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Teoría conspirativa

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Sectas secretas que operan desde las sombras, supuestas simulaciones de hechos históricos,
secretos gubernamentales, asesinatos encubiertos, son algunas de las formas que toman las teorías
conspirativas.

Las expresiones teoría conspirativa, teoría de conspiración, teoría


conspiratoria o conspiranoia1 se usan para referirse a ciertas teorías
alternativas a las oficiales que explican un acontecimiento o una cadena de
acontecimientos, comúnmente, de
importancia política, social, económica, religiosa o histórica, por medio de la
acción secreta de grupos poderosos, extensos y de larga duración, y además
en tono peyorativo para descalificar esas teorías.23 La hipótesis general de una
teoría de conspiración es que ciertos sucesos importantes en la historia han
sido causados por conspiraciones ocultas misteriosas.45 Según el historiador
español Juan Francisco Fuentes, «todo viene de una ingenua tendencia, muy
ligada a la esencia del mundo contemporáneo, a sobrevalorar la capacidad del
ser humano para llegar a saberlo todo sobre lo ya vivido, salvo que algo
anómalo se lo impida. Según esta percepción del pasado, el conocimiento
incompleto de un episodio histórico solo se explicaría por la intervención de un
agente maligno que hubiera cegado nuestra mirada o limitado nuestra visión de
lo ocurrido, hurtando pruebas o dejando pistas falsas por el camino».6
Las teorías conspirativas no deben ser confundidas con las
verdaderas conspiraciones ─demostradas histórica y criminológicamente,
castigadas por leyes penales y sentencias de tribunales─: aunque ambos
conceptos están íntimamente ligados, en general cuando se utiliza la expresión
«teoría conspirativa» se pretende significar que en ese caso puntual no ha
existido ninguna conspiración y que la teoría que afirma su existencia carece
de sustento racional y probatorio.7891011 Al contrario que las conspiraciones
reales, las teorías de la conspiración deben entenderse como narraciones que
comparten una estructura narrativa común y con actores recurrentes. 1213
En ciertos casos, las teorías de conspiración han demostrado ser ciertas o
revelar aspectos reales que se habían mantenido ocultos.914

Índice

 1Terminología
 2Conspiraciones verificadas
 3Teorías conspirativas populares
o 3.1Teorías conspirativas en la ficción
 4Uso de Karl Popper del término «teoría conspirativa»
o 4.1Falsabilidad
 5Conspiracionismo
o 5.1Argumentos generales contra el conspiracionismo
 5.1.1Orígenes psicológicos
 5.1.1.1Proyección
 5.1.1.2¿Sesgo epistémico?
 5.1.1.3Psicología clínica
 5.1.2Orígenes sociopolíticos
 5.1.2.1Desilusión
 5.1.2.2El «teorema de la racionalidad»
 5.1.2.3Tropos de los medios
 6Controversia
 7Véase también
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Lecturas adicionales
o 10.1Literatura conspiracionista
 11Enlaces externos

Terminología[editar]
Dibujo conspiracionista antisemita y antimasónico, donde se muestra a la Francia católica conducida
por judíos y francmasones.15

El término «teoría conspirativa» se usa como descripción, para algunos neutral,


de cualquier aseveración de conspiración. «Conspirar», en inglés, significa
«unirse en secreto acuerdo con el fin de efectuar un acto ilícito o impropio o
para usar tal medio para llevar a cabo un fin ilícito».16 En español, «conspirar»
significa «unirse contra su superior o soberano, o unirse contra un particular
para hacerle daño».17
El primer uso registrado de la expresión «teoría conspirativa» data de 1909.
Originalmente, se trataba de un término neutral, pero durante los avatares
políticos de la década de 1960, el término adquirió su actual
sentido peyorativo.18 El término ingresó en un suplemento del Oxford English
Dictionary, a principios de 1997.19
En un ensayo de Daniel Pipes (según él, «adaptado de un estudio preparado
para la CIA»),20 se intenta identificar las creencias que distinguen la mentalidad
conspirativa de patrones más convencionales de pensamiento:

 las apariencias engañan;


 las conspiraciones conducen la Historia;
 nada es al azar;
 el enemigo siempre gana;
 poder, fama, dinero y sexo dan cuenta de todo.21
El término «teoría conspirativa» es usado por académicos establecidos y
en cultura popular para identificar un tipo de folclore similar al de una leyenda
urbana, especialmente un relato explicativo que se construye con fallos
metodológicos particulares.22 El término también se usa peyorativamente para
desestimar aseveraciones que se consideran mal concebidas, paranoicas, sin
fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de consideración
seria. Por ejemplo, los términos «chiflado conspirativo» y «teorizador
conspirativo» se usan en ocasiones peyorativamente. Algunos de los que
mantienen teorías o especulaciones que son tildadas de «teorías
conspirativas» rechazan el término por prejuicioso.[cita requerida]
El hecho de que una aseveración conspirativa particular pueda tildarse de
teoría conspirativa de forma imparcial o neutral genera controversia. La teoría
conspirativa se ha vuelto un término de alta carga política, y la fuerte crítica de
los «teorizadores conspirativos» por parte de académicos, políticos, psicólogos
y medios supera las líneas políticas tradicionales de derecha e
izquierda.[cita requerida]
El académico estadounidense Noam Chomsky contrasta la teoría conspirativa
como más o menos lo opuesto al análisis institucional, el cual se enfoca sobre
todo en el comportamiento público a largo plazo de instituciones conocidas
públicamente, según se registra, por ejemplo, en documentos académicos o
reportes de medios de comunicación, en lugar de coaliciones secretas de
individuos.2324

Hay quienes sostienen que Elvis Presley fingió su propia muerte y que ha sido visto luego del día de
su fallecimiento, el 16 de agosto de 1977, en diversos lugares.

