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Capitulo 262 E indice —Sin embargo, no parece que haya nada malo. ;Podria ser que te hayas fracturado un hueso 0 algo asi? —No es tan grave, supongo. —Santiago extendio su mano hacia Delfina—. Vamos. Creo que Carla ya debe haber regresado. Delfina queria buscar a Carla, pero no podia dejar a Santiago alli en ese estado. Al no tener otra alternativa, decidié llevarlo primero al campamento. Si Carla no regresaba, volveria a buscarla. —Quédate tranquila. Carla le teme a la oscuridad mas que a cualquier otra cosa, asi que no hay manera de que ande afuera sola tanto tiempo. Debe haber, regresado. —Esperemos que si. Con eso, los dos se dirigieron hacia atras con el brazo de Santiago apoyado en el hombro de Delfina mientras ella lo sostenia. Como el hombre media casi un metro noventa, no parecia que Delfina lo estuviera sosteniendo. En cambio, parecia mas bien que la tenia como rehén. De hecho, no habia forma de que Delfina pudiera ayudarle a levantarse si é| no se mantenia erguido. —En realidad, siempre he querido encontrar una oportunidad para hablar contigo. —Hablar de qué? —Me gustaria pedirte disculpas por lo que ha ocurrido en el pasado. Sé que solia ser malo contigo, y nunca podré compensar eso, pero haré lo que pueda. Sdlo dame una oportunidad, por el bien de Carla. Delfina fruncié el cefio. —Cuanto recuerdas del pasado? —Le pregunté a Paco alrespecto ysme contd parte de la historia. En resumen, fui malo contigo. —La verdad es que no. —Delfina sonaba helada—. Era normal que estuvieras resentido conmigo entonces. Después de todo, no era Ja persona con la que querias casarte en ese momento. —Entonces, ;puedes perdonarme? —Ahora que estamos divorciados, todo lo que ha pasado durante nuestro matrimonio ya no cuenta. —En ese caso, en el futuro... —No hay ningtin futuro del que hablar. —Delfina corté a Santiago de inmediato. Sin embargo, Santiago seguia con el tema, como si no notara la impaciencia en las palabras de Delfina. —{Como es posible que no haya un futuro del que hablar? Carla es nuestro futuro. ¢Quieres romperle el corazon? Desde que era pequefia, su mayor deseo ha sido vivir con su propia madre. Delfina se detuvo de repente en su camino. — De verdad quieres que me quede con Carla? —Por supuesto —contest6 Santiago con cara de circunstancias. —De acuerdo entonces. Dame la custodia de Carla, y me encargaré de ella, Santiago se quedo atonito cuando las hojas caidas crujieron de repente en el bosques —No puedes hacerlo, verdad? —La voz de Delfina rompio el punto muerto entre ella y el hombre mientras seguia caminando mientras le ayudaba de nuevo por el brazo—. No me interesa enredarme mas contigo. Nuestro acuerdo anterior de no meternos en los asuntos del otro es ya mi mayor concesion. Una pizca de panico aparecié en los ojos de Santiago. —De verdad no estas dispuesta a casarte conmigo otra vez? —No, no lo estoy. —En ese caso, {te vas a casar con Hernandez? —No tiene nada que ver contigo. —¢Con quién més te vas a casar si no es con él? No me digas que con Julian. —Santiago. —Delfina lo fulmindé con la mirada—. No has terminado todavia? Sdlo entonces Santiago se calld. Sin embargo, después de caminar con Delfina durante un rato, ya no pudo contenerse. —No importa lo que pienses, mi deseo de volver a casarme contigo es asunto,mio, y no tienes derecho a interferir en ello. —Tu... —Delfina se detuyo en seco para discutir con Santiago al recordar que él siempre habia sido asi. Los dos volvieron al campamento con Delfina apoyando a Santiago. Al verlos de lejos, Victor se acerco a ellos. Lo primero que dijo fue: —iQué le pasa a este tipo, Delfina? —Se torcid el tobillo. —Delfina miréd en direcci6én al camping —. gHa vuelto Carla? Victor respondid: —iTe refieres a Carla? Ella ha estado aqui todo el tiempo. éSe fue a alguna parte? Sorprendida, Delfina miré desconcertada hacia el campamento, donde se oian sonidos de gente cantando y charlando. La voz de una nifia destacaba por encima de las demas, y Delfina pudo saber enseguida que era la de Carla. —Ejem, ejem. —Santiago, de repente, hizo dos dobleces—. Te dije que volveria sola. Dandose cuenta de lo que habia pasado, Delfina se sacudi6 el brazo de Santiago con.rabia. —Asi que me estabas engafiando, geh? —jOye! Delfina... Delfina se deshizo de Santiago y se fue. Santiago quiso ir tras Delfina para,explicarse, pero Victor