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RESUMEN
Las cuencas de abastecimiento de agua de Colombia están bajo una presión creciente del desarrollo
urbano, la industria, la minería y la agricultura y las emisiones asociadas. En particular, los impactos de
la minería del carbón en la calidad del agua son comúnmente cuestionados; sin embargo, las respuestas
son complicadas en regiones con múltiples tipos de uso y descarga de suelo. La investigación del grado
y las razones de la degradación de la calidad del agua en tales regiones ha sido limitada. Además, los
impactos sobre los suelos y los ecosistemas del páramo, y su relación con la calidad del agua, son
comúnmente ignorados. Aquí presentamos una revisión de los impactos ambientales en la cuenca de
Lenguazaque en el departamento de Cundinamarca. Se analizaron las mediciones de agua superficial,
sedimentos y suelo tomadas en un transecto desde el Páramo hasta el valle junto con la salida de la mina
de carbón, la descarga urbana y los datos agrícolas. Las alteraciones observadas de la calidad del agua
de referencia incluyen una disminución significativa en la concentración de oxígeno disuelto y un
aumento de la conductividad eléctrica, la turbidez, el color y la concentración de sólidos totales. También
se midieron metales pesados altos, tanto en muestras de agua como de suelo. La capacidad de
acumulación de metales de los suelos es eficaz y reduce las concentraciones medidas en el agua. Las
fuentes difusas incluyen la escorrentía y las partículas suspendidas en el aire que se liberan de la
producción de coque, ambas difíciles de cuantificar y caracterizar. Fuentes puntuales como descargas de
aguas residuales agrícolas, mineras y urbanas se encuentran comúnmente en el área y su composición
ha sido previamente documentada. Este estudio indica que, para reducir la contaminación, se debe
controlar la minería ilegal y de pequeña escala en el área y que se necesita un mayor tratamiento de los
vertidos mineros y urbanos. También demostró el papel clave que juegan los suelos en la mitigación de
la contaminación por metales en los ríos, enfatizando que estos deben ser incluidos en la legislación
colombiana de calidad ambiental.
1. Introducción
La minería hace una contribución significativa a las economías locales y nacionales en Colombia, ya
que posee el 1% de las reservas mundiales de carbón (Ministerio de Minas y Energía, 2012). Sin embargo,
la capacidad nacional para evaluar y gestionar los impactos de la minería en los recursos hídricos
actualmente es limitada debido a la falta de datos de referencia y modelos hidrológicos adecuados
(McIntyre et al., 2018). Desde la década de 1950, los procesos de extracción y coquización del carbón se
practican en varios municipios de Boyacá y Cundinamarca. Los materiales que se extraen en estas zonas
se utilizan tanto para el consumo interno como para la exportación, y representan una importante fuente
de ingresos en la región. Cundinamarca tiene la mayor cantidad de títulos mineros del país y produce el
3% del carbón nacional (Habib, 2017). Estos títulos abarcan tanto la minería subterránea como a cielo
abierto y se caracterizan principalmente por ser de pequeña escala y baja tecnología (Ardila y Rodríguez,
1999). Los municipios que producen la mayor cantidad de carbón en Cundinamarca son Cucunubá,
Guachetá, Sutatausa y Lenguazaque (Ministerio de Minas y Energía, 2012). Una parte importante de la
extracción de carbón es realizada por empresas que siguen los procedimientos ambientales establecidos
por los organismos reguladores colombianos (Ministerio de Minas y Energía, 2012). Sin embargo, el 44%
de los sitios mineros operan sin licencia ambiental, en su mayoría minas artesanales, de pequeña escala
o ilegales (Ministerio de Minas y Energía, 2012). La mayoría de estos son pequeños y transitorios; por lo
tanto, no son mapeados y/o monitoreados por agencias gubernamentales. Muchas áreas mineras se
encuentran en cuencas que incluyen áreas de páramo protegidas y características hidrológicas de
importancia regional.
Los contaminantes generados por la minería del carbón pueden llegar a las fuentes de agua
a través de una variedad de caminos como la lixiviación de los suelos como material particulado y la
atmósfera como partículas y gases (Segura, 2007). Las salidas de las minas pueden potencialmente
contaminar las fuentes de agua mediante la introducción de sustancias añadidas como parte del
procesamiento del carbón y la exposición de minerales de origen geológico que pueden alterar las
propiedades físicas y químicas originales de los ríos (Aduvire, 2006).
Las fuentes contaminantes se pueden clasificar como puntuales o no puntuales y ambos tipos
están presentes en el área de estudio. La contaminación de fuente puntual se limita a una sola fuente
identificable desde la cual se descargan los contaminantes. Los desagües de las minas han sido citados
como una de las fuentes más importantes de contaminación del agua en Colombia (García et al., 2001).
