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La situación alemana en los años veinte era sumamente problemática. La frágil República
de Weimar estaba bajo presiones constantes por una economía frágil y dependiente de los
créditos externos para mantenerse en pie y al mismo tiempo poder pagar sus reparaciones
de guerra. En ese sentido, gran parte de los créditos eran suministrados por los Estados
Unidos. La dimensión económica es fundamental para analizar el creciente poder que
fueron ganando los nazis –que antes de fines de la década contaban con escasos lugares
en el parlamento alemán- y que luego de 1929 crecieron en fuerza y número. La crisis
económica en Alemania engendró una de las tasas de desempleo más altas de su
historia con 44% de personas sin trabajo.
1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único
Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
2.- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola
categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3.- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o
defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas
noticias, inventa otras que las distraigan”.
4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por
pequeña que sea, en amenaza grave.
5.- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su
nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más
grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a
realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa;
además, tienen gran facilidad para olvidar”.
6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño
de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes
perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni
dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite
suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7.- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y
argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público
esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder
contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a
través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9.- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se
tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también
contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a
partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de
odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan
arraigar en actitudes primitivas.
11.- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa
“como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
La dictadura nazi no solo estableció una amplia propaganda antisemita, sino que
creó un corpus legal para materializar la discriminación contra los judíos. Así, el 15
de Septiembre de 1935 se adoptaron por unanimidad las denominadas Leyes de
Nüremberg. Las mismas –siguiendo la ideología exclusivista nazi- buscaban evitar
mezclas raciales entre el pueblo judío y los alemanes. Las leyes tenían como
primer objetivo definir a los diferentes grupos y se basaban -antes que en nociones
religiosasen ideas raciales. Los judíos no debían contraer matrimonios con los
denominados arios, y se los consideraba por fuera de la comunidad alemana.
Además, esta minoría era excluida de diferentes profesiones y cargos estatales. De
esta manera, por ejemplo, no podrían ejercer cargos docentes en universidades
alemanas.
EL fenómeno de discriminación que establecieron los nazis nazi no fue solo una cuestión
legal sino también que se vio expresada en acciones violentas. Así, el ejemplo de la
estigmatización de los judíos y el paso de la violencia simbólica a la material se ejemplifica
en 1938. De esta manera, el 9 y 10 de noviembre de ese año acontecieron una serie
de ataques en diferentes puntos de Alemania y también de Austria contra negocios
de la comunidad judía y sinagogas. El violento hecho conocido hoy como la “noche
de los cristales rotos” correspondió con el ataque y saqueo por parte de miembros
de la SA y la Gestapo de miles de tiendas judías, así como la quema de cientos de
sinagogas. La “noche de los cristales rotos” estuvo acompañada con la persecución
de miles de judíos en distintos puntos de Austria y Alemania.