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Recuperación de sistemas ancestrales de manejo del agua que utilizan soluciones


basadas en la naturaleza. Las acequias de careo de Jérez del Marquesado
(Granada)

Chapter · September 2020

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10 authors, including:

Sergio Martos-Rosillo José María Martín Civantos


Geological Survey of Spain University of Granada
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Blas Ramos Rodríguez José Abellán Santisteban


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XI Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua. Septiembre 2020

RECUPERACIÓN DE SISTEMAS ANCESTRALES DE MANEJO DEL AGUA


QUE UTILIZAN SOLUCIONES BASADAS EN LA NATURALEZA. LAS
ACEQUIAS DE CAREO DE JÉREZ DEL MARQUESADO (GRANADA)
Sergio Martos Rosillo1*, José María Martín Civantos**, Blas Ramos Rodríguez**, José Abellán
Santisteban**, Antonio González Ramón*, Jorge Jódar*, Tomás Peinado Parra*, Víctor Juan
Cifuentes***, Francisco Javier García Martínez****, Durán, J.J.*

*Instituto Geológico y Minero de España, **Universidad de Granada, ***Confederación


Hidrográfica del Guadalquivir, ****Diputación Provincial de Granada. 1autor responsable:
s.martos@igme.es

RESUMEN

En la falda norte de Sierra Nevada nacen los ríos Alhorí, Bernal y Alcázar, cuyos cauces confluyen
en las inmediaciones de localidad granadina de Jérez del Marquesado. Hasta hace pocos años,
estas cuencas de alta montaña contaban con una densa red de acequias de careo, que consisten
en canales excavados en el terreno que derivan el agua de deshielo de la cabecera de los ríos para
infiltrarla en las partes altas de las laderas. Lamentablemente, muchas de estas acequias han sido
abandonadas. Las acequias de careo recargan los acuíferos formados por los sedimentos de
origen glaciar y periglaciar y la zona de alteración de las rocas metamórficas que afloran en estas
cuencas. Gracias al careo se consigue retardar la salida del agua de la cuenca de los ríos,
disponiendo de mayores recursos hídricos durante el estiaje. Esta ancestral forma de manejar el
agua, que se presenta en este trabajo, constituye un ejemplo vivo, aunque en peligro de extinción,
de Soluciones Basadas en la Naturaleza para la Gestión del Agua.

Palabras clave: Sierra Nevada, infraestructura verde, cambio climático, Gestión Integrada del
Agua, conocimiento ecológico local.

INTRODUCCIÓN

Una de las principales singularidades de Sierra Nevada, en el sur de España, consiste en la peculiar
forma de manejar el agua y el suelo que practican sus habitantes desde la época del al-Andalus
(Martos-Rosillo et al., 2019a y b). Los abundantes caudales de agua procedentes del deshielo que
liberan sus ríos son retenidos en la montaña mediante su infiltración en la parte alta de las
laderas, a partir de las acequias de careo (Martos-Rosillo et al., 2018). Estas acequias consisten
en unos canales excavados en el terreno, sin revestir, diseñados para infiltrar el agua en el
subsuelo a lo largo de su recorrido y/o transportarla a zonas con mayor capacidad de infiltración,
donde es recargada en los acuíferos de ladera (Fig. 1). La recarga en estos acuíferos permite

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retener en la cuenca una parte importante del agua del deshielo, lo cual contribuye a modular el
régimen de funcionamiento de los ríos, a incrementar en el estiaje el caudal de los manantiales
que surgen a media ladera, los cuales garantizan el abastecimiento de la población local y el riego
de sus zonas de cultivo aterrazadas. Esta forma de manejar el agua es también conocida como
Siembra y Cosecha del Agua (SyCA), un término acuñado en América Latina, que expresa bien la
idea de que son Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN). Parten del conocimiento ecológico de
la población local y han generado un paisaje y un patrimonio milenario (Martos-Rosillo el al.,
2020). Son sistemas que han demostrado su eficiencia, su capacidad de adaptación y de
resiliencia, al haber permitido superar los drásticos cambios climáticos y sociales acaecidos en los
últimos 1200 años (Martos-Rosillo et al., 2019a). Están, además, en total armonía con gran parte
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible perseguidos por la Agenda 2030, pero aún así se
encuentran ante una grave situación de riesgo. El envejecimiento y la reducción de la población,
el abandono de los sistemas de regadío tradicional, la elevada densidad arbórea de las
repoblaciones forestales y una inapropiada política de modernización de regadíos, entre otros
aspectos, están amenazando la supervivencia de muchos de estos sistemas ancestrales de manejo
ético e inteligente del agua.

