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“OPORTUNIDAD PARA NUEVOS MECENAS”

José Miguel Onaindia·

La legislación cultural en la Argentina adolece de vetustez. No sólo por el


tiempo transcurrido desde su sanción, sino porque no ha incorporado los
nuevos fenómenos sociales y tecnológicos que transformaron los modos de
creación artística y la posibilidad de su difusión. Tampoco incluyen en sus
disposiciones la regulación de un derecho humano fundamental, el acceso a la
cultura, severamente dañado por la decadencia económica y educativa que
afecta a nuestra sociedad.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha sancionado hace ya dos años un
nuevo instrumento que moderniza la relación entre los ciudadanos y la
actividad cultural. Además, de mantener los subsidios directos que otorga a
diferentes ramas del artes, a partir de su aplicación permitirá que todo
habitante de la ciudad –empresa o persona- que esté obligada al pago del
Impuesto Sobre los Ingresos Brutos pueda aplicar un porcentaje de ese pago
al apoyo de la investigación, capacitación, difusión, creación y producción en
las diferentes ramas del arte y la cultura, que incluyen sus formas más actuales
como el diseño, el arte digital o los sitios de Internet con contenido artístico y
cultural.
De esta manera el contribuyente, le otorga destino cierto a un porcentaje del
pago de su impuesto y permite el desarrollo de la actividad cultural, no sólo
desde la producción o creación sino también en la formación de sus hacedores
y en la relación con la comunidad. Este cuerpo normativo atiende así también
la relación entre el creador y la población, dado que permite que esta forma de
fomento se aplique a la difusión. El contribuyente también puede obtener el
beneficio de relacionar su imagen o la de sus productos al proyecto cultural
que asistan, asumiendo así el carácter de “patrocinadores”. En este caso sólo el
50% de los financiamientos efectuados por los “patrocinadores” serán
considerados como pago a cuenta del mencionado impuesto. En cambio,
quien no relaciona su imagen con el proyecto, se denomina “benefactor” y
puede aplicar hasta el 100% del monto que destine a su contribución.
El sistema es sencillo para su aplicación y tiene como gran innovación la
posibilidad de que un nuevo grupo de personas no acostumbradas a estas
formas de promoción de las artes y la cultura se sumen a esta actividad, pues
no sólo los grandes contribuyentes podrán realizar esta acción de
“mecenazgo”, sino que los medianos y pequeños contribuyentes pueden sumar
su esfuerzo al desarrollo de las artes y la cultura en la ciudad. Así la actividad
de la promoción de las artes se democratiza y permite que sea ejercida por
aquellos que antes no contaban dentro de sus posibilidades de acción social, la
de contribuir al desarrollo de la actividad cultural.
El arte y la cultura no sólo están destinadas a quienes la practican o estudian,
sino que son un elemento transformador de la realidad social, que ayuda al
desarrollo humano y a la creación de ciudadanía. La aplicación de este nuevo
instrumento, no sólo permitirá mayores fuentes de financiamiento para las
actividades culturales sino la formación de nuevos grupos que las fomenten y
participen en su creación e impacto social.
Tengo la convicción que en un país con un deteriorado sistema político y un
descenso tan brusco del nivel de vida de su población, la mejor docencia que
se puede ejercer es la revalorización del trabajo intelectual, en un contexto que
no es proclive a su incentivo. Porque sigue vigente la afirmación que Albert
Camus·· pronunció hace casi sesenta años sobre la desvalorización de la
inteligencia y el triunfo de las “filosofías del instinto y, con ellas, ese
romanticismo de mala ley que prefiere sentir a comprender como si ambos
pudieran separarse…” En una situación tan dramática para nuestro país,
promover el incentivo a la reflexión y a la creación artística es la mejor forma
de defender el sistema democrático, porque cuando la “inteligencia se apaga,
llega la noche de las dictaduras…”

· El autor es Profesor de Legislación Cultural en UBA, UNC y FLACSO.


··Camus,Albert “Moral y Política”, Losada, 1978

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