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CRIMINOLOGÍA Y CRIMINALÍSTICA
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INTRODUCCIÓN
delitos.
con los hijos que habían concebido y algunos de sus clientes. Las hermanas
policial mexicana.
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INDICE
Infancia………………. 4
Cómplices………………. 7
Ritos Satánicos………………… 9
Conclusión…………………. 14
Bibliografías………………… 15
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LAS POQUIANCHIS
INFANCIA
La historia de Delfina, María de Jesús, Carmen y María Luisa González Valenzuela comenzó
en El Salto, Jalisco, en donde su padre -porfirista-, Isidro Torres, era alguacil para el cuerpo
de policía rural del gobierno y se encargaba de ejecutar a los delincuentes del pueblo,
Machista, prepotente, alcohólico, violento y golpeador, son algunos de los adjetivos con los
que se le califica a Torres, quien también violentaba a Bernardina Valenzuela, madre de las
muchachas.
colocaban en un estado de pánico. Bernardina era una fanática religiosa: las niñas temían al
rosario.
Ante la opresión, los castigos, golpes y machismo, María del Carmen escapó con su novio a
Su padre los encontró y, en castigo, hizo lo peor: encerró por 14 meses a María del Carmen en
la prisión municipal.
No obstante, la suerte de don Isidro Torres cambiaría cuando fue perseguido por las
María del Carmen logró conseguir la libertad gracias a que un “generoso” hombre de 50 años
llamado “Luis Carnos”, se acercó a ofrecerle la libertad. Siempre y cuando se casara con ella,
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Cuando los padres murieron y le dejaron una pequeña herencia, Delfina Valenzuela decidió
iniciar un negocio seguro. Le tenía horror a la pobreza, así que instaló una cantina en su
pueblo natal. Junto a los tragos, vendía los servicios de jóvenes prostitutas. Teniendo mucho
éxito, decide abrir otra, pero sería una especie de Motel, donde las parejas rentaban el cuarto
para que tuvieran furtivos encuentros sexuales. “Si aquí hay trabajo, pero no de criada. Si
Las cuatro mujeres eran dueñas de varios burdeles en Guanajuato y Jalisco, sus víctimas
bebés de las mujeres esclavizadas. Su número confirmado de víctimas son 80, pero se cree
pudieron matar a más de 150 personas convirtiéndolas en las asesinas seriales más prolíficas
registradas en la historia de México, aún más que cualquier asesino serial varón mexicano, y
acompañadas de sus padres, generalmente campesinos, se les acercaban y les ofrecían darles
trabajo a las hijas como sirvientas. Los padres accedían, “Las Poquianchis” se llevaban a las
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Apenas llegaban al burdel, “Las Poquianchis” procedían a desnudar a las niñas por completo
y examinarlas. Si consideraban que tenían “suficiente carne”, los ayudantes que habían
contratado se encargaban de violarlas, uno tras otro, vaginal y analmente. También las
Después, “Las Poquianchis” las bañaban con cubetadas de agua helada, les daban vestidos y
las sacaban por la noche a que comenzaran a atender a la clientela del bar, bajo amenazas de
muerte. Los clientes se mostraban siempre encantados de que les proporcionarán niñas de tan
corta edad para que los atendieran, así que el negocio iba viento en popa. Las hermanas
alimentaban a sus esclavas sexuales solamente con cinco tortillas duras y un plato de frijoles
al día.
Cuando una de las prostitutas llegaba a cumplir veinticinco años, “Las Poquianchis” ya la
Verdugo”, quien la encerraba en uno de los cuartos del rancho, sin darle de comer ni beber
por varios días, y entrando constantemente para patearla y golpearla con una tabla de madera
en cuyo extremo había un clavo afilado. Una vez que la mujer estaba tan débil que ya no
podía ni siquiera intentar defenderse, “El Verdugo” la llevaba a la parte de afuera del rancho
y, tras cavar una zanja profunda, la enterraba viva. A otras las aplicaban planchas calientes
sobre la piel, las arrojaban desde la azotea para que murieran al caer, les destrozaban la cabeza
a golpes.
