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El Harté de Amar

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Enrique Gutiérrez Pacheco

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El Harté de Amar

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Dicen que el amor de pareja no


es para cobardes…
¡Pero hasta los valientes le
temen en muchas ocasiones!

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El Harté de Amar

El H arté
de Amar
La codependencia de pareja

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

Enrique Gutiérrez Pacheco

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Enrique Gutiérrez Pacheco

El Harté de Amar

Autoría y edición: Enrique Gutiérrez Pacheco


Cuidado editorial: Sofía Martínez Ledezma
Ilustraciones: Samantha Vanessa Rodríguez Aguilar
Diseño: CADELE crew

D.R. Enrique Gutiérrez Pacheco, México, 2017


RPDA: 03-2017-020311345700-01

ISBN: En trámite a la primera edición 2017


Tiraje: 100 ejemplares
Impreso en México

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

Derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo, ni en


parte, ni registrada o transmitida por algún sistema de recuperación, en ninguna
forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia, aplicación digital o cualquier otro medio de duplicado
y transmisión, sin la expresa autorización por escrito del autor mismo o su represen-
tación legal. Caso contrario, se recurrirá a las sanciones expresas en la ley nacional

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El Harté de Amar

A todos aquellos que como yo, tras haber sido destrozados por
permitirse un mal romance, han encontrado el valor tan grande del
amor y la libertad procurada por sí mismos.

E.G.P.

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Índice

CAPÍTULO PÁGINA

Prólogo 9

¡No es el Arte, es el Harté de Amar! 12

Capítulo I: ¡Así es el amor! 16

Capítulo II: ¡Todo era tan bonito! 35

Capítulo III: ¿Qué es el enamoramiento? 47

Capitulo IV: ¿Felizmente separados?. 67

Capítulo V: “El Harté de Amar” 78

Capítulo VI: Júntese, no se revuelva 90

Miscelánea 101

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El Harté de Amar

Prólogo

“Es cuestión de expectativas” le escuché decir a un


compañero que platicaba con otro en el trabajo. No sé
cuál era el tema, pero sin duda, “estoy de acuerdo”, pen-
sé, mientras reflexionaba sobre lo complicadas que pueden
ser las relaciones interpersonales. Por expectativas, sí, y
por una lista inmensa de cosas más, simplemente porque
somos distintos; no esperamos, ni queremos las exactas
mismas cosas, y qué bueno.

Qué riqueza la de encontrarse a diario con pers-


pectivas diferentes, perfiles totalmente distintos al tuyo,
como que hasta te sientes único. Y cuándo hablamos del
amor en pareja, ese aspecto de ser diferentes, ni siquiera
es el mayor problema. Recuerdo a un amor platónico, un
“crush” (para los “millennials”), un joven que cambió en
ese momento la etiqueta de “no me vuelvo a enamorar”
por la de “bienvenidas de nuevo mariposas en el estóma-
go” y si me preguntas qué tuvo que hacer aquel mucha-
cho para revolucionar todo mi interior, en ese entonces
hubiese respondido cursimente: “existir”.

Hoy puedo decir que se sumaron muchos factores


que provocaron ese “lapsus brutus” en el que todo se po-
ne de colores hermosos. Todo fue tan bonito: bonito se
puso todo más aún cuando mis mariposas se supieron
correspondidas por las suyas, bonito fue quererle. Lo que
definitivamente dejó a un lado lo bonito, después de un
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Enrique Gutiérrez Pacheco

tiempo, fue no lograr compaginar nuestros rumbos, nues-


tros ideales y en un intento de rescatar algo al final sólo
provocó desesperación, discusiones e impotencia. Entonces
no lo comprendí, pero hoy sé, y entre más asesoro algu-
nos casos me convenzo más, que el enamoramiento es
una etapa increíble pero peligrosa si no es asentada en el
conocimiento personal, si no es libre y por lo tanto, forza-
da, si no es realista, cuando las mariposas se vayan, ni se
puede llegar a la etapa del amor, ni se puede disfrutar del
resto, por el desgaste de intentar volver a lo bonito, que
quizá no era amor real.

Hablar de las cuestiones amorosas es realmente un


reto, en esta época especialmente, en que hemos cambia-
do las conversaciones frente a frente por las pequeñas
pantallas, las reuniones personales por reuniones de cuer-
po presente; es como si se intentara hacer de las relacio-
nes humanas, que de por sí son complejas, algo tan sim-
ple como lo accesible y rápido que resultan las redes so-
ciales, obteniendo como resultado cargas de frustración,
impotencia, miedo, desesperanza y con ello, el hartazgo
del amor. Menuda tarea ésta del amor, parafraseando a
Erich Fromm, lo define como una actividad de entrega
continua, que muchas veces intentamos reducir -por hacer
la cosa más sencilla- a un afecto inmediato, a un anhelo
de que las expectativas estén siempre cumplidas y corres-
pondidas. Este libro “El Harté de Amar” es un tratado, rico
en ejemplos cotidianos, sobre cómo queriendo y no, llega-
mos a enturbiar el dificultoso y maravilloso proceso del
amor. Con el característico toque del psicólogo y autor,
–una combinación de sensatez y humor para amortiguar el
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El Harté de Amar

dolor de la pedrada– podrás descubrir-te a través de es-


tas páginas, y es que si uno, no se detiene a conocerse,
con dificultad descubriremos al otro, no podremos fasci-
narnos ante la increíble experiencia de elegir hacerle un
bien al que está frente a nosotros, especialmente si se
trata de aquella persona con la que hemos decidido com-
partir lo que somos, no sólo por quedar bien o conseguir
algo a cambio, sino como consecuencia de elegir hacerlo
con nosotros mismos todos los días.

Sofía Martínez Ledezma


Psicóloga/Universidad de Guadalajara

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Enrique Gutiérrez Pacheco

No es El Arte, ¡es El Harté de Amar!

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El Harté de Amar

Tanto se nos habla del amor hoy en día, ¡que ya ni


sabemos lo que significa esa palabra! Unos dicen que es
algo hermoso y otros hablan de él como un castigo divino.

En las novelas que transmiten por televisión vemos


a una persona que empieza hundida en la tragedia, ¡hasta
la cara se le deforma de tantos problemas que vive día
con día! Conoce a otro sujeto que al principio le odia, le
trata mal, le desea lo peor y cuando menos nos damos
cuenta, ¡ya están casados, sonrientes y con tres hijos!

¡Ah caray! Decían que eso del amor no hacía mila-


gros, y pareciera que para muchos es exactamente eso...
Comienzan a andar con alguien y les cambia la vida, hasta
la gente cree que alguien hizo brujería a su favor, pues
ahora vemos a esa persona toda alegre y renovada. Pero
en otros casos “menos bonitos”, cuando alguien inicia una
relación de pareja todo empieza a derrumbársele poco a
poco: ya no sonríe, comienza a arrugarse del rostro cada
vez más rápido, el dinero no le alcanza, hasta inicia a en-
deudarse y lo peor: su teléfono móvil ha cambiado de
dueño, ya que su pareja lo revisa cada cinco minutos para
saber si éste le “anda engañando por Whatsapp”.

Hoy en día pocos príncipes azules quieren dejar de


ser sapos, estos todavía tienen el valor de regalar flores,
llevar serenatas a las dos de la mañana aún con el riesgo
que de que sean bañados con agua helada... Todavía
tienen la ilusión de casarse, de formar una familia, tener
dos hijos y un perro en el jardín; sin embargo, hay otros
príncipes que están buscando a toda costa quedarse como
reptiles, ¡ya hasta van a clases para aprender a croar!
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Enrique Gutiérrez Pacheco

Pareciera que esa idea cursi del “martirmonio” (perdón,


matrimonio), no se les cruza por la cabeza ni como aluci-
nación, están felices de vivir en casa de sus padres, toda-
vía recibiendo su mesada semanal.

¡Y qué decir de las princesas! Cada vez es más


común ver cómo éstas se cortan el cabello a los hombros,
pues no necesitan tener una gran trenza como “Rapunzel”
para que su prometido escale una torre para rescatarlas;
¡es más!, han preferido volverse autosuficientes, trabajado-
ras y felices dueñas de su vida. Otras de forma desespera-
da, cuando ven que el tiempo va pasando y la arena de
su reloj se está terminando, se suben presurosas a lo más
alto del castillo, se ponen en promoción y hasta se anun-
cian con trompetas, ¡pero no salen ni en sorteo! Quizá sus
príncipes prometidos terminaron de “ninis” en algún triste
rincón, o siguen esperando ganarse la lotería para viajar
por el mundo en busca de dragones.

Cierto es que cada día es más difícil encontrar per-


sonas comprometidas que disfruten de enamorarse, que
amen la adrenalina de los problemas en pareja y que di-
gan “acepto” sin titubear frente a un altar. Cada vez es
más complicado hallar personas que sean libres, indepen-
dientes y atrevidas que estén dispuestas a compartir el
resto de sus días con su “media naranja”. Esto no se debe
a que la raza humana se esté extinguiendo, al contrario,
sigue creciendo en cantidad pero disminuye en calidad;
más bien se debe a que últimamente existen más personas
dependientes, esclavas de sus miedos y del qué dirán los
demás de sus propias decisiones. No es de sorprendernos
entonces que el amor se nos esconda por miedo a una
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El Harté de Amar

decepción; el tal Cupido ya está más golpeado que mos-


quito zumbador y ya no se atreve a tirar sus flechas a
diestra y siniestra, pues tanto los príncipes como las prin-
cesas portan pesadas y resistentes armaduras, forjadas
con orgullo, soberbia, miedo y dependencia; no quieren
enamorarse ya, no se dejan envolver fácilmente por la
magia del romance ni permiten que se encienda en ellos
la llama de la pasión amorosa; estos miembros de la
realeza han caído en una situación donde no les interesa
aprender a ser románticos, sino que quieren llenarse de
“encuentros casuales”, “amistades con derecho”, “sexo sin
compromisos” y demás cosas por el estilo; es más común
entonces que en lugar de practicar “El Arte de Amar”,
sean presas de “El Harté de Amar” y más si han apostado
todo en el casino de la vida y perdido en demasía.

He escrito este libro porque reconozco que todos


queremos complementarnos amorosamente, pero también
por la necesidad que existe de ser escuchados y orienta-
dos en eso llamado enamoramiento. A lo largo de los ca-
pítulos el lector encontrará algunas cosas de utilidad, en
otros momentos dirá “me ha pasado” y quizá hasta una
risa nerviosa de culpabilidad haga su aparición. ¿Ya nada
se levanta en tu relación? ¿Sientes que besas una tabla y
te astillas con ella? ¿Te preguntas porqué no te recluiste
en un convento o seminario? ¡Atrévete a encontrar la
plenitud! No te guíes más por los horóscopos, guíate por
tus metas... ¡Bienvenido seas a “El Harté de Amar”!

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Capítulo I: ¡Así es el amor!

Siempre hay un roto para un descosido...


¡Y una que otra pareja dispareja!

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El Harté de Amar

Marcela inicia el tercer grado de secundaria. A sus


catorce años ya se anda imaginando que vivirá feliz el
resto de sus días en compañía de su pareja, con la que
todavía no anda, pero que ya le motiva porque cree que
todos los días le llevará flores, le preparará el desayuno y
se lo servirá a la cama con un “te amo” escrito en la ser-
villeta. Ella entra a la radio por internet y escucha tonela-
das de canciones románticas, llenas de palabras bonitas y
promesas agradables. Por ahí anda un apuesto joven de su
grupo escolar quien la mira a escondidas todos los días y
le manda mensajitos con emoticones de “changuitos”
tapándose los ojos y besitos desesperados. Éste joven
llamado Julián, todo el tiempo le da “me encanta” a las
publicaciones que ella hace en Facebook y a ésta se le
acelera el corazón cada que lo ve sudando después de su
clase de educación física. Por fin, Marcela toma la iniciati-
va de declararle su amor frente a sus “amigas” que a
escondidas cuchichean: -¡Pobre Marce! Anda de romántica
con Julián y no sabe que él “quiere conmigo”.

El caballero por su parte, ya anda de presumido


con sus compañeros diciendo que “la trae loca por él” y
sobre lo cual, todos los compañeros se empiezan a imagi-
nar momentos morbosos de sexo, como los que escuchan
en la música de “reggaeton” que tanto les encanta bailar.
Marcela por su parte, vive en una nube rosa, donde Julián
es el ángel que se encuentra a la puerta del paraíso. Co-
mienzan a andar ante los bullicios de los demás compañe-
ros, se dan su primer beso, empiezan a tomarse de la
mano a escondidas en los recreos, y mejor aún, ¡ya se
aman desde el primer día de noviazgo! A la salida de la

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Enrique Gutiérrez Pacheco

escuela se esconden de padres y maestros y se despiden


con un beso “de piquito” y hasta están planeando el mo-
mento en que darán a conocer su romance a sus respec-
tivas familias... ¡ah! ¡Qué hermoso es el amor cuando está
lleno de inocencia! Los primeros tres meses todo es dul-
zura, regalos, publicaciones melosas en las redes sociales
y ¡hasta se cambian el estatus a “comprometido con”!
Pero no pasa mucho tiempo para que el drama haga su
aparición; Marcela se entera de que Julián es un “macho
alfa” y ya comenzó a andar con su “mejor amiga”, lo que
la golpea con tanta fuerza que la deja tirada en la depre-
sión, pero que aún así mantiene la esperanza de que “su
hombre” se arrepienta. Cuál va siendo su sorpresa cuando
ve que el tal Julián hasta se le pasa por enfrente tomado
de la mano de su nueva conquista; ya no publica que la
ama en Facebook (hasta la bloqueó), ya no le manda
“changuitos” por Whatsapp, ahora le dedica todo su amor
a su nueva compañera de vida.

Marcela se empieza a sentir fea, cree que todos


los hombres son iguales, piensa que se quedará solterona
por el resto de sus días y hasta está buscando informa-
ción sobre alguien que pueda regresarle al ser amado. Ya
no tiene tantas amigas como antes y empieza a sentir
odio, coraje, rencor, hartazgo y sed de venganza. Comien-
za a andar con otro jovencito menos apuesto que el
galán del grupo pero “buena onda”. Sólo que hay una
pequeña diferencia; no lo besa como a Julián, no lo mira
como a Julián, no se esconde para despedirlo como lo
hacía con Julián, y ¡todavía hasta se atreve a dejarlo “en

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El Harté de Amar

visto” en las redes sociales! Es un hecho: Marcela no


puede superar a su primer amor, y a partir de ahí, si ella
no se da cuenta de su propio valor, si no se preocupa
por vivir su realización personal, seguirá alimentando un
círculo vicioso de relaciones problemáticas por el resto de
su vida; ahí es donde eso tan bonito, se ha transformado
en un infierno, donde ella constantemente creerá que
terminará engañada por el hombre con el que ande... Y lo
más curioso es que así terminan sucediendo las cosas.

¡Así es el amor! Una gran ruleta de esas que se


utilizan en los concursos de la televisión, donde se tienen
las mismas probabilidades de ganar y de perder, pero
curiosamente, cuando se cree que se va ganando el pre-
mio mayor, algo inesperado como la falta de fuerza, el
viento, un terremoto o cualquier cosa, hacen que todo se
pierda en menos de un segundo. Ya se creía que el juego
estaba ganado, y cuando menos lo esperamos nos vamos
del estudio con las manos vacías, o por otro lado, termi-
nas por redoblar el premio que habías acumulado y ser
millonario de la noche a la mañana. Así de curioso, de
bello, perverso y sanguinario es el amor. Nadie lo tiene
seguro pero no todos lo ven perdido. Nos carga de ilusio-
nes, nos llena de miedos, nos acelera el corazón o a ve-
ces nos lo detiene (sobre todo cuando alguien se infarta
tras una desilusión), nos lleva al cielo y nos avienta al
precipicio. Es algo que muchos quieren vivir y hace a
otros pedir tiempo fuera; es una aventura donde se tiene
una brújula pero no un mapa, o en palabras modernas,
se tiene un móvil con GPS pero sin señal de internet.

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Todo comenzó como un sueño


De chicos, nuestros padres nos enseñaron (o eso
debieron de hacer) lo que era el amor propio, eso que
llena de seguridad y alegría. Mamá curaba las heridas
con un beso y ponía una “bandita” para que no se sintie-
ra dolor y papá jugaba horas inagotables con sus hijos.
Los problemas se resolvían con una nalgada, pero sabía-
mos que después vendría un abrazo de reconciliación y
perdón. Eso del amor era visto como algo maravilloso,
lleno de felicidad y plenitud... ¡pero el amor de padres a
hijos! Apenas salimos del nido a buscar ese amor en otro
lado y nos fuimos de bruces contra el suelo o caso con-
trario, comenzamos un vuelo interminable.

Sin embargo, en los hogares donde el amor propio


no fue inculcado, tuvimos las manos llenas de cosas, pe-
ro el corazón carente de motivos. No curaban nuestras
heridas con banditas sino que nos abandonaron a nuestra
suerte y ¡hasta nos regañaron! Nos enseñaron a ser ambi-
ciosos, egoístas y prepotentes por lo que al salir a en-
contrar al amor de nuestras vidas íbamos buscando más
bien un esclavo a nuestro servicio. Haya sido como haya
sido, en el hogar aprendimos a requerir ese amor para
nuestras vidas y muchos siguen fallando en el intento de
lograr encontrar a ese ser especial que nos complemente.

¡Qué raro es todo esto!