Conspiraciones verificadas[editar]
 La Ojrana (policía secreta del Imperio ruso) fomentó
el antisemitismo presentando Los protocolos de los sabios de Sion como
texto auténtico.25
 El asesinato de Lev Trotski en México, ejecutado por Ramón Mercader, un
agente español de la NKVD soviética.26
 ODESSA (del alemán Organisation der ehemaligen SS-Angehörigen,
Organización de Antiguos Miembros de la SS) fue una presunta red de
colaboración secreta desarrollada por grupos nazis para ayudar a escapar a
miembros de la SS desde Alemania a otros países donde estuviesen a
salvo, particularmente a Latinoamérica. La organización fue utilizada por el
novelista Frederick Forsyth en su obra de 1972 The Odessa File, basada en
hechos reales, lo que le dio una gran repercusión mediática. Por otro lado,
el mayor investigador, perseguidor y encargado de informar sobre la
existencia y misión de esta organización fue Simon Wiesenthal, un judío
austríaco superviviente al Holocausto, quien se dedicó a localizar exnazis
para llevarlos a juicio. La historiadora Gitta Sereny escribió en su libro Into
That Darkness (1974), basado en entrevistas con el excomandante
del campo de exterminio de Treblinka, Franz Stangl, que ODESSA nunca
existió. Escribió: «Los fiscales en la Autoridad Central de Ludwigsburg para
la investigación de crímenes nazis, que sabían precisamente cómo han sido
financiada en la postguerra las vidas de ciertos individuos actualmente en
Sudamérica, han buscado entre miles de documentos desde el principio
hasta el final, pero afirman que son totalmente incapaces de autentificar la
existencia de ‘Odessa’. No es que esto importe: ciertamente existieron
varios tipos de organizaciones de ayuda a los nazis después de la guerra —
habría sido sorprendente que no las hubiese habido».27
 El proyecto MK Ultra —a veces también conocido como programa de
control mental de la CIA— fue el nombre en clave dado a un programa
secreto e ilegal diseñado y ejecutado por la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos para la experimentación en seres
humanos. Estos ensayos en humanos estaban destinados a identificar y
desarrollar nuevas sustancias y procedimientos para utilizarlos en
interrogatorios y torturas, con el fin de debilitar al individuo y forzarlo a
confesar a partir de técnicas de control mental. Fue organizado por la
División de Inteligencia Científica de la CIA en coordinación con el Cuerpo
Químico de la Dirección de Operaciones Especiales del Ejército de Estados
Unidos.28
 La CIA ha estado involucrada en varias operaciones de tráfico de drogas.
Algunos de estos informes afirman que la evidencia del Congreso que
indica que la CIA trabajó con grupos que se sabía que estaban involucrados
en el tráfico de drogas, por lo que estos grupos se les proporcionó
información útil y de apoyo material, a cambio de permitir que sus
actividades criminales continuaran,29 y de obstaculizar o impedir su arresto,
acusación y encarcelamiento por las agencias policiales estadounidenses.30
 En la década de 1980, el gobierno de los Estados Unidos se vio envuelto en
una conspiración para derrocar al gobierno nicaragüense, mediante la
financiación, a través de la venta de armas a Irán y de drogas en las calles
de los Estados Unidos, de una guerrilla contrarrevolucionaria. Estos
hechos, conocidos como "Escándalo Irán-Contra" o "Irangate", implicaron a
varios miembros de la administración de Ronald Reagan, incluido el
presidente, y fueron, incluso, judicializados y juzgados, lo que demuestra su
veracidad.

Informe del Senado estadounidense de 1977 sobre la existencia del programa MK Ultra
 La red ECHELON

Teorías conspirativas populares[editar]


Artículo principal: Anexo:Teorías conspirativas
Teorías conspirativas en la ficción[editar]
Dado su potencial dramático, las conspiraciones son un tema popular en
novelas o películas de acción y ciencia ficción. Una historia compleja se
rearregla como obra moral en la que gente malvada produce acontecimientos
malos y gente buena identifica a aquellas personas y las vence. Estas teorías
conspirativas ficticias ofrecen narraciones claras e intuitivas en las cuales el
complot de los conspiradores encaja estrechamente en las necesidades
dramáticas del complot de la historia. Como se mencionó anteriormente, el
aspecto cui bono de las teorías conspirativas semeja un elemento de historias
de misterio: la búsqueda de un posible motivo escondido.