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para vendérselo a un cliente que quería experimentar con él, mientras se dedicaron a
maltratarlo.
También practicaban abortos clandestinos si alguna de las prostitutas más populares quedaba
embarazada, con tal de no perder esa fuente de ingresos. Las mujeres además eran obligadas
CÓMPLICES
Ramírez, otro era Hermenegildo Zúñiga, ex capitán del ejército, conocido como “El Águila
Negra”, quien fungía como su guardaespaldas, cuidador del burdel y era en aquellos días el
amante de Delfina y el gran verdugo y torturador. Él llevaba también a las muchachas inútiles
o rebeldes al rancho San Ángel, donde las dejaba morir de hambre y después incineraba sus
José Facio Santos, velador y cuidador del rancho; y Salvador Estrada Bocanegra, “El
Verdugo”, quien golpeaba a las prostitutas que protestaban por algo y, cuando alguna
amenazaba con marcharse o denunciar los maltratos a los que era sometida, se encargaba de
asesinarla y enterrarla. También policías y militares utilizaban los servicios de las niñas
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María Auxiliadora Gómez, Lucila Martínez del Campo, Guadalupe Moreno Quiroz, Ramona
Gutiérrez Torres, Adela Mancilla Alcalá y Esther Muñoz “La Pico Chulo” eran prostitutas
Cuando alguna de las niñas nuevas no quería ceder ante el capricho de algún cliente, ellas se
encargaban de arrastrarla de los cabellos por todo el burdel, llevarla a un cuarto y darle de
palazos hasta dejarla inconsciente. “La Pico Chulo” también gustaba de matar a palazos a las
En si los castigos de María de Jesús y sus hermanas, eran en aplicar severos métodos de
control. Solían espiar a través de rendijas u hoyos en las paredes, y cuando encontraban
“pecado”, aplicaban terribles torturas y humillaciones, y como casi todos los días descubrían
“actos inmorales”, casi todos los días corría sangre, puesto que los castigos eran cosas como
golpes con palos llenos de clavos, quemaduras con hierros calientes, o pinchazos mientras la
víctima sostenía tres ladrillos (uno con cabeza, dos con las manos).
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le hayan otorgado otro carácter moral), e incluso muchas eran asesinadas cuando ya no tenían
atractivo físico o la enfermedad las volvía una carga. Y es que por su incongruente
religiosidad las hermanas González Valenzuela siempre mantuvieron una estricta vigilancia
sobre sus pupilas, evitando actos indecentes e inmorales. Actos que cuando ocurrían, eran
motivos de severas torturas y vejaciones. Y las que ya no resultaban atractivas eran ultrajadas
RITOS SATÁNICOS
protección. Desde ese momento, cada vez que llegaban nuevas niñas
Primero las hermanas Valenzuela encendían velas y veladoras, formando una estrella de
cinco puntas. Luego llevaban un gallo, el cual era sacrificado. Entonces Delfina y sus
hermanas se desnudaban para untarse la sangre del animal. Desnudaban además a las niñas
nuevas, quienes eran violadas y sodomizadas por los cuidadores, mientras “Las Poquianchis”
Después sus ayudantes llevaban a la habitación a algún animal: un macho cabrío o un perro,
y obligaban a las niñas a realizar un acto zoofílico para alegría de quienes contemplaban la
escena. Después, los hombres llamaban a las demás niñas para empezar una orgía, en la cual
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Le quitaban la carne a los cadáveres de las prostitutas que iban asesinando, para venderla por
kilo en el mercado.