Suelen tener altas concentraciones de sólidos en suspensión y, dependiendo de la composición del
carbón, también pH bajo y metales que pueden ser perjudiciales para la actividad biológica (Aduvire,
2006). Un estudio realizado en seis municipios de Boyacá reportó concentraciones elevadas de plomo,
hierro, mercurio y aluminio en los ríos cercanos a las minas de carbón en comparación con los estándares
de calidad del agua establecidos por la normativa colombiana en la resolución 2115 de 2007 (Agudelo et
al., 2016). Se reportaron altas concentraciones de plomo en suelos cerca de zonas mineras de carbón en
Boyacá en comparación con zonas cercanas donde esta actividad no está presente (Agudelo et al., 2016).
En el departamento de Cundinamarca, muestras tomadas por la corporación regional CAR (Corporación
Autónoma Regional de Cundinamarca) han demostrado que las salidas de las minas de carbón contienen
altas concentraciones de sólidos suspendidos totales, sólidos disueltos, aceites, sulfatos y nitratos, los
cuales afectan la calidad del agua (Tiwary , 2001). Además de la actividad minera, no se pueden descartar
las fuentes puntuales provenientes de vertidos de residuos urbanos sin tratar o relacionados con la
actividad agrícola, ya que también pueden tener un gran impacto en la calidad del agua. Las fuentes
difusas de contaminación en el área incluyen partículas liberadas por la producción de coque y
escurrimientos de áreas donde se desarrolla la minería, la agricultura y la ganadería (Viman, Oroian, &
Fleșeriu, 2010). El agua de lluvia que contiene partículas contaminantes eventualmente satura la roca
subyacente y se filtra a los acuíferos, una fuente de agua que también podría verse potencialmente
afectada.
Los suelos son ecosistemas que contienen una colección de minerales, materia orgánica, gases,
agua y organismos que brindan servicios ambientales y una fuente de productos utilizados por las
comunidades (Tatarko, 2009). La gestión y la salud del suelo afectan la productividad, la estabilidad y la
sostenibilidad ambiental de la tierra (Baxter y Williamson, 2001). Si bien las concentraciones de metales
en los suelos no están reguladas por las leyes colombianas, su monitoreo es crucial ya que son un
componente clave de los ecosistemas. Los contaminantes que se infiltran en el suelo desde fuentes
puntuales y difusas pueden acumularse y posteriormente ser liberados y transportados a los ríos (Llambí
et al., 2012). Las altas concentraciones de metales pesados como el zinc también pueden interrumpir la
actividad de los microorganismos y las lombrices, ralentizando y afectando procesos como la
descomposición de la materia orgánica en los suelos (Wuana y Okieimen, 2011). Los metales también
representan un peligro para la población y el medio ambiente, ya que pueden ingerirse directamente del
suelo o indirectamente a través de los alimentos y el agua (Wuana y Okieimen, 2011). En casos extremos
o con el tiempo, procesos como el impacto de las gotas de lluvia, la labranza y la compactación pueden
provocar la ruptura de la estructura del suelo (Baxter y Williamson, 2001). Los perfiles de suelo expuestos
son vulnerables a la erosión eólica, la erosión hídrica y el movimiento en masa (Baxter y Williamson,
2001), lo que da como resultado la movilización de metales hacia ríos y lagunas. Los metales pesados en
los suelos son problemáticos porque se bioacumulan, son potencialmente tóxicos y no sufren
degradación microbiana o química, por lo que persisten en el medio ambiente mucho después de su
introducción (Masters y Ela, 2008). Los metales pesados se adsorben inicialmente a través de reacciones
rápidas una vez que ingresan a los perfiles del suelo, seguidas de una adsorción lenta y redistribución en
diferentes formas químicas (Wuana y Okieimen, 2011).
