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Sectas secretas que operan desde las sombras, supuestas simulaciones de hechos históricos,
secretos gubernamentales, asesinatos encubiertos, son algunas de las formas que toman las teorías
conspirativas.
Índice
1Terminología
2Conspiraciones verificadas
3Teorías conspirativas populares
o 3.1Teorías conspirativas en la ficción
4Uso de Karl Popper del término «teoría conspirativa»
o 4.1Falsabilidad
5Conspiracionismo
o 5.1Argumentos generales contra el conspiracionismo
5.1.1Orígenes psicológicos
5.1.1.1Proyección
5.1.1.2¿Sesgo epistémico?
5.1.1.3Psicología clínica
5.1.2Orígenes sociopolíticos
5.1.2.1Desilusión
5.1.2.2El «teorema de la racionalidad»
5.1.2.3Tropos de los medios
6Controversia
7Véase también
8Referencias
9Bibliografía
10Lecturas adicionales
o 10.1Literatura conspiracionista
11Enlaces externos
Terminología[editar]
Dibujo conspiracionista antisemita y antimasónico, donde se muestra a la Francia católica conducida
por judíos y francmasones.15
Hay quienes sostienen que Elvis Presley fingió su propia muerte y que ha sido visto luego del día de
su fallecimiento, el 16 de agosto de 1977, en diversos lugares.
Conspiraciones verificadas[editar]
La Ojrana (policía secreta del Imperio ruso) fomentó
el antisemitismo presentando Los protocolos de los sabios de Sion como
texto auténtico.25
El asesinato de Lev Trotski en México, ejecutado por Ramón Mercader, un
agente español de la NKVD soviética.26
ODESSA (del alemán Organisation der ehemaligen SS-Angehörigen,
Organización de Antiguos Miembros de la SS) fue una presunta red de
colaboración secreta desarrollada por grupos nazis para ayudar a escapar a
miembros de la SS desde Alemania a otros países donde estuviesen a
salvo, particularmente a Latinoamérica. La organización fue utilizada por el
novelista Frederick Forsyth en su obra de 1972 The Odessa File, basada en
hechos reales, lo que le dio una gran repercusión mediática. Por otro lado,
el mayor investigador, perseguidor y encargado de informar sobre la
existencia y misión de esta organización fue Simon Wiesenthal, un judío
austríaco superviviente al Holocausto, quien se dedicó a localizar exnazis
para llevarlos a juicio. La historiadora Gitta Sereny escribió en su libro Into
That Darkness (1974), basado en entrevistas con el excomandante
del campo de exterminio de Treblinka, Franz Stangl, que ODESSA nunca
existió. Escribió: «Los fiscales en la Autoridad Central de Ludwigsburg para
la investigación de crímenes nazis, que sabían precisamente cómo han sido
financiada en la postguerra las vidas de ciertos individuos actualmente en
Sudamérica, han buscado entre miles de documentos desde el principio
hasta el final, pero afirman que son totalmente incapaces de autentificar la
existencia de ‘Odessa’. No es que esto importe: ciertamente existieron
varios tipos de organizaciones de ayuda a los nazis después de la guerra —
habría sido sorprendente que no las hubiese habido».27
El proyecto MK Ultra —a veces también conocido como programa de
control mental de la CIA— fue el nombre en clave dado a un programa
secreto e ilegal diseñado y ejecutado por la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos para la experimentación en seres
humanos. Estos ensayos en humanos estaban destinados a identificar y
desarrollar nuevas sustancias y procedimientos para utilizarlos en
interrogatorios y torturas, con el fin de debilitar al individuo y forzarlo a
confesar a partir de técnicas de control mental. Fue organizado por la
División de Inteligencia Científica de la CIA en coordinación con el Cuerpo
Químico de la Dirección de Operaciones Especiales del Ejército de Estados
Unidos.28
La CIA ha estado involucrada en varias operaciones de tráfico de drogas.
Algunos de estos informes afirman que la evidencia del Congreso que
indica que la CIA trabajó con grupos que se sabía que estaban involucrados
en el tráfico de drogas, por lo que estos grupos se les proporcionó
información útil y de apoyo material, a cambio de permitir que sus
actividades criminales continuaran,29 y de obstaculizar o impedir su arresto,
acusación y encarcelamiento por las agencias policiales estadounidenses.30
En la década de 1980, el gobierno de los Estados Unidos se vio envuelto en
una conspiración para derrocar al gobierno nicaragüense, mediante la
financiación, a través de la venta de armas a Irán y de drogas en las calles
de los Estados Unidos, de una guerrilla contrarrevolucionaria. Estos
hechos, conocidos como "Escándalo Irán-Contra" o "Irangate", implicaron a
varios miembros de la administración de Ronald Reagan, incluido el
presidente, y fueron, incluso, judicializados y juzgados, lo que demuestra su
veracidad.
