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Existen muchos artículos, editoriales, comentarios, y en este caso, videos, en los cuales se

reflexiona sobre las lecciones y la utilidad que podemos aprender de las experiencias del pasado.

Lo más común siempre ha sido dirigirse a lo ocurrido en la epidemia de gripe de 1918, dado que
su condición de pandemia, causada por un agente viral, transmitida de persona a persona, con
una significativa mortalidad y sin recursos específicos, se torna en una condición muy similar o
prácticamente gemela a la que estamos viviendo. Existen también referencias a otras grandes
epidemias que también ha sido recurrente desde las epidemias de la antigüedad, como la peste de
Atenas y la peste de Justiniano, hasta las más cercanas a nuestra época como el SARS, MERS,
gripe H1N1 y el Ébola.
 
Dichas epidemias han servido en gran parte para tratar de entender la situación actual y para
calmar los ánimos de todos, incluyendo el miedo extremo. Aunque claro está no sólo se ha
recurrido a la historia buscando mayor tranquilidad, sino también indagando sobre lecciones
útiles más concretas.
 
Cabe resaltar, que la historia ha recobrado importancia en el ámbito de la salud y, en medio de
esta crisis, se ha considerado como esencial el estudio de las epidemias, desde una perspectiva
histórica. Esta comprensión ha permitido, entre otras cosas, apreciar el estrecho vínculo entre los
fenómenos biológicos y los fenómenos sociales, haciendo no sólo más clara la importancia de las
causas socioambientales de las epidemias sino resaltando las profundas consecuencias sociales
que ellas tienen.

En esta época existe un acuerdo mayoritario en considerar que se pueden obtener varias
lecciones del pasado las cuales tienen particular importancia a la hora de pensar en programas de
intervención y en políticas de salud pública, aunque varios expertos reconocen lo difícil que ha
sido aprenderlas y, sobre todo, utilizarlas.

En primer lugar, cabe destacar que las epidemias ejercen una fuerte presión sobre las sociedades
y afectan de manera intensa la vida de las personas. Pero esto no ocurre de manera igual para
todos nosotros y por lo tanto, las epidemias tienden a profundizar la desigualdad social. El
reconocimiento de las diferencias en la sociedad viene desde mucho tiempo atrás pero se hace
más latente y visible en las epidemias más recientes.

Como ocurrió en la gripe de 1918, en varias partes del mundo en este caso también incluida
Republica Dominicana, la infección se expandió ampliamente por la población pero la
mortalidad se concentró en los más pobres. La epidemia dejó en evidencia la brecha entre las
clases sociales existentes, donde el rico siempre tiene la mejor ventaja y produjo más
desigualdaden general. No solo se pudo visualizar en la población las condiciones de miseria
sino que produjo consecuencias como la elevación de los precios de muchos productos lo que
encareció la vida, pero claro esta, solo para los pobres, los cuales no tienen de donde producir a
consecuencia de la pandemia, y afectó muy diferente a las otras clases sociales de altos recursos.
Aunque claro, después de un tiempo la situación puede cambiar un poco.

La diferencia entre las distintas clases de sociedad frente a la muerte que suele ocurrir en las
epidemias se puede observar en relación con distintas enfermedades. Esto se puede ver en lo que
ocurre con las enfermedades infecciosas emergentes. También en las consecuencias del cólera y
dengue en el país, siempre la clase social alta tiene la mejor ventaja de contención y recursos
para combatir las infecciones.

Esto nos refuerza la idea, muy conocida en el campo de la salud pública, que es el estrecho
vínculo existente entre pobreza, enfermedad y desigualdad sanitaria. Lo cual nos da una
enseñanza que es esencial y primordial tener presente, “La respuesta de Salud frente a las
epidemias debe incluir el criterio de equidad en salud”.

También merece la pena resaltar que un aspecto dramático pero que siempre llega a ocurrir en la
respuesta de las poblaciones a las epidemias es el deseo de establecer responsabilidades y buscar
culpables, lo cual puede generar intensos sentimientos xenofóbicos. Por ejemplo, en la peste
negra se culpo a los judíos. Mientras que en la pandemia actual a los chinos, sin importar su
relación o no con el país o si residían en este.

En general, cada vez que aparece una epidemia en algún lugar, aparece la tendencia a buscar un
chivo expiatorio, lo cual genera fenómenos de discriminación, donde evitan a esta raza y las
señalan abiertamente como culpables, llevando a actos abiertos de racismo y xenofobia. Y esto
también nos da otra enseñanza y es que en medio de las epidemias y sobre todo al principio, hay
que enfrentar el miedo colectivo que causa rechazo y exclusión sin sentido en la población.

Por último, vale la pena señalar que el estudio de las epidemias del pasado nos ha enseñado que
ellas son fenómenos complejos que vinculan de manera íntima la biológia con la dimensión
social, y esto nos lleva a la necesidad de abordar esto de una forma socioambiental.

El estudio de la gripe de 1918 sigue siendo fundamental y el análisis histórico demuestra, de


manera clara, las múltiples dimensiones y repercusiones que tuvo la pandemia. Por esta razón,
aún se reconoce que aquella pandemia al igual que esta fue el resultado de un proceso complejo,
en el cual las dinámicas biológicas y sociales se relacionan profundamente.
 

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