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Colección Tesis Doctoral

Interpretación de las
normas y derecho penal
Juan Pablo Alonso
Interpretación de las normas
y derecho penal

Juan Pablo Alonso

BIBLIOTECA
UNiVERSIDAD de PP,LERMO
P¡ohibida su Reproducción - Ley 11723

Colección Tesis Doctoral


4

Directores
Edmundo S. Hendler
Ignacio F. Tedesco
Tesis doctoral:
Casos dificiles y coherencia del Derecho
Autor: Juan Pablo ALONSO
Director: José Juan MORESO
Tribunal: Presidente: Juan Rurz MANERO; Vocales: Pablo NAVARRO, Daniel MENOONCA, José Maria
VrLAJOSANA y Daniel GoNzALEZ l.AGrEr.
Grado obtenido: Doctor en Derecho por la Universidad Pompeu Fabra
Calificación: Sobresaliente cum Laude, por unanimidad.
29 de enero de 2004 - Universidad Pompeu Fabra (Barcelona).

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Diseño de tapa: Diego GRINBAUM


Alonso, Juan Pablo
Interpretación de las normas y derecho penal 1 Juan
Pablo Alonso ; con prólogo de: Julio E.S. Virgolini y
Impreso en lebrero de 2006 en
Eugenio Bulygin - 1 a ed. - Buenos Aires : Del Puerto,
Corporación Gráfica
2006.
Ávalos 2106. Vicente López. 360 p.; 22x15 cm.
Pcia. de Buenos Aires
ISBN 987-9120-80-9
Tirada: 700 ejemplares

ISBN 987-9120-80-9 1. Derecho Penal. l. Julio E.S. Virgolini, prolog. 11.


Eugenio Bulygin, prolog. 111. Titulo
Hecho el depósito de ley 11.723 CDD 345

Impreso en Argentrna Fecha de catalogación: 30/11/2005


blemas prá~ticos que involucran a una persona que desea saber en qué
circunstancias se encuentra y qué solución jurídica se le exige. En tal
sentido amplio, la ambigüedad es una forma de "caso difícil", porque
involucra la dificultad de determinar cuál de los posibles casos genéri-
cos derivables de una determinada formulación normativa está corre-
lacionado con cuál de las posibles soluciones normativas derivables,
también, de una determinada formulación normativa.
Resta decir, respecto de la ambigüedad, que no siempre es posi-
ble arribar a una solución concluyente en cuanto a la determinación
de un único significado para la formulación normativa problemática,
aunque muchas veces sí lo es. Un método viable pm·a la resolución de
problemas de ambigüedad es el modelo de la coherencia, el cual per-
mite solucionar problemas de esta índole (además de otros) de mane-
ra no arbitraria. Dicho método será analizado en el capítulo cuarto
(infra 17 a 22). No obstante ello, anticipamos que para este caso gené-
rico concreto (la ambigüedad analizada en la suspensión del juicio a
prueba) no es posible establecer cuál de las dos posiciones es la más
adecuada, debido a que ambas, en términos coherentistas, se encuen-
tran en pie de igualdad.

S. 2. La vaguedad
Al igual que la ambigüedad, la vaguedad es un problema del len-
guaje en general que, como tal, afecta al derecho. Usualmente los pro-
blemas de ambigüedad y vaguedad son analizados de manera conjun-
ta, como si fuesen de similar índole. Sin embargo, un estudio en detalle
de ambos problemas demuestra que se trata de cuestiones distintas,
que se presentan y requieren distintos niveles de análisis.
Según CARruó, la vaguedad se distingue de la ambigüedad debido
a que en ciertos casos:

'1a incertidumbre en la aplicación o interpretación de ciertos térmi-


nos no brota de que no sabemos en qué sentido han sido usados, por-
que sobre eso no tenemos dudas (... ) la duda se origina en que no sé
bien donde termina el campo de aplicación de la palabra "x" y este ca-
so parece hallarse en las proximidades de esos desdibujados linderos,
cuya ubicación no puedo precisar. Más fundamental aún: tengo la im-
presión de que carece de sentido hablar aquí de límites precisos" (CA-
RRJó 1965, 31).

