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ESTE LIBRO ESTA TRADUCIDO


POR LOS GRUPOS

SIN ÁNIMO DE LUCRO Y SIN


NINGUNA RETRIBUCIÓN
RECIBIDA POR ELLO.
ESTÁ HECHO CON CARIÑO DE
FANS PARA FANS DE HABLA NO
INGLESA
NO COMPARTIR EN REDES
SOCIALES

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TRADUCCIÓN
Klaus

CORRECCIÓN
Lelu

MAQUETA
Klaus

FORMATOS
Pedro

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Sinopsis
A través de la valentía, el encanto y una cantidad alarmante
de entusiasmo, Nick se convirtió en el novio del superhéroe de sus
sueños. Ahora, en lugar de simplemente escribir historias sobre
él, Nick realmente puede besarlo. En la boca. Mucho. Pero tener
un novio superhéroe no es todo lo que Nick pensó que sería; todavía
está luchando por hacer las paces con su propia falta de poderes
extraordinarios.

Cuando comienzan a llegar nuevos Extraordinarios a Nova


City: hermanos que pueden manipular el humo y el hielo, un héroe
misterioso que puede mover objetos con la mente y un superhéroe
drag queen con el mejor nombre y el disfraz con más lentejuelas
que alguien haya tenido, todo está listo para Nick y sus amigos
Seth, Gibby y Jazz para determinar quién es héroe y quién es
villano.

Y los nuevos extraordinarios no son las únicas cosas que


salen a la luz. Están surgiendo secretos guardados durante mucho
tiempo y verdades desatendidas que desafían todo lo que Nick
sabe sobre justicia, familia y ser extraordinario. Lo cual es mucho
para manejar cuando Nick realmente solo quiere terminar su
fanfic de AU de panadería autoinsertable.

¿Se unirá todo al final o todo se incendiará?

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TJ Klune

1
Fuego Repentino

Serie Los Extraordinarios 2

1
Fuego repentino: Un incendio rápido y severo causado por una mezcla de aire y una sustancia
inflamable.

5
Dedicatoria

Esta historia es para aquellos que


nunca se consideraron
extraordinarios.

Créeme, lo eres.

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Prólogo
Fic: El Placer de Arder

Autor: PyroStormEsUnAmorcito

Capítulo: ¿36 de?

137,467 palabras

Emparejamiento: Pyro Storm / Personaje Masculino


Original

Calificación: 16 (¡La calificación finalmente está subiendo!)

Etiquetas: Amor verdadero, Suspirando, Tierno Pyro Storm,


Final feliz, Primer beso, Más que el primer beso, Esponjoso
como una nube, Mucha violencia, Malvado Shadow Star,
Pastelería AU, Investigador privado, Anti-Rebecca Firestone,
Manos bajo la ropa, !!!, Fiesta Desnudos y Todos Están
Invitados

CAPÍTULO 36: QUÉMAME

Nota del autor: Sí, ¡Al fin una actualización! Lo siento,


he tardado mucho. Estuve ocupado con las vacaciones y con
mi increíble novio, que es prácticamente la mejor persona
del mundo. Y luego la escuela comenzó de nuevo. Pero

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prometo no abandonar más esto. ¡Gracias por todos los
comentarios del último capítulo! Los leí todos. (Incluso los
malos. Pregunta: ¿Por qué hacéis eso? ¿Cuál es el punto de
dejar comentarios malos? Déjame vivir, maldita sea.) Las
cosas se están calentando para nuestros héroes, ¡en más de
un sentido! ¡Para vosotros habrá un punto de vista de Pyro
Storm como muchos pedisteis! Gracias a mi novio, que leyó
la versión beta (aunque me dijo que no era físicamente
posible que Pyro Storm tuviera tableta de chocolate).
¡¡¡Gracias!!!

Pyro Storm estaba sentado en el borde del edificio,


inspeccionando la ciudad que se extendía ante él. Conocía su
corazón enfermo, la sangre cuajada que corría por sus venas
oscuras. Amaba esta ciudad, a su amante. Haría cualquier
cosa por eso.

Casi cualquier cosa.

No miró hacia atrás cuando la puerta del techo se abrió


detrás de él. Sabía quién era.

—Pyro Storm —dijo una voz profunda y sexy—. Ahí


estás. Te estaba buscando.

—Nash —gruñó Pyro Storm seductoramente cuando se


tropezó con la agencia de detectives/panadería de Nash
meses antes, herido y aturdido, solo había estado buscando
ayuda para detener a un grupo de expertos ladrones que
amenazaban su hermosa ciudad. Entonces no sabía que Nash
sería el ladrón más grande de todos.

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Porque había robado el corazón de Pyro Storm.

—¿Qué estás haciendo aquí arriba? —preguntó Nash.

—Observando —dijo Pyro Storm—. Esperando.

Las luces de la ciudad debajo de él se extendían hasta


donde alcanzaba la vista.

—¿Para qué?

Pyro Storm negó con la cabeza.

—No lo entenderías.

—Porque no soy un extraordinario —dijo Nash


amargamente.

Pyro Storm se dio la vuelta, con las manos cerradas en


puños mientras saltaba de la cornisa al techo.

—No —gruñó—. No tiene nada que ver con eso. No


necesitas ser un extraordinario. Ya eres un detective privado
de fama mundial. Haces más que suficiente, Nash.

Nash miró hacia otro lado, con la garganta tensa.

—Entonces, ¿por qué no me lo cuentas? Te digo lo que


siento por ti, que me encanta...

—No —susurró Pyro Storm con voz ronca. No merecía


escuchar palabras tan dulces. Desde que era un niño, nacido
en el fuego, había sido un solitario. Tener relaciones
significaba convertir en objetivos a aquellos que le
importaban. Ya había sucedido antes. Una vez, había dejado
entrar a alguien para que viera a la persona detrás de la
máscara. Había terminado en tragedia. El primer hombre al

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que había amado, Jacoby Middleton, se había dejado llevar
demasiado pronto por las maquinaciones del mal.

Como siempre, Nash sabía lo que estaba pensando.

—Es algo sobre Jacoby, ¿no es así?

Pyro Storm se volvió hacia el borde del techo. Miró


estoicamente a la nada. No dejes que te vea herido, pensó. No
dejes que vea lo mucho que te preocupas.

—Yo no soy él —dijo Nash. Sonaba como si se hubiera


acercado—. Lamento que lo perdieras cuando resultó ser un
villano llamado Smasher2 Man, que aplastaba todo lo que
estaba a la vista, incluyendo a los huérfanos en las
excursiones. No tenías forma de saberlo.

—Estaba cegado por mis sentimientos —dijo Pyro


Storm con brusquedad—. No puedo permitir que vuelva a
suceder. —Se estremeció cuando la mano de Nash cayó
sobre su hombro disfrazado.

—Yo no soy malvado —susurró Nash, y Pyro Storm


tuvo que esforzarse para no devastarlo en ese mismo
momento—. No me volveré un súper villano. Todo lo que
quiero hacer es hornear bollos, resolver crímenes y.… y
amarte.

Allí estaba, a la luz, sin forma de recuperarlo.

Pyro Storm era fuerte, valiente, amable y muy


atractivo. Pero ni siquiera él podía oponerse al amor

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Bombón.

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verdadero. Era un enemigo demasiado grande. Ya había
perdido.

Se volvió y miró fijamente los hermosos y brillantes


ojos de Nash.

—Nash —dijo, acercándolo a él—. Es peligroso.

—Peligro es mi segundo nombre —dijo Nash, porque


era cierto. Nash Danger Bellin. Era su apellido—. Puedo
manejarlo. —Sus manos fueron al pecho fuertemente
musculoso de Pyro Storm, deslizándose lentamente hacia su
paquete de casi ocho—. Todo tú. —Bajó las manos. Y más
bajo. Y…

Pyro Storm lo besó, no tenía otra opción. Nash gruñó


cuando Pyro Storm le comió la boca. Finalmente estaban a
punto de convertirse en uno. Pyro Storm sintió los muchos
músculos de Nash en sus brazos y pecho y se maravilló de lo
fuerte que era. Nash se ejercitaba mucho y se lo demostró.

—Quiero que me lo hagas —jadeó Nash—. Aquí mismo


en el tejado. No eres mi primero, pero quiero que seas el
último. Muéstrame cómo lo hace un extraordinario.

Pyro Storm sintió que se estaba quemando de adentro


hacia afuera. Dio un paso atrás de Nash. Comenzó a
desnudarse lentamente, desabrochando su capa y dejándola
caer al techo. Luego se inclinó y se quitó las botas. Le siguió
el resto del disfraz. Estaba a punto de quitarse la máscara
cuando Nash respiró.

—Déjatela puesta. Me gusta.

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Y luego tenía los brazos llenos de Nash Danger Bellin,
y estaban frotándose las ingles con vehemencia.

Continuará…

Comentarios:

ImSoExtra (ordinarios) 13:45: IHKJREITHJ!!!! ESTO ES


FUEGO. DIOS OMF. VAN A TENER SEXO EN UN TECHO EN
LA OSCURIDAD. SI. SI. SI. POR FAVOR ACTUALIZAR
AHORA!!!!!!!

LetPyroStormSmash 14:04: ¡Creé una cuenta solo para


decirte que amo mucho esta historia y para hacer una
solicitud! ¿Puede Pyro Storm deshacerse de Nash y volver
con Smasher Man? Aunque se le menciona en este capítulo
por primera vez, Smasher Man ya es más interesante que
Nash. ¡Amo el resto! (Excepto a Nash.)

WTF6969 14:12: ¿Por qué no ha mencionado a la


policía en casi diez capítulos, especialmente porque que
Nash estuvo trabajando con ellos al principio? Por favor, no
me diga que se está convirtiendo en uno de esos guerreros
de la justicia social.

TacosAreFun 14:37: Ignora a WTF6969. Está


comentando todos los fic extraordinarios como este.

ExtraExtra 15:17: En el capítulo 17, dijiste que el


segundo nombre de Nash era Rebelde. ¿Ahora es Peligro?
Además, ¿por qué nunca has revelado quién es la identidad
de Pyro Storm en este fic? Siempre lleva una máscara, pase
lo que pase. ¿Y ahora van a tener sexo mientras lleva la

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máscara? Eso es espeluznante. ¿A menos que sea una cosa
BDSM? Si es así, debes actualizar tus etiquetas para que la
gente no se sorprenda.

FireStoned 16:12: ANTI-REBECCA FIRESTONE ES LA


ETIQUETA MÁS OFENSIVA EN ESTE ESTÚPIDO SITIO.
ESTOY REPORTANDO ESTE FIC. ME HAS ACTIVADO
PORQUE LA AMO Y ES LA MEJOR PERSONA. ¿CÓMO TE
ATREVES A PROBAR Y MINIMIZAR SUS CONTRIBUCIONES?
SALVÓ LA CIUDAD JUNTO CON PYRO STORM. REBECCA
FIRESTONE PARA PRESIDENTE. NO TODO ES GAY!!!!!!

SoundOfJazz 16:26: ¡Hola! ¡Encontré tu historia! Gibby


dice hola y dice que tu historia está llena de mentiras. Por
favor, no escribas sobre tener sexo porque nos hará sentir
muy incómodas. ¡Te quiero!

ReturnOfTheGray 17:15: PyroStormEsUnAmorcito,


no.

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1
—Nicky, sí —se quejó Seth Gray, y Nick nunca había estado
más orgulloso de sí mismo en toda su vida. Por supuesto, nunca
había estado más excitado y no podía concentrarse del todo
porque toda la sangre había abandonado su cerebro y viajado hacia
el sur, pero, aún así. Escuchar su nombre salir de la boca de Seth
de esa manera aparentemente era suficiente para freír todos los
circuitos restantes en el cerebro de Nicholas Bell.

El sudor goteaba por la parte posterior de su cuello


mientras se movía por encima de Seth, que estaba acostado en la
cama de Nick. Los anteojos de Seth estaban torcidos, su pajarita
parcialmente desabrochada, su cabello oscuro era un revoltijo de
rizos. Su suéter estaba arrugado, revelando una franja de piel
pálida. Las mejillas de Seth estaban enrojecidas, sus labios
hinchados porque Nick los había estado atacando durante los
últimos veinte minutos. Nick pensó que se habían enterado de lo
del besuqueo.

Sin embargo, ahora se presentaba un enigma: detenerse


mientras aún podían, o seguir entrando en la extraña y desconocida
tierra de meterse mano debajo de la ropa para pasar un buen rato.
Tenían la casa para ellos solos; era sábado y papá había salido a
almorzar con el jefe de policía Rodney Caplan y el oficial Rookie
para hablar de negocios. No se suponía que Nick necesariamente
supiera lo que significaba “negocios”, pero no era estúpido, sin

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importar la abrumadora evidencia de lo contrario, dadas ciertas...
acciones que podría haber pasado el año pasado (o, para ser
honesto, todos los otros años de su vida). Había visto publicaciones
en las redes sociales pidiendo reformas y desfinanciamiento,
gente marchando en las calles exigiendo un cambio, y aunque
siempre había estado orgulloso de su padre, se estaban planteando
preocupaciones válidas, y con razón. Papá no hablaba mucho de eso,
al menos con Nick, y tampoco Cap ni The Rook, sin importar cómo
preguntara. Eso lo frustraba sin fin.

Especialmente desde que había pasado la mañana con papá,


conduciendo el nuevo SUV que le habían dado como parte de su
trabajo como líder en la recién formada División de
Extraordinarios, escuchando música de su teléfono que había
conectado a través de Bluetooth mientras viajaban. Hablando de
exageración. Nick atesoraba el tiempo que pasaba con su padre,
pero ciertamente era capaz de mirar de reojo el hecho que los
asientos eran de cuero y tenían calefacción, ¿y para qué? ¿Para
mantener caliente el trasero de papá mientras trabajaba? Parecía
que había cosas más importantes de las que preocuparse.

Hablando de papá.

Probablemente no volvería en horas, especialmente si le


daban un par de cervezas. Seth había venido a ayudar a Nick con
su tarea (trigonometría de nuevo), y habían prometido quedarse
abajo, Nick sonriéndole inocentemente a su padre, quien los había
mirado a ambos de arriba abajo con expresión severa. Seth chilló,
como solía hacer, al diablo con sus habilidades para crear fuego de
la nada.

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Y tenían la intención de solo hacer los deberes. Lo prometía.
Nick no estaba mintiendo ni nada, pero tenía una prueba por
delante para la que no estaba del todo listo, y quería hacer todo lo
posible, ya que era el Día de San Valentín y la tarea no era de
ninguna manera romántica en lo más mínimo. Tenían planes más
tarde con sus amigas, una especie de cita doble, y había decidido
ser el responsable. Maduro, incluso.

El problema con eso era, por supuesto, Seth. Seth, cuyo


ceño se había fruncido mientras miraba los libros de texto y los
papeles esparcidos sobre la mesa. Seth, que había estado
masticando pretzels mientras decía algo sobre los lados y ángulos
de los triángulos. Seth, que posiblemente era el tipo más sexy que
existía, tanto que, si no volvía a poner su rostro en el de Seth en
los próximos cinco minutos, probablemente moriría.

—Oye —había dicho, interrumpiendo lo que estaba seguro


era la explicación más aburrida de matemáticas en la historia del
mundo— ¿Puedo mostrarte algo en mi habitación?

Seth se había limpiado la sal de los labios con el dorso de la


mano.

—¿Qué?

Nick se había inclinado hacia adelante, con la barbilla en las


manos.

—Es una sorpresa.

—Sorpresa —había repetido Seth. Sonaba dudoso, lo cual,


estaba bien… sí… a veces sus sorpresas, aunque bien intencionadas,

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terminaban explotando. Literalmente. Pero esto iba a ser una
buena sorpresa. Con explosiones potencialmente buenas.

(Y como siempre era un mojigato, se ruborizó de su propia


audacia).

Pero no se dejó disuadir. Se había levantado de la mesa.

—Vamos. No nos llevará mucho tiempo. —Eso no era mentira.


Si progresaba más que antes, probablemente terminaría muy
rápido.

—Tu padre dijo que no podíamos subir las escaleras


mientras él no estuviera aquí —le había recordado Seth, mientras
se levantaba también.

Eso era cierto, sí. Pero cuando Nick le había recordado a


papá que no era necesario un dormitorio cuando se trataba de
ponerse manos a la obra (palabras de las que se había arrepentido
de inmediato), papá dijo que iba a conseguir lonas de plástico para
cubrir todos los muebles, así que no lo hicieron. No dejes manchas
de chico. Nick, por supuesto, estaba bastante indignado.

Papá había empeorado las cosas sacando una botella de


spray vacía de debajo del fregadero, llenándola de agua y diciendo
que, si funcionaba en perros en celo, también funcionaría en niños.
Y luego le había rociado la cara.

Nick amaba a su padre más que a nada, pero estaba


convencido que su única razón de existir era asegurarse que
siguiera siendo virgen por el resto de su vida.

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Lo cual estaba bien, al menos por ahora. Sí, tenía un novio
sexy que tenía superpoderes y se llamaba Pyro Storm, y sí, su
cuerpo se veía increíble cuando llevaba pantalones chinos o su
traje extraordinario, y sí, a Nick le encantaba besarse con dicho
novio superhéroe sexy, pero no estaba muy seguro de si estaba
listo para llevarlo al siguiente nivel.

No ayudaba que hubiera hecho lo que siempre hacía cuando


no sabía algo: lo investigó exhaustivamente. Y chico, oh, chico, fue
un error. Era confuso estar caliente y también un poco horrorizado
al mismo tiempo, especialmente cuando se encontró con un artículo
titulado “Cómo ser un buen pasivo” que incluía instrucciones y
dibujos detallados sobre cosas como la forma correcta de realizar
enemas para evitar los efectos secundarios y usar guantes para
prepararse para que las uñas no dañen el interior del ano.

Y eso ni siquiera comenzaba a cubrir el amplio y aterrador


mundo de ser un hombre queer moderno en el siglo XXI y todo lo
que venía con él. ¿Era un twink? ¿Un twunk? ¿Un Power Top? ¿Un
Power Bottom? ¿Un Oso? ¿Una Nutria? (No tenía suficiente vello
corporal para los dos últimos, pero no estaba listo para descartar
nada todavía). ¿Los heter-oh-normales tenían que lidiar con esto?
Si no, entonces era homofóbico de una manera que Nick ni siquiera
podía empezar a articular. ¿Cómo se atreven las personas
heterosexuales a evitar estas pequeñas cosas?

Siguió haciendo clic, y fue más o menos cuando se vio


inmerso en una exploración involuntaria de la cultura furry (gente
vestida como lobos, cabras y gallinas y lo increíble que era eso)
cuando se dio cuenta que probablemente se le estaba yendo la
cabeza.

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Tenía dieciséis años, maldita sea. No necesitaba ser un
power cabra twunk. Tenía TDAH y una libido saludable, lo que
realmente no dejaba lugar para nada más.

Por eso la sorpresa que tenía para Seth era simplemente


empujarlo contra la cama y meter la lengua en su garganta. Seth,
por su parte, graznó, protestó una vez con la boca llena de Nick,
luego se rindió por completo cuando le mordió la piel debajo de la
oreja, lo que inmediatamente lo convirtió en masilla.

Nick no era de ninguna manera un experto, especialmente


porque su primera experiencia había sido con un villano que había
terminado tratando de matarlo, pero los ruidos apreciativos de
Seth y el moler de sus caderas significaban que no estaba tan mal,
¿verdad? Y Seth sabía a pretzels, que no debería haber sido tan
calientes como antes. Oh, Dios. ¿Y si tenía un fetiche por la
comida? ¿Cómo se llamaban? ¿Foodies? Mierda. ¿Y si era un
foodie?

Nick recordó lo que había aprendido en Reddit sobre


seguridad y consentimiento.

—No tenemos que hacer nada que no quieras. Tienes


derecho a decir que no, y respetaré esa decisión.

Seth se rió en voz baja.

—¿De verdad? Qué generoso de tu parte.

—Lo sé —dijo Nick, distraído por la forma en que el suéter


de Seth subía aún más. Un centímetro o dos más y su ombligo
quedaría expuesto. ¿Eso era caliente? Nick pensó que podría serlo,
pero no estaba seguro. ¿Tenía un fetiche por el ombligo? Qué

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terrible comprensión para tener en este preciso momento. Ya lo
estaba pasando bastante mal sabiendo que era un foodie.

—Nick —dijo Seth.

—¡No estoy pensando en nada extraño! —soltó Nick


mientras miraba hacia arriba del estómago de Seth—. ¡No quiero
cubrirte con mantequilla de cacahuete y comerte!

—¿Qué?

—Nada —dijo Nick apresuradamente—. Olvida que incluso


dije eso. Hablemos de otra cosa. ¿Cómo estás? Estoy bien, gracias
por preguntar. ¿Te gustaría quitarte los pantalones y quedarte un
rato? —Pero entonces la idea de tener que quitarse los pantalones
le entró en la cabeza y no pudo recuperar el aliento. Esto era
exactamente lo que quería y todavía se movía demasiado rápido,
todo al mismo tiempo. No sabía cómo reconciliar los dos, y la
indecisión le hacía doler el cerebro.

—Oye, oye —dijo Seth, levantando la mano y agarrando sus


antebrazos—. Nicky, mírame.

Nick lo hizo, tratando de calmarse antes de perder el


control. Si bien no era tan malo como solía, aún era propenso a
estallar, sus pensamientos se volvían nada más que estáticos, su
garganta se cerraba, la visión se hacía un túnel. Si lo dejaba ir
demasiado lejos, terminaría con uno de sus dolores de cabeza, que
le golpearía en el trasero durante al menos unas horas.

La medicina que tomaba: ¡Concentra! ¡Te ayudará a


concentrarte! disminuía el peor de los síntomas del TDAH, pero
los dolores de cabeza habían aumentado en frecuencia. Un efecto

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secundario, les habían dicho, pero uno con el que tendría que lidiar,
dado que Concentra era lo mejor para él.

Respiró por la nariz y espiró por la boca mientras el agarre


de Seth se apretaba alrededor de sus muñecas, anclándolo a
tierra.

—Lo tienes —dijo Seth, con el ceño fruncido por la


preocupación—. Estamos bien, Nicky. Relájate.

—Lo siento —murmuró, sintiéndose ridículo. Por supuesto


que había arruinado el momento. Estúpido. Ni siquiera podía semi-
seducir a su novio dispuesto a hacerlo bien.

—No hay nada de qué disculparse —dijo Seth, soltando las


muñecas de Nick y frotándole los brazos hacia arriba y hacia
abajo— ¿Estás bien?

Nick asintió.

—Sí. Solo... ya sabes cómo es. Pensé en tu ombligo y luego


me pregunté si tengo un fetiche por el ombligo. —Él frunció el
ceño—. O algo. Y luego se involucró la mantequilla de maní, y ahora
aquí estamos.

—No tengo idea qué hacer con nada de eso —dijo Seth—.
Pero mira. —Se inclinó entre ellos y se subió el suéter, revelando
al menos quince kilómetros de piel tensa—. ¿Cómo está el ombligo?

—Muy bien. —Nick respiró fervientemente. Y como no podía


no hacerlo, se inclinó casi por la mitad y presionó sus labios contra
el estómago de Seth. Cuando sintió que Seth se tensaba, sopló tan
fuerte como pudo. El sonido del pedo atravesó la habitación

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mientras Seth chillaba, moviendo sus caderas, derribando a Nick
del costado de la cama. Valió la pena.

—¡Maldito! —Seth le espetó—. ¿Qué te pasa?

Nick sonrió al techo desde su posición en el suelo.

—¡Estoy tratando de matarte!

—¿Resoplándome? Idiota, te voy a enseñar a resoplar, solo


mira. Te voy a resoplar hasta que ni siquiera puedas recordar tu
estúpido nombre.

Con eso, Seth se lanzó por un lado de la cama, aterrizando


encima de Nick, dejándole sin aliento. Logró gruñir antes que Seth
se subiera la camiseta y comenzara a resoplar sobre la piel
desnuda de Nick. Nick se rió mientras trataba de apartar a Seth
de él, pero Seth pesaba demasiado. —¡Resóplame! —Nick comenzó
a cantar a través de su risa—. Sóplame, sóplame, sopla...

—Ejem.

Érase una vez, Nick cayendo desde lo alto del puente


McManus, cayendo en picado cientos de metros hacia el pavimento
en lo que seguramente iba a ser su desordenada y terrible muerte,
todo por culpa de un idiota extraordinario llamado Shadow Star
que había tomado el fanfiction de Nick un poco demasiado en serio.

Y aquí, ahora, por segunda vez, la vida de Nick pasó ante sus
ojos porque estaba seguro que este era su final. Solo que esta vez,
no iba a ser debido a un trauma por impacto. No, iba a morir de
mortificación, porque aparentemente su habitación tenía una
acústica fantástica, viendo como la palabra resóplame resonaban

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sordamente cuando Seth y él giraron la cabeza al mismo tiempo
para ver a Aaron Bell de pie en la puerta, con los brazos cruzados
en su pecho y una mirada sombría en su rostro.

—Um —dijo Nick—. ¿No es lo que parece?

—¿De verdad? —dijo papá rotundamente—. Porque parece


que mi hijo menor de edad está exigiendo sexo oral a su novio
menor de edad cuando se supone que ambos deben estar en la
cocina haciendo la tarea.

Nick no sabía que escuchar a su padre decir sexo oral sería


tan devastador emocionalmente. Lo sabía ahora.

—Oh, Dios mío —gimió Seth, cubriéndose la cara con las


manos.

—¡Papá! —gritó Nick.

Papá puso los ojos en blanco.

—Seth, sal de Nick y coge tus cosas. Te voy a llevar a casa.


Nicky, ¿por qué no te quedas aquí y piensas en todo el sexo que no
vas a tener? De hecho, cuando llegue a casa, hablaremos
exactamente de eso.

—Qué demonios —murmuró Nick mientras Seth se


deslizaba fuera de él. Seth se negó a encontrarse con cualquiera
de sus miradas mientras se levantaba del suelo, con las mejillas en
llamas—. Papá, no puedes decir cosas así.

—Y, sin embargo, lo he hecho —dijo papá, sin moverse de la


puerta, incluso cuando Seth trató de empujarlo. Al final, Seth se
hizo lo más pequeño posible mientras esquivaba a papá, frotándose

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la espalda contra el marco de la puerta. Ni siquiera se despidió—.
Vivo para hacerte la vida miserable. Está en la descripción del
trabajo, chico. Cuando te conviertes en padre, consigues un manual
llamado Cómo joder a tu hijo. Es muy informativo y es el único tipo
de joder que sucederá en esta casa en el futuro previsible.

—Odio todo —anunció Nick con grandilocuencia mientras


miraba al techo.

Ninguna respuesta. Nick volvió la cabeza para ver una


puerta vacía. Gimió y se sentó, mirando la fotografía puesta en su
desordenado escritorio. En él, una versión joven de Nick estaba
de pie con una mujer hermosa, su cabello ondeando en el viento
proveniente del océano mientras apoyaba la cabeza en su hombro.
Jenny Bell, su madre, tres años atrás.

—Fuiste tú, ¿no? —le preguntó a su foto—. Tú fuiste quien


le dijo que tenía sentido del humor.

Ella no respondió.

Nick apartó la mirada de la fotografía cuando oyó abrirse


la puerta principal. Saltó del suelo y se acercó a la ventana,
deslizándola para abrirla. Los sonidos de Nova City se filtraron,
fuertes, desagradables y reconfortantes. El aire estaba helado, lo
que hizo que la piel de gallina se erizara a lo largo de los brazos
desnudos de Nick. Se suponía que iban a nevar más tarde, las nubes
sobre un siniestro gris metalizado.

Miró hacia el camino de piedra que conducía a la calle. Seth


y papá caminaban hacia la camioneta de papá aparcada en el espacio
frente a la casa.

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—¡No nos mantendrán separados! —gritó, riendo cuando
papá y Seth dieron un brinco, mirando a su alrededor
salvajemente—. ¡Te encontraré, amado mío! No importa dónde te
encuentres, estaremos juntos. ¡Nada se interpondrá entre
nosotros!

Papá lo fulminó con la mirada.

—Chico, te lo advierto.

Nick parpadeó inocentemente mientras se inclinaba hacia


adelante sobre los codos, el aliento fluía de su boca en una espesa
niebla.

—¡Papá! No es mi culpa si los vecinos nos escuchan y piensan


que estás tratando de mantener a mi novio lejos de mí.

Papá deslizó un dedo deliberadamente por su garganta


mientras Seth parecía como si deseara que un sumidero se abriera
debajo de él y se lo tragara entero. Maleducado. Nick estaba
siendo romántico.

Pero entonces Seth miró a Nick y dijo:

—Estaremos juntos en esta vida o en la próxima. —Y Nick


supo que era muy posible que estuvieran destinados a estarlo.

Papá suspiró dramáticamente antes de conducir a Seth


hacia la camioneta. Desafortunadamente, fue en ese momento
cuando Nick se dio cuenta de dos cosas: estaba solo en la casa y
todavía vibraba de excitación.

No pensó mientras se alejaba de la ventana para alcanzar


su teléfono. Escribió su contraseña (el cumpleaños de Seth) y

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abrió el navegador de Internet. Creó una nueva pestaña de
incógnito solo para estar seguro y escribió su sitio porno favorito.
La pantalla se llenó de fotografías de hombres en bastantes
posiciones diferentes que deberían haber sido anatómicamente
imposibles. Pasó hasta que encontró su categoría favorita, una
incorporación reciente que está ganando terreno.

Porno extraordinario.

Se sentó en el borde de su cama, listo para aprovechar al


máximo su tiempo a solas. Hizo clic en el tercer video de la lista,
uno con el que estaba íntimamente familiarizado. En él, un hombre
delgado con un disfraz ridículo que se hacía llamar Boner Boy
salvaba a un tipo rudo que trabajaba en una torre de perforación
de petróleo que había explotado. Sin embargo, dado que el
presupuesto para esta pieza particular de cinema verité no
permitía una explosión real (o una torre de perforación de petróleo
real), solo mostraba las consecuencias: el hombre cubierto de
manchas ingeniosamente colocadas y la mayor parte de su ropa
estropeada mientras Boner Boy le tocaba con el pretexto de
atender sus heridas ficticias.

Nick presionó play, ya anticipando las primeras líneas del


diálogo.

—Estás a salvo ahora —decía Boner Boy con firmeza—. Pero


debería comprobarlo para ver si tiene lesiones graves. Quítate los
pantalones.

—Sí —respondía Rough-and-Tumble—. Deberías


comprobarlo muy de cerca mientras me quito los pantalones.

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Excepto que no salía ningún sonido de su teléfono.

Oh, los actores estaban actuando, y el sexo ciertamente


estaba sucediendo en la pantalla, pero él no podía escuchar una
sola cosa. Nick frunció el ceño, haciendo clic en el botón al costado
de su teléfono. El volumen ya estaba subido por completo. Debería
haber sido ruidoso.

Frunció el ceño.

—Maldita sea. Acabo de recibir este teléfono.

Una bocina sonó afuera, pero Nick lo ignoró mientras bajaba


el volumen y luego lo volvía a subir sin éxito. Estaba a punto de
arrojar su teléfono y coger su portátil cuando su mirada se dirigió
a la esquina superior derecha de la pantalla. Un pequeño símbolo
parpadeó ante él, uno que conocía muy bien.

Bluetooth.

Su teléfono estaba conectado a través de Bluetooth a… a…

Levantó la cabeza lentamente con un terror abyecto. Se


puso de pie lentamente, como en un sueño, y se dirigió hacia la
ventana abierta cuando la bocina volvió a sonar. Miró hacia la calle
de abajo.

Las ventanillas de la camioneta de papá estaban bajas. La


cara de Seth estaba en sus manos. Papá estaba asomado a la
ventanilla. Tan pronto como vio a Nick, lo saludó con la mano y se
acercó al tablero para subir el volumen del sistema de sonido de la
camioneta.

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—¡Sí! —gritó Rough-and-Tumble desde los altavoces,
haciendo eco en la calle a su alrededor— ¡Superempotrame con tu
pene extraordinario! ¡Lléname de tu poder supergay! ¡Sí! ¡Sí!

Un vecino miró la camioneta antes de prácticamente huir.


Eso ciertamente no era necesario. Qué reacción tan
desproporcionada.

Nick cerró la pestaña. La apasionada historia de amor de


Rough-and-Tumble y Boner Boy fue silenciada.

Nick miró hacia abajo. Seth se golpeaba la cabeza contra el


respaldo del asiento. Nick se habría sentido mal si no estuviera ya
lleno de furiosa indignación. Antes que pudiera exigir que su padre
se disculpara por arruinar su vida, papá habló primero y gritó:

—¡Toma tu abrigo, chico! Vienes con nosotros. Creo que es


hora de que hablemos. Tú, Seth y yo. —Sonrió—. Bob y Martha
Gray.

Seth giró bruscamente la cabeza hacia papá, con la boca


abierta y la sangre drenándose de su rostro.

Nick se burló. ¿Qué tan malo podría ser realmente?

28
2
—Y así es como se hace un dique dental —dijo papá al final
de una demostración de veintiséis minutos en la que cogió unas
tijeras y cortó varias bolsas ziplock en cuadrados grandes. Martha
y Bob Gray estaban sentados en un sofá en su sala de estar,
mirando a papá con gran interés—. Me enteré poco después que
Nick saliera del armario y lo estaba guardando para un momento
como este. —Señaló con la cabeza a Nick y Seth, que estaban
sentados en sillas de cocina que habían arrastrado a la sala de
estar como el paso de los prisioneros en un gulag. Nick no sabía lo
que estaba haciendo Seth porque su propia boca se había quedado
abierta y pequeños sonidos de dolor brotaban.

Bob Gray, un hombre tipo barril con un brillo tortuoso en los


ojos y una mugre perpetua bajo las uñas de su trabajo como
superintendente, se inclinó hacia adelante.

—¿Dique dental, dices? ¿Y para qué se usa?

—No —susurró Nick—. No no no. —Seth agarró su mano,


sujetándola con fuerza.

—Protección durante el sexo oral —dijo papá—. Pero no para


penes. Esto es estrictamente para cunnilingus y anilingus. —
Frunció el ceño, estirando uno de los cuadrados en sus manos—. O,
como lo llaman los chicos en estos días, beso negro.

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—Oh, Dios —dijo Martha, levantando uno de los cuadrados.
Normalmente era una mujer mayor amable con el pelo blanco y
esponjoso y un ingenio rápido, obviamente había decidido en las
últimas semanas que su misión en la vida era hacer que los
adolescentes fueran más miserables de lo que ya eran—. Beso
negro. Entonces, simplemente... ¿qué? ¿Se coloca esto sobre los
genitales y lo hace más seguro?

Se llevó el cuadrado de plástico a la cara y Seth hizo un


sonido como si le estuvieran extrayendo los intestinos por la nariz.

—Estos servirán en caso de apuro —explicó papá, como si no


estuviera arruinando la vida de su único hijo—. Incluso cortar un
condón funcionaría. Pero es mejor usar protectores dentales
hechos para ese propósito expreso. Suelen ser de látex o
poliuretano. No sé si puede comprarlos en el supermercado, pero
se venden online.

—Oh —dijo Martha, mirando a Bob—. Podríamos comprarlos


localmente y apoyar a la comunidad. Hay una tienda en la Novena.
Ya sabes, esa en la que siempre están tocando música fuerte y
tiene esos maniquíes en la ventana con las divertidas bolitas rojas
que se meten en la boca y se adhieren a la cabeza con correas
negras. Apuesto a que tendrían todo tipo de diques dentales.

Nick nunca había visto a un alma partir de un cuerpo antes,


pero parecía que eso era exactamente lo que estaba pasando con
Seth.

Entonces, naturalmente, Bob decidió empeorar las cosas. O


mejorarlas; Nick no estaba muy seguro. Bob dijo:

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—¿No está hecho el disfraz de Pyro Storm de Seth de algún
tipo de látex? Si se reduce a eso, puede ponérselo antes que Nick
y él... ya sabes.

Nick, olvidando dónde estaba y con quién estaba, susurró:

—Sí. Solo. Por seguridad.

Todos lo ignoraron o no lo escucharon. De cualquier manera,


era lo mejor.

—Supongo —dijo Martha—. Independientemente, es un


bueno saberlo. Y no te equivocas, Aaron. Es un gran paso y ambos
tienen que saber que no es algo que pueda retirarse. —Miró a Nick
y a Seth y sonrió cálidamente—. Comprendemos que vuestra
relación es nueva y maravillosa, pero debéis pensar con la cabeza
y no con vuestras partes.

—Es más fácil decirlo que hacerlo —dijo Bob, cruzando las
manos sobre su estómago—. Recuerdo cuando tenía dieciséis años.
Quería meterla en casi cualquier cosa que me atrajera, hombres o
mujeres, no me importaba.

—Robert Gray —dijo Martha con un bufido—.


Honestamente. Tenemos compañía.

—Hablando del disfraz de Seth —dijo papá.

Nick entró en pánico.

—Papá, no.

—Papá, sí —dijo con severidad—. No estoy hablando de usar


el disfraz para... eso. —Sacudió la cabeza mientras dejaba las

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bolsas de plástico destrozadas en la mesa de café frente a él—.
Bob, Martha, cuando fui a veros después de lo que sucedió el año
pasado en el puente, os dije que estaba feliz por nuestros hijos.
Seth parecía saber en qué se estaba metiendo, así que no me
preocupa esa parte, aunque cuestioné un poco su juicio.

—Guau —dijo Nick en voz alta—. No es como si estuviera


sentado aquí ni nada.

Papá no reaccionó, casi como si estuviera acostumbrado a


tener un hijo que pudiera estar furioso por casi cualquier cosa.

—Pero Seth es un extraordinario. Él puede hacer cosas que


la mayoría de nosotros ni siquiera podemos empezar a imaginar,
con todo el fuego y el vuelo. Y me dijo que no estaba seguro de
querer seguir siendo Pyro Storm, no después de todo lo que pasó.
Lo entiendo. Realmente lo hago. No diré que entiendo el peso de
tal cosa, pero sé lo que significa sentir que tienes la
responsabilidad de proteger a tus seres queridos.

De acuerdo, tal vez papá no estaba tan mal. Aunque era


literalmente la persona más vergonzante que Nick había conocido,
esto era algo dulce, en cierto modo. Amaba a su hijo y Nick
también lo amaba. Luego lo arruinó.

—Pero si Seth y Nick llevan su relación al siguiente nivel,


¿cómo podemos estar seguros que Seth no lo quemará si se pone
demasiado… emocionado? ¿Sabemos siquiera de dónde viene el
fuego? ¿Podría venir de alguna parte? —Miró intencionadamente
hacia su propia entrepierna.

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El silencio que siguió fue absoluto, y fue en ese momento
que Nick planeó encontrar un abogado y solicitar la emancipación.

Gritó:

—Papá, ¿de qué estás hablando?

A la vez que Martha dijo:

—Oh, Dios, nunca pensé en eso.

A la vez que Bob dijo:

—Nunca hemos probado eso, por razones obvias.

Todo mientras Seth soltó su mano del agarre de Nick y


gimió tan fuerte que Nick pensó que se estaba muriendo. Todos
empezaron a hablar unos sobre otros, Nick más alto que el resto
porque sabía que el volumen era el factor principal para ganar los
argumentos. Gritaba sobre pollas de fuego y la pura audacia de su
padre. Martha continuó hablando de la confección del disfraz y de
que no tenía planes en mente para usarlo como protección para los
anilingus. Bob cogió
uno de los cuadrados de plástico desechados y lo sostuvo a
centímetros de su rostro, preguntándose en voz alta sobre la
elasticidad del plástico y el cuerpo humano. Papá dijo que, si bien
no creía que los genitales de Seth pudieran disparar fuego, quería
asegurarse que se mencionara porque si ese era el caso,
necesitaban ver si había un material resistente a las llamas que
pudiera usarse para condones.

No fue hasta que Seth gritó:

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—¡No vamos a tener relaciones sexuales! —que todos
cerraron sus bocas.

Todos se volvieron para mirarlo, incluido Nick. Era la


primera vez que Seth hablaba desde que papá había comenzado a
arruinar la vida de Nick con la ayuda de los Gray. En solidaridad,
Nick se acercó y volvió a agarrar la mano de Seth. Estaban juntos
en esto. Si estaban cayendo, lo harían los dos, solos,
aparentemente, no el uno contra el otro.

—No lo haremos —dijo Seth con voz ahogada. Su rostro


estaba rojo, su pajarita con estampado de unicornio estaba tan
torcida que estaba casi vertical. Tragó saliva con dificultad, la
nuez de Adán subía y bajaba—. Nosotros... —Miró a Nick con los
ojos muy abiertos, pidiendo ayuda en silencio.

Nick no era un extraordinario, pero en su mayoría había


aceptado su suerte en la vida como el compañero / interés amoroso
del héroe. No era lo ideal, pero se las arreglaba porque Seth
necesitaba a alguien como él.

Por eso Nick cuadró los hombros, mantuvo la cabeza en alto


y dijo:

—Sí. No vamos a tener sexo. Nos gusta besarnos y


frotarnos sin penetraciones de ningún tipo. Ni siquiera le he
metido la mano en los pantalones, así que no tienes que preocuparte
por eso. Hoy fue el primer día que vi su ombligo desde que
empezamos a salir. Pero si te hace sentir mejor, si decidimos
ponernos a prueba, es una decisión que tomaremos juntos cuando
ambos estemos listos. Y para estar seguros, podemos conseguir un
extintor de incendios para mi habitación y la suya en caso de que

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pueda tener un orgasmo. Ahora, si nos disculpas, voy a llevar a mi
novio al sótano para que podamos entrenar porque él necesita
mantenerse al día con su entrenamiento y yo todavía estoy
tratando de ver si soy capaz de conseguir ejercitar mi músculo
abdominal. Padre, te veré en casa antes del toque de queda. Te
deseo un buen día. —Con eso, se puso de pie, tirando de Seth con
él.

—Pero...

Nick se volvió lentamente y entrecerró los ojos.

—Dije buenos días.

Papá puso los ojos en blanco con cariño.

—Si que lo hiciste. Es curioso cómo piensas que eso significa


que no volveremos a hablar de esto y con gran detalle.

Seth le siguió de buena gana, y solo se detuvo cuando Nick


lo hizo en la entrada de la sala de estar. Miró por encima del
hombro a su padre, quien lo miró con una tranquila sonrisa.

—¿Padre?

—¿Sí, chico?

—Te quiero.

Su sonrisa se ensanchó.

—Oye, lo sé. Te quiero...

—Pero lamentarás el día en que decidiste hacer diques


dentales en la sala de estar de Bob y Martha. ¿Me oyes? Grosero

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—Y con eso, arrastró a su novio hacia las escaleras que conducían
al sótano.

El otoño pasado, Nick llamó a la puerta de la casa Gray y


exigió cortésmente que lo dejaran entrar en la guarida secreta del
Extraordinario conocido como Pyro Storm. Nick todavía se estaba
recuperando de que su padre yaciera herido en el hospital, su
especie de exnovio revelándose como Shadow Star, el supuesto
salvador de Nova City, quien le había ofrecido a Nick los poderes
que siempre había soñado por el bajo precio de volverse adicto a
píldoras misteriosas. Y luego estaba su mejor amigo / amor
potencial de su vida que resultó ser Pyro Storm, el villano que en
realidad no era un villano, pero fue retratado como tal por dicho
ex novio, Owen Burke, con la ayuda de una reportera cuyo nombre
pronunciado en voz alta provocaba que los niños y los animales
pequeños huyeran aterrorizados.

La vida de Nicholas Bell era extremadamente complicada.

En los meses transcurridos desde la Batalla en el Puente


McManus (algo que los informes noticiosos tendían a capitalizar
para mostrar la importancia; Nick no tenía ningún problema con
eso), no había cambiado mucho la guarida secreta, para su gran
disgusto. Solo había dos diferencias reales que pudiera ver:
primero, la puerta corrediza ahora tenía un pequeño letrero
colgando de ella que decía TEAM PYRO STORM en letras rojas
con humo saliendo de la parte superior. Lo había pedido online.

La segunda era un regalo del padre de Nick: un escáner de


la policía, algo que aparentemente había robado del trabajo,

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mientras le decía a su hijo que robar era ilegal, a lo que Nick
respondió que papá necesitaba trabajar en sus mensajes. Solo se
había encendido un par de veces desde que Gibby había
descubierto cómo hacer una aplicación que hiciera lo mismo en sus
teléfonos. Las personas no solo podían descargar una versión más
simple de la aplicación para informar situaciones en curso, sino que
la aplicación también actuaba como un rastreador para mostrar a
los demás en el Equipo Pyro Storm dónde estaba Seth cuando
actuaba como Pyro Storm, solo para estar seguros. En lugar de
sentarse en el sótano escuchando el escáner o volar por la ciudad
en busca de problemas que resolver, aparecería una alerta en su
teléfono para infracciones graves que pudiera necesitar Pyro
Storm. Todos lo habían descargado: Martha, Bob y papá incluidos,
a pesar que Nick había querido mantenerlo en secreto. ¿Qué tan
vergonzoso sería si papá mirara la aplicación y viera a Seth en la
habitación de Nick cuando se supone que no debería estar? Seth
se había mostrado horrorizado cuando expresó esta preocupación
en voz alta, y acordaron apagarla a menos que estuviera
disfrazado.

Hablando de eso.

Cuando Seth se acercó al saco de boxeo que colgaba del


techo, Nick miró el disfraz de Pyro Storm que colgaba detrás del
ordenador y el escáner de la policía. El disfraz había sido reparado
por la tía de Seth después del daño causado por Shadow Star. El
casco de Pyro Storm era rojo y negro con lentes rojos que
actuaban como una especie de realidad aumentada cuando Seth lo
usaba, con información enviada de forma inalámbrica desde la
guarida. Nick pensaba que desde que Seth había librado su primera
gran batalla, su disfraz necesitaba un ligero rediseño para

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mantenerlo fresco y emocionante, pero aún reconocible. Sucedía
en todas las secuelas de superhéroes que había visto. Martha lo
había invitado a coser el nuevo traje de Seth si así lo deseaba.
Solo necesitó dos minutos antes de apuñalarse a sí mismo con la
aguja de coser y decidir que el rediseño podía esperar.

Estaba bien. Estaban bien. Claro, tal vez no veía a Seth


tanto como le gustaría, dadas sus responsabilidades con la gente
de Nova City, pero esa era la compensación por salir con un
Extraordinario. Y tal vez tenía un poco de celos residuales de que
Seth pudiera hacer lo que hacía mientras que él se quedaba con los
pies firmemente plantados en el suelo, pero estaba bien. Así eran
las cosas.

Por eso tenía cuidado de sacar a colación sus propias quejas.


¿Quería más tiempo a solas con su novio? Claro, pero las personas
atrapadas en el último piso de un edificio en llamas probablemente
necesitaban a Pyro Storm más que a él, y Seth le había dicho que
su papel como líder del Equipo Pyro Storm era tan importante como
el suyo. Era difícil estar irritado con alguien tan desinteresado,
así que mantuvo la boca cerrada. Además, ¿quién más en el mundo
entero podría decir que era el líder del Equipo Pyro Storm?

(Había habido elecciones. Gibby votó por sí misma. Jazz


votó por la paz mundial porque no había entendido lo que estaban
haciendo. Nick también votó por él mismo, pero eso fue porque
sabía que Seth también votaría por él. Seth no lo hizo, se abstuvo.
Esto llevó a Nick a una diatriba de doce minutos que comenzó con
sus calificaciones y de alguna manera terminó con él explicando la
posición epistemológica del solipsismo, la idea filosófica de que uno
mismo es lo único que se puede probar que existe, algo sobre lo

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que inexplicablemente se había encontrado leyendo la noche
anterior en Wikipedia. Seth, sabiendo que Nick no se detendría
hasta que muriera o alguien interviniera, proclamó en voz alta que
había ganado las elecciones. Inacción de la democracia).

Ayudaba que Nova City hubiera estado algo tranquila desde


el enfrentamiento en el Puente McManus. Hasta ahora, todas las
funestas advertencias de los expertos en las noticias de que la
guerra contenciosa entre Pyro Storm y Shadow Star llevaría a que
otros Extraordinarios salieran a la luz en Nova City habían
demostrado ser falsas. Con Owen Burke encerrado en alguna
instalación (ubicación desconocida, para gran frustración de Nick),
ningún villano se había levantado para ocupar su lugar. Owen había
dicho una vez que un héroe era tan bueno como su villano, pero
resultó ser pura maldad, así que Nick trató de no tomarse en serio
nada de lo que había dicho.

Estaba bien ahora, aquí, en este momento. Estaban juntos,


y sí, era después de ver a su papá hacer cosas para ponerles en
ridículo, pero, aún así. Seth se reía de las payasadas de Nick, y
Nick quería escuchar ese sonido para siempre.

—¡Patada de Poder Rudo! —Nick gritó mientras azotaba


torpemente el saco de boxeo, casi cayéndose cuando Seth se rió
entre dientes. Seth se había quitado las gafas y el suéter y los
había puesto encima de la lavadora. También se había aflojado la
pajarita y desabrochado los botones superiores de la camisa, algo
que hizo que Nick no pudiera formar la mayoría de las palabras.
Independientemente de lo que había sucedido en el piso de arriba,
Seth parecía más suave, casi relajado.

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—No necesitas nombrar cada movimiento de lucha que
haces —dijo Seth, agarrando el saco de boxeo—. Es una pérdida
de tiempo.

—Si tú lo dices... —murmuró Nick mientras se secaba el


sudor de la frente—. Todo el mundo sabe que los mejores estilos
de lucha tienen nombres que gritas cuando los haces.

—Es verdad —dijo Seth secamente—. Todos saben eso.

—Bueno, todos menos tú. —Nick se levantó la camiseta para


ver si ya tenía abdominales. No los tenía. Lo había estado haciendo
durante casi veinte minutos. ¿Qué sentido tenía hacer ejercicio si
no veía resultados inmediatos? Suspiró mientras volvía a dejar
caer su camiseta. Tal vez estaba haciendo todo mal—. ¡Abrazo de
oso de la Destrucción! —gritó y se arrojó sobre el saco de boxeo,
envolviendo sus brazos y piernas alrededor de él.

Seth gruñó cuando estuvo a punto de perder el equilibrio,


pero logró mantenerse erguido. Nick le sonrió desde su posición en
la bolsa. Seth puso los ojos en blanco mientras se inclinaba hacia
adelante y lo besaba con un fuerte golpe. Nick todavía estaba
asombrado de que esto fuera algo que hacían ahora. Ya no eran
solo dos hermanos. Eran hermanos que se besaban. El mejor tipo
de hermanos.

—Probemos algo un poco diferente —dijo Seth, dando la


vuelta al saco de boxeo. Nick volvió a ponerse de pie e inclinó la
cabeza con curiosidad—. Date la vuelta.

—O... está bien —dijo Nick. Apartó la mirada de Seth. Se


sobresaltó cuando éste se presionó contra su espalda, una línea de

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calor que inmediatamente hizo que el corazón de Nick se disparara
por sí solo. Gruñó cuando Seth envolvió un brazo alrededor de su
cuello, aunque no lo suficientemente fuerte como para
estrangularlo—. Estoy totalmente de acuerdo con esto, sea lo que
sea.

Seth resopló en su oído.

—Sí, apuesto a que lo estás. Concéntrate, Nick. Soy un


villano. Te tengo en mis manos. ¿Cómo te liberas?

—Bueno, tal vez no quiero liberarme. Soy bastante bueno en


eso, si soy honesto. Oh no, gana el villano. ¿Qué debo hacer?

Seth lo empujó un poco, su pecho chocando contra la espalda


de Nick.

—Es en serio. Si quieres aprender a pelear, tienes que


prepararte para cualquier cosa. No siempre tendrás ayuda. ¿Cómo
te liberas?

—No lo sé —admitió Nick, teniendo dificultades para


prestar atención.

Estaba distraído por los pelos de los brazos de Seth,


haciéndole cosquillas en la barbilla.

Seth bajó su otra mano hasta el codo derecho de Nick,


agarrándolo con fuerza. Con cuidado, lo tiró hacia atrás,
presionándolo contra su costado.

—Aquí, un punto débil. Usa suficiente fuerza... —Empujó el


codo de Nick antes de volverlo a poner contra su costado—. Y
podrías conseguir que te suelten.

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Emocionado, Nick dijo:

—¡Y luego puedo darles la vuelta y enviarlos volando! Vaya,


eso es malditamente rudo.

—Uh —dijo Seth—. Eso podría ser un poco avanzado. ¿Por


qué no lo guardamos para ...?

—¡Voltereta Hacia Atrás del Caos! —gritó Nick, sacudiendo


su cuerpo hacia adelante, listo para hacer que Seth cayera sobre
él. Su espalda le dolió mucho cuando el agarre de Seth se aflojó.
Nick rápidamente cayó de bruces.

—Oh, mierda —suspiró Seth—. Mierda, mierda, Nick, lo


siento, no...

Nick se puso de pie de un salto, casi cayendo de nuevo.

—¡Estoy bien! Quería hacer eso. Quería ver si estabas


prestando atención. Ignora la forma en que estoy encorvado. Estoy
de pie así porque es mi elección. ¡De nuevo!

Seth vaciló antes de asentir.

Diez minutos después, Seth gimió mientras sostenía su


costado, el codo de Nick aparentemente estaba más huesudo de lo
que él creía. Y eso no empezaba ni a cubrir que Nick se había hecho
amigo del suelo siete veces más.

Nick se incorporó de nuevo, estremeciéndose mientras se


tocaba la nariz. No parecía estar rota, aunque dolía como el
infierno.

—¡De nuevo! —demandó.

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Seth jadeó, haciendo una mueca.

—Vamos... esperemos un poco. No creo que mis costillas


puedan soportarlo.

—¡Yo gano! —dijo Nick levantando las manos en


celebración—. Todo lo que tengo que hacer es asegurarme que los
malos sigan agarrándome, y al final los agotaré.

Seth hizo una mueca mientras se dirigía a la lavadora y se


subió, con las piernas colgando hacia abajo.

—Cosas más raras han funcionado. No le digas a tu papá


sobre esto. Podría intentar hacer un dique dental que cubra todo
tu cuerpo.

Nick gimió.

—No sé por qué está empeñado en hacer mi vida miserable,


pero eso fue malo, incluso para él. Me aseguraré de que sepa que
no estuvo bien.

—¿Deberíamos hablar de eso?

—¡Puñetazo relámpago furioso! —Nick lloró en lugar de


responder. Su puño aterrizó con un ruido sordo carnoso contra la
bolsa, causando que sus nudillos estallaran dolorosamente.
Probablemente era lo mejor que nunca se convirtiera en un
extraordinario. Golpear cosas duele con locura. En todo caso, al
menos ahora sabía con certeza que no sentía dolor.

—Nicky.

Seth estaba sobre él. Lo maldecía por conocerlo tan bien.

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—Sí, sí. Preferiría no hacerlo, pero una relación no es una
calle de un solo sentido. Tienes que dar todo lo que recibes para
mantener feliz a tu hombre.

—Realmente deberías dejar de leer Cosmo.

Nick se acercó a la lavadora, complacido cuando Seth


separó las piernas sin preguntar. Se derrumbó dramáticamente
contra él, con la cara sobre su pecho. Olía bien, como un fuego que
arde en un frío día de invierno. Tenía mucho más sentido ahora que
sabía por qué. Se estremeció un poco cuando Seth se estiró y le
rascó la nuca, metiendo los dedos en su pelo.

—Necesitas un corte de pelo —murmuró Seth.

—Conseguiré uno —dijo Nick, con la voz apagada—. Pero


gracias por darme una salida. Podemos hablar sobre eso. —Levantó
la cabeza para encontrarse con la mirada de Seth—.
Probablemente deberíamos hablar de un par de cosas, ¿sabes? —
Tal vez ahora fuera un buen momento para pedirle que bajara un
poco la velocidad, y no solo por sus deseos egoístas. Seth parecía
cansado. Tenía líneas oscuras debajo de los ojos que nunca
parecían desaparecer. Necesitaba cuidarse más a sí mismo.

Seth lo estudió por un momento antes de asentir


lentamente. Respiró hondo y exhaló por la nariz.

—Entonces. Sexo. Entre tú y yo.

Nick inmediatamente se rió nerviosamente. Tosió para


taparlo, pero Seth no se dejó engañar. No importaba por lo que
hubiera pasado, no importaba lo que hubiera descubierto

44
acechando en los rincones más oscuros de Internet, seguía siendo
un poco mojigato.

Seth lo dejó ir. Buen chico, ese Seth.

—¿Es algo que quieres?

Nick golpeó con los dedos los muslos de Seth, de repente


consciente de lo cerca que estaban sus manos de los asuntos de
Seth. Se apartó, cruzando los brazos para tratar de evitar
inquietarse.

—¿Sí? No. Quiero decir, no en este instante, obviamente,


porque tu tía y tu tío todavía están arriba con mi papá y no es algo
en lo que quiero pensar cuando lo hacemos como conejos en celo.
¿Sabías que hay furries que se disfrazan de conejos? Eso es tan
genial, ¿verdad? No sería un conejo si fuera un furrie, porque los
niños pequeños pensarían que soy el Conejo de Pascua y no quiero
que los niños me acosen por mis huevos...

—Nicky.

Nick se desinfló.

—Gracias por detenerme. No tengo idea de a dónde iba eso.

Seth se rió entre dientes.

—Lo supuse. —Se aclaró la garganta mientras se ponía


serio—. Me gustan las... cosas que ya hacemos.

Nick asintió con tanta fuerza que su cuello se partió.

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—A mí también. Un plus en lo del besuqueo. Quién sabe, si
no lo supiera mejor, creo que habrías adquirido mucha práctica con
ese novio y / o novia secretos que dijiste que nunca tuviste.

Seth le dio un fuerte golpe en el pecho.

—O tal vez pedí una almohada en línea con la cara de un


extraordinario y lo besé.

—Acordamos no volver a mencionar eso —siseó Nick

—Y lo del Novio y / o novia secretos —le recordó Seth.

—Sí, sí —murmuró Nick—. Lo justo es justo. No lo haré si


tú no lo haces. —Cogió una cuerda suelta en el dobladillo de su
sudadera con capucha— ¿En serio?

—En serio —asintió Seth, y debido a que venía de él, Nick


sabía que no se burlarían de él por los pensamientos que corrían
por su cabeza. Desde el día en que conoció al chico comiendo pudín
en los columpios, Nick haría cualquier cosa por Seth, incluso le
diría las duras verdades.

—El sexo suena increíble —dijo Nick, odiando cómo su voz


se quebraba debido a su nerviosismo—. Si la pornografía que he
visto es una indicación, también se siente bien.

—La pornografía no es la vida real —dijo Seth, manteniendo


las manos quietas, por lo que Nick estaba agradecido.

—Bien —dijo Nick—. Pero tiene que haber algo en eso,


¿sabes? —Desvió la mirada—. Y.… como... las cosas que hacemos
para besarnos son increíbles.

46
Seth se rió entre dientes.

—Muy geniales.

Aliviado, Nick dijo:

—Me alegro que estés de acuerdo. Somos bastante buenos


en eso, si me preguntas.

—Incluso podríamos ser los mejores en eso.

—Pero es más que eso —dijo Nick, mirando a Seth y


sosteniendo su mirada—. Es... —Aquí, ahora, una oportunidad. Una
oportunidad de decir algunas palabras en las que había estado
pensando últimamente, palabras que no podía despegar de su
garganta. Palabras que eran enormes y aterradoras y lo cambiarían
todo, Aunque todos ya sabían que eran ciertas. Tres pequeñas
palabras sobre lo mucho que se preocupaba por Seth.

Recordó estar de pie en esta misma casa, justo arriba,


enojado por todas las mentiras que Seth le estaba diciendo, solo
para que Bob moviera los labios y revelara que Seth estaba
enamorado de él. El amor, como el sexo, era una cosa vasta y
complicada que aún no entendía con firmeza. Amaba a Seth. Él lo
sabía. Lo había amado desde el momento en que lo conoció. Aparte
de su padre, no había nadie en la Tierra a quien amara más. Pero,
¿cuál era la diferencia entre amar y estar enamorado? Nick no
estaba seguro. Todo lo que sentía por Seth estaba revuelto en un
complicado nudo en su pecho. No era algo malo, pero no estaba
seguro de estar listo para analizarlo todavía. Pero ningún problema
se resolvía nunca sin hablar de ello, y pensó que podría estar listo
para decir… bueno. Alguna cosa.

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—¿Qué pasa? —preguntó Seth, sacando a Nick de sus
pensamientos—. Oye, ¿estás bien?

Nick sonrió tensamente.

—Sí, estoy bien. —Sacudió la cabeza mientras resoplaba—.


Perdido un poco en mi cabeza. Tú sabes cómo es.

—Sí —dijo Seth—. Puedes decirme cualquier cosa, Nicky. Tú


lo sabes. —Abrió la boca para decírselo. Para decirle todo esto y
más.

Antes que pudiera hacerlo, sonó el teléfono de Seth, al igual


que el suyo. Nick dio un paso atrás, sacando el teléfono de su
bolsillo. Frunció el ceño cuando vio un mensaje de texto de Jazz.

Tenemos un problema.

Miró hacia arriba con el ceño fruncido. Seth sostenía su


propio teléfono. Tenía un mensaje de texto de Gibby.

Tenemos un problema.

—Qué diablos —murmuró Nick— ¿Quien está intentando


matarnos ahora? ¿Crees que es un nuevo villano extraordinario
empeñado en...?

Nunca llegó a terminar. La puerta del sótano se abrió de


golpe, lo que hizo que ambos saltaran.

—¿Chicos? —Papá llamó—. Tenéis que subir aquí. Tenemos


un problema.

—¿Por qué todos dicen eso? —preguntó Nick—. Será mejor


que sea un problema real, o lo juro por Dios, haré todo lo que pueda

48
para ayudar porque tenemos que tomarnos en serio los problemas
de todos, sin importar cuán pequeños sean.

Nick agarró a Seth de la mano y tiró de él hacia las


escaleras, ya formulando un plan en su mente que involucraría a
Pyro Storm pateando traseros y tomando nombres con su líder de
equipo a su lado. Como mínimo, tendría material nuevo para su fic.

Y, si estaba siendo honesto consigo mismo, ¿no se estaba


imaginando luchando junto a Pyro Storm? Sí, lo estaba. No era un
extraordinario. Lo sabía. Nunca sería un extraordinario. Había
fallado en ese sentido, pero eso no le impidió imaginarse de pie
espalda con espalda con Pyro Storm, valiente y sincero, por lo que
Seth sabría que siempre lo respaldaría.

Debajo de este pequeño y gracioso sueño había un agradable


picor, un cosquilleo tan fino como un susurro, como un pensamiento
que no lograba captar del todo. Probablemente el comienzo de un
dolor de cabeza. Esperaba que no. Necesitaba poder concentrarse.

Por encima de ellos, la única bombilla desnuda se encendió


intensamente. Ellos la ignoraron.

No era nada. Las subidas de tensión ocurrían todo el tiempo.

49
3

Cuando llegaron a la sala de estar, Martha y Bob estaban de


pie detrás del sofá, susurrándose furiosamente el uno al otro. Papá
estaba en la ventana mirando hacia la calle, mirando por detrás de
la cortina como una enredadera.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Seth, sonando sin aliento—.


¿Tengo que ponerme el traje?

—Vaya —dijo Nick—. Dilo de nuevo, pero más lento y con


sentimiento.

Papá suspiró.

—Nick, guarda tus pantalones. Estamos a punto de tener


invitados.

Sonó el timbre, seguido de un fuerte golpe.

—Gibby y Jazz —dijo papá, dejando caer la cortina en su


lugar.

Nick parpadeó.

—¿Qué hacen aquí? No íbamos a encontrarnos con ellas


hasta más tarde. —Habían planeado una cita doble para el Día de
San Valentín. No estaba seguro de lo que se esperaba de él ahora
que tenía novio, y había entrado en pánico tratando de planear la

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cita más romántica que se le ocurría, que incluía un picnic en el
parque y una banda de mariachis. Gibby lo había salvado de sí
mismo (—¿Es febrero y quieres ir de picnic? Nicky, eres un
desastre) y los había invitado a salir con ellas, lo que él había
aceptado con gratitud.

Se dirigió hacia la puerta, seguido de cerca por Seth.


Cuando la abrió, encontró a sus dos mujeres favoritas de pie en el
porche, acurrucadas juntas, ambas mirando por encima de sus
hombros. Jasmine Kensington frunció el ceño mientras se ajustaba
su bufanda ridículamente cara, su cabello oscuro caía sobre sus
hombros en una ondulada cascada.

—Tenemos un problema —murmuró Lola Gibson, luciendo


sombría.

—Hurra —dijo Nick—. ¿Ahora qué?

—Eso —dijo Gibby, señalando con la cabeza hacia la calle.


Ella empujó a Nick, bajándose la capucha para revelar su cabeza
rapada.

—Oh —dijo Jazz, volviéndose para mirar hacia la calle de


nuevo—. Si... esto... Entonces, vas a pensar que esto es divertido.
Ojalá. Así todos nos reiremos y todo estará bien y nada estará
mal.

Nick frunció el ceño mientras salía de la puerta al porche.


Su piel se enfrió casi de inmediato, pero lo ignoró. Miró hacia la
calle. Tranquila, casi desconcertante. La tormenta que se
avecinaba mantenía a todos adentro. Los coches se alineaban a
ambos lados de la calle, las ventanas estaban cubiertas por una

51
capa de escarcha. Una furgoneta se detuvo frente a la casa, con
humo negro saliendo del tubo de escape. Risa tenue de alguna
parte, brillante y feliz. Aparte de eso, nada. Ningún villano riendo
a carcajadas en el fanfiction de Nick, ninguna muerte y
destrucción cayendo sobre ellos desde arriba.

—No lo entiendo —dijo Nick, escudriñando la calle de nuevo


en caso que se hubiera perdido algo. Seth se le acercó por detrás
y pasó la barbilla por encima del hombro.

Jazz señaló hacia la furgoneta con paneles.

—Es una furgoneta de reparto.

—Está bien —dijo Nick lentamente— ¿Y qué van a


entregar? ¿Es lo del día de San Valentín? Oh, mierda. ¿Se suponía
que debía comprarle un regalo a Seth? Ni siquiera había pensado
en eso. Maldita sea.

Jazz negó con la cabeza.

—¿Recuerdas cómo hablamos sobre armar al equipo Pyro


Storm con nueva tecnología?

—Sí —dijo Nick, mirando la camioneta con renovado


interés—. ¿De verdad hiciste eso?

—Gibby y yo fuimos hace un par de semanas y escogimos un


montón de cosas. Queríamos que fuera una sorpresa.

Miró a Jazz con los ojos entrecerrados cuando Seth dijo:

—¿Qué pasa? ¿Olvidaron parte de la entrega?

Jazz sonrió beatíficamente.

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—Entonces, aquí está la cosa. Papá me dio su tarjeta de
crédito, ¿verdad? Y cuando la he usado en el pasado, siempre
pongo su número de teléfono al hacer pedidos en caso que
necesiten llamarlo para confirmar los cargos.

Nick se estremeció cuando el aliento de Seth calentó su


oído.

—¿Qué tiene eso que ver con esto?

—El repartidor es muy bueno en su trabajo —dijo Jazz—.


Tanto es así que llamó al número de teléfono del pedido para
confirmar la entrega.

Seth hizo un sonido ahogado mientras retrocedía.

—Y aparentemente —continuó Jazz—. Papá no sabía de qué


estaba hablando el repartidor porque la dirección que dio el
conductor no era nuestra casa, sino otra dirección distinta.

Gibby asomó la cabeza por la puerta.

—¿Ya has llegado a la parte buena, nena? Quiero ver la


expresión del rostro de Nick.

—Estoy a punto de hacerlo —dijo antes de volverse hacia


Nick—. Entonces, Nicky, Dios mío, mira lo guapo que estás hoy.
¡Seth, tú también! ¿Llevas una nueva pajarita? Te pega.

—Gracias —dijo Nick—. Eso es bueno para ... estás a punto


de decir algo malo, ¿no es así?

Ella hizo una mueca.

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—¿Quizás? Así que papá y mamá estaban almorzando con los
padres de Gibby. —Se tocó la barbilla con un dedo, pensativa—.
¿Cuáles eran las probabilidades de que estuvieran todos juntos
justo cuando llegó la llamada telefónica? Y aunque le dije a papá
que no había nada de qué preocuparse, decidieron que vendrían
todos a ver qué se entrega.

—Ahí está —dijo Gibby—. Esa es la mirada que esperaba:


sorpresa mezclada con terror. Gracias por no decepcionarme,
Nicky.

Atónito, Nick se volvió hacia la calle mientras Seth se


golpeaba la cabeza contra el costado de la casa.

Dos parejas se apresuraban calle arriba, los hombres


acurrucados junto a las mujeres.

Miles y Joanna Kensington iban a la cabeza, su brazo


entrelazado con el de él. Miles era un hombre encantadoramente
regordete con cabello rubio ralo y un brillo tortuoso en sus ojos,
vestido de punta en blanco con un traje gris carbón y una corbata
roja. Su abrigo largo ondeaba a su alrededor cuando se acercaron
a la casa, sus zapatos caros estaban manchados con la suciedad de
la calle.

Jazz se parecía a su madre casi por completo, con cabello


oscuro y ojos oscuros. Joanna, Jo para abreviar, era hermosa.
Parecía flotar dondequiera que fuera, con un aire etéreo a su
alrededor. Se movía como una bailarina, lo cual tenía sentido ya que
había sido una de las principales bailarinas de Nova City en su
juventud antes de retirarse cuando estaba embarazada de Jazz.
Llevaba un traje propio, adaptado a sus curvas, y se movía con

54
destreza por las resbaladizas aceras con sus tacones. Su abrigo
hacía juego con el de su marido y estaba ceñido a la cintura.

Eran seguidos de cerca por Terrence y Aysha Gibson, los


padres de Gibby, quienes se habían ganado la distinción de ser los
únicos contables que Nick conocía que también eran hippies. No
iban vestidos tan formalmente como los padres de Jazz, pero Nick
tenía que admitir que todavía se veían increíbles. El cabello de
Aysha se posaba como una corona ondulada sobre su cabeza, su
afro salpicado de trozos de nieve. Sus pendientes le colgaban casi
hasta los hombros. El cuello de su abrigo estaba levantado
alrededor de su cuello, y sus jeans eran de corte de bota y
apretados contra sus piernas.

Terrence, o Trey, como lo llamaban, tenía la cabeza rapada,


algo que había hecho cuando Gibby se había afeitado la cabeza,
diciéndole que estaba tan impresionado por ella que tenía que
emular su estilo. Sonrió ampliamente, como casi siempre parecía
hacer, con una vibra serena que emanaba de él. Terrence era el
tipo más relajado que Nick había conocido. La mayoría de las cosas
no parecían alterarlo. De hecho, la única vez que lo había visto
enojado fue después que un idiota en la escuela le había dado una
mierda a Gibby por defender su identidad de marimacho y la
escuela había respondido con: "Los chicos son chicos". Una vez que
Trey se enteró, descendió sobre la escuela como una tormenta que
se avecinaba. Quince minutos después de entrar solo en la oficina
principal, había salido seguido por el director, uno de los
consejeros y el oficial principal de recursos escolares. Los tres se
disculparon profusamente con Gibby mientras Trey miraba,
seguido de Gibby recibiendo una carta del idiota al día siguiente,
una disculpa apresurada pero completamente escrita diciendo que

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nunca más se burlaría de las decisiones sobre el cabello tomadas
por una persona de color, o cualquier otra persona, para ese caso.
Nadie se metía con la hija de Trey.

A Nick le gustaban todos, simplemente porque habían traído


a Jazz y Gibby al mundo. Y, por si fuera poco, los padres se
hicieron amigos después que Jazz y Gibby empezaron a salir.

Y aquí estaban. Viniendo a la casa Gray. A una reunión no


planificada, todo sobre el Equipo Pyro Storm y la mejora de la
guarida secreta de un Extraordinario del que no sabían nada.

—Oh, Dios mío —dijo Nick con fervor, sintiendo que la


sangre se le escapaba de la cara.

—Sí —dijo Jazz—. Ja, ja, gracioso, ¿verdad? Tenemos unos


quince segundos para pensar en algo que explique por qué gasté
miles de dólares en productos electrónicos sin que parezca que
estamos haciendo algo ilegal. Nick, tienes TDAH, que siempre he
dicho que es un superpoder. Es hora de usar ese cerebro
asombroso para el bien en lugar del mal. ¡Y rápido!

Jazz tenía razón. Puede que no fuera un extraordinario,


pero todavía tenía un cerebro diferente al de la mayoría. En la
cúspide del pánico, dijo:

—¡Equipo Pyro Storm, reunión! ¡En la habitación de Seth


para que podamos idear un plan que lo explique todo y no parezca
que somos capos de la droga lavando dinero o piratas informáticos
que planean acabar con la CIA!

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Nunca llegaron arriba.

Tan pronto como regresaron dentro, fueron bloqueados por


el padre de Nick de pie con los brazos cruzados.

—¿Todo bien?

No, no lo estaba.

—¡Papá! Justo el hombre que esperaba ver. Afuera sucedió


algo gracioso. Necesito que seas mi salvador y me ayudes. —Nick
no estaba orgulloso de la forma en que la última palabra chirrió de
manera molesta.

Papá se ablandó.

—Oye, chico. Estaremos bien. Yo te cubro.

Aliviado, Nick no protestó demasiado cuando papá empujó a


los cuatro acurrucados en la entrada. Papá estaba aquí. Todo
estaría bien.

Hasta que papá vio quién subía por la pasarela de la casa


Gray. El ruido que hizo fue uno que Nick nunca le había oído antes.
Era el gemido de un animal herido. Se quedó paralizado en el
umbral de la puerta, con la mano apretando el pomo con tanta
fuerza que Nick pensó que se rompería la mano.

—¡Trey! —dijo papá, con voz aguda y conmocionada—. Aysha.


—Tragó con dificultad—. Y Miles y Jo. Y un hombre al azar que
nunca había visto antes.

—¡Hola! —dijo Random Man alegremente, fuera de la vista—


. Soy Geoffrey, del Wide World of Electronics by Geoffrey,

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aunque el Geoffrey del Wide World of Electronics by Geoffrey es
mi padre, no yo. Solo soy un conductor de reparto. Pero no te
preocupes, amigo. Estoy trabajando desde abajo, y un día, ¡el Wide
World of Electronics by Geoffrey será mío!

—Genial —dijo papá débilmente, agitando frenéticamente la


mano detrás de él, como si pensara que Nick y los demás deberían
alejarse lo más posible—. Genial. ¿Una entrega, dices? No sé si
alguien aquí estaba esperando una entrega.

—Uh, sí lo estamos —dijo Jazz—. ¡Sorpresa! No te


preocupes. Yo me encargo. —Y luego experimentó una
transformación que Nick solo había visto unas pocas veces antes.
Sus ojos se abrieron a niveles obscenos de princesa de Disney,
brillantes y húmedos. Sus mejillas se sonrojaron como si pudiera
controlar la sangre en su cuerpo. Sacudió los hombros, su labio
inferior temblaba mientras se acercaba al padre de Nick en la
puerta—. Papá —dijo, su voz un extraño arrullo—. No tenías que
venir hasta aquí. Te dije que yo me encargaba. No sé de qué se
trata esto, pero prometo que puedo solucionarlo.

—Sé que puedes, cariño —dijo Miles jovialmente, subiendo


las escaleras del porche, su esposa dio un paso adelante y abrazó
a papá—. Pero quiero asegurarme que todo esté bien. No esperaba
recibir una llamada hoy sobre la entrega de dispositivos
electrónicos por valor de casi diez mil dólares a una dirección que
no era la nuestra. Estoy seguro que es solo un error.

Nick se volvió lentamente para mirar a Jazz.

—Diez mil ¿y ahora qué?

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Jazz se encogió de hombros.

—Culpa a Gibby. Ella es quien eligió todo.

—Gracias —dijo Gibby con ironía—. Soy consciente que...

Seth estaba tratando de hacerse lo más pequeño posible,


pero como era un dios del sexo fornido, no iba muy bien. Empeoró
cuando Martha y Bob aparecieron detrás de él, los pulgares de Bob
se engancharon a través de las correas de su mono, Martha
sosteniendo un plato lleno de galletas. Seth chocó con ellos y se
dio la vuelta. Con una sonrisa de bienvenida firmemente fijada en
su rostro, Martha murmuró:

—Pasaremos esto juntos. Nadie dice una palabra sobre


nada. Lo solucionaremos, ¡Hola! ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! Es tan
lindo verlos a todos de nuevo. Por favor, pasad. Tomad una galleta.
Tomad varias galletas. A menudo me he dado cuenta que cuando
tienes la boca llena, no puedes hacer preguntas.

Los recién llegados se rieron al entrar en la casa. Miles besó


a su hija en la frente antes de girarse y estrechar la mano de
Gibby con furia.

—Gibby —dijo mientras Joanna le tocaba la mejilla—. Te ves


extremadamente rara. Lo apruebo. ¡Derechos de los
homosexuales!

—¿Gracias? —dijo Gibby, apartando su mano antes que


pudiera arrancarle el brazo de la cuenca, algo que Nick no
recomendaba en absoluto—. Derechos de los homosexuales.

Miles le sonrió.

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—Exactamente. —Miró a Seth y Nick antes de volverse
hacia papá— ¡Aaron! Veo que te has unido a las filas de tener a tu
adolescente en una relación queer. Si tienes alguna pregunta, por
favor llámame. He realizado una extensa investigación sobre el
tema.

Papá meneó la cabeza.

—Ya hice diques dentales con bolsas de plástico, así que


creo que estamos...

—¡Señor y Señora Gibson! —gritó Nick—. No os he visto a


todos desde... no tengo ni idea. Solo hablo para evitar que mi padre
diga algo de lo que se arrepienta. —Estaría condenado si dejaba
que la maldad de su padre infectara a las otras unidades
parentales.

Papá cerró la boca de golpe. Buen hombre.

Trey sonrió mientras ayudaba a su esposa a quitarse el


abrigo. Aysha dio un paso adelante, sus pendientes rebotaron
mientras abrazaba a papá con fuerza.

—Aaron —dijo—. Ha pasado demasiado tiempo. Traje


regalos. Te verías bien con la gargantilla de cáñamo que hice. Abrí
mi propia tienda. Etsy. Se están vendiendo como no creerías. La
Madre Gaia solo da lo que nosotros le damos a cambio.

—¿Madre quién? —preguntó papá mientras Aysha lo dejaba


ir, girando y marchando hacia Nick y Seth.

Ella les sonrió cálidamente a ambos.

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—Escuché que hay que felicitaros. Ya era hora de que os
dierais cuenta.

Nick la miró boquiabierto.

—¿Todos lo sabíais?

—Sólo las personas con ojos —le aseguró Aysha.

—¡Hola gente! —dijo Geoffrey, apareciendo en la puerta.


Era un hombre delgado con cabello negro puntiagudo y lucía gafas
rosas—. Lamento interrumpir la reunión, pero tengo un horario que
cumplir. A Geoffrey Senior no le gusta cuando me atraso. Traté
de decirle que algo tan ridículo como un horario no debería
importar cuando tratamos con nuestros clientes, especialmente
aquellos que gastan tanto en nuestros productos, pero ¿qué sé yo?
Nada, según él. Tengo... —Miró la factura que tenía en la mano—.
Diez cajas para entregar. Veo que no se ha solicitado instalación.
¿Está bien?

—¿Diez cajas? —preguntó Seth débilmente.

—Instalación —dijo Miles—. ¿Qué se supone que hay que


instalar?

—Papá —dijo Jazz, sacando su labio inferior aún más—. Dije


que lo necesito para la escuela. Dijiste que estaba bien y que no
debería escatimar en gastos en lo que respecta a mi educación.

—Bien —dijo Miles—. Tu educación es lo más importante.


Pero, ¿por qué no lo han enviado a nuestra casa? Martha! ¡Bob!
Miraos. Formáis una imagen perfecta. Ooh, galletas.

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Martha empujó el plato hacia él mientras Jo hacía girar un
mechón de cabello de su hija.

—Jazmín —dijo, con voz dulce y ahumada—. ¿Hay algo que


no nos hayas contado?

Imposiblemente, los ojos de Jazz se abrieron más.

—Por supuesto que no. Os lo cuento todo, chicos.

—Mm —dijo Jo—. Entonces, ¿por qué tanto secreto?

—Es mi culpa —dijo Nick apresuradamente—. Lo siento.


Pensé que lo mejor sería enviarlo todo aquí, ya que la casa de Seth
es fundamental para todos nosotros. Facilita el acceso. Para... la...
escuela... cosas.

Miles asintió, masticando una galleta de avena con chispas


de chocolate.

—Tiene sentido. Si les ayuda a todos, entonces estamos


mejor por eso. —Saludó con la cabeza a Geoffrey—. Buen hombre,
por favor traiga las cajas. Me aseguraré que recibas una propina
adecuada después de echarte una mano y al mismo tiempo
contarles la historia de cómo una vez estuve en tu puesto,
abriéndome camino en la escalera corporativa hasta que fui dueño
de mi propia empresa.

—Lejos —dijo Geoffrey, convenientemente impresionado—


. Siempre se agradece la ayuda.

Aysha, Jo y Trey siguieron a Martha a la sala de estar. Bob


se quedó en la entrada, susurrando furiosamente con papá, ambos
mirando a los adolescentes que los miraban con los ojos muy

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abiertos. Llegaron a algún tipo de acuerdo, luego se dieron la vuelta
y salieron de la casa para ayudar con las cajas.

—¿Diez mil dólares? —Nick le siseó a Jazz— ¿Estás loca?


¿Cómo diablos pensaste que tu padre no se daría cuenta?

Los labios de Jazz se adelgazaron hasta convertirse en una


línea sin sangre.

—Es solo dinero. Si no lo hubieran llamado, ni siquiera se


habría dado cuenta. Agradecería un poco más de gratitud.

—Gracias por gastar una cantidad ridícula —dijo Nick


rápidamente, sin querer enfrentar su ira—. Y regresemos a todo
el asunto de "es solo dinero" en una fecha posterior, porque
hombre, tengo pensamientos sobre eso. ¿Pero qué vamos a hacer?
No podemos decirles para qué es.

—Todo estará bien —dijo Gibby—. Tenemos que hacerles


creer que es para la escuela, como dijo Jazz.

—Exactamente —dijo Jazz—. Y si preguntan por las gafas


de visión nocturna, les diremos que son para la clase de ciencias.

Todos la miraron.

—¿Qué? —ella preguntó—. Tenía un cupón.

Nick negó con la cabeza. Su cerebro era su superpoder.


Pensar. Pensar.

