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Edgar Allan Poe dudando, soñando sueños que ningún mortal con semejante nombre: “Nunca más.

al con semejante nombre: “Nunca más.” por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
(Boston, 1809 - Baltimore, 1849) se haya atrevido jamás a soñar. tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
EL CUERVO Mas en el silencio insondable la quietud callaba, Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno ¡Apura, oh, apura este dulce nepente
UNA VEZ, AL filo de una lúgubre media noche, y la única palabra ahí proferida busto. y olvida a tu ausente Leonora!”
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” las palabras pronunció, como virtiendo Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
embebido, Lo pronuncié en un susurro, y el eco su alma sólo en esas palabras.
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Nada más dijo entonces; “¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
ciencia, Apenas esto fue, y nada más. no movió ni una pluma. ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
cabeceando, casi dormido, Y entonces yo me dije, apenas murmurando: enviado por el Tentador, o arrojado
oyóse de súbito un leve golpe, Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, “Otros amigos se han ido antes; por la tempestad a este refugio desolado e
como si suavemente tocaran, toda mi alma abrasándose dentro de mí, mañana él también me dejará, impávido,
tocaran a la puerta de mi cuarto. no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. como me abandonaron mis esperanzas.” a esta desértica tierra encantada,
“Es —dije musitando— un visitante “Ciertamente —me dije—, ciertamente Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.” a este hogar hechizado por el horror!
tocando quedo a la puerta de mi cuarto. algo sucede en la reja de mi ventana. Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
Eso es todo, y nada más.” Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, Sobrecogido al romper el silencio ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
y así penetrar pueda en el misterio. tan idóneas palabras, ¡Dime, dime, te imploro!”
¡Ah! aquel lúcido recuerdo Dejad que a mi corazón llegue un momento el “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
de un gélido diciembre; silencio, es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
espectros de brasas moribundas y así penetrar pueda en el misterio.” de un amo infortunado a quien desastre impío “¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
reflejadas en el suelo; ¡Es el viento, y nada más! persiguió, acosó sin dar tregua ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
angustia del deseo del nuevo día; hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
en vano encareciendo a mis libros De un golpe abrí la puerta, hasta que las endechas de su esperanza ese Dios que adoramos tú y yo,
dieran tregua a mi dolor. y con suave batir de alas, entró llevaron sólo esa carga melancólica dile a esta alma abrumada de penas si en el
Dolor por la pérdida de Leonora, la única, un majestuoso cuervo de ‘Nunca, nunca más’.” remoto Edén
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. de los santos días idos. tendrá en sus brazos a una santa doncella
Aquí ya sin nombre, para siempre. Sin asomos de reverencia, Mas el Cuervo arrancó todavía llamada por los ángeles Leonora,
ni un instante quedo; de mis tristes fantasías una sonrisa; tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
Y el crujir triste, vago, escalofriante y con aires de gran señor o de gran dama acerqué un mullido asiento llamada por los ángeles Leonora!”
de la seda de las cortinas rojas fue a posarse en el busto de Palas, frente al pájaro, el busto y la puerta; Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
llenábame de fantásticos terrores sobre el dintel de mi puerta. y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie, Posado, inmóvil, y nada más. empecé a enlazar una fantasía con otra, “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
acallando el latido de mi corazón, pensando en lo que este ominoso pájaro de pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
vuelvo a repetir: Entonces, este pájaro de ébano antaño, ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto cambió mis tristes fantasías en una sonrisa lo que este torvo, desgarbado, hórrido, Plutónica.
queriendo entrar. Algún visitante con el grave y severo decoro flaco y ominoso pájaro de antaño No dejes pluma negra alguna, prenda de la
que a deshora a mi cuarto quiere entrar. del aspecto de que se revestía. quería decir granzando: “Nunca más.” mentira
Eso es todo, y nada más.” “Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—, que profirió tu espíritu!
no serás un cobarde, En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, Deja mi soledad intacta.
Ahora, mi ánimo cobraba bríos, hórrido cuervo vetusto y amenazador. frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, Abandona el busto del dintel de mi puerta.
y ya sin titubeos: Evadido de la ribera nocturna. quemaban hasta el fondo de mi pecho. Aparta tu pico de mi corazón
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Esto y más, sentado, adivinaba, y tu figura del dintel de mi puerta.
perdón Plutónica!” con la cabeza reclinada Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
imploro, Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” en el aterciopelado forro del cojín
mas el caso es que, adormilado acariciado por la luz de la lámpara; Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
cuando vinisteis a tocar quedamente, Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado en el forro de terciopelo violeta Aún sigue posado, aún sigue posado
tan quedo vinisteis a llamar, pudiera hablar tan claramente; acariciado por la luz de la lámpara en el pálido busto de Palas.
a llamar a la puerta de mi cuarto, aunque poco significaba su respuesta. ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más! en el dintel de la puerta de mi cuarto.
que apenas pude creer que os oía.” Poco pertinente era. Pues no podemos Y sus ojos tienen la apariencia
Y entonces abrí de par en par la puerta: sino concordar en que ningún ser humano Entonces me pareció que el aire de los de un demonio que está soñando.
Oscuridad, y nada más. ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro se tornaba más denso, perfumado Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
posado sobre el dintel de su puerta, por invisible incensario mecido por serafines tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
Escrutando hondo en aquella negrura pájaro o bestia, posado en el busto esculpido cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
permanecí largo rato, atónito, temeroso, de Palas en el dintel de su puerta “¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido, no podrá liberarse. ¡Nunca más!

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