El amor es tan inexplicable que existen parejas que

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El Harté de Amar

superan toda lógica posible, algo así como afirmando que


dos mas dos son cinco. Encontramos cada “pareja dispare-
ja”: uno es alto y la otra persona pequeña, una es joven y
el otro un poco añejo, unos más son cultos e inteligentes
y sus acompañantes no leen ni las ofertas del supermerca-
do. Hay varios tipos de parejas algo extrañas y peculiares,
dignas de una película de terror (digo, de amor). Estas
uniones nos muestran que la locura a veces es “normal” y
que no todo lo que sube tiene que bajar. Veamos algunos
de los tipos de relaciones en los que la gente se envuelve:

De perros y gatos
No estoy tratando de decir que ambos miembros de
la pareja sean unos animalitos, sino que éste tipo de rela-
ción se mantiene gracias a tantos problemas, pero más
que a las constantes discusiones y peleas casi a muerte,
su éxito se debe al sabor de la reconciliación. Todos co-
nocemos a alguien que a veces hasta nos desespera por
contarnos todas sus desgracias que vive en el amor. Tuve
el caso de una amiga que bien pudo escribir un drama
shakesperiano o protagonizar una película altamente taqui-
llera. Todos los días me llamaba por teléfono, llorando co-
mo “Magdalena” porque no aguantaba las discusiones con
su esposo. No había día que no estuviera decidida a irse
de su casa porque ya no aguantaba al cavernícola con el
que se casó. Lo maldecía, le deseaba lo peor, quería
desaparecerlo porque día tras día los problemas iban en
aumento, ¡al grado de querer divorciarse cada hora! Lo
más curioso no eran sus quejas de dolor y sus constantes
publicaciones en las redes de frases trágicas, como: “me
estás perdiendo”, “no vas a cambiar”, “eres lo peor que

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Enrique Gutiérrez Pacheco

pudo sucederme”, y muchas desgracias más... Lo verdade-


ramente increíble era que, así como a diario se quejaba
de su marido, ¡siempre volvía con él! A la media hora de
haber regresado con sus papás, ya estaban hablando por
teléfono y “arreglando las cosas”; de inmediato que volvían
a estar juntos, ambos se decían: “vamos a superarlo
amor”, “eres lo mejor de mi vida”, “te amaré en esta vida
y en la otra”... ¡blá, blá, blá!

En su relación era necesario casi matarse para sen-


tirse amados el uno por el otro, pero lo verdaderamente
asombroso, es que después de un tiempo de estar sin
problemas, ¡terminaron por separarse definitivamente! Cuan-
do me llamaba vía telefónica, ya no lloraba como
“Magdalena”, simplemente decía con enfado que todo se
había vuelto aburrido.

Normalmente en esta clase de relaciones, las perso-


nas buscan vivir emociones fuertes; eso puede volverse
hasta excitante sexualmente, pues el hecho de ver a la
pareja perdida les hace “ponerse las pilas”. Lo de tener
que reconciliarse lo toman como un reto para mantener
viva la pasión y sólo así pueden estarse reconquistando;
en otras palabras, no se regalan flores por darse un deta-
lle, sino por comprar la reconciliación de sus parejas, y no
ven los problemas como una tragedia, sino como un palia-
tivo a su falta de madurez y carácter. Si en el camino co-
nocieras a alguien así, aunque te den ganas de darle unas
severas cachetadas, ten paciencia y bríndales un tiempo
de escucha, ya que poseen tanto temor de ser responsa-

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El Harté de Amar

bles de su propia vida que tienen que culpar al otro para


sentirse seguros como personas, pero también, invítalos a
ir al psicólogo; puede que se vayan al extremo de la co-
dependencia.

De amo y esclavo

Un tipo de relación bastante divertido para los que


están fuera de ella, es la relación entre amo y esclavo.
Seguramente has ido a una boda en la que en forma de
juego se bromea con el novio y hasta se le llama
“mandilón” (en México, esto hace referencia a un hombre
que abandona su vida por complacer a su mujer en todo,
incluso hace las labores del hogar porque así lo manda
su pareja; claro está que esto hace alusión a un concep-
to machista).

En este tipo de relación, alguien manda y el otro


obedece y se somete a la voluntad de éste; tan popula-
res se han hecho que ya hasta tienen sus “diez manda-
mientos” de vida en pareja, sólo que aun no los publican
en alguna red social, pero que en muchas formas le da
dirección a sus vidas:
1. Amarás a tu pareja más que a ti mismo.
2. ¡Ay de ti que me molestes cuando estoy ocupado!
3. Olvidarás las fiestas (a menos que yo te lleve).
4. ¡Nada de hablar con tu padre o con tu madre!
5. Sin mí no vivirás.
6. Me obedecerás en los actos impuros.
7. No me robarás mi dinero.
8. Sólo yo puedo mentirte.
9. ¡Nada de amiguitos(as)!
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Enrique Gutiérrez Pacheco

10. Lo tuyo es mío, lo mío es mío.

Por más increíble que parezca, hay personas que


necesitan que el otro les ordene para sentirse plenos y
amados. Algo que también hay que mencionar, es que los
roles de amo y esclavo no están fijos, es decir, un tiem-
po alguien será quien ponga las cartas sobre la mesa, el
otro las barajea y viceversa; esto se traduce también al
plano de la relación sexual, donde en muchas ocasiones
el sadomasoquismo es el platillo preferido de ambos. Es
importante decir que estas relaciones tienen éxito pues al
permitir que el otro me gobierne, estoy dejando de tomar
decisiones propias, por lo que si fracaso, puedo “lavarme
las manos” por mi falta de carácter; no importa que el
otro me castigue, no importa que me domine y me con-
trole, eso me gusta porque así lo mantengo a mi lado: le
doy la seguridad de gobernar mi vida, cuando él o ella
no pueden ni siquiera gobernar la suya. Ser el esclavo
tiene sus ganancias, pues se puede jugar a la víctima pa-
ra tener control sobre el victimario, pero ser el amo tam-
bién otorga cierto placer, ya que el sentirnos poderosos
es una de las sensaciones más adictivas que existen.

De gemelos
Seguramente has escuchado decir que para que
una relación de pareja dure tiene que haber diferencias
entre los integrantes de esta, ya sabes: en la forma de
ser, en los gustos, en la edad, en la comida favorita, etc.
Pues déjame decirte que si crees esto, ¡te han timado!
Hay parejas que van por la calle o que aparecen publica-
dos en las redes sociales: se visten igual (y hasta con

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El Harté de Amar

ropa que tiene letreros complementarios como “rey-reina”,


una prenda para él y otra para ella), piden sus tacos con
la misma cantidad de cebolla y la misma salsa verde,
ambos toman refresco de cola, lloran en las mismas pelí-
culas, son fans del mismo artista, etc. En la Ciudad de
México, por el andador peatonal Madero, Ana y Jorge
caminan tomados de la mano; tienen como treinta años
de edad y ambos van cuidando andar al mismo ritmo.
Ella usa una gorra color negro, él también; Jorge usa una
sudadera de los “Yankees de Nueva York”, Ana también;
ambos usan lentes de armazón negro, grande y cuadrado
y hasta se dicen cariñosamente: “mi gordo, mi gorda”. La
gente los mira y hasta les toma fotos y alguien se ha
atrevido a hacerles una pregunta: -¿Ustedes no se han
aburrido? -¡Para nada! Estamos más unidos que nunca
-responden casi al mismo tiempo.

Las parejas “gemelas” se sienten unidas por algo


más que las hormonas o la pasión amorosa; el tener los
mismos gustos es para ellos un candado que los une en
la seguridad de saber cómo agradarán al otro ante
cualquier situación, ya saben que con doce rosas se con-
tentan y esperan el lanzamiento de su saga de películas
favoritas en el cine. Esto puede volverse una obsesión por
querer igualar al otro, que si no se controla a tiempo,
puede caer en una verdadera enajenación con la pareja,
tratando de imitarle a cada momento para mantenerle
cautivo. Muchas de estas relaciones terminan en la mono-
tonía por la falta de nuevos horizontes y finalizan de
forma trágica, pues pueden llegar a negar sus propios

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Enrique Gutiérrez Pacheco

planes por igualar los de su pareja, aunque algunas ex-


cepciones como nuestros peatones de la capital de Méxi-
co hasta se hacen famosos por pretender ser iguales en
todo momento... ¿roncarán de la misma forma?

De rescate

Si de relaciones difíciles hablamos, sin duda tene-


mos que hacer referencia a esas parejas donde “ser sal-
vadores del otro” es una obsesión. Complicada, desgas-
tante, enfermiza, así es esta clase de relación, sobre todo
para quien se aferra a remediar vidas ajenas. Rodolfo y
María se conocieron desde niños, pues iban en la misma
escuela primaria, aunque no en el mismo grado, se ubica-
ban por lo menos de vista. Rodolfo frecuentaba a la fami-
lia de la niña desde que era pequeño y la trataba sólo
como una conocida. Por cosas del destino separaron sus
caminos cuando él terminó su educación básica pero
curiosamente volvieron a encontrarse en la Universidad.
María era una chica sencilla, muy reservada y silenciosa y
Rodolfo gozaba de popularidad en la facultad de Econo-
mía. Un día, sorprendidos por reencontrarse comenzaron
a platicar, ya no sólo como conocidos, sino que empeza-
ron a mantener una amistad. Todas las tardes al terminar
las clases, Rodolfo esperaba a María en los jardines de la
escuela y ésta llegaba con gusto a charlar con él... ¿de
qué? De los problemas que ella tenía con su pareja, con
la que llevaba no menos de un año y quien la ofendía,
humillaba, insultaba y probablemente hasta golpeaba.
Cada que ella platicaba con él se le rozaban los ojos y
Rodolfo se enganchaba en la conversación. La abrazaba y

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El Harté de Amar

ella le correspondía recargándose en su hombro; era lógi-


co, Rodolfo se estaba enamorando. Tal fue la avalancha
de emociones, que él empezó a hacer todo lo posible por
alejarla de aquel energúmeno; le regalaba libros de su-
peración personal, la invitaba a salir para distraerla y de
paso cortejarla. Cuando menos lo pensaron ya habían ini-
ciado una relación de pareja, incluso aún sin que María
terminara con su problemático novio. Rodolfo no descan-
saba y menos porque creía que María se quitaría la vida
por la tristeza y frustración que vivía, por lo que comenzó
a desgastarse en preocupaciones, ¡pero eso sí!, enamora-
dísimo de ella. Hizo todo por rescatarla de ese noviazgo
frustrante y así fue, aunque tarde que temprano sufriría
las consecuencias de su afán de ser “el salvador”.

Cuando ya no había problemas de los cuales sal-


var a María, la relación comenzó a volverse monótona y
rutinaria. De vez en cuando aparecía un problemilla que
encendía la chispa del amor en el protector, pero que
mantenía los ojos de éste vendados, pues se obsesionó
con la idea de resolverle la vida a capa y espada, aun
sin tener problemas por solucionar. Era lógico que María
se sintiera invadida y poco complementada, por lo que
ella buscó otro romance al que de igual modo le contó
la desgracia de su vida por estar con un hombre rutina-
rio; terminó por engañar a Rodolfo y éste, con las manos
vacías al enterarse de dicha infidelidad. Ahora María vive
con su nueva pareja y ha formado una familia y Rodolfo,
quizá siga buscando una princesa a la cual rescatar del
calabozo, aún a cuestas de su propia vida.

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Enrique Gutiérrez Pacheco

“Quien se mete de redentor, sale crucificado”, men-


ciona un sabio refrán. Así como Rodolfo hay muchas
personas, hombres y mujeres, que se sienten con el po-
der de salvar a otros, lo cual, más que ser bonito y soli-
dario, es una enorme muestra de soberbia y así como
María, hay muchas otras personas que todo el tiempo
buscan a alguien que les de la mano para tomarlos mejor
del pie. Estas relaciones de rescate son pasajeras, insatis-
factorias y muy problemáticas; por el momento el ser pro-
tector o ser protegido puede ser algo romántico, pero
altamente desgastante, ya que dejas de vivir tu propia
vida por vivir la de la otra persona.

De padres e hijos
Si hasta el momento has leído en este libro algu-
nas tragedias que te recuerdan a tus vecinos y te hacen
sentir pena por ellos, espera a que leas acerca de las
relaciones estilo “padres e hijos”. El padre del psicoanáli-
sis, Sigmund Freud, hizo un estudio exhaustivo sobre la
infancia y cómo ésta puede determinar el futuro de las
personas. Mucho se ha criticado su obra, y más todo lo
relacionado con el desarrollo psicosexual, postulando prin-
cipalmente que estamos en una búsqueda constante de
placer. Hay algo verdaderamente fascinante en la obra de
Freud y que puede asustar a unos cuantos lectores de
este libro y eso es, a grandes rasgos, que todos en poca
o gran medida, tendemos a buscar un reflejo de nuestro
padre o madre en una pareja... ¡Leíste bien! Hay quienes
terminan andando con alguien que les recuerda o que es

28
El Harté de Amar

una copia viviente de su papá o mamá, ¡pero espera!, no


corras a terminar tu relación en este instante.

Las relaciones “padres e hijos” van más allá de


compartir tus días con quienes te trajeron al mundo
(reencarnados en tu pareja). Consisten en buscar a
alguien que, literalmente cuide a su hijo(a) en todo senti-
do. Escuchamos las quejas de algunas mujeres que, al
hablar de su familia nunca mencionan a su pareja...
Simplemente hablan de hijos, unos un poco más grandes
que otros y no sólo de estatura o edad, sino de rango,
porque para colmo muchas doncellas terminan por ser
madres de su esposo, hoy en día hasta es más común
que las damas mantengan el hogar, no sólo en el aspec-
to económico, sino en lo formativo, lo doméstico y de
autoridad y no es que esto sea malo, mas el hecho de
que no exista una cooperación entre padres para educar
a los hijos sí es perjudicial. Resulta ser que el hombre
quiere disfrutar tanto a sus hijos que termina por conver-
tirse en un hermano más y busca en su pareja a su ma-
dre que lo cuide, lo mime y lo proteja. ¡Ay de la mujer
que no acepta al hijo que adoptó al decir te amo!, por-
que ese “hijote” puede comenzar a sentirse desplazado.
Pero no sólo el hombre puede adoptar el papel de chi-
quillo malcriado, sino también la mujer puede caer en ello
y el hombre, transformarse en un padre sobreprotector y
consentidor; esto se refuerza cuando la mujer es una
actriz talentosa que por sus berrinches para conseguir lo
que quiere, podría ganarse el Premio Oscar a la mejor
actuación.

29
Enrique Gutiérrez Pacheco

Lo que mantiene en pie esta clase de relaciones


tiene que ver con la sensación de protección que muchas
personas buscan, no tan enfermiza como en las relacio-
nes de rescate pero que sí alcanza a cambiar la visión
sobre el otro; esto se agudiza cuando el hombre o la
mujer han dependido en mucho de sus padres durante
toda su vida para tomar sus decisiones, emprender sus
planes y muchas cosas más... ¡Válgame!, hasta tienen que
pedir permiso a su pareja para hacer cosas ordinarias
como salir a dar un paseo con el perro. En el fondo de
todo esto, también se encuentra una pobre autoestima de
parte del que ha adoptado el papel de hijo y una necesi-
dad de aprobación absoluta de quien ha tomado el rol
de padre o madre. ¿Ahora entiendes por qué esa pareja
tuya te parece tan familiar?

Amor prohibido

Al final de nuestra lista de relaciones encontramos


una que no podía faltar y más porque desde principios
de la humanidad ha sido el acto preferido de muchos,
esto es, vivir en una relación prohibida o escandalosa.
Desde tener un amante hasta andar con el jefe de la em-
presa o con la maestra, el amor prohibido se saborea
por la adrenalina que implica. Para muchos nada es más
divertido y excitante que andarse escondiendo de la mira-
da ajena: “¡Que no nos vayan a cachar! ¡Cuidado con que
se enteren!”. Esta clase de cosas no sólo pasa en las pe-
lículas, es más común de lo que se piensa y más, porque
implica una pasión de esas que atarantan a las personas.

30
El Harté de Amar

Marco es un hombre de unos 42 años, tiene una


bonita familia entre los que se encuentran su esposa
Catalina de 36, su hijo Adrián de 17 y su hija Carolina de
14. Siempre que sale de casa rumbo a su trabajo, se
despide de su esposa con una sonrisa y un beso en la
frente, de esos que truenan muy fuerte; le hace cosquillas
a su hija y abraza con mucha fuerza a su hijo. Sale sil-
bando de casa una canción alegre, se sube a su automó-
vil y apenas cierra la puerta cuando saca su teléfono
móvil y le envía un mensaje a Karla, su compañera de
trabajo con quien ha tenido un romancillo durante unos
años; le dice cosas algo atrevidas que hasta pueden
parecer vulgares y Karla sólo le responde con más de lo
mismo. Al llegar a su trabajo se saludan de beso en la
mejilla, se preparan juntos el café, ¡pero eso sí!, ante los
demás siempre se muestran como dos simples mortales.
Sin embargo, cuando tienen que salir a la calle a trabajar
juntos vendiendo seguros de vida, se tratan como si estu-
vieran en el primer mes de novios, con toda la emoción
posible. Una vez un compañero de trabajo los vio toma-
dos de la mano, por lo que se separaron inmediatamente,
pero siguieron viéndose a los ojos como una persona
hambrienta mira a una rebanada de pastel. ¡Sí! Marco es
un hombre que engaña a su esposa, quien tendría todo
el derecho de separarse de él por ser infiel, aunque Cata-
lina también tiene sus aventurillas guardadas fotográfica-
mente en su tarjeta de memoria de la tablet que le rega-
ló su marido. Una de esas aventuras se llama Felipe, el
maestro de la secundaria donde estudia su hija, con
quien ha salido algunas veces no necesariamente a hablar

31
Enrique Gutiérrez Pacheco

de las faltas de tareas de su muchacha, sino a otras co-


sas de las que no daré detalles por ser este un libro pa-
ra público en general. Los esposos estuvieron engañándo-
se por algo de tiempo hasta que en alguna ocasión por
cosas del destino, de esas que nadie se espera, ambos
salieron con sus respectivos amantes y se encontraron en
un centro comercial por accidente; se les caía la cara de
vergüenza, pero también se les llenaba de asombro, pues
jamás imaginaron ser lo suficientemente aburridos el uno
para el otro, al grado de tener que buscar otras emocio-
nes.

Así como en el caso anterior que pareciera sacado


de una película de drama, muchas otras personas experi-
mentan el amor prohibido porque es muy divertido y pla-
centero para ellos. Unos dicen que les inyecta juventud el
andar de traviesos, otros más, que aprenden a valorar así
a sus parejas y hasta su propia vida. Desde los novios
púberes que se pintan el cuerno vía Facebook, pasando
por estudiantes que andan con sus maestros, siguien-
do con médicos que salen con sus pacientes, continuan-
do con primos lejanos y aterrizando en esposos que se
engañan, las relaciones “prohibidas” siempre serán causa
de emociones fuertes, pero también de problemas cuando
alguien es “sorprendido” in fraganti.

