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Los Esenios

Se menciona a los Esenios como una sociedad judía acerca de la que existe poca
información histórica clara; florecieron 150 antes de Cristo hasta 70 después de Cristo.
Por la época de Cristo, estaba constituida por hombres que se daban al ascetismo en
mayor o menor grado. Con la esperanza de escapar a las impurezas rituales, se
constituían en colonias separadas.

El desierto de Judá, en las cercanías de En-gadi, era su lugar de residencia


favorito, aunque estaban también establecidos en diferentes pueblos de Judá. Cada
agrupación tenía su propia sinagoga, un refectorio para la comida en común y para las
asambleas, con una instalación para los baños diarios en agua corriente. El que entraba
en la comunidad abandonaba todos sus bienes.

Sus normas morales eran de tipo ascético, con muchas exigencias sobre sí
mismos. Prometían “honrar a Dios, ser justos hacia el prójimo, no herir a nadie, ni siquiera
cuando eran provocados, detestar el mal, alentar el bien, ser leales, especialmente hacia
las autoridades, amar la verdad, desenmascarar a los hipócritas, no hurtar nada,
abstenerse de toda ganancia ilícita”. Esperaban un Mesías para establecer el reino de los
justos.

Los esenios se consideraban como el pueblo escatológico de Dios, el de un nuevo


pacto. Extremadamente escrupulosos, creían que su cumplimiento de la Ley traería la
intervención divina, en forma de guerra, que pondría fin al mundo. Por tanto, para ser
parte de ellos se requería un noviciado de dos o tres años, la renuncia a la propiedad
privada, en muchos casos al matrimonio y un juramento de obediencia incondicional a los
superiores. Una vez aceptado, el nuevo miembro trabajaba en agricultura, artes
manuales, etc., pero sobre todo se dedicaba al estudio de las Escrituras y participaba en
las discusiones comunitarias. Abluciones diarias y exámenes de conciencia garantizaban
su pureza levítica.

Pronto se transformó en una agradable cofradia, cuya alimentación sana y forma


de vida respetable, aliadas a las prácticas y costumbres religiosas, amando a Dios y al
prójimo, respaldaban sus acciones por el convencimiento de la Ley de la Reencarnación y
por tanto en la Inmortalidad del alma.
La dignidad, los objetivos superiores y el desinterés de los Esenios, adheridos
exclusivamente al bien, atraían la atención de lo Alto y al poco tiempo comenzaba a
notarse la presencia de elevadas entidades espirituales, que más tarde pasaron a
orientarles eficazmente en el progreso espiritual de la colectividad.

Rápidamente, el padrón espiritual de los Esenios se elevó ante la presencia de


esos excelentes espíritus siderales; y dio lugar a la selección, excluyendo de los ritos y
ceremonias los excesos supersticiosos, creciendo los conocimientos de orden superior
sobre la inmortalidad del alma.

Jesús consiguió entre ellos las energías espirituales que tanto necesitaba para
neutralizar las hostilidades del mundo, en el desempeño de su obra redentora.

Esos altos iniciados vivían su vida en los monasterios, grutas minas viejas o
abandonadas y lugares distantes del bullicio mundano. Sabían fluidificar el agua, hacer
pases e imponer las manos en la cabeza de los enfermos.

Tras el descubrimiento de los manuscritos del mar Muerto se iniciaron


excavaciones en las Ruinas de Qumrán, Se cree que se pueden identificar los
importantes vestigios descubiertos con el hábitat de los esenios. El descubrimiento de
Qumrán permite pensar que los esenios fueron otro movimiento judío extremadamente
legalista, hasta el punto que puede calificarse en justicia de forma superlativa del
fariseísmo.

La Biblia no los menciona, pero los describe Josefo, Filo y los manuscritos del Mar
Muerto; Plinio y Filón también nos describen su vida y costumbres: Observaban la Ley, se
abstenían de los placeres de la carne, y algunos renunciaban al matrimonio,
menospreciaban las riquezas, eran trabajadores, preferentemente del campo, no hacían
comercio, y sostenían la doctrina de la inmortalidad del alma: (doctrina extraña al
judaísmo).

Algunos creen que Juan el bautista y Jesús eran de esta rama de los esenios,
aunque muy contradictorio con el pensamiento de Cristo en cuanto a la doctrina que
tenían los Esenios.
Algunos manuscritos antiguos celosamente guardados por la iglesia tradicional
afirman que María y José eran ESENIOS esto para argumentar la virginidad de María.

N.T. Carlos Gómez Pinto

Non Nobis Domine, non nobis, sed Nomine Tuo da gloriam.

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