—Está bien —dijo, tirando de uno de sus pensamientos


hasta que se soltó—. Esto es lo que vamos a hacer. Les diremos
que estamos pensando en nuestra educación y que, como dijo su

63
padre, es una inversión en nuestro futuro. Estamos planeando no
solo para este año o el próximo, sino también para la universidad.
Y más allá. Tenemos una idea para... un proyecto. Sí, un proyecto.
—Comenzó a emocionarse—. Papá es el jefe de la División de
Extraordinarios, ¿verdad? Podríamos decir que este proyecto
trata sobre el seguimiento de la actividad extraordinaria en la
ciudad de Nova para el DPNC. De esa manera, no es exactamente
una mentira, más simplemente no... ¿ser honesto? Todavía estoy
trabajando en los detalles, pero creo que podría funcionar.

—¿Por qué ayudaríamos a la policía? —preguntó Gibby—. Ya


tienen más dinero que los padres de Jazz. ¿No le dieron a tu papá
un SUV nuevo sin ningún motivo aparte de su ascenso?

—Uf —dijo Nick—. Eso es absolutamente correcto. Mierda.


—Miró a los demás. Jazz rompió el chicle antes de hacer una
burbuja rosa. Seth parecía asustado, con el rostro pálido y las
manos temblorosas. Nick se acercó a él y lo agarró por los
hombros—. Sé que estás asustado, pero yo te protegeré, ¿de
acuerdo? Tenemos esto controlado. No dejaré que te pase nada.

Seth negó con la cabeza.

—Nicky, se supone que soy yo quien os protege a todos.

Gibby resopló.

—Eso es una mierda y lo sabes. Claro, puedes hacer cosas


que nosotros no podemos, pero somos un equipo, ¿recuerdas?

—Equipo Pyro Storm —coincidió Jazz—. El mejor equipo que


ha existido.

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—Estamos juntos —le recordó Nick—. Para que no tengamos
que luchar separados. No estás solo en esto, ¿de acuerdo?

Seth le dedicó una sonrisa temblorosa.

—¿En serio?

Jazz asintió.

—Vamos a estar bien.

No estaban bien.

Porque tan pronto como la última caja estuvo apilada en la


sala de estar a su alrededor, Geoffrey prácticamente llorando por
la propina que Miles le había dado, Trey dijo:

—Entonces, ¿alguien quiere decirnos qué está pasando? No


estoy preocupado, pero tengo algunas preguntas. ¿Qué pasa con
todos los...?

Y Nick, siempre y para siempre Nick, soltó:

—¡Soy Pyro Storm!

El único sonido que siguió provino del claxon de las bocinas


en la calle. Entonces papá se tapó la cara con las manos; Martha
dijo: "Oh, Dios mío"; Bob sacó su pañuelo y se sonó la nariz; Seth
gimió en voz baja; Gibby dijo: "Nicky, lo juro por Dios"; y Jazz se
rió tan fuerte que se puso a llorar.

Y eso ni siquiera comenzó a tapar las miradas en los rostros


de los recién llegados. Los ojos de Trey estaban saliendo de su

65
cabeza, la boca de Aysha se había abierto, Miles miraba a Nick con
los ojos entrecerrados como si no entendiera lo que acababa de
decir, y Jo dijo:

—¿Me lo repites?

—Mierda —murmuró Nick—. Mierda, mierda, mierda. —


Necesitaba arreglar esto. ¿Seguir o fingir que era una broma? Se
fue por la ruta más fácil—. Bueno. Entonces. Um, ¿esta es la cosa?
Tengo superpoderes. Y puedo volar. ¿Y crear... fuego? Sí, fuego.
Como explosiones y esa basura. Y sí, sé que el disfraz es muy bueno
el año pasado, pero cuando intenté hacer uno nuevo, me apuñalé y
decidí que el disfraz anterior estaba bien. —Miró a Seth
intencionadamente—. Por ahora. Ahí. Reparado. O algo así.

Más silencio. Todo el silencio.

Luego, Miles:

—Eres Pyro Storm. Ese extraordinario del puente que luchó


contra Smoky Guy.

—Shadow Star —corrigió Nick automáticamente, a pesar


que se odiaba a sí mismo por eso—. ¡Y sí! Luché contra Shadow Star
y salvé el día. —Pero como no era egoísta, agregó—: Pero no lo hice
solo. Gibby, Jazz y Seth ayudaron porque son buenas personas con
las que no debes enfadarte por nada. Todo es mi culpa. Entonces.
¿Lo siento?

—Espera —dijo Aysha, levantando la mano—. Estoy


confundida. Todos vimos las imágenes del puente, Nicky. Tú no
eras el que estaba disfrazado. Estabas de pie junto a Pyro Storm.

66
—Eres muy observadora —dijo Nick con los dientes
apretados—. Que divertido. Eso fue un... holograma. Un holograma
que creé para confundir a Shadow Star y ganar ventaja. Solo
parecía que era dos personas diferentes debido a la tecnología
avanzada que de alguna manera creamos y que no te aburriré con
los detalles. Ni siquiera lo entiendo, en su mayor parte. La historia
de mi vida.

Miles asintió lentamente.

—Pero, perdóname si esto suena un poco atrevido, ¿pero no


asaltaste a Pyro Storm? Estaba muy… húmedo. Las maravillas de
la alta definición.

Papá sonaba como si se estuviera ahogando con la lengua.

—¿Asaltar? —Nick dijo, indignado—. Yo no ataqué a nadie.


Fue un beso amoroso que puse... sobre mí mismo porque... ¿lo
merecía?

—Oh, Dios —dijo Martha de nuevo. Bob se cruzó de brazos


y le sonrió a Nick, como si estuviera disfrutando muchísimo de
esto. Nick tomó nota mental de planear una venganza seria pero
inofensiva contra él.

Seth dijo:

—Nick, ¿qué estás haciendo?

Realmente no tenía idea. Todo lo que importaba era


proteger la identidad secreta de Seth, y si eso significaba
arrojarse a la merced de las figuras de sus padres, que así fuera.

67
—Mira —dijo, tratando de mantener juntos los jirones de
su historia completamente plausible—. Sé que es impactante
escuchar que alguien como yo podría ser un extraordinario...

—No es tan impactante —dijo Trey, frotando una mano


sobre su cuero cabelludo—. Si alguien puede ser un extraordinario,
creo que eres tú. De hecho, tiene mucho sentido.

—¿Lo crees? —preguntó Nick. Tosió—. Quiero decir, por


supuesto que sí, así que no hay necesidad de cuestionar nada más.
Como ahora conoces el gran secreto, todos podemos
concentrarnos en las cosas importantes, como ¿qué pasa con este
clima? Calentamiento global, ¿verdad? Esos pobres osos polares
con todo ese hielo derretido. Deberíamos sentirnos avergonzados
por tratar a nuestro único hogar con tanta indiferencia.

Al parecer, sin importarle una mierda los osos polares,


Aysha se volvió hacia su hija.

—¿Y sabías todo esto?

—No sé nada de lo que está sucediendo en este momento —


dijo Gibby.

—¿Jazmín? —preguntó Jo—. ¿Es cierto?

Jazz miró a Nick antes de mirar a su madre.

—Si digo que sí, ¿me vas a comprar mis zapatos Alexander
McQueen?

Jo parpadeó.

—¿No?

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Jazz exhaló un suspiro de alivio.

—Entonces, sí. Principalmente. Nick ciertamente es capaz


de ser Nick.

No sabía si eso era un cumplido o no. Estaba a punto de pedir


una aclaración cuando Seth dijo:

—Nicky.

Lo miró.

Seth negó con la cabeza.

—No tienes que hacer esto.

—Sí —dijo— lo tengo. Porque Pyro Storm, yo, necesita


recordar lo importante que es. Y no… —Frunció el ceño—. ¿No solo
para mí? Espera, eso no tiene sentido.

Seth se acercó y tomó su mano, apretándola suavemente.


Nick estudió su rostro, catalogando las sombras bajo sus ojos, la
firme expresión de su mandíbula. Parecía cansado y resignado, algo
que Nick nunca quiso que estuviera.

—Nick —dijo con suavidad—. Merecen saberlo,


especialmente porque sus hijas están involucradas. Es lo justo.

—Justo —logró decir Nick, esa vieja y familiar sensación de


que sus pulmones se contraían haciendo que la palabra saliera
ahogada—. ¿Cómo es justo que siempre tengas que limpiar los líos
que hago? Solo hiciste lo que hiciste por... —Por mí, pero no pudo
pronunciar las palabras, no pudo terminar porque su garganta se
había apretado, su respiración silbaba entre los dientes apretados.

69
Nick no vio a papá moverse y se estremeció cuando se
arrodilló ante él, agarrándole las rodillas, evitando que rebotaran.
Los pensamientos de Nick estaban atrapados en una tormenta, el
nudo en su cabeza se retorcía, y ese susurro, esa caricia en el
fondo de su mente, crecía como garras, clavándose. Un dolor de
cabeza floreció silenciosamente, y no podía concentrarse, no
podía...

—Nicky —dijo papá, sonando lejano—. Chico, necesito que


respires. Respira hondo, ¿de acuerdo? Mantenlo. Fuera. Mantenlo.
Puedes hacerlo. Sé que puedes. Respira, chico. Sólo...

Nick salió de su espiral cuando el suelo empezó a vibrar. El


plato medio vacío de galletas traqueteó sobre la mesa de café. Las
ventanas temblaron. Los cuadros que colgaban de las paredes se
balanceaban torcidos.

Entonces se detuvo.

Todos miraron a su alrededor.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Trey—. ¿Un terremoto?

—Tal vez ha sido un tren —dijo Miles, aunque sonaba


dudoso.

Martha y Bob parecían igual de confundidos.

—Probablemente ha pasado un camión de basura —dijo


Bob—. Ya sabes cómo se vuelven estas casas viejas.

Papá, sin embargo... Las manos de papá temblaron cuando


extendió una y ahuecó la cara de Nick.

70
—Tú... te has tomado la pastilla, ¿verdad?

Entonces, ira. La ira y la vergüenza se mezclaron. Apartó la


cabeza de las manos de papá.

—Sí —dijo, sin mirar a nadie a los ojos—. Lo hice. Como


siempre lo hago. A diario. Lamento que mi cerebro me haga decir
estupideces, pero no siempre puedo controlarlo. —La amargura de
sus palabras le sabía a ácido en la lengua.

Papá inhaló y dejó salir el aire lentamente.

—No hay nada malo en tu cerebro. Nunca lo ha habido. Solo


eres... Nick. Y eso es algo bueno —agregó cuando él abrió la boca
para replicar—. No quisiera que fueras de otra manera. Podemos
irnos. Probablemente deberíamos darte un poco de aire.

Nick negó con la cabeza.

—No puedo. Papá, esto es importante.

—Nada es más importante que tu salud —dijo papá con voz


dura.

—Tiene razón, Nicky —dijo Seth, y Nick no se atrevió a


mirarlo—. No te pasa nada —suspiró—. Tenemos que confiar en
ellos, especialmente porque Gibby y Jazz están involucradas.
Tienen derecho a saber lo que estamos haciendo.

Nick finalmente se armó de valor para mirar a Seth.

Seth, maravilloso, asombroso Seth, asintió. Extendió la


mano y volvió a tomar la suya. Papá los miró a los dos, con una
expresión inescrutable en su rostro.

71
Nick dijo:

—Lo siento.

Seth se encogió de hombros.

—No es necesario. ¿Recuerdas cuando salí contigo?


Entonces me cubriste la espalda. Sé que lo harás ahora.

—Por favor, sé mi amigo para siempre —dijo Nick, porque


era lo único en lo que podía pensar.

Seth se rió en voz baja.

—Para siempre es mucho tiempo.

—Lo sé, pero tú lo vales.

Seth se llevó la mano de Nick a la boca y le besó el dorso


con dulzura.

—Oh, Dios mío —dijo Gibby, y ambos saltaron. Viéndola


fruncir el ceño, sus ojos húmedos—. Estúpidos niños. Os odio
tanto. Sigamos.

Nick chilló cuando ella prácticamente lo derribó de su silla,


golpeando a papá en su trasero. Miró por encima del hombro a
tiempo para ver a Jazz haciendo lo mismo con Seth, aunque con
mucha más delicadeza, sentándose en su regazo, presionando su
rostro contra su cuello, acariciando su cabello, arrullando que él
era la cosa más preciosa del universo y que destruiría cualquier
cosa que intentara hacerle daño.

—¿Estás seguro? —Nick escuchó a Jazz preguntar.

72
—Sí —respondió Seth en un susurro—. Creo que sí.

—Estamos contigo —dijo Gibby.

Todos volvieron a la realidad cuando Miles se aclaró la


garganta. Miraron a los adultos en la habitación. La mayoría
sonreían, aunque parecían confundidos.

—¿Seth? —preguntó Martha—. ¿Esto es lo que quieres?

Seth ayudó a Jazz a levantarse de su regazo y ella tiró de


Gibby en su lugar, sentándose de nuevo en el sofá.

—Lo estoy.

Bob dijo:

—Lo que necesites, chico. ¿Quieres que lo hagamos


nosotros?

Seth negó con la cabeza.

—No. Es mi responsabilidad. —Miró a Nick—. Y sé que no


estoy solo.

—Maldita sea —dijo Nick.

—Equipo Pyro Storm —coincidió Gibby. Miró a sus padres—


. Mamá. Papá. Necesito que escuches a Seth, ¿de acuerdo? Deja
que lo diga como quiera. No interrumpáis. Tendréis preguntas,
muchas preguntas, pero esperar hasta que él termine. Y Seth,
dinos si necesitas que intervengamos.

—Lo mismo —dijo Jazz a sus padres.

Seth dijo:

73
—Mira. —Levantó la palma de la mano hacia el techo. La piel
alrededor de sus ojos se tensó brevemente antes que llamas
gemelas florecieran sobre su mano. Al principio, colgaron
suspendidos, el fuego crepitaba. Luego se arremolinaron juntos en
forma de doble hélice. No importaba cuántas veces Nick lo hubiera
visto, todavía le quitaba el aliento.

Las llamas se elevaron y empezaron a girar en círculos


concéntricos sobre la cabeza de Seth.

Cuando Miles, Jo, Trey y Aysha, asombrados, miraron hacia


arriba con asombro, Seth Gray bajó la mano y dijo:

—Soy Pyro Storm. Y esta es la historia de mi origen.

Cuando terminó de hablar, la voz de Seth estaba ronca.


Nick, Gibby y Jazz habían ayudado lo mejor que podían, pero era
Seth quién tenía que contar su historia. Les habló sobre el
accidente de tren, la pérdida de sus padres, cómo había
descubierto a una edad temprana que podía crear fuego de la nada.
Hubo muchos accidentes, quemando cosas que no deberían haberse
quemado. Bob intervino una o dos veces, diciéndole al público
absorto que Seth había tomado el control mucho más rápido de lo
que cualquiera de ellos había esperado.

No fue hasta que llegó a la parte de Owen y Simon Burke


que alguien interrumpió. Miles gruñó enojado, su esposa agarrando
su mano para evitar que se levantara.

—Esos imbéciles —espetó—. Si hubiera sabido que ellos ...


—Sacudió la cabeza con enojo.

74
Permitieron que contara el resto de la historia, terminando
con la Batalla en el Puente McManus. Todos los adultos parecían
conmocionados cuando Seth describió la pelea con su antiguo
amigo.

—Y Nick salvó a Rebecca Firestone —dijo Seth—. Si no


fuera por él, ella podría haberse lastimado. O peor.

—Sí, bueno —murmuró Nick—. No todos podemos ser


héroes.

Cuando Seth terminó, todos se quedaron en silencio. Nick


se movió inquieto, queriendo llenar el silencio, pero de alguna
manera se las arregló para mantener la boca cerrada. No se
trataba de él. Se trataba de Seth y su infinita fuente de valentía.

Dejó escapar una fuerte exhalación cuando Aysha habló


primero.

—Estás diciendo la verdad; sé que lo eres. Pero yo... —Ella


negó con la cabeza—. Me cuesta creerlo. —Se levantó del sofá y
rodeó la mesa de café hasta la silla de Seth—. Arriba —dijo—.
Arriba.

Seth se puso de pie y gruñó cuando Aysha lo abrazó con


fuerza, su rostro en su cabello rizado. Por un momento, se quedó
allí de pie, con los brazos colgando a los lados. No fue hasta que
Aysha le recordó que así no funcionaban los abrazos que él la
abrazó con fuerza.

—Eres un héroe —le susurró, y Nick sintió que su labio


inferior temblaba—. Protegiste a toda esa gente. Estoy tan
orgullosa de ti, Seth.

75
Seth parpadeó rápidamente cuando Aysha dio un paso atrás.
Una lágrima rodó por su mejilla cuando se apartó para que su
esposo pudiera abrazarlo también, seguida de Jo y luego Miles.

Una vez que todos volvieron a sentarse, Seth todavía lucía


aturdido, Jo miró a su hija y dijo:

—¿Lo has estado ayudando?

Jazz asintió.

—Somos el equipo Pyro Storm. No peleamos como lo hace


Seth, pero estamos allí para asegurarnos que tenga todo el
respaldo que necesita. —Señaló las cajas—. Para eso son. Para
asegurarnos que tenga el mejor equipo. Nos llamamos Lighthouse3.
Fue idea de Nicky.

Papá hizo un pequeño ruido herido.

—No lo entiendo —admitió Aysha, mirando alrededor de la


habitación antes de fijar su mirada en Bob y Martha—. ¿Todos
sabíais esto? ¿Desde hace cuánto tiempo?

Bob se movió incómodo.

—Martha y yo lo sabemos desde hace un tiempo. Siempre


hubo algo... diferente en Seth. No podíamos poner los dedos en él.
No hasta que... —Miró a Martha, como si no estuviera seguro.

Martha le dio unas palmaditas en la pierna.

—No hasta que accidentalmente prendió fuego a su cama.


Afortunadamente, fue un incendio pequeño que pudimos apagar

3
Faro.

76
antes que alguien resultara herido. No sabíamos qué había pasado.
Nos llevó un poco más de tiempo obtener la verdad de Seth. —Le
sonrió a su sobrino—. Tenía miedo que ya no lo quisiéramos. Como
si la piroquinesis nos hiciera amarlo menos.

Bob se rascó la nuca.

—No queríamos que nadie más lo supiera. Parecía más seguro


de esa manera. No sabíamos mucho sobre los extraordinarios, al
menos, no lo suficiente como para saber la mejor manera de
proceder. Tuvimos que resolver las cosas por nuestra cuenta. Fue...
bueno, digamos que el proceso fue de prueba y error, con más
errores que cualquier otra cosa. —Él rió en voz baja. —Unas
cuantas cejas chamuscadas, pero lo tenemos bajo control, ¿no es
así, Seth?

Seth le sonrió, aunque no era tan brillante como de


costumbre. Todavía estaba nervioso y Nick estaba en modo
protector. Seth dijo:

—Afortunadamente volvieron a crecer. Hay una razón por


la que evolucionamos con las cejas. Te veías extraño sin ellas.

—¿Y tú lo sabías? —Trey le preguntó a papá, y ahora sonaba


enojado—. ¿Dejaste que nuestras hijas se involucraran en esto y
no nos lo dijiste? ¿Qué demonios, Aaron? ¿Dónde está tu maldita
cabeza?

—Papá —dijo Gibby, sonrojándose levemente—. No es así.


Lo supimos antes que el Sr. Bell. De hecho, de todos los que lo
sabían antes de hoy, él fue el último. Si te vas a enfadar con
alguien, enfádate conmigo.

77
—Oh, lo estoy —dijo Trey—. ¿Y cuándo te enteraste? ¿El
otoño pasado en el puente? ¿Antes? Eso fue hace meses, Gibster.
Entiendo que estabas protegiendo a tu amigo, pero vamos. Debiste
decirnos. —Miró a papá— Alguien debió decirnos. Dices que no
estuvieron involucradas en ninguna de las peleas, lo cual... está
bien. Pero eso no significa que no pudieras haberte lastimado. —
Cerró los ojos—. O peor.

Nick, alarmado, dijo:

—Seth no nos haría daño a ninguno. Él tiene el control de...

Los ojos de Trey se abrieron de golpe y Nick cerró la boca


rápidamente.

—Sin embargo, no estoy hablando de Seth, créeme,


llegaremos a eso en un momento. —Miró a papá— ¿Qué pasa si mi
hija se mete en una pelea? ¿Qué pasa si viene la policía y ella no
levanta las manos lo suficientemente rápido? ¿O demasiado
rápido? ¿Qué sucede si un policía tiene picazón en el dedo del
gatillo? ¿Me vas a decir que hiciste todo lo que pudiste para
mantenerla a salvo? Eso es una mierda, Aaron.

—Papá —dijo Gibby, sonando nerviosa—. Tal vez


deberíamos…

—Lola —dijo Aysha, y Gibby frunció el ceño en su regazo.

Papá no apartó la mirada de Trey y, aunque Nick quería


saltar en su defensa, guardó silencio. No estaba seguro de si esta
era su pelea y no quería empeorar las cosas.

—Te escucho, Trey —dijo papá—. Lo juro que sí.

78
Trey se rió, aunque sin humor.

—Dices eso, hombre, y oh, quiero creerte. Pero luego


recuerdo que estoy hablando con el policía que agredió a alguien
bajo custodia y no sé cómo reconciliar al hombre que tengo delante
con la placa que lleva.

—Eso no fue su culpa —espetó Nick—. El tipo estaba


hablando mierdas de mi madre...

—Nick —dijo papá, la advertencia en su voz clara. Nick se


desinfló, hurgando en un pequeño agujero en la rodilla de sus
jeans—. Trey tiene razón. Fue mi culpa. Nunca debió suceder. Lo
arruiné. Eso depende de mí y de nadie más. No importa lo que
alguien me diga, no debería haber reaccionado como lo hice. —
Volvió a mirar a Trey—. Yo soy ese hombre. Golpeé a alguien que
estaba bajo mi custodia y lo he lamentado en todo momento desde
entonces. Puedo decirte que no volverá a suceder, pero no puedo
esperar que creas en mi palabra. Tengo que demostrártelo.

—Maldita sea —le dijo Trey, cruzando los brazos—. Pero


eso no significa una mierda, eres sola una persona. ¿Cuántos otros
policías han hecho lo mismo que tú y se salieron con la suya? Sí, te
degradaron, pero eso no duró mucho, ¿verdad? Mira dónde estás
ahora. ¿Cuánto pagó el CPNC para resolver la demanda civil en tu
contra?

—Mucho —admitió papá—. Mucho.

—¿Y quién paga eso? —preguntó Aysha—. No salió del fondo


de pensiones de la policía como deberían haber hecho. Se ha
sacado de los contribuyentes.

79
Nick volvió la cabeza lentamente para mirar a su papá.

—¿La gente paga por la mala conducta de la policía?

—Oh, vamos, Nick —dijo Gibby—. ¿De dónde más podría


venir?

—Yo… yo no sabía eso. —¿Y no fue eso por él? Sabía lo que
había hecho su padre, sabía que lo habían despojado de su rango
de detective, pero ¿por qué no había hecho, más preguntas sobre
las consecuencias? ¿Por qué no había presionado a su padre por
más?

—E incluso sabiendo eso —continuó Aysha—. Aceptaste el


ascenso.

—Pensé que sería lo mejor —dijo papá con la voz apagada—


. Pensé que me ayudaría a poder vigilar todo, para asegurarme que
no le pasara nada a...

—Deberías habernos dicho —espetó Trey. Respiró hondo,


soltándolo lentamente mientras Aysha tomaba su mano entre las
suyas—. Mira, sé que estabas intentando proteger a Seth. Lo
entiendo; realmente lo hago. Y sé hasta el fondo de mis huesos qué
harías todo lo posible para mantener a los niños a salvo. Pero somos
negros. Ser como yo, ser como mi esposa, ser como mi hija, ha
hecho que la gente haya sido asesinada por mucho menos de lo que
te ascendieron.

—Tienes razón —dijo papá—. Todo lo que dices es verdad.


No intentaré decirte lo contrario.

80
—Bien —dijo Aysha, apretando la mano de su marido. Miró
a Seth, luego a Nick, luego a Jazz. Su mirada se detuvo en Gibby
por un largo momento antes de volverse hacia papá—. No estamos
diciendo que estemos preocupados de que Seth lastime a alguien.
Pero, ¿qué pasa con otras personas? Nick, te lastimaste,
¿recuerdas? Fuimos a verte al hospital. Vimos lo que sucedió con
Pyro Storm y Shadow Star, junto con todos los demás. ¿Quién
puede decir que eso no volverá a suceder? Sabes quién es, lo que
puede hacer. Y no confundas lo que estoy diciendo: lo que puede
hacer Seth es mágico. Pero, ¿y si alguien viene a por ti por lo que
sabes? ¿Dónde está Owen ahora? —Ella parecía cautelosa—.
Quiero decir, Dios mío. Mató gente.

—Owen no va a lastimar a nadie más —dijo papá, y el acero


en su voz envió un escalofrío por la espalda de Nick—. Está
encerrado en un hospital psiquiátrico. Y es el único otro
extraordinario que conocemos. Ahora solo está Seth en Nova City.

—Pero Simon Burke podría —señaló Miles—. Si ha hecho la


mitad de las cosas que dijo Seth, ¿por qué no ha sido arrestado
todavía? Por lo menos, lo que le hizo a su propio hijo debería ser
suficiente para alejarlo.

—No hay pruebas —dijo papá—. El piso secreto de Burke


Tower estaba vacío cuando entramos. Y Owen, que yo sepa, no ha
hablado. No sé si esa es su elección o la de su padre, pero es así.

—O eso, o Burke tiene policías en su bolsillo trasero —dijo


Trey. Levantó la mano antes que nadie pudiera protestar—. No
actuéis como si eso no fuera una posibilidad. Un hombre blanco
extremadamente rico se sale con la suya en casi todo. Demonios,

81
ni siquiera necesita ser extremadamente rico para que eso suceda.
—Miró a papá—. ¿Cuántos de tus colegas están en su nómina?
¿Pluriempleo como seguridad o alguna otra mierda?

—No lo sé —dijo papá en voz baja—. Más de unos pocos,


supongo.

Trey asintió.

—¿Quieres saber por qué hablamos de desfinanciar a la


policía? Por cosas como estas exactamente. Eligen y seleccionan a
quién proteger, ya sea porque son idiotas racistas o porque se
están llenando los bolsillos, o ambos. Si tenemos alguna esperanza
de reforma, primero hay que desglosar todo y empezar de cero. Y
puedes quejarte y gemir hasta que te pongas triste porque
estamos hablando de deshacernos de la policía por completo. No
se trata solo de eso. Se trata de responsabilizar a los policías de
todo lo que hacen. —Frunció el ceño—. No menciono nada de esto
para decirte cómo arreglar tu trabajo, porque ese no es mi tema.
No debería ser necesario. Y tampoco debería caer sobre Aysha, ni
sobre Gibby. Esto no es un juego. Burke es poderoso. Si es capaz
de hacer desaparecer esa evidencia en cuestión de días, ¿qué
podría hacer con nuestros hijos?

Papá dijo:

—Esto no es algo que me haya tomado a la ligera. He tenido


los mismos pensamientos sobre Nicky. Y tienes razón; estuvo mal
ocultároslo. No te enfades con ellos.

—Oh, estoy cabreado contigo —dijo Trey—. Y sé que te


sientes culpable, pero no puedo evitar pensar que es la culpa por

82
ser atrapado más que cualquier otra cosa. Si no hubiéramos venido
aquí hoy, ¿cuándo nos habrías contado algo de esto?

—No lo sé —susurró papá—. Yo…

—No somos estúpidos —murmuró Jazz—. Hemos durado


mucho, ¿no?

—Por supuesto que no eres estúpida —dijo Miles


suavemente—. Pero solo tienes dieciséis años. Todos lo tenéis,
excepto Gibby, y ella es solo un año mayor. No voy a hablar por
Trey y Aysha porque no tengo derecho a hacerlo, pero ¿tú,
Jasmine? Tienes toda la razón, voy a hablar por ti, porque eres mi
hija. ¿De verdad lo has pensado bien? ¿Todos lo han hecho?

—Lo hemos hecho —dijo Gibby con firmeza—. Y haremos lo


que sea necesario para proteger a nuestro amigo. —Ella los miró
antes de volver a mirar a sus padres—. Somos el equipo Pyro
Storm. Somos Lighthouse. Seth nos necesita tanto como nosotros
lo necesitamos a él. Puede intentar separarnos, y tal vez lo logréis,
pero no estamos jugando. Sabemos que esto no es un juego. Nos
tomamos esto tan en serio como todo lo que teníamos antes.
Necesitamos una nueva forma de justicia y quiero ser parte de ese
cambio. Soy parte de ese cambio, porque es lo que me enseñasteis.

—Lighthouse —murmuró Aysha—. Y tú… ¿qué? ¿te sientas


en el sótano en un ordenador, dándole información sobre crímenes
en curso? Eso está muy bien, Gibby, pero ¿qué pasará el próximo
año? Te vas a ir a la escuela. Has entrado en Howard, cariño. Eso
está a cientos de kilómetros de distancia. ¿No es mejor tener un
descanso ahora, para que puedas concentrarte en tu futuro?

83
El aire fue succionado fuera de la habitación. Nick volvió la
cabeza hacia Gibby.

—¿Qué? —susurró Jazz—. Pensé… —Miró a su novia—. ¿Te


vas?

—Maldita sea —murmuró Gibby—. No iba a... —Negó con la


cabeza con enojo—. Todavía no he tomado ninguna decisión.

Trey y Aysha intercambiaron una mirada que Nick no pudo


descifrar.

—¿Qué quieres decir con que aún no has tomado ninguna


decisión? —Trey preguntó lentamente—. Gibby, Howard es una
escuela increíble. Has trabajado muy duro para conseguir las
calificaciones que tienes y estás en el primer lugar de tu clase.

—¿Tú qué? —preguntó Nick.

Gibby puso los ojos en blanco.

—No es gran cosa, ¿de acuerdo?

—Lo es —dijo Jazz en voz baja—. El hecho que no quisieras


que nadie más lo supiera no significa que sea menos cierto. Estoy
orgullosa de ti. Todos los demás deberían estarlo también.

—¿Te vas? —preguntó Seth, estupefacto.

Gibby miró al suelo.

—No es así como quería que saliera esto. Todavía estoy


decidiendo qué es lo mejor para mí. Y como es mi futuro, puedo
tomar esa decisión. —Sus padres empezaron a farfullar, pero ella

84
los anuló—. Sé que pensáis que necesito ir a una 4HBCU como ambos
hicisteis, pero hay más que eso. Y no se trata solo de Jazz. O de
Seth. O de Nick. O incluso de Lighthouse. Se trata de mí y de lo
que quiero. —La pelea desapareció de su voz y se dobló sobre sí
misma—. ¿Eso no importa en absoluto?

—Por supuesto que sí —dijo Aysha. Y te apoyaremos sin


importar lo que decidas, pero Gibby, necesito que pienses, que lo
hagas de verdad. Dices que no se trata solo de Jazz o de tus
amigos. Sin embargo, eso juega un papel importante en ello, ¿no es
así?

Por un momento, Nick pensó que Gibby no respondería. Ella


lo hizo.

—Lo hace. Es... estamos marcando la diferencia. Ayudamos


a la gente. Eso cuenta para algo, ¿verdad?

—Lo hace —dijo Trey. Pero también lo hace tu futuro.


Digamos que te quedas en la ciudad y vas a la escuela aquí. ¿Podrás
concentrarte en tus estudios mientras sigues siendo parte del
Team Pyro Storm? ¿Y cuánto va a durar eso? ¿Un año? ¿Dos?
¿Diez? Gibster, este no es tu sistema para arreglarlo.

—Sé que no lo es —dijo Gibby—. Pero quiero. Porque si algo


va a cambiar, tiene que empezar por algún lado. ¿Por qué no puede
empezar conmigo? —Se inclinó hacia adelante, con la mirada fija
en sus padres—. Me dijiste que la única razón por la que ocurre el
cambio es porque hay personas dispuestas a luchar por él. No

4
Historically black colleges and universities (en español, Facultades y universidades
históricamente negras) son instituciones de enseñanza superior establecidas en los
Estados Unidos durante la etapa de segregación.
85
puedo quedarme sentada y dejar que la pelea continúe sin mí, no
cuando puedo ayudar a mejorar las cosas.

Trey parecía afligido cuando dijo:

—No puedo permitir que nada te pase, cariño. Simplemente


no puedo. Eres todo para mí.

—Lo sé, papá —susurró—. Yo también te amo. —Se reclinó


en su silla y cuando volvió a hablar, su voz era más fuerte—. No te
pido mucho. Nunca lo he hecho y no te he dado una razón para
dudar de mí, por eso te pido que confíes en esto. Somos jóvenes,
sí, pero lo estamos haciendo bien. Estamos marcando la diferencia.

Trey suspiró y se pasó la mano por la cara.

—Quiero confiar en ti. Realmente lo hago. Pero tengo


mucho más tiempo que tú en este mundo. Sé cómo van estas cosas.
No voy a prometer nada ahora mismo porque eso no es justo para
ninguno. Necesito tiempo para pensar. —Miró a Aysha, quien
asintió—. Ambos lo necesitamos.

—Ella no debería tomar ninguna decisión basada en esto —


dijo Seth—. Gibby, yo… —Respiró hondo—. No sé si esto es lo que
quiero. No puedo ser un héroe para siempre.

Martha se tapó el corazón con la mano.

—¿Seth? ¿De qué estás hablando?

Se encogió de hombros con torpeza, luciendo


increíblemente joven.

86
—No sé. Yo solo... Tiene que haber más que esto. Tomé la
decisión de convertirme en Pyro Storm porque alguien que me
importaba necesitaba un héroe. No sabía que ya era mi héroe, y
quería hacer todo lo posible para asegurarme que nunca más saliera
lastimado de esa manera. Y como que se apresuró a partir de ahí,
porque alguien siempre necesitaba ser salvado, y si yo podía
ayudarlo, tenía que hacerlo. Eran... son... mi responsabilidad.

—Haz lo que tengas que hacer, Seth —dijo Bob con


brusquedad—. Y si eso significa colgar el disfraz y ser solo un
adolescente, que así sea. La ciudad sobrevivió mucho antes que
vinieras al mundo y estará aquí mucho después que todos nos
hayamos ido. Tu tía y yo te respaldaremos, no importa lo que
decidas.

—Demos un paso atrás por un momento —dijo Miles—.


Tenemos que pensar con claridad sobre esto, y no sé si podemos
ahora, ya que nos hemos enterado de todo hace diez minutos. —
Señaló con la cabeza las cajas—. Jasmine, solo lo mejor, ¿verdad?

Ella asintió, aunque su rostro estaba pálido.

—Solo lo mejor.

Miles se levantó del sofá.

—Bueno, veamos qué tenemos, ¿eh? También podría


asegurarme que todo funcione como se supone que debe hacerlo.
¿Qué dices, Trey? ¿Te apetece ayudarme a llevar algunas cajas al
sótano?

87
Por un momento, Nick pensó que nadie se movería. Se
sorprendió cuando Trey se puso de pie, deslizando las mangas de
su grueso suéter por sus antebrazos.

—Puedo hacerlo. No me gustan mucho los ordenadores y la


basura, pero sé cómo seguir instrucciones y enchufar cosas.

—Lo sabe —dijo Aysha, levantándose del sofá—. Es una de


las cosas que más amo de él. Jo, vámonos. Probablemente
deberíamos asegurarnos que nuestros maridos no los estropeen.

—Absolutamente —estuvo de acuerdo Jo. Siguió a los


demás mientras comenzaban a levantar las cajas y llevarlas hacia
las escaleras del sótano.

—Os mostraré dónde está la guarida secreta —dijo Bob—.


Yo mismo construí la puerta corrediza, aunque algunas personas no
la aprecian como se merece. —Miró intencionadamente a Nick, que
puso los ojos en blanco. Después de todo, no era culpa suya por
tener expectativas altísimas cuando se trataba de algo como una
guarida secreta. Como mínimo, la puerta debería estar equipada
con un escáner de retina.

—¡Y yo llevo galletas! —dijo Martha recogiendo el plato de


la mesa—. Todos los que ayuden tendrán todas las que quieran.

Papá se sobresaltó ante eso, solo se detuvo cuando Nick le


recordó que no se estaba volviendo más joven y que ya había
comido cuatro. Papá murmuró en voz baja que él era un adulto y
podía decidir cuántas galletas podía comer mientras entraba en la
cocina. Nick le prometió que, si otra galleta entraba en su boca,
comería solo col rizada en un futuro previsible.

88
Y luego el Equipo Pyro Storm se quedó solo en la sala de
estar de los Gray, escuchando mientras los padres gruñían y
gemían mientras bajaban las escaleras hacia el sótano.

Antes que nadie más pudiera hablar, Nick dijo:

—Gibby, conozco esa expresión en tu rostro. No te


disculpes por nada.

Gibby suspiró mientras se desplomaba en su silla.

—Fue duro con tu padre.

—Lo fue —admitió Nick—. Pero alguien tenía que hacerlo. —


Sacudió la cabeza—. Yo solo... no lo sé, hombre. Mi papá no está...
—Se detuvo, pensando mucho. Estuvo a punto de decir que mi papá
no es como los otros policías, pero eso no era del todo cierto, y se
sentía familiar y asqueroso salir en su defensa tan rápido. En
cambio, dijo—: Tu padre tenía razón. Sobre todo. —Miró al suelo—
. Y si alguien debería disculparse, debería ser yo por ponerte en
esta posición.

Gibby puso los ojos en blanco.

—Soy capaz de pensar por mí misma, gracias.

Nick resopló.

—Oh, lo sé. Pero, aún así. Mereces escucharlo. Realmente lo


siento.

—Sé que lo sientes, Nicky.

—Sin embargo, me siento un poco mejor —dijo Seth, y todos


lo miraron—. De que lo sepan. Nos quita un poco de peso de los

89
hombros. Hemos sobrevivido mucho tiempo, pero no sé cuánto más
podríamos haber pasado sin que ellos se enteraran.

Nick miró a Jazz, que tenía una expresión en su rostro que


nunca antes había visto. Parecía casi... desconsolada.

—¿Jazz? —preguntó en voz baja—. ¿Estás bien?

Pero ella solo tenía ojos para Gibby.

—¿Estás pensando en ir a la escuela? —Jazz le preguntó, y


el corazón de Nick palpitó por el dolor en su voz—. Nunca me lo
has dicho.

Gibby suspiró, extendiendo la mano para tomar la mano de


Jazz.

—No sé lo que quiero hacer. No dije nada porque aún no lo


he decidido, y con todo lo que ha sucedido hoy, no voy a tomar una
decisión en este momento. Pero no importa lo que decida, no será
porque te quiera menos. No importa a dónde vaya, no os voy a dejar
a todos atrás. Hablaremos de eso más adelante. —Señaló con la
cabeza a Nick y Seth—. Lo prometo.

Jazz asintió, aunque todavía parecía molesta. Nick solo


podía imaginar lo que estaba sintiendo. No quería pensar en un
momento en el que Gibby no estuviera allí todos los días. ¿Y Seth
todavía estaba pensando en colgar el traje por completo? Se
sentía como si todo estuviera cambiando y no sabía cómo
detenerlo. Y eso ni siquiera comenzaba a cubrir lo que había
sucedido entre papá y Trey. Sabía que Trey tenía razón, pero no
sabía cómo reconciliar eso con quién pensaba que era su padre.

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—Seth —dijo Nick de repente—. ¿Puedo hablar contigo un
segundo?

Seth asintió.

—Sí, por supuesto. Podemos subir a mi habitación y…

—Quedaros aquí —dijo Jazz—. Gibby, deberíamos


asegurarnos que nuestros los padres no están arruinando la
guarida secreta. Sabes que me gusta tener todo en el lugar
correcto.

—Vamos. —Se puso de pie, tirando de Jazz con ella. Gibby


pasó un brazo alrededor de sus hombros, acercándola. Nick
observó mientras susurraba en el oído de Jazz palabras que solo
eran para ellas mientras se dirigían hacia las escaleras.

Solo se quedaron Seth y él. Nick se mordió el interior de la


mejilla mientras miraba sus manos. Su corazón todavía estaba
acelerado, y pensó que podría vibrar fuera de su piel.

—¿Nicky?

Miró hacia arriba.

—¿Realmente ya no quieres ser Pyro Storm?

Seth suspiró, sonando frustrado.

—No lo sé. Tengo tantas cosas en la cabeza y no puedo…

Su teléfono emitió un sonido familiar que solo significaba


una cosa. Algo estaba pasando en la ciudad.

91
Nick vio como el Seth que conocía se desvanecía. Sus ojos
se entrecerraron y se oscurecieron, su boca se estiró en una
delgada línea, su mandíbula y hombros tensos. No era Seth Gray
quien saltó de la silla, sacando su teléfono del bolsillo.

Era Pyro Storm.

—¿Qué pasa? —preguntó Nick con nerviosismo.

—Un accidente —dijo Seth con voz endurecida—. En el río


Westfield. Una barcaza de fiesta se estrelló contra un puntal de
un puente. Tengo que sacar a la gente del barco antes que se hunda.

Nick asintió mientras Seth empezaba a desvestirse.

—¿Necesitas ayuda? ¿Quieres que vaya contigo?

—No. Está bien, Nicky. Puedo con esto. Solo te


interpondrías en mi camino.

Eso dolió más de lo que Nick quería admitir. No era como si


Seth estuviera equivocado, pero aún así dolía escucharlo.

—Sí. Bien.

Seth suspiró, se acercó y le levantó la barbilla con un dedo.

—No quise decir eso. —Se veía muy serio—. Te necesito aquí
para que seas mis ojos y mis oídos. No hay nadie en quien confíe
más para hacer eso.

Nick sonrió y apenas tuvo que forzarlo.

—Lo sé. Eso puedo hacerlo. —Se inclinó hacia delante y besó
a Seth rápidamente—. Vete. Haz el bien, salva vidas, todo eso.

92
Seth parecía que iba a discutir, pero antes que pudiera, se
oyeron pasos en las escaleras. Papá apareció en modo policía
completo. Esto normalmente hacía que Nick se sintiera mejor, pero
no esta vez. Se preguntó si Gibby se había sentido alguna vez...
asustada por su culpa.

—¿Seth? Tenemos que irnos.

Seth asintió, rodeó a Nick y bajó las escaleras para


vestirse. Nick escuchó la sorpresa de los demás debajo de ellos,
preguntas que se hacían y respondían.

Papá ya estaba con su teléfono, los dedos volando por la


pantalla.

—¿Estás bien para llegar a casa? Voy a ver si puedo ayudar,


aunque Harbour Patrol ya debería estar allí.

Tenía que intentarlo.

—Yo también puedo ir si quieres. Puedo ayudar.

Pero papá ya estaba negando con la cabeza.

—Lo tenemos controlado. Simplemente te interpondrías en


el camino. Y yo… necesito algo de espacio para pensar. Sobre
muchas cosas.

Forzó una sonrisa en su rostro.

—No hagas nada estúpido.

—Nunca, chico. Te llamaré tan pronto como pueda, ¿de


acuerdo? Volvió la cabeza hacia la puerta y alzó la voz. ¡Seth!
¡Tenemos que irnos! —Seth reapareció en lo alto de las escaleras,

93
maldiciendo mientras luchaba por ponerse su disfraz. Tropezó en
la escalera superior, soltando su casco mientras su capa
revoloteaba a su alrededor. Se inclinó y lo recogió antes de mirar
a Nick con los ojos muy abiertos—. Los padres de Gibby y Jazz
acaban de verme desnudo.

—Qué suerte —murmuró Nick—. Quiero decir, oh no. Eso


estuvo muy mal. Cómo se atreven.

Seth le dio un beso rápido antes de unirse a papá en la


puerta. Papá se inclinó hacia afuera primero, escudriñando la calle.

—Espera. Vecinos. Espera, está bien, están dentro. La calle


está despejada. Vamos.

En un brillante destello de fuego, Pyro Storm se disparó


hacia el cielo, dejando una columna de humo detrás de él. Papá miró
a Nick.

—Nos vemos. —Y luego cerró la puerta detrás de él cuando


se fue.

Nick se volvió y se dirigió a las escaleras. Descendió


rápidamente, frunciendo el ceño a las cajas en su camino.
Afortunadamente, todavía no habían derribado el Systemax.
Martha lo vio acercarse y le entregó los auriculares. Sabía que los
demás lo estaban mirando, pero se desvanecieron en el fondo.

—Pyro Storm, soy Lighthouse. ¿Me copias?

—Recibiéndote fuerte y claro, Lighthouse —dijo Pyro


Storm en su oído, su voz era un rugido profundo, modulado para
disfrazar su identidad.

94
Se inclinó hacia la pantalla y respiró hondo. Un momento
después, Jazz y Gibby estaban a ambos lados de él.

—Bien, Pyro Storm. Vamos a salvar algunas vidas.

95
4
Nick caminaba a casa, a pocas cuadras de su calle, con su
atención en su teléfono, ignorando a la gente que pasaba junto a él
en la otra dirección. Las imágenes de un helicóptero de noticias
que volaba por encima del río Westfield mostraban una escena de
caos, la barcaza de fiesta medio hundida en la bahía. Seth había
podido rescatar a todos los que todavía estaban atrapados,
llevándolos a un lugar seguro antes que la Patrulla del Puerto
llegara, tarde para responder a la llamada.

Los pensamientos de Nick vibraban como un cable con


corriente, expuestos y crepitando. Necesitaba hacer más,
encontrar una manera de ayudar mejor a Seth. Los informes de
noticias eran cautelosos cuando se trataba de Pyro Storm, como
si no creyeran que era un héroe, a pesar que había salvado a
innumerables personas. La sombra de Owen todavía se extendía
por la ciudad. Tenía que haber una forma de poner a la gente de su
lado.

—Una marca —murmuró Nick para sí mismo—. Si Seth sigue


siendo Pyro Storm, necesita tener una marca de reconocimiento.
—Abrió la aplicación de bloc de notas en su teléfono y comenzó a
anotar ideas. ¿Una cuenta de Twitter desde el punto de vista de
Pyro Storm? Eso sería tremendo. Publicidad, definitivamente. Tal
vez incluso Instagram, que Jazz podía ejecutar ya que su Insta

96
era todo fotos en blanco y negro, y todos sabían que las fotos en
blanco y negro eran infernalmente de buen gusto.

No estaba prestando atención a dónde se dirigía, perdido


en sus pensamientos sobre cómo podría hacer que la gente
cambiara a favor de Pyro Storm, mientras lidiaba con lo que había
sucedido en la casa Gray. Las palabras de Trey y Aysha resonaban
en sus oídos.

Casi deja caer su teléfono cuando chocó contra lo que


parecía una pared sólida. Tropezó hacia atrás, listo, como un
verdadero ciudadano de Nova City… para insultar a quien se
hubiera interpuesto en su camino. Las palabras murieron en su
garganta cuando vio a un hombre hecho puramente de músculos de
pie frente a él con un traje oscuro, con motas de nieve cayendo
sobre su corte militar.

—¿Nicholas Bell? —rugió el hombre.

Nick lo miró con recelo.

—¿Eres un fan que quiere mi autógrafo o alguien que quiere


secuestrarme? De cualquier manera, tendré que meter la mano en
mi bolso para agarrar mi bolígrafo para escribir o apuñalar.

El hombre no respondió. Dio un paso hacia la concurrida


calle, donde una limusina negra estaba aparcada junto al bordillo.
Abrió una de las puertas traseras.

—Entra.

—Guau —dijo Nick—. Por mucho que me guste que los


hombres extraños me pidan que entre en sus limusinas, creo que

97
voy a pasar. Estoy seguro que cualquiera que sea la trama que
tengas en esa enorme cabeza tuya sería realmente aterradora. —
Estaba a punto de darse la vuelta y alejarse cuando el hombre lo
agarró del brazo con fuerza. Nick lo fulminó con la mirada—. Tío.
No es genial. No te invité a tocarme. En serio, retrocede antes que
literalmente apuñale tu hígado. Hago ejercicio, ¿de acuerdo?

Una risa baja vino del oscuro interior de la limusina. Nick


creyó reconocerla, pero no estaba seguro.

—Entra —dijo el hombre, empujándolo hacia la puerta


abierta.

—Si me estás secuestrando, estás haciendo un trabajo de


mierda —dijo Nick, alzando la voz—. Hay un par de docenas de
testigos. ¡Señor! Sí tú. Memoriza nuestras caras porque...

—Señor Bell —una voz suave vino desde el interior de la


limusina—. Ya basta de teatro. No te estoy secuestrando. Solo
quiero hablar. Incluso te dejaré en casa, si quieres.

Y, oh, Nick conocía esa voz.

Toda la lucha se fue de él. No luchó cuando el hombre lo


empujó dentro de la limusina. Nick tropezó y cayó de rodillas.
Entrecerró los ojos contra la poca luz cuando la puerta se cerró
de golpe detrás de él. Hacía calor aquí. Mucho calor.

La parte trasera de la limusina tenía una fila de asientos de


cuero contra el lado del conductor, formando una L en la parte
trasera. Y sentado justo en frente de él estaba una de las pocas
personas que Nick deseaba no tener que volver a ver nunca más,
mientras viviera.

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Era de hombros anchos, su traje negro y caro, su corbata
azul. Una de sus piernas estaba cruzada sobre la otra, la punta de
su zapato de vestir subía y bajaba lentamente. Su cabello era
espeso y ondulado con mechas grises. Sonrió, y en él, pudo ver ecos
de su hijo, frío y devastadoramente guapo. El escalofrío que sintió
no tenía nada que ver con el frío día de invierno justo fuera de la
limusina.

—Hola, Nicholas —dijo Simon Burke. Toma asiento. Esto no


nos llevará mucho tiempo.

Nick estaba a punto de decirle que se fuera al infierno


cuando la limusina se apartó de la acera, lo que hizo que casi se
volviera a caer. Fue a la parte trasera tratando de alejarse lo más
posible de Burke. Se acomodó en el asiento, sosteniendo su mochila
en su regazo.

—Tengo un Spray—anunció—. Y sé cómo usarlo.

—Es bueno saberlo —dijo Burke, con una sonrisa cada vez
mayor—. Creo que lo encontrarás completamente innecesario.

—¿Qué quieres?

—Estaba conduciendo y pensé, oh, se parece al ex novio de


mi hijo. Y no podía dejar pasar la oportunidad. No hemos podido
hablar, tú y yo, y eso simplemente no sirve. Estamos unidos de
formas que ni siquiera puedes empezar a entender.

Nick se burló.

—Sí, vale. Vete al infierno, bicho raro.

Burke se rió entre dientes.

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—Eres un luchador, ¿no es así? Apuesto a que tu padre está
muy ocupado contigo. ¿Cómo está, por cierto? No he tenido la
oportunidad de ponerme al día con mi viejo amigo en un tiempo. Me
enteré de su nuevo puesto como jefe de la División de
Extraordinarios. Bien por él.

Eso detuvo a Nick en seco.

—¿'Viejo amigo'? ¿De qué estás hablando? No eres amigo


de nadie, mucho menos de mi padre.

Burke se rió y Nick luchó por no inmutarse. Sonaba como su


hijo.

—¿No lo sabías? Vaya, me sorprende que nunca te lo haya


contado, aunque supongo que los acontecimientos recientes... lo
harían menos propenso a hablar de ello. —Chasqueó la lengua—. Tus
padres y yo solíamos ser amigos en el pasado. De hecho, se podría
decir que éramos más que amigos.

Y como Nick era Nick, dijo:

—¿Tenías una relación a tres bandas con mis padres? Dios


mío, ¿por qué me dices eso?

Burke lo miró con los ojos entrecerrados.

—No, aunque es curioso que sea allí donde fue tu mente. Me


temo que mis gustos no se extienden al mismo sexo. —Su sonrisa
se suavizó y, por un momento, casi parecía... humano. Eso solo
aumentó las campanas de alarma que sonaban en la cabeza de
Nick—. Salí con tu madre por un tiempo, mientras estábamos en la
universidad. No duró mucho, pero estuvo bien. Una mujer

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encantadora, Jenny Warren. Pero como algunas cosas, no estaba
destinado a durar. Conoció a tu padre y eso fue todo. En la
biblioteca del campus, si mal no recuerdo. Literalmente, ella cayó
en sus brazos. ¿Quién era yo para interponerme en su camino,
especialmente porque yo también llegué a cuidar de Aaron? Su
conexión era innegable y se ofrecían cosas que yo no podía.

A Nick le dolía la mandíbula mientras rechinaba los dientes.


Escuchar el nombre de su madre proveniente de Simon Burke lo
ponía nervioso.

—¿Qué le hiciste?

Burke pareció desconcertado cuando la limusina pasó por un


par de baches.

—¿Perdón?

—Nunca los escuché hablar de ti —dijo Nick con frialdad—


. Ni una sola vez. Ni cuando estaba viva ni después de su muerte.
No estabas en el servicio que dimos para ella. Y la única vez que
me enteré de ti por parte de papá fue después que tu hijo
psicópata intentara matarnos a mí y a mis amigos, así que debiste
haber hecho algo.

—Ah —dijo Burke—. Curioso. Me temo que no tengo una


respuesta satisfactoria para ti, aparte de decir que los caminos
divergen. Quizás eso sea algo de lo que deberías hablar con tu
padre. Estoy seguro que sería esclarecedor.

Secretos. Siempre volvía a los secretos. Habían acordado


ser sinceros el uno con el otro, pero hoy le habían demostrado lo
poco que sabía. Luchando por mantener su expresión en blanco,

101
miró por la ventana, reconociendo las calles a su alrededor.
Parecían dirigirse hacia su casa, aunque no les había dado una
dirección. No estaba seguro de si se sentía aliviado o no.

—UH Huh. Pregunta: ¿Conoce a alguien del comité del


Premio Nobel?

Burke ladeó la cabeza.

—Podría. ¿Por qué?

Por supuesto que lo hacía. Qué culo pomposo.

—Bien. ¿Puedes hacerme un favor y llamarlos? Necesito que


les hagas saber que he descubierto que la mierda es genética.
Estoy seguro que querrán darme un premio.

La piel alrededor de los ojos de Burke se tensó, pero aparte


de eso, no reaccionó.

—Puedo ver por qué le agradaste a mi hijo. Qué boca tienes.


Yo tendría cuidado si fuera tú. Podrías meterte en problemas si le
dices algo incorrecto a la persona equivocada.

—Bien —dijo Nick. Vio casas familiares fuera de la ventana.


Su calle—. Es suficiente. Puedes dejarme salir. Me aseguraré de
hacerle saber a papá que me llevaste a la fuerza e hiciste vagas
amenazas, como si creyeras que nos importa una mierda todo lo
que dices.

Burke presionó un botón en un panel cerca de su asiento. El


divisor bajó ligeramente, revelando la parte posterior de la cabeza
del conductor.

102
—Anthony —dijo Burke, sin apartar la mirada de Nick—.
Nuestro invitado está listo para irse.

El conductor gruñó, haciendo una seña mientras acercaba la


limusina a la acera, unas casas más abajo de la de Nick. Él esperó
hasta que el vehículo se detuvo antes de alcanzar el pomo, la luz
del techo se encendió tan pronto como abrió la puerta. Estaba a
mitad de camino fuera de la limusina cuando Burke volvió a hablar.

—Owen preguntó por ti.

Nick se detuvo.

Inspiró. Exhaló.

Luego, con los dientes apretados, dijo:

—¿Qué?

—Owen —dijo Burke en voz baja—. Me han dicho que


pregunta por ti. No habla mucho estos días, sobre todo conmigo,
pero su equipo médico toma muchas notas y está bajo vigilancia
constante. Es más seguro de esa manera, para todos. La habitación
en la que se encuentra es bastante luminosa. Luces de todas
direcciones. No hay sombras, ¿ves? No pueden correr el riesgo.

—Estoy seguro que las drogas que le impusiste ya han


desaparecido —espetó Nick mientras le devolvía la mirada por
encima del hombro.

Burke se rió entre dientes.

—¿Imponer? ¿Eso te dijo? —Sacudió la cabeza—. Siempre


la víctima, ¿no es así? Nunca es capaz de aceptar la

103
responsabilidad de sus propias acciones. Y tú, tragándote el
anzuelo, hilo y plomada. La pura arrogancia de todo esto es
asombrosa. —Se inclinó hacia adelante, con las manos colgando
entre sus piernas. Dígame, señor Bell. Lo conocías mejor que yo.
¿De verdad crees que podría obligarlo a hacer algo que no quisiera?

—Sí —dijo Nick—. Porque sé que haría cualquier cosa por mi


papá, aunque me lastimara.

Y aunque trató de encubrirlo, esa respuesta tomó a Burke


con la guardia baja. Su expresión tartamudeó, desapareció en un
instante, pero Nick lo vio claro como el día.

—Sí, bueno, me temo que Owen y yo no disfrutamos de la


relación que tú y tu padre parecen tener. —Y luego sonrió de nuevo,
y Nick tuvo que evitar estremecerse—. Aunque me pregunto si
dicha relación permanecería intacta si supieras todo lo que hay que
saber sobre tu padre. —Bajó la voz—. Y tu madre.

Cebo. Era un cebo y, oh, quería morderlo. Estaba casi


convencido que Burke estaba completamente lleno de mierda, pero
¿y si no lo estaba? ¿Y si estaba diciendo al menos alguna versión
de la verdad? Si hubiera conocido a su madre, eso significaría que
tendría historias sobre ella que nunca había escuchado. Sería
información nueva y, maldita sea, atesoraría cada palabra como si
fuera oro.

Pero eso era lo que quería Burke. Y aunque estuviera


diciendo la verdad, tendría un precio, y Nick no estaba dispuesto
a entrar en sus juegos. Apestaba a trampa. No habían oído nada
de Simon Burke después de lo del Puente McManus, y ahora, de la
nada, aquí estaba, colgando cositas que sabía que él querría.

104
No. No iba a bailar, dijera lo que dijera Burke. Y en serio,
que se joda por incluso haber mencionado a su madre. No tenía
derecho a decir su nombre, mucho menos...

La cubierta de plástico de la luz del techo se agrietó. Un


pequeño trozo de la cubierta cayó al suelo alfombrado de la
limusina.

—Bueno, ahora —dijo Burke en voz baja mientras se


inclinaba y recogía el pequeño trozo. Lo sostuvo en la palma de su
mano enguantada, rebotando una, dos veces—. ¿Qué tenemos aquí?
¿Me pregunto cómo sucedió?

Nick había terminado con él.

—Por muy agradable que haya sido esto, y ha sido


simplemente encantador, voy a ir a casa y fingir que no existes.
Que tengas una buena vida. Ah, ¿y una cosa más? Un consejo: tal
vez no debas recoger a menores de la calle. No es una buena
imagen, hombre.

—Él no es el único que te protege, ¿verdad?

—¿Qué diablos se supone que significa eso?

—Oh, Nick —dijo Burke—. No hagamos eso. Tú y yo sabemos


de quién estoy hablando. —Sonrió y era como si Owen volviera a
sonreír. A Nick no le gustaba nada—. Dado que aparentemente
estamos en una posición en la que podemos ofrecernos consejos,
tengo algunos para ti. —Levantó el trozo de plástico entre dos
dedos pellizcados—. Hay cosas en juego aquí mucho más grandes
de lo que crees. Si quieres saber la verdad, mi puerta siempre está

105
abierta. —Se guardó el cristal en el bolsillo del abrigo—.
Especialmente para alguien como tú.

Nick lo fulminó con la mirada.

—Amigo, no eres mi tipo. Y estoy ocupado, gracias.

—Sí —dijo Burke—. Porque eso es exactamente de lo que


estaba hablando. —Se puso un poco serio—. Me recuerdas a tu
madre. La veo en ti. Ella... —Él negó con la cabeza—. Teléfono.

—¿Qué?

Burke le tendió la mano.

—Dame tu teléfono.

—No. Consigue uno propio. Te lo puedes permitir.

—No voy a hacer nada malo —dijo Burke con paciencia—. Por
favor, Sr. Bell.

Fue el por favor lo que lo atrapó. No sabía por qué. Debería


haberle dicho que se pudriera, pero en cambio, se encontró
metiendo la mano en el bolsillo, sacando el teléfono y
entregándoselo. Burke no habló mientras lo tomaba, los dedos
volaron sobre la pantalla. Nick no podía ver lo que estaba haciendo,
pero antes que pudiera preguntar, le devolvió el teléfono.

—Toma. Ahora tienes forma de contactarme. Cuando estés


listo para la verdad, llámame.

Nick le arrebató el teléfono y ya estaba saliendo del coche.

106
—No va a suceder amigo. Puedes volver a tu torre y ser
espeluznante allí. No me molestes de nuevo. —Dado que la última
palabra era el arma más grande, cerró la puerta con tanta fuerza
como pudo.

Excepto que no se llevó la última palabra.

Porque la luneta trasera tintada bajó y Simon Burke se


inclinó hacia delante.

—Concentra, ¿no es así? Sí, Concentra. —Sonrió—. Ayuda a


uno a concentrarse, o eso dice el lema. Uno de los mayores avances
de Burke Pharmaceuticals. Espero que esté cosechando los
beneficios. Anthony, hemos terminado.

Nick estaba de pie en la acera, mirando la limusina mientras


se incorporaba al tráfico y avanzaba por la calle hasta doblar una
esquina, fuera de la vista.

Nick tenía su llave en la cerradura de la puerta cuando


recibió un mensaje de texto de padre diciendo que estaba camino,
lo que lo sorprendió. El nuevo trabajo como jefe de la División de
Extraordinarios le llevaba a hacer algunas horas extrañas, y pensó
que tendría que quedarse en el puerto. Aunque Pyro Storm había
terminado, para asegurarse que todo estuviera en orden.

Nick tecleó una confirmación, diciendo que lo vería pronto.


Y como podía, le pidió a papá que describiera con gran detalle la
heroicidad que Pyro Storm había demostrado al rescatar a los de
la barcaza que se hundía. Papá envió un emoji con gafas de sol. Tan
irritante.

107
Frustrado, abrió la puerta principal y entró, cerrándola
detrás de él antes de dirigirse hacia la cocina. Hizo rápidamente
un sándwich de queso y salsa de tomate, con la intención de
extender su tarea y volver a ella. Lo hizo tres minutos antes de
dejar su lápiz y coger el teléfono. Mordiéndose el labio, buscó
Concentra.

Páginas tras páginas. Beneficios. Efectos secundarios.


Ensayos. Pruebas. Aprobación de la FDA para su venta y
distribución. Revistas médicas llenas de jerga incomprensible.
Concentra, fabricado por una empresa llamada Arc Medical Group.

Arc Medical Group, una subsidiaria de Burke


Pharmaceuticals.

—Es solo una empresa —murmuró Nick—. Probablemente


hacen mil millones de cosas. Nada de qué preocuparse.

Hizo otra búsqueda sobre Extraordinarios en Nova City


para ver si había habido algún resultado que se hubiera perdido
sobre posibles amenazas o nuevos superhéroes, algo que había
hecho con una frecuencia cada vez mayor en los últimos meses.
Como la mayoría de las personas, esperaba que aparecieran otros
después que Pyro Storm y Shadow Star se enfrentaran. O no había
ninguno, o estaban eligiendo permanecer ocultos.

Sin avistamientos, sin especulaciones, nada. Incluso en los


tableros de mensajes dedicados a los Extraordinarios en todo el
mundo, no se mencionaba en los tableros de Nova City sobre nadie
más que Pyro Storm y Shadow Star, con alguna referencia
ocasional a Guardian, el superhéroe que había patrullado las calles
de Nova City en el principio antes de desaparecer. Nadie sabía

108
quién había sido, ni siquiera su género, solo que había sido
telequinético. Las pocas fotos que se habían tomado de Guardian
estaban borrosas, solo captaban destellos de su traje azul celeste.
Había renunciado, había seguido adelante o había muerto. Nick no
sabía qué era peor.

—Si fuera un héroe, nunca me detendría —se susurró a sí


mismo, arrojando su teléfono sobre la mesa de la cocina. Se pasó
las manos por la cara. Estaba irritado, pero no sabía con quién.
Seth, tal vez, por decir que no sabía si quería seguir siendo Pyro
Storm, pero ¿era eso justo? Una vez, antes que saliera toda la
mierda sobre quiénes eran, Seth le había dicho lo solo que debía
estar un Extraordinario, que no podía decirle a nadie quién era o
qué podía hacer porque podían convertirse en objetivos, o puede
que no lo entendieran y se asustaran. Prácticamente le había dado
una confesión completa, y Nick había respondido exigiendo que
colaboraran juntos en un fic.

Tal vez debería aclararse la cabeza trabajando en El Placer


de Arder. Había dejado a Nash y Pyro Storm en un suspenso
relativamente sexy, y sus lectores exigirían un seguimiento.

Se sobresaltó de sus fantasías de Pyro Storm susurrando


que nunca había intentado usar el disfraz para algo tan sucio
cuando se abrió la puerta principal.

—Niño, ¿estás aquí? —gritó papá.

—Cocina —dijo Nick, mirando la tarea que tenía delante.


Qué día de San Valentín de mierda.

109
Escuchó mientras papá se dirigía al armario del pasillo.
Escuchó los familiares pitidos de la caja fuerte donde guardaba su
arma de servicio.

Papá apareció en la entrada, sonriendo con cansancio


mientras miraba los libros de texto y los papeles sobre la mesa.

—¿Ya has comido?

Cualquier apetito que pudiera haber tenido se había ido. Su


dolor de cabeza, a fuego lento, palpitaba detrás de su ojo derecho.

—Tenemos sobras. Puedo usarlas de armas nucleares en el


microondas si quieres.

Papá negó con la cabeza mientras se quitaba el abrigo y lo


colgaba del respaldo de una de las sillas de la cocina. Rodeó la mesa
y apoyó una mano pesada en la nuca de Nick. Se inclinó y le besó la
parte superior de la cabeza antes de ir a la nevera.

—¿Cómo va la tarea?

—Bien. Genial. Casi termino. —En realidad no, pero el lunes


no había nada. Tenía tiempo.

Papá sacó un Tupperware del refrigerador. Lasaña de Mary


Caplan. Mayormente comestible, pero tenía extraños trozos de
algo que Nick nunca quería volver a llevarse a la boca. Mary era una
dama increíble, pero su cocina dejaba mucho que desear. Se giró
en su silla para ver a papá poner el recipiente en el microondas.

Papá se volvió y se apoyó contra la encimera mientras el


Tupperware giraba en el microondas. Le arqueó una ceja.

110
—Entonces, más gente lo sabe ahora. —Parecía incómodo
cuando agregó—: Y sé que tienes preguntas sobre… muchas cosas.
Lo que dijo Trey. Y quiero que sepas que tiene razón, por más
difícil que me haya resultado escucharlo. Independientemente de
lo que decidan los padres de Gibby y Jazz, debemos respetar sus
decisiones porque...

—Simon Burke —espetó Nick.

Papá se puso rígido y entrecerró los ojos. Se cruzó de


brazos, las mangas de su camisa apretada contra sus bíceps.

—¿Qué hay de él? —Miró a Nick, y él no se atrevió a apartar


la mirada por miedo a perderse alguna señal que pudiera dejar
escapar accidentalmente.

—Lo conocías. —Decir esas palabras fue más difícil de lo


que esperaba—. Antes. —Lo empujó, a pesar que le dolía—. Tú y
mamá, lo conocíais.

La expresión de papá no reveló nada.

—¿Quién te ha dicho eso?

No era una negación. Y eso hizo que se sintiera peor, porque


significaba que Burke no necesariamente había estado mintiendo.
No significaba que papá hubiera mentido, no del todo. Solo que le
había ocultado algo. Y tal vez eso no importaba antes que todo
saliera a la luz sobre Seth y Owen, pero seguro que ahora sí.

Podría dejarlo. Podía decirle que no importaba, que


simplemente estaba feliz de estar en casa. Fingiría estar cansado,

111
no es que fuera demasiado exagerado. Subiría las escaleras y se
lo quitaría de la cabeza.

Pero la voz de Burke estaba allí, diciendo: Jenny Warren,


las palabras teñidas de inconfundible afecto.

Nick dijo:

—Me recogió de camino a casa en su ridículo coche y dijo


algunas cosas sobre mamá y tú.

Cualquier reacción que hubiera esperado (indignación,


negación, algo) no fue la que obtuvo. El rostro de papá se torció
cuando dio un paso adelante, agarrando la barbilla de Nick, girando
su cabeza a izquierda y derecha antes de deslizar sus manos por
los brazos como si buscara heridas.

—¿Te tocó? ¿Te lastimó?

Nick se liberó del agarre de papá.

—Tranquilo. No me hizo nada, aparte de básicamente


secuestrarme. Excepto que fue un mal secuestrador porque me
trajo directamente a casa. Solo duró unos minutos.

Eso no pareció hacer que su padre se sintiera mejor. Se


agachó junto a Nick cuando el microondas pitó. Ellos lo ignoraron.

—Cada palabra. Niño, cuéntame todo lo que dijo.

Nick vaciló antes de hacer lo que le decía. Le contó todo lo


que podía recordar. Incluso pensó en contarle sobre la luz rota,
pero era un detalle menor.

112
Cuando terminó, papá estaba pálido, los ojos ardían como
brasas. Había apoyado una mano en la rodilla de Nick, agarrándola
con fuerza.

—¿Te has tomado la medicación?

—¿Qué?

—Tus medicamentos —dijo papá— ¿Cuándo ha sido la última


vez que las has tomado?

—Esta mañana —dijo Nick lentamente—. ¿Recuerdas? Me la


diste en el desayuno, como siempre. Ya hablamos de esto en la casa
de Seth. —Extraño. ¿Por qué diablos iba a sacar eso ahora, de
todas las cosas? A menos que…— ¿Lo sabías? ¿Qué Concentra
viene de Burke Pharmaceuticals?

Sin reacción, cara de piedra.

—Hacen de todo, chico. No me sorprende. Pero, por


supuesto, te tomaste la pastilla. Debo haberme olvidado. Ha sido
un largo día. —Apretó la rodilla de Nick—. Sí. Lo conocíamos. Tu
madre, ella... —Cerró los ojos—. No lo llamaría citas. Al menos, eso
es lo que me dijo.

—Oh, Dios mío —susurró Nick—. ¿Eran amigos con


beneficios?

Los ojos de papá se abrieron de golpe.

—Saca tu mente de la cuneta, Nicky. Salieron unas cuantas


veces. Nunca se convirtió en algo serio. Cuando conocí a tu madre,
ya estaba en su última etapa. Y aunque mi opinión sobre Burke no
es la mejor, no tiene nada que ver con cómo trató a tu madre. Él

113
no la lastimó, no la obligó a hacer nada que ella no quisiera hacer,
así que no sigas ese camino.

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Nick—. ¿Después de


todo lo que pasó?

—Esto fue años antes de que nacieras. Tu mamá y yo nos


amábamos mucho. Estuvimos tan envueltos el uno en el otro esos
primeros años, que bloqueamos cualquier otra cosa. Burke
simplemente... se alejó. No éramos tan buenos amigos como
podríamos haber sido. No parecía importarle, al menos no que lo
supiéramos. Él tenía sus propias cosas, y luego conoció a la mujer
que se convirtió en su esposa y nos dejó. Sucede, ¿de acuerdo? La
gente cambia.

—Los caminos divergen —dijo Nick. Tal como había dicho


Burke.

Papá asintió.

—Eso no significa que te vaya a pasar a Seth y a ti, o a Jazz


y Gibby. Pero, aunque pase, está bien. Lo que quieres ahora puede
que no sea lo que quieras en el futuro.

Eso alarmó a Nick más de lo que esperaba.

—Siempre voy a querer lo que tengo ahora. ¿Sus padres te


dijeron algo? Lo juro por Dios, si intentan yo...

—¿Tomar decisiones que creen que son las mejores para sus
hijos? —dijo su padre—. Porque si lo hacen, respetarás cualquier
elección que hagan. No depende de ti, Nicky. Tienen derecho a
proteger a Gibby y Jazz como mejor les parezca.

114
—Lo sé —murmuró Nick—. Pero Gibby y Jazz tienen la edad
suficiente para tomar sus propias decisiones. Somos
prácticamente adultos.

—Oh, cielos —dijo papá—. Hablemos de la parte práctica de


esa oración.

—¿Ella lo amaba?

Papá hablaba Nick con fluidez, por lo que el cambió de


conversación no lo tomó con la guardia baja.

—No, chico. No de la forma en que estás pensando. Ella se


preocupaba por él. Yo también lo hice, pero él quería cosas
diferentes.

Nick asintió sabiamente.

—Le pregunté si tenía una relación poliamorosa con ustedes.

Papá lo miró boquiabierto.

En serio, qué reina del drama. Actuaba como si esa no fuera


una línea de pensamiento plausible.

—¿Qué? Somos muy progresistas en este hogar.

Papá logró recuperarse.

—En realidad. Eso es lo que crees que es progresista.

—Oye, yo no juzgo. Por lo que sé, tú y mamá estaban locos


en la universidad. —Hizo una mueca—. Retiro eso; no quiero saber
si lo estabas. Soy puro e inocente y no puedo tener esas imágenes
en mi cabeza.

115
—UH Huh. Odio decírtelo, chico, pero nadie en nuestro
vecindario volverá a pensar que eres puro e inocente.

—Tú, monstruo. Tienes suerte que nadie llame a los


servicios de protección infantil.

—Pueden llevarte —dijo papá—. Sin reembolsos.

—Mierda —gruñó Nick—. Me extrañarías demasiado.


Necesitas que te cuide.

Papá se ablandó mientras se levantaba, dando un paso atrás.

—Sí, supongo que sí, ¿eh?

—No te estás haciendo más joven —le recordó Nick—.


Tienes que vigilar tus niveles de colesterol. No me hagas volver a
llamar a tu médico.

—Todavía no puedo creer que hayas hecho eso —murmuró


papá— ¿Puedes hacerme una promesa?

Y como amaba a su padre, Nick dijo:

—Lo que sea.

Papá lo miró por un momento antes de asentir lentamente.

—Mantente alejado de Simon Burke, ¿de acuerdo? No


quiero que tengas nada que ver con él.

Nick dijo:

—Me recogió. Por qué tendría…

116
—Prométemelo —dijo papá—. Es importante, chico. Dado
todo lo que ha sucedido entre Seth, Owen y tú, no sabemos qué
quiere. Y hasta que lo averigüemos, quiero que tenga cuidado.
¿Puedes hacer eso por mí?

Nick vaciló, calentándose un poco por el uso de la palabra


nosotros por parte de papá. Significaba que eran un equipo. Por
supuesto que no tendría nada que ver con Simon Burke. ¿Por qué
iba a hacerlo? Owen había tomado decisiones terribles, pero
¿cuánto se debía a su padre?

—¿Qué pasó entre vosotros? —preguntó finalmente—.


¿Qué hizo?

Papá se volvió hacia el microondas, pero no antes que Nick


viera su mandíbula apretada.

—Eso es pasado, Nicky. Haz lo que te pido, ¿de acuerdo? Y


mantén esto entre nosotros. No les cuentes a los demás sobre
Burke o lo que dijo. No quiero que se preocupen.

—Está bien —dijo Nick en voz baja, sabiendo que la


conversación había terminado. Pero aún tenía que intentarlo—. Me
dirías si algo anda mal, ¿verdad?

—Me gustaría. Comamos. Tragaremos la lasaña juntos


frente al televisor. ¿Suena bien?

Lo hacía.

No sería hasta más tarde, mucho más tarde, cuando todo


había cambiado, que Nick se daría cuenta de lo bien que su padre
había desviado la conversación.

117
Papá se fue a la cama más temprano de lo habitual después
de decirle a Nick que no se quedara despierto hasta muy tarde.
Nick lo siguió poco después, subiendo las escaleras hasta su
habitación. Pensó en intentar trabajar en un nuevo capítulo de su
fic, pero cuando se sentó en su escritorio y abrió su portátil, se
encontró investigando las mejores formas de lanzar una nueva
marca. No se sorprendió cuando terminó en Cosmo nuevamente,
leyendo un artículo sobre DIEZ FACTORES DE ÉXITO CRÍTICOS
EN EL LANZAMIENTO DE UNA NUEVA MARCA

IDENTIDAD PARA EMPRESARIAS.

Maldita sea su suerte por haber nacido hombre. Sería una


mujer de negocios increíble.

Solo había recorrido parcialmente la lista, cuando escuchó


un golpe en la ventana de su habitación.

Su ventana en el segundo piso.

Miró lentamente, el corazón le latía con fuerza en el pecho.


La ventana estaba oscura. La nieve caía junto a él, reflejando la
poca luz de las farolas de abajo. Un pájaro, se dijo a sí mismo. Era
solo un pájaro. O motas de hielo. Se volvió hacia su portátil,
tratando de calmarse. Que se joda Simon Burke por jugar con su
cabeza. Estaba volviéndolo paranoico.

El golpeteo empezó de nuevo.

Nick metió la mano en su mochila, haciendo una mueca


cuando sus dedos se deslizaron por los restos de un bálsamo labial

118
explotado antes de encontrar lo que estaba buscando, cerrando
los dedos alrededor de un bote de metal frío. Todavía no había
tenido la oportunidad de usar el spray, pero si había un villano
fuera de su ventana, los haría desear no haber nacido nunca. Y
luego le gritaría a su padre que lo salvara. Plan sólido.

Se apretó contra la pared con la ventana, avanzando


lentamente. Se detuvo junto a la ventana, fuera de la vista.
Levantó el spray, besó la parte superior del bote y dijo:

—Es hora de sacar la basura.

Nick giró frente a la ventana, abriéndola de golpe con una


mano, el aire frío lo envolvió mientras empujaba el spray fuera.

Nada. No había nadie ahí.

Inclinó la cabeza por la ventana, mirando hacia la calle de


abajo. La acera frente a su casa estaba vacía. Se estremeció
cuando la nieve cayó sobre su cabello.

—Sí —dijo una voz por encima de él—. Sabía que sería una
buena idea no quedarme frente a la ventana.

Nick gritó mientras se golpeaba la cabeza con fuerza contra


el alféizar de la ventana. Frunciendo el ceño, se inclinó hacia atrás
por la ventana, girando en un ángulo incómodo para mirar hacia
arriba. Allí, sentado en el borde del techo, había una vista que hizo
que el corazón de Nick volviera a acelerarse.

Pyro Storm.

119
Excepto que se había quitado el casco, y era Seth
sonriéndole, con la capa revoloteando a su alrededor, sus pies
colgando mientras los pateaba.

—Enviar mensajes de texto es una cosa —le dijo Nick—.


Podrías haberme advertido que ibas a venir, así que no pensaría
que me iban a emboscar.

Seth se echó a reír, un sonido que Nick desafiaba a


cualquiera a intentar decir que no era lo mejor del mundo. Jadeó
cuando Seth se levantó del techo, flotando hasta que estuvo
frente a él, las puntas de las orejas y la nariz rosadas por el frío.
Sin importar lo que hubiera visto en los últimos meses, todavía no
estaba acostumbrado a verlo volar. Le había preguntado
repetidamente si podía llevarlo y volar por la ciudad, a lo que Seth
le recordó que no tenía superfuerza, y Nick era más pesado de lo
que parecía. Eso había llevado a una discusión en la que Nick
declaró que no era culpa suya que le gustara el queso rallado en la
mayoría de las cosas, a lo que Seth respondió que no lo decía en
serio, y luego de alguna manera comenzaron a besarse y las cosas
se pusieron difíciles, un poco nebulosas después de eso.

Todavía. Un espectáculo que ver.

—Al menos estás preparado —dijo Seth, a unos metros de


la ventana.

Nick miró el spray antes de encogerse de hombros.

—Tengo que estarlo. Da la casualidad que el héroe de Nova


City es mi amorcito y yo...

Seth gimió.

120
—Te dije que no me llamaras así.

—Sí, amigo, no va a pasar. Eso es lo que eres. Mi amorcito.


Mi amoroso button con superpoderes. Mi...

Seth dijo:

—Te traje un regalo de San Valentín como una forma de


pedir perdón por no haber ido a cenar.

Nick, sabiendo que estaba distrayéndolo, dijo:

—¿Qué? Dámelo, ahora. Por favor.

Seth voló un poco más cerca. Nick podía sentir el calor


irradiando de él. La nieve siseó al derretirse contra el traje de
Seth, riachuelos de agua cayendo por sus anchos hombros y
fuertes brazos y...

—He tenido sueños húmedos que empezaban así —susurró


Nick.

Seth se dejó caer un par de centímetros.

—Um —dijo Nick—. Finge que no dije eso.

—No sé si puedo —dijo Seth débilmente mientras se


levantaba.

—Regalo —exigió Nick, extendiendo su mano y moviendo sus


dedos.

Seth puso los ojos en blanco, pero hizo lo que le pedían.


Extendió una mano enguantada, colocando un paquete de plástico

121
contra la palma de Nick. Miró hacia abajo. Skwinkles Salsagheti
con sabor a mango.

Nick, con voz ahogada que él negaría por siempre jamás,


dijo:

—Esto es lo más lindo que alguien me haya comprado.


Gracias. —Miró a Seth, entrecerrando los ojos—. ¿Estás tratando
de comprarme por dejarme atrás para responder preguntas
invasivas de hippies contables y padres ricos?

Seth le sonrió.

—Quizás. ¿Está funcionando?

—Apenas —dijo Nick—. Y no estoy contento con lo fácil que


aparentemente soy, pero eso es otro asunto completamente
distinto. —Batió las pestañas—. Quizás te gustaría entrar y ver lo
fácil que soy.

Seth lo miró fijamente.

—Guau. Eso fue... algo.

Nick gimió.

—Sonaba más sexy en mi cabeza. Déjame intentarlo de


nuevo. Espera. —Se puso de pie, hinchando el pecho, las manos en
las caderas, el envoltorio del caramelo arrugado—. Oye. Me alegro
de verte. Discutamos sobre besarnos durante los próximos treinta
minutos y veamos dónde... Uf.

Se quedó sin aliento en el pecho cuando Seth voló a través


de la ventana, lo empujó y lo derribó. Se preparó para el fuerte

122
impacto en el suelo, pero abrió los ojos cuando no se produjo un
choque discordante. Seth había envuelto sus brazos alrededor de
él, manteniéndolos a ambos a unos centímetros del suelo. Colgaron
suspendidos por un momento antes que Seth los bajara
suavemente, colocándose encima de Nick, la capa cayendo sobre
ellos como una manta.

—Hola —susurró, rozando su nariz contra la de Nick.

—Hola —susurró Nick—. No es que no aprecie la visita


nocturna, pero ¿qué estás haciendo aquí? Papá dijo que habíais
terminado hace horas.

Seth se encogió de hombros, un rizo espeso colgando de su


frente.

—Quería verte. No me gustaba que nuestros planes se


estropearan por encima de todo lo demás.

—Está bien —dijo Nick, liberándolo—. Yo también lo he


arruinado un poco, así que dejémoslo en empate.

La sonrisa de Seth se desvaneció.

—No está bien. No quiero que pienses que no necesito tu


ayuda. No es así en absoluto.

—No pensé eso. —Suspiró cuando Seth arqueó una ceja—.


Está bien, tal vez un poco, pero tienes razón. No puedo hacer lo
que tú puedes.

Seth rodó fuera de él, acostado de espaldas junto a Nick,


con los hombros juntos. Giró la cabeza al igual que Nick, sus
rostros estaban a solo unos centímetros de distancia.

