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Andrés Montiel
Universidad de Cádiz
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BAJO LA DIRECCIÓN DE
UNIVERSIDAD DE MURCIA
Facultad de Letras
Curso 2018/2019
Convocatoria de junio
Índice
Resumen ............................................................................................................................1
Abstract .............................................................................................................................1
Introducción .......................................................................................................................2
Metodología ...................................................................................................................3
Fuentes ..........................................................................................................................4
Biografía ........................................................................................................................4
Conclusiones .................................................................................................................... 23
Anexos............................................................................................................................. 25
Imágenes ...................................................................................................................... 27
Resumen
Abstract
Eric Rohmer’s films do not leave anyone indifferent, as he makes them in the realm of the
Nouvelle Vague but far from his friends Godard or Truffaut’s style. He is going to choose
a calm kind of film, where banal topics become important, and mainly focused on
dialogue, matter of reproach by his detractors. A charismatic filmmaker with a concealed
private life who has become one of the pillars of the French cinema and Nouvelle Vague in
2
order to create personal and profound films, regardless tendencies or the different trends of
the time. The choice of topic, the sea by Rohmer, comes from the hypothesis that the sea
acquires an important role in his films, being a key element in the development of his
characters. To verify it we will use the analytic-synthetic method, choosing those films in
which the sea appears, analyzing its symbolism and the way it influences the characters,
and eventually achieving a global view of the elements that can be observed in these films.
We will previously have a brief review of his biography, his film series and his way of
making a film, so that the practical part can be more clarifying. Finally, we will reach to
the conclusion that the sea certainly becomes a decisive core, which Rohmer uses to help
the protagonists express their feelings and to mark the sex drive among the characters. At
the same time, we will see the use of the sea to show the divine condition of nature, since
Rohmer was a Catholic. Eventually, the coastline will play an important role in the film,
preferring quiet places to busy ones, where the protagonist will go in search of quietness
and reflection which will lead to a change from their previous lives. The coastline will
appear as a tourist destination, where the leisure time allows the protagonist to connect
with its environment, and there will be a frequent contrast coast/city, with Rohmer’s
emphasis on the former over the latter.
Introducción
El trabajo que vamos a tratar va a tener como núcleo central el cine de Eric Rohmer y la
utilización del mar como símbolo en ciertas películas. Este director francés perteneciente a
la Nouvelle Vague se dedicará a hacer un cine tremendamente personal en donde el
diálogo es utilizado como medio para expresar lo que sienten los personajes, a menudo
utilizando narradores en primera o tercera persona. La elección por este tema parte de la
visualización años atrás de algunos de los films de Rohmer, en especial Pauline en la
playa, en donde el amor por el mar que tiene el director francés se refleja perfectamente.
Ello llevó a considerar que este recurso espacial podía tener un papel más importante que
el de una simple localización en su cine, lo que nos lleva a nuestra hipótesis: ¿adquiere el
mar una simbología y protagonismo en la trama de las películas de Eric Rohmer? Este
trabajo puede tener interés a la hora de estudiar el cine del director, ya que pese a tener una
de las filmografías más coherentes y bien estructuradas de la historia del cine se ha
quedado relegado en un segundo plano tras François Truffaut y Jean-Luc Godard.
3
Respecto a los objetivos del trabajo, en primer lugar vamos a tratar de establecer la forma
de hacer cine del director francés. Posteriormente trataremos de utilizar dicha información
para analizar una selección de sus películas en donde aparece el mar y de ellas extraer la
simbología y la importancia que tiene en estos films. Sin embargo, en contadas ocasiones
extrapola las características del mar, como ocurre con el lago de La rodilla de Claire.
Finalmente trataremos de analizar de manera global la información recogida y relacionarla
en unas conclusiones. Para todo esto estructuraremos el trabajo en una biografía inicial del
director, en donde haremos una pequeña reseña de su vida y trataremos su filmografía
haciendo especial hincapié en sus tres ciclos de películas: Cuentos morales, Comedias y
proverbios y Cuentos de las cuatro estaciones. A continuación realizaremos la parte
teórica en donde se analizan sus influencias y la importancia de la Nouvelle Vague; su
pensamiento cinematográfico y cómo cree que se debe hacer cine, lo que aplicará en sus
películas; y el tratamiento de los personajes y cuál es su construcción. Por último
extraeremos de una selección de películas, tras su visualización y utilizando lo aprendido
en la parte teórica, la simbología que Rohmer coloca en sus obras utilizando como recurso
el mar, lo que será tratado de manera global en las concusiones finales.
Estado de la cuestión
Metodología
rodilla de Claire (1971), Pauline en la playa (1983), El rayo verde (1986) y Cuento de
verano (1996). Visualizaremos dichas películas tratando de analizar la implicación del mar
en las mismas. Finalmente recogeremos la información recabada y la sintetizaremos en
unas conclusiones en donde se relacionarán los conceptos y se establecerá una continuidad
simbólica que se puede apreciar en estas películas.
Fuentes
Por tanto, las fuentes utilizadas serán metodológicas, ya que en el trabajo se utilizarán
libros escritos acerca del director, o recopilando entrevistas de Eric Rohmer, como el libro
El gusto por la belleza, a partir de los cuales se recopila la información necesaria para
realizar el marco teórico. A su vez también se utilizarán fuentes empíricas, ya que se
visualizarán las películas y siguiendo un razonamiento deductivo se extraerá la
información necesaria para la parte práctica.