HoSPERS, por su parte, señala:

"¿Por qué es con frecuencia tan difícil definir una palabra? La ambi-
güedad de una palabra no es lo hace difícil definirla: sólo necesitamos
enumerar una definición distinta para cada uno de los sentidos de la
palabra ambigua. Una dificultad mucho mayor la constituye una
arraigada característica del lenguaje llamada vaguedad. 'Vago' es el

58 CAPÍTULO 11
opuesto de "preciso", y las palabras y frases que son vagas están, en
consecuencia, desprovistas de precisión" (HOSPERS 1976, 93).

Complementariamente, en el ámbito jurídico la ambigüedad y la


vaguedad son problemas de niveles distintos. En la ambigüedad exis-
ten problemas para identificar la norma genérica (ya sea en el caso ge-
nérico, ya sea en la solución normativa genérica}, porque existen dife-
rentes significados genéricos posibles. En la vaguedad, en cambio, el
problema se presenta al nivel de la subsunción de un caso individual
en el caso genérico establecido por una norma ya identificada. De esta
forma, mientras la ambigüedad es un problema que se presenta en el
nivel de identificación de las normas, la vaguedad se presenta en el ni-
vel de la aplicación de las normas.
Se dice que un término es vago cuando existen casos individuales
para los que no puede decirse con carácter definitivo si el término en
cuestión puede o no aplicarse a ellos (ALsTON 1964, 125 y ss.). Que no
haya una respuesta definitiva no significa que la ausencia de respues-
ta se deba al desconocimiento de las condiciones de uso de la palabra
o a la ausencia de pruebas sobre los hechos. Justamente, aun cuando
existiese plena certeza sobre los hechos, es factible que existan dudas
sobre si una palabra de clase se aplica a los hechos probados.
Existe una cierta tendencia a considerar a la vaguedad como una
característica poco deseable del lenguaje. Esta afirmación sólo es cier-
ta en determinados contextos. HosPERS considera que en el lenguaje
ordinario las palabras vagas son enteramente indispensables, no sólo
por permitir una cierta economía de palabras de clase, sino también
para describir ciertos hechos en función de la información que se po-
see49. ALSTON afirma que, en ciertos contextos lingüísticos, la vaguedad
puede resultar estratégicamente ventajosa, al generar incertidumbre
sobre los oyentesSO.

49
Al respecto HoSPERS da el siguiente ejemplo: si sabemos exactamente a
qué velocidad iba conduciendo alguien, no necesitamos usar las palabras "rá-
pido" o "lento": simplemente decimos la velocidad. Pero si no lo sabemos exac-
tamente, podriamos decir con cierta vaguedad "alrededor de 110", o, aún más
vagamente, "más bien rápido". Las palabras vagas permiten describir situacio-
nes en las cuales no se posee información precisa (HosPERS 1976, 94).
50
Al respecto, ALSTON da cuenta del lenguaje de los polfticos, dando co-
mo .~jemplo el caso de un embajador de EE.UU. en Rusia -durante la "guerrra
frra - que declara lo siguiente: "mi gobierno se opondrá firmemente a toda in-
t~rfer;ncia en los asuntos internos de Hungría". ¿Qué significa la "oposición
firme ante, por ejemplo, una invasión Rusa a Hungría?. Puede significar des-
d~ la desapr~baci~n a través de una conferencia de prensa, el impulso de san-
c~ones a Rus1a o, mcluso, una ayuda militar activa a Hungria en caso de inva-
Sión. En este contexto, la vaguedad es una gran ventaja por el desconcierto que
lA IDENTIFICACIÓN DE lAS NORMAS
59
Pueden distinguirse diversas formas de vaguedad, destacándose la
vaguedad de los térnzinos polares, la vaguedad combinatoria y la texwra
abierta de/lenguaje.
Térnzinos polares son aquellos como "alto" y "bajo". "nuevo" Y "vie-
jo", "claro" y "oscuro", "grande" y "pequeño", etc. En estos casos no
existe un límite preciso entre la aplicabilidad y la no aplicabilidad ~e
la palabra. Uno de los polos se transforma gradualmente en el otro. Y
no hay ningún punto donde podamos trazar una línea Y d ec1r: · "En es-
te punto el objeto deja de ser pequeño y empieza a ser gmnde'" (Hos-
PERS 1976, 94). 1
La vaguedad de los términos polares es simple: hay una línea en ~
cual en uno de los extremos la palabra es claramente aplicable Y en e
otro d e 1os extremos 1a palabra es claramente no ap l 1ca . ble • dudándose
sobre su aplicabilidad en los segmentos centrales. El problema se comd-
plica cuando no hay una sola línea sino muchas que se mterse · clan·· e
ello se trata la vaguedad combinatoria (HOSPERS 1976, 95).
La vaguedad combinatoria se "deriva de la indetermmacJOn · · · en tor-
no a qué combinación de condiciones es necesaria o suficiente para 1~
aplicación del término y a menudo tenemos este tipo de vagueda
cuando hay una pluralidad de condiciones relevantes" (ALSTON 19 ~ 4~
130). ALSTON señala como ejemplo de este tipo de vaguedad a la pa a
b ra "re1"1g1"6 n " , enumerando nueve rasgos que se sue ¡en a t n"huir para su .
uso5 1• Nadie dudaría en que la conjunción de esos nueve rasgos per;I-
ten aplicar la palabra "religión" a un determinado fenómeno; las du as
versan sobre ciertos casos en que alguno 0 algunos de los rasgos no se
presentan pero sí se presenta un número significativo del resto. Ahora
bien, ¿qué cantidad de estas condiciones deben presentarse Y con qué
intensidad?
Para HoSPERS, lo caracterfstico de este fenómeno es que ninguna
de las condiciones debe estar presente, siempre y cuando todas o algu-
nas de las demás lo estén, pero no puede estar ausente si faltan todas
1as demás. Esto constituye el "rasgo del quórum del lenguaJe · "52 · El

