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Hace unas décadas, la región exportaba con éxito productos básicos y algunos bienes
manufacturados, hasta que recibió duros embates de la era digital. En 2000, apenas uno
de cada 20 latinoamericanos estaba en línea, comparado con más de la mitad hoy día.
Posteriormente, entre 2000 y 2013, el comercio mundial de servicios en ALC se
duplicó (de US$64 mil millones a 128 mil millones), impulsado por internet.
Las nuevas tecnologías digitales están transformando los modelos de negocios para
permitir un incremento de las actividades transfronterizas que implican la gestión de
cadenas de valor, un mayor acceso a los mercados mundiales, el monitoreo remoto, y
más estrategias y operaciones comerciales. Este año se espera que las conexiones de
máquina a máquina den cuenta de más del 40% de las comunicaciones y los dispositivos
en todo el mundo. Las plataformas digitales, como Facebook, YouTube y WhatsApp,
unen a miles de millones de personas.
No obstante, todavía queda un largo camino por recorrer: apenas el 2% del comercio
minorista total se realiza por vía electrónica en ALC, muchísimo menos de lo que
ocurre en otras regiones, como Europa y América del Norte donde el promedio fluctúa
entre el 7% y el 8.7%. Esto obstaculiza nuestra capacidad de abrir nuevos mercados.
La región necesita entender los fundamentos detrás de este fenómeno para aprovechar la
revolución digital del comercio. Necesita más inversiones en infraestructura de
telecomunicaciones, gobiernos más transparentes y digitales, mejores marcos
regulatorios y de políticas, e invertir más en talento humano.
Esto ya no es así.
Hoy en día, es más probable que los ingenieros trabajen en cubículos —coordinando
una red inmensa de proveedores en varios países o continentes— y no que recorran las
plantas de producción. Para muchas empresas, ingresar a esa red de cadenas globales de
valor es una cuestión de vida o muerte.
Formar parte de las cadenas globales de valor también representa una oportunidad para
diversificar las exportaciones -una aspiración clave de los países de ALC- así como
mejorar su participación en el comercio, aumentar la diversificación de su oferta de
productos y conocer los últimos adelantos en materia de inteligencia comercial y
tecnologías productivas.
Al brindar apoyo operativo a los países de la región, siempre pensamos cuál es el mejor
modo de ayudar a los gobiernos a diseñar políticas que ayuden a las firmas para que
aprovechen la revolución digital y se integren a las cadenas globales de valor. Creemos
que este es el camino para que América Latina y el Caribe pueda exportar más bienes y
servicios y con más valor agregado.