Está en la página 1de 17

doctrina

constitucional

El constitucionalismo
latinoamericano y la “sala de
máquinas” de la constitución
(1980-2010)
Roberto GARGARELLA

El autor hace un repaso de los principales cambios y movimientos del


constitucionalismo latinoamericano, señalando que, en su mayoría, las
primeras constituciones fueron producto de transacciones entre liberales
y conservadores, por lo que su contenido y eficacia estuvo limitado. Expli-
RESUMEN ca que, recientemente, el constitucionalismo de la región viene conocien-
do nuevas constituciones, que si bien incluyen importantes reconocimien-
tos a nivel de derechos (sobre todo de participación), no ha morigerado
suficientemente la concentración del poder político (especialmente el pre-
sidencial), lo que limita la implementación y eficacia de aquellos.

introducción pacto entre liberales y conservadores, y die-


La pregunta a partir de la cual se nos invita a ron lugar a organizaciones institucionales po-
reflexionar se refiere a la relación entre De- líticamente muy restrictivas. Conforme a la
mocracia y Constitución. La cuestión es cen- fórmula alguna vez acuñada por Juan Bautis-
tral para la teoría constitucional, y merecedora ta Alberdi, ellas establecieron libertades polí-
de los estudios más detallados, por lo que aquí ticas limitadas, junto a libertades económicas
solo procuraremos acercarnos a un aspecto del muy amplias. Desde entonces –mediados del
problema, vinculado con el análisis del consti- siglo XIX– las constituciones sufrieron nume-
tucionalismo contemporáneo en América Lati- rosas reformas, destinadas a expandir las ca-
pacidades políticas de la ciudadanía –en otros
na. Nos referiremos a un intento más bien fa-
términos, ellas vinieron a expandir las liberta-
llido de expandir la democracia a través de la
des antes limitadas, y expandir de ese modo la
Constitución, y daremos cuenta del porqué de
democracia, a través de la Constitución–. Di-
ese parcial fracaso.
cha tendencia fue poderosamente acentuada
La tesis que procuraremos defender es la si- en la última oleada de reformas, comenzada
guiente: las Constituciones latinoamerica- a fines del siglo XX. Sin embargo, según dire-
nas nacieron, en su mayoría, a resultas de un mos, tales reformas terminaron por reproducir

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 289


D OCTrINA

un parámetro habitual en la región –un pará- liberal-conservador que había distinguido a la


metro dominante desde comienzos del siglo región desde mediados del siglo XIX. Dicho
XX al menos– a partir del cual los reformistas pacto se había concretado a partir de la exclu-
se dedican a expandir los derechos existentes, sión de un modelo diferente de constitucio-
pero sin incorporar las modificaciones acordes nalismo –un modelo que ponía énfasis en la
y necesarias, en el otra área fundamental de la dimensión social– y fue, justamente, esta di-
Constitución, el área de la organización del mensión social la que trató de ser recuperada,
poder. Lo que tiende a resultar de allí, según ansiosamente, desde la llegada del nuevo si-
veremos, no son, simplemente, reformas in- glo. Lo dicho significa que el nuevo siglo co-
completas, que no terminan de expandir la li- menzó con una buena autorreflexión sobre el
bertad política del modo adecuado. El resulta- estado de la sociedad y el constitucionalismo:
do final nos refiere, más bien, a reformas que La serie de reformas constitucionales que se
conspiran contra sí mismas, porque las liberta- llevaron adelante, en toda la región, desde Mé-
des que se pretenden expandir desde el área de xico (1917) en adelante, fueron complejas y
los derechos terminan siendo puestas en crisis, multidireccionales pero, en todo caso, parece
sino directamente cercenadas, desde la organi- innegable que en ellas estuvo presente una cla-
zación del poder, que tiende a permanecer bá- ra impronta social. Las Constituciones funda-
sicamente intacta, y conforme a las pautas de- cionales, de algún modo, habían fracasado al
finidas en el siglo XIX. Es decir, (...) la matriz mostrarse como la expresión de solo una por-
del poder definida en el siglo XIX se mantiene ción de la sociedad. Las libertades y los de-
en su esencia intocada, por lo cual la organiza- rechos que habían consagrado eran las que
ción política limitadora de libertades, concen- podían ser reclamadas por los sectores más
tradora del poder, verticalista, híperpresiden- acomodados de la sociedad. Pero la presen-
cialista, organizada desde mediados del siglo cia de tales principios en el texto constitucio-
XIX, se convierte de inmediato en una de las nal era, en todo caso, tan notoria como otras
peores amenazas sobre la pretensión de expan- ausencias. Las constituciones parecían asumir
dir libertades, que ha solido impulsar a los mo- que todos entraban en el pacto constitucional
vimientos reformistas. Lo que es peor: se trata fundacional en un pie de igualdad. Ellas ac-
de una amenaza que proviene desde el propio tuaban como si no fuera un hecho que amplios
corazón de la Constitución. sectores de la sociedad –principalmente, indí-
genas y antiguos esclavos, pero también las
i. El constitucionalismo En El si-
glo XX: algunas buEnas prEgun- mujeres y los más pobres– se asomaban a las
tas sin rEspuEstas dEfinitivas libertades de los demás desde una situación
subalterna en la que habían sido colocados y
Recordemos, aunque sea muy someramen-
retenidos por uso y abuso de la fuerza esta-
te, cómo es que los países americanos llega-
tal. Al ignorar este hecho el constitucionalis-
ron hasta dicho estadio, en su irregular, dis-
mo no solo dejaba de prestar atención a nece-
continuo devenir constitucional. Haciendo un
sidades sociales relevantes, sino que, además,
breve racconto de la historia contemporá-
desconocía el grado de responsabilidad que le
nea del constitucionalismo regional podría-
tocaba en la formación y consolidación de ta-
mos decir que el siglo XX comenzó con al-
les desigualdades.
gunas buenas preguntas, aunque la respuesta
haya sido, como sabemos, muy limitada. En De allí que, desde los primeros años del siglo
efecto, en las primeras décadas del siglo XX, XX, las nuevas Constituciones, con sus ya co-
el constitucionalismo reconoció la necesidad nocidas imperfecciones, intentaron incorpo-
de prestar atención a reclamos de tono social rar la dimensión social olvidada por el cons-
que había desatendido y dejado de lado en su titucionalismo fundacional, a través de cada
etapa fundacional. De esa forma, el derecho vez más amplias declaraciones de derechos
advirtió los límites que eran propios del pacto económicos, sociales y culturales. A la vez,

290
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

procuraron expandir la dimensión política res- acuciado durante todo el siglo, favoreciendo
tringida de las primeras Constituciones. Mos- la llegada, una y otra vez, de regímenes mi-
traron, de ese modo, una vocación incluyen- litares que se convirtieron en graves violado-
te antes que excluyente. En todos los casos, y res de derechos humanos. Las preguntas que
como viéramos, la pregunta es hasta qué pun- aparecieron entonces tuvieron que ver, entre
to tales esfuerzos fueron suficientes; hasta qué otros temas, y de modo decisivo, con la Cons-
punto escaparon del riesgo de ser meramente titución, y lo que ella podía hacer para poner
declarativos; y, sobre todo, hasta qué punto to- límites frente a tales desgracias. La principal
maron en serio las limitaciones que el pasado respuesta tuvo que ver con el híperpresiden-
–expresado en una estructura sociolegal res- cialismo (ahora veremos por qué), y junto con
trictiva– imponía sobre el presente. él, de modo más obvio, con la incorporación
de Tratados de Derechos Humanos en la Cons-
Luego, desde mediados del siglo XX, y duran-
titución o, más en general, con la apertura del
te más de dos décadas, el constitucionalismo
derecho interno al derecho internacional de los
pareció perder atractivo, envuelto en un clima
de época que tendía a relegar las cuestiones le- Derechos Humanos.
gales a un terreno meramente superestructural. Vamos a detenernos, de todos modos, en la
En los peores casos, las iniciativas de refor- cuestión del híperpresidencialismo. La pre-
ma constitucional fueron vistas como inútiles, gunta del caso era importante y la respuesta
sino directamente engañosas, susceptibles de fue aparentemente extraña, pero en definitiva
distraer la atención del lugar realmente rele- irreprochable. Fueron muchos los que conclu-
vante, que era el de la cruda lucha social. yeron, entonces, que el gran drama de la re-
De todos modos, el dramático final de muchos gión –el que, en definitiva, generaba las con-
de tales enfrentamientos sociales y de clase diciones para la masiva violación de derechos
volvieron a llevar la atención hacia el reformis- humanos– era el drama de la inestabilidad po-
mo constitucional. En efecto, los largos años lítica. Frente a ella, la respuesta que se propu-
de desdén constitucional vinieron de la mano so entonces fue una interesante, y en un primer
del triunfo de dictaduras y regímenes autori- momento, compartida: el constitucionalismo
tarios que azolaron toda la región, y que im- tenía algo que ver con esa inestabilidad y, por
plicaron la muerte de decenas de miles de ciu- lo tanto, podía hacer algo para remediarla. La
dadanos, cuyos derechos de todo tipo fueron clave que el constitucionalismo no había acer-
arrasados impiadosamente y del peor modo. tado a identificar, hasta entonces, era el siste-
De allí que no resultara una sorpresa que, en la ma presidencialista o, más precisamente, hí-
década de 1980, y con el fin del periodo de las perpresidencialista, al que se correlacionó
peores dictaduras, la región presenciara la po- directamente (en un debate que siguió duran-
derosa “re-emergencia” del discurso constitu- te décadas) con la producción de inestabili-
cional, acompañado de un extraordinario rena- dad política (Cheibub & Limongi 2002; Eaton
cer del ideario de los derechos humanos. 2000; Linz & Valenzuela 1994; Nino 1987,
1992; O’Donnell 1994; Przeworski, Alvarez et
Constitucionalismo y derechos humanos tra- al. 2000; Riggs 1987; Samuel & Eaton 2002;
zaron, desde entonces, una poderosa alianza Shugart & Carey 1992; Unger 1987).
que se reflejó en un revitalizamiento democrá-
tico de la vida política, que incluyó nuevas y En efecto, el sistema híperpresidencialsita
originales reflexiones en materia constitucio- fue considerado corresponsable principal de
nal. En efecto, una mayoría de países america- la grave dificultad de las democracias regio-
nos llegaron a finales del siglo XX planteán- nales para mantenerse en el tiempo. El híper-
dose una serie de preguntas cruciales, luego de presidencialismo implicaba concentrar poder,
haber identificado un problema constitucional y también responsabilidades y expectativas,
igualmente importante. El problema tenía que en una sola persona, con mandato fijo duran-
ver con la inestabilidad política que los había te años. Cualquier súbito desencanto con el

