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ORIENTACIÓN EDUCATIVA 13

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XX La formulación de objetivos
El punto de partida de cualquier programa de orientación es la definición de las metas a conseguir
para dar respuesta a las necesidades detectadas. Las necesidades anteriormente detectadas darán
lugar a unos objetivos de actuación concretos a desarrollar. Pueden ir encaminados hacia un doble
propósito (Bisquerra Alzina, 2006):
„„ Satisfacer una necesidad concreta.
„„ Potenciar un aspecto identificado.

La concreción es una característica que debe definir los objetivos que se establezcan. Se trata de una
cualidad señalada por la mayoría de los expertos. Ayudará a la elección de los instrumentos necesa-
rios para recoger información sobre el programa y también es más fácil saber si los procedimientos
de intervención van a ser adecuados (Alonso Tapia, 1995).
Ejemplo de objetivo: Orientar al alumnado en la elección de su futuro profesional.

XX La planificación y realización de programas


A partir del análisis de necesidades y la definición de objetivos, la planificación es un punto de par-
tida desde el que los orientadores pueden programar y organizar su actividad (Alonso Tapia, 1995).
Este proceso se basa en la selección, organización y secuenciación de los servicios, actividades y
estrategias que permitan conseguir los objetivos establecidos. Es una planificación general de los
servicios de orientación.
Es el momento de plantearse una serie de interrogantes (Sobrado,2012):
„„ ¿Para qué se va a planificar la intervención? Delimitando las necesidades detectadas en el entor-
no y las percibidas por el sujeto.
„„ ¿A quién va dirigida?
„„ ¿Qué contenidos de aprendizaje persigue?
„„ ¿Cómo se va a llevar a cabo? Concretando metodología y actividades.
„„ ¿Con qué recursos materiales y humanos?
„„ ¿Qué tiempos van a utilizarse?
„„ ¿Cómo va a integrase el programa en el conjunto de actividades de la Escuela?
„„ ¿Con qué presupuesto se cuenta?

XX La ejecución del programa


Se refiere sobre todo a aquellas actuaciones que pretenden desarrollar el proceso de puesta en
práctica del plan propuesto. Supone la puesta en marcha del programa planificado. Es preciso estar
al tanto de todas las acciones que se llevan a cabo, por si acaso hubiera que variar alguna en mitad
de la ejecución (tanto en número como en contenido). Se harán, pues, las modificaciones y ajustes
oportunos, estableciendo una priorización distinta si fuera necesario (Rodríguez Espinar, 1993).
Sobrado (2012) menciona las definiciones de Cuyijet en 1999 que destaca sobre esta fase la realiza-
ción de un esquema organizado de responsabilidades y la de Lázaro subraya la importancia de la
aplicación y el control del seguimiento al hilo de la actuación.
Uno de los objetivos fundamentales a perseguir en la ejecución es el de la consecución de la máxima
autonomía por parte de los receptores del programa en su proceso de desarrollo global. Las estrategias
más recomendables son la integración curricular y los sistemas de programas integrados, además de
otras de carácter temporal como la entrevista, conversaciones, visitas, etc. (Bisquerra Alzina, 2006).

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