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DEFINICIONES

Menopausia se refiere al periodo que sigue un año después de la fecha de la última menstruación
La posmenopausia describe los años posteriores a ese momento.

En promedio, las mujeres tienen su última menstruación a los 51.5 años de edad, pero la
menstruación se puede interrumpir por insuficiencia ovárica a cualquier edad.

El término insufi ciencia ovárica prematura se refi ere a la interrupción de la menstruación antes
de los 40 años de edad y se acompaña de elevación en las concentraciones de la hormona
foliculoestimulante

Los términos antiguos perimenopausia o climaterio se refieren en general al periodo en el cual


transcurren los últimos años de vida fértil, casi siempre a finales de los 40 y principios de los 50
años de edad.

De manera característica, comienza con ciclos menstruales irregulares y se extiende hasta un año
después que se interrumpe de manera permanente la menstruación.

El término más correcto para referirse a esa etapa es transición menopáusica. Esta última tiene
una duración de cuatro a siete años y la edad promedio de inicio es a los 47 años

El informe STRAW divide la vida reproductiva y posreproductiva en varias fases. La base para el
sistema de clasificación es la FMP y tanto el rango de edad como la duración de cada fase varían.
La fecha de la ultima menstruación es precedida por cinco fases y seguida por dos fases. La fase –5
se refi ere al periodo reproductivo incipiente, el estadio –4 al punto máximo del mismo periodo y
la fase –3 a la última fase de este periodo. La fase –2 comprende el principio de la transición
menopáusica y el estadio –1 la última fase de ésta. La fase +1a se refi ere al primer año después de
la FMP; el estadio +1b a los dos a cinco años de posmenopausia y el estadio +2 a los años
posmenopáusicos ulteriores.

Al principio de la transición menopáusica (estadio –2), los ciclos menstruales de la mujer


permanecen regulares, pero el intervalo entre los ciclos varía siete días o más. De forma típica, los
ciclos se acortan.

La transición menopáusica tardía (estadio –1) se caracteriza por la falta de dos o más
menstruaciones y por lo menos de un periodo intermenstrual de 60 días o más por lapsos cada vez
más largos de anovulación

FACTORES CONTRIBUYENTES Diversos factores ambientales, genéticos y quirúrgicos repercuten en


la edad ovárica. Por ejemplo, se observó que el tabaquismo acelera la edad de la menopausia unos
dos años. Además, la quimioterapia, la radioterapia pélvica o la cirugía ovárica causan inicio
prematuro de la menopausia. Durante la transición menopáusica, las fluctuaciones erráticas en las
hormonas reproductivas femeninas generan los síntomas físicos y psicológicos

CAMBIOS FISIOLÓGICOS

Cambios en el eje hipotálamo hipófisis-ovario:


Durante la vida fértil de una mujer, se libera hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) de
manera pulsátil en el núcleo arqueado de la porción media basal del hipotálamo. se une a los
receptores de GnRH ubicados en los gonadotropos hipofisiarios para estimular la liberación cíclica
de hormona luteinizante (LH) y la FSH. A su vez, estas gonadotropinas estimulan la producción de
esteroides ováricos: estrógenos y progesterona además de inhibina. Durante esta etapa, dichas
hormonas ejercen una retroalimentación positiva y negativa en la producción hipofisiaria de
gonadotropinas y en la amplitud y la frecuencia de liberación de GnRH.

La transición entre ciclos ovulatorios y menopausia suele comenzar a finales de los 40 años y al
principio de la transición menopáusica (estadio –2). Las concentraciones de FSH se incrementan
levemente y ocasionan una respuesta folicular ovárica aumentada. Esto genera concentraciones
elevadas de estrógenos de manera global

El aumento de las concentraciones de FSH se atribuye a una disminución en la secreción ovárica de


inhibina, más que a una disminución en la producción de estradiol. Como se describió antes, la
inhibina regula la FSH a través de retroalimentación negativa por lo cual las concentraciones
disminuidas de inhibina ocasionan concentraciones elevadas de FSH.