123
—Lo sé. Pero no podía dejar de pensar en eso. Y luego tuve
que irme antes que pudiéramos resolverlo.

—Eso parece estar pasando mucho últimamente —admitió


Nick. Seth hizo una mueca y Nick añadió rápidamente—: Sé que
tienes un trabajo importante que hacer. La gente necesita a Pyro
Storm; lo entiendo. No estoy enojado por eso. —Y era casi todo
verdad, aunque todavía estaba envuelto en ese complicado nudo en
el pecho de Nick, enredado con amor y celos y mil cosas diferentes
que no siempre entendía.

—No es justo —murmuró Seth, tomando la mano de Nick


entre las suyas. El guante de Seth estaba ligeramente mojado por
la nieve, pero era cálido—. Sabes que prefiero estar contigo que
en cualquier otro lugar.

Lo sabía, pero ayudaba escucharlo en voz alta.

—Lo sé —dijo Nick, apretando la mano de Seth.

Seth giró la cabeza para mirar al techo. Levantó la mano


libre por encima de ellos y movió los dedos. Los ojos de Nick se
agrandaron cuando apareció una pequeña flor de fuego. Seth agitó
la mano lentamente de un lado a otro. El fuego siguió, alargándose
tomando la forma de un cometa en miniatura. El calor era
reconfortante, familiar. Cerró el puño y el fuego se apagó, dejando
tras de sí una voluta de humo y el sutil olor a aire quemado. Dejó
caer su mano de nuevo al suelo.

—Las cosas están cambiando, Nicky. Más gente lo sabe


ahora, pero puedo lidiar con eso. Es todo lo demás lo que me asusta

124
muchísimo. Muy pronto, comenzaremos a solicitar el ingreso a la
universidad. No sé dónde terminaremos todos.

Nick, alarmado, dijo:

—Aún quieres ir a la misma escuela, ¿verdad? Quiero decir,


es genial si quieres hacer otra cosa. —No era nada bueno. Debería
haberle enviado un mensaje de texto a Jazz para ver cómo le
estaba yendo.

—Sí —dijo Seth—. Tú y yo, ¿de acuerdo? —Volvió a mirar a


Nick y le besó la punta de la nariz. Le hizo cosquillas y Nick
entrecerró los ojos—. Pero también tengo que pensar en lo que
quiero. ¿Voy a hacer esto cuando tenga veinte años? ¿A los
treinta? Alguien siempre necesitará ser salvado. ¿Y quién soy yo
para darles la espalda, sabes?

—No estás solo —dijo Nick, apoyando la cabeza en el


hombro de Seth—. Todos te respaldamos.

Seth exhaló por la nariz.

—Lo sé, pero a veces quiero ser egoísta. ¿Qué hay de mí?
No sé cómo se supone que será mi futuro. Hay días en los que
imagino que ya no soy Pyro Storm. Donde puedo hacer cosas
estúpidas antes que sea mayor y consiga un trabajo y pague las
facturas. Cosas normales. Quiero poder salir contigo y nuestros
amigos por el Día de San Valentín y no tener que preocuparme por
que me llamen. ¿Es eso justo?

—Se te permite querer cosas. —Nick vaciló—. Ser Pyro


Storm no es todo tú, pero es una gran parte. ¿Realmente podrías
dejarlo pasar?

125
—No lo sé —murmuró Seth. Parecía frustrado—. No lo
sabré a menos que lo intente. Eso me aterroriza. Porque si lo
intento, llegará un momento en el que alguien necesitará a Pyro
Storm, y tendré que decidir si hacer algo al respecto o no. —Se
pasó la mano enguantada por la cara—. No sé si puedo optar por
ignorar a alguien que necesita ayuda. ¿En qué clase de persona me
convertiría eso?

—Humano —dijo Nick—. Te hace humano.

Seth se echó a reír, aunque no había nada de humor en ello.

—Pero puedo hacer cosas que la mayoría de la gente no


puede, ya sea por el accidente de tren o... —Se interrumpió,
mirando hacia la nada.

Terreno peligroso, este. Seth rara vez hablaba de la muerte


de sus padres. Había sido demasiado joven para recordar la mayor
parte y había sido uno de los únicos supervivientes.

—¿O? —Nick preguntó, sin saber si debería hacerlo.

Seth no habló durante mucho tiempo. Finalmente, dijo:

—A veces me pregunto. Si conseguí esto de ellos. Mis


poderes. Si es genético. Mis tíos dijeron que nunca habían visto a
mis padres hacer algo como yo, pero tal vez lo mantuvieron en
secreto. Yo lo hice durante mucho tiempo.

—¿Los recuerdas? —Nick susurró.

Seth se volvió para mirarlo de nuevo, estudiándolo,


buscando algo, qué no sabía.

126
—Trozos y pedazos —susurró en respuesta—. Cosas
pequeñas. A papá le gustaba cantar. Tenía buena voz. No era el
mejor, pero lo suficientemente bueno. Y mamá, ella... —Cerró los
ojos—. La recuerdo riendo. Era un gran sonido. Ella no trataba de
ocultarlo o encubrirlo. Cuando se reía lo hacía con todo su cuerpo.
Hay otras cosas en las que puedo pensar, pero eso es lo que más
recuerdo —suspiró—. No recuerdo cómo sonaban cuando hablaban.

Aquí, en la seguridad de su habitación, mientras la nieve caía


justo afuera de la ventana abierta, Nick dijo:

—Esa es una de las cosas que más me asusta. Que olvidaré


cómo suena.

Seth lo miró.

—¿Tu mamá?

Nick asintió. Sus ojos estaban comenzando a arder, pero


Seth nunca se burlaría de él por llorar, así que no trató de
apartarlo.

—Han pasado solo unos años, y hay días en los que creo que
estoy bien, pero luego entro en pánico porque no puedo recordar
cómo sonaba cuando estaba feliz, triste o enojada.

—¿Por qué lo haces?

Nick sollozó mientras se encogía de hombros con torpeza.

—A veces hago una espiral hasta que apenas puedo respirar.


Otras veces, me siento estúpido por eso. Supongo que depende del
día y de cómo esté mi cerebro. En caso de que no lo sepas, estoy
un poco destrozado de la cabeza.

127
—Me gusta tu cabeza —dijo Seth con seriedad, y Nick le
sonrió—. Y no estás equivocado. Estás conectado de manera
diferente, como yo estoy conectado de manera diferente.

Nick gimió.

—Si tan solo el TDAH pudiera ser un superpoder.

—Lo es. Tienes el poder de tener mil millones de


pensamientos en el espacio de unos pocos segundos. Eso es muy
bueno, si me preguntas, Aunque también dices esos mil millones de
pensamientos en voz alta. Pero está bien, porque normalmente
sabes lo que estás diciendo.

Y como Nick era fan de los cumplidos tranquilizadores, los


dio de la misma manera.

—Voy a empujar mi lengua por tu garganta en un minuto. Usa


el tiempo que te estoy dando para prepararte.

Seth se rió a carcajadas, tapándose la boca para tratar de


mantenerse lo más callado posible. Nick se rió con él. Aunque este
día de San Valentín no había salido según lo planeado, estaba
terminando con una buena nota. Estarían bien, al diablo con Simon
Burke y Rebecca Firestone. En este momento, nada más importaba,
porque Seth Gray se reía como si no le importara nada en el mundo,
y Nick había causado eso. Tendría tiempo para contarle lo de Burke
más tarde. No quería arruinar esto, por nada del mundo.

Vio como Seth empezaba a tener hipo bajo su mano. Nick


extendió la mano, lo atrajo hacia él y lo besó con todo lo que tenía.
Seth sonreía contra su boca, y aunque no le metió la lengua en la
garganta (no por no intentarlo), seguía siendo bueno.

128
Tan bueno, de hecho, que rodó sobre Seth mientras se
besaban, deslizando sus manos por el pecho de Seth hasta sus
brazos, moviendo sus caderas hacia abajo. Seth gimió y la sangre
de Nick corrió hacia el sur. Seth parecía tener el mismo problema.
Seth no era Boner Boy, y Nick no era el trabajador petrolero rudo,
pero estaría condenado si no iba a conseguir algún día ese pene
superqueero.

Pero tal vez hoy no, porque Seth bostezó contra Nick. Se
sentó, con su trasero en las caderas de Seth. Se movió un poco, lo
que provocó que Seth jadeara y le agarrara los muslos, pero no lo
llevó más lejos. No solo papá estaba al final del pasillo, sino que
podía ver lo cansado que estaba Seth. Necesitaba dormir.

Nick estaba encima de Seth, tendiéndole la mano.

—Vamos. Hora de acostarse. Pondré mi alarma temprano


para que tengas tiempo de llegar a casa antes de que papá se
despierte.

—¿Pijamada? —preguntó Seth, cogiendo su mano y


permitiendo que lo levantaran del suelo.

—Pijamada —coincidió Nick—. Te conseguiré una sudadera


para dormir. Apesta, no podrás cepillarte los dientes. No tenemos
uno de repuesto, y me gustas, amigo, pero no lo suficiente como
para dejarte usar el mío. Eso es repugnante, así que ni siquiera
preguntes.

—Eres todo corazón, Nicky.

—Maldita sea, lo soy.

129
Se prepararon para irse a la cama, sin hablar de nada de
importancia real, lo que Nick agradeció. Habían pasado demasiadas
cosas en tan poco tiempo y todavía necesitaba procesarlo todo.
Para cuando regresó del baño, Seth ya estaba en la cama,
retirando el edredón a modo de invitación. Nick aceptó con gusto,
acurrucándose contra Seth mientras levantaba el edredón por
encima de sus cabezas, envolviéndolos en la oscuridad.

Y luego fue como si volvieran a ser niños, dos niños que no


tenían a nadie más que el uno al otro, susurrando en la oscuridad
sobre cómo siempre serían amigos, sin importar qué. Llevarlo más
lejos sería complicado. El sexo era complicado, en todas sus
formas. Pero este era Seth. Este era su mejor amigo. Esta era la
persona en la que pensaba antes de quedarse dormido y justo
cuando se despertaba. Este era el tipo por el que haría cualquier
cosa.

—Arreglaré esto —dijo Nick en voz baja mientras Seth


dormía—. Te ayudaré a facilitarte las cosas. Lo prometo. Tengo
una idea y todo saldrá bien. Verás. Las cosas seguirán igual, pase
lo que pase.

Estaba oscuro cuando se despertó. Parpadeó adormilado y


escuchó a Seth roncar. Volvió la cabeza, preguntándose qué lo
había despertado. El reloj de su mesita de noche indicaba que eran
poco más de las cuatro.

—Sí —dijo una voz—. Tracker tenía razón. Él está aquí.


¿Quieres que lo envíe a casa?

130
Papá estaba de pie en la puerta abierta, con el teléfono
pegado a la oreja.

UH oh.

Nick dejó caer la cabeza rápidamente sobre la almohada y


cerró los ojos con fuerza. Bob o Martha debían haber visto que
Seth no estaba en casa. Maldita sea. Papá se iba a enfadar. Tal vez
los dejaría en paz si pensara que estaba durmiendo.

—Ambos se quedaron fuera de combate. Debe haber


cansado a Seth más de lo que pensamos. Está bien. Sí, llamaré
pronto. —Sonó el teléfono.

El suelo crujió cuando papá entró en la habitación,


murmurando en voz baja mientras pasaba por encima de la ropa
esparcida. Nick quería decirle que no era lo que parecía, pero
decidió que fingir dormir era lo mejor.

Sintió a papá de pie sobre ellos. Ronco fuerte para vender


la artimaña.

—Sí, está bien —dijo papá, manteniendo la voz baja—.


Porque eso es creíble.

Nick abrió un ojo.

—Maldita sea.

—Explicación.

—No hicimos nada —dijo Nick, mirando a su padre—. Solo ...


teníamos que hablar, y él vino y me trajo Skwinkles Salsagheti por

131
el Día de San Valentín, aunque yo no le regalé nada y ¿quién era yo
para rechazarlo ¿Quién sería tan frío? No seré yo.

—¿Tengo que hacerte diques dentales?

—¿Porque te gusta eso? —Nick le siseó.

Los ojos de papá brillaron en la oscuridad.

—Porque tu agravio me da vida, chico. Pregunte, ¿de


acuerdo? Los Gray estaban preocupados. Confío en ti, Nicky, pero
tú y Seth todavía tenéis que pensarlo. Necesitamos saber dónde
estáis.

—Si. Lo siento. Estuvimos hablando y luego nos quedamos


dormidos.

Papá meneó la cabeza.

—Todavía es temprano. Vuelve a dormir. Y luego, Seth y tú


podéis bajar a desayunar. Estaré esperando.

Se volvió para salir de la habitación, pero se detuvo después


de solo un par de pasos. Siguió su mirada hasta la fotografía del
escritorio. Nick sabía que el dolor podía permanecer oculto
durante semanas y meses. Justo cuando pensaba que había
terminado, volvía a hundirse en uno inesperadamente.

Con los hombros encorvados, papá salió de la habitación sin


decir una palabra más y cerró la puerta detrás de él.

132
5
Fic: El Placer de Arder

Autor: PyroStormEsUnAmorcito

Capítulo: ¿37 de?

137,467 palabras

Emparejamiento: Pyro Storm / Personaje Masculino


Original

Calificación: 16 (¡La calificación finalmente está subiendo!)

Etiquetas: Amor verdadero, Suspirando, Tierno Pyro Storm,


Final feliz, Primer beso, Más que el primer beso, Esponjoso
como una nube, Mucha violencia, Malvado Shadow Star,
Pastelería AU, Investigador privado, Anti-Rebecca Firestone,
Manos bajo la ropa, !!!, Fiesta Desnudos y Todos Están
Invitados

Capítulo 37: Una oportunidad

Nota del autor: ¿Otra actualización tan pronto? Pues sí,


sí lo es. ¡De nada! Y aunque sé que muchos de vosotros
probablemente esperabais una continuación del momento
sexy, os pido que tengáis paciencia conmigo. Es importante
que estos personajes trabajen hacia el gran evento hablando
de cosas que los acercarán aún más. Hablar es importante, y
para mí es importante que tanto Nash como Pyro Storm estén

133
en la misma página. ¡Vosotros, al igual que nuestros héroes,
están a punto de tener una oportunidad que os dejará
boquiabiertos! Además, esto no es una lectura beta porque
quería que fuera una sorpresa para cierta... alguien que hace
ciertas... cosas. ¡Lo siento si hay algún error! ¡¡¡Gracias!!!

Nash jadeó cuando Pyro Storm lo empujó contra la


pared cerca de la puerta del techo, llevando solo su máscara
y un diminuto par de ropa interior que era ilegal en al menos
veintiséis estados. El héroe actuó como si Nash no pesara
nada, a pesar de que su cuerpo era fuerte y estaba lleno de
músculos. Quería continuar, que Pyro Storm lo violara y lo
llenara con su fuego de amor, pero algo cruzó por su mente.

—Espera —se las arregló para decir mientras Pyro


Storm atacaba su cuello, mordiéndolo.

—¿Qué? —Pyro Storm murmuró contra su garganta,


con las manos vagando.

—Tenemos que hablar. Pero en el buen sentido.

Pyro Storm dio un paso atrás, dejando a Nash


desplomado contra la pared.

—Por supuesto. Definitivamente deberíamos hablar


sobre lo que vamos a hacer antes de hacerlo. Seguro, cuerdo
y consensuado, esa es la mejor manera de hacerlo.

—Exactamente —dijo Nash—. Todo el mundo en


Reddit lo sabe, pero no es de eso de lo que estoy hablando.

134
—¿No? —pregunto Pyro Storm, mostrando los
músculos al máximo. Tenía tableta de chocolate y sus muslos
eran como losas de hormigón. Nash tuvo que apartar la
mirada para mantener sus pensamientos en orden—.
Entonces, ¿a qué te refieres?

Nash sacó su teléfono y abrió la presentación en la que


había trabajado tan duro.

—Quiero ofrecerte una oportunidad, una que creo que


te ayudaría a convertirte en un mejor héroe. Estoy hablando,
por supuesto, de una marca.

Pyro Storm asintió sabiamente.

—Ah, ya veo. Sí, eso es muy importante. Dime más.


Estoy muy emocionado de escuchar eso.

—Bien —dijo Nash—. Porque todo superhéroe que se


precie necesita una marca de reconocimiento. Necesitamos
estar a la vanguardia para que nadie intervenga y trate de
llenar el vacío en el mercado actual. Tengo una presentación
de PowerPoint de dieciséis diapositivas que me gustaría
mostrarte y creo que al final estarás de acuerdo en que Pyro
Storm necesita tener su propia presencia online: Twitter,
TikTok, Instagram, todo. Nada de Facebook porque no somos
ancianos y no publicamos memes racistas de Minion. Esa será
la primera parte. La segunda parte implica el lanzamiento de
la línea de productos oficial Pyro Storm. Encargaremos a los
creadores del fandom que hagan arte en su medio y lo
vendan, y una parte se destinará a organizaciones sin fines
de lucro para que la gente se sienta bien pagando por ello. Y
será mucho mejor que la imitación barata que hay hoy.

135
—Vaya —dijo Pyro Storm—. Has pensado en todo. No
puedo creer la suerte que tengo de tenerte. Pero tengo una
pregunta, ya que todos saben que un buen plan tiene tres
partes. ¿Cuál es la tercera parte?

—Eres tan inteligente —dijo Nash—. La tercera parte


consistirá en charlas y / o sesiones fotográficas. Podemos ir a
convenciones juntos y pedirle a la gente que se tome una foto
contigo mientras dices tu eslogan.

—¿Mi eslogan? —Pyro Storm preguntó, adorablemente


confundido—. Pero no tengo un eslogan.

—Lo sé —dijo Nash—. Por eso te hice uno. ¿Estás listo?

—Nunca he estado más preparado para nada en mi


vida —dijo Pyro Storm, mientras el sudor le corría por su
pecho desnudo—. Eres lo mejor que me ha pasado, y todas
tus ideas son de primera. Y, debo decir, te ves muy bien
cuando las dices en voz alta.

—Gracias —dijo Nash—. Eres más sexy que...


***piensa en algo para poner aquí que sea realmente sexy y
no lo olvides antes de publicar esto. ***

—Guau —dijo Pyro Storm—. No puedo creer que hayas


dicho eso. ¿Cuál es mi eslogan, que usaré sin dudarlo porque
sé lo duro que trabajaste en él?

Nash sintió que el corazón le daba un vuelco en el


pecho. Nunca había esperado tener un novio que fuera
extraordinario y que también pensara que todas sus ideas
eran perfectas.

136
—Okey. Aquí va. ¿Listo? Tu eslogan es... Es hora de
arder.

—Dios mío. Nash, ¿de verdad pensaste en eso tú solo?


—Pyro Storm dio un paso agresivo hacia él—. Voy a poner
mis manos en tu trasero y apretarlo. Es hora de arder.

—Impresionante —dijo Nash—. Estoy tan feliz de que


te gusten todas mis ideas y no pienses que ninguna de ellas
es tonta o una pérdida de tiempo. Yo supervisaré tus redes
sociales y tal vez a las mismas personas que presencian el
florecimiento de nuestra historia de amor ante sus ojos les
gustaría participar en la tienda de merchandising. Incluso
podría haber una hoja de registro disponible en este
momento en el sitio web oficial de Pyro Storm, que se
vinculará a continuación.

—Piensas en todo —dijo Pyro Storm—. Entonces, ¿qué


pasa si estamos en medio de la resolución de una serie de
asesinatos que han sacudido a Nova City hasta la médula, o
si estuviéramos a punto de tener relaciones sexuales por
primera vez? Esto es igualmente importante. Gracias por
mencionar este tema y espero que todos visiten el sitio web
oficial que creó. Ahora, ¿dónde estábamos? Porque tengo
una gran necesidad de meterme dentro de ti.

El teléfono de Nash cayó al tejado cuando Pyro Storm


descendió sobre él. Acercó la boca al oído de Nash y susurró:

—¿Cuál es el nombre del sitio web donde la gente


puede registrarse?

www.OfficialPyroStorm.novacity

137
Comentarios:

ImSoExtra (ordinarios) 09:19 Um. Qué.

PyroStormSuxx 10:14 ¿WTF ES ESTO? ODIO A PYRO


STORM PERO HE VENIDO AQUÍ POR EL SEXO ANAL. ¿POR
QUÉ CONVIERTE ESTO EN UN COMERCIAL?

LetPyroStormSmash 11:02 Me he registrado, ¡gracias


por la oportunidad! Pregunta: ¿Qué tan explícito podemos
hacer el arte? Porque tengo una idea, pero mostrará mucha
desnudez y posiblemente algunos tentáculos. ¡Por favor
házmelo saber!

ExtraordinaryGurl 11:16 Esto no fue a donde pensé


que iba. Eso no es cool. Realmente debes estar al borde.

ShadowStarEsUnAmorcito 12:26 Está bien, pero esto


debe ir en contra de los términos de servicio del sitio de
alojamiento de fic. No puedes simplemente convertir tu
historia en un anuncio. Se supone que esto es ficción, no un
infocomercial. ¿Podrías hablar del sexo y la resolución de los
asesinatos en serie? ¿En ese orden?

FireStoned 12:36 ME REGISTRÉ EN SU ESTÚPIDO


SITIO WEB Y SOLO VOY A ENVIAR FANART DE REBECCA
FIRESTONE. NO ME IMPORTA LO QUE PIENSES PORQUE
REBECCA FIRESTONE MERECE TENER TODO LO BUENO
DEL MUNDO. ELLA ES LO MEJOR QUE LE HA PASADO A
ALGUIEN Y EL HECHO DE QUE LA HAGAS LA VILLANA
MIENTRAS HACES A TODOS GAY NO ES REALISTA.

138
SoundOfJazz 13:12 ¡Vaya, Nicky! Sin duda, esta es
una forma de hacerlo. No es lo que hubiera elegido o incluso
considerado, ¡pero admiro tu seguimiento! Gibby también
dijo algunas cosas, pero voy a dejar esto positivo. ¡Hazme
saber cómo puedo ayudar!

ReturnOfTheGray 14:31: ¿Es por eso que no querías


que leyera la versión beta? ¿Cuándo tuviste tiempo para
hacer un sitio web? ¿Y de dónde sacaste esa imagen de Pyro
Storm para usarla como encabezado del sitio web?

Cuando Nick regresó a Centennial High (¡Hogar de los


Wombats que luchan!) el otoño pasado, con el brazo en cabestrillo
después de dislocarlo y salvar a Rebecca Firestone de una muerte
segura, había sido una especie de héroe. Todos habían visto las
imágenes del helicóptero de Action News de él de pie en el puente
McManus, las luces de docenas de coches de policía parpadeando,
Shadow Star derrotado e inconsciente en el suelo, el aire lleno de
humo.

Pero fue el beso lo que hizo que todos hablaran.

Pyro Storm, desgastado y golpeado, pero no roto, besando


a un Nicholas Bell para que todo el mundo lo viera antes que se
disparara hacia el cielo en un brillante destello de fuego. También
había otros en el puente, gente con sus teléfonos móviles fuera,
grabando videos temblorosos desde diferentes perspectivas.
Alguien los había reunido todos en un video de cinco minutos de
duración y en varios ángulos y lo había publicado en línea. La última

139
vez que Nick lo comprobó, solo el video de YouTube había
acumulado casi cuatro millones de visitas.

Nick había dejado la escuela como un don nadie, un chico


queer que era ruidoso y molesto y solía dar presentaciones sobre
los hábitos de apareamiento de las tortugas de caja cuando se
suponía que debía estar hablando de héroes Byronic5 en la clase de
inglés.

Había regresado como una celebridad.

Los estudiantes que no le habían dado la hora del día se


acercaron a hablar con él: deportistas ("Muy bien, hermano,
obviamente nada homo"); animadoras ("Me gusta, ni siquiera podía
creer que te gustaran los chicos, pero eso es tan bueno"); los
empollones ("¿Cómo funcionan exactamente los poderes de Pyro
Storm y por qué no te quemaste cuando te dedicaste a la
osculación bucal?"); los drogadictos ("Guauuuuuuuu, amigo, cosas
retorcidas, ¿crees que Pyro Storm vendría a mi casa y fumaría?");
los chicos del teatro ("Así que no tenemos que hacer Brigadoon6
por décima vez, vamos a montar un musical original sobre Pyro
Storm y tú"); los fans de la banda ("Vamos a hacer un concierto en
tu honor por todo lo que tú… Nick, el trombón no es un juguete
para que juegues, bájalo"); y los niños ricos ("Pobre niño
abandonado, apenas puedes decir que el cabestrillo de tu brazo no
es Louis Vuitton").

5
El héroe byroniano es una variante del héroe romántico como un tipo de personaje,
llamado así en honor al poeta romántico inglés Lord Byron. Se considera que tanto la
personalidad misma de Byron como los personajes de sus escritos brindan las
características definitorias de este tipo de personaje.
6
Brigadoon Brigadoon (1954) es un film musical de MGM realizado en CinemaScope y
Agfacolor basado en la obra homónima de Broadway, escrita por Alan Jay Lerner y
140
Frederick Loewe.
Nick se había deleitado con la atención, firmando
autógrafos para todos los que se lo habían pedido (seis personas).
En la semana que se había perdido mientras se recuperaba, su
infamia había crecido a niveles casi míticos, especialmente cuando
Rebecca Firestone lo había desenmascarado como
ShadowStar744, el escritor de fanfics más popular en el fandom
de Extraordinarios. Ella había llamado a su

oda masturbatoria a Shadow Star un manifiesto y


públicamente cuestionó si Nick había estado trabajando con
Shadow Star, su propia historia con el villano de los
Extraordinarios. Pero le había salido por la culata, y solo se había
sumado a la mística de Nick. Para cuando regresó a la escuela,
corrían rumores sin evidencia que los respaldara, especialmente
cuando se supo la verdad de que su compañero de clase y ex novio,
Owen Burke, era Shadow Star.

Sus rumores favoritos incluían:

Nick era un extraordinario, ya fuera un héroe o un villano,


o posiblemente ambos... o... ninguno;

Nick y Owen eran pareja de asesinos y habían matado a


treinta y seis personas;

Nick era una viuda negra / mujer fatal sociópata (no sabía
cómo funcionaba eso) que había seducido a Owen y Pyro Storm y
los había enfrentado entre sí en una pelea para demostrar su
lealtad;

141
Nick, Owen y Pyro Storm estaban en una relación
poliamorosa que se había estropeado cuando Nick y Pyro Storm
quisieron romper con Owen.

Seguro, Nick no había logrado convertirse en un


extraordinario, pero esto era lo mejor que podía hacer. Dejó que
la atención lo inundara con no poca alegría, sabiendo que cambios
como este, aunque raros, duraban toda la vida. No volvería a la vida
que una vez había vivido. Esto era para siempre.

Duró cuatro días, seis horas y siete minutos.

Nick había disfrutado de la atención, volviendo a contar la


Batalla del Puente McManus una y otra vez y sin apenas adornar
ninguno de los detalles, pero pronto se volvió aburrido cuando se
negó a responder la pregunta más importante en la mente de
todos: ¿Quién era Pyro Storm en realidad?

Con la negativa de Nick a responder esta simple pregunta,


se produjo un efecto secundario inesperado: una nueva ola de
especulaciones. Owen Burke era Shadow Star, ergo, era posible
que Pyro Storm también fuera estudiante en Centennial High. Se
hizo y circuló una lista de los sospechosos más probables, y Nick
se indignó cuando Seth no había estado en dicha lista. En su
mayoría estaba lleno de idiotas que no hacían nada para disipar los
rumores, diciendo engreídamente que, aunque fueran Pyro Storm,
nunca lo dirían. Incluso algunas chicas estaban en la lista, lo que lo
ofendió mucho, no por su género, por supuesto, sino porque nunca
lo pillarían ni muerto besándose con una chica. La misma idea era
homofóbica.

142
No ayudada que supiera que todos lo habían visto besando a
Pyro Storm después de la Batalla del Puente McManus. Para evitar
que alguien conectara los puntos con Seth, había iniciado el rumor
de que Pyro Storm había roto con él cuando se dio cuenta que su
corazón siempre pertenecería a Seth. Esto había salido por la
culata de manera espectacular, ya que se había extendido como la
pólvora, la mayoría creyendo que había engañado a Pyro Storm con
Seth. Pyro Storm estaba mejor, todos estuvieron de acuerdo.
Necesitaba a alguien que lo apreciara por todo lo que era. Nick,
obviamente, no podía hacer eso, así que era lo mejor.

Con eso, su popularidad se fue tan rápido como había


venido. Dolía un poco, pero lo había superado.

Dicho esto, estaba un poco (léase: mucho) irritado cuando


todos de repente se obsesionaron con los Extraordinarios. Se
presentaron a la escuela con camisetas gráficas con la cara de
Shadow Star y mochilas con una terrible imagen de Pyro Storm
impresa. Compartieron imágenes de avistamientos de
extraordinarios en todo el mundo:

Eis Augen, un hombre alemán que podía disparar hielo de sus


ojos, su nombre se traducía literalmente como Ojos de Hielo. Era
suave y fríamente guapo y vivía en un palacio helado en las afueras
de Berlín.

Valve, el hombre de Oregón que podía crear portales para


viajar largas distancias en segundos y estaba revolucionando la
infraestructura de viajes de Portland. También había abierto
accidentalmente a propósito un portal a los manifestantes en un
Desfile del Orgullo Hetero. Nadie sabía exactamente dónde se

143
había abierto el segundo portal y desde entonces no se había
vuelto a ver a los heterosexuales problemáticos.

Florida Man, el tipo de Tallahassee cuya piel era del color y


la textura de un caimán, sus dientes terriblemente afilados.
Actualmente estaba pasando por un cambio de nombre, dado que
la mayoría de los resultados de búsqueda de "Florida Man"
mostraban historias de personas que comían sales de baño y
pasaban por un KFC Auto en una alpaca.

La Pastora de Ovejas, una mujer de Nueva Zelanda que


podía controlar la mente de las ovejas para que hicieran lo que
quisiera. Su popularidad se disparó cuando envió setecientas
ovejas tras un grupo de doce nacionalistas blancos que habían
estado celebrando una manifestación en Wellington. Lo último que
se supo fue que todavía no habían dejado de huir del rebaño de
ovejas que los perseguía.

Y docenas y docenas de otros, algunos con poderes


pequeños, otros con poderes grandes. Incluso había oído hablar de
un extraordinario capaz de cambiar su apariencia para imitar a
cualquiera que quisiera, incluso obtener los poderes de aquellos
que copiaba. Eso sonaba genial como el infierno, pero Nick pensó
que era un poco exagerado, y no había podido confirmarlo después
de pasar horas en línea, solo para llegar a un callejón sin salida tras
otro. Todos en Centennial High (y en todo el resto de Nova City)
esperaron con la respiración contenida para ver si algún otro
Extraordinario se levantaba en su hermosa ciudad, junto con Pyro
Storm.

144
Estaba tranquilo sin Shadow Star, lo cual era bueno. Estaba
bien. No necesitaban un villano. Tranquilo significaba fácil.
Tranquilo y pacífico significaba que Seth siempre volvería con él.

Pero el problema de que las cosas fueran tranquilas y


pacíficas era que Nicholas Bell nunca había estado tranquilo ni
pacífico. Nick era ruidoso y complicado de principio a fin, y no
podía evitar preguntarse si las cosas estaban demasiado
tranquilas, demasiado fáciles.

Pero todo puede cambiar en un instante. Un copo de nieve


puede provocar una avalancha.

Y una fría mañana de febrero empezó a nevar.

—Vamos a llegar tarde —dijo Jazz, mirando a Nick con leve


desdén y curiosidad. Frunció el ceño mientras reajustaba su
bufanda Hermès, como si fuera culpa de Nick que se hubiera
torcido un poco.

—Lo sé, lo sé —murmuró Nick. Dejó su mochila en un banco


de la estación de metro de Franklin Street y comenzó a buscar—.
Juro que mi teléfono estaba aquí. No sé a dónde diablos se fue. —
No estaba entrando en pánico, todavía no, pero estaba cerca.
Necesitaba su teléfono. Era su salvavidas para papá, por si acaso.

—¿Lo dejaste caer? —preguntó Gibby—. Yo lo hago. —Ella


apartó sus manos del camino y colocó la bolsa en su regazo. No
protestó; Gibby parecía estar de mal humor.

145
—No lo dejé caer —dijo Nick, mirando a la multitud que se
movía a su alrededor—. Lo tenía en el tren cuando Seth envió un
mensaje de texto y dijo que llegaba tarde y que probablemente
volaría a la escuela. Juro que lo volví a poner en mi bolsa.

—Vaya —dijo Jazz—. Al parecer, todavía no estoy


acostumbrada a escuchar cosas así.

—Gracias —dijo Nick—. Quiero decir, objetivamente,


sabemos que él puede hacerlo, pero, aún así, escucharlo me
desconcierta. No entiende por qué.

—Asqueroso —dijo Gibby, haciendo una mueca mientras


sacaba un bálsamo labial roto que había explotado y ahora estaba
cubierto de pelo—. Qué diablos, Nicky. Limpia tu maldita mochila.
—Tiró el bálsamo labial a la basura junto al banco antes de
reanudar la búsqueda—. Eres un chico gay. Se supone que debes
ser limpio y ordenado.

—No la escuches —dijo Jazz, apretando su brazo—. Eso es


un estereotipo. Puedes ser como quieras, siempre que no implique
que vuelvas a saltar al río Westfield. Todavía tengo pesadillas
sobre la forma en que olías.

—Todos lo hacemos —dijo Gibby—. Me alegra que hayas


pasado de... ¡Ajá! Lo encontré. —Sacó su teléfono y se lo arrojó.

Nick estaba demasiado agradecido para discutir. Miró la


pantalla, sin mensajes, antes de deslizarla en su bolsillo y coger su
mochila de las manos de Gibby.

—¿Cómo van las cosas con tus padres?

146
Gibby se encogió de hombros.

—Lento, supongo. Quiero decir, papá todavía está cabreado.


Mamá también. No han dicho que no pueda pasar el rato contigo,
así que lo considero una victoria. Veremos adónde va, supongo.

—Papá y mamá tenían mil millones de preguntas —dijo


Jazz—. No sabía la respuesta para la mayoría de ellas, por lo que
probablemente todavía estén confundidos, aunque mamá tuvo que
decirle a papá que no puede simplemente pedirle a Seth que prenda
fuego.

Nick suspiró.

—No sé lo que dice de mí que pienso de la forma en que lo


hace tu papá.

—Es bueno —dijo Jazz—. O realmente malo. Uno de esos


dos.

—Uh, sí —dijo Nick—. Seguro. Vayamos con eso. —Miró a


Gibby con nerviosismo—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Gibby le frunció el ceño.

—¿Cuándo has preguntado alguna vez en lugar de hacerla?

Encogiéndose de hombros con torpeza, Nick dijo:

—Supongo que hay una primera vez para todo. Yo… —Se
armó de valor, sabiendo que esto era importante, pero temiendo la
respuesta—. ¿Mi padre te ha asustado alguna vez? Como, no... uf.
No es como si viniera a por ti, pero...

147
Gibby lo miró fijamente durante un largo momento antes de
decir:

—¿Estás preguntando eso por mí o para sentirte mejor?

—Probablemente un poco de ambos —admitió Nick—. Pero


sé que no se trata de mí. Y en serio, dime la verdad, ¿de acuerdo?
O no, si no te sientes cómoda. Eres importante para mí, Gibby.

Gibby gimió.

—Es demasiado temprano para sentimientos. Qué diablos,


Nicky. —Se mordió el labio inferior antes de cuadrar los hombros
y mirarlo directamente—. Bien. ¿La verdad?

—La verdad —coincidió Nick.

—No. Tu padre nunca ha hecho nada que me incomode.

Apoyado por el alivio, Nick dijo:

—Eso es...

Pero ella no había terminado.

—No directamente. Pero Nick, él es... es policía. Y aunque lo


conozco, eso no cambia lo que significa. Tú ves una placa y el
uniforme, y piensas en seguridad. Yo veo la placa y el uniforme y
pienso en la frecuencia con la que personas como él le han fallado
a personas como yo. No se trata solo de tu papá; se trata de todos
ellos. Y no ayuda que tu papá haya hecho lo que hizo. Sé que fue
hace unos años y era un hombre blanco, pero si agredió a alguien
una vez, ¿quién puede decir que no lo volverá a hacer?

148
—Sí —murmuró Nick—. Lo entiendo ahora. No voy a fingir
que lo que hizo papá estaba justificado. No lo estaba. Y creo que...
no lo sé.

—¿Lo has pasado por alto? —Jazz preguntó en voz baja.

—Tal vez —dijo Nick con una mueca de dolor. Alguien se


topó con él en el camino hacia las escaleras, y frunció el ceño por
encima del hombro antes de mirar a sus amigos—. No, tal vez no.
Lo hice. —Todo en lo que había estado pensando era en cómo
actuaría si alguien estuviera hablando mierdas así de su madre.
Tenía que encontrar una manera de reconciliar eso con quien sabía
que era su padre. Al menos, quién pensaba que era su padre. Ahora,
no estaba tan seguro.

Gibby se encogió de hombros.

—Entiendo que tu papá estaba de duelo, pero eso no es


excusa.

Nick negó con la cabeza.

—Lo sé. Gracias por ser sincera conmigo.

Gibby resopló.

—¿Cuándo no lo he sido? Lo resolveremos. Solo piensa.


Realmente lo creo. ¿Puedes hacer eso?

—Sí —dijo Nick—. Por supuesto. Por lo que vale, lo siento.

Ella puso los ojos en blanco con cariño.

—Vaya, Nick. Gracias.

149
Jazz se rió cuando Nick frunció el ceño.

—Sí, sí. Ríete. Oh, oye, tengo una idea que quería que las dos
pensaran.

—Uh-oh —dijo Jazz mientras Gibby la tomaba de la mano y


la empujaba hacia las escaleras que conducían a las calles de
arriba— Me da escalofríos cuando dices cosas así.

Nick las siguió, subiéndose la sudadera con capucha por la


cabeza para mantener sus orejas calientes. Llegaron al nivel de la
calle cuando el cielo comenzó a escupir ráfagas.

—Es una buena idea. Lo he pensado bien.

—¿Durante cuánto tiempo? —preguntó Gibby—. Porque tu


idea de pensar las cosas a fondo por lo general significa que
simplemente lo has pensado dos segundos y no piensas en absoluto.

Nick puso los ojos en blanco.

—Te haré saber que lo pensé por primera vez el sábado, así
que son casi dos días completos de filtración. —Gibby estaba a
punto de hablar, pero la interrumpió—. Y no, esto no implica que
me convierta en un extraordinario. Me he rendido con eso. Se
trata del Team Pyro Storm. —Movió la cabeza y las caderas cuando
pasaron junto a un grupo de músicos callejeros que golpeaban
cubos de plástico. Uno le sonrió y mostró un pulgar hacia arriba,
que él devolvió de la misma manera. Dios, amaba a la gente de esta
ciudad. Sacó algunos billetes de un dólar arrugados y los arrojó en
una pequeña caja frente a ellos y luego siguió adelante, soplándose
en sus manos para calentarlas.

150
—¿Tiene esto algo que ver con el giro brusco que ha dado tu
fic? —preguntó Jazz—. Ya que estaba un poco decepcionada por
no poder leer sobre Seth y tú, oh, lo siento, Nash y Pyro Storm,
intimando.

—Asqueroso —murmuró Gibby—. Te dije que no leyeras


esas cosas. Hay que apartar la mirada una vez que ves lo que pasa
en la cabeza de Nick.

—Fingiré que fue un cumplido. Gracias, Gibby. Y Jazz, te


agradezco que leas mi trabajo y dejes un comentario. Los
comentarios son vida.

—De nada —dijo Jazz—. No salió como esperaba, aunque, si


lo piensas, es una forma realmente extraña de decirle a Seth que
lo amas.

Nick casi choca contra un poste.

—¿Qué dices?

Jazz lo miró con los ojos entrecerrados.

—Ese es el objetivo del fic, ¿verdad? Es una carta de amor


para Seth.

Eso... eso era una novedad para Nick.

—¡No lo es! No lo amo. ¡Dios mío, solo llevamos saliendo como


cuatro meses, siete días y dieciséis horas!

—No —dijo Gibby—. No, no, no. Me tragué lo del despiste,


el embobamiento y las miradas anhelantes que me hicieron querer
gritarles a los dos. No tengo fuerzas para escuchar esto ahora.

151
—Pero...

—No. Eres un chico, eres estúpido y no me importa .—Gibby


empujó a Jazz por la acera, dejando a Nick estupefacto
mirándolas.

—A ella le importa —gritó Jazz por encima del hombro


mientras Nick trotaba para alcanzarlas—. Tiene una forma
divertida de mostrarlo. También me importa, pero solo te lo digo
para que lo sepas en lugar de preguntarte.

—No es una carta de amor —dijo Nick, persiguiéndolas—. Y


lo sabes, idiota.

—Sigue diciéndote eso, Bell —dijo Gibby— ¿Marca?

Correcto. Enfócate.

—Piénsalo —dijo Nick mientras doblaban una esquina,


Centennial High apareciendo en la distancia— ¿Qué necesita un
extraordinario en el siglo XXI? Una marca de reconocimiento.

Esperó a que quedaran debidamente impresionadas.

Jazz hizo estallar una burbuja con su chicle. Gibby bostezó,


tapándose la boca con el dorso de la mano. Las estaba perdiendo.
Era hora de sacar el armamento más grande...

—Está bien —dijo—. Veo que estáis interesadas, pero


necesitáis saber más. Lo tengo. —Se apresuró a dar la vuelta para
enfrentarlas, caminando hacia atrás—. Imagínense esto: ¿Qué es
mejor que tener un superhéroe protegiendo las calles de nuestra
hermosa ciudad? Tener un superhéroe con marca de
reconocimiento mundial.

152
En el mejor de los casos, parecían dudosas. Era hora de
sacar la artillería pesada. Era una suerte que hubiera tenido dos
días enteros para planear.

Listo para hacer volar sus mentes, dijo:

—Tendremos una cuenta de Twitter, donde ejecutaré y


mostraré los hashtags de moda, algo como el hashtag
#RegresoDelFuego o el hashtag #ElHeroeDeLaGente. E incluso
tendremos algunos tweets desde la perspectiva de Pyro Storm,
diciendo cosas como Entre la Décima y la Avenida Liberty, crimen
en proceso, aléjate, ciudadano. Hashtag
#LaSguridadEsLoPrimero, hashtag
#VecindarioAmigoDePyroStorm —Frunció el ceño—. Tendremos
que trabajar en eso último, para que no nos demanden por atentar
contra la propiedad intelectual, pero, aún así. —Sacudió la
cabeza—. ¡Y merchandasing! Encargaremos a los artistas del
fandom de los Extraordinarios que creen arte que podamos pegar
en bolsos, camisas y tazas de café y venderlos en una tienda de
merchandising.

—¿Quién se queda con el dinero? —preguntó Gibby, tirando


de Nick hacia un lado antes que retrocediera contra un poste.

—Nosotros —dijo Nick rápidamente—. Cada uno de


nosotros tendrá una parte, pero tal vez una más grande para Seth,
ya que él es el Extraordinario haciendo todo el trabajo pesado.
Ayudará que ya no necesitemos actualizar la guarida secreta. Lo
cual, por cierto, gracias, no había pensado en gafas de visión
nocturna, pero ahora que las tenemos, no puedo vivir sin ellas.

153
Además, donaremos un porcentaje a una organización sin ánimo de
lucro LGBTQIA porque es lo correcto.

—Solo lo mejor —dijo Jazz—. Y papá ni siquiera amenazó


con retirarlo todo, aunque dijo que mamá y él no me dejarían gastar
más dinero hasta que hayan tenido tiempo de pensar bien las cosas.
Creo que se pregunta si todos tenemos superpoderes y no se lo
hemos dicho. —Ella rió— ¿Os lo imagináis? Yo con poderes. Haría
que los héroes se vieran bien. —Como para demostrar su punto,
levantó uno de sus tacones para mostrarles sus zapatos Alexander
McQueen, adornados con calaveras—. Mamá estuvo de acuerdo con
eso después que le pusiera un par de copas de vino. Una vez que
eso sucede, ella está de acuerdo con casi cualquier cosa y te dice
cosas que no quieres escuchar, como lo que piensa sobre los
pantalones cortos que usa su instructor de tenis. Nunca lo conocí,
pero sé más sobre su anatomía de lo que nunca quise, porque
aparentemente sus pantalones cortos son muy cortos.

Ellos la miraron.

Ella se encogió de hombros.

—¿Qué? Le gusta el tenis y el vino y su instructor de tenis.


Yo no juzgo, y vosotros tampoco deberíais.

—¿Has hablado con Seth sobre algo de esto? —Gibby le


preguntó a Nick mientras continuaban hacia la escuela—. ¿O es uno
de esos momentos en los que haces planes sin decírselo a uno de
nosotros y luego esperas lo mejor cuando intentas ponerlo en
práctica?

154
—Él lo sabe —dijo Nick a la defensiva—. Lo leyó en el fic.
¡Equipo Pyro Storm, listo para twittear y vender carteles firmados
a un precio excesivo! —Sonrió. Ellas no. Añadió—: Y también salvar
vidas.

Gibby negó con la cabeza.

—No lo sé, Nicky. Suena muy bien, pero dijo que ya no


estaba seguro de lo que quería. Le está pasando factura. Está
cansado todo el tiempo, y aunque Shadow Star ya no está, siempre
hay algo que hacer.

Gibby no estaba equivocada, pero ¿qué podían hacer al


respecto? Incluso Seth había dicho que Nova City siempre
necesitaría a alguien como Pyro Storm. Nick estaba tratando de
ayudar lo mejor que podía, de ahí la marca. La lógica era un poco
defectuosa, la ecuación no igualaba la respuesta, pero lo
conseguiría.

—Lo sé, pero todo lo que podemos hacer es apoyarlo con...

Por segunda vez en el día, chocó contra alguien. Su culpa


esta vez. Se dio la vuelta, con las palabras Lo siento en la punta de
la lengua, pero luego vio a quién había golpeado y su disculpa murió
gritando.

Su cabello estaba un poco más largo de lo que había estado


la última vez que estuvieron frente a frente, y estaba decolorado
con un alarmante tono rubio. Pero la sonrisa de tiburón era la
misma, su maquillaje a punto, sus ojos brillando mientras se llevaba
un micrófono a los labios, volviéndose hacia el hombre que estaba
detrás de ella con una cámara en el hombro y apuntando

155
directamente a Nick. Nick solo la había visto una vez en persona
desde que ambos estuvieron atrapados en la cima del puente
McManus. Había aparecido en su casa unas semanas después de la
batalla, con su equipo a cuestas, exigiendo que le concediera una
entrevista. Papá le había dicho en términos inequívocos que, si
alguna vez volvía a pisar su propiedad, él iba a meter su propio pie
tan lejos en su trasero que ella haría gárgaras con los dedos de
sus pies. Después de cerrarle la puerta en la cara, se volvió y le
dijo a Nick que la violencia nunca era la respuesta y que la violencia
contra las mujeres era una pandemia que debía detenerse. Nick se
había reído de eso en ese momento, pero después de escuchar con
más claridad lo que papá le había hecho al testigo años antes y las
consecuencias que vinieron después, no creía que hubiera nada
gracioso en eso ahora. Nunca había pensado que su padre fuera
violento, pero tenía pruebas de lo contrario. No sabía lo que eso
significaba para su padre, o para él mismo, por no hacer las
preguntas que debería haber hecho. Gibby y Jazz tenían razón. Él
simplemente... lo había pasado por alto.

Esa noche, ella salió a la televisión en vivo e informó que


había sido amenazada verbalmente por Aaron Bell, el ex detective
que había sido degradado después de agredir físicamente a un
testigo y el padre de un tal Nick Bell, que había estado en el centro
de la lucha entre Shadow Star y Pyro Storm.

—Pero voy a persistir —dijo—. Nova City merece


respuestas, y ningún hombre me impedirá obtenerlas. —A pesar
que despreciaba cada fibra de su ser, se preguntó si su padre le
había asustado. No sabía si quería que ella lo estuviera o no.

Independientemente, Nick no era su fan.

156
—Rebecca Firestone —gruñó mientras ella miraba
directamente a la cámara.

—Estamos parados en las calles de Nova City —dijo como si


él no estuviera mirando con puñales la parte posterior de su
cabeza—. Y, por casualidad, nos hemos encontrado con Nicholas
Bell. Si recordáis, el Sr. Bell es el autor de Aquí Es Donde
Quemamos La Tierra, un extenso manifiesto disfrazado de
fanfiction mal tramado sobre el Extraordinario Shadow Star.

—¿Casualidad? —Jazz preguntó en voz alta—. Estás parada


frente a nuestra escuela.

Nick, enfocándose en lo que era realmente importante,


exclamó:

—¿Mal tramado? Fue una maldita obra maestra. Sí, en


retrospectiva, estaba extremadamente equivocado, ¡pero aún así!

Ella los ignoró, incluso cuando los estudiantes que se dirigían


hacia las puertas principales se detuvieron y se volvieron para
mirarlos.

—Shadow Star —continuó—: Que resultó ser Owen Burke,


de dieciséis años, un estudiante de Centennial High e hijo de Simon
Burke de Burke Pharmaceuticals.

—Y de quién te enamoraste, a pesar que tienes como


cincuenta —dijo Gibby—. Eso es asqueroso. E ilegal.

—Tengo treinta y dos —espetó Rebecca Firestone,


haciendo añicos la fachada de valiente reportera—. Y se presentó
como alguien mucho, mucho mayor, así que...

157
El camarógrafo tosió intencionadamente.

Rebecca Firestone recompuso la cara.

—Correcto. Edítalo en la publicación. Tres, dos, uno. —Ella


sonrió—. Nicholas Bell ha sido una figura central en el misterio en
curso de los Extraordinarios de Nova City. En el puente McManus,
docenas de testigos, incluido yo misma, lo vieron besando al
Extraordinario conocido como Pyro Storm, que era considerado…
y, potencialmente, con razón… el villano de Nova…

—Demonios, sí, lo hice —dijo Nick, mirando lascivamente a


la cámara—. ¡Vivan los gays!

—...que era considerado el villano de Nova City —Rebecca


Firestone dijo con los dientes apretados. Se volvió hacia Nick con
los ojos entrecerrados—. Señor Bell, ¿te importaría comentarlo?

—Lo haría —dijo Nick cuando Gibby gimió detrás de él.

—¿Lo harías? —Rebecca Firestone preguntó,


momentáneamente sorprendida—. Por supuesto que lo harías.
¿Qué sabes sobre Pyro Storm? ¿Sabías que Owen Burke era
Shadow Star? ¿Cuál es tu relación con ambos? ¿Emocional?
¿Física? —Le arrojó el micrófono a la cara.

Su momento de brillar. Rebecca Firestone se arrepentiría


de haber nacido.

—Mi comentario es este: soy menor de edad y Rebecca


Firestone está intentando hablar conmigo sin un tutor presente.
—Dejó que su labio inferior temblara mientras negaba con la
cabeza—. Ojalá hubiera un adulto que me ayudara a salvarme del

158
incesante interrogatorio de Rebecca Firestone. Fui una víctima, y
ella me está haciendo revivir el trauma de una noche que desearía
poder olvidar, aunque fui yo quien la salvó de...

—Pequeña mierda —gruñó Rebecca Firestone antes de


recomponerse.

Los susurros de los que estaban frente a la escuela se


hicieron más fuertes, algunos de ellos riendo. Rebecca Firestone
miró a Nick antes que esa sonrisa malvada regresara, sus ojos se
iluminaron de una manera que hizo que se sintiera incómodo. Sin
apartar la mirada de él, le tendió la mano al camarógrafo y
chasqueó los dedos. El camarógrafo se inclinó hacia una gran bolsa
de lona que tenía a los pies. Murmuró en voz baja que no le pagaban
lo suficiente por esta mierda antes de sacar una tablet y
entregársela a Rebecca Firestone.

Golpeó la pantalla con el borde de su micrófono.

—Díganos, Sr. Bell, ¿ha visto Pyro Storm desde los eventos
en el puente?

Se encogió de hombros, sabiendo que tenía una audiencia de


sus compañeros y que era mejor mantenerlos adivinando. Existía la
posibilidad de que pudiera cambiar esto a su favor.

—Tal vez si, tal vez no.

—Mmm —dijo—. Y tu novio, Seth Gray, ¿verdad? ¿Qué


pensó de que besaras a otro hombre?

UH oh. Eso no estaba bien.

159
—No empezamos a salir hasta después de eso. —Mentira
total, pero ella no lo sabía—. Seth es el mejor —agregó
rápidamente, porque pensaba que Seth Gray merecía ser
felicitado públicamente—. Su sonrisa es como la luz del sol, y sus
pajaritas me dan vida.

—Bien —dijo Rebecca Firestone—. Amor juvenil. Que


hermoso. Sin embargo, me pregunto qué piensa tu novio de que
sigas fraternizando con Pyro Storm.

Nick la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Qué estoy haciendo qué?

Su sonrisa se ensanchó, enseñando sus dientes. Dio la vuelta


a la tablet y le mostró la pantalla a Nick. Sintió a Jazz y Gibby
apiñándose en su espalda, mirando por encima del hombro.

En la tablet había una imagen. Nick sabía exactamente


cuándo se lo habían tomado. Víspera de Año Nuevo. Tenía planes
para salir con Gibby, Jazz y Seth, pero se vieron obligados a
actuar cuando Seth fue alertado sobre un allanamiento en el museo
de historia, donde había una exhibición de joyas de valor
incalculable prestado por la India durante casi un mes. Pyro Storm
había frustrado el atraco y se habían contabilizado todas las joyas.
Su noche de fiesta había sido filmada, pero Nick pensó que valía
la pena mantener las relaciones entre India y Estados Unidos al
mismo nivel. No era más que diplomático.

Después, se había encontrado con Pyro Storm en las calles


de Nova City, escondido en las sombras de un callejón. Justo a la

160
medianoche, Seth lo había besado dulcemente, prometiéndole que
el Año Nuevo iba a ser maravilloso.

Al parecer, no habían estado solos. Porque aquí, en la


pantalla, había una foto de Nick con ridículas gafas de pasta
cubiertas de purpurina que mostraban los números del Año Nuevo,
pegado al ladrillo de un edificio antiguo, Pyro Storm besándolo, las
manos de Nick escondidas bajo su capa. La foto estaba borrosa y
había sido tomada desde el otro lado de la calle, pero obviamente
era Nick, con la cabeza inclinada mientras besaba a un
Extraordinario.

—¿Qué demonios? —preguntó Nick furiosamente, tratando


de deslizar el dedo para ver si había otras fotos. No las había,
pero una era suficiente—. ¿Qué es esto?

—Una exclusiva —dijo Rebecca Firestone mientras


arrancaba la tablet de las manos de Nick—. ¿Te importaría
comentar por qué tú, alguien que dice que tiene una relación sana,
jugarías con fuego?

—Guau —dijo Jazz—. ¿De verdad has pensado eso tu sola?


Eres tan impresionante.

Rebecca Firestone la ignoró.

—¿Señor Bell? ¿Alguna idea? Odiaría interponerme entre el


amor juvenil, pero esto es algo que debería abordarse. Cualquiera
puede ver lo que estaba haciendo. De hecho, alguien lo hizo, razón
por la cual esta foto me la envió un ciudadano anónimo, pero
preocupado, de Nova City.

161
—Sin comentarios —espetó Gibby, agarrando a Nick de la
mano e intentando alejarlo—. Señora, no quiere cabrearnos más de
lo que ya lo ha hecho. Voy a mandar a mi novia contigo, y no quieres
eso. No has sentido miedo hasta que no has visto a la aterradora
Jazz.

Rebecca Firestone se burló mientras miraba a Jazz a


tiempo para verla salir de sus tacones, girarlos con pericia en sus
manos y avanzar con ellos levantados como armas.

—Pruébame —dijo Jazz remilgadamente mientras ladeaba


la cabeza.

—¿Qué estás haciendo aquí, Firestone? —Nick hizo un


gesto con la cabeza para encontrar a su novio abriéndose paso
entre la multitud, sus pantalones de vestir perfectamente
arrugados, su suéter negro sin pelusa como recién enrollado, y un
fular de cachemira. Los fulares y las corbatas eran casi lo mismo,
pero los fulares eran más informales, lo que Nick solo sabía por
Seth, y aunque era en su mayoría información inútil, todavía le
debilitaba un poco las rodillas, al diablo con la situación actual.
¿Quién diablos se creía Seth que era, entrando aquí para salvar el
día, luciendo tan estúpidamente adorable que Nick pensaba que
simplemente moriría?

Seth se interpuso entre sus amigos y Rebecca Firestone,


cuya sonrisa se desvaneció, frunciendo el ceño mientras lo miraba
de arriba abajo.

—Vete ahora —dijo Seth con frialdad, y la creciente


multitud a su alrededor se rió. Nunca habían visto a Seth tan
asertivo, y Nick no se sorprendería si la mitad de ellos no lo

162
desearan de manera inmediata e irrevocable. Si no lo hacían,
deberían haberlo hecho. Seth era prácticamente la cosa más sexy
que existía cuando llevaba corbata y hablaba con fuerza—. No me
hagas que te lo diga de nuevo.

—Uh —dijo el cámara—. Sí, me voy de aquí. —Bajó su


cámara, apuntando la lente hacia el suelo—. Ya estaba preocupado
por esta tarea, viendo cómo murió su último cámara, pero ese joven
da miedo y no quiero morir o volver a la cárcel.

Jazz dio una patada hacia él, con el talón levantado, y se


tambaleó hacia atrás, casi tropezando con su bolsa de lona.

Rebecca Firestone gruñó mientras le devolvía la tablet con


tanta fuerza que casi la dejó caer.

—Maldita sea, está bien. —Se giró sobre ellos, golpeando a


Seth en el pecho con una uña perfectamente cuidada mientras
miraba a Nick por encima del hombro—. Esto no ha terminado. Sé
que estás involucrado con los Extraordinarios, Bell, y no importa
qué tan conectado estés con el CPNC, no importa cuántas personas
traten de encubrirlo, tú lo sabes y yo lo sé. Y encontraré la verdad.
Todos merecemos saber quién se esconde detrás de las máscaras.
—Se dio la vuelta y miró a los estudiantes reunidos en las
escaleras—. ¡Permanezcan en la escuela! —les gritó antes de
irrumpir por la acera, con su cámara siguiéndola.

Seth la siguió con la mirada hasta que ella desapareció entre


la multitud antes de suspirar, hundiendo los hombros. Cuando se
volvió, desapareció el acero. Todo lo que quedaba era Seth: Seth
cansado, maravilloso y mentiroso.

163
—¿Que quería? —preguntó mientras los estudiantes
comenzaban a entrar en la escuela.

—Causar problemas —murmuró Gibby—. Ella tiene una foto


tuya como Pyro Storm comiendo la boca de Nick. Buen trabajo, a
los dos. Eso no va a ayudar con los rumores por aquí. —Señaló con
la cabeza hacia la escuela, donde todos seguían murmurando
mientras miraban al Equipo Pyro Storm.

—Entonces pensarán que tenemos en una relación abierta —


dijo Nick—. Somos progresistas.

Seth puso los ojos en blanco.

—Anotado. —Miró hacia donde Rebecca Firestone había


desaparecido—. De todas maneras, ¿cuál es su punto de vista? Ella
no es mi persona favorita ni mucho menos, pero ¿realmente solo
quiere saber con quién te estás besando? Parece un poco bajo para
ella.

—Lo único que hay debajo de ella es el suelo —espetó Nick—


. Ella es un dolor en el trasero, y tenemos que averiguar qué hacer
si intenta causar problemas.

—¿Es esa... es esa su cara enojada? —Jazz le susurró a


Gibby mientras volvía a ponerse los tacones.

—¿No sé? —dijo Gibby, entrecerrando los ojos hacia Nick—


. Parece que tiene un tic nervioso o se está tirando un pedo. Nunca
se sabe con los chicos. Es lo que los hace tan ridículos.

Seth negó con la cabeza.

164
—No tenemos que preocuparnos por eso ahora. Hay cosas
más importantes en las que concentrarse. —Miró a Nick—. Como el
último capítulo de tu fic. Nick, digo esto con nada más que
admiración por ti como persona, ¿de acuerdo?

Buen comienzo. A Nick le encantaba ser admirado.

—Lo apruebo. Puedes proceder.

Seth dijo:

—¿De qué diablos estás hablando con eso de la marca? ¿Y


un sitio web? ¿Cuándo tuviste tiempo para hacer un sitio web? ¿Y
por qué había una pestaña para inscribirse en un Meet and Greet?

¡Ah, hora del argumento de venta!

—Estoy tan contento que lo hayas preguntado. Prepárate


para alucinar. Eso…

El timbre sonó.

—Tendrá que esperar —dijo Nick rápidamente—. Porque no


podemos llegar tarde a clase, ya que nuestra educación es
importante, y papá me enviará a un internado si la escuela lo vuelve
a llamar. Una amenaza vacía, pero no quiero arriesgarme porque el
internado está en New Hampshire y ni siquiera sé dónde está, lo
cual es una acusación condenatoria del estado de nuestro sistema
escolar. Pero Seth, te va a encantar, te lo prometo. Y dejaré que
tu mente vuele con las posibilidades hasta el almuerzo. Además, te
ves increíble y tu corbata me da vida. —Lanzó un beso contra los
labios de Seth antes de salir pisando fuerte hacia la escuela—.
¡Buena charla, equipo! —gritó por encima del hombro.

165
Siempre déjalos con ganas. Cosmo.

166
6
En un buen día, Nick tenía que esforzarse para
concentrarse. No era tan malo como solía ser, y tenía la esperanza
de convertirse en uno de esos adultos afortunados cuyos síntomas
del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
disminuían con la edad. Pero no se engañaba a sí mismo al pensar
que alguna vez se libraría de él: un niño con TDAH se convertía en
un adolescente con TDAH y luego en un adulto con TDAH. Ese era
su destino en la vida. Apestaba, pero no era una sentencia de
muerte. Había estado tomando Concentra el tiempo suficiente
ahora que se había equilibrado, y su mente estaba más clara y
aguda de lo que había estado en mucho tiempo. Obedientemente
tomaba sus píldoras según las instrucciones, sabiendo que estaban
destinadas a ayudarlo, Aunque la fuente de las píldoras ahora era
algo que cuestionaba.

Y, sin embargo, sin importar a qué se redujera, sin importar


la edad que tuviera o si finalmente estaba tomando los
medicamentos correctos, su cerebro estaba conectado de manera
diferente. Y aunque los días malos eran pocos y espaciados, todavía
los tenía. Esos días eran cuando sus pensamientos eran un nudo
revuelto en su cabeza, y no importaba cuánto tirara de las hebras
individuales, solo hacía que el nudo se apretara más. Esos días eran
cuando sentía que estaba vibrando fuera de su piel, incapaz de
quedarse quieto por un período corto de tiempo. Se inquietaba.
Daba unos golpecitos con el pie. Golpeaba sus dedos contra sus

167
muslos y la parte superior de su escritorio. Hacia clic con su
bolígrafo una y otra vez. No estaba en espiral, no como cuando
tenía ataques de pánico y no podía respirar.

Pero aún así apestaba, especialmente en este lunes por la


mañana de febrero. Sabía que estaba escalando, la batería que era
su cerebro sobrecargado por una subida de tensión. Trató de
detenerlo, intentó calmarse haciendo lo que le habían enseñado:
aclarar su mente lo mejor que podía, elegir una cosa en la que
concentrarse y respirar por la nariz y exhalar por la boca.

No funcionó.

Todo en lo que podía pensar era en la invasión de su


privacidad: Rebecca Firestone usando un momento íntimo en su
contra, como si tuviera algún derecho.

—Puede besarme el trasero —murmuró Nick mientras


garabateaba círculos en su cuaderno—. Tiene suerte que yo no
tenga poderes y simplemente bam. ¡Pow!

Fue en ese momento que se dio cuenta de lo que le rodeaba


y descubrió que estaba en medio de la segunda clase (Literatura
estadounidense) y que la maestra (una encrespada señora llamada
Werner) y sus compañeros de clase lo miraban fijamente, algunos
ya susurrando.

Nick parpadeó. ¿Segunda clase? ¿Qué diablos había pasado


con la primera? Oh hombre, esperaba que no hubiera habido un
examen sorpresa. Lo habría estropeado seguro si lo había. Y era
exactamente igual que Hanson para dar un examen de
trigonometría a primera hora de un lunes por la mañana. Se

168
desplomó en su silla, sonriendo ampliamente para que la Sra.
Werner supiera que estaba aquí y listo para a escuchar su perorata
sobre la alegoría y el bla, bla, bla. Debe haber funcionado, porque
reanudó y todos se volvieron hacia el frente de la clase.

Un momento después, estaba perdido en sus pensamientos


de nuevo, abriendo el nudo en su cabeza, tirando, tirando, tirando
de las hebras sueltas, tratando de encontrar una que se soltara.
Era todo papá, Seth y Burke, Burke, Burke, lo que provocaba que
una leve oleada de ira se apoderara de él. Las luces de la habitación
zumbaron con fuerza. En la esquina, una se cortocircuitó por
completo con un pop bajo. Nadie le prestó atención. Después de
todo, estaban en una escuela pública. Las cosas se rompían todo el
tiempo.

—Necesitamos un frente unido antes que Seth llegue. —


Anunció tan pronto como se sentó a la mesa del almuerzo. La
cafetería estaba ruidosa hoy, ya que la mayoría de los estudiantes
estaban dentro, dado el frío que hacía fuera. Se suponía que las
ráfagas cambiarían a nieve en algún momento, pero hasta ahora,
estaban aguantando. No ayudaba que un grupo de los niños más
populares de la escuela estuviera colgando pancartas para un
evento en el que había estado totalmente espaciado. La pancarta
más grande decía: ¡PRÓXIMAMENTE BAILE DE GALA DEL
CENTENARIO! ¡UNA NOCHE PARA RECORDAR!

Este era el primer año que iban a ir, dado que era solo para
estudiantes de tercer y cuarto año. Gibby podría haber ido el año
pasado con Jazz, pero terminaron viendo películas de monstruos

169
terribles con ellos. A Gibby no parecía importarle en absoluto,
pero cuando Jazz la invitó al baile de graduación este año, ella puso
los ojos en blanco, todo mientras luchaba por no sonreír, no engañó
a nadie.

Nick no le había preguntado a Seth todavía, ni Seth le había


preguntado a él. Cosmo le había enseñado que nunca debía asumir
nada, por lo que necesitaba planificar la propuesta más grande y
elaborada de la historia, haciendo que todas las demás propuestas
parecieran una mierda.

Lo miraron con curiosidad, Gibby arqueó una ceja y Jazz


saludó a Nick con la mano. Dejó su mochila en la mesa junto a él,
buscando hasta encontrar la bolsa de papel marrón que contenía
su almuerzo: un sándwich roto, papas fritas pulverizadas y un
plátano magullado. La fiesta de los reyes.

Gibby llevaba una canasta llena de papas fritas, algo que


Nick anhelaba, pero no se atrevía. Desde que Seth había revelado
sus músculos, Nick había prestado más atención a lo que comía.
Seth le aseguró una y otra vez que le agradaría sin importar la
forma o el tamaño que tuviera, y aunque eso lo llenó de tanta
alegría que pensó que estallaría, Seth también tenía al menos tres
abdominales mientras que Nick no tenía ninguno.

Jazz tenía lo que parecía ser pollo a la piña sobre repollo


rallado. Se preguntó brevemente si sus padres la amaban antes de
negar con la cabeza. Cosas más importantes en las que
concentrarse.

—Todavía estás con eso, ¿eh? —preguntó Gibby—


¿Pensando en eso toda la mañana?

170
—Por supuesto que sí —siseó Nick mientras se inclinaba
hacia adelante. Miró alrededor sospechosamente. Nadie parecía
estar tratando de escuchar, pero eso no significaba que ellos
tampoco lo estuvieran—. ¿Quién se cree Rebecca Firestone que
es? Nadie, eso es quién es. ¿Y esa mierda sobre una fuente
anónima? Mentira. Todo es mentira. Ella obviamente me está
acosando, y voy a hacer que la despidan.

—¿Por qué te está acosando? —preguntó Jazz, secándose


delicadamente la boca con una servilleta de tela—. ¿Y no puedes
decir que Seth estaba disfrazado o algo así?

Nick la miró fijamente.

—¿Cosplay? ¿En Enero? ¡Ni siquiera es temporada de la


ExtraordinariosCon! Sabes que eso no es hasta octubre.

—¿Y qué? Mis padres van a fiestas todo el tiempo y se


supone que no debo saber que llevan disfraces. —Ella sonrió—. Las
llaman fiestas 'Ojos bien cerrados', lo que sea que eso signifique.

—¿Qué hacen en ellas? —preguntó Gibby.

Jazz se encogió de hombros.

—No sé. Probablemente hablan de cuotas de mercado y


yates. Creo que es como una fiesta de pijamas para adultos.

—No entiendo a la gente rica —se lamentó Nick—. Como,


¿por qué tú…? no, ¿sabes qué? Enfócate. Sigue.

Gibby parecía preocupada. Se acercó y cogió la mano


nerviosa de Nick en la suya, apretándola con fuerza.

171
—Debes tener cuidado. Todos lo hacemos, pero
especialmente Seth y tú. Aunque no fue Firestone quien hizo la
foto, no va a dejarlo pasar.

—Oh, lo sé —dijo Nick—. Como un perro con un hueso... está


—suspiró— ¿Sabes qué? Eso está mal. Aunque sea Rebecca
Firestone. Es una mujer que ha trabajado duro para llegar donde
está en una industria dominada por hombres que... ¿Qué diablos
estoy diciendo? ¡Al diablo con ella!

Gibby y Jazz intercambiaron una mirada.

—Creo que tienes permitido eso —dijo Gibby.

—Maldita sea, claro que lo tengo —dijo Nick, tirando de su


mano hacia atrás para abrir su almuerzo—. ¿Sabes qué? Debería
haberlo visto venir. Tienen que trabajar juntos. Es lo único que
tiene sentido. Después que Burke me secuestrara durante el fin
de semana y...

—¿Qué? —Gibby preguntó bruscamente.

Nick palideció. Maldición. No había querido decir eso.


Rebecca Firestone lo había dejado fuera de juego.

—Uh, estaba hablando... ¿metafóricamente?

—Nick —gruñó Gibby.

Sacudió la cabeza.

—Olvídate que dije algo. Tenemos cosas más importantes


de las que preocuparnos. Seth...

172
—...se acerca a la mesa, parece que está a punto de entrar
en batalla —dijo Jazz. Luego levantó la voz, con una sonrisa alegre
en su rostro mientras decía—. ¡Hola, Seth! ¡No estábamos
hablando de ti en absoluto! ¡Ven, siéntate, siéntate!

—Buena, chica —dijo Gibby—. Eso fue creíble.

—Puedo oírte —murmuró Seth mientras se sentaba junto a


Nick. Lo miró con cautela y Nick sonrió de forma algo maniática—
. Hola.

—Hola, novio mío —dijo Nick, y como podía, se inclinó hacia


adelante y besó a Seth directamente en la boca. Esperaba que un
homófobo hubiera estado mirando y ahora estuviera lleno de tanta
rabia heterosexual que se estuviera ahogando. Cuando se apartó,
las gafas de Seth estaban ligeramente torcidas y sus mejillas
estaban rosadas, pero no miró a su alrededor como avergonzado.
En cambio, se inclinó hacia adelante y volvió a besar a Nick. Era
una de las cosas que más amaba de él, ya que era hora de que las
personas queer pudieran reclamar demostraciones públicas de
afecto por los suyos sin preocuparse por ser acosadas por ello.

—Pareces estar de buen humor —dijo Seth, golpeando su


hombro contra el de Nick—. Casi no quiero preguntar por qué.

—Pero… —dijo Nick.

—Pero —dijo Seth—. Siento que tengo que preguntar en


caso que eso signifique que vas a hacer algo que podría terminar
en la destrucción de una propiedad pública.

—¡Eso solo ha sucedido unas pocas veces!

173
Seth resopló.

—Oh, error mío. Solo unas pocas veces.

Y como Gibby era malvada, dijo:

—Sí, Nick solo nos estaba contando cómo Simon Burke le


había secuestrado.

Seth se volvió lentamente para mirar a Nick, quien decidió


que su almuerzo necesitaba su atención inmediata. El sándwich se
podía salvar. Las patatas fritas, no tanto. ¿Quizás si vertiera los
restos en el sándwich? ¿Era asqueroso? Probablemente. Lo que
fuera. Y eso aún dejaba el plátano, que Nick sabía que era su padre
jugando con él, dada la forma en que una vez le había dado la charla
sobre sexo seguro que involucraba un plátano, un condón y
lubricante. Nick todavía no se había recuperado. No pensaba que
lo hiciera nunca.

—Nick.

Gimió y se preguntó por qué nadie más se distraía con tanta


facilidad como él.

—No es un gran problema. Y no lo llamaría secuestro —


agregó, lanzando una mirada fulminante a Gibby.

—Has usado esa palabra exacta —le recordó Jazz.

—Semántica —murmuró Nick—. Bien vale. Sí, Simon Burke


me hizo subir a su limusina en contra de mi voluntad, y sí, hizo
vagas amenazas sin que en realidad fueran amenazas, lo cual, si lo
piensas, es un talento realmente impresionante.

174
—Nick —dijo Seth con los dientes apretados—. Cada
detalle. Ahora. No te dejes nada fuera.

—Ooh —dijo Jazz—. Tengo escalofríos. Seth, no te muevas.


Espera. —Levantó su teléfono y tomó una foto—. Muy bien, quería
capturar este momento para la posteridad. Nick, puedes continuar.

A Nick no le gustaba la expresión en el rostro de Seth. Era


frío y enojado, y alguien que llevara una corbata nunca debería
verse así.

—¿Oye, Seth?

Seth lo miró fijamente.

Y como Nick no era más que un caballero (y un gran fan de


las devoluciones de llamada románticas), dijo:

—Haces que mi corazón esté tan lleno que creo que moriré.

¿Manipulador? Tal vez, pero valía la pena, porque la sonrisa


que le dio Seth era la favorita de Nick. Era lenta en florecer, las
comisuras de su boca tirando hacia arriba, un toque de dientes
entre sus labios y la piel alrededor de sus ojos arrugándose
levemente. Nick no sabía qué hacer consigo mismo que no implicara
ser potencialmente arrestado por indecencia pública.

—Lo mismo —dijo Seth en voz baja.

—Aw —dijo Gibby—. Ahora sé cómo se siente un coma


diabético. Nick, continúa. Solo tenemos veinte minutos.

Rápidamente, les contó sobre su excursión con Simon Burke.


Se quedaron callados mientras él hablaba en voz baja y

175
apresurada, Gibby frunció el ceño, los ojos de Jazz se agrandaron
y Seth parecía cada vez más perturbado. Terminó diciendo:

—Y papá no quería que dijera nada. Creo que estaba


avergonzado por todo eso, así que no le digáis que lo sabéis. —Su
voz se quebró, pero la superó—. Es importante para mí.

—Claro, Nicky —dijo Jazz, sonando conmocionada—. No


diremos nada.

—Las pastillas —dijo Seth de repente—. Concentra. ¿Lo


investigaste?

Nick asintió.

—La etiqueta del frasco no dice nada sobre Burke


Pharmaceuticals, pero pude rastrear el medicamento hasta ellos.
No estaba mintiendo. Su empresa desarrolló Concentra. Papá dice
que no tendría nada que ver con las pastillas, así que no cree que
haya ninguna razón para que deje de tomarlas. —Desvió la mirada.
No le gustaba hablar de estar medicado—. Ellas ayudan.

—Sé que lo hacen —dijo Seth en voz baja.

Nick suspiró.

—Creo que, si fueran del mismo tipo que Burke le dio a


Owen, ya lo sabríamos. —Giró en su silla y levantó la mano hacia el
cartel del baile de graduación—. ¡Destrucción explosiva!

La cafetería se quedó en silencio cuando todos se volvieron


para mirarlos.

Nick le devolvió la mirada.

176
—Escuchar a escondidas es de mala educación. Esto no tiene
nada que ver con vosotros. Regresen a sus vidas tontas e
intrascendentes.—Se volvió hacia la mesa una vez más—. ¿Ves?
Normal, como siempre.

—Yo no diría eso —murmuró Gibby.

—Es extraño, sin embargo —dijo Jazz, clavando un trozo de


pollo—. ¿Burke sale de la nada, y luego, un par de días después,
Rebecca Firestone aparece frente a nuestra escuela?

Un pensamiento golpeó a Nick, uno que debería haber tenido


antes.

—Oh, mierda. ¿Puede usar lo que ha grabado hoy? Necesito


decírselo a mi padre antes que lo vea en la televisión y me castigue
para siempre, a pesar que fui la víctima. —Escribió un texto: Papi,
no entres en pánico, pero RF vino a la escuela haciendo
preguntas de nuestro amigo fuego. No sé lo que quería, pero
¿puede usar imágenes mías sin tu permiso?

Estaba a punto de dejar su teléfono cuando comenzó de


inmediato a vibrar. Nick suspiró.

—Qué reina del drama, lo juro por Dios. —Conectó la


llamada—. Oye, papá. ¿Como va tu día?

—¿Que hizo qué? —gruñó.

Nick tenía el mejor padre, sin competencia.

—Preguntó por Pyro Storm y por mí. Tenía una foto mía y
de Seth y seguía diciendo que sabía más de lo que decía. Dijo que
el CPNC me estaba encubriendo, lo cual es una estupidez.

177
—Esa boca —dijo papá—. ¿Te grabó?

—Lo hizo, pero luego Jazz amenazó con apuñalar al


camarógrafo con sus tacones, y eso fue más o menos todo.

Jazz se pavoneó cuando papá gimió.

—Niño, ni siquiera voy a tocar eso. Jazz es aterradora


cuando necesita serlo. Y no, ella no puede usar imágenes tuyas sin
el permiso de un guardia o un padre. —Extraño. La voz de papá
quedó atrapada en la palabra guardia—. Y si lo intenta, vamos a
demandarla a ella, a Action News y a cualquier otra persona que se
me ocurra.

—Yo respeto eso y a ti —dijo Nick con seriedad—. Gracias,


papá.

—Avísame si la vuelves a ver —dijo papá—. En todo caso,


conseguiré que se presente una orden de restricción en su contra.
Ella está empujando su suerte haciendo eso.

—Servirá. El almuerzo casi ha terminado, así que tengo que


irme. ¿Te veo esta noche?

—Esta noche —dijo papá, ya sonando distraído.

—Te amo.

—Te amo, y ya me voy. —Dejó su teléfono en la mesa—. Papá


está en ello. Independientemente de lo que estén cocinando
Rebecca Firestone y Simon Burke, no llegarán muy lejos. Él se
asegurará de eso.

178
—Podría ser una coincidencia —dijo Seth, aunque no parecía
convencido—. Tenemos que ir con cuidado, en caso que no sea así.
Nicky, si alguna vez parece que algo no va bien con tus
medicamentos, debes hacérnoslo saber. No podemos arriesgarnos,
no con Burke.

—Lo haré —dijo Nick.

—¿Cómo sabe que tomas Concentra? —preguntó Gibby.

Eso hizo que Nick se detuviera.

—No sé. Eso debe ser una violación de HIPAA7. Tal vez
tengan una lista de todas las personas que toman las pastillas que
fabrica la empresa. Y esa es una especie de pesadilla orwelliana8
que ni siquiera quiero considerar.

—Lo investigaré —dijo Seth—. Indagaré para ver qué puedo


encontrar. Pero por mucho que odie decirlo, tenemos otras cosas
que necesitan nuestra atención. —Sacó el teléfono del bolsillo y
comenzó a escribir. Cuando encontró lo que estaba buscando, dejó
el teléfono en la mesa frente a Nick—. Explícate.

Nick miró hacia abajo. La pantalla mostraba el sitio web


oficial de Pyro Storm, con llamas cambiantes que se elevaban de
las letras, y el humo se convertía en pequeños corazones. Nick

7
La Ley de Portabilidad y Responsabilidad del Seguro Médico.
8
El término orwelliano (léase "orweliano", en inglés: orwellian) es un adjetivo que
describe toda situación, idea, o condición social que George Orwell identifica como
destructiva para una sociedad libre y abierta. Denota una actitud y una política brutal
de control draconiano por la propaganda, la vigilancia, desinformación, la negación de
la verdad (Doblepensar), y la negación del pasado (incluyendo la "Unperson", una
persona cuya existencia es eliminada del 179
registro público). A menudo, esto incluye las
circunstancias representadas en sus novelas, particularmente en su novela 1984.
estaba orgulloso de ello. Admiró su obra hasta que se dio cuenta
que todos lo estaban esperando. Hora de la función.

—Esto, sé lo que estás pensando.

—Realmente lo dudo —dijo Gibby.

Nick la ignoró.

—Es un eje central para todo lo relacionado con Pyro Storm.


¿Quieres saber qué está tramando el principal héroe de Nova
City? ¿Quieres encontrar los enlaces a los restaurantes favoritos
de Pyro Storm? ¿Necesitas encontrar enlaces a todas las redes
sociales de Pyro Storm? Bueno, ¡tengo buenas noticias para ti!
Incluso hay una sección de preguntas frecuentes donde se
responden las preguntas más importantes, como cuál es el tipo de
perro favorito de Pyro Storm, y ¿puede Pyro Storm disparar fuego
con sus partes? Huskies y no. No, no puede. —Frunció el ceño—.
Eso último es cortesía de mi padre, por lo que nunca lo perdonaré.

Los ojos de Gibby se ensancharon.

—¿Ha preguntado eso?

—Esto… —dijo Jazz— Realmente quiero saber por qué


pensaste que era necesario para tu sección de preguntas
frecuentes, pero puedo ver que estás en buena racha, así que
volveremos al por qué.

—¡No estamos aquí para hablar de eso! —Nick dijo en voz


alta cuando Seth gimió en sus manos—. Estamos aquí para hablar
sobre cómo lancé la nueva iniciativa de marca para nuestro
superhéroe favorito. Todos ahora finalmente podrán apoyar a Pyro

180
Storm y todo su arduo trabajo comprando productos con licencia
oficial, con el veinticinco por ciento de ganancias para Pyro Storm,
el quince por ciento para nosotros tres, el quince por ciento para
el artista y el qué resto va a una organización queer sin fines de
lucro, porque Pyro Storm es generoso y amable.

Gibby agarró el teléfono de Seth y lo colocó sobre la mesa


para que Jazz y ella pudieran mirarlo. Desplazó hacia abajo la
página. Nick esperó comentarios.

—¿Eso es…? —dijo Gibby, entrecerrando los ojos hacia la


pantalla—. Realmente creaste una cuenta de Twitter.

—Y ya tenemos más de doscientos seguidores —dijo Nick


emocionado.

—No —gimió Seth, balanceándose hacia adelante y hacia


atrás—. No no no.

