en hebreo), no es sinónimo de «murió», porque también se
usa en el caso de Elias, que tampoco murió (2 Rey. 2: 3, 5, 9, 10).1 Además, el
Nuevo Testamento confirma que Enoc «fue llevado en vida para que no mu­
riera» (Heb. 11: 5, DHH). Esto significa que Dios se llevó a Enoc a vivir con él
en las cortes celestiales.
El segundo profeta que ascendió al cielo sin conocer la muerte fue Elias.
La narración de 2 Reyes 2 comienza con esta frase: «Cuando el Señor estaba
por llevarse a Elias al cielo en un torbellino» (vers. 1, NTV). Incluso había una
conciencia profética significativa sobre el inminente ascenso de Elias. Los hijos
de los profetas que estaban en Betel y Jericó le preguntaron a Eliseo: «¿Sabes
que el Señor va a quitarte hoy a tu maestro?». Eliseo les respondió: «Lo sé muy
bien; ¡cállense!» (versículos 3, 5, NVI). Cuando Elias y Eliseo caminaban cerca
del río Jordán, «de pronto apareció un carro de fuego, con caballos también de
fuego, que los separó, y Elias subió al cielo en un torbellino» (vers. 11, DHH).
A excepción de Enoc y Elias, todas las demás personas fallecidas que volvieron
a la vida resucitaron corporalmente.
La primera persona que resucitó a la vida eterna fue Moisés, el profeta a
quien Dios le habló cara a cara (Núm. 12 :6-8; Deut. 18: 15; 34: 10). Algunas
fuentes extrabíblicas judías antiguas y cristianas primitivas afirman que Moi­
sés nunca murió.1 2 Sin embargo, el registro bíblico nos dice en términos inequí­
vocos que «Allí murió Moisés, siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme
al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de
1 Jan Christian Gertz, Das erste Buch Mase (Génesis): Die Urgeschichte Gen 1 — 11, Das Alte Testament
Deutsch 1 (Gotinga, Alemania: Vandenhoeck & Ruprecht, 2018), p. 198.
2 Johannes Trornp, The Assumption of Moses: A Critica! Edition with Commentary (Ixlden, Países Bufos:
5. Otras resurrecciones anteriores • 41

Bet-peor, y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy» (Deut. 34: 5,


6). También se nos informa de una disputa ocurrida entre Miguel y el diablo
«acerca del cuerpo de Moisés» (Judas 9). Algunos intérpretes deducen que la
palabra cuerpo (soma en griego) en este pasaje debe entenderse como «espí­
ritu», pero esta sugerencia artificial distorsiona el significado real del texto.3
Según estos pasajes y la presencia de Moisés con Elias en la transfiguración de
Jesús (Luc. 9: 28-36), podemos estar seguros de que Moisés realmente murió
y fue sepultado por Dios mismo, quien también lo resucitó y lo llevó al cielo.
En contraste con Moisés, quien no permaneció mucho tiempo en la tumba
y fue resucitado a una vida inmortal.4 dos niños fueron devueltos a la presente
vida mortal durante los ministerios proféticos de Elias y Elíseo. El primero era
hijo de una viuda pobre en Sidón (1 Rey. 17: 8-24), una ciudad portuaria fe­
nicia en la que nació la reina pagana Jezabel (1 Rey. 16: 31). El registro bíblico
explica que el niño se enfermó y murió. Entonces el profeta Elias lo llevó a su
habitación, oró al Señor y el niño revivió. En algunas versiones, 1 Reyes 17: 22
dice: «El alma volvió al niño» (RV95) y «el alma del niño volvió a él» (LBLA).
Aunque estas traducciones sugieren que la supuesta «alma» (nefés en hebreo)
del niño regresó del Paraíso a su cuerpo terrenal, esto no se corresponde con la
enseñanza bíblica, como hemos visto hasta ahora. Donald J. Wiseman afirma:
«Esta vida [...] por sí sola no constituye una base para ninguna doctrina sobre
la supervivencia del alma después de la muerte».5 Sin embargo, el verdadero
significado del texto, y por lo tanto la traducción correcta, es simplemente que
«la vida volvió al niño» (NTV) o que «el muchacho volvió a la vida» (NVI), ya
que, en otras partes de la Biblia, nefés también significa «vida».6
El segundo caso de resurrección es el del hijo de una destacada mujer
en Sunem (2 Rey. 4: 18-37), un pueblo que estaba cerca del valle de Jezre-
el. El pasaje nos dice que el niño tenía un fuerte dolor de cabeza y murió.
Su madre buscó al profeta Elíseo en el Monte Carmelo y le rogó que fue­
ra con ella a ver a su hijo. El profeta honró su pedido y cuando vio al niño
muerto en la cama, cerró la puerta y oró al Señor. Después de un rato, «el
niño estornudó siete veces y abrió sus ojos» (vers. 35.). Sabemos que cuan­
do Elíseo iba a comenzar su ministerio profético, le había pedido a Elias
«una doble porción» de su espíritu (2 Rey. 2: 9). Así como Elias resucitó al
hijo de la viuda sidonia, Elíseo resucitó al hijo de la sunamita Ambos ca­

1 Ibid., pp. 275-281.


* Elena G. de White, Profetas y reyes (Doral, Florida: IADPA.2C15), cap. 43, p. 455.
‘ Donald J. Wiseman, J and 2 Kings: An tntroduelion and Commentary. Tyndale Oíd Testament Com-
nicnlanes 9(Downerstírove, II.: InterVarsitjr, 1993), p. 178.
* Horat Seebau, nepheth* *. rn 'Pwolugiiut ¡Jictiurury of the Oíd Testament. ed. G. Joba anea Bot-
42 • Nuestra esperanza ante la muerte

sos trajeron consuelo y esperanza a la vida de estas madres emocionalmen­


te devastadas y, sobre todo, demostraron el poder de Dios sobre la muerte.

Durante el ministerio terrenal de Cristo


Jesucristo vino a este mundo para derrotar a Satanás e inaugurar la era me-
siánica. En palabras del apóstol Pedro, «Dios ungió con el Espíritu Santo y con
poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a
todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hech. 10: 38). Y
Jesús mismo les pidió a los discípulos de Juan Bautista que le dijeran que «los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muer­
tos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio» (Luc. 7: 22). Los
milagros de Jesús eran señales de su unción divina como el Mesías prometido
y hechos poderosos que revelaban que «en la persona y misión de Jesús, el
Reino de Dios estaba conquistando el reino de Satanás».7
Se nos dice que «Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus dis­
cípulos», las cuales no están registradas en los evangelios canónicos (Juan 20:
30; cf. Juan 21: 25). Esto significa que no sabemos con certeza a cuántos en­
fermos sanó y cuántos muertos resucitó. Durante su ministerio terrenal, Jesús
resucitó al menos a tres personas.
Uno fue el hijo de una viuda de Naín (Lucas 7: 11-17), un pueblo ubicado
en Galilea. El joven fallecido era «hijo único de su madre» (vers. 12) y como
viuda, ciertamente dependía de él para su sustento. Ella no le pidió nada a
Jesús. Mientras llevaban a su hijo sin vida a la sepultura, Jesús se llenó de com­
pasión, tocó el ataúd abierto y dijo: «Joven, a ti te digo, levántate» (vers. 14).
Inmediatamente, esas palabras vivificadoras hicieron que su corazón latiera
de nuevo.
Otra persona que resucitó de entre los muertos fue la hija de Jairo, una
niña de doce años (Mar. 5: 21-24, 35-43; Luc. 8: 40-42, 49-56). Jairo era uno
de los ancianos de la sinagoga local, presumiblemente en Capernaúm.8 Jairo
se acercó a Jesús y le rogó que se apresurara a su casa para que curara a su hija
moribunda. Antes de que llegaran, llegó la terrible noticia de que la niña ya
había muerto. Al entrar en la casa, Jesús dijo: «No lloren, que no está muerta,
sino dormida» (Luc. 8: 52, RVC). Luego, tomando la mano de la niña muerta,
ordenó; «Niña, ¡levántate!» (vers. 54, RVC). En Lucas 8: 55, algunas versiones
bíblicas dicen que «le volvió su espíritu» (RV60, LBLA, JBS, BLP, NRSV), mien­

7 George E. Ladd, A Theology of the New Testament, ed. rev., ed. Donald A. Hagner (Cambridge:
Lutterworth, 1994), p. 192; véase también las pp. 308, 309.
' Richard T. France, Ihe Gospel of Mark: A Commentary on the Greek Texl, New International Greek
5. Otras resurrecciones anteriores • 43

tras que las más modernas declaran que «le volvió la vida» (NTV, RVC, NVI,
DHH) y que «volvió a respirar» (The Message, traducción libre del inglés). Una
vez más, la poderosa palabra de Jesús venció a la muerte.
Sin embargo, este milagro de Jesús dividió la opinión de los que lo pre­
senciaron. Al principio algunos se burlaron de Jesús por decir que la niña
solo dormía, cuando sabían que realmente estaba muerta (vers. 53). Después
de que Jesús resucitó a la niña, sus padres «estaban atónitos» (vers. 56). Pero
«como ella había estado enferma tan solo un corto tiempo y fue resucitada
inmediatamente después de su muerte, los fariseos declararon que la niña no
había muerto; que Cristo mismo había dicho que estaba tan solo dormida».9
Desafortunadamente, la posición crítica de estos fariseos les impedía discernir
la verdadera naturaleza de los actos divinos, poderosos y vivificadores de Jesús.
La tercera persona que Cristo resucitó de los muertos durante su ministerio
terrenal fue Lázaro, que vivía en Betania (Juan 11: 1-44), un pequeño pueblo
cerca de Jerusalén. Esta resurrección fue de hecho «el mayor de los milagros
de Cristo»10*y «el último y culminante milagro de Cristo».11 El relato evangélico
nos dice que Lázaro enfermó y murió. Una vez más, Jesús se refirió a la muerte
como un sueño: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo»
(vers. 11). Como los discípulos no entendieron la metáfora, Jesús les dijo cla­
ramente: «Lázaro ha muerto» (vers. 14). Jesús llegó a la tumba cuando Lázaro
ya tenía cuatro días fallecido. Su cuerpo había comenzado a descomponerse
y olía mal. Después de una breve oración, Jesús ordenó: «¡Lázaro, ven fuera!»
(vers. 43), y el cadáver frío y envuelto revivió y comenzó a caminar ante el
asombro de todos.
¡Qué increíble demostración del poder vivificador de Aquel que es «la re­
surrección y la vida» (vers. 25)! Juan Crisóstomo (c. 347-407 d. C.), uno de
los padres de la iglesia griega, sugirió que el poder de Cristo sobre la muerte
es tan grande, que tuvo que llamar a Lázaro específicamente por su nombre,
o todos los demás muertos justos habrían resucitado. «Si hubiera dado una
orden general, habría resucitado a todos los que estaban en la tumba. Pero él
no deseaba levantarlos a todos».12 ¡Esto, sin embargo, ciertamente sucederá en
su segunda venida!
Jesús le había dicho a Marta, una de las dos hermanas de Lázaro: «Si crees,
verás la gloria de Dios» (vers. 40, RVC) y ella vio un destello de esa gloria en la
resurrección de su amado hermano. Por la gracia de Dios, la plenitud de esa
’ llena G. de White, El Deseado de todas tasgentes (Doral, Florida: IAHPA,2O07), cap. 58, p. 501
"'¡l’id .p. 495.
" llena G. de White, Palabras de vida del gnin Maestro <l k>ral, Florida IAPPA, 2019), cap. 21, p 208
"luán Griióatomo, Or> the Incomprehensible Natun o/Ctoal, ed. Hermlgild Dressler, trad Paul W. Harkins.
44 • Nuestra esperanza ante la muerte

gloria se revelará en la resurrección final de todos los justos que descansan en


sus tumbas. Vern S. Poythress declara: «La resurrección de Lázaro es un ade­
lanto de la resurrección final del cuerpo, y esta resurrección final forma parte
del contexto más amplio de la creación de un cielo nuevo y una tierra nueva
(Apoc. 21: 1). La resurrección del cuerpo es la forma consumada de la nueva
creación».13
Las narraciones bíblicas que hemos mencionado conducen a algunas con­
clusiones importantes. Primero, cada uno de estos casos resalta el poder vi­
vificador de la palabra de Dios. En efecto, «La vida de Cristo, que da vida al
mundo, está en su palabra. Fue por su palabra como Jesús sanó la enfermedad
y echó los demonios; por su palabra calmó el mar y resucitó los muertos; y la
gente dio testimonio de que su palabra era con autoridad».14 Segundo, la resu­
rrección corporal es la única forma en que los muertos pueden volver a vivir y
aparecerse a los vivos. Esto significa que todas las apariciones a través de mé­
diums de supuestos fallecidos son falsificaciones malignas (cf. 1 Sam. 28: 3-25;
Isa. 8: 19, 20). Y tercero, ninguno de los resucitados de entre los muertos en
los tiempos bíblicos dio testimonio de su experiencia en el más allá mientras
estaba en la tumba. Este hecho es un serio desafío al supuesto origen «divino»
de las modernas experiencias cercanas a la muerte. En vez de tratar de forzar
nuestras experiencias personales a la Biblia, por muy impresionantes que sean,
debemos permitir que la Biblia juzgue la validez de esas experiencias.

13 Vern S. Poythress, The Míreteles of lesus: How the Savior’s Mighty Acts Serve as Signs of Redetnption
(Wheaton, 1L: Crossway, 2016), p. 41; itálicas en el original
K7 nocpnJn de tn/laa las mentes, can. 41» p. 360
6

Él murió por nosotros

l 26 de abril de 1955, el destacado teólogo luterano y erudito del Nuevo

E
Testamento Oscar Cullmann (1902-1999) presentó una reveladora con­
ferencia en la Capilla Andover de la Universidad Harvard, titulada: «¿In­
mortalidad del alma o resurrección de los muertos? El Testigo del Nuevo
Testamento».1 Cullmann declaró que «nada muestra mejor la diferencia radical
que hay entre la doctrina griega de la inmortalidad del alma y la doctrina cristia­
na de la resurrección» que el contraste entre la muerte del filósofo griego Sócra­
tes y la muerte de Jesucristo.i2
Para Sócrates, la muerte era la gran amiga del alma, ya que liberaba al alma
de la prisión de su cuerpo. Así, el día de su muerte, bebió tranquilamente la
copa de la cicuta venenosa. Por el contrario, para Jesús, la muerte era un enemi­
go aterrador que había que vencer. En Getsemaní, declaró: «Estoy muy triste, y
siento que me voy a morir», e incluso oró:«¡ Padre!, todas las cosas son posibles
para ti. Aparta de mí esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que
quieres tú» (Mar. 14: 34, 36, DHH, RV95). Desde la cruz, Jesús clamó: «Dios
mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado?» (Mar. 15: 34). ¡Jesús encontró
su libertad y victoria final no en la muerte sino en la resurrección!

i Oscar Cullmann, «Immortality of theSoul or Resurrection oftheDead? The Witnessof the New Testa­
ment», Harvard Divinity School fíulldin 11 (1955-1956): pp. 5-36. Oscar Cullmann, Immortality of the
Soul or Haturraction oftht Deadl Ihe Wltnciioi the New Testament (Londres: Epworth, 1958).
46 • Nuestra esperanza ante la muerte

En este capítulo destacaremos la muerte sustitutiva de Cristo prefigu­


rada por los sacrificios del Antiguo Testamento, predicha por Cristo mis­
mo durante su ministerio terrenal y cumplida en la cruz del Calvario.

La sombra de la cruz
Dios estableció el plan de salvación desde antes de la creación de este mun­
do. En el Pentecostés, el apóstol Pedro declaró que Cristo fue a la cruz «se­
gún el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios» (Hech. 2:
23, NVI). Más tarde, Pedro escribió que Cristo fue escogido «antes de la crea­
ción del mundo» para ser sacrificado como el Cordero de Dios «en estos últi­
mos tiempos» (1 Ped. 1: 20, NVI). No es de extrañar que Cristo se le mostrara
al apóstol Juan a como el «Cordero que fue sacrificado desde la creación del
mundo» (Apoc. 13:8, NVI), o el «Cordero que fue inmolado desde el principio
del mundo» (vers. 8, RVC), en el sentido de que se ofreció a sí mismo para ser
sacrificado cuando llegara el momento oportuno (Gál. 4: 4; Heb. 9: 26).
Algunas versiones traducen Apocalipsis 13: 8 de la siguiente manera: «Y la
adorarán todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no han sido escri­
tos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue
inmolado» (LBLA), mientras que otras traducen: «Y adoraron a la bestia todos
los habitantes de la tierra, todos los que no tienen su nombre inscrito en el
libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo»
(RVC). La pregunta es si la frase «desde la fundación del mundo» se relaciona
con «inmolado» o con «escritos». Grant R. Osborne, opina:
«El orden de las palabras favorece a "inmolado" como el prece­
dente, pero el texto paralelo de [Apocalipsis] 17: 8 favorece a "es­
critos" ("cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida
desde la fundación del mundo"). Si este modificara "el libro de
la vida escrito", transmitiría un mensaje de predestinación im­
portante como en Efesios 1: 4-5, que de hecho es el mensaje en
Apocalipsis 17: 8. Pero en este caso es mejor respetar el orden de
las palabras y reconocer que es el plan redentor de Dios el que
ha sido establecido «desde la fundación del mundo». Ese es el
mensaje de 1 Ped. 1: 18-20 («Fueron rescatados [...] con la san­
gre preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación [...],
que ya había sido destinado desde antes de que Dios creara el
mundo [RVC])».3
5 Grant R. Osborne. Revelado». Baker F.xeeetical Commentary on the New Teatmwnt (Grnnd Rapids, Mil
6. El murió por nosotros • 47

La Biblia enseña que «la paga del pecado es muerte» (Rom. 6: 23) y que
«sin derramamiento de sangre no hay perdón» (Heb. 9: 22, NVI). Pero Dios
concibió un plan por el cual Cristo tomaría el lugar de la humanidad pe­
cadora y moriría por nosotros. El concepto de sustitución, que es el funda­
mento mismo de todo el plan de redención, estaba perfectamente ilustrado
por el carnero que reemplazó a Isaac en el altar del monte Moriah (Gén. 22:
1-18), así como por todos los demás sacrificios ofrecidos durante la dispen­
sación del Antiguo Testamento. «En todo sacrificio, se revelaba la muerte de
Cristo. En toda nube de incienso, ascendía su justicia. Toda trompeta del
jubileo hacía repercutir su nombre. En el pavoroso misterio del lugar santí­
simo, moraba su gloria».4
Si «es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite
los pecados» (Heb. 10: 4, NVI), ¿cómo podía alguien en los tiempos del An­
tiguo Testamento ser perdonado de sus pecados y recibir la seguridad de la
vida eterna? Aún más, ¿cómo Enoc y Elias, así como Moisés, fueron llevados
al cielo siglos antes de que Cristo ofreciera su sacrificio expiatorio en la cruz
del Calvario? No todos los aspectos del «misterio de la piedad» se pueden
explicar completamente (1 Tim. 3: 16). Aun así, sabemos que la salvación
estaba claramente disponible en los tiempos del Antiguo Testamento por
gracia mediante la fe (Gén. 6: 8; 15: 6; Isa. 55: 1), pero dependía del futuro
sacrificio expiatorio de Cristo. Como en el caso de una tarjeta de crédito,
que se usa para hacer pagos, pero luego uno tiene que pagar la factura de la
tarjeta de crédito, Cristo pagó la «factura» de la redención por toda la huma­
nidad en la cruz.
Algunas personas condenan al Antiguo Testamento por sus innume­
rables sacrificios de animales inocentes, una práctica sumamente horrible
para los que se preocupan por los derechos de los animales. Pero cuando
estudiamos el tema, encontramos que estos espantosos sacrificios eran lla­
mamientos divinos llenos de gracia a los pecadores indiferentes, instándo­
los a reconocer la malignidad de sus propios pecados y alejarse de ellos. El
apóstol Pablo corrige la percepción errónea de que el Antiguo Testamento
solo muestra una justicia divina sin amor y que el Nuevo Testamento solo
muestra amor divino sin justicia. Señala que la plenitud de la justicia de
Dios contra el pecado no se manifestó en los sacrificios del Antiguo Tes­
tamento, por numerosos que fueran, sino en la muerte del amado Hijo de
Dios (Rom. 3: 25, 26). En otras palabras, en el Nuevo Testamento, Dios fue
en última instancia más justo que en el Antiguo Testamento, en el que, de
manera anticipada, salvó a innumerables personas, e incluso llevó a algu­
nas al cielo, antes de que se hiciera el sacrificio de la cruz.
48 • Nuestra esperanza ante la muerte