lo detuvo sin piedad. — Qué estas haciendo? Molestando a Delfina cuando se niega a hablar contigo, ¢eh? ¢Qué te pasa? ¢Has perdido el sentido de la vergiienza junto con la memoria? Victor se habia enfadado atin mas con Santiago desde que se enterd de la amnesia de éste. «Le hizo mucho dafio a Delfina en su momento, solo para olvidarlo todo gracias a un accidente de coche». —Te lo advierto, no sigas persiguiendo a Delfina como una mosca, jo te voy a dar una paliza! —Saco el pufio y lo agit6 ante Santiago con estudiada ferocidad antes de marcharse. Esa noche, la escuela monto varias hogueras y organiz6 una fiesta alrededor de ellas mientras los alumnos de la clase actuaban uno tras otro. Delfina y Victor se sentaron uno al lado del otro con Carla acurrucada en los brazos de Delfina. Por otro lado, Santiago fue advertido por Victor, que le ensefio los dientes al primero en cuanto se acercé a los tres por como habia engafado a) Delfina, hace un momento. —%Por qué te comportas como uh perro? —murmurd Santiago. Después de encontrar un lugar para sentarse en la distancia, escucho el canto de los nifios desde lejos. La montafia estaba tranquila y confortable. Un rato después, Samuel se escabullé de la multitud y se sento junto a Santiago con aplomo. —Te dije hace tiempo que el plan de Carla de hacerte salvar a una damisela en apuros no funcionaria. Tenia razon, ~no? Ahora mi madre ya no te habla. Santiago le lanz6 una mirada furiosa. —gEstas aqui para hacer comentarios sarcasticos? —No. Estoy aqui para ayudarte. -Samuel chupo una piruleta mientras le entregaba a Santiago un mechero—. Toma. Esta vez, seguro que funciona. — Para qué me das esto? —Ven aqui. —Samuel le hizo una sefia a Santiago, que de mala gana inclind la oreja hacia él. A mitad de la fiesta de la hoguera, Carla empezo a forcejear en los brazos de Delfina. —Mami, quiero hacer pipi. Delfina tom6 su mano y.se puso de pie. —Vamos. No habia lavabos en el lugar donde Ja escuela realizaba actividades al aire libre, asi que no tenian mas remedio que hacer sus necesidades.al aire libre. Carla camino un buen trecho mientras llevaba a Delfina de lamano. —Muy bien, Carla. No hay nadie mas aqui. —Vamos a ir un poco mas alla. 2Y si hay alguien mas que viene aqui a orinar? —Bien, Carla, tienes razén. Sera malo que te vean. —Delfina asintid, y camino un poco mas con la chica—. Carla, si vas mas lejos, no podré verte. Haz tus necesidades aqui; yo me quedaré aqui contigo. —Esta bien, mami. Dame un minuto mientras voy detras de la hierba de alli. —De acuerdo, vete. Pero no te vayas muy lejos. Después de que Carla se marchara, Delfina se quedo sola en su sitio y, sin darse cuenta, miro al cielo. Hacia un tiempo estupendo y las estrellas brillaban con fuerza. En los ultimos veinticinco o veintiséis afios, rara vez habia tenido un tiempo de ocio tan agradable. De repente, un rayo de luz se elevd,hacia el cielo con un silbido y estalld en,halos de colores en el cielo nocturno. Delfina se quedd sorprendida, Justo después de eso, escucho innumerables silbidos mientras numerosos fuegos artificiales estallaban en rapida sucesion, iluminando el cielo nocturno en un instante mientras grandes fuegos artificiales florecian uno tras otro. «Alguien esta disparando fuegos artificiales al pie de la montafia?» Justo cuando Delfina estaba aturdida, de repente escuché pasos detras de ella. —Delfina. P ‘Capitulo 263 = Indice Delfina se giré sobresaltada. —éQué haces aqui? —pregunto, antes de darse cuenta de algo—. ;Fuiste td el que lanzo los fuegos artificiales? —{Te gustan? Samuel dijo que te gusta mucho ver los fuegos artificiales. Las condiciones aqui son limitadas, pero algo pude hacer. Una vez que bajemos la montajia y volvamos a Pontevedra, los llevaré a... —iQué demonios quieres?)