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Si bien es cierto que, como decía una informante ante nuestro estudio específico sobre mujeres, “los
hombres y las cárceles de hombres no están mejor que las de mujeres”, existen específicas
condiciones de vida en la reclusión y vulneraciones de derechos que experimentan las mujeres
privadas de libertad, que las diferencian de los hombres, las cuales se hacen visibles con un análisis
de género. 10 Diagnóstico de la Situación de las Mujeres Privadas de Libertad en Panamá Estudios
sobre los centros penitenciarios y las personas privadas de libertad en los países de América Latina y
el Caribe desde una perspectiva de género, así como estudios específicos sobre las cárceles de
mujeres y sus condiciones de reclusión, han visibilizado bien algunas de las diferencias y
consiguientes desigualdades vividas por razón de género. La especificidad de las mujeres - como
colectivo diferente de los hombres - en un contexto marcado por relaciones de género desiguales, se
encuentra desde el mismo hecho delictivo y sus causas, incluyendo las condiciones de encierro, así
como el significado o el costo que supone para ellas y para sus familias, pero también en las
oportunidades de rehabilitación y reinserción social que ofrecen para ellas los centros penitenciarios.
De este modo, las causas y las consecuencias del encierro, pero también las condiciones de la
reclusión, tienen sello de género. Por todo ello, en este estudio centraremos específicamente
nuestra mirada y análisis a las condiciones de reclusión de las mujeres desde una perspectiva de
género.
¿Cuáles son las problemáticas, necesidades e intereses específicos de las mujeres privadas de
libertad? Las características peculiares de las mujeres atienden a su condición biológica (sexo), pero
también, y sobre todo, a su condición socio-cultural como parte del colectivo “mujeres” (género). En
base a ello las mujeres demandan, entre otras cosas; que en los centros penitenciarios les provean
de artículos de higiene femenina, especial atención a su salud sexual y reproductiva, disposición de
espacios y oportunidades para mantener el vínculo materno, atención específica para quienes han
sido víctimas de violencia de género y sexual, y programas de rehabilitación y reinserción social que
les permitan oportunidades nuevas al fin de la reclusión, superando sexismos y rompiendo el círculo
de la desigualdad y subordinación de género de sus contextos de origen. Todas ellas demandas que
claman equidad de género en el encierro. “La situación de las cárceles femeninas es dramática. No
solo porque las mujeres detenidas sufren el estigma de romper con el rol de esposas sumisas y
madres presentes que les asigna la sociedad, sino también por la falta de leyes y políticas adecuadas
para abordar problemas como el de las madres lactantes o los hijos de las mujeres encarceladas. Esto
se suma a otras cuestiones, como la violencia sexual y el hacinamiento producto del aumento de la
población penitenciaria femenina, generalmente por delitos relacionados con el microtráfico de
drogas” (Antony, 2007
Comprobamos como constituye una tendencia generalizada que los sistemas penitenciarios se
diseñen y administren en base a las necesidades de los reclusos varones, considerando a las mujeres
de modo específico exclusivamente en su condición de madres. Este tipo de conceptualización de las
mujeres reclusas y atención específica a ellas se concreta desarrollando, por ejemplo, medidas para
las que se encuentran embarazadas o las que son madres de hijos lactantes. Todo ello con una base
ideológica, teórica y de derechos que permite actuar por el bien de los hijos e hijas, bajo el principio
universal del interés superior del niño y de la niña, pero que desconsidera los derechos de las
mujeres más allá de su posible condición de madres. En relación a ello es importante señalar que si
bien un alto porcentaje de las mujeres privadas de libertad son madres, no es cierto que todas lo
sean, y aún más para aquellas que sí lo son, no se resuelven sus problemas y necesidades
únicamente atendiendo a esta parte de su condición. Incluso a pesar de que sea generalizado en las
legislaciones penitenciarias el reconocimiento de la posible condición de maternidad de las mujeres
privadas de libertad, y las necesidades específicas que de dicha condición se deriven, lo cierto es que
muchos centros penitenciarios no cuentan con instalaciones adecuadas o suficientes para dichas
necesidades - atención integral a la salud de las mujeres embarazadas, hogares maternales,
programas de atención a hijos/as de las reclusas que viven con sus madres u otros -, como
ejemplifica bien el caso de Panamá. Que representen una minoría en relación al total de la población
privada de libertad en los países, ha justificado también el reducido número de centros
penitenciarios que acogen mujeres de modo exclusivo. Así, comprobamos como la tendencia general
es que exista un gran centro de mujeres ubicado normalmente en la capital, y en algunos casos
anexos a cárceles de hombres. En ambos casos las condiciones son desventajosas para las mujeres:
en el primero porque suele implicar lejanía a su lugar de residencia y por tanto, una dificultad
adicional a recibir visitas, y mantener los vínculos familiares y afectivos; y en el segundo, “el modelo
de anexo”, porque dichos espacios suelen estar mal acondicionados para el tratamiento
rehabilitador y resocializador de las privadas de libertad. “Las cárceles de mujeres generalmente son
pequeños edificios improvisados, equipados con menos instalaciones que las prisiones para varones
y poco espacio para actividades educativas, culturales o recreativas o son viejas infraestructuras
hacinadas”. (Rodríguez, 2009).
En este estudio partimos de la defensa de una gestión penitenciaria con equidad de género, por
tanto, que reconozca las necesidades e intereses específicos de los colectivos de hombres y mujeres
en situación de privación de libertad con el objetivo de no producir y reproducir con su gestión
Diagnóstico de la Situación de las Mujeres Privadas de Libertad en Panamá 13 desigualdades o
discriminaciones por razón de sexo. Una mirada que debería permear la gestión penitenciaria en los
países donde las personas recluidas son hombres y mujeres.
“Mujeres en prisión. Un abordaje desde la perspectiva de género” (ILANUD, 2009) y Carmen Antony
“Mujeres Invisibles. Las cárceles femeninas en América Latina” (Nueva Sociedad, 2007).
Un análisis con enfoque de género sobre los estándares de derechos humanos sobre personas
privadas de libertad
Mujeres privadas de libertad: análisis con perspectiva de género. El caso de una penitenciaria
femenina en el Estado de Pará (Amazonia) en Brasil