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Esta obra fue encargada al ingeniero francés Alexandre Gustav Eiffel, quién la diseño para ser
levantada durante la Exposición Universal de 1889 de París, y es por ello que lleva su apellido como
emblema.
Aunque en sus inicios la sociedad francesa no lo aguardaba mucho cariño por considerarla un
monstruo de hierro para aquella época hoy en día la llaman con cariño nada más grande y es
identificada por todos como símbolo de París.
Tuvo una altura inicial de 300 metros. Posteriormente se montó en su cúspide una
antena de radio, con la que su altura llegó a los 324 metros. El proyecto original
contemplaba que la torre alcanzase los 350 metros de altura, pero los vecinos se
alarmaron por la amenaza de que un edificio tan alto y construido sin apenas piedras
pudiera caerse, y se manifestaron, provocando un cambio de planes. En su época
ostentó la marca como la estructura más alta del mundo, hasta el año de 1930 cuando
fue superada por la torre Chrysler, de Nueva York, en 1930.