 Dr. Strangelove es una comedia de 1964 sobre la incredulidad hacia el


conflicto nuclear moderno. El fin del mundo se precipita por los engaños del
general Jack D. Ripper, quien está al mando de un ala aérea nuclear
del Mando Aéreo Estratégico. El general Ripper cree que hay una
conspiración comunista que amenaza con «minar y purificar» los
«preciosos fluidos corporales» de los estadounidenses con agua fluorada.
 Conspiracy Theory es una película de suspense de 1997 sobre un taxista
(interpretado por Mel Gibson) que publica un boletín de noticias en el que
discute lo que él sospecha ser conspiraciones del gobierno, resultando que
una de ellas es cierta (posiblemente inspirada en el proyecto MK ultra).
 The X-Files es una popular serie de televisión emitida durante la década de
1990 y los primeros años de la década de 2000, la cual presenta las
investigaciones de dos agentes del FBI, Fox Mulder y Dana Scully, quienes
son en ocasiones ayudados por un grupo de teorizadores conspirativos
conocidos como Los pistoleros solitarios. Muchos de los episodios tratan de
un complot de colonización extraterrestre supervisada por elementos como
el Gobierno de Estados Unidos, liderados por un individuo conocido
como El Fumador y un todavía más misterioso «Sindicato». El famoso
eslogan de la serie, «la verdad está ahí afuera», puede interpretarse como
referencia a la naturaleza psicológica de búsqueda de significado discutida
abajo.
 La novela de Umberto Eco El péndulo de Foucault es una amplia y
embrollada sátira sobre el conspiracionismo en la que los personajes
intentan construir una conspiración que abarca todo, comenzando con
los templarios e incluyendo a los bávaros Illuminati, los Rosacruces, los
entusiastas de la Tierra hueca, los cátaros e incluso los jesuitas.
 También de Umberto Eco, la novela El cementerio de Praga trata de las
orígenes de Los protocolos de los sabios de Sion y de sus consecuencias.
 El código Da Vinci es una novela de Dan Brown que explora un tema
similar, sin la sátira, con la religión como foco: una conspiración de
la Iglesia católica ha intentado encubrir la «verdadera» historia de Jesús.
 En Bones, serie de la cadena estadounidense Fox, el personaje de Jack
Hodgins muestra en repetidas ocasiones ser seguidor de la teoría
conspirativa.
 En la serie de cómic The Men in Black, creada por Lowell
Cunningham y Sandy Carruthiers, que serviría de base a la famosa
franquicia cinematográfica, se afirma que los agentes del MIB no solo
combaten contra todo tipo de seres extraños, sino que, además, gobiernan
el mundo de forma secreta, siendo todos los gobiernos mundiales una
fantasía. En la posterior adaptación cinematográfica de esta serie, dado el
tono de comedia ligera que se le imprimió, esta idea se cambió, pasado el
MIB, a ser un departamento secreto del gobierno de EE. UU.
 En el episodio "El ordenador que acabó con Homer", perteneciente a la
duodécima temporada de la sitcom estadounidense Los Simpson, Homer
Simpson crea una página web a través de la que comienza a difundir bulos,
teorías conspirativas y chismes delìberadamente falsos con el fin de atraer
visitas, resultando que, al final, uno de los bulos acaba siendo cierto.
Igualmente, se han sugerido teorías conspirativas o hipótesis de conspiración
en pos de develar el enigma de la anónima identidad del homicida en
serie Jack el Destripador. La más difundida de estas se debió al escritor
inglés Stephen Knight, y fue postulada en el ensayo Jack the Ripper. The final
solution,31 que vio la luz pública en 1976. Aquí se propugnó que el cirujano de
la Corona, William Gull, fungió de ejecutor, secundado por un elenco de
masones prominentes. En dicha versión, las prostitutas víctimas del verdugo
serial habrían chantajeado a la monarquía, amenazando divulgar que (como
fruto de los amoríos entre una plebeya y el príncipe Albert Víctor) había nacido
una niña bastarda con derechos al trono británico. Al médico imperial se le
habría encargado asustar a las chantajistas, pero no asesinarlas. No obstante,
un exceso de celo, aunado al brote de una enfermedad mental, terminó
convirtiendo al insigne galeno en el monstruo que la posteridad conoce con el
mote de Jack the Ripper. Tal constituye, en síntesis, la denominada: "teoría de
la conspiración monárquico-masónica".3132

Uso de Karl Popper del término «teoría


conspirativa»[editar]
Artículo principal: Karl Popper
En su trabajo de dos volúmenes «Las sociedades abiertas y sus enemigos,
1938-1943», Karl Popper usa la expresión «teorías de conspiración».
Argumenta que el totalitarismo del siglo XX estuvo fundado en tales teorías,
que recurrían a complots imaginarios conducidos por escenarios paranoicos
predicados en el tribalismo o el racismo. No argumenta contra la existencia de
conspiraciones cotidianas, como se sugiere incorrectamente en mucha de la
literatura posterior. Incluso, usa el término «conspiración» para describir la
actividad política ordinaria en la Atenas clásica de Platón, quien es el principal
objetivo de ataque en la obra. También escribe: «No deseo dar a entender que
las conspiraciones nunca ocurren. Al contrario, son fenómenos sociales
típicos».33
Falsabilidad[editar]
Popper propone la expresión «teoría conspirativa de la sociedad» para criticar
la metodología de los que considera engañados por el «historicismo» (la
reducción de la historia a una evidente e ingenua distorsión a través de un
análisis crudamente formulado, predicado en una agenda repleta de
suposiciones insensatas).34
Karl Popper argumenta que la ciencia se escribe como un conjunto
de hipótesis falsables; aquellas teorías y aseveraciones que no admiten
ninguna posibilidad de falsación son consideradas metafísicas o no científicas.
Críticos de teorías conspirativas argumentan en ocasiones que muchas de
ellas no son falsables y por ello no pueden ser científicas. Esta acusación es a
menudo correcta, y es consecuencia de la estructura lógica de ciertas clases
de teorías conspirativas. Estas toman la forma de aserciones existenciales,
alegando la existencia de alguna acción u objeto sin especificar el sitio o
momento en el que puede observarse. La falta de observación del fenómeno es
el resultado de buscar en el lugar equivocado (esto es, de haber sido engañado
por la conspiración), lo cual hace imposible cualquier demostración de que la
conspiración no existe.
Sin embargo, el uso de la falsabilidad como criterio para distinguir entre ciencia
y no ciencia ha sido criticado por un buen número de académicos. Entre ellos
destacan los una vez estudiantes de Popper: Thomas Kuhn, Paul
Feyerabend e Imre Lakatos, que argumentan que ninguna teoría es falsable en
el sentido de Popper, y que como consecuencia Popper representa
erróneamente el proceso real de descubrimiento científico.35

