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Informe de Lectura

BUAP/ICSYH – Maestría en Sociología

Libro: Las nuevas sociologías: construcciones de la realidad social

Autor: Philippe Corcuff.

Año: 1998.

Sección: Introducción y Cap. 1.

Estudiante: Pablo Jiménez Cea.

En el texto Las nuevas sociologías: construcciones de la realidad social, Philippe Corcuff


se propone elaborar una revisión crítica de los diferentes aportes e investigaciones
sociológicas de las últimas décadas, aportando a la elaboración del marco teórico que
define como constructivismo social, es decir, aquel que tiende a considerar la realidad
como construida y no dada de antemano como un sistema cerrado y sin fisuras. Para lograr
ese objetivo, se propone una relectura de los clásicos de la sociología -Durkheim, Weber,
entre otros- a partir de los nuevos campos de investigación abiertos por científicos sociales
más recientes -tales como Bordieu, Norbert, Giddens, etc-. Es, de hecho, ese conjunto no
homogéneo de nuevas investigaciones sociológicas -que, aunque diversas, planteas
problemáticas similares-, lo que el autor denomina como “nuevas sociologías” (Corcuff,
1998, pág. 10). No obstante, el texto en sí mismo se plantea antes como una guía de lectura
y una motivación a la exploración teórica de las denominadas nuevas sociologías que como
una presentación definitiva al respecto.

Según Corcuff, un problema histórico de las ciencias sociales consiste en una comprensión
dicotómica de la realidad social y su devenir espacio-temporal, concepción que estructura
la totalidad concreta real en pares opuestos que obligan a los científicos sociales a
posicionarse dentro de los marcos de alguno de los pares binarios que son concebidos como
inconciliables: dicotomía entre lo material y lo ideal, entre lo objetivo y lo subjetivo y,
también, entre lo colectivo y lo individual (Corcuff, 1998, pág. 11). Esta concepción de la
realidad estructurada de manera binaria y reducida a la interacción jerárquica entre alguna
de las dos dimensiones que se planteen como fundamentales, origina la tendencia hacia una
aprehensión descompuesta de la realidad por parte los científicos sociales, puesto que, al
comprender la realidad de una manera dicotómica y, por tanto, de manera incompleta,
deben posicionarse a favor de alguno de los pares en la relación. Sin embargo, es
precisamente esta comprensión reduccionista de la realidad la que tiene efectos
catastróficos al momento de intentar inteligir realidades sociales dinámicas y complejas
(Corcuff, 1998, pág. 11)

En este sentido, los planteamientos constructivistas tratan precisamente de superar estas


oposiciones y de concebir juntos aspectos de la realidad que tradicionalmente se
consideraban antagónicos, buscando a su vez eliminar del campo científico una serie de
falsos problemas que obstaculizan la comprensión integral de la realidad social. No
obstante, para lograr esa superación es necesaria una revisión crítica del legado histórico
que la sociología hereda de la filosofía moderna. En efecto, la sociología como ciencia
moderna de la realidad social es principalmente el resultado histórico de una serie de
debates y tradiciones filosóficas previas, de las cuales hereda una serie de baterías
conceptuales y metodológicas, particularmente las oposiciones entre sujeto y objetos,
materialismo e idealismo, sociedad e individuo, esencia y apariencia, entre otras (Corcuff,
1998, pág. 12).

De acuerdo con Corcuff, la sociología hereda del marxismo tradicional un mecanicismo


histórico que tiende hacia el determinismo económico. La clásica oposición marxista
tradicional entre infraestructura e infraestructura es, no obstante, un legado de binarismos
filosóficos más antiguos, como la archiconocida oposición entre esencia y apariencia, esto
es, la oposición conceptual y dogmática entre una realidad considerada de primer orden
(infraestructura) y otra, sometida a la primera, de segundo orden (superestructura),
permaneciendo configurada una de ellas como más verdadera, más concreta, que la otra.
Sin embargo, tal como señala el autor, la obra de Marx constituye en su totalidad un
esfuerzo consciente por superar esas oposiciones en una lectura científica de la realidad
capaz de dar cuenta del movimiento efectivo de la sociedad capitalista. De esta manera,
nuevas lecturas de Marx han rescatado el carácter abierto de su obra, retomando la senda de
la teoría crítica marxiana y, en tal sentido, la sociología constructivista va por un camino
convergente al de esas relecturas críticas (Corcuff, 1998, pág. 13).

Por otro lado, la dicotomía entre objetividad y subjetividad constituye otro legado binarista
de la filosofía hacia la ciencia sociológica, herencia que caracteriza lo objetivo como la
realidad concreta, y lo subjetivo como el reino de lo indeterminado y lo relativo. Ahora
bien, en el área de las nuevas sociologías el científico social francés Pierre Bordieu se ha
destacado por su doble crítica de lo objetivo y lo subjetivo. De acuerdo con el autor
francófono, la corriente de pensamiento objetivista pretendería establecer una serie de
leyes, sistemas, normas y regularidades que existen con independencia de la conciencia y la
voluntad de los sujetos individuales. Por el contrario, la corriente subjetivista plantea la
primacía de las voluntades, los deseos y las representaciones de los individuos en su praxis
social. De este modo, ambas corrientes pueden sintetizarse de acuerdo a la primacía que
tomarían ciertas relaciones con el objeto de investigación científica:

“El objetivismo es una forma de relación con el objeto de investigación sociológica


que tiende a darle prioridad al mismo, considerándolo como una estructura externa
constituida por una cierta homogeneidad. De manera refleja e inversa, el subjetivismo
tiende a darle prioridad a las representaciones mentales y acciones de los sujetos
sociales (Corcuff, 1998, pág. 15).