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 291


D OCTrINA

presidente –cualquier crisis anunciados no se dirigieron


política o económica, cual- [L]a matriz del poder fundamental ni necesariamen-
quier quiebre en su salud, definida en el siglo XIX te, a reducir los poderes del
cualquier caída en su popula- se mantiene en su esen- presidente. En verdad, lo que
ridad– tendía a traducirse en- cia intocada, por lo cual distinguió a las nuevas refor-
tonces en una crisis del sis- la organización política mas, en todo caso, fue la in-
limitadora de libertades,
tema político, que carecía de concentradora del po- troducción de reformas muy
válvulas de escape con las der, verticalista, híper- distintas de las anunciadas, di-
que remediar los desajustes, presidencialista, organi- rigidas a facilitar reeleccio-
impidiendo la puesta en cri- zada desde mediados del nes presidenciales que el viejo
sis de toda la estructura cons- siglo XIX, se convierte de constitucionalismo, de modos
titucional. Hubo un extendi- inmediato en una de las diversos, limitaba (ya sea de-
do acuerdo, entonces, según peores amenazas sobre negando la reelección; impi-
el cual la fuerte moderación o la pretensión de expan- diendo las reelecciones indefi-
directa eliminación del siste- dir libertades, que ha so- nidas; exigiendo el transcurso
ma híper-presidencialista iba lido impulsar a los movi- de un periodo electoral, pre-


mientos reformistas.
a permitir amortiguar las cri- vio a la reelección, etc.). Esta
sis, evitar su conversión en nueva oleada de reformas, na-
crisis sistémicas, y atajar de ese modo la ines- cidas hacia finales del siglo XX fueron, en
tabilidad recurrente. muchos casos, reformas cortoplacistas o mio-
pes, motivadas por razones autointeresadas,
Por diversas razones, que incluyeron una dis-
normalmente vinculadas con la reelección
minuida fe teórica en los hallazgos de los
presidencial.
ochenta, y el renovado brío de los impulsos
caudillistas, se llevaron consigo al movimien- Así, podemos reconocer que entre 1978 y el
to reformista más importante acordado en esos 2008, se dictaron 15 Constituciones (Bolivia ra-
tiempos. Una razón estructural, más podero- tificó la suya en el 2009), al menos una en cada
sa, menos abstracta, resultó fundamental, en- país de la región, salvo los casos de Costa Rica,
tonces, para explicar el súbito abandono del México, Panamá, la República Dominicana, y
embate anti-presidencial: las nuevas refor- Uruguay (suman 192 en la historia, y 102 en el
mas constitucionales fueron generadas (podía siglo XX, según Negretto 2011; también en Ne-
esperarse otra cosa?) por gobernantes –presi- gretto 2009). En dicho lapso, diez países mo-
dentes– poco interesados en iniciar un movi- dificaron las reglas de la reelección presiden-
miento de cambio constitucional que los tuvie- cial, que en total fueron modificadas 16 veces,
ra a ellos mismos como principales afectados en 9 ocasiones para flexibilizar las cláusulas de
o víctimas. Ninguno de los gobernantes de en- la reelección, en 7 para restringirlas). Ciclos
tonces se mostraba demasiado entusiasmado restrictivos (como el iniciado en 1978), son se-
con la perspectiva de cortarse los propios pies, guidos luego por otros contrarios, destinados a
y responsabilizarse de los históricos males po- facilitar las reelecciones (como el iniciado en
líticos de la región –más bien lo contrario–. 1993). En doce países de la región, también, se
ii. rEElEcción prEsidEncial y cam- fortalecieron los poderes presidenciales, y solo
bio Estructural en seis fueron restringidos (Negretto 2011). Se-
gún Negretto, las reglas referidas a la reelección
Conforme a lo señalado en la sección ante-
presidencial, y a los términos del mandato de
rior, la nueva corriente constitucional refor-
los Presidentes, han sido las más inestables en
mista de la década de 1990 careció por com-
la historia de la región (ídem).
pleto de un impulso anti-presidencial, aunque
entonces fue habitual que se hablara de cam- Lo anterior de ningún modo niega, sin em-
bios que llegaban, también, al cargo presiden- bargo, que habitualmente, y en tren de apro-
cial. En todo caso, lo cierto es que los cambios bar reformas auto-interesadas, movidas por

292
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

pretensiones de muy corto plazo, se agreguen a problemas constitucionales fundamentales,


–ya sea como escudo para proteger lo anterior, bien identificados1.
ya sea como oportunidades que la oposición
aprovecha– reformas más interesantes, que iii. constitucionEs dEsEstabiliza-
das por un podEr EjEcutivo do-
pueden ser valiosas para el largo plazo (Uprimny minantE
2011). Como ejemplo, la Constitución argenti-
na de 1994, motivada sustantivamente por las ¿Cómo impacta, en el resto de la Constitución,
ambiciones reeleccionistas del Presidente en- el hecho de consagrar en ella un poder domi-
tonces en ejercicio, terminó por consagrar otras nante? El punto resulta especialmente impor-
modificaciones de importancia, como el reco- tante a la luz de las recientes reformas cons-
nocimiento de derechos de las minorías, la no- titucionales que han tenido lugar en América
vedad de las acciones judiciales colectivas, o la Latina. Todas ellas han mantenido o reforzado
jerarquía constitucional de compromisos rele- sistemas ya marcados por un presidencialismo
vantes en materia de derechos humanos. fuerte. Sin embargo, al mismo tiempo, tales
Constituciones han introducido otros cambios,
Lo ocurrido en la Argentina representa una
pauta generalizable en la región, de allí que muchas veces en dirección aparentemente
las reformas de finales de siglo y comien- contraria a la iniciativa citada –así, por ejem-
zos del nuevo, si bien motivadas por un inde- plo, a través de la inclusión de nuevos organis-
seable cortoplacismo, pudieron traer consigo mos de control, o mayores oportunidades para
otros cambios más atractivos, que se vincula- la participación popular–. Alguien podría de-
ban con el aire de los tiempos: preocupaciones cir, en tal sentido: “Es cierto que las reformas
multiculturales; derechos de grupos; nuevos no han cambiado la naturaleza de los sistemas
derechos ambientales. Estas reformas inclu- híper-presidencialistas tradicionalmente adop-
yeron, a su vez, algunas respuestas destina- tados en la región. Del mismo modo, también
das a hacer frente a algunos de los peores le- es cierto que, en muchos casos, las reformas le
gados de la más dura etapa híper-presidencial: han concedido al presidente en ejercicio facul-
poderes judiciales demasiado sometidos a la tades de las cuales carecía (típicamente, el de-
política; legislativos anémicos; un creciente recho de reelección). Sin embargo, todo ello
proceso de desconfianza en la política, y un se ve compensado por otra serie de reformas
quiebre de relaciones entre representantes y que se han impuesto en el resto de la Consti-
representados. Y en algunos casos, excepcio- tución, y que sirven para contrarrestar y con-
nalmente, reformas en apariencia muy im- trabalancear a las modificaciones citadas, más
perfectas, se articularon claramente en torno amigables con la organización presidencial.