Marco teórico
Biografía
Tras una serie de cortos, su debut cinematográfico tiene lugar con El signo de Leo (1959)
gracias a que la productora a la que pertenecía Claude Chabrol decide financiarle, sin
embargo la película fue recortada a posteriori tras su salida de la productora. A partir de
1962 decide fundar junto al director y productor Barbet Schroeder la productora Les Films
du Losange, que se encargará de producir todas sus películas, a excepción de las tres
últimas. Esta película fue un fracaso en cuanto a la exhibición, y el control sobre lo que
rodaba por parte de la productora no le satisfizo mucho, por lo que tras esta experiencia
decide emplear la técnica de agrupar las películas en series, algo que marcará su carrera.
Esto lo concibe como una estrategia comercial, pero no en el sentido de buscar una
audiencia más amplia, sino una continuidad de producción que le garantizase el poder
seguir rodando películas.
Esto le lleva al proyecto de su primer ciclo de películas, los llamados Cuentos morales,
ciclo que componen seis películas: La panadera de Monceau (1962), La carrera de
Suzanne (1963), La coleccionista (1967), Mi noche con Maud (1969), La rodilla de Claire
(1971) y El amor después del mediodía (1972). Algunas no fueron rodadas en el orden que
ocupaban dentro de la serie, pues cada una tiene un número, y entre las dos primeras y el
resto realiza otras cuatro películas de escasa importancia. Todas estas películas ya habían
sido escritas antes de iniciar el proyecto, siendo las dos primeras películas, mediometrajes.
Los argumentos de estas películas van a girar en torno a un mismo argumento, núcleo que
obviamente tiene variaciones, consistente en un protagonista con una relación amorosa ya
establecida que empieza a sentir deseo por otra mujer, sin embargo acaba regresando con
la primera mujer. El concepto de cuento moral no proviene de una intención del director de
plantear una moraleja en el film o de tratar de ser educativo, utiliza la palabra “moral” para
referirse a un tipo de historia con prácticamente nula acción y que gira en torno a un
protagonista que hace a su vez de narrador, tratando la historia de una manera
completamente objetiva.
Tras Cuentos morales, abandona el formato cíclico para realizar dos películas ambientadas
en el pasado, algo no muy habitual en la filmografía de Rohmer. Se trata de La marquesa
de O (1976) y Perceval el Galés (1978), siendo la primera la obra la que más ha
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trascendido por su calidad. Tras Perceval decide comenzar una nueva serie, con el
problema de que los textos no estaban escritos con anterioridad, por lo que decide ser más
abierto con las tramas y vuelve a establecer la cifra de seis películas: La mujer del aviador
(1980), La buena boda (1982), Pauline en la playa (1983), Las noches de la luna llena
(1984), El rayo verde (1986) y El amigo de mi amiga (1987). En este ciclo los
protagonistas serán más jóvenes y apasionados, abiertos con sus sentimientos y atrapados
en situaciones de poca trascendencia pero que adquieren importancia. Se utilizará el relato
en tercera persona y se empiezan a abrir paso las mujeres como las protagonistas de este
ciclo de películas, perviviendo el diálogo como el punto clave de su cine.
El último ciclo importante será en los 90 con Cuentos de las cuatro estaciones, que como
su nombre indica transcurre cada uno en una estación, que da nombre a cada una de las
cuatro películas. Rodará tres películas más una vez entrado en el siglo XXI, sin embargo
no serán de mayor trascendencia. Finalmente morirá el 11 de Enero de 2010, con 90 años,
y siguiendo el hilo de lo que fue su vida, la causa de su muerte permanece siendo
desconocida, aunque se sabe que semanas atrás había sido ingresado en el hospital.
Nouvelle Vague
Para empezar a hablar del cine de Rohmer hay que indicar que se encuentra situado dentro
de un grupo de cineastas y críticos de cine franceses llamada “Nouvelle vague”. Este grupo
de jóvenes amantes del cine entre los que podemos encontrar posteriores grandes cineastas
como Jean-Luc Godard, François Truffaut, Claude Chabrol, Alain Resnais o el propio
Rohmer, se conocieron en torno al mundo de la Cinémathèque francesa en los años 50,
llegando muchos de ellos a agruparse en torno a revistas de poco éxito en donde harían
críticas de cine. Esto empieza a cambiar con la llegada de Cahiers du Cinéma, en donde
todos ellos comienzan a relacionarse y crear un discurso acerca del cine que coincidirá en
cuanto al punto de vista, pese a las obvias preferencias personales.
Este grupo de cinéfilos se opondrán al cine francés de qualité que se hacía por aquel
entonces, siendo dirigidos por el escritor André Bazin, cuyas tesis recogerán y defenderán
estos jóvenes. Pretenden crear un cine nuevo, partidario del realismo e influido por la
corriente neorrealista italiana, de la que son admiradores, y a su vez rechazando la fuerte
influencia de la literatura en el cine francés de la época. Basándose en personalidades
como Hitchcock o Ford, consideraron la figura del autor como punto clave de la película y
lugar de donde nace la creatividad de la misma. Serán grandes admiradores del cine clásico
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americano e impondrán el montaje como uno de los puntos clave del cine, algo que se
manifestará en cineastas como Godard. Vemos en ellos “la afirmación de un nuevo tipo de
cineasta para el que la toma de conciencia crítica del medio expresivo utilizado y la
reflexión sobre su naturaleza, resultaban importantes” (Costa, 2008, p. 124).