Muchas regiones mineras de Colombia contienen páramos, que juegan un papel importante en
la regulación de la calidad del agua debido principalmente a su tipo de suelo. Los páramos son
ecosistemas de alta montaña y son una de las principales fuentes de agua dulce y un hábitat complejo
para especies endémicas de plantas y animales (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de
Colombia, 2018). Los suelos del Páramo tienen la capacidad de acumular grandes volúmenes de agua,
ayudar a regular el ciclo del agua y proporcionar agua dulce a las ciudades y municipios de la región
(Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2010). Los suelos son oscuros y permeables con alto contenido de
sodio y potasio y en su mayoría están cubiertos por abundante vegetación y musgo con alta capacidad
de absorción (Ospina, 2003). Los suelos de páramo en América del Sur son el resultado de la
meteorización de rocas expuestas de las últimas glaciaciones (Pleistoceno) cuando las regiones de
páramo estaban cubiertas de hielo (Hofstede et al., 2014). Algunos suelos también están formados por
ceniza volcánica más joven, pero en todos los casos, los suelos de páramo son jóvenes, ya que la
formación es lenta debido a las bajas temperaturas (Hofstede et al., 2014). Los suelos de páramo son
hábiles para filtrar y almacenar debido a su alta porosidad y conductividad hidráulica saturada, y alta
retención de agua en condiciones parcialmente saturadas (Buytaert et al., 2005; Díaz-Granados et al.,
2005). Los suelos, especialmente en este ecosistema, pueden actuar como filtros reteniendo partículas
y contaminantes en sus horizontes menos superficiales gracias a su textura. Los cambios en el uso del
suelo en las áreas de páramo pueden alterar las propiedades originales del suelo al causar compactación
del suelo, disminución de la retención de humedad y alteración de las propiedades químicas (Estupiñán
et al., 2009). Mientras que los suelos comunes pueden tener una composición promedio de 50% de
minerales y materia orgánica, 25% de aire y 25% de agua, los suelos de páramo están compuestos por
70% de agua, 20% de minerales y materia orgánica y 10% de aire, por lo que casi el 90% de su el volumen
puede ser poroso (Llambí et al., 2012). Los suelos de páramo son típicamente ácidos con un pH que oscila
entre 3,9 y 5,4 (Guhl, 1982).
Aquí mostramos resultados integrados de agua, sedimentos de río y calidad del suelo en el
municipio agrícola y minero carbonífero de Lenguazaque, en el departamento de Cundinamarca (Fig. 1).
Este es el primer estudio que examina la contaminación potencial en el área. Se han identificado peligros
para la salud en otras regiones asociados con actividades tanto mineras como agrícolas (Ardila y
Rodríguez, 1999). Sin embargo, faltan estudios publicados que evalúen los niveles de contaminación del
suelo y el agua en las regiones colombianas que se utilizan tanto para la minería como para la agricultura,
particularmente en el contexto de los riesgos para los páramos.
El objetivo de este documento es discernir el tipo y el alcance de la contaminación e indicar las
fuentes probables responsables de las actividades de uso de la tierra. Específicamente, el documento
tiene como objetivo identificar la importancia relativa de las contribuciones a la contaminación de la
minería del carbón, la agricultura y las descargas de aguas residuales. El documento también tiene como
objetivo evaluar los niveles de contaminación con respecto a las normas colombianas de calidad del agua
existentes para identificar posibles impactos en la salud pública y el medio ambiente. Finalmente, el
documento examina el papel de los suelos de páramo en la regulación de la calidad del agua.
2. Materiales y métodos
El régimen de precipitaciones en la cuenca del río Lenguazaque es bimodal con dos niveles
máximos de precipitaciones durante marzo-mayo y octubre-noviembre (Unión Temporal Audicon –
Ambiotec, 2006). La precipitación media anual en la cuenca es de 870 mm (Unión Temporal Audicon –
Ambiotec, 2006). Teniendo en cuenta las características hidrológicas del área y la extensión de las
llanuras aluviales en la cuenca, es probable que la deposición de contaminantes en los suelos durante
los períodos de máxima precipitación sea significativa.
La cuenca del río Lenguazaque está compuesta principalmente por rocas sedimentarias del
Cretácico, Terciario y algunas del Cuaternario depositadas en ambientes marinos someros y de transición
(Duarte y Monroy, 2012). Las reservas de carbón encontradas en el área son de tipo térmico, metalúrgico
y semi/antractítico con un alto contenido de material mineral inerte y proporciones variables (Guatame
y Sarmiento, 2004; Ardila y Rodríguez, 1999). El carbón extraído es principalmente bituminoso y semi-
antracítico (Guatame y Sarmiento, 2004) y se utiliza tanto para consumo interno como para exportación.
La mayor parte del carbón extraído para el consumo local se utiliza para aplicaciones de calor y energía
y para producir coque (combustible obtenido al calentar carbón en ausencia de aire; Guatame y
Sarmiento, 2004).