Nick sacó su propio teléfono, abriendo Twitter antes de


empujarlo hacia Seth.

—¿Ves?

—Hola —leyó Seth mientras Nick gesticulaba en silencio—.


Soy Pyro Storm. ¡Villanos, corred con miedo! Es hora de arder. —
Miró a Nick—. ¿Es hora de arder? ¿Eso no está en tu fic? Lo
llamaste un...

—...slogan —dijo Nick con prontitud—. Cuanto más lo diga


Pyro Storm, mayores serán las posibilidades que se den cuenta. Lo
hice en el taller, y ese fue el mejor. Lo que significa que necesitaré
que lo digas con la mayor frecuencia posible.

181
—¿Lo hiciste con quién? —preguntó Seth.

—Yo mismo en mi habitación. Duh.

—¿Y para qué es todo esto? —preguntó Jazz—. ¿Por qué lo


necesita Pyro Storm?

—¡Ah! Estoy tan contento que lo hayas preguntado. Gracias,


Jazz. La razón es simple: Seth merece ser compensado por su
tiempo. Ha prestado años de servicio a la gente de Nova City; es
hora que sea apreciado por todo lo que ha hecho. También estaba
pensando en un canal de YouTube donde podríamos hacer que Pyro
Storm conectara una cámara GoPro a su casco y llevara a la gente
a un recorrido virtual por Nova City, pero eso aún está en las
etapas de planificación. Y, como su representante, mi misión será...

—¿Un representante? —Seth gruñó, y Nick no se desmayó


ante el tono de Pyro Storm en su voz—. No necesito un
representante.

—Lo necesitas —dijo Nick—. Simplemente no lo sabes


todavía. Confía en mí, ¿de acuerdo? No dejaré que nada malo sea
twitteado sobre ti. Ya tengo un nuevo hashtag en mente para
ayudar a promover la justicia y la igualdad. ¿Listo? Hashtag
#QHPS: ¿Qué haría Pyro Storm? ¿Lo entiendes? Es como si
fueras Jesús, pero puedes prender fuego a cosas cuando él solo
hacía cosas con pescado y vino o lo que sea.

—Eso es una blasfemia —le recordó Seth.

Nick sacudió la mano con desdén.

182
—Él me perdonará. Tengo la sensación que le gustan los
homosexuales. ¡Y mira! Ni siquiera les he hablado de la cuenta de
Instagram, que Jazz supervisará, ya que es Artista Abstracta.

—Lo soy —dijo Jazz—. Es uno de mis dones.

—Lo es —coincidió Nick—. Y dado que todos parecemos


estar en la misma página con esto, yo...

—No lo estamos —dijo Seth.

—¿No? —Nick miró su teléfono, luego volvió a mirar a


Seth—. ¿Hay algo mal? Puedo repasarlo de nuevo, si quieres.

Seth negó con la cabeza.

—No necesito que hagas eso, Nick. Lo que quiero que hagas
es que me escuches.

—Lo hago —le aseguró Nick—. Yo siempre…

—No es así —replicó Seth. Nick trató de ocultar su


estremecimiento, pero no estaba seguro del éxito que tuvo—. No
entendéis lo que es. Crees que todo es divertido y heroico y que te
salva el día. Pero no lo es. Apenas es eso. Estoy cansado todo el
tiempo, me duele la espalda, mis calificaciones están bajando. Lo
único que quiero hacer algunos días es quedarme en la cama y no
moverme el mayor tiempo posible. Nunca podrías entender por lo
que estoy pasando porque todos sois normales, lo quieran o no.

Eso dolió. No se suponía que debía ser una molestia para él,
pero ahí estaba de todos modos.

La voz de Seth se endureció mientras continuaba.

183
—¿Sabes lo que daría por ser como tú? ¿Poder irme un día
sin preocuparme si alguien va a resultar herido en mi turno? —Le
arrebató el teléfono a Gibby—. Daría cualquier cosa por solo
preocuparme por cosas como esta.

—Eso no es justo —dijo Jazz—. Porque sabemos lo que es


preocuparse. Nos preocupa que te lastimes cada vez que te pones
el traje.

Seth negó con la cabeza.

—No es lo mismo. Soy solo una persona que te importa. Pero


yo tengo que preocuparme por miles de personas que ni siquiera
conozco. —Sus manos se cerraron en puños, y Nick pensó que la
temperatura en su mesa había subido algunos grados—. Sé que
estás tratando de ayudar, Nick, pero no es así.

Seth tenía razón. Parte de Nick, la parte tranquila y


racional que tenía, sin importar que alguien dijera lo contrario, lo
sabía. Pero era una parte pequeña, gritando en la oscuridad, su voz
casi completamente enterrada por una oleada de ira irracional.

—Podrías hablar con nosotros sobre esto —dijo—. Podrías


intentar decirnos por lo que estás pasando. No tienes que
excluirnos de parte de tu vida porque no crees que lo
entenderemos. Tal vez no lo hagamos, pero al menos lo
intentaremos. —Miró a Gibby y Jazz—. Hemos estado aquí durante
años, Seth. Sí, solo hemos sabido lo que puedes hacer durante unos
meses, pero te apoyamos incluso antes de saber lo que puedes
hacer. ¿Por qué crees que no puedes hablar con nosotros o pedir
ayuda si la necesitas?

184
—O —dijo Gibby—. Podríamos darle a Seth la oportunidad
de resolver las cosas por su cuenta. Algunos de nosotros lo
necesitamos, Nick. El hecho que no digamos todo no significa que
no sepamos que podemos acudir a ti en nuestros términos, cuando
estemos listos.

—Pero, ¿cómo se supone que debemos ayudar si no sabemos


qué está pasando? —preguntó Jazz.

Nick miró a Seth, seguro que estaba a punto de sonreír y


decir: Sí, Nicky, lo sé. No lo hizo. Lo miró con los ojos encendidos.

—Podrías lastimarte —dijo con vehemencia—. ¿Por qué


parece que nunca lo entiendes? ¿Sabes cuántas veces he tenido
que...? —Gruñó, mirando a otro lado—. Esto no es un juego.

Nick se erizó.

—Sé que no es un juego. Nunca pensé que lo fuera. Estoy


tratando de…

Seth se desinfló, acurrucándose sobre sí mismo. Si Nick no


se hubiera sentido ya mal, esto lo habría asegurado.

—Sé que lo estás intentando, Nicky. Lo entiendo. Pero, ¿qué


pasa con el mundo real? No podemos seguir así para siempre.
Quiero decir, ni siquiera hemos preguntado cómo le está yendo a
Gibby con todo su asunto de la universidad, o cómo se siente Jazz
al respecto.

—Eso es entre Gibby y yo —dijo Jazz mientras Gibby se


hundía más en el banco—. Y aunque aprecio tu preocupación, no

185
puedes usar eso como arma contra Nick para intentar ganar una
discusión.

Sí, aparentemente Nick podría sentirse peor. Miró a Jazz y


Gibby con aire de disculpa.

—Lo siento, debería haber…

El timbre sonó.

Nick se sobresaltó, mirando a su alrededor para ver a todos


levantarse de sus mesas. Para cuando se dio la vuelta, Seth se
había ido. Nick lo vio desaparecer entre la multitud, con los
hombros rígidos.

—Mierda — murmuró.

—No es uno de tus mejores movimientos, Nicky —dijo Gibby


en voz baja.

No es lo que necesitaba escuchar. Estaba herido y más que


un poco enojado, pero no sabía muy bien con quién. Pensó que era
principalmente con él mismo.

—Sí, bueno, tal vez si confiara en nosotros tanto como


nosotros confiamos en él, ya podríamos haber escuchado esto.

—Eso no es justo —dijo Jazz, recogiendo los restos de su


almuerzo—. Él tiene su punto. No sabemos cómo es para él.

Nick apoyó la frente contra la mesa.

—Lo arruiné, ¿eh?

186
Gibby se inclinó sobre la mesa y le dio un leve puñetazo en
el hombro.

—¿Recuerdas lo que hablamos esta mañana? Tienes que


pensar bien las cosas, Nick. No todo es fácil, solo porque quieres
que lo sea. Dices que quieres ser mejor; parte de eso es escuchar
sin exagerar. Sé que puedes hacerlo. Seth también lo hace, pero
tienes que mostrárselo. ¿No crees que se lo ha ganado?

Nick no vio a Seth durante el resto del día. No compartían


ninguna clase este semestre, para alivio de papá y consternación
suya. Por lo general, se encontraban en los pasillos entre clases, un
par de minutos en los que se apoyaban en sus casilleros y se
sonreían estúpidamente el uno al otro.

Pero no pudo encontrar a Seth en absoluto después del


almuerzo. Y cuanto más pasaba la tarde, más se molestaba, aunque
era sobre todo consigo mismo. Seguro, tal vez podría haber
escuchado mejor, pero, ¿Seth no podía ver lo bueno en lo que
estaba tratando de hacer?

Cuando sonó la campana final, se levantó y salió del aula


antes que la mayoría hubiera comenzado a guardar sus cosas.
Corrió a través de la escuela, esquivando a los estudiantes que
salían por las puertas, disculpándose cuando se topó con un chico
y casi lo hizo caer al suelo. Se las arregló para llegar a la última
clase de Seth (Historia AP) antes que la habitación se hubiera
vaciado por completo, pero Seth no estaba a la vista.

187
Maldiciendo, se dirigió a las puertas de entrada. Se paró en
lo alto de los escalones, mirando a su alrededor en busca de ese
familiar rizo mientras un estudiante colgaba otra pancarta sobre
el baile de graduación encima de él. Estaba a punto de darse por
vencido cuando vio a Seth por el rabillo del ojo, caminando
penosamente por la acera, con la cabeza gacha mientras las
ráfagas se arremolinaban a su alrededor.

—Ve a buscar a tu hombre —murmuró Nick para sí mismo.

Se apresuró a bajar los escalones, saltando los últimos y


casi perdiendo el equilibrio sobre el concreto resbaladizo. Alguien
gritó su nombre, pero él los ignoró. Llegó a la acera y giró a la
derecha. Seth estaba a la mitad de la manzana, en dirección a la
parada del metro.

Lo alcanzó un momento después, apenas sin aliento gracias


a sus entrenamientos. Puede que todavía no le hubieran salido
músculos, pero al menos ahora podía correr durante un par de
minutos sin sentir que se estaba muriendo. Pequeñas victorias.

Enganchó su brazo a través del de Seth, el frío del aire


invernal a su alrededor fue ahuyentado por el calor corporal de
Seth. Ardía un poco más caliente que la mayoría, y por lo general
no le importaba ser el calentador de espacio personal de Nick. Se
sobresaltó y miró a Nick, con las gafas ligeramente torcidas.

—Así que —dijo Nick— estaba pensando.

—Eso generalmente termina en un desastre —dijo Seth,


pero había un atisbo de sonrisa en su rostro. Buena señal.

188
—Por lo general —coincidió Nick—. Pero escúchame.
Imagina esto: Tú, yo y la casa de los Bell. Deberes porque estamos
obligados a hacerlos. Pero después de eso, vemos una mala película
con explosiones y espías, y nos burlamos de todas las estúpidas
decisiones que se toman en la pantalla mientras comemos palomitas
de maíz. Y luego le diremos a papá que vamos a ir a hacer más
tareas, pero en realidad, estaremos prefornicando.

La nariz de Seth se arrugó.

—Realmente tienes habilidad con las palabras.

—Es un don —dijo Nick—. Y en medio de todo eso,


encontraré un lugar para darte una disculpa incómoda sobre cómo
no debería haber...

—Está bien.

—Realmente no lo está —dijo Nick—. Espera. —Llevó a Seth


a un escaparate cerrado, el toldo sobre ellos estaba roto y
colgando sin fuerzas. Seth se apoyó contra la puerta de madera,
que crujió bajo su peso. Nick se movió hasta que se paró justo en
frente, sus rodillas chocando juntas. La gente se movía detrás de
ellos en la acera y los sonidos del tráfico intenso eran irritantes,
pero por un momento, pudo fingir que estaban solo ellos dos.
Estudió a Seth, catalogando la tensión de sus hombros—. Me
dijiste que no estabas seguro de querer ser Pyro Storm, y no
escuché. Hice lo que siempre hago y lo hice por mí. —Él se rió a
carcajadas—. Hice una estúpida cuenta de Twitter sin pensar en
lo que querías.

189
—Está bien. —Seth tomó su mano y la apretó suavemente.
Se inclinó hacia adelante, presionando su frente contra la de
Nick—. Tengo suerte de tenerte a mi lado.

Simple, pero era una serie de palabras que Nick nunca antes
había escuchado dirigidas a él. Era humillante.

—Estoy tratando de ayudar. Tirar de mi peso, ¿sabes? No


puedo hacer lo que tú puedes hacer. No soy tan inteligente como
Gibby ni tan consciente como Jazz. —Ciertamente no era algo que
hubiera esperado decir, pero se lo habían ganado—. Quería
mostrarte que puedo ayudarte.

—Lo haces —dijo Seth, con un cálido aliento contra el


rostro de Nick—. Pase lo que pase, lo haremos juntos, ¿de
acuerdo?

Eso le pareció bien a Nick.

—Sí. Bien.

Seth sonrió.

—Muéstramelo de nuevo.

Nick parpadeó.

—¿El qué?

—La cuenta de Twitter, idiota. Bien podría familiarizarme


con ella, especialmente si vas a publicar como yo y... —Se detuvo
cuando su propio teléfono sonó, un timbre familiar que envió un
escalofrío por la columna vertebral de Nick.

190
Seth sacó su teléfono y miró hacia abajo, con los ojos
entrecerrados. Gruñó y borró la notificación antes que Nick
pudiera verla.

—No te preocupes por eso —dijo a la pregunta no formulada


de Nick. Sonrió de nuevo, aunque no era tan brillante—. No es nada
importante.

Nick vaciló. Nunca había visto que Seth ignorara las


notificaciones.

—¿Estás seguro?

—Sí, Nicky. Estoy seguro. Veamos qué hiciste.

Se movió hasta que Nick tuvo espacio para apoyarse contra


la puerta con él, ambos acurrucados alrededor de su teléfono. Se
quedaron allí un rato, y cuando se fueron, Nick se sintió un poco
mejor. Tal vez había ido demasiado lejos, pero Seth estaba listo y
esperando para ayudarlo a regresar. Necesitaba averiguar cómo
responder de la misma manera. Seth necesitaba que alguien fuera
su roca, ¿y quién mejor que él?

Para cuando salieron a la calle, se había enviado un nuevo


tweet, y del propio Pyro Storm, por primera vez.

Decía: Pyro Storm aquí con un mensaje: la gente de Nova


City está bajo mi vigilancia y haré todo lo posible para protegerlos.
¡Es hora de arder! #VillanosNoSonBienvenidos

Y mientras caminaban de la mano hacia la casa de Nick, algo


inesperado ocurrió. El primer tweet de Seth fue citado por una
cuenta verificada. La foto de perfil de esta cuenta mostraba a una

191
mujer de pie con un micrófono en las calles azotadas por el viento
de Nova City, con el cabello ondeando alrededor de su cabeza.

El propio tweet de Rebecca Firestone decía: Investigando


si este es realmente Pyro Storm. Si es así, ¿qué quiere decir con
"todo"? ¡Les prometo a mis seguidores que llegaré al fondo de esto,
de una forma u otra! #SoloLaVerdadDeLosExtraordinarios.

Al final del día, la cuenta oficial de Pyro Storm tenía seis


mil seguidores nuevos.

Y subiendo.

192
7

A medida que avanzaba el mes de febrero, el invierno


descendió sobre Nova City con fuerza. Las consecutivas tormentas
bloquearon la ciudad, arrojando casi medio metro de nieve durante
un período de tres días, comenzando, desafortunadamente, un
viernes por la tarde. Los estudiantes de Centennial High fueron
liberados una hora antes y se les dijo que las clases se reanudarían
el lunes, a menos que las tormentas empeoraran.

Tener tormentas de nieve el fin de semana sin cancelación


de clases era, en opinión de Nick, como recibir un puñetazo en tus
partes y que te dijeran que te alegraras por ello. Papá no estaba
de acuerdo, pero parecía pensar que cosas como la educación eran
importantes.

Nick frunció el ceño cuando vio a papá vestido como si fuera


a salir. Era sábado, y aunque había habido un receso en la nieve,
debería haber estado en sudadera como Nick y apalancado frente
al televisor.

—¿Te vas?

Papá asintió.

—He quedado con los padres de Gibby y Jazz para almorzar.

193
Nick se quedó helado. No había oído hablar mucho de ellos
desde que se habían reunido todos en la casa Gray, al menos, no de
parte de papá.

—¿Es algo bueno? —preguntó con cuidado.

—No lo sé —dijo papá, envolviendo su bufanda alrededor de


su cuello—. Pero voy de todos modos, porque es lo correcto. Lo
mínimo que puedo hacer es estar disponible para responder
cualquier pregunta que tengan. Y aunque me ataquen de nuevo, voy
a escuchar. No importa la edad que tengas, aún debes reconocer
tus errores. Puede ayudarte a convertirte en una mejor persona.

Nick suspiró.

—Eso es muy maduro de tu parte. Aún así, parece un grupo


de apoyo extraño para las personas cuyos hijos...

—...¿se ponen continuamente en peligro?

—Nosotros no...

—Nick. —Papá se inclinó y tocó su mejilla—. Voy a pasar por


la comisaría después para ponerme al día con el papeleo, pero
llegaré a casa antes que sea demasiado tarde. Y levanta tu trasero
del sofá, chico. Quiero que quites todas las decoraciones
navideñas para cuando regrese. No hay excusas. Es febrero.
Empieza a ser vergonzoso. —Se dirigió a la puerta.

—¿Qué? —Nick le gritó— .¿Tienes idea de la cantidad de


basura que ponemos? ¡Eso me llevará una eternidad!

194
—Entonces será mejor que empieces —respondió papá—. No
quiero ver nada relacionado con las fiestas cuando llegue a casa.
Hay cajas y contenedores de plástico en el ático.

Nick gimió cuando la puerta principal se cerró. Empezaba a


ver por qué la gente tenía hijos: explotación infantil. Ésa era la
única razón. Miró la televisión con tristeza, sus planes de
entretenimiento sin sentido se evaporaron. Su prometedor sábado
se estaba convirtiendo en una mierda.

Cogió su teléfono y le envió un mensaje de texto a Seth


sobre las condiciones de la prisión de su situación de vida actual.
Seth respondió casi de inmediato, diciendo que estaba trabajando
con Gibby para descubrir cómo usar todo el nuevo equipo en la
guarida. Se suponía que él iría más tarde, pero al parecer papá
pensó que no merecía tener nada que se pareciera a una vida.

Estaba a punto de tirar su teléfono cuando recibió otro


mensaje de texto.

Jazz.

¿Te has levantado?

Son las once de la mañana. Suena como si me estuvieras


coqueteando.

Bruto. Lo sabrías si lo hiciera. ¿Puedo ir? Necesito un


amigo.

Nick frunció el ceño. No había tenido muchas oportunidades


de hablar con ella desde que se enteró que Gibby podría irse. La
Universidad Howard estaba en Washington, DC. Los aviones eran

195
caros. El tren era más barato, pero tardaría horas en llegar. No
sabía si ella había tomado alguna decisión, pero estaba demasiado
asustado para preguntar. Debería haber hablado con Jazz antes
al respecto. Esto los afectaba a todos, pero a ella más.

¡Sí! Ven. ¿Necesitas que te vaya a buscar y camine


contigo?

Ya estoy aquí.

Levantó la cabeza de golpe cuando alguien llamó a la puerta.


Oof. Debe estar peor de lo que pensaba. Se subió al respaldo del
sofá, casi cayéndose, pero consiguiendo mantenerse erguido. El
Concentra lo tenía un poco cansado hoy. Al menos no le dolía la
cabeza.

Abrió la puerta, una ola de aire frío lo envolvió. Jazz estaba


de pie en el porche, su bufanda envuelta alrededor de la mitad
inferior de su rostro. Sus ojos se arrugaron levemente cuando
obviamente sonrió debajo de la bufanda. Esperaba que fuera una
buena señal.

La empujó hacia adentro, cerrando la puerta detrás de ellos.


Jazz desenredó su bufanda mientras él le quitaba las motas de
nieve del abrigo.

—Hola —dijo ella—. Perdón por venir de repente.

—No te preocupes. Tu sincronización es impecable. Me han


encomendado la hercúlea tarea de quitar las decoraciones
navideñas. Puedes ayudarme si quieres.

196
—Suerte la mía —murmuró, colgando su abrigo en el gancho
cerca de la puerta—. Tu papá se ha ido, ¿verdad?

Nick la miró con recelo.

—¿Sabes lo del asunto del grupo de apoyo?

—Me enteré esta mañana. Elijo creer que es una buena


señal.

—O todos están tramando nuestra perdición.

Ella sacudió la mano.

—De cualquier manera, todos se están hablando. Podría ser


peor. Podrían haber dicho que ya no me permitían pasar el rato con
vosotros.

Nick hizo una mueca mientras la conducía a la cocina.

—¿Realmente harían eso? —Comenzó a prepararle una taza


de té, usando las bolsitas de té que guardaba solo para ella.

Saltó a la encimera, balanceando los pies.

—No. No lo creo. Papá estaba demasiado emocionado con la


guarida secreta. Bob lo vendió con la puerta corrediza. Mamá
estaba menos impresionada, pero creo que está mejorando. Podría
haber algunos cambios, pero tendremos que esperar y ver.

—Lo resolveremos —le dijo Nick, mirando el agua calentarse


en el microondas—. No es como si alguien hubiera intentado
matarnos desde Owen.

197
—Mejor dejar esa parte de la discusión —sugirió—. Por si
acaso.

Sacó la taza del microondas, dejó caer la bolsita de té


dentro y se la entregó. Ella le dio las gracias mientras se apoyaba
en la encimera a su lado, sus hombros chocando juntos.

—¿Todo lo demás está bien?

Parpadeó rápidamente mientras miraba el té. Ella se encogió


de hombros, pero no habló.

No. No estaba bien. Nick la rodeó con un brazo y la atrajo


hacia sí. Ella apoyó la cabeza en su hombro.

—Gibby, ¿eh?

—Sí —dijo en voz baja—. Gibby.

Nick pensó mucho. Ella se lo merecía todo.

—¿Recuerdas lo que me dijiste en el hospital?

Ella sollozó mientras negaba con la cabeza.

—No importa lo que suceda en el futuro, ella te ama aquí, en


este momento. Debes tener fe, porque ella tiene fe en ti.

—¿Yo dije eso?

—Lo hiciste. Y es exactamente lo que necesitaba escuchar.


Había un montón de otras cosas que deje fuera, pero eso se me
quedó grabado. Tenías razón entonces y ahora también. Eres
increíble, Jazz. Me ayudaste cuando más te necesitaba, aunque no
me di cuenta entonces.

198
—Somos bastante buenos, ¿no?

Él rió.

—Sí, creo que lo somos. Y Seth y Gibby también lo saben.


Por eso nos eligieron.

—Las cosas están cambiando —susurró.

Oh, hombre. Realmente debería haber hablado con ella


antes.

—Quizás. Y puede ser una mierda, pero eso no nos hace


importar menos. —Observó mientras ella tomaba un pequeño sorbo
de té, ignorando la punzada en su cabeza—. Ella hará lo que tenga
que hacer, y si va a Howard o se queda aquí, estará bien. Lo
prometo.

—¿Cómo lo sabes?

Porque si no estaba bien para ellos, entonces podría no estar


bien para Seth y él, y eso era algo que ni siquiera quería considerar.

—Tengo que esperar que así sea. No podemos saber qué va


a pasar mañana, pero si dedicamos todo nuestro tiempo a
concentrarnos en lo que podría suceder, podríamos terminar
perdiéndonos lo que sucede.

Ella se secó los ojos. Nick, siempre un caballero, arrancó una


toalla de papel y se la entregó.

—Lo siento. Nos hemos quedado sin Kleenex.

Ella se quedó callada por un largo momento, agarrando su


taza en una mano, la toalla de papel arrugada en la otra. Luego:

199
—¿Qué hay de ti? ¿Estás bien?

Se encogió de hombros.

—Creo que sí. Seth parece estar mejorando, pero no voy a


obligarlo a hacer nada que no quiera. Es un toma y daca, ¿sabes?
Siempre que dé solo lo que recibe, estará bien. Cosmo me enseñó
eso.

Ella le dio un golpe en el hombro y el té se derramó de la


taza.

—¿Le has dicho ya que lo amas?

La boca de Nick se secó instantáneamente. No. No, no lo


había hecho. Se sentía demasiado grande, demasiado salvaje. Ni
siquiera estaba seguro de lo que significaba.

—Sí —dijo Jazz—. Tomaré esa mirada de pez boquiabierto


que tienes como un no. ¿Qué tal en el baile de graduación?

Nick, todavía en el proceso de reiniciar su cerebro agotado,


dijo:

—¿Qué pasa con el baile de graduación?

—Es el próximo mes —dijo—. Piénsalo: una noche romántica,


Seth y tú bailando lentamente. Sería el momento perfecto para
decírselo.

Nick se volvió lentamente para mirarla con los ojos


desorbitados.

—Oh, Dios mío, ni siquiera he pensado en eso. ¿Y si espera


algo grande? ¿Como una declaración? ¿Una declaración de amor?

200
—Comenzó a entrar en pánico—. ¡Ni siquiera he hecho una reserva!
Espera. ¿Cómo diablos hago reservas?

—¿Ya le has preguntado siquiera?

—No —susurró Nick febrilmente.

Jazz suspiró.

—Tenemos mucho trabajo por hacer. No te preocupes, yo


me ocuparé de la reserva. ¿Aún quieres que hagamos una cita
doble?

—¿Tengo que comprarle un regalo además de pagar la cena?


—preguntó Nick—. Tengo como doce dólares. ¿Cómo diablos se
supone que voy a pagar un regalo y una cena? A menos que vayamos
a McDonald's y comamos hamburguesas tristes. Eso es romántico,
¿verdad? Creo que tenemos velas en alguna parte. Podría traerlas
—gimió—. Las relaciones son caras. ¿Qué se supone que le voy a
comprar a mi novio que sabe volar?

—Creo que probablemente eres la primera persona en decir


esa frase.

—Maldita sea, lo soy —murmuró—. Los malditos derechos


de los homosexuales.

—Vamos —dijo ella, saltando desde la encimera—. Te


ayudaré con las decoraciones, y podemos planear algo que será lo
más romántico que alguien haya hecho. ¿Qué opinas de los flash
mobs?

—Mal —dijo Nick—. Como todo el mundo debería.

201
—Bueno, tenemos tiempo. Y como depende de mí planificar
todo, todos coordinaremos nuestros atuendos y no aceptaré un no
por respuesta.

—¿Por qué tengo que ser yo quien le pregunte? —dijo Nick,


siguiéndola hacia las escaleras—. Eso suena sexista. De acuerdo,
no realmente porque los dos somos tíos, pero, aun así. ¡Abajo el
patriarcado!

Ella se rió, luciendo sorprendida mientras lo hacía, y Nick le


sonrió.

Nick recordaría este momento, aquí, justo antes que todo


cambiara. Jazz todavía estaba un poco deprimida, pero la hizo reír
de nuevo en poco tiempo. No podía volar ni disparar láseres con los
ojos, pero podía ayudar a las personas cuando se sentían
deprimidas. Puede que no fuera tan impresionante como un
superhéroe, pero las pequeñas cosas también importaban.

Y esa línea de pensamiento era lo que más recordaría.

Una vez que tuvieron un montón de decoraciones listas para


ser empaquetadas y guardadas, Nick fue a la pequeña escotilla en
el techo del pasillo. Extendió la mano y tiró de la fina cuerda para
bajar la tapa y la escalera desvencijada escondida en ella. Dio un
salto hacia atrás cuando la escalera se deslizó hacia abajo y chocó
contra el suelo.

—Yo subiré primero —dijo—. En caso que haya arañas.

Jazz resopló.

202
—Sí, porque la última vez que se suponía que iba a haber una
araña, actuaste como un caballero de brillante armadura.

Subió la escalera hasta la penumbra, una luz débil entraba


por una ventana circular en la parte delantera de la casa. Cajas y
cuadrados de plástico se alineaban en el altillo. Frotó su mano
contra la pared hasta que encontró el interruptor de la luz. Lo
encendió, escuchando en caso que algo vivo se escurriera por ahí.
No pasó nada. La casa crujió y se asentó, pero nada parecía
arrastrarse en su dirección.

—Está bien —gritó mientras examinaba el altillo—. Hay un


montón de cajas aquí. Te las entregaré. ¿bien?

—Bien —dijo Jazz al pie de la escalera.

Gruñó mientras se levantaba. El techo estaba abovedado y


se unía como la parte superior de un triángulo. Podía estar de pie
en toda su altura, pero solo en el medio de la habitación.
Afortunadamente, papá no había empujado las cajas demasiado
hacia atrás cuando terminaron de decorar. Nick hizo un trabajo
rápido, cogió una caja y se la pasó por la escalera a Jazz, quien la
apiló en el suelo. Ella había puesto música en su teléfono, y cuando
cogió la última caja, ambos estaban cantando a todo pulmón, Nick
haciendo falsete, haciendo que Jazz arrugara la nariz y le dijera
que mantuviera su trabajo diario... Estuvo bien.

Estaba a punto de darse la vuelta y bajar la escalera cuando


algo le llamó la atención. En la esquina trasera del altillo, un leve
destello brilló reflejando la luz de la bombilla desnuda. Frunció el
ceño y soltó la escalera.

203
—¿Esta todo? —Jazz llamó.

—Espera un segundo. Hay algo aquí.

—Así es como empiezan las películas de terror. No seas el


estúpido blanco que necesita comprobar las cosas.

Nick se burló mientras se abría paso hacia el altillo,


moviendo cajas polvorientas para darle espacio.

—Soy gay. Eso significa que al menos sobreviviría hasta la


mitad de la película.

—Tengo preguntas sobre tu lógica.

—La mayoría lo hace —murmuró. Gruñó mientras levantaba


una caja pesada marcada con REGISTROS, un recuerdo
revoloteando en el fondo de su mente como un pajarito: su madre,
sacando un disco negro de su guarda y diciéndole a Nick que no
había nada como el Rat Pack9, bajando la aguja al disco y Frank
comenzando a cantar sobre que lo mejor estaba por llegar.

Sin darse cuenta, Nick comenzó a tararear junto con el


fantasma en su cabeza. Solo se detuvo cuando vio lo que le había
llamado la atención.

Un viejo televisor gris estaba enchufado en el único


enchufe del altillo. La parte superior estaba cubierta por una fina
capa de polvo, aunque la pantalla parecía como si la hubieran
limpiado recientemente. Debajo de la pantalla había una ranura

9
Rat Pack (Pandilla de ratas) fue el nombre con el que se conoció a un grupo de actores
y músicos estadounidenses de la escena de Las Vegas que, reunidos como amigos, se
generó alrededor primero de Humphrey Bogart y, a su muerte, alrededor de Frank
Sinatra, y que trabajaron juntos en películas, conciertos, espectáculos, incluso en
eventos políticos.
204
rectangular. Nick tardó un momento en darse cuenta para qué
servía. Un reproductor de casetes. Una videograbadora. Se agachó
frente al televisor, empujando hacia atrás la tapa del VCR.

Dentro había una cinta.

—¿Cómo vivía la gente sin streaming? —Nick se preguntó en


voz alta mientras dejaba caer la solapa y miraba a su alrededor.
Junto al televisor había una caja de cartón sin marcar. Levantó la
tapa. Dentro había pilas de cintas sin etiquetas. Se volvió hacia la
televisión y presionó el botón de encendido, parpadeando contra el
lavado azul que cubría la pantalla.

—Lo juro por Dios, si este es uno de los pornos de papá, voy
a tener traumas para siempre —murmuró.

Pulsó play.

La videograbadora zumbó y chasqueó cuando la cinta


comenzó a reproducirse.

Un parque. El sol estaba brillando. ¿Verano, tal vez? Los


árboles eran verdes y el cielo era tan azul que parecía falso. Las
nubes, espesas y esponjosas, colgaban suspendidas en el cielo. Y
luego la cámara bajó para mostrar una manta extendida sobre la
hierba, los restos de una comida tirados y una mujer sentada en la
manta, con el pelo recogido en una coleta suelta.

Nick se dejó caer contra el suelo, con la boca abierta, pero


sin emitir ningún sonido.

Jennifer Bell dijo:

205
—¿Qué estás haciendo? ¿Me estás filmando? —Ella negó
con la cabeza mientras sonreía—. Para. No llevo maquillaje.

Y luego papá dijo:

—Eres hermosa. La cámara te ama, cariño.

Ella se rió y Nick no pudo respirar. No podía hacer entrar


aire a sus pulmones, porque nunca antes había visto esto. Nunca
había sabido que existían estos recuerdos. La ira, rápida y
brillante, rugió a través de él, pero la apartó mientras continuaba
mirando.

La parte inferior de la pantalla mostraba la fecha en letras


y números blancos. Unos años antes que él naciera.

La cámara hizo zoom en su rostro mientras se sonrojaba.

—Ahí está —dijo papá, y sonaba tan feliz, tan libre, que Nick
tuvo que frotarse el dolor en su pecho—. Hola, esposa.

Ella puso los ojos en blanco.

—Hola, esposo. Todavía lo dices como si fuera algo nuevo.


Llevamos cuatro años casados.

—Quiero que todos lo sepan —dijo papá. Levantó la voz a un


grito—: ¡Esta es mi esposa y la amo! —La pantalla tembló cuando
papá hizo girar la cámara—. ¿Me escuchas, mundo? ¡Esta es mi
esposa y es lo mejor que me ha pasado!

—Oh, Dios mío, detente —dijo mamá, aunque no parecía que


lo dijera en serio—. Eres un idiota.

206
—No —dijo papá fácilmente mientras se concentraba en ella
de nuevo—. Quiero que todos en el parque sepan que te amo.

—Creo que lo saben —dijo, y le dio a la cámara una pequeña


sonrisa divertida, una que Nick reconoció en el espejo. Se parecía
a ella. Sonaba como ella. ¿Cómo diablos podía soportar papá estar
en su presencia cuando el Antes se había convertido en Después?—
Nos vas a meter en problemas. ¿Qué vas a hacer cuando venga la
policía y pregunten por el loco de la cámara?

—Cierto —dijo papá—. No querría que viniera la policía.


Simplemente te pondrían a trabajar de nuevo.

Su sonrisa se desvaneció.

—Te lo dije, Aaron. Hoy no se trata de eso. Estoy aquí, ¿de


acuerdo? Tú y yo.

Papá suspiró.

—Sí, lo sé. Lo que he dicho es una mierda. Oye, lo siento.

Mamá pareció aliviada.

—Y acepto tu disculpa. Vamos. Acuéstate conmigo. Miremos


las nubes y veamos lo que vemos.

Y lo hicieron, aunque la toma de la cámara nunca abandonó


realmente el rostro de mamá. Hablaban en voz baja, diciendo que
esa nube parecía un perro y esa nube parecía un dragón, ¿ves? Ahí
está la cola. Las alas. La cabeza con cuernos.

—¿Nick?

207
Sacudió la cabeza hacia la escotilla. Jazz estaba subiendo
al altillo, con una expresión de preocupación en su rostro. Ambos
se sobresaltaron cuando una caja cerca de ella saltó
repentinamente y cayó contra la pared.

—Uh —dijo ella—. Eso ha sido raro. ¿Cómo… Oh, Nicky.


¿Qué ocurre? ¿Por qué estás llorando?

Extendió la mano y se tocó las mejillas. Sus dedos se


mojaron.

—Mira —dijo con voz ahogada. Se volvió hacia la televisión


mientras Jazz se acercaba a él.

Se sentó junto a él de rodillas justo cuando mamá volvía su


rostro hacia la cámara. Sus ojos brillaban y decía:

—Este es un buen día —susurró.

—El mejor —respondió papá en un susurro.

—¿Esa…? —Jazz se inclinó hacia adelante, con el rostro a


centímetros de la pantalla—. Esa es tu mamá.

Nick asintió tontamente.

—Parece que la recuerdo —dijo Jazz en voz baja mientras


se sentaba sobre sus piernas—. Quizás un poco más joven, pero
casi igual.

—Nunca había visto esto antes —dijo Nick con tristeza—.


Papá nunca me lo ha dicho.

Jazz cogió su mano entre las de ella.

208
—Quizás se olvidó.

Nick negó con la cabeza.

—La pantalla se ha limpiado recientemente. Creo... creo que


viene aquí y mira esto. —Hizo un gesto con la mano hacia la caja
junto al televisor—. Hay más cintas ahí.

Frunció el ceño mientras sus padres se susurraban uno al


otro.

—¿Por qué no te hablaría de esto?

—No lo sé.

Ella le apretó la mano. Secretos. Parecían más secretos.

El video duró unos minutos más antes que la pantalla se


volviera azul una vez más. Pulsó el botón de avance rápido, pero no
apareció nada más.

Pudo haberlo dejado ahí. Podría haber apagado la televisión


y volver a bajar la escalera y hacer lo que papá le había pedido.
Más tarde, cuando papá llegara a casa, le contaría lo que había
encontrado y tal vez se cabrearía un poco, pero le daría el
beneficio de la duda. Esta cinta era inocente. Quizás el resto no,
y Nick no quería ver cosas que no debería. Si eran privadas
necesitaba respetar eso. A papá se le permitía tener su propia
forma de lidiar con su dolor.

Excepto...

Esta era su madre.

209
Nick expulsó la cinta y la puso encima del televisor. Agarró
la caja y tiró de ella hacia él mientras Jazz miraba por encima del
hombro. Hojeó las cintas, sin saber qué estaba buscando. Sin
identificación. Sin identificación. Sin identificación. Todos ellos
estaban sin marcar. Estaba a punto de tomar uno de la pila que
había hecho junto a ellos cuando vio un destello blanco cerca del
fondo de la caja. Sacó la cinta.

Allí, al otro lado del frente, había una etiqueta. Y en esta


etiqueta, escrita con su familiar garabato desordenado, había dos
palabras: La verdad.

Una vocecita en la parte posterior de su cabeza le susurró


que debería detenerse mientras aún pudiera, que lo que sea que
hubiera en esta cinta solo podría llevarlo a que le doliera más de lo
que ya lo hacía. Apenas se dio cuenta cuando la bombilla sobre ellos
se encendió, Jazz inclinó la cabeza hacia atrás y murmuró:

—Estos aumentos repentinos de energía. No sé por qué


siguen pasando en tu vecindario.

Metió la cinta en el televisor.

Mamá apareció en la pantalla, con el rostro cerca mientras


ajustaba la cámara. La fecha parpadeó en la parte inferior. Nick
tardó un momento en saber de cuándo era esto. Sus padres todavía
estarían en la escuela. Su último año, tal vez. O penúltimo. No
estaban casados todavía. Pasarían unos años más antes que eso
sucediera.

No reconoció dónde estaba. Parecía la sala de estar de un


pequeño apartamento. Frunció el ceño mientras jugaba con la

210
cámara de nuevo, su cabello claro caía sobre sus hombros. Resopló
una bocanada de aire, lo que provocó que su flequillo se agitara. Se
puso de pie, dando pasos hacia atrás hasta que estuvo de pie
frente a la cámara. Llevaba vaqueros y una camisa blanca cubierta
de estrellas azul celeste. Sus pies estaban descalzos.

—Está bien —dijo—. Es la hora. Lo he pensado bien. Ojalá.


— Sacudió su cabeza—. Estarán aquí en un minuto, así que tengo
que estar segura. —Movió los hombros mientras tomaba una
respiración profunda—. No sé por qué estoy tan asustada. Espero
que vean más allá de esto por lo que es. —Se mordió la uña del
pulgar antes de retorcerse las manos—. Ya no puedo hacer esto
sola.

—¿De qué está hablando? —susurró Jazz.

—No lo sé —dijo Nick—. Tal vez ella es...

En la televisión sonó un timbre.

—¡Ya va! —gritó su madre, saliendo de la pantalla. Un


horrible sofá de cachemira se alineaba en la pared detrás de ella,
y Nick se rió húmedamente del póster de los Backstreet Boys que
colgaba sobre él. Al menos sabía de dónde había sacado su gusto
por la música terrible.

Otras voces hablaron, pero eran bajas y Nick no podía


distinguir las palabras. Las sombras jugaban a lo largo de las
paredes y el suelo por la luz del sol de la tarde. Nick pensó que
habían entrado dos personas más en el apartamento.

211
Mamá reapareció primero, luciendo nerviosa. Ella sonreía,
pero los bordes se curvaban hacia abajo, como si su boca no
pudiera soportar el peso.

—Basta con esa mirada. No estoy embarazada, si eso es lo


que estás pensando.

—No lo estaba —dijo papá, y Nick conocía ese tono. Papá


había estado pensando exactamente eso—. Pero, aunque lo
estuvieras, nos ocuparíamos juntos. —Papá apareció a la vista, con
los hombros rígidos y una expresión de preocupación en el rostro.
Su cabello era más largo, colgando casi hasta sus hombros. Parecía
apenas mayor que Nick, flaco e incómodo.

Mamá resopló mientras lo empujaba hacia el sofá.

—'Ocuparte de eso'. Justo lo que todas las chicas quieren


escuchar.

—No quise decir eso —protestó papá débilmente. Miró


fuera de la pantalla—. Díselo.

Otra voz habló, haciendo que la sangre de Nick se congelara.

—No lo quiso decir así. Pero debo admitir que también lo


estaba pensando, y no quería estar aquí para esa conversación.
Entiendo que somos los mejores amigos, pero no creo que esté listo
para ser tío todavía.

—Así es como funciona, hombre —dijo papá cuando Simon


Burke apareció en la pantalla. Se movió por la habitación como si
hubiera estado allí innumerables veces, se quitó los zapatos y se
sentó en el sofá junto a papá, pasando un brazo sobre sus hombros.

212
Se parecía tanto a Owen que Nick no pudo hacer nada más que
respirar a través de la tormenta en su cabeza.

—Nicky —susurró Jazz—. Quizás no deberíamos estar


viendo esto

Nick la ignoró y miró a Burke mientras le sonreía a mamá

—Bueno, no estás embarazada. Eso es bueno. Significa que


Aaron se acordó de envolverlo, como le dije. Todavía no explica por
qué estamos aquí. —Su mirada se desvió hasta que se posó en la
cámara. La miró con los ojos entrecerrados—. ¿Estás grabando
esto?

Mamá asintió mientras papá la rodeaba para ver qué estaba


mirando Burke.

—Para la posteridad. Y tengo la sensación que querrás verlo


cuando termine.

—¿Terminar con qué? —preguntó papá, apartando a Burke


del brazo—. ¿Qué está pasando, Jenny? Estás empezando a
asustarme.

Ella se inquietaba, moviéndose como si no supiera cómo


detenerse. Nick se sorprendió una vez más por la forma en que la
siguió. No podía quedarse quieta y Nick pensó que era algo más que
nervios. ¿Y si hubiera sido como él? El TDAH era genético,
¿verdad?

—Está bien —dijo su madre—. Voy a mostrarte algo y


tendrás mil millones de preguntas, pero te pido que... esperes
hasta que termine. No tengo a nadie más en quien confíe que pueda

213
mostrarle esto. No tuve la oportunidad de hablar con mamá antes
que ella muriera, y papá se ha ido por años, así que no tuve ayuda.

Papá palideció.

—¿Estás enferma?

Ella se rió, pero no fue como el día en el parque de su futuro.


Fue frágil y suave, como si estuviera asustada.

—No. No, no de la forma en que estás pensando. No es nada


malo, pero algunos pueden verlo de esa manera, por eso me he
guardado esto para mí todo el tiempo que lo hice.

—¿Qué es? —preguntó Burke—. Jenny, puedes decirnos


cualquier cosa. Estamos aquí por ti.

—Lo sé —dijo mamá, mirando por encima del hombro a la


cámara—. Y es por eso que les pedí a los dos que vinieran hoy.
Aaron, porque te amo y esto podría afectarte también, algún día,
si decidimos tener una familia. Simon, porque necesito tu cerebro.
Eres inteligente, y si alguien puede resolver esto, eres tú.

Burke arqueó una ceja, y Nick quiso aplastar su cara.

—Considera mi interés despertado.

—Está bien —dijo—. Solo espera. —Salió de la pantalla una


vez más, las miradas de papá y Burke siguiéndola. Ella reapareció
solo un momento después, sosteniendo un vaso de plástico
transparente lleno de lo que parecía agua. La dejó en la mesa de
café barata frente al sofá. Los dos hombres se inclinaron hacia
adelante con interés, la mirada de Burke se entrecerró mientras
miraba el vaso, papá levantó la vista de la mesa hacia mamá,

214
confundido. Mamá dio un paso atrás de la mesa para que la cámara
tuviera una vista clara. Ella dijo—: Es posible que queráis sentaros.
—Mientras levantaba la mano derecha con la palma extendida
hacia el vaso.

Papá lo hizo de inmediato. Burke vaciló, pero siguió su


ejemplo.

—¿Qué está haciendo? —Jazz preguntó cuando un zumbido


comenzó a llenar los oídos de Nick.

—No lo sé —murmuró— ¿Como, un truco de magia? Ella


está...

El vaso se sacudió levemente como si alguien hubiera


pateado la mesa, el agua ondulaba.

Los ojos de papá se ampliaron.

—¿Qué es eso? ¿Un terremoto? Lo sentí en el sofá. Jenny,


tú...

—Silencio —dijo—. Necesito concentrarme. —Torció los


dedos como pequeñas garras antes de respirar hondo, dejándolo
salir lentamente. El vaso se movió antes de levantarse de la mesa
en el aire, girando de un extremo a otro sin derramar agua. Bajó
de nuevo a la mesa. Sus dedos se movieron mientras fruncía el
ceño. En lugar que el vaso se levantara de la mesa una vez más, el
agua lo hizo, elevándose como si fuera sensible, las extremidades
extendiéndose y agarrando el borde del vaso. El agua, la maldita
agua, salió, temblando, pero manteniéndose unida. El vaso se volcó,
pero el agua no se derramó ni salpicó. Formó una pequeña bola

215
translúcida, brillando bajo la luz del sol que entraba por una
ventana fuera de la vista.

La bola de agua comenzó a estirarse hasta alcanzar al menos


treinta centímetros de largo, una fina hebra cuya superficie se
ondulaba como una piedra arrojada a un estanque.

—Oh, Dios mío —respiraron papá y Nick al mismo tiempo.

Mamá volvió a mirar a la cámara, un hilo de sudor resbaló


por su mejilla. Cuando volvió a mirar el agua, los extremos de la
hebra se conectaron, formando un círculo. Se ensanchó mientras
se movía por encima de ella. Bajó la mano y el círculo descendió
hasta pasar por su cabeza, sus hombros, sus brazos, su pecho
hasta su cintura. Sacudió un poco las caderas y el agua rebotó de
un lado a otro, mojando ligeramente su camisa cuando la tocó.

—Un hula hoop —dijo—. Gracioso, ¿verdad?

Papá la miró boquiabierto.

—¿Gracioso? ¿Gracioso? Jenny, ¿qué diablos? ¿Cómo haces


eso?

Burke no apartó la mirada de la vista que tenía delante.

—¿No es obvio? —murmuró. A Nick no le gustó la expresión


de su rostro. De alguna manera estaba apagado y hambriento—.
Psicoquinesia. Telequinesia. Lo mismo, para todos los efectos.

El agua se rompió y cayó sobre la alfombra, salpicando sus


pies. Hizo una mueca, levantó cada pie y sacudió las gotas.

216
—Para eso es para lo que te necesito. No entiendo qué es
esto. Siempre ha estado conmigo, desde que tengo memoria. Esto
es lo mínimo que puedo hacer. —Su voz se quebró cuando dijo—:
Aaron. Por favor. Di algo. No estaba tratando de ocultarte esto.
No sabía cómo decírtelo.

—¿Decirme que? —preguntó papá.

Burke puso su mano sobre el brazo de papá.

—Aaron, ¿no sabes lo que esto significa? —Sonrió mientras


miraba a mamá—. Es una extraordinaria.

La bombilla que colgaba del altillo explotó con un gruñido


eléctrico y el vidrio cayó al suelo. Nick y Jazz gritaron mientras
la televisión comenzaba a oscilar de un lado a otro, la pantalla se
agrietaba cuando la imagen de años antes se volvía negra. El
televisor se cayó, el cable se soltó del enchufe y se dio la vuelta,
casi golpeando a Nick en la cara. Tropezó hacia atrás sobre su
trasero, caminando como un cangrejo mientras el televisor caía
hacia adelante, algo dentro se rompió.

Se hizo el silencio.

Y fue en este silencio que Nick se dio cuenta que no podía


respirar. No podía concentrarse. El nudo en su cabeza y pecho se
retorció cuando el bulbo fracturado se balanceó hacia adelante y
hacia atrás en su cadena. Estaba casi ciego de pánico, el aliento le
silbaba por la nariz. Destellos de luz estallaron en su visión. Las
paredes comenzaron a cerrarse a su alrededor.

217
Se estremeció cuando sintió unas manos sobre él, frotando
su espalda arriba y abajo. A través de la tormenta en su cabeza,
escuchó la voz preocupada de Jazz.

—Respira, Nicky. Vamos. Puedes hacerlo. Respira, solo


respira. Adentro. Afuera, Nick.

No pudo hacer lo que ella le pedía. Sus pulmones no


funcionaban. Estaban muertos en su pecho, su piel húmeda. Él
estaba frio. Nunca había estado tan frío en su vida. Trató de
inhalar. No funcionaba. El altillo se volvió brumoso a su alrededor,
las sombras se agruparon, y Jazz le estaba exigiendo que respirara
en ese instante o iba a llamar al 911.

Jadeó con un suspiro. Su pecho se expandió hasta el punto


en que pensó que se le romperían las costillas. Exhaló
explosivamente antes de tomar otro aliento, reteniéndolo lo mejor
que pudo.

—Bien —dijo Jazz—. De nuevo. Vamos, Nick.

Lo hizo. Dentro. Mantenerlo. Fuera. Dentro. Fuera. Dentro


fuera dentro fuera dentro...

Y luego comenzó a llorar, ahogados sollozos débiles que


resonaban en el altillo a su alrededor.

Jazz levantó la cabeza mientras se deslizaba debajo de él,


dejándolo descansar contra sus piernas. Puso sus manos en su
cabello, susurrando que estaría bien, que estaba bien, déjalo salir,
Nicky, déjalo salir.

218
Él lo hizo. Un agujero se abrió en su pecho, y de él salió el
feo monstruo del dolor.

No supo cuánto tiempo le había llevado volver en sí mismo.


Todo lo que sabía era que cuando su visión finalmente se aclaró, la
luz de la ventana del altillo estaba apagada, como si fuera tarde.
Jazz tarareaba en voz baja, mirando fijamente a la nada mientras
le acariciaba el pelo.

—Lo siento —dijo, cerrando los ojos ante la vergüenza que


rugió a través de él.

—Sí —dijo ella—. Creo que no es algo por lo que debas


disculparte. —Su mano se detuvo en su cabello—. ¿Estás mejor?

—No tengo idea. —Se pasó una mano por la cara, haciendo
una mueca ante la nariz que goteaba.

—Buena respuesta —dijo ella, pasando una uña por sus


cejas—. ¿Quieres saber lo que pienso?

Asintió con cansancio.

Ella dijo:

—Creo que tu madre te amaba mucho, y sí te ocultó cosas,


pero tenía sus razones. Lo mismo con tu papá. No hay nada que él
no hiciera por ti.

—Excepto decirme la verdad —dijo Nick con amargura.

219
—Sí, está eso. Pero, ¿y si...? —se calló, mirando la televisión
rota. Se puso rígida, volviéndose lentamente hacia Nick, con los
ojos muy abiertos—. La televisión. —Había algo en su voz, algo que
Nick no pudo ubicar—. La bombilla. —Ella palideció—. El puente.
Dios mío, Nick. El puente.

Nick luchó por seguir su línea de pensamiento, los suyos


propios eran un caos.

—¿Qué pasa con... el Puente McManus?

—Te caíste, Nick. Deberías haber muerto. Pero no lo


hiciste. Todo se derrumbó a tu alrededor, todo ese metal, y
debería haberte aplastado contra el pavimento. Pero
simplemente... se detuvo. Como si lo hicieras florar. Como un vaso.
Como el agua. —Ella respiró hondo—. Nick. Nick. ¿No lo ves?

La piel de gallina se le erizó en los brazos, la piel le


palpitaba.

—¿Ver qué?

Y Jasmine Kensington dijo:

—¿Y si es genético? ¿Y si tienes lo que ella tenía? Nicky, ¿y


si has sido un extraordinario todo el tiempo?

Y es por eso que les pedí a los dos que vinieran aquí hoy.
Aaron, porque te amo y esto podría afectarte también, algún día,
si decidimos tener una familia.

Nick la miró boquiabierto mientras su mente volaba en una


furiosa explosión de chispas.

220
—¿Qué demonios?

221
8

—Vasos. Haz que se muevan.

Nick miró los vasos de cristal que había traído de la cocina.


Jazz los había dejado en fila en el suelo del altillo. Todos estaban
vacíos. Jazz dijo que no tenía agua porque, conociendo a Nick, si
funcionaba, ambos se mojarían y su suéter era de lavado en seco.
Tenía que reconocerle que tenía claras sus prioridades (al menos
para Jazz) en medio de... bueno. Sea lo que fuera esto.

—Bien, bien —Sacudió los hombros, moviendo los brazos y


las manos—. Vasos. Puedo hacerlo. Son solo vasos. Vasitos de
cristal. Enfoca. Enfoca. — Respiró hondo y soltó el aire
lentamente. Y como había hecho su madre, levantó la mano, con la
palma hacia las tazas que cubrían el suelo. Torció los dedos
mientras comenzaba a esforzarse, rechinando los dientes.

No pasó nada.

—¡Activar poderes! —Nada— ¡Golpe invisible de cristal!

Jazz se echó a reír.

—¿Qué? ¿Por qué dijiste eso?

Él la miró con la mano todavía extendida.

222
—El nombre del movimiento que estoy tratando de hacer.
Todo el mundo sabe que cuando realizas un movimiento, dices el
nombre.

—Oh, si todo el mundo lo sabe, entonces sigue adelante.

—Lo haría si dejaras de reír. ¡Lanzando la Copa de la


Muerte!

Ella no paró de reír. En todo caso, se rió más fuerte.

—Oh, Dios mío, esto es asombroso. Di algo más. Espera,


tengo una. ¡Copa Voladora de la Eternidad!

—¡Copa voladora de la eternidad! —Nick gritó, cerrando su


mano en un puño. Los vasos no se movieron.

Nick dejó caer su mano.

—Esto es estúpido. No tengo poderes, Jazz. Tenías razón


cuando dijiste que ya habríamos visto algo. —Se estaba enojando,
pero no sabía con quién. Quizás todo el mundo. Con Papá, por
ocultarle su historia. Con mamá, por hacer lo que hacía y no estar
aquí para contárselo. Con Burke, por existir. Con Owen, por
intentar matarlo a él y a sus amigos. Seth, por... bueno, por nada,
porque Seth era perfecto.

Jazz ya no se reía.

—Nick, cálmate, ¿de acuerdo? Estás empezando a respirar


rápido de nuevo. —Ella puso su mano sobre su brazo—. Estás bien.
No tenemos que hacer nada ahora si no está listo. Sería mejor que
echemos el freno y pensemos.

223
Sacudió la cabeza.

—Necesito hablar con papá. Debo escuchar esto de él. Si


es... —Tragó saliva sintiendo un nudo en la garganta—. Si me ocultó
todo esto, necesito saber por qué. —Y ahí estaba su ira, brillante
y vidriosa. Debería habérselo dicho. Secretos. Siempre se reducía
a secretos, y estaba harto de eso.

Una lanza de dolor atravesó su cabeza y Nick gimió,


inclinándose y envolviendo sus brazos alrededor de su cintura. El
susurro en el fondo de su mente, esa voz baja e ininteligible,
comenzó a rugir y lo sintió. Lo sintió hasta los huesos, una
extrañeza de la que no podía escapar. Escuchó la voz preocupada
de Jazz cerca de él, pero no podía concentrarse en lo que estaba
diciendo. Apretó los dientes cuando el dolor de cabeza lo atacó
con una venganza, palpitando resbaladiza, provocando que su
garganta se levantara. Sintió el sabor de la bilis en la parte
posterior de la garganta, y justo cuando pensaba que no podía
soportarlo más, justo cuando esperaba ser consumido por ella, la
agarró. Se retorció furiosamente como si estuviera viva, y Nick
susurró:

—No.

Su dolor de cabeza desapareció tan rápido como llegó.


Parpadeó lentamente mientras su cabeza se despejaba, la espalda
crujiendo mientras se ponía en su altura máxima. Se volvió hacia
Jazz, una disculpa en la punta de su lengua, pero murió ante la
expresión de su rostro.

Sus ojos estaban muy abiertos, su mandíbula cayó, el labio


inferior temblaba. Pero ella no lo estaba mirando.

224
—¿Qué? —preguntó—. ¿Qué ocurre?

Ella se estiró y cogió su barbilla, girando su cabeza hacia el


altillo.

Los cuatro vasos flotaban en el aire. El de la derecha giraba


en círculos lentos. El de la izquierda se movía hacia arriba y hacia
abajo, hacia arriba y hacia abajo. Los dos del medio tintineaban
juntos suavemente, el sonido sordo en el altillo.

—Lo estás haciendo —susurró Jazz.

Observó cómo los vasos comenzaban a girar en círculos


concéntricos, más amplios y más rápidos. Dio un paso atrás cuando
una pasó justo frente a él, silbando mientras cortaba el aire.

—Ja, ja —dijo débilmente—. Está bien, ya he terminado.


Vasos, caer. ¡Cesar y desistir! Vasos, parad.

No se detuvieron. Se movieron más rápido, pero se las


arregló para agarrar a Jazz a tiempo y tirar de ella hacia abajo
cuando uno se disparó hacia ellos. Jazz jadeó mientras se
estrellaba contra la pared.

—¡Apágalo!

—¡No sé cómo! —Nick le gritó mientras otro se lanzaba


hacia ellos. Jazz lo apartó de un empujón cuando el vidrio se
estrelló contra el suelo donde Nick había estado parado solo un
segundo antes. Cayó de rodillas cuando las cajas a su alrededor
comenzaron a estremecerse y temblar. Un cubo de plástico se
volcó de lado, derramando libros y papeles viejos. Los libros se
levantaron del suelo, las páginas revoloteaban y crujían. Se

225
estremeció cuando la televisión rota se enderezó, el cable de
alimentación se movió de un lado a otro.

Se empujó hacia arriba, agarrando a Jazz de la mano


mientras el altillo comenzaba a retumbar. Ella se movió
rápidamente, siguiéndolo mientras él la empujaba hacia la escalera.
Miró hacia atrás por encima del hombro mientras la hacía bajar
primero.

Cada caja y cubo del altillo flotaba a centímetros del suelo.

Cayó por la escalera para evitar ser golpeado en la cara por


los dos vasos restantes. Aterrizó de espaldas en la parte inferior
de la escalera, Jazz de pie sobre él, su cabello colgando alrededor
de su rostro.

Un fuerte estruendo vino por encima de ellos, y apenas tuvo


tiempo de recuperarse cuando Jazz enganchó sus manos en sus
axilas desde atrás, tirando de él mientras la pila de adornos
navideños que habían reunido comenzaba a levantarse del suelo. La
guirnalda se arremolinó. Las luces parpadearon en verde, rojo y
azul. Las fotografías colgadas en la pared empezaron a vibrar.

—Tenemos que salir de aquí. —Jazz respiró en su oído


cuando una caja cayó por la escalera y se partió antes que su
contenido también comenzara a moverse—. ¡Vamos! ¡Vamos!
¡Vamos!

Bajaron volando las escaleras incluso mientras la barandilla


crujía y rugía, las tablillas de madera de los escalones temblaban.
Se sentía como un terremoto, el mismo suelo vibrando bajo sus
pies. Jazz saltó desde los últimos escalones y casi se cae cuando

226
la alfombra que conducía a la puerta principal se deslizó por debajo
de sus pies, retorciéndose como una serpiente. La agarró antes
que pudiera caer, y ambos golpearon la puerta al mismo tiempo.
Cogió su abrigo del gancho y le arrojó una de las sudaderas con
capucha de Nick mientras él agarraba el pomo de la puerta.

Fuera, el aire frío fue un puñetazo en la cara. Nick


inmediatamente comenzó a temblar cuando cerró la puerta detrás
de ellos. A través del vidrio esmerilado, pudo ver que las cosas aún
se movían en el interior. Retrocedió lentamente.

—Estamos bien —jadeó Jazz—. Estamos a salvo. Se acabó.

Ambos gritaron cuando la alfombra del pasillo se estrelló


contra el interior de la puerta, lo que hizo que vibrara en su marco.

—¡Corre! —Nick gritó. Ellos corrieron.

Llegaron a la acera mientras Nick luchaba por subirse y


cubrirse con la sudadera. Metió la cabeza, listo para decirle a Jazz
que nunca más le permitiría tener ideas, cuando la alarma del coche
más cercano a ellos comenzó a sonar. Al igual que el SUV detrás
de él. Y otro coche. Y otro. Y otro.

Y entonces uno de los coches cubierto por una fina capa de


nieve empezó a rebotar sobre sus neumáticos, el chasis chirriaba.
El vecino de al lado de Nick, un hombre con el asombroso nombre
de Percival Axworthy, salió al porche con las llaves del coche en la
mano. Frunció el ceño mientras pulsaba repetidamente el botón
para apagar la alarma. En lugar de silenciarlo, el automóvil, un
Chevy Citation de 1982 que Percival había restaurado con cariño

227
por razones que Nick no entendía, dado lo feo que era, se lanzó
tres metros en el aire antes de estrellarse de nuevo en la
carretera, las ventanas explotando vidrio rociado en arcos
relucientes.

—¡Lo siento! —Nick gritó cuando Jazz lo empujó por la


acera—. ¡Llame a su compañía de seguros y presente una
reclamación!

Percival no pareció oírlo, mirando, estupefacto, mientras


uno de los neumáticos de su amado coche se desinflaba con un
cómico silbido.

—Gibby. —Jazz estaba diciendo en su teléfono—. Tenemos


un... ¿puedes escúchame? ¡Sí, estoy gritando! ¡Este es un momento
perfecto para gritar! ¿Dónde está Seth? —Ambos casi resbalaron
cuando los medidores comenzaron a arrojar monedas en la acera,
la gente ya sacó sus teléfonos y comenzó a registrar el caos—.
¿Qué quieres decir con que ha salido? Maldita sea, está bien. No,
no lo hagas. Quédate donde estás. Vamos a ir a buscar el de Nick...

El teléfono voló de sus manos. Vieron cómo volaba por el aire


y aterrizaba en el techo del edificio de apartamentos al otro lado
de la calle.

—Um —dijo Nick—. ¿Culpa mía?

—Sí —dijo Jazz débilmente—. Es culpa tuya. Papá se va a


enojar por romper otro teléfono.

Comenzaron a abrirse paso entre la multitud que se había


detenido para contemplar la destrucción que parecía seguirles.

228
Demasiada gente. Demasiadas personas, y estaban estancados,
estaban estancados y...

Una mujer gritó mientras comenzaba a deslizarse hacia


atrás, las puntas de sus zapatos se arrastraban por el cemento. Se
detuvo a unos metros de distancia con las piernas temblorosas,
mirando a su alrededor como loca, la gente corriendo para
asegurarse que estaba bien.

—El tren —jadeó Nick cuando irrumpieron entre la


multitud—. Tenemos que llegar al tren. Papá ya debe estar en la
comisaría.

—¿Estás loco? —preguntó Jazz—. No voy a entrar en un


tubo de metal contigo mientras estés estropeado. Si quieres
arriesgarte a quedarte atascado en uno de los túneles, hazlo. Pero
yo me respeto demasiado como para tener que esperar a que me
rescaten. Caminaremos.

—¡Eso son veinte manzanas!

—Entonces será mejor que nos pongamos en marcha —dijo


con gravedad.

Lo hicieron, incluso cuando más alarmas de coches


empezaron a sonar.

Para cuando llegaron a la manzana en la que se encontraba


el recinto, estaban cansados y agotados, el rostro de Nick estaba
cubierto de marcas rojas después que los cordones de su sudadera
con capucha comenzaran a golpear su rostro como si estuvieran

229
vivas. Había sacado el cordón y lo había arrojado al suelo. No volvió
a moverse. Se detuvieron en la puerta de una tienda cerrada con
tablas en las ventanas y grafitis que cubrían la madera con colores
brillantes. Nick se inclinó, con las manos en las rodillas, jadeando.

—¿Viste la guitarra explotar? —Jazz logró decir, el sudor


le corría por la mejilla—. Ese pobre músico callejero. ¿Quién diría
que un hombre tan grande podría gritar así?

Nick hizo una mueca mientras se ponía de pie. Su cuerpo se


sentía débil y estaba más cansado de lo que nunca había estado en
su vida. Sus pensamientos eran lentos mientras se asomaba a la
puerta, mirando arriba y abajo de la acera para ver si pasaba algo
más. O explotaba.

Nada. Solo gente que pasaba apresuradamente, sin


prestarles atención, la calle llena de tráfico atascado, bocinazos
mientras los trabajadores de la construcción les gritaban.

—Oh, gracias a Dios —murmuró Nick—. Creo que se acabó.

—¿Está seguro? —preguntó Jazz—. Porque eso no es


exactamente lo que esperaba cuando lleve los vasos.

Nick gimió mientras se pasaba una mano por la cara.

—Vasos estúpidos. Poderes estúpidos. —Se rió a carcajadas


mientras miraba calle arriba hacia el recinto— ¿Por qué...?

Pero nunca tuvo la oportunidad de terminar. Porque las


puertas dobles de la comisaría se abrieron y el padre de Nick salió
con la boca torcida en un ceño fruncido mientras miraba su
teléfono. Nick echó la cabeza hacia atrás mientras papá miraba en

230
su dirección. No sabía si lo habían visto. Esperó un momento antes
de inclinarse hacia atrás. Vio la espalda de su padre frente a él
mientras caminaba en la dirección opuesta entre la multitud. Jazz
se puso de puntillas, mirando por encima de su hombro.

—¿A dónde va?

Pensando rápidamente, Nick dijo:

—Jazz, vete a casa, o vete con Seth y Gibby. Debo hablar


con mi padre.

Ella lo agarró del brazo.

—No tienes que hacer esto tú solo.

Le dio lo que esperaba que fuera una sonrisa


tranquilizadora. Por la expresión de su rostro, había fallado.

—Lo sé, pero yo ... yo no sé lo que va a pasar, y no quiero que


te pille en medio de esto.

Ella dejó caer su mano. Con aspecto perturbado, dijo:

—¿Estás seguro?

—Lo estoy —dijo con firmeza—. Te alcanzaré después, ¿de


acuerdo? ¿Estás bien para salir de aquí por tu cuenta?

Ella puso los ojos en blanco.

—Puedo apañármelas sola.

—No lo sé —murmuró. Él se rió en voz baja cuando ella se


puso de puntillas y le besó la mejilla—. Gracias, Jazz.

231
—Ve —dijo ella, empujándolo fuera de la puerta—. Haz lo
que tengas que hacer, pero ten cuidado, Nicky. No sabes en lo que
te estás metiendo.

—Eso es lo que me preocupa —dijo—. Te veo más tarde.

Se apresuró a bajar por la acera, mirando por las ventanas


del recinto al pasar. Recordó lo que Gibby le había dicho: cómo veía
una placa y un uniforme y pensaba en seguridad, algo tan arraigado
que lo tomaba como la verdad del evangelio cuando tal vez debería
haber hecho preguntas. Agachó la cabeza cuando vio al oficial
Rookie adentro, vestido con un traje que no le quedaba bien,
sosteniendo una carpeta en sus manos. Desde que Nick lo había
visto por última vez, aparentemente había decidido que una barba
era lo correcto para su rostro, lo cual, está bien.

Llegó a la comisaría sin que la Torre lo viera, y continuó, sin


perder de vista a papá para no perderlo entre la multitud. Pensó
en llamarlo, pero la expresión de su rostro cuando salió de la
comisaría lo tocó de la manera equivocada. No sabía por qué, pero
no tenía exactamente ganas de darle el beneficio de la duda en ese
momento. Quería ver adónde iba, qué estaba haciendo. No se
dirigía a casa. Tal vez volviera con los padres de Jazz y Gibby,
aunque Nick no creía que ese fuera el caso. Habían pasado horas
desde que se había ido, y había dicho que iba a trabajar cuando
terminara con ellos.

Nick se estremeció cuando los frenos de un automóvil


chirriaron en la calle, seguro que sus poderes estaban regresando.
Apretó los puños. No pasó nada. Todo era normal. Todo estaba
bien.

232
O, al menos, eso es lo que se decía a sí mismo.

Papá cruzó la calle con el semáforo y Nick comenzó a trotar


para ponerse al día para no tener que esperar hasta que fuera
seguro volver a cruzar. Cruzó justo cuando el símbolo de caminar
volvió a convertirse en una mano roja. ¿A dónde iba papá? ¿Y por
qué tenía los hombros casi encorvados hasta las orejas? Parecía
estresado, enojado. ¿Fue por la reunión con los padres de sus
amigos o por algo más? ¿Qué diablos estaba escondiendo esta vez?

Un recuerdo, entonces, inesperado pero que se elevó como


un cohete en su cabeza. Su padre en el hospital, Nick junto a su
cama, ambos viendo a Pyro Storm y Shadow Star luchar en la
televisión que colgaba de la pared.

Si alguien que te ama te mintiera, te ocultara cosas, te


lastimara, pero necesitara tu ayuda, ¿lo harías?

Me gustaría. Porque nunca podré darle la espalda a alguien


que me necesite. Si me mintieran, si me mantuvieran en la
oscuridad y mi corazón se rompiera, aún haría todo lo que pudiera.
A veces, mentimos a los que más amamos para mantenerlos a salvo.

Nick frotó su mano con enojo contra el ardor en sus ojos.


Obtendría respuestas, de una forma u otra.

Diez minutos más tarde, papá entró en un pequeño parque


con el que Nick no estaba familiarizado. Los árboles desnudos se
alzaban hacia un cielo color bronce y un pabellón con mesas de
madera vacías descansaba sobre una losa de cemento agrietada. El
suelo estaba cubierto de nieve sucia. Las únicas otras personas en

233
el parque eran una niña en un columpio, riendo mientras una mujer
la empujaba, haciendo que las cadenas crujieran mientras la niña
gritaba ¡Más alto, más alto!

Nick se escondió detrás de un árbol, viendo a su padre ir al


pabellón. Papá miró su teléfono con una expresión furiosa en su
rostro. Tocó la pantalla un par de veces antes de acercárselo al
oído. Quienquiera que haya respondido, papá no lo saludó. En
cambio, su boca se torció en un gruñido, mostrando los dientes.
Nick estaba demasiado lejos para escuchar lo que se decía. Papá
comenzó a caminar, de espaldas a Nick, sus pasos resonaban
sordamente en el pabellón.

Nick respiró hondo y salió de detrás del árbol, acercándose.


Se quedó paralizado cuando papá se volvió hacia él, pero se miraba
los pies con los hombros rígidos. Caminó en la otra dirección, y Nick
corrió hacia adelante, con el corazón en la garganta mientras
alcanzaba un grueso pilar en el borde del pabellón.

Ahora podía oír a su padre. Ojalá no hubiera podido.

—¿Y dónde terminas? —Papá gruñó—. ¿Quién diablos te


crees que eres? Te dije que haría lo que quisieras. Te dije que lo
manejaría. No puedes...

Nick se tapó la boca con la mano y el aliento caliente le


escoció la palma. La mujer que empujaba a la niña en el columpio lo
miró fijamente por un momento antes de tirar de la pequeña y
alejarse, mirando por encima del hombro, con los ojos
entrecerrados.

234
—Me importa una mierda lo que estés haciendo —dijo papá
con frialdad—. No es tu hijo. Él es mío, y yo seré quien decida qué
sabe y qué no. No estás en posición de darme consejos sobre
crianza, Simon. No después de lo que le hiciste a Owen.

La sangre de Nick se convirtió en un lodo helado mientras


jadeaba contra su mano. Papá se rió amargamente.

—Eso no es lo que acordamos. Te dije que te mantendría


informado en lo que respecta a los Extraordinarios, y lo he hecho.
Sabes todo lo que yo sobre los movimientos de Pyro Storm. Y no
hay otros extraordinarios. Lo sabría si hubiera... ¿qué? No. Por
supuesto que no sé quién es. Lleva una máscara. ¿Cómo diablos voy
a saberlo? No. Él tampoco lo sabe. No me importa lo que viste en
el puente, no sabe quién es Pyro Storm. Escúchame, Simon, porque
no volveré a decirte esto. Deja a mi hijo fuera. Todo el Concentra
del mundo no importa si estás jodiendo a mi hijo, y te lo digo aquí
y ahora mismo: si intentas hablar con él de nuevo, te mataré. Solo
porque encontraste una manera de reprimir lo que hay dentro de
Nick no te da derecho a involucrarte en su vida.

Nick intentó moverse, pero sus pies estaban clavados en su


lugar. No podía hacer que sus piernas trabajaran, no podía hacer
nada más que luchar para respirar mientras su padre le rompía el
corazón.

Él lo sabía. Papá lo sabía todo. Mamá. Nick. Las píldoras.

El Concentra fabricado por Burke Pharmaceuticals.

¿Te has tomado la pastilla, Nick? No olvides tus


medicamentos, chico.

235
¿Te tomaste la pastilla, Nicky?

—Lo sé —dijo papá—. Pero lo mantendré todo el tiempo que


pueda. Sé lo que les pasa a personas como ellos. Lo he visto. Y tú
también lo hiciste; viste cuánto le pesó a Jenny. No dejaré que le
pase lo mismo a Nick. —Un latido de silencio. Luego,
furiosamente—: Ella fue atacada. Sabían quién era el día que la
siguieron hasta ese banco, a pesar que habían pasado años. La
mataron por lo que significaba para la gente de esta ciudad. Si
hubiera sabido dónde le llevaría eso, le habría rogado que nunca se
pusiera ese traje. La ciudad no la necesitaba como La Guardiana,
nosotros la necesitábamos para estar viva y...

Guardiana

Guardian.

El Extraordinario que había vigilado Nova City. El héroe que


había desaparecido antes que él naciera.

El teléfono de Nick sonó en su bolsillo, sorprendentemente


fuerte en la tranquilidad del parque.

Entró en pánico, murmurando:

—Dios mío, no, no, no. —Mientras se alejaba del pilar,


tratando de sacar su teléfono, tratando de detenerlo. Ni siquiera
vio quién llamaba cuando lo sacó de su bolsillo, siseando cuando sus
nudillos crujieron. Pasó el pulgar por la pantalla y envió la llamada
al buzón de voz.

—¿Nicky?

236
Nick se dio la vuelta. Papá estaba allí, toda la sangre se le
había escapado de la cara. Tenía la boca abierta, el teléfono se le
cayó de la mano y rebotó en el suelo del pabellón.

Papá se recuperó primero.

—¿Nick? Oye, hola. ¿Qué estás haciendo aquí? —Trató de


sonreír, pero se desmoronó cuando dio un paso hacia su hijo—.
Chico, ¿qué... qué está pasando?

Nick cogió su teléfono y dio un paso atrás en respuesta, con


la mente brutalmente en blanco. No podía formar un solo
pensamiento coherente, y el sonido que salió de su boca abierta
fue un gemido agudo, roto y débil.

—No —dijo papá, con las manos temblorosas mientras


alcanzaba a su hijo—. Oh, Nicky. No lo hice... —Su pecho se agitó,
su aliento salía de su boca en una densa nube—. Por favor.
Escúchame, ¿de acuerdo? Necesito que me escuches. Estamos
bien. Estamos bien, lo juro. Déjame explicártelo. Dios mío, por
favor no lo hagas... ¡Nick, no!

Nick, sí.

No miró hacia atrás mientras salía corriendo del parque, el


corazón le latía con fuerza en el pecho y la cabeza le daba vueltas.
Se resbaló sobre un trozo de hielo resbaladizo escondido bajo la
nieve, pero logró mantener el equilibrio con unos pasos duros que
le sacudieron las rodillas. Una rama delgada de un árbol golpeó
contra su mejilla, causando que se adormeciera a medida que
aumentaba la velocidad. Escuchó a su padre gritar su nombre,
rogándole que se detuviera, pero no lo hizo. No pudo.

237
Casi ciego por el pánico, corrió.

238
9

El cielo se había oscurecido considerablemente. Cayeron


ráfagas que captaban la luz de las farolas. Hacía mucho frío, pero
Nick apenas lo sintió mientras sus pies golpeaban el pavimento,
empujando a la gente en la acera.

No sabía cuánto tiempo estuvo corriendo, solo que cuando


se detuvo, tenía un doloroso punto en el costado. Estaba caliente.
Estaba frío. No podía concentrarse, no podía aferrarse a un solo
pensamiento claro que lo ayudaría a atravesar la tormenta en su
cabeza. No podía introducir suficiente aire en sus pulmones.

Levantó la cabeza, tenía el cuello rígido y dolorido. En un


callejón. Estaba en un callejón a unos metros de la acera,
escondido en la oscuridad que lo invadía. Nick presionó su frente
contra el costado de un edificio, el ladrillo frío contra su piel.
Antes que pudiera detenerse, golpeó el ladrillo. El dolor fue feroz
e inmediato, los nudillos de su piel se partieron, la sangre brotó.
Fue suficiente para aclarar un poco su cabeza, y aspiró una
bocanada que le quemó la garganta.

—Piensa —murmuró, estrechando su mano, la sangre


cayendo al suelo—. Pensar. Puedes hacerlo. Enfocar. Próximo paso.

239
No podía llamar a papá. No sabía dónde se había ido Jazz.
Lo último que escuchó fue que Gibby todavía estaba en la casa de
los Gray, trabajando en...

Seth.

Seth, Seth, Seth.

Él sabría qué hacer.

Nick sacó su teléfono de su bolsillo, haciendo una mueca


cuando su mano herida se frotó contra la tela vaquera áspera. Lo
ignoró, gruñendo mientras sus dedos volaban sobre la pantalla.

El teléfono sonó una vez. Dos. Tres veces.

—Has llegado al buzón de voz de Seth. Probablemente esté


ocupado. Y ya nadie llama a nadie a menos que sea una emergencia.
Envía un mensaje de texto. A menos que sea una emergencia.

—Es una emergencia —siseó Nick en el teléfono después que


sonó—. ¡Levanta tu maldito teléfono! Puedo mover cosas con mi
mente.

Lo intentó de nuevo. Mensaje de voz.

Como el año pasado, cuando pensó que Seth había estado


ignorando sus llamadas, porque si su teléfono estaba apagado,
habría sonado una vez antes de ir al buzón de voz. Si no lo hubiera
escuchado, sonaría al menos seis veces.

Tres veces significaba que Seth silenció la llamada.

Seth, por la razón que sea, no podía hablar en ese momento.


Antes que pudiera enojarse, recordó vagamente que antes, Gibby

240
había dicho que Seth se vistió, lo que significaba que algo había
sucedido.

Solo ocupado. Eso es todo. Seth estaba salvando el día. De


nuevo.

Pero entonces, ¿por qué papá no lo sabía? A menos que se


hubiera distraído con su llamada con Simon Burke, papá debería
haber estado donde estaba Seth, o al menos monitoreando la
situación de forma remota.

Nick tragó saliva con dificultad, incapaz de comprender ese


nivel de traición. Simon Burke era el enemigo. Y papá lo estaba
ayudando.

Nick estaba solo. Nadie a quien llamar. Nadie para ayudarlo.


Nadie en quien pudiera confiar.

—Oh, vamos —murmuró para sí mismo—. No eres una reina


del drama. Llama a Gibby. Llame a Jazz. Llama a Martha o Bob. Se
inteligente en esto. Descúbrelo. Mi superpoder es mi cerebro, así
que piensa, ¡maldita sea!

Antes que pudiera llegar a ninguna parte, su teléfono sonó.

Un mensaje de Seth, como si supiera que Nick lo necesitaba.

Vi tu llamada. Día largo, camino a casa. ¿Hablamos


mañana? xx

Beso beso. Debería haber hecho que Nick se ruborizara


hasta las raíces de su cabello.

241
Excepto que su teléfono volvió a sonar, esta vez desde la
aplicación Team Pyro Storm, la alerta con una caricatura de 8 bits
de la cara de Pyro Storm con una burbuja de palabras que proclama
que ¡PYRO STORM ESTÁ CERCA! Hizo clic en la cara de Pyro
Storm, que abrió un mapa de Nova City en su pantalla. Gibby había
integrado Google Maps para mostrar todas las calles, con los
nombres de edificios, parques y vecindarios. Un punto verde
parpadeó en la pantalla mientras se movía. El punto mostró a Seth
a unos veinte minutos de donde estaba ahora. La señal verde se
movió hacia lo que Nick pensó que era un callejón detrás de una
hilera de restaurantes y una bodega con un gato particularmente
malo del tamaño de un caballo pequeño.

El camino opuesto a su casa.

Nick frunció el ceño mientras regresaba al hilo de texto.


Dudando un momento, marcó una respuesta.

¿Vas a la cama?

¡Sí! Exhausto. Cosas fáciles, sin preocupaciones. ¡Incluso


envió un nuevo tweet en la cuenta!

Juguetón. Divertido. Sus bromas habituales.

Y una mentira, porque volvió a la aplicación y vio que Seth


todavía no se iba a casa. El punto se detuvo en el callejón.

Estaba a punto de responderle el mensaje de texto diciendo


que podía ver que no se iba a casa. Su pulgar se cernió sobre la
pantalla. Pero eso no estaba bien, ¿verdad? La aplicación no fue
hecha para que rastreara a su novio. Sería una invasión de la
privacidad si lo llamara por ello. Confiaba en Seth tanto como en

242
su... bueno, tanto como había confiado en su padre. Entonces, ¿y si
Seth estaba mintiendo sobre dónde estaba? No necesitaba el
permiso de Nick para hacer nada.

Volvió a la aplicación, planeando cerrarla, cuando la señal


verde desapareció.

Solo hacía eso cuando Seth apagaba el rastreador él mismo.


Como si se diera cuenta que no estaba donde dijo.

Pero…

La garganta de Nick se elevó, su boca se inundó de saliva.


¿Y si Seth hubiera sido capturado por un nuevo villano? ¿Y si este
nuevo villano le hubiera quitado el teléfono para responder a los
mensajes de Nick mientras ordenaba a sus lacayos que torturaran
a Pyro Storm? ¿Y si Seth estaba pidiendo ayuda a gritos y nadie
estaba allí para salvarlo? Eso era más probable que Seth Gray
mintiendo sobre dónde estaba. Seth nunca mentía. Claro, había
mantenido su alter ego de Nick durante años, pero había una buena
razón para eso.