La Diputación Provincial de Granada y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir están


apoyando una iniciativa que parte de la Comunidad de Regantes de Aguas de la Sierra de Jérez
del Marquesado, el Ayuntamiento de Jérez del Marquesado, la Universidad de Granada (UGR) y
el Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Actualmente se cuenta también con el respaldo
de un proyecto de I+D+i de la Junta de Andalucía, en el que se van a investigar las cuencas de los
ríos Alhorí, Bernal y Alcázar, situadas aguas arriba de la localidad granadina de Jérez del
Marquesado, en la falda Norte de Sierra Nevada (Figs. 1 y 3). Se pretende, en primer lugar,
completar el estudio histórico-arqueológico y etnográfico que ya se está llevando a cabo, para
comprender los sistemas de manejo de agua y del territorio con una perspectiva diacrónica y
participativa. Además, mediante voluntariado se seguirá con la recuperación y puesta en
funcionamiento de distintas acequias de careo que estaban prácticamente abandonadas en la
cuenca del río Alhorí, de entre las cuales ya se han restaurado cuatro en el periodo 2018-2019.
Una vez puesto en marcha este sistema de SyCA se comprobará su eficiencia hidrológica mediante
la instalación de una red de sensores de control hidrometeorólogico e hidrológico. El
conocimiento adquirido permitirá replicar el sistema con éxito en la falda norte de Sierra Nevada,
desde donde se aportan del orden de 300 hm3/año a la cuenca del Guadalquivir.

Dos son los objetivos de esta comunicación. El primero, el de presentar las principales
características fisiográficas, hidrológicas e hidrogeológicas del área de estudio, y el segundo, el de
describir el ancestral sistema de manejo del agua que se realiza en la zona investigada, claro
ejemplo de sistema de gestión del agua que utiliza Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN).

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DESCRIPCIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO

Aguas arriba de Jérez del Marquesado existen tres ríos que son, de oeste a este, el Bernal, el
Alhorí y el Alcázar, cuyas aguas son gestionadas por la Comunidad de Regantes Aguas de la Sierra
de Jérez del Marquesado, existiendo, también, dos importantes captaciones destinadas al
abastecimiento de las poblaciones de Jérez del Marquesado y Cogollos de Guadix.

La UGR y el IGME han iniciado un estudio multidisciplinar de estos ríos, si bien la investigación
hidrológica de mayor detalle se centrará en la cuenca del río Alhorí (Fig. 1), concretamente en la
zona situada aguas arriba de la estación de aforo 5051 de la Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir (X: 482335, Y: 4111548 y Z: 1516 m, con una cuenca vertiente de 18 km 2).

Figura 1. Contexto hidrogeológico, límites del Espacio Natural de Sierra Nevada, principales
acequias de careo y situación de la cuenca del río Alhorí.

El río Alhorí está situado en la cabecera del río Fardes, afluente del Guadiana Menor, a su vez
afluente del Guadalquivir, quedando incluida en su totalidad, a partir de la estación de aforo,
dentro del Espacio Natural de Sierra Nevada. La cuenca está limitada al norte por la depresión de
la Hoya de Guadix; al sur y al oeste por la línea de cumbres de Sierra Nevada, con una morfología
más o menos semicircular, donde destacan el Picón de Jérez (3088 m s.n.m.) y el Puntal de
Juntillas (3143 m s.n.m.); al sureste y al este con la loma de Enmedio, que hace de divisoria con la
cuenca del río Alcázar. Dispone hasta su confluencia con el río Alcázar de una superficie y una
altitud media de 24 km2 y 1925 m s.n.m., respectivamente. Con una longitud de 9,5 km la cuenca
presenta un desnivel de 1877 m (3143-1266 m s.n.m.). La pendiente media del cauce principal
hasta la estación de aforo del río Alhorí es del 13,43% y del 10,85% al considerar todo el río. El

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histograma altitudinal de la cuenca realizado por Ruiz (2016) permite comprobar que el 58% de
la superficie queda comprendida entre 1600 y 2400 m de altitud y un 24% por encima de los 2400
m s.n.m. El resto de la cuenca, el 18%, queda por debajo de los 1600 m de altitud.