¡Así es el amor estimado lector! Puede ser el cielo


para algunos y el infierno para otros, el gozo o el sufri-
miento, la salud o la enfermedad e incluso, puede serlo
todo en la vida o la principal causa de muerte en la hu-

32
El Harté de Amar

manidad. Si te sentiste identificado con alguno de los tipos


de relaciones que te compartí, si te has dicho: “¿cómo lo
supo?”, déjame decirte que no estás solo en el mundo; al
igual que tú hay muchas personas que empezaron una re-
lación creyendo que su vida sería más bonita con una pa-
reja. Quizá así son las cosas y están felices agradeciendo
a la vida por haber puesto en su camino a semejante
chulada de persona, o quizá estén lamentándose todos los
días al despertar en su cama y ver a un lado a un bulto
que ronca y al que le huelen los pies; sea como sea, re-
cuerda que así es el amor querido lector y todos tenemos
derecho a vivirlo con mucha felicidad y plenitud, compar-
tiendo nuestros anhelos y dificultades con otra personas
para darle sabor a este fenómeno llamado vida.

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

33
Enrique Gutiérrez Pacheco

Resumen del Capítulo I

 Hoy en día es común que encontremos muchas


dificultades en la búsqueda del amor; cada vez
hay más personas que desean vivir “relaciones
exprés”, con más placeres que retos en común.

 Muchas veces amamos en la medida que se nos


amó en nuestros hogares de pequeños; por eso
es muy importante ver cómo es el amor en las
familias; eso nos ayudará a predecir en algo, el
cómo puede amar una persona.

 Existen muchos tipos de relaciones, principalmen-


te: De perros y gatos, de amo y esclavo, de ge-
melos, de rescate, de padres e hijos y amor
prohibido, entre alguna excepción a la regla que
rebasa toda lógica existente.

 Cada persona buscará complementarse de acuer-


do a lo que le produzca más seguridad, aunque
a veces sea un poco raro o peculiar.

 El amor es fundamental para la plenitud, no solo


amor de pareja, sino en cualquier dirección.

34
El Harté de Amar

Capítulo II: ¡Todo era tan bonito!

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

Ella busca cómo provocarse un dolor de cabeza;


él busca cómo recuperar la pasión… ¡La cama
también es para leer!

35
Enrique Gutiérrez Pacheco

Nuestro amigo Julián se siente perdidamente ena-


morado de Yessica, la mujer con la que engañó a Marcela,
su amor de la secundaria; llevan ya siete largos años de
noviazgo y ambos entraron a estudiar derecho en una uni-
versidad de paga que sus papás patrocinan.

Se ven todos los días, a donde quiera que van se


toman de la mano, se abrazan, se toman fotos, ¡hasta pa-
reciera un romance de película! Siete años no han acaba-
do con la chispa tan bella del amor. De vez en cuando
tienen una discusión que arreglan “maduramente”, tirando
una moneda al aire para ver quién gana; es entonces uno
de esos noviazgos fascinantes y envidiables por todos los
solterones y una que otra pareja amargada que anda por
ahí peleando todo el tiempo. Una tarde de verano, Julián
se mete a bañar, se viste con sus mejores ropas, se fumi-
ga en perfume de ese con aroma intenso y se sube al au-
tomóvil que su papá le prestó para llevar al amor de su
vida a pasear. En su mano derecha lleva un estuche pe-
queño, con un anillo de oro con un pequeño brillante que
compró a “meses sin intereses” en un centro comercial.
Llega por Yessica a su casa quien sale toda desconcerta-
da terminando de maquillarse, pues “han sido invitados a
una fiesta de cumpleaños” en uno de esos antros que los
jóvenes frecuentan. Cuál va siendo la sorpresa de la mujer,
cuando Julián toma un rumbo diferente al del supuesto
lugar de baile. -¿A dónde me estás llevando flaco? -
pregunta Yessica desconcertada- ¡Ah! Es que olvidé ir a
recoger el regalo para el cumpleañero -comenta Julián tar-
tamudeando y sudando de los nervios. El joven de veintiún
años siguió manejando con la vista al frente mientras

36
El Harté de Amar

Yessica se retocaba las pestañas como su mamá le había


enseñado y después de veinte minutos de camino llegan a
las afueras de un restaurante de esos en los que parece,
hasta cobran en dólares por el aire que respiras dentro
de ahí. -¿Por qué me has traído aquí? Pregunta Yessica
algo asombrada– Tú déjate querer, ¡vamos a cenar algo
antes de ir a la fiesta!- contestó Julián todo nervioso.

Al pasar al lugar, una mesa en el segundo piso los


esperaba ya, con una vela en medio, una botella de vino
blanco y unos cuántos pétalos de rosas sobre el mantel.
Yessica había olvidado que ese día, un diecinueve de
agosto, cumplirían ya nueve años de haberse conocido al
entrar a la secundaria. Se sentaron y Julián no paraba de
mover su pierna derecha por los nervios que lo atacaban.
Yessica lo miraba hasta con lástima porque parecía que él
se iba a deshidratar de tanto sudor, por lo que le pregun-
tó: -¿Qué tienes? ¿Por qué has preparado esto? ¿Me
andas engañando o qué? (no mujeres, cuando un hombre
se comporta romántico no es porque necesariamente haya
hecho algo indebido). Julián pasó saliva, pidió al mesero
que sirviera el vino en las copas de cristal, tomó la mano
de Yessica y titubeando un poco le dijo a su amada:
-Hemos pasado los mejores siete años de nuestra vida
juntos y quiero decirte que... (se trabó) que... (se volvió a
trabar) tú y yo... ¿ya tienes hambre? -¡NO! Dime qué es todo
esto por favor “o me vas a hacer enojar” -replicó Yessica
con todo su romanticismo. -Está bien -respondió Julián; se
puso de pie, caminó con el estuchito en su mano, se pu-
so de rodillas frente a Yessica y ante la mirada de los
meseros del lugar, abrió el estuche y le mostró a la mujer

37
Enrique Gutiérrez Pacheco

el anillo diciéndole: -¿Te quieres casar conmigo? La pobre


Yessica no sabía qué hacer, por un lado recordó aquella
vez que su madre con mucho cariño le dijo que no confia-
ra en los hombres porque todos eran una bola de menti-
rosos y usureros, por el otro se acordaba de sus películas
favoritas de un vampiro chupasangre romántico que se
enamoraba de una humana mortal, incluso le llegaron las
ganas de ir al baño repentinamente; sintió los nervios que
dan cuando se abre un estado de cuenta de la tarjeta de
crédito o cuando se ve a los “aboneros” venir hacia la
puerta de casa. La joven de veinte años no podía creer lo
que estaba pasando, ¡apenas eran unos chiquillos universi-
tarios! Sin embargo, justo cuando iba a abrir la boca para
pedir una explicación, escuchó a un mariachi tocando una
bella canción de amor y en menos de un santiamén, se
dio cuenta de que Julián la había llevado con engaños a
un restaurante caro para pedirle martirmonio (perdón otra
vez, matrimonio). -¡Acepto!- Apenas se escuchó el susurro
saliendo de su boca. Julián le puso el anillo que le quedó
algo grande y los meseros llegaron a tomar fotos y aven-
tar pétalos de rosas sobre ellos; el mariachi seguía cantan-
do y nuestros novios se abrazaban llenos de emoción, tan-
to era el espectáculo que una mesera como de unos trein-
ta y cinco años le dijo a su capitán: -¡Míralos! Qué felices
se ven... POR AHORA.

Al mes de lo sucedido ya había fecha para su espe-


rada boda que se realizaría en tres años, al terminar la
universidad; también al mes llegaban las cuentas por pagar
carísimas para Julián, ya que su momento de romance le
había salido algo costoso. Yessica por su parte ya estaba

38
El Harté de Amar

pensando en invitar a la boda a todas las amigas de su


vida, pero sin contar a esa mujer llamada Marcela, quien
en la secundaria había sido el primer amor de su ahora
prometido. ¡En fin! Pasaron los tres años volando, se ca-
saron e hicieron una gran fiesta, tuvieron su sesión de
fotos toda melosa, se fueron de luna de miel a Cancún e
inauguraron su casita que ambos compraron con su cré-
dito de vivienda. Todo era hermoso y bello, su romance
era el tema entre los compañeros graduados de la uni-
versidad y los padres de ambos esposos estaban felices
por ver a sus hijos tan contentos.

Pero algo no andaba bien del todo... Justo cuando


empezaban esa nueva vida de emociones amorosas se
apareció un hombre llamado Carlos, quien había pretendi-
do a Yessica desde la preparatoria y del cual Julián no
sabía nada. Carlos no era nada agraciado físicamente,
todo el bachillerato fue el castigo para las compañeras
que jugaban a la “botellita”, pues además de su cuerpo
algo deforme tenía un aliento de sepulcro. Sin embargo,
el tiempo lo había tratado muy bien, consiguió un buen
trabajo y heredó una pequeña fortuna de su difunta
abuela quien tanto lo consintió desde niño. Era ahora el
típico galán de telenovela con un abdomen de “lavadero”
y un auto deportivo a la puerta de su lujoso apartamen-
to. Ser un joven de veintiséis años y estar estudiando una
especialidad en cirugía plástica le había valido el respeto
y admiración de muchas mujeres y uno que otro hombre
afeminado. Ya no tenía un mal aliento y sabía justo dón-
de encontrar a Yessica todos los días. Por su parte,
Julián ya no era el apuesto galán que fue en la secunda-

39
Enrique Gutiérrez Pacheco

ria; tantas deudas le habían hecho engordar por comer


con ansiedad y el auto de su padre estaba descompuesto.
Se mataba trabajando en un despacho como asistente y
no había podido ascender de puesto, por lo que empezó
a alejarse poco a poco de su amada esposa, recluyéndo-
se horas en su oficina, ahogado entre oficios y papeles.

Lo que sucedió después fue un tanto esperado,


Yessica creía saber todo de la vida de Julián y la idea de
un nuevo romance le pasaba por la cabeza como su cepi-
llo para el cabello todas las mañanas. Unos le llaman
“Karma”, otros “destino”, algunos más “venganza” y varios,
“lógica”. Carlos era ahora el amante de Yessica y Julián
se había transformado en un extraño. Lo que antes era
hermoso, se había vuelto una situación complicada.

¡Todo era tan bonito! Esa es la frase que muchas


personas comentan día tras día, es el tema de varias can-
ciones de desamor, es la inspiración de poetas y cineas-
tas... ¿Por qué duele tanto caer en dicha situación? ¿Qué
es lo que nos lleva a decir todo esto? ¿Será mala suerte?
¿Brujería? ¿Castigo divino? Cuando nos enamoramos cree-
mos que todo será bello y hermoso. Es algo parecido a
una fiesta de cumpleaños en la que estamos ansiosos por
probar el pastel, nos imaginamos a muchos invitados que
llevan sus regalos, payasos haciendo bromas y globos en
forma de perrito, pero que, cuando menos lo esperamos,
no es ni la mitad de lo que creíamos que sería: el pastel
se quemó en el horno, los invitados son sólo nuestros
padres, unas cuantas tías enfadosas y otros tantos tíos
borrachos; de regalos ni hablamos porque en lugar de
40
El Harté de Amar

juguetes recibimos calcetines o suéteres para el tiempo de


frío, las únicas bromas que vemos son las que papá le
hace a sus suegros con respecto al divorcio, entre otras
cosas sin tanta gracia. No cabe duda de que, al iniciar
una nueva relación de pareja imaginamos que todo será
maravilloso y que el amor no se agotará nunca... ¡Qué
equivocados estamos al basar totalmente nuestras expecta-
tivas de felicidad en otras personas!

¡Auxilio! ¡Mi media naranja se puso agria!


Somos seres humanos. Por esa razón es que mu-
chos ríen, otros lloran, unos son trabajadores y los otros
perezosos. Hacemos muchos planes pero también nos da
sueño y por lo tanto, no cumplimos ni la mitad de nues-
tras metas en ocasiones y si bien nos va, tenemos salud y
un trabajo estable. Poseemos tantos defectos que a veces
no somos capaces de ver nuestras virtudes y por lo tanto,
perdemos ese brillo que debería ser constante en nosotros;
podemos ser “la octava maravilla del mundo” pero también
más extraños que algunas pinturas de Pablo Picasso. Al
iniciar una relación, muchas veces negamos la realidad,
pues comenzamos a idealizar a la persona amada como
alguien que no se enferma, que no se “echa flatulencias”,
que hace flores cada que va al baño e incluso que no tie-
ne problemas. Fabricamos en nuestra mente una idea equi-
vocada de la pareja que elegimos y cuando menos nos
damos cuenta, la moneda ha cambiado de cara. El proble-
ma no es que seamos imperfectos, es más bien, que nos
neguemos a aceptar esas imperfecciones en nuestra
pareja y en nosotros mismos. Es por eso que muchas per-
sonas se decepcionan al tener la primer discusión o tener

41
Enrique Gutiérrez Pacheco

que soportar los cambios de ánimo tan normales en el


otro. Seguramente querido lector, te ha tocado ver alguno
de esos productos que anuncian en los canales de televi-
sión, por ejemplo, un taladro mágico que tiene batería infi-
nita y entra a los rincones más escondidos de tu hogar;
viene acompañado de cincuenta distintas puntas de varios
calibres, formas y promete ser la solución a tus necesida-
des de trabajo. Mejor aún, ¡lo anuncian en promoción por
tiempo limitado! Al comprarlo no sólo recibirás tu taladro,
sino también un lindo estuche para guardarlo y un libro
de 50,000 usos para dicha herramienta, ¡y claro!, los
gastos de envío no los pagarás. Llamas en ese mismo
momento, haces el pago con tu tarjeta de crédito endeu-
dándote porque la oferta vale la pena; te prometen que
llegará en no más de una semana.

Han pasado quince días y llega el anhelado pedido


a tu casa. Abres el paquete y ¡oh sorpresa! Ni es del
tamaño que te prometieron y el estuche no es tan lindo
como lo pintaron. Las puntas no son nada prácticas y el
manual viene con defectos de impresión. Peor aún, co-
mienzas a utilizar tu taladro y ni es potente, ni la batería
tan duradera... Fuiste víctima del fraude y comienzas a
buscar culpables a tu desgracia; ya no hay devoluciones
de tu dinero porque tú firmaste un contrato de compra
venta del que no leíste las letras chiquitas que decían: “el
tamaño real puede variar”, “los colores del estuche depen-
den de la zona de envío”, “la potencia del taladro cambia
de acuerdo al uso” etc. ¡Oh por Dios! Te has dejado llevar
por tus ilusiones y por las promesas ajenas, la peor com-
binación que existe en el mercado, no sólo del comercial

42
El Harté de Amar

sino también del sentimental.

Dicen los románticos que las medias naranjas exis-


ten para complementarnos y que en alguna parte del uni-
verso hay una persona que espera por nosotros; su cora-
zón late al mismo ritmo que el nuestro y voltea a ver la
luna todas las noches como nosotros lo hacemos; sin
embargo nos obsesionamos tanto con esa idea que se nos
olvida recordar que las naranjas, por su composición orgá-
nica, no siempre son tan dulces, sino que pueden ser
agrias y por supuesto, se pudren con el tiempo.

¡Ay dolor, ya me volviste a dar!, pues recordar a


esos amores que nos ilusionaron y nos rompieron el cora-
zón nos hace crujir los dientes de coraje, no por la idea
que nos contagiaron, sino porque les creímos cada una de
sus palabras y no tanto porque hayan sido buenos vende-
dores, sino porque fuimos clientes desesperados que
compramos sin pensar su oferta de romance.

Pero, ¿por qué somos víctimas de los engaños y


falsas promesas? Es más fácil dejarnos impresionar cuando
andamos por la vida sedientos de palabras bonitas y de
guiños coquetos. Esto significa que caemos más fácilmente
en la trampa cuando no conocemos nuestro valor como
personas y dependemos de los demás para sentirnos
plenos. Si tú, querido lector, tienes mucha hambre y te
ofrecen un bocadillo, lo tomas sin pensar y lo saboreas
con tanto placer que piensas que no existe mejor chef en
el mundo que quien preparó dicho alimento (aunque esté
insípido); de igual modo, si no tienes el suficiente amor

43
Enrique Gutiérrez Pacheco

propio, si no eres capaz de admirar tus virtudes y fortale-


zas y alguien llega a ofrecerte los cariños que tú mismo te
has negado, lo más lógico es que caigas redondo a los
pies de esa persona y le veas como una especie de
“mesías” que ha venido a llevarte a la tierra prometida;
esto es el inicio de un problema muy grave llamado
codependencia y que hasta el momento probablemente ha
matado a más personas que cualquier guerra en este
mundo, no necesariamente quitándoles la vida, sino
haciéndoles perder sus ilusiones ante la existencia misma.

Las naranjas pierden la dulzura con el tiempo, lo


mismo pasa con algunas personas cuando no tienen moti-
vos para alegrarse. Los problemas del día a día nos orillan
a la monotonía y por lo tanto a ser autómatas, cayendo
en la rutina y el desazón. Esto puede revertirse en los
seres humanos si somos capaces de ver lo bueno en lo
malo y valorar lo real en lo imaginario, pero al final de
cuentas es una elección propia. Hay quienes se sienten
seguros al andar por las calles con una cara torcida,
inspirando miedo en lugar de confianza, esto los hace
sentirse protegidos de los demás y no querrán cambiar
sólo porque su pareja se los suplique de rodillas y lloran-
do, con una canción romántica de fondo y unas cuantas
flores medio marchitas; lo que sí puede cambiar es la
visión que tengas de la otra persona, pero sobre todo, de
ti mismo y ¡porqué no!, la forma en que te comportes a
raíz de ese descubrimiento. Por lo tanto, si tu pareja se ha
puesto agria o se está pudriendo, todavía hay oportunidad
de que las cosas cambien, no tanto en ella, sino en ti, lo
que provocará un efecto dominó que llevará a una verda-

44
El Harté de Amar

dera transformación, de lo cual podrás leer más delante


en este libro.

A propósito de naranjas agrias, dicen que si las sa-


zonas con algo de sal y picante saben deliciosas... ¡No! No
vayas a echarle chile en los ojos a tu pareja; mejor ponle
sabor a los problemas que tú te has buscado y que
podrás resolver en la medida que confíes en ti mismo,
para que, siendo una persona con una gran autoestima,
puedas salir a amar sin el temor de quedar destrozado,
sino con el deseo de aprender día a día de las demás
personas.

