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El acceso de los ciudadanos a la posibilidad de adquirir libros de una forma más económica

formaría personas mucho más capaces no de tan solo construir una opinión, sino que además
permite mejorar la educación y consecuentemente la calidad de vida de las personas.

Está comprobado que uno de los factores por los cuales la población chilena no lee o lee muy
poco, es la dificultad para acceder a libros, porque a pesar de los esfuerzos que se han hecho,
aún no hay disponibilidad suficiente en las bibliotecas públicas, y muy especialmente por la
imposibilidad de adquirirlos, puesto que los libros tienen un alto precio en relación a los
ingresos medios de las personas, debido principalmente al elevado impuesto que se les aplica.

Hay que destacar que diferentes estudios como el del Consejo de la Cultura y la Universidad
de Chile, estimaron que el 54% de los chilenos no leen nunca un libro. Otro estudio
comparativo para la región de Latinoamérica indicaba que sólo el 7% de los chilenos que, si se
declaran lectores, lo hace por razones de recreación y el número de libros per cápita no
superaría los dos por alumno en cada colegio, versus la media de 10 en un colegio europeo.

Revisemos los datos disponibles. En el estudio “Chile y los libros 2010”, de Fundación La
Fuente / Adimark GFK, entre aquellos que se declaran “no lectores” (45,7% de la muestra), el
precio de los libros era la cuarta razón para no leer (13,2%), siendo razones más importantes
para no leer la falta de tiempo (37,3%), falta de gusto por la lectura (16,7%) y falta de
interés/motivación (13,3%). Estas respuestas eran espontáneas. En el mismo estudio, al ser
consultadas las personas si los libros no tuvieran IVA comprarían más libros, el 53,7% dijo que
sí, la cifra más baja desde que la Fundación La Fuente realiza sus estudios y que además es
muy cercana al 47,2% que según el estudio califica como lectores.

Tener ciudadanos que cuenten con estas características es la base para construir un país que
debe saltar, de una vez por todas, al desarrollo. Bien lo dijo el ex ministro de cultura en
diciembre de 2011, en su mensaje durante la presentación del informe sobre comportamiento
lector a nivel nacional: “ Un país que no lee, es un país pobre; los ciudadanos con bajos niveles
de educación tienen menos oportunidades y herramientas para alterar su destino. Sus palabras
toman mayor sentido cuando según ese mismo informe, el 84% de los chilenos está bajo los
niveles mínimos de comprensión lectora. Si sumado a lo anterior, consideramos que somos el
país de latinoamérica en donde más libros técnicos y de estudio se leen y sin embargo no
entendemos lo que leemos, más grave aún, otro informe de centro de microdatos de la
universidad de chile, señala que los ejecutivos chilenos tienen un nivel de comprensión lectora
más baja que la de un obrero alemán.

La eliminación del IVA al libro debiera ser la primera pieza de un plan más ambicioso, integral y
definitivo de promoción del libro y la lectura. ¿Por qué? Porque, siguiendo el ejemplo de una
abrumadora cantidad de países, debiera existir coherencia entre la importancia que le
asignamos como sociedad al libro y el tratamiento que tiene éste en nuestro sistema tributario;
porque Chile era un país sin IVA al libro hasta 1976 y además, es una medida efectiva para
mejorar el acceso al libro y la lectura.
Al relacionar el efecto del IVA en el extranjero se averiguó que Corea del Sur entiende el libro
como un bien cultural y de primera necesidad. Corea tiene un sistema educacional excepcional,
salieron del analfabetismo en apenas 60 años y ya le arrebataron a Finlandia el primer puesto
en comprensión lectora, según la última medición PISA. Esta evolución es el resultado natural
de una serie de políticas, como la eliminación del IVA al libro, que suman para incentivar a sus
estudiantes a forjarse intelectualmente. Corea entendió que la mayor empresa que puede tener
un país es su gente culta y educada.

En otros países el impuesto al libro es considerablemente más bajo que en Chile. Por ejemplo,
Francia 5.5%, Canadá 7%, Grecia 4%, Estados Unidos 7%, Italia 4%, Suiza 2%, Japón 5%,
España 4%. En américa latina la diferencia es aún mayor: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,
Costa Rica, Cuba, Ecuador, El salvador, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela mantienen un 0% de IVA al libro,
exceptuando Guatemala con un 12%.

Letonia subió el IVA a los libros de 5 a 21% y los efectos negativos en el acceso se sintieron de
inmediato. Lo mismo ha pasado recientemente en España: desde que el IVA para espectáculos
culturales subió de un 8 al 21%, el número de asistentes al teatro ha descendido en más de un
30%. Si el aumento de impuestos para bienes culturales significa un obstáculo para su
consumo, ¿la eliminación de esos impuestos no mejoraría su acceso? Y si mejora el acceso al
libro, ¿no impactaría eso positivamente en las prácticas de lectura?

Por parte del municipio se han hecho diferentes demandas para que este impuesto IVA sea
reducido al mínimo, Esta petición la realizó el presidente de la comisión de cultura de la
ACHM, concejal de peñalolén, Marcelo Fierro, quien afirmó “La lectura es un derecho y no un
privilegio, que todos y todas deben tener acceso igualitario a ella, porque es una herramienta
fundamental en los procesos de educación, que hoy reflejan un alto contraste en las
mediciones de pruebas de selección para acceder a la universidad”.

La mayor empresa que puede tener un país es su gente culta y educada, con mayor acceso a
la información. Deberíamos hacer una ingeniería tributaria suficientemente inteligente para que
no sólo se elimine el IVA al libro, sino también los libros tengan un precio accesible para la
mayoría. Una eliminación del IVA no sólo es un beneficio para los lectores. También es un
beneficio para las instituciones educacionales y para todos quienes participan de ellas. Los
libros siguen siendo parte de los procesos de formación de las personas, desde la sala cuna en
adelante. Una disminución del precio promedio de los libros en Chile significa un aumento
sustantivo e inmediato de los presupuestos de las bibliotecas de instituciones de educación
públicas y privadas.

En Chile sólo el 5% de los adultos con educación superior tiene un alto nivel de
comprension lectora,, mientras que el promedio en este grupo de países alcanza un
21%.

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