1 Ahora bien, dentro de un panorama como el expuesto, marcado por el cortoplacismo, la Constitución de Bolivia de 2008 destaca
por algunas novedades de interés. Ello, a pesar de las recurrentes críticas que ha recibido, tanto en lo aspectos procedimentales
como sustanciales, esto es decir, tanto por los modos en que se llevó a cabo el proceso constituyente, como por los resultados
particulares que se derivaron de tal proceso. Desde el punto del análisis que hemos realizado en las páginas anteriores, la Cons-
titución boliviana ofrece al menos dos rasgos por demás salientes. En primer lugar, ella es el resultado de la identificación de un
problema social fundamental, cual es la marginación indígena. En segundo lugar, ella se ha animado a abordar, de un modo muy
fuerte, y como pocas Constituciones en la región, la cuestión relativa a las bases materiales de la Constitución. Podemos dete-
nernos brevemente en el examen de ambas cuestiones. Sobre lo primero, cabría resaltar que la Constitución de Bolivia difiere
de muchas de las Constituciones redactadas en la región, a partir de propósitos cortoplacistas, fundamentalmente vinculados
con la consagración del derecho a la reelección presidencial. Contra dicha extendida tendencia, la Constitución de Bolivia nace
en buena medida a partir de una pregunta crucial –la pregunta pertinente– esto es, qué es lo que puede hacer la Constitución,
para ayudarnos a resolver algunos de los grandes dramas que enfrentamos? Y, lo que es más importante, lo hace identificando
de modo apropiado un gravísimo problema –tal vez, el gran problema– que ha afectado a la comunidad, durante siglos, esto es,
el problema de la marginación indígena. Por supuesto, decir lo anterior no es decir demasiado: identificar a un gran problema no
dice mucho acerca de la destreza que puedan tener, o no, los constituyentes, para encontrar los mejores medios para enfrentar-
lo, y los ciudadanos y funcionarios, luego, para resolverlo. Y no hay dudas de que la Constitución de 2008 adolece de cantidad
de falencias: es voluntarista, demasiado extensa, innecesariamente detallista, contradictoria, exageradamente aspiracional, a la
vez que se funda en visiones teóricas opuestas, contradictorias, en ocasiones simplemente implausibles. A pesar de todo ello, la
Constitución es creativa, innova como pocas, y explora áreas y soluciones del modo en que no lo hace prácticamente ninguna
de las Constituciones que le son contemporáneas.

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 293


D OCTrINA

Las nuevas Constituciones, en efecto, han in- en la metáfora de las hojas cayendo sobre el
troducido nuevos controles frente al poder; han lago, debe esperarse que el orden dominan-
incorporado nuevas oportunidades para la par- te, establecido, muestre capacidad para impo-
ticipación popular; han reconocido formas más nerse sobre las novedades que vayan arriban-
directas de democracia. En definitiva, lo que do, hasta doblegarlas y adaptarlas a su propio
resulta de todos estos cambios está lejos de la cuerpo. En todo caso, no puede esperarse que
descripción habitual que ve en el nuevo cons- el diálogo entre ambas partes sea pacífico, ni
titucionalismo un reforzamiento de la organi- debe presumirse que ese diálogo vaya a darse
zación tradicional del poder. La resultante que desde un pie de igualdad –como lo puede su-
aparece luego del examen de unos cambios y gerir un examen de la situación que ponga en-
otros nos deja ver Constituciones, finalmente, tre paréntesis la historia y práctica constitucio-
más balanceadas, menos excesivas, más equi- nales vigentes.
libradas en relación con lo que era propio de la En la mayoría de los países latinoamericanos,
tradición constitucional de la región”. tal como sabemos, el Poder Ejecutivo ha que-
Algunos autores contemporáneos, analistas de dado situado en una posición de privilegio,
los recientes procesos de reforma constitucio- como un primus inter pares que dispone de
nal en la región, destacan, por caso, “el crecien- herramientas que facilitan su predominio so-
te uso de elecciones para la selección de puestos bre los poderes restantes. Peor aún, la práctica
ejecutivos en el nivel subnacional, y la presen- constitucional latinoamericana ha permitido el
cia creciente de elementos de democracia di- reforzamiento de esa relación de predominio, a
recta”, en estas nuevas Constituciones (ver través de decisiones para-constitucionales, que
Hartlyn y Luna 2007: 7). Estos estudios han en muchos casos han conducido a socavar la
podido concluir que el presidencialismo regio- autoridad de la Legislatura, o a convertir al
nal se ha visto, finalmente, debilitado. “Compa- Poder Judicial en un poder institucionalmente
rando los poderes ejecutivos formales, tal como frágil o directamente dependiente (Domingo and
aparecían al comienzo del más reciente perio- Sieder 2001, Gloppen 2010, Prillaman 2000).
do democrático (...) con los poderes formales En ese contexto, el Poder Ejecutivo se ubica en
corrientes (hacia el 2006), encontramos que la una situación de privilegio que, previsiblemen-
tendencia general nos muestra un cierto movi- te, le va a permitir imponer su autoridad sobre
miento de declive en relación con los pode- quienes pretendan obstaculizarlo en el ejercicio
res del ejecutivo (ibídem, 6)”. La causa de este de sus funciones. Por eso, el Poder Ejecutivo va
declive se debería a “la emergencia de mayores a estar en condiciones de vetar aquellas iniciati-
(potenciales) limitaciones sobre la concentra- vas que pretendan desafiar su supremacía. Esto
ción del poder presidencial, en otras áreas (no- es lo que parece haber ocurrido recientemente,
legislativas) (...)” (ídem). en América Latina, cuando los poderes legisla-
tivos intentaron poner en práctica algunas de
Lo dicho presupone una relación pacífica e
las iniciativas participativas definidas en el ám-
igualitaria entre las distintas secciones de la
bito de la Convención Constituyente.
Constitución. Se acierta en el análisis, po-
dría decirse, al reconocerse el significativo he- Uno puede llegar a conclusiones similares, en
cho de que lo que se hace en una sección de la principio, en relación con las capacidades de
Constitución tiene relevancia frente a la otra los demás poderes para cuidarse frente a po-
–entra en diálogo con ella. El problema, sin tenciales injerencias sobre su autoridad. Pién-
embargo, es el de asumir una lectura sin con- sese, por ejemplo, en las insistentes iniciativas
texto, sin historia, sin un análisis más cerca- favorables a la democracia directa, introduci-
no, capaz de poner el acento en la forma en das en Constituciones como la de la Argenti-
que se ha desarrollado la práctica constitucio- na, de 1994. Tales cláusulas constitucionales
nal de la región, y reconocer el peso diferen- requerían de la previa intervención legislati-
cial de lo viejo frente a lo nuevo. Como ocurre va, a los fines de poner en marcha las reformas

294
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

en cuestión. Sin embargo, previsiblemente, los sobre su jurisdicción–. En definitiva, en este


legisladores obstaculizaron desde un principio caso, como en los anteriores, nos encontramos
la puesta en marcha de cambios amenazadores con conflictos esperables, derivados del sim-
sobre su propia autoridad. Ello ocurrió de los ple hecho de quienes se encuentran en posicio-
modos más diversos, que incluyeron la dila- nes de poder van a resistir, naturalmente, las
ción en el tratamiento de la regulación; el esta- medidas que amenacen con recortar los pode-
blecimiento de fuertes trabas sobre el financi- res de los que gozan. Son hechos obvios, pero
miento que podría obtener el grupo promotor que no parecen serlo tanto cuando se olvida el
de la iniciativa; y –sobre todo– la decisión de peso del pasado sobre el presente, y se exami-
no prever ninguna sanción, sobre el Congreso na a las reformas institucionales como si ellas
en caso de que este decidiese, simplemente, no pudieran activarse autónomamente, con inde-
dar tratamiento a la iniciativa en el lapso cons- pendencia de la resistencia que puedan impo-
titucional de doce meses, establecidos para la nerle las estructuras establecidas.
misma (Zayat 2011)2. Finalmente: ¿es que po-
día esperarse otra cosa? ¿Por qué creer que los iv. prEsidEncialismo vs. participación:
legisladores iban a protagonizar un suicidio Ecuador 2008/vEnEzuEla 1999
político, hasta infligir una herida mortal a sus Son numerosos los ejemplos que uno encuen-
propias capacidades? ¿Por qué iban a aceptar tra en la región para ilustrar las dificultades
el perder control sobre algunas de sus faculta- que surgen a partir de Constituciones que, por
des? ¿Por qué iban a colaborar en el consagrar un lado, proponen mecanismos generosos de
la autoridad superior del pueblo soberano? participación popular, mientras mantienen, al
Algo parecido puede decirse, en principio, en mismo tiempo, organizaciones políticas fuer-
torno al Poder Judicial. Este tiene capacida- temente verticalizadas.
des suficientes para declarar contrarias a de- El caso del Ecuador resulta, en tal sentido,
recho las iniciativas legales que se presenten particularmente interesante. Aunque su últi-
en su contra. ¿Por qué habría de hacer lo con- ma reforma estuvo inscripta en el periodo do-
trario, pudiendo defender sus privilegios tra- minado por la oleada antipresidencialista, la
dicionales? Piénsese, primero, en la defensa Constitución no dirigió sus principales esfuer-
corporativa que han tendido a hacer los jue- zos a limitar o atemperar los poderes presiden-
ces frente a toda impugnación dirigida a al- ciales –más bien lo contrario–. El gran “dra-
guno de sus miembros. Piénsese, también, en ma” que pareció marcar la historia de la nueva
fenómenos como el llamado “choque de tre- Constitución –la de 2008– fue otro, relaciona-
nes” que ha caracterizado a la vida constitu- do más bien con alguna de las “tragedias insti-
cional colombiana, desde producida la refor- tucionales” más importantes de los años ante-
ma constitucional de 1991, y la introducción riores, esto es, la producción de destituciones
de una nueva Corte Constitucional, desafiada presidenciales fuera de regla, a través de jui-
permanentemente en su poder por la existen- cios políticos disputables en las formas y en
te Corte Suprema (de allí la idea de “choque la sustancia. De allí que pueda decirse que “en
de trenes”). O piénsese, sino, en las permanen- mucho, el constituyente de 2007-2008 se con-
tes tensiones que se han producido en la Ar- centra en la idea de evitar juicios políticos irre-
gentina, entre la Corte Suprema y el Consejo gulares a través de la declaratoria de cesación
de la Magistratura inaugurado por la reforma del Presidente de la República, asunto que se
constitucional de 1994 –con la Corte argentina ha repetido en tres ocasiones desde 1997” (un
bloqueando cada avance posible del Consejo, hecho, este, que va a encontrarse detrás de una