Informe del Senado estadounidense de 1977 sobre la existencia del programa MK Ultra
La red ECHELON
Conspiracionismo[editar]
Las teorías conspirativas a menudo no se toman seriamente debido a que
muchas de ellas, casi por definición, carecen de evidencia verificable. Otros,
por otro lado, protestan contra la práctica de mencionar únicamente las teorías
conspirativas más ridículas, obviando las teorías conspirativas que han
resultado ciertas (tales como la conspiración para asesinar a John F.
Kennedy o el Holocausto). Esto lleva a la pregunta de qué mecanismos podrían
existir en la cultura popular que lleven a la invención y diseminación
subsiguiente de teorías conspirativas.
En búsqueda de respuestas a esta pregunta, la teoría conspirativa se ha vuelto
un tema de interés para sociólogos, psicólogos y expertos en folclore desde al
menos la década de 1960, cuando el asesinato del presidente de Estados
Unidos John F. Kennedy provocó una respuesta del público sin precedentes
dirigida contra la versión oficial del caso según lo expuso el Reporte de
la Comisión Warren. El informe de dicha comisión ha sido contradicho por
el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, establecido en 1976, que en
su informe final concluye que el presidente John F. Kennedy fue probablemente
asesinado como resultado de una conspiración. Así pues, resulta que, en este
caso concreto, fueron los que rechazaron el informe de la Comisión Warren los
que tenían razón.
Una visión del mundo que supuestamente tiene como centro teorías
conspirativas en el desarrollo de la historia se denomina en ocasiones como
«conspiracionismo». El historiador Richard Hofstadter indicó el papel de
la paranoia y el conspiracionismo a lo largo de la historia de Estados Unidos en
su ensayo The Paranoid Style in American Politics, publicado en 1964. El
clásico de Bernard Bailyn The Ideological Origins of the American
Revolution (1967) hace notar que en Estados Unidos puede encontrarse un
fenómeno similar durante el tiempo que precedió a la independencia
estadounidense.36
El término «conspiracionismo» fue popularizado por el académico Frank P.
Mintz en la década de 1980. El trabajo académico en teorías conspirativas y
conspiracionismo presenta un rango de hipótesis como base de estudio del
género. Entre los principales académicos del conspiracionismo se encuentran:
Richard Hofstadter, Karl Popper, Michael Barkun, Robert Alan Goldberg, Daniel
Pipes, Mark Fenster, Frank P. Mintz, Carl Sagan, George Johnson y Gerald
Posner.
De acuerdo con Mintz, el conspiracionismo denota «creencia en la primacía de
conspiraciones en el desarrollo de la historia»:37
El conspiracionismo satisface las necesidades de diversos grupos políticos y sociales en Estados
Unidos y otras regiones. Identifica élites, las culpa por las catástrofes económicas y sociales, y
asume que las cosas serán mejores una vez la acción popular las pueda remover de las posiciones
de poder. Como tales, las teorías conspirativas no tipifican una época o ideología particular. 38
Frank P. Mintz
Desilusión[editar]
A finales del siglo XX, varios observadores notaron descensos en la
participación electoral y en otras medidas centrales del compromiso social.
Como ejemplo prominente, véase la tesis de Robert Putnam Bowling Alone.
Quienes fueron más influenciados por este período, la llamada «generación X»,
se caracterizan por su cinismo hacia las instituciones y autoridades
tradicionales, lo cual constituye un ejemplo del contexto de pérdida de poder
político mencionado anteriormente.
En ese contexto, un individuo típico tenderá a estar más aislado de los tipos de
redes de pares que confieren acceso a amplias fuentes de información, y
puede desconfiar intuitivamente de cualquier aseveración hecha por ciertas
personas, medios u otras instituciones autorizadas. Para algunos individuos, la
consecuencia puede ser una tendencia a atribuir cualquier cosa negativa que
ocurra a la autoridad de la que se desconfía. Por ejemplo, algunos atribuyen
los atentados del 11 de septiembre de 2001 a una conspiración que involucra al
gobierno de Estados Unidos (o políticos desaprobados) en lugar de o junto
con terroristas islámicos asociados con Al Qaeda (véase conspiraciones del 11-
S). Tales cargos pueden también colorearse con motivación política. Se
hicieron cargos similares (en algunos círculos) según los cuales la
administración de Franklin D. Roosevelt del gobierno de Estados Unidos fue de
alguna manera culpable del ataque a Pearl Harbor en 1941.
El «teorema de la racionalidad»[editar]
Otra crítica de las teorías conspirativas es que se basan en cierta visión del
mundo que puede o no ser correcta. Graham Allison, politólogo, desarrolló este
argumento en su libro, Essence of Decision, y lo llamó informalmente el
«teorema de la racionalidad».
Básicamente, Allison argumentó:
Controversia[editar]
Aparte de las controversias sobre los méritos de aseveraciones conspirativas
particulares y de las diversas opiniones académicas discrepantes, la categoría
general de teoría conspirativa es en sí misma una materia controvertida.
El término «teoría conspirativa» está considerado por diferentes observadores
como una descripción neutral de una aseveración conspirativa, un
término peyorativo usado para desestimar tal aseveración sin más examen,57 y
un término que puede acogerse positivamente por los proponentes de tal
aseveración.
