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Obama estuvo en Marte – Quo.

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INICIO # SER HU MANO


SER HUMANO

Obama estuvo en
Marte
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El cine lleva más de 40 años


advirtiéndonos de los planes pérfidos de
una tropa de monos que podrían
apoderarse del planeta. Aunque la
posibilidad es descabellada, desde la
primera entrega de la saga, en 1968, El
planeta de los simios viene trazando una
imagen de la raza humana miserable,
avara y devastadora. Si a esto se le
aplica, además, la idea del realismo
ingenuo –es decir, que creemos que solo
nosotros sabemos la verdad mientras
que los demás tienen una visión limitada
del mundo–, entonces la mesa está
preparada para creer en las
conspiraciones.

El cerebro manipula los datos que recibe


Si un paciente comenta en una consulta
que el atentado contra las Torres
Gemelas fue obra de la CIA para justificar
la invasión de Irak, o que la debacle
financiera se debe a un complot mundial,
se le diría que sufre delirio. Ahora bien, si
la misma idea es compartida por un
grupo, perdería cualquier atisbo de
desvarío. ¿Cómo maneja el cerebro
nuestras creencias? ¿Es capaz de filtrar la
información ante una teoría
conspirativa? ¿Se inclina por el desacato
o más bien se rinde ante cualquier
tentativa de adoctrinamiento?

El neuropsicólogo Javier Tirapu nos


acerca las respuestas, no sin antes
aclarar que la conspiración está en la
sustancia humana. Observemos a
nuestros parientes más cercanos, los
simios. “¿Conspiran o es que no les
interesa el poder y la jerarquía en el
grupo? ¿No es posible, cuando los bienes
escasean, que unos grupos accedan a
ellos para garantizar su supervivencia
mientras que otros urden un plan para
arrebatárselos?”
Su vida, centrada en relaciones de
dominación y sometimiento, alianzas, y
una rivalidad permanente, hace
irrefutable una idea: todo aspirante al
poder tiene algo de simio, confabula y
urde un plan.
Al hablar de credulidad y de cómo se
forjan nuestras creencias, Tirapu
menciona ambos hemisferios cerebrales
y el diálogo continuo entre ellos: “Cada
uno posee sus propias sensaciones,
percepciones, y su propia cadena de
recuerdos. Si no tenemos una mente
suficientemente abierta como para
entender una concatenación de causas,
es muy probable creer en un complot
mundial”, responde Javier Tirapu.

Hasta llegar a tal conclusión, el


hemisferio izquierdo ha tenido que cribar
todo ese aluvión de información y
ordenarla en su esquema de creencias,
destruyendo o distorsionando cualquier
dato que atente contra él. “Son
mecanismos de defensa que impiden
que el cerebro se vea abocado a la
incoherencia y a la falta de dirección
ante varias posibilidades. Por eso, la
estrategia del hemisferio derecho es
actuar, cuestionando ese statu quo e
imponiendo un cambio de paradigma”,
explica Tirapu. Lo difícil es reconciliar
estos dos hemisferios. Dice el psicólogo
californiano Michael Gazzaniga, de la
Universidad de Santa Bárbara, que si nos
parásemos a pensar por qué creemos
una teoría, nuestro argumento siempre
sería falso: “El intérprete (o hemisferio
izquierdo) nos dice las mentiras que
precisamos para creer que mantenemos
el control”. Asiste perplejo a las
respuestas automáticas y trata de
encajarlas en una ficción coherente, la
ficción de cada vida.
Pero el cerebro no actúa solo.

El poder de una buena rima


Quien narra la conspiración cautiva
porque posee un discurso coherente,
datos novedosos y tramas muy bien
trenzadas. Los psicólogos Matthew
McGlone y Jessica Tofighbakhsh
comprobaron que las palabras bien
utilizadas y con rima son un arma de
persuasión infalible.

Los géneros de ficción han sabido


explotar todos estos poderosos agentes
psicológicos que entran en juego en
cualquier teoría conspirativa, con obras
cuyo punto en común es su potencial
dramático y el manejo de los hechos, tan
tendencioso que desafía toda lógica. Se
añade el efecto arrastre, que lleva a
creer en aquello que cree la mayoría. En
torno a la Guerra Fría, por ejemplo, se han
maquinado decenas de teorías
conspirativas que han reverberado en
títulos como Dr. Strangelove, en la que
Stanley Kubrick plantea una conspiración
comunista para fluorizar el agua. Otro
buen ejemplo es el éxito de El código Da
Vinci, con más de 80 millones de
ejemplares vendidos.

Pero ¿y si, como cree Jack Hodgins,


personaje de la serie Bones, el enemigo
existiese de verdad? “Somos nosotros”,
dice Javier Tirapu, “los que vamos a dotar
de verosimilitud o de fabulación al relato,
a partir de nuestro modo de interpretar el
mundo. Por tanto, si existe o no un
enemigo imaginario, no lo va a valorar
tanto el propio sujeto, sino el patrón que
ha formado su cerebro. Y aceptará de
mejor grado aquella teoría más
congruente con sus ideas”. Además, son
tantos los puntos ciegos de las versiones
oficiales de cualquier hecho que el
apego a las teorías conspirativas estaría
justificado aunque solo fuera por la
descarga emocional que aporta.