Se ha estimado la precipitación y las temperaturas máxima y mínima diarias mediante krigeaje


con deriva externa, considerando la altitud del terreno a partir de un modelo digital de
elevaciones como información secundaria de tendencia de la variable primaria. Las diferentes
variables se han estimado sobre una malla espacial de 500 x 500 m de resolución y se han
agregado para obtener los valores medios de la cuenca. Resultan una precipitación y temperatura
media anual de 630 mm y 10,9 ºC, respectivamente.

La vegetación de la cuenca está condicionada por la repoblación forestal, que se inició en 1933 y
terminó en la década de los ochenta del siglo pasado. A raíz de estos trabajos se generó un pinar
de alta densidad, comprendido entre los 1200 y los 2000 m de altitud, compuesto por pinos de
las variedades pinus helepensis, pinaster y sylvestris. Por encima del piso forestal aparecen
matorrales dispersos, poco densos, y se distinguen piornales, espartos, enebrales rastreros y
pastizales higrófilos, conocidos localmente como borreguiles, que están estrechamente asociados
a la descarga de agua subterránea. Por encima de los 2500 m s.n.m., la vegetación es muy escasa.

Desde el punto de vista geológico, la cuenca hidrológica del río Alhorí se desarrolla sobre
materiales del Complejo Nevado-Filábride, pertenecientes a la Zonas Interna de la Cordillera
Bética. El sustrato de la cuenca lo componen rocas metamórficas: micaesquistos grafitosos, en su
mayoría, con algunos niveles de cuarcitas, y micaesquistos con feldespato y anfíbol, con
intercalaciones de cuarcitas y cuarzoesquistos. Todos estos materiales están afectados, en la
cabecera del río, por importantes procesos de alteración supergénica, pasada y actual. La geología
de la cuenca condiciona de forma inequívoca el funcionamiento hidrológico de este río. En la
cuenca del Alhorí, la zona de alteración superficial de los micaesquistos (65,5 %) y la de los
sedimentos glaciares y periglaciares (28,2%) dan lugar a un acuífero permeable que cubre la
práctica totalidad de la cuenca (93,7%), donde tan solo hay un 6,2 % de afloramientos de roca
dura sin alteración importante o cubierta por sedimentos recientes. El flujo subterráneo, al igual
que ocurre en otros acuíferos alpinos (Hayashi, 2019), se produce por el acuífero superficial,
formado por los materiales alterados y los sedimentos de origen glaciar y periglaciar. La alta
pendiente del terreno y el reducido espesor de los materiales permeables de estos acuíferos
favorecen la descarga local hacia los cauces fluviales de primer orden. Se trata, por tanto, de flujos
cortos de reducido recorrido, pero en los que el tiempo medio de residencia es incrementado por
el papel que juegan (1) los sedimentos finos de los materiales glaciares y periglaciares y (2) los
sedimentos que se desarrollan por meteorización física y química en la zona de alteración de los
esquistos. Existe un buen número de surgencias, que están siendo inventariadas, y que en las
zonas más altas dan lugar al desarrollo de borreguiles.

En la figura 2, se ha representado el hidrograma medio del río Alhorí, realizado con los datos de
la estación de aforo 5051, correspondientes al periodo de 1994-2015. El caudal medio en la

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estación de aforo es de 8,5 hm3/año (476 mm/año). El régimen de funcionamiento es el de un


río nival. El máximo caudal específico (i.e. ratio caudal/superficie), a lo largo del año, se produce
en junio, tras haberse iniciado el deshielo en marzo. A partir de esa fecha el caudal específico
comienza a descender hasta quedarse por debajo de los 0,5 mm/día, coincidiendo con el
comienzo del nuevo año hidrológico en octubre. Destaca la importante estabilidad del caudal
entre noviembre y marzo, con unos 0,8 mm/día.