El camino a la cruz
Cuando se cumplió el tiempo, Jesús nació en Belén de Judea, según la pro­
fecía de Miqueas 5: 2 (cf. Gál. 4:4). De los labios de su madre «y de los rollos de
los profetas, aprendió las cosas celestiales».5 A los doce años, fue con sus padres
a Jerusalén para la fiesta de la Pascua (Luc. 2: 41-50). Al contemplar a los sa­
cerdotes vestidos de blanco llevando a cabo los rituales sagrados, «el misterio
de su misión se estaba revelando al Salvador», y reconoció que «era el Hijo de
Dios».6 Allí, en su diálogo con los principales rabinos, «Jesús presentó la profe­
cía de Isaías, y les preguntó qué significaban aquellos textos que señalaban los
sufrimientos y la muerte del Cordero de Dios».7 Dieciocho años después, Juan
el Bautista vio que Jesús venía hacia él y exclamó: «¡Aquí viene el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1: 29, NBV).
En la conversación que tuvo con Nicodemo, Jesús comparó su propia cru­
cifixión con la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto (Núm.
21; 6-9; Juan 3: 14, 15). Cuando se retiró a Cesárea de Filipo, Jesús les habló
explícitamente a los discípulos sobre su muerte y resurrección, pero Pedro lo
reprendió por hablar cosas aparentemente tan absurdas (Mat. 16: 13, 21-23;
Mar. 8: 31-33; Luc. 9: 22). De regreso en Galilea, Jesús abordó el mismo tema
haciendo incluso más hincapié en ello: «Escúchenme y recuerden lo que digo
[...]. Sin embargo, ellos no entendieron lo que quiso decir» (Luc. 9: 44, 45,
NTV; véase también Mat. 17: 22, 23; Mar. 9:30-32). Mientras viajaban a Jerusa­
lén, Jesús alertó a sus discípulos de su muerte y resurrección inminentes, pero
una vez más, sus mentes permanecieron bloqueadas (Mat. 20: 17-19; Mar. 10:
32-34; Luc. 18: 31-34).
En su último día en el templo de Jerusalén, Jesús declaró: «El juicio de este
mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. Pero yo,
cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo» (Juan 12: 31,
32, NVI). Y el registro del Evangelio agrega: «Con esto daba Jesús a entender de
qué manera iba a morir» (vers. 33, NVI). En la última cena con sus discípulos,
Jesús se refirió al pan como un símbolo de su cuerpo, el cual sería partido por
la humanidad pecadora. También agregó que el vino era un símbolo de su san­
gre que sería «derramada por muchos para el perdón de pecados» (Mat. 26: 28,
NVI; cf. 1 Cor. 11: 23-25). Mientras estaba en Getsemaní, la agonía de llevar
sobre sí mismo los pecados de todo el mundo lo llevó a exclamar a sus discípu­
los: «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir» (Mat. 26:38, NVI),

5 Ibid., cap. 7, p. 53.


6 Jhid can R. nn. 61.64.
6. El murió por nosotros • 49

El altar del amor de Dios


La misión redentora de Cristo «lo llamó del trono al misterio del altar de la
cruz del Calvario».8 Todo su ministerio terrenal apuntaba y conducía hacia su
sacrificio expiatorio por los pecados del mundo. Cuando los soldados romanos
lo clavaron en la cruz (Mat. 27: 27-44), en el altar de la cruz no había otro sacer­
dote que pudiera realizar ese sacrificio crucial, sino solo él. El erudito australia­
no del Nuevo Testamento León Morris no pudo haberlo expresado mejor: «To­
dos los demás sacerdotes no tenían otra alternativa que ofrecer víctimas que no
eran ellos mismos. Solo él podía ser a la vez Sacerdote y Víctima. Su sacrificio es
único, único en su especie y único en calidad».9
Luego de que lo azotaron, que le pusieron una corona de espinas, que se
burlaron de él, que lo escupieron y de haber sido vícúma de blasfemias, Jesús
finalmente gritó: «¡Consumado es!» y murió (Juan 19: 30). Ese fue el poderoso
grito de triunfo sobre Satanás y los poderes del mal, poderes que todavía causan
estragos pero que ahora están condenados por el juicio de Dios (Mat. 8: 29). Ese
fue el grito final del Cordero de Dios que murió en nuestro lugar para que, por
su muerte, podamos vivir. En las conmovedoras palabras de Elena G. de White:
«Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que noso­
tros pudiéramos ser tratados como él merece. Fue condenado por
nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que
nosotros pudiéramos ser jusúficados por su justicia, en la cual no
habíamos participado. Él sufrió la muerte nuestra, a fin de que
pudiéramos recibir la vida suya. "Por su llaga fuimos nosotros cu­
rados" (Isa. 53: 5).
»Por su vida y su muerte, Cristo logró aun más que restaurar lo
que el pecado había arruinado. Era el propósito de Satanás conse­
guir una eterna separación entre Dios y el ser humano; pero en
Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios que si
nunca hubiéramos pecado. Al tomar nuestra naturaleza, el Salva­
dor se vinculó con la humanidad por un vínculo que nunca se ha
de romper».10
¿Por qué Cristo murió de una muerte tan horrenda? La respuesta la encon­
tramos en tres motivos convergentes. Primero, en Cristo quedó demostrada la
plenitud de la justicia de Dios contra el pecado para la salvación de la humani­
dad (Rom. 3: 24-26; 2 Cor. 5: 21). En segundo lugar, Satanás indujoa Judas y a
los líderes judíos a exigir que Jesús fuera crucificado (Mat. 27: 20-26; luán 13:2,

* Plena (i. de White, Ser semejante a Jesús, p. 280.


• león Morris, Ihe Cross In Ihe New Testarnrnt ((irruid Rapids, MI: Eerdmans, 1965), p. 290.
50 • Nuestra esperanza ante la muerte

27; 14: 30). En tercer lugar, Dios usó esta forma de muerte tan drástica para
grabar en nuestra mente insensible la malignidad del pecado y el asombroso
amor que Dios tiene por nosotros (Isa. 52: 13-53: 12; Rom. 5: 6-11; 6: 23). «La
cruz es, para nuestra atrofiada percepción, una revelación del dolor que, desde
su comienzo, produjo el pecado en el corazón de Dios».11 «Nada menos que la
muerte de Cristo podía hacer eficaz para nosotros este amor».11 12
El evangelista y maestro bautista escocés Oswald Chambees nos advierte:
«Nunca construyas tu caso para pedir perdón sobre la idea de que Dios es nues­
tro Padre y nos perdonará porque nos ama. Eso contradice la verdad revelada de
Dios en Jesucristo. Hace que la cruz sea innecesaria y la redención "mucho rui­
do y pocas nueces". Dios perdona el pecado solo por la muerte de Cristo. Dios
no podría perdonar a las personas de otra manera que por la muerte de su Hijo,
y Jesús es exaltado como Salvador debido a su muerte».13
El teólogo alemán Erich Sauer señala que no debemos minimizar el signifi­
cado del sacrificio expiatorio de Cristo por su resurrección. Sauer afirma: «La
cruz es el acontecimiento más grande en la historia de la salvación, más grande
incluso que la resurrección. La cruz es la victoria, la resurrección el triunfo; pero
la victoria es más importante que el triunfo, aunque este último sigue necesaria­
mente al otro. La resurrección es la manifestación pública de la victoria, el triun­
fo del Crucificado. Pero la victoria en sí fue completa. "Consumado es" (Juan
19: 30)».14
No es de extrañar que el apóstol Pablo haya dicho tan categóricamente:
«Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo» (Gál. 6: 14).
Asimismo, las huestes celestiales dijeron a gran voz: «El Cordero que fue inmo­
lado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra,
la gloria y la alabanza» (Apoc. 5: 12). Y la «gran multitud» de los redimidos
también clamará a gran voz: «¡La salvación pertenece a nuestro Dios, que está
sentado en el trono, y al Cordero!» (Apoc. 7: 9, 10). Gracias a su muerte sustitu-
tiva, viviremos eternamente. ¡Que nosotros, por la gracia de Dios, seamos parte
de esa gran multitud!

11 White, La educación, cap. 31, p. 238.


12 El Deseado de todas las gentes, cap. 72, p. 629.
13 Oswald Chambers, «Consumado es» en En pos de lo supremo: El libro de oro de Oswald Chamberí
(Grand Rapids, MI: Publicaciones Nuestro Pan Diario, 2021), lectura para el 21 de noviembre.
~ 4 „cut.tnriral Rrvtlation ln the New Testament llMtt
La victoria de Cristo
sobre la muerte

i—1 registro evangélico dice que el viernes en la tarde, cuando Jesús ya había
''Ww fallecido (Juan 19: 30, 33-35), José de Arimatea reclamó su cuerpo, «lo
envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo, que había
labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada
del sepulcro, se fue» (Mat. 27: 59, 60). El sábado, mientras los seguidores de
Jesús descansaban «conforme al mandamiento» (Luc. 23: 56), los principales
sacerdotes y los fariseos fueron a ver a Pilato. Le dijeron que Jesús había dicho:
«Después de tres días resucitaré» (Mat. 27: 63). Ante su pedido, Pilato ordenó
que se sellara la piedra a la entrada del sepulcro y que los soldados romanos
vigilaran el sepulcro (vers. 65, 66). Desde la perspectiva humana, todo estaba
dispuesto para mantener a Cristo confinado al sepulcro, pero todas estas manio­
bras solo ayudaron a que la resurrección de Cristo fuera mucho más trascenden­
tal.
El presente capítulo analiza importantes predicciones y promesas sobre la
resurrección de Cristo, el tiempo que pasó en la tumba, su gloriosa victoria so­
bre la muerte y los muchos testigos oculares de ese acontecimiento. Una com­
prensión clara de este tema nos ayudará a evitar conceptos erróneos sobre lo que
Cristo ya ha hizo por nuestra salvación y nos permitirá comprender mejor el
52 • Nuestra esperanza ante la muerte

Predicciones sobre la resurrección


Siglos antes de que Cristo viniera a la tierra, David declaró: «No dejarás mi
alma en el s’eol, ni permitirás que tu santo vea corrupción» (Sal. 16: 10). Si bien
se está refiriendo principalmente a la esperanza de los fieles, este salmo también
tiene un mensaje mesiánico. Tanto Pedro, en su sermón de Pentecostés (Hech.
2: 22-36), como Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hech. 13: 34-37),
aplicaron este pasaje a Jesucristo, quien resucitó antes de que su cuerpo viera
corrupción. Peter C. Craigie declara: «El salmista escribe en base a su experiencia
particular y, sin embargo, sus palabras tocan la experiencia de todos los seres
mortales, a saber, el temor a la muerte. Es un miedo que se debe controlar con
confianza si se quiere vivir la vida a plenitud, pero es un miedo que nunca se
puede controlar de manera absoluta». Sin embargo, la amenaza de la muerte
finalmente fue «vencida en la resurrección de Jesús».1
En varias ocasiones, Cristo mismo habló de su futura muerte y resurrección.
Por ejemplo, en la primera purificación del templo, Jesús se refirió a ella como la
destrucción del «templo de su cuerpo» y en tres días su resurrección (Juan 2:21).
A los escribas y fariseos les mencionó que «como estuvo Jonás en el vientre del
gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la
tierra tres días y tres noches» (Mat. 12: 40). A sus discípulos, les mencionó una y
otra vez que lo matarían y resucitaría «al tercer día» (Mateo 16:21; 17:23; 20:19;
Mar. 9:31; 10:34; Luc. 9:22; 18: 33). Luego de partir del aposento alto rumbo a
Getsemaní, Jesús les dijo: «Pero, después de que yo resucite, iré delante de uste­
des a Galilea» (Mar. 14: 28, NVI; cf. Mat. 28: 16). Como se mencionó anterior­
mente, incluso los principales sacerdotes y los fariseos estaban preocupados por
la promesa de Jesús de que después de tres días resucitaría (véase Mat. 27: 63).
Todas estas predicciones de la resurrección fueron hechas por Cristo mismo
y están registradas en los cuatro Evangelios. Si la resurrección de Cristo fue solo
una visión, una ilusión o un mito, como sugieren algunos eruditos críticos,* 2 en­
tonces Cristo terminó mintiéndoles a sus propios discípulos al prometerles algo
que nunca cumplió. Pero ¡alabado sea el Señor, ese no fue el caso! Las promesas
de Jesús quedaron registradas en los Evangelios por parte de testigos del Cristo
resucitado (Mateo y Juan) o por escritores que entrevistaron a testigos de los acon­
tecimientos (Marcos y Lucas). Además, los registros mismos fueron escritos bajo
la inspiración del Espíritu Santo (2 Tim. 3:16), muchos años después de la Resu­
rrección, con tiempo suficiente para aclarar cualquier expectativa incumplida.

' Peter C. Craigie, Psalms 1-50, Word Bíblica! Commentary 19 (Waco.TX: Word Books, 198.3), pp. 158,159.
2 Una descripción útil, así como un análisis crítico de esas teorías han sido proporclon*d<M por Granl R. OsborM
7. La victoria de Cristo sobre la muerte • 53

Descansando en la tumba
Los Evangelios declaran que Jesús murió alrededor de «la hora novena» de
ese viernes, conocido como el «día de la preparación» (paraskeue en griego)
para el sábado (Mat. 27: 46, 62; Mar. 15: 34-37, 42; Luc. 23: 44-46, 54; Juan 19:
42); descansó en el sepulcro durante el sábado (Mat. 27: 57-60; Mar. 15: 42-46;
Luc. 23: 50-58; Juan 19: 38-42); y resucitó de entre los muertos muy temprano,
«el primer día de la semana» (Mat. 28: 1, 2; Mar. 16: 1-4; Luc. 24: 1-3; Juan 20:
1). Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuánto tiempo permaneció en
la tumba? ¿Cumplió alguna actividad específica durante ese período?
Como ya se mencionó, Jesús prometió varias veces que resucitaría «al tercer
día», lo cual ocurrió. Pero algunas personas se preguntan sobre su referencia
a que pasó tres noches «en el corazón de la tierra» (Mat. 12: 40) y resucitó
«después de tres días» (Mat. 27: 63; Mar. 8: 31). Aquí se utilizan expresiones
idiomáticas judías en las que «día y noche» representan un día y una parte de
un día representa todo el día igualmente.3 Esta noción inclusiva del tiempo
es evidente en algunos pasajes de la Biblia (Gén. 40: 13, 18, 20; 42: 17, 18; 1
Sam. 30: 12, 13; 1 Rey. 20: 29; 2 Crón. 10: 5, 12; Est. 4: 16-5: 1) y se enuncia en
el Talmud de Jerusalén: «Un día y una noche constituyen un lapso, y parte de
un lapso equivale a la totalidad».4 Aun así, los evangelios no se enfocan en el
tiempo preciso que Jesús pasó en el sepulcro, sino más bien en la brevedad,
que culmina con su gloriosa resurrección.5
Los que creen en la teoría de la inmortalidad natural del alma están divi­
didos sobre lo que realmente le sucedió al «alma» de Jesús durante el período
intermedio entre su muerte y su resurrección. Algunos creen que su alma as­
cendió al Paraíso, ya que le prometió al ladrón arrepentido: «Te aseguro que
hoy estarás conmigo en el paraíso» (Luc. 23: 43, NVI). Pero esta suposición
contradice de manera rotunda las palabras que Jesús le dijo a María Magdalena
después de que resucitó: «¡Suéltame!, porque aún no he subido a mi Padre»
(Juan 20: 17). Otros intérpretes sugieren que Jesús descendió a los infiernos,
porque, así como Jonás estuvo «en el vientre del gran pez», Cristo descendería
al «corazón de la tierra» (Mat. 12: 40). El llamado «Credo de los apóstoles» (c.
siglo IV d. C.) reza que Jesucristo «fue crucificado, muerto y sepultado, descendió

' Para un studio más detallado de este tema, véase Richard T. France, Jesús and the Oíd Testament: His Appli­
cation of Oíd Testament Passages to Himselfand His Mission (Vancouver, BC: Regency College Pub., 1998),
pp. 80-82; C. Mervin Pate, 40 Questions About the Historical Jesús (Grand Rapids, MI: Kregel Academic,
2015), pp. 343-346.
* |acob Ñeusner, ed., The Talmud of the Latid of Israel volumen 11: Shabbat (Chicago: University of Chicago
Press, 1991), p. 311 (y. Shabbat 9: 3, 11),
’ Douglas R. A. I lare, Matthcw, lntcrpr«t«tlon: A Biblical Commentary for Teaching and Preaching (Louis-
54 • Nuestra esperanza ante la muerte

a los infiernos [del latín inferna o inferos], Al tercer día resucitó entre los muer­
tos, subió a los cielos».6
Con respecto a la expresión «el corazón de la tierra», Barclay M. Newman
y Philip C. Sine advierten que «el lugar al que se refiere es la tumba y no el
mundo de los muertos».7 Asimismo, el erudito luterano Richard C. H. Lenski
explica con relación a esta expresión:
«Debe referirse a la tumba en el jardín de José y no al hades, el
infierno o el mítico "reino de los muertos", ese estado intermedio
entre el cielo y el infierno. [...] No sabemos de ningún lugar don­
de el cuerpo pudo haber estado durante esos tres días, excepto
en la tumba de José; tumba que no estuvo vacía durante esos tres
días [...]
La ubicación del infierno o del supuesto "reino de los muertos"
intermedio en el centro de nuestro globo físico es un concepto
ajeno a las Escrituras, así como el cielo no está ubicado en el cielo
físico».8
Además, como ya se señaló en el capítulo 3, la Biblia enseña que la persona
es un «alma» o un «ser viviente» y que esta no tiene alma (Gén. 2:7). Al aceptar
la enseñanza bíblica de la inconsciencia de los muertos, podemos reconocer
fácilmente que durante el período intermedio entre la muerte y resurrección
de Jesús, él simplemente descansó, como todos los demás seres humanos den­
tro del sepulcro.