—Delfina interrumpié a Santiago antes de que éste pudiera terminar su frase. Mirandole con cara de disgusto, dijo—: Llevas muchos dias siguiéndome. Qué demonios quieres? — Ajust 7 . Fc “Jaime no es del inframundo, después de todo. Es i ‘Impaciente: —Janice sonaba muy tranquila cuando su voz lleg6 desde el otro extremo de la linea—. Es bueno que Santiago haya ido alli de repente. Al menos, Jaime no se atreveria a hacer nada delante de él. —Todavia estoy preocupada. Me gustaria volver con los nifios. —No, me temo que podrias estar én peligro en tu camino de vuelta. Lo que tienes que hacer ahora es seguir a Santiago de cerca. Mientfas Santiago esté alli, Jaime tendra dudas sobre lo que quiera hacer. No tomara en serio a nadie mas. Delfina apreto los punos. —{La vida de la gente comtn no es nada a los ojos de estos hombres? —Para ellos, la gente corriente no es mas que un peldafio del que pueden deshacerse como la mala hierba cuando sea necesario. No se detendran ante nada en aras de sus intereses. P *C&pitulo 264 = indice —No te preocupes, Delfina. No lo dejaré escapar. A pesar de escuchar las decididas palabras al otro lado de la linea, Delfina sintid un terrible dolor sordo en su corazon. Durante muchos afios, Janice se habia dedicado a reprimir a las bandas del hampa, pero a menudo se encontraba con todo tipo de obstaculos. No sélo habia factores externos, sino también muchos internos que amparaban a estas bandas. Arturo no podiayser la Unica persona que contribuyera a que Jaime quedaraslibre de sospecha en el secuestro de Nancy en aquel entonces, asi que no hacia falta decir cuantos hilos se habian movido para ello. Mientras tanto) la noche caia y Santiago esperaba en el camino de la montafa. Pronto Ilegaron)sus guardaespaldas personales. —Sefior Santiago. —Sefior Santiago, este es... —Los dos guardaespaldas eran los hombres de confianza de Santiago. Para no afectar las actividades de la escuela, los hizo permanecer lejos de él cuando llegaron, diciendo que los Ilamaria si habia algo. Santiago dio una patada al esbirro medio muerto que estaba a su lado. Dijo: —Atalo y mételo en tu coche hasta que vuelva a Pontevedra. Los dos guardaespaldas intercambiaron una breve mirada. —Si, sefior. —Ademas, ustedes dos se turnan para vigilar cerca del campamento esta noche. Mantengan la guardia alta. —Si, sefior. Después de dar las instrucciones, Santiago regresé al campamento. Las actividades de la hoguera habian terminado, y todas las familias volvieron a sus respectivas,tiendas para dormir y guardar fuerzas para el encuentro deportivo al aire libre del dia siguiente. Delfina acababa de lavanjla cara de Carla. Después de instar a los dos nifias a que se metieran en la tienda, bajo la red de gasa del exterior y cerré las solapas de la tienda. Justo entonces, la voz de Carla soné desde el interior de la tienda. —Mama, éno vas a entrar a dormir con nosotros? Delfina respondio: —Volveré dentro de un rato después de lavarme las manos. —Sin embargo, después de terminar su frase, se sentd junto a la hoguera de fuera. No habia ninguna sonrisa en su rostro; incluso cuando estaba iluminada por la hoguera, su cara tenia un aspecto muy sombrio. Mientras pinchaba en la hoguera, las ramas crepitaban audiblemente en la noche. Santiago volvié a verla sentada sola fuera de la tienda. —Vete a dormir. Tengo a alguien vigilando, asi que no volverd a pasar nada. Delfina ni siquiera le mird. —No pasa nada. No tengo suefio. —Si estan preocupados, los llevaré de vuelta a Pontevedra. Las actividades al aire libre no songseguras de todos modos. —Desanimado pomun ligero riesgo, geh? ¢Por eso no dejaste que Carla fuera/a la escuela? —Delfina levanto la vista y mird con frialdad al,hombre que teniaidelante—. Samuel esta bien; se ha apuntado a muchas actividades de este tipo desde que era pequefio. Pero ino te das cuenta de lo contenta que esta Carla de venir aqui esta vez? Carla se habia unido a casi todas las actividades del camping. No sdlo participaba en todos los juegos con gran entusiasmo, sino que incluso se hacia una con todos sus amiguitos. Nunca habia salido a jugar con tanta gente a la vez desde que aprendio a hablar. —Si no fuera por Carla, me habria ido enseguida. —Delfina echo una mirada a Santiago—. Pero no tienes que preocuparte. Es obvio que tu tio viene por mi. Los nifios no tienen nada que ver con esto. Santiago fruncio el cefio. —Cuando volvamos a Pontevedra, investigaré el asunto a fondo y te daré una explicacién. —No, no tienes que hacerlo. —Delfina lanz6 una mirada a Santiago—. Si realmente te sientes mal por ello, entonces deja de seguirme. Pasa.mas tiempo con Carla y Samuel durante el encuentro deportivo de mafiana. —Después de todo, Santiago erayel padre de Carla, y Samuel también lo consideraba su/padre. Por lo tanto, los dos nifios estarian encantados de que el hombre les,hiciera compahia durante la actividad. Sabiendo que era inutil decir mas, Santiago solo pudo hacer un leve movimiento de cabeza en silencio. A medida que la hoguera