Los parámetros de calidad del agua in situ se midieron en ocho sitios en el área de estudio, y las
muestras de agua recolectadas en seis de estos sitios se transportaron a un laboratorio para su posterior
análisis. Se recolectaron sedimentos de río en tres de estos sitios y se transportaron para su análisis. Se
recolectaron muestras de suelo de otros seis sitios, cada uno cerca de un sitio de calidad del agua. Los
sitios de calidad de agua muestreados durante la primera campaña de muestreo (marzo de 2017) son
W1, W2, W3 y W4 (Tabla 1), y en la segunda campaña, Wt1, Wt2, Wt3 y Wt4 (Tabla 1; Fig. 1B). Los sitios
de calidad del suelo de la primera campaña se denominan S1 a 4 y los de la segunda campaña (febrero
de 2019) como Ss1-4 (Tabla 1; Fig. 1B). Las muestras de sedimentos de río solo se tomaron durante la
segunda campaña y son Sed1, Sed2 y Sed4 (Cuadro 1; Fig. 1B).
Los sitios fueron seleccionados para determinar la variación en la calidad a partir de una fuente
relativamente natural (sin fuentes puntuales aguas arriba) y moviéndose aguas abajo a través de las
salidas de aguas residuales municipales y minas de carbón. Se seleccionó W1 en el arroyo Mojica, que
recibe suministro de agua directamente del páramo de Rabanal y representa las condiciones prístinas
del agua en el área. De manera similar, Wt1 se recolectó de un pequeño arroyo en el páramo de Rabanal.
W2, Wt2, Wt3 y W4 están ubicados en el curso principal del río Lenguazaque. Las muestras de W3 se
tomaron de la descarga de aguas residuales de Lenguzaque en el río Lenguazaque. Este sitio incluye agua
de río con una variedad de fuentes de contaminación que incluyen escorrentías domésticas, de minas
de carbón y agrícolas. Wt4 se recolectó de otro arroyo sin nombre que desemboca en el río Lenguazaque.
Todas las muestras de suelo se recolectaron a no más de 5 m de distancia de los sitios de
recolección de agua. Se revisaron las ubicaciones y se identificaron los perfiles superficiales del suelo
cerca del río. Aunque todos los perfiles quedaron expuestos en su mayor parte, se utilizó una pala para
retirar el material superficial adicional y la vegetación. Los suelos se dividieron en horizontes según las
diferencias de color utilizando la tabla de colores de Münsell (Münsell Color (Firm), 1994) y la textura
siguiendo la guía de Thien (Thien, 1979). La meteorización causada por la escorrentía y las fuertes lluvias
en el área hizo que algunos horizontes superficiales no estuvieran presentes en algunos sitios. Se priorizó
la recolección de suelo del horizonte B ya que la acumulación de contaminantes ocurre principalmente
en este horizonte de suelo (Balasubramanian, 2017).
Cuando fue posible, se recolectaron sedimentos del río. Esto se hizo utilizando una pala de
plástico y almacenando los sedimentos en bolsas de plástico selladas.
Además de las dos campañas realizadas dentro de este proyecto, la Corporación Autónoma
Regional de Cundinamarca (CAR) llevó a cabo ocho campañas de monitoreo de la calidad del agua en
seis sitios del río entre 2013 y 2016. Estos sitios están etiquetados como CAR 1–6 (Fig. 1B). Además, en
2016, CAR monitoreó las salidas de dos minas de carbón (M1 y M2 en la Fig. 1B).
En cada sitio (W1–W4, Wt1-Wt4) se midieron los parámetros de calidad del agua in situ utilizando
un medidor multisonda Hydrolab Quanta. Estos parámetros incluían pH, oxígeno disuelto, conductividad
y temperatura. El análisis de las muestras en los sitios W1–W4, Wt1 y Wt3 se realizó siguiendo los
métodos estándar de la APHA (American Water Works Association) para cada parámetro (Rice et al.,
2012). Esto incluyó una comparación visual del color aparente (método 2120B) y el método
nefelométrico para la turbidez (método 2130B) (APHA, 2012). La determinación de la concentración de
sólidos se llevó a cabo siguiendo los métodos estándar 2540 B a F (APHA, 2012), que incluyen sólidos
sedimentables, sólidos totales que se secaron a 103–108 °C, sólidos disueltos totales secos a 180 °C y
sólidos suspendidos totales secado a 103–105 °C. Se utilizaron dos métodos para la determinación de la
concentración de metales en el agua, los metales de APHA por espectroscopia de emisión de plasma
(método 3120B) (APHA, 2012) y la digestión asistida por microondas de la EPA de muestras y extractos
acuosos (método 3015A) (U.S. EPA, 2007).