genera en el destinatario, y su eliminación supondría graves desventajas (ALS-


TON 1964, 127/128).
. . ..si Algun~s ~e los rasgos que ALSTON atribuye al uso de la palabra "l·e.li-
gJOn son los slg~uentes: 1) la creencia en seres sobrenaturales (dioses), 2) dis-
tinción ent.re objetos sagrados y profanos, 3) actos rituales con objetos sagra-
dos, 4) cód1go moral que se cree ratificado por los dioses, S) oraciones y formas
de comunicación con los dioses.
52 El "rasgo del quórum del lenguaje" funciona de manera similar al quó-
rum de los órganos colegiados, en los cuales "debe estar presente un quómm
de senadores antes de que el senado empiece oficialmente la sesión, pero no
tiene por qué estar ningún senador determinado; no hay un solo senador que
no pueda ser dispensado, siempre que haya un número mínimo de otros sena-
dores. Este es el requisito del quórum" (HOSPERS 1976, 98).

60 CAPÍTULO JI
"quórum" vmia de un grupo a otro, y de una palabra a otra. "No pue-
de decir·se que algo es un juego si están presentes cuatro o más carac-
terísticas lüdicas, y que no lo es si hay menos. La palabra es vaga en lo
que se r·efier·e al porcentaje que ha de estar presente para que la pala-
bra sea aplicable" (HOSPERS 1976, 98). A ello se suma la dificultad de
determinar· cuál es el conjunto de condiciones totales que determinan
el uso de la palabra, conjunto del cual se extrae el "quórum" que deter-
mina la aplicabilidad. Por último, debe notarse que no todas las condi-
ciones tienen el mismo peso, y que algunas de ellas sólo se presentan
en grados (HOSPF.RS 1976, 98/99).
Con diversa intensidad, estos variados problemas de vaguedad
suelen presentar"Se en el ámbito jurídico. Veamos dos ejemplos del
Cód. Penal.

Art. 129: Ser·á reprimido con multa de mil a quince mil pesos al que
ejecutare o hiciese ejecutar por otros actos de exhibiciones obscenas
expuestas a ser vistas involuntariamente por terceros (destacado agre-
gado).

Art. 79: Se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinc~ años al


que matar·e a otro, siempre que en este Código no se estableciere otra
pena (destacado agregado).

Puede afirmarse que la noción de "exhibiciones obscenas" es cen-


tralmente vaga, ya que no hay un uso relativamente esta~le d.~ esa pa-
labra, amén de la existencia de un alto contenido emotrvo. Matar a
otro" • en cambio, no es centralmente vaga, debido a que existe ~ uso
relativamente estable de la palabra, aunque ello no obsta a que exrstan
caso dudosos53
En tét·min~s comparativos, podría afirmarse que la noción ~e "ex-
hibiciones obscenas" depende de muchas variables, existiendo di~eren­
cia no sólo entre distintas culturas y diferentes épocas sino que, 1 ~clu­
so, pueden existir profundas disidencias entre hablantes de una misma
comunidad lingüística. Al contrario, la noción de "matar a otro" es es-
table Y esa estabilidad no sólo se presenta dentro de una comunidad
lingüística sino que también es estable respecto de otras culturas Y de
otras épocas.