«Ha resucitado»
Todo lo que los enemigos de Jesús pudieron hacer para evitar la resurrec­
ción de Jesús se hizo. Tras bastidores, el mismo Satanás «puso su guardia en
derredor de la tumba procurando retener a Cristo preso».9 ¡Pero ni la piedra se­
llada, ni los soldados romanos, ni siquiera las huestes del mal juntos pudieron
retener a Cristo en el sepulcro! Después de sanar al ciego de nacimiento, Jesús
les había dicho a los judíos escépticos: «Tengo poder para ponerla [mi vida], y
tengo poder para volverla a tomar» (Juan 10: 18). Ahora había llegado la hora
de que Aquel que había resucitado a otros, resucitara.

6 Jaroslav Pelikan y Valerte R. Hotchkiss, eds., Creeds and Confessions of Faith in the Christian TradilioH
(New Haven, CT: Yale University Press, 2003), t. 1, pp. 667-669.
’ Barclay M. Newman y Philip C. Sine, A Translator’s Handhook on the Gospel of Matthew (Nueva York:
United Bible Societies, 1988), p. 400.
8 Richard C. H. Lenski, Ihe Interpretation of St. Matthew's Gospel, t. 1, 1-14 (Coluinbus, OH: Wartburg
Press, 1943), p. 494.
• i:l»., r: .1.. i.-i fi....... ,..J--i——• —- o, -
7. La victoria de Cristo sobre la muerte • 55

El Evangelio de Mateo dice que «hubo un gran terremoto» cuando «un ángel
del Señor descendió del cielo y, acercándose, removió la piedra de la puerta» del
sepulcro (Mat. 28: 2). Con gran poder, Jesucristo salió de la tumba, proclaman­
do triunfalmente su victoria definitiva sobre la muerte, Satanás y las huestes del
mal. Pero él no salió solo de la tumba, ya que resucitaron con él «muchos cuer­
pos de santos que habían dormido» y que fueron después «a la ciudad santa [de
Jerusalén] y se aparecieron a muchos» como testigos de la resurrección (Mat. 27:
52, 53). ¡Estas personas fueron los primeros trofeos de su gloriosa victoria!
Los saduceos no creían en la resurrección de los muertos, pero los fariseos
sí (Mat. 22: 23; Hech. 23: 8).10*Pero independientemente de sus puntos de vista
contradictorios, ¿cómo podrían admitir que el mismo Jesús que exigieron que
fuera crucificado había resucitado? Los principales sacerdotes, que estaban tra­
tando de disfrazar la realidad de la resurrección, pudieron sobornar a los solda­
dos romanos para que la negaran (Mat. 28: 11-15), pero no pudieron silenciar el
poderoso testimonio de los que resucitaron con él. Y más aún, nadie pudo evitar
las múltiples apariciones de Cristo resucitado y los contundentes testimonios de
quienes lo vieron vivo.
Durante los cuarenta días entre la resurrección de Jesús y su ascensión, Cristo
se apareció, por ejemplo, a las mujeres que fueron al sepulcro (Mat. 28: 1, 9, 10;
Mar. 16:9,10; Juan 20:14-18), a Pedro (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5), a dos discípulos
camino a Emaús (Mar. 16:12; Luc. 24:13-35), a los discípulos en el aposento alto
(Luc. 24: 33-49; Juan 20: 19-29), y a «más de quinientos hermanos a la vez» (1
Cor. 15: 6). Después de su ascensión, Cristo también se le apareció a Saulo, (que
luego comenzó a llamarse Pablo (Hech. 9: 1-9), quien más tarde escribió con­
tundentemente: «Y si Cristo no ha resucitado, entonces toda nuestra predicación
es inútil, y la fe de ustedes también es inútil. Y nosotros, los apóstoles, estaríamos
todos mintiendo acerca de Dios, porque hemos dicho que Dios levantó a Cristo
de la tumba» (1 Cor. 15: 14, 15, NTV).
En la isla de Patmos, el Señor se le reveló al apóstol Juan, con las palabras:
«Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y
para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba» (Apoc.
1: 18, NTV). El Targum judío (una traducción aramea con algunas paráfrasis y
explicaciones), declara sobre Deuteronomio 28: 12, que las llaves de la vida y
de la tumba están «en manos del Señor del universo» y «no se ponen en manos de
cualquier dignatario».11 Entonces, al presentarse a sí mismo como poseedor

Si desea un studio más minucioso del tema, véase George W. E. Nickelsburg Jr., Resurrection, Immortality,
and Eternal Life in Intertestamental ¡udaism, Harvard Iheological Studies 26 (Cambridge, MA: Harvard
University Press, 1972); Jan A. Sigvartsen, Afterlife and Resurrection Beliefs in the Pseudepigrapha, T & T
Clark Jewish and Christian Texts 30 (Londres: T & T Clark, 2019).
"Erneit G. Clarke, Irad., Ihe Aramaic Rible, t. 5B, Targum Pseudo-Ionathan: Deuteronomy (Collegeville,
56 • Nuestra esperanza ante la muerte

de «las llaves de la muerte y de la tumba», Cristo confirmó sus credenciales di­


vinas sobre la muerte y el sepulcro y su poder para finalmente levantar a todos
sus hijos fieles de los sepulcros. ¡La tumba vacía señala al Salvador resucitado
que trae la seguridad de la vida eterna!
8

La esperanza
del Nuevo Testamento

I™™ 1 mensaje del evangelio comprende la maravillosa encamación de Cris-


íW® to' su v*^ a como ser humano y su sacrificio expiatorio, su triunfante re­
surrección y ascensión al cielo y la promesa de su gloriosa segunda veni-
éaáM da. Después de la última cena, Cristo afirmó a sus discípulos: «No, no los
abandonaré como huérfanos; vendré a ustedes» (Juan 14: 18, NTV). En cierto
sentido, él regresó en «las apariciones posteriores a la resurrección»1 y más clara­
mente a través de la presencia permanente del Espíritu Santo (Juan 14: 16, 17,
26). Incluso prometió: «Estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mun­
do» (Mat. 28: 20, RVC). Pero ni sus apariciones ni la presencia del Espíritu
Santo pueden eclipsar la promesa segura de su Segunda Venida: «Vendré para
llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté» (Juan 14: 3, NVI).
El historiador inglés Edward Gibbon (1737-1794) reconoció que los prime­
ros cristianos estaban emocionados por la expectativa de la inminente «segunda
y gloriosa venida del Hijo del hombre en las nubes». Ellos compartían esta
convicción de manera tan abierta y amplia, que «se creía universalmente que el
fin del mundo y el reino de los cielos estaban ya cercanos» pero con el correr del*

León Murria, Iht (íuipcl According to lohn, New International Commentary on the New Testament (Grand
58 • Nuestra esperanza ante la muerte

tiempo, dicha expectativa «fue tratada primero como una alegoría profunda,
luego se consideró como una dudosa e inservible opinión, y finalmente fue re­
chazada como una absurda invención de la herejía y el fanatismo».2 En conse­
cuencia, la esperanza apostólica desapareció en gran medida de la corriente
principal del cristianismo. Sin embargo, ha habido, a lo largo de los siglos,
cristianos fieles que mantuvieron esta bendita esperanza.
Cuando se vive «de cada palabra que sale de la boca de Dios» (Mat. 4: 4,
NTV), no se puede pasar por alto lo que el Nuevo Testamento tiene que decir
sobre la esperanza cristiana. El presente capítulo repasa brevemente las ense­
ñanzas del Nuevo Testamento sobre la segunda venida de Cristo, las resurrec­
ciones finales y la tensión entre las diferentes escatologías globales y personales.

La segunda venida de Cristo


La esperanza, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se pre­
senta bajo diferentes puntos de vista, pero siempre gira en torno a Cristo. El
Antiguo Testamento presenta al Mesías como un Siervo sufriente y un Rey
glorioso que vendría en el momento oportuno por la providencia de Dios.
En cambio, el Nuevo Testamento confirma que Cristo ya vino como Siervo
sufriente, pero aún no como Rey glorioso. Mientras esperan su regreso, los
fieles hijos de Cristo continúan viviendo como mortales. Por otro lado,
tienen la bendita seguridad de tener la vida eterna asegurada en él. Jesús
mismo le dijo a Marta: «El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá»
(Juan 11: 25). El apóstol Pablo pudo decir entonces: «Cristo en ustedes, la
esperanza de gloria» (Col. 1: 27, NVI). De la misma manera, «Juan presenta
que la única vida digna de ser vivida es aquella vida en Cristo, con Cristo
y de Cristo».3
En total concordancia con el Antiguo Testamento (véase el cap. 4), el
Nuevo Testamento no apoya la teoría pagana de la inmortalidad natural
del alma. El apóstol Pablo se refirió a Dios como «el único que tiene inmor­
talidad» (1 Tim. 6: 16) y explicó que los que murieron en Cristo recibirán
el don de la inmortalidad solo en ocasión de la Segunda Venida, cuando lo
mortal se vestirá «de inmortalidad» (1 Cor. 15: 53, NVI). Y el apóstol Juan
añadió: «Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta
vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al
Hijo de Dios no tiene la vida» (1 Juan 5: 11, 12). Si el alma humana es de
naturaleza inmortal, como muchos creen, ¿por qué entonces Juan limita el
2 Edward Gibbon, Ihe Decline ami hall of the Román Empire, t. 1, Modern Llbrary (Nueva York: Randorn
8. La esperanza del Nuevo Testamento • 59

regalo de la vida eterna solo a aquellos que están en Cristo? De hecho, la


segunda venida es la bendita esperanza de la vida eterna.
Muchos predicadores evangélicos populares sugieren que la iglesia será
arrebatada en secreto siete años antes de la segunda venida de Cristo en lo
que se conoce como el «rapto secreto». A pesar de lo popular que se ha vuelto
esta teoría en algunos círculos evangélicos, el Nuevo Testamento no presenta
ningún rapto secreto antes de la segunda venida de Cristo. Se nos dice que
Cristo vendrá «con gran voz de trompeta» (Mat. 24: 31), «con voz de arcángel y
con trompeta de Dios» (1 Tes. 4: 16), y que «todo ojo lo verá» (Apoc. 1: 7). Solo
entonces, al sonido de la trompeta, «los muertos serán resucitados incorrupti­
bles», los santos vivientes serán «transformados» (1 Cor. 15: 52), y juntos irán
al lugar celestial que Jesús ha preparado para ellos (Juan 14: 2, 3).
[.os predicadores antes mencionados buscan justificar sus suposiciones su­
giriendo que el «misterio» mencionado por Pablo en 1 Corintios 15: 51 es el
supuesto rapto secreto. Pero un análisis cuidadoso del texto no respalda tal
suposición antibíblica. David E. Garland dijo inequívocamente: «El misterio
no es que los vivos y los muertos estarán juntos durante la parusía, sino que
tanto los vivos como los muertos sufrirán la transformación necesaria para
poder alcanzar la incorruptibilidad e inmortalidad». 4

Las resurrecciones finales


El catolicismo romano ha combinado la enseñanza bíblica de la resurrec­
ción y la teoría griega de la inmortalidad del alma. Gregorio de Nisa toma
prestado de la teoría egipcia de la vida después de la muerte (véase el cap. 3),
y afirma que «el alma siempre conoce su propio cuerpo» y «no se aparta de
sus propios elementos, ni cuando los fragmentos se juntan, ni si se mezclan
con la parte no trabajada de la materia elemental».5 La edición de 1992 del
Catecismo de la Iglesia Católica dice: «En la muerte, separación del alma y el
cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al
encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en
su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible
uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús».6
Pero la enseñanza bíblica de la resurrección no apoya la teoría del reen­
cuentro de la supuesta alma inmortal con su cuerpo físico. Si las «almas» de
4 David E. Garland, 1 Corinthians, Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI:
Baker Academic, 2003), p. 743.
• Gregorio de Nisa, On the Soul and the Resurrection, trad. Catharine P. Roth, Popular Patristics 12 (Crest-
wood, NY: SVS Press, 1993), p. 69.
* Caterlumn Jeta ----- **■------ • • • -
60 • Nuestra esperanza ante la muerte

los santos muertos vuelan directamente a la presencia de Dios (como afirma


el Catecismo), ¿por qué Cristo y los apóstoles se refirieron a la muerte como
un sueño (Ma. 9: 18, 24; Juan 11: 11-14; 1 Cor. 15: 6, 18, 20; 1 Tes. 4: 13-15; 2
Ped. 3:4; etc.)?7 ¿Por qué el apóstol Pedro declaró que el rey David «murió y fue
sepultado» y «no subió a los cielos» (Hech. 2:29,34)? ¿Por qué el apóstol Pablo
dijo que «si los muertos no resucitan», entonces «también los que murieron en
Cristo perecieron» (1 Cor. 15: 16, 18)? Si los santos tienen un alma inmortal
que vuela hacia la presencia de Dios cuando el cuerpo muere, Pablo jamás
habría dicho que sin la resurrección corporal estamos perdidos.
El Nuevo Testamento habla de dos resurrecciones generales finales: una, de
los justos para recibir el don de la inmortalidad; y la otra, de los impíos para
sufrir su destrucción final. El libro de Daniel va más allá, al afirmar que «mu­
chos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para
vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua» (Dan. 12: 2). Cristo
mismo declaró explícitamente que llegará la hora en que «todos los que están
en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrec­
ción de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación»
(Juan 5: 28, 29).
El libro de Apocalipsis declara que, en la segunda venida, los muertos jus­
tos resucitarán para reinar con Cristo durante «mil años» (Apoc. 20: 4), tam­
bién conocido como el milenio, en las cortes celestiales (Apoc. 19: 11-16; cf.
Juan 14: 1-3). Al final de ese período, los malvados resucitarán para ser casti­
gados según sus malas obras y enfrentar «la segunda muerte» (Apoc. 20: 6), en
la que dejarán de existir (vers. 5-15; cf. Mal. 4: 1). Entonces, la Nueva Jerusalén
descenderá del cielo para ser el hogar eterno de los santos (Apoc. 21: 1-8). Por
algo el apóstol Juan exclamó: «Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre estos, sino que
serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años» (Apoc. 20: 6). >

Dos perspectivas escatológicas


El libro de Apocalipsis, escrito por el apóstol Juan alrededor del año 95
d. C., termina con varias declaraciones relacionadas con la Segunda Veni­
da. En el capítulo final, Cristo le advierte a Juan: «El tiempo está cerca»
(Apoc. 22: 10) y le promete tres veces: «¡Vengo pronto!» (vers. 7, 12, 20;
cf. Apoc. 3: 11). Juan le responde con entusiasmo: «¡Amén! ¡Ven, Señor
Jesús!» (Apoc. 22: 20). Pero han pasado casi dos mil años desde que Jesús

.. tk-nf „ Rihlu-al Metanhor». lournalof the Adventiit ¡heo-


8. La esperanza del Nuevo Testamento «61

hizo esta promesa y él aún no ha regresado. Esto ha llevado a muchos cris­


tianos a preguntarse: ¿Por qué Jesús prometió algo que no cumplió?
En un artículo que escribí en 2015 expliqué8 que el Nuevo Testamento habla
de una Segunda Venida literal y visible de Cristo que ocurrirá en un futuro cer­
cano y no tan cercano. Algunas de las declaraciones de Jesús dan la impresión
de que el plan era regresar pronto, en la era apostólica (Mat. 10: 23; 16:28; Luc.
21: 32); sin embargo, otras declaraciones advierten que «aún no es el fin» (Mat.
24: 6) y que ocurrirá solo después de que se predique el «evangelio del reino en
todo el mundo, para testimonio a todas las naciones» (vers. 14).
El apóstol Pablo utiliza un lenguaje inclusivo cuando se cuenta a sí mismo
entre los que estarán vivos en la segunda venida (1 Cor. 15: 51; 1 Tes. 4: 15) y
también entre los que resucitarán de entre los muertos (1 Cor. 6: 14). Según
David E. Garland, la expresión «no todos dormiremos» (1 Cor. 15: 51) «se refie­
re genéricamente a los cristianos que están vivos en la parusía. Como esta puede
suceder en cualquier momento, y dado que todavía está entre los vivos, Pablo
puede incluirse a sí mismo y a los corintios en el primer grupo: "No todos dor­
miremos''».9
Algunos teólogos han sugerido que el plan original de Cristo de regresar
pronto se frustró y que, hacia el final de su ministerio terrenal, ya había pos­
puesto ese plan. Pero esta sugerencia no resuelve el problema, ya que, como se
mencionó anteriormente, en el libro de Apocalipsis, él continúa prometiendo:
«¡Vengo pronto!». El aparente conflicto entre el regreso cercano y no tan cerca­
no de Jesús se explica mejor a través del conflicto correlativo entre la escatología
global del mundo entero y la escatología personal de cada ser humano.
Sabemos que la oportunidad de salvación finalmente se acabará para
todo el mundo poco antes de la segunda venida de Cristo y que termina para
cada ser humano en el momento de la muerte. De hecho, todos los verdade­
ros cristianos deberían estar «esperando» (1 Ped. 3: 12) y anhelando el pron­
to regreso de Cristo (2 Tim. 4: 8), porque no hay ninguna bendición reserva­
da para aquellos que afirman: «Mi señor tarda en venir» (Mat. 24: 48). Por
otro lado, muchos cristianos están demasiado preocupados, y a menudo
frustrados, por la escatología global del mundo, que no termina de cumplir­
se, mientras que al mismo tiempo tampoco están contentos con su escatolo­
gía personal, que pronto terminará.
Ixts señales de la segunda venida de Cristo indudablemente se están cumplien­
do (ver Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21), lo que apunta a su pronto regreso. Sin embargo,
debemos estar listos para encontramos con el Señor, independientemente de
cuándo regrese (Mat. 24: 36, 42; Hech. 1: 6-8). Puede que todavía estemos

1 Alberto R. Timm, «Longlng for IIIh Appcarlng», Ministry, (julio/agosto 2015), pp. 6-9.
62 • Nuestra esperanza ante la muerte

vivos o que ya estemos descansando en la tumba (1 Cor. 15: 51-56; 1 Tes. 4:


13-18). El salmista declaró: «A los ojos del Señor es muy valiosa la muerte de
quienes lo aman» (Sal. 116: 15, RVC). Y el apóstol Juan añadió: «Entonces oí
una voz del cielo, que decía: "Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante
mueren en el Señor". "Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas
tareas, pues sus obras los acompañan"» (Apoc. 14: 13, NVI). ¿Por qué los
muertos son dichosos? Porque están descansando en los sepulcros hasta la
mañana de la resurrección, cuando finalmente serán dotados de inmortalidad.