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

45
Enrique Gutiérrez Pacheco

Resumen del Capítulo II

 Es bueno tener ilusiones y expectativas de lo que


tú puedes dar en una relación, pero es terrible
tenerlas sobre los demás.

 Nadie está obligado a complacerte en todos tus


deseos.

 A la única persona que puedes controlar y hacer


cambiar verdaderamente, es a ti mismo.

 No cometas el error de negarte a ver los


defectos de la persona que te gusta; más vale
una verdad incómoda que una mentira dulce.

 Si dijeras lo que deseas desde antes de iniciar


una relación de pareja, ¡no sabes qué feliz
vivirías! No hay nada como la honestidad para
evitar sufrimientos innecesarios. De ahí nace la
confianza amorosa.

 El amor propio de cada miembro, es el primer


paso para formar una pareja feliz.

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El Harté de Amar

Capítulo III: ¿Qué es el enamoramiento?

No siempre se lleva un ramo de flores y una caja de chocolates en las


manos; tampoco una linda sonrisa es siempre señal de alegrías…

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Marcela había creído durante mucho tiempo que


Julián regresaría a su vida. Ya había atravesado por varias
relaciones desde que acabó la secundaria y en todas
habían existido graves problemas. En alguna ocasión había
sido sorprendida siendo infiel a una de sus exparejas, otro
exnovio menos afortunado sufría de sus constantes ata-
ques de “histeria” cada que llegaba tarde y otro más
había “salido del closet” justo el día en que cumplirían su
primer aniversario de relación. ¡Pobre de ella! Desde que
terminó con Julián todo había sido problema tras proble-
ma. Ella ya no creía en el amor; en cada hombre que
besaba recordaba a Julián, cada discusión le traía a su
memoria la ocasión en que se enteró de la infidelidad de
su novio adolescente e incluso, para su desgracia, alguno
de los hombres con los que anduvo utilizaba la misma
fragancia del amor de su vida. Marcela era presa de su
pasado en un presente que parecía no tener futuro.
Siempre que iba a alguna reunión y conocía a algún chico
que le parecía interesante, le pedía su teléfono y su cuen-
ta de Facebook para estar en contacto y cada que veía
los perfiles de estos sujetos se decepcionaba, o porque
eran amantes de las fiestas, crueles con los animales o
simplemente, eran hijos con “mamitis” (en México, esto se
entiende como una relación dependiente entre el hijo y su
madre, donde la pareja pasa a segundo plano, ya que la
voluntad de mamá es primero en la vida de su retoño).

Nuestra joven mujer, después de tanto fracaso, se


reúne con una de sus pocas amigas a tomar una taza de
café. Eugenia, una mujer de unos treinta años, divorciada,
madre soltera de dos hijos de distintos padres, escucha

48
El Harté de Amar

atentamente con los ojos paralizados a su amiga: -¡Ya es-


toy harta! ¡Ya no sé qué hacer! Ya seguí los consejos de
la televisión, ya “puse al santo de cabeza”, ¡caray!, hasta
me puse guapa y nada más no puedo encontrar a un
hombre que me haga feliz... ¿Por qué la vida es cruel?
¿Qué hice mal en mi vida pasada que en esta lo estoy
pagando con intereses? Eugenia le dio un sorbo a su
cappuccino caliente y encendiendo un cigarrillo, le respon-
dió: -“Chela” (así le decía a su amiga de cariño) ¡Deja de
hacerte tonta! -Marcela agachaba la cabeza- ¡Eres una
rogona de primera! ¿Qué no te das cuenta? ¡Todos los
hombres son iguales! Mírame, el sujeto con el que me casé
(y cansé), que prometía que me amaría, que me compren-
dería y escucharía, no supo entenderme ni tratarme con
amor. El muy infeliz le pedía para todo permiso a su
mamá, no tenía los suficientes pantalones para hacerse
cargo de una mujer que creyó en sus palabras. -¿Qué fue
lo que te hizo andar con él? -preguntó Marcela toda
emocionada por la furia con que Eugenia contaba sus
desgracias. -¡Ay amiga! Ya ni sé por qué anduve con seme-
jante adefesio. Al principio yo estaba enamoradísima de él,
todas mis compañeras del bachillerato me preguntaban si
no sufría yo de miopía, porque yo lo veía guapísimo pero
ninguna de ellas compartía mi opinión. –¿Entonces él tenía
dinero? -cuestionó Marcela; -¡Ja ja ja! Para colmo yo era
quien siempre pagaba las idas al cine, hasta mis padres
me preguntaban por qué era tan tonta –respondía Marcela
a carcajadas, pero aun así, se observaba en ella algo de
dolor. –¡Vaya! Entonces me imagino que era bueno en la
cama, ¡tú sabes! -¡JA JA JA JA JA! -Se carcajeaba Eugenia
con fuerza mientras escupía algo de su cappuccino y la
gente volteaba a verla con algo de temor– ¡Eso fue lo
49
Enrique Gutiérrez Pacheco

peor! Siempre andaba tan cansado que no era capaz de


levantar “ni un garrafón de agua”... ¿Sabes? Pensándolo
bien, tienes razón, ¡no sé que fue lo que vi en él, pero
de que me tenía a sus pies no había ni la menor duda!
Es más, ¡ya hasta estoy creyendo que me embrujó o algo
por el estilo!

Enamoramiento es una palabra de trece letras, seis


sílabas y que puede ser descompuesta en una frase algo
reveladora: “en el amor miento”, ¡no está tan descabella-
da la idea después de todo! Aunque habrá quienes
también puedan llegar a pensar que, como tiene trece
letras significa “mala suerte” o como se compone de seis
sílabas, “es del diablo”.

Enamorarse no es lo mismo que amar; lo primero


es algo repentino y fluctuante, lo segundo es un acto de
voluntad. En el enamoramiento comenzamos a soñar con
castillos en el aire; claro que es bonito de vez en cuando
tener ilusiones pero ¡mucho cuidado! No vaya a ser que
de tantos sueños dejes de vivir la realidad como a mucha
gente le ha sucedido. Estar enamorado nos motiva para
lograr nuestras metas o incluso, le inyecta emociones a
los días; esto del enamoramiento puede estudiarse desde
distintos enfoques. La ciencia por un lado, afirma que es
un proceso neurofisiológico en el que intervienen las
hormonas, principalmente la serotonina, la oxitocina, la
adrenalina, por supuesto la testosterona, la progesterona
y las feromonas (aunque se discute todavía si estas están
presentes en los seres humanos). Esas “inas” y “onas”
son las responsables en muchas ocasiones de que vea-

50
El Harté de Amar

mos con gracia la fealdad y de que minimicemos los de-


fectos de la otra persona, llegando incluso a afirmar que
“es un ángel bajado del cielo al que le han robado las
alas injustamente en el camino”. Las hormonas que men-
ciono son tan poderosas que es fácil ser dominados por
sus efectos, al grado de que, admirables parejas, después
de cincuenta años de estar juntos, siguen preguntándose
en qué momento se enamoraron de sus respectivos
acompañantes de vida. Otro de los enfoques, el religioso,
habla del enamoramiento como un regalo de alguna dei-
dad, incluso como un “mandato divino” para perdurar la
vida y poblar la tierra. El enfoque espiritual por su parte
afirma que estamos “destinados” a compartir el amor
como una vía de trascendencia, ¡y bueno!, tantas cosas
más que todos tenemos la libertad de creer.

Hay mucha gente que se regocija en su trabajo, sus


hijos, en la lectura, la comida (especialmente en los tacos),
el deporte, ¡en lo que sea! Esa alegría va de la mano del
amor, mismo que aparece cuando se hace una conexión
sincera con personas que nos ayudan a descubrir semejan-
tes placeres. No es malo enamorarse, lo que es verdadera-
mente, negativo, trágico, terrible y tormentoso, es que ante
el enamoramiento te mientas a ti mismo, aceptando a
veces situaciones que te dañan.

Las mentiras aparecen como un placebo, algo que


nos tranquiliza momentáneamente pero de forma vacía
¿Cuáles son las mentiras más comunes que nos contamos
a nosotros mismos cuando estamos enamorados? Aquí te
presento algunas, chécale:

51
Enrique Gutiérrez Pacheco

1. El otro es perfecto para mi.


2. Tiene puras cosas buenas.
3. Está obligado a complacerme.
4. Sin esa persona no puedo ser feliz.
5. Debo hacer todo para agradarle.
6. Se quedará conmigo siempre.

Estas “mentiras piadosas” que nos decimos frente a


la almohada cada que nos enamoramos, tienen distintas
formas de entenderse, de acuerdo a la etapa de la vida
en que cada quien se encuentra. Son por así decirlo, “las
letras chiquitas” que se hallan entre algunas líneas como
“te amo”, “te necesito”, “eres lo mejor que me ha pasado
en la vida”, etc. Te invito a que analicemos estas “letritas”
de distintos tipos de relaciones de pareja.

Las letritas en las relaciones de novios


¡Nada es tan bonito como el noviazgo! Porque es el
tipo de relación en el que no faltan los bellos detalles,
el festejo de los aniversarios, incluso los de cada mes, de
cada hora que la relación ha existido. El noviazgo es el
momento perfecto para mentirnos a nosotros mismos, ya
que todo es tan hermoso y dulce que no creemos que
algo malo pueda suceder, hasta que llega la primera
discusión entre la pareja.

Los primeros meses pensamos que la otra persona


es perfecta para nosotros, pues nos hace reír, nos llena
de calma y alegría cada que leemos sus mensajes o que

52
El Harté de Amar

le da un “me gusta” a nuestras fotos de perfil en las


redes. Nos ponemos gríngolas en los ojos como los caba-
llos, reduciendo nuestra visión del amor, mirando sólo a la
pareja como el único ser hermoso del universo. Ya ante
alguna pelea como que nos quiere cambiar la vista, pero
aún así nos aferramos a que “no puede ser tan malo”, “de
seguro cambiará porque me ama”.

En el noviazgo también podemos pensar que la pa-


reja tiene sólo virtudes ya que nos negamos a observar
sus defectos, eso sería terrible ya que, de ser conscientes
de las fallas del otro, probablemente el color rosa en que
vivimos se volvería púrpura. Pensamos que está obligado a
complacernos porque nos ama y debe regresarnos lo que
hemos dado, de manera que en el primer año de novios
damos un regalo, quizá uno de esos osos de peluche
gigantes, esperando que nos regalen algo más o menos
parecido. No es malo que esperemos reciprocidad, lo que
es temible es que exijamos a los árboles de naranjas que
nos den manzanas, pues el otro no piensa como nosotros.
Poco tiempo después, las cosas marchan tan bien en el
noviazgo, que comenzamos a pensar que no podremos ser
felices sin esa persona, ya que hasta el momento ha sido
una maravilla con tal de ganarse nuestra simpatía y como
hemos compartido ya algo de nuestro tiempo encontrando
buena respuesta, comenzamos a ver su rostro lleno de
acné como el rostro del amor. Esto despierta en nosotros
una idea que a veces puede ser preocupante y hasta
causar ansiedad, ésta es, que debemos hacer todo para
poder agradarle; aquí es donde muchas personas comien-
zan a experimentar una tragedia, pues con tal de no

53
Enrique Gutiérrez Pacheco

perder ese noviazgo tan hermoso, se visten como le gusta


al otro, si odian la cebolla pero a la otra persona le en-
canta, puede que hasta su aliento haya cambiado y ¡claro!,
abandonan a algunas de sus amistades y pasatiempos, no
por odio o aburrimiento, sino por el temor a que no estén
compartiendo el tiempo suficiente con su amada pareja.

Todo ese sacrificio desemboca en la peor mentira


que nos contamos y por lo tanto, la más fatal: creer que
la otra persona se quedará siempre con nosotros. Hemos
dado tanto que merecemos adueñarnos del otro, ya que el
amor “todo lo puede”. No nos damos cuenta de que la
otra persona es tan libre de quedarse como de irse, pero
nos negamos a ver esta realidad, y más en ese noviazgo
donde no pueden existir imperfecciones pues, yo lo veo
perfecto. Quizá podrás decir apreciado lector, que afortu-
nadamente no te ha tocado vivir un noviazgo parecido,
¡ojalá fuera así para todas las personas! Lamentablemente
hay muchos chavos que viven relaciones semejantes a las
anteriores, sobre todo cuando se trata de las primeras
parejas. Entregan su tiempo (y algunos hasta el cuerpo),
contándose algunas de las mentirillas que hemos revisado
y claro está que varios encuentran desilusión y pesar al
estar con alguien creyendo que ha llegado para resolverles
la vida y que nunca, absolutamente nunca, tendrán proble-
mas con esa persona... ¡Deja que se casen! Bien dice un
sabio refrán acerca de los soñadores: “camarón que se
duerme, se lo lleva la corriente”.

Las letritas en las relaciones de esposos


Nunca falta un padre o una madre que aconseje a
sus hijos: “no te cases” y tampoco falta un hijo desobe-
54
El Harté de Amar

diente. No es que el matrimonio sea malo; puede ser lo


más hermoso de la vida cuando se realiza con responsabi-
lidad y sobre todo, si primeramente te has encontrado
contigo mismo como una persona autosuficiente y capaz
de amar. ¿Te animarías a correr un maratón sin condición
física? Tal vez los primeros diez metros arranques a toda
velocidad, pero al onceavo metro ya estás escupiendo los
pulmones de cansancio; observas como te rebasan algunos
corredores que vienen de algún país africano y hasta sien-
tes cómo parte del público te mira con lástima, otros te
toman fotos con su móvil para “hacerte un meme”. Así es
exactamente el unirse en matrimonio sin haber vivido pri-
mero el amor propio.

El día de la boda todo es belleza y glamour; hay


una gran fiesta, mesa de regalos y hasta sobres con dine-
ro para la luna de miel. Ves sonreír a tu madre que
pensaba que nunca te casarías y a tu padre preocupado
por los gastos de la boda. Los amigos están ya un poco
ebrios disfrutando el momento y el vals es tan romántico
como película de Hollywood. La noche de bodas para al-
gunos es maravillosa, para otros ya es parte de la rutina
porque “se comieron la torta antes del recreo”. La luna de
miel es un viaje muy agradable, tomas selfies junto a tu
pareja a las orillas del mar o bajo la Torre Eiffel. Cuando
llegas a lo que será tu dulce hogar, comienza el acomodo
de los muebles y la licuadora que recibiste como regalo
de bodas. Pasan algunos días, incluso meses, hasta que
las cosas ya no son tan agradables como al inicio. Quizá
tu pareja ya no quiere “jugar” al marido y mujer porque el
trabajo le deja en fatiga; no puedes dormir plácidamente

55
Enrique Gutiérrez Pacheco

por sus ronquidos o porque patea en las noches; mueres


de frío porque te quita las cobijas y en la mañana los pri-
meros besos del día son un martirio para tu sentido del
olfato. Comienzas poco a poco a abrir tus ojos, pues esa
persona que tú creías que era perfecta para ti, no es ni la
mitad de lo que esperabas. Ahora que vives bajo el mismo
techo te das cuenta de que hay diferentes opiniones, y
por lo tanto, aumentan las discusiones y desilusiones.

En efecto, el momento perfecto para conocer total-


mente a la pareja es la vida juntos. La máscara bella del
noviazgo ha caído y ahora estás frente a otra persona
diferente a la que te enamoró, no porque mágicamente te
la hayan cambiado, sino porque al enfrentar verdaderas
responsabilidades y problemas afloran los demonios repri-
midos de cada quien, algo que en el noviazgo no sucedía
tan fácilmente por el temor a perder a la otra persona. En
algún momento circuló una nota algo chusca en las redes
sociales, pero con un trasfondo muy interesante; decía que
una mujer quería levantar una demanda contra su esposo
por “fraude”, cuando eran novios le hizo varias promesas
románticas que pareciera haber olvidado al momento de la
boda. Dicho requerimiento no procedió, por lo que el único
consuelo para esta fémina fue el divorcio. En caso de que
la demanda por fraude hubiera seguido, sin duda no
habría más culpable que la mujer misma, por haber ideali-
zado a su esposo como alguien perfecto. Esto es lo que
aniquila a muchos matrimonios el primer año de casados;
llegan al altar con una idea equivocada de su pareja que
ellos mismos se fabrican y cuando se dan cuenta de la
verdadera identidad de su cónyuge, quedan confundidos y

56
El Harté de Amar

desconcertados. Hay algunas excepciones donde sí existe


un fraude por parte de la otra persona, que estaba espe-
rando firmar un acta para “adueñarse” de su pareja, y en
dichos casos, los suegros son los primeros testigos en
contra.

Cuando los hijos llegan, Cupido se espanta


Existen casos admirables en los que la relación de
esposos es de lo más envidiable; viajan, se ríen, juegan,
progresan económicamente y hasta tienen una mascota a
la que aman. Sin embargo toda esta magia de la vida en
pareja se apaga en ocasiones cuando llegan los hijos al
seno familiar. Los viajes se cambian por paquetes de paña-
les y leche en lata, las risas en discusiones por saber
quién arrullará al pequeño cuando llore, el juego se trans-
forma en bromas pesadas y el progreso económico se tie-
ne a cuestas del amor de pareja. ¡No! No tires a tus hijos
por la ventana para reavivar el amor, más bien pregúntate
qué tanto has descuidado a tu pareja por atender a estas
pequeñas criaturas.

Una madre se vuelve en muchas ocasiones celosa


de sus hijos, por lo que los defenderá a capa y espada de
lo que sea: de sus maestros, de los depredadores salvajes,
del clima, del hambre, ¡y hasta del marido! Un padre por
su lado, se puede volver tan consentidor, llegando a ser
injusto con su pareja, ya que preferirá darle todo a los
hijos en lugar de compartirlo con toda la familia por igual,
provocando graves problemas que afectarán a todos en
mayor o menor intensidad. Cuando los hijos llegan a la
pareja necesitan gran atención de sus padres, pero eso no

57
Enrique Gutiérrez Pacheco

justifica el quitársela a tu compañero de romance.