Conspiracionismo[editar]
Las teorías conspirativas a menudo no se toman seriamente debido a que
muchas de ellas, casi por definición, carecen de evidencia verificable. Otros,
por otro lado, protestan contra la práctica de mencionar únicamente las teorías
conspirativas más ridículas, obviando las teorías conspirativas que han
resultado ciertas (tales como la conspiración para asesinar a John F.
Kennedy o el Holocausto). Esto lleva a la pregunta de qué mecanismos podrían
existir en la cultura popular que lleven a la invención y diseminación
subsiguiente de teorías conspirativas.
En búsqueda de respuestas a esta pregunta, la teoría conspirativa se ha vuelto
un tema de interés para sociólogos, psicólogos y expertos en folclore desde al
menos la década de 1960, cuando el asesinato del presidente de Estados
Unidos John F. Kennedy provocó una respuesta del público sin precedentes
dirigida contra la versión oficial del caso según lo expuso el Reporte de
la Comisión Warren. El informe de dicha comisión ha sido contradicho por
el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, establecido en 1976, que en
su informe final concluye que el presidente John F. Kennedy fue probablemente
asesinado como resultado de una conspiración. Así pues, resulta que, en este
caso concreto, fueron los que rechazaron el informe de la Comisión Warren los
que tenían razón.
Una visión del mundo que supuestamente tiene como centro teorías
conspirativas en el desarrollo de la historia se denomina en ocasiones como
«conspiracionismo». El historiador Richard Hofstadter indicó el papel de
la paranoia y el conspiracionismo a lo largo de la historia de Estados Unidos en
su ensayo The Paranoid Style in American Politics, publicado en 1964. El
clásico de Bernard Bailyn The Ideological Origins of the American
Revolution (1967) hace notar que en Estados Unidos puede encontrarse un
fenómeno similar durante el tiempo que precedió a la independencia
estadounidense.36
El término «conspiracionismo» fue popularizado por el académico Frank P.
Mintz en la década de 1980. El trabajo académico en teorías conspirativas y
conspiracionismo presenta un rango de hipótesis como base de estudio del
género. Entre los principales académicos del conspiracionismo se encuentran:
Richard Hofstadter, Karl Popper, Michael Barkun, Robert Alan Goldberg, Daniel
Pipes, Mark Fenster, Frank P. Mintz, Carl Sagan, George Johnson y Gerald
Posner.
De acuerdo con Mintz, el conspiracionismo denota «creencia en la primacía de
conspiraciones en el desarrollo de la historia»:37
El conspiracionismo satisface las necesidades de diversos grupos políticos y sociales en Estados
Unidos y otras regiones. Identifica élites, las culpa por las catástrofes económicas y sociales, y
asume que las cosas serán mejores una vez la acción popular las pueda remover de las posiciones
de poder. Como tales, las teorías conspirativas no tipifican una época o ideología particular. 38
Frank P. Mintz

A lo largo de la historia humana, algunos líderes políticos y económicos «han


sido» genuinamente la causa de enormes cantidades de muerte y miseria, y en
algunas ocasiones se vieron involucrados en conspiraciones, al tiempo que
ahora promueven teorías conspirativas sobre sus
objetivos. Hitler y Stalin serían meramente los ejemplos más prominentes; ha
habido numerosos más.39
En algunos casos ha habido aseveraciones acusadas de ser teorías
conspirativas que luego mostraron tener alguna base en los hechos (para
ejemplos, ver abajo «Conspiraciones verificadas»).4041
La idea de que la historia misma está controlada por grandes y duraderas
conspiraciones es desestimada por el historiador Bruce Cumings:
Pero si las conspiraciones existen, ellas raramente mueven la historia; producen una diferencia al
margen de cuando en cuando pero con las consecuencias imprevistas de una lógica fuera del
control de sus autores: y este es el error de la «teoría conspirativa». La historia se mueve por las
amplias fuerzas y grandes estructuras de las colectividades humanas.42