Uno de los puntos clave de este grupo será su novedoso modo de afrontar la realización de
las películas, actuando muchos de ellos como productores en sus propios films, ya que
rechazaban el poder que el productor tenía sobre el mismo. Estos nuevos métodos de
producción implicarán bajos presupuestos, de manera que pudieron hacer las películas sin
supeditar sus ideas a intereses externos. El presupuesto reducido implicaba por tanto pocos
medios técnicos, por lo que siguiendo el neorrealismo italiano decidieron llevar el rodaje
de sus películas a los exteriores. A su vez permitirán a los actores improvisar en las
escenas, improvisación que se llevará incluso al rodaje en sí mismo. Los personajes
desorientados en la vida tendrán especial preferencia para este grupo, normalmente
pertenecientes a la sociedad pequeño-burguesa.
El modo de rodar también será clave, algo que va unido con la aparición en el mercado de
cámaras ligeras que les permitían rodar en mano, lo que les garantizaba una mayor libertad
a la hora de ejecutar ciertos planos. La mirada de la cámara tomará gran importancia y
recogerán de directores como Preminger o Mizoguchi las tomas largas. Otros elementos
como la importancia del montaje discontinuo, la constante reflexión sobre el cine como
medio o la realización de planos-homenaje a otros autores, serán aspectos que podremos
ver en las películas de muchos de estos directores franceses.
Por lo tanto, a partir de esta corriente surge el cine de autor, el cual no pretendía acabar con
la industria ya establecida sino reformarla, pretendían poder hacer un cine especial y
personal, con la mirada del artista como punto de referencia, dentro de ella. Una de las
precursoras de esto será la recientemente fallecida Agnès Varda, que produjo ella misma su
primera película, La Pointe courte (1954).
La aparición gracias a la Nouvelle Vague del cine de autor implica que gente como
Rohmer pueda hacer un cine completamente personal, sin necesidad de adscribirlo a nada
del momento. Los puntos de esta corriente que más se pueden apreciar en el cine de
Rohmer los encontramos en el bajo presupuesto de sus películas, que a menudo son
producidas por el propio Rohmer, y la preferencia del uso de exteriores frente a los
interiores. También podremos ver en su cine el uso de planos largos y los personajes
8
Influencias de Rohmer
Uno de los directores que más influirá en el cine de Rohmer va a ser Friedrich Wilhelm
Murnau, al cual llegaría a considerar el más grande de los cineastas, siendo a su vez uno de
los primeros que admiró a partir de la ocupación alemana de París. Murnau sea
probablemente uno de los que más le influyó a la hora de introducir la naturaleza en el
cine, su admiración por el director alemán era notoria, llegando incluso a dedicarle su tesis
doctoral.
En relación con este director no podemos dejar pasar la influencia del japonés Kenji
Mizoguchi, del que sabemos que su película Señorita Oyu (1952) recoge aspectos que se
pueden ver también en el cine de Rohmer, como el hecho de que el director japonés
permita libertad en los personajes o que la naturaleza y el clima tengan una fuerte
presencia en el desarrollo (o estado de fondo) del film.
gran valor a la hora de que se desarrolle la trama. A través de su cine quiere enseñar al
hombre a comportarse en libertad. Sin embargo, lo que sí que coincide con Hitchcock es su
interés por la trama y el enredo, dejando a un lado las acciones por sí mismas y haciendo
énfasis en las dudas y reflexiones de los personajes sobre las mismas. El famoso
<McGuffin> será algo de lo que dispondrá a menudo el director francés, así como el
recurso dramático del <tiempo muerto>. Rohmer llegaría a escribir un libro sobre
Hitchcock, junto a su compañero de la Nouvelle Vague Claude Chabrol, y recogerá de él a
su vez temas como la mentira, el sentimiento de culpa o la hipocresía.
A diferencia de Howard Hawks, del que fue gran admirador, sus personajes no son de
acción; sin embargo lo que sí toma de él es cómo coloca la cámara. El director
estadounidense le enseñó a través de sus films a tener como referencia el ojo humano, de
manera que cada encuadre tenía que ser natural y corresponder a la visión de una persona,
cada plano debía de ser razonable y justificado geográficamente.
Importante para su carrera va a ser la llegada del barcelonés Néstor Almendros, uno de los
mejores directores de fotografía de la historia, a sus películas. Tras descubrir el cine de
Rohmer y Truffaut no tardará en acudir a ellos, trasladándose a París, ofreciendo sus
servicios como director de fotografía, siendo gran admirador de sus películas. Trabajará
con Rohmer en películas como La coleccionista (1967), La rodilla de Clara (1970) o
Pauline en la playa (1983); con Truffaut en grandes películas como El pequeño salvaje
(1970) o El último metro (1980); y colaboraría en otras grandes películas como El lago
azul (Randal Kleiser, 1980), La decisión de Sophie (Alan J. Pakula, 1982) o Días del cielo
(Terrence Malick, 1978), por la que obtuvo el Premio Oscar a la mejor fotografía. Hay que
destacar que “la célebre luz lógica de Almendros es una heredera directa de las
iluminaciones realistas de Coutard y Decaë” (Memba, 2009, p. 73).