. 53 Un ejemplo de vaguedad de "matar a otro" podrla ser el siguiente: va.


nas personas (x, y, z) de manera independiente quieren matar a Juan. Todas le
dan u~a dosis de veneno que individualmente no alcanzar(an para ~atarlo, pe-
ro conJuntamente le producen la muerte. La duda reside en si la accrón de x se
subsume o no dentro del signWcado de "matar a otro". Otro ejemplo de vague.
dad del vocablo "matar" lo constituye el caso de quien es alcanzado por un dis-
paro de arma de fuego y queda postrado, en vida vegetativa: ¿está muerto o sim.
plemente lesionado? ¿Qué sucede si muere diez años después de la agresión?

LA IDENTIFICACIÓN DE LAS NORMAS


Si bien en el lenguaje ordinado la vaguedad no siempre es consi-
derada como un inconveniente, en el ámbito jurídico suele sedo debi-
do a que genera perplejidad en los destinatarios y los aplicadores de las
normas, en virtud de la incertidumbre sobre la extensión o el conteni-
do de las mismas.
La vaguedad puede restringirse mediante formulaciones legislati-
vas específicas o aclaratorias, pero es difícil eliminarla por completo:
la introducción de palabras para efectuar precisiones puede acarrear
nuevos problemas de vaguedad que antes no estaban (ALSTON
1964,133). En efecto, si bien pueden realizarse esfuerzos para limitar
al mínimo la vaguedad, no puede garantizarse a priori que no puedan
surgir casos dudosos, por la aparición de circunstancias que los usua-
rios del lenguaje no consideraron relevantes. En esto consiste el fenó-
meno de la textura abierta del lenguaje.
La textura abierta de/lenguaje, según WAISMANN ( 1952), constituye
una fuente inagotable de vaguedad respecto de ciertos términos, en es-
pecial los que denotan objetos físicos. El autor explica el problema a
través de un -ya- clásico ejemplo: supongamos que un objeto al cual
denominamos "gato" con completa seguridad, comenzara de pt·onto a
hablar, o creciera hasta la altura de un metro, o se desvaneciera en el
aire para aparecer luego. En tal caso no sabríamos si aplicar o no el
término. Ello se debe a que cuando formamos un concepto pensamos
sólo en cierto tipo de situaciones y, por tanto, el concepto sólo puede
defenderse contra ciertas contingencias. Este tipo de vaguedad nunca
puede ser eliminado por completo ya que, aunque se decida qué hacer
&:ente a un caso insólito -como el "gato" que habla castellano-, "habría
Siempre un número indefinido de casos imaginables con respecto a los
cuales el concepto todavía no estaría delimitado" (HosPERS 1976, 139).
A partir de la obra de HART, la teoría jurídica ha analizado de ma-
n~;a recurre~te este problema, bajo el rótulo de "vaguedad potencial"
o textura abierta de las normas", el cual puede afectar incluso a aque-
llas normas que consideramos como las más claras y precisas de un
sistema jurídico. Este problema se vincula con la necesidad legislativa
de que las normas jurídicas se expresen en palabras generales y no por
medio de directivas particulares impartidas a cada individuo 54 . Si es-
to no fuera así, no podría existir nada de lo que se conoce como dere-
cho. De allí la necesidad de que las normas jurídicas sean ge11erales, de-
biendo referirse a clases de personas, clases de actos, clases de cosas y
clases de circunstancias; el funcionamiento eficaz depende de la exis-
tencia de una capacidad ampliamente difundida para ver en los actos,

54 Sin embargo, aun en el caso de sistemas conformados sólo por normas


particulares el problema de la vaguedad podría aparecer toda vez que en el dic-
tado de normas particulares también suelen utilizarse palabras de clase.