El término «conspiracionismo» se usa en el trabajo de Michael Kelly, Chip


Berlet y Matthew N. Lyons.
De acuerdo con Berlet y Lyons, «El conspiracionismo es una forma narrativa
particular de articular un chivo expiatorio, la cual enmarca enemigos
satanizados como parte de un vasto e incisivo argumento contra el bien común,
mientras que valora el chivo expiatorio como un héroe para la alarma
resonante».43
Argumentos generales contra el conspiracionismo[editar]
Los argumentos contra el conspiracionismo no suelen dirigirse a demostrar que
está siempre equivocado ni a analizar si es posible que acierte al menos
algunas veces, sino a, supuestamente, analizar los mecanismos psicológicos
por los que aparece. Esto, a juicio de algunos, quita legitimidad al mismo
concepto de «conspiracionismo» y a los argumentos «contra el
conspiracionismo».
Muchas personas tienden a responder a acontecimientos o situaciones que han
tenido un impacto emocional en ellos tratando de darles sentido, típicamente en
términos espirituales, morales, políticos o científicos. Acontecimientos que
parecen resistirse a tales interpretaciones pueden provocar que el sujeto
busque con más premura un significado, hasta que alcance uno que sea capaz
de ofrecerle al sujeto inquisidor la satisfacción emocional requerida.
En otras ocasiones, el desarrollo de secuencias complejas de acontecimientos,
tales como fenómenos políticos, son explicables, pero no en términos simples.
Las teorías conspirativas son a menudo preferidas por las personas como
modo de entender lo que está pasando a su alrededor sin tener que lidiar con
las complejidades de la historia o interacción política.
Como historiador sociológico, Holger Herwig encontró, estudiando
explicaciones alemanas para el origen de la Primera Guerra Mundial, que
«aquellos acontecimientos que son más importantes son más difíciles de
entender porque atraen la mayor atención de inventores de mitos y
charlatanes».
Este proceso normal de búsqueda de una explicación satisfactoria podría
desviarse por diversas influencias. Al nivel del individuo, las necesidades
psicológicas apremiantes pueden influir el proceso de tal forma que algunas de
nuestras herramientas mentales universales pueden imponer 'puntos
ciegos' epistémicos. A nivel de grupo o sociológico, los factores históricos
pueden realizar el proceso de asignar significados satisfactorios más o menos
problemáticos.
Alternativamente, las teorías conspirativas pueden surgir cuando la evidencia
disponible en el registro público no se corresponde con la versión común u
oficial de los acontecimientos. En este sentido, las teorías conspirativas pueden
servir en ocasiones para resaltar 'puntos ciegos' en las interpretaciones
comunes u oficiales de los acontecimientos.44
Orígenes psicológicos[editar]
De acuerdo con algunos psicólogos, una persona que cree en una teoría
conspirativa tiende a creer en otras; una persona que no cree en una teoría
conspirativa tiende a no creer en otra.45 Esto puede deberse a diferencias en la
información en que se basan las partes para formular sus conclusiones.
Existen psicólogos que creen que la búsqueda de significado es común en el
conspiracionismo y en el desarrollo de teorías conspirativas, y que puede ser
suficientemente fuerte como para llevar ella sola a la primera formulación de la
idea[cita requerida]. Una vez concebida, el sesgo de confirmación y la evasión
de disonancia cognitiva pueden reforzar la creencia. En un contexto donde una
teoría conspirativa se ha vuelto popular dentro de un grupo social,
el reforzamiento comunal puede igualmente desempeñar un papel.
Investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Kent sugieren que las
personas pueden ser influenciadas por teorías conspirativas sin ser
conscientes de que sus actitudes han cambiado. Tras leer teorías conspirativas
populares sobre la muerte de Diana de Gales, participantes en este estudio
estimaron correctamente qué tanto las actitudes de sus pares habían
cambiado, pero subestimaron significativamente qué tanto sus propias
actitudes habían cambiado para volverse más a favor de las teorías
conspirativas. Los autores concluyen que las teorías conspirativas pueden por
tanto tener un 'poder escondido' para influir las creencias de las personas.46
Psicólogos humanistas sostienen que, a pesar de que el conciliábulo detrás de
la conspiración es casi siempre percibido como hostil, a menudo la idea de la
teoría conspirativa tiene un elemento de tranquilidad para sus creyentes. Esto
se debe, en parte, a que es más consolador pensar que las complicaciones y
trastornos en los asuntos humanos son creados por los seres humanos mismos
en lugar de por factores que escapan al control humano. La creencia en una
conspiración es un dispositivo mental que el creyente usa para asegurar a sí
mismo que ciertos hechos y circunstancias no son producto del azar, sino
originados por una inteligencia humana. Si un conciliábulo está implicado en
una secuencia de acontecimientos, siempre existe la esperanza, aunque débil,
de ser capaz de interferir en los actos del grupo conspirador, o bien de unirse al
grupo y ejercer un poco de ese mismo poder. Por último, la creencia en el
poder de una conspiración es una afirmación implícita de la dignidad humana
—una afirmación, a menudo inconsciente, pero necesaria, de que el hombre no
es un ser totalmente indefenso, sino que es responsable, al menos en cierta
medida, de su propio destino.47
Proyección[editar]
Algunos historiadores han señalado el elemento de proyección psicológica en
el conspiracionismo; es decir, la atribución a los supuestos «conspiradores» de
características indeseables del ser. Richard Hofstadter, en su ensayo The
Paranoid Style in American Politics, afirma que:
...es difícil resistirse a la conclusión de que este enemigo es en muchos aspectos la proyección del
ser; los aspectos tanto ideales como inaceptables del ser se le atribuyen a él. El enemigo puede ser
el intelectual cosmopolita, pero el paranoico lo excederá en el aparato de la erudición... el Ku Klux
Klan imitó al catolicismo al punto de usar prendas sacerdotales, desarrollando un ritual elaborado y
una jerarquía igualmente elaborada. La John Birch Society simula células comunistas y operación
cuasi-secreta a través de grupos «frontales», y realiza una persecución sin piedad de la guerra
ideológica a lo largo de líneas muy similares a las que encuentra en el enemigo comunista.
Portavoces de varios «cruzados» anticomunistas fundamentalistas expresan abiertamente su
admiración por la dedicación y disciplina que clama la causa comunista.
Richard Hofstadter