2 Algo similar ocurrió con la reglamentación de la cláusula constitucional de la consulta popular (Zayat 2011).

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 295


D OCTrINA

de las principales innovacio- todavía, puede objetar las nor-


nes aportadas por la Carta del La reforma social mas aprobadas por la Asam-
2008, esto es, la institución de debiera ser, de forma blea Nacional, ya sea por ra-
la “muerte cruzada” entre Eje- prioritaria, la reforma de zones de oportunidad o por
cutivo y Legislativo). los mecanismos del po- vicios de inconstitucionalidad
der, ya que sin una vasta (artículos 138, 139 y 438).
En lo relativo a las facultades apoyatura política, capaz
presidenciales, se ha dicho con de incluir una amplia mo- Para algunos, estas faculta-
razón, en alguna de las obras vilización social, la vida des adicionales concedidas al
más interesantes escritas para de los derechos queda Presidente pueden verse com-
analizar la nueva Constitu- bajo una directa amena- pensadas, en definitiva, por
ción, que el texto de 2008 no za, y la ampliación de la una serie de controles e insti-
ciudadanía social resul-
solo “no reduce el excesivo ta puesta en crisis por la tuciones alternativas. Por un
poder presidencial consagrado propia estructura consti- lado, se encuentra la capaci-
en la Carta de 1998, sino que dad de la Asamblea Legisla-


tucional.
lo aumenta y, correlativamen- tiva de pedir la caída del Eje-
te, disminuye facultades de la cutivo, llamando a elecciones
legislatura” (sobre todo en el nombramiento anticipadas para ambos poderes, la Asamblea
de funcionarios) (Oyarte Martínez 2009: 45). y el Ejecutivo (facultad esta propia de la muerte
O también, que “la Constitución refuerza so- cruzada, y que es paralela a la que tiene el Eje-
bremanera las funciones del presidencialismo cutivo, para hacer lo propio, con la misma con-
(...) la planificación del desarrollo, pieza cen- secuencia, artículos 130 y 148). Por otro lado,
tral en la definición de la política pública (...) vemos una cantidad de mecanismos participati-
aparece (...) como prerrogativa y responsabili- vos. De modo también notable, la Constitución
dad exclusiva del Ejecutivo, con ninguna par- ecuatoriana pretende desafiar la tradicional or-
ticipación de la representación política, y con ganización ”tripartita” de poderes, incluyendo
limitadas funciones de participación de la so- una ”cuarta” función del Estado, cual es la de
ciedad en la definición de prioridades y orien- la “Transparencia y Control Social”. A través
taciones de política (...) la sociedad reduce su de esta instancia, se coordina a todos los orga-
participación a una limitada función de obser- nismos de control, y se promueven formas di-
vancia o control” (Echeverría 2009, 16; Ávila versas de la participación popular (que incluyen
Santamaría 2009; Gargarella 2008). la facultad popular de revocar un mandato, o
las instrucciones obligatorias –la misma Cons-
El Presidente, en la actualidad, concentra fun-
titución lo es, y puede revocarse el mandato de
ciones especiales en materia judicial (conce-
quien no cumpla con su voluntad–).
der indultos por delitos comunes). Institucio-
nes autónomas, como el Banco Central, han Sin embargo, y frente a tales posibilidades, ha-
perdido facultades para definir las políticas brá que decir, en primer lugar, que la salida
cambiaria, crediticia o monetaria. El Presi- de la muerte cruzada puede darse una vez; es
dente ha ganado, además, facultades legisla- en extremo dramática; requiere de un altísimo
tivas, que ya no derivan de la delegación del porcentaje de votos (dos tercios de los asam-
legislador, o que antes pertenecían a ambos bleístas); e involucra la ”muerte” en el cargo
poderes. El Presidente, en efecto, emite re- de sus propios promotores. De modo más ex-
glamentos de ejecución, delegados y autóno- tremo, la ”cuarta” función estatal puede ser y
mos (artículo 147); tiene la iniciativa de ley, ha sido sometida a críticas rotundas, por con-
y de enmienda y reforma constitucional (ar- tener o directamente diluir, antes que asegu-
tículos 134 y 442); puede calificar de urgen- rar y promover, la participación ciudadana,
tes los proyectos de ley en materia económica que queda encorsetada en una serie de buro-
y, frente a la omisión legislativa, consagrar el cráticos mecanismos estatales. Se ha dicho
proyecto como decreto ley (artículo 140). Más al respecto, en tal sentido, que “la pretendida

296
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

participación, el supuesto poder popular, no en donde el fuerte poder (presidencial) ya es-


están pensados para ser ejercidos desde la so- tablecido, y en ejercicio, corría con extraor-
ciedad, sino para ser asumidos como una fun- dinaria ventaja. De allí que no pueda haber
ción del Estado; la sociedad no controla la ac- ninguna sorpresa con desarrollos posteriores
tividad pública sino que es sustituida por la pálidos, por parte de las altisonantes, grandi-
instituicionalidad del Estado” (Aguilar Andra- locuentes instituciones participativas entonces
de 2009: 97). creadas3.
Mucho más interesante que lo que dice la for- La práctica inmediata que siguió a la aproba-
malidad legal, y los respectivos artículos cons- ción de la Constitución reafirmó cada una de las
titucionales, es lo que la teoría nos había per- sospechas señaladas. De manera nada sorpren-
mitido prever, de antemano, y la práctica dente, fue el propio Presidente de la Repúbli-
constitucional nos ha reafirmado. En efecto, y ca quien puso límites a la participación popular,
a partir de lo escrito en las páginas anteriores, desalentando la organización ciudadana que la
en torno a la influencia cruzada de las refor- Constitución alentaba, o directamente vetando
mas, por ejemplo, era dable prever que, en el las iniciativas legislativas destinadas a poner en
contexto de un mantenimiento o reforzamien- marcha los institutos creados en los debates de
to de amplios poderes presidenciales, todas las Montecristi4. El testimonio de figuras claves de
cláusulas participativas que se quisieran agre- la Constituyente, como Alberto Acosta, quien
gar a la Constitución iban a entrar en crisis, o fuera Presidente, y principal ideólogo de la nue-
verse bajo constante amenaza. Contra la idea va Constitución, simplemente reafirman lo co-
sostenida por algunos teóricos, según la cual el nocido: la práctica presidencial que siguió al
reforzamiento presidencialista se veía contra- dictado de la Constitución, no ayudó a fortale-
pesado o contrabalanceado por mayores con- cer y poner en práctica sus cláusulas participa-
troles e instituciones participativas, aquí des- tivas, sino a contenerlas5.
de un comienzo mantuvimos que ambos lados Un ejemplo importante, al respecto, apare-
de la Constitución (el referido a la organiza- ce con la Consulta Popular de 2011, promo-
ción del poder, el referido a los derechos) no vida por el Presidente Correa. De acuerdo con
peleaban una batalla entre iguales, sino una la Constitución, las consultas pueden tratar