El pensamiento maquiavélico
Sin embargo, la realidad es que muchos
estudios han relacionado las creencias
conspirativas con la falta de confianza,
sentimientos de impotencia e ideas
paranoicas. No obstante, Tirapu apunta
otra línea de investigación que afirma
que quienes creen en las teorías de
conspiración podrían ser personas de
mente más abierta. Un estudio de la
Universidad de Winchester demostró que
los voluntarios que puntuaban más alto
en los ítems de curiosidad intelectual e
imaginación activa eran más propensos
a apoyar explicaciones alternativas para
los ataques al World Trade Center. Así, los
psicólogos consideran que quienes
tienen más creatividad también son más
abiertos a las ideas conspiracionistas.

Tanto mujeres como hombres pueden


ser igualmente propensos a creer en una
idea conspirativa. No obstante, otro
indicador de conspiración es el
pensamiento maquiavélico; es decir, las
personas que son más propensas a creer
que los demás conspiran es porque ellos
mismos lo harían si les diesen la
oportunidad.

Lo peor es que esta propensión a creer


en teorías conspirativas podría llevar a la
incongruencia con tal de mantener una
oposición a la versión oficial, según
acaba de revelar un estudio en la
Universidad de Kent.

Sus autores preguntaron a 137


universitarios si creían que la muerte de
la princesa Diana fue provocada por los
servicios de inteligencia. Curiosamente,
los que sí lo creían no descartaban
tampoco que la princesa fingiera su
propia muerte para “llevar una vida
aislada”. Igual ocurrió con Bin Laden. Los
que pensaban que ya estaba muerto en
el momento del asalto también eran
más propensos a pensar que “aún sigue
vivo”.
El estudio concluye con una idea:
“Ocultar información importante o
dañina lleva a creer ideas incompatibles
entre sí”.

¿Cómo es esto posible? “Para los teóricos


de la conspiración, aquellos que están en
el poder son vistos como falsos, y
cualquier explicación alternativa es más
creíble», aseguran los autores.

La desconfianza y el miedo llevan a


creencias que no requieren un examen
previo de los datos, ni, por supuesto, su
posterior análisis.
Pero así somos. Nos ponen el arenque
rojo, es decir, una información sesgada, y
mientras seguimos el rastro de su olor
hemos distraído nuestra atención. Y eso
que al final, como decía el filósofo
austriaco Karl R. Popper: “Los
conspiradores rara vez consuman su
conspiración”.
Obama estuvo en Marte
Así lo afirman los ingenieros y escritores
Andrew D. Basiago y William B. Sillings,
quienes aseguran que en 1980 formaron
parte de un proyecto secreto de la NASA
para enviar diez jóvenes a Marte. Y según
sus delirantes declaraciones, uno de
aquellos viajeros era nada menos que el
actual presidente de EEUU, Barack
Obama. Dicen que en el período
comprendido entre 1981 y 1983, los diez
elegidos fueron teletransportados al
Planeta Rojo a través de una “sala de
salto” ubicada en un edificio situado en el
número 999 del Sepulveda Boulevard de
Los Ángeles . El supuesto objetivo de la
misión era construir una instalación
minera en Marte. Basiago y Sillings
afirman que, hasta la fecha, 87.000
jóvenes han sido enviados a Marte, pero
solo siete mil de estos viajeros siguen
vivos.

Lady Gaga es una marioneta de los


illuminati
Los illuminati existieron en realidad,
aunque la secta desapareció en 1787. Aun
así, los teóricos de la conspiración
afirman que sus miembros dominan el
mundo. Y dicen que Lady Gaga, Madonna
y las grandes estrellas del pop son
sicarios de este grupo, que controlan a la
juventud con mensajes ocultos en sus
canciones.
¡Sorpresa! Al ampliar la foto,
“descubrimos” que la cantante tiene
tatuado el símbolo de los illuminati.

¿Está realmente muerto Bin Laden?


Pues sí, y a la vez no. Y es que entre los
creyentes de una conspiración no
siempre existe unanimidad. Por un lado
tenemos el bando de quienes piensan
que la operación que se realizó en 2011
para acabar con su vida fue un montaje,
y que el líder de Al Quaeda sigue vivo.
Que Obama se negase a mostrar las
fotos del cadáver, y la controvertida
versión según la cual el cuerpo fue
arrojado al mar, aludiendo a una
supuesta tradición islámica, son puntos
oscuros que han estimulado la
imaginación de muchos. Piensan que el
terrorista ha llegado a algún acuerdo
con el Gobierno de EEUU y vive oculto en
algún lugar seguro, a cambio de no
desvelar todo lo que sabe de los
supuestos manejos sucios de la Casa
Blanca. Pero un segundo frente afirma
que Bin Laden sí que está muerto y que la
CIA acabó con él mucho antes de 2001.
Según estos, su cuerpo está criogenizado
en un laboratorio de Langley, y se fingió
que seguía vivo para culparle de los
atentados del 11-S.