Una vez llega a su cine Almendros, a partir de Nadja en Paris (1964), el catalán influirá
profundamente en la imagen de sus películas por su particular uso de la luz y del color, los
cuales empiezan a tener cada vez más relevancia en su obra. A esto ayudó que en el
momento empezaron a poder comprarse nuevas emulsiones que permitían un nuevo uso de
la luz y una mayor sencillez para captarla. A la hora de expresarse en lo referente a cómo
debía trabajar Almendros, Rohmer tendía a vincular su trabajo con el mundo de la pintura,
un ejemplo de ello es “cuando estaban en la región de Annecy en busca de paisajes para
la película, que deseaba que la imagen tuviera un estilo Gauguin, y para ello pensaron en
superficies planas sin perspectiva y de colores puros” (Gómez, n.d., p. 3).
Uno de sus máximos influyentes en este ámbito será la pintura impresionista francesa, la
cual por tanto tenía muy próxima, siendo los puntillistas un lugar común de inspiración al
que acudir cuando iban en busca de lugares para rodar. Esto, junto a la visión de
Almendros, le llevarán a buscar continuamente el mar y la incidencia de la luz, o la
creación de bodegones que recuerdan a Cezanne. Un ejemplo lo encontramos en la película
Pauline en la playa (1983), en donde colocará una obra de Matisse. Esta influencia
pictórica y cierto sentido unitario le llevarán a asignar colores a sus películas, como por
ejemplo el gris para Las noches de luna llena (1984).
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Visión cinematográfica
El cine es un medio para Rohmer de reflejar la verdad y la belleza de las cosas, muchas
veces accesible para todas las personas sólo gracias al cinematógrafo. Esto le lleva a
considerar que es profundamente superior al arte moderno, el cual acaba con la naturaleza,
rompiendo con ella. La naturaleza recoge a su vez una condición de obra divina, lo que
implica la atracción del director francés por la misma, a lo que se une la razón estética
relacionada con el clasicismo. Esto le lleva a obras en donde la naturaleza tiene un fuerte
componente y momentos de gran esplendor, como El rayo verde. En una ocasión se
lamentará de no reflejar a menudo las maravillas de la naturaleza, realizando en cambio
films más enfocados en las relaciones interpersonales (Heredero y Santamarina, 1991). Por
lo tanto hay que considerar que su cine no es para nada comercial, sus números en taquilla
lo demuestran, ya que la reproducción de la realidad es la clave de su cine, mientras que la
artificialidad y el estilismo recogen un público más amplio.
1
Eric Rohmer a Pascal Bonitzer, Jean Louis Comolli, Serge Daney y Jean Narboni, Cahiers, núm. 219, abril
1970. Citamos por la traducción española de Miguel Ángel Román y Carlos Losada. Cinestudio, núm. 86,
junio 1970, pág. 23.
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fracciona la escena en planos diferentes. El cine tenía que reflejar sin arreglos la realidad,
rechazando el montaje como medio para manipularla. La oposición entre el découpage y el
cine de montaje, a la que hacen con gran frecuencia alusión ambos artistas, se basa en la
preferencia del primero para darle sentido a las imágenes a través del contenido propio de
los planos, y no a través (como ocurre en el cine de montaje) de las relaciones que ejercen
los diversos planos cuando son enfrentados unos con otros. Sin embargo más tarde Rohmer
caería en la cuenta que pese a defender el découpage había acabado haciendo en la
mayoría de ocasiones cine de montaje, viéndose actuando en contra de sus teorías, algo que
ocurre en su Cuentos morales.
Sin embargo no hay que confundir el énfasis en la representación de la realidad con una
preferencia por otros tipos de cine que no contengan ficción, como el cine documental o el
cinema verité. Él llegó a decir, bajo esa influencia rosselliniana de la que hemos hablado
anteriormente, que toda película tiene que tener toques de documentalismo, lo que no se
contradice con el hecho de que él prefiera abarcar la ficción, puesto que “Para aprehender
lo que la vida tiene de irreductible a toda representación, para captar la naturaleza, es
preciso primero vestirla de artificio. Es preciso ir a la verdad por el camino de lo falso”
(Heredero y Santamarina, 1991, p. 45).
Hay que poner en pie a su vez una preferencia por la existencia de una cierta unidad en sus
películas, la necesidad de que haya un sentido incluso estilístico que se pueda apreciar de
2
<Le Celluloïd en le marbre III>, Cahiers, núm. 51, octubre 1955, pág. 5.
13
igual manera a lo largo de todo el film, como por ejemplo la unidad de color en La mujer
del aviador (1981). El color y la paleta tendrán un sitio importante en sus películas, usando
colores veraniegos o paletas más frías en función de la estación o del clima en el que se
encuentre la escena.
Un apartado clave en este trabajo es la relación de Rohmer con el agua, de la que comenta:
“Como soy muy aficionado al agua, hay mucha agua en mis películas. Me gusta mirar el
agua y también tocarla” (Heredero y Santamarina, 1991, p. 93). El agua va a tener dos
puntos importantes en el desarrollo de las escenas, pues se vincula a menudo con pulsiones
eróticas o expresión de sentimientos. Esto está relacionado con la infancia del propio
director, acusando cierta relación personal con el agua a través de una anécdota que
adquiere mucho peso en su memoria infantil. En esta anécdota, una de las primeras que
recuerda, una niña lloraba en un granero mientras llovía, mientras que su hermana la
consolaba, algo que inspira un momento concreto y decisivo de La rodilla de Clara (1970).
El agua aparecerá en numerosas ocasiones de su filmografía, sin embargo trataremos esto
en un apartado posterior.