La duda se apoderó de él. Seth sería el tipo de persona que


le ocultaría cosas si creyera que eso lo pondría en peligro. Se
mordió el interior de la mejilla mientras miraba su teléfono.

Escribió una respuesta.

Me alegro que estés usando Twitter. ¿Recuerdas los


dulces que te di el año pasado? ¿Cómo se llamaban?

Nadie fuera de su grupo de amigos sabría la respuesta. Si


Seth no estaba en el otro extremo, entonces no podrían decírselo.

243
Skwinkles Salsagheti. Buenas noches <3

—Oh, no —suspiró Nick—. Estás mintiendo. —Dejó el


callejón atrás.

Nick trató de correr todo el camino, pero ya había corrido


más hoy de lo que probablemente había hecho en toda su vida, y le
salieron dientes a la puntada en el costado.

Llegó a las calles transversales que había visto en el mapa.


Las ráfagas de nieve habían disminuido, el cielo ahora escupía
algunos copos que se arremolinaban a su alrededor. La gente se
reía y sonreía mientras pasaban apresuradamente a su lado.
Aunque las farolas iluminaban las aceras, las sombras de la noche
parecían llegar hasta él y se sentía más frío que en toda su vida.

El callejón era como él pensaba: entre una bodega y un


edificio de apartamentos a la vanguardia de la gentrificación,
elegante y hecho de acero y vidrio.

Nick cruzó la calle tan pronto como el semáforo le dio luz


verde, apresurándose mientras se subía la capucha y se tapaba la
cabeza. No era un disfraz, pero tendría que hacerlo hasta que
pudiera cambiar eso. Llegó al callejón, esperando que Seth no se
hubiera ido. Sin luces, solo oscuridad. Ni siquiera podía ver qué tan
atrás llegaba el callejón.

—Bien. Puedes hacerlo. Puñetazo relámpago furioso.


Asegúrate que sepan que hablas en serio. Muévete
silenciosamente. No dejes que te escuchen.

244
Con eso, entró en el callejón.

E inmediatamente tropezó con una bolsa de basura tirada


en el suelo. Aparentemente, la bolsa estaba llena con al menos
quinientos kilos de vidrio; se rompió tan fuerte que Nick estaba
seguro que el sonido se registró como un evento sísmico en la
escala de Richter. Se las arregló para mantenerse erguido, pero
solo porque pisó con fuerza la bolsa, rompiendo aún más vidrios.

Se quedó paralizado, esperando a ver si alguien lo llamaba.


Nadie lo hizo.

Dio otro paso adelante. Se rompieron más cristales. Y luego


más.

—¿Me estás tomando el pelo? —susurró enojado—. Vamos.

Dio un paso exagerado hacia adelante, sorteando el cristal.


Aliviado, se apresuró hacia el callejón, manteniéndose cerca del
edificio a su izquierda.

Estaba en la mitad cuando escuchó la voz de Seth. Borra


eso.

La voz de Pyro Storm, modulada y profunda. No sonaba


herido.

Sonaba bien.

Nick se apretó contra el edificio mientras se acercaba.

—...y deberemos tener cuidado —estaba diciendo Pyro


Storm—. Ellos descubrirán que algo está pasando en poco tiempo.
No me gusta ocultarles cosas, especialmente a mi novio. La gente

245
no le da el crédito que se merece. Es listo. Él lo resolverá
eventualmente. Tenemos que adelantarnos a eso.

Antes que Nick pudiera inflar su pecho (porque los


cumplidos que se suponía que no debía escuchar eran su tipo
favorito de cumplidos), otra voz habló, entrecortada y profunda.

—Lo entiendo, cariño, pero te recuerdo que esto no se trata


de él. Se trata de ti y de mí.

Pyro Storm suspiró.

—Lo sé. Y no voy a obligarte a hacer algo para lo que no


estás preparado, pero no me gusta mentirle a la gente que me
importa. Ya he tenido suficiente de eso para que me dure toda la
vida.

—No lo sé —respondió la voz—. Puede llegar un momento en


que cambie de opinión, pero no es hoy. Debo tener cuidado conmigo,
porque soy el único que lo hará.

—Estamos juntos en esto —dijo Pyro Storm—. Lo prometo.

Nick dejó de moverse, su espalda contra una pared que


terminaba a un par de centímetros de distancia, girando hacia
adentro en un ángulo de noventa grados. Una puerta. Pyro Storm y
quienquiera que estuviera hablando estaban en una puerta.

—Ojalá pudiera creerte —dijo la voz—. Pero he visto lo que


les pasa a personas como nosotros. Eran diferentes. Es como salir
del armario. Ya pasé por eso una vez. No sé si seré capaz de volver
a hacerlo. Ni siquiera sé quién eres detrás de la máscara.

246
—Igual que yo no sé quién eres fuera de tu disfraz —dijo
Pyro Storm—. Es más seguro de esta manera, al menos por ahora.
Somos extraordinarios. Tienes que acostumbrarte a mantener tu
identidad en secreto.

El corazón de Nick latió dolorosamente en su pecho.


¿Extraordinarios? ¿Cómo en plural? No había forma que hubiera
otros que él no conocía, ¿verdad? Seth no... nunca mantendría algo
así en secreto.

—Me estás rompiendo el corazón —dijo la voz—. Mírate.


Puedes estar melancólico como los mejores. Ven aquí. Déjame
hacerlo mejor.

Nick escuchó un movimiento y luego la voz dijo:

—Ahí. Eso es. Más apretado, chico de fuego. No me voy a


romper. Apuesta tu culo en ello.

Nick le confiaba su vida a Seth. Confiaba en Seth con su


corazón. Seth nunca haría nada para lastimarlo, al menos no
intencionalmente. Pero hoy no había sido un día normal, ni siquiera
en la vida de un tal Nicholas Bell, que estaba lleno de muchos días
anormales. Nick estaba cansado, herido y más que un poco enojado.

Así que no pensó que se le pudiera culpar por saltar de las


sombras a la puerta, con una expresión atronadora en su rostro.
Parpadeó contra la bombilla desnuda que colgaba sobre una puerta
oxidada en la parte trasera del callejón.

Y allí, de pie en un charco de luz, estaba Pyro Storm,


abrazando a una mujer espectacularmente alta de piel morena que
tuvo que encorvarse para envolver sus brazos alrededor de su

247
novio. Su cabello, que colgaba en rizos sorprendentemente azules,
rebotaba mientras balanceaba a Pyro Storm de un lado a otro.
Llevaba una especie de leotardo, cubierto con lentejuelas negras
brillantes, y botas blancas asesinas que le llegaban hasta las
rodillas. Sus brazos estaban cubiertos de finos brazaletes de
metal, y si Nick no estuviera extremadamente confundido,
pensaría que esta extraña tenía el mejor disfraz que había visto
en su vida.

Quizás, entonces, se le podría perdonar por decir:

—Oh, Dios mío, te ves increíble. ¿Brazaletes? Nunca podría


lograr eso

El efecto fue instantáneo. Pyro Storm gritó y se tambaleó


hacia atrás, las lentes que cubrían sus ojos brillaron intensamente.
La otra figura se dio la vuelta, y Nick pudo ver que ella (¿él? ¿Ellos?
Nick necesitaba obtener sus pronombres antes de hacer el
ridículo) llevaba una máscara blanca que cubría sus ojos, cuyas
puntas se curvaban en puntiagudas como si fueran vieja gafas de
moda. La máscara tenía pequeños diamantes de imitación de color
azul eléctrico que brillaban cuando captaban la luz de la bombilla.

—¿Nick? —Pyro Storm dijo con voz ahogada.

Nick lo ignoró a favor de este nuevo Extraordinario. Corrió


hacia adelante, y mientras se acercaba, creyó escuchar el ruido de
la electricidad, el aire a su alrededor se espesó con el hedor a
ozono. Se detuvo en seco cuando lo que parecía ser un rayo azul se
arrastró a lo largo de los brazos del Extraordinario, hasta sus
dedos. Levantó una mano, el rayo se acumuló en una bola sobre su
palma.

248
—No, espera —gritó Pyro Storm, saltando hacia adelante y
golpeando su mano. La bola de relámpago cayó de su mano, golpeó
el suelo y estalló, enviando arcos de electricidad a lo largo del
pavimento sucio. Nick logró saltar por encima de él, pero no antes
que se sintiera como si cada cabello de su cuerpo se erizara. Se
detuvo a unos centímetros de distancia de las dos personas que lo
miraban boquiabiertas.

—Guau —suspiró Nick, mirando con asombro al


Extraordinario que se elevaba sobre él—. ¿Tienes poderes de
rayo? Mierda, eso es increíble. Por favor, no me electrocutes, pero
si aún sientes la necesidad de hacerlo, al menos moriré sabiendo
que mi asesino ama muchísimo esas botas. Apuesto a que son
buenas para patear a la gente en su basura10. —Palideció y dio un
paso atrás—. Uh, no es que me gustaría averiguarlo por mí mismo
ni nada.

—Pyro Storm —dijo el Extraordinario, mirando a Nick—.


¿Quién es este jovencito que no deja de hablar?

—¡Hola! —dijo Nick, extendiendo su mano, esperando que no


estuviera a punto de freírse. El Extraordinario dudó antes de
tomarla. Nick movió sus manos hacia arriba y hacia abajo tres
veces antes de soltarlo—. Soy Nick. Soy el mayor fan de Pyro
Storm. Además, su novio. Además, soy el líder del equipo Pyro
Storm. Además, dirijo Lighthouse. —Hizo una pausa,
considerándolo—. Bueno, no por mí mismo. Gibby y Jazz también
ayudan, pero, aún así. —Hizo lo que esperaba que pareciera una

10
Se refiere a la entrepierna.

249
pose heroica, con las manos en las caderas, mirando a la distancia
como si contemplara el camino que aún tenía por delante.

—¿Qué? —dijo el Extraordinario rotundamente, y Nick tuvo


que admirar a alguien que podía poner tanto en una sola palabra.

El momento se rompió cuando Pyro Storm se precipitó hacia


adelante, la capa ondeando detrás de él. Agarró a Nick del brazo
y lo sacó de la puerta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —susurró gritando—. ¡Te dije


que te vería mañana!

—Bien —dijo Nick—. Y respeto eso, pero necesitaba verte


lo antes posible. —Estiró el cuello hacia el Extraordinario, que se
quedó mirándolos con los ojos entrecerrados—. ¿Quién es ese y
por qué quiero ser como ella cuando sea mayor?

Pyro Storm gimió.

—Nick, no puedes estar aquí.

Nick parpadeó.

—¿Qué quieres decir con que no puedo estar aquí? Eso


ciertamente no parece cierto, porque estoy aquí. Es extraño cómo
funciona eso.

Pyro Storm lo empujó.

—Nicky, concéntrate. Mírame.

Nick lo hizo. Se inclinó hacia adelante, besando el bulto en


la máscara de Pyro Storm donde estaba su nariz.

250
—Hola. Me alegro de verte.

Pyro Storm suspiró, aunque estaba luchando contra una


sonrisa.

—¿Cómo me encontraste?

Nick hizo una mueca.

—Uh, ¿el rastreador? Pero te juro que no estaba siendo


espeluznante o que no confíe en ti, a pesar que mentiste cuando
dijiste que te ibas a casa y te ibas a dormir. Te perdono por eso,
por cierto. ¿Quién es ese? ¿Por qué no me dijiste que había otro
extraordinario?

—Vete a casa —dijo Pyro Storm—. Podemos hablar de esto


mañana, ¿de acuerdo? Lo juro, no es lo que parece.

—¿Qué parece? —Nick preguntó, confundido.

Pyro Storm miró por encima del hombro al otro


Extraordinario antes de volverse hacia Nick.

—No lo sé, no estamos haciendo nada. Juntos. Yo no te haría


eso.

Nick lo miró boquiabierto antes de inclinarse, envolviendo


sus brazos alrededor de su cintura mientras se reía.

Pyro Storm frunció el ceño.

—¡No es gracioso!

—Lo es —jadeó Nick, secándose los ojos—. Amigo, te


conozco, ¿de acuerdo? Nunca me engañarías.

251
—¿No pensaste eso? —Pyro Storm preguntó, sonando
pequeño e inseguro.

Y Nick no podía no hacerlo. Apoyó la frente contra la de


Pyro Storm, su calor ahuyentaba el frío en el aire.

—Por supuesto que no. Confío en que no me engañas. Eso es


bastante maduro, si lo piensas.

Pyro Storm negó con la cabeza.

—Que idiota.

—Preséntame —dijo Nick, retrocediendo. Pero en lugar de


esperar, empujó a Pyro Storm y marchó hacia el nuevo
Extraordinario—. Lo siento por eso. Es realmente protector
conmigo. Estoy bien con eso. ¡Oye! Hola, hola. Soy Nicholas Bell, y
tú eres… ¿señora? ¿Señor? ¿Algún otro pronombre que quisieras
que usara?

El Extraordinario miró más allá de él a Pyro Storm.

—Es ruidoso.

Nick asintió con furia.

—Esa es mi configuración predeterminada. Lo siento por


eso. Entonces, sobre esa electricidad con la que casi me fríes.
Tengo preguntas.

El Extraordinario lo miró de arriba abajo.

—Parece que tienes las manos ocupadas con este.

252
—Todavía no —dijo Nick—. El hecho de que estemos
saliendo no significa que estemos listos para llevar nuestra
relación al siguiente nivel. Estamos esperando hasta que sea el
momento adecuado, aunque eso signifique tener las bolas azules.

Pyro Storm gimió cuando el Extraordinario resopló.

—Ciertamente no estaba hablando de eso.

Nick palideció.

—Oh. Uh, cierto. Mi error. Ahora puedo ver que no estabas


preguntando por nuestra vida sexual. Vamos a empezar de nuevo.
Soy Nick. Y tú eres...

—Espera —dijo Pyro Storm mientras el Extraordinario


abría la boca—. No.

Nick y el Extraordinario miraron a Pyro Storm.

—Honeybunch11, acaba de preguntarme mi nombre. Si no


quiero decírselo, no lo haré.

Pyro Storm negó con la cabeza.

—No es eso. Tienes que trabajar lentamente con él. Créeme.


Mira. ¿Nick?

—Sí —dijo Nick rápidamente.

—Te voy a decir su nombre en un momento, pero primero,


tengo que darte algo de información. Quiero que respires, ¿de

11
Término cariñoso para referirse a alguien que se quiere.

253
acuerdo? Respiraciones fáciles, dentro y fuera. ¿Puedes hacer eso
por mí?

Nick podía. Respiró hondo, lo contuvo y luego lo dejó salir.


Lo hizo de nuevo. Y otra vez.

—Está bien —dijo Pyro Storm, cogiendo su mano—. Te voy


a decir dos cosas. No quiero que hables hasta que no haya
terminado. ¿Puedes hacer eso?

Pffft. Fácil.

Pyro Storm le apretó la mano.

—Primero, ella es una drag queen. Cuando está disfrazada,


usa sus pronombres. Cuando no lo está, no lo usa.

—Una drag queen puertorriqueña —dijo la Extraordinaria,


con un seductor rizo en sus labios—. Lo mejor en Nova City.

Nick abrió la boca, pero el único sonido que salió fue, a falta
de una palabra mejor, un chillido.

—Sí, sí, lo sé —dijo Pyro Storm con voz tranquilizadora—.


Voy a decirte su nombre ahora, y necesito que mantengas la calma,
¿de acuerdo?

—¿Qué pasa con todo el teatro? —preguntó el


Extraordinario—. Y cuando una drag queen te hace esa pregunta,
sabes que las cosas se están poniendo raras.

—Tu nombre tiene doble sentido —explicó Pyro Storm, sin


apartar la mirada de Nick—. Si hay algo que Nick no puede

254
manejar, es un doble sentido. Por eso quiero asegurarme que esté
advertido. Nicky, creo en ti. Reprime tu reacción, ¿de acuerdo?

Nick asintió. Podía hacerlo.

—Nick, me gustaría presentarte a... La Señorita Conducta.

Nick no pudo hacerlo. Se tapó la boca con las manos y les


gritó, el sonido en su mayor parte amortiguado. ¿Señorita
Conducta? ¿Cómo en conducción de electricidad con una descarada
implicación de mal comportamiento? Mierda, era literalmente lo
mejor que Nick había escuchado en su vida. Pero no quería
avergonzar a Pyro Storm, especialmente frente a una drag queen.
Tenía que mantener el control. Dejó caer las manos, las juntó
frente a él y soltó:

—Hola, Señorita Conducta. Me gusta tu nombre. Y tú


disfraz. Y el hecho de que existas.

—Por supuesto que sí —dijo— ¿Cuántos años tienes,


twinkie?

—Diecisiete —dijo Nick—. Bueno, casi. Mi cumpleaños es en


abril. Y yo no sé si soy un twinkie o un furrie. Ser queer es muy
confuso. Tantas etiquetas. ¿Sabías que hay algo llamado twunk?
Cosmo me enseñó eso.

La Señorita Conducta lo miró boquiabierta antes de mirar a


Pyro Storm.

—¿Tú también tienes diecisiete años?

255
—Los tiene —dijo Nick—. Su cumpleaños es en diciembre.
Le compré sábanas ignífugas para que no quemara su cama si tenía
sueños sexys sobre mí. Hago excelentes regalos.

—¿Sois niños? —preguntó la Señorita Conducta—. ¿Qué


demonios...?

Nick se erizó.

—No somos niños. Gracias por darte cuenta de que somos


jóvenes y atractivos.

—Nunca dije nada sobre…

—...pero somos más que capaces de manejarnos a nosotros


mismos. Derribamos Shadow Star, ¿no es así? Claro, mi hombro se
dislocó y Pyro Storm casi muere, pero ganamos. —Miró desafiante
a la Señorita Conducta—. No te atrevas a darle una mierda a Pyro
Storm por su edad. Es bueno en lo que hace. Incluso el mejor. Si
alguien intenta decir lo contrario, tiene que pasar por encima de
mí.

—Parece que pesas cincuenta kilos empapado —dijo la


Señorita Conducta, moviendo su frente—. He comido hombres más
grandes que tú en el desayuno.

—Oh, Dios mío —murmuró Nick—. Muy injusto. Tu eslogan


ya es mejor que el mío.

Pyro Storm negó con la cabeza.

—Nick, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Ha pasado algo?

256
Y con eso, el peso del día volvió a caer sobre los hombros de
Nick. Se desplomó hacia adentro, mirando al suelo, derrotado. Se
estremeció cuando una mano pasó por debajo de su barbilla,
levantando su cabeza. Pyro Storm ahuecó su rostro, los pulgares
acariciando sus mejillas.

—¿Qué ocurre?

Nick trató de sonreír, pero se rompió por la mitad.

—Probablemente debería mostrártelo.

—¿Mostrarme qué?

Nick se alejó un paso de Pyro Storm y La Señorita Conducta.


Al volverse, vio un bote de basura metálico, abollado y tirado de
costado en el suelo. Cerró los ojos, sacudió los hombros y los
brazos, tratando de deshacerse de la fuerte tensión que inundó su
cuerpo. Abrió los ojos, decidido. Levantó las manos frente a él, las
palmas hacia el bote de basura y se preparó para lo extraordinario.
Y como podía, dijo:

—Es hora de sacar la basura.

No pasó nada.

Nick movió los dedos. Todavía nada.

—Está bien, uh, espera un segundo. Funcionó antes. —Cerró


sus manos en puños antes de abrirlos de nuevo—. ¡Bote de basura
volador del demonio!

Nada.

—¡Golpe Volador de Metal! —La basura ni siquiera se movió.

257
—Vamos. Hazlo. ¡Muévete! ¡Aniquilación furiosa de basura!

El bote de basura se sacudió. Los ojos de Nick se


agrandaron, seguro que estaba a punto de mostrarle a Pyro Storm
y La Señorita Conducta que se merecía absolutamente estar en su
reunión secreta extraordinaria. Luego, un gato salió corriendo del
interior del bote de basura, con las orejas aplastadas mientras les
siseaba. Corrió y desapareció en la oscuridad del callejón.

Nick dejó caer las manos.

—Bueno, mierda. Funcionó antes. No sé cómo encenderlo.

—¿Encender qué? —preguntó Pyro Storm.

Nick miró hacia atrás por encima del hombro.

—Tío. Soy un extraordinario.

Pyro Storm negó con la cabeza.

—Nick, hemos pasado por esto, ¿recuerda? Eres perfecto


tal como eres. Eres listo…

—No es así —espetó Nick—. Lo juro. Yo... mira, descubrí


algunas cosas hoy, cosas que mi papá me ocultó. —Tragó con
dificultad—. Mi mamá, ella... ella era…

Nunca llegó a terminar. En ese momento, la temperatura se


desplomó al menos treinta grados cuando el aire a su alrededor se
cristalizó, pequeños copos de nieve colgando suspendidos a su
alrededor. La Señorita Conducta extendió la mano para tocar el
copo de nieve más cercano. Se rompió, los diminutos cristales de
hielo giraban lentamente. Ella jadeó cuando el humo comenzó a

258
ondear a su alrededor, espeso y nocivo a medida que se elevaba del
concreto. Nick comenzó a toser con brusquedad cuando Pyro
Storm lo agarró por la muñeca, tirándolo detrás de él. Nick se
apiñó contra su espalda, mirando por encima del hombro.

—Algo se acerca —gruñó Pyro Storm—. Quédate detrás de


mí, pase lo que pase. Señorita Conducta, sal de aquí o prepárate.

—No os voy a dejar —dijo La Señorita Conducta,


acercándose a ellos. Nick miró para ver un relámpago en sus dedos.
Él jadeó cuando su piel expuesta se volvió casi translúcida, la
electricidad recorrió todo su cuerpo. Sus ojos comenzaron a
brillar de un azul etéreo, como si la electricidad viniera de dentro.

Un crujido procedente de arriba.

Nick levantó la cabeza para ver una figura patinando por el


costado del edificio de apartamentos sobre una capa de hielo. Tres
metros sobre el suelo, lanzándose fuera del edificio, aterrizando
en el callejón agachado, el suelo debajo de ellos se congeló
instantáneamente, fragmentos de hielo brotando alrededor de sus
piernas. Estaba vestido de blanco de la cabeza a los pies. La única
piel expuesta era alrededor de sus ojos, brillando oscuramente.

Antes que el equipo pudiera reaccionar, el humo se elevó


cerca del Extraordinario Ice, tomando una forma vaga que parecía
brazos y piernas unidos a un cuerpo. Mientras miraban, el humo se
separó y de su centro salió otra persona, esta vestida de manera
similar a su contraparte Ice, excepto que su traje era
completamente negro.

259
—Por favor, dime que también son amigos de los que no
querías que supiera —murmuró Nick en el oído de Pyro Storm.

—No lo son —gruñó Pyro Storm.

Las dos figuras se miraron y asintieron antes de volverse


hacia los demás. Como uno, dieron un paso adelante, sus
movimientos casi coreografiados.

Ice dijo:

—Hola. —Un hombre, su voz profunda y áspera.

Smoke dijo:

—Te hemos encontrado. —Una mujer, su voz ligera y alegre,


casi como si estuviera cantando.

—¿Qué quieres? —Pyro Storm preguntó, empujando hacia


atrás contra Nick.

Ice ladeó la cabeza, el movimiento casi como de un pájaro.

—A ti.

—¿Tu repuesto? —Smoke tarareó.

Ice miró a La Señorita Conducta.

—Déjala. Estamos aquí por los demás.

Smoke asintió.

—Pyro Storm, Nicholas Bell… El Señor Burke os envía sus


saludos.

260
Caos, entonces, explosión de ruido y movimiento. Nick gritó
cuando Pyro Storm lo empujó hacia atrás con una mano, la otra
levantada al frente, una ola de fuego se elevó desde el suelo frente
a él. El calor era inmenso, derritiendo el hielo que se había tragado
el callejón. Nick alcanzó a Pyro Storm, pero sus dedos solo
lograron rozar su capa cuando el Extraordinario se lanzó hacia
adelante. Ice y Smoke se separaron, y Pyro Storm voló justo entre
ellos, chocando contra el ladrillo con un estruendo aterrador.

Nick gritó por Pyro Storm, pero incluso cuando las palabras
resonaron en el callejón que los rodeaba, la Señorita Conducta
dijo:

—Perras, escogieron a la reina equivocada con la que


meterse. —Todo su cuerpo se transformó en electricidad, su
disfraz permaneció perfectamente en su lugar. Se movía como una
corriente, más rápido de lo que Nick podía seguir. El aire
chisporroteó a su alrededor mientras se lanzaba hacia adelante,
en busca de Smoke. Smoke la vio venir y justo antes que chocaran,
se disipó en una nube negra. La Señorita Conducta voló a través
del humo, golpeando el edificio junto a Pyro Storm. Gruñó mientras
se giraba, la electricidad formaba un arco a su alrededor, incluso
su cabello convertido en energía azul.

Smoke volvió a formarse entre ellos, enfrentando a La


Señorita Conducta y Pyro Storm, de espaldas a Nick. Ice se puso
de pie y se acercó a ella.

—El repuesto —dijo—. No sabe nada de repuestos.

—Mátala —dijo Smoke—. Mátala y él nunca lo sabrá

261
Avanzaron, paso a paso.

Nick se miró las manos.

—Vamos —murmuró, sacudiéndolos—. Vamos. Funciona.

Pyro Storm lanzó un violento puñetazo, la mano encendida


con fuego, pero su puño voló directamente a través de Smoke,
enviando una nube negra arremolinándose en el aire. La fuerza de
su movimiento hizo que Pyro Storm se sobrecorrigiera, girando
hacia La Señorita Conducta. Gruñó cuando el humo se enroscó
alrededor de sus piernas, casi como sombras. Subió por su cuerpo,
manteniéndolo en su lugar. Luchó contra eso en vano.

Ice avanzó hacia La Señorita Conducta, las ráfagas


alrededor de su cabeza chocaron y solidificaron, formando
carámbanos afilados como agujas. Flotaban sobre la cabeza de Ice,
haciéndose más y más grandes hasta que tenían el tamaño de púas
de ferrocarril.

—Funciona —exigió Nick—. Enciéndete. ¡Activa los poderes!

—¡Nick! —gritó Pyro Storm mientras luchaba contra Smoke,


ráfagas de fuego crepitaban en el aire a su alrededor—. ¡Sal de
aquí! Corre, tienes que correr.

Debería haberlo hecho. Si hubiera sido más inteligente,


habría salido por el callejón hacia la calle, donde podía ver a las
multitudes todavía moviéndose en la acera. A pesar que estaba loco
de miedo, no podía dejar a Pyro Storm y La Señorita Conducta.

Sin pensarlo, corrió hacia adelante, pero no hacia Ice y


Smoke y La Señorita Conducta y Pyro Storm. En cambio, se fue a

262
la izquierda, recogiendo el bote de basura que había intentado
mover con su mente. Gruñó mientras lo levantaba por encima de su
cabeza, y supo en ese momento que probablemente nunca volvería
a tener un momento como este.

Entonces dijo:

—Es hora de sacar la basura.

Como un bruto lanzó el bote de basura a los villanos que se


atrevieron a intentar herir a Pyro Storm. Smoke lo vio venir y se
disipó de nuevo, las ataduras que mantenían a Pyro Storm en su
lugar cayeron. Pero Ice no se movió tan rápido, y el bote de basura
rompió algunos de los carámbanos antes de estrellarse contra su
espalda, tirándolo hacia adelante. La Señorita Conducta estaba
lista y esperando, extendió la mano y agarró a Ice por el cuello,
mientras la electricidad salía de su brazo. Acercó a Ice, sus
rostros a centímetros de distancia.

—Hielo, ¿eh? Que es agua. Y todos sabemos lo que sucede


cuando el agua se encuentra con la electricidad.

Ice gritó cuando la electricidad lo atravesó, rompiéndolo


furiosamente, haciendo que las púas sobre él se hicieran añicos en
polvo y lloviera a su alrededor. La Señorita Conducta lo levantó del
suelo, las piernas de Ice patearon inútilmente.

—Sal de mi cara —siseó la Señorita Conducta antes de


lanzarlo tan fuerte como pudo. Nick logró agacharse a tiempo
cuando Ice voló sobre él, estrellándose contra la puerta oxidada.

Pyro Storm avanzó, dejando un rastro de fuego a su paso


mientras Smoke se volvía a formar, volviéndose para buscar a Ice.

263
Smoke gruñó cuando Pyro Storm chocó con su espalda,
derribándola. Nick se agachó y, justo cuando Smoke estaba a
punto de golpearlo, se incorporó tan fuerte como pudo. El hombro
de Nick golpeó a Smoke en el pecho y la empujó hacía arriba y por
encima de él. Smoke golpeó el suelo con fuerza detrás de Nick,
rodando hasta que se detuvo a los pies de Ice. La ayudó a
levantarse cuando La Señorita Conducta y Pyro Storm aparecieron
a ambos lados de Nick.

—Mejor de lo que pensábamos —dijo Ice, con voz fría.

—Os hemos subestimado —jadeó Smoke mientras se


levantaba—. No volveremos a cometer ese error. Terminaremos
esto. —Cogió la mano de Ice entre las suyas, levantándolos a ambos
sobre los demás. Y aunque Nick no podía ver sus bocas, pensó que
ambos estaban sonriendo.

Nubes negras se mezclaron con partículas de hielo mientras


el callejón retumbaba a su alrededor. La puerta traqueteó y la
bombilla estalló, chispas llovieron mientras caía la oscuridad. Nick
dio un paso atrás cuando Ice y Smoke corrieron hacia ellos, con las
manos aún unidas, la nube negra mezclándose con el hielo y
formando una pared gigantesca frente a ellos, raspando el suelo,
con corrientes negras arrastrándose detrás de ella. Levantó las
manos frente a su rostro y gritó. Un dolor agudo atravesó su
cabeza, una presión, mientras esperaba el impacto.

Nunca llegó. Abrió un ojo, preguntándose si ya estaría


muerto. No lo estaba.

264
Smoke y Ice estaban congelados a mitad de camino, los ojos
se movían salvajemente de un lado a otro, todavía tomados de la
mano detrás de la pared de Ice y Smoke.

—¿Qué demonios? —susurró Pyro Storm. Miró a su


alrededor y levantó la voz—. ¿Quién está haciendo eso?
¡Muéstrate!

—Uh —dijo Nick, haciendo una mueca—. Creo que soy... ¿yo?

Pyro Storm señaló con la cabeza hacia él.

—¿Qué?

—Tal vez —dijo Nick, mirándose las manos. Los levantó de


nuevo, apuntándolos hacia Smoke y Ice. Flexionó los dedos y la
pared se agrietó furiosamente antes de romperse, el hielo se
convirtió en polvo cuando el humo se disipó—. ¡Mierda, soy yo!
¡Chupaos eso idiotas! Soy un extraordinario, y os voy a patear
vuestras malditas bolas.

La presión en su cabeza se liberó, el dolor desapareció. Ice


y Smoke se tambalearon hacia adelante, ambos jadeando.

—Oh, mierda —dijo Nick, con los ojos muy abiertos—. ¡No,
vuelve! ¡Enciéndete de nuevo! Poder, si no te activas voy a... ¡urk!

Casi se le arranca el brazo cuando Pyro Storm tiró de él


corriendo y se dirigió a la boca del callejón.

—¡Señorita Conducta, vete! —gritó por encima del hombro.

—No te voy a dejar...

—Los sacaremos a la calle, ¡pero te verán! ¡Sal de aquí!

265
Nick miró hacia atrás a tiempo para ver a La Señorita
Conducta convertirse completamente en electricidad, su cuerpo
transformándose en arcos azules. En un momento se paró en el
callejón, y al siguiente, brilló como un rayo, levantándose del suelo
y golpeando el cable que sostenía la bombilla rota. Su cuerpo se
encogió cuando golpeó el filamento de la bombilla, y luego
desapareció, el cable temblando como si...

Como si hubiera convertido todo su cuerpo en una corriente


y estuviera montando la línea eléctrica.

—Me encantan las drag Queens —logró decir Nick mientras


corrían hacia la calle. Ice y Smoke los perseguían, Ice saltando al
costado del edificio y corriendo a lo largo de él, Smoke
convirtiéndose en una nube gigantesca que se agitaba hacia ellos.

—¡Quitaos! —gritó Pyro Storm y Nick volvió la cabeza para


ver una multitud de personas reunidas cerca de la entrada del
callejón—. ¡Salgan del camino!

La gente gritaba y saltaba mientras Pyro Storm levantaba


la mano frente a él, el fuego brotando de su palma y formando una
especie de riel que crujía y gruñía a lo largo de la calle.

—¡Agárrate! —Pyro Storm le gritó a Nick.

—¿A qué? —gritó Nick en respuesta.

—A mí —gruñó Pyro Storm, y luego saltó incluso mientras


lanzaba a Nick hacia adelante. No soltó la mano de Nick, y el
impulso hizo que volara frente a Pyro Storm, su hombro
protestando enojado cuando golpeó contra el frente de su novio,
un brazo envuelto alrededor de su cintura, sujetándolo con fuerza.

266
Pyro Storm aterrizó sobre el fuego que cubría el suelo y, como
había hecho Ice, comenzó a patinar por él. El viento azotó a su
alrededor mientras volaban entre la multitud de personas, sus
rostros pálidos, los ojos muy abiertos, muchos de ellos gritando en
advertencia, incluso mientras levantaban sus teléfonos para
grabar.

—¿Cómo haces eso? —preguntó Nick.

—Practica —dijo Pyro Storm, y Nick no se desmayó.

Miró hacia atrás por encima del hombro de Pyro Storm para
ver a Ice y Smoke persiguiéndolos, ignorando a la gente en la calle.
Las bocinas sonaron mientras Pyro Storm se movía hábilmente
entre los coches detenidos, montado sobre el riel de fuego. Caras
presionadas contra las ventanas mientras pasaban volando, rápidos
destellos de ojos y bocas muy abiertos.

Había media manzana de distancia con Ice y Smoke cuando


la puerta de un taxi se abrió de golpe justo en frente de ellos.

—Oh, mierda. —Pyro Storm tuvo tiempo de respirar, pero


ya era demasiado tarde. Giró en un aparente intento de disminuir
el impacto, pero hizo poco cuando chocaron contra la puerta. El
aliento salió del pecho de Nick mientras Pyro Storm gruñía
dolorosamente, la puerta se rompió con un chirrido metálico, el
taxi dio vueltas y chocó con otro coche. El taxista logró meter las
piernas hacia atrás en el último segundo, y sus zapatillas fueron lo
último que vio Nick antes de volar.

Golpeó el suelo con fuerza, rodando hasta que chocó contra


un camión de reparto aparcado. Parpadeó lentamente, su cuerpo

267
volvió a estar en línea y catalogó los rasguños en las rodillas y los
brazos. Nada parecía roto o dislocado, y gimió mientras levantaba
la cabeza aturdido. Pyro Storm estaba a unos metros de distancia,
ya poniéndose de pie. Miró hacia Nick, gritando algo que no pudo
oír por encima del espeso zumbido en sus oídos. Nick le hizo un
gesto para que siguiera y se incorporó, haciendo una mueca ante
los trozos de camino incrustados en su piel. Su capucha se las
arregló para permanecer en su cabeza, pero sus jeans estaban
rotos y sus Chucks estaban raspados más allá del reconocimiento.
Considerándolo todo, no estaba teniendo el mejor ¡mierda santa,
soy un extraordinario! día.

El fuego estalló cerca de él, y miró hacia arriba a tiempo


para ver a Ice descendiendo sobre Pyro Storm, picos brillantes
golpeando una pared de llamas, haciendo que se derritieran
instantáneamente. Pyro Storm empujó el fuego hacia Ice, quien
dio una voltereta hacia atrás desde la parte superior de un coche,
el fuego cortó el aire debajo de él. Aterrizó en el suelo, con los
ojos entrecerrados mientras la gente gritaba a su alrededor, pero
no hicieron ningún movimiento para irse, sus teléfonos encendidos
y grabando.

Dios, la gente podría ser tan estúpida. ¿Por qué no estaban


corriendo? Nick corrió hacia la multitud más cercana, agitando las
manos por encima de la cabeza, gritándoles que se retiraran.
Estaba casi en la acera cuando una nube negra floreció frente a él,
y Smoke salió de su centro. Nick patinó hasta detenerse.

—Tú —dijo Smoke—. No me gustas.

268
—El sentimiento es mutuo —espetó Nick, sonando más
valiente de lo que se sentía. Se congeló cuando Smoke levantó su
brazo derecho contra su pecho antes de volverlo a bajar a su
costado. Una delgada columna de negro se enroscó en su mano, casi
como un látigo, con el extremo rizado en el suelo a sus pies.

—Bueno, joder —dijo Nick débilmente.

—De hecho —dijo Smoke, y luego golpeó el látigo


directamente en la cabeza de Nick.

Gritó y se agachó, escuchando el látigo cortando el aire,


fallando contra la parte superior de su cabeza por centímetros.
Nick jadeó mientras se ponía de pie.

—¿Es todo lo que puedes hacer? ¿Con quién crees que te


estás metiendo? Malditos aficionados. No vas a venir a nuestra
ciudad y...

Smoke balanceó el látigo por encima de su cabeza antes de


atacar de nuevo. Esta vez, Nick no fue lo suficientemente rápido.
El látigo lo golpeó en el pecho y lo arrojó contra un coche aparcado.
El látigo se deslizó a su alrededor antes que pudiera recuperarse,
inmovilizándole los brazos a los costados. Luchó por liberarse, pero
era demasiado fuerte. Era como Shadow. Como Owen. Como si
estuviera en el puente, su padre gritando aterrorizado desde
abajo, Shadow Star riéndose mientras destrozaba grandes
secciones de su fanfiction al por mayor.

Nick gritó mientras la banda de humo se apretaba alrededor


de su pecho, sus costillas crujieron. Apenas pudo girar la cabeza
hacia Pyro Storm, solo para ver a Ice de pie con un hombre

269
aterrorizado en su agarre, la capa de Pyro Storm ondeando
mientras se ponía en su altura máxima.

Y Nick supo, entonces, lo que esto significaba. Se


encontraba en una posición sobre la que Seth Gray tenía pesadillas.
Una elección. Pyro Storm tenía que tomar una decisión sobre a
quién salvar.

—Por favor —suplicó el hombre, luchando contra el agarre


de Ice a su alrededor—. Ayúdame.

Pyro Storm volvió a mirar a Nick, la nube de humo


dificultaba su respiración.

—No —jadeó Nick. Sálvalo. Sálvalo, ¿me oyes? No te


preocupes por… —Se atragantó cuando la presión en su pecho se
multiplicó por diez.

Pyro Storm tomó su decisión. Vino por Nick, dejando al


hombre atrapado con el agarre de Ice.

Smoke no lo vio venir. En una ráfaga de fuego, Pyro Storm


cargó, con el hombro caído cuando chocó con Smoke, derribándola.
Antes de golpear el suelo, su cuerpo se evaporó en una nube negra,
y cuando el humo se disipó, se fue.

Nick se tambaleó hacia adelante y cayó de rodillas contra la


acera.

—Nicky. ¡Nicky! —Pyro Storm estaba allí, agachado junto a


Nick, ayudándolo a ponerse de pie—. ¿Estás bien?

Pero Nick no tuvo la oportunidad de responder. El hombre


agarrado por Ice trató de liberarse y le dio un codazo en el

270
estómago a Ice. Ice le pagó de la misma manera dándole un revés
en la cara. El hombre cayó al suelo y aterrizó sobre su brazo, que
se rompió con un chasquido audible. Ice levantó la mano hacia Pyro
Storm y Nick. Pero en lugar de golpearlos con hielo, movió los
dedos en una enfermiza aproximación a una ola. Luego se volvió y
echó a correr, la gente se dispersó por el miedo cuando llegó a la
acera y desapareció por un callejón.

Otros corrieron hacia el hombre herido, ayudándolo a


ponerse de pie, con el brazo roto apretado contra el pecho.

Sirenas en la distancia, aunque ya era demasiado tarde.

Nick agarró la mano de Pyro Storm.

—Tenemos que salir de aquí. Tenemos que irnos ahora.

Pyro Storm no se movía.

—Seth.

Pyro Storm volvió la cabeza. Nick no podía ver sus ojos, pero
su labio inferior estaba temblando.

—Lo resolveremos —murmuró Nick—. Vamos. Tenemos que


irnos.

Y así se fueron, dejando atrás la destrucción en las calles.

271
10
Cuando llegaron al barrio familiar donde se encontraba la
casa de piedra de los Gray, Nick estaba rezagado, su cuerpo
estaba exhausto y nunca se había sentido más aliviado de ver un
lugar familiar.

Seth tiró de él escaleras arriba, mirando a su alrededor


para asegurarse que no fueran observados. Nada. Empujó la puerta
para abrirla, empujando a Nick antes de cerrar detrás de ellos
mientras Nick colapsaba en el suelo.

—¿Seth? —Nick escuchó a Martha llamar—. ¿Qué estas...?


Llegas tarde a casa. Estuve en la guarida secreta antes, pero no
recogí nada. ¿Qué... oh no? ¡Bob! ¡Bob!

Nick rodó sobre su espalda y parpadeó lentamente hacia el


techo. Un rostro preocupado apareció sobre él.

—Hola —dijo con voz apagada—. Siento sangrar en tu suelo.


Sé que odias eso.

—¿Qué tan malo es? —Martha le preguntó con una voz


sensata. La enfermera estaba aquí—. ¿Algo roto? —Frotó con
cautela sus manos a lo largo de sus brazos y pecho.

Sacudió la cabeza.

—No lo creo. Simplemente raspado.

272
Bob apareció en el vestíbulo.

—¿Por qué estás gritando? Estaba en la... oh, diablos. ¿Qué


ha pasado?

—Tipos malos —dijo Nick—. Trataron de patearnos el culo,


pero les dimos respuesta.

Bob empujó a Martha mientras le preguntaba a Nick si podía


respirar sin dolor. Bob ayudó a levantar a Seth del suelo y le quitó
el casco, los rizos se soltaron y cayeron desordenadamente sobre
su cabeza.

—¿Quien hizo esto? —murmuró Bob, pasando sus manos


sobre Seth—. ¿Fue un Extraordinario?

Seth lo empujó.

—Estoy bien. —Sacudió la cabeza con enojo—. Yo… —Se dio


la vuelta y golpeó la puerta. La madera crujió cuando la puerta
traqueteó en su marco—. No pude...

La culpa sangró por la caja torácica de Nick, vasta y


complicada. Por un lado, estaba feliz de estar vivo. Por otro, había
un hombre en alguna parte, probablemente de camino al hospital,
con el brazo roto.

—Él me salvó —dijo Nick en voz baja—. No tenía que


hacerlo, pero lo hizo.

Seth se dio la vuelta con los ojos encendidos.

—Por supuesto que te salvé. Pero no debería haberlo hecho.


¿Qué diablos estabas pensando, Nick? Te dije que corrieras.

273
Nick se estremeció ante la censura en la voz de Seth.
Martha trató de mantenerlo quieto, pero él le apartó las manos y
se puso de pie. Miró a Seth.

—No te iba a dejar.

—Deberías haberlo hecho —le espetó Seth—. No siempre


puedo estar ahí para salvarte. Deberías haberte mantenido
alejado, Nick. ¿Por qué estabas ahí? Eso no era para que lo vieras.
Era privado, y ahora es... es... —Se hundió, con los hombros
encorvados cerca de las orejas—. Maldita sea. No se suponía que
eso sucediera. No es así como se supone que debe ser. —Se encogió
de hombros cuando Bob intentó alcanzar a su sobrino. Salió furioso
del vestíbulo, dirigiéndose a la puerta del sótano. Nick hizo una
mueca cuando se estrelló contra la pared, Seth bajó las escaleras
pisando fuerte.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Bob mientras los sonidos de


la ira de Seth se desvanecían.

Nick parpadeó rápidamente contra el escozor en sus ojos.

—No mucho —dijo con voz quebrada—. Atacado por dos


Extraordinarios hechos de hielo y humo. Ah, y Seth se estaba
reuniendo con una drag queen extraordinaria llamada La Señorita
Conducta, y yo tengo superpoderes. Mi papá me mintió y me dio
pastillas que se metieron en mi cabeza, mi mamá era la
extraordinaria telequinética llamada La Guardiana, y en un
momento pensé que ella y mi papá estaban en una relación
poliamorosa con Simon Burke, lo cual, ahora que pienso sobre eso,
es realmente espantoso. La gente poli es válida, pero Simon Burke

274
envió a Ice y Smoke tras nosotros —suspiró—. Ha sido un sábado
muy difícil.

Bob y Martha lo miraron boquiabiertos.

Nick se encogió de hombros con torpeza.

—Es lo que es. ¿Puedo quedarme aquí unos días? No puedo


ir a casa. Aún no.

Martha se recuperó primero.

—Por supuesto que puede. Tú... toma todo el tiempo que


necesites. Y limpiemos esos cortes para que no se infecten.

—Genial —dijo Nick débilmente—. Fantástico.

El timbre sonó cuando Martha estaba terminando con Nick.


Considerándolo todo, se veía peor de lo que era. Se había salido
con la suya con pequeños rasguños y moretones, los peores de los
cuales estaban en su pecho, donde Smoke lo había mantenido en su
lugar. La piel entre sus pezones ya estaba moteada de azul y
púrpura.

Mientras ella trabajaba, él le contó todo lo sucedido. Se


sintió casi como una traición, contarle cómo papá parecía estar
trabajando con o para Burke. La única reacción que obtuvo de
Martha fue la ligera tensión alrededor de sus ojos. Fue al
fregadero y se lavó mientras Nick luchaba por volver a ponerse la
camisa.

275
—Tenemos mucho de qué hablar —dijo finalmente, cerrando
el grifo—. No puedes evitar a tu padre para siempre, Nick.

—Lo sé —murmuró—. Pero al menos durante un par de días.


Necesito tiempo para pensar.

—Él sigue siendo tu padre —dijo Martha—. Si quiere que


estés en casa, tienes que irte, ¿de acuerdo? —Se apartó del
fregadero y se agachó junto a Nick, sus rodillas crujieron. Ella le
puso las manos en los muslos y apretó suavemente—. Estás a salvo
aquí, lo prometo. Pase lo que pase, sea lo que sea en lo que te estés
convirtiendo, aquí estás a salvo.

Nick sollozó, agachando la cabeza.

—Me vendría bien un abrazo ahora mismo.

Ella lo abrazó sin dudarlo, ahuecando la parte posterior de


su cabeza, presionándolo contra su pecho. Le temblaba el hombro,
le ardían los ojos y aguantaba la vida.

Hasta que volvió a sonar el timbre.

Martha se echó hacia atrás, ladeando la cabeza. Desde


abajo, Bob abrió la puerta y las voces llenaron la casa Gray. Nick
se hundió de alivio cuando reconoció las voces. Gibby. Jazz.

—Ve a la habitación de Seth —dijo Martha, levantándose


rápidamente—. Cámbiate de esta ropa. Os prepararé algo de
comer.

—No tengo hambre.

276
—No me importa —dijo Martha—. Comerás y darás las
gracias.

—Gracias —dijo.

Ella se inclinó y le besó la frente.

—De nada.

Cuando volvió a abrir la puerta del dormitorio de Seth,


ahora vestido con unos pantalones de pijama peludos y una camisa
vieja y de gran tamaño, Gibby y Jazz lo estaban esperando en el
pasillo. Gibby estaba mordiendo el cordón de su sudadera con
capucha, la cadena de su billetera colgando contra su costado.
Jazz vestía la misma ropa que llevaba cuando había ido a la casa
de Nick esa misma tarde. Nick no podía creer que solo habían
pasado unas pocas horas desde que había estado mirando la
televisión en el altillo, viendo a su madre mover cosas con su mente.

—¿Estás bien? —le preguntó a Jazz—. No debería haberte


dejado como lo hice.

—Estúpidos chicos —dijo con un resoplido—. Asustándome


hasta la mierda, como si tuvieras derecho a hacerlo. —Y luego Nick
se encontró con un abrazo de Jazz, su rostro en su cabello. Olía a
flores y Nick se calmó un poco más. Extendió un brazo para Gibby,
quien puso los ojos en blanco para mostrarlo, pero se acercó de
buena gana. Los abrazó a ambos y se balancearon de un lado a otro.

—Entonces, extraordinario, ¿eh? —murmuró Gibby contra


su garganta, sus labios sobre su piel—. Jazz me lo dijo.

277
—Eso parece —susurró Nick en respuesta—. Aunque me
siento realmente estúpido ahora por todo el asunto del grillo en el
microondas. Y lo del meteoro. Y el de irrumpir en una planta de
energía. Y saltar al río.

—¿Qué pasa con el tablero de ideas Cosmo? Probablemente


también deberías sentirte estúpido por eso.

Nick retrocedió.

—Ese fue un tablero de ideas increíble, y no te atrevas a


hablar mierda al respecto. Trabajé muy duro en eso, ¡y mira!
Funcionó, más o menos. Viva.

Gibby resopló mientras Jazz se limpiaba los ojos.

—Jazz tiene razón. Estúpidos niños.

—¿Seth? —preguntó Nick.

Gibby y Jazz intercambiaron una mirada.

—Abajo golpeando el saco de boxeo. Pensamos que era


mejor dejarlo por ahora.

—Él... sí, supongo que está cabreado.

Jazz cogió su mano, tirándolo hacia las escaleras, Gibby los


siguió.

—Vamos a arreglar esto. Lo hablaremos y todo estará bien.


Ya verás.

—¿Y si no lo está? —preguntó Nick.

Para eso, no tenía respuesta.

278
Martha estaba en la cocina con el teléfono en la mano. Se
llevó un dedo a los labios mientras miraban desde la entrada.

—Entiendo eso, Aaron —dijo al teléfono, y Nick cerró los


ojos—. Pero tienes que ver de dónde viene. Es solo por un día o dos,
¿de acuerdo? Me aseguraré de que llegue a la escuela el lunes si
todavía está aquí. —Hizo una pausa, frunciendo el ceño—. Bueno,
claro, si quieres dejarlos, me aseguraré que tenga su medicina. —
Los ojos de Nick se abrieron de golpe, pero Martha continuó—:
Pero eso no significa que vaya a obligarle a tomarla, especialmente
si tiene razón sobre el origen de Concentra y lo que hace. Me
parece que tienes que dar algunas explicaciones. A todos nosotros.
—Papá dijo algo más. Martha negó con la cabeza—.
Independientemente, si no confía en lo que le estás dando, y,
potencialmente, con razón, ¿por qué lo tomaría? —Les agitó un
paño de cocina, pronunciando la palabra Seth.

Dejaron atrás la cocina y se dirigieron al sótano.

Bob estaba en lo alto de las escaleras, apoyado contra la


pared. Giró la cabeza mientras se acercaban, señalando con la
cabeza hacia el sótano. Desde abajo llegaron los sonidos de golpes
sordos mientras Seth recalculaba lo que estaba pasando por su
cabeza.

—Ve con cuidado —dijo Bob—. Nunca lo había visto tan


emocional. Está enojado, pero no creo que sepa con quién. Cuando
estamos tan molestos, atacamos a quien esté más cerca, aunque no
se lo merezca.

279
—Podemos manejarlo —le dijo Gibby—. Créeme, somos
expertos en la mente de los idiotas.

—Viene en el contrato —coincidió Jazz, y Nick ni siquiera


pudo encontrar una razón para quejarse—. No haremos nada raro,
lo prometo.

—Solo es extraño si lo haces raro —le recordó Nick.

—Sí, no —dijo Gibby—. Es raro. ¿Cuáles son las posibilidades


de que tres personas que conocemos personalmente terminen
siendo extraordinarios?

—Y todos son homosexuales —dijo Jazz con el ceño


fruncido.

—Seth es bisexual —dijo Nick, porque estaría condenado si


permitía el borrado bi, incluso frente a toda la ridiculez.

—Sí —dijo Bob, dándole una palmada en el brazo—. Estarás


bien. Gibby, Jazz, ¿vuestros padres saben dónde estáis?

—Lo saben —dijo Jazz, ya tirando de Gibby por las


escaleras—. Los llamamos cuando veníamos de camino. Les haremos
saber si nos llevará más tiempo de lo que pensamos.

—Asegúrate de hacerlo —dijo Bob, sacudiendo la cabeza.


Miró a Nick—. ¿Estás bien?

No, en absoluto.

—No lo sé.

Bob resopló, como si esa fuera la respuesta que esperaba.

280
—¿Te puedo dar un consejo?

—¿Sobre cómo no hacer que Seth se enoje más conmigo?


Sí, por favor.

Bob se rió entre dientes.

—Él entenderá. Esto tiene que ver contigo, Nick.

Nick parpadeó.

—¿Qué hay de mí?

—¿Hablas en serio acerca de todo lo de ser Extraordinario?

Nick levantó las manos, moviendo los dedos. No pasó nada,


pero no esperaba que sucediera.

—Creo que sí. No sé cómo encenderlo. O apagarlo cuando se


pone en marcha.

Bob se encogió de hombros.

—Así fue con Seth, al menos al principio. Le llevó tiempo


aprender a controlarlo. Se necesita paciencia y trabajo duro.
Cometerás errores, algunos más grandes que otros. Si eres capaz
de perdonarte a ti mismo, estarás en el camino correcto. Conoce
tus limitaciones, Nick. Y nunca, nunca los uses contra alguien que
no se lo merezca. Ayudaré lo mejor que pueda, al igual que Martha,
pero hay alguien más importante que nosotros dos que necesita
verlo y escucharlo de ti.

—Papá —dijo Nick con tristeza—. ¿Cómo puedo volver a


confiar en él?

281
—Paciencia —dijo Bob de nuevo—. Y hablando de ello. Si hay
dos personas que pueden hacerlo, son ustedes dos. Se te permite
estar furioso. Yo también estoy un poco cabreado y no puedo
prometerte que no le diga unas palabras. Pero no creo ni por un
minuto que tu padre trabaje para Simon Burke. Puede haber
estado permitiendo que Burke pensara eso, pero si Aaron le
hubiera dicho quién era realmente Pyro Storm, ya lo habríamos
sabido. Recuerda eso, ¿de acuerdo? Todo saldrá bien.

Nick lo esperaba, pero no veía cómo era posible. Demasiados


secretos, demasiadas mentiras. Bob lo abrazó con fuerza antes de
dejarlo ir. Nick lo observó mientras caminaba hacia la cocina,
donde Martha todavía hablaba con papá.

Respiró hondo y bajó las escaleras.

Jazz estaba sentada en la lavadora, Gibby reclinada entre


sus piernas. Ambas miraban a Seth mientras atacaba el saco de
boxeo, el sudor goteaba por su rostro en riachuelos. Se había
quitado el traje de Pyro Storm, llevaba un chándal y una camiseta
blanca, la espalda ya estaba empapada. Seth no miró a Nick cuando
llegó al final de las escaleras, sin dejar de golpear una y otra vez,
los puños borrosos.

La habitación estaba caliente. El calor se derramaba sobre


Seth, aunque había una clara ausencia de fuego.

Se mantuvo en los bordes del sótano, abriéndose paso hacia


Gibby y Jazz. Asintió hacia Seth.

—¿Ha dicho algo?

282
—Todavía no —dijo Jazz, chasqueando el chicle—. Parece
que está más interesado en pegar que en hablar.

Nick no lo culpaba. También quería golpear cosas, pero


pensó que era mejor guardárselo para él.

—Estupendo. Súper. Justo lo que necesitamos. —Se apoyó


en la secadora—. ¿Cómo sabíais que había venido aquí?

—Recibí una alerta de noticias en mi teléfono —dijo Gibby—


. Actividad extraordinaria.

—Le conté todo después que me abandonaste —dijo Jazz


remilgadamente.

Nick hizo una mueca mientras sacaba su teléfono de su


bolsillo.

—Sí, lo siento por eso. Yo… —Su teléfono estaba en una sola
pieza, de alguna manera. La pantalla ni siquiera estaba rota. Le
entró el pánico por la cantidad de notificaciones que tenía:
llamadas perdidas de Gibby y papá, papá, papá y papá, seguidas de
al menos una docena de mensajes de texto suyos, cada uno con un
sonido más frenético que el anterior, si el número de signos de
exclamación indicaba cualquier cosa. Nick los ignoró con una
punzada de culpa y se guardó el teléfono en el bolsillo—. Tenía que
salir de allí.

—¿Qué pasó? —preguntó Gibby—. Jazz dijo que podías... —


Ella movió los dedos.

—Sí —dijo Nick, frunciendo el ceño—. Aparentemente soy


telequinético. ¿Quién lo hubiera pensado? —Tan rápido como pudo,

283
les contó lo que había escuchado, endureciendo la voz. Había
llegado a la parte de encontrar a Pyro Storm en el callejón con La
Señorita Conducta cuando Seth dejó de atacar el saco de boxeo.
Agarró una toalla que colgaba del respaldo de la silla y se secó la
cara. No los miró mientras comenzaba a caminar de un lado a otro,
con la toalla arrastrándose detrás de él.

—Entonces, otro Extraordinario —dijo Gibby, aclarándose


la garganta—. ¿Te importaría ponernos al corriente?

Seth dejó de moverse y dejó caer la toalla al suelo. Se frotó


la cara con las manos y exhaló con fuerza. Se mordió el labio
inferior, algo que hacía cuando pensaba mucho. Finalmente, dijo:

—Mira, yo... sé que debería habértelo dicho todo. Pero no


era mío para contarlo. Me encontró hace unas semanas. Vio lo que
pasó en el puente con Owen. Me buscó porque ya no quería estar
sola. Le llevó un tiempo reunir el coraje, y luego aún más tiempo
localizarme.

—¿Ella sabe quién eres? —preguntó Jazz en voz baja.

Seth negó.

—No sé su nombre real, ni siquiera su nombre drag. Estoy


seguro que podría encontrarlo, pero no lo voy a buscar. Tengo que
respetar su privacidad y necesito que todos hagáis lo mismo. —Su
expresión se endureció—. Pero no sé cuánto más va a durar eso
después de lo que pasó. Si las imágenes aún no han aparecido en
las noticias, pronto lo harán. Estoy seguro que Rebecca Firestone
lo conseguirá.

Nick suspiró.

284
—Estoy tan decepcionado con todos vosotros.

—¿Qué? —preguntó Gibby, sonando ofendida—. ¿Qué


diablos hemos hecho? No somos los que mantuvimos este secreto.
¡Seth lo hizo!

—Gracias —murmuró Seth—. Siempre he querido que me


arrojen debajo de un autobús.

—No hicieron las preguntas más importantes —dijo Nick,


dejando que su disgusto llenara su voz—. Cuando uno se entera de
un nuevo Extraordinario, debe hacer dos preguntas que importan
por encima de todo.

—¿Si son buenos o malos? —preguntó Jazz.

—¿Si quieren matarnos? —preguntó Gibby.

—¿Su disfraz es mejor que el mío? —preguntó Seth, y ni


siquiera tuvo el descaro de parecer ofendido cuando todos lo
miraron.

—Oh, Dios mío —murmuró Nick—. Estoy constantemente


rodeado de incompetencia. Todos deberían estar de rodillas,
agradeciéndome por mantener unido al Equipo Pyro Storm. —Hizo
una pausa, considerándolo—. Probablemente tendremos que pensar
en un nuevo nombre de equipo, ya que ahora también puedo hacer
cosas.

—Sólo uno de nosotros se pondrá de rodillas por ti —dijo


Gibby—. Y te daré una sola suposición de quién será. —Chocó los
cinco con Jazz por encima del hombro sin siquiera mirarla. Nick se
habría impresionado si ella no fuera tan molesta.

285
Exhaló por la nariz.

—No. Las preguntas más importantes son las siguientes:


¿Cuál es su nombre de superhéroe y cuál es su poder? Ten algo de
respeto por ti misma.

Todos miraron a Seth expectantes, a pesar que Nick


conocía las respuestas. Sería mejor si venía de Seth, quien dudó
solo un momento.

—Puede convertir su cuerpo en electricidad. Todo su


cuerpo. Si hay una corriente eléctrica alrededor, ella puede
conducirla. Pero, lo que, es mejor, puede montarla. Líneas
eléctricas, rieles del metro, todo eso. Puede viajar de un lado a
otro de la ciudad en cuestión de segundos.

Y eso era suficiente con la conversación sin contar con la


participación de Nick.

—Y su nombre es La Señorita Conducta. ¿Lo pilláis? Por la


electricidad y la drag queen. Es genial. Dios, me encanta el doble
sentido.

—Sí —murmuró Gibby—. Al diablo con lo que sea que Nick


haya dicho antes acerca de que sólo dos preguntas son
importantes. Tengo al menos una docena más.

Seth negó con la cabeza.

—Realmente no he pedido detalles más allá de eso. No


quiero detalles más allá de eso. Todavía no sé si confío en ella. —
Eso detuvo a Nick, toda la buena voluntad que tenía hacia La
Señorita Conducta salió volando por la ventana.

286
—¿Crees que ella podría ser… —tragó saliva pesadamente—
…como Owen? ¿O Smoke y Ice?

Seth suspiró.

—No lo creo. —Miró a Nick, y por un breve y brillante


momento, sintió que su corazón se hinchaba incómodamente. Aquí
estaba este tipo, este tipo asombroso, obviamente asustado hasta
la muerte, pero empujando a través de eso. Si Seth podía hacerlo,
Nick también—. Debería habértelo dicho. Lo siento. Yo sólo...
quería asegurarme de lo que estaba pasando antes de decir algo.
—Respiró hondo y lo dejó escapar lentamente—. Y ella... eh. ¿Ella
podría no ser la única? También hay otro Extraordinario con el que
nos hemos reunido, pero solo recientemente.

Nick no estaba muy seguro de cómo sucedió. En un momento,


estaba apoyado en la secadora, la mano de Jazz jugaba con su
cabello, y al siguiente, estaba de espaldas en el suelo, mirando al
techo. Parpadeó lentamente cuando tres caras aparecieron sobre
él: Gibby exasperada, Jazz riendo y Seth preocupado.

—¿Qué ha pasado? —preguntó débilmente mientras Seth lo


levantaba.

—¿Quién es este otro Extraordinario? —preguntó Jazz.

—No lo sé —dijo Seth, sonando frustrado. No había soltado


la mano de Nick, por lo que Nick estaba profundamente
agradecido, no solo porque lo mantenía erguido, sino porque
significaba que Seth no estaba demasiado enojado con él—. Ni
siquiera puedo decirte su género, aunque creo que es un hombre
debido a su falta de... ya sabes.

287
—¿Porque no tiene pecho? —Jazz preguntó, divertida—.
Puedes decir eso, Seth. No es una mala palabra.

Seth se sonrojó, y Nick no lo encontró adorable porque la


situación era seria, y no quería que descarrilarla diciéndole que era
el ser más perfecto que jamás había existido.

—Cierto, pero eso no significa necesariamente nada. No


necesitas... tetas para ser mujer. Su voz estaba disfrazada y su
disfraz es como el mío en el sentido de que cubre todo su cuerpo.
No pude ver su cara en absoluto porque lleva una máscara
completa. Nos encontró a mí y a La Señorita Conducta hace una
semana. Apareció en un tejado encima de nosotros. —Se
estremeció—. Pensé que nos iban a atacar.

Esta mañana, Nick había pensado que Seth era el único


Extraordinario que quedaba en Nova City. Ahora, había al menos
cinco más, incluido él mismo. Trató de mantener su entusiasmo
bajo control, pero fue una batalla perdida, especialmente cuando
tuvo el pensamiento maravillosamente terrible (y nada práctico)
de que podía escribirlos en su fanfiction. Realmente necesitaba
trabajar en sus prioridades.

Seth frunció el ceño.

—No sé. Fue intimidante, supongo. No dijo mucho más que


encontrarme por la misma razón que La Señorita Conducta. Ni
siquiera sé cuántos años tiene. La Señorita Conducta
probablemente tenga veintitantos años, pero este otro
extraordinario es... tengo la sensación de que es mayor que
nosotros.

288
—¿Qué puede hacer? —preguntó Gibby.

Buena pregunta. Nick la mantendría cerca.

Seth miró a Nick desconcertado.

—Como no me dio su nombre, lo he estado llamando TK


porque es telequinético. Como tú. — Él dudó. Luego—: Nick, ese,
ese no eras tú, ¿verdad?

Nick se echó a reír. Se detuvo cuando nadie más se le unió.

—Oh, mierda. ¿Vas en serio? Diablos, no. ¿De verdad crees


que podría mantenerlo en secreto? Te encontré en un callejón
oscuro con un extraño, ¡e inmediatamente solté que podía mover
cosas con mi mente! El hecho de que también sea telequinético no
significa... oh no.

La voz de Owen Burke llenó su cabeza. ¿Qué había dicho en


Burke Tower en su intento de seducción a Nick? Se trataba de la
píldora blanca, la que...

La blanca está fuera de los límites. Incluso para ti, Nicky.


Es el más inestable. Es telequinesis. El poder de mover cosas con
tu mente. No podemos tocar esa. Según las pruebas de mi padre,
la última persona que recibió la píldora blanca perdió la cabeza.

—¿Qué pasa? —preguntó Seth.

Nick negó con la cabeza.

—Es algo que dijo Owen sobre las pastillas que hacía su
padre. La telequinética era una mala noticia. —Un pensamiento lo
asaltó, terrible y rápido—. ¿Y si Simon Burke los ha hecho como

289
hizo con Owen? Ya escuchaste a Ice y Smoke. “El Señor. Burke te
envía sus saludos”.

—Yo también pensé en eso —dijo Seth con gravedad—. Pero


La Señorita Conducta y TK nunca han conocido a Burke. La señorita
Conducta ni siquiera sabía quién era él.

Nick se burló.

—Por supuesto que eso es lo que dirían. No solo saldrían y


te dirían que se conocen. Serían una mierda de villanos si lo
hicieran.

—Estoy un poco con Nick en este caso —dijo Gibby, sonando


a disculpas—. ¿Dónde han estado todo este tiempo? ¿Por qué venir
ahora? Tienes que admitir, Seth, que el momento es un poco
extraño.

—No es así —dijo Seth, apretando la mandíbula—. No


estamos formando equipo ni nada, y no es que confíe
completamente en ellos .—Se miró las manos. Tenía un rasguño en
el dorso de la mano derecha, enrojecido y ligeramente irritado—.
Vieron lo que pasó en el puente, como todos los demás. La Señorita
Conducta dijo que le dio el valor para intentar encontrarme. Lo
mismo con TK.

—Bueno, sí —dijo Nick—. Podrían estar diciendo lo que


quieres escuchar.

Seth movió la cabeza hacia arriba.

—¿Cómo hizo Owen? Porque eso funcionó, ¿no?

290
Nick se estremeció. Trató de controlar el rápido destello
de ira que le recorría las venas. Cuando habló, mantuvo sus
palabras equilibradas.

—Estás bien. Funcionó, por eso te pido que tengas cuidado.

—¿Saben de nosotros? —preguntó Jazz—. ¿Acerca de


Lighthouse?

—Bueno, la Señorita Conducta lo sabe porque Nick se lo dijo.


TK no lo sabe. Estaba tratando de mantener todo en
compartimentos hasta que pudiera averiguar cuáles eran los
planes. Si no fuera por esta noche, ni siquiera estaríamos teniendo
esta conversación.

—¿No nos lo habrías dicho? —Nick preguntó con


incredulidad.

—No —dijo Seth, la línea de su mandíbula se contrajo—. No


lo habría hecho porque no estaban listos para que yo lo hiciera. Y
yo tampoco. Una vez más, Nick, no todo se trata de ti. Todavía nos
estamos conociendo los unos a los otros.

—Parecías sentirte bien con la Señorita Conducta —


murmuró Nick antes que pudiera detenerse.

Seth lo miró boquiabierto.

Nick gimió.

—Maldita sea. Eso no es lo que quise decir. No creo… Eh,


apesta. Es una estupidez decir eso, lo siento. Ignórame. Estoy
siendo un idiota.

291
Seth se desinfló.

—Un poco, pero no puedo culparte por eso, especialmente


porque estaba a punto de decirte de nuevo que no sabes lo que es
ser esto, pero eso ya no es cierto, ¿verdad? Porque eres parte de
esto ahora, Nicky, más de lo que eras antes. —Su expresión se
suavizó—. Tu mamá, ¿eh?

Nick tragó saliva con dificultad.

—Sí. —Le llevó un momento poder pronunciar las siguientes


palabras—. La Guardiana. Ella era La Guardiana.

—¿Y tu papá lo sabía?

Nick asintió.

—Lo sabía. Y el Concentra... me estaba haciendo algo. —Se


le ocurrió un pensamiento, terrible y maravilloso a partes iguales—
¿Qué pasa si no tengo TDAH en absoluto? ¿Y si solo fueran mis
poderes los que se manifestaran contra las drogas?

—¿Oye, Nicky? —preguntó Gibby—. No te lo tomes a mal…

—Porque ese no es un comienzo siniestro ni nada —murmuró


Nick.

—Sí, bueno, te conozco —dijo secamente.

—Necesitas un descargo de responsabilidad.

Ella se puso seria, chocando su hombro contra el de él.

—Aunque puedes hacer lo que dices, eso no explica


necesariamente todo lo demás. Nadie piensa como tú, y lo digo de

292
la mejor manera posible. Puedes tener ambos, ¿de acuerdo?
Superpoderes y TDAH.

—Eres bastante buena —susurró Jazz en la parte superior


de la cabeza de Gibby.

—Lo es —asintió Nick, golpeando el hombro de Gibby en


respuesta—. Gracias, Gibby. Tal vez tengas razón, pero la única
forma en que lo sabré con certeza es…

—...es hablando con tu padre —terminó Seth por él.

Nick negó con la cabeza.

—Necesitamos averiguar qué cree Burke que está haciendo,


enviando Extraordinarios tras nosotros. —Miró al suelo—. Y si mi
padre es parte de eso, debemos tener cuidado con lo que decimos
y en quién confiamos. —Hizo una mueca—. Salió con los padres de
Gibby y Jazz esta tarde. Dijo que era solo una reunión, pero sé que
en realidad es un tipo de grupo de apoyo para padres cuyos hijos
se involucran en el lío en el que estamos. ¿Crees... crees que ellos
también están involucrados?

—No —dijo Jazz de inmediato—. Me gustaría saberlo. Papá


me cuenta casi todo, tanto si quiero oírlo como si no. Si pensaba
que tu padre estaba haciendo algo mal, hubiera dicho algo. No creo
que sepan nada más que lo que ya les hemos dicho.

Nick se sintió un poco mejor al escuchar eso. Pero claro, un


poco mejor no era mucho frente a la traición.

—¿Gibby? ¿Qué hay de tus padres? —No pensó ni por un


minuto que Trey y Aysha estuvieran involucrados en esto, dado lo

293
enojados que estaban con el padre de Nick, pero hoy había sido un
día estúpidamente horrible, y tenía que asegurarse.

Gibby no respondió. Nick levantó la cabeza para mirarla. Ella


miraba fijamente a la nada, los ojos ligeramente vidriosos. Jazz
frotó la parte superior de su suave cabeza.

—¿Gibby?

Gibby negó con la cabeza.

—No, no creo que sepan nada. Pero…

—¿Pero ¿qué? —preguntó Seth.

—Vamos a estar más ocupados que de costumbre —dijo,


como si él no hubiera hablado en absoluto—. ¿Cuánto tiempo pasará
antes que Nick se controle a si mismo? Y con toda la nueva
tecnología que tenemos, será más importante que nunca tener a
alguien aquí. Varias personas. Jazz no puede manejarlo por sí
misma. Martha y Bob lo han hecho durante años. Se merecen un
descanso.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Jazz.

Inclinó la cabeza hacia atrás, mirando a su novia. Jazz le


sonrió, confundida. Gibby le devolvió la sonrisa.

—Estoy diciendo que no podéis hacerlo sin mí.


Probablemente terminarás muerto o capturado o arrestado, y no
puedo permitir eso. —Miró a Seth, luego a Nick—. Me quedaré en
la ciudad el año que viene para ir a la escuela. Howard es una buena
escuela. Una gran escuela. Pero quiero ayudar a cambiar las cosas
aquí en Nova City, y no puedo hacerlo si estoy a cientos de

294
kilómetros de distancia. No se trata solo de Extraordinarios. Se
trata de asegurarse que la gente tenga voz, alguien que luche por
ellos y que no tenga que usar una máscara. Y puedo ser ese alguien.
Sé que puedo.

La culpa recorrió a Nick, chirriante y áspera. Incluso cuando


Jazz chilló y Seth apretó la mano de Gibby, Nick dijo:

—Gibby, no puedes tomar decisiones sobre tu futuro


basándote en nosotros. Eso no es justo para ti.

Gibby frunció el ceño.

—Eso fue inusualmente maduro de tu parte, Nicky. No me


gusta.

Jazz tampoco, si la forma en que miró a Nick era una


indicación, pero tenía que sacar esto, aunque no podía creer lo que
estaba diciendo.

—Te quiero. Nada me haría más feliz que si te quedaras en


la ciudad el año que viene. ¿Pero es lo que realmente quieres? —
Sacudió la cabeza—. Los caminos divergen. Seth, ¿recuerdas
cuando dijiste que no sabías si querías hacer esto para siempre?

Seth asintió lentamente.

—Todavía no he tomado una decisión.

—Lo sé —dijo Nick—. Y lo que sea que decidas, lo apoyaré.


Pero ni siquiera sabemos qué puedo hacer y Seth no sabe qué hará.
¿Qué pasa si soy solo una casualidad y Seth decide colgar su traje?
¿Qué pasa si el equipo Pyro Storm se disuelve y Lighthouse ya no

295
es necesario? —Se estaba poniendo nervioso de nuevo, pero no
podía parar—. ¿No nos odiarías por quitarte esta oportunidad?

No dijo nada durante un largo momento, lo que le dio a Nick


tiempo suficiente para retorcerse incómodo. Estaba a punto de
empujar más cuando ella se abalanzó sobre él, envolviéndolo en un
fuerte abrazo y levantándolo del suelo, con los pies colgando. Su
espalda crujió y se rió cuando ella lo hizo girar. Ella lo dejó en el
suelo, con las manos sobre sus hombros. Estaban casi al nivel de
los ojos, y Nick se sintió herido en el pecho por lo mucho que se
preocupaba por esta gente ridícula. Eran suyos, y nadie podía
quitárselo. Quizás las cosas cambiarían en el futuro, pero aquí,
ahora, estaban juntos.

Gibby dijo:

—Nunca podría odiarte. He estado pensando en esto


durante mucho tiempo, más de lo que pensáis. Lo estoy haciendo
por mí. Estamos creciendo. Necesitamos empezar a tomar
decisiones por nosotros mismos. Es lo que quiero y, pase lo que
pase, sé que estoy tomando la decisión correcta. Puedo ayudar. Y
más que eso, puedo ser una voz para el cambio. Además, mis padres
siempre quisieron que fuera a Howard más que yo. Estoy haciendo
esto por mí.

Jazz sollozó.

—Os amo. Somos los mejores.

—Realmente lo somos —dijo Seth en voz baja.

Y como era Gibby, le dio un suave puñetazo a Nick en el


hombro.

296
—Y en serio, ¿de verdad crees que me iré justo cuando te
estás convirtiendo en un Extraordinario? Como si te echara de
menos haciendo estupideces como estallar farolas o ser atacado
por vasos.

—No fue tan gracioso —murmuró Nick.

—Lo fue —dijo Jazz—. Tú y yo corríamos gritando por la


calle. Estoy segura que fue desternillante para mucha, mucha
gente. Incluyéndome a mí. —Saltó de la lavadora y se abrió paso
entre Gibby y Nick. Ella cogió el rostro de Gibby, sus pulgares
rozaron la piel debajo de los ojos—. ¿Estás segura?

—Completamente —dijo Gibby.

Jazz la besó dulcemente. Bueno, empezó dulcemente, y


luego Gibby gruñó y levantó a Jazz, quien envolvió sus piernas
alrededor de su cintura sin romper el beso, y Nick gimió. Amaba a
sus chicas, pero en realidad no necesitaba escuchar la forma en
que Jazz jadeaba cuando Gibby le comía la cara.

—¿Que hacemos ahora? —Seth le preguntó, sonando


divertido.

—¿Ahora? —dijo Nick—. Investigar. Necesitamos averiguar


todo lo que podamos sobre Ice y Smoke, y lo que está haciendo
Burke. —También necesitaba averiguar todo lo que pudiera sobre
La Señorita Conducta y el Extraordinario solo conocido como TK,
pero se lo guardó para sí mismo. No podía correr el riesgo de que
fueran villanos.

Y luego estaba el asunto de La Guardiana... Una cosa a la


vez.

297
—Suena como un plan —dijo Seth mientras Gibby hacía esto
con su lengua que parecía húmeda y repugnante, pero que Jazz
aparentemente encontraba bastante agradable—. También
necesitamos ver qué puedes hacer.

Nick asintió.

—Me gusta tu forma de pensar, Gray. Especialmente porque


lo más probable es que implique un montaje en el que intento usar
mis poderes en piezas cada vez más histéricas en las que trato de
levantar un Buick o saltar desde lo alto de un edificio para ver si
puedo agarrarme antes de tocar el suelo.

Seth suspiró.

—Eso no es lo que quise decir en absoluto. Lo juro por Dios,


si intentas saltar desde un edificio, voy a...

Se abrió la puerta del sótano. Gibby puso a Jazz de pie


cuando Bob gritó:

—Tenemos un problema.

Martha estaba en la sala de estar, con la mano presionada


contra su garganta. Ella los miró mientras entraban, apiñándose a
su alrededor, Bob en la retaguardia.

Steve Davis de Action News les sonrió agresivamente desde


la televisión.

—Y ahora, a nuestra historia principal esta noche. Hace


poco tiempo, la violencia estalló en las calles de Nova City con el

298
Extraordinario conocido como Pyro Storm en su centro. Veamos a
Rebecca Firestone, en vivo en la escena. Rebecca, ¿qué puedes
decirnos sobre este último ataque?

La pantalla cambió a Rebecca Firestone de pie en una acera,


ráfagas cayendo a su alrededor. Detrás de ella, los vehículos de la
policía se alineaban en la calle, las luces parpadeaban. Más allá de
ellos, un callejón familiar. Rebecca Firestone asintió
solemnemente.

—Gracias, Steve. A principios de esta noche, Pyro Storm se


encontró en medio de otra pelea que causó miles de dólares en
daños a la propiedad, así como lesiones a personas en Nova City.
Tenemos imágenes exclusivas de lo que sucedió, que nos
proporcionó un ciudadano preocupado que desea permanecer en el
anonimato, por temor a represalias de los habitantes con
superpoderes que acechan nuestras calles.

Rebecca Firestone desapareció, su maldad de alta


definición fue reemplazada por un video granulado de su teléfono.
Lo habían sacado de la boca del callejón. Brillantes destellos de
fuego y hielo atravesaron la pantalla, seguidos de una nube de
humo. Pyro Storm estaba claro. Ice y Smoke estaban claros. La
cuarta figura, con la capucha levantada sobre su cabeza, no lo
estaba.

No hasta que levantó un bote de basura sobre su cabeza,


preparándose para tirarlo. La pantalla se congeló. Aunque todavía
estaba un poco borroso, obviamente era Nick.

—Oh, no —susurró Nick.

299
—Mírate —dijo Gibby, sonando impresionada—. Tu rutina de
ejercicios finalmente muestra algunos resultados, ¿eh?

Antes que pudiera responder, Rebecca Firestone dijo:

—Si bien en Action News no solemos nombrar a los menores,


esta noche vamos a hacer una excepción. Como lo conozco
personalmente, puedo decir sin dudarlo que Nicholas Bell estuvo
nuevamente involucrado en la refriega. Si recordáis, el señor Bell
participó en la Batalla del Puente McManus, donde el
Extraordinario conocido como Shadow Star luchó valientemente
contra Pyro Storm el otoño pasado. Muchos todavía están
convencidos que Shadow Star fue creado por Pyro Storm, y Owen
Burke, el chico de diecisiete años detrás de la máscara de Shadow
Star, no ha sido visto desde entonces, ni se han presentado cargos
contra él o Pyro Storm relacionados con la muerte de dos
miembros del equipo de Action News. Si bien las motivaciones de
Pyro Storm siguen sin estar claras incluso hasta el día de hoy, la
figura central en este misterio en curso siempre ha sido el señor
Bell. ¿Qué sabe él? ¿Cuándo lo supo? ¿Cuál es el propósito de su
memo manifiesto disfrazado de fanfiction?

—¿Memo? —Nick gruñó, indignado—. ¡Ni siquiera sé lo que


eso significa!

La pantalla, todavía pegada a Nick, se amplió. La cara de


Nick estaba torcida en una fea mueca de desprecio, haciéndolo
parecer un monstruo. Rebecca Firestone continuó:

—Nuestros intentos de hablar con él durante los últimos


meses han sido bloqueados repetidamente por su padre, el
detective de la policía de Nova City, Aaron Bell. Aaron Bell, quien

300
hace tres años fue degradado después de agredir a un testigo, fue
ascendido recientemente a jefe de la División de Extraordinarios,
una facción ultrasecreta del CPNC, cuya información
presupuestaria no ha sido divulgada. Un portavoz del CPNC nos dijo
a principios de este año que la financiación no provenía de los
contribuyentes, pero se negó a dar más detalles.

La pantalla volvió a aparecer en un hombre comiendo un


burrito, Rebecca Firestone de pie junto a él, con el micrófono listo.

—Señor, ¿podría decirnos lo que vio?

El hombre tenía guacamole en el labio.

—Oh, sí. Ahí estaba yo, ocupándome de mis propios asuntos.


Solo haciendo lo mío, ¿sabes? Salí del trabajo, pensando en qué
cenar. Iba a comer comida china, pero luego vi abrir este nuevo
lugar mexicano y no he comido un burrito en mucho tiempo. Pensé:
¿Sabes qué, Jerry? Te mereces un burrito. Entonces compre uno.
—Lo acercó a la cámara—. Pero ahora está frío por culpa de Pyro
Storm.

—Exactamente —dijo Rebecca Firestone, siempre la


despreciable profesional—. Pero Pyro Storm no solo dejó que tu
cena se enfriara, sino que también destruyó coches y lastimó a
gente.

El hombre asintió, arrugando el papel de aluminio alrededor


de su burrito.

—No sé mucho sobre eso. Jerry hace lo que hace, ¿sabes?


De todos modos, estaba caminando por la calle, burrito en mano,
cuando escuché peleas. Normalmente no me involucro en esas

301
cosas, especialmente cuando tengo hambre, pero luego hubo fuego,
hielo, humo y explosiones.

—¿Explosiones? —Rebecca Firestone preguntó cuando un


cartel apareció en la pantalla, proclamando PYRO STORM
ARRUINA LA CENA DE UN HOMBRE CON EXPLOSIONES—.
¿Qué tan grandes fueron las explosiones?

—Gigantescas —dijo Burrito Jerry—. Sonaba como si


estuvieran estallando bombas. Las cosas estaban explotando y
pensé: Jerry, ¿sabes qué? Debes salir de aquí. Traté de correr,
pero entonces ese tipo Pyro Storm comenzó a disparar, y luego los
otros vinieron detrás de él, y me escondí detrás de un Mustang
1967. Buen carro. Buen año.

