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El ciclo 2 va desde los 9 hasta los 17 años. Corresponde a la adolescencia. Este ciclo se vive con la energía del 2,
una energía de duda o de dualidad, de cargas emocionales y de grandes interrogantes.La relación con la madre es
muy importante durante este período.Es un ciclo durante el cual uno busca su propia identidad con la necesidad
de liberarse del modelo del padre y de la madre. Es una de las etapas más delicadas de la vida.Normalmente es un
ciclo de rebeldía interior, de crisis, de búsqueda de la propia identidad. Si no fuera así, la persona vivirá esta crisis
cuando sea adulta.
El ciclo 3 va desde los 18 a los 26 años. Es el ciclo de la apertura al mundo, es el momento para salir del nido
familiar, para empezar estudios o lanzarse en la vida profesional. Normalmente, es un período de liberación, de
alegría, de creatividad y comunicación. Después de los titubeos de la adolescencia, la persona se abre al sol de la
vida.
En este ciclo se viven experiencias amorosas, compromisos (noviazgo, matrimonio), viajes y una apertura
intelectual que se corresponde con los estudios.
toque de aventura.
Se pueden vivir crisis de pareja, personales o profesionales. La persona que no haya
vivido su crisis en la adolescencia lo hará durante este ciclo.
El ciclo 5 tiene la energía del fuego, el dinamismo y la vitalidad que permiten cambiar
radicalmente los propios marcos. Es un período de gran apertura intelectual, afectiva,
o espiritual.
Es el ciclo central, donde aparecen propuestas nuevas que determinarán la segunda
parte de nuestra vida.
El ciclo 6 va desde los 45 a los 53 años. Después de vivir la tormenta del ciclo 5,
volvemos a la paz y a la armonía.
Es un ciclo marcado por la responsabilidad familiar, el amor y la ternura. Corresponde
normalmente a ciertos eventos familiares, como el matrimonio de los hijos, o el
nacimiento de los nietos.
Es un período durante el que necesitamos tranquilidad y seguridad afectivas. Para la
madre que se dedicó tanto a la educación de sus hijos, es un momento privilegiado
para cuidarse, respetarse, y quizás para empezar actividades creativas. Es un ciclo
marcado por las emociones, los sentimientos, y tal vez por la vulnerabilidad.
El ciclo 7 va desde los 54 a los 62 años. Tras la armonía, la paz interior y la serenidad
del ciclo 6, entramos en un ciclo de búsqueda interior y de interrogantes sobre nuestra
vida. Es un ciclo de apertura intelectual y espiritual, durante el que queremos volver a
estudiar, a aprender.
Es un momento en el que necesitamos soledad y tiempo de reflexión, para cumplir con
el crecimiento interior.
Es un ciclo exigente, porque nos lleva por un camino espiritual capaz de dar respuestas
a los interrogantes de nuestra vida (¿quién soy en la actualidad?, ¿qué he hecho de mi
vida hasta ahora? ¿estoy en armonía con la misión que me fijé?).
El ciclo 8 va desde los 63 a los 71 años. Tras reflexionar durante el ciclo anterior, entramos en un ciclo dinámico y
maravilloso que nos propone sacar provecho de los talentos que no hemos utilizado hasta ahora. Los talentos
representan lo que nos gusta en la vida.
En este ciclo, podemos experimentarlo todo, ya que nos incita a sobrepasar las frustraciones de la vida: alguien con
ganas de pintar o de tocar piano, podría empezar a hacerlo en este momento.
Corresponde a la tercera edad, cuando las personas pueden ir a la universidad y estudiar, lo que quizás no hayan
podido hacer antes.
Después de los 80 años, entramos en el ciclo IO con la misma energía que en el ciclo 1, pero con
menos intensidad y con la experiencia de una larga vida.
Después de los 89 años entramos en el ciclo 11/2, con la misma energía que en el ciclo 2, pero
probablemente con más sabiduría.
Estos ciclos de 9 años forman parte de los grandes ciclos de formación, producción y cosecha. Son
pequeñas escuelas, que se integran en la gran escuela de la vida.
Acabamos de describir los 9 ciclos de manera general. Sin embargo, cada ciclo estará influenciado
por el habitante de la inclusión de base, que indicará la tonalidad, el color del ciclo.
En la parte superior de cada ciclo colocaremos los habitantes de la inclusión de base
correspondientes a cada casa.
El habitante define los matices del ciclo, pero todo dependerá del modo en que cada persona los
viva según su historia personal.