Esta lleva a los personajes a actuar de manera real, gozando de libertad y tomando
decisiones conforme a su propia personalidad. Volvemos a ver la oposición naturaleza-
sociedad, que lleva a los personajes a comportarse de una forma que no harían en la ciudad
o en el hábitat en el que estaban anteriormente. Este tiempo supone en ciertas ocasiones
confusión o trastorno en los personajes, sin embargo es un camino que han de recorrer para
un cambio en su modo de vida, en sus convicciones o en su manera de afrontar el amor.
14
Este espacio de calma, que les da a los personajes una ocasión para reflexionar sobre su
propia condición es uno de los puntos clave del cine de Rohmer, y sin duda, su escenario
favorito.
El tiempo vacío tiene lugar gracias a que Rohmer tiene una preferencia por colocar a sus
personajes en un espacio de vacaciones o de descanso, por lo que tienden a ir a lugares
atractivos y pacíficos como un pueblo pequeño en la playa o una casa cerca de un lago. Sin
embargo, un punto a tener en cuenta sobre esto es que estos lugares no son nuevos, sus
protagonistas tienden a volver a sitios que les son familiares, huyendo de donde estaban
antes, por lo que los viajes de estos personajes no son precisamente turísticos. Otro aspecto
curioso es que apenas se representa a sus personajes mientras viajan, esto no le interesa al
director francés, a él le interesa el destino y cómo se desarrolla el personaje en él.
Estos viajes, al ser a lugares familiares, no conllevan ninguna preparación previa ni son
aconsejados por agentes de viaje, ya que no necesitan ningún guía para relacionarse en
ellos. Los personajes no buscan aventura, sólo quieren retornar a un lugar y normalmente
se trata de sitios a los que vuelven continuamente, como una casa de verano o un sitio del
que se puedan considerar casi nativos, por lo que no se les puede considerar turistas. Hay
incluso una oposición en el cine de Rohmer hacia el turista moderno. Muchas veces son
lugares a los que iban de pequeños o sitios en donde conocen a gente nativa. Esto se debe a
que en sus películas va a mostrar una preferencia y prácticamente nostalgia por las
instituciones tradicionales, como el matrimonio (mostrándose contrario a la promiscuidad),
la religión o las comunidades en las que la gente se conoce entre ella y se puede apreciar
un contacto humano que no tiene lugar en las ciudades.
En esta oposición al turista vemos que este tipo de personaje, normalmente secundario,
reside en hoteles o resorts, mientras que los personajes de Rohmer tienden a estar en sitios
alejados de los complejos turísticos, marcando así una diferencia, casi de superioridad. Hay
una fuerte necesidad de estos personajes a habitar en sitios en donde se puedan sentir como
en casa, y cuando no es así, tienden a marcharse. Esto no sólo se aplica en lo geográfico,
sino también en lo cultural, lo que implica que siempre sus personajes (al ser franceses),
realicen sus viajes a otros lugares de Francia. Los lugares auténticos que se representan, a
través de estos paisajes, servirán tanto para el desarrollo de los personajes como al
realismo que el director francés trata de reflejar. Obviamente Rohmer tiene preferencia por
este tipo de vacaciones, rechazando por completo el turismo masivo, exaltando los lugares
15
El uso de lugares de su propio país prácticamente siempre puede indicar un intento del
director de mostrar los lugares más bonitos de Francia, tendiendo a mostrar varias regiones
de la misma, casi con una intención de exaltación de la belleza nacional. La profesora Ewa
Mazierska de la Universidad de Lancashire Central nos muestra que Rohmer también
puede querer mostrarnos estos paisajes antes de que se pierdan debido a la
industrialización -Rohmer increasingly reveals in his work a preoccupation with the
fragility of nature and culture, due to the threat of industrialization and globalization, and
his desire to immortalize them before it is too late (Mazierska, 2002, p. 231)-.
Estos retornos a lugares conocidos implican necesidad de relación con humanos, sus
personajes no son anacoretas, buscan aventuras, pero permanentes. Las relaciones
amorosas tienen una razón de ser duraderas, no se buscan relaciones pasajeras o de una
noche, el contacto humano es muy importante, pero de una manera real y no superficial.
Esto les lleva a plantearse su situación personal y reflexionar sobre su modo de vida, por lo
que normalmente estos viajes implican un fuerte cambio o una decisión muy importante
para ellos.
El hecho de que necesiten viajar a un lugar agradable en donde se sientan cómodos para
poder hacer estos cambios en su vida se debe a la búsqueda, en contraposición de los
lugares de donde vienen, de sitios tranquilos y pacíficos en donde se pueda reflexionar. Los
viajes no son mostrados, sus personajes aparecen en momentos de calma y descanso, de
ociosidad, como por ejemplo tumbados en la playa o comiendo y conversando. Sin
embargo se puede pensar que por el hecho de que Rohmer tenga preferencia por personajes
que se encuentran ociosos, estos van a pertenecer a la alta burguesía o a un estrato de la
población que no necesite trabajar. Esto es erróneo, sus personajes suelen ser de clase
media y todos ellos trabajan, pero se encuentran en periodo de vacaciones o sus trabajos no
les impiden descansar.