3 Una anécdota personal puede servir para respaldar estas intuiciones. En tiempos de los debates constituyentes desarrollados
en Montecristi, Ecuador, fui invitado a disertar en torno a los derechos de participación ciudadana, a la luz de las múltiples refor-
mas que se estaban proponiendo desde la Convención. Examinando el marco de las reformas que se proponían, sostuve que
la valiosa preocupación por expandir los derechos políticos y participativos de la ciudadanía debía llevar a los Convencionales a
actuar de un modo en que no lo estaban haciendo, es decir, reformando en primera instancia la sección orgánica, en la que se
establecían las bases del poder, y que parecía reafirmar el tradicional carácter hiper-presidencialista del sistema político ecuato-
riano. Los Convencionales con quienes hablé, sin embargo, parecían dividirse entre dos respuestas: ya sea que esas reformas
no eran posibles, ya sea que no eran necesarias para concretar el tipo de iniciativas que estaban impulsando. Lamentablemen-
te, y según entiendo, el tiempo no les dio la razón.
4 Ver, por ejemplo, y de modo especial, el veto presidencial sobre la Ley Orgánica de Participación Ciudadana, en: <http://www.
asambleanacional.gov.ec/201003252802/noticias/boletines/pleno-se-allano-al-veto-presidencial-a-seis-articulos-y-la-disposi-
cion-transitoria-de-la-ley-de-participacion-ciudadana.html>.
5 Para Acosta, el conflicto más preocupante de la etapa posconstitucional lo representa, justamente, el que se advierte entre “lo
que se escribió en la nueva Constitución de Montecristi, con una altísima participación popular, y lo que está haciendo el gobier-
no de Correa, que también apoyó la Constitución”. En tal sentido, ningún hecho le parece más grave que el de que no se hayan
creado “las condiciones para una amplia y activa participación de los movimientos sociales” (http://crucesinbarreras.blogspot.
com/2011/01/entrevista-ecuatoriano-alberto-acosta.html; o también http://www.rebelion.org/noticia.php?id=91644). Acosta se re-
fiere, en particular, a algunos de los principales proyectos normativos discutidos desde entonces, con baja participación popular, y
que incluyen a “la ley de minería (...) la ley de soberanía alimentaria,” o “el proyecto de la ley de aguas”, ídem. En particular, Acos-
ta se muestra sorprendido de que “quienes elaboraron la nueva Constitución no tomen en cuenta lo que se aprobó y más
aún del Gobierno”, especialmente en áreas directamente relacionadas con la participación popular (como, por ejemplo,
la elección de los miembros de la Comisión de Participación Ciudadana y Control Social, que según Acosta se han manejado de
forma irregular). En: <http://www.ciudadaniainformada.com/noticias-politica-ecuador0/noticias-politica-ecuador/browse/66/ir_a/
politica/article//alberto-acosta-convoca-a-los-ciudadanos-a-hacer-que-se-respete-la-constitucion.html?tx_ttnews[calendarYear]=
2008&cHash=644813ba86>.

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 297


D OCTrINA

cuestiones constitucionales, siempre que no correspondiente circunscripción podrá so-


alteren la estructura fundamental del Esta- licitar la convocatoria de un referendo para
do, su carácter y elementos constitutivos, así revocar su mandato”.
como también no restrinja derechos y garan-
La práctica desarrollada al respecto, desde en-
tías, y no modifique el debido proceso de re-
forma constitucional (artículo 441). Sin em- tonces, resultó reveladora de los límites reales
bargo, dicha convocatoria tuvo como uno de que se ofrecían, ante una cláusula en principio
sus objetos principales afectar los mecanismos tan generosa. Cuando la oposición al Presi-
participativos dispuestos por la misma Consti- dente en ejercicio pretendió llevar adelante la
tución, y destinados a garantizar la interven- revocación de su mandato, se encontró con di-
ción cívica en el nombramiento de nuevos jue- ficultades extraordinarias, que sirvieron para
ces6. A partir de una pregunta de complejidad poner en cuestión la oportunidad que la Cons-
extraordinaria7, el Ejecutivo terminó por su- titución parecía ofrecerles. Así, en primer lu-
primir dichos complejos mecanismos de par- gar, las autoridades electorales y judiciales co-
ticipación popular, y así asegurar que la desig- menzaron a trabar las posibilidades de llevar
nación de jueces quedara fundamentalmente a cabo la convocatoria realizada. Ante un pri-
bajo el control del oficialismo8. mer intento al respecto, el Tribunal Supremo
de Justicia decidió denegarle su autorización,
El caso de Venezuela también nos ofrece un argumentando que, antes de comenzarla, debía
ejemplo importante, en el sentido señalado: renovarse la dirección de la Comisión Nacio-
Otra vez, nos encontramos con un texto am- nal Electoral (CNE), cuyos miembros ocupa-
plio en términos de participación popular, pero ban tales cargos de manera provisional. Lue-
que preserva amplísimos poderes y márgenes go, y con la CNE ya instalada, se invalidó una
de acción en el órgano ejecutivo. Por ejemplo, segunda campaña de recolección de firmas,
el artículo 72 de la Constitución dispone que: alegando que esta se había llevado a cabo
“Todos los cargos y magistraturas de elec- antes de que el presidente completara la mitad
ción popular son revocables. Transcurrida de su mandato. Una tercera campaña, convo-
la mitad del periodo para el cual fue ele- cada en el 2004, no fue aprobada inmediata-
gido el funcionario o funcionaria, un nú- mente, porque las autoridades electorales sos-
mero no menor del veinte por ciento de tuvieron que parte de las firmas podían estar
los electores o electoras inscritos en la falsificadas. La acusación fue seguida por la

6 El proceso destinado a hacer posible la participación popular es complejo: Se trata de una intervención a la que se llega a partir
de las “funciones de transparencia y control social y electoral” organizadas por la nueva Constitución. Dicha “función de transpa-
rencia y control” designa mediante veedurías a los miembros de los organismos de control y de la función judicial; que a su vez
organizan la designación de jueces.
7 Pregunta # 4: ¿Está usted de acuerdo en sustituir el actual Pleno del Consejo de la Judicatura por un Consejo de la Judicatura
de Transición conformado por tres miembros designados, uno por la Función Ejecutiva, uno por la Función Legislativa y uno por
la Función de Transparencia y Control Social, para que en el plazo improrrogable de 18 meses, ejerza las competencias del Con-
sejo de la Judicatura y reestructure la Función Judicial, enmendando la Constitución como lo establece el anexo 4? El Anexo 4
propuesto por el Ejecutivo plantea el texto con el que se cambiará el artículo 20 del Régimen de Transición, que se establece en
la Constitución, que es el siguiente: “Art. 20.- Se disuelve el actual Pleno del Consejo de la Judicatura; en su reemplazo se crea
un Consejo de la Judicatura de Transición, conformado por tres delegados designados y sus respectivos: uno por el Presiden-
te de la República, uno por la Asamblea Nacional y uno por la Función de Transparencia y Control Social; Todos los delegados y
sus alternos estarán sometidos a juicio político. Este Consejo de la Judicatura transitorio tendrá todas las facultades establecidas
en la Constitución, así como las dispuestas en el Código Orgánico de la Función Judicial y ejercerá sus funciones por un periodo
improrrogable de 18 meses.
8 Fueron numerosas las oportunidades en las que, desde el Gobierno, se bloqueó la implementación de medidas participativas dis-
puestas en la Constitución (véase, por caso, el ejemplo de las consultas prelegislativas requeridas para leyes capaces de afectar
el uso de los recursos naturales; o lo dispuesto para la composición de los miembros del Consejo de la Judicatura, en el régimen
de transición de la Constitución, y luego en la práctica); o se demoraron, de forma tal de dejar inexplotadas áreas relevantes de
la Constitución, destinadas a facilitar la participación popular (véase, por caso, el ejemplo de la no implementación, a nivel local,
de los mecanismos de “silla vacía”).

298
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

escandalosa publicación de la llamada Lista caso de Bolivia (2008), arriba referido, estas
Tascón, por la cual el diputado oficialista Luis conquistas constitucionales pusieron el acen-
Tascón decidió hacer pública, desde Internet, to en la protección y respeto de la lengua pro-
la nómina con todos los que habían firmado pia de los pueblos originarios; cuidaron de
desde la primera campaña. El hecho, que pre- hacer lugar a sus prácticas religiosas alterna-
tendió ser un modo de transparentar el proce- tivas; tomaron nota de sus propias formas de
so de convocatoria, se convirtió en los hechos resolución de conflictos; y pretendieron reco-
en una amenaza real para aquellos que habían nocer sus derechos ancestrales al territorio que
decidido aceptar la invitación a participar po- ocupaban.
líticamente (Pérez Flores et al, 2010; Miguel
et al, 2009). En todo caso, la historia anterior La constitucionalización de derechos indíge-
ilustra las dificultades reales que pueden ence- nas de algún tipo encontró su momento deci-
rrar las cláusulas participativas, en el contexto sivo en Nicaragua, luego de un conflicto que
de un reforzado híperpresidencialismo9. enfrentara al gobierno Sandinista con el grupo
indígena de los Miskitos, en 1987, y desde allí
v. política vErtical y dErEchos se extendió prontamente a una diversidad de
horizontalEs. EXplotación dE países: Brasil (1988), Colombia (1991), Méxi-
rEcursos naturalEs vs. dErE- co (1992), Paraguay (1992) y Bolivia (1994).
chos indígEnas
La tensión que ilustramos en la sección ante- Entre tantas novedades constitucionales, hubo
rior a través de algunos pocos ejemplos locali- algunas que prometían, desde un comienzo,
zados en Ecuador y Venezuela –organización un devenir conflictivo. Se trata de los dere-
política concentrada vs. derechos de participa- chos indígenas que se reconocieron, en rela-
ción ampliados– se repite en toda América La- ción con la propiedad y explotación de los re-
tina. Muy en particular, dicho proceso puede cursos naturales que existieran en el territorio
verse reproducido en un área particularmente donde estuvieran asentados; y/o las garantías
sensible para la época, cual es la de los dere- que se les ofreciera, para participar en las de-
chos indígenas. cisiones que se tomaran sobre la utilización de
tales recursos.
En dicha materia, las reformas constituciona-
les recientes resultaron especialmente activas. Entre otras disposiciones constitucionales re-
Todas las nuevas Constituciones se mostra- levantes –disposiciones que encuentran un
ron sensibles a una cuestión que habían deja- antecedente fundamental en el Convenio
do de lado durante décadas, para pasar a ha- Nº 169 de la Organización Internacional del
cer mención, en los nuevos ordenamientos, de Trabajo de 1989– pueden citarse algunas de
derechos multiculturales. Como en el notable las siguientes:

9 En Pérez Flores et al (2010, 89 y ss.), se da cuenta de otro buen ejemplo, que ilustra la reproducción del mismo fenómeno des-
crito, pero al nivel municipal. El caso en cuestión se relaciona, en este caso, con el artículo 70 de la Constitución, que incluye,
entre los medios de “participación y protagonismo del pueblo”, a todos los imaginables. Dice el artículo en cuestión: “Artículo 70.-
Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públi-
cos, el referendo, la consulta popular, la revocatoria del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional y constituyente, el cabil-
do abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y en lo social y
económico, las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas incluyendo
las de carácter financiero, las cajas de ahorro, la empresa comunitaria y demás formas asociativas guiadas por los valores de la
mutua cooperación y la solidaridad”. En junio de 2009, y siguiendo al artículo 70, que da carácter vinculante a las asambleas loca-
les, se llevó a cabo una votación, en el municipio caraqueño del Chacao. Allí, 29 asambleas de vecinos se manifestaron a través del
sufragio –con un 99%– a favor de un proyecto destinado a construir un centro cívico, y a revitalizar el lugar en el que se encon-
traba el mercado municipal. Sin embargo, se trataba de un municipio controlado por la oposición, y la decisión del caso era con-
traria a las pretensiones del Gobierno. El resultado fue la movilización de la Guardia Nacional, dependiente del Ejecutivo Nacio-
nal, que pasó a ocupar el terreno en donde querían llevarse a cabo las obras. Otra vez, las iniciativas participativas, respaldadas
en la Constitución, encontraban limitaciones decisivas en la organización política nacional, fuertemente verticalizada.

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 299


D OCTrINA

i) Las Constituciones de Argentina (art. ecuatoriano Alberto Acosta, uno de los res-
75.17), Bolivia (arts. 30-6 y 394 III); ponsables de esta novedad jurídica –que en
Ecuador (art. 57.4), Nicaragua (art. 5), el caso de la Constitución de Ecuador impli-
Panamá (art. 123), Paraguay (art. 64), Perú có hablar, algo enigmáticamente, de la Natu-
(arts. 88 y 89) y Venezuela (art. 119), así raleza como “sujeto de derechos”– contrasta la
como la Constitución de Bolivia (arts. 30.6 cosmovisión propia del “buen vivir” con el pa-
y 394.III), reconocieron el derecho de los radigma “extractivista” y “neo-desarrollista,”
indígenas a la propiedad de la tierra en la todavía dominante en países como el Ecuador,
que han habitado tradicionalmente. Las rico en materias primas (Acosta 2008)10.
de Bolivia (arts. 30.17 y 171.1), Brasil
Reconocimientos normativos como los seña-
(art. 231.2), México (art 2. A. VI), y Nica-
ragua (arts. 89 y 180), consagran el dere- lados en los párrafos anteriores fueron, en oca-
cho de uso y disfrute de los recursos natu- siones, resultado de la presión y movilización
rales, por parte de los indígenas. de los pueblos indígenas. En muchos otros ca-
sos, sin embargo, fue este mismo amparo nor-
ii) Las de Argentina (art. 75.17), Bolivia mativo el que se constituyó como antecedente
(arts. 30.16 y 402), Colombia (art. 330), y crucial, para la aparición de prontas demandas
Ecuador (art. 57.6), afirmaron el derecho indígenas, muy especialmente en relación con
de los mismos a participar en la explota- el uso de la tierra y la explotación de los recur-
ción de determinados recursos naturales. sos naturales (Giraudo 2008; Lillo 2003). Ta-
iii) Finalmente, y, lo que es más interesante les demandas estallaron en conflictos, que in-
para lo que aquí nos interesa, varias Cons- volucraron a las comunidades indígenas con
tituciones establecieron el derecho de con- los Estados en cuestión, y aún empresas na-
sulta a los indígenas, en relación con la ex- cionales y transnacionales. Así, por caso, en la
plotación de recursos naturales. En el caso confrontación que se dio en Nicaragua, entre
de Bolivia, para los recursos naturales no los Mayagnas y empresas coreanas, orientadas
renovables (art. 30.15); en Brasil, para a la explotación maderera; los conflictos que
los recursos hidráulicos o minerales (art. surgieron entre los Huaorani, Secoya y Cofán,
231.3); en Ecuador, en relación con los re- en Ecuador, contra empresas petroleras nor-
cursos naturales no renovables (art. 57.7); teamericanas; las disputas que involucraron al
y en Venezuela, para todos los recursos na- pueblo Mapuce, en la Argentina y Chile, y em-
turales existentes en los hábitats indígenas presas dedicadas a la explotación minera a cie-
(art. 120) (Aguilar et al 2010). lo abierto; los enfrentamientos que provoca-
ron diversas comunidades indígenas, en Perú,
Por lo demás, las Constituciones de Bolivia y en áreas relacionadas con la explotación petro-
el Ecuador destacan por la adopción que han lífera, hídrica o gasífera; o los encendidos re-
hecho del concepto de “buen vivir,” prove-
clamos territoriales de la comunidad U’wa, en
niente de la cosmovisión indígena. Se trata de
Colombia, contra empresas petrolíferas (Ariza
recuperar el concepto quecha de Sumak Kaw-
2009; Rodríguez Garavito et al 2005; Ramírez
say, o el aymara de Suma Qamaña. La idea
2006; Svampa & Antonelli 2009).
quechua hace referencia al valor de vivir sin
la ansiedad de tener más que quienes nos ro- En dicho contexto, fue habitual que se gene-
dean, ni mejor ni peor que los demás. La idea raran tensiones entre la generosidad de unas
aymara se encuentra más vinculada con la idea cláusulas constitucionales que invitaban a la
de vida en comunidad, en armonía con los de- participación, consulta y decisión de los gru-
más, y de un modo solidario. El constituyente pos indígenas; y los concentrados mecanismos

10 Ver, también, las reflexiones del intelectual aymara David Choquehuanca en Svampa et al, 2010, 265-8.

300
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

de decisión política existentes. De modo habi- la intuición, desarrollada más arriba, según la
tual, y como sabemos, tales mecanismos di- cual el compromiso con la participación popu-
ferían la autoridad a un Ejecutivo que podía lar requiere de una directa y especial atención
estar interesado –como pudo ser el caso, ha- a la distribución de poderes vigente, consa-
bitualmente– en una explotación más agresi- grada en la parte orgánica de la Constitución.
va e inconsulta de los recursos naturales. Ello, Resulta imprescindible entonces, por parte de
en particular, dado el extraordinario nivel de quienes se encuentran genuinamente compro-
prontas ganancias prometidos por esa explota- metidos con la promoción de cambios favora-
ción más o menos indiscriminada. bles a la participación popular, prestar espe-
cial y privilegiada atención a lo que se hace
Los grupos indígenas pidieron que se toma-
y deja de hacer la “sala de máquinas” de la
ran en serio las cláusulas constitucionales res-
Constitución.
pectivas, que los gobiernos de turno trivializa-
ban (asumiendo, por caso, que la “consulta” vi. la “sala dE máquinas” dE la
quedaba satisfecha con una mera comunica- constitución
ción a las poblaciones involucradas) o direc- La difícil y obstaculizada trayectoria de los
tamente desconocían (cabe recordar que, en el derechos políticos extendidos en el consti-
caso del Ecuador, se va a producir una ruptura tucionalismo americano ilustra bien un pro-
de la alianza entre grupos indigenistas-ecolo- blema general. El problema afecta también a
gistas, y el Gobierno, luego de que, dentro de otros derechos nuevos, ingresados en las úl-
la Convención Constituyente de Montecristi, timas oleadas reformistas que se dieron en
ambas posturas quedaran enfrentadas en torno América Latina –sobre todo, aquellas capaces
al tema: para los primeros, debía incorporarse de poner en riesgo la organización del poder
en la Constitución una cláusula explícita, con- político o económico vigentes–. Pensemos,
dicionando la explotación de recursos básicos, por ejemplo, en las reformas orientadas a abrir
como la minería o el agua, al consentimien- mayores espacios y oportunidades para la par-
to de las comunidades indígenas; mientras que ticipación popular; reformas en favor del mul-
para el Gobierno debía bastar con la consulta ticulturalismo; reformas destinadas, en defi-
a tales grupos, Ramírez Gallegos 2010: 95). nitiva, a consagrar nuevos derechos sociales,
En algunos casos más extremos, como el de políticos, económicos y culturales.
la comunidad U’wa, las tensiones llegaron a
la judicialización del conflicto, y dicha judi- Tales reformas han sido el objeto principal de
cialización llegó a involucrar a las más altas la atención de los grupos más de avanzada en
instancias políticas y judiciales del país, inclu- el constitucionalismo, el centro de su trabajo
yendo la Corte Constitucional. Cuando se los en las recientes Convenciones Constituyentes.
examina, los resultados de dicho proceso po- Ellas nos hablan de lo importante y de lo limi-
lítico-judicial resultan ambiguos, ya que ellos tada que ha sido la tarea de tales grupos. Re-
incluyeron decisiones judiciales dilatadas, en sulta, por un lado, crucial el haber tomado la
ocasiones favorables, en ocasiones no, a las responsabilidad de atender de modo priorita-
demandas indígenas; junto con oleadas de mo- rio las necesidades de los grupos más vulnera-
vilización y desmovilización por parte de los bles de la sociedad. Es meritorio haber puesto
U’wa, luego de la intervención judicial (Ro- la mirada, muy especialmente, en el área de la
dríguez Garavito & Arenas 2005). Sin embar- Constitución que habla más directamente de
go, la enseñanza que dejan estos procesos, a los intereses fundamentales y las necesidades
nivel más general, parecen más claras. de grupos mayoritarios o minoritarios enfre-
nados a situaciones difíciles.
En definitiva, y más allá del difícil análisis y
evaluación concreta de gobiernos que nos son Sin embargo, al mismo tiempo, reformas
contemporáneos, lo que se intenta decir aquí como las citadas nos hablan de las restriccio-
es otra cosa. Lo que nos interesa es reafirmar nes propias de los proyectos emprendidos.