Hofstadter también notó que la «libertad sexual» es un vicio frecuentemente


atribuido al grupo objetivo del conspiracionista, apreciando que «muy a menudo
las fantasías de verdaderos creyentes revelan fuertes escapes
sadomasoquistas, vívamente expresados, por ejemplo, en el deleite de
antimasones con la crueldad de castigos masónicos».48
¿Sesgo epistémico?[editar]
Es posible que ciertos sesgos epistémicos humanos básicos se proyecten en el
material bajo escrutinio. De acuerdo a un estudio, las personas aplican una
regla general por medio de la cual esperan que un acontecimiento significativo
tenga una causa significativa (esto puede reemplazarse por: la gente espera,
para algo extraordinario, una explicación extraordinaria).49 El estudio ofreció a
tres sujetos cuatro versiones de acontecimientos en los cuales un presidente
extranjero (a) fue asesinado, (b) fue herido pero sobrevivió, (c) sobrevivió con
heridas pero luego murió de un ataque cardíaco, y (d) salió ileso. Los sujetos
tendieron en mayor medida a sospechar conspiración en los casos de los
'acontecimientos importantes' (en los que el presidente muere) en comparación
a los otros casos a pesar de que toda la demás evidencia disponible para ellos
fue la misma.
Otra regla epistémica general que puede aplicarse equívocamente a un
misterio que involucra otras personas es cui bono («¿quién se beneficia?»).
Esta sensibilidad a motivos ocultos de las demás personas podría ser un
aspecto ya sea evolucionado o enculturado de la conciencia humana, pero, en
cualquier caso, parece ser universal. Si el inquisidor carece de acceso a los
hechos relevantes del caso, o si hay intereses estructurales más que motivos
personales involucrados, este método de inquisición tenderá a producir un
reporte falsamente conspirativo de un acontecimiento impersonal[cita requerida]. El
corolario directo de este sesgo epistémico en culturas precientíficas es la
tendencia a imaginar el mundo en términos de animismo. Objetos inanimados o
sustancias de significancia para las personas reciben un carácter fetichista y se
suponen abrigar espíritus malignos o benignos.
Lo contrario de cui bono, y una posición generalmente útil cuando está
evaluándose una teoría conspirativa, es un corolario de la navaja de Occam.
«Nunca atribuya a conspiración lo que puede deberse a incompetencia». Es
decir, acontecimientos importantes tienen una mayor probabilidad de deberse a
fallos o descuidos de una persona o grupo que a sus planes y esfuerzos.
Psicología clínica[editar]
Para individuos relativamente poco comunes, una compulsión obsesiva a creer,
probar o repetir una teoría puede indicar una o más de varias enfermedades
psicológicas bien comprendidas y otras
hipotéticas: paranoia, negación, esquizofrenia, síndrome del mundo
mezquino.50
Orígenes sociopolíticos[editar]
Christopher Hitchens representa las teorías conspirativas como 'humos
exhaustos de la democracia', el resultado ineludible de una gran cantidad de
información circulante entre un gran número de personas. Otros autores
sociales y sociólogos argumentan que las teorías conspirativas se producen de
acuerdo a variables que pueden cambiar dentro de una sociedad democrática
(o de otro tipo).
Reportes conspirativos pueden ser satisfactorios emocionalmente cuando
ubican acontecimientos en un contexto moral entendible. El partidario de la
teoría es capaz de asignar responsabilidad moral por un acontecimiento o
situación emocionalmente perturbadora a un grupo de individuos claramente
concebido. Crucialmente, tal grupo no incluye al creyente. El creyente puede
entonces sentirse excusado de cualquier responsabilidad moral o política pues
remediar cualquier falla institucional o social podría ser la fuente efectiva de la
disonancia.51
Donde un comportamiento responsable se previene por las condiciones
sociales o simplemente va más allá de las habilidades de un individuo, la teoría
conspirativa facilita la descarga emocional o duelo que requieren tales retos
emocionales (según Erving Goffman).[cita requerida] Como los pánicos morales, las
teorías conspirativas ocurren así más frecuentemente dentro de comunidades
que están experimentando aislamiento social o pérdida de poder político.
Mark Fenster argumenta que «sólo porque teorías conspirativas de amplio
espectro estén erradas no significa que estas no den con algo.
Específicamente, dichas teorías se dirigen ideológicamente a inequidades
estructurales reales y constituyen una respuesta a una sociedad civil fulminante
y a la concentración de propiedad de los medios de producción que, juntos,
dejan al sujeto político sin la habilidad de ser reconocido o de significar algo en
el reino público».52
Por ejemplo, la forma contemporánea de antisemitismo se identifica en
la Enciclopedia Britannica de 1911 como una teoría conspirativa sirviendo al
autoentendimiento de la aristocracia europea, cuyo poder social declinó con el
ascenso de la sociedad burguesa.53
A lo largo de la historia, el antisemitismo es prominente en las teorías
conspirativas. De acuerdo con Kenneth S. Stern,
Históricamente, los judíos no se han llevado bien con las teorías conspirativas. Tales ideas
alimentan el antisemitismo. Los mitos en que judíos mataron a Cristo, o envenaron pozos, o mataron
niños cristianos para cocer matzo, o se inventaron el Holocausto, o traman el control del mundo, no
se suceden unos a otros; en cambio, la lista de bulos antisemíticos se alarga. El movimiento de
milicia hoy cree en la teoría conspirativa de los Protocolos, incluso si algunos la llaman de otra
manera y nunca mencionan a los judíos. Desde la perspectiva de la historia, sabemos que este es el
tipo de clima en que el antisemitismo puede crecer.54

