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Hasta ahora hemos conocido nueve de los trece muchachos de la navidad y


observamos que cada uno es especial. Además de dar golosinas, regalos o papas
podridas. En lo que hasta ahora te he contado habrás notado que son traviesos
y les encantan las bromas. Aclaró la cuentera al público reunido en la plaza.

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El décimo hermano: Gluggagægir, baja de las montañas el 21 de diciembre y se


queda hasta el 3 de enero. Su nombre en español podría ser: Mirón. Pues tiene
la mala costumbre de espiar por las ventanas. ¡Que feo eso!
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Quien me habló de Mirón, dice que tiene unos ojos enormes y le encanta mirar
por las ventanas. Bueno, creo que su tarea era más fácil antes, pues las casas
tenían un solo piso, pero ahora con los edificios me imagino que para espiar
debe usar binoculares.
Creo que hoy Mirón, por su mal hábito, si lo descubren seguro como mínimo le
impondrían un castigo o problemas graves con la justicia.

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Mirón, como cada diciembre bajó de las montañas a traer a los niños y niñas
regalitos, golosinas o papas podridas.
En esta historia Mirón conoce a Eydís, una niña inteligente y también muy
observadora, tanto que a pesar de su edad ya es detective. Explicó la cuentera.
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Sabes por qué te digo que ella es detective, porque Eydís, cuando a sus amigos
se les pierde algo o quieren descubrir un secreto, siempre recurren a ella. Es
excelente en lo que hace pues siempre acierta.

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El caso que estaba investigando Eydís en esos momentos es la desaparición del
peine y el espejo de plata de su mamá. Quien aseguraba que antes de acostarse,
los había dejado como todas las noches en su tocador y a la mañana siguiente,
ya no estaba.
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Eydís inició su investigación... encontró huellas de manos pequeñas en la
ventana del cuarto de su mamá y uno de sus vecinos le contó que le parecía que
la noche anterior había visto a Mirón, pero no estaba seguro. Aclaró la cuentera.

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Siguió pistas hasta que salió la luna. Ya cansada, camino a su casa, lo vio
espiando por la ventana de otra de las casas del vecindario. Estaba tan
concentrado en su tarea que no se dio cuenta que Eydís lo había descubierto.
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El hecho es que Eydís le pidió que le devolviera el peine y el espejo de su mamá,


pero Mirón le solicitó algo a cambio. Sabes, él está convencido que como deja
regalos y golosinas a los niños lo más lógico es recibir algo y por eso se lo lleva
de la casa. Concluyó la cuentera, agradeciendo al público e indicándoles que se
acomodaran para escuchar la leyenda del undécimo muchacho de navidad.

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