vida, se fue a vivir con “El Gato” y en conjunto instalaron una cantina de mala muerte en
1938. El negocio fue muy rentable, pero “El Gato” dilapidó las ganancias y propició su
quiebra. Con lo que pudo salvaguardar, Carmen montó un estanquillo de vinos y licores. Así
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jovencitas de entre trece y dieciséis años. Con la promesa de conseguirles trabajo como
empleadas domésticas, atrajo a varias muchachitas de las rancherías vecinas. Años después
desarrolló una logística macabra para su red de trata de blancas, aunque siempre utilizando
municipales que además eran clientes de su local, el negocio finalmente cerró tras un
llevarse a sus pupilas a peregrinar por varias ferias estatales hasta donde llevó “Guadalajara
de Noche”, nombre con el que bautizó a su burdel. Al concluir las ferias y con dos maletas
menos formal. Una vez que el negocio comenzó a operar, mandó llamar a sus hermanas María
Luisa y María del Carmen a quienes les encargó la caja registradora y la cocina,
respectivamente, mientras ella dirigía el negocio con absoluto autoritarismo. Fue en esa
intercambios con las autoridades. Delfina fue muy hábil para mantener a sus pupilas a raya.
Las endeudó vendiéndoles enseres de uso cotidiano, productos de aseo personal, ropa, joyas
y maquillaje. De esta manera las mantuvo trabajando en calidad de esclavas hasta que la
deuda quedara saldada. Fue Delfina quien comenzó con la intimidación, la tortura, el encierro
En una visita que hace María de Jesús a sus hermanas en Guanajuato, coincide por casualidad
con Guadalupe Reynoso, una prostituta que en ese entonces se hacía llamar Laura Larraga.
Esta última había montado su propio burdel en la misma ciudad que Delfina, sólo que con
mayor prestigio. María de Jesús queda fascinada con el giro elegante del negocio y tiempo
después lo adquiere para sí misma. Para poder establecer su prostíbulo, María de Jesús se
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prostituyó con las autoridades responsables de otorgarle los
Barca de Oro. No pasó mucho tiempo cuando María de Jesús ya era conocida con el
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EL DERRUMBE DE LAS POQUIANCHIS
En 1964, terminó la carrera delictiva de "las Poquianchis" (conocidas así por la forma
voluminosa de sus caderas o porque el burdel “La Barca de Oro” antes había sido una cantina
propiedad de un homosexual al que todos conocían como El Poquianchis, por lo que el apodo
En diciembre de 1963 Soledad y María del Pilar se escaparon de sus captores cuando las
enviaron a comprar víveres; como pudieron llegaron a Guadalajara y buscaron a las señoras
La otra versión es que el 6 de enero de 1964 y sintiéndose acorraladas por la policía, Delfina
y María de Jesús trasladaron a las pupilas al rancho San Ángel, una propiedad que contaba
con apenas tres cuartos y un extenso terreno. En dos habitaciones encerraron a sus pupilas
amenazando con matarlas si intentaban escapar o hacían ruido que las delatara. Tal era la
desesperación que el día 12, Catalina Ortega, una de las cautivas logró escapar y llegó hasta
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La investigación siguió y reveló una historia de terror, pues encontraron cadáveres enterrados
de mujeres, hombres y fetos. Al parecer el total de muertos fue de 90, encontrados en el lugar.
Esta denuncia no fue turnada al subprocurador Tomás Gómez, y las autoridades detuvieron
CONCLUSIÓN
La prostitución en México es una añosa realidad que nadie enfrenta y se reconoce como
naciente de los problemas económicos, políticos y sociales del pasado y presente del País,
donde las autoridades han recurrido a establecer "zonas de tolerancia" a las que
llama "letrinas de toda sociedad". En esta ciudad como en casi todas las de la República
Mexicana, son conocidos los lugares donde cientos de prostitutas encuentran refugio y
migración, pobreza y falta de empleo, etc. Está demostrado que, a más pobreza, a más
migrantes, y a menos empleos: Más prostitución. Aunque los relatos anteriores podrían bien
ser parte de un guión de una cinta de terror, la realidad es que en México la violencia contra
las mujeres es cuestión de cada día y se da en todos los ámbitos posibles. Las mujeres, ricas
violencia en sus hogares, o por parte de su pareja, jefe laboral, o de gente relacionada con el
crimen organizado.
La historia de las Poquianchis ha trascendido como una de las más oscuras leyendas a nivel
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BIBLIOGRAFIAS
Garmabella, José Ramón, Dr. Alfonso Quiroz Cuarón: sus mejores casos de
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