La señora González tiene ya dos años de casada; a


sus veintiséis años da a luz a su hijo “Toñito”. El niño
sacó los ojos de papá, la nariz de mamá y el cabello
lacio de la abuela. Es un chamaco de esos que lloran sin
parar todas las noches y que comen como desesperados.
Pedro, su papá, cae rendido todos los días después de
trabajar y hasta se ha comprado unos tapones para los
oídos con tal de que su querubín no interrumpa su poco
tiempo de sueño. La madre le pide varias veces que le
ayude, pero el señor prefiere abrazar a Morfeo que a su
propio hijo, por lo que ella ya no sabe qué hacer. Se sien-
te sola, con toda la carga encima. Se enoja cada vez más
con su marido al grado de amenazar con la separación si
él no apoya, y tiene razón, ya que los hijos deberían ser
una responsabilidad compartida. Ya no hay intimidad, sólo
apatía, ya no hay detalles, sólo reproches; el hombre co-
mienza a sentirse desplazado por Toñito. El amor de un
par de esposos se ha vuelto una prisión terrible por olvi-
darse del cariño que alguna vez se tuvieron y enfocarse
totalmente en los hijos o peor aún en sí mismos.

“Hay que tantearle el agua a los camotes”, dice el


refrán, que invita a moderarnos en lo que hacemos y
pareciera que en ocasiones esto se olvida, ya que, o nos
centramos totalmente en los hijos, en nosotros mismos o
en la pareja. Cuando los niños llegan, las cosas se vuelven
complicadas pero no imposibles de llevarse con alegría,
buena comunicación y pero sobre todo, humildad, solidari-
dad y compromiso.

58
El Harté de Amar

Por eso es muy importante al respecto de la llega-


da de los hijos a la relación de pareja, el tomar en cuenta
lo siguiente para ser padres de calidad:

•Si los padres de un niño se aman, el pequeño amará


su propia vida: No existe nada más cierto, una pareja
sólida tendrá por consecuencia frutos sólidos. Los niños
perciben el desamor y les duele pensar en la separa-
ción de sus padres. Es por eso que los hijos de padres
divorciados suelen experimentar más problemas a lo
largo de su vida, ya que aunque vean a papá los
fines de semana y vivan con mamá de lunes a viernes,
ellos sienten en muchas ocasiones como si estuviesen
huérfanos; ¡un hijo feliz y exitoso comienza con padres
amorosos!

•Si los padres saben dialogar para resolver sus proble-


mas, tendrán un hijo inteligente: El tener muchos
conocimientos no es señal de inteligencia; ésta es la
habilidad para resolver problemas que se aprende en el
hogar y qué mejor que a través del ejemplo positivo de
los padres como una pareja que resuelve en paz los
conflictos. Quizá no tendríamos tantas guerras en el
mundo si los niños vieran a sus padres solucionando
sus problemas con palabras y acuerdos y no con
miedo y amenazas que vayan desde agresiones físicas
o verbales hasta la separación definitiva.

•Si los padres trabajan en equipo, criarán un hijo servi-


cial y amigable: No hay mejor forma de que nuestros
hijos sean solidarios que aprendiéndolo desde casa.
Algo que cuesta mucho a las parejas es trabajar en
equipo, ya que la soberbia puede cerrar sus ojos y de-
jar de darle su papel al otro. ¡Atrévete a trabajar en
59
Enrique Gutiérrez Pacheco

equipo con tu pareja! No hay nada mejor para los hijos


que ver a sus padres darse la mano en lugar de me-
terse el pie mutuamente.

•Si entre padres hay respeto y dignidad, los hijos se da-


rán su lugar como personas: Es común ver como mu-
chos niños son víctimas de bullying en las escuelas,
mucho más ver a adolescentes enviando fotos canden-
tes a desconocidos en las redes con tal de ganar algo
de aprobación y reconocimiento, incluso ver a personas
hundidas en las drogas desde muy temprana edad. Es-
tas cosas se deben a la falta de autoestima y de un
pobre concepto de sí mismos, pues no les importa el
rebajarse con tal de ser aceptados. Estos males tienen
su origen en gran parte dentro de la familia, cuando
los padres no saben darse el lugar que como humanos
merecen; desde madres y padres que se dejan maltra-
tar por la pareja, hasta quienes no dan un verdadero
ejemplo basado en valores. Cuando permites que tu
pareja te lastime, cuando pasas por alto los problemas
y no los enfrentas por no querer agrandarlos, estás
actuando como una persona que no se da su lugar y
por lo tanto, te estás transformando en un peligroso
ejemplo para tus hijos, es decir, un ejemplo de alguien
que no se valora a sí mismo y por lo tanto, menos se-
rá valorado por los demás.

•Si los padres se divierten de forma responsable, sus


hijos serán alegres y moderados: ¡Qué triste sería vivir
en una casa donde todo el tiempo se respira la amar-
gura y el aburrimiento! Alguna vez, pregunté a un grupo
de niños de una escuela cuál era la imagen que tenían
más presente de sus padres, a lo que la mayoría res-

60
El Harté de Amar

pondió: “mi mamá viendo el televisor” o “mi papá cha-


teando en su móvil”; otros tantos pequeños respondie-
ron “peleando”, pero uno, solamente uno mencionó:
“sonriendo”. Muchas veces creemos que cuando los hi-
jos llegan se debe acabar toda clase de diversión, lo
cual ¡es una grave equivocación! Existió el caso de una
pareja que acudió a terapia desesperada por los pro-
blemas que tenían todo el tiempo desde que los hijos
habían llegado a la familia: celos, discusiones, depre-
sión y otras cuantas tragedias más. Ellos llevaban ya
cuatro años viviendo juntos, nunca se casaron y tampo-
co se imaginaron que algún día pudieran estar a punto
de romper su relación. Hacía un año que eran padres
primerizos y que los problemas se agravaban. Se inten-
taron muchas soluciones pero nada funcionaba, hasta
que se planteó una sugerencia algo extraña pero útil:
bailar en casa mientras el niño dormía. Resulta ser que
ellos se conocieron en una fiesta bailando al compás
de la cumbia; eso fue lo que los unió y los hizo felices
durante su noviazgo. Desde que el hijo nació dejaron
de hacerlo, ya no bailaban en las bodas ni porque les
pagaran por hacerlo. En efecto, al principio les parecía
algo ridículo y hasta molesto bailar en su propia habi-
tación, pero se dieron cuenta de lo bien que se sentía
pisarse los pies una vez más mientras danzaban al rit-
mo de la música de “Los Ángeles Azules”. Casi como
por arte de magia, no pasaron más de seis meses des-
de la intervención terapéutica para que la pareja se
volviera a unir y hoy, ¡hasta se llevan a su pequeño
saltamontes a bailar cada viernes! El combustible per-
fecto para una pareja en decadencia son las risas y
qué mejor que éstas sean provocadas por la diversión
61
Enrique Gutiérrez Pacheco

de estar juntos; todo mejora, desde la comunicación


ante los problemas, la toma de decisiones compartidas
y hasta la vida sexual en la relación.

•Si los padres admiran juntos los logros de sus hijos,


les darán una poderosa dosis de alegría: En ocasiones
caemos tanto en la rutina que se nos escapan los me-
jores momentos de la vida de los hijos. Hoy todo pue-
de grabarse en video desde un dispositivo móvil: la pri-
mera palabra del bebé, sus primeros pasos, su primera
comidita, el llanto, sus berrinches y tantas cosas más.
Una persona que comienza a hacer ejercicio diario
para ponerse en forma, encontrará la mejor motivación
en verse frente al espejo perdiendo esa “llantita” tan
estorbosa o entrando en ese pantalón talla 32 que ya
no le quedaba desde que se casó (dicen que el matri-
monio engorda). En otras palabras, sus logros son la
motivación para seguir adelante en su plan de alimen-
tación y actividad física; en el caso de los padres de
familia, ver el progreso de los hijos puede tener el
mismo efecto motivador a seguir juntos dando lo mejor
de sí, e incluso, ver su propio progreso como pareja
puede ayudarles a tomar nuevos ánimos, pero ¡a veces
se nos olvida! Nos centramos tanto en esa necesidad
de perfección inmediata que nos negamos a ver los
pequeños avances nuestros y de los hijos.

•Si los padres se perdonan entre ellos le darán a sus


hijos uno de los más grandes regalos: No hay algo
más difícil de realizar en la vida que poder perdonar
los errores ajenos, pero así como es muy complicado,
también es muy valioso para los hijos ver a sus padres
siendo humanos civilizados y no “bestias rencorosas”. El

62
El Harté de Amar

mundo necesita aprender a perdonar para progresar, de


otro modo será imposible vivir en sociedad, y para
poder hacerlo necesitamos que la primera escuela, es
decir, la familia, sea el centro de perdón por excelen-
cia. Se nos olvida que todos nos equivocamos y por
ello creemos que nadie tiene el derecho a equivocarse.
Nos aferramos “como un burócrata al bono”, a la idea
de que cualquier falla es intolerable y por lo tanto,
dejamos a un lado lo que significa ser humanos. Cuan-
do tenemos un problema de pareja y nos cerramos en
nuestro capricho, estamos enseñando a nuestros hijos
a ser intolerantes y así, fomentamos en ellos desde
pequeños el fracaso. Cierto es también, que hay cosas
muy dolorosas y difíciles de perdonar, como una infide-
lidad. Si por necio te vas a cerrar en el rencor o el
dolor, por lo menos explica a tus hijos que ellos no
son los culpables de dicha situación (ya que ellos
tienden a sentirse con la culpa de los problemas de
sus padres como pareja) y trata de llegar a un acuerdo
con el otro. A veces la separación se vuelve en verdad
inevitable, pero qué mejor que dando a los hijos la
tranquilidad de que sus padres sabrán sobrellevar la
distancia como adultos maduros y no como adolescen-
tes caprichosos que juegan a la venganza cada que
pueden hacerlo. Recuerda que aunque te separes del
padre o la madre de tus hijos, no dejan de ser padres;
por lo tanto, tienen que apoyarse en las decisiones y
compartir autoridad; ¡no descalifiques a tu pareja frente
a tus hijos! Decirles cosas como: “¡tu madre es una
menopáusica” o “tu padre es un bueno para nada”, es
similar a darles un balazo en el corazón.

63
Enrique Gutiérrez Pacheco

•Si los padres permanecen unidos ante los problemas,


sus hijos serán fuertes ante la vida: Quise dejar esto
para el final de esta lista, ya que lo más importante
que debemos cuidar no sólo como padres, sino como
pareja, es la unidad. Si te acobardas ante la vida es
muy probable que tus hijos sigan tus pasos; por eso
recuerda que en esta vida es mejor tener amigos que
enemigos, ya que los primeros te ayudan y los segun-
dos no. A veces nos olvidamos de que tenemos com-
pañía y queremos salir adelante solos; no es que ser
una persona autosuficiente sea malo, sino que al estar
con una pareja podemos ser aun más fuertes si tene-
mos la humildad necesaria para pedir apoyo cuando
sea necesario, y qué mejor que los hijos vean que sus
padres saben unir sus esfuerzos para salir adelante. No
se trata de que sólo la esposa trabaje para sostener el
hogar, sino que el marido también apoye en ello, no se
trata de que sólo el hombre trate de proveer los bie-
nes, sino que también su pareja le eche la mano en el
proceso. En efecto, ser pareja no sólo es vivir las ale-
grías, sino también salir adelante juntos de las dificulta-
des. ¿Qué mejor regalo para un hijo que ver a sus
padres unidos? No lo pienses más, es hora de dejar de
hacer berrinches a la vida y hacerte responsable de
las decisiones que has tomado por tu propia voluntad,
ya que los hijos estarán ahí para animarte y también
para juzgarte.

Estimado lector, si crees que por ser padre o madre


dejas de ser pareja, ¡estás muy equivocado! No caigas en
el engaño que lleva a la infelicidad, la relación es tan

64
El Harté de Amar

importante como la parentalidad; para ser padres felices


hay que ser una pareja feliz, y para ser una pareja feliz
hay que ser una persona feliz. Dale una leída a tu contra-
to de pareja, observa bien las letras chiquitas que has
firmado y recuerda que “vida hay una sola”... ¿Para qué
desperdiciarla en lágrimas? El amor es fascinante cuando
se vive con cordura y puede ser sobre todo muy útil cuan-
do despierta en nosotros un verdadero espíritu solidario
que reflejará nuestro valor como personas.

65
Enrique Gutiérrez Pacheco

Resumen del Capítulo III

 El enamoramiento es un fenómeno que puede


verse desde diferentes perspectivas; cuando esto
pasa normalmente nos aferramos a una idea de
perfección pero negamos la realidad, lo que es
un problema si no se sabe discernir.

 ¡No se te olvide que todos tenemos defectos!

 El noviazgo los besos saben a miel, en el


matrimonio a veces se transforman en hiel... ¿Por
qué? Porque cometemos el error de mostrar una
cara falsa con tal de ganarnos a una pareja des-
de el inicio. ¡No tengas miedo! Muéstrate tal cual
eres para que te valoren por ello.

 Que la llegada de los hijos no sea la despedida


del amor. Es necesario entender lo importante
que es alimentar nuestra vida de pareja para
poder ser padres felices, firmes y seguros.

 El sexo no es la prueba del amor; el apoyo


incondicional y paciencia de tu pareja sí lo son.

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El Harté de Amar

Capítulo IV: ¿Felizmente separados?

Hoy están de moda las “muñecas inteligentes”:


hablan, comen, van al baño ¡y hasta salen huyendo
cuando quieres enamorarlas de un muñeco!

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Es un 14 de febrero, día de San Valentín; las tien-


das de regalos están llenas de corazones rojos y gigantes
osos de peluche. No falta por la calle el típico niño que
acompaña a su hermana a comprar algún detallito para
regalar a su novio y que se emberrincha porque no le
compran el dulce que quiere. Los precios del chocolate
han subido como los de la gasolina y se ven anuncios por
todos lados: “¡Qué espera para recuperar su relación!”
“¡Regale besos en un chocolate!” “¡Moteles en promoción!”.
Julián camina por una transitada avenida donde “cada
oveja va caminando con su pareja” y uno que otro solte-
rón observa con envidia como los enamorados se dan de
besitos y cosas por el estilo. Sigue su avance cuando atra-
viesa un local en el que hay un anuncio pegado en el es-
caparate, éste decía algo así: “¿Siente que su relación está
fracasando? ¿Sospecha que su pareja le es infiel? ¡No lo
piense más! ¡Entre y por unos cuántos pesos descubra de
qué tamaño tiene los cuernos!”.

Julián no lo pensó dos veces, dejo amarrados en la


puerta los dos globos enormes en forma de corazón que
flotaban gracias al gas helio y a pasos algo torpes tocó la
campanita del curioso lugar. De repente salió una anciani-
ta, algo encorvada y vestida como lo hacía su suegra to-
dos los domingos, solamente le faltaba sujetar una escoba
para que el día se transformara en 31 de octubre. La vie-
jecita barrió con los ojos a Julián de pies a cabeza, como
buscando alguna seña particular o analizando cuánto dine-
ro podía obtener de él; sin pensarlo mucho, la anciana le
dijo: -veo en tu cara pequeño jovencito que algo te pesa,
de seguro un mal de amor es el que te estresa, –dijo la

68
El Harté de Amar

anciana hasta con entonación mientras continuaba- ¡has


venido al lugar correcto! Yo he visto a muchos jóvenes
enterarse de la cruda verdad sobre el desamor... ¡anda!
Pasa detrás de esta cortina. El discurso de la anciana algo
fabricado había sido suficiente para enganchar a Julián,
quien al escuchar la palabra “desamor” sintió que el des-
tino lo había llevado a esa casa donde leían las cartas y
cosas por el estilo. Entró como una mujer que corre pre-
surosa a las ventas nocturnas para aprovechar precios de
fin de temporada, estaba impaciente por hacer una simple
pregunta: “¿Yessica todavía me ama?”.

Resulta ser que, desde unas semanas atrás, parecía


que Yessica la juguetona y coqueta se había evaporado.
Últimamente se enojaba con más frecuencia, casi no plati-
caba con Julián de lo que sucedía en su día, incluso difí-
cilmente le daba besos. Yessica no era así, por lo que
Julián se sorprendía cada vez que ella se encerraba en el
silencio. Ya no le causaban alegría los festejos de los me-
ses que cumplían de casados y cada vez pasaba menos
tiempo con su marido, ya que además del excesivo trabajo
de Julián como asistente de abogado, la misma Yessica
casi no pasaba tiempo en casa. Eso sí, Julián la veía cada
vez arreglarse más, se planchaba el cabello y hasta se
perfumaba para salir “al súper”. El marido que siempre ha-
bía confiado en ella sólo pensaba que tenía a una mujer
tan vanidosa que hasta le gustaba elegir el pescado para
cocinar en la semana con glamour; lo que Julián ignoraba
es que Yessica se encontraba frecuentemente con Carlos,
el antiguo castigo de las compañeras del bachillerato, pero
que ahora era un soltero codiciado no sólo por su alto

69
Enrique Gutiérrez Pacheco

estatus social, sino por ser un galán de telenovela. La


ancianita se sentó en un banco, se lavo las manos en una
palangana con hojas verdes, sacó unas cartas que pare-
cían del tarot y comenzó a barajarlas lentamente mientras
Julián le preguntaba: -¡Oiga! ¿De verdad esto funciona? No
me gustaría que me engañara en un tema tan delicado
para mí; quiero saber si mi esposa se está viendo con
otro hombre, porque hace días que la noto extraña conmi-
go y no quiere decirme nada; s´´olo que está bien, que no
sucede algo malo, que son las hormonas y quién sabe qué
más!

