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LÓPEZ DE XEREZ, Francisco. Verdadera Relación de la Conquista del Perú.

En:
Historia 16, 1985, Madrid.

Daniella L. Hurtado Paniagua

La aventura de la conquista y el descubrimiento del Nuevo Mundo revistieron

mucho de osadía, miedo y ambición por parte de aquellos que llegaron a por estas

tierras. Dos zonas serían, finalmente, las referentes en todo este proceso: México

primero y el Perú después. Precisamente, es el escribano López de Xerez, quien nos

marca el recorrido que los aventureros en cuestión hicieron: desde los acuerdos

celebrados por el Contrato de Panamá hasta la prisión de Atahualpa en Cajamarca. En

prosa ágil, el cronista nos introduce, por momentos en exhaustivas narraciones y, por

otros, en sucintos detalles que él mismo se encarga de explicar al lector el porqué de lo

escueto de su descripción. En cuanto al personaje, no se conocen muchos detalles acerca

de la vida de López de Xerez, probablemente haya nacido a fines del siglo XV y

arribado muy joven a Castilla del Oro (Panamá) viviendo, posteriormente, con escasa

fortuna. Se desconocen las circunstancias en las que conoció a Francisco Pizarro, pero

llegó a ser su secretario, y desde esa posición procedió a recopilar información del viaje

de exploración, descubrimiento y conquista. Por momentos pareciera que López de

Xerez ocultara tras las narraciones, detalles sobre su vida misma.

El cronista detalla paso a paso la llegada de los castellanos al “Reino del Virú”,

encontrando un Estado en plena guerra regional: el momento del caos que no se

resolverá dentro de los marcos conceptuales andinos. El cosmos esperado no llegará. La

colaboración de los naturales de la zona, organizados por sus caciques (palabra que

definitivamente, Xerez toma de los vocablos caribeños) es evidente. Nuestro cronista

(suponemos que por su estrecha relación con el jefe extremeño) hace apreciaciones que

pueden estar teñidas por la subjetividad de quien lleva el recuento de las peripecias

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vividas por quien es su superior. Y es en este punto donde los episodios sucedidos desde

Panamá hasta el Cuzco, son recreados por Xerez desde su perspectiva, omitiendo tal vez

detalles o destacando otros según el interés que le mueva. Encontramos pasajes en su

crónica donde afirma: “.se volvió donde el Gobernador estaba, y trujo los caciques; el

Gobernador los recibió con mucho amor y mandolos volver a sus pueblos y recoger su

gente.” (p.79). Cuesta pensar que un hombre rudo como Pizarro haya prodigado amor

sobre unos desconocidos indígenas pero la narración es verdadera, como verdadera

hubiera sido una versión contraria. Es el sujeto, en este caso Xerez, quien recopila los

datos y los transmite según sus motivaciones, dentro del contexto de testigo in situ de

los hechos acontecidos. Las versiones se sucederán y cada cronista transmitirá su propia

percepción sobre los hechos.

Puede ser discutible la veracidad de una fuente, en este caso de la crónica de López de

Xerez; sin embargo, más allá de la consignación de datos fehacientes, el documento es

importante en tanto se perciba la motivación de su autor, el contexto que le tocó vivir y

el punto de vista de los hombres que pertenecieron a una etapa de tránsito entre los

umbrales del medioevo y de la propia modernidad. Es, empero, importante contrarrestar

la información de la crónica de López de Xerez con la de otros cronistas que plasmaron

las experiencias y avatares de aquel grupo de aventureros que en pos de la fama, el

reconocimiento, riqueza y la aventura lo arriesgaron todo.

La conquista del Perú fue una empresa privada llevada a cabo a costa de sacrificio,

incertidumbre y donde la ambición se encuentra presente a cada paso. El cronista logra

transmitir el temor, la desconfianza (de personajes como Pizarro) la tensión frente a los

primeros encuentros infructuosos en las costas de la recientemente descubierta Mar del

Sur, pero sobre todo el afán de no abandonar el reto de poder arribar con bien hasta el

mítico reino del Virú.

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El recorrido va llegando a su fin cuando, prisionero Atahualpa (o Atabaliba como lo

nombra el cronista) entrega el rescate a Pizarro y su hueste. La crónica concluye con

una presentación del escribano López de Xerez, brevemente quien es y cuál fue el

propósito de la narración. A modo de homenaje dedica unos versos al Rey. Finalmente,

queda por decir que lo relatado es información que tomará mayor valor toda vez que se

contraste con otras relaciones de otros tantos cronistas.

Un espíritu más fáctico, desprovisto de las bondades que las ciencias humanas nos

pueden deparar, podría argüir que todo este detalloso trabajo de descripción, subjetiva o

no, se pierde y no lleva a ninguna conclusión formal. Sin embargo, es ver más allá, no

ver en dos sino poder interpretar en tres dimensiones: conocer un poco del pasado,

entender los momentos de transición y cambio e interpretar un hecho aislado en el

tiempo y contrastarlo con realidades diversas. Si bien, los desarrollos de Occidente

respecto a otras latitudes son diferentes, hay patrones que, por supuesto, con mucho

cuidado pueden ayudarnos a entender los cambios sociales que actualmente

experimentamos y entender a los nuevos actores sociales, que sencillamente aparecen y

se recrean por la fuerza del tiempo y la historia.

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