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→ Esta parte casi no es resumen de hecho es un chingo xq aquí es donde divide todo el
desarrollo del niño en etapas sexuales oral, anal y fálica en varias etapas en las que incluye el
proceso edipico, el control des esfínteres, separarse de los papás y otras cosas, en general aquí
explica cómo se debe de desarrollar el niño y también explica algunas de las cosas que podrían
como fallar. Pueden medio leerlo o brincárselo, aunque deberían por lómenos ver unos puntos.
Se trata de la secuencia que conduce desde la absoluta dependencia del recién nacido de los
cuidados de la madre, hasta la autosuficiencia, material y emocional, del adulto joven, para la cual
las fases sucesivas del desarrollo de la libido (oral, anal, fálica) simplemente forman la base
congénita de maduración.
1. La unidad biológica de la pareja madre-hijo, con el narcisista de la madre extendido al niño,
y el hijo incluyendo a la madre como parte de su milieu narcisista interno
2. la relación anaclítica con el objeto parcial (Melanie Klein) o de satisfacción de las
necesidades, que esta basada en la urgencia de las necesidades somáticas del niño y en los
derivados de los impulsos.
3. la etapa de constancia objetal que permite el mantenimiento de una imagen interna y
positiva del objeto, independiente de la satisfacción o no de los impulsos
4. la relación ambivalente de la fase preedípica sádicoanal caracterizada por las actitudes del
yo de depender,torturar, dominar y controlar los objetos amados.
5. la fase fálico-edípica, una actitud posesiva hacia el progenitor del sexo contrario celos por
rivalidad hacia el progenitor del mismo sexo, tendenci a proteger, curiosidad, deseo de ser
admirado y actitudes exhibicionistas; en las niñas la relación fálico-edípica (masculina)
hacia la madre precede a la relación edípica con el padre
6. el período de latencia, es decir, la disminución postedípica de la urgencia de los impulsos y
la transferencia de la libido desde la figura paterna hacia sus compañeros, grupos
comunitarios, maestros, líderes, ideales impersonales e intereses de objetivo sublimado e
inhibido, con fantasías que demuestran la desilusión y denigración a su respecto
7. el preludio preadolescente de la "rebeldía de la adolescencia", es decir, el retorno a
conductas y actitudes anteriores, especialmente del objeto parcial, de la satisfacción de las
necesidades y del tipo ambivalente;
8. la lucha del adolescente por negar, contrarrestar, aflojar y cambiar los vínculos con sus
objetos infantiles, defendiéndose contra los impulsos pregenitales y finalmente
estableciendo la supremacía genital con la catexis Iíbídinal transferida a los objetos del
sexo opuesto, fuera del círculo familiar
→Después pone un ejemplo de como de cómo se aplican estas líneas de desarrollo y que deben
estar equilibradas poniendo de ejemplo cuando entran al kínder
Cap. V
Evaluación de la patología
Pt. 2 algunos de los pre estadios de la psicopatología adulta
LAS NEUROSIS INFANTILES
En la bibliografía analítica básica sobre este tema, se encuentra la afirmación de que la neurosis
infantil tiene el significado de ser "típica y ejemplar".
Mientras que en el adulto el síntoma neurótico individual en general forma parte de la estructura
de la personalidad relacionada genéticamente, no sucede así en el niño. Aquí, los síntomas se
presentan con frecuencia aislados o asociados con otros síntomas y rasgos de la personalidad de
diferente naturaleza sin orígenes relacionados. Muchos niños que comienzan con una fobia o
histeria de ansiedad se desarrollan posteriormente como verdaderos obsesivos.
En los obsesivos más pequeños, los conflictos ambivalentes y las compulsiones pueden
considerarse como signos ominosos tempranos de escisiones y es armonías dentro de la
estructura, suficientemente serias como para conducir en etapa posterior a una total
desintegración psicótica de la personalidad.
En los obsesivos más pequeños, los conflictos ambivalentes y las compulsiones pueden
considerarse como signos ominosos tempranos de escisiones y es armonías dentro de la
estructura, suficientemente serias como para conducir en etapa posterior a una total
desintegración psicótica de la personalidad.
LOS TRASTORNOS DEL DESARROLLO
Tensiones externas
Debido a la incapacidad de cuidarse a sí mismos, los niños tienen que aceptar el tipo de cuidado
que se les brinda. Cuando este no es extremadamente sensitivo origina un número de trastornos,
los más tempranos de los cuales están ligados con el sueño, la alimentación, la evacuación y el
deseo de estar acompañado.
Tensiones internas
las internas son inevitables y más virulentas en aquellos casos en que el daño previo (de origen
externo) ha minado la integridad orgánica de los impulsos y menos lesivas cuando la actividad de
los impulsos ha permanecido normal. Pero, en esencia, son tan inevitables como los mismos
procesos de maduración y desarrollo.
Trastornos del sueño
Lo que ha sucedido es que dormir ya no es una cuestión de naturaleza puramente física como la
respuesta automática a una necesidad corporal en un individuo indiferenciado, en quien el yo y el
ello, el sí mismo y el del mundo objetal no se han separado aún unos de otros.
Trastornos de la alimentación
todas alteraciones excesivas de los procesos de la alimentación en las etapas tempranas de la vida
dejarán residuos que aumentan y complican los trastornos de las fases posteriores. En general, los
trastornos infantiles de la alimentación dejan vulnerable la zona correspondiente y preparan el
terreno para las afecciones neuróticas del estómago y del apetito en la vida adulta.