La abundancia del diálogo en el cine de Rohmer constituye uno de los argumentos de los
detractores del director francés, sin embargo este diálogo no trata de obstaculizar las
imágenes, sino que es un punto necesario de las mismas. Los diálogos sirven para reflejar
personajes que hablan y piensan por sí mismos, diálogos que reflejan la personalidad y les
permiten tomar decisiones conforme a la misma. Se trata de diálogos que les aportan su
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Algunos críticos han achacado a Rohmer de ser demasiado literario, acusándole de poder
contar todo lo que cuenta a través del texto escrito. Sin embargo esto es falso y él sabe
reconocerlo, pues a menudo se confunde lo que dicen los personajes de Rohmer con lo que
el propio director piensa. Sus protagonistas tienen una personalidad propia y unos
pensamientos propios, así lo expresan y así se pueden apreciar, pues la palabra forma parte
de la vida, como también lo hace lo representado a través del cine y las imágenes que nos
enseña. No hace un cine puramente visual, ni tampoco puramente hablado, en sus
imágenes intenta reflejar la vida, la naturaleza, en el sentido más mundano de la palabra,
pero también bello. A su vez se habla de lo que se ve, de manera que atrae la atención del
espectador hacia lo que tiene que ser visto.
Pretende a través del cine recrear la vida tal como él la ve, lo que le aporta veracidad a su
cine, anula la artificialidad aplicada a las películas habitualmente. Los puntos clave a la
hora de hacer cine los encontramos en los paisajes y elementos naturales que él elige para
que tenga lugar la escena, así como los actores y sus personalidades, las cuales tienen que
salir a relucir cuando la cámara empieza a filmar. El argumento o la trama se constituye
por tanto como una excusa, prácticamente como un McGuffin, a través del cual Rohmer
puede hacer una película que refleja personas reales y la vida real en la que habitan, así
17
como la naturaleza tal como la vemos. Su cine es pura realidad y así trata de
representárnoslo.
Al principio de la película Rohmer nos enseña un prólogo en donde se nos presenta a los
tres personajes principales, la escena en la que conocemos a Haydée se basa en ella, en
bikini, frente al mar. De esta manera Rohmer relaciona sutilmente a la chica con el agua
del mar, siendo esta la personificación de la misma a lo largo del film. Adrien marcha a la
villa de vacaciones, lo que busca es tranquilidad, le apetece estar solo y reflexivo, teniendo
como objetivo no hacer absolutamente nada. Sin embargo, el modo de vida de Haydée
interrumpirá este propósito, creándose una contraposición entre la ajetreada vida de ella y
la intencionada vida sencilla de él. En cierto momento, a través de un monólogo que
Adrien hace frente al mar, Rohmer nos rebela todo el ardid simbólico que ha montado en la
película: “Me abandonaba a la fascinación de observar sombras y luces, entrando en un
letargo que el baño prolongaba. Este estado de pasividad, de disponibilidad total, parecía
hecho para mantenerse más allá de esa euforia a la que te lleva el primer contacto con el
mar”. Al igual que él busca la pasividad, resistiendo a la euforia que en un primer
momento implica contactar con el agua; el encuentro con Haydée supone una resistencia
inicial por parte de Adrien a su sensualidad, pero que acaba abandonando por el deseo y
excitación del “contacto con el mar”. Trata de evitar su deseo, puesto que no le gusta su
actitud ante los hombres y tiene novia, al igual que trata de evitar la actividad, buscando no
hacer nada. Esto toma aún más fuerza sabiendo que Rohmer tiende a asociar el agua con la
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atracción erótica, algo que nos muestra en el prólogo con sucesivos planos detalle en donde
se mezcla la sensualidad de Haydée en bikini con el agua del mar al fondo, estableciendo
dicha conexión. Esto se repite a lo largo de la película, y no es casualidad el hecho de que
los elementos que más belleza recogen en todo el film sean tanto Haydée como los planos
del mar realizados magistralmente por Néstor Almendros. La localización de Saint-Tropez
le sirve de perfección a ambos para realizar magistrales tomas sobre la inflexión de la luz
en el mar, como se refleja en el “observar sombras y luces” de la cita anterior, o del cuerpo
humano en el agua.
Mi noche con Maud (1969), también perteneciente a la serie Cuentos Morales, tiene como
protagonista a Jean-Louis, un joven católico que trabaja en Michelin. Él acude a diario a la
iglesia y allí pone sus ojos en una chica rubia y practicante como él. En cierto momento de
la película el protagonista se encuentra a Vidal, antiguo compañero suyo y decide
acompañarle a cenar a casa de una mujer divorciada amiga suya, Maud. Durante la cena se
mantienen múltiples conversaciones acerca del matrimonio o la religión, ya que Vidal es
marxista y profesor de filosofía y Maud proviene de una familia de librepensadores, por lo
que sienten curiosidad acerca de la opinión que sobre estos temas puede tener un católico
practicante. Las circunstancias hacen que el protagonista tenga que dormir con Maud, ella
trata de seducirle no lo consigue, y él también lo intenta a la mañana siguiente pero es
rechazado. Ese mismo día el protagonista decide atreverse a hablar con Françoise, la joven
practicante, y tras otro encuentro fortuito le acaba acompañando a casa en coche, con la
mala suerte de que tiene que quedarse en su casa por una nevada. A continuación entablan
una relación amorosa, pero ella confiesa que tuvo un amante y él que había estado con una
mujer el día que la conoció, pero deciden dejar a un lado el pasado.