En los sitios de suelo, se recogieron alrededor de 300 g de suelo de los horizontes claramente
desarrollados en bolsas sellables y se llevaron para su análisis. De los ocho sitios de medición (S1–S4,
Ss1-Ss4) se analizaron un total de 18 muestras de suelo. Solo los horizontes B y C fueron muestreados
en S1 y S3; el horizonte B se muestreó en S2; los horizontes A y B se identificaron en Ss2 y Ss4; y todos
los horizontes A, B y C se muestrearon en S4, Ss1 y Ss2 (Fig. 1B). La composición elemental de cada una
de las 18 muestras se determinó utilizando un espectrómetro analizador portátil XRF (fluorescencia de
rayos X). Las muestras se prepararon moliéndolas en pequeñas partículas usando un mortero para
homogeneizar el tamaño de todos los componentes del suelo. La muestra molida se colocó en una bolsa,
se homogeneizó aún más y luego se submuestrearon desde diferentes puntos dentro del contenedor
para reducir el error de muestreo. Se colocaron aproximadamente 3 g de cada muestra en recipientes
de muestreo y se cubrieron con soporte de muestra de película delgada Chemplex de muestra XRF
utilizando un tiempo de exposición de 90 s. Previamente, se realizó una calibración con una muestra en
blanco que no contenía tierra para garantizar que el equipo no tuviera contaminación de la muestra. Las
concentraciones elementales para esta calibración fueron nulas, asegurando la correcta calibración del
equipo. Para tener en cuenta el error analítico XRF, se realizaron tres mediciones de cada muestra y se
calculó un valor medio para cada elemento. Las desviaciones estándar siempre estuvieron por debajo
del tercer decimal y, por lo tanto, no se trazaron.
El objetivo del análisis de suelos y sedimentos en este estudio fue identificar la presencia y
cantidad de metales que puedan tener su origen en las actividades humanas. Para este propósito, se
deben considerar las concentraciones elementales naturalmente presentes en el material original. Esas
concentraciones de base están presentes en el horizonte C de todos los perfiles expuestos. Por lo tanto,
las concentraciones del horizonte C se restaron de las concentraciones del horizonte A y B para obtener
valores normalizados. Los valores normalizados también se pueden comparar con los del agua del río y
las muestras de salida de la mina.
3. Resultados
El color aparente osciló entre 40 y 60 Pt/Co. El valor más bajo se midió en W1 y W2 mientras que el más
alto se encontró en W4 (Fig. 2A). La conductividad eléctrica más baja se midió en W1 (19 μS/cm),
mientras que el valor máximo se registró en W2 (165 μS/cm; Fig. 2B).
También se observa un aumento adicional en la conductividad eléctrica en los datos CAR que van aguas
abajo, de 66,86 μS/cm en CAR1 a 180 μS/cm en CAR6 (Fig. 2B; CAR, 2017). En el río Lenguazaque el
oxígeno disuelto oscila entre 4,28 y 7,2 mg/L. El mínimo se encontró en Wt3 y el máximo en W1. Esta
disminución es casi lineal a lo largo de la muestra del río (Fig. 2C). Valores que no siguen esta tendencia
ocurren cerca de aguas abajo de las descargas al río. También se observan valores decrecientes aguas
abajo cuando se consideran los datos de CAR, que cambian de 6,5 mg/L en CAR1 a 2,05 mg/L en CAR6
(Fig. 2C; CAR, 2017). También se observa una disminución progresiva de los niveles de oxígeno disuelto
desde 2013 hasta 2016 (CAR, 2017). El agua más ácida se registró en W1 (pH 4,9), volviéndose más
neutra en el punto de medición más alejado del curso del río en Wt4 (pH 6,84; Fig. 2D). Los valores de
pH reportados por la CAR para las salidas de la mina de carbón M1 y M2 son 3.3 y 7.11 respectivamente.
La turbidez aumenta casi linealmente pasando de 6,31 NTU en W1 a 13,6 NTU en W4 (Fig. 3A). El
valor máximo se midió en W3 (17,8 NTU) que corresponde a la descarga urbana de Lenguazaque. La
concentración máxima de sólidos disueltos está en W2 (76 mg/L). Los valores en W2, W3 y W4 son
bastante similares en relación con el mínimo en W1 (20 mg/L; Fig. 3B). Los sólidos sedimentables
muestran una tendencia similar con un valor mínimo en W1 (0,1 mg/L) y máximo en W2 (0,3 mg/L; Fig.
3C).