Algunos usan el término para argumentos que pueden no creer completamente
pero que consideran radicales y emocionantes. El significado del término más
ampliamente aceptado es el que se comparte en el uso en cultura popular y en
el académico, que, de hecho, tiene implicaciones negativas para el valor de
verdad probable de un relato.
Dado este entendimiento popular del término, es concebible que este pueda
ser usado ilegítima e inapropiadamente como medio de desestimación de lo
que de hecho son acusaciones sustanciales y bien evidenciadas. La legitimidad
de cada uno de tales usos será por tanto un asunto de controversia.
Observadores desinteresados compararán los rasgos de una alegación con los
de la categoría mencionada anteriormente, para efectos de determinar si un
uso dado es legítimo o perjudicial. En relación con esto, Michael Parenti ha
usado el término conspirafobia (conspiracy phobia).58 Este autor, asimismo, en
uno de sus artículos, llama a la CIA «una conspiración institucionalizada».59
Ciertos proponentes de aseveraciones conspirativas y sus partidarios
argumentan que el término es completamente ilegítimo y que debe
considerarse precisamente tan manipulador políticamente como la práctica
soviética de tratar disidentes políticos como dementes clínicos.60 Críticos de
esta visión afirman que el argumento tiene poco peso y que la afirmación
misma sirve para exponer la paranoia común entre los teorizadores
conspirativos. Por otra parte, Daniel Pipes, uno de los que usan el término
frecuentemente,61 incluso reconoce que algunos informes los hizo por encargo
de la CIA.62 Además, los críticos del conspiracionismo suelen mencionar solo
las teorías conspirativas más ridículas sin mencionar las conspiraciones que
están históricamente demostradas.
Algunos teóricos, como Charles Pigden, argumentan que la realidad de tales
conspiraciones históricamente comprobadas debería prevenirnos contra
cualquier rechazo apresurado de teorías conspirativas. Pigden, en su artículo
«Conspiracy Theories and the Conventional Wisdom»63 («Teorías de
conspiración y la sabiduría convencional») arguye que no solo ocurren
conspiraciones, sino que cualquier miembro educado de la sociedad cree en al
menos una de ellas; por tanto, todos somos, de hecho, teóricos de la
conspiración, se reconozca o no.
En cualquier caso, vale la pena considerar que el mismo término
«conspiración» es muy anterior al término «teoría conspirativa», y está muy
bien caracterizado en la historia, el derecho penal, las leyes penales y
las sentencias de los tribunales. Esto ilustra el hecho de que la conspiración es
y ha sido desde antaño un comportamiento humano muy real y muy frecuente,
mientras que la legitimidad del muy reciente concepto de «teoría conspirativa»
continúa abierta al debate.
En el derecho penal está bien caracterizado el concepto de «conspiración»,
aparte del hecho de que muchas personas han sido condenadas por los
tribunales por tal motivo. El actual Código Penal de España, de 1995, en su
artículo 17.1 dice: «La conspiración existe cuando dos o más personas se
conciertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo».64 Los
anteriores códigos penales españoles también definían y castigaban la
conspiración.65 En la legislación penal de otros países también se castiga la
conspiración.
El término «teoría conspirativa» es en sí mismo el objeto de un tipo de teoría
conspirativa que argumenta que quienes usan el término están manipulando a
la audiencia para desestimar el tema en discusión, ya sea en un intento
deliberado de ocultar la verdad o como engaño para conspiradores más
pausados.[cita requerida]
Cuando se ofrecen teorías conspirativas como aseveraciones oficiales (por
ejemplo, proviniendo de una autoridad gubernamental, tal como una agencia de
inteligencia), estas no se consideran usualmente como teorías conspirativas.
Por ejemplo, ciertas actividades del Comité de Actividades
Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes de los Estados
Unidos pueden considerarse como un intento oficial de promover una teoría
conspirativa, aunque sus aseveraciones son raramente referidas como tales.
Se ha llegado a decir: «¿Cuándo una teoría conspirativa no es una teoría
conspirativa? Cuando es tu propia teoría».57 Se ha señalado que muchas veces
las versiones oficiales son también teorías conspirativas66 aunque no se
reconozcan como tales. A tal efecto, se ha acuñado la expresión «teoría
conspirativa oficial».
Surgen más dificultades de la ambigüedad del término teoría. En el uso
popular, este término se usa a menudo para referirse a especulaciones sin
fundamento o con bases débiles, lo que lleva a la idea de que «no es una
teoría conspirativa si es de hecho cierta».
Por otra parte, el uso del concepto de «teoría conspirativa» supone una
preocupación exclusiva o preponderante por los «falsos positivos» (creer en
una conspiración que no existe) sin prestar atención a la posibilidad de un
«falso negativo» (negar una conspiración que sí existe). Los que se ocupan del
fenómeno del conspiracionismo no se preocupan de si dichas teorías aciertan a
veces o no.