62 CAPÍTULO 11
cosas y circunstancias particulares, instancias de las clasificaciones ge-
nerales que el derecho efectúa (HART 1961, 155).
Es evidente que las palabras genéricas no servirían como medio de
comunicación si no existieran casos claros e indiscutidos sobre su apli-
cabilidad. Sin embargo, así como deben existir casos claros, suelen
presentarse casos marginales en donde existen razones tanto a favor
como en contra de la utilización de un término general, no existiendo
convención firme o acuerdo general alguno que determine su uso o su
rechazo. "Si han de resolverse las dudas, quienquiera sea el encargado
de ello tendrá que llevar a cabo un acto de la naturaleza de una elec-
ción entre altemativas abiertas" (HART 1961, 158).

"Cualquiera sea la técnica, precedente o legislación, que se escoja pa-


ra comunicar pautas o criterios de conducta, y por mucho que éstos
opet-en sin dificultades respecto de la gran masa de casos ordinarios,
en algún punto en que su aplicación se cuestione las pautas resulta-
rán ser indeterminadas; tendrán lo que se ha dado en llamar una 'tex-
ttu-a abiet·ta' ( ... ) la falta de certeza en la zona marginal es el precio
que hay que pagar por el uso de términos clasificatorios generales en
cualquier forma de comunicación relativa a cuestiones de hecho"
(HART 1961, 159).

Según HART, el precio de la textura abierta no debería pagarse si


el mundo en el que vivimos estuviera caracterizado por un número fi-
nito de notas y éstas, junto con todos los modos posibles de combina-
ción, [u eran conocidas por nosotros. En tal hipótesis podríamos for-
mulat- provisiones por adelantado para todas las posibilidades
elaborando reglas cuya aplicación a los casos particulares nunca exi-
giera una nueva elección. Pero, según HART, este no e~ n~estro mundo.
Los legisladores humanos no pueden tener tal conocimiento de todas
las posibles combinaciones de circunstancias que el futuro pueda de-
arar (HART 1961, 160). La teoría jurídica tiene, según el autor, una cu-
~iosa historia, en cuanto a que es propensa a ignorar o a exagerar el ca-
rácter indeterminado de las reglas jurídicas. Para sustraernos de esta
oscilación entre extremos es menester recordar, señala HART, que la in-
capacidad humana para anticipar el futuro, que está en la base de la
. determinación, varía en grados según los diferentes campos de con-
;ucta. y que los sistemas jwidicos proveen a esta incapacidad median-
una correspondiente variedad de técnicas. La textura abierta del de-
techo significa que hay áreas de conducta donde mucho debe dejarse
r:ra que sea desarrollado por los tribunales. En la zona marginal de
fas regla~ Y en los campos que la teoría. de los precedentes deja abier-
)os tnbunales desempeñan una función productora de normas.
tO• Fernando ATRIA ( 1999) ha criticado agudamente las tesis de HART
resPecto de la textura abierta de las normas jurídicas, señalando que

~oENnFICACIÓN DE LAS NORMAS 63


u'-1
HART sostiene dos tesis distintas respecto del tema, tesis que son in~
compatibles entre sí.
Según ATRIA, una primera lectura de HART refie1·e que "la textura
abierta es una tesis sobre el lenguaje (o, mejm· dicho, los lenguajes na~
turales), y sólo de forma derivativa sobre el derecho ... Desde luego, da~
do que (o: sólo porque) las reglas jurídicas son expresadas en lengua~
jes naturales la textura abierta de los segundos se comunica, pm· así
decirlo, a las primeras" (ATRIA 1999, 81).
Sin embargo, señala ATRIA, HART sostiene una segunda tesis ,-elati~
va a la conveniencia de la textura abierta, en el sentido de que la mis~
ma puede eliminarse por completo "congelando el significado de la re~
gla, de modo que sus términos generales tengan que tener el mism?,
significado en todos los casos en que su aplicación está de por medio
(HART 1994, 129); de esta forma se podrían resolver por adelantado, pe~
ro a oscuras -continúa HART-, "cuestiones que sólo pueden ser razona~
blemente resueltas cuando se presentan y son identificadas" (HAR'f
1994, 130).
Analizando estas dos tesis de HART, ATRIA señala que las mismas
son incompatibles, ya que según la segunda tesis sería posible resolver
por adelantado que los casos de penumbra no sean tales, por lo que la
textura abierta no es una característica inescapable de los lenguajes
naturales -y derivativamente del derecho- sino, más bien, un obstácu~
lo eludible.

