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El Funcionalismo surgió principalmente como una alternativa filosófica y metodológica al

estructuralismo predominante en la psicología de finales de siglo XIX en los Estados


Unidos. Edward Titchener, un estudiante de Wilhelm Wundt y el principal estructuralista, dio a
la psicología su primera definición como una ciencia del estudio de la experiencia mental, de
la conciencia, a ser estudiada por el método de la introspección.

William James es tradicionalmente considerado el precursor de la Psicología Funcional con la


publicación de su libro Los Principios de la Psicología. De fundamental importancia en los orígenes
del pensamiento funcionalista en la obra de James y otros fue el pensamiento Darwinista,
particularmente el concepto de adaptación. La psicología para los funcionalistas era el estudio de
cómo las facultades mentales (consciencia) favorecen la adaptación al ambiente y particularmente
la supervivencia del organismo, de manera que la psicología es parte de las ciencias biológicas.

Se considera a John Dewey como el fundador del funcionalismo con la publicación de su artículo  El
concepto de arco reflejo en Psicología, publicado en 1896.

Los Principios de Psicología de James, con su postura crítica hacia el sistema de Wundt sirvieron de


inspiración a una nueva generación de psicólogos que representaron la mayor fuente de oposición
a la psicología Wundtiana que Titchener promovía desde la Universidad de Cornell. Si bien James
nunca presentó una psicología estructurada y coherente, dos de sus ideas principales iban a tener
una tremenda influencia en esta nueva generación de psicólogos, la mayoría de los cuales había
ido a Alemania a estudiar con Wundt y otros psicólogos. En primer lugar, James había sido
fuertemente influido por el concepto Darwinista de adaptación. En segundo lugar, el concepto de
hábito era a decir de James indispensable para entender el comportamiento humano. Estas dos
ideas se encontraban largamente en oposición con la psicología de Titchener que se preocupaba
de forma casi exclusiva por el estudio de las sensaciones en contextos experimentales altamente
controlados. 

James Mark Baldwin y James McKeen Cattell, independientemente, también habían estado


promoviendo una psicología más cercana a la biología y más interesada en la acción. Fue
particularmente James Rowland Angell, sin embargo, quien de manera más directa contrastó las
dos visiones experimentales, en particular en relación a algunos de los experimentos de Titchener
que otros laboratorios no habían podido replicar.

En respuesta a estos ataques,  Titchener publicó una respuesta en 1898 en la que acuñó los
nombres de estructuralismo y funcionalismo para referirse a los campos rivales. Angell asumió el
nombre y articuló sus postulados principales en su discurso inaugural como presidente de
la Asociación Estadounidense de Psicología en 1906 y daba particular importancia a tres principios
centrales:

(i) una psicología de las operaciones mentales, en contraste con una de los elementos
mentales;
(ii) una concepción de la mente como mediadora entre el ambiente y las necesidades del
organismo;
(iii) y una concepción psicofísica de la relación mente-cuerpo, en la que el cuerpo es
fundamental para la comprensión de la mente. Para Angell, las operaciones mentales
solo pueden ser consideradas en el contexto de un flujo de fuerzas biológicas que
propenden por el ajuste al ambiente, y en consecuencia ayudan a la supervivencia de
los organismos, en particular en la forma de hábitos comportamentales. Asumiendo
pues un punto de vista evolutivo, el funcionalismo de Angell enfatizaba el propósito
adaptativo de las funciones mentales superiores y ubicaba a la psicología claramente
en el campo de las ciencias biológicas.

Funcionalismo y Conductismo

El funcionalismo puede ser considerado como el antecesor más directo del


pensamiento conductista. John B. Watson, fundador del conductismo, fue estudiante
de Angell en Chicago, y obtuvo bajo la supervisión de éste su doctorado en psicología. El
conductismo fue un paso más allá que el funcionalismo en su crítica al estructuralismo. Una
completa adopción del método experimental no sólo tenía utilidad, sino que hacía irrelevante
el uso de la introspección. Debido a su énfasis en los orígenes evolutivos de la consciencia, el
funcionalismo promovió el inicio de la psicología comparativa, bajo el supuesto de que las
supuestas habilidades mentales del ser humano debían tener antecedentes evolutivos en
otras especies. El uso del método comparativo convenció a Watson de que todo fenómeno
psicológico era susceptible de ser analizado en términos de comportamiento y que el método
introspectivo era completamente irrelevante y en la mayoría de casos, contraproducente. De
acuerdo con Watson, al mantener su énfasis en un concepto tan vago e inobservable como la
consciencia y al mantener a la introspección como un método válido, el funcionalismo estaba
tan condenado como el estructuralismo a convertirse en un paradigma estéril, alejado de las
ciencias naturales y del análisis del comportamiento humano en sus circunstancias cotidianas.
Tanto Dewey como Angell recibieron con entusiasmo la nueva psicología conductista, si bien
criticaron algunos de sus aspectos más radicales.

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