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Muchas veces se idealizan los conflictos armados, pero eran contextos extremos de muerte, sufrimiento y dolor, y es

en la guerra donde se cimbran los parámetros de género que existían”.

 
Amelio Robles Ávila antes conocido como Amelia de Jesús Robles Ávila nació 3 de noviembre de 1889 en Xochipala,
Guerrero, año en el que fue asignado mujer, género con el que fue reconocido durante su niñez y juventud. Esta mujer
afrodescendiente rompió con los esquemas de la época, Amelia tuvo la oportunidad de estudiar la primaria y recibir
una buena educación católica al formar parte de la Sociedad de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa, siendo
esta una congregación dedicada a profundizar la formación espiritual de las jovencitas. Aprendió a coser, lavar y
planchar como cualquier otra niña de su época. Pero también le gustaba montar, domar y lazar caballos, ordeñar y
manejar armas. En esos primeros años de su niñez y juventud respondía al nombre de Amelia y se caracterizaba por
ser una mujer poco común para el contexto histórico en el que se encontraba, ya que desde muy joven aprendió a
utilizar diversas armas y controlar caballos, actividades que social y culturalmente estaban únicamente relacionadas
con los hombres[1].
Posteriormente ya en 1911 formaba parte de un club maderista (los que impulsaban el sufragio efectivo y la no
reelección que proclamaba Francisco I. Madero). En 1912, la revolución zapatista irrumpió en el estado de Guerrero,
“las condiciones sociales dieron paso a un nuevo orden de participación social, en ese contexto la joven ranchera
Amelia Robles junto con algunos de sus coterráneos se dan de alta en las tropas revolucionarias” de su estado natal.
Dentro de sus principales tareas en este ejército eran de mensajería, contrabando de armas y víveres, lucha armada y
misiones especiales; después de una serie de importantes participaciones en la lucha armada, en las cuales se pudo
comprobar su valor y pericia en el combate, se le otorgó el grado de coronela y se le asignó una escolta personal para
su seguridad, ya que no estuvo exenta de ser presa de diversas formas de agresión masculina. Es importante señalar
que en esa época, no fueron pocas las mujeres que alcanzaron cargos de oficiales en el ejército revolucionario del
sur, entre ellas, encontramos a las coronelas Amelia Robles, Julia Mora Zapata, Rosa Bobadilla, Juana Belén
Gutiérrez, Ángela Jiménez, Petra Ruiz, “la china” y Esperanza Gonzáles.
En cuanto a sus méritos revolucionarios fueron muchos, ya que las investigaciones la ubican en históricas batallas
revolucionarias y en sus archivos personales ella misma dejó escrita una bitácora que registraba las más de 70
acciones armadas en las que participó[2]. La coronela Amelia Robles y su tropa se estuvieron militarmente bajo el
mando de diferentes Generales zapatistas hasta 1918, cuando Amelia, se presentó a una amnistía y entrego las
armas a los carrancistas y el mando de sus 315 soldados. Más tarde, en 1920 se incorpora al Plan de Agua Prieta y
en apoyo al general Álvaro Obregón es enviada primero a Puebla y después a Tlaxcala, en este lugar se causa de
baja definitiva en 1921.
Después de su ingreso a las filas bélicas, Amelia solicitó que se refirieran a su persona en masculino, junto con ello,
comenzó a usar ropa considerada solo de los hombres y se hizo llamar Amelio, nombre que pidió fuera respetado;
formó pareja con Guadalupe Barrón y adoptaron una niña, en los años treinta fue parte del Partido Socialista de
Guerrero, dos décadas antes de que se reconociera el voto femenino. Así encontramos como Amelio Robles posó
para la cámara que lo capta con una mano en el cigarrillo, la otra en su pistola, vestido con su traje y sombrero, tal y
como dictaba la moda masculina de la época durante la Revolución Mexicana. Se presume que, detrás de su gesto
serio e intimidante, su ropa elegante y su imagen viril, yacía el deseo oculto de una persona nacida con condición
legal de mujer que no quería ser mujer[3].
No obstante, y gracias a que en su expediente en los archivos militares se encontraba un acta de nacimiento apócrifa
que lo identificaba como Amelio Malaquías Robles Ávila, se le reconoció como veterano de la Revolución y en 1978, la
Secretaría de la Defensa Nacional lo condecoró.
Amelio Robles falleció en 1984, luego de haber vivido una vida intensa en la que hizo pública su preferencia sexual y
su cambio de género. su incursión en la guerra fue parte de una aventura que la hizo sentir “completamente libre”, y
aún pese a su empeño por ser reconocido como hombre, cinco años después de su muerte, la Secretaría de la Mujer
de Guerrero, la Dirección de Culturas Populares del CONACULTA y el Instituto Nacional de Antropología e Historia,
abrieron las puertas de un museo llamado Amelia Robles. Además, una escuela primaria en su pueblo natal lleva en
su honor el nombre Coronela Amelia Robles. Debido a su historia de Robles, la investigadora Gabriela Cano, autora
de un artículo académico titulado “Amelio Robles, masculinidad (transgénero) en la Revolución mexicana”, asegura
que lo correcto es reconocerlo como una persona transgénero[4].

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