5.0
Alhorí (18 km2)

Q_avg
Caudal específico (mm/día)

4.0
25%
50%
3.0 75%
Figura 2. Hidrograma medio del río Alhorí en la
estación de aforo 5051, para el periodo 1994-2015
2.0

1.0

0.0
oct

mar

may

jun
nov

dic

feb

abr

jul

sep
ene

ago

Si se considera este caudal específico (0,8 mm/año) constante a lo largo del año, la componente
subterránea mínima sería de 292 mm/año, es decir un 61 % de la aportación total, lo cual pone
de manifiesto la gran influencia del acuífero en el funcionamiento hidrológico de este río. Este
último aspecto era conocido y aprovechado por los antiguos pobladores de esta región, que
pusieron en marcha una importante red de acequias de careo, ahora parcialmente abandonada,
con la que recargaron agua en estos acuíferos y aumentaron los recursos disponibles a lo largo
del año, para así poder disponer de mayor caudal en la época de riego.

LAS ACEQUIAS DE CAREO Y LOS SISTEMAS DE REGADÍO TRADICIONALES DE JÉREZ DEL


MARQUESADO

APROXIMACIÓN HISTÓRICA

La evolución de los distintos usos del territorio en el término de Jérez del Marquesado está
fuertemente vinculada al agua. Esta evolución aunque ha sido compleja, ha permitido la
existencia de un importante cuerpo documental de época andalusí (González Palencia, 1940) que
ha permitido su investigación. El término municipal de Jérez tiene forma alargada y se extiende
desde las cumbres de Sierra Nevada hasta el llano, pero hacia el norte se estrecha siguiendo los
barrancos del arroyo Bernal al oeste y del río Verde o de Guadix en el este, hasta alcanzar la junta
de estos. Esta configuración ha dado como resultado un complejo sistema de manejo histórico
del agua que comienza en las altas cumbres y tiene como elemento central la amplia vega que se

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extiende a los pies de la montaña. La vega está compuesta en realidad por cinco sistemas de
regadío distintos, cuyas aguas no se mezclan y cuyos derechos históricos de regadío están
perfectamente separados, aunque físicamente haya una continuidad entre ellos e incluso
trasvases de cuenca entre unos ríos y otros a través de las acequias principales (Fig. 3).

La interpretación de toda esta complicada estructura de riegos debe de realizarse desde la


perspectiva de la evolución del poblamiento y de la organización del territorio. El paisaje actual
no es sino el fruto de ese desarrollo histórico que tiene un hito fundamental en la época andalusí.
En ese momento, los sistemas de manejo de agua y los derechos de riego estuvieron
desarrollados y consolidados al menos desde finales del siglo X. Los cinco sistemas de regadío
actuales estaban ligados a otras tantas alquerías que existían en ese momento. El término
alquería hacía referencia no solo al núcleo de población rural compuesto por distintos barrios,
agrupados o separados, sino también a la comunidad que la habitaba y al territorio que le
pertenecía y gestionaba, dentro del cual se encontraban tierras privadas y distintas formas de
propiedad y gestión comunal. En el caso de Jérez, estas cinco alquerías eran, de oeste a este, la
de Bartillana, en el pago de Alrután; Mecina en la acequia de Cogollos; Nush en la acequia de
Guadix; Tuyina en la acequia de Jérez y Alcázar en la acequia del mismo nombre. Todas ellas se
corresponden con asentamientos documentados arqueológicamente, con el corpus documental
existente y refrendados por el estudio toponímico (Martín Civantos, 2006, 2007). Estas alquerías
gestionaban cada uno de los cinco espacios de regadío y su propio término, que incluiría
obviamente la zona de la sierra, que era un espacio preferentemente comunal. Aquí, en la zona
de montaña, se desarrolló el sistema de recarga artificial de acuíferos conocido como careo, que
es fundamental para entender el propio regadío.

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Figura 3. Sistema de regadíos asociados a las aguas los ríos Alcázar, Alhorí y Bernal, en el que se
diferencian acequias de regadío y acequias de careo.