Los temores arcaicos
De manera descriptiva, son los miedos a la oscuridad, a la soledad, a los extraños, a situaciones y
perspectivas nuevas a las que no está habituado, al trueno, algunas veces al viento, etc.
Metapsicológicamente no son fobias, pues al contrario de las fobias de la fase fálica, estos temores
no se basan en regresiones o conflictos o desplazamientos.
En su lugar, expresan la debilidad del yo inmaduro y la desorientación de tipo pánico cuando se
enfrentan con impresiones desconocidas que no pueden controlarse y asimilarse.
Los miedos arcaicos desaparecen en proporción al aumento, debido al desarrollo, de las diversas
funciones del yo tales como la memoria, la prueba de la realidad, los procesos de funcionamiento
secundarios, la inteligencia, la lógica, etc., y especialmente con la disminución de la proyección y
del pensamiento mágico.
Los trastornos de la conducta del niño que comienza a caminar
Los trastornos de la conducta del niño que comienza a caminar provocan intensa preocupación,
especialmente cuando asumen proporciones que la madre no puede controlar.
Una fase obsesiva transitoria
Corresponden, por una parte, a las defensas establecidas como resultado del entrenamiento del
control esfinteriano y por la otra, a los aspectos específicos del desarrollo del yo que por lo
general, aunque no de manera invariable, coinciden con los problemas de analidad.
En estos casos el niño regresará a la fase sádico-anal, generalmente después de alguna experiencia
de temor en el nivel fálico. Sólo estas regresiones, con las defensas respectivas y las formaciones
de compromiso resultantes, forman la base de una verdadera y perdurable patología obsesiva.
Los trastornos de la fase fálica, preadolescencia y adolescencia
Al margen de todo esto, como ha sido descripto por varios autores, la adolescencia produce su
propia sintomatología que en los casos más severos es de naturaleza cuasi-asocial, cuasi. psicótíca
y de carácter limítrofe. Esta patología también desaparece cuando se deja atrás la adolescencia
Además de las categorías diagnósticas analizadas en las secciones precedentes, existen otras que
no pueden aplicarse sin modificaciones a los niños o de los cuales ciertos períodos de la niñez
están por completo exentos. Son ejemplos la asocialidad, la delincuencia y la criminalidad.
Como sucede en el ámbito legal, también en el educacional y psicoanalítico encontramos
incertidumbre con respecto a las edades en las cuales las designaciones de asocial, delincuente y
criminal son adecuadas.
De acuerdo con nuestro concepto psicoanalítico, el logro final de la adaptación social es el
resultado de un número variado de progresos en el desarrollo.
El recién nacido como una ley en sí mismo.
El recién nacido comienza la vida, no sin leyes sino con sus reacciones gobernadas por un principio
interno supremo de acuerdo con el cual disfruta las experiencias placenteras, rechaza el displacer y
lucha por reducir la tensión
La madre como el primer legislador externo
Las primeras leyes externas con las cuales confronta a su hijo conciernen al horario y a la
cantidad de sus satisfacciones.
Internalización del control externo de los impulsos
Los principios reguladores del funcionamiento mental y su influencia en los procesos de
socialización
la conducta social no puede realizarse a menos que el individuo haya progresado desde el principio
del placer hasta el principio de la realidad. Pero no se puede afirmar que este avance por sí mismo
garantiza la socialización.
El avance del niño desde el principio del placer hacia el principio de la realidad significa una
tolerancia creciente para la frustración de los instintos y de los deseos, para la postergación
temporal de su ratificación, para la inhibición de sus finalidades, para el desplazamiento hacia
otros fines y objetos, para la aceptación de placeres substitutos, todo lo cual está invariablemente
acompañado de una reducción cuantitativa de la realización de los deseos.
El desarrollo de las funciones del yo como una de las precondiciones de la socialización
El lenguaje y con ello la introducción de la razón y la ¡lógica en los procesos
del pensamiento representan por sí mismos un enorme progreso en la socialización del individuo y
significa la capacidad de comprender la causa y el efecto que antes no existía y sin la cual las reglas
ambientales resultan simplemente confusas para el niño, como influencias extrañas que le
imponen una sumisión mecánica
Los mecanismos del yo que favorecen La socialización
Los mecanismos más familiares que actúan en este sentido son la imitación, la identificación y la
introyección.
La imitación de las actitudes de los padres comienza en la infancia y aumenta a medida que el niño
toma conciencia del mundo objetal. Por medio de la imitación de los padres, el infante logra
colocarse en el rol de estas poderosas y admiradas figuras que son capaces de controlar
mágicamente el flujo y el reflujo de la satisfacción y las necesidades de los impulsos de acuerdo
con reglas, que en esa etapa vital resultan misteriosas y extrañas para el niño.
La identificación a estos intentos de imitaciones continúa desde la fase preedípica en adelante,
siempre que esta última haya resultado en una experiencia placentera. Este otro mecanismo está
basado en el deseo de apropiarse de esos aspectos deseables de manera permanente por medio
de cambios en el yo o al menos en su concepción de la imagen de los padres
La introyección de la autoridad externa, es decir de los progenitores, se agrega a esta nueva acción
interna durante y después del período edípico. Por consiguiente, avanza desde el estado de un
mero ideal deseable hacia el de un legislador real y efectivo, es decir, el superyó; desde ese
momento en adelante podrá regular internamente el control de los impulsos por medio de la
recompensa del yo sumiso con sentimientos de bienestar y autoestima, y castigando la rebeldía del
yo con remordimientos de conciencia y sentimientos de culpa.