En los minutos finales de la película se encuentra la escena a destacar para este trabajo, ya
que transcurre en una playa. Cinco años después, ambos están casados, tienen un hijo y se
encuentran con Maud. A continuación ella descubre que Maud fue la mujer con la que él se
acostó y que François fue la amante del exmarido de Maud. Sin embargo, tras esto, ella
dice: “Eso queda lejos, muy lejos”. A través de esto se establece una diferencia no solo
temporal, sino también espacial, colocando al mar como el presente y la ciudad como el
pasado. El mar representa simbólicamente la situación actual que ellos viven de felicidad y
verdad. Se deja atrás el pasado, lo que concluye con un “¿nos bañamos?”, el cual da paso
al plano final de la película en donde se representa al mar en todo su esplendor. Hacia el
mar (la nueva realidad) corren la mujer y el hijo, pero en un momento paran a esperarlo. Él
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decide dejar atrás a Maud (la vieja realidad), y con ello la ciudad y la ideología que sus
amigos tenían, decidiendo optar por la felicidad y adentrarse en el mar. Debido a esta
confrontación ideológica, el ateísmo de Maud y Vidal frente al catolicismo practicante de
Jean-Louis, estos momentos finales implican también un camino hacia Dios, representado
por Rohmer a través de la llamativa luz y el mar, puesto que la naturaleza recoge la
condición de obra divina. En este final a su vez podemos encontrar una situación parecida
a la de una película anterior, Los cuatrocientos golpes (1959) de François Truffaut, en
donde el protagonista, un niño, escapa hacia el mar dejando atrás el reformatorio en donde
se encontraba y pone rumbo hacia esa nueva vida plagada de libertad representada a través
del mar.
Jérôme acaricia el punto erógeno de Claire situado en la rodilla tras volver en barco del
lago y resguardarse en un porche para evitar la lluvia; lluvia que por cierto refuerza la
conexión atracción sexual-agua. El agua vuelve a ser asociada de nuevo a las vacaciones,
se trata de un lugar conocido al igual que ocurre en Pauline en la playa, pues él había
pasado su infancia en aquel lugar. Finalmente podemos encontrar aquí también la
condición de mar (en este caso lago) como lugar de expresión de sentimientos, lo que se
refleja en la escena en la que Laura le cuenta cómo se siente a Jérôme, ambos junto al agua
del lago.
Rohmer emplea el mar para representar la seducción y pulsión sexual entre personajes,
mientras que la culminación de dicho deseo decide colocarla en el interior de las casas.
Este acercamiento erótico será constante, sobre todo por parte de Henri y Pierre para tratar
de seducir a Marion, algo que se aprecia en las miradas que realizan a la joven divorciada.
El culmen de esto se representa cuando Pierre trata de enseñar windsurf a Marion,
aprovechando para manosearla, hasta el punto de que ella se harta y trata de que la
sustituya Pauline. El personaje de Henri supone una perfecta representación del mar en el
cine de Rohmer, se trata de un personaje al que le apasiona el mar, siempre quiere bañarse
y al final de la película se va en un barco; lleva una vida ociosa y tranquila pues su trabajo
no le exige mantener una residencia fija; y tiene en mente unas vacaciones alejadas del
turista, algo que se refleja perfectamente cuando expresa: “si veo a un turista cometeré una
locura”.
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El rayo verde (1986), la quinta entrega de la serie Comedias y proverbios, tiene como
protagonista a Delphine, una joven secretaria parisina que recientemente ha roto con su
novio y no sabe con quién pasar las vacaciones. Le ofrecen algunos planes, pero ella
concibe las vacaciones de verano junto al mar, por lo que al final consigue marcharse con
una amiga suya a la ciudad costera de Cherburgo. En las películas de Rohmer encontramos
el mar, en cuanto a localización, como un lugar que lleva a la reflexión de los protagonistas
sobre su vida y que acaba produciendo un cambio en las mismas, y esta película no es
diferente. Volvemos a ver la contraposición costa-ciudad, siendo el primero un lugar
tranquilo que ayuda a los protagonistas y el segundo un lugar ajetreado en donde tienen
lugar sus problemas (su condición de soledad). Sin embargo este cambio nunca es
instantáneo, requiere de un periodo de reflexión y de hacer frente a los sentimientos (en el
cine de Rohmer el agua está relacionada con la expresión de emociones), por lo que
cuando su amiga se marcha del lugar ella le acompaña y se interrumpe este proceso. Ella
tratará de pasar sus vacaciones en la montaña, pero se deprime y vuelve a París, hasta que
por casualidad consigue un lugar para veranear en la ciudad costera de Biarritz, en donde
se restaura dicho proceso.
Sin embargo en este lugar vamos a encontrar un lugar de turismo maximizado, muy
bullicioso, por lo que en los momentos en los que ella está en la playa se le ve incómoda,
algo que confiesa al chico que más tarde conocerá en la estación. Esto le lleva en un
momento determinado a buscar un lugar apartado frente al mar en donde poder estar
tranquila y reflexionar. Finalmente ella entabla una relación con alguien junto al mar,
poniendo fin a esta condición de soledad y buscando un amor romántico y duradero, ya que
rechaza las relaciones esporádicas, algo que se ve reflejado en la chica sueca que conoce en
la playa. Hay una relación de contraposición entre el amor esporádico que representa esta
chica y que se aprecia en espacios bulliciosos (Delphine la conoce allí o hablan sobre un
chico de forma superficial en una playa como esta), con el amor romántico y monógamo
que prefiere Delphine y que acaba encontrando en un lugar tranquilo. Esto muestra una vez
más la preferencia de Rohmer sobre estos lugares frente a los otros, además de su añoranza
por las relaciones monógamas tradicionales frente a las esporádicas. A su vez, la llegada de
En esta película podemos ver la utilización del mar por parte de Rohmer para mostrarnos
preciosos fenómenos naturales, en este caso el rayo verde, que reflejan la belleza del mar y
la naturaleza, y su condición de obra divina. En cierto momento Delphine se dispone a
escuchar como unas señoras hablan sobre el libro El rayo verde () de Julio Verne, en donde
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se revela esa conexión entre el mar, el fenómeno natural y la reflexión del protagonista
sobre los sentimientos. Esto ocurre a través de una frase que una señora dice que expresa
Verne en el libro: “Que si ves el rayo verde entenderás tus propios sentimientos y los de
los demás”.