A contrapelo de tal dicotomía, la sociología constructivista tiende hacia una praxis


científica que pueda superar la falsa dicotomía entre sujeto y objeto, lo que plantea la doble
necesidad de dar cuenta, en el plano conceptual y metodológico, de la relación entre los
factores objetivos y subjetivos y, además, establecer un punto de conexión entre el punto de
vista externo del investigador y las formas en que los sujetos perciben y viven su propia
praxis social (Corcuff, 1998, pág. 15). En consecuencia, se vuelve elemental la reflexividad
sociológica, esto es, la capacidad de los científicos sociales para integrar en su construcción
del objeto una meta-reflexión sobre su relación particular y socialmente condicionada con
respecto a su objeto de estudio.

Empero, de la misma manera en que la ciencia de la sociedad heredó de la filosofía las


anteriores dicotomías, también ha estado fuertemente atravesada por la supuesta oposición
entre individuo y sociedad (Corcuff, 1998, pág. 16). Para ilustrar este punto, Philippe
Corcuff desarrolla una digresión acerca del concepto de “individualismo metodológico”,
como conceptualización crítica de la obra de Émile Durkheim. Para éste último autor, lo
individual pertenecería al ámbito de lo psicológico, de lo más puramente subjetivo,
mientras que la base empírica y concreta de la sociología residiría en lo colectivo, es decir,
en una articulación social que trasciende a los sujetos individuales. De este modo, en la
concepción durkheimiana la sociedad sería más compleja que la suma de sus partes, esto es,
una realidad con características específicas. Lo social sobrepasaría por completo al
individuo, y le impondría formas de pensar y de actuar que se derivan de su dominio
coercitivo en tanto que Leviatán colectivo. Lo social sería, por tanto, independiente de los
individuos que lo componen -una verdadera reificación de la praxis social efectiva-, punto
de vista que iría asociado a un predominio de la dimensión objetivista del pensamiento. En
efecto, para Durkheim la “verdadera” realidad sería la objetividad de los hechos sociales
(Corcuff, 1998, pág. 16).

Sin embargo, dada la vastedad de la obra Durkheim, es posible ensayar una lectura desde la
perspectiva de las nuevas sociologías de carácter constructivista. Para ello, Corcuff toma
prestado el concepto de “individualismo metodológico” del sociólogo Raymond Boudon.
Este podría ser definido como la enunciación teórica que señala que para explicar cualquier
fenómeno social: “es indispensable reconstruir las motivaciones de los individuos
implicados en dicho fenómeno y considerarlo resultado de la suma de los comportamientos
individuales dictados por esas motivaciones” (Corcuff, 1998, pág. 17). Esta es, pues, una
concepción que se aleja de manera crítica de las concepciones de Durkheim, sus epígonos
actuales y los economistas liberales que consideran a los individuos como meros átomos
básicos del análisis de los procesos sociales, y la sociedad misma como un simple agregado
mecánico de las actividades individuales (Corcuff, 1998, pág. 17). En este sentido, la
economía clásica -particularmente en su versión neoclásica y monetarista- comparte con la
sociología individualista el postulado ideológico de la supuesta racionalidad plena por parte
de los actores sociales, dejando de lado todas las problemáticas estudiadas científicamente
por las sociologías críticas. En consecuencia, y a modo de síntesis, puede decirse que las
nuevas sociologías tienen una concepción plural y diversa de los individuos, es decir,
comprendidos como productos y productores de diversas relaciones sociales (Corcuff,
1998, pág. 18).

De este modo, se configura una problemática constructivista que no puede ni debe


considerarse como una nueva escuela sociológica o como una corriente de pensamiento
homogénea, sino más bien como “un conjunto de problemas e interrogantes en los que
trabajan estudiosos muy diferentes en cuanto a sus trayectorias intelectuales, recursos
conceptuales, métodos o relaciones con el trabajo empírico” (Corcuff, 1998, pág. 19). Bajo
este prisma, las realidades sociales deben ser aprehendidas más allá de las falsas dicotomías
heredadas de la filosofía, lo que quiere decir que requieren ser comprendidas como
construcciones históricas realizadas cotidianamente por actores sociales individuales y
colectivos.

En consecuencia, la historicidad de los actores y de la colectividad social misma constituye


un elemento conceptual de carácter central en un triple sentido (Corcuff, 1998, pág. 19): 1)
el mundo social empírico está construido a partir de elementos históricos legados
directamente desde el pasado. 2) Las formas sociales constituidas históricamente son
reproducidas y apropiadas por los actores sociales, pero al mismo tiempo son reinventadas
y transformadas cotidianamente en las contradicciones y conflictos que formas parte de la
historicidad misma de la sociedad. Y, finalmente, 3) esta herencia histórica y esta
reproducción cotidiana que contienen en sí mismas el principio de la transformación social,
constituyen a la acción de los sujetos sociales como una historicidad objetiva que quiebra
cotidianamente el legado del pasado y lo abre hacia la posibilidad de otros futuros.

Referencias
Corcuff, P. (1998) Las nuevas sociologías: construcciones de la realidad social. Madrid:
Alianza Editorial.

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