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¿Se contradicen estos pasajes?

uinerosos eruditos y líderes religiosos han intentado refutar la ense­


ñanza bíblica sobre el estado de los muertos citando algunos pasajes
de las Escrituras que parecen respaldar la teoría de la inmortalidad
natural del alma. Entre estos pasajes se encuentran:
1. La parábola del rico y Lázaro (Luc. 16: 19-31).
2. La expresión «hoy estarás conmigo en el paraíso» (Luc. 23: 43).
3. El «deseo de partir y estar con Cristo» de Pablo (Fil. 1: 23).
4. la declaración de que Cristo «fue y predicó a los espíritus en­
carcelados» que fueron desobedientes «en los días de Noé» (1
Ped. 3: 19, 20).
5. La alusión en Apocalipsis a las «almas» debajo del altar (Apoc.
6:9,10).
Por lo tanto, vale la pena analizar estos pasajes dentro de sus contextos y el
marco general de las Escrituras.
64 • Nuestra esperanza ante la muerte

El rico y Lázaro
Uno de los pasajes bíblicos más citados en apoyo de la teoría de la inmorta­
lidad natural del alma es la parábola del rico y Lázaro (Luc. 16:19-31). A simple
vista, parece que esta parábola confirma la creencia de la inmortalidad incon­
dicional del alma, pero incluso algunos eruditos que comparten esa creencia
reconocen la fragilidad de esta interpretación. Según Klyne R. Snodgrass, «en
la mayoría de los estudios académicos encontramos la advertencia de que la
parábola no pretende ofrecer una descripción de la vida después de la muer­
te».1 El excardenal Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI) ve este pasaje como
una referencia al supuesto «estado intermedio». Aun así, afirmó: «Es necesario
admitir que el contenido doctrinal de la parábola radica en su moraleja, como
una advertencia contra los peligros de la riqueza, más que en la descripción de
Lázaro en el seno de Abraham y del rico en el infierno».1 2
El erudito anglicano Nicholas T. Wright nos advierte de forma más incisiva
sobre este pasaje:
«Esta parábola no es, como se supone a menudo, una descrip­
ción del más allá, en la que se les advierte a las personas sobre su
destino final. Si ese fuera el objetivo, no sería una parábola, de la
misma manera como una historia sobre alguien que se pierde en
Londres no es una parábola si está dirigida a personas que están
tratando de orientarse en esa ciudad sin un mapa. Quizás no sea
esta la primera vez que nos engaña la suposición rápida y fácil,
contraria a la evidencia, de que Jesús "en verdad" debe haber­
se ocupado principalmente en enseñarles a las personas "cómo
ir al cielo después de la muerte". La realidad es incómodamente
distinta».3
De hecho, cualquier intento de leer esta parábola a través del lente de la in­
mortalidad lo que hace es dar una imagen muy extraña del más allá. Desde esa
perspectiva, habría que admitir que el seno de Abraham (el paraíso) y el hades
(el «infierno» en la NVI) están separados entre sí por un abismo infranqueable
que es lo suficientemente estrecho como para permitir una conversación (Luc.
16: 26). En el «infierno», las supuestas «almas» incorpóreas de los muertos si­
guen teniendo ojos y lengua (vers. 23, 24). En la parábola, el rico fallecido le
habla desde el hades al Abraham fallecido, solicitando que envíe al Lázaro
fallecido a donde los cinco hermanos vivos del rico para que les advierta so­

1 Klyne R. Snodgrass, Stories with Intent:A Comprehensive Guideto the Parables ofJesús (Grand Rapids, MI:
Eerdmans, 2008), p. 430.
2 Joseph Ratzinger, Eschatology: Death and Eterna! Life, trad. Michael Waldstcin, 2a ed. (Washington, 1). C.l
Catholic University of America Press, 1988), p. 124.
’ Ni<-hnla«T Wrioht. lesas and the Victory ofGod, t. 2 de Christian Origim and the (Jueslion ofGod (Mitinea-
9. ¿Se contradicen estos pasajes? • 65

bre las terribles circunstancias del infierno (vers. 27, 28). Esta extraña petición
implica una comunicación entre muertos y vivos, algo que está absolutamente
prohibido en la Biblia (Deut. 18: 9-14; Isa. 8: 19). Sin embargo, este Abraham
reconoce que la resurrección es la única forma en que los muertos podrían
comunicarse con los vivos (Luc. 16: 31).
Una buena interpretación de esta parábola debe tener en cuenta tres as­
pectos esenciales. Primero, Jesús contó esta parábola en respuesta a «los fari­
seos, que amaban mucho su dinero», no porque estaban teniendo una discu­
sión sobre el más allá, sino porque «se burlaron de Jesús» por su parábola del
mayordomo infiel (Luc. 16: 1-14, NTV). La lección principal es que nuestro
destino en el mundo futuro «depende de lo que hagamos en el "aquí y aho­
ra"».4 En segundo lugar, lo más probable es que haya basado su parábola en
otra historia similar del Talmud palestino, quizás menos drástica pero muy
significativa, sobre un humilde hombre santo y un influyente recaudador de
impuestos llamado Bar Maayan.5 Y tercero, en sus enseñanzas, Jesús habló de
la muerte como un sueño inconsciente y de la resurrección como el camino
para que los muertos recobren la conciencia (Mat. 9: 18, 24, 25; Juan 5: 25-29;
11: 11-14, 23-26). Por lo tanto, podemos concluir con certeza que Jesús utilizó
elementos familiares de la tradición judía para instruir de manera ilustrativa a
los fariseos sobre el peligro de confiar en las riquezas y al contar esta parábola
definitivamente no estaba tratando de enseñar sobre el estado de los muertos
en el más allá.

«Hoy [...] conmigo en el paraíso»


Otro pasaje bíblico ampliamente utilizado para defender la teoría de la in­
mortalidad del alma es Lucas 23: 43, que dice lo siguiente según la versión
Reina Valera: «Entonces Jesús le dijo: "De cierto te digo que hoy estarás conmi­
go en el paraíso"». El texto griego original carece de puntuación, por lo que es
bastante difícil determinar dónde se debía colocar la coma. Aun así, la mayoría
de las versiones bíblicas añaden una coma antes de la palabra «hoy» (sémeron
en griego), dando la impresión de que tanto el «alma» del ladrón arrepentido
como la de Jesús fueron al Paraíso inmediatamente después de morir.
Hay, sin embargo, algunas versiones que colocan la coma después de la
palabra «hoy», como en el caso del siríaco curetoniano antiguo.6 El erudito
* Michael Wilcock, The Savior of the World: Ihe Message of Luke’s Gospel, Bible Speaks Today (Downers
Grove, II.: InterVarsity, 1979), p. 162
’ Jacob Neusner, trad., Ihe Talmud of the l.and of Israel, t. 20, Hagigah and Moed Qatan (Chicago: Universi­
ty of Chicago Press, 1986), p. 57 (y. I lagigah 2: 2. 5A-K); Jacob Neusner, trad., The Talmud of the l.and of
Israel, t. 31. Sanhedrin and Makknt ÍC'hiraun' Untv*rBirvnfr'hl^»nr* P»» ioua\ ioi la-»/., c—l.u_
66 • Nuestra esperanza ante la muerte

bíblico británico Joseph B. Rotherham (1828-1910) tradujo el texto así: «Y él


le dijo: De cierto te digo hoy: conmigo estarás en el paraíso».67 La traducción al
alemán de Ludwig Reinhardt (1836-1916) diría en español: «Y Jesús le dijo: De
cierto, te digo hoy: estarás conmigo en el paraíso».8 Reinhardt afirma:
«La puntuación que comúnmente se usa en este pasaje es indu­
dablemente incorrecta y contradice toda la forma de pensar de
Cristo y el ladrón. Solo pudo surgir y más tarde alcanzar la regla
general porque los griegos y los romanos no tenían una com­
prensión real de la esperanza judía en el Mesías. [...] La expresión
"te digo hoy" también se corresponde completamente a la lengua
hebrea, como lo prueban muchos pasajes del Antiguo Testamen­
to. Era particularmente apropiada en la cruz y el día de la muerte
de Jesús porque reafirmaba de manera única la promesa de Jesús.
Dado que Jesús le explica todo esto a María Magdalena el tercer
día después de su muerte: "Porque aún no he subido a mi Pa­
dre" (Juan 20: 17), el "hoy" no puede ni debe ser entendido de
la manera común. El "hoy" incluso no está presente en muchos
manuscritos y traducciones antiguos, lo cual prueba que no tenía
una importancia transcendental».9
El erudito bíblico anglicano Ethelbert W. Bullinger (1837-1913) decla­
ró: «"Te digo hoy" era una expresión idiomática hebrea común para su­
brayar el hecho de que se estaba haciendo una declaración solemne» (ver
Deut. 4: 26, 39, 40; 5: 1; 6: 6; 7: 11; 8: 1, 11, 19; 9: 3; 10: 13; 11: 2, 8, 13,
26-28, 32; 13: 18; 15: 5; 19: 9; 26: 3, 16, 18; 27: 1, 4, 10; 28: 1, 13-15; 29:
12; 30: 2, 8, 11, 15-19; 32: 46).10*Si este es el caso, ¿por qué la mayoría de
las traducciones modernas no toman en cuenta este hecho? En su tesis
doctoral sobre Lucas 23: 43, Rodrigo P. Silva declara que «en el período
patrístico, quienes elegían tal o cual lectura [de este texto] no hacían uso
de ningún argumento gramatical para justificar su elección. Más bien, la
discusión dogmática era la que resolvía el problema. En este sentido, la
traducción doctrinal suplantaba a la exegética».11
En su análisis de Lucas 23: 43, Wilson Paroschi señala: «Si se coloca la
coma antes del adverbio «hoy», se vuelve virtualmente imposible reconci­
6 Bruce M. Metzger, A Textual Commentary on the Greek New Testament (Londres: Sociedades Bíblica»
Unidas, 1975), pp. 181,182
’ Joseph B. Rotherham, The Emphasised Bible: A New Translation (Londres: H. R. Allenson, 1902), p. 89.
• El original en alemán dice: «Und Jesús sprach zu ihm: Wahrlich, ich sage dir heute: Mit mir wirst du im
Paradiese sein».
’ L. Reinhardt, Das Neue Testament vom Standpunkte der Urgemeinde, 3ra ed. (Munich, Alemania: Ernst
Reinhardt, 1923), pp. 104,105.
10 Ethelbert W. Bullinger, How to Enjoy the Bible, 5a ed. (Londres: Eyrc & Spottiiwoodc, 1921), p. 48
"......................... '" n.as íRnoanhalrii t'jwlho. San Pablo. Brasil:
9. ¿Se contradicen estos pasajes? • 67

liar el pasaje con lo que la Biblia, y Jesús mismo, enseña sobre el momento
en el que los muertos fieles obtienen su recompensa final en el cielo (cf.
Luc. 14: 13, 14; 20: 34-38; Juan 5: 28, 29; 6: 39, 40, 53-58). No hay un solo
caso en el que los autores de la Biblia traten de consolar a los creyentes
diciendo que los muertos en Cristo ya han sido llevados al cielo».12
Cuando Jesús declaró ante el Sanedrín: «Y además os digo que desde
ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y
viniendo en las nubes del cielo» (Mat. 26: 64), no estaba dando a entender
que todo esto sucedería aquel mismo día. William Hendriksen sugiere:
«Jesús está mirando hacia el final de la historia. Vio el milagro del Calva­
rio, la resurrección, la ascensión, la coronación a la derecha del Todopo­
deroso (en algunas versiones, "a la derecha del Padre"), el Pentecostés, el
regreso glorioso sobre las nubes del cielo, el día del juicio, todo en una
sola escena, manifestando su poder y su gloria».13
De la misma manera, no hay razón de peso para asegurar que el la­
drón arrepentido fue al Paraíso aquel mismo día. En cualquier caso,
nuestra comprensión del estado de los muertos es demasiado impor­
tante como para basarla en una coma que a todas luces es discutible:
necesita estar sólidamente cimentada en el consenso de las Escrituras.

«Partir y estar con Cristo»


A lo largo de los años, se ha discutido mucho sobre el significado del
«deseo de partir y estar con Cristo» de Pablo (Fil. 1: 23; cf. 2 Cor. 5: 8) y
cómo se relaciona con sus declaraciones anteriores sobre la muerte como
un estado de «sueño» inconsciente hasta la resurrección final (1 Cor. 15: 51,
52; 1 Tes. 4: 14). La mayoría de los eruditos bíblicos reconocen que Pablo
usa la palabra «partir» en referencia a su futura muerte, pero están dividi­
dos en cuanto a la expresión «y estar con Cristo».
Algunos autores ven en esta expresión una alusión a un supuesto en­
cuentro consciente inmediato con Cristo después de la muerte, sin ningún
estado intermedio entre la muerte y la Segunda Venida. Otros lo interpre­
tan como una referencia a un estado intermedio incorpóreo que culminará
con la resurrección corporal. Los eruditos críticos argumentan que, en sus
Epístolas, Pablo cambió la percepción que tenía sobre la muerte de una

u Wilson Paroschi, «’the Significance of a Conima: An Analysisof I.uke 23: 43», Ministry, (junio de 2013), p. 8.
11 William Hendíiksen, Matthew, New Testainent <loninientary (Grand Rapids, MI: Baker Academic. 2002), pp.
68 • Nuestra esperanza ante la muerte

perspectiva primitiva, más judía, en la resurrección corporal a otra más


helenística, en la inmortalidad del alma. Algunos eruditos sugieren que
Pablo creía que todos los justos muertos duermen inconscientemente hasta
la resurrección final, a excepción de los mártires, los cuales supuestamente
ascienden a la presencia inmediata de Dios al morir, y que él pronto se
convertiría en uno de ellos (cf. Apoc. 6: 9-11)
En un comentario que hace sobre Filipenses 1: 23, PeterT. O'Brien re­
conoce que «el trasfondo más inmediato [de este pasaje] no es el debate
filosófico griego sobre la inmortalidad del alma y su liberación del cuerpo
al morir, sino la esperanza de una unión más cercana con Cristo para la
cual no existe un paralelo adecuado en la antigüedad».14 Enrique Treiyer
demuestra que el apóstol Pablo nunca abandonó su esperanza escatoló-
gica de que solo recibiría la inmortalidad en la Segunda Venida.15 En esta
misma epístola, Pablo habla de la muerte y resurrección de Cristo como la
garantía de su propia muerte y resurrección futuras (Fil. 3: 10, 11). Además,
en la última Epístola que escribió, Pablo expresa la certeza de que recibiría
«la corona de justicia», no inmediatamente después de su muerte, sino en
la Segunda Venida (2 Tim. 4: 8). Así que Pablo consideraba un privilegio
dar testimonio de Cristo en sus sufrimientos y su muerte, sabiendo que
ni siquiera la muerte podría separarlo del «amor de Dios, que es en Cristo
Jesús, Señor nuestro» (Rom. 8: 38, 39) o impedir que recibiera el regalo de
la inmortalidad (1 Cor. 15: 51-55).

«Predicó a los espíritus encarcelados»


Uno de los pasajes bíblicos más controvertidos se encuentra en 1 Pedro
3: 18-20, en el que el apóstol Pedro dice que Cristo «fue y predicó a los espí­
ritus encarcelados»16 que desobedecieron «en los días de Noé». Para Lutero,
«este es un texto extraño y ciertamente un pasaje más oscuro que cualquier
otro pasaje del Nuevo Testamento. Yo aún no sé con certeza qué quiere decir
el apóstol».17 Algunos comentaristas conjeturan que, entre su muerte y resu­
rrección, Cristo fue al infierno y allí les predicó a las almas desencarnadas de

14 Peter T. O’Brien, The Epistle to the Philippians: A Commentary on the Greek Text, New International Greek
Testament Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1991), p. 130.
15 Enrique Treiyer, «S’en aller et étre avec Christ: Philippiens 1: 23», Andrews University Seminary Studies 34,
no 1 (Spring 1996): pp. 47-64.
16 Un studio detallado de este pasaje lo provee Bo Reicke, The Disobedient Spirits and Christian Baptism: A
Studyof 1 Pet. III. 19 and Its Context, Acta Seminarii Neotestamentici Upsaliensia 13 (Eugene, OR: W Ipl N<
Stock, 2005).
17 Martin Lotero. I.uther’s Works, t. 30. The Catholic Epistles, ed. laroslav Pellkan (San l.ui», MO: Concordia,
9. ¿Se contradicen estos pasajes? • 69

los impíos antediluvianos. Esta interpretación se basa en la teoría no bíblica


de la inmortalidad natural del alma y de un infierno que arde para siempre.
Además, sugeriría una segunda oportunidad de salvación, lo que contradice
la enseñanza bíblica de que no hay otra oportunidad después de la muerte
(Heb. 9: 27).
Otros eruditos actuales asocian a «los espíritus encarcelados» con «los hi­
jos de Dios» de Génesis 6: 1-5, identificados en el libro apócrifo de 1 Enoc
como santos ángeles que cayeron después de tener relaciones sexuales e inclu­
so engendrar hijos con las hermosas «hijas de los hombres».18 Pero esta inter­
pretación (1) es una mera suposición basada en las enseñanzas cuestionables
de una fuente extrabíblica; (2) sugiere que, al menos, en este caso, los ángeles
son varones que pueden tener relaciones sexuales con mujeres humanas e
incluso dejarlas embarazadas (cf. Mat. 22: 30); y (3) enseña que otro grupo de
ángeles cayó durante el tiempo de Noé, además de la rebelión original de Lu­
cifer y sus ángeles. Los ángeles caídos están ciertamente en «cadenas» hasta su
juicio final (2 Ped. 2: 4; Jud. 6), pero la Biblia también habla del ser humano
como «prisionero de la ley del pecado» (Rom. 7:23, LBLA; cf. Sal. 107: 10-13;
Gál. 3: 22; Col. 1: 13, 14, 21, 22; etc.).
Después de una cuidadosa evaluación de las interpretaciones más comu­
nes de 1 Pedro 3: 19, 20, Wayne A. Grudem concluyó:
«La explicación más satisfactoria de 1 Pedro 3: 19-20 parece más
bien ser la propuesta hecha (pero no realmente defendida) por
Agustín hace mucho tiempo: el pasaje no se refiere a algo que
Cristo hizo entre su muerte y resurrección, sino a lo que hizo
"en el reino espiritual de la existencia" (o "a través del Espíritu")
en el tiempo de Noé. Cuando Noé estaba construyendo el arca,
Cristo estaba "en espíritu" predicando a través de Noé a los in­
crédulos hostiles que lo rodeaban.
»Esta interpretación tiene sustento en otras dos declaraciones de
Pedro. En 1 Pedro 1: 11, dice que el "Espíritu de Cristo" habló a
través de los profetas del Antiguo Testamento. Esto sugiere que
Pedro fácilmente pudo haber pensado que el "Espíritu de Cristo"
también estaba hablando a través de Noé. Luego, en 2 Pedro 2:
5, llama a Noé "predicador de justicia" (LBLA), usando el sustan­
tivo (Áéryx) que viene de la misma raíz que el verbo «predicó»
(ekéryxen) en 1 Pedro 3: 19. Por eso, parece probable que cuando
Cristo «predicó a los espíritus encarcelados», lo hizo por medio
de Noé en los días previos al diluvio».19

'•1 Enoc6: 1-16: 4; 18: 12-19: 2:21: 1-10: 54: 3-6:64: 1-69: 29.
70 • Nuestra esperanza ante la muerte

Por lo tanto, parece bastante evidente que 1 Pedro 3: 18-20 se refiere a los
impíos antediluvianos que estaban físicamente vivos, pero espiritualmente
encadenados en sus propias vidas pecaminosas.