La anciana sacó cuatro cartas y pidió que Julián


las revelara con su mano; analizó cada una de las cartas
y volteando a ver al hombre con ojos de pesar le dijo:
-Aquí, la única persona que lo está engañando joven, es
su esposa. Julián replicó: -¿Pero qué clase de cosas dice?
¡A mí se me hace que usted me está timando! Se levantó
furioso del asiento y salió a toda prisa, ¡ni siquiera le pa-
gó a la pobre ancianita! De tan enojado que iba hasta
olvidó los globos amarrados en la puerta. Llegó a la esta-
ción del metro y justo cuando intentaba sacar su tarjeta
para pagar, se dio cuenta de que había tirado su billetera
por salir indignado del recinto de la anciana... ¿Y ahora
qué iba a hacer? ¿Cómo iba a regresar a su casa? ¿Qué
diría su linda esposa si él no llegaba para la hora de la
cena? En su billetera iban sus tarjetas de crédito (que ya
tenía saturadas) y también la fotografía que su esposa le
había regalado hasta firmada por ella cuando aún eran
unos preparatorianos. Sacó su teléfono móvil y trató de
comunicarse con Yessica pero era inútil, la llamada se

70
El Harté de Amar

desviaba; tampoco estaba cerca de casa de algún familiar


como para ir a pedir dinero prestado, por lo que recurrió
a vender su reloj a cambio del dinero necesario para vol-
ver a casa a tiempo y poder reponer sus tarjetas de crédi-
to, de lo contrario ¡no tendría para pagar la cena! Yessica
le había advertido que ella regresaría a casa aproximada-
mente a las 19:30 hrs., y que lo esperaría media hora
para que, llegando del despacho, fueran a celebrar el día
del amor y la amistad. Milagrosamente, Julián pudo llegar
a casa primero que Yessica para darle la sorpresa de es-
tar preparado antes de tiempo e ir a cenar temprano. Se
dio un baño mientras pensaba que la anciana decía puras
sandeces; al salir de la regadera comenzó a vestirse con
las ropas de gala que ya le entallaban un poco y mientras
se ponía los zapatos, escuchó que alguien abría la puerta
de del hogar, sin duda era su amada esposa, aunque le
extrañó que entrara riendo a casa; aguzó el oído y distin-
guió entre las carcajadas una voz de hombre, “quizá es su
hermano” pensó, pero dos segundos después reaccionó:
¡Yessica no tenía hermanos!

Se asomó por la cerradura de la habitación y


observó una escena bastante intensa e incomprensible: su
esposa, su amada y leal esposa, estaba besándose cual
adolescente enamorada con un sujeto vestido con ropa de
médico. Sin pensarlo dos veces, salió de la habitación y se
abalanzó sobre el fulano que respondió a la agresión con
unos cuantos golpes en la quijada. Si algo tenía Julián era
la habilidad de pelear, pues siempre había sido uno de los
buscapleitos de la secundaria. Yessica se paralizó, no sabía
qué hacer hasta que, como pudo, se interpuso entre

71
Enrique Gutiérrez Pacheco

ambos trogloditas. Julián la volteó a ver con una mirada


que reflejaba rabia y tristeza; Yessica trató de darle mil
explicaciones mientras que Carlos se sacudía las ropas y
se limpiaba algo de sangre que traía en el rostro, y dicién-
dole a la mujer: “luego nos vemos”, se subió a su lujoso
automóvil del año y arrancó como si fuera a recibir otra
herencia.

Mientras tanto, Julián estaba hirviendo en coraje,


aturdido todavía por la pelea y Yessica lloraba como chi-
quilla. Sin mediar palabra, regresó a su habitación, sacó
una pequeña maleta y empezó a empacar su ropa. Yessica
le decía ya hasta enojada: -¡Qué carajos hacías aquí tan
temprano! ¿Por qué te pones así? ¡Deja te explico! ¿Te vas
a ir? ¡Detente! ¿Crees que yo quería esto? Era lógico que
ella estaba en shock después de haber sido descubierta,
no sabía ni qué decir. Julián lloraba de coraje al escuchar
a su esposa, al mismo tiempo se cuestionaba cómo era
posible que la anciana le dijera la verdad y ya que tuvo
su maleta lista, lo único que le dijo a Yessica fue: -¡No
cabe duda de que me equivoqué contigo! Y yo que pensé
que me amabas... Yo que te di lo poco que tenía pensan-
do en que ibas a estar conmigo en las buenas y en las
malas... ¡Pero se acabó! ¡Nos vamos a separar!

De niños, poco se nos atraviesa por la cabeza la


idea de vivir en pareja alguna vez en nuestras vidas. Sólo
nos preocupamos por jugar, por comer y por las tareas
tan pesadas que nos dejan en la escuela. La vida gira en
torno a ganarnos la simpatía de nuestros padres para que
nos llenen de regalos y cumplan nuestros caprichos, pero

72
El Harté de Amar

conforme vamos creciendo, poco a poco va surgiendo en


nosotros la curiosidad de saber qué se siente dar un beso
o tomarse de la mano como en las películas lo hacen los
adultos. Muchas niñas piensan todavía en ser como esas
típicas princesas que conocen al amor de su vida, el hom-
bre apuesto y noble que les tratará con caballerosidad el
resto de sus vidas, unas cuantas más se emocionan con
ser grandes profesionistas y los niños, bueno, la mayoría
sólo piensan en ser como los futbolistas Lionel Messi, Cris-
tiano Ronaldo y alguno que otro chiquillo descarriado, en
ser narcotraficante o policía federal.

Más allá de estos estereotipos culturales, tenemos


una idea sobre el amor lo más bella posible. Creemos que
todo será risa, comprensión, ternura y demás cosas
románticas y cuando vivimos la primer decepción no asimi-
lamos las cosas como se debería. Nos negamos a ver la
realidad de las cosas y pensamos que quizá otra pareja
no nos hará lo mismo. ¡Ah caray! Vuelve a suceder una y
otra vez, hasta que la soledad se transforma en nuestra
sombra y una nueva pareja en una necesidad; hay gente
que tanto ha sufrido, que al terminar una relación por lar-
ga o corta que esta haya sido, ven la separación como
algo tan normal que ya no les asusta y al contrario, ¡hasta
se vuelve motivo de festejo!

Cuando andamos de noviecitos y vivimos una


decepción, sí sentimos dolor en nosotros, pues aunque los
adultos digan que el amor juvenil es un juego, nuestra
seguridad personal no lo es. A una chava le duele
enormemente que la engañen, puede arrojarse a la depre-
sión y hasta al suicidio; lo mismo pasará con los mucha-
73
Enrique Gutiérrez Pacheco

chos, que también sufren cuando descubren que no fueron


lo suficientemente buenos para mantener a una chica feliz.
Por lo tanto, ¡que no te digan! ¡que no te cuenten! Una
decepción amorosa siempre será fatal, tanto para el niño
que no se siente amado por sus padres, como para los
esposos que ven cómo su relación se cae como un casti-
llo de arena en el mar. ¿Pero qué pasa cuando la relación
no es lo suficientemente buena como para extrañarla
cuando se vaya? ¿Acaso la separación puede ser el reme-
dio para los problemas de muchas personas? Sí y no. Hoy
en día muchos votan por “darse tiempo” cada que las
cosas no van bien, ¡ya sabes! Tiempo para pensar, para
reflexionar, para meditar qué tanto estoy dando y qué
tanto estoy recibiendo, e incluso, tiempo que muchos apro-
vechan para andar con alguien más. Lo que esas parejitas
no saben, es que el “dar un tiempo” puede ser significado
de que la relación que han vivido, más que ser algo rela-
jante y bello, ha sido tan dependiente, que ahora hasta
necesitan alejarse el uno del otro para respirar. Ese es el
motivo por el que muchas parejas quieren pero no quieren
dejarse: la codependencia.

Nada es más terrible para un ser vivo que perder


su libertad. Desde el frijolito que se planta en un frasco de
vidrio sobre un algodón y que muere por no poder enrai-
zarse, hasta el ave de plumas preciosas que se enjaula
tras barrotes de oro y por supuesto, también aplica para
la persona que vive una relación donde no puede ser sí
mismo por el temor de quedarse solo. Esa clase de
relaciones son similares a un hombre pobre que por suerte
ha ganado el premio mayor de la lotería, pero que no

74
El Harté de Amar

puede gastarlo como él quisiera. Es ahí cuando la separa-


ción, más que ser dolorosa, es un alivio para las personas,
pero siempre acompañado de la duda sobre el “qué hubie-
ra pasado si hubiésemos continuado”. Bien dicen que la
esperanza muere al último, y en muchas ocasiones es
ciertísimo, pues primero fallece el ser esperanzado antes
de ver su sueño hecho realidad, y más cuando se trata de
esperar a que la pareja cambie su forma de ser de la
noche a la mañana sólo por que así lo desea o necesita.

Lo que es verdaderamente curioso e inquietante, es


que en ocasiones no basta una separación para acabar
con los problemas que tienes en la vida amorosa, sino
que al contrario, ¡se hacen más grandes! Se inicia una
nueva relación pensando arrancar desde cero y ¡oh sorpre-
sa! Las cosas terminaron peor que con la pareja anterior
o tal vez ni siquiera llegaron a suceder; ¿cuál es el proble-
ma entonces? ¿Será una maldición? ¿Un castigo divino?
¿Acaso alguien tiene tu muñeco vudú y le clava alfileres a
lo loco? No es así necesariamente, más bien el problema
está en ti y no en los demás. La separación se vuelve
entonces un consuelo temporal, pero a la larga, cuando
no se asimila correctamente, puede ser una condena que
tú mismo te has puesto para la eternidad; Sin embargo,
¿en qué casos es de verdad positivo el separase? Cuando
no te sientes capaz de dominarte a ti mismo, cuando
crees que la culpa es sólo de los demás, cuando piensas
que hagas lo que hagas no podrás ser feliz, cuando estés
buscando cualquier excusa para sacar tu frustración con el
otro, cuando no confías o eres extremadamente celoso. En
esos casos la separación vale oro, no tanto para que te

75
Enrique Gutiérrez Pacheco

protejas de los problemas, sino para que de verdad tengas


el tiempo de enfrentarlos en ti mismo. Cabe mencionar que
siempre, antes de tomar la decisión de separarte debes
tomar en cuenta dos cosas: haber intentado lo humana-
mente posible para evitarlo (por ejemplo, acudir a terapia
psicológica) y que la separación debe ser un momento de
verdadero aislamiento. Si te vas a “dar un tiempo”, de ver-
dad cúmplelo, ya que de revisar las redes sociales de tu
pareja para ver si dice que te extraña, cuidar su última
hora de conexión a las aplicaciones de mensajería, o pre-
guntarle a amigos en común cómo está, no podrás sacarle
jugo a tu meditación.

La separación debe ser entonces un verdadero tiem-


po para pensar, no en las fallas de tu pareja o en lo que
ha dejado de hacer para agradarte, sino en las actitudes
que tú mismo has adoptado ante la otra persona; debes
analizar qué tanto control has perdido sobre tu propia vida
y lo más importante, debes aceptar maduramente tus equi-
vocaciones. ¡No seas necio! La mayoría de las veces, cuan-
do las cosas están turbias en tu vida amorosa con los
demás, la única causa es que las cosas están turbias en
tu relación contigo mismo: ya no te escuchas, ya no persi-
gues tus metas ni te cuidas como deberías de hacerlo...
¿Estarás cayendo en el Harté de Amar?

76
El Harté de Amar

Resumen del Capítulo IV

 Muchas personas ven la separación de pareja


como algo terrible, pero no siempre es así; otros
lo ven como la única solución y tampoco es así.

 La separación se justifica cuando ya se han


agotado los recursos posibles, en especial cuan-
do ni a través de la psicoterapia hay solución,
aunque en efecto, acudir a un profesional sirve.

 Si estás en la búsqueda del amor de tu vida,


“no descuides el bosque por ver el árbol”.

 La mejor receta para evitar la separación es la


comunicación asertiva; no te quedes callado por
evitar problemas o harás unos más grandes.
“A el que no habla, Dios no lo oye”.

 Separarse es más difícil cuando hay hijos de por


medio; si ya no queda otra opción, recuerda que
no por el hecho de terminar una relación de
pareja, termina una relación de parentalidad.

 Acepta tus equivocaciones; no eres perfecto.

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Capítulo V: “El Harté de Amar”

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

78
El Harté de Amar

Marcela, después de escuchar a su amiga Eugenia


hablar de sus desventuras amorosas, cree que en esta
vida hay que cuidarse más del amor que de la delincuen-
cia, ¡igual es casi lo mismo! Es preferible que te roben un
automóvil a que te roben el corazón; lo primero como
quiera se recupera, pero un corazón despedazado es muy
difícil de repararse. Por su parte, Julián está sintiendo en
carne propia el dolor de haber descubierto la infidelidad
de Yessica, su esposa; por un momento piensa que está
pagando con creces el daño que le hizo a Marcela al
haberla engañado en la escuela secundaria. Carlos por su
parte, sigue frecuentando a Yessica a escondidas del mun-
do en su auto deportivo, mientras que ella ya está
cayendo en la cuenta del daño que le ha provocado a su
todavía esposo. Los hijos de Eugenia (de distintos padres)
tienen cada día más problemas de conducta en la escuela,
pésimas notas y uno que otro desorden emocional porque
ambos piensan que por su culpa, sus respectivos padres
se han alejado de su mamá. Cada uno de ellos está
sufriendo respectivamente, las consecuencias del amor,
mejor dicho, “el maldito amor”, como los bohemios le lla-
man en sus canciones o poemas de dolor.

¿Hasta qué grado puede doler el corazón? Cierto es


que el colesterol tapa las arterias y puede provocar un
infarto fulminante que quizá te llevará a la tumba en
segundos o si no es así, te dejará las secuelas que te
impedirán vivir en plenitud. Cierto es también que una
decepción amorosa tapa tu espíritu de alegría y te lleva a
una muerte en vida. Esa muerte en vida, es precisamente,
el Harté de Amar.

79
Enrique Gutiérrez Pacheco

En el año de 1957, el psicoanalista alemán Erich


Fromm publicaba una de sus obras maestras, un librito
pequeño pero sustancioso llamado “El Arte de Amar”, en el
que postula su tesis sobre el amor maduro en todas las
áreas de la vida humana: el amor erótico, el amor de pa-
dres e hijos, el amor a una deidad, el amor al trabajo y
demás cosas. Él concluye en que este acto de libertad del
ser humano debe forzosamente ir acompañado de cuatro
elementos: conocimiento, comprensión, confianza y respon-
sabilidad. Toda relación, para ser productiva, debe cimen-
tarse en dichas cualidades o de lo contrario, estará
condenada al fracaso, ¡y tiene tanta razón!

Cuando no existe el conocimiento


“Nadie ama lo que no conoce” dice un sabio prover-
bio; si no conoces verdaderamente a tu pareja, estás
expuesto a salir dañado terriblemente; quizá me dirías esti-
mado lector, que tú has hecho hasta lo imposible por
conocer a tu pareja: has preguntado sobre sus gustos
musicales, has espiado sus redes sociales, has cuestionado
a diestra y siniestra sobre cómo es y qué es lo que nece-
sita; pero en muchas ocasiones lo has hecho a terceros y
no a quien deberías. Peor aún, en momentos quieres inves-
tigar con ansiedad a tu pareja, al grado de que en vez de
que le motives a mostrarse tal cual es, le obligas a poner-
se máscaras que te parezcan agradables para no perderte
y cuando por fin se siente segura, se las quita mostrando
su verdadero rostro. Si quieres conocer a tu pareja verda-
deramente, permítele que sea tal cual quiere ser, no trates
de moldearlo a tu antojo, pues de ser así, verás solamente
lo que has creado con tus nervios y no la verdadera cara

80
El Harté de Amar

de la moneda; es como chapear un anillo de aluminio en


oro, bello a la vista pero sin un verdadero valor comercial.
Cuando no existe el conocimiento, es lógico que venga la
desesperación, pues no sabrás qué hacer para encontrar la
solución a tus problemas de pareja.

Cuando no existe la comprensión


No sirve de nada conocer a alguien cuando no te
esfuerzas en comprenderle. La comprensión va más allá de
sentirte un psicólogo que interpreta la conducta; se centra
en aceptar que la otra persona también es humana, no un
objeto, no una cosa a la que hayas comprado en una re-
baja y puedas manipular a tu antojo. Comprender a tu pa-
reja es más difícil cuando te niegas a darle su lugar como
persona que también se equivoca, también tiene ganas de
ir al sanitario, también emite malos olores y por supuesto,
también se despierta despeinada. Cuando no somos com-
prensivos, quizá mantengamos a nuestra pareja unida a
nosotros por temor, pero no por convicción; ahí podemos
decir que nuestra pareja también nos está engañando, no
porque ande con otra persona, sino porque dice que “es
feliz” a nuestro lado cuando realmente no es así. Nos dice
una mentira dulce para tenernos conformes, pero ¡ojo! No
puedes culpar a tu pareja de que te engañe de esta for-
ma, si cada que te ha dado una explicación sincera de
sus sentimientos te has enfurecido terriblemente al grado
de lastimarle. Es lógico que con tal de no sentir ese dolor,
prefiera decirte al oído lo que tú quieres escuchar y no lo
que verdaderamente siente; quizá si fueras comprensivo,
si aceptaras su condición humana, si no le juzgaras por
sus defectos y apreciaras más sus virtudes, pudieras en-

81
Enrique Gutiérrez Pacheco

contrar a la persona más sincera del mundo, claro está,


siempre y cuando tú trates de ser lo más comprensivo po-
sible. El que comprende, escucha, el que escucha, entien-
de, el que entiende, aprende, y el que aprende, encuentra
el secreto para resolver todas las dificultades, o mejor
aun, a aceptarlas con paciencia.

Cuando no existe el compromiso


Imagina que has recibido un dinerillo extra a tu pre-
supuesto anual y estás deseoso de comprar un automóvil
para salir a pasear los domingos. Llegas a un lote de au-
tos usados donde te espera un vendedor que se relame
los bigotes al verte llegar; te habla maravillas de un coche
de segundo uso que ya ha pasado por dos dueños ante-
riores y te lo vende a un precio de remate sólo porque
está de buen humor. ¡Es un precio increíble! Sólo que hay
un pequeño problema... El vendedor por alguna razón ha
extraviado la factura original del vehículo y te ofrece una
hechiza; ¿lo comprarías? Si lo hicieras, quizá andarías con
el temor de ser perseguido por la justicia por conducir un
vehículo quizá robado. No disfrutarías tus paseos y cada
que vieras a una patrulla darías un trago a tu saliva. ¡Qué
diferencia si tuvieras la factura auténtica! Gozarías hasta
de ir a la tienda de la esquina en tu automóvil. Exacta-
mente así se siente ser amado en compromiso, que no
necesariamente debe tratarse de un papel firmado por un
juez o por algún grupo religioso. Es por así decirlo, el
“ponerte la camiseta” o en otras palabras, estar convenci-
do de que tu pareja es parte de tu plenitud y elección.