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 301


D OCTrINA

Uno de los límites más significativos es, jus- “el arte de la separación”–), no se compone de
tamente, el de haber concentrado las energías esferas autónomas, del mismo modo en que el
del cambio en la sección de los derechos, sin derecho no guarda autonomía en relación con
reconocer la influencia que (tal como exami- las esferas social o económica de la vida pú-
náramos más arriba), se ejerce sobre ellos des- blica (Walzer 1984). Como dijera, en 1892, el
de la sección constitucional dedicada a la or- notable radical peruano González Prada, en
ganización del poder. su crítica al liberalismo: “Infunden muy tris-
te idea de su liberalismo los que segregan las
Al actuar de este modo, los líderes del refor- cuestiones sociales o las religosas y se consa-
mismo social parecen asumir que la potencia gran exclusivamente a los negocios políticos
transformativa del Derecho es tal, que la mera (...) no cabe separar lo social de lo religioso
inclusión de ciertas cláusulas constituciona- ni lo político de lo moral. Como se ha dicho
les resulta autooperativa: basta con incorporar muy bien (...) ‘toda cuestión política se resuel-
ciertos cambios en la Constitución, para que ve en una cuestión moral, y toda cuestión mo-
ellos cobren vida, se autoejecuten. Una pre- ral entraña una cuestión religiosa’ El individuo
sunción semejante es contradicha por cantidad se emancipa a medias, cuando se liberta del
de factores, revisados en las páginas anterio- pretoriano para someterse al cura, o sale de la
res, que nos dicen lo contrario, es decir, que sacristía para encerrarse en el cuartel” (Sobre-
la recepción de ciertas cláusulas nuevas, por villa 2009: 161-162)11.
parte del derecho viejo, es y suele ser dificul-
tosa, conflictiva. El viejo derecho, según dijé- El “error” cometido por quienes quisieron im-
ramos –y en particular, la estructura del poder pulsar la reforma social, con la ayuda de la
existente– tiende a resistir, más que a habili- Constitución, pero sin ingresar efectivamente
tar, la presencia de nuevas cláusulas con las en la “sala de máquinas” de la misma, se ad-
que guarde una relación de tensión. No pue- vierte de un modo extraordinario en una cita
de asumirse, entonces, que para tornar exitoso de Arturo Sampay, que enseguida agregamos.
un injerto determinado (i.e., uno de conteni- Sampay, conviene recordarlo, fue el gran ju-
do “social,” en un ordenamiento liberal-con- rista (peronista) detrás de la Constitución ar-
servador) basta, simplemente, con el añadido gentina de 1949 (un documento constitucional
de algunos artículos específicos (i.e., artículos que fue el primero, en la Argentina, en hacer
de contenido social). explícito un fuerte compromiso social). En un
escrito de Sampay, muy posterior a aquella co-
En el mismo sentido, corresponde decir que, al laboración constitucional –hablamos de su li-
actuar de tal modo, los líderes del reformismo bro Constitución y pueblo, publicado en 1973,
social parecen asumir la autonomía propia de y perteneciente a su etapa más radicalizada–
cada una de las secciones de la Constitución. el jurista presenta una honesta autocrítica. En
Así, ellos aparecen actuando como si pudiera ella, Sampay reconoce que la Constitución de
operarse sobre el territorio propio de cada una 1949 había estado marcada por una omisión
de las secciones de la Constitución, ignorando fundamental, que terminaría por herirla de
qué es lo que ocurre con, o cuál es status de, muerte. Esta falta consistía, justamente, en el
la sección restante –cómo es que ella está or- no haber querido abrir la puerta de la “sala de
ganizada; qué cambios se están imponiendo, o máquinas” de la Constitución, para adecuar la
no, sobre la misma. Sin embargo, el derecho organización del poder al nuevo carácter so-
(contra lo que parece asumir o proponer par- cial que se le quería imprimir al texto. En pa-
te de la doctrina liberal –el liberalismo como labras de Sampay:

11 Fueron pocos los que reconocieron, como Murillo Toro (conforme a la descripción de Gerardo Molina) que “las reformas políticas
no son suficientes, por lo cual hay que ir a las de carácter económico y social” (Molina 1987, 124).

302
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

“La reforma constitucional de 1949 no or- adelante en la región, desde finales del siglo
ganizó adecuadamente el predominio y el XX, quedan amenazadas por ellas: la expan-
ejercicio del poder político por los sectores sión de la ciudadanía buscada resulta puesta
populares, debido, primero, a la confianza en crisis por la preservación de una organiza-
que los sectores populares triunfantes te- ción del poder todavía marcada por rasgos eli-
nían en la conducción carismática de Perón, tistas y conservadores.
y segundo, al celoso cuidado que el propio
Conviene contrastar este notable “olvido” del
Perón ponía para que no se formara parale-
progresismo constitucional, con la aguda clari-
lamente al Gobierno legal un coadyuvante
videncia de los viejos intelectuales del libera-
poder real de esos sectores populares, por lo
lismo conservador. Recordemos, otra vez, a la
que el nuevo régimen iba a mantenerse has-
Generación del ‘37 argentina, o a los intelectua-
ta que la oligarquía cautivara a los oficiales
les del porfiriato, en México: los viejos libera-
de las Fuerzas Armadas. Tal era, entonces,
les-conservadores reconocieron sin duda nin-
el talón de Aquiles de la mentada reforma
guna que, para dar seguridad a los derechos
y la cual, precisamente como Aquiles, fue
que les interesaban (el derecho de propiedad en
muerta por el enemigo en la flor de la juven-
particular, las libertades económicas en gene-
tud a causa de tener vulnerable nada menos
ral), era indispensable operar, ante todo, sobre
que su soporte” (Sampay 1973: 122).
la “sala de máquinas” de la Constitución (en
En otras palabras, con inusual virtud de espí- su caso, a través de la restricción de las liber-
ritu, Sampay reconocía el error fatal en el que tades políticas): garantizar los derechos de pro-
habían incurrido, al descuidar lo que, sin du- piedad requería limitar las capacidades de las
das, era el talón de Aquiles de la reforma cons- mayorías para actuar en política.
titucional que impulsaban, inspirados por una
La sugerencia que se infiere del análisis reali-
vocación de cambio social.
zado en las páginas anteriores es que los refor-
La conclusión que se sigue de lo dicho es im- mistas sociales debieran tomar como priorita-
portante. Notablemente, al concentrar su es- rio el trabajo sobre el área que hoy justamente
fuerzo en el área de los derechos, los reformis- descuidan. La preocupación especial por los
tas sociales parecen descuidar o dejar de lado aspectos más sociales de la vida constitucio-
un necesario trabajo sobre el área de la orga- nal debiera llevarlos a examinar, ante todo, los
nización del poder. De este modo, ellos dejan modos en que se organiza el poder, en lugar de
intocada la “sala de máquinas” de la Constitu- dejarlos detenidos en la ingeniería de los dere-
ción, esto es, el área de la Constitución en la chos. La reforma social debiera ser, de forma
que se define cómo va a ser el proceso de toma prioritaria, la reforma de los mecanismos del
de decisiones democrático. Las puertas de la poder, ya que sin una vasta apoyatura política,
“sala de máquinas” quedan cerradas bajo can- capaz de incluir una amplia movilización so-
dado, fuera de su alcance –un hecho que ame- cial, la vida de los derechos queda bajo una di-
naza con poner en cuestión la sustancia del tra- recta amenaza, y la ampliación de la ciudada-
bajo que ellos llevan adelante–. De esta forma, nía social resulta puesta en crisis por la propia
finalmente, las importantes reformas llevadas estructura constitucional12.