crepitaba, el camping se fue quedando en silencio y las luces de las tiendas se fueron apagando una tras otra. Delfina se acurrucé en la silla con un bostezo. Aunque tenia suefio, no estaba dispuesta a volver a dormir. Decia que no le preocupaba que Jaime pudiera ponerles la mano encima a los dos nifios, pero, sin embargo, temia esa posibilidad. Después de un tiempo, no pudo seguir despierta y sus ojos se cerraron. Carla y Samuel estaban durmiendo en el interior de la tienda cuando se abrieron las solapas de la tienda desde el exterior. Samuel no estaba del todo dormido, por lo que miré a la persona aturdida tras ser despertada del suefio. —Shh... —Santiago le echo una mirada antes de dejar a la sefiora en sus brazos. Luego, puso la almohada debajo de su cabeza y la arropo. Una vez hecho todo esto, se sent6 junto a Delfina. Mientras la observaba dormir, se sintié muy a gusto, y se inclino para besarla en la frente. Justo entonces, una manita se puso delante de los labios de Santiago, que|levanto la vista para vera Samuel a su lado. «Como podia haber olvidado a este mocoso?» Samuel mird a Santiago con ojos grandes y redondos. Pregunto con recelo: —~Qué estas haciendo? Santiago le agarré la mano y le contesté impaciente: — Por qué eres tan entrometido? Date prisa y vuelve a dormir. —Lo haré, pero tienes que salir. —éY qué pasa si me niego? —iEn ese caso, llamaré al sefior Céspedes! —respondid Samuel mientras agitaba su teléfono mévil. Santiago fruncid el cefio. Ambos se negaban a ceder. Sin embargo, después de un largo rato, sdlo pudo abandonar la tienda abatido. «Este mocoso dijo que queria ayudarme, pero todo lo que se le ocurrié fueron pésimas ideas. Me pregunto si queria ayudarme o si queria engaharme para vengarse de mi». Cuando se apago la luz de la tienda; Samuel se dio la vuelta y se agarro al brazo de Delfina mientras miraba fuera de la tienda. La figura del hombre que estaba fuera era visible junto a la hoguera, En lugar de volver a su tienda, Santiago se sento frente a la hoguera de fuera. De vez en cuando, se asomaba a la hoguera, y parecia que no tenia intencién de marcharse. En ese momento, la opinién de Samuel sobre el hombre cambi6 un poco. «Es bastante fiable, después de todo». A la mafiana siguiente, el primer partido del encuentro deportivo al aire libre fue la carrera de tres piernas. Delfina y Carla acababan de terminar su ronda. Cuando Victor se acercé a registrar las posiciones finales de los concursantes en la carrera, se dio cuenta de que Delfina se habia estado masajeando el brazo y de que algo iba mal en su cara. —Delfina, gesta bien tu brazo? Delfina no le conto a Victor lo que habia pasado anoche para que no se preocupara. Sacudié la cabeza y respondid: —Esta bien. gEn qué ronda competira Samuel? —Competira en la proxima ronda. ,Por qué no descansas un rato, Delfina? Le dejaré competir un par de rondas mas tarde. —No hay necesidad de tomarse tantas molestias. Es una carrera de tres piernas, después‘de todo. No necesitamos usar los brazosi —Déjame hacerlo. —La cuerda en,la mano de Delfina fue arrebatada de repente cuando |a voz de Santiago sono a su lado. —iTU? —Delfina lo mir6, estupefacta. Le resultaba dificil imaginar que Santiago y Samuel estuvieran atados en una carrera de tres patas. Mientras ella estaba aturdida, Santiago se habia alejado hacia Samuel sin darle la oportunidad de decir que no. —Oye... —gritdé Victor con el libro de registro en la mano. Murmurdé—: Es imposible que haga esto sin esperar nada a rato, Delfina? Le dejaré competir un par de rondas mas tarde. P ALY hay necesidad de tomarse tantas molestias. Es una i GStrera de tres piernas, después de todo. No necesitamos usar los brazos. —Déjame hacerlo. —La cuerda en la mano de Delfina fue arrebatada de repente cuando la voz de Santiago sono a su lado. —{TU? —Delfina lo mirégestupefacta. Le resultaba dificil imaginar que Santiago y Samuel estuvieran atados en una carrera de tres patas. Mientras ella estaba aturdida, Santiago se hab/a alejado hacia Samuel sin darle la oportunidad de decir que no. —Oye... —grit6 Victor con el libro de registro,en la mano. Murmurd6—: Es imposible que haga esto sin esperar nada a cambio. Carla agarro el dobladillo inferior de la camisa de Victor mientras parpadeaba con rabia. —Sefior Céspedes, gpor qué odia tanto a mi padre? Es muy amable.

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