Gracias a este sistema de manejo del agua, la capacidad de retención del agua del deshielo en las
laderas de Sierra Nevada permitió desde época medieval tener suficientes recursos hídricos para
desarrollar una agricultura intensiva de regadío en la vega. Su importancia es tal que en el siglo
XII provocó un pleito por robo de aguas entre dos cuencas hidrográficas que, por desgracia, no es
posible reproducir aquí (Martín Civantos, 2010). En los documentos árabes del Zenete editados
por González Palencia (1940) aparece, en primer lugar y como el más antiguo de todos ellos, un
“concierto entre los pueblos de Bartiliana y Lubros acerca de la división de aguas de sus términos”.
Tiene fecha de 1286, pero es copia de otro más antiguo, de 1187. “El pleito versaba sobre las
fuentes, resudaderos y manantiales que hay en los Prados de los Negros (Muruy al-Sawdan), al
sur de Sulayr y cerca de Qabr al-‘ily (sepultura del asno), y al sur del camino de Granada”. Del
estudio de este texto árabe se puede concluir que los habitantes de Bartillana (alquería que se
localizaría en el actual pago de Alrután) alargaron la acequia de “Muruy al-Sawdãn (los Prados de
los Negros, actualmente denominada Chorreras Negras)”, gestionada por los habitantes de
Lubros (actual Lugros) para que vertiese sus aguas en la cuenca del Bernal. El qadí de Guadix
dirimió que esta actuación era ilegal, por lo que se puede concluir que en esa época ya existían
unos derechos consolidados sobre el agua de esta acequia de Lubros. Sin embargo, el sistema de

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trasvase de aguas se sigue empleando aún hoy en el término de Jérez para regar el pago de
Alrután, trasvasando agua del río Alhorí al Bernal con las acequias del Corazón y del Jaral (Fig. 3).
La fijación de estos derechos es muy importante para entender las dinámicas sociales, pero
también la cronología de la implantación de los sistemas productivos. En este caso, la existencia
de derechos consolidados en el pleito del siglo XII nos deberían retrotraer al menos hasta la
centuria anterior, y muy probablemente incluso al mismo momento de constitución de los
espacios de riego antes del siglo X. En opinión de Martín Civantos (2007) los derechos de aguas
se establecieron en la primera época de al-Andalus en las cinco vegas y los núcleos de población
que compartían las aguas de los tres ríos. La narración del conflicto entre Bartillana y Lubros es la
única mención a la gestión del agua de la sierra que puede ser identificada claramente con los
careos, las demás hacen referencia a los pastos de montaña, de los que se conoce que están
directamente ligados al careo que genera amplios prados frescos para su aprovechamiento
durante la primavera y el verano. En este caso, el documento más antiguo es la biografía del
maestro sufí Abu Marwan al-Yuhanisi, que hace referencia a la bendición de estos pastos en el
vecino pueblo de Lanteira en el siglo XIII, probablemente como parte de los trabajos comunitarios
para limpiar y cargar las acequias (Al-Qashtal, 1974). El segundo es un pleito de mediados del siglo
XV por la comunidad de pastos entre Jérez y su anejo de Alcázar y la alquería de Lanteira (González
Palencia, 1940)

MANEJO DEL AGUA EN LAS CUENCAS VERTIENTES A JÉREZ DEL MARQUESADO

El agua de escorrentía que discurre por los tres ríos que confluyen en Jérez se toma a través de
las acequias de derivación que se alzan a diferentes alturas. Las más altas se sitúan alrededor de
los 2000 m s.n.m., debajo de los tajos y prados de las cumbres. Las presas y acequias son de tierra.
Estas corren por las laderas de los profundos valles soltando el abundante agua proveniente de
la fusión de las nieves a través de lo que se denominan chortales o chorreras, esto es, aberturas
en las acequias que dejan escapar el agua que riega las faldas de las laderas. A esta operación se
le llama “careo”. Estas acequias sólo funcionan durante el invierno y la primavera, pudiendo
alargar incluso su actividad hasta junio, siempre y cuando la nieve y el agua sean abundantes. Su
objetivo fundamental es que el agua se infiltre en los materiales permeables asociados a la
alteración de la roca y a los sedimentos glaciares y periglaciares, recargando los acuíferos cuyo
drenaje se hace por manantiales, galerías excavadas en el terreno y, fundamentalmente,
surgencias en el cauce de los ríos. La pretensión de éste sistema de recarga, atendiendo al sistema
de riego de la vega, era la de aumentar el caudal de los ríos y los manantiales en verano, cuando
más falta hace y más escasos son los recursos. De manera subsidiaria, pero igualmente
importante, los chortales o chorreras consiguen también crear praderas artificiales con
abundante pasto o hazas para la cría de cereal de primavera y habichuelas. El cultivo en estas
zonas parece haberse extendido junto con los secanos y las patatas a partir del siglo XIX y, sobre
todo, tras la Guerra Civil, cuando según los labradores de la zona, “se recogía tanto cereal en la
sierra como en el llano”. Así pues, el sistema de manejo del agua de la zona investigada nace en
las cumbres y se expande por el llano. Por encima de los 2000 m s.n.m., en el Ventisquero del
Corazón y Tajo de las Chorreras Negras, cabecera del río del Alhorí, se saca la acequia del Corazón