Michael Jackson fue asesinado con


ondas enviadas por satélite
A nuestros reporteros les costó lo suyo
hacerse con el dossier que demuestra
que el rey del pop fue víctima de una
conspiración asesina.
La teoría del complot ha sido esgrimida
por la escritora Sorcha Faal, quien
asegura que Michael Jackson fue
asesinado porque en su gira iba a revelar
el genocidio que se avecina para la
Humanidad con la extensión de virus
prefabricados como el H1N1.
Según la “investigadora”, el cantante fue
asesinado mediante un arma de
radiación electromagnética que le
provocó un paro cardíaco. Faal afirma
que los servicios secretos rusos tienen
documentos en los que afirman haber
captado una emisión de ondas EMR
dirigida vía satélite a la casa de Jackson
en Los Ángeles. Documentos que
nosotros, con humor, hemos fingido
robar y que os ofrecemos en otra
exclusiva imposible.

El HAARP: un arma de destrucción masiva


en Alaska
El HAARP es un sistema de monitoreo
militar de EEUU cuyas instalaciones están
en Alaska. ¿Pero realmente solo es eso?
La teoría conspirativa de rigor afirma que
en realidad es un arma secreta que tiene
la funcionalidad de alterar el clima. Los
partidarios de esta tesis, incluido Hugo
Chavez, afirman que dicho experimento
es el responsable del terremoto de Haití y
del tsunami de Fukushima. Pero, además,
el HAARP tendría también la capacidad
de desintegrar objetos, generar
combustiones espontáneas, cambiar
patrones cerebrales y causar
enfermedades biológicas.

¡Nos fumigan desde el aire!

Qué bonitas son las estelas que dejan los


aviones a reacción! ¡Si es que se queda
uno extasiado mirándolas! Pues no seáis
ingenuos. Sin saberlo, estáis siendo
envenenados poco a poco. Al menos, eso
sugieren los creyentes en teorías
conspirativas. Dichas estelas, que
reciben el nombre de chemtrails,
formarían parte de la prueba de una
nueva arma que habría sido fabricada
para fumigar al enemigo con un
compuesto fabricado con aluminio,
estroncio y bario. En realidad, las estelas
que dejan los aviones a reacción están
formadas por vapor de agua.
Pero para los seguidores de la teoría de
la conspiración, el vapor de agua
desaparece en unos pocos minutos,
mientras que las estelas químicas
permanecen en el cielo durante horas,
antes de que sus compuestos caigan al
suelo y acaben contaminándolo de
forma letal. “¡Nos están fumigando y
envenenando!”, proclaman los
partidarios del complot. Pero, realmente,
¿tan sucios estamos como para que se
haya llegado a esto?

Facebook es un invento de la CIA


Quién iba a decir que con esa carita de
bobalicón, Mark Zuckerberg es en
realidad un brillante agente de la CIA.
Hasta ahora solo era un rumor que corría
por internet. Pero nosotros hemos
encontrado la prueba definitiva. La
auténtica foto que muestra a Zuckerberg
presente en el Situation Room (un
despacho de la Casa Blanca), siguiendo
en directo, junto a Barack Obama y su
staff, la operación que acabó con la
muerte de Bin Laden, durante la
madrugada del 1 de mayo de 2011. Como
hemos dicho, la foto está trucada, pero
evidentemente por nosotros. Zuckerberg,
que sepamos, jamás ha pisado dicho
despacho. Aun así, los rumores de que el
chico trabaja para la central de
espionaje corren cada día con más
intensidad. Comenzaron cuando The
Guardian publicó la noticia de que Jim
Breyer había invertido 12,7 millones de
dólares en Facebook. Breyer es un
empresario tecnológico que ya había
sido vinculado con la CIA. El resto fue
deducción para los amantes de los
complots: “Si Breyer es el tercer inversor
más importante de Facebook y es amigo
de Zuckerberg, eso quiere decir que Mark
también es de la CIA”. Según esta teoría,
Zuckerberg creó Facebook durante su
estancia en Harvard como medio para
tener fichados a estudiantes extranjeros
y profesores de ideología radical. Y el
invento funcionó tan bien que le dieron
un alcance global.

Curiosidades
Personajes
Ser humano
¿Una cuchara en Marte?
¡Un océano en Marte!
Comer en marte
Un Slinky en Marte
¿Quién ha perdido un zapato en Marte?
La NASA descubre a un teleñeco en
Marte
Redacción QUO

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Medio Ambiente en la Guerra, Abraham
Lincoln, Sex Pistols y el Irangate

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