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El 

bullying: un problema a tomar en cuenta, tras el regreso a


clases presenciales.

Actualmente, en muchos de los colegios de nuestro país se está llegando a un nivel de violencia física
grave como el ocurrido en el colegio Pamer, el tres de junio último en Piura, donde un grupo de
escolares agredieron a un compañero y lo dejaron en estado de inconsciencia debido al ataque que
recibió (ahorcamiento). Lo que pasó en el colegio Pamer realmente fue indignante, ver como sus
propios compañeros lo agredían y como algunos otros no hacían nada para detenerlos o solo se
quedaban grabando con el celular y hasta burlándose de esta horrible situación. Las agresiones ente
compañeros es algo que debemos impedir a toda costa ya que como se menciona en el caso, puede
llegar a un nivel de violencia agravado. Posiblemente muchos de ellos lo ven como un juego, pero es
mucho más que eso. Atentar contra la integridad física y/o psicológica es realmente grave y más para
jóvenes que recién se están formando.

Pensamos que se necesitan tomar medidas frente a este tipo de problemas que lamentablemente se ven
en varias instituciones educativas y que van en un aumento significativo. En las escuelas debería haber
mayor seguridad para los estudiantes porque es indignante ver como este tipo de actos ocurren dentro
de ella, donde se supone que es un espacio sano y que recibirán un buen trato al que tienen derecho.

El retorno a las clases presenciales en el Perú reactivó dos problemáticas que han existido desde hace
muchos años: la violencia escolar (agresión, no necesariamente repetitiva) y el bullying (acoso físico o
psicológico). Solo desde marzo a mayo se han reportado 1,139 denuncias por violencia física,
psicológica entre escolares del país (estos como casos denunciados).

Nuestro país es uno de los pocos que cuenta con una ley “antibullying” (Ley N° 29719 o la Ley que
promueve la convivencia sin violencia en las instituciones educativas). Pero está visto que esta ley no
cumple con los objetivos precisados ya que el número de denuncias en la última década ha ido al alza
y, además, se han presentado diversas opiniones críticas hacia esta ley. Una de ellas es la falta de
sanciones hacia dichas prácticas agresivas. Pero el Ministerio de Educación indica que la falta de
“sanciones” responde a que “la solución al bullying no está en las medidas punitivas, sino en la
intervención familiar y el personal educativo correspondiente”: Aun cuando este tipo de conductas
haya generado daños irreparables en la salud física de la víctima, como alguna lesión grave que tenga
repercusión para el resto de su vida, o incluso cuando se afecta la salud mental del mismo, como la
aparición de la depresión e intentos de suicidio. Todo esto llega a ser entendible en la medida que
estamos tratando un tema en el cual los personajes son menores de edad en etapa escolar.

Además, la Ley Antibullying reconoce a los psicólogos como personal educativo necesario para evitar
este tipo de sucesos. Ante esto, la Contraloría, reconoce que el 89% de las instituciones educativas
públicas carece de psicólogos. y según los datos estadísticos del Colegio de Psicólogos del Perú, solo
contamos con treinta mil psicólogos colegiados frente a los más de cincuenta mil colegios existentes.
Agregando a lo anterior, se tiene el problema del presupuesto. Es decir, la mayoría de colegios
públicos no tiene cómo combatir el bullying, pues la solución punitiva está prohibida y no cuentan con
los recursos para intervenir de la forma deseada por el Estado.

De otra parte, se indica que los colegios tienen la obligación de notificar los actos de violencia ante el
MINEDU. Pero, las escuelas no cumplen con los protocolos. En el año 2019, la Defensoría del Pueblo
determinó que más del 40% de los colegios en zonas urbanas (los cuales cuentan con mayores
facilidades para acceder a los portales web para denunciar), no contaban con medidas para frenar
el bullying. Asimismo, también manifiesta que muchos colegios no cumplen con los mandatos porque
se justifican en que son instituciones privadas; cuando la violencia escolar es un tema que compete a
todo tipo de institución educativa.

La existencia de diversas estrategias estatales y la presencia de la llamada Ley Antibullying ofrecen


cierta muestra del deseo del Estado para combatir esta problemática. Sin embargo, mientras la
normativa brindada no se acoja a la realidad y esté debidamente fundamentada, aquel deseo no se
plasmará en la realidad. Reflejo de ello son las estadísticas que permiten visibilizar que este problema
tiende al alza,

En la misma línea, las instancias estatales parecen enfocarse más en la inserción de plataformas de
denuncia de acoso escolar que, en un trabajo comprometido de toda la sociedad: en la convivencia
escolar libre de violencia dentro del aula, fomentar valores como la cooperación, el respeto, la empatía,
la tolerancia y en la colaboración efectiva de la familia en el desarrollo en un espacio sano y el buen
trato hacia los niños, niñas y adolescentes.
Además, tenemos en nuestra sociedad una normalización de la violencia; porque, muchas veces las
conductas agresivas son aceptadas y reforzadas hasta por los propios padres o responsables del menor,
que justifican que son circunstancias que los niños “tarde o temprano” tendrán que vivir para saber
cómo defenderse y que, no tienen repercusiones ni consecuencias más graves que una herida producida
por un “simple” golpe (niegan la existencia de bullying en el centro escolar). Lo que estas personas
desconocen e ignoran, son los índices de muertes provocadas por los agresores que llevan sus casos a
niveles extremos, desatando su furia y desahogo de los entornos inestables y violentos de los que
muchas veces, ellos ya son víctimas y ahora victimarios.

Ante todo, esto, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), expresa que:
“el bullying tiene un alto impacto negativo en la autoestima y el rendimiento escolar de la víctima, y
que aquellos que son víctimas de intimidación tienen mayor riesgo de desarrollar problemas de salud
mental, dolores de cabeza, dificultades para relacionarse con otras personas, así como sentimientos
de soledad, vergüenza, ansiedad y hasta tendencias suicidas”. (P.1) Esto como datos generales debido
al poco seguimiento y medidas de lucha contra el acoso escolar que existen en nuestro país. Pero, a
pesar de que el Perú aún no cuente con investigaciones sobre la correlación entre las cifras
de bullying  escolar y suicidio, se trata de un peligro latente. Save The Children, tras múltiples estudios
concluyó que: “los menores que son víctimas de bullying tienen 2,23 veces más riesgo de padecer
ideaciones suicidas y 2,55 veces más riesgo de realizar intentos de suicido que aquellos que no lo han
sufrido”. (P.1)

Por todo lo mencionado, podemos decir que el bullying, ha existido desde hace muchos años en las
instituciones educativas; pero que actualmente se ha convertido en un problema latente. Ante ello, las
instituciones gubernamentales ofrecen posibles soluciones como: la Ley antibullying, plataformas de
denuncias, inserción de psicólogos en la educación, escuelas de padres para el fomento de valores, etc.
Pero estas medidas quedaron suspendidas en estos dos años que duró la pandemia y ahora pagamos las
consecuencias.

En conclusión, en nuestra opinión, la desatención en la lucha contra el bullying durante la pandemia


puede ser el causante principal de que, ahora, al regresar a la presencialidad escolar, los niveles
de bullying  aumenten, pues se trataría de un escenario en el que diversos estudiantes que no han
recibido la formación y concientización necesaria en este aspecto, cuentan con mayores formas y
facilidades para manifestar estas conductas agresivas.
 

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