Las almas debajo del altar


Cuando se abrió el quinto sello, el apóstol Juan vio «debajo del altar
[.. .| a las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y
de su testimonio», clamando «a gran voz "¿Hasta cuándo Señor, santo
y verdadero, vas a tardar en juzgar y vengar nuestra sangre de los que ha­
bitan sobre la tierra?"» (Apoc. 6: 9, 10). El Talmud de Babilonia dice que
«las almas de los justos están escondidas bajo el Trono de Gloria».19 20 Pero el
Apocalipsis de Juan solo dice que las almas (psychas) de los mártires están
allí. El asunto crucial aquí es si esta escena debe interpretarse de manera
literal o simbólica.
Esta escena apocalíptica combina varios elementos subyacentes: (1) el
altar del holocausto en el que se sacrificaban animales inocentes, y cuya
sangre se derramaba en la base del altar (Lev. 4: 7, 18, 25, 30, 34; 5: 9; 8: 15;
9: 9); (2) el principio del sistema sacrificial de que «la vida de la carne en la
sangre está» (Lev. 17: 11); (3) los mártires sacrificados por su compromiso
con la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo (cf. Apoc. 1: 9; 12: 11,
17; 14: 12; 20: 4); y (4) las almas de los mártires pidiéndole metafóricamen­
te a Dios que reivindique sus causas. La apertura del quinto sello, en efecto,
retrata una realidad terrenal que se proyecta en los atrios celestiales.
La realidad terrenal se confirma en el hecho de que todos los sacrificios
con derramamiento de sangre, incluido el de Cristo, ocurrieron en esta
tierra y nunca en los lugares celestiales. Así como «la sangre preciosa de
Cristo» fue derramada en el Calvario (1 Ped. 1: 19), la sangre de muchos
mártires inocentes ha sido derramada sobre la tierra. Pero la dimensión
celestial entra en escena cuando se representa a los mártires llorando en la
misma presencia de Dios por su sangre injustamente derramada. Esto evo­
ca las palabras de Dios a Caín: «La voz de la sangre de tu hermano [Abel |
clama a mí desde la tierra» (Gen. 4: 10). Cristo dijo que la culpa por la san­
gre de Abel y los demás mártires recaería sobre aquellos que persiguieron

19 Wayne A. Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine, 2a ed. (Grand Rapids, MI;
Zondervan Academic, 2020), pp. 732, 733; itálicas en el original. Para una exposición más profunda del
tema, véase Wayne A. Grudem, The First Epistle of Peter: An Introduction and Commentary, Tyndale New
Testament Commentaries (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1988), pp. 157-162, 203 239.
201. Epstein, ed., The Babylonian Talmud: Seder Mo'ed; Shabbath 2, trad. H, Irecdnian (Londres: Sondno,
9. ¿Se contradicen estos pasajes? *71

a sus fieles discípulos (Mat. 23: 35; Luc. 11: 51). Hebreos agrega que «por la
fe» la sangre de Abel «aún habla» (Heb. 11:4; 12: 24).
El intento de retratar «almas» visibles e incorpóreas debajo de un altar
celestial literal plantea serios problemas. El teólogo luterano Richard C. H.
Lenski preguntó irónicamente: «¿Había un espacio abierto debajo de este
altar lo suficientemente grande como para albergar a tantos mártires? ¿Por
qué se les asigna a los mártires un lugar tan peculiar en el cielo?». Lenski
reconoció que «Juan no pudo haber visto estas almas a menos que tuvieran
alguna clase de cuerpo».21 Ahora, si ya tenían cuerpos glorificados, su resu­
rrección corporal final entonces no tiene sentido (Apoc. 20: 4-6). Va mucho
más en línea con la enseñanza general de la Biblia admitir que esta es una
escena metafórica, destinada a asegurarle al pueblo oprimido de Dios que
él se preocupa por ellos y que finalmente vindicará sus casos.
Mucha gente lee erróneamente los pasajes examinados anteriormente
(Luc. 16: 19-31; 23: 43; Fil. 1: 23; 1 Ped. 3: 18-20; Apoc. 6: 9, 10) a través
del lente de la teoría griega de la inmortalidad natural del alma. Pero si se
analizan dentro de sus contextos específicos y el marco general de la Biblia,
queda claro que estos pasajes apoyan la enseñanza bíblica general de la
inconsciencia de los muertos y la resurrección corporal final.

Richard C. H. 1 «nakl, The Jnterpretat/on ofSt. John's Rcvelation (Columbus, OH: Wartburg Press, 1943),

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10

El fuego del infierno

os predicadores y autores cristianos han descrito siempre al infierno de

L
las formas más drásticas que la imaginación pueda producir. El 8 de julio
de 1741, por ejemplo, Jonathan Edwards (1703-1758), un influyente
teólogo congregacionalista estadounidense, atemorizó a su audiencia en
Enfield, Connecticut, con su famoso sermón: «Pecadores en manos de un Dios
enojado». Declaró abiertamente que en cualquier momento sus oyentes impe­
nitentes podrían ser tragados por «las llamas resplandecientes de la ira de Dios»
y sufrir incesantemente en el infiemo durante «millones de millones de años».1
Sus oyentes obviamente suplicaron tan fuertemente por la misericordia de
Dios, que Edwards no pudo terminar el sermón.
Sin duda, no todos los sermones sobre el infiemo son tan aterradores e in­
fluyentes como el de Edwards, pero incluso cuando se presenta en términos
más eufemísticos, la noción de un infierno que arde por siempre lleva a muchas
personas a preguntarse sobre su origen y lo que dice la Biblia al respecto. Este
capítulo trata brevemente las opiniones populares sobre un infiemo eterno y un
purgatorio purificador, seguido de algunos comentarios bíblicos sobre estos
temas.

Jonathan Edward», Slnnert in the Hand> ojan Angry Ciad; A Sermón Preached at Enfield, luly 8th, ¡741
74 • Nuestra esperanza ante la muerte

Un infierno que arde eternamente


La mayoría de los cristianos que aceptan la inmortalidad natural del
alma también creen que cuando un impío muere, su alma incorpórea viaja
directamente a un infierno que arde eternamente, donde será torturada para
siempre. En su libro Escatología: La muerteyla vida eterna, Joseph Ratzinger
(Papa Benedicto XVI) reconoce que la existencia de un infierno con castigos
eternos, «choca con todas nuestras ideas de Dios y del hombre, de modo que
su aceptación no pudo realizarse sin grandes conmociones». Aun así, afirmó
que este dogma está fuertemente enraizado «tanto en la doctrina de Jesús
|...| como en los escritos apostólicos».2
La noción de un infierno que arde eternamente sigue muy viva. El cate­
cismo de la Iglesia Católica (aprobado y promulgado en 1997) afirma que
«la enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad.
Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los
infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del
infierno, "el fuego eterno"».3 Esta doctrina también la mantienen la mayoría
de las iglesias protestantes y evangélicas. Pero ¿está «fuertemente enraizado»
este dogma en las enseñanzas de Cristo y los apóstoles, como afirman Ra­
tzinger y otros líderes cristianos?
Samuele Bacchiocchi y Edward W. Fudge han demostrado que la noción
de un infierno que arde eternamente es de origen pagano y no tiene sustento
bíblico.4 En 1973, el sacerdote franciscano Leonardo Boff admitió irónica­
mente: «Si pudiera, anunciaría esta noticia: el infierno es un invento de los
sacerdotes para someter a las personas [...] pero no puedo».5 En su libro ¿Qué
es el infierno? Jeremy D. Myers afirma que muchas de las historias medieva­
les sobre el infierno «se inspiraron en gran medida en los relatos violentos
de la mitología griega antigua y el paganismo del norte de Europa». Declara:
«En realidad, no es tan sorprendente que la teología cristiana del
infierno incorpore tantas imágenes y enseñanzas de los mitos
griegos y de la cultura pagana, ya que luego de que Constantino
legalizó el cristianismo en el año 312 d. C„ este matrimonio

2 Joseph Ratzinger, Escatología: La muerteyla vida eterna, trad. Severiano Talavero Tovar, 3a ed. (Barcelona:
Editorial Herder, 1992), p. 201.
3 Catecismo de la iglesia católica, segunda sección, «La profesión de la fe cristiana», tomado de: https://www.
vatican.va/archive/catechism_sp/pl23al2_sp.html el 14 de abril de 2022.
’ Véase Samuele Bacchiocchi, «Immortality or Resurrection? A Biblical Study on Human Nature and Destiny», Biblical
Perspectives 13 (Berrien Springs, MI: Biblical Perspectives, 1997); Edward W. Fudge. The Pire lluit Consumes: A Biblical
and Historical Study ofthe Doctrine ofFinal Punishment, 3a ed. (Eugene, OR: C lascade, 2011).
5 Leonardo Boff, Vida Para Além da Marte: O presente: seu futuro, sua festa, sua contestando (Petrópolis, Rio de
10. El fuego del infierno *75

entre la teología y la práctica cristiana y no cristiana permeó


casi todos los aspectos del cristianismo. Desde el clero y las igle­
sias hasta las festividades y los rituales, el cristianismo adoptó
gran parte de las historias, la cultura y las tradiciones que antes
se consideraban "no cristianas". Así que con la doctrina del in­
fierno no fue diferente. Muy pocas de las imágenes del infierno
con las que estamos familiarizados provienen de las Escrituras.
La gran mayoría fue tomada de fuentes no bíblicas»6.
Robín L. Fox explica que «así como un seguidor de Platón, como Plutar­
co, podía escribir libremente sobre los terrores del inframundo como un
"mito mejorado", Orígenes propuso que los terrores literales del infierno
eran falsos, pero que se debían promover para asustar los creyentes más sim­
ples».7 De esta forma, muchos mártires cristianos de los siglos II y III d. C.
encontraron seguridad personal y experimentaron sentimientos de «santa
venganza» al advertir a sus oyentes y amenazar a sus torturadores paganos
con los terrores del infierno. De hecho, la imagen de un infierno que arde
eternamente ayudó a la Iglesia Católica a retener a sus creyentes y a convertir
a muchos paganos asustados.

Del purgatorio al paraíso


Estrechamente ligada a la noción de un infierno que arde eternamente está
la doctrina católica romana del purgatorio que, según la vigésimo quinta sesión
del Concilio de Trente (1545-1563), debe ser «creída, mantenida, enseñada y
en todas partes predicada por los fieles de Cristo».8*El catecismo del Concilio
de Trente (publicado originalmente en 1566) confirmó la supuesta existencia
del «fuego del purgatorio, en el cual las almas de los justos son limpiadas por
medio de un castigo temporal, para ser admitidos en su patria eterna».’ Para
Joseph Ratzinger, «el Nuevo Testamento no desarrolló totalmente la cuestión
de la "situación intermedia" entre la muerte y la resurrección, sino que la dejó
para que la Iglesia Católica Romana desarrollara esta doctrina.11
abierta»1011

6 Jeremy D. Myers, What Is Hell? The Truth About Hell and How to Avoid It, Christian Questions 4 (Dallas,
OR: Redeeming Press, 2019), 54,55.
7 Robin L. Fox, Pagans and Christians (Nueva York: Knopf, 1989), p. 327.
’ Cánones y decretos del Concilio de Trento, tomado de: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/fft.htm
el 14 de abril de 2022.
’ Ihe Catechism of the Council ofTrent, Published by Command ofPope Pius the Fifth, trad. J. Donovan (Bal­
timore, MD: Lucas Brothers, [1829]), p. 51, pt. 1, art. 5.2.
111 Ratzinger, p. 204.
11 Platón, Pedónen Diálogo» lll trad. Carina Garda Gual (Madrid: Editorial Gredos, 2008). tomado de: httns://
76 • Nuestra esperanza ante la muerte

En realidad, la doctrina del purgatorio combinó el ritual pagano de orar


por los muertos, ya practicado por algunos judíos durante el período intertes­
tamentario (2 Macabeos 12: 38-45) con algunos componentes fundamentales
de la mitología griega sobre el más allá. En el Fedón de Platón, Sócrates des­
cribe el supuesto juicio de las almas de los que mueren y su posterior viaje al
inframundo. Todos aquellos que son «irremediables a causa de la magnitud
de sus crímenes» son condenados al temible Tártaro, de donde nunca saldrán.
Aquellos que «se distinguieron por su santo vivir», especialmente «los que se
han purificado suficientemente en el ejercicio de la filosofía |...] van a parar a
las moradas más bellas». Pero las almas de los que vivieron indiferentes viajan
por el Aqueronte (un río griego representado como uno de los cinco ríos del
inframundo) hasta la laguna Aquerusíade (varios pantanos que se creía esta­
ban conectados con el inframundo), donde «habitan purificándose y pagando
las penas de sus delitos, si es que han cometido alguno, y son absueltos». Las
similitudes entre este mito y la doctrina católica romana del purgatorio no son
meras coincidencias, sino más bien la clara dependencia de esta última del
primero.
Alice K. Turner señala que «el purgatorio le dio a la iglesia, tan poderosa en
todos los aspectos de la vida medieval, nuevos poderes que se extendieron más
allá de la tumba».12 Se creía ampliamente que casi todos, excepto los mártires
y los santos, pasarían por el fuego purificador del purgatorio. Pero los sufri­
mientos de las almas que estaban allí se podían reducir por la penitencia de los
que estaban vivos, quienes también ofrecían oraciones y daban las ofrendas
adecuadas de dinero o pertenencias a la iglesia en nombre de esas almas. El
vendedor alemán de indulgencias más famoso fue el fraile dominico Johann
Tetzel, el cual usaba estrategias radicales para convencer a los feligreses de que
compraran la liberación de las almas de sus seres queridos fallecidos. Audaz­
mente prometía: "Tan pronto como suena la moneda en el cofre, el alma sale
del purgatorio"».13
Desde los primeros días de su misión reformadora, Martín Lutero luchó
contra tales prácticas. En una conferencia que dio en 1545 (pocos meses antes
de su muerte), afirmó: «Del purgatorio no hay mención en las Sagradas Escri­
turas; es una mentira del diablo para que los papistas tengan algunos días de
mercado y trampas para obtener dinero».14 En 1529, el abogado inglés Simón
Fish (fallecido en 1531) afirmó categóricamente: «Si [...] el papa con sus per­
dones a cambio de dinero puede liberar un alma de aquí, también la puede

12 Alice K. Turner, The History ofHell (Nueva York: Harcourt Brace, 1993), p. 132.
IJRoland H. Bainton, Here l Stand: A Life of Martin I.uthcr (Nueva York: Meridlun, 1995), p. 60.
u Kx.wtn i ntern i.uther’s Works, t. 8. Lectures dn Génesis: Chapters 45-50, ed. hroslav Pellkan (San Luís, MOi
10. El fuego del infierno • 77

liberar sin dinero; si puede liberar a uno, puede liberar a mil; si puede liberar
a mil, puede liberarlos a todos, y así destruir el purgatorio. Por lo tanto, es un
tirano cruel sin ninguna piedad si los mantiene allí aprisionados y sufriendo
solo a cambio de dinero».15
Despojado de muchas de sus horrendas representaciones medievales, el
dogma del purgatorio aún se conserva en el Catecismo de la Iglesia Católica
(1997) como un lugar de fuego purificador para «todos los que mueren en la
gracia y en la amistad de Dios, pero [están] imperfectamente purificados».16
Cabe señalar que, si bien los protestantes y los evangélicos aún conservan el
dogma católico romano del infierno, rechazan la idea del purgatorio.

Implicaciones bíblicas
Los cristianos que creen en la teoría de la inmortalidad natural del alma
definen el paraíso y el infierno como lugares específicos ya habitados por in­
numerables almas desencarnadas. Pero ¿qué implicaciones tiene este punto de
vista inmortalista en la escatología bíblica? Hay al menos seis implicaciones
que destacaremos.
Primero, las nociones de un infierno que arde eternamente y un paraíso
lleno de almas incorpóreas se basan en la teoría filosófica griega de la inmor­
talidad natural del alma y no en la enseñanza bíblica de la inmortalidad con­
dicional del ser humano. La Biblia afirma que la inmortalidad es un don de
Dios que se concederá en la Segunda Venida a los que están en Cristo (1 Cor.
15: 51-55; 1 Juan 5:11,12) y que todos los impíos finalmente serán destruidos,
dejándolos sin «raíz ni rama» (Mal. 4: 1). Esto significa que no hay un infierno
que arderá para siempre, como se evidencia en algunas ciudades antiguas que
se utilizaron como ejemplos de «fuego eterno» pero que ya no arden (Isa. 34:
10; Jud. 7).
En segundo lugar, la teoría de la inmortalidad natural del alma nos dice
que la recompensa final de los justos y el castigo final de los malvados se reci­
ben inmediatamente después de la muerte. En contraste, Jesús se refirió a los
muertos como si todavía estuvieran en los sepulcros, no en el paraíso ni en el
infierno, y que llegará el momento en que «oirán su voz; y los que hicieron lo
bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrec­
ción de condenación» (Juan 5: 28, 29). El apóstol Pablo dio a entender clara­
mente que tanto él como todos los demás santos recibirán sus recompensas solo

"Simón Fish, A Supplication for the Beggars, ed. Edward Arber (Westminster: Archibald Constable, 1895), p.
10; publicado originalmente en 1529.
'"Catecismo de la iglesia católica, segunda sección, «1.a profesión de la fe cristiana», tomado de: https://www.
78 • Nuestra esperanza ante la muerte

en la segunda venida de Cristo (2 Tim. 4: 8). Asimismo, Satanás, sus ángeles y


todos los impíos serán lanzados «al lago de fuego» solo después del juicio final
(Apoc. 20: 15; cf. Jud. 6; Apoc. 20: 7-14).
Tercero, la teoría inmortalista implica que cada alma ya ha recibido su re­
compensa o castigo antes del juicio final, en el que se decidirá cada caso. Al­
gunos han tratado de resolver este problema sugiriendo la existencia de un
juicio individual inmediatamente después de la muerte. Pero si este es el caso,
¿para qué entonces habrá un juicio final de los muertos? Por el contrario, la Bi­
blia afirma que los impíos serán castigados solo después de que sean juzgados
«conforme a sus obras y conforme a lo que estaba anotado en los libros [celes­
tiales]» (Apoc. 20: 12, RVC), lo cual sucederá mil años después de la segunda
venida de Jesús.
Cuarto, la creencia en la inmortalidad natural del alma hace que la resu­
rrección final de los muertos no tenga sentido. Si las almas de los santos ya es­
tán en el paraíso y las almas de los impíos ya están en el infierno, ¿qué sentido
tiene que regresen de sus destinos finales para luego volver a ellos de nuevo?
Como bien argumenta Oscar Cullmann, el Nuevo Testamento enseña la re­
surrección final del ser humano y no la inmortalidad natural del alma.17 En
realidad, solo después de que los justos resuciten de entre los muertos, se les
otorgará el don de la inmortalidad (1 Cor. 15: 51-55).
Quinto, la teoría inmortalista hace que todas las almas humanas sean na­
turalmente inmortales, incluidas las almas de los pecadores impenitentes. Si
esta teoría es correcta, entonces tenemos que admitir que el pecado tuvo un
principio, pero jamás tendrá un final y, en consecuencia, el bien y el mal ten­
drán que coexistir en el universo para siempre. Debemos recordar que, en la
Biblia, las expresiones «eterno», «para siempre» y frases similares siempre de­
penden de aquello con lo que se relacionan. Dios es «eterno» en el sentido más
completo: nunca hubo un momento en que no existió y nunca habrá un mo­
mento en que dejará de existir (1 Tim. 6: 15, 16). Pero el fuego que consumirá
a los impíos es «eterno» solo en el sentido de que no se apagará hasta que los
destruya por completo y con consecuencias irreversibles, como bien lo ejem­
plifica el cese del fuego que destruyó a Sodoma y Gomorra (Jud. 6,7).
Y, por último, la teoría de un infierno que arde eternamente, en el que las
almas de todos los malvados serán castigadas por toda la eternidad, es total­
mente desproporcionada con respecto a la corta duración de la vida de los
seres humanos. Si nuestro amoroso Dios afirma: «Yo no quiero la muerte del
que muere» (Eze. 18: 32), ¿por qué permitiría que un adolescente impío, que
murió a una edad temprana, fuera castigado eternamente en el infierno? In­
...i iba WitHtu» ni the New Teitament
10. El fuego del infierno 79

dependientemente de toda la apologética que se pueda esgrimir, esta teoría


no bíblica presenta la imagen de un dios sádico, completamente incompatible
con el carácter amoroso y justo de Dios como se revela en las Escrituras.
Podemos estar seguros de que el fuego final consumirá a los malvados y
purificará la tierra. «Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún infierno
que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del
pecado».18 Dios no mantendrá una «colonia penal» en ninguna parte de la
tierra. El universo entero finalmente será restaurado a su armonía y perfección
originales.