La última película a tratar será Cuento de verano (1996), perteneciente a la serie Cuentos
de las cuatro estaciones. El protagonista de esta película es Gaspard, un joven estudiante
de matemáticas y apasionado por la música que marcha de vacaciones a un lugar costero
de Francia, en donde se tiene que encontrar con Lena, una chica con la que tiene una
relación amorosa complicada. Esperando su llegada conoce a dos chicas jóvenes con las
que se acabará besando: la camarera Margot y la muy atractiva Solène. Gaspard se va a
tomar este viaje como un sitio donde estar tranquilo hasta la llegada de Lena, sin embargo
el retraso de su llegada le acaba llevando a la reflexión acerca de su relación con ella.
Durante esta película Rohmer prácticamente no nos aleja de la costa, por lo que la mayoría
de conversaciones que tendrá con las tres chicas tendrá lugar junto al mar. Lena no le trata
muy bien y no le presta atención, por lo que la llegada de las otras dos chicas le hacen
replantearse la relación, pues se da cuenta de que no sabe lo que quiere y andará
constantemente confundido. Volvemos a ver la costa como un lugar de vacaciones
tranquilas (turbadas por la presencia femenina) y como lugar de transición para que los
protagonistas reflexionen y establezcan cambios en sus vidas. Finalmente decidirá no optar
por ninguna de las tres, ya que quiere hacer un viaje pero no sabe a quién elegir, y se
marchará a su casa solo tras recibir una noticia relacionada con su condición de apasionado
de la música.
Vamos a ver de nuevo, como en El rayo verde, la transición de playas bulliciosas a sitios
tranquilos. En una de ellas entabla amistad con Margot, con la que habla de temas triviales.
Un par de días después deciden optar por lugares junto al mar situados en un ambiente
tranquilo y junto al mar, en donde tienen conversaciones más trascendentales, lo que se
repetirá en todas sus futuros encuentros. La unión del mar con la expresión de sentimientos
se ve palpable múltiples veces, como cuando Margot le echa en cara a Gaspard que juegue
a tres bandas con las chicas o la discusión que Lena tiene con él acerca de no ser
suficientemente bueno para ella. El mar se ve también unido a las pulsiones eróticas del
protagonista, pues en la costa conoce a Solène (el componente más sensual de la película)
y pretende mantener relaciones sexuales con ella en una casa a pocos pasos y con vistas al
mar. La continua conexión al mar en esta película es tan evidente que Rohmer hasta nos
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deja un detalle que lo hace explícito: en un montón de libros que hay en el piso de
Gaspard, todos ellos tienen el lomo mirando a la pared, salvo uno, del que sí se ve el título
y que sólo pone “La mer”.
Conclusiones
El mar es sin ninguna duda un elemento muy importante en el cine de Eric Rohmer,
utilizándolo continuamente para colocar a sus personajes en ciertas situaciones. Su
condición católica le llevará a tratar de representar la condición divina de la naturaleza,
tratando de captar la belleza implícita en el mar, tendiendo a utilizar gran cantidad de vistas
del mismo aprovechando juegos de luces, algo que podemos ver mucho en películas como
La coleccionista. Un punto muy importante es la utilización de la costa como un lugar de
vacaciones al que los protagonistas van, no a hacer turismo, sino a adentrarse en la
ociosidad y la tranquilidad. Esto le llevará a colocar a los personajes en lugares cercanos al
mar en los que haya poca gente, y cuando los protagonistas acuden a playas bulliciosas,
luego decidirán buscar lugares tranquilos como contraposición. En el cine de Rohmer las
vacaciones no serán nunca turísticas, los personajes tienden a repeler a los turistas y suelen
tener una especie de arraigo por los lugares a los que van, como Jérôme en La rodilla de
Claire. De esta manera se va a establecer un antagonismo entre la costa y la ciudad, siendo
la primera un lugar tranquilo que ayuda a los protagonistas a realizar cambios en sus vidas,
y la segunda el lugar de estrés causante de sus problemas.
Referencias bibliográficas
Roa Gómez, J. (n.d.). Eric Rohmer: una aproximación al color. Obtenida el 1 de mayo
de 2019, de http://www.contraclave.es/cine/eric%20rohmer.pdf
Rohmer, E. (2000). El gusto por la belleza. (Textos reunidos y presentados por Jean
Narboni). Barcelona: Paidós.
Anexos
Fichas técnicas
o Año: 1970.
o Duración: 105 min.
o País: Francia.
o Dirección: Éric Rohmer.
o Guion: Éric Rohmer.
o Música: Varios.
o Fotografía: Néstor Almendros.
o Reparto: Jean-Claude Brialy, Béatrice Romand, Aurora Cornu, Laurence de
Monaghan, Michel Montel, Gérard Falconetti, Fabrice Luchini.
o Productora: Les Films du Losange.
o Género: romance, drama y comedia.
Imágenes