No confundas compromiso con obligación. La palabra obli-


gación es pesada, se puede entender como algo forzado o

82
El Harté de Amar

involuntario, mientras que el compromiso hace referencia


más bien a responsabilidad, lo que es completamente dis-
tinto. Cuando te comprometes con algo es porque lo co-
noces y comprendes lo que significa y mejor aun, porque
es un acto de libertad y valor Hacer las cosas por disfru-
tarlas es mucho mejor, ves inmediatamente las ventajas de
ello y tomas las desventajas hasta con sabor a reto. No te
sientes frustrado sino que tratas de mejorar, no por una
simpatía ajena, más bien lo haces por una superación pro-
pia. Hoy en día es común ver muchos “encuentros casua-
les” entre jóvenes y adultos, mismos que se reducen al
placer pero que a la larga, dejan un mal sabor de boca,
no porque no se haya disfrutado de estos “frees” o
“relaciones abiertas”, sino porque no se han vivido a pleni-
tud, es decir, no ha existido un compromiso para alcanzar
la felicidad, no a través de la otra persona, sino junto a
esta.

Cuando falta la responsabilidad


Ser responsable significa “responder”; responder es
algo necesario para comunicarse, y comunicarse es la ba-
se de cualquier relación exitosa. Si alguna vez has utilizado
aplicaciones de mensajería por internet, sabrás que no hay
algo más triste que “te dejen en visto”. Te esmeras man-
dando un mensajito de buenos días, copiando alguna de
esas reflexiones profundas que circulan por ahí, invitando a
un evento o cosas por el estilo, y si la otra persona no te
responde en ningún momento, ¡qué tragedia! Te sientes
ignorado, hecho a un lado y quizá hasta utilizado. Precisa-
mente, cuando no hay responsabilidad en una relación,
será muy probable que esta se derrumbe poco a poco,

83
Enrique Gutiérrez Pacheco

pues al fallar las respuestas en la comunicación, ¡falla to-


do!

Lo anterior es indispensable para que una relación


de pareja sea exitosa y plena. Sí es posible vivir uno de
esos amores de película taquillera, pero para lograrlo, “hay
que sudarle”. ¿Qué pasa entonces, si fallamos en alguno
de estos postulados? Caemos en el sinsabor de nuestros
intentos de amar y ser amados e incluso, podemos hasta
llegar a condenar al amor, ¡hasta vamos a andar fumigan-
do a Cupido cuando se acerque!

Nos hartamos de amar cuando creemos que no


hemos encontrado algo que nos haga sentir felices. Si he-
mos atravesado desilusiones por ser inmaduros y poco res-
ponsables con nosotros mismos, es más probable que cai-
gamos en ese hartazgo tan cruel que nos invita a preferir
aislarnos de la vida con tal de no sufrir en ella; es más
probable caer en esto cuando no te has amado primero a
ti mismo antes que a los demás.

Una persona que no se conoce, que no se com-


prende, que no se compromete consigo misma y peor aún,
que no se responde, anda por la vida como un ser mutila-
do, sin piernas, buscando muletas o puntos de apoyo para
moverse de un lado a otro. Piensa que todos son culpa-
bles de su desgracia menos él y comienza a vivir a cues-
tas de los demás. Se transforma sin darse cuenta en un
parásito (¡qué palabra tan fea!) que necesita de otros para
vivir. Una mujer se compra un vestido que está de oferta y
lo modela a su pareja; ella lo compró porque tenía des-

84
El Harté de Amar

cuento y porque le gustó; se lo pone y se mira feliz frente


al espejo, pero al plantarse con éste ante su pareja, el
otro se queda callado... ¡ups! Dos segundos de silencio
bastaron para que la mujer pensara que se veía horrenda
con dicho vestido y ahora busque otro diferente. Se cam-
bia de ropa veinte veces antes de salir de fiesta (y termi-
na por ponerse el que eligió al inicio) ¡y todo porque
depende de la aprobación de los demás! Qué diferente
sería que ella se sintiera feliz de elegir su ropa con liber-
tad, pero no puede lograrlo porque teme que los demás
no la vean bien. Un hombre que gasta su dinero sin mesu-
ra con tal de agradar a sus “amigos” está destinado a la
pobreza, porque hace todo no por sentirse feliz consigo
mismo, sino por ser admirado por otros. Esa precisamente
es la base de la codependencia y el hartazgo: hacer lo
que no se quiere por querer ser queridos.

Un parásito succiona, daña, lastima, molesta, estor-


ba, enferma, depende, extrae, pudre, infesta, enfada,
¡HARTA! Lo mismo hace una persona que no se ama a sí
misma, que quiere salir ganando siempre con tal de no
sentir la frustración, que es perfeccionista y que se niega
a aceptar a los demás como son; también sucede con la
persona que permite que la pisoteen, que la dañen y que
la humillen con tal de estar cómoda por unos cuantos pe-
sos a la semana o por tener un techo dónde dormir o
una pareja con la cual posar en las fotos para Facebook.

Estas personas andan por ahí, atentos a encontrar


un organismo del cual vivir y al cual culpar cuando las
cosas les fallan, difícilmente aceptan su propia decadencia.
También saben cómo dañar de muerte con sus palabras,

85
Enrique Gutiérrez Pacheco

confundir con sus actos, dominar con sus mentiras y mani-


pular con sus chantajes. Están pendientes del éxito de
otros para adjudicárselo y de la derrota ajena para burlar-
se. No es que sean malos, villanos, felones o delincuen-
tes... Simplemente son personas codependientes.

Cuando algo te harta es lógico que quieras quitarlo


de tu vida para siempre; ya no lo toleras, magnificas sus
defectos y deseas que desaparezca. Eso es lo que logra
una persona que no se hace responsable de sí misma: que
los demás se harten de ella; después anda por la vida
dando lástimas y dañando a quien lo permita y todo por-
que no ha sido capaz de confiar en sí misma.

El tener altas expectativas de los demás es un


síntoma de codependencia. El otro no está obligado a cui-
darte, mimarte, apapacharte, protegerte, valorarte, alimen-
tarte o salvarte... ¿Qué haces por la vida buscando a al-
guien que te la resuelva? Sufres cuando no eres capaz de
creer en ti; esto te transforma sin duda alguna, más que
en una pobrecita víctima de un mundo cruel, en una san-
guijuela que morirá de no prensarse a la carne ajena.
Cuando la realidad no es ni la mitad de lo que esperabas,
vivirás algo trágico llamado frustración y esa frustración
dañará tu salud, mermará tus ánimos de crecer y te con-
denará al fracaso y al miedo de vivir. Eso explica que mu-
chas personas caigan en la depresión por no sentirse
amadas; tal vez sí las han amado, pero como ellas espe-
ran un amor a la medida de sus sueños, vivirán infelices y
quedarán en huesos antes de encontrarlo; que quede cla-
ro, es mejor vivir una vida que se base en lo que tú

86
El Harté de Amar

puedas lograr con tu esfuerzo y no en lo que los demás


hagan por complacerte.

Cuando crees que el amor de pareja es la solución


a tus problemas personales, no estás haciendo más que
tomar una soga, amarrarla en la rama de un árbol, echar-
te el otro extremo al cuello y colgarte con un testigo que,
desde que te ve cómo te ahorcas, ya es cómplice de tu
muerte; llevas a la cárcel a un inocente que se acercó a ti
porque te vio interesante para compartir su vida y que
ahora quizá tendrá que correr tu misma suerte. El vivir una
relación donde no existe libertad personal tiene por nom-
bre simbiosis, es decir, donde se depende de otro ser
para vivir. ¿Y qué pasa cuando ese otro no está? Sufres...
¿Qué pasa cuando ese otro toma sus propias decisiones,
como es natural? Te sientes rechazado... ¿Qué pasa cuan-
do ese otro quiere vivir su vida? Mueres. Quizá tú no eres
así apreciado lector; no dudo que tú seas una persona
autosuficiente, feliz, que toma sus propias decisiones, que
comparte antes que quitar y sobre todo, que es libre de
volar a donde quiera en la medida que sus elecciones lo
permitan; en todo caso, recomienda este libro a tu vecino
o a tu comadre para que eviten el sufrimiento de una per-
sona que vive su vida al compás de los demás.

¿Has visto a mujeres u hombres que viven con una


pareja que los maltrata? Su frase predilecta es “pégame
pero no me dejes”. Es desesperante que te cuenten sus
desgracias cuando al día siguiente ya han vuelto con
quien les daña. Cada que se te acercan a platicarte de
nuevo su historia ya sólo les escuchas por caridad, pero si

87
Enrique Gutiérrez Pacheco

por ti fuera les darías unas cuantas bofetadas para ver si


reaccionan. Les gusta sentirse víctimas cuando sus eleccio-
nes son la base de su martirio.

El Harté de Amar llega cuando no has conocido las


ventajas de un amor inigualable, más importante aún que
el amor de un padre a su hijo: el amor a uno mismo... ¿Te
amas? Porque de no ser así, recuerda que nadie da lo
que no tiene, mucho menos lo recibe de otros antes que
de sí mismo.

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88
El Harté de Amar

Resumen del Capítulo V

 .No es lo mismo compartir que depender.


Muchas veces confundimos esos términos..

 Si todo el tiempo estás cuidando celosamente a


tu pareja, ¡no la amas!, le estorbas y te dañas.

 Atrévete a ser responsable de tu propia vida; no


busques a una pareja por querer llenar tus
vacíos a través de ella, es probable que termines
más vacío que cuando iniciaste la relación.

 Conocimiento, comprensión, confianza y respon-


sabilidad; esas son las claves de la felicidad.

 Si has intentado encontrar a quien te haga feliz


y sólo has encontrado lágrimas de dolor, date
cuenta de que quizá estás buscando amor en el
lugar equivocado... ¿Ya buscaste frente al espejo?

 Acepta cuando las cosas no marchan bien en tu


relación para que te animes a buscar soluciones.
Si no aceptas la crisis no habrá cambios.

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Enrique Gutiérrez Pacheco

Capítulo VI: “Júntese, no se revuelva”

¡Así nadie se dará de patadas mientras duerme!

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El Harté de Amar

Son las cinco de la tarde de un viernes y la ciudad


está hecha un caos: tráfico, calor, frío, lluvia, ¡puras bipola-
ridades! Las calles se abarrotan poco a poco de gente
que sale a caminar para disfrutar del fin de semana; no
falta la pareja de ancianitos que anda lentamente, el joven
que pasea a su perro escuchando alguna canción en su
móvil, la madre que está peleando con su hijo de dos
años mientras hace berrinche y por supuesto, los vendedo-
res de baratijas que se plantan en las aceras.

Hay un pequeño lugar, el consultorio de una psicó-


loga que trabaja horas extras; a ese sitio por azares del
destino, han llegado muchas personalidades, entre estos
algún niño con hiperactividad, una madre en plena meno-
pausia, un hombre con problemas de impotencia y alguna
abuelita desesperada, pero también han coincidido Marcela,
Julián, Yessica y Carlos, incluso Eugenia “la solterona”.

“Terapia grupal sobre el amor”, dice un cartel a la


entrada del consultorio. Pareciera broma del tiempo que
nuestros personajes se encuentren todos juntos en ese si-
tio. Al entrar se miran atentamente, como cuando se ve la
larga fila en el súper que te espera para poder pagar tu
litro de leche y tu pieza de pan. Todos están sentados en
círculo, callados, rodeados de algunos otros desconocidos;
Marcela se tironea el cabello compulsivamente, y el buen
Carlos no deja de mirar su teléfono móvil; Julián sólo
frunce el ceño por estar junto a ese médico en proceso
que le “arrebató” a su esposa, mientras que Yessica está
paralizada por no saber si voltear a ver a su esposo, a su
amante, a Marcela su antigua rival, o simplemente enterrar

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Enrique Gutiérrez Pacheco

la cabeza como los avestruces. En ese momento, cuando


la tensión se agrava, entra una mujer madura, sonriendo y
saludando a cada uno de los presentes; era la psicóloga
que había convocado a la terapia de grupo. –Buenas
tardes para todos, me da mucho gusto saber que han
decidido venir a enfrentarse con sus miedos, pero sobre
todo, a encontrar el camino para poder ser felices. La psi-
cóloga se presentó y pidió a cada uno de los presentes
que hicieran lo mismo; acto seguido, tomó la palabra y
dijo hasta con voz de anuncio de televisión: -¿Estás cansa-
do de tener miedo a vivir solo? ¿Los besos se han trans-
formado en mordidas de víbora? ¿Celos? ¿Insatisfacción?
¿Infidelidad? -ellos escuchaban asintiendo- ¡Han llegado al
lugar perfecto! Todos deseamos compartir lo que somos,
sea en nuestro trabajo, en el estudio, con nuestros padres,
a los hijos, amigos o a una pareja. Lo hacemos con todas
las ganas de ser correspondidos y por supuesto, de ser
felices al ser aceptados como somos; sin embargo, no
siempre ocurre lo que esperamos, no todo el tiempo se
nos trata como lo necesitamos; las personas a veces no
entienden lo que para nosotros significa amar y ser ama-
dos, pero aún más triste es que seamos los primeros en
traicionarnos y herirnos pensando que no tenemos derecho
a ser felices; que merecemos el mal trato, las agresiones,
las burlas y humillaciones; no debe ser así... El amor es
para disfrutarse con libertad, vivirse con inteligencia y pen-
sarse con el corazón; por eso mis estimados: ¡Júntense, no
se revuelvan”; vamos a ver qué significa esto en unos sen-
cillos puntos:

1. Sé realista: Lo que más daña a una persona son las


ilusiones basadas en los demás. No es malo que tenga-
92
El Harté de Amar

mos el deseo de ver a otros felices o esperar que nos


alegren la vida; lo que sí es terrible es basar nuestra
felicidad sólo en ellos y no en nosotros mismos;
¡atrévete a conocer a la gente que te rodea! Y no
menos importante, atrévete a darte cuenta de que la
única persona que tiene la obligación de hacerte feliz,
¡eres tú mismo! Nadie ha llegado a este mundo con la
responsabilidad de complacerte, por lo que mientras
más esperes de los demás, menos recibirás de ti
mismo.

2. Llénate “el vacío” por tu cuenta: Has nacido con la


capacidad de cuidarte y procurarte lo necesario para
vivir a menos que tengas un impedimento mayor, pero
generalmente todos podemos ser interdependientes. Al
principio sí necesitamos de nuestros padres para crecer
y fortalecernos, pero llega un momento en el que no
debemos tener miedo de volar con nuestras propias
alas. Así, libres, seremos los dueños de nuestra vida y
podremos dar y saber esperar con inteligencia para
recibir. ¿Quieres ir al cine a ver una película nueva
pero tu pareja se ha amargado? No temas en comprar
tu boleto, tu charola de palomitas y refresco (hasta te
durarán más) y disfrutar de la función; sólo esta vida
tenemos para aprovecharla al máximo.

3. Satisfácete: Muchas personas creen que procurarte un


poco de felicidad y alegría propias es egoísmo, pero no
es así; hay una gran diferencia entre ser egoísta y ser
inteligente, y es precisamente, el querer ser feliz para
poderlo compartir. Date tus propios regalos de
cumpleaños, viaja, come, ¡goza! Una persona que no se
escucha y atiende a sí misma, caerá en el sinsabor de

93
Enrique Gutiérrez Pacheco

sus días, se hará agria y no verá el lado bonito de la


vida. ¿Qué esperas para cumplir tus metas?

4. Escúchate: A veces, el ruido de los problemas nos


impide estar atentos a lo que necesitamos; tanta impor-
tancia le damos a los reclamos de los demás, que
cerramos nuestros oídos a nuestra voz interior que nos
pide felicidad o por lo menos un respiro. Nos hacemos
preguntas ante una situación difícil pero nos negamos
la respuesta por miedo a hacernos responsables de
ésta. No creas que por callarte evitarás problemas; a lo
mejor pasa todo lo contrario y hasta se agrava la
situación; ¡no hay como dialogar las cosas en el
momento! Claro está, con tranquilidad y paciencia.

5. Domínate: Para poder amar y ser amados hay que


saber conducirse ante la vida. Si te dejas llevar fácil-
mente por los problemas, será más probable que termi-
nes estampándote como un auto sin frenos. La clave
de una relación exitosa se basa en el dominio propio;
no se trata de gobernar la vida del otro para que te
sea fiel, como cuidar la hora en que llega a casa, sus
contactos del móvil, la última hora de conexión a sus
redes o si huele a leña de otro hogar. Se trata de que
cuides tu alegría para que no marchites y por lo tanto,
sigas siendo una persona atractiva no tanto para el
otro, sino para ti mismo. Más que usar perfume con
feromonas o dar “toloache”, se trata de ser plenos
para no limosnear afecto, ¡sino derrochar felicidad! La
base del amor a otros es el amor propio.

6. Asegúrate: ¡Qué importante es tener confianza en ti


mismo! Para los negocios, para el estudio, para el tra-
bajo y por supuesto para el amor, el creer en ti mismo
94
El Harté de Amar

y tus cualidades serán el motor del éxito. Si todo el


tiempo te ves en el espejo para buscarte defectos,
arrugas nuevas, acné o cualquier otra imperfección, difí-
cilmente podrás ver la claridad en tu camino. Por eso
es altamente importante que antes de iniciar una nueva
relación te hayas dado cuenta de lo mucho que vales;
y si ya estás gozando de las mieles del amor pero se
han echado a perder, todavía tienes la oportunidad de
valorarte para permitirte otra posibilidad de disfrutar al
máximo. Se trata de no tener miedo de ser tú mismo,
pero también de ser humilde para reconocer y aceptar
tus errores, actuando en consecuencia para mejorar.
7. Conoce: No se trata de utilizar aplicaciones para inter-
actuar con personas nuevas (o quizá sí), sino de abrir
tus sentidos a nuevas experiencias propias que te
devuelvan la felicidad. Hay muchas parejas que quieren
inyectarle adrenalina a sus vidas y deciden hacer nove-
dades que jamás habían probado. Sin embargo, no hay
nada más importante que el conocerte a ti mismo y
estar consciente de lo que te gusta y disgusta. Tam-
bién se trata de darle la oportunidad al otro de ser
humano, y por lo tanto, mostrarse tal y como es, sin
tapujos ni bloqueos. Para poder ser una persona madu-
ra debes aceptar las diferencias; si te sientes capaz de
sobrellevarlas y ver el lado positivo, seguramente disfru-
tarás de ellas, pero si no te agradan, si ya has hecho
lo posible por solucionarlas pero no hay remedio y
puedes buscar a alguien más, ¡hazlo! Sólo recuerda,
que si ya tienes hijos con esa persona, no será tan
sencillo como cambiar semanalmente de pareja en la
secundaria; hay que quedar en el acuerdo, de que aun-

95
Enrique Gutiérrez Pacheco

que ya no hay amor en dicha relación, aunque ya no


haya cariño y no se levante nada (emociones por ejem-
plo), no dejarán de ser la pareja de padres de esos
hijos que no han pedido venir al mundo, y que por lo
tanto, no tienen la culpa de tus dificultades de pareja.