":·· si podemos eliminar la falta de certeza en la zona marginal. es


s~mple~ente incorrecto decir que la falta de certeza en la zona mar~
gmal existe porque no puede ser eliminada· la razón por la cual el de~
recho es_ incierto en casos difíciles (o pen~mbrales) es no algu?a ca~
racterístJca de los lenguajes naturales (incluido el lenguaJe del
derech,o), sino la muy diferente razón que no es razonable intentar re~
~olver J?Or adelantado, pero también a oscuras' cuestiones que no po-
emos Identificar" (ATRIA 1999 , 82 ).

Según ATRIA, esta inconsistencia de HART revela la tensión existen~


te entre las dimensiones de certeza y adecuación del derecho y, en de~
fi~itiva, _la .t~nsión entre la teoría del derecho y la teoría del razona~
miento JUndico. En su meduloso análisis ATRIA arriba a la conclusión
de que el nivel de la adecuación (el razon~miento jurídico) debe preva~
lecer sobre el de la certeza (la teoría del derecho), prevalencia que le
permite cuestionar ciertas tesis centrales del iuspositivismo clásico5 5.
Al respecto, cabe distinguir dos cuestiones: por un lado, la crítica
de ATRIA a la forma en que HART presenta las dos tesis sobre la vague-

55 Más adelante (infra 20.3) criticaremos estos cuestionamientos de ATRJA


al iuspositivismo.

64 CAPITULO 11
dad, y por otro lado, las consecuencias que ATRIA infiere de tal crítica.
La primera cuestión no supone ni implica a la segunda.
En efecto, se podría estar de acuerdo con la crítica de ATRIA a la
forma en que HART presenta las dos tesis sobre la vaguedad, pero, no
obstante ello, no compartir las consecuencias que de ella infiere ATRIA,
en especial las relativas al rechazo de las tesis iuspositivistas.
Si se admite la primera tesis de HART, que señala que la textura
abierta es una característica ineludible de los lenguajes naturales y, de-
t;vativamente, una característica del derecho, puede admitirse que pue-
den existir "casos difíciles" por problemas de subsunción. Pero, como
como veremos (i11{ra 20.3), la resolución de tales problemas no requie-
,.e necesariamente el rechazo de las tesis centrales del iuspositivismo.
Basta deciJ~ en el contexto del presente trabajo, que desde el pun-
to de vista jurídico, la vaguedad (o textura abierta) acarrea problemas
de subsunción; siendo indiferente (o equivalente) que tales problemas
sean considerados como de "subsunción individual" o como de "sub-
sunción genérica".
Supongamos una norma general que estipula que "los contratos
sac¡·íJegos son inválidos" y. al presentarse un caso individual de un con-
trato firmado un día domingo, surgen dudas sobre si dicho contrato es
o no "sacrílego". Tal problema de subsunción individual configura (o
puede ser configurado como) un problema de subsunción genérica
("todos los contratos firmados en días domingos"). De esta forma,
cualquier caso individual penumbra) (siguiendo la terminología. de
ATRIA) no sólo configura un problema de subsunción individual smo
también un problema de subsunción genérica, debido a que todo caso
individual es susceptible de ser descripto mediante el uso de palabras
de clase56.
Frente a tales problemas, el modelo de la coherencia que propone-
mos, cuyos lineamientos se expondrán en el capítulo cuarto (m{ra 17 a
22) ofrece algunas herramientas que, eventualmente, pueden ayudar a
resolver el caso genérico problemático. Si puede determinarse que
ciertos principios rigen en los subsistemas jurídicos que contienen las
normas problemáticas, podría concluirse que la solución más adecua-
da para un cierto caso dudoso ("penumbra)"} es aquella que resulte
más coherente con los principios involucrados. Sin embargo, como ve-
remos en ese capítulo, no puede garantizarse que, a través de un tal
modelo de coherencia, siempre será posible solucionar la cuestión.

56
Según Nomzative Systems (ALCHOURRóN y BULYGIN 1971) la vaguedad_ es
un problema epistémico. Posteriores investigaciones sobre esta problemática
ex!'lo~·an, como ahemativa, el análisis de la vaguedad como un problema se.
mantiCO (po¡· ejemplo, ENDICOTI 2000).

LA IDENTIFICACióN DE LAS NORMAS 65

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