Desilusión[editar]
A finales del siglo XX, varios observadores notaron descensos en la
participación electoral y en otras medidas centrales del compromiso social.
Como ejemplo prominente, véase la tesis de Robert Putnam Bowling Alone.
Quienes fueron más influenciados por este período, la llamada «generación X»,
se caracterizan por su cinismo hacia las instituciones y autoridades
tradicionales, lo cual constituye un ejemplo del contexto de pérdida de poder
político mencionado anteriormente.
En ese contexto, un individuo típico tenderá a estar más aislado de los tipos de
redes de pares que confieren acceso a amplias fuentes de información, y
puede desconfiar intuitivamente de cualquier aseveración hecha por ciertas
personas, medios u otras instituciones autorizadas. Para algunos individuos, la
consecuencia puede ser una tendencia a atribuir cualquier cosa negativa que
ocurra a la autoridad de la que se desconfía. Por ejemplo, algunos atribuyen
los atentados del 11 de septiembre de 2001 a una conspiración que involucra al
gobierno de Estados Unidos (o políticos desaprobados) en lugar de o junto
con terroristas islámicos asociados con Al Qaeda (véase conspiraciones del 11-
S). Tales cargos pueden también colorearse con motivación política. Se
hicieron cargos similares (en algunos círculos) según los cuales la
administración de Franklin D. Roosevelt del gobierno de Estados Unidos fue de
alguna manera culpable del ataque a Pearl Harbor en 1941.
El «teorema de la racionalidad»[editar]
Otra crítica de las teorías conspirativas es que se basan en cierta visión del
mundo que puede o no ser correcta. Graham Allison, politólogo, desarrolló este
argumento en su libro, Essence of Decision, y lo llamó informalmente el
«teorema de la racionalidad».
Básicamente, Allison argumentó:

 Muchas teorías (incluyendo teorías conspirativas) se basan en el supuesto


de expectativas racionales. Bajo este supuesto, los acontecimientos y
decisiones se explican con las respuestas racionales de grupos e
individuos.
 Sin embargo, grupos e individuos no siempre actúan de manera racional.
 Usando un pensamiento racional, los individuos toman automáticamente un
enfoque de «caja negra» hacia los problemas, lo que significa que se
concentran en los datos que estaban disponibles y en los resultados pero
fallan en no considerar otros factores tales como burocracia,
malentendidos, desacuerdos, etc.
 El pensamiento racional viola en general la ley científica de falsabilidad,
pues, de acuerdo con el teorema de la racionalidad, no hay acontecimiento
o grupo de acontecimiento que no puedan explicarse de una manera
racional y decidida.
Aunque Allison estudió principalmente la crisis de los misiles de Cuba, en
esencia ilustró el teorema de la racionalidad haciendo referencia al ataque a
Pearl Harbor, específicamente la teoría de que las autoridades
estadounidenses permitieron intencionalmente que comenzara el ataque.
Allison argumentó que, para que esta teoría conspirativa específica se
cumpliese, los análisis primero tenían que suponer que los oficiales actuaron
de una manera racional y que tuvieron completo acceso a toda la información
que indicaba que el ataque era inminente.
Sin embargo, al examinar evidencias internas adicionales, Allison argumentó
que, mientras desde una perspectiva de caja negra, Estados Unidos tenía
suficientes evidencias del ataque a Pearl Harbor, una combinación de
burocracia y malentendidos fue la razón real de por qué sucedió el ataque. Por
ejemplo, Allison notó que evidencias del ataque venidero estaban dispersas en
diferentes departamentos gubernamentales, y no se combinó inmediatamente
para crear una imagen entera. Similarmente, algunas autoridades interpretaron
erróneamente los datos disponibles: el 7 de diciembre de 1941 la base en Pearl
Harbor estaba de hecho en alerta, pero la alerta era por posible sabotaje
japonés, no por un ataque aéreo general.
Tropos de los medios[editar]
Comentaristas de los medios notan regularmente una tendencia en los medios
de noticias y de cultura popular a entender acontecimientos a través del prisma
de agentes individuales, en contraposición a reportes estructurales o
institucionales más complejos.55 Si esta es una observación correcta, puede
esperarse que la audiencia que demanda y consume este énfasis sea más
receptiva a informes personalizados y dramáticos de fenómenos sociales.
Un segundo tropo de los medios, tal vez relacionado, es el esfuerzo por
destinar responsabilidades individuales a acontecimientos negativos. Los
medios tienden a comenzar a buscar culpables si un acontecimiento es de tal
importancia que no deja de estar al orden del día durante varios días. En esta
misma línea, se ha dicho que el concepto de accidente puro ya no se permite
en un artículo de noticias.56 Nuevamente, si esta es una observación correcta,
esta puede reflejar un cambio real en cómo el consumidor de medios percibe
los acontecimientos negativos.