12 Ello no quita que, al mismo tiempo, deba bregarse por otra manera de interpretar la Constitución, que reconozca la mutua dependen-
cia entre estas distintas esferas del texto constitucional. Así se pensó la cuestión, por caso, en la decisión T-406, de 1992, que tuvo
como magistrado ponente al Magistrado Ciro Angarita, la Corte Constitucional colombiana sostuvo que: “La Constitución está conce-
bida de tal manera que la parte orgánica de la misma solo adquiere sentido y razón de ser como aplicación y puesta en obra de los
principios y de los derechos inscritos en la parte dogmática de la misma. La carta de derechos (...) la participación ciudadana, la es-
tructura del Estado, las funciones de los poderes, los mecanismos de control, las elecciones, la organización territorial y los mecanis-
mos de reforma, se comprenden y justifican como transmisión instrumental de los principios y valores constitucionales. No es posible,
entonces, interpretar una institución o un procedimiento previsto por la Constitución por fuera de los contenidos materiales plasmados
en los principios y derechos fundamentales”. Conviene volver a insistir, de todos modos, que este valioso reconocimiento no sirve de
mucho sin una práctica de movilización y activismo políticos que aseguren la restricción de los poderes constitucionalmente delegados.

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 303


D OCTrINA

bibliografía • González Prada, M. (2009), Textos Esen-


• Aguilar, G.; LaFosse, S.; Rojas, H.; ciales, D. Sobrevilla editor, Lima: Fondo
Steward, R. (2010), “Análisis Compara- Editorial del Congreso del Perú.
do del Reconocimiento Constitucional de • Hartlyn, J., & Luna, J.P. (2007), “Consti-
los Pueblos Indígenas en América Lati- tutional Reform in Latin America: Inten-
na,” SSRC, Conflict Prevention and Peace tions and Outcomes,” paper presentado en
Forum. LASA, Montreal, Canadá.
• Aguilar Andrade, J.P. (2009), “La cuar- • Lillo, R. (2003), Resolución de conflictos
ta función del Estado. Análisis de una fic- en el derecho mapuche, Temuco: Univer-
ción”, en S. Andrade et al, eds., La nueva sidad Católica de Temuco.
Constitución del Ecuador, Quito: Univer-
sidad Andina Simón Bolívar. • Linz, J. & Valenzuela, A. (1994), The Fail-
ure of Presidential Democracy, Baltimore:
• Ariza, L. (2009), Derecho, saber e identi- The John Hopkins University Press.
dad indígena, Bogotá: Siglo del Hombre.
• Miguel, E.; Hsieh, C.; Ortega D.; Rodrí-
• Ávila Santamaría (2009), ed., Desafíos guez R., “The Price of Political Opposi-
constitucionales. La Constitución ecua- tion: Evidence from Venezuela’s Main-
toriana del 2008 en perspectiva, Tribunal santa,” NBER Working Paper en: <http://
Constitucional del Ecuador. www.nber.org/papers/w14923 (2009>).
• Cheibub, J., Limongi, F. (2002), “Modes • Molina, G. (1987), Las ideas socialistas
of Government Formation and the Surviv- en Colombia, Bogotá: Ediciones Tercer
al of Democratic Regimes: Presidentialism Mundo.
and Parliamentarism Reconsidered” Annu-
al Review of Political Science 5:151-179. • Negretto, G. (2011), “La reforma política
en América Latina”, Desarrollo Económi-
• Domingo, P. & Sieder, R. (2001), Rule o co, vol. 198.
Law in Latin America, Londres: Institute
of Latin American Studies. • Negretto, G. (2009), “Paradojas de la Re-
forma Constitucional en América Latina”,
• Eaton, K. (2000), “Parliamentarism ver- Journal of Democracy en español, vol. 1,
sus Presidentialism in the Policy Arena”, n.1.
Comparative Politics, 355-376.
• Nino, C. (1987), ed., Presidencialismo vs.
• Echeverría, J. (2009), “El Estado en la Parlamentarismo, Buenos Aires: Consejo
Nueva Constitución,” en S. Andrade et al, para la Consolidación de la Democracia.
eds., La nueva Constitución del Ecuador,
Quito: Universidad Andina Simón Bolívar. • O’Donnell, G. (1994), “Delegative Demo-
cracy?”, Journal of Democracy v.5.
• Gargarella, R. (2008), “Cambiar la letra,
• Oyarte Martínez, R. (2009), “Relaciones
cambiar el mundo,” Ecuador debate, 75,
Ejecutivo-Legislativo,” en S. Andrade et
Quito, 93-96.
al, eds., La nueva Constitución del Ecua-
• Giraudo, L. (2008), ed., Derechos, costum- dor, Quito: Universidad Andina Simón
bres y jurisdicciones indígenas en la Améri- Bolívar.
ca Latina contemporánea, Madrid: Centro
• Pérez Flores, F.; Cunha Filho, C.;
de Estudios Políticos y Constitucionales.
Coelho, A., “Participación amplia-
• Gloppen, S.; Wilson, B., et al (2010), da y reforma del Estado. Mecanismos
Courts and Power in Latin America and constitucionales de democracia participa-
Africa, Londres: Palgrave. tiva en Bolivia, Ecuador y Venezuela”, en:

304
EL CONSTITUCIONALISmO LATINOAmErICANO y LA “SALA DE máqUINAS” ...

<bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/ Parliamentarism: The State of the Litera-


osal/osal27/09Perez.pdf> (2010). ture and an Agenda for Future Research”,
Paper presentado en la Conference on
• Prillaman, W. (2000), The Judiciary and
Consequences of Political Institutions in
Democratic Decay in Latin America, New
Democracy, Duke University, Abril.
York: Praeger.
• Przeworski, A., Alvarez, M., et al (2000), • Shugart, M., Carey, J. (1992), Presidents
Democracy and Development, Cambridge, and assemblies, Constitutional desing and
Cambridge University Press. electoral dynamics, Cambridge, Cambrid-
ge University Press.
• Ramírez, S. (2006), La guerra silenciosa.
Despojo y resistencia de los pueblos indí- • Sobrevilla, D. (2009), “Introducción,” en:
genas, Buenos Aires: Capital Intelectual. Manuel González Prada. Textos Esencia-
les, D.
• Ramírez Gallegos, F. (2010), “Desencuen-
tros, convercencias, polarización (y vice- • Svampa, M., & Antonelli, M., (2009), Mi-
versa). El gobierno ecuatoriano y los mo- nería transnacional, narrativas del desa-
vimientos sociales,” Nueva Sociedad, rrollo y resistencias sociales, Buenos Ai-
n. 227, mayo-junio (2010), 83-101. res: Biblos.
• Riggs, F. (1987), “El presidencialismo en • Svampa, M.; Stefanoni, P.; Fornillo, B.
los Estados Unidos”, en C. Nino ed., Presi- (2010), Debatir Bolivia. Perspectivas de
dencialismo vs. Parlamentarismo, Buenos un proyecto de descolonización, Montevi-
Aires: Consejo para la Consolidación de la deo: Taurus.
Democracia.
• Unger, R. (1987), “El sistema de gobierno
• Rodríguez Garavito, C. & Arenas, L. que le conviene a Brasil”, en: Presidencia-
(2005), “The Struggle of the U’wa People lismo vs. Parlamentarismo, Consejo para
in Colombia, en C. Rodríguez Garavito & la Consolidación de la Democracia, Bue-
B. Sousa Santos, B., Law and Globaliza-
nos Aires.
tion from Below, Cambridge: Cambridge
University Press. • Uprimny, R. (2011), “The Recent Trans-
• Rodríguez Garavito, C.; Sousa Santos, B. formation of Constitutional Law in Latin
(2005), Law and Globalization from Be- America: Trends and Challenges”, Texas
low, Cambridge: Cambridge University Law Review, vol. 89, n. 7, 1587-1610.
Press. • Walzer, M. (1984) “Liberalism and the Art
• Sampay, A. (1973), La filosofía jurídica of Separation” Political Theory 12, n. 3,
del artículo 19 de la Constitución Nacio- pp. 315-30.
nal, Buenos Aires: Cooperadora de Dere-
• Zayat, D. (2011), “Mecanismos semidi-
cho y Ciencias Sociales.
rectos de participación,” en: R. Gargarella,
• Samuels, D., Eaton, K. (2002), “Pre- ed. La Constitución en el nuevo siglo, Bue-
sidentialism And, Or, and Versus nos Aires: Siglo XXI.

GACETA CONSTITUCIONAL N° 48 305

También podría gustarte