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Engaños del tiempo del fin

a teoría de la inmortalidad natural del alma ha sido el fundamento para

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aceptar numerosas teorías no bíblicas, experiencias sobrenaturales y
prácticas numinosas. Entre los ejemplos clásicos tenemos la antigua re­
ligión egipcia, a la que los israelitas estuvieron expuestos durante su es­
tancia en Egipto, así como la filosofía griega, que influyó en algunos segmentos
importantes del judaismo e incluso transformó al cristianismo postapostólico.
Algunos de estos antiguos postulados se han mantenido dentro del catolicismo
romano y, hasta cierto punto, dentro de los segmentos ortodoxo, protestante y
evangélico del cristianismo. Pero el mundo místico contemporáneo ha revivido
un espectro mucho más amplio de esos postulados.
Actualmente existe una gran variedad de engaños inmortalistas. Por cuestio­
nes de espacio, solo trataremos brevemente las siguientes tres categorías: (1)
experiencias cercanas a la muerte, (2) transmigración y reencarnación, y (3) ni­
gromancia y espíritus personificados.

Experiencias cercanas a la muerte


La noción pagana de que el alma de la persona fallecida puede regresar del
más allá y reunirse con su cuerpo muerto era un componente fundamental de la
religión egipcia. El Libro de los muertos egipcio incluso tiene una oración que dice
82 • Nuestra esperanza ante la muerte

«Oh ustedes que traen, ustedes que corren, ustedes que están en la
tienda del Gran Dios, dejen que mi alma venga a mí desde donde
esté. [...]
¡Vengan por mi alma, oh guardianes del cielo! Si se demoran en de­
jar que mi alma vea mi cadáver, encontrarán el Ojo de Horus de pie
contra ustedes.1
En La república de Platón, Sócrates cuenta el mito de Er: Er era un valiente
soldado que murió en una batalla, volvió a la vida doce días después y «le contó a
la gente lo que había visto en el otro mundo». Er dijo que «su alma abandonó su
cuerpo y emprendió un viaje, con muchas otras almas acompañándolo. Llegaron
a un lugar asombroso» donde los jueces les dijeron a las almas morales que toma­
ran el camino de la derecha hacia arriba y «a las inmorales que tomaran el camino
de la izquierda hacia abajo». Según Sócrates, cuando Er llegó allí, los jueces «le
dijeron que escuchara y observara todo lo que sucedía en el lugar» para que luego
regresara e «informara a la humanidad sobre lo que sucede allí».1 23
Esta clase de mitos antiguos han tomado nuevos aires gracias a los testimo­
nios de personas que han experimentado las llamadas «experiencias cercanas a
la muerte». Un hito temprano en este campo fue el libro Vida después de la vida4
de Raymond A. Moody Jr., en el que presenta las experiencias de más de cien per­
sonas que fueron declaradas clínicamente muertas y fueron revividas. Muchos de
ellos reportan que abandonaron su cuerpo físico, atravesaron un pasadizo largo y
oscuro y vieron a un ser de luz al final del túnel. En algunos casos, incluso se en­
contraron con los espíritus de familiares y amigos muertos. En otro libro posterior,
de nombre: Reencuentros, contactos con los seres queridos tras la muerte,4 Moody
trata específicamente los casos de personas que recibieron visiones del llamado
«dominio intermedio», un lugar donde supuestamente los vivos y los muertos
pueden reunirse y hablar.
En 1980, Ronald K. Siegel, profesor adjunto de investigación en el Departamen­
to de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de California,
Los Ángeles, discutió las similitudes entre las visiones del más allá reportadas por
Moody y las alucinaciones inducidas por drogas «basadas en imágenes almace­
nadas en el cerebro». Siegel sugiere que, cuando los reportes de las experiencias
cercanas a la muerte «emergen de una cultura en la que la creencia dominante es
la reencarnación, el refuerzo social puede moldear aún más las respuestas verbales

1 Raymond O. Faulkner y Ogden Goelet Jr., trad., The Egyptian Book ofthe Dead: The Book ofGoing Forth by
Day, 3a rev. ed. (San Francisco: Chronicle Books, 2015), lámina 17A.
2 Platón, Republic, trad. Robín Waterfield, Oxford World’s Classics (Oxford: Oxford University Press, 1994),
pp. 371, 372, parr. 614b-d.
3 Raymond A. Moody Jr., Life After Life: The Investigation ofa Phenomenon—Survival of Hoilily fíeath (At­
lanta, GA: Mockingbird Books, 1975).
11. Engaños del tiempo del fin • 83

y guiar las interpretaciones».5 Si bien ciertamente ocurren cambios psicoquímicos


naturales en el proceso de la muerte, también debemos reconocer el componente
paranormal de muchas de esas experiencias cercanas a la muerte y las tendencias
psíquicas posteriores a la experiencia.
En 1983, Bruce Greyson llamó la atención sobre el aumento de los fenóme­
nos psíquicos posteriores a las experiencias cercanas a la muerte.6 En 2010, Jeffrey
Long habló de «docenas de artículos académicos en los que se describen secue­
las psíquicas relacionadas con las experiencias cercanas a la muerte». La encuesta,
realizada por su Fundación para la investigación de las experiencias cercanas a la
muerte, contó con más de 1,300 participantes y reveló que el 45% de los encues-
tados afirmaron haber recibido ciertos «dones psíquicos, paranormales u otros
dones especiales» después de la experiencia cercana a la muerte que no tenían
antes de ella. Long también revela que «cuando estas personas se encuentran con
seres que conocían en su vida terrenal, prácticamente siempre se trata de personas
que han fallecido, por lo general familiares».7 Los estudios modernos sobre las ex­
periencias cercanas a la muerte se han convertido, sin duda, en una de las formas
más sutiles y persuasivas de promover el espiritismo desde una presunta perspec­
tiva «científica» incuestionable.
Algunos autores adventistas han evaluado críticamente las experiencias cerca­
nas a la muerte desde una perspectiva bíblica-teológica. En 1978, por ejemplo, el
editor y autor suizo GustavTobler señaló lo siguiente:
1. Los partidarios de las experiencias cercanas a la muerte afirman
que esta clase de experiencias son una «prueba» de la inmortali­
dad del alma, pero con esta aseveración simplemente están repi­
tiendo la mentira original de Satanás: «No es cierto. No morirán»
(Gén. 3: 4, DHH) y negando la enseñanza bíblica del estado de
inconsciencia de los muertos.
2. Representan a la muerte como un amigo, cuando la Biblia cons­
tantemente habla de ella como un enemigo (1 Cor. 15:26).
3. Cuando hablan de las almas desencamadas las describen como
seres de luz. Esto se compara perfectamente con la alusión bíblica
a Satanás apareciéndose como un «ángel de luz» (2 Cor. 11:3,14).8

’ Ronald K. Siegel, «The Psychology of Life After Death», American Psychologist 35, no 10 (octubre de 1980):
pp. 922,928.
‘ Bruce Greyson, «Increase in Psychic Phenomena Following Near-Death Experiences», Theta 11, no 2 (ve­
rano de 1983), p. 26-29.
’ Jeffrey long y Paul Perry, Evidence of the Afterlife: The Science of Near-Death Experiences (Nueva York:
HarperOne, 2010) pp. 1,2, 189,200. Cf. Wendy E. Cousins, «review of Evidence of the Afterlife: The Scien­
ce of Near-Death Experiences», por Jeffrey Long y Paul Perry, lournal of the Society for Psychical Research
76, no 906 (enero de 2012), pp. 53-57.
1 Gustav Tobler. Keio UZ..WW ' •• •
84 • Nuestra esperanza ante la muerte

En 1981, Jack W. Provonsha dijo que «para los que aceptan la Biblia
como normativa, las experiencias cercanas a la muerte son simples aluci­
naciones. Guardan poca relación con la realidad del más allá».9
Uno de los análisis críticos más veraces y útiles sobre las experiencias
cercanas a la muerte es el libro Through the Valley of the Shadow: The Near-
Death Experience Under Scientiñc, Philosophical and Biblical Scrutiny [A
través del valle de la sombra: Un escrutinio científico, filosófico y bíblico
de las experiencias cercanas a la muerte] del autor Jacques Doukhan.10*Des­
pués de resumir las diversas implicaciones de estas experiencias, Doukhan
observa perspicazmente que «la suposición de la vida después de la muerte
que está implícita en las experiencias cercanas a la muerte no solo hace que
la esperanza bíblica de la resurrección sea innecesaria, sino completamente
irrelevante, ya que excluye la necesidad de Dios mismo. Si los humanos son
naturalmente inmortales, ¿qué sentido tiene la resurrección? De hecho, es
la verdad de la esperanza bíblica lo que está en juego en esta discusión».11

Transmigración y reencarnación
La teoría de la inmortalidad natural del alma también abre las puertas a la
aceptación de conceptos totalmente antibíblicos como el de la transmigración,
que es el paso del alma al morir de un cuerpo a otro que ya existe; y el de la
reencarnación, que es el renacimiento del alma en un cuerpo nuevo o en otra
forma de vida física. Estos conceptos han sido promovidos por las principales
religiones del mundo, como el budismo y el hinduismo, formando la esencia
misma del antiguo jainismo indio y el espiritismo moderno.
En el ancestral Libro de los muertos egipcio, hay una oración específica
para cuando se baja al tribunal de Osiris, seguida de varias oraciones adicio­
nales que describen a la persona que va transformándose en el más allá en una
golondrina, un halcón de oro, un halcón divino, una serpiente, un cocodrilo,
la forma del dios Ptah, la forma del alma de Atum, uh ave Bennu, una garza,
un loto o incluso un dios.12
De la misma manera, la filosofía griega no solo defendía y promulgaba la
idea de la inmortalidad natural del alma, sino que también apoyaba la reen­

’ Jack W. Provonsha, Is Deathfor Real? An Examination ofReported Near-Death Experiences in the Light of
the Resurrection (Mountain View, CA: Pacific Press', 1981), p. 44.
10 Jacques Doukhan, ed., Through the Valley of the Shadow: The Near-Death Experience Uruier Scientific, Phi­
losophical and Biblical Scrutiny (Madrid, España: Safeliz, 2019).
11. Engaños del tiempo del fin • 85

carnación. Como ya se mencionó en el capítulo 3, en el Fedro de Platón, Sócra­


tes afirma que «el alma humana se puede reencarnar como animal, y alguien
que anteriormente fue humano puede renacer como un ser humano una vez
más, en vez de en un animal».13
En el Fedón de Platón, Sócrates incluso propone una hipotética taxonomía
de la reencarnación basada en el tipo de carácter que la persona cultivó a lo
largo de su vida. Los que alimentan la glotonería, la lujuria y la embriaguez,
por ejemplo, supuestamente pueden «asumir la forma de burros y animales de
esa clase». Los que «prefieren la injusticia, la tiranía y el robo» pueden asumir
«la forma de lobos, halcones y felinos». Los que practican la «bondad popular
y social», la templanza y la justicia pueden volver en forma de abejas, avispas o
incluso «volver a la raza humana y nacer de esa especie como una persona de­
cente». Pero el verdadero filósofo, que es amante del conocimiento y se abstie­
ne de todos los deseos corporales, puede unirse a la compañía de los dioses.14
Muchos de los que hoy creen en la reencarnación limitan este fenómeno al
nivel de los seres humanos, dejando fuera del proceso a cualquier otro ser ani­
mal. Algunos incluso argumentan que la promesa de la reaparición del profeta
Elias (Mal. 4: 5) es una prueba de reencarnación. Pero ese no es el caso porque
(1) Elias nunca murió, sino que fue llevado vivo al cielo (2 Rey. 2: 11); (2) la
promesa de Elias solo se cumplió tipológicamente en la vida y ministerio de
Juan el Bautista (Mat. 11:11-14; 17: 9-13); y (3) el Elias glorificado apareció con
Moisés en el monte de la transfiguración (Mat. 17:1-8).
En realidad, cualquier forma de transmigración o reencarnación está en ab­
soluta contradicción con las enseñanzas de la Biblia, como ya se señaló en este
libro. La Biblia también establece que cada persona tiene una sola existencia
en este mundo (Ecle. 9: 5, 10) y «está destinada a morir una sola vez» (Hebreos
9: 27, NTV), sin una segunda oportunidad de salvación. La noción de un alma
que reencarna constantemente, inmortal y consciente no armoniza con las
siguientes palabras del rey Salomón:
«Ninguno de nosotros recuerda lo que sucedió en el pasado, y las
generaciones futuras tampoco recordarán lo que hacemos ahora»
(Ecle. 1: 11, NTV).
GustavTobler afirmó de forma acertada: «El Antiguo y el Nuevo Testamen­
to hablan de la resurrección de los muertos, que es algo completamente dife­
rente a la reencarnación. No es que un alma difunta entra al cuerpo durante
la resurrección, sino que el ser humano completo, cuerpo y alma, resucita a

"Platón, Phacdrus, trad. Robín Waterfield, Oxford World’s Classics (Oxford: Oxford University Press,
2002), p. 32, par. 249b.
14 Platón, Phardu, trad. üavid Gallop, Oxford World’s Clawiici (Oxford: Oxford University Press, 2009), 34,
86 • Nuestra esperanza ante la muerte

una nueva vida. Se trata de una nueva creación al final de los tiempos y no de
reencarnaciones eternas».15 El estudiante serio de la Biblia solo puede concluir
que no hay lugar para ninguna forma de transmigración y reencarnación.

Nigromancia y espíritus personificados


La nigromancia y los espíritus personificados son otra clase de engaños
antiguos que siguen muy vivos en la actualidad. La nigromancia es la su­
puesta comunicación y trato con los muertos por parte de magos o hechi­
ceros, especialmente para descubrir secretos y obtener información sobre el
futuro. Muy en la misma línea están las sesiones en las que un médium pue­
den hablar e incluso ver a los supuestos espíritus personificados de sus seres
amados fallecidos. En su libro The Amazing Afteriife ofAnimáis, la médium
psíquica Karen A. Anderson sugiere que se pueden recibir mensajes y señales
de nuestras mascotas muertas que están en «el más allá».16 Tales experiencias
engañosas pueden ser muy atractivas y tentadoras para quienes extrañan a
una persona o una mascota fallecida.
El concepto de que los espíritus de los muertos se pueden aparecer y los
vivos los pueden ver estaba presente en los escritos de los filósofos griegos.
Por ejemplo, en el Fedro de Platón, Sócrates dice que «las almas patrullan
todo el universo, tomando diferentes formas en diferentes momentos».17 Y
en el Fedón de Platón, Sócrates argumenta que las almas amables, nobles,
puras e invisibles de los verdaderos filósofos ascienden para morar en la pre­
sencia del Dios bueno y sabio. Pero las almas contaminadas e impuras, por
su trato continuo con el cuerpo, son pesadas y «arrastradas de nuevo hacia
el terreno visible». Estas almas vagan «en torno a los monumentos fúnebres
y las tumbas» y «en efecto, han sido vistos algunos fantasmas sombríos de
almas».18 Lamentablemente, estas especulaciones mitológicas abrieron la
puerta a la aceptación de las manifestaciones paranormales.
La Biblia no solo condena cualquier forma de comunicación con los
muertos (Lev. 19: 31; 20: 6, 27; Deut. 18: 10-12; Isa. 8: 19, 20; Apoc. 21: 8),
sino que también declara que la supuesta personificación de los espíritus de
los muertos son mentiras del diablo. Este fue precisamente el caso del rey
apóstata Saúl, tal como se narra en 1 Samuel 28. El profeta Samuel ya estaba
muerto, y «Saúl consultó al Señor» por otros medios, pero «el Señor no le

15 Tobler, pp. 182,183; traducción del autor.


16 Karen A. Anderson, The Amazing Afterlife of Animáis: Messages and Signs From Our Pets on the Other Sidt
(Ralcigh, NC: Painted Rain, 2017).
17 Platón, Phaedrus, 28, par. 246b-c.
11. Engaños del tiempo del fin • 87

respondió» (vers. 6, RVC). Después de haber «expulsado del país a todos los
encantadores y adivinos», Saúl consultó a una adivina en la ciudad cananea
de Endor con una petición específica: «Haz que venga Samuel» (vers. 3, 11,
RVC). La médium le dijo que veía «un espíritu que sube de la tierra», y Saúl
percibió «que era Samuel», quien incluso habló con él (versículos 13, 14,
NVI). Sin duda, se trataba de una falsificación satánica de Samuel.
Si Satanás fue capaz de engañar de esa manera al rey Saúl, puede hacer
lo mismo con todos los que se colocan bajo su influencia. La única forma en
que el pueblo de Dios puede evitar los engaños de Satanás en el tiempo del
fin, incluyendo las experiencias cercanas a la muerte, la transmigración y la
reencarnación, la nigromancia y los espíritus personificados, es permanecer
fieles a Dios y a su Palabra (Isa. 8: 19, 20) y vestirse con toda la armadura de
Dios (Efe. 6: 10-18). Si lo hacemos, podemos reclamar para nosotros mismos
la promesa: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Rom. 8: 31).
¡Nadie, definitivamente!
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12

La cosmovisión bíblica

bdas nuestras doctrinas y prácticas, incluyendo lo que sabemos so-


i bre la naturaleza humana y el estado de los muertos, están enmarcadas
H en la cosmovisión que hemos adoptado. El término «cosmovisión» se
■ puede definir como un sistema de creencias, así como el marco integral
de ideas y actitudes que tenemos sobre el mundo, sobre nosotros mismos y
sobre la vida. Este sistema provee la perspectiva desde la cual vemos la existen­
cia, la lente a través de la cual vemos la realidad y el filtro a través del cual filtra­
mos lo que se ajusta o no se ajusta a nuestro marco ideológico. Desde una
perspectiva humanista, todo, incluida nuestra cosmovisión, es solo una cues­
tión de elección personal, en gran medida influenciada por la comunidad en la
que existimos. Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, se trata de un asunto
crucial que se debe definir por la Palabra de Dios.
Si bien hay algunas maneras útiles de iniciar el estudio de las cosmovisiones
desde una perspectiva cristiana más general,1 en este capítulo trataremos de
hacer una evaluación concisa de las cosmovisiones dualista (occidental), mo­
nista (oriental) e integrada (bíblica) en lo que respecta a la naturaleza humana
y el estado de los muertos.