Las concentraciones de sólidos en suspensión en el río Lenguazaque tienen una tendencia similar
a la de la turbidez. Los valores aumentan de W1 (10 mg/L) a W4 (14 mg/L) y se observa un pico en W3
(18 mg/L; Fig. 3D). La concentración reportada para M2 (7 mg/L) está por debajo de todas las mediciones
del río Lenguazaque (CAR, 2017). Para sólidos totales, el valor mínimo se registra en W1 (42 mg/L)
mientras que el máximo se encuentra en W3 (110 mg/L; Fig. 3E). Este parámetro también aumenta aguas
abajo de 86,5 mg/L en CAR2 a 171 mg/L en CAR6 (Fig. 3E; CAR, 2017). Las campañas de monitoreo de
2013 a 2016 indicaron que la concentración de sólidos totales también ha aumentado con el tiempo
(CAR, 2017).
Fig. 2. Parámetros fisicoquímicos medidos en muestras de agua. (A) Color aparente en la escala Platino-Cobalto; (B)
conductividad eléctrica; (C) concentración de oxígeno disuelto; (D) pH. Los puntos azules son medidas del curso principal
del río Lenguazaque (W1, W2, Wt2, Wt3, W4), los puntos rojos son de Wt1, W3 y Wt4 (Fig. 1B). Los triángulos celestes
son medidas CAR (CAR1- CAR6; CAR, 2017, Fig. 1B). El eje horizontal es la distancia aguas abajo del nacimiento del
arroyo Mojica (Fig. 1B). (Para la interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se remite al lector
a la versión web de este artículo).
Las concentraciones de plomo en el río Lenguazaque oscilaron entre 0,012 mg/L en W1 y 0,011
mg/L en W4 (Fig. 5A). Ambas muestras recogidas de la segunda campaña (Wt1, Wt3) tenían
concentraciones por debajo del límite de detección. Las mediciones de CAR indicaron una concentración
de Pb de 0,01 mg/L en M2 (CAR, 2017).
Al considerar los sedimentos de los ríos, el plomo está más concentrado en la muestra Sed2
(0,002 ppm), menos en la muestra Sed1 (0,001, Fig. 5B). Se detectó plomo en todas las muestras de suelo
excepto en el horizonte C en Ss2. Las concentraciones del horizonte A varían de 0,0013 ppm en Ss2 a
0,0037 ppm en S4 (Fig. 5C). El valor máximo de Pb para el horizonte B fue en la muestra S4 (0,0063 ppm),
mientras que los valores en otras muestras oscilaron entre 0,002 y 0,0027 ppm (Fig. 5D). Se registra un
aumento progresivo de la concentración de Pb en los suelos para el horizonte C, desde 0,002 ppm en S1
hasta 0,0037 ppm en S4 (Fig. 5E).
El pico de concentración de zinc en el agua superficial se alcanza en Wt3 (0,037 mg/L), mientras
que el mínimo se encuentra en W4 (0,009 mg/L; Fig. 5F). En el sitio Wt1, el zinc estaba por debajo del
límite de detección. La concentración de zinc medida por CAR en la salida de la mina de carbón M2 fue
de 0,025 mg/L (CAR, 2017).
Similar al plomo en los sedimentos, el valor máximo de zinc fue en Sed2 (0.015 ppm) mientras
que el mínimo fue en Sed1 (0.007 ppm; Fig. 5G). La concentración de zinc del horizonte A del suelo en
S4 fue la más baja (0.002 ppm; Fig. 5H). La concentración de zinc del horizonte B estuvo por debajo del
límite de detección en S4 y fue máxima en S3 (0,016 ppm; Fig. 5I). Para el horizonte C, el mínimo se
encontró en Ss2 (0.0035 ppm), mientras que el máximo fue en S4 (0.011 ppm; Fig. 5J).
Fig. 4. Concentraciones de hierro (A–E) y manganeso (F–J) medidas en muestras de agua de río (mg/L), en sedimentos
de río (ppm) y en muestras de suelo (ppm). Las barras azules muestran las concentraciones medidas en sedimentos,
verde para el horizonte A, amarilla para el horizonte B y naranja para el horizonte C. Las muestras con concentraciones
por debajo del nivel de detección se indican como < DL. Los puntos azules son medidas del curso principal del río
Lenguazaque y los puntos rojos son de afluentes. (Para la interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta
figura, se remite al lector a la versión web de este artículo).
4. Discusión
Las principales fuentes puntuales de contaminación identificadas en el río Lenguazaque son las
bocas de las minas y las descargas de aguas residuales de las zonas urbanas. Las posibles fuentes no
puntuales identificadas son la escorrentía agrícola y el material particulado de la producción de coque
que luego se deposita en las fuentes de agua a través de la escorrentía y la percolación. Las fuentes no
puntuales son difíciles de cuantificar y caracterizar, pero podrían ser una contribución importante a las
alteraciones de la calidad del agua y del suelo en esta área de estudio.