—¿Qué piensas de Pyro Storm? —preguntó ella.

Burrito Jerry se encogió de hombros.

—No sé mucho sobre él. Creo que es como yo, tratando de


vivir mejor su vida. Me dan burritos; llega a quemar cosas. No me
importa.

La pantalla cambió de nuevo, Burrito Jerry desapareció


cuando Rebecca Firestone apareció sola en un primer plano,
mirando a la cámara.

—Un transeúnte inocente llamado Ronald Ronaldson resultó


herido en el ataque. Lo llevaron del lugar al Nova City Memorial,
donde me dijeron que actualmente está siendo tratado.

>>Realicé una encuesta relámpago esta noche, preguntando


a diez personas sus opiniones sobre Pyro Storm. El setenta por

302
ciento dijo que es una amenaza a la par de un terrorista doméstico.
El veinte por ciento dijo que estaba haciendo un buen trabajo, pero
creo que existía la posibilidad de que malinterpretaran lo que
estaba preguntando. El diez por ciento restante solo quería hablar
sobre su burrito, obviamente demasiado asustado por lo que había
presenciado. Tiempos difíciles para nuestra bella ciudad. Parece
que el tribunal de opinión pública ha llegado a un veredicto sobre
Pyro Storm y lo declaró culpable. Y conmigo ahora hay alguien que
tiene experiencia de primera mano en lidiar con la amenaza
extraordinaria.

La cámara retrocedió en una toma amplia. Y allí, de pie junto


a Rebecca Firestone, luciendo apuesto y severo, estaba Simon
Burke.

—Hijo de puta. —Nick comenzó a gruñir, solo para ser


silenciado por una mirada de Martha.

—Simon Burke —dijo Rebecca Firestone—. Gracias por


acompañarnos.

—Es un placer —dijo Burke con gravedad—. Aunque


desearía que fuera bajo circunstancias diferentes.

Rebecca Firestone asintió con los ojos brillantes.

—Su hijo, Owen, fue revelado por esta reportera el año


pasado como Shadow Star. ¿Es eso correcto?

—La crianza de los hijos es difícil —dijo Burke, con el


aliento saliendo de su boca en una nube blanca—. Intentas hacer
todo lo posible por tus hijos, pero a veces se encuentran en un
camino del que no pueden desviarse. —Inclinó la cabeza, como

303
apesadumbrado. Todo el espectáculo—. Ojalá pudiera haber hecho
más. La retrospectiva puede ser algo terrible.

—Nadie te culpa —dijo Rebecca Firestone, extendiendo la


mano y apretando su brazo.

—Gracias, Rebecca —dijo Burke, sonriendo suavemente.


Miró directamente a la cámara—. El año pasado anuncié una nueva
iniciativa para comprender mejor a nuestros hermanos
Extraordinarios. Si bien aún no hemos obtenido los resultados que
esperábamos, estamos avanzando lentamente. Los eventos de esta
noche son un claro indicador de la necesidad de saber quiénes son
estas personas y qué pueden hacer; por eso, estoy anunciando una
nueva fase en nuestro plan, una que espero ayude a otros padres
que puedan encontrarse en una posición como la mía. Llegué
demasiado tarde para ayudar a mi hijo, pero necesito aprender de
él y de mis errores para crear un futuro mejor para todos
nosotros. Burke Pharmaceuticals está lanzando la campaña Save
Our Children. Si cree que su hijo muestra signos de habilidades
más allá de lo que los humanos son capaces de hacer, o si conocen
a alguien que las tenga, puede visitar SaveOurChildren.novacity y
completar el formulario que encontrarán allí. Solicita información
completa, que se mantendrá confidencial. Nuestro objetivo no es
limitar a los superpoderosos, sino ayudarlos a explorar opciones
que garanticen su seguridad y la de sus familias. Nuestros hijos
son nuestro recurso más preciado, y debemos hacer todo lo que
podamos para ayudarlos en esta nueva existencia en la que nos
encontramos. Cada vez está más claro que el CPNC no nos ayudará,
así que debemos hacerlo por nuestra cuenta.

Rebecca Firestone dijo:

304
—Es un anuncio bastante impresionante, uno que estoy
segura ayudará a los padres a dormir mejor por la noche, sabiendo
que alguien en su posición se preocupa. Y mientras está aquí, señor
Burke, tengo que preguntar: ¿Hay algo de verdad en el rumor de
que está considerando una candidatura para convertirse en alcalde
de Nova City en las próximas elecciones generales?

Burke se rió entre dientes y la piel de Nick se erizó.

—Ah, rumores. No tengo nada que anunciar en este


momento. Pero si lo hago serás la primera en saberlo. Considérala
una exclusiva, por todas las tribulaciones por las que has pasado.

—Maravilloso —dijo Rebecca Firestone efusivamente—.


Antes que te dejemos ir, ¿hay algo más que te gustaría decir?

—Lo hay —dijo Burke—. Tengo un mensaje para Pyro Storm


y cualquier persona que pueda estar ayudándolo —Su sonrisa se
ensanchó—. Crees que estás haciendo lo correcto. Crees que
puedes cambiar el rumbo. Pero las cosas ya están cambiando. No
te culpo por lo que pasó con Owen y Shadow Star. En todo caso,
estoy agradecido que lo detuvieras antes que pudiera lastimar a
alguien más. Pero esta noche me ha demostrado que no tienes más
control que mi hijo. Reúnete conmigo antes que alguien más resulte
herido. Te lo prometo, escucharé y haré todo lo que pueda para
ayudarte. Avanza antes que sea demasiado tarde.

—Sabias palabras de un hombre sabio —dijo Rebecca


Firestone mientras la cámara volvía a enfocarla—. Para Action
News, soy Rebecca Firestone. De vuelta a ti, Steve.

305
—Una acusación contundente del estado actual de las cosas
—dijo Steve en el estudio—. ¿Por qué la gente come pepinillos de
un barril? La respuesta puede sorprenderte. Permanezcan en
sintonía.

306
11

El lunes la mañana fue fría y oscura, como las profundidades


del corazón de Nick.

—Supongo que podría ser el tipo de héroe inquietante —


murmuró—. Lleno de rabia y falta de autopreservación, incapaz de
dejar de luchar porque es lo único que me hace sentir vivo.

—Sí, déjame saber cómo te funciona —dijo Gibby, y levantó


la cabeza para encontrar a sus amigos mirándolo en varias etapas
de diversión. Iban de camino a la escuela, pero Nick se había
perdido en sus pensamientos, tratando de averiguar el tipo de
superhéroe iba a ser. No había hablado con su padre desde el
sábado, ignorando los mensajes de texto y mensajes de voz cada
vez más intensos que había dejado. Tampoco había estado en casa,
y ahora vestía pantalones chinos y una chaqueta de punto, lo único
que Seth tenía que le quedaba bien, para su consternación. Seth
hacía que se viera bien. Nick parecía un profesor derrotado que no
había conseguido su título.

Habían pasado el domingo investigando los rincones más


lejanos de Internet, buscando cualquier señal de los nuevos
Extraordinarios. Mientras que Seth, Gibby y Jazz habían buscado
todo sobre Smoke, Ice y Burke, Nick se había acurrucado en su
teléfono, iniciando sesión en su fic antes de descartarlo. Si alguna

307
vez no había tenido ganas de escribir, era ahora. Al cerrarlo (y
decepcionar a sus legiones de fans), se volvió hacia la búsqueda de
algo sobre la Señorita Conducta y TK. Internet le falló una vez
más, y aunque casi buscó en los bares queer de la ciudad para ver
si podía encontrar dónde actuaba Señorita Conducta, lo dejó en
paz. Seth tenía razón. Se merecía su anonimato, si eso era lo que
quería. Y ahora que Burke los perseguía a través de Ice y Smoke,
era mejor que Señorita Conducta permaneciera oculta por ahora.

Las búsquedas de Guardiana no arrojaron nada que Nick no


supiera. No había ninguna imagen clara de ella, las cámaras de los
teléfonos móviles no eran tan omnipresentes como lo eran hoy.
Nick leyó varias noticias sobre ella, pero eran antiguas y en su
mayoría estaban archivadas. Nada sobre su identidad, solo que
había aparecido un día de la nada, frustrando el secuestro del
marido de un embajador por una banda de separatistas radicales.
A partir de ahí, fue deteniendo a los ladrones de bancos, los
asaltos, y esa vez en el que el gran globo en el distrito financiero
se había soltado de sus amarres, rodando por la calle y casi
aplastando a un grupo de monjas de vacaciones de un convento en
Lituania. Guardiana las había salvado en el último segundo.

Y eso fue todo.

No ayudó que Nick no hubiera tomado Concentra en dos


días, ni hubiera podido usar sus poderes. No importa lo que hiciera,
no podía ni mover un vaso. Había pasado la tarde del domingo en la
casa Gray bajo la atenta mirada de Seth, Martha y Bob,
esforzándose en vano. Estaba frustrado, sus pensamientos
confusos y turbulentos.

308
Considerándolo todo, no era un gran comienzo de semana. Ni
siquiera podía disfrutar del hecho de que se había quedado a
dormir en la casa de su novio, dado que Bob lo había instalado en
la habitación de invitados con la severa advertencia de que no
podían dormir en la misma cama.

—Yo fui un adolescente una vez —dijo, con los brazos


cruzados—. Sé lo que pasa por sus mentes. Oh, comenzará
inocente, pero luego hay vaselina en el techo y ¿dónde estaremos
entonces?

Entonces, no. No era un buen lunes en lo más mínimo.

—Lo resolverás —dijo Jazz—. Y estoy totalmente de


acuerdo con la idea del montaje. Incluso descargué una banda
sonora para que pareciera una película. Una advertencia justa, es
principalmente canto gregoriano porque tengo gustos amplios y
variados. Te acostumbrarás.

—Mi alma está marchita —dijo Nick con un gruñido,


tratando de sonar como el héroe que estaba destinado a ser—.
Quiero pedir ayuda, pero no sé cómo. Siempre he sido un solitario,
pero lo uso como una excusa para no dejar que nadie se acerque,
asustado que me vean por lo que realmente soy. —Miró a lo lejos,
contemplando la desesperación que lo alimentaba—. Quiero que
alguien me ame por lo que soy, con oscuridad y todo.

—Oh, cielos —dijo Seth—. Entonces, es algo bueno que ya


lo haga.

309
—Sí —dijo Nick—. Pero podrías lastimarte porque te dejé
entrar, y yo no... no... —Su garganta se cerró. Sus ojos se
ampliaron. Trató de hablar, pero solo pudo chillar.

—¿Qué ocurre? —preguntó Seth, con cara preocupada. Pasó


las manos arriba y abajo de los brazos de Nick—. ¿Qué pasa? ¿Son
tus poderes? —Miró hacia arriba como si esperara ver algo
flotando sobre ellos. No había nada.

—Mierda —suspiró Gibby—. ¿Está sucediendo justo en


frente de nosotras? Síííííí.

—Silencio —le siseó Jazz—. No podemos interferir. Solo


podemos observar. Hemos hablado de esto. Ya sabes lo queer que
son los chicos en la naturaleza. Si saben que están siendo
observados, se ponen nerviosos y corren hacia el bosque.

Seth parpadeó.

—¿Corremos hacia dónde? ¿De qué estáis hablando?

—Tú... —logró decir Nick—. Me acabas de decir que me


amas.

—Oh —dijo Seth—. Oh. Uh, mierda. Correcto. Um, está


bien, entonces… —Exhaló explosivamente, expandiendo las
mejillas—. Guau. ¡Ay! Bueno. Hoo chico. —Su cara se puso roja, y
Nick no supo qué hacer que no implicara acostarse encima de Seth
y girar obscenamente. Estaban en público, y su padre se había
asegurado cuando empezó a salir con Owen que conocía los
entresijos de las leyes de indecencia. Esa era una conversación a
la par con los plátanos lubricados, algo en lo que Nick nunca quería
pensar de nuevo—. No quise decir... —Entonces Seth apretó la

310
mandíbula y cuadró los hombros—. No, ¿sabes qué? A la mierda. Lo
decía en serio. —Giró en la calle e inclinó la cabeza hacia atrás,
gritando—: Amo a Nicholas Bell, ¡y no me importa quién lo sepa! ¡Es
mi novio y estoy enamorado de él!

Nick lo miró boquiabierto, el cerebro falló cuando colapsó


en modo catastrófico de apagado. Pero a través de la tormenta,
vio un pequeño rayo de luz, cálido, dulce y amable. Vio como Seth
giraba, anunciando a todos en la calle que Nick era el mejor novio
del mundo y que lo amaba. Un hombre que pasaba por su lado chocó
los cinco con él, diciéndole que bajara el ánimo antes de continuar
por la calle.

Seth dejó caer los brazos, con las mejillas enrojecidas y una
amplia sonrisa mientras miraba a Nick.

Y Nick dijo:

—Yo... —No sabía qué decir.

La expresión de Seth se suavizó cuando tomó la mano de


Nick.

—Lo sé, Nicky. No tienes que decírmelo, ¿de acuerdo? No


hasta que estés listo. Es por ti, sí, pero también es por mí.

Nick no sabía si estaba listo para decirlo o no, lo que parecía


ser una respuesta suficiente. Amaba a Seth, casi más que a nada
en el mundo. Y desde que pasaron de ser hermanos a hermanos que
besaban y tragaban, ese sentimiento había crecido
exponencialmente, nuevas facetas que Nick no podía entender por
completo. Sentía algo por Seth, algo grandioso y emocionante, pero
no podía analizarlo, no con claridad.

311
Así que soltó lo único que le vino a la mente.

—¿Irás al baile conmigo? —Luego dijo—: Maldita sea. No se


suponía que iba a suceder de esta manera. ¡Iba a haber un
flashmob y todo!

—Bien —dijo Jazz sabiamente—. Bien.

Seth se rió y el corazón de Nick estaba tan lleno que pensó


que iba a morir.

—Sí. Sí, iré contigo al baile de graduación. —Y con eso,


abrazó a Nick y lo besó con fuerza en medio de la acera. Gibby y
Jazz vitorearon detrás de ellos.

—¡Puag! —gritó alguien en la calle—. ¡Buscaos un hotel!

Seth se apartó, pero solo un poco, presionando su frente


contra la de Nick. Se respiraron el uno al otro.

—¿Ves? —susurró Seth—. No es todo malo. Todavía


tenemos cosas buenas, Nick. No importa qué, ¿de acuerdo? Tú y
yo. Siempre.

Nick asintió tontamente, incapaz de hablar.

—Amo el amor —dijo Gibby con un suspiro—. Si le dices a


alguien que he dicho eso, haré que Jazz te apuñale con sus zapatos.

—No he apuñalado a nadie en mucho tiempo —dijo Jazz—.


No dudes en decírselo a quien no nos guste.

—No todo es malo —se atragantó Nick.

312
¿No todo es malo?

Ah.

En el momento en que entraron en Centennial High, las cosas


fueron mucho, mucho peores. Porque parecía que todos habían
visto las noticias durante el fin de semana. No solo una buena
cuarta parte de los estudiantes llevaban ropa de Extraordinario
no autorizada, sino que aparentemente también habían decidido
que Nick era genial de nuevo.

—Le di a seguir a la cuenta de Twitter —le dijo un imbécil


con una chaqueta del equipo pasando un brazo alrededor del
hombro de Nick y tirando de él hacia la puerta principal mientras
Gibby, Jazz y Seth miraban detrás de él—. ¿Crees que podrías
concertar una reunión? Eres el portavoz de Pyro Storm, ¿verdad?
¿Puedes decirle que venga a la fiesta en mi casa el próximo fin de
semana? Mi padre le pagará para que venga y prenda fuego a
algunas cosas.

Antes que Nick pudiera responder, Megan Ross, una de las


chicas más populares de la escuela, lo apartó. Era una estudiante
de último año y absolutamente aterradora.

—Ignóralos —dijo toda falsa—. Hienas, todas ellas,


buscando carne. Necesitas a alguien como yo, Ned.

—Mi nombre es Nick.

Ella sonrió dulcemente.

—Luces como un Nick. Son las cejas.

No sabía qué hacer con eso.

313
—Tengo que irme a clases.

Ella pasó su brazo por el de él.

—Esto es lo que estoy pensando. Estoy a cargo del comité


de graduación. El tema es Noche Estrellada, que es estúpido, pero
los paganos me derrotaron en la votación. Sin embargo, si voy con
ellos y les digo que Pyro Storm vendrá al baile de graduación,
podríamos cambiar el tema. Piénsalo, Niles, todos vestidos con
nuestras mejores galas, música, luces y baile, y luego Pyro Storm
desciende del techo, el fuego vuela a su alrededor. ¿Noches
Estrellada? ¿Quién necesita una Noche Estrellada cuando
podríamos tener una Noche Ardiente?

—Yo no…

Ella presionó un dedo contra sus labios.

—Shh. Shh, shh, shh. Piénsalo. Habla con Pyro Storm. Soy
su mayor fan. Si él necesita una cita, yo estaría más que dispuesta
a salir con él, quiero decir, exponerme como voluntaria.

—¿No tienes novio? —preguntó Nick—. De hecho, ¿no es él


el idiota del que me acabas de salvar?

—Pyro Storm está en mi lista de celebridades —dijo—.


Jason y yo tenemos una lista. Si alguna vez tenemos la oportunidad
de quedar con alguien de nuestra lista, no cuenta como engaño.

—No entiendo a los heterosexuales —murmuró Nick.

Ella lo ignoró.

314
—Así que está resuelto; hablarás con Pyro Storm sobre
venir al baile de graduación. Gracias, Nelson. Eres un encanto.
Nunca olvidaré esto. Erica, será mejor que no sea así como vas a
dejar la pancarta del baile de graduación. Está torcido. Es…
Puedo... ¿sabes qué? Lo haré yo misma. Quítate. Dije quítate.

—Todos han perdido la maldita cabeza —dijo Nick mientras


Megan prácticamente empujaba a una chica por la ventana para
arreglar la pancarta.

—Se pasará —dijo Gibby—. Lo hizo la última vez, y volverá


a hacerlo. Créeme. Al final del día, la gente se olvidará de ti y Pyro
Storm.

Oh, Gibby.

El almuerzo, su refugio, donde todos generalmente los


ignoraban, se convirtió en un evento libre para todos. Se formó
una fila en su mesa con los estudiantes pidiendo de todo, desde
autógrafo hasta querer saber a qué olía Pyro Storm cuando estaba
enojado. Una chica emprendedora preguntó si Nick le daría un
paquete a Pyro Storm y le dijo que no debería abrirlo porque solo
estaba destinado a Pyro Storm.

—Es mi ropa interior —susurró agresivamente mientras


colocaba una caja envuelta (con un cómico lazo rojo) en las manos
de Nick.

Nick gritó y arrojó la caja al otro lado de la cafetería. Sin


inmutarse, la niña dijo:

315
—Es la intención lo que cuenta.

—Tus intenciones necesitan a Jesús —gritó Nick cuando ella


se fue. Volvió a mirar la fila, esperando ver que empezaba a
disminuir. No lo hacía. En todo caso, se unían más personas y Nick
ni siquiera podía disfrutar del sándwich de mortadela que Martha
le había preparado.

—¿Todavía crees que es una buena idea promocionar a Pyro


Storm?

—Seth, lo juro por Dios que si no lo haces… ¿qué? ¡No, no


voy a pedirle a Pyro Storm que firme tu bolso, extraña mujer! Ni
siquiera sé quién eres, espera. ¿No trabajas en la oficina principal?
¿Qué demonios te pasa?

Cuando sonó la campana final, Nick estaba convencido de


que los Extraordinarios eran lo peor que le podía pasar al mundo y
que no quería volver a saber nada de ellos nunca más. Esperaba que
ninguno de los fans esperara una actualización de su fic a corto
plazo, porque lo más probable es que hiciera algo drástico, como
actualizar las etiquetas con el temido personaje principal Death
para poder matar a Pyro Storm o, al menos hacerle perder sus
poderes para que Nash y él pudieran vivir una vida normal lejos del
centro de atención.

Lo que apestaba, ya que un Extraordinario estaba


enamorado de él e iba al baile de graduación con él. Debería haber
sido uno de los mejores días de su vida, en lugar de desear que un
meteoro golpeara la tierra y destruyera a todos en una ola de

316
fuego. Al menos entonces lo dejarían en paz. Porque estarían
muertos.

Salieron de la escuela hacia el aire frío.

—Se pasará —dijo Gibby—. Dale unos días. Al final de la


semana, todos lo habrán olvidado. Nosotros... uh… oh.

Nick gimió.

—¿Qué? ¡No uh-oh! ¡He terminado con los uh oh! —Siguió la


mirada de Gibby y encontró lo que ella estaba mirando—. UH oh.

Allí, de pie frente a la escuela junto a la camioneta al


ralentí, estaba su padre, con los brazos cruzados, su expresión
ilegible mientras miraba directamente a Nick.

—Mierda —murmuró Nick—. ¿Alguna posibilidad que alguien


pueda crear una distracción para que yo pueda escapar? Seth, ¿qué
te parece prender fuego a algo? Bien, espero.

Seth puso los ojos en blanco con cariño. Miró a su alrededor


rápidamente antes de bajar la voz apenas por encima de un
susurro.

—Parte de ser un Extraordinario es enfrentar las cosas,


incluso cuando no quieres. Tienes el poder, Nick. Ahora necesitas
averiguar qué hacer con él. —Asintió hacia su papá—. Eso podría
ser un comienzo. Será difícil, pero el Nick que amo nunca
retrocede, incluso cuando es más fácil hacerlo.

Nick le frunció el ceño.

317
—Esa es una manipulación descarada, y la permitiré por todo
el asunto de que me amas. Pero esta es la única vez, Gray. ¿Me
escuchas? No te acostumbres. Además, eres el mejor novio del
mundo.

Seth se rió en voz baja.

—Ídem.

—¿Quieres que vayamos contigo? —preguntó Gibby.

Nick suspiró y negó.

—No, Seth tiene razón. Tengo que lidiar con esto en algún
momento. Bien podría ser ahora.

—Me gustas de Extraordinario —dijo Jazz, extendiendo la


mano y apretando la suya—. Quiero decir, me gustas sin importar
cómo seas, pero ¿este Nick? Este es un buen Nick. Solo... ve con
calma, ¿de acuerdo? Escúchale. Sin reacciones exageradas. Usa
tus palabras.

—¿Cuándo he reaccionado exageradamente? —preguntó


Nick. Luego, antes que alguien pudiera hablar, agregó—: Sí, está
bien. Todo el tiempo. Así que… —Cuadró los hombros cuando Jazz
le soltó la mano—. Puedo hacerlo.

—Puedes —dijo Gibby—. Porque te mereces respuestas,


Nicky. Y tu papá es el único que puede dártelas. Envíanos un
mensaje de texto más tarde, ¿de acuerdo?

—Gracias —dijo—. Sé que probablemente no diga eso lo


suficiente, pero lo digo en serio. Sois los mejores, incluso cuando

318
me obligáis a hablar con mi padre. —Desvió la mirada—. Estoy un
poco asustado.

Se rió cuando todos lo abrazaron al mismo tiempo, otros


estudiantes se arremolinaban a su alrededor, algunos lo miraban
fijamente. Nick los miró, desafiándolos a hablar. Siguieron
adelante sin comentarios. Sus amigos dieron un paso atrás y Nick
asintió antes de volverse hacia su padre.

Cada paso hacia él era más duro que el anterior, pero sentía
los ojos de sus amigos observando cada uno de sus movimientos y
supo que tenían razón. Era hora de lidiar con esto, de obtener las
respuestas a todas sus preguntas.

Papá dejó caer los brazos cuando Nick se acercó.

—Padre —dijo Nick con rigidez.

—Nicholas —dijo papá asintiendo, su expresión no revelaba


nada. Abrió la puerta del pasajero para él. Dudando brevemente,
subió al interior mientras cerraba la puerta detrás de él. Su padre
lo miró fijamente a través de la ventana por un momento antes de
rodear la parte delantera de la camioneta.

Pasara lo que pasara, no se lo iba a poner fácil. Miró por la


ventana y vio a sus amigos observándolo desde lo alto de las
escaleras. Antes que pudiera detenerse, metió la mano en el
bolsillo y sacó su teléfono, que ya se había sincronizado con el SUV,
el pequeño símbolo de Bluetooth brillando en la esquina superior
derecha. Con los dedos volando sobre la pantalla, encontró lo que
estaba buscando. Sonrió mientras porno extraordinario
comenzaba a sonar en los altavoces. Bajó la ventanilla, dejando que

319
todos escucharan a Boner Boy darle al trabajador petrolero la
polla de su vida. El rostro de Seth estaba en sus manos cuando
Jazz le palmeó el hombro. Gibby mostró a Nick un pulgar hacia
arriba. Todos los demás a su alrededor parecían mayormente
horrorizados.

El momento se rompió cuando papá se subió a la camioneta


y golpeó con la mano el tablero, silenciando la pornografía. Sin
siquiera mirar a Nick, salió a la calle, dejando atrás la escuela.

320
12

El viaje a casa fue, en una palabra, insoportable.

Papá no habló. Nick tampoco. Quería hacerlo, pero no sabía


qué decir que no saliera en feroces acusaciones de las que luego
se arrepentiría. Independientemente de lo que pensaran algunas
personas, sabía de buena tinta que algunas cosas dichas en voz
alta, aunque no las dijeras en serio, nunca podrían ser retractadas.
No podía quedarse quieto. Su pierna se movía. Se golpeaba el muslo
con los dedos. Miraba su teléfono y lo dejaba, solo para mirarlo
unos segundos después. Observó por la ventana, viendo pasar la
ciudad, con cuidado de mirar solo a su padre por el rabillo del ojo.
Se acercaba un dolor de cabeza, pero eso solo lo enfurecía más.
¿Era porque estaba estresado? ¿O porque no se había tomado la
pastilla? ¿O era su telequinesis, luchando por liberarse?

Abrió la boca más de una vez, pero la cerró antes que


pudiera hablar. No iba a empezar primero. No había hecho nada
malo. Era papá quien tenía que explicarse. Y sería mejor que fuera
bueno, o le haría desear no haber nacido nunca.

Soy una reina del drama, le envió un mensaje de texto a


Seth.

Lo sé <3 ¿Necesitas ayuda?

321
Gracias, amorcito, pero lo tengo controlado.

JC Nicky. No me llames así.

Nah. Me has dicho que me amas, así que es oficial.

Lo hice. Y lo hago.

Cuando llegaron a casa, papá fue hacia la cocina. No miró


hacia atrás, esperando que Nick lo siguiera. Las decoraciones
navideñas ya no estaban. Papá debía haberlas guardado. Jazz y él
habían dejado un desastre cuando huyeron de la casa, pero casi
todo parecía estar en orden. Se preguntó si las cintas todavía
estarían en el desván.

Había una caja rectangular sobre la mesa de la cocina. Nick


la miró con recelo mientras papá se apoyaba en la encimera, la
barbilla contra su pecho mientras inspiraba, retenía, exhalaba,
retenía. Al igual que le había dicho a Nick que hiciera una y otra
vez cuando las cosas se pusieran mal. A Nick se le ocurrió,
entonces, que él podría no ser el único al borde del pánico. No sabía
por qué nunca lo había visto antes. ¿Papá también tenía ataques de
pánico? ¿Y si hubiera sacado eso de su padre, como había
conseguido sus habilidades de su madre?

Nick estaba en la entrada de la cocina, sin saber qué hacer.


Él esperó. No sería el primero en hablar. Obstinados, ambos, de
principio a fin.

Papá habló primero. Sin mirar a Nick, dijo:

322
—Abre la caja.

Nick se puso rígido, demasiado caliente e incómodo.

—¿Qué es?

—Hazlo, chico. Por favor.

Nick se acercó a la mesa lentamente. Su mente zumbaba, el


nudo en su cabeza se retorcía. Cada paso se sentía como si
estuviera caminando bajo el agua, movimientos lentos y letárgicos,
incluso cuando pensaba que saldría de su piel. La caja era grande,
blanca y estaba hecha de cartón. Apoyó las manos en la tapa, pero
no la abrió.

—Papá, yo...

Papá meneó la cabeza.

—La caja primero, luego hablaremos. Lo juro. Te lo contaré


todo, pero tienes que ver lo que hay dentro.

—Nunca había visto esto antes —dijo Nick, ganando tiempo,


tratando de averiguar qué podría contener la caja.

Papá se rió a carcajadas.

—Eso es porque lo guardé en un almacén. Lo mismo que con


la mayoría de las cintas que encontraste. Las traje porque estaba…
—Sonaba como si se estuviera rompiendo en pedazos—. Porque la
echaba de menos. Necesitaba escuchar su voz, y yo... no se suponía
que debías encontrarlas. Olvidé que estaban allí cuando yo… —
Negó con la cabeza y parpadeó rápidamente—. Abre la caja, Nicky.

Hizo lo que se le pidió. Quitó la tapa. Y se congeló.

323
Allí, descansando en la caja, había un traje Extraordinario
azul cerúleo, completo con una máscara con lentes blancos. Lo
reconoció casi de inmediato, aunque solo había visto destellos
captados en fotografías granulosas.

La Guardiana. Era el disfraz que había pertenecido a La


Guardiana. A su madre.

—Ella llevaba esto —dijo papá, las palabras salieron con


fuerza, como si le dolieran—. Cuando salía. Decía que siempre la
hacía sentir más segura, porque ocultar su identidad significaba
mantener a salvo a sus seres queridos sin dejar de ayudar a
quienes lo necesitaban. La hacía sentir… poderosa. Le dije que eran
sus poderes los que la hacían sentir así, pero ella decía que no lo
entendía. Que no se trataba de lo que podía hacer, sino de lo que
podía hacer con eso. Y ese disfraz era un símbolo de ello. Dijo que,
en cierto modo, era como el uniforme que yo llevaba cuando era
policía. Significaba algo. —Él desvió la mirada—. O al menos, pensé
que sí. Ya no estoy tan seguro.

Nick tocó el casco. Era más duro de lo que esperaba, el


material era denso. Luchó con la idea de que era algo que su mamá
había tocado, algo que había sostenido en sus manos, algo que había
llevado, y tuvo que evitar romperlo, tratando de averiguar si
todavía olía a ella, como sol en un día cálido, como flores silvestres
y algo tan distintivo de Jenny Bell que Nick no podía encontrar las
palabras para explicarlo.

No lo hizo.

—Te quedaste con esto —dijo en voz baja y reverente.

324
Papá miró hacia arriba con los ojos hinchados.

—Lo hice.

—¿Por qué? —Una lenta oleada de ira subió a su pecho y no


trató de detenerla—. Te deshiciste de todo lo demás que llevaba,
así que ¿por qué quedarte con esto?

Papá se pasó una mano por la cara.

—Porque ella... no podría soportar separarme de esto. Lo


odiaba, Nick. Odiaba todo lo que representaba porque me
aterrorizaba muchísimo. Cada vez que se lo ponía, me preguntaba
si esa sería la última vez que la vería, que un día, a altas horas de
la noche, recibiría una llamada telefónica diciendo que la habían
matado tratando de proteger la ciudad. No quería que hiciera lo
que hizo. Peleábamos por eso constantemente. Decía que no estaba
siendo justo, que tenía un don y eso significaba que tenía que hacer
lo que pudiera con él. —Hizo un ruido de dolor, bajo y áspero—.
Testarudo. Tan terco, como tú. Ella tenía razón, por supuesto. Ella
no sabía, al menos al principio, que la única razón por la que me
convertí en policía era para tratar de ayudarla lo mejor que podía.
Me dije a mí mismo que ponerme el uniforme significaba que estaba
haciendo lo mismo que ella.

—Eso te convierte en un hipócrita —dijo Nick.

—¿Crees que no lo sé? —espetó—. Pero fue lo único que se


me ocurrió, porque ella no iba a parar. No importaba cuán herida
estuviera, no importaba cuántas veces llegara a casa
ensangrentada y magullada.

325
Nick apretó las manos en puños, un dolor de cabeza latiendo
detrás de su ojo derecho. Trató de concentrarse en su padre, pero
sentía como si su visión estuviera frenética, saltando, siempre
saltando.

—¿Sabes lo que me hizo? —dijo Nick, con la voz quebrada—


. ¿Cuándo recibí la llamada de que estabas en el hospital? ¿Qué te
lastimaron cuando un edificio entero se derrumbó encima de ti?
Me mató. Me mató porque pensé que te habías ido y que iba a estar
solo. Que me habías dejado, igual que ella.

Papá bajó la cabeza.

—Estoy bien, Nick. Estoy bien. Siempre estaré bien.


Siempre voy a volver a casa contigo.

—No puedes prometer eso —dijo Nick—. Nadie puede. Sales


todos los días y hay gente a la que le importan un carajo tus
estúpidas promesas. —Papá dio un paso hacia él—. No lo hagas. No.
No te acerques a mí. Quédate donde estás.

Papá agarró su cabello en puños.

—Eso no es justo, Nick. Tengo un trabajo que hacer.

—Ella también —dijo Nick con frialdad—. Sí, te asustaba,


pero lo hizo de todos modos, no porque no te quisiera, sino porque
sabía que era lo correcto.

—Lo sé —escupió papá—. Créame, lo sé mejor que nadie.

—¿Lo sabes? —preguntó Nick—. Ya que al final se detuvo,


¿no? Debiste haberla agotado hasta que no pudo...

326
—Se detuvo porque descubrió que estaba embarazada de ti.

La bombilla sobre ellos se encendió. Papá miró hacia arriba,


con los ojos muy abiertos y asustado. Nick lo ignoró y miró a su
padre.

—¿Qué?

—Tú —dijo papá en voz baja—. Vivíamos en un apartamento


de mierda en el East Side, un agujero con cableado defectuoso y
nunca había suficiente agua caliente para una ducha. Pero era
nuestro y no nos importaba. Estábamos fuera de la escuela y
aprovechando al máximo nuestras vidas. Yo era policía y ella era
abogada durante el día y La Guardiana por la noche. —Comenzó a
caminar, el linóleo agrietado crujió bajo sus pies—. Llegué a casa
tarde una noche. Esperaba que ella ya se hubiera ido. Había un
grupo de personas, no sabíamos quiénes eran, que robaban bancos
por toda la ciudad, pero no se trataba de proteger a los bancos. La
gente estaba resultando herida y ella no podía soportarlo. Nunca
podía. Se estaba acercando a averiguarlo y pensé que los seguiría.
No lo estaba. Estaba sentada a la mesa de la cocina. Me miró
cuando entré y estaba llorando. Pensé que alguien había muerto.

Nick se balanceaba de un lado a otro, con el corazón en la


garganta.

—Corrí hacia ella —continuó papá, todavía mirando hacia la


luz—. Le pregunté qué estaba mal, solo dime qué está mal y lo
arreglaré, te juro que lo arreglaré. Me tomó un poco darme cuenta
que mientras lloraba, también se reía. Y cuando me miró, sonrió y
dijo que se había hecho tres pruebas de embarazo diferentes, y
todas mostraban lo mismo. Tú, Nicky. Te mostraban a ti. —Bajó la

327
mirada hacia él—. Ocho semanas. Estaba de ocho semanas de
embarazo de ti. No fuiste planeado. No eras algo que habíamos
hecho a propósito, pero oh, había una luz en sus ojos que no había
visto antes. Cambiaste todo para nosotros, Nick.

—¿Se detuvo por mi culpa? —Nick preguntó con tristeza.

—No quería correr el riesgo —dijo papá— de que algo te


pudiera pasar mientras ella actuaba como La Guardiana. Dijo que
al menos durante el embarazo no saldría más. La lastimó, a pesar
que trató de ocultarlo. Pero nunca tomé esa decisión por ella.
Nunca le dije que no podía seguir siendo la Guardiana.

—Apuesto a que no trataste de detenerla —dijo Nick con


amargura.

—Tienes toda la maldita razón, no lo hice —gruñó papá—.


Porque quería ser egoísta. Quería que fuéramos más importantes
para ella que otras personas. Si eso me convierte en un idiota, está
bien. Lo acepto. Pero no me disculparé por ello.

—Sin embargo, no importó, ¿verdad? —dijo Nick—. Porque


aún así la encontraron. Al final lo hicieron. No fue al azar, ¿verdad?
¿Quiénes son? ¿También me mentiste sobre ellos?

—No importan —dijo papá—. Están encerrados, Nicky, y


nunca saldrán. No pueden volver a herir a nadie.

—¿Y se supone que debo creerte en eso?

—Es la verdad. Se acabó, Nick. Ha terminado hace mucho


tiempo. Pero esa es la razón de todo esto, ¿de acuerdo? Esa es la
razón por la que nosotros, yo, tomé las decisiones que tomé. Tú...

328
Fueron pequeñas cosas, al principio. Eras un niño, solo un bebé, y
me acerqué a tu cuna, y el móvil, esta cosa de plástico barata que
los chicos de la comisaría trajeron, estaba dando vueltas, a pesar
de que estaba apagado. Estabas pateando tus piernas y observando
cómo giraba y giraba y giraba. No sabíamos que lo que podía hacer
era genético. No sabíamos nada sobre los Extraordinarios porque
no había nadie a quien preguntar.

—¿Lo sabías? —susurró Nick—. ¿Desde entonces?

Papá bajó la cabeza, hundiéndose sobre sí mismo.

—No sabíamos qué estaba pasando. Pero cuanto más


crecías, más cosas... pasaban a tu alrededor. Animales de peluche
flotando en el aire. Tus pequeños coches de juguete corriendo por
la habitación. Tus bloques, pequeños bloques de madera con
números y letras pintados, deletreaban palabras incluso antes que
pudieras pronunciarlas. Decían cosas como PAPÁ y MAMÁ y AMOR
y HOGAR y ella estaba tan asustada por ti, Nick. Ambos lo
estábamos. Sabíamos por lo que había pasado, sabíamos que había
personas que, si supieran quién era, no se detendrían ante nada
para destruir todo lo que amabas.

—¿Qué hiciste? —preguntó Nick, y la bombilla comenzó a


parpadear lentamente, claro y oscuro, claro y oscuro. El dolor en
la cabeza de Nick disminuyó levemente, pero era un dolor bueno,
un dolor apacible.

—Fuimos a la única persona en la que pensamos que podíamos


confiar. La única persona que sabía lo que podía hacer.

—Burke —dijo Nick—. Simon Burke.

329
Papá asintió, mirando al suelo.

—Tenías... cuatro, tal vez cinco. Le dijimos que nos


preocupaba que sus habilidades hubieran pasado a ti. Que
queríamos, no detenerlo, sino reprimirlo, si podíamos. —Levantó la
mano mientras Nick comenzaba a balbucear enojado—. Te
diagnosticaron TDAH, Nicky. ¿Tienes idea de lo que pudo haber
pasado teniendo TDAH... —exhaló explosivamente— ...y
telequinesia? No tomamos esas decisiones para evitar que seas
quién eres, sino para tratar de mantenerte a salvo hasta el
momento adecuado. Cuando pudiéramos ayudarte a resolver las
cosas.

—Tengo dieciséis años —dijo Nick—. ¿Cuándo diablos


estabas planeando...?

—Aún eres menor de edad —espetó papá—. No me importa


si tienes seis o dieciséis, eres un niño. Debes concentrarte en la
escuela y los chicos y pensar en lo que vendrá después, sin
preocuparte por explotar algo con tu mente.

—Puedo hacer ambas cosas —replicó Nick—. He estado


haciendo ambas cosas. ¿En qué estabas pensando cuando te
enteraste de lo de Owen y Seth? ¿Qué me iba a alejar de todo?
¿Qué no me iba a involucrar? Si eso es lo que pensabas, entonces
no me conoces en absoluto.

—Te conozco mejor que nadie —dijo papá, dando otro paso
hacia él. La mesa se interpuso entre ellos, y Nick pensó que, si
empujaba, si realmente empujaba, podría hacerla volar.
Probablemente podría destruir toda la cocina si quisiera. Toda la

330
casa—. Te he cuidado todos los días de tu vida. Todo lo que he
hecho, todo lo que soy, es por ti

Nick se rió, el sonido fue áspero.

—No me eches la culpa. Tu hiciste esto. Tomaste esto, esta


parte de mí y trataste de ocultármela. Fuiste a ver a Simon, el
maldito Burke, ¿y por qué diablos no me acuerdo de eso? Y
encontraste la manera de quitarme algo a lo que no tenías derecho.

—Queríamos retenerlo.

—¿Para estar a salvo? ¿Anulándome? ¿Empujando esto tan


lejos detrás de una montaña de píldoras que no pudiera
encontrarlo? ¿Tienes idea del tipo de violación que es? ¿Y si
hubieras sido un idiota homofóbico, además de todo el resto?
¿Habrías intentado encontrar una manera de matar eso también?

—No, Nicky, oh, Dios, no, no es así. No es...

—¿Y después de su muerte? —preguntó Nick—. Después de


todo lo que pasamos, ¿nunca te detuviste a pensar que tenía
derecho a saber sobre ella? ¿Sobre mí?

—¡No podría perderte también! —Papá lloró y Nick se


estremeció, con el corazón destrozado. Las lágrimas caían
libremente ahora. Papá también, su rostro se retorcía mientras su
pecho se agitaba—. Oh, Dios mío, no podría perderte a ti también.
Todo lo que siempre quise fue que te convirtieras en el hombre
que sabía que podrías ser, amable, cariñoso y muy valiente. ¿Cometí
errores? Sí, Nicky. Muchos, muchos errores. Pero no podría
permitir que te pasara lo mismo. Ódiame todo lo que quieras, pero
hice lo que hice porque te amo más que a nada en este mundo. Haría

331
cualquier cosa por ti, Aunque eso significara aplastar la parte de
ti que crees que te hace Extraordinario. Ya eras extraordinario.
Cada pieza de ti. Cada parte. —Se movió alrededor de la mesa.
Nick no podía hacer que sus pies hicieran lo que él quería. Estaba
clavado en su lugar, y su padre se detuvo ante él, temblando
mientras lo agarraba por los codos—. Nick, por favor. ¿Sí? Por
favor, trata de entender...

Nick dio un paso atrás, apartando las manos de papá.

—Burke lo sabía. Y tú también. Cuando comencé a salir con


Owen, ambos lo sabíais. Cuando me enteré de lo de Pyro Storm y
Shadow Star, lo sabías. Cuando luchaba por mi vida, lo sabías.

Papá frunció el ceño.

—Burke. Maldito Simon Burke. Si no hubiera...

No no no no.

—No lo hagas. Esto no tiene nada que ver con él. Esto es por
ti. Al menos él tuvo las pelotas de decirme la verdad, a su manera.

—Está tratando de destrozarnos. ¿No puedes ver eso? Esto


es exactamente lo que quiere él. Nunca me ha perdonado por lo que
le pasó a Jenny, y yo...

—No necesitamos que Burke nos separe —dijo Nick, sus


palabras entrecortadas—. Lo estás haciendo bien tu solo. ¿Cómo
se supone que voy a volver a confiar en ti?

Papá estaba negando con la cabeza incluso antes de


terminar.

332
—Eso no es... no lo sé, Nick. No sé lo que estaba pensando.

Nick notó el sabor de la bilis en el fondo de la garganta.


Incluso a pesar de lo enojado que estaba, no podía soportar ver a
su padre tan abatido. Se sobresaltó cuando se desplomó en el
suelo, rodeó las rodillas con los brazos y se llevó las piernas al
pecho.

Parte de la ira de Nick, una pequeña parte, se disolvió


cuando dio un paso adelante. Se paró junto a su padre,
atormentado por la indecisión antes de poner su mano en la parte
superior de la cabeza, con los dedos enroscándose en su cabello.

—Puedo ser ambos —dijo Nick en voz baja—. Puedo ser un


niño y aún hacer lo que puedo. Me enseñaste a ser valiente y
desinteresado, y aunque todo el asunto del desinteresado
probablemente esté en debate, te escuché. Siempre lo hago.

—Lo sé —dijo papá, rodeando con un brazo la parte


posterior de las rodillas de Nick, sujetándolo en su lugar.

Nick respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—Voy a preguntarte algo y no puedes mentirme.

Papá asintió contra su pierna.

Nick vaciló. Luego:

—¿Le hablaste a Simon Burke sobre Seth? ¿Sobre quién es


y qué puede hacer?

Papá levantó la cabeza y miró a Nick. Tenía los ojos llorosos,


pero parecía como si tuviera el control.

333
—Nunca le dije quién es Seth. Nunca le dije lo que podía
hacer. Lo único que hice fue mantenerlo informado de los
movimientos de Pyro Storm, e incluso entonces, lo hice vagamente.
Nunca le di ni una pista sobre su verdadera identidad.

Nick lo fulminó con la mirada.

—Eso todavía es bastante confuso. Burke podría haber


usado la información que le diste y hacerle algo a Seth. Si eso
hubiera sucedido y me hubiera enterado, ¿de verdad crees que te
habría perdonado?

—No —susurró papá. Dejó ir a Nick, con las manos


descansando en su regazo—. Sé que no lo habrías hecho. Y habrías
tenido razón.

Nick asintió lentamente, analizando las palabras, tratando


de encontrar algún indicio de engaño. Papá era bueno, pero Nick
había pasado demasiado tiempo haciendo clic en Wikipedia y sabía
qué buscar. Los ojos de papá nunca se desviaron; no trató de
embellecerlo llenando los espacios en blanco. Entonces, se dio
cuenta que estaba tratando de ver si su padre le estaba mintiendo.
Su padre, la única persona en quién nunca creyó que tendría que
pensar de esa manera.

—Tendrás que hablar con Bob y Martha —dijo finalmente


Nick—. Merecen escuchar todo esto de ti. Seth es su hijo, y como
le estabas dando información a Burke, ellos deben hacer todo lo
posible para asegurarse que esté protegido. Y yo haré lo mismo.

—¿De qué estás hablando? Nick, debes mantenerte alejado


de Burke. No sé lo que está haciendo, pero no puedes involucrarte

334
Nick tragó saliva con dificultad.

—Un poco tarde para eso. No sé qué va a pasar, pero no


dejaré que la estupidez de los adultos se interponga en mi camino.
Te equivocaste. No vamos a pagar por tus errores.

Papá lo miró durante un largo momento antes de finalmente


asentir. Se acercó a Nick, pero abortó el movimiento en el último
segundo, las manos cayeron a los costados.

—¿A dónde vamos desde aquí?

—No lo sé —admitió Nick—. Te amo, pero no me gustas


mucho en este momento. Probablemente me voy a sentir así por un
tiempo. Y no volveré a tomar Concentra —dijo, extendiendo la
mano y tocando el disfraz en la mesa frente a él. El material era
blando. Sin capa, por lo que podía ver. Lo aprobaba. Había sacado
su buen gusto de ella—. Eso no es tema de debate.

Papá parecía estar a punto de discutir, pero se desinfló.

—Está bien, Nick. Lo... lo resolveremos. No más Concentra,


pero tienes que conseguir algo que te ayude. No es algo malo, pero
si se puede gestionar, debemos asegurarnos que esté hecho para
que puedas concentrarte. Pediré una cita. Lo solucionaremos.

—Nada de Burke Pharmaceuticals.

La mandíbula de papá se apretó.

—No. Nada de Burke Pharmaceuticals. Me aseguraré de eso.

Nick se relajó gradualmente.

—Siento lo de la bombilla.

335
Papá se rió entre dientes.

—No te preocupes por eso. Es la razón por la que


solicitamos una tarjeta en Costco: para comprarlas al por mayor.
Tu mamá hacía lo mismo cada vez que se enfadaba.

No podía dejar pasar este momento.

—¿Me hablarás de ella? Quiero saberlo todo.

Por un momento, Nick pensó que se negaría. En cambio, dijo:

—Sí, chico. Todo.

336
13

Fic: El Placer de Arder

Autor: PyroStormEsUnAmorcito

Capítulo: ¿36 de?

137,467 palabras

Emparejamiento: Pyro Storm / Personaje Masculino


Original

Calificación: 16 (¡La calificación finalmente está subiendo!)

Etiquetas: Amor verdadero, Suspirando, Tierno Pyro Storm,


Final feliz, Primer beso, Más que el primer beso, Esponjoso
como una nube, Mucha violencia, Malvado Shadow Star,
Pastelería AU, Investigador privado, Anti-Rebecca Firestone,
Manos bajo la ropa, !!!, Fiesta Desnudos y Todos Están
Invitados

Capítulo 36: NO ES UN CAPÍTULO

Nota del autor: ¡Perdón por la demora! Las cosas han


estado... raras últimamente. Desearía tener un nuevo capítulo
para vosotros, pero no es así. Traté de sentarme y escribir,
pero no puedo concentrarme en esto ahora mismo, no

337
cuando parece tan... ¿trivial? Sé que probablemente no tenga
sentido, pero están sucediendo cosas que son más grandes
que yo. Este era un lugar donde no tenía que preocuparme
por lo que los demás pensaran de mí (¡¡aunque me encantan
todos vuestros comentarios !! MUCHAS GRACIAS !!!). No se
siente igual ahora. Voy a tomarme un descanso. No va a durar
para siempre porque me niego a dejar que otro fic quede sin
terminar, pero necesito alejarme un poco.

Los Extraordinarios pueden hacer cosas increíbles,


pero creo que nos olvidamos que no importa qué poderes
tengan, siguen siendo humanos.

De todos modos, el fandom de Extraordinarios es el


mejor fandom que existe, especialmente porque al fandom
del K-pop le gusta enviar spam a las fancams CADA LUGAR
QUE MIRO. EN SERIO. PARAD. QUE OS PASA A TODOS
USTEDES.

Dicho esto, gracias por perseguir a políticos idiotas y


hacerles la vida miserable, como se lo merecen. Os amo.
Pero dejar de enviar spam.

¡Vuelvo enseguida! Lo prometo. Después de todo,


Nash y Pyro Storm todavía están a punto de ensuciarse y
odiaría dejarlos (¡y a ti!) con las bolas azules.

Nos vemos pronto,

PyroStormEsUnAmorcito

338
Marzo llegó a Nova City con un temporal helado, las
temperaturas cayeron en picado, aunque las peores tormentas se
mantuvieron en el norte. Nick pensaba que, si iba a hacer tanto
frío, entonces la ciudad debería cubrirse con nieve para que
pudiera quedarse en la cama hasta la primavera con su propio
calentador de espacio personal en la forma de Seth.

Pero probablemente era lo mejor, especialmente porque se


encontró de pie en el techo de un edificio el primer sábado del
mes, mirando por encima del borde, tratando de convencerse a sí
mismo de que si se caía, no sería tan grande. Una gota. En todo
caso, probablemente podría agarrarse a las escaleras de metal que
se alineaban en el exterior del edificio. Nueve metros máximo.
Quizás diez. Pero podía hacerlo.

—No creo que puedas hacerlo —dijo Jazz, de pie junto a él


y mirando por encima del borde—. Quiero decir, estoy a favor de
una exhibición, pero pensé que comenzaríamos con algo un poco
más pequeño. Tal vez unos capuchinos en una acogedora cafetería
mientras discutíamos cuál podría ser tu potencial nombre
extraordinario.

Ahora que estaba aquí, la idea de Jazz sonaba mucho mejor


de lo que había planeado, pero no podía echarse atrás solo por algo
tan intrascendente como convertirse en una mancha en el
pavimento.

—Realmente agradecería que todos os alejarais del borde


del techo lentamente.

339
Se volvieron para ver a Gibby pálida, con la boca curvada
hacia abajo. Se retorcía las manos, el aliento salía de su boca en
una densa nube.

—¿Qué ocurre? —preguntó Nick.

—Tiene miedo a las alturas —le dijo Jazz—. Es lindo.

—No le tengo miedo a las alturas —espetó Gibby—. No le


tengo miedo a nada. El hecho que no quiera ver a Nick salpicar el
suelo no significa que esté asustada.

—Tan linda. —Jazz suspiró.

Nick negó, no queriendo verse atrapado en su coqueteo, a


pesar que era ridículamente atractivo.

—No sé cuál será mi nombre extraordinario. No puedo


decidir eso hasta que sepa lo que puedo hacer.

—Por eso quieres saltar de un edificio —dijo Jazz—. Eso no


tiene ningún sentido y en realidad podría empeorar las cosas. Por
favor, no lo tomes a mal, pero objetivamente es una idea tonta.

Nick puso los ojos en blanco.

—Intentamos saltar desde el porche en la primera parte de


la exhibición. No funcionó porque era demasiado pequeño.
Intentamos saltar desde el techo de mi casa, pero antes que
pudiera subir la escalera, Seth me tiró una bola de nieve a la
cabeza y no pude dejarlo pasar sin una respuesta adecuada.

—¿Por qué tienes que saltar de algo? —Gibby preguntó con


voz estrangulada—. ¿Por qué no puedes volver a mover vasos?

340
Nick sabía que la paciencia era una virtud y un signo de un
buen Extraordinario. Si tenía alguna esperanza de convertirse en
eso, entonces necesitaba escuchar las preocupaciones de sus
amigos y no hacerlos sentir menos por compartir.

—Porque mis poderes parecen salir sólo cuando estoy súper


cabreado o asustado o alguna otra emoción elevada aún por
descubrir. Y como no quiero enojarme hoy, creo que es mejor
asustarme saltando de un edificio.

—Es por eso que los hombres no viven tanto como las
mujeres —dijo Jazz—. No es tu culpa. Es tu pene lo que te hace
hacer esto.

—No todos los hombres tienen pene —le recordó Nick.

—Es cierto, pero no los ves aquí arriba tratando de saltar


de un edificio, ¿verdad?

—Pero tampoco pueden mover cosas con la mente —dijo.


Hizo una pausa, considerándolo—. Bueno, no que sepamos. Dios mío,
espera. ¡Tiene que haber extraordinarios trans! ¿Crees que los
conoceremos?

—Probablemente —dijo Jazz—. He conocido personalmente


a un número absurdo de Extraordinarios queer. Pobre gente
heterosexual. Realmente no tienen mucho, aparte del falso Jesús
blanco, ¿verdad?

Se tomaron un momento de silencio por los heterosexuales


del mundo. Cuando pasó el tiempo suficiente (seis segundos, los
heteros no necesitaban tanta simpatía), Nick aplaudió y dijo:

341
—¡Está bien! Creo que estoy listo para hacer esto. Una vez
que Seth se ponga en posición, yo... —Volvió a mirar por encima del
borde ¿El edificio se había vuelto más alto? Seguro que parecía
que el suelo estaba más lejos—. Saltaré, supongo.

—Siento que deberíamos hablar más sobre esto —dijo


Gibby rápidamente—. Como, mucho más. Sopesar los pros y los
contras. ¡Haced una lista! Sí, una lista. Nicky, te encanta hacer
listas.

—Sí —asintió Nick—. Pero sé lo que estás haciendo y no me


distraerás.

—¿Seth estuvo de acuerdo con esto? —preguntó Jazz.

—¿Algo parecido? —dijo Nick—. Quiero decir, podría haber


habido algunos gritos y también algunos llantos, pero luego recordé
que las lágrimas pueden ser manipuladoras, así que dije que podía
atraparme si parecía que no iba a funcionar. Vale la pena tener un
novio que pueda volar.

—Sí —dijo Jazz—. Todavía no estoy acostumbrada a


escuchar eso. —Miró a Nick, la expresión se suavizó—. ¿Cómo van
las cosas con tu papá?

Nick gimió. Había estado esperando esa pregunta. Después


de su confrontación con papá, las cosas habían estado raras.
Caminaban sobre cáscaras de huevo el uno con otro, papá se
esforzaba demasiado por compensar toda la mierda que había
mantenido en secreto. Todas las mañanas, un desayuno completo.
Todas las noches, cena que no necesitaba calentarse en el
microondas.

342
—Extraño —dijo Nick—. Está mejorando, pero llevará
tiempo. Justo cuando creo que podríamos estar mejorando, tengo
que hacer cosas como investigar al nuevo médico que encontró para
asegurarme que no estén conectados con Burke en absoluto.

—¿Nuevos medicamentos? —Jazz preguntó gentilmente.

Nick se rascó la nuca, incómodo.

—Nuevos medicamentos. Todavía me estoy acostumbrando


a ellos, pero no parecen estar tan mal. Puedo pensar sin que mi
cerebro explote, así que eso es bueno.

—Hablando de la explosión de cerebros —dijo Gibby—. No


iré a tu funeral si eso sucede, con el ataúd cerrado o no.

—Sus padres no están contentos —le dijo Jazz.

—¿Sobre lo de la escuela? —preguntó Nick, viendo a Gibby


despotricar sobre la idiotez de los adolescentes queer. Sabía que
probablemente era mucho más que lo de la escuela, pero no sabía
qué más preguntar sin que pareciera que estaba protegiendo a su
padre y su trabajo.

Jazz negó con la cabeza.

—No, en su mayoría están de acuerdo con eso. Hicieron una


gira por el campus de NCU, y creo que están mejorando. Es lo que
ella quiere y ha logrado convencerlos que es su idea y no tiene nada
que ver con nosotros, lo cual es algo cierto. Ayuda que sea la mejor
estudiante.

Y a pesar que Gibby lo estaba insultando en el fondo, una


oleada de orgullo rugió a través del pecho de Nick.

343
—Maldita sea, lo es. Más inteligente que nadie que
conocemos. Su discurso será épico. Pero no se trata solo de la
escuela, ¿verdad?

Jazz suspiró.

—Tu papá. Y el DPNC en general.

—Sí —murmuró Nick—. Eso pensé. Tienen razón, lo sabes.

—Lo sé. Mis padres tampoco están muy contentos, pero he


logrado convencerlos que no me envíen a una escuela privada en
Suiza, lo cual es bueno porque ni siquiera sé dónde está.

Nick frunció el ceño.

—Sí, eso no me sorprende. Tiene muchas cosas que


compensar, si es que puede. Deberías haber visto la expresión de
su rostro cuando regresó de reunirse con Martha y Bob. Dijo que
ella ni siquiera le ofreció galletas.

—Guau —susurró Jazz—. Ella les da galletas a todos.

Estaba a punto de decir que así fue como supo que ella
hablaba en serio cuando escuchó una voz que les gritaba. Volvió a
mirar por el borde del techo para ver a Seth de pie en el callejón
debajo de ellos. Nick tragó saliva por lo pequeño que se veía.
Estaba por lo menos a dos mil metros de profundidad.

Nick le devolvió el saludo, ignorando el pánico que lucía


Seth. Necesitaba estar en el espacio de cabeza correcto. No podía
dejar que la duda se sembrara en su cabeza. Si lo hiciera, no podría
saltar del techo de lo que tenía que ser el edificio más alto de Nova
City.

344
Nick dio un paso atrás, inclinando su cabeza de lado a lado,
haciendo crujir su cuello. Se sacudió, moviendo todo su cuerpo
desde los hombros hasta los dedos de los pies. Miró frente a ellos
al otro edificio, deteniéndose cuando creyó ver un destello de
movimiento. Probablemente una paloma.

—Está bien —dijo, tomando una respiración profunda—.


Está bien, hagámoslo. Una vez, eso es todo lo que se necesita. Y
cuando lo haga y viva. —Le lanzó una mirada a Gibby, quien puso los
ojos en blanco—. Iremos a celebrarlo comprando ropa elegante
para el baile de graduación, que no es la mejor manera de
celebrarlo, pero acepté de todos modos, porque esa es la única
manera que dijiste que vendrías.

Jazz resopló.

—No quiero que te veas como una mierda cuando hagamos


nuestra entrada. Va a ser la noche más grande de nuestras vidas.
—Se inclinó hacia adelante, bajando la voz—. Y no lo olvides,
tenemos que ir a comprar condones en caso que Seth y tú
decidáis... ya sabes.

El sonido que hizo Nick fue uno del que no estaba orgulloso,
un silbido bajo que se adaptaba mejor a los frenos de un autobús
urbano. Ella tenía razón. Había que estar siempre preparado. La
cinta métrica que había usado cimentaba el hecho de que no
necesitaba los Magnums, para su consternación, pero estaba
seguro que hacían condones para alguien que era... bueno,
promedio. Para su edad. Cosmo le dijo que existía la posibilidad de
que le creciera a medida que él creciera, pero necesitaba aprender
a trabajar con lo que tenía. Después de todo, no era el tamaño lo

345
que importaba, sino lo que podía hacer con él. Eso también venia de
Cosmo, en un artículo titulado "¿Así que eres promedio? ¿Adivina
qué? ¡Está bien!" Lo había leído con entusiasmo, asintiendo junto
con los tópicos cuidadosamente colocados que calmaban su ego,
mientras se preguntaba si Seth estaría en el mismo barco, o si
estaría escondiendo algún tipo de monstruo que probablemente
solo existía en los fics y la pornografía. que luego, por supuesto,
despertó un poco la inspiración: Nash Bellin y Pyro Storm,
atrapados en una cabaña de montaña en medio de una tormenta de
nieve, ¿y sabes qué? Solo había una cama, y luego Pyro Storm se
quitaba los pantalones, y debajo, había... él tenía un...

—Bien —se atragantó—. Los condones. ¿Como podría


olvidarlo?

Jazz negó con la cabeza.

—Si ni siquiera puedes hablar de condones sin sonrojarte,


no estás listo. No hagas nada que no quieras hacer, Nick. Solo
tendrás tu primera vez una vez.

—¿Tú... tú y Gibby...?

—¿Si hemos tenido relaciones sexuales? Sí, pero hablamos


mucho de eso antes que decidiéramos hacerlo. Hubo algo de prueba
y error, pero Gibby puede hacer eso con su lengua que... no ayuda
en absoluto a esta conversación, por la expresión de tu rostro.

—Felicitaciones por todo el sexo —logró decir Nick antes


de toser bruscamente.

—Gracias —dijo Jazz remilgadamente—. Somos muy buenas


en eso.

346
—Una cosa a la vez —dijo—. Primero, saltaré de un edificio,
y luego podemos ir a comprar condones.

—Y lubricante —dijo Jazz—. Necesitarás mucho lubricante.


Como una tina entera de lubricante.

—¡Deja de decir lubricante! —le gritó mientras se alejaba


del borde del techo, rebotando sobre sus pies. Un salto. Eso es
todo lo que haría falta. Un salto, y si no funcionaba, Seth estaría
allí para atraparlo. Hazlo. Solo hazlo y termina de una vez.

Levantando las manos por encima de la cabeza, gritó:

—¡Es hora de sacar la basura!

—¡Nicky, no! —Gibby gimió

—¡Nicky, sí!

Y luego corrió hacia el borde del techo.

Se detuvo justo antes del borde.

—Está bien, esta ha sido una de práctica para coger el


ritmo. Solo diecisiete más de estas y estaremos listos.

Gibby suspiró.

—No puedo creer que esté desperdiciando otro sábado con


esto.

Diez minutos más tarde, había corrido hasta el borde


dieciséis veces más. Gibby se había rendido con él y estaba viendo

347
videos de gatos en su teléfono. Jazz, siempre la animadora, de pie
junto a Nick, frotándole los hombros, diciendo tienes esto
controlado, campeón; Yo creo en ti, deportista; eres dorado,
amigo. Y aunque Nick agradecía su apoyo, la detuvo cuando
comenzó a decirle que siempre lo había considerado un hijo.

Lo que no le dijo a ella, ni a ninguno, para el caso, era que


este mismo edificio era uno del que su padre le había hablado. Que
su madre había venido aquí con la misma idea en mente después de
revelar lo que podía hacer. Papá había estado aterrorizado, de pie
en el suelo, esperando a que ella saltara. Ella no se había estancado
como lo estaba haciendo Nick actualmente; papá le había dicho que
ella no tenía miedo hasta el punto de la locura. Ella saltó del techo
del edificio y cayó tan rápido que papá pensó que iba a morir justo
en frente de él. No lo hizo. Ni siquiera había estado cerca. A mitad
de camino, ella simplemente... se detuvo.

—Valiente —susurró—. Sé valiente.

Todo lo demás se desvaneció. Jazz, Gibby, los pájaros


chillando en el techo frente a ellos, el aire frío, el claxon de los
coches en la calle de abajo, todo había desaparecido, y lo único que
Nick podía oír era el sonido de sus respiraciones rápidas, los
truenos de su corazón.

Y en su cabeza, un destello de presión, un poco de dolor.


Gibby dijo:

—Tal vez deberíamos... ¡Nick!

Debió haber visto el momento en que la indecisión fue


reemplazada por la convicción. El viento azotaba su cabello

348
mientras movía sus brazos y piernas, apretando los dientes, la piel
resbaladiza por el sudor a pesar del frío invernal.

El borde del techo se acercaba cada vez más. Él saltó.

E inmediatamente se arrepintió de todas las elecciones de


su vida.

Comenzó a caer, gritando:

—¡Error! He cometido un error, oh, Dios mío, ¿qué me pasa?


—Cayó en picado hacia el suelo, Seth ya agachado, lamidas de
fuego floreciendo alrededor de sus pies, listo para dispararse y
atrapar a Nick para no morir en un callejón con ropa interior con
búfalos impresos en ellos. Esperaba que el forense no se burlara
de él al realizar la autopsia.

Cerró los ojos y allí, en la oscuridad, había una pequeña bola


de luz, una chispa flotando. Extendió la mano y la rodeó con los
dedos. Era cálida y suave y la apretó con fuerza, manteniéndolo a
salvo, sujetándolo con fuerza...

El viento dejó de golpearlo.

—Mierda —escuchó a Seth respirar, sonando mucho más


cerca de lo que había estado antes.

—¿Estoy muerto? —Nick preguntó con voz temblorosa.

—¿UH no? Lo estás haciendo.

Nick abrió los ojos.

El suelo estaba al menos a tres metros por debajo de él,


Seth mirándolo, la boca formando una O. Nick inclinó la cabeza

349
hacia atrás para ver a Gibby y Jazz encima de él, mirando hacia
abajo, con los ojos muy abiertos y conmocionadas.

Estaba flotando.

—¡Decir ah! —gritó— ¡Lo he hecho! Sí. ¡Sí! ¡Chúpate esa


señor Baker, quien en cuarto grado dijo que me faltaba
seguimiento! ¡Chúpatela bastardo! Lo hago porque soy...

Extraordinario fue cómo habría terminado, excepto que


miró por la ventana del edificio frente a él. En el interior, dos niños
lo miraban con la boca abierta. Debían tener solo seis o siete años.

Les saludó con la mano. Gritaron.

Sobresaltado, Nick trató de retroceder, pero estaba


flotando en el aire sin nada más que el poder de su mente. Y la
mente se quedó en blanco ante el sonido de los niños sobre
dramáticos.

Cayó un par centímetros en un instante, el estómago se le


subió a la garganta.

—¡Aborta! ¡Aborta! —gritó mientras caía de nuevo.

—¡Te tengo! —Seth gritó desde debajo de él, pero eso hizo
poco para calmar a Nick, ya que había aumentado las pesas de las
de dos kilos a las de tres, lo que significaba que su cuerpo era
mucho, mucho más pesado que nunca.

El aliento salió de su pecho cuando aterrizó encima de Seth,


ambos colapsaron en suelo en un montón de extremidades.

—Ow —dijo Seth.

350
Nick parpadeó hacia él antes de sonreír.

—Hola.

—Hola —dijo Seth, luchando contra una sonrisa—. Eso fue


mejor de lo que esperaba.

Nick se inclinó y le besó la punta de la nariz.

—Haces una muy buena pista de aterrizaje.

Seth se rió.

—Lo hiciste, Nicky. ¡Dios mío, lo hiciste!

Lo había hecho.

Lo había hecho.

Ni siquiera se dio cuenta que estaba llorando hasta que


Seth dijo:

—Eh, oye, Nicky, está bien. Estás bien.

—Lo sé —sollozó—. Soy prácticamente lo mejor que existe.


Tienes mucha suerte de tenerme.

—Realmente la tengo —dijo Seth.

Levantó la cabeza una vez más, las lágrimas corrían por su


rostro, mirando hacia el cielo azul pálido sobre ellos. Gibby y Jazz
se habían ido, probablemente de camino a felicitarlo por tener las
mejores ideas. Se sobresaltó cuando creyó ver a alguien
mirándolos desde el edificio opuesto, con la cabeza iluminada a
contraluz por el cielo gris. Pero cuando parpadeó, la forma había
desaparecido.

351
Nick se sentó desplomado en una silla fuera de un probador,
haciendo muecas ante un grupo de espejos en la pared junto a él.
Jazz estaba en el vestuario con la puerta cerrada, probándose
otro vestido, buscando el perfecto. Nick le había dicho que
tardaba muchísimo con cada vestido que le había mostrado hasta
ahora, y mientras ella le sonreía, le dijo que no tenía permitido
decidir con qué se veía bien. Nick trató de discutir, pero fue
inmediatamente derribado cuando ella le recordó que el traje que
había decidido era una afrenta a la moda. Lo cual era un buen
punto.

Nick se había probado traje tras traje, lamentándose de lo


ridículo que parecía. No veía el sentido de vestirse tan elegante,
especialmente cuando lo más probable es que perdiera la corbata
y el abrigo a medida que avanza la noche de graduación.

Había estado a punto de darse por vencido, todo mientras


gemía que ni siquiera sabía bailar y Seth lo iba a dejar por pisar
sus pies, cuando el empleado había reaparecido, seguido por Jazz,
que parecía a punto de reír. Nick quería saber qué era tan
divertido, pero las palabras murieron en su garganta cuando vio lo
que llevaba el empleado.

—¿Qué demonios es eso? —respiró.

El empleado miró el traje que llevaba colgado en una percha.

—¿Esto? La última vez que alquilé esto fue para un mago que
actuaba en la fiesta de cumpleaños de un niño con el nombre de
The Tremendous Carl. Él murió. Plomo en la pintura facial que usó.

352
Tu amiga parece pensar que este es más tu estilo, y quién soy yo
para discutir, siempre y cuando tu tarjeta de crédito no sea
rechazada.

Los pantalones estaban bien. Eran negros, nada especial.


¿Pero el abrigo? Mierda, el abrigo era de lo que estaban hechos
los sueños en tecnicolor. También era negro, pero con lentejuelas,
las solapas de un violento tono púrpura que tenía que ser un crimen
contra la humanidad. La pajarita que colgaba de la percha también
tenía lentejuelas y brillaba con la iluminación empotrada.

Nick se enamoró irrevocablemente.

—¿Puedo usar esto en público? —demando— ¿Y no me vas a


volver loco por eso?

—Tal vez un poco —dijo Jazz—. Pero ya he hablado con


Gibby para asegurarme que Seth lleve colores similares para que
vayáis conjuntados.

—Dámelo —dijo Nick, arrebatándole el traje al empleado—


. Nunca había querido llevar algo con tanta desesperación. Toda mi
vida se ha ido construyendo hasta este momento.

El empleado hizo una mueca.

—¿En serio? No sé qué dice eso sobre usted, ejem, por


supuesto, señor. Por favor, pruébeselo y veamos cómo... señor,
señor. Por favor cámbiese en el camerino y deje de bajarse los
pantalones.

—¡Me gusta tu ropa interior! —Jazz lo llamó mientras


cerraba la puerta del camerino detrás de él.

353
Cuando reapareció unos minutos después, se transformó.

—Síssss —siseó mientras se miraba en el espejo, los brazos


extendidos mientras giraba lentamente.

—Mira ese trasero. Ese es un culo que dice abierto al


público. Esto... esto es lo que vinimos a buscar. Me veo como una
bola de discoteca de una tienda de un dólar.

—¿Eso es algo bueno? —preguntó el empleado.

—Lo es —dijo Nick.

No había querido quitárselo, pero el recepcionista había


empezado a echarle el mal de ojo, así que se volvió a poner su ropa
de calle y dirigió su atención a Jazz. Estaba impresionado con lo
rápido que podía cambiarse, desapareciendo en el vestuario y
reapareciendo momentos después en algo nuevo. Ella le quitaba el
aliento cada vez que salía, pero Jazz fruncia el ceño en el espejo,
murmurando en voz baja antes de regresar al vestidor en un
remolino de encaje, su largo cabello arrastrándose detrás de ella.

No la apresuró, sabiendo que Jazz terminaría a su propio


tiempo. Estaba jugando con su teléfono cuando escuchó a Jazz
decir:

—Creo, creo que esto es todo.

Miró hacia la puerta cerrada.

—¿De verdad? Oh hombre, déjame ver.

—Espera un segundo. Necesito... Ya. Bueno. Cierra los ojos.

354
Se guardó el teléfono en el bolsillo e hizo lo que ella le pidió.
Un momento después, la puerta se abrió, el sonido de sus pasos
suavemente sobre el suelo alfombrado. La tela crujió y luego Jazz
dijo:

—Está bien. Puedes mirar ahora.

Abrió los ojos.

Jasmine Kensington estaba de pie ante él, una visión para la


que no estaba preparado. El vestido que llevaba era rojo, largo y
fluido, el pecho cubierto con encaje estampado y una faja roja
ceñida alrededor de la cintura. El vestido se extendía hasta la
parte superior de sus pies descalzos, rodeado por una capa
exterior de encaje blanco con un ribete rojo que ondeaba mientras
giraba en un círculo lento, con los ojos brillantes. Sus hombros
estaban expuestos, pálidos y encantadores, y le sonrió cuando dejó
de girar.

—¿Qué piensas?

Nick tragó saliva con dificultad.

—Creo que eres increíble. Y el vestido también es bastante


espectacular.

Ella se rió mientras se volvía hacia el espejo.

—Gracias, Nicky. A mí también me gusta. —Se volvió de un


lado a otro frente al espejo, mirándose desde todos los ángulos—
. Creo que este es el correcto. Espero que a Gibby le guste.

—Sí —dijo Nick secamente—. No creo que tengas que


preocuparte por eso. Ella no sabrá qué la golpeó cuando te vea.

355
¿Quieres mostrárselo ahora o quieres esperar, como Seth y yo?
—Cliché, tal vez, pero habían decidido esperar hasta la noche del
baile para verse con sus trajes por primera vez. No podía esperar
a ver la expresión del rostro de Seth cuando viera el esmoquin de
mago muerto de Nick.

Jazz se mordió el labio inferior mientras tiraba del cinturón


alrededor de su cintura.

—Creo que quiero verla ahora. Ella también estaba nerviosa.


Quiero mostrarle que no tiene por qué estarlo.

Nick se levantó de su silla y se inclinó cómicamente, una


mano detrás de su espalda, la otra extendida hacia ella, haciendo
señas con los dedos.

—Entonces, si lo desea, permítame el honor de acompañarla


fuera del probador.

Ella le sonrió mientras tomaba su mano entre las suyas.

—No le importa si lo hago, buen señor.

Más tarde, cuando todo estuviera dicho y hecho, Nick


recordaría este momento, en el que Jazz y Gibby se vieron con sus
ropas de gala por primera vez. Esto, se decía a sí mismo, valía la
pena luchar por ello. Momentos como este en los que nada más
importaba que la felicidad de las mujeres fuertes y hermosas de
su vida.

356
—Cierra los ojos —le dijo Nick, tirando de ella por el pasillo.
Saludó con la cabeza al empleado que desapareció en el almacén
trasero—. Que sea una sorpresa.

Ella siguió el juego, cerrando los ojos.

—No puedo esperar a verla

—Yo también —dijo Nick, sabiendo que Seth habría hecho


todo lo posible por Gibby, como él por Jazz. De acuerdo,
probablemente ninguno de las dos necesitaba la ayuda de unos
chicos, pero el hecho que se involucraran hacía que Nick se sintiera
ridículamente feliz.

—Estoy un poco nerviosa —admitió Jazz cuando llegaron a


la puerta que conducía al frente de la tienda.

—¿Por qué? —preguntó Nick, mirándola con la mano en el


pomo de la puerta. Jazz se rió en voz baja.

—No sé. ¿No es gracioso?

—No tienes nada por lo que estar nerviosa —le prometió


Nick—. Créeme.

Abrió un ojo.

—Sí, Nicky.

Le apretó la mano.

—Sí. Cierra los ojos. —Ella lo hizo y él empujó la puerta para


abrirla.

357
Seth estaba de espaldas a ellos, de pie frente a Gibby,
impidiéndole verle mientras su novio jugueteaba con algo en la ropa
de Gibby.

—Hombre —dijo Seth, sin darse cuenta aún de que estaban


siendo observados—. Haces que esto se vea bien. Nos avergüenzas
al resto.

Nick la escuchó resoplar.

—Maldita sea, lo hago. Los pantalones son un poco


ajustados, pero estoy segura que pueden adaptarlos para hacerlo...
Nick, ¿sabe qué estás…?

—Nop —dijo Seth, poniendo la mano sobre sus ojos—. Vamos


a hacer esto bien. —Miró hacia atrás por encima del hombro, con
la mandíbula caída cuando vio a Jazz de pie junto a Nick. Luego,
una lenta sonrisa floreció en su rostro—. Guau.

—¿Verdad? —dijo Nick—. Eso es lo que le dije. Y vaya,


Gibby. Te ves fantástica.

—Mantén los ojos cerrados —le dijo Seth, moviéndose a su


lado y dejando caer su mano sobre la de ella. Gibby hizo lo que se
le pidió y Nick la acogió. Llevaba un esmoquin negro anticuado, los
faldones del abrigo colgando de la parte posterior de sus piernas,
su sombrero de copa puesto en un ángulo alegre sobre su cabeza.
Su pajarita era roja, igual que sus botas, que combinaban
perfectamente con el vestido de Jazz. Por separado, se veían
increíbles. Pero Nick estaba ansioso por verlas una al lado de la
otra. El mundo no estaba preparado para ellas.

358
Nick llevó a Jazz al centro de la tienda. Seth hizo lo mismo
con Gibby, deteniéndose frente a ellos. —Está bien —dijo Nick,
soltando la mano de Jazz—. No abras los ojos todavía. Quiero
grabar esto por razones que se aclararán de inmediato. Espera un
segundo y contaré hacia atrás.

Jazz y Gibby asintieron al unísono mientras Seth se movía


detrás de Nick, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura
mientras miraba por encima del hombro. Nick levantó su teléfono
y apretó el botón de grabación.

—Lo hiciste bien, Nicky —susurró Seth en su oído, enviando


un escalofrío por su espalda.

—Me siento halagado que pienses que yo tuve algo que ver
con esto —susurró en respuesta—. Créame, no lo hice. Todo esto
es Jazz. —Levantó la voz—. Está bien, chicas ¿están listas? Voy a
contar hasta tres y luego podrás abrir los ojos, ¿de acuerdo?

—Sigue adelante —murmuró Gibby—. Estos pantalones van


a lugares donde no deberían estar.

—Estás arruinando el momento —dijo Nick—. La


anticipación es la mejor parte de...

—Nick —dijeron Jazz y Gibby al mismo tiempo.

Nick puso los ojos en blanco.

—Sí, sí. Está bien. Aquí vamos. ¿Listas? Uno. Dos. Tres.

Lo vio en el momento en que sucedió, levantando la mirada


de la pantalla hacia sus amigas. Jazz abrió los ojos y Gibby
también, y luego fue como si fueran las únicas dos personas en

359
todo el mundo. La boca de Gibby se abrió, sus ojos se agrandaron
cuando vio a su novia. Se recuperó rápidamente, sacudiendo la
cabeza y extendiendo una mano temblorosa. Jazz lo tomó por su
cuenta, sonriendo tan ampliamente como nunca la había visto.

—Jazz —dijo Gibby en voz baja, y Nick se sintió cálido por


la reverencia en esa palabra—. Tú... —Ella miró hacia otro lado,
parpadeando rápidamente. Cuando miró de nuevo, tenía los ojos
húmedos, pero su propia sonrisa rivalizaba con la de Jazz—. Estás
preciosa.

—Gracias —dijo Jazz con un resoplido—. Tú también lo


estas. Ese esmoquin te queda bien. —Miró a Gibby de arriba
abajo—. Realmente te queda bien. Guau. Mírate. —Soltó la mano
de Gibby y la rodeó. Gibby les guiñó un ojo a Nick y Seth antes de
volver su atención a Jazz, quien se detuvo frente a ella una vez
más—. Me encanta. Todo ello.

Gibby se sopló los nudillos y los frotó contra su hombro.

—Oh, ¿esta vieja cosa? No es nada.

—Mierda —dijo Jazz—. Es exactamente lo contrario de


nada. Es todo.

Gibby se inclinó hacia adelante y la besó dulcemente.

—Siempre sabes qué decir.

—Eso es porque te amo —dijo Jazz, ahuecando su rostro y


besándola de nuevo.

—Yo también te amo —murmuró Gibby contra sus labios.

360
—¿Estás seguro que no quieres enseñarme tu traje ahora?
—Seth le preguntó en voz baja, pero Nick estaba perdido en su
cabeza, mirando a sus amigas. Era tan fácil para ellas. Siempre lo
había sido. ¿Por qué él se lo estaba poniendo tan difícil?

Especialmente porque sabía lo que sentía. Amaba a Seth


Gray. Estaba enamorado de él, y sin importar lo que sucediera en
el futuro, sin importar a dónde los llevaran sus caminos, nada
podría cambiar eso. Ni ahora ni nunca. Aquí, hoy, en este momento,
estaba enamorado de su mejor amigo.

Pero no quería que la primera vez que le dijera esas palabras


a Seth fuera en medio de una tienda, especialmente porque se
trataba de Gibby y Jazz. Así que susurró:

—Tenemos mucha suerte, ¿no?

Seth se rió entre dientes en su oído.

—La tenemos. Y vamos a ...

El teléfono de Seth sonó, ruidoso en el silencio. Seth


frunció el ceño mientras se paraba junto a Nick, sacando su
teléfono de su bolsillo. Miró la pantalla, frunciendo el ceño
mientras pasaba el pulgar contra ella. Lo que sea que vio allí hizo
que su expresión se endureciera. Nick conocía esa mirada. Algo
estaba mal.

Se inclinó hacia adelante, tratando de ver lo que veía Seth.


Jazz y Gibby se acercaron a ellos, con una pregunta en ambos
rostros. Se apiñaron a su alrededor, mirando el teléfono de Seth.
Gibby se quitó el sombrero, sosteniéndolo a su lado.

361
Simon Burke apareció en la pantalla, de pie frente a una fila
de micrófonos. Las cámaras se cerraron y destellaron,
proyectando sombras danzantes detrás de él contra un edificio de
vidrio familiar. Simon Burke estaba dando una conferencia de
prensa frente a Burke Tower. A su izquierda había un hombre
blanco y a su derecha una mujer blanca, de apariencia tan
inquietantemente similar que tenían que estar relacionados.
Quizás eran gemelos. Ambos parecían severos, vestían trajes
negros y abrigos gruesos, miraban al frente, con las manos
cruzadas detrás de ellos. La cabeza del hombre estaba afeitada.
El cabello oscuro de la mujer estaba cortado y peinado hacia atrás.
Nick sintió una punzada de reconocimiento, pero no podía recordar
cuándo los había visto. ¿Los había conocido cuando estaba saliendo
con Owen?

