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En ese entonces los grupos de bandidos eran comunes y se reconocían por las
características de su atuendo iban literalmente cubiertos de plata de la que se
producían en las minas de Guanajuato, San Luis Potosí o Taxco, Guerrero (lugar
de donde Altamirano era originario), por los lugares en que operaban o por sus
técnicas de pillaje y robo. Los plateados, iban comandados por varios jefes, entre
ellos destaca El Zarco, por ser el más cruel.
Altamirano dice que Nicolás era un tipo indígena, pero lo describe no como un
indio abyecto y servil, ni mucho menos ignorante, es decir rompe prejuicios acerca
de los indígenas y no los encasilla en un papel donde solo tengan una
participación secundaria y pasiva, sino todo lo contrario, son protagonistas, tienen
una participación activa en toda la obra, proponen, pelean, actúan, toman
responsabilidades; el autor quien también tiene un origen indígena
constantemente resalta y pondera a estos grupos desfavorecidos, al decir del caso
de Nicolás que era un hombre culto, embellecido por el trabajo y que tenía la
conciencia de su fuerza y de su valer. En este personaje de Nicolás se podría
suponer que hay rasgos los cuales reflejan parte del autor, en la novela lo califica
como alguien de sentimientos elevados y nobles, destaca su bondad, pelea por
causas justas y sociales, por tanto, hay una constante reivindicación de la figura
del "indio", muchas veces olvidada tanto en los aspectos sociales como en las
obras literarias.
Martín era un campesino humilde, pero un día entraron los bandidos a su casa y
mataron a su padre y a uno de sus hijos, ante tal acto decidió acabar con ellos con
la ayuda de sus familiares primero, y después solicitó permiso al prefecto de
Morelos para perseguir ladrones en calidad de jefe de seguridad pública. Decidió
tomar venganza contra los plateados, y “de vengador de su familia se había
convertido en vengador social. Martín Sánchez era la indignación social hecha
hombre”, nos dice Altamirano en la obra.
El Zarco nos deja varios mensajes, y uno de ellos es el alegato a favor del indio,
del campesino y del mestizo, que representan en la obra a los hombres “fuertes,
valerosos, orgullosos, justicieros y los salvadores del país”, claramente
manifestados en los personajes de Nicolás y Martín. Intervienen como
protagonistas: soldados, campesinos, herreros, indios, mestizos, todos los
olvidados se presentan en ella. Mientras que personajes como El Zarco, El Tigre,
El Coyote, se describen como unos bandidos crueles y rapaces, se les vio como
una calamidad que solo infundía terror y miedo en todo el país entre 1861 y 1862,
y por ello reciben su castigo después de tantos asaltos, plagios y asesinatos que
cometieron.