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(Fig. 3). Es un caz de tierra que recorre la falda de la montaña hasta la meseta de las Hiniestas
sobre el camino de Jérez a Granada por Güejar Sierra. Aquí, en la cabecera del río Bernal, descarga
parte del agua recogida, haciendo así un trasvase de cuenca. Algo más abajo, en la cabecera del
barranco de Hervás, a unos 1900 m s.n.m., se alza otra acequia más, llamada del Jaral o Aral (Fig.
3). Según las noticias recogidas, ésta también llegaba hasta la cuenca del Bernal. Pero su función
no era solo esa, ya que a la mitad de su recorrido se encuentran lugares como el Corral de las
Chorreras, que indica que de la acequia se sacaban chorreras o chortales por los que se dejaba
escapar el agua para carear. Estas son las dos acequias serranas más grandes y las que se han
conservado en un cierto grado. Sin embargo, no son las únicas.

Gracias a la colaboración con la Comunidad de Regantes y con el Ayuntamiento, en 2018 y 2019


se han recuperado cuatro acequias de careo en la misma cuenca del Alhorí. Los trabajos se
enmarcan dentro de la estrategia del MEMOLab, laboratorio de Arqueología Biocultural de la
Universidad de Granada (https://blogs.ugr.es/memolab/). Además, se ha comenzado junto con
los regantes y pastores una labor de recuperación de los conocimientos ecológicos locales ligados
a la gestión del agua. Esta tarea incluye la identificación y ubicación de otras acequias de careo y
manantiales asociados, espacios para el aprovechamiento agroganadero o gestión de suelos,
entre otros aspectos. Esto ha permitido documentar por el momento la existencia de, al menos,
otras quince acequias más, que antiguamente realizaban esta labor de siembra de agua en los
tres ríos de Jérez (Fig. 3). Se trata de un trabajo en curso, especialmente complicado por la pérdida
de esos conocimientos ligados a la transmisión oral y a la práctica en un contexto marginalizado
y envejecido. A ello se suma la importante acción repobladora de pinos del pasado siglo XX, que
ha dado como resultado una extensa y tupida masa arbórea que oculta los posibles restos de
muchas de estas acequias. Sin embargo, a pesar del abandono, la mayor parte de los labradores
y pastores están convencidos de la utilidad del sistema empleado por sus ancestros, así como de
la importancia de poder recuperarlo y mantenerlo, añadiendo nuevos conocimientos
provenientes del ámbito científico para posibilitar y mejorar la gestión. Su uso es fundamental
para el mantenimiento de los prados de alta montaña, que no solo alimentan al ganado durante
el verano, sino que generan una importante biodiversidad ligada a estos manejos. Pero además,
su recuperación es esencial para el mantenimiento de las vegas y de los espacios de riego situados
en el pie de monte y los llanos, de los que depende en buena medida la economía local. En la
actualidad, estos espacios se están viendo sometidos a una enorme presión para su destrucción
y sustitución por sistemas modernos de riego localizado, el cual comporta el entubamiento de
toda la red, así como la implantación de sistemas de cultivo intensivo.