—Gracias por venir con tan poco tiempo de aviso —dijo


Burke con gravedad—. Cuando anuncié nuestra nueva iniciativa
para Save Our Children, hace unas semanas, nunca anticipamos el
nivel de participación comunitaria que inspiraría. Si bien muchos
proporcionaron información en nuestro sitio web que resultó ser
inexacta, pudimos analizar las bravuconadas y el ruido, y hasta la
fecha, hemos recibido al menos siete informes creíbles de
actividad extraordinaria de ciudadanos preocupados. Esta lista no
se difundirá ni se utilizará con fines nefastos.

—Sabes —murmuró Gibby—. Cuando alguien te dice que no


va a ser nefasto, es probable que sea exactamente eso.

—... si bien es un comienzo, y espero que podamos ayudar a


estas personas, si lo solicitan, debemos tener cuidado con la forma
en que procedemos. Nada es más importante para el futuro de

362
nuestra ciudad, y de nuestro país en su conjunto, que entender de
qué son exactamente capaces estas personas. Es por eso que me
complace anunciar que ahora contamos con el apoyo de la oficina
del alcalde y del Departamento de Policía de Nova City.

—¿Qué? —Nick gruñó—. Papá nunca dijo nada sobre...

—Ahora conmigo —continuó Burke—. Está el jefe de policía


de Nova City, Rodney Caplan. Jefe Caplan, por favor.

Cap apareció a la vista, empujando al hombre junto a Burke,


que no parecía dispuesto a moverse. Cap estaba irritado, eso
estaba claro; su bigote se movía peligrosamente, una señal segura
para cualquiera que lo conociera de que no estaba contento. Las
cámaras volvieron a disparar, Cap levantó las manos para evitar
que le gritaran preguntas.

—¡Tranquilidad! —Cap ladró, mirando a los reporteros


reunidos ante él—. No hablaré mucho tiempo y no responderé
preguntas. La alcaldesa Stephanie Carlson me ha pedido que
proporcione recursos a la iniciativa Burke. He dado a conocer mis
objeciones, diciéndole que mis oficiales no deberían estar a la
entera disposición del dueño de un negocio privado para actuar
como sus perros guardianes personales. La confianza es primordial
entre la policía y las comunidades que patrullan. Les recordaré a
todos los que miran y escuchan que tengo tolerancia cero para
cualquier cosa que cause daño a la gente de Nova City, eso incluye
a los Extraordinarios. Vivimos con ellos. Ellos son nuestros amigos.
Nuestros seres queridos, aunque no sepamos de lo que son capaces.
Recuerde que está enviando de forma anónima información privada
sobre sus vecinos al propietario de un negocio local más rico de

363
Nova City. Y un recordatorio adicional para todos y cada uno de los
oficiales que integran el Departamento de Policía de Nova City: no
respondáis ante Simon Burke. Cualquier oficial que actúe fuera de
mis órdenes será suspendido de inmediato en espera de una
investigación. Buenos días.

Cap salió del escenario, ignorando a los reporteros que le


gritaban. Burke dio un paso adelante una vez más, con un atisbo de
sonrisa en su rostro.

—Gracias, Jefe Caplan. Apreciamos sus años de servicio y


tenemos suerte de tener a alguien como usted de nuestro lado. Y
tiene razón: vivimos con Extraordinarios, y podrían ser nuestros
amigos y seres queridos. Pero hasta que no existan protecciones
para aquellos que no tenemos superpoderes, debemos hacer lo que
sea necesario para salvar a nuestros hijos.

Miró a la izquierda, al hombre. Luego a la mujer. Miró hacia


adelante una vez más, inclinándose hacia los micrófonos.

—Y para mostraros lo serio que soy, me gustaría


presentarles a dos socios míos. Son parte de un nuevo programa
de divulgación para ayudar a los Extraordinarios a aceptar quiénes
son. Con la cooperación del Distrito Escolar de Nova City, los
enviaremos a todas las escuelas de la ciudad para que se reúnan
con sus hijos, actuando como embajadores para reunirse con
cualquier persona, con o sin poderes, a quien le gustaría discutir
cosas que han visto o lo que pueden hacer en un entorno seguro y
sin prejuicios. Ver algo, decir algo, porque esa es la única forma en
que podremos entender a nuestros hermanos con superpoderes.
Christina, Christian, una demostración, por favor.

364
El hombre y la mujer se adelantaron. Levantaron las manos
como uno solo, las palmas hacia el cielo. De las manos de la mujer
se elevó una espesa columna de humo ondulante, moviéndose como
si fuera sensible. De las manos del hombre, hielo, rompiendo el aire
a su alrededor hasta que se congeló. Las partículas congeladas se
arremolinaron mientras los reporteros jadeaban.

—Son ellos —gruñó Seth, apretando las manos alrededor de


su teléfono con tanta fuerza que Nick lo escuchó crujir—. Ellos
son los que nos atacaron. Ice y Smoke. ¿Qué diablos está pasando?

Burke dio un paso adelante hacia el podio una vez más


cuando Ice y Smoke dejaron caer sus manos, juntándolas detrás
de ellos.

—Christina y Christian estuvieron involucrados en el


reciente altercado con el Extraordinario conocido como Pyro
Storm. Antes de eso, vinieron a mí en busca de mi ayuda. Dada mi
extensa historia de esfuerzos filantrópicos, junto con el hecho de
que, sin saberlo, estaba criando a un hijo con habilidades
sobrenaturales, sabían que estaba y estoy en condiciones de
ofrecer ayuda. A mi solicitud, fueron a reunirse con Pyro Storm
en un espíritu de paz, para extender una invitación para reunirse
y discutir la participación en la iniciativa Save Our Children, solo
para ser atacados brutalmente. Intentaron reducir la situación,
pero Pyro Storm no entro en razones. La gente resultó herida
como resultado directo de sus acciones. No se puede permitir que
eso vuelva a suceder, por lo que ahora voy a ofrecer un millón de
dólares a cualquiera que pueda identificar al Extraordinario
conocido como Pyro Storm. —Su sonrisa se ensanchó—. Por favor,
no me malinterpreten; esto no es un llamado a la justicia por mano

365
propia. Si posee un conocimiento verificable sobre la identidad de
Pyro Storm, le pedimos que llamen al número de la línea directa
que hemos configurado. Los operadores están listos para anotar
todos los datos, que serán examinados hasta que salga la verdad.

Al otro lado de la pantalla, un letrero se desplazó con el


número de la línea directa.

—La seguridad es lo primero —dijo Burke—. Porque la


generación emergente de los miembros Extraordinarios de
nuestra sociedad merece tener mejores modelos y opciones a
seguir que Pyro Storm.

Burke se apartó un poco, las cámaras parpadearon y los


periodistas volvieron a gritarle. Parecía como si estuviera
disfrutando de la atención.

Burke se inclinó hacia delante de nuevo, elevando su voz por


encima de la de los reporteros.

—Y finalmente, un mensaje para Pyro Storm: Piensas que


estás solo, pero puedo asegurarte que eso está lejos de la verdad.
Estoy aquí para ti. Christina y Christian están aquí para ti. Nova
City está aquí para ti, y juntos podemos hacer de nuestro hogar la
joya brillante de este gran país nuestro. Date a conocer antes que
alguien lo haga por ti. Gracias y buen día.

El video terminó, Burke levantó las manos por encima de la


cabeza, como una victoria.

Nick miró a Seth. Su mandíbula temblaba mientras


apretaba los dientes. Bajó su teléfono y cerró los ojos.

366
—¿Que hacemos ahora? —Jazz preguntó en voz baja.

Seth negó con la cabeza.

—No sé. Cap no parecía muy feliz con eso, pero ¿qué puede
hacer realmente si se le ordena que lo haga?

Nick frunció el ceño.

—Cap no es el mayor fan de los Extraordinarios, pero no


haría nada que nos pusiera en peligro. Aunque le digan que haga
algo, no le facilitará las cosas a Burke. —Deseaba poder creer más,
pero no sabía qué, si es que tenían algo, sobre Cap que lo estuviera
reteniendo. Quizás nada. Quizás todo—. No es como si supiera lo
de Seth.

Gibby parecía perturbada.

—A menos que pienses... Nick, ¿podría habérselo dicho tu


padre?

Jazz y Seth giraron la cabeza lentamente para mirar a Nick.

Nick dio un paso atrás, de repente inseguro.

—Él... él dijo que no. Sé que ha sido un idiota, pero no lo ha


hecho.

Seth asintió. Miró a los tres a su alrededor.

—Tenemos que ser cuidadosos. Cualquier cosa que este mal,


lo solucionaremos juntos. Como un equipo.

367
—Demonios, sí —dijo Gibby—. No vamos a dejar que algo
como una recompensa de un millón de dólares nos impida hacer lo
correcto.

Nick deseaba tener su optimismo.

—¿Que hacemos ahora?

—Necesitamos reunirnos con la Señorita Conducta y TK —


dijo Seth—. Fuerza de números. Me acercaré a ver si quieren
hablar con nosotros.

—¿Estás seguro de eso? —preguntó Gibby—. No los


conocemos.

—Sí —dijo Seth con firmeza—. Al menos, tan bien como


alguien pueda hacerlo. Te pido que confíes en mí en esto. No haría
nada si pensara que nos puede poner en peligro. Si estamos tan
solos en esto como creo, necesitamos toda la ayuda que podamos
conseguir. No sé si estaréis de acuerdo, pero tenemos que
intentarlo.

—Equipo de superhéroes —suspiró . ¡Es como si esto fuera


una secuela! Ay, Dios mío. Sí. Sí.

—Uh —dijo Seth—. Seguro. Por qué no. Vamos con eso.

Gibby no estaba tan emocionada. Miró a Nick con el ceño


fruncido antes de volver a mirar a Seth.

—Si estás seguro. Ten cuidado, ¿de acuerdo? Las cosas ya


están lo suficientemente locas. No podemos correr el riesgo de
que alguien nos apuñale por la espalda solo porque queremos más
personas de nuestro lado.

368
Seth asintió.

—Lo tendré en mente. Confía, pero verifica, ¿no? Nick,


ponte en contacto con tu padre, averigua qué sabe. Gibby, ve a mi
casa y habla con mi tía y mi tío. Jazz, ve con ella. Te necesito en la
guarida para...

—Guarida secreta —corrigió Nick automáticamente.

Seth resopló.

—Sí, la guarida secreta. Jazz, te necesito en las


comunicaciones. Eres la mejor en eso.

—Voy a eso, jefe —dijo Jazz—. Ooh, eso me dio escalofríos.


Ya no te voy a llamar así.

—Por favor, no lo hagas —dijo Seth—. Muy bien, vamos. Nick


y yo...

El sonido de una puerta abriéndose seguido de una voz los


sobresaltó.

—¿Se quedarán ahí parados con mi ropa sin pagar por ella?
Porque no es así como funciona el comercio.

Todos saltaron, mirando hacia atrás. El empleado estaba de


pie con los brazos cruzados, mirándolos.

—Bien —dijo Nick apresuradamente—. Los pagaremos y


luego nos pondremos en camino. Y no cambies nada de mi traje de
mago muerto. Si quita una lentejuela, lo sabré, y la reseña de Yelp
que dejaré será emocionalmente devastadora, pero aún tendrá
cinco estrellas porque compro y apoyo a las tiendas locales.

369
El empleado puso los ojos en blanco.

—Pon un alquiler de esmoquin, dijeron. Te encantará,


dijeron. ¿Bien adivina qué? Mintieron.

—Eso suena como un problema tuyo —dijo Nick—. Pero como


no estoy de humor para destruir sueños en este momento, lo
dejaré pasar. Hiciste un buen trabajo. Gracias por tu ayuda.

El empleado palideció.

—Oh, de nada. Y por favor, cuéntales a tus amigos sobre mi


tienda para cumplir todas sus necesidades de graduación.

—No tenemos otros amigos —dijo Gibby.

El empleado levantó las manos con disgusto.

370
14

Más tarde, cuando el cielo comenzó a oscurecerse, Nick y


Seth se apresuraron por las calles de Nova City, manteniendo la
cabeza gacha. Nick acababa de hablar por teléfono con papá, quien
dijo que lo había tomado tan desprevenido como al resto de ellos,
sin saber nada de la conferencia de prensa hasta que sucedió.
Parecía molesto, diciendo que no había podido comunicarse con
Cap.

—Y antes que preguntes —dijo papá—. No le he dicho una


palabra sobre Seth ni a él ni a nadie. No voy a delatarlo. Lo
prometo.

Nick le creyó. Todavía estaba enojado, pero papá parecía


estar intentándolo. Quizás una prueba no estaría mal.

—Un millón de dólares es mucho dinero.

Papá resopló.

—Sí, lo es. Pero ninguna cantidad de dinero me hará lastimar


a Seth.

Nick se mordió el interior de la mejilla, pensando mucho.

—¿Puedo enviarte algo?

—¿El qué?

371
—Espera. —Nick se alejó el teléfono de la oreja, abriendo
el chat de texto que compartía con su padre. Envió un archivo
adjunto antes de decir—. La imagen va en camino.

—Bien. Es... lo veo. Déjame averiguar cómo... abrirlo...

—Oh, Dios mío, papá, eres tan desastre. Tienes que hacer
clic en ella y...

—Sí, sí, la veo. Es... Guau.

—Sí —asintió Nick. Le había enviado una foto que había


hecho de Jazz y Gibby con sus ropas de etiqueta, de pie una al lado
de la otra, con las manos entrelazadas y la cabeza de Jazz apoyada
en el hombro de Gibby. Tenían cosas más importantes en las que
concentrarse, pero Seth dijo que también necesitaban recordar
las pequeñas, juntar a Gibby y Jazz y decirle a Nick que le hiciera
una foto.

—Eso es muy bueno, Nicky —dijo papá en voz baja—. Se ven


maravillosas. Me recuerda a... tu mamá. Ah, tenía un... vestido que
le gustaba llevar. La hacía sentir hermosa. Solo lo usaba para
ocasiones especiales, y era simplemente...

El corazón de Nick se rompió un poco más por la nostalgia


en la voz de papá, pero sabía lo que quería decir su padre.

—Única.

Papá vaciló y Nick lo escuchó respirar. Luego dijo:

—Necesito que sepas… mierda. The Rook está aquí. Chico,


tengo que irme. Vamos a perseguir a Cap y exigirle que nos diga
qué diablos está pensando el alcalde.

372
—Y asegúrate de decirle que no soy fan de la gente con la
que está pasando el rato —dijo Nick.

—Servirá. ¿Dónde estás? No llegaré en casa hasta tarde.

Nick miró a Seth, que no parecía estar escuchando mientras


lo empujaba por las calles, asegurándose que no chocara con nadie.
Seth sabía que Nick y la multitarea no se llevaban bien.

—He salido con mis amigos. Probablemente no vaya a hacer


mucho. Ir a comer algo, hacer planes para el baile de graduación.

—Envíame un mensaje si vas a llegar tarde. Te llamaré


cuando sepa algo. No puedo... ya voy, Rook, ¡deja de tocar la maldita
bocina! Nick, te amo, te hablo pronto, no hagas nada estúpido.

El teléfono emitió un pitido cuando se desconectó la


llamada. Nick suspiró mientras se lo metía en el bolsillo. Seth le
devolvió la mirada.

—¿Estás bien?

Nick asintió.

—Dice que no sabía que esto iba a suceder. ¿Has hablado


con La Señorita Conducta y TK?

—Con la Señorita Conducta, sí. Ella estará allí. No sé nada


de TK, pero eso no me sorprende. Aparece cuando quiere.

—¿Crees que vendrá?

Seth miró hacia atrás, evitando por poco a un grupo de


turistas que seguían a un guía mientras ensalzaba las virtudes de
la ilustre historia de Nova City.

373
—No sé. Si lo hace, lo hace. ¿Por qué?

—Él es el único que conocemos como yo —dijo Nick—. Tal


vez se apiade de mí y quiera ayudarme un poco. No puedo seguir
saltando de los edificios para intentar que mis poderes funcionen.
¿Qué pasa si nos peleamos? ¿Les diré a los malos que esperen un
minuto para que pueda subir diez plantas y saltar?

—No lo sé —dijo Seth lentamente—. No parece del tipo que


quiera tener un protegido, a pesar que serías el mejor protegido
que alguien haya tenido.

Sí, esto era amor, está bien. Seth podría haber dicho
compañero, pero no lo hizo. Si eso no era suficiente para convencer
a Nick, no sabía qué más estaba esperando. Abrió la boca, pero
antes que pudiera hablar, alguien gritó frente a ellos.

Seth se detuvo de repente, Nick chocó contra su espalda.


Se recuperó y miró por encima de su hombro para ver qué pasaba.

Una mujer estaba de pie en medio de la acera, sujetando


una correa atada a un pequeño perro que aullaba una y otra vez,
moviendo la cola de un lado a otro. Con la otra mano, la mujer señaló
a Seth y Nick, con un dedo tembloroso.

—Es él —gritó—. ¡Ese es el chico que siguen mostrando con


Pyro Storm! ¡Él sabe quién es Pyro Storm!

La gente a su alrededor comenzó a susurrar cuando Seth


dio un paso atrás, apiñándose protectoramente contra Nick.

—Señora, está equivocada —dijo Seth, la advertencia clara


en su voz.

374
Ella negó con furia.

—No, no es así. Él sabe quién es Pyro Storm. —Ella volvió a


levantar la voz—. ¡Estaba en el puente con él! ¡Se estaban besando!

Los susurros se convirtieron en murmullos a medida que más


y más personas se detenían a mirarlos.

—Un millón de dólares —escuchó decir a alguien—. Ese chico


tiene información por valor de un millón de dólares. —Unas manos
comenzaron a tocar los hombros de Nick, su espalda. Alguien lo
agarró del brazo, clavando los dedos, alejándolo de Seth, dándole
vueltas hasta que chocó con un hombre sudoroso que olía a sushi
de una semana.

—Dime quién es —gruñó el hombre, con el rostro a


centímetros del de Nick.

—¡Déjame ir! —Nick espetó, luchando por liberarse—.


¡Tienes al tipo equivocado, amigo!

—¡Yo lo vi primero! —chilló la mujer—. Él es mío. —Dio un


paso hacia ellos, arrastrando a su perro detrás de ella.

—Quita tus manos de él —gruñó Seth, abriéndose paso


entre Nick y el hombre sudoroso—. Intenta tocarlo de nuevo,
tendrás que atravesarme.

El hombre rió.

—¿Tú? ¿Quién diablos eres? Solo quiero hablar con el niño.


¿Cuál es su nombre?

—¡Nelly! —alguien gritó—. ¡Su nombre es Nelly Babbish!

375
—No, no lo es —se burló otra persona—. ¿Quién diablos
llama a su hija Nelly Babbish, idiota? ¡Su nombre es Nicodemus
Bracewell!

—Oh, porque ese es un nombre mejor.

—Es ¡Nicodemo! ¡Oye, Nicodemo!

—¿Qué te pasa? —Nick exigió mientras la multitud


comenzaba a cerrarse a su alrededor.

—Sí, hola —dijo la primera mujer, con el teléfono pegado a


la oreja, tratando de abrirse paso entre la gente que tenía
delante—. ¿Es el número correcto de la línea directa? ¿Sí? Bien.
Me gustaría informar que encontré a Nigel Buckendorf. Nigel
Buckendorf. El que siempre está besándose con Pyro Storm. Me
gustaría que mi millón de dólares se distribuyera en rollos de
monedas de veinticinco centavos, y no, no puedes preguntar por
qué.

—¡Corre! —Seth gritó, agarrando a Nick de la mano y


abriéndose paso entre la multitud. La gente trató de detenerlos,
Nick se agachó cuando las manos los alcanzaron. Alguien agarró la
parte de atrás de su sudadera y Nick pensó que se iba a romper,
pero la mano se resbaló cuando tropezó. Miró hacia atrás por
encima del hombro para ver a algunas personas persiguiéndolos, el
hombre sudoroso y la mujer con el perro liderando la carga.

Seth se metió en un callejón, agarrando con fuerza la mano


de Nick. Saltaron por encima de un cubo de basura y salieron por
el otro lado del callejón mientras Nick se ponía la capucha sobre
la cabeza. Se abrieron paso entre la multitud, mezclándose lo

376
mejor que pudieron. Pudo oír a la mujer gritar detrás de ellos
cuando Seth lo empujó hacia un escaparate oscurecido,
presionando la longitud de su cuerpo contra el frente de Nick.
Ambos estaban jadeando mientras Nick agarraba las correas de la
mochila de Seth, abrazándolo. Pasos golpearon contra el
pavimento, acercándose cada vez más, y Nick contuvo la
respiración. Seth extendió la mano y ahuecó su nuca, apretándolo
suavemente. Sus perseguidores se apresuraron a pasar junto a
ellos sin siquiera mirar en su dirección.

—¿Estás bien? —preguntó Seth.

—La gente es muy estúpida —murmuró Nick.

Seth lo besó rápidamente, sus labios eran cálidos.

—Sí. Lo son. La escuela va a ser una pesadilla el lunes.

Nick gimió.

—Ni siquiera pensé en eso. Me voy a meter en problemas, y


ni siquiera es mi culpa por una vez.

—Lo resolveremos. —Seth se inclinó hacia atrás fuera del


escaparate, mirando hacia la calle—. Creo que se han ido. Vamos.
Casi llegamos.

Diez minutos más tarde, estaban en otro callejón en un


vecindario con el que Nick no estaba familiarizado. Seth se estaba
desnudando, y si no hubieran corrido por sus vidas, lo estaría
disfrutando muchísimo más. Vio cómo Seth sacaba su traje Pyro

377
Storm de su mochila, haciendo una mueca mientras se quitaba los
mocasines, con las gafas torcidas en la cara.

—Mantente atento, ¿quieres?

Nick asintió, mirando hacia los extremos del callejón,


asegurándose que nadie estuviera mirando. Justo cuando Seth se
colocó el casco sobre la cabeza, las lentes parpadearon cuando se
conectaron, el aire se espesó a su alrededor, dificultando su
respiración. Olía a ozono y Nick miró a su alrededor como loco.
Antes que pudiera advertir a Seth, una línea eléctrica en la calle
se iluminó con una familiar electricidad azul brillante. Se disparó
hacia el callejón, formando un arco como un rayo. Nick saltó hacia
atrás ante la línea aguda cuando la Señorita Conducta apareció
frente a ellos, la electricidad se arrastró a lo largo de su disfraz,
sus rizos azules rebotaron mientras se elevaba a su altura
completa.

—Honeybunch —dijo con voz severa—. Si no fueras un queer


adorable, te estrangularía. Pero la familia es la familia, y tenemos
que cuidarnos unos a otros.

Nick asintió con complicidad.

—Derechos de los homosexuales.

La Señorita Conducta se burló.

—Y tú... eres una cosita valiente, ¿no es así? ¿Ya has


resuelto las cosas?

Nick suspiró.

378
—Salté de un edificio y floté y luego me asusté y me caí el
resto del camino al suelo, pero eso es todo. Soy un trabajo en
progreso.

—¿No lo somos todos? —dijo La Señorita Conducta—.


Ahora. Dile a La Señorita Conducta a quién debe matar y lo haré.

—Guau —suspiró Nick—. Eso fue intenso.

—Soy una drag queen que puede convertirse en un rayo.


Todo lo que hago es intenso.

Nick no se lo discutió, por lo que sabiamente mantuvo la


boca cerrada. La Señorita Conducta se volvió hacia Seth, que
parecía estar discutiendo con su casco.

—No, no lo estamos. ¡No fue culpa nuestra! ¿Qué quieres


decir con que ya está en las noticias? ¡Acaba de suceder! ¿Quién...?
¿Rebecca Firestone? —gimió—. Por supuesto que ella… —Miró a
Nick y la señorita Conducta—. Jazz dice que Firestone ya está
entrevistando a la mujer con el perro.

—La odio tanto —murmuró Nick y miró a la Señorita


Conducta—. Dijiste que matarías gente por mí porque soy un
adorable queer y somos familia, ¿verdad? ¿Puedes empezar por
ella?

—Voy a ello —dijo La Señorita Conducta la electricidad


comenzaba a formar un arco desde la punta de sus dedos.

—No —dijo Seth, dando un paso adelante—. No matamos.


Nunca.

379
—Nunca estuve de acuerdo con eso —dijo La Señorita
Conducta—. El hecho de que tengas una brújula moral justa no
significa que el resto de nosotros la queramos.

—Tiene razón —dijo Nick mientras se desinflaba—. No


podemos matarla. Tal vez solo podríamos mutilarla o algo así.

Seth negó con la cabeza.

—Nada de mutilación.

La Señorita Conducta puso los ojos en blanco.

—No voy a asesinar a nadie en serio. Aprende a divertirte


un poco, ¿eh? —Sacudió su cabeza—. No es que no aprecie que se
acerquen, pero ¿qué está pasando?

—¿Viste la entrevista con Burke? —preguntó Seth.

La Señorita Conducta hizo una mueca.

—Ese hombre. Desagradable. Lástima que sea un idiota. De


lo contrario, lo montaría como un bronco.

Nick la miró boquiabierto.

Ella se rió de él.

—¿Qué? No es como si realmente fuera a hacerlo. Créame


cuando digo que he estado allí, he hecho eso. Tengo demasiado
respeto por mí misma como para volver a pasar por un dolor de
cabeza como ese.

—Quiero ser tú cuando sea grande —suspiró Nick—. Aunque


tu gusto por los hombres es sospechoso.

380
Ella le dio unas palmaditas en el brazo.

—No a todos nos gustan los jóvenes. Dos palos chocando,


eso es lo que eres. Dame un rudo jinete cualquier día.

Nick comenzó a sacar su teléfono.

—Oh hombre, deberías ver este video que encontré. Sale


un trabajador petrolero que... correcto —dijo rápidamente
mientras Seth lo miraba—. No es el momento.

Seth esperó un poco, como para asegurarse que Nick no


estaba dispuesto a compartir pornografía con una drag queen
antes de decir:

—Necesitamos ayuda. No sé si podemos hacer esto por


nuestra cuenta.

—Ah —dijo La Señorita Conducta—. Ya veo. Quieres que


trabajemos juntos.

—Equipo de superhéroes —le susurró Nick a nadie en


particular, lo cual fue bueno, ya que fue ignorado.

—Quiero que sobrevivamos a esto —dijo Seth—. Burke es


mucho más peligroso de lo que la gente piensa, y tenemos que hacer
lo que podamos para detenerlo.

La Señorita Conducta resopló.

—Estoy segura que no terminare en ninguna lista, puedes


apostar por eso.

Nick miró de un lado a otro antes de fijar su mirada en la


Señorita Conducta.

381
—¿No nos ayudarás?

—Yo no dije eso, twinkie —dijo La Señorita Conducta con


aspereza—. Si bien no me gusta la idea de enfrentarme a alguien
como Burke, me niego a vivir con miedo para siempre. La vida es
demasiado corta para preocuparse por las personas ingenuas que
nos odian por lo que somos. Pasé por eso la primera vez que me
maquillé. Que me condenen si voy a dejar que la gente me haga
sentir mal por ser quien soy. Nunca más. Y si quieren venir a
buscarme, bueno, creo que les espera la conmoción de su vida. —
Levantó la mano, una pequeña bola de electricidad crepitando y
siseando antes de desaparecer mientras cerraba el puño.

—Oh, Dios mío —susurró Nick—. Eso es un eslogan. ¿Por qué


no me dijiste que tienes varios eslóganes?

—Porque solo te he visto una vez —dijo La Señorita


Conducta.

Nick asintió, hinchando el pecho.

—Le voy a contar el mío, Señorita Conducta. ¿Lista? Te


dejará boquiabierta. —Se aclaró la garganta, con las manos en las
caderas—. Es tiempo de…

—…Sacar la basura —dijo La Señorita Conducta—. Sí, lo


escuché la primera vez.

—Oh —dijo Nick—. Correcto. Bueno, puedo ver que estás


impresionada, así que gracias por...

Otra figura aterrizó en el callejón.

382
Nick se tambaleó hacia atrás, levantando las manos para
protegerse de quienquiera que los estuviera atacando ahora.
Esperó un momento, pero nada le llamó la atención. Bajó las manos.

Allí, de pie en el callejón frente a ellos, había otro


Extraordinario.

Se levantó hasta alcanzar su altura máxima, que aún era más


baja que Nick, aunque parecía mucho, mucho más fuerte, y los
músculos de las piernas y los brazos se movían mientras
merodeaban de un lado a otro. Su traje era completamente negro
y voluminoso, compuesto por lo que parecía ser una armadura
gruesa que cubría su torso y piernas.

La parte delantera de su casco era una hoja opaca de lo que


parecía un plástico grueso, no muy diferente a un casco de
motocicleta futurista. Volvió la cabeza de un lado a otro,
mirándolos a los tres en el callejón. Nick sintió un escalofrío
recorrer su espalda cuando su mirada se posó en él. Dio un paso y,
aunque Nick no podía ver sus ojos, sabía que lo estaban mirando
directamente.

—Nick —dijo Seth—. Él es TK.

TK. El Extraordinario telequinético. El héroe que había


encontrado a Seth y a La Señorita Conducta.

Antes que pudiera presentarse (y posiblemente bromear


hasta que todos se sintieran sumamente incómodos), TK extendió
la mano.

—Teléfono —dijo, con la voz fuertemente modulada.

383
Nick parpadeó.

—¿Cómo?

—Teléfono —exigió TK.

—¿Bueno? —dijo Nick—. Pero si vas a usar Internet,


cualquier cosa que encuentres allí no es algo que puedas usar en mi
contra. Tengo... gustos únicos.

Nick pensó que TK se rió entre dientes, pero no podía estar


seguro. TK le arrebató el teléfono de la mano y, antes que pudiera
detenerlo, lo dejó caer al suelo y lo pisó con la bota, rompiéndolo
en pedazos.

—¡Oye! —Nick gritó—. ¿Por qué diablos has hecho eso? Toda
mi vida estaba en ese teléfono. ¡Cómo te atreves!

A TK no le conmovieron las protestas de Nick. Pateó los


restos del teléfono, esparciendo los pedazos rotos.

—Te estaban rastreando. Burke sabe cada movimiento que


haces. ¿El callejón donde te atacaron? Sabía dónde enviar a Smoke
y a Ice porque te estaba rastreando.

Nick lo miró atónito.

—¿Qué? ¡No, no lo estaba! Lo habría sabido si él hubiera....


hecho... eso. Oh, mierda. —La limusina, cuando Burke lo había
sacado de las calles. Había pedido ver su teléfono, diciendo que le
había dado su información de contacto. Nick ni siquiera había
considerado llamarlo. Había planeado eliminar a Burke de su lista,
pero lo había olvidado—. Ese bastardo. —Enojado, Nick pateó las
piezas de su teléfono, extendiéndolas más—. Seth, olvídate de lo

384
que acordamos antes. Nosotros matamos. Matamos con tanta
fuerza que vamos a empezar con Burke. Y luego podemos pasar a
Rebecca Firestone.

—Y yo tengo una lista propia —dijo La Señorita Conducta—


. TK, te ves tan misterioso como siempre. Qué deliciosamente
molesto.

Nick se congeló cuando TK avanzó, rodeándolo lentamente.


TK no intentó tocarlo, pero estaba demasiado cerca para sentirse
cómodo. Cuando terminó su inspección, se detuvo junto a Pyro
Storm, sacudiendo la cabeza.

—¿Por qué está aquí?

Antes que Nick pudiera atacarlo, Pyro Storm dijo:

—Porque él es parte de esto. Y he terminado de ocultarle


secretos.

Nick infló el pecho.

—Toda la razón. Y, además, también soy un extraordinario.


Algunas veces. No he descubierto cómo hacer que mis poderes
funcionen cuando quiero que lo hagan, pero salté de un edificio. —
Sonrió con aire de suficiencia—. Y floté. ¿Puedes hacer algo así?

TK ladeó la cabeza. Luego, sin decir una palabra más, levantó


ambas manos y extendió los brazos como alas, con las palmas hacia
el suelo. El aire comenzó a azotar a su alrededor, mordiente y frío,
adormeciendo la piel del rostro de Nick. Antes que pudiera
preguntar qué estaba haciendo, el contenedor de basura contra el
edificio se elevó en el aire, flotando sobre ellos, la basura en el

385
interior se movió cuando el contenedor comenzó a girar. El metal
crujió y gimió cuando otro contenedor de basura más abajo del
callejón salió disparado en el aire, girándose de un extremo a otro,
la tapa aplaudiendo furiosamente. Detritus voló por el aire como
atrapado en un tornado, arremolinándose a su alrededor, bolsas de
plástico y periódicos y una rata asustada que chillaba, su cola se
movía mientras su boca se abría y se cerraba.

TK bajó las manos y todo se estrelló contra el suelo. La rata


aterrizó de pie, corrió y desapareció en las sombras.

—Bien —dijo Nick débilmente—. Es bueno que puedas hacer


cosas. Eso es muy cool. —Corrió hacia adelante, agarrando la mano
enguantada de TK y acercándola a su cara, como si la proximidad
explicara todo lo que necesitaba saber—. Enséñame todo lo que
sabes. Tú puedes ser mi mentor, y yo seré tu joven y testarudo
protegido, quien un día cogerá tu manto cuando seas demasiado
mayor para seguir luchando, y luego me mirarás, asentirás
sabiamente y dirás: “El mundo necesita sangre fresca para
salvarse. Ahora depende de ti, Nicholas Bell. Te he enseñado todo
lo que sé. Ahora, ve y salva el planeta como el héroe que sé que
eres”. Mierda, el fic prácticamente se escribe solo. ¿Cómo te
sientes al ser conmemorado en un fanfiction? Bien, espero, porque
estoy seguro que voy a presentar un nuevo personaje basado en ti.
Sí, más de ciento treinta mil palabras probablemente sea un poco
tarde para presentar un nuevo personaje principal, ¡pero esa es la
mejor parte de escribir ficción! Puedo inventarlo sobre la marcha.
Mis seguidores se lo van a comer cuando...

TK echó la mano hacia atrás.

386
—Para. De. Hablar. No necesito un protegido, especialmente
uno como tú.

Nick frunció el ceño.

—Ni siquiera me conoces.

—Sé lo suficiente —gruñó TK.

—Eres un niño. —Miró a Seth—. Los dos sois niños. Esto no


es un juego.

—Sabemos que no lo es —dijo Pyro Storm, sacudiendo la


cabeza hacia Nick a modo de advertencia—. Nunca hemos pensado
que lo fuera. Nick se emociona, pero su corazón está en el lugar
correcto y le vendría bien tu ayuda. Eres el único otro
telequinético que conocemos.

—No trabajo con otros —espetó TK.

—Eres un solitario, el peso del mundo sobre tus hombros —


dijo Nick—. Lo entiendo. Lo entiendo, amigo. Pero si consideras
cambiar de opinión, te prometo que sería el mejor protegido que
el mundo haya conocido. Ni siquiera te traicionaré en algún
momento del futuro lejano porque ser un villano suena agotador.
Siempre haciendo planes para arruinarme el día. Dios, los odio
tanto.

—¿Siempre es así? —le preguntó TK a Pyro Storm.

—A veces —dijo Pyro Storm—. Pero viene de un buen lugar.


Puedes confiar en él. Yo lo hago.

387
—¿Confías en mí? —preguntó TK. Pyro Storm vaciló, que era
toda la respuesta que necesitaba TK—. Eso pensaba. No me
conoces. No os conozco a ninguno de vosotros. Y es mejor si sigue
así. Conocer a la gente significa lastimarse. Y no me voy a poner en
esa posición. No otra vez. —Se volvió como si tuviera la intención
de irse.

Y Nick no podía permitir eso.

—Tenemos que cuidarnos los unos a los otros. Somos todo


lo que tenemos.

TK se detuvo, con los hombros rígidos. No se dio la vuelta.

—¿Qué?

—Algo que me enseñó mi padre —dijo Nick en voz baja—. Y


aunque estemos… no... no importa lo que él y yo seamos, al menos
no ahora. Lo resolveremos porque es mi padre y no lo voy a perder.
Me enseñó que no siempre podemos hacer las cosas solos.
Necesitamos que otros nos ayuden, aunque da miedo dejar entrar
a alguien. Sé que piensas que es mejor ir por tu cuenta, pero no es
necesario. Estáis aquí. Y podemos estar aquí para ti, si nos dejas.
Significará que nunca más tendrás que estar solo.

TK volvió la cabeza hacia el cielo, la luz destellaba en su


casco.

—Tu padre parece un hombre sabio.

—Lo es —coincidió Nick—. Aunque me ocultó cosas, y estoy


tan enojado con él que apenas puedo pensar con claridad, pero
sigue siendo mi padre. Todos cometemos errores. Algunos más

388
grandes que otros, y aunque no parezca perdonable, soy todo lo
que le queda. Si no lo cuido yo, nadie lo hará.

TK se volvió y miró a Nick una vez más.

—Tiene mucha suerte de tener a alguien como tú.

Nick miró al suelo, arrastrando los pies.

—Yo también lo creo.

TK asintió, mirando a Pyro Storm.

—Habla. Ahora. No me gusta estar al aire libre. ¿Por qué


nos llamaste?

—Tenemos que trabajar juntos —dijo Seth—. Puede que sea


nuestra única oportunidad de superar esto. Burke sabe lo de la
Señorita Conducta. No quién es ella en su vida real, sino que existe.
Es solo cuestión de tiempo antes que salga el resto. Y tenemos que
estar preparados para eso.

—La recompensa no es por nosotros —espetó TK—. Burke


te está poniendo una diana.

—Pero eso no significa que no intentará atrapar a tantos de


nosotros como le sea posible —respondió Seth.

TK se burló de él.

—No te preocupes por mí. Puedo manejar a Burke. Si intenta


venir por mí, será lo último que haga.

—Guau —suspiró Nick—. Eso estuvo feo. ¡Choca esos cinco!


—Aparentemente, TK no estaba de humor para chocar los cinco,

389
por lo que Nick dejó caer la mano con torpeza—. O no, lo cual
también es genial.

—TK tiene razón —dijo La Señorita Conducta mirando hacia


el callejón. Nick siguió su mirada. En la calle, la gente pasaba junto
a ellos sin mirarlos—. Podemos manejar a Burke si es necesario. No
sería la primera vez que tengo que lidiar con un hombre que no
entiende lo que significa no, y no será la última. Pero estoy
preocupado por vosotros. ¿Una recompensa de un millón de
dólares? —Negó con la cabeza, los rizos rebotando—. Esa cantidad
de dinero vuelve estúpida a la gente.

—Lo sabemos —murmuró Pyro Storm. Puso a La Señorita


Conducta y TK al tanto de lo que había sucedido camino al callejón,
toda la gente persiguiéndolos.

—Tenéis que cuidaros el uno al otro —dijo La Señorita


Conducta—. Si tenemos suerte, tal vez todo esto pase.

—Lo dudo —dijo Pyro Storm con gravedad—. Burke tiene la


mirada puesta en nosotros, y ahora que sabe lo que puede hacer
Nick, tenemos que...

Nick ni siquiera vio moverse a TK. En un momento, estaba


de pie junto a Pyro Storm, y al siguiente, tenía a Nick agarrado
por la sudadera con capucha, tirando de él hacia abajo para que
tuviera que encorvarse hasta quedar cara a cara con TK.

—¿Qué demonios estás haciendo? —Nick jadeó, luchando


por liberarse. El casco de TK estaba a centímetros de la cara de
Nick y podía verse reflejado en el plástico opaco.

—¿Te dijo que lo sabe? —TK demandó—. ¿Qué dijo?

390
Nick golpeó las manos de TK en vano.

—¡Déjame ir!

—Suéltalo —dijo Pyro Storm, dando un paso hacia ellos.

TK empujó a Nick, haciendo que su cabeza se moviera hacia


adelante y hacia atrás.

—¡Dime!

—¡Lo sabe desde hace más tiempo que yo! Él es quien me dijo
que su compañía fabrica Concentra, las píldoras que tomé para el
TDAH y que aparentemente también suprimieron mis poderes
durante años —dijo Nick con voz ahogada mientras TK lo elevaba
aún más—. Él sabía lo de mi mamá, ella podía hacer lo que hacemos
nosotros. Supongo que su telequinesis me pasó a mí y mis padres
decidieron que era demasiado peligroso. Intentaron reprimirlo y
Burke los ayudó. —TK lo empujó hacia atrás y comenzó a caminar,
ignorando a Nick que lo fulminaba con la mirada—. No está bien,
amigo. Ya rompiste mi teléfono. No tienes que romperme a mí
también. No es que sea frágil ni nada por el estilo —agregó
rápidamente, necesitando que TK viera lo increíble que era, en caso
que cambiara de opinión y permitiera que fuera su protegido.

—Se está volviendo demasiado confiado —dijo TK—. Ya no


está tratando de hacer cosas en secreto, ya no. Y se las arregló
para meterse en el bolsillo al alcalde. Y no me hagas hablar de la
policía. A lo mejor estén igualmente involucrados.

—¿Lo conoces? —Pyro Storm preguntó, con la cabeza


inclinada hacia un lado—. Porque estás hablando como si lo hicieras.

391
—Cualesquiera que sean los panes de Burke, puede apostar
que solo está empezando —dijo TK—. Si nos estás diciendo que nos
mantengamos escondidos, ambos deben hacer lo mismo. Si él sabe
lo de Nick, entonces es solo cuestión de tiempo antes que descubra
al resto. —Sacudió la cabeza con enojo—. No subestimes a Simon
Burke.

—Lo hemos manejado hasta ahora —replicó Nick—. Sé que


piensas que solo somos niños, pero ya hemos hecho más que la
mayoría. Sobrevivimos a Shadow Star. Sobrevivimos a Smoke y
Ice. Podemos tratar con alguien como Burke.

—Este no es uno de tus fics —le gruñó TK—. Esto es la vida


real. La gente podría resultar herida. Podrías morir. Y no siempre
habrá alguien para cogerte cuando te caigas.

Nick lo miró fijamente, pensando mucho.

—¿Qué quieres decir con cogerme?

—Nick puede cuidarse solo —dijo Pyro Storm—. Y aunque no


pudiera, me tiene a mi para respaldarlo. No está solo en esto.
Nunca lo va a estar. Me aseguraré de eso.

—No siempre puedes estar ahí. Nadie puede —dijo TK,


cruzando los brazos sobre el pecho—. ¿Y qué pasa si te atacan
primero, y Nick es lo único entre tú y la muerte? ¿De verdad me
vas a decir que pondrías tu vida en sus manos? Ni siquiera sabe
cómo usar sus poderes.

—Ser un héroe no se trata solo de tener poderes —dijo Pyro


Storm, extendiendo la mano y tomando la mano de Nick entre las
suyas—. Nick es más valiente que cualquier otra persona que haya

392
conocido y no es porque sea telequinético. Él ya era así. Entonces,
sí. Si me atacan y Nick es lo único que se interpone entre la muerte
y yo, sé que estaré bien porque él es implacable. Todos nuestros
amigos lo son. Si no confiamos los unos en los otros y trabajamos
juntos, entonces, ¿por qué demonios estamos luchando?

—Sois niños.

—Que se han cuidado a sí mismos de manera notable —dijo


La Señorita Conducta— Tú lo sabes, TK. Viste lo que hicieron en el
puente. Es por eso que buscaste a Pyro Storm. Ya no querías estar
solo. Nos tenemos los unos a los otros ahora. Eso significa que nos
cuidamos las espaldas de los idiotas como Simon Burke. Y si
surgiera la necesidad, haremos lo que sea necesario para
protegernos juntos.

TK se desplomó.

—No soy como tú. No soy como ninguno de vosotros. He


estado bien por mi cuenta. No necesito un equipo para…

—Mierda —dijo Nick, y TK levantó la cabeza—. La Señorita


Conducta tiene razón. Buscaste a Pyro Storm porque querías
conectarte con otra persona que tiene poderes asombrosos y está
haciendo algo bueno con ellos. Y claro, realmente no sé cómo hacer
que mis poderes funcionen cuando quiero que lo hagan, pero ayudé
a detener a Shadow Star antes de saber que podía hacer algo así.
Al menos ya confías en Seth, o no le habrías buscado. Seríamos
imparables si todos trabajáramos juntos, entonces, ¿por qué
luchas tanto contra eso?

393
—El Twink tiene razón, TK —dijo La Señorita Conducta. —
Quizás todavía no confiemos los unos en los otros completamente,
pero Nick vino aquí sin un disfraz porque estaba dispuesto a correr
el riesgo de que todos queramos lo mismo. ¿Tengo miedo de
arriesgarme a una mayor exposición al asociarme con un héroe
público? Oh, sí. Pero si no luchamos por nosotros mismos y nuestro
futuro, aquellos que puedan hacer lo que hacemos no tendrán a
nadie a quien recurrir. No se trata solo de nosotros. Se trata de
aquellos que vendrán después. Si tengo que coger un maldito
ladrillo como nuestro señor y salvador Marsha P. Johnson,
entonces eso es lo que haré. —Ella sonrió con dureza—. Y si alguien
se interpone en nuestro camino, entonces tendrá una pelea entre
manos.

—Estáis todos locos —dijo TK, aunque sonaba impresionado


a regañadientes—. Bien. Trabajaremos juntos. Por ahora. No
hagáis nada estúpido para que os maten.

Pyro Storm sonó aliviado cuando dijo:

—Bien. Enviaré actualizaciones a través de la aplicación.


Vosotros podéis hacer lo mismo.

—¿Y tú? —preguntó TK—. Se está haciendo tarde. Tienes


que volver a casa.

Nick puso los ojos en blanco.

—Es sábado por la noche y no eres mi padre. Ya tengo uno


de esos, y es un dolor en mi trasero.

—Sigue diciéndote eso, chico —dijo TK.

394
Y luego TK giró, saltando hacia la pared del edificio a la
derecha. El ladrillo sobresalió de la pared con un gemido, dándole
apoyo mientras trepaba rápidamente, casi demasiado rápido para
seguirlo. Lo último que Nick vio de él fue el destello de su casco
que captaba las luces de la ciudad cuando llegó al techo y
desapareció.

—Me encantan las salidas dramáticas —dijo La Señorita


Conducta mirando hacia arriba. Ella negó con la cabeza mientras
los miraba—. Si no hay nada más, yo también me iré. Algunos
tenemos trabajo por la mañana. Pyro Storm, ha estado genial.
Estaré en contacto si averiguo algo. Twinkie, sigue haciendo lo que
estás haciendo. Lo resolverás.

Y con eso, la electricidad comenzó a formar un arco a lo


largo de su cuerpo hasta que se volvió tan brillante que Nick tuvo
que apartar la mirada. La electricidad crujió y siseó, y cuando la
luz se desvaneció, ella se había ido, dejando a Nick y Pyro Storm
solos en el callejón.

—¿Todavía crees que están trabajando con Burke? —Seth


preguntó mientras se quitaba el casco. Sus rizos estaban hechos
un desastre. Se los quitó de la frente sudorosa.

—No —dijo Nick en voz baja, mirando de nuevo hacia donde


TK había desaparecido—. No creo que lo estén. Pero realmente
sería una mierda si uno o ambos terminaran traicionándonos, así
que me reservo el derecho a quejarme dramáticamente si eso
sucede.

—No esperaría nada menos —dijo Seth, quitándose


rápidamente su disfraz. Nick no miró hacia otro lado esta vez,

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viendo como la piel de gallina se erizaba a lo largo de los brazos y
la espalda desnuda de Seth, los músculos se movían debajo de su
piel.

Seth se quejó solo un poco cuando Nick prácticamente lo


tacleó, besando cada parte de él que su boca podía alcanzar.
Mientras lo sostenía cerca, con la barbilla doblada sobre su
hombro, inspirándolo, Nick se prometió a sí mismo que nada los
separaría. Estaban juntos en esto, y nadie, ni Burke, ni papá, ni
ningún villano que viniera tras ellos, podía quitarles eso.

396
15

El lunes apestaba.

Los lunes solían hacerlo, pero este era peor.

Nick pensó que se habían preparado para ello, pensó que


habían cubierto todas sus bases, pero en el momento en que entró
en el Centennial High esa fría mañana, con Seth a su lado y Gibby
y Jazz delante de ellos, supo de inmediato que habían cometido un
error.

—Oh, no —susurró mientras la gente se volvía para mirarlos


mientras caminaban por el pasillo hacia sus casilleros.

—¡Está aquí! —Una persona susurró furiosamente—.


¡Háblale!

—¡Descubre lo que sabe!

—¡Un millón de dólares, un millón de dólares! Mi padre dijo


que, si lo conseguimos, podemos irnos de vacaciones a algún lugar
que no involucre una bola gigante de hilo.

—¡Nick! ¡Oye, Nick!

—¡Nick, aquí!

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—¡Nick! Justo el tipo que estaba buscando. Hola, hombre.
¿Cómo estás? ¿Has pasado un buen fin de semana?

Nick miró la mano en su brazo. El idiota se la quitó


lentamente, pero no dio un paso atrás. La gente comenzó a
amontonarse a su alrededor, siguiéndolos por el pasillo mientras
decían su nombre, tratando de llamar su atención.

—Atrás —gruñó Gibby—. No me hagáis usar a Jazz con


vosotros.

—Soy peligrosa —dijo Jazz dulcemente—. Os haré sangrar,


aunque no estaré feliz por eso. ¿Sabes lo difícil que es sacar la
sangre de la cachemira?

Pero no se dejaron disuadir.

Por primera vez en su vida, Nick se sintió aliviado al ver la


mirada reumática del Señor Hanson, su profesor de trigonometría
que pensaba que él debería estar constantemente detenido por
tener ideas. Hanson miró a los niños detrás de ellos.

—Tenéis clases a las que ir —dijo, la advertencia en su voz


era clara—. Os sugiero que os muevas antes que tengamos un
problema.

—Soy Pyro Storm —dijo Seth.

Todos los estudiantes que no se habían dispersado se


volvieron lentamente para mirarlo mientras Nick hizo lo mismo, con
los ojos desorbitados. La mandíbula de Jazz cayó, y Gibby suspiró
como si no quisiera molestarse en lidiar con la idiotez de los
adolescentes.

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Hanson resopló.

—Gray, la próxima vez que cuentes un chiste, prueba algo


que sea divertido, o incluso remotamente creíble. De lo contrario,
es simplemente triste. —Sacudió la cabeza y giró sobre sus
talones, marchando por el pasillo hacia su salón de clases mientras
la campana de advertencia sonaba a su alrededor, los otros
estudiantes susurraban mientras se iban.

Nick se volvió hacia Seth.

—¿Qué diablos, amigo? ¿Vamos a dejar escapar tu identidad


secreta ahora? Tal vez puedas avisarme la próxima vez. Para poder
respaldarte totalmente en eso y esas cosas. No estaba listo.

Seth suspiró.

—Claro, Nick. Lo recordaré para la próxima.

—Vamos —dijo Jazz—. Superemos el día. Si eso es lo peor,


estaremos bien.

No fue lo peor.

Durante todo el día, la gente se acercó a Nick, algunos de


ellos preguntaban abiertamente quién era Pyro Storm, otros
intentaban actuar como si fueran amigos. Normalmente, habría
estado muy de acuerdo con toda esta atención, pero ¿cuándo le
pasaba en medio de la clase mientras fingía prestar atención? Sí,
eso no era lo mejor. Caso en cuestión: la chica en el escritorio junto
al suyo se inclinó y susurró bastante agresivamente que sacudiría

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su mundo si él quisiera, deslizando una uña rosa brillante por su
brazo, mordiéndose el labio seductoramente.

—No, gracias —dijo Nick—. Soy super gay, así que...

Ella parpadeó.

—¿Estás seguro?

—Sí. Como queer completo y toda esa mierda.

—Oh —dijo ella—. Mi hermano también es gay, y


aparentemente la gente piensa que es muy sexy, lo cual, asqueroso,
¡pero puede ser para ti! Te daré su número de teléfono y...

—Estamos en medio de un examen —le siseó Nick. Miró


alrededor de la clase y descubrió que todos estaban escuchando,
aunque tratando de ocultarlo. Incluido el profesor—. ¡Deja de
interrumpir mi aprendizaje ofreciéndome a tu hermano!

—Ignórala —susurró un chico desde dos escritorios atrás—


. Conozco a tres personas homosexuales y son mis mejores amigos.
Podría conseguir que te ayuden, ya que acabas de salir del armario.
—Pareció serio cuando agregó—: Lo cual es, como, muy valiente de
tu parte. Quiero decir, nada homo, pero felicidades.

Nick levantó las manos.

—¡Salí hace años! Tengo novio.

El chico se encogió de hombros.

—Bien por ti. Se pone mejor o lo que sea. De todos modos,


mis amigos te amarían y todos son realmente homosexuales. Sus
nombres son Gabby, Jizz y... —Él frunció el ceño—. ¡Oh! —dijo

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mientras se iluminaba—. Serf. No, espera. Eso es un trabajador
agrícola obligado por el sistema feudal a trabajar en la finca de su
señor.

—Eso es exactamente correcto —dijo la maestra—. Me


alegro que lo que te estoy enseñando se esté asimilando. Qué
maravilloso es ver las mentes jóvenes expandiéndose con el
conocimiento.

—Oh, Dios mío —murmuró Nick—. Son Gibby, Jazz y Seth,


y son mis mejores amigos, no los tuyos. De hecho, ¿quién eres tú?
¡Nunca te había visto antes! Y Seth no es gay. Es bisexual, así que
llévate tus tonterías hetero a otro lado, porque no permitiré que
se borre la sexualidad de mi novio.

—Está bien, eso es suficiente —dijo la maestra—. Volved a


vuestras pruebas, todo el mundo. Dejad a Nick concentrarse en
paz.

—Gracias —dijo Nick en voz alta. Satisfecho, volvió a su


prueba.

Solo para ser interrumpido un minuto después por la


maestra que pasaba por su escritorio, deslizando una hoja de papel
doblada debajo de la hoja de prueba. Esperó hasta que ella se fue
antes de abrirla.

¡Estás haciendo un gran trabajo! Si necesita hablar sobre


algo, no dudes en acudir a mí. Mi puerta siempre está abierta. Ser
adolescente puede ser difícil, pero estoy a la última y estoy
dispuesta a hablar sobre cualquier cosa que necesites. Algunos
ejemplos: chicos, relaciones, futuros académicos, identidades de

401
superhéroes, luchas de los padres, prevención de drogas, Pyro
Storm, presión de grupo, problemas de autoconfianza, nombres y
direcciones reales de Extraordinarios, y ¡hago un quiche malo si
alguna vez necesitas la receta!

Nick levantó la cabeza lentamente para mirar a la


profesora. Ella se llevó el dedo a los labios y le guiñó un ojo.

—Odio todo —refunfuñó Nick, hundiéndose en su asiento.

Cuando sonó la campana del almuerzo, ocurrió lo siguiente:

*Nueve personas diferentes le habían pedido a Nick que


fuera al baile de graduación: cinco chicos (todos heterosexuales)
y tres chicas (todas heterosexuales), y la señora que trabajaba en
la oficina principal, quien le dijo que todos pensarían que él era
genial por llevar a una adulta al baile de graduación, a lo que él
respondió que realmente no entendía lo que significaba ser el más
genial.

*Tres profesores, dos de los cuales Nick no tenía clases con


ellos, lo llevaron a sus salas, todos ellos le dijeron que no debería
tener que cargar con ese peso solo, y que estaban dispuestos a
escuchar lo que fuera que necesitara que saliera de su pecho. Una
de las maestras, una mujer mayor con dientes perfectos que tenían
que ser falsos, dio la vuelta a una silla y se sentó en ella, con las
manos colgando del respaldo, diciendo: Hombre, adolescentes,
¿verdad? Es difícil para un proxeneta. Vamos a relajarnos, amigo.
Dime, tengo una pregunta para ti, ya que estás aquí. ¿Qué pasa con
todos estos Extraordinarios, estoy en lo cierto, amigo? ¿Mi chico?

402
¿Hermano? Hermano, ¿a dónde vas? Hermano, no necesitas irte,
yo no… la puerta se abre hacia el otro lado. No, tienes que tirar,
no… Nick. En serio. Deja de gritar y abre la puerta.

*Diecisiete estudiantes diferentes, incluido el chico que se


mudó a Nova City desde Venezuela llamado Santiago, quien tenía
la mandíbula más erótica jamás dada a la humanidad, lo invitaron a
fiestas en sus casas. Y fiestas de cumpleaños. Un bar mitzvah.
Quinceañera. Una orgía, aunque pudo haber escuchado mal esa.
Una chica emprendedora incluso le dijo que siempre había querido
ir de compras con un mejor amigo gay, ya que todos los gays tenían
el mejor gusto en ropa. Él podría haberle dado el beneficio de la
duda si ella no hubiera estado mirando su ropa, que consistía en
sus Chucks destartalados, jeans deshilachados y una sudadera con
capucha verde a la que le faltaba el cordón alrededor del cuello.
Luego procedió a explicarle lo problemático que eran sus puntos
de vista sobre los hombres queer y que él no existía para alimentar
sus terribles estereotipos. Ella asintió solemnemente y dijo:
Gracias por educarme. Me tomo el tiempo para escuchar y
reflexionar sobre mis prejuicios para convertirme en una mejor
persona. Entonces, ¿de compras o ...?

Cuando Nick se derrumbó en un asiento en la mesa del


almuerzo, estaba convencido que la humanidad era un error y que
ser enviado a un internado en Suiza podría no ser algo malo,
Aunque, como Jazz, no tenía idea de dónde estaba Suiza.

—Es horrible, ¿eh? —preguntó Gibby, dándole palmaditas en


la parte superior de la cabeza.

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—Todo es terrible —murmuró Nick—. Ahora sé lo que se
siente al ser usado, ¿y honestamente? No soy tan fan como pensé
que sería.

—¿Pensaste que sería bueno ser usado? —preguntó Jazz.

Nick levantó la cabeza.

—Si significaba ser popular, claro, pero ¿a qué precio, Jazz?


¿A qué precio?

—La popularidad está sobrevalorada —dijo Jazz, abriendo


su Tupperware, que estaba lleno de chuletas de ternera sobre un
lecho de pasta de tuétano—. La popularidad en la escuela
secundaria no importa en el mundo real. La gente es voluble. Lo que
es importante hoy no lo será mañana.

—¿Dónde está Seth? ——Miró a su alrededor, tratando de


encontrar la familiar mata de rizos.

—Estaba hablando con un profesor cuando lo vi antes del


almuerzo —dijo Gibby—. No parecía que estuviera yendo bien.

Nick parpadeó.

—¿Qué? ¿Por qué? Es casi tan inteligente como tú.

—No sé. Iba a esperarlo, pero me despidió. Estará aquí


cuando... ahí está.

Seth se abrió paso entre la multitud, frunciendo el ceño a


todos los que chocaban con él. Prácticamente tiró su mochila sobre
la mesa mientras se sentaba junto a Nick.

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—¿Qué diablos? —gruñó—. Acabo de pasar diez minutos
hablando con Sewell, quien me dijo que tenía que ser un buen novio
para Nick y escuchar todo lo que él dice, y si él habla sobre Pyro
Storm, hacérselo saber para que ella pueda, y cito: 'Asegurarse
que los dos estemos a salvo y tomemos buenas decisiones, y si eso
los lleva a una ganancia financiera inesperada, recuerden cuánto
les estoy ayudando porque los profesores están muy mal pagados'.

—El dinero vuelve estúpido a todo el mundo —murmuró Nick.

Seth miró a su alrededor para asegurarse que nadie


estuviera escuchando. Bajó la voz y dijo:

—Está empeorando. Recibí una notificación en la aplicación


anoche. Alguien informó un incidente y yo...

Todos señalaron con la cabeza hacia él.

—¿Qué? —preguntó Nick— ¿Qué pasó con lo de mantener


el perfil bajo?

Seth hizo una mueca y se recolocó la pajarita con lunares


que colgaba sin fuerzas alrededor de su cuello.

—Iba a ignorarlo. Pensé que podía. Pero… —Sacudió la


cabeza con cansancio—. No sé. Tuve cuidado, pero cuando llegué a
la escena, nadie estaba en problemas. Me esperaban tres personas.
Los escuché hablar sobre cómo cuando apareciera, iban a usar
extintores para someterme.

Nick lo miró boquiabierto.

—¿Ellos qué?

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Seth suspiró.

—Burke ha convertido esto en una cacería humana, y no se


detendrá hasta que consiga lo que quiere.

—Quizás es hora que Pyro Storm se tome un descanso —


dijo Jazz—. No de forma permanente, pero al menos hasta que
todo esto desaparezca.

—¿Y si no es así? —preguntó Gibby—. ¿No podría volver a


ser Pyro Storm?

—Puede que no sea tan malo —respondió Jazz—. La última


vez que lo comprobé, Seth ni siquiera estaba seguro de querer
seguir siendo Pyro Storm. ¿Ha cambiado eso?

—No lo sé —admitió Seth—. Esto ciertamente no facilita


las cosas. —Se quitó las gafas y se pellizcó el puente de la nariz—
. Y no sé si podría hacerlo, no del todo. La primera vez que entre
una llamada real, ¿qué hago? ¿finjo que no la veo?

—No puedes salvarlos a todos —dijo Gibby, sonando


preocupada—. Ya estás lo suficientemente ocupado.

—¿Qué tiene eso de nuevo? —preguntó Seth—. Así ha sido


durante años.

—Y mira a dónde te ha llevado —dijo Jazz—. Sé que no lo


haces por los elogios o la prensa, pero Seth, realmente necesitas
pensar en ti mismo ahora.

—Por eso le pedí a La Señorita Conducta y TK que nos


ayudaran —le recordó Seth—. No podemos hacer esto solos.

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A Nick se le ocurrió una idea. No era nada grandioso, pero
al menos sería un comienzo. Metió la mano en el bolsillo, con la
intención de sacar su teléfono, solo para recordar que TK lo había
aplastado en un callejón. Su vida era tan extraña.

—Gibby, ¿puedo ver tu teléfono?

Ella no le preguntó, simplemente lo deslizó sobre la mesa. Él


resopló ante la foto de Jazz y ella que había puesto como fondo
antes de abrir la aplicación que estaba buscando e iniciar sesión.

—¿Qué tal esto? Elimino la cuenta oficial de Twitter de


Pyro Storm y no envío el correo electrónico que escribí a los
creadores que querían hacer el arte del merchandising. —Volvió a
mirar el teléfono—. Bueno, mierda.

—¿Qué? —Jazz preguntó con un bocado de Wagyu12 en la


boca.

—Tenemos más de trescientos mil seguidores en Twitter —


dijo Nick—. Y hay un nuevo hashtag de tendencia en todo el mundo.
—Miró el teléfono con los ojos entrecerrados—. Hashtag
#PyroStormMillion. Espera, las menciones son a través de...
mierda, ¿nos han verificado? ¡Maldita seas, Jack! ¿Hay malditos
nazis en tu plataforma y estás ocupado verificando
Extraordinarios? De acuerdo, ¿sabes qué? Eso es muy bonito.
Nunca he sido verificado por nada, y esta podría ser la validación
que nosotros... No. No. No dejaré que esto se me suba a la cabeza.

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El Wagyū es una raza bovina originaria de Japón. El nombre proviene de los kanji 和
y 牛. El significado es, simplemente, "vaca japonesa". Su carne es muy apreciada por
sus características de sabor, terneza y jugosidad, siendo utilizada para la preparación
de platos gourmet de alto coste.
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—Miró a los demás— ¿Cierto? ¿No debería dejar que esto se me
suba a la cabeza?

—Bien —dijo Gibby lentamente.

—Bien —dijo Nick—. Yo... está bien, realmente iba a


borrarlo, pero ahora dos ex presidentes nos han retuiteado, uno
de los cuales me ha citado en Twitter y me ha dicho: ¿Quién es
este tipo de fuego y cómo puedo conocerlo? Twitter, ¡haz tu magia!

—¿Qué presidente? —preguntó Jazz.

—El malo —dijo Nick con el ceño fruncido—. Me siento


asqueroso.

—No lo borres —dijo Seth mientras se alejaba—. Aún no.


Hay demasiadas cosas en el aire. No quiero que ninguno tome
decisiones en este momento. Lo resolveremos. No necesito que
esto se convierta en... Nick, ¿acabas de responder al presidente?

—Maldita sea, lo hice —gruñó Nick—. Le dije que nunca se


reuniría con él, ya que es un criminal de guerra. Oh, no. ¿Y si el
Servicio Secreto viene a mi casa ahora? Papá me hará fregar los
suelos, y odio fregar.

Gibby le espetó en la cara.

—Concéntrate, Nicky.

—Bien —dijo Nick, sacudiendo la cabeza—. Al Servicio


Secreto no le importará si nuestros suelos están sucios. ¿En qué
estaba pensando?

—Eso no es lo que yo... ¿sabes qué? Vayamos con eso.

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—Necesitamos hablar de otras cosas —dijo Jazz—. Borrar
todo eso de nuestras mentes. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —dijeron todos cuando Nick le devolvió el


teléfono a Gibby.

—Bien —dijo Jazz—. Baile. Todos tenemos nuestros


atuendos, y he hecho reservas en Austers para cenar.

—¿Austers? —preguntó Nick—. ¿No es ese el lugar que


cobra veinte dólares por un vaso de agua y es imposible conseguir
una reserva?

—Lo es —dijo Jazz—. Papá conoce a los dueños, así que


pelearon con un diplomático y nos dieron su mesa. Podría crear un
incidente, pero papá dijo que Irlanda lo superará.

—Genial —dijo Gibby—. Porque todo lo que necesitamos es


que Irlanda también se enoje con nosotros.

Jazz la ignoró, concentrándose en Nick.

—Estarás en mi casa al mediodía del sábado. Tienes que


aprender a bailar y yo te voy a enseñar. Temas que no se
discutirán: Extraordinarios, fuego, telequinesis, humo, hielo,
Simon Burke o padres que guardaron secretos de toda la vida que
ahora están a la vista. ¿Está claro?

—Como el cristal —dijo Nick—. Además, ¿por qué tengo que


ir yo y no Seth?

—Porque yo ya sé bailar —dijo Seth.

Eso era una novedad para Nick.

409
—Como... ¿qué tipo de baile? —Sonrió mientras movía las
cejas.

Seth puso los ojos en blanco.

—No me voy a desnudar para ti. —Hizo una pausa,


considerándolo—. Bueno, todavía no.

Los ojos de Nick se abrieron cuando su cerebro falló.

—Tengo que... presenciar... eso... ahora.

Y para su asombro, Seth se levantó de la mesa y le tendió


la mano a Nick, quien dudó solo un momento antes de tomar lo que
le ofrecían. Seth tiró de él. Se pararon pecho contra pecho. Nick
permitió que Seth colocara sus manos, una en la cintura y la otra
en su hombro.

—Jazz, por favor.

—Estoy en ello —dijo Jazz, y un momento después, Elvis


Presley comenzó a canturrear sobre la prudencia diciendo que solo
los tontos se apresuran.

Pero Nick apenas escuchó al Rey cuando Seth comenzó a


moverlos a ambos lentamente. Era incómodo, pero era de esperar.
Pisó los pies de Seth, sonrojándose furiosamente mientras se
disculpaba. Seth le sonrió y dijo:

—Está bien, Nicky. Muévete conmigo.

Y aunque Nick sabía que la gente los estaba mirando, solo


tenía ojos para Seth. Nick estaba rígido, inseguro, pero cuanto
más pasaba, más se relajaba. Se rió cuando Seth lo envió a dar una

410
vuelta, sus manos se retorcieron, pero nunca se soltaron. Seth tiró
de él hacia atrás con un chasquido, sus caras a centímetros de
distancia. Todo se desvaneció a su alrededor y, por un momento,
Nick pudo imaginar que eran dos chicos normales, bailando,
bailando y bailando.

Tres palabras.

Tres palabritas en la punta de la lengua.

Terminó la canción. Nick se sobresaltó cuando exactamente


cuatro personas aplaudieron, el resto mirando con diversos grados
de interés fingido.

—Eso ha sido genial —dijo una de las personas que aplaudían


mientras Nick daba un paso atrás—. Las personas queer son
miembros válidos de nuestra sociedad y se les debe permitir bailar
en una cafetería, como todos los demás.

Conmovido, Nick dijo:

—Gracias. Eso es muy...

—De nada. Y si te sientes generoso con mi alianza, estaré


feliz de escucharte si quieres decirme quién es Pyro Storm. ¡Vivan
los gays!

—¡Gays! ¡Gays! ¡Gays! —alguien más gritó— ¡Ahora ayúdanos


a que nos paguen!

—Eso ni siquiera rima —gruñó Nick mientras Seth trataba


de detenerlo—. ¡Mierda, cómo se atreven a interrumpir un
hermoso momento entre dos personas que bailan en público! ¡Te lo
haré pagar! ¡Os lo haré pagar a todos!

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—Y como estoy seguro que puede estar de acuerdo —le dijo
el director a papá—. No podemos permitir que Nick haga amenazas
como esa. No pinta bien.

Nick lo fulminó con la mirada, pero sabiamente mantuvo la


boca cerrada.

Papá, por otro lado, no participó en eso.

—Ya veo. Y, sin embargo, me ha dicho que ha sido acosado


no solo por otros estudiantes, sino también por miembros del
profesorado.

El director hizo una mueca.

—No sé si lo llamaría acosado.

Papá se inclinó hacia adelante.

—¿Cómo lo llamaría, entonces, cuando los profesores


solicitan información privada de mi hijo para su propio beneficio
económico?

—Yo...

—Es gracioso cómo piensas que he terminado —dijo papá


con frialdad, y Nick sintió una oleada de afecto por él. Al diablo
con su situación actual, nunca dudaría ni por un momento que su
padre iría a patear culos por él cuando realmente importara—. No
sé qué tipo de escuela está administrando, pero cuando el
aprendizaje de mi hijo se ve interrumpido tanto por los
estudiantes como por los profesores, puede apostar que voy a

412
tener un gran problema con eso. Entonces, a menos que las
próximas palabras que salgan de tu boca sean un plan detallado
para garantizar que esto no vuelva a suceder, no quiero escucharlo.

El director levantó las manos como para aplacar a papá.

—Le escucho, señor Bell. Nicholas, voy a hacer todo lo que


esté a mi alcance para asegurarme que no vuelvas a tener más
interrupciones en los terrenos de la escuela.

—Hágalo —espetó Nick—. Todo lo que quiero hacer es


aprender y tener éxito y convertirme en un investigador privado
de panadería que hornea bollos y pelea.

Papá tosió intencionadamente.

—Bien —dijo Nick—. Nada de pelear. Solo bollos. Todos esos


deliciosos bollos.

Papá se rió, pero hizo un trabajo admirable al encubrirlo.

—Espero que le informe a su personal que no se tolerará


ninguna discusión con Nick que no se relacione con la escuela o sus
tareas. Buenos días. Nick, vámonos.

—Pero...

—Ha dicho buenos días —espetó Nick por encima del


hombro mientras seguía a su padre desde la oficina. Lo último que
vio del director fue al hombre sentado aturdido detrás de su
escritorio, con el rostro pálido y los ojos muy abiertos.

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El plan de Nick de subir las escaleras tan pronto como
llegara a casa se vio frustrado por un invitado inesperado que los
esperaba en el porche de su casa.

—¿Qué está haciendo aquí? —dijo Nick, mirando a la figura


que los saludaba—. Traidor. Tú también, ya que obviamente esto
es una emboscada.

Papá apagó el coche y miró a su hijo.

—Probablemente quiera asegurarse que estés bien. No le


expliqué mucho cuando salí del recinto, solo que la escuela llamó
por ti. No sabía que nos estaría esperando.

—Para eso están los teléfonos. Hablando de eso, tenemos


que conseguirme uno nuevo.

—El próximo fin de semana —prometió papá—. Y fíjate en


cómo no pregunté qué pasó realmente con tu teléfono.

—Te dije que fue robado en el tren por un hombre que...

—…Que parecía un asesino en serie disfrazado de Santa


Claus, lo sé. Fue muy descriptivo. No esperaba menos.

—Bien —dijo Nick—. Ahora que eso está fuera de discusión,


deberías decirle al Cap que se vaya. No quiero hablar con él.

—Sal del coche —dijo papá.

Nick lo hizo, aunque se quejó en voz alta. Cerró la puerta


detrás de él, acechando por la pasarela hacia su casa. El bigote de
Cap se crispó cuando Nick se acercó.

—Hola, Nicky —dijo Cap—. ¿Todo está bien?

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—Claro —dijo Nick alegremente—. ¡Todo está bien! Tú
sabes cómo es. Se acerca el baile de graduación, mi novio es
increíble, tengo que empezar a pensar en la universidad pronto, ¿y
qué más? ¿Qué más? ¡Oh sí, eso! Tu nuevo jefe, Simon Burke, puso
una recompensa por la cabeza de Pyro Storm, y ahora todos me
persiguen. ¿Cómo estás?

—Oh, cielos —dijo Cap.

—Nicky, no —dijo papá.

—Nicky, sí —dijo salvajemente, jugueteando con sus llaves.


Se las arregló para meterla en la cerradura antes de abrir la
puerta, haciendo que rebotara en la pared. Dejó caer su mochila
en el suelo cerca de la puerta antes de dirigirse hacia la cocina.

—Entra, Cap —le oyó decir a papá desde la entrada principal.

—No sé si debería —dijo Cap—. Da miedo cuando quiere.

—¡Maldita sea! —gritó Nick mientras preparaba un sándwich


de queso y salsa de tomate, fingiendo que era la sangre de sus
enemigos. Tenía bastantes ahora para un chico de dieciséis años.
Si bien no era lo ideal, ciertamente se sumaba a la mística de ser
un héroe melancólico con una peligrosa expresión burlona que
disimulaba su magullado corazón de oro.

—Entra —dijo papá.

Cuando Nick se dio la vuelta, sándwich en mano, ambos


estaban de pie en la entrada, mirándolo.

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Nick mordió su sándwich sin apartar la mirada de Cap,
masticando desagradablemente. Cap se quitó el sombrero de
servicio y lo sostuvo frente a él.

—Nick.

—Cap —dijo a través de un bocado de queso con kétchup—


¿Cómo estás? ¿Has traicionado a alguien más últimamente?

—No puedo decir que lo haya hecho —dijo Cap fácilmente


mientras se sentaba a la mesa, con el sombrero de servicio
apoyado frente a él—. A Mary no le gusta que traicione a nadie,
mucho menos a su hijo favorito. Ella dice hola, por cierto. Quiere
que los dos vayáis a cenar pronto. Pediremos comida para llevar, lo
prometo.

—Puedes decirle que le dije hola, pero también asegúrate


que sepa que no estoy muy feliz contigo.

Cap soltó un bufido.

—Lo haré, Nicky. —Se puso serio y miró a papá antes de


volver a mirarlo—. Sentaos los dos. Es hora de que tengamos una
conversación.

Nick pensó en decirle que se jodiera, pero papá señaló con


la cabeza hacia la mesa, así que hizo lo que le dijo. Se aseguró que
la silla raspara el suelo con fuerza para demostrar que no estaba
contento. Se sentó, cruzando los brazos mientras papá sacaba la
silla junto a la suya.

Una vez que ambos estuvieron sentados, Cap se reclinó en


su silla, acariciando su bigote.

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—Tu padre me ha dicho que viste esa conferencia de prensa.
Pensé que podría venir y explicarme para que no te hicieras una
idea equivocada. Parece que llegué un poco tarde.

—Demasiado tarde —coincidió Nick—. ¿Por qué diablos


estás con Burke?

—Nick —advirtió papá—. Cuidado con el tono.

Nick puso los ojos en blanco.

—No es como si Cap estuviera con alguien cuyo hijo intentó


matarnos a mí y a mis amigos, a quien acudiste para asegurarte que
yo...

—...tomaras la medicación adecuada para tu TDAH —dijo


papá rápidamente. Fue solo entonces que recordó que Cap no
estaba al tanto de lo de él, o, al parecer, Pyro Storm. La opinión
de Nick sobre su padre se elevó uno o dos escalones.

Cap parpadeó.

—¿Burke? No es médico. ¿Qué tiene que ver con los


medicamentos de Nick?

—Burke Pharmaceuticals fabrica todo tipo de cosas, ¿no es


así, padre mío? —Nick preguntó inocentemente—. Pero sí, fue solo
para mis medicamentos para el TDAH. ¿Para qué otra cosa podría
haber ido a Burke?

Cap miró entre ellos con el ceño fruncido. Tenía preguntas,


pero Nick vio el momento en que las dejó pasar.

417
—Correcto. Para tus medicamentos para el TDAH. ¿Como va
eso?

—¡Estupendo! —dijo Nick, con salsa de tomate en la


barbilla—. Todavía lo tengo, así que...

Cap miró a Nick durante un largo momento. Finalmente


asintió y dijo:

—No estoy trabajando con él.

—¿Ah, de verdad? Porque esa conferencia de prensa


sugería lo contrario.

—Nick —dijo papá—. Déjalo hablar. Tienes que escuchar


esto. Yo también lo hice y respondió algunas de las preguntas que
tenía.

—Bien por ti —dijo Nick. Hizo una mueca cuando la culpa


ardió en su pecho—. Lo siento. Estoy siendo un idiota.

—Un poco —dijo Cap—. Pero lo entiendo. ¿Puedo confiar en


que no dirás nada de esto? Y lo digo en serio, Nick. Nadie fuera de
esta habitación puede saber lo que voy a decirte.

Era como si Cap supiera exactamente cómo jugarlo. Nick era


fan de la mierda de capa y espada, pero tenía que jugar con calma.
Haz que parezca que no estás interesado, a pesar que
prácticamente estaba rebotando.

—Seguro. Lo que sea, hombre. No es nada. —Así. Mejor.

El bigote de Cap se movió como si estuviera luchando contra


una sonrisa.

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—Estoy investigando a Burke.

Nick se atragantó con el último trozo de sándwich y tosió


bruscamente. Papá empezó a levantarse, luciendo alarmado, pero
le indicó que lo dejara. Consiguió no morir, tragando hasta que el
trozo se hundió como plomo en su estómago.

—¿Por qué? —gruñó.

—Muchas cosas —dijo Cap con seriedad—. Es complicado,


pero intentaré que sea sencillo. En unas semanas, Burke anunciará
sus planes de postularse para alcalde. Si eso sucede, él será el
dueño de la policía y hay miembros de la fuerza que se sienten
amenazados por la aparición de los Extraordinarios, por lo que
esperan ver a alguien a cargo que tenga un plan para documentarlos
y rastrearlos. —Parecía exhausto y mucho mayor de lo que
sugerían sus más de sesenta años—. Hay una ola de propaganda
anti-extraordinaria que se eleva con fuerza. He hecho todo lo
posible para pararla, pero se está volviendo más grande de lo que
incluso yo puedo controlar. No ayuda que ciertas personas piensen
que la policía está siendo atacada injustamente por simplemente
intentar hacer su trabajo, lo cual es una mierda. Nuestro trabajo
no consiste en elegir a quién proteger o, al menos, así debería ser.
Ya no estoy tan seguro de eso. No sé qué significa, ni qué papel he
desempeñado para permitir que suceda. Pensé… —Se pasó una
mano por la cara—. Pensé que mis oficiales verían a través del ruido
de lo que realmente está sucediendo. Estaba equivocado. Muy, muy
equivocado y tengo que reconciliar eso con la realidad de la
situación. Hay... entusiasmo por parte de algunos ante la idea que
Burke tome el control.

419
Nick lo miró estúpidamente, tratando de entender.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque sienten que él es el único que puede poner al DPNC


de nuevo bajo el control de Nova City —dijo Cap con amargura.
Miró a papá, que permanecía estoico—. Yo... bueno... no me han
amenazado, pero quedó muy claro que, si no me alistaba, podría no
estar en mi posición por mucho más tiempo.

—¿Quieren despedirte? —preguntó Nick—. ¿Cómo no es eso


una amenaza?

Cap se encogió de hombros.

—U obligarme a dimitir. Y tampoco se trata solo de mí. Se


trata de cerrar la División de Extraordinarios. O revisarla para
convertirla en algo completamente diferente.

Aturdido, Nick se atragantó:

—¿Cómo qué? —Miró a su padre—. No me has contado nada


de eso.

—No quería que te preocuparas —dijo papá—. Y por ahora,


todo son palabras. —Extendió las manos sobre la mesa, flexionó
los dedos—. Pero las palabras pueden convertirse en acciones. No
sé qué han planeado, pero dudo que sea algo bueno.

Nick se desplomó en su silla, con la mente acelerada


mientras se apoyaba la barbilla en las manos.

—Qué demonios.

420
—Lo sé —dijo Cap, acercándose y apretando su codo—. Es
mucho, Nicky. Y aunque quiero decirte que no te preocupes porque
tu papá y yo podemos cuidarnos solos, sé que eso no es justo para
ti. La razón por la que os estoy contando todo esto es porque no
quiero que haya ningún secreto entre nosotros, especialmente
porque Burke no está jugando. Esta iniciativa de Save Our Children
es una mierda. Está tratando de hacer una lista completa de los
Extraordinarios de Nova City, y no sé para qué, pero planeo
averiguarlo mientras pueda. No tenía idea de la recompensa que
iba a ofrecer por Pyro Storm. —Cap miró a papá de nuevo y luego
respiró hondo—. Puedes decirle a Seth que, si bien es posible que
no entienda cómo puede hacer lo que hace, haré todo lo posible por
cuidarlo.

El aire desapareció de la cocina. La piel de Nick palpitó


dolorosamente mientras se levantaba, con la silla raspando el
suelo. Presa del pánico, miró a su padre, que parecía tan
sorprendido como él. Trató de respirar, intentó mantener el
control, pero era una batalla perdida. Su aliento silbó en su
garganta mientras se inclinaba, envolviendo sus brazos alrededor
de su cintura.

—Mierda —murmuró Cap—. No era mi intención soltártelo


de esa manera. —Pero entonces papá estaba allí, ahuecando la cara
de Nick y diciéndole que respirara, solo respira, chico. Lo tienes.
Dentro. Aguanta, uno, dos, tres. Fuera. Adentro, uno, dos, tres. De
nuevo. De nuevo. De nuevo.

Cuando Nick volvió en sí mismo, se sentía frío y húmedo, el


sudor le corría por la nuca. Papá le preguntó si estaba bien y Nick
asintió. Papá se dio la vuelta, con las manos en puños a los costados,

421
protegiéndolo detrás de él. Era ridículo, por supuesto. Este era
Cap, de todas las personas. Cap no lo haría, no podía.

—No tenemos idea de lo que estás hablando —dijo papá


rotundamente.

Cap suspiró.

—Sí. Lo sabes. No se lo he contado a nadie, ni siquiera a


Mary. Y no lo haré. Tienes mi palabra al respecto. Retírate, Aaron.
Solo estamos teniendo una conversación. No hay necesidad de
enojarse.

—¿No hay necesidad? —Nick espetó, poniéndose de


puntillas para mirar a Cap por encima del hombro de si padre—. No
puedes venir aquí y decir algo así y no esperar una reacción. ¡Es
como si ni siquiera me conocieras!

—Pero lo hago —dijo Cap—. Os conozco a ambos muy bien. Y


si estamos poniendo todas nuestras cartas sobre la mesa, debo
admitir que por un tiempo pensé que Nick era Pyro Storm. —
Levantó la mano cuando Nick y papá empezaron a farfullar—. Tenía
sentido, al menos al principio. Nick seguía apareciendo dondequiera
que hubiera estado Pyro Storm. Sabía más de lo que debería saber
para alguien que decía no estar involucrado. Y ni siquiera me hagas
empezar con todo el fiasco de Shadow Star. Pensé que la obsesión
de Nick era un acto para desviar a la gente del camino.

