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Orígenes de la Teosofía

La Teosofía es una de las escuelas esotéricas más importantes de la


historia. Su influencia es palpable en casi todas las escuelas y corrientes
esotéricas y espirituales de la actualidad.
En el siglo XIV de esta Era Común o Era cristiana, el gran iniciado y
reformador del budismo Tsong-ka-Pa (1357-1419), conocido con el
nombre monástico de Lozang Drakpa y popularmente como Je Rinpoche,
recordó al Consejo de los sabios Iniciados del Tíbet y del Himalaya
(conocido como la Fraternidad o Logia Transhimaláyica) la prescripción de
una ley muy antigua. Esta ley estableció la necesidad de cumplir dos
principios igualmente verdaderos: LA VERDAD DEBE PRESERVARSE EN
SECRETO, LA VERDAD DEBE DECLARARSE. Porque, para una persona
ignorante, el conocimiento prematuro es tan fatal como la luz es
destructiva para alguien que está acostumbrado a vivir en la oscuridad.
Entre las directrices de Tsong-Kha-pa, hay una que obliga a los Arhats o
Adeptos de la citada Fraternidad a hacer un intento de iluminar al mundo
cada siglo, incluidos los considerados como 'bárbaros blancos', la gente de
Occidente que se preocupa exclusivamente por el poder y el bienestar
material. Haremos en otro lugar una breve reseña de las diferentes
tentativas realizadas a lo largo de los siglos.
A mediados del siglo XIX, este asunto fue debatido en el monasterio
budista Ghalaring Tsho, ubicado en la frontera de China y el Tíbet. La
pregunta era, ¿con quién podrían los Adeptos o Altos Iniciados enviar un
mensaje a la gente incrédula y orgullosa de Occidente? Se decidió casi
unánimemente abandonar este intento, ya que Occidente había perdido la
capacidad de percibir y comprender la verdadera Doctrina antigua.
Sin embargo, dos de los Adeptos o Bodhisattvas de nacionalidad india
acordaron cumplir con las instrucciones de Tsong-Ka-Pa, con la anuencia
del jefe de la Fraternidad, el Maha Chohan (Buddha viviente o encarnación
de Amita Fo, el Buddha Amitabha). Uno de ellos era Rajput de nacimiento,
representante de los antiguos caudillos de Rajasthan y pertenecía a la
casta kshatriya; llegó a ser conocido con el nombre místico de Morya
(Moria) en referencia a la dinastía hindú Maurya o Morya, cuyos
representantes más famosos fueron Chandragupta y el Emperador
Ashoka. El otro, más joven, era un brahmán nacido en Cachemira, aunque
su familia era oriunda del Panyab; siendo un joven fue enviado a Europa y
cursó estudios en Inglaterra y Alemania, luego regresó a India, se recluyó
en los monasterios secretos de la mencionada Fraternidad de Arhats en la
cordillera Himalaya, y completó su preparación como Alto Iniciado o
Adepto, asumiendo el nombre místico Kuthumi o Kut-Humi, patronímico
de un antiguo Rishi fundador de la Escuela védica Kauthuma,
probablemente indicando su linaje espiritual (de ellos referiremos más
ampliamente en ulteriores artículos). Ambos altos Iniciados asumieron la
responsabilidad de elegir un mensajero y enviarlo a Occidente para
difundir allí la filosofía esotérica de Oriente y revelar algunos de los
secretos sobre la naturaleza del hombre.
La elección recayó en Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), quien
estaba conectada kármicamente con el Maestro Moria. Fue elegida
debido a sus extraordinarios talentos y a sus facultades psíquicas
extraordinarias, que mostró desde la infancia. Estas habilidades
permitieron a los Mahatmas Morya y Kuthumi comunicarse mentalmente
con ella desde sus remotos Ashramas. También fue elegida por su lealtad
desinteresada, por su amor ilimitado por el conocimiento, por el ardor
que hace que algunos hombres y mujeres eleven cada vez más la luz viva
de su mente, incluso con el riesgo de perecer en la oscuridad que nos
rodea. Combinada con esas cualidades, poseía numerosos defectos
personales, pero era la mejor candidata disponible para llevar a cabo la
tarea.
Como su Agente Directo, cumpliendo las instrucciones recibidas de ambos
altos Iniciados, Blavatsky conjuntamente con el Coronel Henry Olcott y
William Judge, dieron inicio al Movimiento Teosófico al fundar la Sociedad
Teosófica en 1875. Igualmente sirviendo como amanuense de sus
Maestros, Helena Petrovna Blavatsky consignó las enseñanzas recibidas en
sus libros ISIS SIN VELO, LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA, LA VOZ DEL SILENCIO y
muy especialmente LA DOCTRINA SECRETA, la cual fue una “triple
producción” de Blavatsky, Morya y Kut-Humi.