EL MANEJO DEL AGUA EN SIERRA NEVADA COMO SOLUCIÓN BASADA EN LA NATURALEZA


PARA LA GESTIÓN DEL AGUA

Los sistemas históricos de manejo de agua son, sin duda, excelentes ejemplos de Soluciones
Basadas en la Naturaleza (SbN). Son, en primer lugar, Sistemas de Gestión Integrada de Recursos
Hídricos (IWRM por sus siglas en inglés), porque comprenden tanto aguas superficiales como
subterráneas; porque tienen en cuenta los efectos sobre el suelo (retención y retornos hídricos,

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lixiviado de sales y reducción de la erosión, aumento del gradiente de humedad en el suelo con
el consiguiente efecto sobre la actividad biológica y la fertilidad); porque tienen en cuenta los
efectos sobre la biodiversidad silvestre y doméstica, la regulación de temperaturas, la regulación
hidrológica, la producción agraria y la gestión comunal y los sistemas de gobernanza (incluyendo
la participación y la resolución de conflictos); porque generan paisajes de un gran valor ambiental
y cultural; y porque son, como se ha visto, una parte fundamental de nuestro patrimonio y nuestra
historia. A lo largo de siglos han demostrado ser enormemente resilientes y se deben considerar
como herramientas de adaptación al cambio climático. No importa los enfoques que se empleen
para definir el propio concepto de SbN, como el de la Adaptación Basada en Ecosistemas, ya que
los sistemas históricos de manejo de agua están, de hecho, basados conceptualmente en la propia
naturaleza y los ecosistemas de su entorno. Su construcción supuso el establecimiento de nuevos
equilibrios con el medio que generaron socioecosistemas con características diferentes,
especialmente en climas mediterráneos y áridos. Son, en definitiva, auténticos oasis, ya nos
encontremos en las cumbres de Sierra Nevada o en las áridas tierras y badlands de la Hoya de
Guadix. Estos sistemas del manejo del agua son, sobre todo, el resultado de un proceso
coevolutivo que ha marcado de manera indeleble el territorio. Dentro de estos sistemas, el de los
careos resulta especialmente singular por la capacidad que ha tenido el ser humano no sólo de
comprender el funcionamiento hidrológico de Sierra Nevada, sino por descubrir, en un entorno
aparentemente impermeable, acuíferos cuya función es la de regular los ciclos hidrológicos,
“entreteniendo” el agua en las laderas, sembrándola para cosecharla más tarde. El agua cumple,
entre tanto, todas esas funciones generadoras de servicios ecosistémicos y valores ambientales.
Para ello, únicamente se han empleado tres elementos: a) los conocimientos ecológicos locales,
fruto de un proceso continuo de observación y experimentación de las comunidades campesinas;
b) la fuerza de trabajo de ese campesinado y, sobre todo, su capacidad de organización y gestión
comunal y c) por último, a la propia naturaleza, desde la propia capacidad de los suelos y los
acuíferos para ralentizar la circulación del agua hasta la simple ley de la gravedad, que hace que
todo este sistema tenga una eficiencia energética máxima y ninguna externalidad negativa
cuando el sistema funciona bien. Todo ello ha dado como resultado la construcción histórica de
enormes infraestructuras verdes y azules, que actualmente están en riesgo de desaparecer. Solo
un cambio de enfoque en la manera en la que percibimos estos sistemas y a las comunidades que
los manejan permitirá establecer una planificación y estrategias sostenibles, que al mismo tiempo
garanticen los usos del agua y la producción agraria.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo se encuadra dentro de los resultados del Convenio entre la Diputación Provincial de
Granada y el IGME para el apoyo técnico en materia de aguas subterráneas y riesgos naturales
(años 2019-2022), y es una contribución al Proyecto de I +D +i del Programa Operativo FEDER
Andalucía 2014-2020 "Análisis de sistemas históricos de manejo del agua como herramienta de
adaptación al cambio climático (MAD)" (ref. B-HUM-436-UGR18), a la Red CYTED (419RT0577):
Siembra y Cosecha del Agua en Áreas Naturales Protegidas”, y al Grupo de Investigación RNM-

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126 de la Junta de Andalucía. Agradecemos la especial ayuda prestada por la CCRR Aguas de la
Sierra de Jérez y por el Ayuntamiento de Jeréz del Marquesado.

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