Marcela, Julián, Carlos, Yessica y Eugenia, habían


escuchado y saboreado cada una de las palabras de la
psicóloga. Siguieron con su proceso terapéutico y después
de un tiempo por fin se atrevieron a sacar sus “trapitos”
al sol, o más bien a escuchar cada uno su voz interior.
Marcela pudo darse cuenta de lo injusta que había sido
con ella misma al basar su felicidad en otras personas y
sobre todo, a no perdonarse por haber sido tan soñadora;
desde el momento en que su terapia terminó fue otra
mujer completamente diferente; ya no lloraba a lágrima
tendida durante la noche por haber perdido a Julián, sino
que sonreía a sí misma por haber recuperado el control
de su vida, buscar cumplir sus propias metas y gozar cada
uno de sus días; terminó su maestría en una universidad y
de paso conoció a un hombre fenomenal con el que se
fue a vivir por el resto de sus días. Julián por su parte,
después de la terapia grupal le propuso a Yessica asistir a
una de pareja, donde logró aceptar que siempre había he-
cho todo por los demás pero nunca por sí mismo. Al ver
como él recuperaba el control de su vida, Yessica se moti-
vó, le renació el amor que se había perdido cuando su
esposo se marchitaba, le pidió perdón por haberle sido
infiel y se dio la oportunidad de conocer aún más a su
marido y por supuesto, a sí misma. Se dio cuenta de que
ella se dejaba llevar por su madre, quien la presionaba

96
El Harté de Amar

todo el tiempo para buscar “exprimir a los hombres”. Hizo


algo bastante bueno: el impedir que otras personas se me-
tieran en sus decisiones y por supuesto, en su gran vida
como pareja; ellos tuvieron al cabo de un año, un hijo que
llegó a unificar más su matrimonio, no por una obligación,
sino como fruto de un amor inteligente. Carlos, el galán de
telenovela y afamado estudiante de posgrado en cirugía
plástica, al ver que Yessica regresaba con Julián, decidió
enfocarse en su especialidad y cuando terminó sus estu-
dios se mudó a Canadá para ejercer su profesión; allá
conoció a una chica que era asistente del consultorio en
que atendía, se enamoró de ella y comenzó una relación
que no duró más de un año, pues en algún momento la
sorprendió besándose con un paciente. Era un hombre que
todavía no comprendía las claves de un amor maduro, por
lo que dicha escena le causó una gran desilusión que no
supo asimilar; se refugió en el alcohol, perdió la herencia
que su abuela consentidora le había dejado entre otras
tragedias; su gran carrera como médico se fue por el
desagüe, ¡y todo por no haberse amado a sí mismo! Por
su parte, Eugenia “la solterona” siguió a cargo de esos
retoños de distintos padres, para ella las cosas fueron
complicadas, pero cuando comprendió que era bueno ser
una mujer independiente, lo puso en práctica, al grado de
que prefirió seguir siendo madre soltera, pero con la con-
vicción de ser feliz para compartirlo con sus hijos y su
familia. Estos pequeños dejaron los problemas de conducta
que tenían en la escuela cuando vieron a su madre ser
feliz a pesar de sus fracasos; Eugenia había entendido la
clave del éxito: el amor propio como la base de la felici-
dad, y a partir de ese momento, no vivieron felices para
siempre, sino con la tranquilidad de ser dueños de su vida
97
Enrique Gutiérrez Pacheco

y aprender de sus errores…

No cabe duda de que el verdadero amor ilumina


nuestros caminos, mientras que el amor que es dependien-
te nos pone piedras en el sendero. Es mejor vivir este
sentimiento con los pies en la tierra y las rupturas con la
frente en el cielo; que nunca falte la fe en uno mismo, en
cada empresa y sobre todo, que nunca falte el deseo de
vivir día con día. Tú tienes el derecho y la opción de
disfrutar tu vida al igual que los demás. Recuerda que una
relación de pareja sana no es aquella donde se tiene mie-
do de perder a la pareja, sino en la que no hay interés
de gobernar la vida del otro. Los celos son un arma peli-
grosa de doble filo, ya que pueden parecer bonitos por un
momento, pero se vuelven un infierno para la eternidad. La
llama de la pasión se apaga cuando el frío de la rutina
aparece. No olvides que los pequeños enojos acaban con
las más grandes relaciones. Quiero concluir este libro “El
Harté de Amar”, con esta frase tomada de “El Arte de
Amar”: “El amor infantil sigue el principio: amo porque me
aman. El amor maduro obedece al principio: me aman por-
que amo. El amor inmaduro dice: te amo porque lo necesi-
to. El amor maduro dice: te necesito porque te amo” 1.

1. Fromm, Erich, El Arte de Amar, Editorial Paidós, México, 1951, p.47.

98
El Harté de Amar

Resumen del Capítulo VI

 Más vale solo que mal acompañado y tener com-


pañía cuando se ha aprendido a estar solo”.

 Sé realista, no hay nada más sano y constructivo


que vivir con los pies en la tierra.

 No tengas miedo a volar con tus propias alas;


así disfrutarás más de los triunfos que consigas
con tu esfuerzo.

 No hay algo que ilumine nuestras vidas mejor


que el amor; en cambio, cuando nos apegamos
enfermizamente andamos a oscuras.

 Enséñate a amar a las personas sin prejuicios;


puedes releer este libro cuantas veces sea
necesario; al final que te quede una idea: nadie
da lo que no tiene, mucho menos recibe lo que
no entrega.

 Atrévete a amar con el cerebro y a pensar con


el corazón; nada es mejor que un humano noble.
e inteligente que se sabe dar su lugar.

99
Enrique Gutiérrez Pacheco

No se trata de cobardía o
valentía, sino de amor
propio…

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

100
El Harté de Amar

Miscelánea

LIBRO ELECTRÓNICO DE DIVULGACIÓN GRATUITA

101
Enrique Gutiérrez Pacheco

¿EN QUÉ NIVEL SE ENCUENTRA TU RELACIÓN? “VIOLENTÓMETRO”

Fuente: Instituto Politécnico Nacional, México, 2009

102
El Harté de Amar

AFLIGIDO (Stricken, fragmento/traducción)

No sabes lo que tu poder me ha hecho,


Quiero saber si sanaré por dentro,
No puedo proseguir con este holocausto por suceder,
Mirándote reír una vez más.

Nunca sabrás por qué tu rostro me ha cazado,


Mi alma tiene que sangrar ésta vez,
Un agujero más en el muro de mis defensas,
Dejándome sin aliento.

Vienes como un huracán manchado de sangre,


Déjame sólo, déjame ser yo esta vez,
Pero sigues como un santo buscando redención,
No quiero mencionar la razón, pero sé
Que estoy afligido y no puedo dejarte ir,
Cuando el corazón está frío no hay esperanza,
Y sabemos que estoy lisiado por lo que has hecho,
Hacia el abismo de la soledad correré.

David Draiman

103
Enrique Gutiérrez Pacheco

DOLOROSO VUELO A LA LIBERTAD

Existe un ave de hermoso plumaje y excelso canto,


bella, inerme por cubrirse de nobleza desmedida. Sus
patas son resistentes, fuertes para soportar el peso
de los días que transcurren monótonos en una jaula
de oro que le procura todos los bienes.

Si desea agua la tiene al alcance de su pico; si


quiere comida, ¡no sufre!, el buffet de cereales está a
su merced. Siente que vuela tan alto como quiere, y
que canta tan alto por el eco que resuena; mas no,
no es libre, porque podrá tener toda comodidad, un
gran espacio y el exceso de lo necesario para vivir,
pero enjaulada a final de cuentas.

¿De qué le sirve a un ave ser la más bella entre las


especies si no conocerá el poder de sus alas al
planear libremente por donde quiera? ¡Que use el
pico! ¡Que doble con valor los barrotes! ¡Que no se
conforme con la ilusión de una buena vida tras una
pusilánime existencia! Aunque se le rasguen las alas,
aunque sangre, aunque tiemble y tema, ¡que sea libre!,
pues más vale pagar el precio de la libertad que vivir
eternamente encarcelado en la comodidad.

Enrique Gutiérrez Pacheco

104
El Harté de Amar

COSAS QUE DEBILITAN UNA RELACIÓN DE PAREJA

Una comunicación en la que se habla el doble


de lo que se escucha.

Diálogos en los que siempre se quiere salir ganando.

Reducir las palabras bonitas a una publicación


en las redes sociales.

Abandonar tus propios planes y proyectos


para seguir los de tu pareja.

Creer que tienes segura a la otra persona y por lo


tanto abandonar los detalles.

Querer comprar su permanencia con cosas o sexo.

Los celos y los berrinches… ¡Qué inmadurez!

La invasión de la privacidad.

Mentir por miedo a lastimar, eso lastima más.

Dejar de ser tú mismo con tal de agradarle.

105
Enrique Gutiérrez Pacheco

COSAS QUE FORTALECEN UNA RELACIÓN DE PAREJA

Escuchar con la madurez necesaria para aceptar los


propios errores.

Diálogos en los que no se busca competir,


sino construir.

Reconocer no sólo los defectos, sino


las virtudes de tu pareja; la motivación llena de
agradecimiento, la crítica negativa destruye.

Procurarte el tiempo y espacio que mereces para


sentirte bien contigo mismo y compartirlo.

De vez en cuando y con sencillez, un buen detalle


reaviva las experiencias significativas.

Blindar la relación para que no tenga injerencia de


otras personas como los suegros o amigos en la
toma de decisiones; son sólo nuestras.

Confiar en nosotros mismos para no temer


a la traición ajena; eso evitará los celos.

Sé maduro y honesto; amar implica fuerza de


voluntad, inteligencia y humildad.

106
El Harté de Amar

CINCO MÁXIMAS PARA DEJAR DE BESAR SAPOS

“Los que sueñan con amores perfectos,


generalmente viven romances equivocados”.
(Enrique Gutiérrez Pacheco)

“Si es guapo, inteligente, fuerte, trabajador, sexy,


buen estatus y está solo, por algo será”.
(Anónimo circulando en internet)

“No busques en los demás lo que te hace


falta, busca en ti lo que le falta a los demás”.
(Enrique Gutiérrez Pacheco)

“Dime de qué presumes, y te diré de qué careces”


(Refrán)

“Las relaciones de pareja son como la mayonesa,


cuando se cortan irremediablemente, hay que
tirarlas a la basura y destapar una nueva”
(Enrique Jardiel Poncela)

107
Enrique Gutiérrez Pacheco

YA NO TENGO MIEDO (Afroki, traducción)

Tenía miedo de ser yo mismo,


Tenía miedo de lo que podrías decir,
Tenía miedo de lo que sentía,
Tenía miedo de que no fuera real.

Pero me quiero levantar,


Quiero ser libre,
Porque estoy listo para tomar el control,
Mírame, ¡mírame! ¡Ya no tengo miedo!

Helado en la sombra de mi duda,


Temeroso de sobresalir entre la multitud,
Pero ahora soy fuego salvaje,
Demasiado caliente para que me apagues.

Porque ahora estoy quemando,


Ya no estoy llorando,
He esperado mucho aquí,
Mírame, ¡mírame! ¡Ya no tengo miedo!

Estoy listo, sin miedo, sin lágrimas…

Bonnie Leigh Mc. Kee

108
El Harté de Amar

NOS ESTAMOS SEPARANDO… ¿Y LOS HIJOS QUÉ?

La vida en pareja a veces se nos complica


demasiado, al grado de transformar nuestra unión en un
caos. Después de tantos problemas decidimos separarnos
para no entrar en más peleas, pero cuando hay hijos de
por medio las cosas son más difíciles. Es cierto que es
preferible que los padres se separen en lugar de pelear y
lastimarse frente a los hijos todo el tiempo, pero también
hay que tomar en cuenta lo siguiente:

a) Todo niño tiene mucho miedo a perder a sus padres,


por lo que la idea de separarnos puede hacer que
nuestros hijos se sientan como si hubieran quedado
huérfanos.

b) Los hijos, sobre todo los que tienen entre 5 y 10 años,


muchas veces pueden sentir que ellos tienen la culpa
de la separación, aunque no sea así.

c) Lo más grave es que en el proceso de separación,


muchas veces usamos a los hijos en nuestra
“venganza” o “chantaje” hacia nuestra pareja.

d) Un niño NO SABE DIGERIR SUS EMOCIONES, por lo que


entra en un proceso de DUELO, ya que está viviendo
una pérdida.

Si un niño no entiende el proceso de la separación


de sus papás, puede:

109
Enrique Gutiérrez Pacheco

a) Volverse inseguro y tímido ante los demás, o


también agresivo y prepotente.
b) Desarrollar problemas de conducta en la escuela
como una forma de protesta.
c) Orinarse durante las noches o incluso defecar
(enuresis, encopresis) por ansiedad.
d) Dejar de comer o a la inversa, comer en exceso.
e) Presentar problemas para dormir entre otras cosas.

Por eso, si te estás separando de tu pareja y es


INEVITABLE una solución, te recomiendo lo siguiente:

a) Seamos personas maduras y responsables:


dialoguemos con el padre o la madre de nuestros
hijos; aunque ya no estemos unidos por el amor, es
muy bueno estar unidos en la formación de los ni-
ños; podremos dejar de ser pareja, pero nunca los
padres de nuestros hijos.
b) No hablemos mal del otro miembro de la pareja
frente a los hijos, puede ser que eso se nos salga
de control y alguien termine siendo odiado por sus
hijos.
c) Hacerle saber a los niños que, papá y mamá no
pueden estar juntos (explicándole que se están
haciendo daño). Sin embargo, digámosle también
que no por estar separados dejaremos de ser sus
padres.
d) No se nos olvide explicarles que ELLOS NO TIENEN
LA CULPA de que sus papás no se hallen como
pareja.
e) Muy importante, es un problema DE PAREJA, no de

110
El Harté de Amar

otras personas como los suegros, quienes en mu-


chas ocasiones infunden en los niños sentimientos
negativos.
f) Y algo que es valiosísimo; no nos sintamos superhé-
roes, busquemos ayuda de un profesional, tanto en
el aspecto psicológico, pedagógico y legal.

Recuerda que lo que hoy hagas o dejes de hacer


frente a tus hijos, será parte de su vida el día de mañana.

111
Enrique Gutiérrez Pacheco

Epílogo

Hemos leído muchas cosas acerca del amor y


el desamor; de la codependencia y la libertad, del
miedo y del valor… ¿hasta cuándo entenderemos?

Una relación de pareja sana nos ayuda a vivir


y gozar la vida. Ten en cuenta estimado lector, que
muchas veces somos presa de nuestros prejuicios y
supuestos, y no nos animamos a ser mejores cada
día. Quiero compartirte mi experiencia personal:

Fui víctima de una infidelidad que me marcó


para siempre; hoy la recuerdo con tranquilidad y
como un gran aprendizaje de vida. Puse todo mi
amor, todo mi cariño y mis detalles, hasta que llegó
un momento en que me perdí en la codependencia.
Desde que inicié la relación, las cosas no iban nada
bien. Ella aún estaba en un noviazgo “tóxico”, y tu
servidor quiso jugarle al “súper héroe”… me puse la
capa y volé tan alto como pude, hasta que me
estampé con la realidad; quise ayudarle a superar sus
problemas, a evitar el sufrimiento y el dolor. Quise
darle todo a pesar de quedarme vacío… Me endeudé

112
El Harté de Amar

por complacerla, perdí a mis amistades, me deprimí,


fumé con intensidad, me volví celotípico y llegué a
desear hasta mi propia muerte. ¿Habrá sido ella la
culpable? Cuando descubrí a través del teléfono móvil
su infidelidad así lo pensé; pero hoy, después, de
constantes reproches y arranques de ira, de noches
en vela por recordar lo vivido, he concluido que el
principal responsable de mi situación fui yo mismo.
Me equivoqué al ponerle un peso tan grande sobre
sus hombros; al querer que fuera mi “media naranja”,
mi complemento… Al darle la llave de mi felicidad y
la responsabilidad de mi alegría.

He comprendido con el tiempo que las


personas cambian a pesar de lo que conocemos de
ellas. Cada quien carga su saco de problemas y por
tanto, sus propias necesidades y expectativas. Por ello
amigo lector, tú que tienes este libro en las manos,
debes saber que es producto no sólo de un par de
noches frente a la computadora, sino de una serie de
vivencias y estudios que me llevaron a saber que es
muy delgada la línea entre el “arte” y el “harté de
amar.

113
Enrique Gutiérrez Pacheco

Ahí radica el verdadero sentido


del amor, en compartir lo que
uno es, y no en esclavizar(se)
al otro.

114
El Harté de Amar

Otras obras
Otras obras del
del autor
autor
No te quejes de que en la vida
te pisotean o de sentir que los
demás te utilizan como un tapete,
¡si tú mismo te tiras al suelo para
hacer berrinches! Más de alguna
vez nos hemos sentido la peor
basura del mundo. A veces
lloramos y creemos que el
sufrimiento será nuestra compañía
eterna. ¿No te has cansado de
esperar el milagro? ¡Ya basta!
Toma el control de tus pasos con
inteligencia emocional.

Nadie dijo que ser padres sería


fácil. Algunos lo son por accidente,
otros más por deseo. Sea como
sea, la paternidad puede ser un
dolor de cabeza cuando se lucha
contra los hijos. ¿Cansado de ser
padre? ¿Ya no sirven las amena-
zas? ¿Sientes que acabó la magia?
¿Tus hijos se ríen de tus castigos?
¡No lo pienses más! Recuerda que
en esta vida: “Más vale una roja…
¡Que mil descoloridas!

Pedidos, información y contacto al correo electrónico:


enriquepacheco.coach@gmail.com

Sígueme en /Psicólogo Enrique Pacheco

115
Enrique Gutiérrez Pacheco

Impreso en México
Este libro se terminó de
imprimir en los talleres de
Casa de Letras, siendo un
tiraje de 100 ejemplares.

Primera edición, 2017

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