Seguidamente ofrezco al lector un bosquejo, elaborado en base a
extractos de la última de las obras mencionadas, “LA DOCTRINA
SECRETA”, de buena parte de los principales postulados de la GUPTA
VIDYA o Ciencia Oculta según la Tradición Oriental:
1º La Doctrina Secreta o Ciencia Esotérica es la Sabiduría acumulada de las
Edades y, particularmente su cosmogonía, es el más asombroso y acabado
de los sistemas; ciertamente mediante el simbolismo oculto, hechos que
han ocupado a generaciones innumerables de videntes y profetas
iniciados para ordenarlos, consignarlos y explicarlos a través de las
intrincadas series del progreso evolucionario, se hallan todos registrados
en unas pocas páginas de signos geométricos y símbolos. Esta Doctrina
Secreta o Ciencia Esotérica (también referida como Ciencia Oculta,
Tradición Primordial, Sabiduría Antigua, Theosophia, Gnosis Primordial y
otros nombres) es el archivo ininterrumpido durante miles de
generaciones de videntes, cuyas experiencias respectivas se llevaban a
efecto para comprobar y verificar las tradiciones, transmitidas oralmente
de una nación antigua a otra, referentes a las enseñanzas de los Seres
superiores y más exaltados que velaron sobre la infancia de la humanidad;
que durante largas edades, los “Hombres Sabios” de la denominada
“Quinta Raza” (Ario-Caldea- Indoeuropea), pertenecientes a los
remanentes salvados y librados del último cataclismo y modificaciones de
los continentes, pasaron sus vidas aprendiendo, no enseñando. ¿Cómo lo
hacían? puede preguntarse. Se contesta: comprobando, examinando y
verificando en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las
antiguas tradiciones, por medio de las visiones independientes de los
grandes Adeptos (los hombres y mujeres que han perfeccionado hasta el
mayor grado posible sus organizaciones físicas, mentales, psíquicas y
espirituales). No era aceptada la visión de ningún Adepto hasta ser
confrontada y comprobada por las visiones de otros Adeptos, obtenidas
de modo que se presentasen como evidencia independiente y por siglos
de experiencia.
2º La Ley fundamental en ese sistema, el punto central del que depende
toda su filosofía, es el PRINCIPIO SUBSTANCIAL, Uno, Homogéneo y
Divino: la Causa Radical Única (Adi Buddha, Parabrahman, Ain Soph). Es la
Realidad omnipresente; impersonal, porque lo contiene todo y cada una
de las cosas. Su impersonalidad es el concepto fundamental de la Doctrina
esotérica. Es la VIDA UNA, eterna, invisible, aunque omnipresente; sin
principio ni fin, aunque periódica en sus manifestaciones regulares (entre
cuyos períodos reina el obscuro misterio del No-Ser); inconsciente, y sin
embargo Conciencia absoluta; incomprensible, y, sin embargo, la única
Realidad existente por sí misma. Está latente en todos los átomos del
Universo, y es el Universo mismo.
3º El Universo es la manifestación periódica de esta Esencia Absoluta y
desconocida. Descríbase mejor AQUELLO como no siendo Espíritu ni
Materia, sino ambas cosas a la vez. Parabrahman (o Ain Soph) y
Mûlaprakriti (Shekiná en la Kabala caldea y hebrea) son UNO en realidad,
si bien Dos en el concepto Universal del Manifestado. Éste es una
emanación del Absoluto, es el Dios o Logos de los Neoplatónicos, el Adam
Kadmon de la Kabala, el Rayo único que manifiesta y preserva al Universo
del que emanan en gradación infinita todos los seres sintientes
4º El Universo, con cada una de las cosas que contiene, es llamado Mâyâ
(Ilusión), porque todo en él es temporal, desde la vida efímera de una
mosca o un mosquito, hasta la del sol y la de las estrellas. Comparado con
la eterna inmutabilidad del UNO, el Universo, con sus formas efímeras en
cambio perpetuo, no debe ser necesariamente, para la inteligencia de un
filósofo, más que un espejismo o fuego fatuo. Sin embargo, el Universo es
lo suficientemente real para los seres conscientes que en él residen, los
cuales son tan ilusorios como lo es él mismo.
5º Cada una de las cosas en el Universo, a través de todos sus reinos, es
consciente; esto es, se halla dotada de una conciencia de su especie
propia y en su propio plano de percepción. Sólo porque nosotros no
percibamos señal alguna de conciencia en las piedras, por ejemplo, no por
eso tenemos derecho para decir que ninguna conciencia existe allí. No
existe semejante cosa como materia “muerta” o “ciega”, como tampoco
existe ninguna Ley “ciega” o “inconsciente”.
6º La Materia es Eterna. Es el Upâdhi o Base Física, para que en ella
construya la Mente Universal e Infinita, sus ideaciones. Por lo tanto,
sostienen los esoteristas que no existe en la Naturaleza ninguna materia
“muerta” o inorgánica. El material del mundo es en su esencia eterno,
pero antes de la creación o del “venir a ser” se halla en una condición
pasiva o inmóvil. La llamada “Creación” o Cosmogénesis es, por lo tanto, el
período de actividad (Manvántara) de Dios, quien según el pensamiento
hermético (o lo que según el vedantino) posee dos modos: Actividad o
Existencia, Dios desenvuelto (Deus explicitus); y Pasividad del Ser
(Pralaya), Dios envuelto (Deus implicitus). Ambos modos son perfectos y
completos, como lo son los estados de vigilia y de sueño en el hombre.