La hormona antimülleriana (AMH, anti-müllerian hormone) es una glucoproteína secretada por las
células de la granulosa de los folículos secundarios y preantrales. Las concentraciones circulantes
permanecen relativamente estables a través del ciclo menstrual en mujeres en edad reproductiva
y se correlacionan con el número de folículos antrales tempranos. De esta manera, los datos
sugieren que se puede utilizar la AMH como un marcador de reserva ovárica (Kwee, 2008; La
Marca, 2010). Las concentraciones de AMH disminuyen de forma marcada y progresiva a través de
la transición menopáusica (Hale, 2007). Con la insufi ciencia ovárica en la menopausia (etapa +1b),
cesa la liberación de hormonas esteroideas ováricas y se abre el asa de retroalimentación
negativa. Posteriormente, la GnRH es liberada a su máxima frecuencia y amplitud. Como
resultado, las concentraciones circulantes de FSH y LH aumentan hasta cuatro veces más que las
observadas en los años reproductivos

Cambios en el endometrio

Los cambios microscópicos del endometrio manifi estan de forma directa la concentración de
estrógenos y progesterona, y cambian de manera notable según la fase de la transición
menopáusica. Al inicio de dicha transición, el endometrio refl eja los ciclos ovulatorios, que son los
que predominan durante esta época. Al fi nal de la transición menopáusica, por lo regular hay
anovulación y el endometrio muestra los efectos estrogénicos a falta de oposición progestacional.
Por tanto, es frecuente observar cambios proliferativos o proliferativos desordenados en el análisis
histopatológico de las biopsias endometriales. Después de la menopausia, el endometrio se atrofia
por falta de estimulación estrogénica (fig. 21-4).

Trastornos menstruales El sangrado uterino anormal es común durante la transición menopáusica.


Debido a que el intervalo de tiempo alrededor de la menopausia está caracterizado por
concentraciones de estradiol relativamente altas y acíclicas, con una producción de progesterona
disminuida de manera relativa, las mujeres en la transición menopáusica están en mayor riesgo de
generar hiperplasia o carcinoma endometrial. Sin embargo, en todas las pacientes, sin importar el
estado menopáusico, se debe buscar la causa de cualquier hemorragia anormal. La causa más
común de hemorragia anormal durante la transición es la anovulación, si bien se debe descartar la
posibilidad de hiperplasia endometrial y carcinoma, neoplasias dependientes de estrógenos, como
pólipos endometriales y leiomiomas uterinos y embarazo. En mujeres en la transición
menopáusica, con hemorragia uterina anormal, es necesario sospechar cáncer endometrial.

Fecundidad posible A fi nales del decenio de los 40 años de edad, muchas mujeres no se
consideran a sí mismas fértiles. Como consecuencia, muchas dejarán de utilizar anticoncepción,
pero tendrán ciclos ovulatorios ocasionales. De todos los embarazos que ocurren en este grupo de
edad y en mujeres ≥40 años de vida, más de 33% no es planeado. De manera importante, el
embarazo con edad materna avanzada conlleva un riesgo aumentado de morbilidad y mortalidad
relacionadas con el embarazo

Cambios en la termorregulación central De los muchos síntomas de la menopausia que pueden


afectar la calidad de vida, los más comunes son los síntomas relacionados con la termorregulación.
Estos síntomas vasomotores pueden ser descritos como bochornos, sofocos y diaforesis nocturna.
Los bochornos empiezan alrededor de dos años antes de la fecha de última menstruación y 85%
de las mujeres que los experimenta sigue padeciéndolos durante más de un año. Cada bochorno
tiene una duración de 1 a 5 min y la temperatura de la piel se eleva por vasodilatación periférica .
Este cambio es más acentuado en los dedos de las manos y los pies, donde la temperatura se
incrementa 10 a 15°C. La mayoría de las mujeres percibe una onda repentina de calor que se
extiende por todo el cuerpo, en especial en la parte superior y la cara. La diaforesis comienza
principalmente en la parte superior del cuerpo y corresponde al momento en que aumenta la
conductancia cutánea (fig. 21-5); ésta se observa en 90% de los bochornos (Freedman, 2001). Los
bochornos se acompañan también de elevación de la presión sistólica tanto durante la vigilia como
durante el sueño (Gerber, 2007). Además, la frecuencia cardiaca aumenta entre 7 y 15 latidos por
minuto más o menos al mismo tiempo que la vasodilatación periférica y la diaforesis. Entre 5 y 9
min después de iniciado el bochorno, la temperatura central desciende de 0.1 a 0.9°C gracias a
que se pierde calor con la transpiración y la vasodilatación periférica . Si la pérdida de calor y la
diaforesis son considerables, las mujeres sienten escalofríos. La temperatura de la piel se
normaliza de forma gradual, pero algunas veces tarda 30 min o más.

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