La disminución observada de oxígeno disuelto en el río podría originarse tanto en fuentes
puntuales como difusas. Las descargas de aguas residuales sin tratar, las salidas de las minas de carbón
y la contaminación no puntual de la agricultura tienen un papel importante en la disminución de los
niveles de oxígeno disuelto en el río Lenguazaque. Dado que la concentración de oxígeno disuelto medida
en las salidas de las minas y aguas abajo de ellas es baja, las salidas de las minas en el estudio parecen
alterar el agua prístina del Páramo. Sin embargo, es probable que otros usos de la tierra sean igual o más
importantes al menos para el oxígeno disuelto y la conductividad eléctrica. La materia orgánica y los
nutrientes de las descargas de aguas residuales urbanas tienen un efecto conocido sobre el oxígeno
disuelto (Vanegas, 2013; Mayorga, 2014). También es probable que el carbono orgánico y los nutrientes
de la escorrentía agrícola cambien la concentración de oxígeno (Vanegas, 2013; Mayorga, 2014). El
pequeño arroyo muestreado en el Páramo (Wt1) muestra el oxígeno disuelto más bajo en contraste con
la otra muestra del Páramo, Wt4, que se considera más representativa del agua prístina del Páramo. Esto
probablemente se deba a que la muestra Wt1 se tomó durante la estación seca con niveles de agua muy
bajos. Sobre todo porque no había evidencia de fuentes puntuales y descargas en el área de Páramo.
Fig. 5. Concentraciones de plomo (A–E) y zinc (F–J) medidas en muestras de agua de río (mg/L), sedimentos de río (ppm)
y muestras de suelo (ppm). Las barras azules muestran las concentraciones medidas en sedimentos, verde para el
horizonte A, amarilla para el horizonte B y naranja para el horizonte C. Las muestras con concentraciones por debajo
del nivel de detección se indican como < DL. Los puntos azules son medidas del curso principal del río Lenguazaque y
los puntos rojos son de afluentes. (Para la interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se
remite al lector a la versión web de este artículo).
A pesar de ser habitualmente ignorados, los suelos han demostrado ser claves en la asimilación
de contaminantes (Galán y Romero, 2008). Para cada tipo de suelo existe un límite de acumulación que
puede ser rebasado por alteraciones de sus características físicas y químicas originales, luego de lo cual
se convierten en una fuente potencial de contaminación (Durán y Ciabato, 2011). El papel de los suelos
es particularmente relevante en Cundinamarca y otros departamentos de minería de carbón metalúrgico
debido a la posibilidad de que los contaminantes en el aire se depositen y luego se transporten al sistema
de aguas superficiales a través de la percolación, así como a la posible contaminación de las llanuras
aluviales durante las inundaciones.
Los factores que pueden influir en la presencia y distribución de metales incluyen la química del
suelo y las aguas subterráneas, así como los mecanismos de transporte locales (Wuana y Okieimen,
2011). Las características del suelo como la materia orgánica, el pH y la capacidad de intercambio
catiónico determinan la acumulación de metales (Martínez et al., 2017). Los suelos son un sumidero
importante de metales pesados producidos por actividades antropogénicas (Wuana y Okieimen, 2011),
y la movilidad de los metales aumenta cuando el agua se vuelve ácida ya que existe una mayor solubilidad
y tasa de disociación (Durán y Ciabato, 2011). En suelos ácidos, los metales pueden alcanzar rápidamente
niveles tóxicos y dañar las plantas y sus raíces, lo cual es preocupante considerando la acidez de los
suelos de páramo y el hecho de que el 85% de los suelos colombianos tienen valores de pH por debajo
de 5,5 (Guerrero y Pineda, 2016) .
Las concentraciones de hierro que se encuentran en las capas del suelo pueden afectar la calidad
de las aguas superficiales, como ríos y lagunas, y las aguas subterráneas almacenadas en los acuíferos a
través de la percolación-disolución. La removilización de Fe puede ocurrir como resultado de la oxidación
o disminución del pH del agua (Organización Mundial de la Salud, 2003a,b). Todas las concentraciones
de Fe medidas en sedimentos de río y horizontes de suelo están por encima de las del río Lenguazaque,
excepto por la medición anormal en Wt3. La acumulación ocurre en el horizonte B para los sitios S1, Ss1,
S2 y S3, lo cual es de esperar (Balasubramanian, 2017). Las concentraciones de hierro en el agua
superficial son mayores aguas abajo a medida que disminuye la acumulación del horizonte B, lo que
respalda la opinión de que el suelo del páramo retiene fuertemente los metales (Soto, 2006). La
capacidad de acumulación depende de características del suelo como contenido de materia orgánica,
composición mineral, pH, Eh (potencial de oxidación), textura, permeabilidad y actividad microbiana
(Galán y Romero, 2008). La entrada de salidas de minas ácidas podría causar la disolución y movilización
de hierro hacia el río Lenguazaque aguas abajo. La concentración de hierro en los sedimentos alcanza un
pico Sed2, que se encuentra después de la descarga de aguas residuales, pero también se encuentra en
un área donde las partículas en el aire y la escorrentía son una preocupación potencial.