Controversia[editar]
Aparte de las controversias sobre los méritos de aseveraciones conspirativas
particulares y de las diversas opiniones académicas discrepantes, la categoría
general de teoría conspirativa es en sí misma una materia controvertida.
El término «teoría conspirativa» está considerado por diferentes observadores
como una descripción neutral de una aseveración conspirativa, un
término peyorativo usado para desestimar tal aseveración sin más examen,57 y
un término que puede acogerse positivamente por los proponentes de tal
aseveración.
Algunos usan el término para argumentos que pueden no creer completamente
pero que consideran radicales y emocionantes. El significado del término más
ampliamente aceptado es el que se comparte en el uso en cultura popular y en
el académico, que, de hecho, tiene implicaciones negativas para el valor de
verdad probable de un relato.
Dado este entendimiento popular del término, es concebible que este pueda
ser usado ilegítima e inapropiadamente como medio de desestimación de lo
que de hecho son acusaciones sustanciales y bien evidenciadas. La legitimidad
de cada uno de tales usos será por tanto un asunto de controversia.
Observadores desinteresados compararán los rasgos de una alegación con los
de la categoría mencionada anteriormente, para efectos de determinar si un
uso dado es legítimo o perjudicial. En relación con esto, Michael Parenti ha
usado el término conspirafobia (conspiracy phobia).58 Este autor, asimismo, en
uno de sus artículos, llama a la CIA «una conspiración institucionalizada».59
Ciertos proponentes de aseveraciones conspirativas y sus partidarios
argumentan que el término es completamente ilegítimo y que debe
considerarse precisamente tan manipulador políticamente como la práctica
soviética de tratar disidentes políticos como dementes clínicos.60 Críticos de
esta visión afirman que el argumento tiene poco peso y que la afirmación
misma sirve para exponer la paranoia común entre los teorizadores
conspirativos. Por otra parte, Daniel Pipes, uno de los que usan el término
frecuentemente,61 incluso reconoce que algunos informes los hizo por encargo
de la CIA.62 Además, los críticos del conspiracionismo suelen mencionar solo
las teorías conspirativas más ridículas sin mencionar las conspiraciones que
están históricamente demostradas.
Algunos teóricos, como Charles Pigden, argumentan que la realidad de tales
conspiraciones históricamente comprobadas debería prevenirnos contra
cualquier rechazo apresurado de teorías conspirativas. Pigden, en su artículo
«Conspiracy Theories and the Conventional Wisdom»63 («Teorías de
conspiración y la sabiduría convencional») arguye que no solo ocurren
conspiraciones, sino que cualquier miembro educado de la sociedad cree en al
menos una de ellas; por tanto, todos somos, de hecho, teóricos de la
conspiración, se reconozca o no.
En cualquier caso, vale la pena considerar que el mismo término
«conspiración» es muy anterior al término «teoría conspirativa», y está muy
bien caracterizado en la historia, el derecho penal, las leyes penales y
las sentencias de los tribunales. Esto ilustra el hecho de que la conspiración es
y ha sido desde antaño un comportamiento humano muy real y muy frecuente,
mientras que la legitimidad del muy reciente concepto de «teoría conspirativa»
continúa abierta al debate.
En el derecho penal está bien caracterizado el concepto de «conspiración»,
aparte del hecho de que muchas personas han sido condenadas por los
tribunales por tal motivo. El actual Código Penal de España, de 1995, en su
artículo 17.1 dice: «La conspiración existe cuando dos o más personas se
conciertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo».64 Los
anteriores códigos penales españoles también definían y castigaban la
conspiración.65 En la legislación penal de otros países también se castiga la
conspiración.
El término «teoría conspirativa» es en sí mismo el objeto de un tipo de teoría
conspirativa que argumenta que quienes usan el término están manipulando a
la audiencia para desestimar el tema en discusión, ya sea en un intento
deliberado de ocultar la verdad o como engaño para conspiradores más
pausados.[cita requerida]
Cuando se ofrecen teorías conspirativas como aseveraciones oficiales (por
ejemplo, proviniendo de una autoridad gubernamental, tal como una agencia de
inteligencia), estas no se consideran usualmente como teorías conspirativas.
Por ejemplo, ciertas actividades del Comité de Actividades
Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes de los Estados
Unidos pueden considerarse como un intento oficial de promover una teoría
conspirativa, aunque sus aseveraciones son raramente referidas como tales.
Se ha llegado a decir: «¿Cuándo una teoría conspirativa no es una teoría
conspirativa? Cuando es tu propia teoría».57 Se ha señalado que muchas veces
las versiones oficiales son también teorías conspirativas66 aunque no se
reconozcan como tales. A tal efecto, se ha acuñado la expresión «teoría
conspirativa oficial».
Surgen más dificultades de la ambigüedad del término teoría. En el uso
popular, este término se usa a menudo para referirse a especulaciones sin
fundamento o con bases débiles, lo que lleva a la idea de que «no es una
teoría conspirativa si es de hecho cierta».
Por otra parte, el uso del concepto de «teoría conspirativa» supone una
preocupación exclusiva o preponderante por los «falsos positivos» (creer en
una conspiración que no existe) sin prestar atención a la posibilidad de un
«falso negativo» (negar una conspiración que sí existe). Los que se ocupan del
fenómeno del conspiracionismo no se preocupan de si dichas teorías aciertan a
veces o no.

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