1 James W. Sire, 77ie Universe Next Door: A Basic Worldview Catalog, 6a ed. (Downers Grove, IL: IVP Aca-
dcmic, 2020); Ronald H. Nash, Worldviews in Conflict: Choosing Christianity in a World of Ideas (Grand
Rapids, MI: Zondervan, 1992). Véase también 'Ihorlelf Boman, Hebrew Thought Compared With Greek,
truel. Jules I.. Morcan (Nueva York: Norton, 1970); Richard E. Nlsbett, Ihe (¡eography of Thought: How
90 • Nuestra esperanza ante la muerte

El dualismo (occidental)
La palabra dualismo expresa la idea de que la realidad está formada por
dos elementos distintos y contrastantes, como el bien y el mal o lo visible y lo
invisible. La misma palabra también se usa comúnmente para expresar el con­
cepto filosófico griego de que la persona está formada por un cuerpo mortal
que alberga un alma inmortal, que se separa al morir.
En el Fedón de Platón, Sócrates sugiere que la purificación consiste en «se­
parar al máximo el alma del cuerpo [...] tanto en el tiempo presente como en
el más allá». En consecuencia, la muerte es vista como la «liberación y sepa­
ración final del alma del cuerpo». Para Sócrates, todas las almas existían en
consciencia y con sabiduría «antes de entrar en forma humana, separadas de
los cuerpos», y seguían existiendo conscientemente para siempre porque eran
"inmortales e imperecederas"».2*
El dualismo platónico originó varias creencias y prácticas cristianas posta­
postólicas. Una de ellas fue la exclusión dualista del cuerpo de la «imagen» y
«semejanza» de Dios en Génesis 1: 26, 27. Según J. Richard Middleton, «diver­
sos intérpretes recurren a fuentes extrabíblicas, generalmente filosóficas, para
interpretar la imagen [de Dios) y terminan leyendo los conceptos contempo­
ráneos sobre nuestra humanidad en el texto de Génesis». Excluyen «el cuerpo
de la imagen [...], afianzando así la lectura dualista de la condición humana».'
En lugar de valorar y cuidar el cuerpo físico como «templo del Espíritu San­
to» (1 Cor. 6: 19), un buen grupo de monjes católicos antiguos y medievales
adoptaron el celibato y el ascetismo bajo la suposición de que la flagelación del
cuerpo purifica el alma.4 El dualismo platónico también llevó a Dante Alighie-
ri (c. 1265-1321) a describir, en su famosa obra La divina comedia, a las almas
desencarnadas que sufren en el infierno, las que se purifican en el purgatorio
y las que se regocijan en el paraíso.5
La visión dualista del ser humano también ha proporcionado el marco filo­
sófico para la actual ideología de género: si el cuerpo y el alma están separados,
entonces el alma (la mente) puede ser otra cosa. En consecuencia, el sexo, rela­
cionado con el cuerpo; y el género, relacionado con la mente, también pueden
ser distintos entre sí. Pero esta noción dualista contradice la visión bíblica del ser
humano como un todo indivisible (Gén. 2: 7).

2 Platón, Phaedo, trad. David Gallop, Oxford World’s Classics (Oxford: Oxford University Press, 2009), p. 13,
par. 67c-d; 26, par. 76c; 66, par. 106e-107a.
5 J. Richard Middleton, The Liberating Image: The Imago Dei in Génesis 1 (Grand Rapids, MI: Brazos, 2005),
17, 24; la cursive figura en el original.
4 Philip Schaff, History of the Christian Church, t. 2, Ante-Nicene Christiantty, A.Z>. 100-325, 12a ed. (Nueva
York: Charles Scribner’s Sons, 1914), pp. 387-414.
12. La cosmovisión bíblica *91

En siTperspicaz libro The End oíGender: Debunking the Myths About Sex
and Identityin Our Society, la neurocientífica sexual canadiense Debra Soh re­
futa nueve mitos sobre el género.6 Después de referirse a una película de la BBC
que sugiere que hay más de cien géneros diferentes, Soh afirma enfáticamente:
«No. Solo hay dos: varón y hembra. No hay evidencia científica que sugiera
que existan otros géneros».7

El monismo (oriental)
El dualismo occidental fue crudamente desafiado por lo que Fritjof Capra
(n. 1939) llamó «el renacimiento espiritual de las décadas de 1960 y 1970».8
conocido popularmente como el movimiento de la Nueva Era. Muy en deuda
con el misticismo oriental del budismo, el hinduismo y el taoísmo, este «re­
nacimiento» impulsó una cosmovisión de tipo monista que niega cualquier
distinción entre la mente y la materia, o entre Dios y el mundo. Como uno de
los portavoces más influyentes de ese movimiento, Capra combinó la física y
el misticismo en una nueva visión integral y panteísta de la realidad, haciendo
hincapié en «la unidad de todas las formas vivas» y «sus ritmos cíclicos de na­
cimiento y muerte» como «el orden dinámico del universo».9
El movimiento de la Nueva Era despersonalizó a Dios, al equipararlo con
el universo mismo. Al despersonalizar a Dios, automáticamente divinizó a
la humanidad, al hacer de cada ser humano una mera expresión de esa única
mente universal. Con respecto a Dios, Erich Jantsch declara: «El hecho de que
hayamos catalogado a la dinámica de organización propia de un sistema como
su mente, permite que ahora podamos decir que Dios no es el creador, sino
Respecto a la humanidad, Francisco Di Biase agrega:
la mente del universo».1011
«Cada individuo es un todo biopsicosocial dinámico, integrado con la natura­
leza y el cosmos, no solo células y órganos que operan juntos. Un todo, cuya
dinámica global, autoorganizada, genera nuevas propiedades, reflejando en el
microcosmos del organismo humano el orden macrocósmico del organismo
universal».11 En su negación de la capacidad creativa de Dios, Alan Watts se
aventura a decir: «Nosotros no "venimos" a este mundo, sino que salimos de
él como las hojas de un árbol. Así como el océano "produce olas", el universo

6 Debra Soh, The End of Gender: Debunking the Myths About Sex and Identity in Our Society (Nueva York:
Threshold Editions, 2020).
’ Soh, p. 68.
" Fritjof Capra, The Turning Point: Science, Society, and the Rising Culture (Toronto: Bantam, 1983), p. 146
9 Capra, pp. 232,415.
111 Erich lantsch, The Self-Organizing Universe: Scientific and Human Implications of the Emerging Paradigm
o/Evolulion (Oxford: Pergamon, 1980), p. 308.
11 Francisco DI HUse O Hnmem HdhHtw a «..«i, 1i- ni- a- i------ 1— n-.-.i «».
92 • Nuestra esperanza ante la muerte

"puebla". Cada individuo es una expresión del reino de la naturaleza, un acto


único del universo total».12
Según la Nueva Era, la muerte no vino a este mundo por el pecado de Adán
y Eva (Rom. 5: 12), sino que es una parte esencial del ciclo interminable de
renovación propia que caracterizan a la denominada «danza de la vida». Según
Capta:
«La autorrenovación —la desintegración y el desarrollo de estruc­
turas en ciclos continuos—, es un aspecto esencial de todo siste­
ma vivo. Pero las estructuras que se reemplazan continuamente
son en sí mismas organismos vivos. Desde su punto de vista, la au­
torrenovación del sistema mayores su propio ciclo de nacimiento
y muerte. El nacimiento y la muerte, por lo tanto, aparecen ahora
como un aspecto central de la autoorganización, la esencia mis­
ma de la vida. De hecho, todos los seres vivos que nos rodean se
renuevan constantemente, lo cual también significa que todo lo
que nos rodea muere constantemente. [.. .| Pero por cada organis­
mo que muere, nace otro. La muerte, entonces, no es lo opuesto a
la vida, sino un aspecto esencial de ella».13
El movimiento de la Nueva Era hace énfasis en una vida y educación in­
tegrales, así como en la llamada ecología profunda. Sin embargo, por muy
atractivo que esto pueda sonar para algunos cristianos, todo está cargado de
la cosmovisión monista en la que Dios no es más que la mente universal. En
su importante libro The New Age Movement and the Biblical Worldview [El
movimiento de la Nueva Era y la cosmovisión bíblica], John P. Newport ofrece
un análisis crítico integral y útil de estos y otros postulados de la Nueva Era.14
En resumen, podemos afirmar que todo el movimiento es corrosivo para la
comprensión bíblica de la naturaleza humana y el estado de los muertos.

Integrado (bíblico)
Si aceptamos el principio protestante de sola Scríptura (únicamente las Es­
crituras) en lo que respecta a los asuntos de doctrina y práctica, entonces ni la
cosmovisión dualista occidental, conformada principalmente por la filosofía
griega, ni la perspectiva monista oriental, arraigada fuertemente en el misti­
cismo pagano, nos son aceptables. Cuando permitimos que la Biblia defina
la comprensión de la naturaleza humana y el estado de los muertos surge un

12 Alan Watts, The Book: On the Tuboo Against Knowing Who You Are (Nueva York: (iollier, 1967), p. 6; la cural*
va figura en el original.
12. La cosmovisión bíblica • 93

marcado contraste entre la cosmovisión bíblica y las dos cosmovisiones men­


cionadas anteriormente.
La cosmovisión bíblica gira en torno a Dios y su carácter. Él es el Creador
y Sustentador de todo el universo (Gén. 1: 1; Juan 1: 1-3; Heb. 1: 2). Como tal,
él no puede ser confundido con sus criaturas, como pretende la Nueva Era.
Como Dios de amor, él no se complace con la muerte del impío (véase Eze.
33: 11). Como Dios justo, «no permitirá que la tentación sea mayor» de lo que
podamos soportar (1 Cor. 10:13, NTV). En consecuencia, la doctrina dualista
de que las almas de los malvados son castigadas durante toda la eternidad por
los pecados que cometieron durante su corta estancia en la tierra no refleja el
carácter amoroso y justo de Dios.
Una comprensión clara de la naturaleza humana es esencial en el caso de
la cosmovisión bíblica. Al respecto, la Biblia dice que «formó, pues, el Señor
Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y
fue el hombre un alma viviente» (Gén. 2: 7, JBS) y que «el alma que peque, esa
morirá» (Eze. 18: 20). Estos pasajes subrayan el concepto de que cada persona
es un todo integrado y, en consecuencia, desmienten la teoría dualista de que
el ser humano está formado por un cuerpo y un alma inmortal que perma­
nece consciente después de la muerte del cuerpo. Además, la declaración de la
Biblia de que «cada persona está destinada a morir una sola vez» (Heb. 9: 27,
NTV) refuta la teoría de la Nueva Era de que la vida es una cadena continua de
ciclos interminables de nacimientos y muertes.
El marco de la cosmovisión bíblica es el gran conflicto cósmico entre el
bien y el mal. Este marco nos ayuda a entender que: «¡El Señor es justo! [...]
¡No existe maldad en él!» (Sal. 92: 15, NTV). «Justo es Jehová en todos sus ca­
minos y misericordioso en todas sus obras» (Sal. 145: 17). Significa que el mal
no es coeterno con Dios. Tuvo un comienzo misterioso (Isa. 14:12-15; Eze. 28:
12-19; Apoc. 12: 7-9) y tendrá un final durante el juicio final en el que todos
los pecadores no arrepentidos se consumirán en «la segunda muerte» (Apoc.
20: 6; 21: 8; cf. Mal. 4: 1).
La cosmovisión dualista, por el contrario, eterniza el mal, ya que este nun­
ca dejará de existir, aunque esa existencia se viva en el supuesto infierno que
arde para siempre. La cosmovisión monista también se queda corta, ya que no
proporciona una explicación convincente sobre la existencia del mal. De he­
cho, hace que la muerte sea coeterna con la vida, un concepto absolutamente
antibíblico. Al final, la cosmovisión bíblica se eleva sobre las filosofías defec­
tuosas de los seres humanos. Explica mejor la experiencia humana y ofrece la
esperanza de un mañana mejor. Podemos esperar «un cielo nuevo y una tierra
nueva, donde reinará la justicia» (2 Ped. 3: 13, RVC).
13

El proceso del juicio

1 a Biblia enseña que somos salvados por gracia (Sal. 6:4; Isa. 55:1-4; Efe.
2: 8, 9), que somos justificados por fe (Gen. 15: 6; Hab. 2: 4; Rom. 5: 1)
< y que somos juzgados por nuestras obras (Deut. 28; Mat. 5: 16-21; 25:
31-46; Apoc. 20: 11-13). La gracia salvadora de Cristo está disponible
para todos, pero solo aquellos que la aceptan por fe son salvos (Juan 3: 16; 2
Cor. 5: 17-21). La verdadera salvación siempre nos libra de «las obras de la car­
ne» y produce en nosotros «el fruto del Espíritu» (Gál. 5:19, 22; véanse también
los versículos 16 al 24). Con mucha razón Jesús dijo: «Por sus frutos los cono­
cerán» (Mat. 7: 20, NVI). Además, el apóstol Santiago explica que, en el juicio
final, nuestras obras serán evaluadas de acuerdo con la ley moral de Dios (Sant.
2:8-13; cf. Éxo. 20: 1-17).
Una de las funciones básicas del Espíritu Santo es convencer «al mundo de
pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8, RVC). Así que no podemos pasar por
alto el tema del juicio final, tal como se describe en las Escrituras. En este capí­
tulo estudiaremos la naturaleza integral de ese juicio, los paradigmas contras­
tantes derivados de nuestra visión de la naturaleza humana y del estado de los
muertos, así como las diferentes fases de ese proceso judicial.

Todos serán juzgados


La mayoría de los cristianos aceptan la verdad del juicio final nara los
96 • Nuestra esperanza ante la muerte

Uno de los pasajes bíblicos más citados que se utiliza para respaldar la no
existencia de un juicio para los justos es Juan 5: 24: «Ciertamente les ase­
guro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y
no será juzgado [krinein, én griego], sino que ha pasado de la muerte a la
vida» (NVI). Sobre este pasaje, George R. Beasley Murray comenta que el
creyente «tiene el juicio detrás de él, no delante de él, ya que el juicio es por
la incredulidad ([Juan] 3: 18, 36)».1
Algunos eruditos importantes entienden que la palabra «juicio» en este
versículo conlleva el significado negativo de ser condenado en el juicio y se
puede traducir como «no vendrá a condenación» (RVR1995, DHH, NBV).
En su comentario sobre Juan 5: 24, Gerald L. Borchert declara: «El significa­
do de krinein (juicio) puede variar ligeramente en Juan según el contexto,
aunque la amenaza de consecuencias negativas no se descarta, En 3: 18
krinein se traduce correctamente como "condenación" porque se está refi­
riendo a un juicio negativo. Aquí (en 5: 22) hay un sentido de evaluación
imparcial presente en el enfoque. Pero en 5: 24 el sentido negativo de "con­
denación" está claramente presente en el uso del sustantivo krisis».1 23
William H. Shea ve varios juicios del pueblo de Dios en el Antiguo Tes­
tamento.’ De igual manera, el Nuevo Testamento confirma que todos los
creyentes están incluidos en el proceso del juicio final. En su descripción
del juicio final (Mat. 25: 31-46), Cristo no solo incluyó a los cabritos (los
impíos) sino también a las ovejas (los justos). El apóstol Pablo dice que «to­
dos compareceremos ante el tribunal de Cristo [...], cada uno de nosotros
dará a Dios cuenta de sí» (Rom. 14: 10, 12). «Porque es necesario que todos
nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo» (2 Cor. 5: 10).
En su perspicaz explicación de por qué los creyentes serán juzgados,
Wayne A. Grudem afirma que «el juicio de los creyentes tendrá la función
evaluar y otorgar varios niveles de recompensa, pero el hecho de que ellos
enfrentarán este juicio no debería hacer temer a los creyentes de que serán
eternamente condenados o avergonzados».4 En realidad, los juicios de Dio»
siempre conllevan la condenación de los impíos y la vindicación de los jus­
tos. El juicio final no será la excepción de la regla.

1 George R. Beasley-Murray, John, 2a ed., Word Biblical Commentary 36 (Nashville, TN: Thomas NeUoi»,
1999), p. 76.
2 Gerald L. Borchert, John 1-11, New American Commentary 25A (Nashville, TN: Broadman & llolmuil,
2002), p. 239.
3 William H. Shea, Seleeted Studies on Prophetic Interpretaron, rev. ed., I lanlel and Revelation < lommll lee
Series 1 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. I 29.
* '** - —1— a,, tMtrmiurtinH o, Rthlle.il I huirme. 2a ed. (Grand Ranlda, Mil
13. El proceso del juicio • 97

Dos paradigmas contrastantes


Nuestro entendimiento del juicio final está directamente condicionado por
aquello que creemos sobre la naturaleza humana y el estado de los muertos.
En este caso, nos enfrentamos a dos grandes paradigmas contrastantes. Uno
de ellos está conformado por la teoría griega de la inmortalidad natural del
alma. Este enseña que cuando el cuerpo muere, el alma permanece viva y es
enviada inmediatamente al paraíso o al infierno (o al purgatorio). Después de
esto, a través de un juicio individual posterior a la muerte se decide a dónde
debe ir finalmente el alma desencarnada. Sin este juicio, el alma sería recom­
pensada o castigada sin ningún juicio justo.
En el Fedro de Platón, Sócrates argumenta que todas las almas que mueren
sin practicar la filosofía «después de haber vivido su primer existencia, son
objeto de un juicio: y una vez juzgadas, las unas descienden a las entrañas
de la tierra para sufrir allí su castigo; otras, que han obtenido una sentencia
favorable, se ven conducidas a un paraje, del cielo, donde reciben las recom­
pensas debidas a las virtudes que hayan practicado durante su vida terrestre».5
De igual manera, el Catecismo de la Iglesia Católica declara: «Cada hombre,
después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un jui­
cio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación [...],
bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo [...], bien
para condenarse inmediatamente para siempre».6 «La resurrección de todos
los muertos, "de los justos y de los pecadores" [...], precederá al Juicio final»,
cuando «será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de
cada hombre con Dios».7
La teoría inmortalista de un doble juicio para cada individuo plantea serias
preguntas: si cada alma es juzgada y luego recompensada o castigada después
de la muerte, ¿qué sentido tiene que sea juzgada nuevamente al final de los
tiempos? Si el alma ya vuela al cielo o al infierno después de la muerte, ¿qué
necesidad hay de una resurrección final del cuerpo? Además, ¿cómo pueden
un alma desencarnada sufrir el castigo del fuego del infierno? En verdad, la
noción de un juicio individual inmediatamente después de la muerte no es
más que un intento artificial de armonizar la teoría no bíblica de la inmortali­
dad natural del alma con la enseñanza bíblica del juicio final.
El otro paradigma primordial del juicio final se basa en la doctrina bíblica
de la mortalidad de la totalidad del ser humano. Si aceptamos la enseñanza

Platón, Fedro, edición de D. Patricio de Azcárate, p. 296. Tomado de: https://www.filosofia.org/cla/pla7img/


azftl2257.pdf
* C'jltecitmode lo Idesia Católica. tomado de: httns://www vntlran va/nrrhive/rat«-hi«m sn/nioiol'í
98 • Nuestra esperanza ante la muerte

del Nuevo Testamento de que todos los muertos están «durmiendo» en sus
tumbas hasta la resurrección final (Mat. 9: 18, 24; Juan 11: 11-14; 1 Cor. 15:
6, 18, 20; 1 Tes. 4: 13-15; 2 Ped. 3: 4; etc.), entonces no es necesario tener un
juicio individual posterior a la muerte en el escenario escatológico bíblico.
Solo necesitamos aceptar el amplio proceso judicial final que se describe en las
Escrituras. Una vez más, esta no es una simple teoría opcional, sino más bien
una cuestión de fidelidad a lo que realmente dice la Biblia.
En la Biblia, las dos resurrecciones generales finales son las puertas a la vida
eterna o a la condenación final y la segunda muerte. El profeta Daniel dijo:
«Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos
para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua» (Daniel 12: 2).
Jesús declaró: «No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los
que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho
el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resu­
citarán para ser juzgados» (Juan 5: 28, 29, NVI). El apóstol Juan explicó que
estas dos resurrecciones finales están separadas por el milenio (véase Apoc. 20:
4-6). En vista de que estas dos resurrecciones finales traerán la recompensa o
la condenación, todos los que participan en la primera resurrección deben ser
juzgados antes de que ella ocurra. De igual manera, todos los que resucitarán
en la segunda resurrección tienen que ser juzgados antes de ella.