7º . La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema
Universal, siendo esta última un aspecto de la Raíz Desconocida o
Principio Único ya mencionado; y la peregrinación obligatoria para todas
las Almas, destellos suyos, a través del Ciclo de Encarnación, conforme a la
Ley cíclica y Kármica, durante todo el término de aquél. En otras palabras:
ningún alma espiritual o divina (Buddhi) puede tener una existencia
consciente independiente, antes que la chispa que brotó de la Esencia
pura del el ALMA SUPREMA, haya pasado por todas las formas
elementales pertenecientes al mundo fenomenal de aquel Manvántara o
período de existencia del universo, y adquirido la individualidad,
primeramente por impulso natural, y después por los esfuerzos propios
conscientemente dirigidos y regulados por su Karma, ascendiendo así por
todos los grados de inteligencia desde el Manas inferior (personalidad o
yo transitorio) hasta el superior (el pensador, la mente abstracta unida al
Alma); desde el mineral y la planta al Arcángel más santo (Dhyâni-Buddha)
8º El universo es construido y dirigido de dentro afuera. Tal como es arriba
es abajo, así en los cielos como en la tierra; y el hombre, el microcosmo y
la copia en miniatura del macrocosmo, es el testimonio viviente de esta
Ley Universal. Así como cada movimiento externo, acción, gesto, sea
voluntario o mecánico, orgánico o mental del ser humano, es precedido y
producido por un sentimiento o emoción internos, por la voluntad y por el
pensamiento o mente, lo mismo sucede con el Universo externo o
manifestado. Todo el Cosmos es dirigido, vigilado y animado por series
casi interminables de Jerarquías de Seres sentientes (se les ha dado
diversos nombres: Dhyân-Chohans, Devas, deidades o Ángeles), teniendo
cada uno de ellos una misión que cumplir, y quienes son “Mensajeros” en
el sentido tan sólo de ser agentes de las Leyes Kármicas y Cósmicas. Varían
hasta el infinito en sus grados respectivos de conciencia y de inteligencia.
Desde el Arcángel o Dhyân Chohan más elevado hasta el último
Constructor consciente (la clase inferior de Entidades Espirituales), todos
ellos son hombres que han vivido evos ha, durante otros Manvántaras, en
esta o en otras Esferas; asimismo los llamados espíritus de la Naturaleza o
Elementales inferiores, semiinteligentes y no inteligentes, son todos
hombres futuros. Cuando no son hombres incipientes, son hombres
perfeccionados; y en sus esferas superiores menos materiales, sólo
difieren moralmente de los seres humanos terrestres en que se hallan
libres del sentimiento de la personalidad y de la naturaleza emocional
humana: dos características puramente terrenales.
De manera que la Tradición esotérica reconoce un “Creador” Colectivo
del Universo; un Demiurgo en el sentido que se implica al hablar de un
“Arquitecto” como “Creador” de un edificio, aunque el Arquitecto no ha
tocado jamás una piedra del mismo, sino que habiendo proporcionado el
plano, deja todo el trabajo manual a los obreros; en el macrocosmo, el
plano fue proporcionado por la Ideación del Universo, y el trabajo de
construcción corresponde a las Huestes de Seres o Poderes inteligentes (la
colectividad de los Dhyân Chohans, Deidades o Arcángeles y ángeles).
Las siete grandes Jerarquías de los Ángeles o Dhyâns Chohans,
Gobernantes de los Siete Planetas Sagrados (correspondientes a siete
sephirots de la Kabala caldea y hebrea), que son, a su vez, asociadas con
colores y sonidos, forman en conjunto el Logos Manifestado, aludido con
antelación. Cada una de estas Jerarquías proporciona la esencia (el alma)
y es el «Constructor» de uno de los siete reinos de la Naturaleza, que son
los tres reinos elementales; el mineral, el vegetal, el animal y el reino del
hombre espiritual.
No obstante, enfatiza Blavatsky, “ni la Hueste colectiva (el Demiurgo), ni
individualmente ninguno de los Poderes que actúan, son temas a
propósito para el culto u honores divinos. Todos tienen derecho, sin
embargo, a la reverencia agradecida de la Humanidad; y el hombre debe
esforzarse siempre en favorecer la evolución divina de las Ideas,
convirtiéndose, en todo lo que pueda, en cooperador de la Naturaleza, en
su trabajo cíclico. Sólo el siempre ignorado e incognoscible Kârana, la
Causa sin Causa de todas las causas, es quien debe poseer su tabernáculo
y su altar en el recinto santo y jamás hollado de nuestro corazón; invisible,
intangible, no mencionado, salvo por “la voz tranquila y queda” de nuestra
conciencia espiritual. Quienes le rinden culto, deben hacerlo en el silencio y
en la soledad santificada de sus Almas; haciendo a su Espíritu único
mediador entre ellos y el Espíritu Universal, siendo sus buenas acciones los
únicos sacerdotes, y sus intenciones pecaminosas las únicas víctimas
visibles y objetivas sacrificadas a la Presencia.”
N.M.

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