Por lo general, las concentraciones de Fe y Cu en los suelos son más bajas que las concentraciones
de Mn debido a la secuencia redox (Hiscock, 2005), lo que convierte al hierro en su forma predominante
como un óxido que tiene una mayor movilidad, mientras que el Mn tiende a acumularse (Organización
Mundial de la Salud, 2003a, b). Sin embargo, las concentraciones de Mn son bajas en los horizontes C
medidos, por lo que tienen poco potencial de contaminación en nuestro caso.
Las concentraciones de plomo en S4 muestran acumulación en los horizontes A (0,008 ppm) y B
(0,003 ppm) después de restar los valores del material parental del horizonte C, en consonancia con el
Pb preferencial que suele ocurrir en los horizontes del suelo más superficiales (Organización Mundial de
la Salud, 2011a,b). Dado que el Pb está asociado con riesgos para la salud pública y puede llegar al agua
a través de la escorrentía, la acumulación en esos horizontes es clave para mantener los ríos sin
contaminación. W4 tuvo la concentración de plomo más baja de todas las muestras en el río, lo cual es
consistente con la acumulación que ocurre en S4, lo que indica que este es el único sitio donde se
acumula plomo en los suelos. No hay acumulación presente en otras muestras, lo que indica que los
suelos en el área no retienen efectivamente el Pb y este metal pesado se encuentra principalmente en
las aguas superficiales del área de estudio. La acumulación de zinc ocurre en el horizonte B en S3, que
coincide con la concentración más baja medida en agua en W3. La presencia de este metal pesado puede
interrumpir la actividad de los microorganismos y las lombrices, ralentizando así la descomposición de la
materia orgánica en los suelos (Wuana y Okieimen, 2011).
Así, observamos que la acumulación de plomo y zinc en los suelos se corresponde con
concentraciones bajas medidas en el agua, indicando la importancia del suelo en la retención de metales
y por lo tanto en la preservación de la calidad del agua. De acuerdo con los suelos actuando como barrera
protectora filtrando, descomponiendo, neutralizando o almacenando sustancias contaminantes antes
de llegar a otros medios (hidrológicos y biológicos) (Galán y Romero, 2008).
5. Conclusiones
Observamos que la calidad del agua del río Lenguazaque se ve afectada por fuentes puntuales y
difusas. El color, la conductividad eléctrica, la turbidez, la concentración de sólidos suspendidos y totales
aumentan aguas abajo. La concentración de oxígeno disuelto disminuye con la distancia aguas abajo. Las
concentraciones de hierro, manganeso, plomo y zinc muestran que en algunos puntos de monitoreo la
calidad del agua es deficiente. Algunos de los parámetros medidos en la zona no cumplen con las normas
colombianas para agua potable y usos recreativos, limitando el uso del agua del río Lenguazaque a fines
agrícolas.
La minería del carbón es una práctica común en la zona que podría estar vinculada a la
degradación de la calidad del río Lenguazaque y los suelos de la zona. Otras fuentes puntuales, como las
descargas de aguas residuales urbanas y las fuentes no puntuales de la producción de coque y el
desarrollo agrícola, también podrían provocar la alteración de los parámetros fisicoquímicos tanto del
agua como de los suelos. Los microorganismos que controlan importantes procesos de degradación en
los suelos también podrían resultar dañados si las propiedades físicas y químicas de los suelos se
degradan aún más. Es necesario el control de la minería ilegal y de pequeña escala en el área, siendo una
prioridad el tratamiento adecuado de las descargas de aguas residuales y de la mina.
Cada vez que ocurre una acumulación de metales en los suelos, las concentraciones de ese metal
en el río Lenguazaque disminuyen. Los suelos que actualmente acumulan metales podrían convertirse
potencialmente en una fuente contaminante si se alcanza su capacidad de retención. Por lo tanto, se
deben establecer regulaciones para la concentración de metales en suelos en Colombia, ya que estos
tienen un papel importante en la movilidad de los contaminantes, la sostenibilidad ambiental, la
productividad y brindan múltiples servicios a las comunidades.