Las fases del juicio final


El juicio final de todos los seres humanos no es un acontecimiento único
sino un proceso con distintas fases. El teólogo reformado holandés-estadou­
nidense Louis Berkhof (1873-1957) se refirió a ese juicio como un proceso de
tres partes: (1) el conocimiento de la causa, cuando «Dios tomará en consi­
deración el estado de las cosas, toda la vida pasada de la persona, incluso sus
pensamientos y las intenciones secretas del corazón»; (2) la «promulgación de
la sentencia», que no será proclamada de manera secreta sino pública; y (3) la
ejecución de la sentencia, que implica vida eterna para los justos y desdicha
eterna para los impíos.8
Un estudio detallado del juicio final en las Escrituras revela que consta de
tres fases principales consecutivas.9 La primera fase es el juicio investigador
en el cielo durante el tiempo del fin, en el que se juzgará a todos aquellos que
resucitarán en la primera resurrección para vida eterna (Daniel 7: 9-14, 21, 22;

Louis Berkhof, Systematic Theology (Edimburgo: Banner of Truth T rust, 1958), p. 7.14.
Véase Gerhard F. Hasel, «Juicio divino», en Teología: Fundamento} biblia» de nueitra fe, ed. Kaoul I >ed»l
13. El proceso del juicio • 99

Apoc. 20: 6). La visión de Daniel 7 nos muestra un tribunal celestial en el que
el Hijo del hombre se acerca al Anciano de Días y se abren los libros de registro
en el cielo (vers. 9,10, 13). El juicio es, al mismo tiempo, contra el cuerno que
«hacía guerra contra los santos» y a favor de «los santos del Altísimo» (vers.
21, 22). Los paralelismos entre las visiones de Daniel 7, 8 y 9 señalan que esta
escena de juicio comenzó al final de las 2,300 tardes y mañanas simbólicas de
Daniel 8: 14, es decir, el 22 de octubre de 1844.10 Este juicio terminará con el
cierre del tiempo de gracia, justo antes de la segunda venida de Cristo (Mat.
25: 1-13).
En la parábola del banquete de bodas de Mateo 22: 1-14, el rey viene «para
ver a los invitados» antes de que comience el banquete de bodas, cuando el
estado de los invitados aún se puede revertir. Él ve que uno de ellos no está
usando un «vestido de bodas» y ordena que lo arrojen «a las tinieblas de afue­
ra» (vers. 11-13). Apocalipsis 11: 1 habla de medir «el templo de Dios y el altar
y a los que adoran en él», lo cual es una referencia explícita al juicio del pueblo
de Dios.11 En Apocalipsis 14, el anuncio de que «la hora de su juicio ha llegado»
aparece durante la proclamación del mensaje del primer ángel (vers. 7). La
segunda venida de Cristo ocurre solo después de que el tercer ángel termina su
misión (vers. 14-16). Por lo tanto, hay un juicio investigador en el tiempo del
fin de todos aquellos, muertos y vivos, que serán recompensados en ocasión
de la segunda venida de Cristo.
La segunda fase del proceso del juicio final es el juicio de mil años en el
cielo a Satanás, sus ángeles y todos los impíos que resucitarán en la segunda
resurrección para recibir el castigo de la segunda muerte (1 Cor. 6: 2, 3; Apoc.
20: 4-6). Una vez más, los libros celestiales se abren y los ángeles caídos y los
impíos muertos son «juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que
estaba escrito en los libros» (Apoc. 20: 12, NVI; cf. 2 Ped. 2: 4; Jud. 6). Jesús
les prometió a sus discípulos que participarían con él en ese proceso de juicio
(Mat. 19:28; Luc. 22: 30). Y el apóstol Pablo dijo: «¿Acaso no saben ustedes que
los santos juzgarán al mundo? [...] ¿No saben ustedes que nosotros juzgare­
mos a los ángeles?» (1 Cor. 6:2, 3, RVC).
La tercera y última fase del proceso del juicio final es el juicio ejecutorio
posterior al milenio de todos aquellos que fueron juzgados durante el milenio
(Apoc. 20: 11-14). Según Apocalipsis 20, esta fase incluye cuatro pasos princi­
pales: (1) todos los impíos muertos serán levantados de sus tumbas (vers. 13);
(2) la sentencia irreversible será dada a Satanás, sus ángeles y todos los malva-111
111 Richard M. Davidson, «When Did the 2300 Days of Daniel 8: 14 Begin and End? Fresh Evidence From
Scripture, Chronology, and Karaite History», hilen White Issues Symposium 13 (2017), pp. 5-33
" Kenneth A. Strand, «An Overlooked Oíd-Tcstament Background to Revclatlon II: 1», Andrtws Universitv
100 • Nuestra esperanza ante la muerte

dos, «cada uno según sus obras» (vers. 13); (3) todos serán lanzados «en el lago
de fuego y azufre» (vers. 10, 15); y (4) todos enfrentarán «la segunda muerte»
(vers. 6, 14). Esta muerte no es un regreso corporal al supuesto infierno que
arde eternamente, en el que supuestamente sus almas desencarnadas ya ha­
brán estado sufriendo durante mucho tiempo. Es, de hecho, su aniquilación
corporal final y permanente (Mal. 4: 1).
Cada una de las tres fases consecutivas del juicio final juega un papel es­
pecífico en la vindicación de la justicia de Dios al tratar con sus criaturas. Las
huestes angélicas, a las que se hace referencia en Daniel 7: 13 como «las nubes
del cielo», participan directamente en todo el proceso. Durante la fase del mi­
lenio, los santos también están involucrados en juzgar a los malvados. Dios es
perfecto en conocimiento y no necesita ser informado de nada, sin embargo, él
ha instaurado este proceso de juicio por el bien de sus criaturas en el cielo y en
la tierra. Todos finalmente se darán cuenta de que «para Dios no hay acepción
de personas» (Rom. 2: 11) y de que él «juzga con imparcialidad las obras de
cada uno» (1 Ped. 1: 17, NVI). Y la gran multitud en el cielo cantará a gran voz;
«¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios, porque
sus juicios son verdaderos y justos» (Apoc. 19: 1, NBLA).
14

«Nuevas todas las cosas»

/A\ lo largo de los siglos, «el cielo» siempre ha intrigado a la imaginación


U VA humana, generalmente visto desde un punto de vista existencia!.
//——A Antes de la Guerra Civil Estadounidense (1861-1865), por ejemplo,
Z_/ \A diversos reformadores estadounidenses promovieron cambios
sociales y experimentos comunitarios con la esperanza de crear el cielo en la
tierra.1 Para el naturalista y filósofo estadounidense Henry David Thoreau
(1817-1862), «el cielo está bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas».12 En la
canción popular alemana «Tausend kleine Himmel» (Mil cielos), la cantante
Stefanie Hertel recuerda que cuando era una niña pequeña, miraba una alta
escalera que estaba junto a un manzano, e imaginaba que el cielo estaba en la
parte superior de la escalera.3
Aunque hay momentos felices en la vida que se sienten como pequeños
anticipos del cielo, el cielo mismo es mucho más que esos momentos. En
términos bíblicos, el cielo es un lugar real y estamos encaminados hacia ese lugar

1 Ronald G. Walters, American Reformers, 1815-1860, ed. rev. (Nueva York: Hill and Wang, 1997).
2 Henry D. Ihoreau, Walden, edición del 150 aniversario (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2004),
p. 283; publicado originalmente en 1854.
* «Tausend kleine Himmel», Genius, visitada el 15 de noviembre de 2021, https://genius.com/Stefenie-hertel-
102 • Nuestra esperanza ante la muerte

maravilloso. Este último capítulo repasa algunas imágenes poco claras del cielo
y luego destaca algunas vislumbres bíblicas de su asombrosa realidad. Entender
lo que la Biblia dice sobre el cielo nos ayudará a preparamos para vivir en él.

Conceptos poco claros del cielo


La filosofía griega no solo influyó en las doctrinas cristianas de la natu­
raleza humana y el estado de los muertos, sino también en la noción del
cielo mismo. En la Odisea, Homero afirma que las almas de las personas
especiales son llevadas por los dioses «a la llanura Elisia, al extremo de
la tierra [...]. Allí [...] no hay nevadas y el invierno no es largo; tampoco
hay lluvias, sino que Océano deja siempre paso a los soplos de Céfiro que
sopla sonoramente para refrescar a los hombres».4 En el Fedón de Platón,
Sócrates se refiere a «la morada pura» donde «los que se han purificado sufi­
cientemente en el ejercicio de la filosofía viven completamente sin cuerpos
para todo el porvenir».5
Algunos objetan que la cosmología griega se expresa mediante imá­
genes mitológicas que no se pueden tomar literalmente. Sin embargo, no
podemos olvidar que esos mismos mitos dieron forma a gran parte de la
cosmovisión occidental y la comprensión cristiana del cielo y el más allá.
J. Edward Wright nos dice que la «noción de un alma que asciende al reino
celestial [...] se introdujo en el judaismo y, por ende, en el cristianismo,
como resultado de que los judíos absorbieron las creencias persas y grie­
gas durante el período helenístico».6 Robert Freeman Butts dio en el clavo
cuando afirmó: «Pensamos de la forma en que lo hacemos en gran medida
porque los griegos pensaban de la forma en que lo hacían».7 Incluso hoy
en día, la mayoría de los cristianos mantienen la noción griega de que las
almas «sin cuerpo» están en el cielo hasta la resurrección final, cuando
esas almas supuestamente volverán a encarnar en este mundo y luego re­
gresarán al cielo para vivir en forma corporal durante toda la eternidad.
De hecho, la dicotomía griega entre la materia (que es tangible) y el es­
píritu (que es intangible) ha empañado gran parte de la descripción bíblica
del cielo. En un afán de evitar el extremo literalista, muchos cristianos se
han movido a la posición opuesta, pero igualmente peligrosa: espirituali­

4 Homero, Obras clásicas de siempre: La Odisea (Ciudad de México: Biblioteca digital del I1.CE), p. 92, visitada el
18 de abril de 2022 en http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/Odisea.pdf
5 Platón, Phaedo, trad. David Gallop, Oxford World’s Classics (Oxford: Oxford University Press, 1993), p. 74, par.
114c.
6 J. Edward Wright, The Early History o/Heaven (Nueva York: Oxford University Press, ¿(XX)), pp. 139,140.
’ R. Freeman Butts, A Cultural History of Western Educatlon: lis Social and Intelleclual l'oundatiom (Nucv»
14. «Nuevas todas las cosas» • 103

zar el jardín del Edén original (Gén. 2: 2-25), así como también el futuro
cielo nuevo y la tierra nueva (Apoc. 21: 1-22: 5). Bajo su posición, se hace
difícil imaginar que puede haber una ciudad real en el cielo, con un san­
tuario o templo real, casas y árboles reales. Por lo tanto, si no se abandona
la creencia en la cosmovisión dualista occidental por la enseñanza bíbli-
caintegral, lo que enseña la Biblia sobre el cielo no tiene ningún sentido.

Un cambio de punto de vista


El libro de Apocalipsis describe «una gran multitud, la cual nadie po­
día contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban de­
lante del trono» de Dios y sirviéndole «día y noche en su templo» (Apoc.
7: 9, 15). Pero el apóstol Juan también declara que no vio ningún templo
en la Nueva Jerusalén, «porque el Señor Dios Todopoderoso es su templo,
y el Cordero» (Apoc. 21: 22). ¿Cómo pudo Juan decir primero que vio la
gran multitud de los redimidos sirviendo constantemente a Dios «en su
templo» y luego decir que no vio un templo en la Nueva Jerusalén?
La mayoría de los comentaristas de la Biblia simplemente conjeturan
que la presencia de Dios finalmente reemplazará su propio templo. Pero
esta suposición no resuelve el problema, ya que la misma presencia del
trono de Dios presupone la existencia de un templo o palacio que lo al­
bergue. En el Antiguo Testamento, la palabra que se traduce como «pala­
cio» (hejal en hebreo) se aplica al tabernáculo y el templo de Dios (1 Sam.
1: 9; 2 Rey. 18: 16; etc.). Laszlo Gallusz afirma: «En los palacios seculares,
el salón del trono se consideraba la sala más importante y su elemento
central era, sin duda, el trono, que simbolizaba la autoridad del gober­
nante. Este principio se aplica también al templo o palacio de Dios. Por
lo tanto, cuando uno se refiere a la presencia de Dios en el templo (sea
terrenal o celestial), lo hace en referencia al trono. El trono, por lo tanto,
implica un templo que lo albergue».8
Richard M. Davidson señala que (1) el santuario o templo celestial es
el hogar de Dios, «un lugar donde él invita a sus criaturas a tener comu­
nión con él»; (2) con la aparición misteriosa del pecado en el universo,
se convierte en el lugar desde donde se ofrece la salvación a los pecado­
res (Heb. 4: 14-16); pero (3) «cuando el problema del pecado termine, el
santuario celestial volverá una vez más a tener su función original».9 De

• Laszlo Gallusz, Ihe Throne Motif in thc Rook of Revelution, l.ibrary of New Testament Studies 487 (Londres:
Bloomsbury T & T Clark, 2014), p. 26.
* Richard M. Davidson, «'Ihe Sanctuary: "To Behold ihe Beauty of the Lord"», en Tht Word: Searching, Li-
104- Nuestra esperanza ante la muerte

está forma, aunque la función soteriológica del santuario celestial cesará


(Apoc. 21: 22), su función litúrgica continuará durante toda la eterni­
dad (Apoc. 7: 15).
En Ezequiel 37: 26, 27, Dios prometió que haría «un pacto perpetuo»
con el pueblo de Israel: «Pondré mi santuario entre ellos para siempre. Es­
tará en medio de ellos mi tabernáculo; yo seré el Dios de ellos, y ellos serán
mi pueblo». Pero Israel no estuvo a la altura de las expectativas del pacto,
así que esta promesa se cumplirá con la gran multitud que saldrá de la
gran tribulación (Apoc. 7: 9-17). De hecho, el privilegio supremo para un
ser humano redimido por la sangre del Cordero será adorar a Dios en su
santuario celestial (el templo) y contemplar su rostro (Mat. 5: 8; 1 Juan 3:
2; Apoc. 22: 3, 4).
Otro privilegio maravilloso que tendremos será el de conocer a las hues­
tes angelicales, especialmente a nuestro propio ángel guardián (Sal. 34: 7;
Heb. 1: 13, 14). Elena G. de White declaró:
«Los redimidos comprenderán lo realizado por los ángeles en
favor de ellos. ¡Qué gratificante será poder conversar con el
ángel que nos cuidó desde el primer día de nuestra vida, que
nos guio y que nos protegió en medio del peligro; ese ángel
que cruzó a nuestro lado el "valle de sombra de muerte", que
indicó cuál sería nuestra tumba, ese que fue el primero en sa­
ludarnos en la mañana de la resurrección! ¡Cuán grato será co­
nocer de sus propios labios la manera en la que Dios intervino
en nuestra vida personal y cómo el cielo cooperó en todo lo
que era de beneficio para los seres humanos!».10
También tendremos una extraordinaria vida social en el cielo. Jesús
dijo: «Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y partici­
parán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos»
(Mat. 8: 11, NVI). Esto incluye a los llamados héroes de la fe (Heb. 11: 1-12:
2), cuyo ejemplo también nos desafía a correr «con paciencia la carrera
que tenemos por delante» (Heb. 12: 1). Veremos y volveremos a abrazar a
nuestros seres queridos ahora desaparecidos (Mat. 22: 23-32). Al describir
la escena conmovedora de la primera resurrección, Elena G. de White nos
dice: «Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a
quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no
separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios».11
Y: «Los redimidos encontrarán y reconocerán a aquellos cuya atención di­

10 Elena G. de White, La educación, cap. 35, p. 274.


14. «Nuevas todas las cosas» • 105

rigieron al ensalzado Salvador. ¡Qué bendita conversación tendrán con


estas almas!».12
Dios incluso prometió: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Apoc.
21: 5). «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más
muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas
ya pasaron» (vers. 4; véase también Apoc. 7: 16, 17). El consuelo de Dios a
su pueblo incluye a todos los habitantes redimidos de la Nueva Jerusalén.
Ahora, ¿habría Dios prometido que haría «nuevas todas las cosas» si tenía
planeando mantener un infierno que ardiera eternamente en algún lugar
del universo? ¿Qué consuelo podrían tener los redimidos sabiendo que
algunos de sus seres queridos sufrirían por toda la eternidad? Tal noción
pagana del infierno es contraria al carácter amoroso de Dios y está en opo­
sición directa a sus planes.

El triunfo del amor de Dios


Después de haber examinado la lucha de la humanidad con la muerte y la
esperanza de la vida eterna, debemos estar agradecidos con Dios por la asom­
brosa manera en que ha lidiado con nosotros. Desde la perspectiva humana,
Dios pudo haber destruido a Lucifer y sus ángeles poco después de su rebelión
en el cielo, pero no lo hizo. ¡Él también pudo haber borrado el recuerdo del
pecado! En cambio, «en su gran misericordia, Dios soportó por largo tiempo a
Lucifer»13 antes de expulsarlo del cielo. Él pudo haber aniquilado a Adán y Eva
después de la caída; sin embargo, estableció un asombroso plan de redención
para rescatar a tantos pecadores como fuera posible y otorgarles la vida eterna
(Gén. 3: 15; Juan 3: 16).
A estas alturas, hay quienes se preguntan por qué Dios ha extendido su sal­
vación misericordiosa durante tanto tiempo. No tenemos acceso a los planes
ocultos de Dios, pero, aun así, sabemos que «en realidad, no es que el Señor
sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es
paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que
todos se arrepientan» (2 Ped. 3: 9, NTV). Él todavía está esperando que asu­
mamos una posición decidida de parte suya, porque no quiere perdernos por
la eternidad. «El cielo es de mayor valor para nosotros que cualquier otra cosa,
y si perdemos el cielo, hemos perdido todo».14 ¡De ninguna manera podemos
correr el riesgo de quedar fuera de ese espléndido banquete escatológico en las
cortes celestiales (cf. Mat. 22: 1-14)!
12 Elena G. de White, Obreros evangélicos, p. 535.
*’ White, El conflicto de los siglos, cap. 30, p. 486.
106 • Nuestra esperanza ante la muerte

En estos «tiempos difíciles» (2 Tim. 3: 1, NVI), en los que sopla «todo vien­
to de doctrina» (Efe. 4: 14), necesitamos una sólida comprensión bíblica de la
naturaleza humana y el estado de los muertos, y debemos compartirla con
otros también. Pero todo esto pierde sentido si no tenemos nuestra propia vida
eterna asegurada en Cristo. En las palabras del apóstol Juan: «Y este es el tes­
timonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que
tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Les
he escrito estas cosas a ustedes, los que creen en el nombre del Hijo de Dios,
para que sepan que tienen vida eterna» (1 Juan 5:11-13, RVC).
Por la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, debemos estar entre
aquellos que adorarán a Dios en su templo celestial. Allí disfrutaremos para
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