—Sí —murmuró Nick—. Eso me hubiera hecho mucho más


genial, pero por desgracia, en su lugar, la cagué. No es uno de mis
mejores movimientos. Y no estaba obsesionado. Simplemente me

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guiaron las hormonas que terminaron traicionándome
espectacularmente.

—No eres la primera persona en estar enamorada de alguien


horrible —dijo Cap con seriedad—. Había una chica por la que
hubiera hecho cualquier cosa cuando era más joven, incluso
después de descubrir que era parte de una pandilla que robaba en
comunidades de retiro y zoológicos.

Nick y papá lo miraron boquiabiertos.

Cap se encogió de hombros.

—Todos hacemos cosas estúpidas cuando somos jóvenes.


Demonios, hacemos cosas estúpidas sin importar la edad que
tengamos. —Lanzó una mirada mordaz a papá—. Es parte de ser
humano. Afortunadamente, al igual que Nick, me di cuenta que una
vida de delincuencia no era exactamente lo que estaba buscando.
Luego conocí a Mary, y ella me puso en el camino recto y estrecho,
y aquí estamos.

—Es posible que te hayas saltado un detalle o dos —dijo


Nick débilmente mientras papá comenzaba a relajarse.

—Sólo unos pocos —dijo Cap—. Pero mi punto sigue siendo


válido. Pensé que Nick era Pyro Storm. No pensé que fuera
malvado, no importaba que las noticias y Shadow Star intentaran
darle la vuelta. Entonces sucedió lo del puente, y Pyro Storm y
Nick estaban uno al lado del otro, y supe que me había equivocado.
—Le sonrió a Nick—. Ese beso acabó con toda esa idea.

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—Pero eso no explica cómo llegaste a Seth —señaló papá,
dejándose caer de nuevo en su silla. Nick estaba detrás de él, con
las manos descansando sobre sus hombros.

Cap puso los ojos en blanco.

—No fue tan difícil. El hecho que nadie más se haya dado
cuenta es ridículo. No te ofendas, pero es bastante obvio.

—¿Lo es? —preguntó Nick.

—Lo es —coincidió Cap—. Nick, no eres exactamente... sutil.


Y no lo digo de mala manera; es parte de tu encanto. Mientras
besabas a Pyro Storm, aparentemente también besabas a Seth, y
me senté y pensé mucho. El Nick que conozco no haría algo tan
malo como engañar al chico del que ha estado enamorado durante
años...

—¿Años? —Nick jadeó—. Ni siquiera he dicho... está bien.


Volveremos a esa parte porque ¿qué? ¿Me estás diciendo que
pensabas que soy una buena persona que la única forma de que esto
tuviera algún sentido era que Pyro Storm y Seth fueran la misma
persona?

Cap asintió.

—Bueno —dijo Nick—. Eso lo arregla. Soy prácticamente el


gay más grande que jamás haya existido. Gracias, Cap.

—Uh, sí —dijo Cap, mirando de un lado a otro—. Eso es


exactamente lo que quise decir. —Sacudió la cabeza—. A partir de
ahí, miré hacia atrás en todo lo que había sucedido. Dondequiera
que iba Pyro Storm, Nick seguro que iba a seguirlo. No siempre

424
estaba allí, pero la mayoría de las veces, el camino desde Pyro
Storm siempre conducía de regreso a nuestro Nick. Me dije a mí
mismo que todos me lo diríais cuando estuvierais listos,
especialmente después que me di cuenta que Aaron estaba
involucrado. Por eso no tuve ningún problema en ayudarlo a crear
la División de Extraordinarios. Si eso significaba mantenerte a
Pyro Storm y a ti a salvo, entonces no vi a quién podía dañar. Puede
que no entienda lo que la gente como Seth puede hacer, pero me
gusta pensar que lo conozco, al menos un poco. Nada en él grita
'criminal'. Dudo que ese chico haya hecho alguna vez algo ilegal en
su vida.

—Bueno —dijo Nick—. Eso probablemente no sea cierto.

Cap lo miró fijamente mientras papá gemía.

—Uh —dijo Nick—. Ignora esa parte. Vuelve a hablar de lo


increíble que crees que soy y esas cosas.

—Bien —dijo Cap lentamente—. Entonces Burke volvió a


asomar la cabeza con toda esta mierda de Save Our Children, y
recordé cómo Aaron había recibido un aviso anónimo sobre lo que
estaba sucediendo en el sótano de Burke Tower. No encontramos
nada, por supuesto, pero eso no significa que algo no hubiera
estado allí. Burke cree que es inteligente, y lo es. Pero también
tiende a subestimar a quienes considera que están por debajo de
él. ¿Crees que Owen le habló de Seth? ¿Una última putada antes
de que lo enviaran a cualquier hospital en el que se encuentre?

Nick dijo:

425
—Owen odia a su padre incluso más que a nosotros. Convirtió
a Owen en un bulldog, solo para protegerse a sí mismo y a su
trabajo.

—Sea como sea —dijo Cap—. Lo que pasa con los perros es
que aman con todo su corazón, incluso cuando abusan de ellos. No
significa que no muerdan cuando se les empuja, pero hay lealtad en
el miedo. Todo lo que hace falta es que Owen abra la boca y Burke
sabría a quién apuntar. Y de eso creo que se trata. Lo qué está
haciendo Burke. Su plan.

Nick parpadeó.

—¿De qué estás hablando?

Cap se encogió de hombros.

—Venganza, pura y simplemente. Se lo quitaste, Nick. Pyro


Storm y tú. Fuera lo que fuese lo que estaba haciendo, ambos se
interpusieron en su camino. Y lo que es peor, expusiste a su hijo
por lo que realmente era. Burke puede ser poderoso, y puede estar
loco, pero creo que ama a su hijo, sin importar lo que le haya hecho.
Le quitaste eso. Incluso antes de la recompensa, estaba tratando
de eliminar a Pyro Storm. Apuesto el que podría ser mi último
cheque de pago a que esperaba que alguien llamara a su línea
directa con información sobre Pyro Storm, o al menos le indicara
la dirección correcta. Y si pudiera reunir información sobre otros
potenciales Extraordinarios mientras tanto, mucho mejor para él.
Pero no creo que haya conseguido lo que quería, por eso anunció la
recompensa.

—Pero... pero eso es muy estúpido.

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—¿Qué? —preguntó Cap, sorprendido. Incluso papá inclinó
la cabeza hacia atrás para mirar a Nick con el ceño fruncido.

Nick comenzó a caminar.

—No puede ser tan simple. Expusimos a Owen, pero Burke


salió relativamente ileso de toda esa debacle. Sí, la gente se
preguntaba cómo no vio lo que era Owen, pero Burke le dio la vuelta
a la historia. Se pintó a sí mismo como una víctima de los poderes
fuera de control de su trastornado hijo y todos le creyeron. Si
estaba muy cabreado, ¿por qué correr el riesgo de dejar que la
gente vea quién es realmente? Especialmente con Ice y Smoke a
su lado.

—El dinero manda, chico —dijo papá—. No es justo, pero ahí


está. Siempre que pueda lanzar dinero a cualquier problema que
tenga, la gente tiende a no hacer preguntas.

—Excepto por nosotros —dijo Cap—. Porque tengo muchas,


muchas preguntas para Burke, pero todavía no tengo suficiente
información para hacer las correctas.

—¿Estás seguro de esto, Cap? —preguntó papá—. No


quieres estar en la mira de Burke. Si recibe una sola pista de que
estás trabajando en su contra...

—Ya estoy en su punto de mira —dijo Cap—. Y no sería la


primera vez que alguien en el poder viene a por mí. Me convertí en
policía porque pensé que podía cambiar la forma en que se hacía
justicia, ayudar a reformar la manera en que opera la policía. Y
aunque me gusta pensar que he ayudado a marcar la diferencia, se
está saliendo de mi control. Hay demasiados policías que piensan

427
que son el principio y el fin en lo que respecta a la ley. Dale a un
hombre una pistola y una placa, y se cree que es la persona más
poderosa del mundo. No es así como debería ser, pero
desafortunadamente, lo es. —Se miró las manos.

—Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer? —Nick


preguntó impotente.

—Lo que podamos —dijo Cap—. Burke puede ser poderoso y


puede tener más dinero del que la mayoría de la gente verá en cien
vidas, pero eso no significa que pueda hacer lo que quiera. Tenemos
que trazar la línea en alguna parte.

Nick cerró los ojos cuando se detuvo detrás de la silla de


papá.

—Excepto que no se trata solo de venganza. Al menos, no


contra Pyro Storm por lo que hizo para detener a Owen.

—¿Nick? —preguntó papá.

Nick abrió los ojos y sonrió débilmente a papá.

—Tenemos que decírselo. Tiene que saber si se va a


enfrentar a Burke.

Papá palideció.

—No. Nick, no.

—No se trata solo de Owen —susurró Nick—. Se trata de


nosotros. Tú. Yo. —Desvió la mirada—. Él… creo que la amaba. Más
de lo que sabes. Y creo que permitió que sus sentimientos se
marchitaran hasta que se pudrieron. Actuó como si no importara,

428
actuó como si no le doliera, pero ¿y si lo hiciera? Ella era su propia
persona y tomaba sus propias decisiones, pero ¿y si sintiera que la
alejaste de él?

—¿Aaron? —preguntó Cap—. ¿De qué está hablando?

Papá lo ignoró, con los ojos puestos en Nick.

—Si hacemos esto, nunca podremos borrarlo.

—Lo sé —dijo Nick—. Pero es Cap. El que ha venido aquí y


nos ha contado que tiene una diana en la espalda y necesita saberlo
todo. Tenemos que unirnos porque estamos luchando por
separados.

Papá bajó la cabeza, con las manos apretadas en puños sobre


la mesa.

—Tengo miedo.

—Yo también —dijo Nick suavemente.

—Solo quiero que estés a salvo —dijo papá con voz


ahogada—. Quiero que seas feliz y libre y que no te preocupes por
nada de esto.

—Lo sé. E hiciste lo que pensaste que era correcto —dijo


Nick—. Si lo fue o no es algo completamente diferente, pero no te
culpo por eso. Estoy enojado porque trataste de quitarme una
parte de mí a la que no tenías derecho. Estoy enojado porque me
mentiste. Pero nunca me enojaré porque intentaras protegerme.
Nadie sabe cómo fue para nosotros cuando el Antes se convirtió
en Después. Somos un equipo y nadie puede detenernos.

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Papá se secó los ojos.

—Equipo, ¿eh?

—Maldita sea, lo somos. Y si Burke cree que puede usar eso


en nuestra contra, entonces está cometiendo su mayor error hasta
el momento.

Papá se puso de pie, con los brazos abiertos.

—Ven aquí, chico.

Y fue. Por supuesto que lo hizo. Su padre lo abrazó con


fuerza, la cara de Nick enterrada en su pecho.

Después de un tiempo, papá se apartó y estudió el rostro de


Nick.

—Si estás seguro.

Él asintió.

—Si ayuda a Cap a descubrir lo que está haciendo Burke


mientras aún hay tiempo, entonces nos ayuda. Y es mejor que lo
escuche de nosotros. Sabes que tengo razón. Nunca se trató solo
de Owen, ni siquiera de Seth. Se trataba de mamá, tú y él. —Tomó
una respiración profunda—. Y yo. —Papá vaciló antes de asentir
lentamente. Se volvió hacia Cap, pero no iba a hacer esto solo. Nick
estaba con él hasta el final.

Eso es lo que hacían los hombres Bell.

Cap arqueó una ceja a ambos.

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—¿Por qué tengo la sensación de que no me va a gustar lo
que estás a punto de decir?

Nick se rió histéricamente.

—Cap, no tienes idea. Así que, tenías razón, no soy Pyro


Storm, pero soy un Extraordinario. Telequinético, aunque mis
poderes no siempre funcionan cuando quiero que lo hagan, a menos
que esté saltando desde el techo de un edificio.

Papá se puso rígido y volvió la cabeza lentamente hacia Nick.

—¿Qué has hecho qué?

Nick se encogió de hombros.

—Oh, sí. Lo siento. Pero no te preocupes. Floté. ¡Hurra!

Los ojos de papá se ampliaron.

Cap se sentó hacia adelante, con las manos cruzadas frente


a él, los nudillos sin sangre.

—Quizás deberías empezar por el principio.

Y así lo hicieron.

Cuando terminaron, el cielo exterior había comenzado a


oscurecerse. Nick había dejado que su padre contara la mayor
parte de la conversación, solo interviniendo para proporcionar
comentarios en color que sabía que eran apreciados, aunque Cap y
papá no pensaran que era para tanto. De hecho, Cap apenas habló,
lo que permitió a los Bell contar su historia. Cuando Nick llegó a la

431
parte sobre la caída del puente, los puntales de metal flotando
sobre él, Cap hizo un ruido herido como si le hubieran golpeado el
estómago, bajo y entrecortado. Cerró los ojos mientras Nick le
contaba cómo había sido pseudo-secuestrado por Burke. Y aunque
estaba ansioso por contarles todo, Nick no dijo una palabra sobre
Señorita Conducta o TK. Si podía mantenerlos alejados de este lío,
mucho mejor. No merecían tener esta basura encima de ellos,
especialmente porque no habrían estado involucrados, si no
hubiera sido por él. Si podía mantenerlos a salvo, entonces era un
pequeño precio a pagar.

Afortunadamente, Cap parecía demasiado aturdido para


siquiera cuestionarlo. Nick casi se sintió mal, pero luego recordó
que Cap había tratado de poner en práctica un plan sin decírselo,
lo que les hizo creer que había cambiado de bando y se había unido
a Burke.

Nick y papá guardaron silencio, esperando la reacción de


Cap, ambos inquietos en sus asientos.

Cap cerró los ojos, las manos descansando sobre su


estómago mientras se recostaba en la silla. Nick abrió la boca, pero
papá negó con la cabeza a modo de advertencia. Nick suspiró en su
lugar, tocando el borde de la mesa.

Finalmente, Cap abrió los ojos, aunque parecían distantes.


Le sorprendió muchísimo a Nick cuando dijo:

—Gracias por decírmelo. Yo… —Se rió en voz baja, mirando


a papá—. Tienes mucho trabajo por delante.

Papá suspiró.

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—No tienes idea.

Cap se sentó hacia adelante en su silla, golpeando con los


nudillos la mesa.

—Está bien. Ahora que eso está fuera del camino, ¿cuál es
el problema más urgente en el que debemos enfocarnos primero?

Nick parpadeó.

—¿Eso es…? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?

Cap le sonrió.

—Oh, estoy seguro que tendré un millón de preguntas tan


pronto como pueda pensar con claridad, pero eso puede esperar.
Te conozco, Nick, y esto es... bueno, si alguien puede hacerlo, eres
tú. Dicho esto, me parece que tenemos cosas más importantes de
las que preocuparnos en este momento. ¿Por dónde empezamos?

Buena pregunta. Simon Burke iba tras ellos. Tenía a Ice y


Smoke. Nick tenía poderes que no podía usar correctamente y no
tenía idea de cómo se llamaría a sí mismo si descubría cómo
usarlos. Owen Burke estaba escondido en algún hospital
psiquiátrico, probablemente furioso y planeando venganza, no muy
diferente a su padre. Su madre estaba muerta y, aunque podría
haberle dicho cómo hacer funcionar sus poderes, nada iba a
cambiar el hecho de que se había ido. TK no quería ayudarlo y, con
suerte, estaba escondido, junto con la Señorita Conducta. Había
una recompensa por la cabeza de Pyro Storm, lo que provocaba que
la ciudad enloqueciera de codicia. Rebecca Firestone estaba
empeñada en avivar las llamas del descontento.

433
Era demasiado grande. Todo.

Así que Nick empezó con la única cosa que más le molestaba.

—No sé bailar, y se acerca el baile de graduación. Se supone


que Jazz debe ayudarme, pero creo que no tengo salvación porque
Seth me hizo bailar con él en la cafetería y lo pisé. No quiero
parecer un idiota cuando estemos en el baile. Quiero decir, voy a
llevar un traje de mago muerto por usar pintura facial con plomo.
Espera, esa oración es confusa. No voy a llevar pintura facial con
plomo. Él la llevaba, eso fue lo que lo mató y ahora su traje es mío,
pero todavía no sé bailar, y no puedo avergonzar a Seth
moviéndome como un hipopótamo de tres patas frente a todos de
nuevo.

Papá suspiró.

Cap lo miró fijamente.

Nick se encogió de hombros.

—¿Qué? Tengo dieciséis; tengo muchas cosas que hacer. El


hecho que probablemente todos terminemos luchando por
nuestras vidas en un enfrentamiento épico al final de todas estas
cosas de Burke no significa que no pueda preocuparme también por
querer impresionar a mi atractivo novio. Dios mío, ¿lo has visto con
pañuelo? Las cosas que quiero hacerle probablemente no deberían
describirse aquí, ya que soy virgen y permaneceré así durante
mucho, mucho tiempo.

Papá miró hacia el techo.

—Ni siquiera sé qué hacer con nada de eso.

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—Sí —dijo Cap. Se puso de pie, se desabotonó el uniforme,
luego se quitó el abrigo y lo colgó en el respaldo de la silla. Señaló
con la cabeza la radio estropeada que estaba en el mostrador junto
a la pequeña televisión. Sin esperar respuesta, se dirigió a ella, la
encendió y jugueteó con el dial hasta que encontró una emisora con
música antigua, la voz dulce, las trompetas aullando de fondo. Cap
se volvió y le tendió la mano a Nick.

Nick lo miró fijamente.

—¿Qué estás haciendo?

Cap puso los ojos en blanco.

—Mostrándote cómo bailar. Créame cuando digo que se


hacer un movimiento o dos. Mary dice que tengo caderas que no se
rinden, y mientras yo... ¿dejarías de sentir náuseas? En serio, Nick.
Enfócate. Si bien puede que no sea el mejor, todavía sé lo que
estoy haciendo. Puedo enseñar a tu flaco culo blanco qué hacer.

—Sí —respiró Nick—. Sí a todo esto, oh, Dios mío, sí. —


Saltó de la mesa, rodeó la silla de papá y tomó la mano de Cap en
la suya. Nick miró a papá, quien los miró con una tranquila sonrisa.

Las cosas estarían bien, pensó. De una forma u otra,


estarían bien.

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16

—Guau —dijo papá, mirando a Nick mientras bajaba las


escaleras, con la cabeza en alto—. Ahora sé por qué no querías que
viera el traje hasta que estuvieras listo para ir al baile de
graduación.

—¿Verdad? —dijo Nick alegremente, saltando los últimos


pasos. Los zapatos de vestir no tenían tracción y sus pies casi se
deslizaron por debajo de él. Se las arregló para mantenerse
erguido, jugando como si lo hubiera hecho a propósito. Separando
los brazos de su cuerpo, se volvió en un círculo lento, esperando
que la luz del techo reflejara las lentejuelas de su traje—. ¿No es
asombroso?

—¿Sí? —dijo papá—. Sin duda destacarás. Lo admito,


cuando me dijiste que una vez perteneció a un mago muerto, pensé
que lo estabas exagerando un poco. Estaba equivocado.

—Incluso podría estar embrujado —dijo Nick mientras


dejaba de girar. De repente, al darse cuenta que estaba a punto
de ir al baile de graduación con el chico de sus sueños, preguntó
nerviosamente—: ¿De verdad crees que me veo bien? No es
demasiado, ¿verdad?

—No —dijo papá—. Eres tú, de principio a fin. Y eso es algo


bueno.

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—Bien —dijo Nick, un poco aliviado—. Al menos me veré
devastadoramente guapo, lo que con suerte desviará la atención
del hecho que todavía no puedo bailar muy bien.

—Dudo que a Seth le importe eso en absoluto —dijo papá—


. Viéndote así.

Nick entrecerró los ojos.

—¿Te estás burlando de mí?

—No se me ocurriría —dijo papá con los ojos húmedos.

—Aw, papá, vamos. No tienes que llorar. Sé que estoy


redefiniendo la alta costura, pero no es un gran problema.

—Sí, sí —dijo papá mientras sollozaba—. Estoy... te ves


feliz, Nicky. Lo que me hace feliz a mí.

—Lo soy —dijo Nick—. Nos hemos ganado una noche en la


que podemos ser estúpidos y no preocuparnos de que alguien
intente darnos un puñetazo en la garganta o congelar nuestras
entrañas. —Hizo una pausa—. Eh. Nuestras vidas son extrañas.

—Eso podría ser un eufemismo, chico. —Papá bajó su


teléfono—. Te mereces esto. Todos os lo merecéis.

—Por eso convencí a Seth de que ignorara la aplicación, al


menos por esta noche. —Nick había esperado que luchara un poco,
por lo que se sorprendió cuando Seth estuvo de acuerdo casi de
inmediato, diciendo que no iba a responder a ninguna llamada, por
muy seria que fuera. Esta noche era solo de ellos, Jazz y Gibby.

437
—Bien —dijo papá, dando un paso atrás—. A ella le
encantaría esto, Nicky.

Nick se sonrojó felizmente. Se estaba volviendo más fácil


ahora nombrarla. Todavía dolía y probablemente siempre lo haría,
pero ya no era como solía ser.

—Yo también lo creo. Diría que me veo genial

—Sí, eso suena como ella. —Papá respiró hondo antes de


negar con la cabeza—. Está bien, salgamos. Necesitaré hacer al
menos cien fotos cuando lleguemos y no quiero que el restaurante
envíe a los sicarios por ti.

—Cinco fotos.

—Noventa.

—Diez.

—Noventa y uno.

Nick lo fulminó con la mirada.

—Espero que nunca te llamen para ser negociador de


rehenes porque todos morirán, ya que no sabes nada sobre
negociar.

—¿Oh y tú lo sabes todo? —dijo papá mientras se dirigía a


la puerta—. Pon tu trasero en marcha.

Gruñendo, Nick siguió a papá hacia la puerta.

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De camino a la casa de los Gray, Nick jugó con su nuevo
teléfono. No era nada especial, pero siempre que pudiera estar
online y pudiera ponerlo en contacto con papá, realmente no le
importaba.

Abrió la cuenta de Twitter de Pyro Storm, mirando,


estupefacto, como el número de seguidores ahora se acercaba a
casi medio millón. Las menciones eran un desastre, por lo que en su
mayoría las ignoró, tratando de mantener su entusiasmo bajo
control con las celebridades verificadas que habían comenzado a
retuitear las frases de Pyro Storm. Sabiendo que este tipo de
popularidad era parte de la pendiente resbaladiza de volverse
malvado en sí mismo (un influencer de las redes sociales), Nick no
consideró en absoluto deslizarse en los DM de uno de los
retweeters, el tipo que interpretaba a un superhéroe en la pantalla
grande con un disfraz tan apretado que era básicamente un
anuncio de circuncisiones. Nick ya tenía novio, y era un verdadero
superhéroe que también llevaba un traje ceñido. De acuerdo, no
revelaba si Seth estaba circuncidado o no (y Nick no sacó las
muchas, muchas fotos que encontró de Pyro Storm para mirar de
cerca, ¡no señor!), Pero estaba bien. Sería una sorpresa divertida
cuando se dispusieran a.… hacer cosas. Lo que harían, dentro de
poco, ¿verdad? ¿Y si pasara algo esta noche? ¿Qué pasaría si Seth
estaba listo para cosas de manos o traseros y Nick ni siquiera se
había preparado? De todos modos, ¿qué hacía uno con el pene de
otra persona?

—¿Qué estás mirando? —peguntó papá.

—¡Nada! —Nick clamó, volviendo a guardar el teléfono en el


bolsillo—. ¡Y definitivamente no estaba buscando las diferencias

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entre penes circuncidados e incircuncisos, si eso es lo que estabas
preguntando!

—No —dijo papá lentamente—. No estaba preguntando eso


en absoluto. Pero ahora creo que lo necesito. Nick, ¿por qué
buscabas las diferencias entre...?

Nick se salvó cuando papá se detuvo junto a la acera un par


de espacios más abajo de la casa Gray. Ya estaba fuera del coche
y corriendo por el camino antes que se detuviera. Golpeando la
puerta, pasó de un pie al otro, mirando a papá, que estaba saliendo
de la camioneta y exigiendo que respondiera su pregunta en este
mismo segundo, y que no debería estar mirando nada sobre penes.

—¡Dios mío, papá! —Nick gritó—. ¿Deja de gritar sobre


penes en público? —¿Por qué demonios les estaba llevando tanto
tiempo abrir la maldita puerta?

Papá lo alcanzó antes que alguien los dejara entrar.

—Llevas un traje de mago muerto para el baile de


graduación. Nada de lo que pueda decir podría avergonzarte.
Tengo algo para ti.

—¿Podrías dejar de llamarlo…? ¿ooh? Un regalo. Dame. —


Extendió la mano, moviendo los dedos.

Papá metió la mano en el bolsillo de sus pantalones, algo de


plástico se arrugó mientras sacaba la mano. Pantalones. Qué raro.
Y una camisa abotonada. Nick frunció el ceño. ¿Por qué estaba tan
bien vestido? Cuando no estaba en el trabajo, era un tipo de jeans
y camisa. Antes que pudiera preguntar (un pensamiento breve,

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peligroso y brillante: ¿y si tuviera una cita?), Papá dejó caer todo
lo que había sacado de su bolsillo en la mano de Nick.

Por un segundo, Nick pensó que era una toallita húmeda


envuelta en plástico. O caramelos. ¿Un caramelo de menta para
mantener fresco el aliento? Ciertamente no se sentía como un
caramelo de menta. Y había… ¿tres de ellos? Todo blando, casi
mojado, como si fuera... como si...

No no no no.

Los ojos de Nick se ensancharon mientras miraba los


condones en su mano.

—¿Qué… —susurró— …nuevo infierno es esto?

—Por si acaso —dijo papá como si no le hubiera sorprendido,


y no en el buen sentido—. No sé qué vais a hacer, pero es mejor
estar preparado. Envuélvelo siempre. También están lubricados.
De nada.

Desafortunadamente, las siguientes palabras que salieron


de la boca de Nick fueron:

—¡Pero los dos somos vírgenes!

La piel debajo del ojo izquierdo de papá tembló.

—Eso no importa. Usa el sentido del condón, Nick.

Nick se desplomó contra la puerta, con las piernas


temblorosas.

—¿Acabas de hacer una broma de padres sobre los


condones?

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—Lo hice. Y no me arrepiento de nada.

—Papá, no.

—Papá, sí. No seas idiota, chico. No importa si sois vírgenes


o no. Acostúmbrate a usar condones. Cuanto antes se les pase por
la cabeza, antes podrás tener algo en tu...

—¿Recuerdas el momento conmovedor que tuvimos en casa


cuando lloraste y luego nos abrazamos?

—¿Te refieres a hace veinte minutos?

—Lo retiro —dijo Nick salvajemente.

—Oh, no —dijo papá—. Todo menos eso.

—¿Por qué nadie abre la maldita puerta? —Nick gruñó,


metiendo los condones en su bolsillo. Volvió a golpear con la mano,
esperando que no los hubieran escuchado. Nick casi quería decirle
a su padre que Jazz y él ya habían comprado condones el fin de
semana pasado solo para ver la expresión de su rostro, pero cuanto
menos se hablara de esa aventura, mejor. Basta decir que había
terminado con Nick arrojándole el dinero arrugado al sorprendido
empleado de CVS antes de huir, con la caja de condones en la mano.
Desafortunadamente, las puertas correderas automáticas no se
habían abierto tan rápido como había estado corriendo, y Jazz dijo
que nunca antes había visto a alguien rebotar contra un vidrio con
tanta fuerza. No era uno de sus momentos de mayor orgullo.

—Aguanta un momento —escuchó decir a Bob desde dentro


de la casa—. No puedo moverme tan rápido, Dios mío. —La puerta
se abrió y Bob les sonrió—. ¡Ya era hora! Todos los demás ya están

442
aquí. Adelante, adelante. Aaron, es un gusto verte. Nick, te ves…
—Se atragantó cuando Nick entró, con el traje reluciente—. Guau.
Eso sí que es un traje. Buen señor. No sé qué afirmación estás
tratando de hacer, pero seguro que lo estás consiguiendo.

—Gracias —dijo Nick—. Es muy amable de tu parte decirlo.


El color de mis solapas se llama berenjena, según el empleado del
lugar de alquiler de trajes.

Bob se recuperó cuando cerró la puerta detrás de él.

—Las chicas se están haciendo fotos. Supongo que cuando


Seth baje, podremos conseguir algunas más antes que salgamos.

—¿Salgamos? —preguntó Nick. Fue entonces cuando se dio


cuenta que Bob estaba un poco más limpio de lo habitual. Atrás
quedaron sus monos. En cambio, vestía un par de pantalones caqui
y un bonito suéter que le abrazaba los hombros—. ¿Qué quieres
decir con que salgamos? Papá nos dejará en el restaurante y luego
llevaremos un Lyft13 al baile de graduación. ¿A dónde vas?

—¿No se lo has dicho? —preguntó Bob, mirando a papá.

Papá se encogió de hombros.

—Pensé que sería mejor si se lo contaba aquí. De esa


manera, no me gritaría porque estamos en la casa de otra persona.

—Oh, cielos —dijo Bob, mirando fijamente a Nick—. Está


bien, quiero ver la expresión de su rostro. Continúa.

—¿Padre? —preguntó Nick—. ¿De qué está hablando?

13
Empresa de coches tipo Uber.

443
—Nada importante —dijo papá—. Ni siquiera sabrás que
estamos allí.

Eso no sonaba bien.

—¿Saber que están dónde?

—En el baile —dijo papá alegremente—. A Martha y Bob se


les ocurrió la idea ...

Bob resopló.

—No te atrevas a intentar culparnos de esto. Fue todo cosa


tuya. No quiero quitarte el crédito.

—Somos parte del equipo de acompañantes —dijo papá. —


La escuela hizo una llamada hace unas semanas, pidiendo que los
padres se ofrecieran como voluntarios. —Él se encogió de
hombros—. Me inscribí. Y luego Bob y Martha también lo hicieron.
—Sonrió—. Y no podía dejar que los padres de Gibby y Jazz se
sintieran excluidos, así que decidieron ser voluntarios también.

Nick dijo:

—¿Qué?

—No nos verás —dijo papá. Se inclinó hacia adelante, su


rostro a centímetros del de Nick, su voz un susurro—. Pero
estaremos allí, observando cada uno de sus movimientos. —Miró
intencionadamente el bolsillo del abrigo de Nick, donde había
puesto los condones.

Nick empujó a su padre y se echó a reír.

444
—No puedo creerlo, esto es una gran violación de...
¿disfrutas viéndome sufrir? ¿Eso es lo que es?

—Sí —dijo papá—. Eso es exactamente. —Se puso un poco


serio—. Pero también, para asegurarme que no pase nada. No es
que crea que pasará algo —agregó mientras Nick comenzaba a
balbucear enojado—. Una precaución, y nada más, especialmente
con todo este asunto de las recompensas. Te prometo que no
intentaré hablar contigo. Nadie sabrá siquiera que estamos
relacionados. Especialmente contigo llevando ese traje.

—Lo que sea —dijo Nick—. Ya he terminado contigo. —Se


abrió paso por delante de Bob y entró en la sala de estar, donde
los padres de Gibby y Jazz estaban de pie frente a las chicas.
Estaba a punto de exigir que encontraran algo más que hacer
durante la noche cuando Trey y Aysha Gibson se movieron hacia la
izquierda, y Miles y Joanna Kensington se movieron hacia la
derecha.

El lamento de Nick murió rápidamente en su garganta al ver


a sus chicas. Ya había visto sus elegantes atuendos en la tienda,
pero de alguna manera, se veían aún mejor ahora: Jazz, con su
vestido de encaje fluido, y Gibby con su esmoquin anticuado, su
pajarita a juego con los colores que llevaba Jazz. Incluso había
encontrado una cadena de billetera roja, que colgaba de su cadera
derecha. Fijado a su pecho había un ramillete de rosas, sostenido
en su lugar por un imperdible. Jazz tenía un ramillete formado por
una rosa sobre un lecho de Gypsophila.

—Mierda —suspiró Nick—. Estáis increíblemente geniales.

445
Gibby le señaló con su sombrero de copa mientras Jazz le
hacía una maravillosa reverencia.

—Gracias —dijo Jazz—. Tú también ves bien, Nicky. —Se


inclinó hacia adelante, besando su mejilla antes de limpiar la
mancha que quedaba de su lápiz labial.

—En serio —dijo Nick—. Todo el mundo va a estar muy


celoso de nosotros. Vamos a ser las personas mejor vestidas. Eso
es algo que sucede en el baile de graduación, ¿verdad? ¿Premio al
grupo de cuatro mejor vestido o algo así? Porque ya hemos cerrado
esa mierda.

Gibby extendió la mano y enderezó la pajarita de Nick.

—Me gustaría no ser el centro de atención, al menos por una


noche, si te parece bien.

—Sí —dijo Nick, admirando el esmoquin de Gibby—. Suena


bien para mí. Lo que lo haría aún mejor es que nuestros padres no
estuvieran allí.

—¿Qué? —dijo Jazz.

—¿Qué? —dijo Gibby.

—¡Sorpresa! —dijo Miles—. Todos vamos a ir a vuestra


fiesta de graduación. —Envolvió un brazo alrededor de la cintura
de su esposa—. ¡Acompañantes a la victoria!

—Papá —dijo Jazz con un puchero—. Deberías habérmelo


dicho. ¿Qué pasa si quiero hacer algo que no apruebas?

446
—Entonces probablemente no deberías hacerlo —dijo
Miles—. Parece bastante simple.

—Probablemente ni siquiera nos verás —dijo Aysha,


tomando una foto tras otra—. Nos esconderemos en las sombras
con todos los demás acompañantes.

—Y también vamos a bailar —dijo Trey—. He estado


practicando el gusano, y creo que casi lo tengo. Miles y Aaron
probablemente lo harán conmigo.

—Papá, no —dijo Gibby.

—Papá, sí —dijeron Trey, Miles y su padre al mismo tiempo.


Martha apareció en la entrada de la sala de estar, sonriendo
ampliamente.

Miró alrededor de la habitación, con la mirada fija en Nick.


Ella hizo un gesto con el dedo en su dirección, haciéndole señas
para que se acercara. Fue, lanzando una mirada furiosa a su padre,
quien lo ignoró como si no pudiera sentir el calor de los ojos de
Nick.

—Mírate —dijo Martha cuando Nick se detuvo frente a


ella—. Solo tú podrías llevar un traje así. Bastante guapo.

—Gracias. Lo estoy comprobando mucho. Es difícil ser tan


guapo. —Suspiró mientras la miraba de arriba abajo. Llevaba un
vestido del color de las nubes de tormenta—. Tú también te ves
bien, pero supongo que eso significa que estás haciendo todo el
asunto de la acompañante. Bien jugado.

447
—Voy a ignorar la última parte y agradecer el cumplido. —
Lo condujo hacia las escaleras—. Está un poco nervioso.

Nick parpadeó.

—¿Seth? ¿Por qué?

Martha se rió entre dientes.

—Se le ha metido en la cabeza que esta noche tiene que ser


perfecta para compensar las últimas semanas. Le dije que no
debería preocuparse demasiado, pero ya sabes cómo es.

Nick lo hacía, y aunque no había estado exactamente


nervioso antes, ahora lo estaba. No sabía por qué.

—Mientras estemos juntos, nada más importa.

Martha lo miró durante un largo momento antes de sollozar.

—Oh, me prometí a mí misma que no lloraría, pero no sabes


cuánto necesitaba escuchar eso. Gracias, Nick.

Nick estaba confundido.

—¿Por qué? No hice nada.

Ella se secó los ojos.

—No te preocupes. Sigue siendo tú, pase lo que pase. Eso es


todo lo que pido.

—No sé cómo ser nadie más —dijo Nick con sinceridad—.


Con todos mis defectos.

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—Me gusta cómo llamas a tus verrugas. Son parte del chico
que eres, y resulta que amo mucho a ese chico.

—Oh —dijo Nick, sonrojándose mientras arrastraba los


pies—. Yo... uh, ¿yo también te quiero?

Algo incorrecto que decir, ya que Martha lo abrazó con


fuerza, su pecho se enganchó una, dos veces antes de alejarse,
sacudiendo la cabeza.

—Estoy feliz que tenga a alguien como tú. Protegeos el uno


al otro. Cuidaos el uno al otro, y nunca se quedarán con ganas.

—Siempre lo hacemos —dijo Nick, listo para que la explosión


de emociones de los padres terminara—. ¿Está todavía arriba?
¿Quieres que... vaya... consiga...? Guau. —La última palabra salió
entrecortada y suave, un suspiro que salió de la garganta de Nick.

Seth Gray estaba de pie en lo alto de las escaleras,


mirándolos, una pregunta en su rostro mientras miraba a su tía.
Ella lo despidió, dando un paso atrás, pero bien podría haber
desaparecido por lo que Nick sabía, porque todo desapareció: el
sonido de la gente en la sala de estar, la casa misma, la ciudad, el
mundo. Todo lo que existía era Seth. Con el corazón en la garganta,
Nick siguió cada paso que Seth daba por las escaleras.

Sus pantalones apretados contra los músculos de sus


muslos, su chaqueta de traje abrochada en la parte delantera de
su ancho pecho. Su pajarita violeta (berenjena, pensó Nick
histéricamente, una comida tan asquerosa) hacía juego con el
pañuelo de bolsillo doblado en el bolsillo superior del traje. Sus
zapatos estaban relucientes, y Nick no podía pensar en una sola

449
frase que no involucrara algo que los adultos en la habitación no
apreciarían, viendo cuánto de eso era agresivamente sucio. Vio
como los rizos de Seth rebotaban, cuyas puntas parecían mojadas,
como si acabara de salir de la ducha.

Nick se dio cuenta que tenía la boca abierta cuando Seth


llegó al pie de las escaleras.

—Hola, Nicky —murmuró Seth, mirando al suelo entre ellos.

—Oh, Dios mío —suspiró Nick—. ¿Cómo te atreves a verte


tan sexy sin una maldita advertencia primero? ¿Qué diablos estás
haciendo conmigo?

Seth se rió entre dientes mientras miraba tímidamente a


Nick por encima de sus anteojos, algo que no sabía que era una
peculiaridad suya hasta este mismo momento. Seth parecía
complacido, sus mejillas enrojecieron cuando extendió la mano y
tiró de las solapas de la chaqueta de Nick.

—Estoy contigo porque quiero estar. Y porque tú también


eres bastante sexy.

—No cuestionaré tus gustos entonces —gruñó Nick—.


Porque llevo puesto un traje de mago muerto y no quiero que
cambies de opinión.

—No lo haría —dijo Seth—. Aunque leves un traje de mago


muerto.

Nick sabía que era casi la hora. Casi era hora de contarle a
Seth todo lo que sentía, todo lo que prácticamente estaba a punto
de estallar en su cabeza y pecho. Todavía no, pero pronto. Esta

450
noche. Cuando bailaran lentamente, tal vez en un rincón alejado de
todos los demás. Le diría esas tres palabritas que lo asustaban
muchísimo, pero que sabía que sentía hasta los huesos.

—¿Nick? —preguntó Seth.

—Lo siento —dijo Nick apresuradamente—. Lo siento. Solo


gracias.

Seth arqueó una ceja.

—¿Por qué?

—Por existir —dijo Nick con sinceridad—. Por ser mi mejor


amigo. Por ser mi novio. Por ser tú.

Seth se rió alegre y ruidosamente, y Nick estaba fascinado.


Vio a Seth inclinarse hacia adelante hasta que lo besó dulcemente.
Seth sabía a pasta de dientes. Nick lo iba a devorar.

Fue entonces cuando vio la caja de plástico transparente en


la mano de Seth. Dentro había dos violetas unidas por un alfiler y
envueltas en una banda negra de satén.

—¿Eso es para mí?

Seth asintió, tanteando la caja, con los dedos temblorosos.

—Sí. Uh, ¿el ramillete, como hablamos?

Nick entró en pánico.

—Correcto. Correcto. El ramillete. Como hablamos. Ese. Yo...


—Oh, mierda. ¿Lo había olvidado? Estaba en el frigorífico y no
recordaba si lo había sacado. Maldita sea. El baile de graduación

451
se iba a arruinar porque no podía mantener la cabeza quieta, y Seth
se decepcionaría cuando...

Algo fue puesto en la mano de Nick, miró hacia atrás y vio a


su padre de pie detrás de él, sosteniendo su mochila. Nick miró
hacia abajo y allí, en su mano, había una caja de plástico como la
que sostenía Seth.

—Gracias —dijo Nick, dando un suspiro de alivio. Levantó la


caja para sacar la flor en el ojal, pero le temblaban las manos con
demasiada fuerza y casi la deja caer. Papá y Bob aparecieron antes
que pudiera apuñalar a Seth en el pecho con el alfiler. Papá le quitó
la caja a Nick, Bob a Seth. Luego los intercambiaron, el plástico
crujió. Los sacaron al mismo tiempo, y Martha dio un paso adelante,
tomando las cajas vacías. Nick escuchó a todos reunirse en la
entrada, pero no podía concentrarse en ellos porque papá estaba
frente a él, sujetando el ramillete contra su pecho. Bob hizo lo
mismo con Seth, susurrándole en voz baja, palabras solo para ellos
mientras Seth asentía, moviendo la cabeza de arriba a abajo.

Cuando terminaron, Nick se sorprendió al ver a Bob, un Bob


canoso y amable, llorando al dar un paso atrás.

—Mírate —dijo Bob con brusquedad. Te pareces a tu padre.


Ojalá pudieran estar aquí para ver en todo lo que te has
convertido.

Seth esbozó una sonrisa acuosa.

—Yo también. Pero te tengo a ti, así que creo que estoy bien.

452
Más lágrimas cayeron de la mayoría de los adultos en la
habitación mientras posaban para las fotografías. La única persona
que no estaba aparentemente llorosa era Miles, pero incluso él
tuvo que sonarse la nariz con un pañuelo mientras Jo tomaba
fotografías de Gibby de pie detrás de Jazz, con las manos en su
cintura.

Finalmente, Jazz dijo:

—Tenemos que irnos. Nuestra reserva es a las seis y no


quiero que nuestra guerra contra Irlanda sea en vano.

—¿Guerra? —preguntó Bob, frunciendo el ceño.

—Está bromeando —dijo Miles—. Algo así. Un asunto


diplomático, pero me he ocupado de ello. Estamos todos bien. Pide
aperitivos. Pide todos los aperitivos que quieras.

Los adultos se reunieron en el porche, llamándolos,


saludando con la mano y diciendo que los verían a todos pronto. Jo
siguió haciendo foto tras foto. Nick intentó seguir a sus amigos
por las escaleras, pero se detuvo cuando Aysha agarró a papá del
brazo.

—Te estamos confiando nuestra hija —dijo Aysha en voz


baja, la advertencia clara—. Nos preocupamos por ti, Aaron, pero
no confundas nuestro afecto con el perdón. No estamos contentos
con lo que nos ocultaste o lo que representas. Nos llevará tiempo.

Nick se erizó y, en un momento dado, pudo haber salido en


defensa de papá, pero apartó su irritación. Ellos tenían razón al
decirlo. Papá se había equivocado, y no solo por lo que había

453
ocultado. Fue mucho más lejos que eso. Nick no podía defender a
su padre contra sus palabras, no cuando decían la verdad.

Papá asintió.

—Entiendo, Aysha. Tengo que trabajar para recuperar tu


confianza, si es que alguna vez lo hago. Sé que puede que no
parezca mucho, pero tienes mi palabra de que las protegeré tanto
como lo haría con Nick.

Aysha hizo una pausa antes de asentir y soltar la mano.

—Está bien. Te haremos cumplir esa promesa. —Suspiró


cuando Trey le cogió la mano—. Podemos preocuparnos por el resto
más tarde. Lleva a nuestros niños a donde tengan que ir. No quiero
una guerra con Irlanda. Probablemente perderíamos.

Papá asintió antes de bajar las escaleras, empujando a Nick.

—Ella tiene razón, ya sabes —murmuró Nick mientras


caminaban hacia el SUV donde Gibby le había abierto la puerta a
Jazz, haciendo una profunda reverencia, para su deleite—. Ambos
la tienen.

—Lo sé —dijo papá en voz baja—. Tienen absolutamente


permitido estar enojados conmigo, al igual que tú. Lo arruiné. Lo
mejor que puedo hacer ahora es admitirlo y asegurarme que no
vuelva a suceder.

—¿Puedes hacer eso?

Papá se detuvo y miró a Nick. Él no apartó la mirada.

—Te voy a decir lo mismo que les dije en nuestra reunión.

454
—Reunión del grupo de apoyo —dijo Nick con desdén.

—¿Quieres escucharlo o no? —Esperó un momento mientras


Nick cerraba la boca—. Les dije que yo... está bien. No entiendo
de dónde vienen, porque eso no es justo para ellos, pero los oí. No
depende de Aysha y Trey enseñarme nada porque eso me quita el
peso de encima y se lo pone a ellos, y no se lo merecen. Tengo que
ser yo quien haga las cosas bien lo mejor que pueda.

—¿Qué significa eso? —preguntó Nick.

—No lo sé todavía —dijo papá—. Pero cuando lo haga, te lo


haré saber. Lo prometo.

—Te obligaré a eso —dijo Nick, empujando su zapato contra


el de papá.

Papá le puso un brazo alrededor de los hombros mientras se


reía entre dientes.

—Cuento con eso, Nicky. Vamos a llevarte a donde necesitas


estar. Y recuerda lo que te dije: nadie en su sano juicio paga veinte
dólares por un vaso de agua. Pero si realmente es necesario, he
puesto dinero en tu cuenta.

—Gracias papá.

Papá lo atrajo hacia sí.

—Cuando quieras, chico.

455
17

No hablaron de Simon Burke.

Eso era algo que Nick recordaría, a pesar de todo lo que


pasaría esa noche.

No hablaron de Simon Burke. No hablaron de Owen Burke.


No hablaron de superpoderes ni de fanfiction. No hablaron sobre
posibles nombres extraordinarios para Nick. No hablaron sobre
Señorita Conducta o TK o cualquier otra persona en el mundo que
pudiera hacer cosas con las que la mayoría solo soñaba. No
hablaron de Lighthouse o Team Pyro Storm ni de batallas en
puentes. Nadie mencionó a Jenny Bell o La Guardiana o papás que
hicieron tratos con el diablo para mantener a sus hijos a salvo. No
hubo discusión sobre las píldoras que daban poderes a las personas
o las píldoras que les quitaban poderes. Nadie mencionó el TDAH
o los vasos voladores o las guaridas secretas escondidas detrás de
las puertas corredizas.

Durante ochenta y siete minutos, Nick, Seth, Jazz y Gibby


hicieron lo que la mayoría de los adolescentes hacían en la noche
del baile de graduación: se vistieron con sus mejores galas y
comieron en un restaurante cuyo menú no estaba plastificado y, en
cambio, era del tamaño de un teléfono móvil, con letras diminutas.
Enumerando cosas que nadie más que Jazz podía pronunciar y que

456
no tenían ningún precio. Se burlaron de Seth cuando decidió que
iba a pedir algo llamado Wagyu boloñesa que costaba ochenta
dólares y terminó sabiendo a Hamburger Helper.

Se ahogaron cuando Jazz comió ostras, la carne se deslizó


de la concha a su boca, el jugo goteando por su barbilla.

Sonrieron cuando Nick bebió agua de veinte dólares solo


para descubrir que sabía exactamente como el agua del grifo.

Aplaudieron cuando Gibby decidió que la vida era demasiado


corta y pidieron calamares, con ventosas todavía pegadas a los
tentáculos fritos de goma. Se los comió todos y al final anunció
que eran su comida favorita.

Se sonrojaron (al menos, Nick y Seth lo hicieron) cuando un


hombre con un violín apareció en su mesa, la música dulce y
romántica, Seth metió la mano debajo de la mesa y cogió la mano
de Nick en la suya, apretándola con fuerza, sus ojos brillando en
la poca luz mientras lo miraba.

¡Y postre! Pidieron postre, algo de chocolate, que terminó


estando demasiado rico. Se lo comieron todo de todos modos, las
cucharas raspando el plato en la mesa entre ellos. Jazz le dio de
comer a Gibby, llenándose de chocolate la nariz y la mejilla. A
Gibby no pareció importarle, aunque se quejó.

Y a pesar de todo, ellos simplemente... existieron. Seth,


Jazz y Nick escucharon mientras Gibby planeaba su futuro, los
planes aún eran débiles, pero su emoción era palpable mientras
agitaba las manos. Escucharon mientras Jazz hablaba
efusivamente sobre el discurso que Gibby estaba escribiendo

457
cuando subiera al escenario como la mejor estudiante, aunque
ninguna forma de mendigar haría que Gibby recitara lo que había
escrito hasta ahora. Nick la vio poner los ojos en blanco ante su
insistencia y se rió hasta que no pudo respirar.

Cuando se llevaron los últimos platos, Seth levantó su vaso


de sidra espumosa y dijo:

—Un brindis.

Los demás levantaron sus propios vasos, mirando,


esperando.

Dijo:

—No sé dónde estaría sin todos vosotros. Durante mucho


tiempo, pensé que tenía que hacer esto solo. Y que eso sería más
fácil. Estaba equivocado. La única razón por la que he llegado tan
lejos es por vosotros. Gracias por estar ahí para mí. Por estar ahí
los unos para los otros. Puede que no seamos populares o no
sepamos qué diablos estamos haciendo, pero mientras estemos
juntos, sé que estaremos bien.

—Maldita sea, lo haremos —dijo Gibby—. Y aunque estaré


en una escuela diferente el próximo año, no voy a dejar que
vosotros, idiotas, os metáis en problemas sin mí. Sí, estaré en la
universidad y, por lo tanto, seré mucho más madura, pero prometo
que todavía tendré tiempo para mis amigos.

—Entonces nos graduaremos también —dijo Jazz—. Y


seguiremos a Gibby y conseguiremos un apartamento en la ciudad
donde viviremos juntos y protegeremos a la gente de que otras

458
personas tomen decisiones estúpidas, como intentar apoderarse
de Nova City matándonos a todos horriblemente.

Se rieron y luego miraron a Nick.

Nick, que estaba tan lleno de amor por todos y cada uno de
ellos, tanto que las palabras se atascaron. Tragó con dificultad,
sacudiendo la cabeza. Aclarándose la garganta, dijo:

—Los caminos divergen. La gente cambia. Puede llegar un día


en que nos vayamos en diferentes direcciones, pero hoy no es ese
día. Y no quiero estar en ningún otro lugar que no sea aquí, con
vosotros.

Chocaron sus vasos, cada uno bebiendo profundamente.

Su camarero apareció de la nada, mirando el traje de Nick


con lo que podría ser desdén o celos absolutos. Nick prefirió
pensar que era lo último. El camarero les sonrió antes de dejar una
pequeña carpeta negra sobre la mesa.

—Cuando estéis listo —dijo, quitándoles los platos y


cubiertos desechados.

Nick intentó agarrar la carpeta, solo para que Jazz se la


arrebatara de las manos.

—No te preocupes por eso —dijo—. Invito yo.

—Oh, gracias a Dios —dijo Nick—. Quiero decir, ¿estás


segura?

Jazz puso los ojos en blanco.

459
—¿De qué sirve tener padres ricos si no los aprovechas? —
Hizo una pausa, considerándolo—. Además, todavía tenemos una
noche entera por delante, y la arruinaras si reaccionas de forma
exagerada al ver cuánto es la cuenta.

—No puede ser tan malo —dijo Gibby, agarrando la carpeta


y mirándola mientras la abría. Luego lo cerró de inmediato y se la
devolvió a Jazz—. Está bien, es muy malo. ¿Qué diablos...?

Jazz resopló delicadamente.

—No hay necesidad de ese tipo de lenguaje.

—Ahora quiero ver —dijo Seth. Le quitó la carpeta a Jazz


y Nick miró por encima del hombro. Cuando encontró el total en la
parte inferior del recibo, la sangre se le escapó de la cara.

Jazz suspiró.

—¿Ves? Por eso dije que me dejaras a mí.

—Irlanda va a asesinarnos directamente —dijo Nick,


enfureciéndose—. Van a venir aquí con su legendaria historia y su
elegante forma de hablar y matarnos a todos hasta que no quede
nada más que huesos y cartílago, y lo mereceremos.

Se sobresaltó cuando Seth se echó a reír. Miró para verlo


envolviendo sus brazos alrededor de su estómago, lágrimas
escapando de sus ojos mientras se reía. La diatriba de Nick se
derritió casi de inmediato al ver a Seth Gray riendo, riendo,
riendo, como si no le importara nada en el mundo. Quizás este era
su superpoder. Olvídate del TDAH o la telequinesia, al menos por
un momento. Quizás su superpoder todo el tiempo había sido su

460
habilidad para hacer reír a Seth como si nada más importara. No
era un mal poder que tener, a largo plazo. Y uno que la mayoría de
la gente no poseía.

Se pararon frente al restaurante, abrigados contra el frío


mientras esperaban a que llegara el coche. La gente se movía a su
alrededor, Gibby de pie detrás de Jazz, su barbilla enganchada
sobre su hombro. Nick y Seth estaban uno al lado del otro, con las
manos unidas entre ellos. No hablaron de nada en particular, Nick
cerró los ojos y dejó que los sonidos de sus amigos y la ciudad lo
inundaran.

Algo le hacía cosquillas en el fondo de su mente, una leve


caricia de dedos fantasmales, familiar y dulce. Abrió los ojos con
el ceño fruncido. Él miró a su alrededor. Nadie estaba allí. Miró los
edificios que se elevaban sobre ellos. Nada.

—Nick.

Bajó la cabeza. Gibby y Jazz caminaban hacia una camioneta


blanca que se había detenido junto a la acera. Seth lo estaba
mirando con una pregunta en el rostro.

—¿Qué pasa?

Nick forzó una sonrisa.

—Nada. Pensé… —negó con la cabeza—. No importa. Me


perdí en mi propia cabeza.

Seth asintió lentamente.

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—¿Estás seguro?

—Si. Jazz, Gibby, mover vuestros traseros porque los dos


nos vamos a sentar en el asiento trasero con vosotras.

Mientras Seth subía a la camioneta, Nick miró a su


alrededor una vez más. Nada.

Siguió a sus amigos al interior de la camioneta.

El Centennial High se había transformado. Obviamente,


todavía era solo la cafetería donde almorzaban todos los días, pero
parecía que le habían dado un cambio de imagen que involucraba a
todo un grupo de magos muertos.

Una pancarta sobre la entrada de la cafetería anunciaba


¡NOCHE ESTRELLADA! ¡PIDE TU DESEO A LAS ESTRELLAS Y
TODOS TUS SUEÑOS SE HARÁN REALIDAD! Nick pensó que
era un poco exagerado, pero nunca había estado en un comité de
graduación. No ayudaba en absoluto que debajo de esas hubiera
palabras más pequeñas que decían TAMBIÉN NOCHES
ARDIENTES, ¡SOLO EN CASO QUE APAREZCA PYRO STORM!

Nick miró la pancarta mientras entregaban sus entradas a


una mujer particularmente descontenta quién lucia como que la
felicidad adolescente era la perdición de su existencia.

—Nada de beber —les dijo—. Ni drogas. Ni bailes sucios. Ni


fornicar. Manteneos limpios, manteneos seguros.

462
—Maldita sea —dijo Nick—. ¿Qué voy a hacer con todas
estas pastillas de ácido… sobre las que obviamente estoy
bromeando, así que por favor deja de levantarte de tu silla como
si fueras a echarme? Dios mío, estaba bromeando. Ni siquiera sé
dónde conseguir ácido.

La mujer volvió a sentarse, mirando a Nick.

—¡Nada de drogas!

—Estaba bromeando —dijo Seth apresuradamente—. No


consume drogas.

—Sólo del tipo legal —le prometió Nick—. Me las ha


recetado un médico no asociado con Burke Pharmaceuticals. Las
necesito por mi cerebro.

—Para. De. Hablar —gruñó Gibby—. Si nos echan antes que


entremos, voy a dejar que Jazz te apuñale con uno de sus tacones.

—Pasen por seguridad —ladró la mujer, indicándoles que se


fueran—. ¡No es un asunto gracioso!

—Algunas personas no pueden aceptar una broma —


murmuró Nick mientras se colocaban en la fila que conducía a la
cafetería. Al principio de la fila había tres profesores revisando
carteras y bolsillos—. ¿Recuerdas cuando podíamos ir a la escuela
sin preocuparnos de que la gente quisiera matarnos?

—No —dijo Jazz—. Porque no puedo recordar un momento


en el que no tuviera que pasar por los detectores de metales para
llegar a clase.

—O que a la gente no le guste el color de mi piel —dijo Gibby.

463
Cuando finalmente les tocó el turno, Nick no discutió
mientras lo cacheaban (aunque sí se movió para tener cuidado con
su traje), mirando cómo el bolso de Jazz era revisado.

Habían quitado las habituales mesas de almuerzo,


reemplazadas por mesas redondas cubiertas con manteles que
brillaban bajo las hileras de luces que se habían extendido por toda
la cafetería. Encima de las mesas había ramos de flores blancas
falsas, cada uno de sus pétalos cubiertos de lentejuelas no muy
diferentes a las del traje de Nick. Las mesas se alineaban en la
mitad de la sala, la otra mitad se dejó abierta como pista de baile,
aunque solo unas pocas personas estaban bailando hasta ahora, el
DJ contra la pared tratando de exaltar a todos sin éxito. El techo
estaba cubierto de estrellas que brillaban en la oscuridad, una
galaxia completa con una constelación de wombat, aunque parecía
enferma y le faltaba una extremidad. Al parecer, alguien había
pensado que una máquina de humo era una buena idea y el humo
blanco se elevaba por el suelo, arremolinándose cuando la gente se
movía a través de él.

Los camareros con elegantes ropas de vestir y pajaritas se


movían entre las mesas, llevando bandejas de agua con gas y
pequeños sándwiches que Nick pensó que probablemente estaban
hechos en la cafetería.

El sistema de calefacción aparentemente estaba a tope, y


Nick se secó el sudor de la frente mientras Seth los conducía
hacia una mesa vacía cerca de la parte de atrás, sacando una silla
para Jazz y luego otra para Gibby, quien resopló, pero no dijo nada
mientras se sentaba junto a Jazz.

464
Para no quedarse atrás, Nick hizo lo mismo por Seth, quien
le sonrió antes de tomar asiento. Cuando Nick se sentó, miró
alrededor de la cafetería, tratando de ver dónde estaban sus
padres para poder evitarlos activamente a toda costa. Estaba
abarrotado, los sonidos de las voces y la terrible música de baile
rebotaban en las paredes que los rodeaban. Nick creyó ver a Bob
y Martha contra la pared del fondo, pero había demasiada gente
para estar seguro. Lo distrajo uno de los camareros que se movía
entre las mesas, llevando con destreza una bandeja. El hombre era
delgado y se movía con la gracia de un bailarín. Nick no podía
distinguir su rostro con tan poca luz. No sabía por qué, pero el
hombre le pareció familiar de alguna manera.

—¿Qué pasa? —Seth le susurró, devolviendo su atención a


la mesa.

—Creí haber visto a alguien que conocía —dijo Nick—. Uno


de los camareros.

Seth se volvió para mirar a la multitud.

—¿Quién creías que era?

Nick se encogió de hombros.

—No lo sé. Probablemente solo estoy viendo cosas. Nada


importante.

—Es mejor que no sea así —dijo Jazz—. Porque tengo planes
para esta noche. Primero, voy a bailar con Gibby, Seth, tú con Nick.
Luego, cambiaremos de pareja y bailaremos entre nosotros.
Quiero al menos dos bailes con cada uno de vosotros. Gibby,
contigo más porque eres mi novia y quiero volverme loca.

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—Tu mamá y tu papá están aquí —le recordó Nick.

Jazz se burló.

—Ese no es mi problema. Si no querían verlo, entonces no


deberían haber venido.

—Pero... —balbuceó Nick— ...pero ...tu virtud.

—Me encargué de eso hace mucho tiempo —dijo Gibby,


reclinándose en su silla y sonriendo con aire de suficiencia—. La
rompí en pedazos sin una pizca de arrepentimiento.

—Hablando de arrepentimiento —murmuró Nick—. Tengo


algunos de esos en este momento incluso por preguntar.

—Como deberías —dijo Jazz—. Casi todo el mundo aquí es


heterosexual. Es nuestra responsabilidad como chicos queer
simbólicos asegurarnos que todos se sientan un poco incómodos
hasta el punto en que necesiten tener una conversación honesta
con ellos mismos sobre sus prejuicios.

Ellos la miraron.

—¿Qué? —preguntó— ¿Tengo algo en la cara? —Metió la


mano en su bolso, sacó un compacto y lo abrió. Frunció los labios
ante su reflejo—. No. Me veo increíble, como esperaba. —Volvió a
guardar el compacto en su bolso—. ¿Qué pasa con vosotros?

—¿Qué pasa? —preguntó Seth.

Jazz suspiró como si no pudiera lidiar con la estupidez de


los chicos.

—¿Vais a... ya sabes? —movió las cejas.

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Confundido, Nick preguntó:

—¿Vamos a qué?

Gibby volvió su rostro hacia el techo.

—Es como si estuviéramos tratando con cachorros.


Pequeños cachorros dulces y tontos.

—Nick —dijo Jazz—. Hemos hablado de esto. Esta es una


noche mágica. Quizás Seth y tú bailéis lentamente, y luego él se
inclinará más cerca, y tú te inclinarás más cerca y susurrarás...

—Oh, Dios mío —dijo Nick en voz alta—. ¿Estás hablando de


sexo?

Los ocupantes de las mesas más cercanas se volvieron y los


miraron.

Seth los saludó con la mano.

—Hola. ¿Pasando una buena noche? Nosotros también.


Obviamente.

Nick, presa del pánico, soltó:

—Mi papá hizo una broma de padres cuando me dio condones


y no sé cómo sentirme al respecto. ¿Cómo loco? Pero también, ¿un
poco orgulloso? Porque muestra la medida de una persona para
comprometerse un poco. Además, eso fue un juego de palabras por
lo de duro y sexo y...

—¿Tu papá te ha dado condones? —dijo Seth,


palideciendo—. ¿Sabe para qué son?

467
—Uf —dijo Gibby—. Realmente no quiero estar aquí para
esta conversación.

—Por supuesto que sí —dijo Nick—. Son para hacer de mi


vida un infierno, solo para que él pueda divertirse. Están en mi
bolsillo ahora mismo. Te los enseñaré.

Seth lo agarró del brazo mientras Nick comenzaba a hurgar


en su bolsillo.

—No lo hagas. Creemos en ti. No es necesario que nos


muestres los condones, y observa que ni siquiera estoy
preguntando por qué los llevas.

—Eso es lo que dije. Ambos somos vírgenes. No me vas a


pegar el VIH, y aunque lo hicieras, aproximadamente el ochenta
por ciento de las personas sexualmente activas lo tienen, y
podríamos buscar tratamiento juntos...

Seth suspiró.

—No es lo que quise decir, Nicky.

—Sí —dijo Gibby—. No quiero irme. Esto está bien. —Se


inclinó hacia adelante, con la barbilla apoyada en las manos
mientras miraba a Nick—. Sigue adelante, Nicky. ¿También te dio
lubricante? Porque no vas a llegar muy lejos sin ...

—El hecho que puedas fabricar el tuyo propio no significa


que tengas que disfrutar de mi incomodidad —espetó Nick.
Luego—: Guau. Ojalá no hubiera dicho eso.

Gibby lo miró con los ojos entrecerrados.

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—Realmente no sabes nada sobre anatomía femenina,
¿verdad?

—¡Por supuesto que no! ¡Soy un hombre gay! ¿Por qué


demonios iba a necesitar saber cómo puedes... mmph!

—Nop —dijo Seth, cubriendo la boca de Nick con su mano.


—Ni hoy, ni nunca. Gibby, detente. Lo estás haciendo a propósito.

—Intenta demostrarlo, Gray —dijo Gibby, su sonrisa se


volvió demasiado malvada para el gusto de Nick.

—¡Baile! —Jazz dijo estridentemente—. Habrá baile, y pase


lo que pase después será entre dos personas que lo consientan, o
no es necesario que suceda en absoluto.

—No sé nada de eso —dijo alegremente Gibby—. Nick trajo


un condón, después de todo.

—¡Sé cómo hacer diques dentales! —Nick anunció bastante


histéricamente—. ¡Mi papá me enseñó! Él...

—¡Viene aquí! —Seth siseó, con la sangre escapándose de su


cara—. ¡Por favor deja de hablar de condones y de diques dentales
antes que él lo escuche!

Nick se dio la vuelta a tiempo para ver a papá abriéndose


paso entre la multitud. Cuando vio que Nick lo miraba, saludó con
la mano.

—¡Nick! ¡Oye, Nick! ¡Soy yo, tu papá! ¡Tu padre! ¡El hombre
que ayudó a crearte!

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—Oh, Dios mío —gimió Nick, dándose la vuelta y dejándose
caer en su silla como si eso pudiera ayudar—. Mi vida se acabó.

—No —dijo Gibby—. No es como si tuvieras mucha vida para


empezar.

—Sólo espera —le advirtió Nick—. Jazz y tú os vais a poner


raras y tus padres estarán ahí, viéndote bailar con tu pareja
lésbica. Probablemente incluso os harán fotos.

Gibby hizo una mueca.

—Eso no está bien, Nicky.

Antes que pudiera replicar, su padre apareció en la mesa, se


veía demasiado complacido consigo mismo.

—Oye, ¿no me has escuchado gritarte? Me has mirado


directamente. No estaba seguro de si me estabas escuchando o
no.

—Te escuché —murmuró Nick—. Todos te han escuchado.

—Bien —dijo papá, palmeando a Nick en el hombro—.


Entonces mi trabajo aquí está hecho.

—Lo que significa que probablemente puedas irte, ¿verdad?


—preguntó Nick esperanzado—. No hay necesidad que te quedes
más tiempo. Eres viejo, lo que significa que necesitas dormir. ¿Por
qué no te vas a casa y te tomas el resto de la noche libre?

—Lo siento, chico —dijo papá—. Me tomo muy en serio este


asunto de los acompañantes. Incluso tuvimos un discurso de diez
minutos sobre qué tener en cuenta y todo. No puedo alejarme de

470
eso. —Cogió un vaso de la bandeja de un camarero que pasaba, se
lo llevó a la nariz y olisqueó—. Bien. No te han metido drogas, por
lo que puedo decir. No cojas una bebida y luego la dejes
desatendida. Así es como te atrapan. Seth, parece que te vas a
desmayar. ¿Estás bien?

—Padre.

—Nick —dijo papá en el mismo tono—. Sí, sí. Quería saludar.


Ni siquiera me volverás a ver durante el resto de la noche. —Le
sonrió a Seth—. Pero te veré. Puedes apostar a eso. —Se rió
mientras despeinaba el cabello de Nick antes de desaparecer
entre la multitud.

—Lo sabe —se quejó Seth—. Sabe lo de los condones.

—Bueno, sí —dijo Gibby—. Él es quien se los dio, lo cual,


quiero decir, entiendo todo el asunto del sexo seguro, pero eso se
siente como un límite que no debería haberse cruzado. Tenéis una
relación extraña. Es una ofensa total.

—Lo está intentando —dijo Nick mientras se desinflaba—.


Quizás un poco demasiado. Él cree que necesita compensar toda la
basura por la que hemos pasado.

—¿Está funcionando? —preguntó Jazz.

Nick no estaba seguro. Lo esperaba, pero todavía no había


llegado.

—No sé. —Miró a Gibby y Jazz—. ¿Cómo van las cosas con
vuestros padres?

471
—Buen desvío, Nicky —dijo Jazz. Ella miró a Gibby—. Está
yendo mejor. Mis padres todavía están un poco, no sé,
deslumbrados, supongo, sobre lo que Seth puede hacer.

—Los míos todavía están enojados —admitió Gibby—. Sin


embargo, creo que el grupo de apoyo ayudó un poco. Papá dijo que
el padre de Nick parecía estar escuchándolos. Está enojado, pero...

—¿Puedes culparlo? —preguntó Nick—. Porque yo no puedo.

Gibby arqueó una ceja.

—Parece que has cambiado de opinión con todo el asunto de


la policía.

Nick recogió el mantel mientras murmuraba:

—Más vale tarde que nunca —suspiró—. No, eso no es


suficiente. No debería haber tardado tanto. Tengo, como, años de
adoración al héroe que desmantelar y superar y que no tienen nada
que ver con los Extraordinarios. Pensé... pensé que era todo blanco
y negro, ¿sabes? Chicos buenos, chicos malos, una división entre
ellos. Estoy tratando de averiguar cómo manejar lo que sucede
cuando los buenos son los malos. Estoy llegando, pero es más difícil
de lo que esperaba. —Miró a Gibby—. Es mi papá, ¿sabes? Es
confuso. Estoy enojado con él, pero también quiero creer que
todavía puede hacer las cosas bien.

—Eso espero, Nicky —dijo Gibby en voz baja.

—Lo resolveremos —les dijo Seth—. Tenemos que hacerlo,


porque es la única forma de superar esto.

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—Y todavía nos estará esperando mañana —dijo Jazz—.
Esta noche se trata de nosotros. —Comenzó a sonar una nueva
canción, un lío pop que rechinaba en los oídos de Nick. Jazz, sin
embargo, se encendió, agarró la mano de Gibby y se levantó de su
silla—. ¡Amo esta canción! Vamos a ir a bailar. ¿Venís?

Seth dijo:

—Estaremos allí en un minuto. Quiero hablar con Nick.

Jazz asintió, tirando de Gibby hacia la pista de baile. Ellos


vieron como Jazz lanzaba sus manos alrededor del cuello de Gibby,
acercándola y moviendo sus caderas expertamente. Gibby se
inclinó hacia adelante, presionando su frente contra la de Jazz,
moviéndose hacia adelante y hacia atrás con el ritmo.

—No puedo bailar así —le dijo Nick a Seth—. Creo que los
huesos de mis caderas están fusionados, así que tenlo en cuenta.

—Condones —espetó Seth.

Nick se volvió lentamente para mirarlo.

—Uh… ¿sí? ¿Qué pasa con ellos?

Seth se movió inquieto en su silla.

—¿Quieres... quieres usarlos?

Oh. Oh. Tonterías. No era lo que Nick pensó que iba a pasar.
Y dado que Seth parecía estar al borde del pánico, le correspondía
a él mantener la calma y la sensatez. Por eso dijo (como un maldito
jefe):

—¿Quieres algo de la experiencia Nick?

473
Seth lo miró boquiabierto.

Nick hizo una mueca.

—Eso sonaba mucho mejor en mi cabeza.

—¿Sonaba mejor? —preguntó Seth—. ¿De verdad?

Nick respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—No tenemos que hacer nada que no quieras.

Eso no pareció aplacar a Seth en lo más mínimo,


especialmente cuando comenzó a hacer crujir los nudillos, algo que
solo hacía cuando estaba nervioso.

—¿Qué quieres tú?

—¿No sé? Lo que podría ser una respuesta en sí misma. —


Nick impidió que Seth intentara romperse las manos—. Oye.
Mírame.

Seth lo hizo, con los ojos muy abiertos.

Nick le sonrió.

—No tenemos que hacer nada para lo que no estemos


preparados. Y aunque uno de nosotros esté listo, eso no significa
que el otro tenga que estarlo. Esto no es algo que ocurra una sola
vez. Tenemos el resto de nuestras vidas para resolverlo todo, así
que ¿por qué preocuparnos por eso ahora?

—El resto de nuestras vidas —repitió Seth.

Nick se encogió de hombros.

474
—Seguro. Siempre y cuando no esperemos hasta que los dos
tengamos treinta. Quiero hacer cosas antes. Cosas juntos.

—No, eso no es... ¿De verdad crees que estaremos juntos el


resto de nuestras vidas?

Nick lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿Sí? ¿No es eso lo que quieres? UH oh... O tal vez no


quieres eso, y estamos a punto de romper porque crees que
necesitas alejarme para mantenerme a salvo, y lo juro por Dios,
Seth, si eso es lo que es esto, voy a quejarme tanto que te
arrepentirás de haber pensado en algo tan tonto. No te atrevas a
hacer...

Seth se rió, un sonido bajo que Nick sintió hasta los huesos.
Estaba asombrado de él, la forma en que las comisuras de sus ojos
se arrugaron, la forma en que sus dientes brillaban con su amplia
sonrisa.

—Eres un idiota. No voy a romper contigo. —Su sonrisa se


desvaneció levemente—. Nunca, nunca hemos hablado realmente
sobre lo que vendrá después.

Nick frunció el ceño.

—Sí, lo hemos hecho. Todo el tiempo. ¿Recuerdas? Vamos a


ir a la escuela juntos, y luego abriré mi agencia de investigación
privada / panadería y tú escribirás libros sobre crímenes reales o
ficción o serás un abogado que se asegurará que la gente escuche
las voces de los que han sido despedidos durante mucho tiempo.

—Recuerdas eso —susurró Seth.

475
—Por supuesto que sí —dijo Nick—. El hecho que las cosas
hayan cambiado para los dos no significa que todavía no podamos
tenerlo. Y, sinceramente, no me importa lo que hagamos o a dónde
vayamos, siempre que esté contigo.

—¿Lo dices de verdad?

Nick asintió.

—Estamos juntos en esto, Seth. Y no me refiero a lo


Extraordinario. Estamos en esta vida juntos porque elegimos
estarlo. Tú y yo somos un equipo. Lo hemos sido desde que te
encontré en los columpios. Necesito que estés a mi lado para
asegurarme que no hago nada estúpido que me arresten o me
aplaste un Buick14 que me arroje un villano estúpido.

—Esas son dos cosas muy diferentes.

—Supongo que debería cubrir todas mis bases —dijo Nick.


Apretó la mano de Seth—. Lo que estoy tratando de decir es que
voy a donde tú vayas. Y hasta que me digas lo contrario, así será.

—No lo haré —dijo Seth, con las mejillas enrojecidas—. Me


refiero a decirte lo contrario. Me gusta que seamos un equipo. No
podía imaginarme que fuera con nadie más.

—Maldita sea —dijo Nick. Miró a su alrededor mientras el


ritmo de la canción disminuía dramáticamente, la gente en la pista
de baile se unía y se balanceaba lentamente.

Estaba a punto de señalarle a Seth que Jazz y Gibby


parecían estar a punto de besarse agresivamente cuando Seth se

14
Coche.

476
levantó de su silla, aparentemente decidido. Le extendió la mano y
preguntó:

—¿Me concedes este baile?

Completa y ridículamente encantado, Nick dijo:

—Sí. Sí. Pero recuerda, aprendí de Cap, y él no estaba


bromeando.

Seth lo levantó, caminando hacia atrás, con los ojos en Nick


mientras la multitud se separaba detrás de él.

—Entonces supongo que me darás un adelanto de la


experiencia Nick.

Con la boca seca, solo pudo asentir.

Seth los alejó de la mayoría de las otras parejas de baile y


encontró un rincón desocupado de la pista de baile. Inseguro de si
se suponía que debía liderar o dejar que Seth tuviera el honor, se
puso de pie con torpeza, esperando alguna inspiración de último
segundo. Él tomó la decisión cuando Seth colocó la mano de Nick
en su propia cintura. Luego, reflejó la posición con su propia mano
en la cadera de Nick, acercándolos con solo un susurro entre ellos.
Agarró la otra mano de Nick, capturándola entre ellos, su pulgar
rozando la piel de la palma.

—Muéstrame lo que tienes, Nicky —susurró Seth, y Nick


pensó que el aumento de temperatura no tenía nada que ver con
quien hubiera encendido el calentador a noventa grados.

Ellos bailaron. Aquí, en este pequeño rincón del mundo,


bailaron. No era perfecto, pero Nick pensó que las cosas hermosas

477
no siempre tenían que serlo. La verdad estaba en la incomodidad,
la imperfección. Estaba en la forma en que sus rodillas chocaban,
en la forma en que pisó los pies de Seth una o dos veces. A punto
de disculparse, se detuvo cuando Seth se inclinó hacia adelante.

—Está bien —dijo, con la boca cerca de la oreja de Nick—.


Lo estás haciendo bien. Lo tienes, Nicky.

No sabía cuánto necesitaba escucharlo hasta este mismo


momento, y aunque era solo un baile, le dio valor. Le dio esperanza,
algo a lo que aferrarse, y ahí, en la punta de la lengua: esas tres
pequeñas palabras como un faro que lo lleva a casa.

Bailaron durante lo que parecieron horas, todo lo demás se


desvaneció. ¿Perfecto? Nunca.

¿Bien? Siempre.

Terminó la canción.

Seth le sonrió mientras daba un paso atrás. Y como era el


mejor tipo de persona, se inclinó ante Nick, una mano detrás de la
espalda y la otra haciendo una floritura frente a él. Nick se rió, no
de él, nunca de él. Se rió porque estaba feliz.

Comenzó una nueva canción, otra parodia pop contagiosa en


la que el bajo retumbaba por el suelo y las paredes, arrastrándose
por la piel sudorosa de Nick. Seth fue alejado por Jazz, y ella gritó
de alegría cuando él la hizo girar expertamente, sus brazos
crujiendo. Antes que Nick pudiera reaccionar, Gibby se paró
frente a él, con una sonrisa diabólica en su rostro.

478
—Veamos qué puedes hacer, Nicky —dijo, tomando sus
manos entre las de él. No era como con Seth. El ritmo era más
rápido, insistente y Nick no estaba seguro de qué hacer con sus
brazos o piernas, especialmente cuando Gibby comenzó a moverse
como humo líquido, algo que nunca podría emular, incluso con años
de práctica. Pero en lugar de preocuparse por cómo se veía, lo
soltó. Levantó los brazos por encima de su cabeza, moviendo sus
caderas, para el deleite de Gibby.

Luego se fue y Jazz estaba frente a él. Ella puso sus manos
sobre sus hombros, y Nick se sonrojó furiosamente cuando ella se
deslizó por su frente, bajando antes de volver a subir lentamente.
Ella le dio la espalda, su cabello en su rostro mientras se movían
juntos. Nick colocó sus manos en sus mortales caderas,
sintiéndolas mientras se balanceaban de un lado a otro. Había
otros a su alrededor, la pista de baile ahora estaba abarrotada,
pero Nick no les prestó atención, su único enfoque en la forma en
que Jazz se sentía contra él, Gibby y Seth en su periferia, las
manos de Seth alrededor de la nuca de Gibby, las de ella en su
cintura. Todos chocaron, se movieron juntos, bailando, bailando, y
en el fondo de la mente de Nick, un pensamiento como un cometa
atravesando su cabeza ...

Siempre estaremos juntos. No importa qué. Nada puede


detenernos.

Ni ahora ni nunca.

Otra canción lenta. Bailó con Gibby, ninguno de los dos


habló.

Otra canción rápida. Bailó con Jazz, sus ojos brillaban.

479
Y luego Seth estuvo frente a él de nuevo, y Nick supo que
era el momento. Tenía que serlo. Era ahora o nunca. Seth se lo
merecía. Se merecía todo lo bueno, y si él podía añadir algo a eso,
si podía ser parte de ello, entonces tenía que dárselo todo.

Estaba nervioso, sí, pero era un buen tipo de nerviosismo,


del tipo en el que las mariposas en su estómago se sentían como si
estuvieran en llamas. Ardía de dentro hacia fuera, y no tenía nada
que ver con los Extraordinarios o Pyro Storm. Era por Seth.

Nick respiró hondo, soltándolo lentamente mientras se


balanceaban de un lado a otro.

Él dijo:

—¿Seth?

Seth le sonrió tranquilamente.

—¿Sí?

—Necesito decirte algo. Algo grande.

—Okey.

—¿Okey?

Seth se encogió de hombros.

—Okey.

Nick asintió. Le sudaban las palmas de las manos y se quedó


sin aliento en el pecho. Dejaron de moverse. Miró a Seth, de pie
en medio de la pista de baile, con la pajarita ligeramente torcida y
las gafas empañadas por el calor. Ahora ahora ahora.

480
Nick cuadró los hombros. Mantuvo la cabeza en alto. Miró a
Seth y dijo:

—Yo... ¿adónde va mi papá?

Seth parpadeó.

—¿Qué?

Nick frunció el ceño mientras miraba más allá de Seth,


viendo como su padre prácticamente salía corriendo de la
cafetería, dirigiéndose hacia las puertas que conducían a la
escuela. Parecía que tenía el teléfono presionado contra la oreja,
pero Nick no podía estar seguro. Probablemente no era nada. Cap,
tal vez. O el oficial Rookie. No importaba. No se suponía que
importara. Esta noche eran solo ellos, nada más.

Igualmente. Algo le hizo cosquillas en el fondo de la mente,


una sensación que no podía detectar. Se sentía... apagado, de
alguna manera. Había aprendido hacía mucho tiempo a confiar en
su intuición. Podría haberlo llevado por mal camino una o dos veces,
pero a menudo, ese aleteo en el fondo de su mente, ese resbaladizo
retorcimiento en su estómago, era algo a lo que había aprendido a
prestar atención.

—Quédate aquí —dijo Nick—. No te muevas; lo digo en serio.


Vuelvo enseguida. Necesito comprobar si mi padre está bien.

—¿Quieres que vaya con...?

Nick negó con la cabeza.

—No, solo me llevará un minuto. Cuando regrese, te diré algo


que tienes que escuchar. —Y como Cosmo le enseñó a dejarlos

481
siempre con ganas, agregó—: Prepárate para sorprenderte. —Con
eso, apartó a Seth.

No miró hacia atrás mientras se movía entre la multitud,


siendo golpeado y empujado, Seth lo llamaba, la gente parecía
molesta mientras se disculpaba por un codo errante. La música se
reanudó, vibrando hasta los huesos, el ritmo latiendo. Apretó los
dientes mientras la presión en su cabeza comenzaba a aumentar
como si tuviera uno de sus dolores de cabeza. No había tenido uno
de esos en unas pocas semanas, no desde que estaba tomando los
nuevos medicamentos.

Despejó la pista de baile y miró hacia atrás para ver a Seth


hablando con Gibby y Jazz, diciendo algo que Nick no podía oír.

Mientras se volvía hacia las puertas por las que había pasado
papá, chocó contra alguien. Un camarero, la bandeja cayéndole de
las manos, los vasos rompiéndose en el suelo, rociando líquido. Las
personas más cercanas a ellos se volvieron y se quedaron mirando
mientras Nick tartamudeaba una disculpa al camarero,
inclinándose para ayudarlo a recoger los cristales rotos.

—Está bien —dijo el camarero con un suspiro—. Nos pasa a


todos, Honeybunch. No te preocupes por eso.

Honeybunch.

Nick levantó la cabeza lentamente.

Era el mismo camarero que había visto cuando llegaron por


primera vez, el camarero que le había parecido familiar de una
manera que no podía identificar. Incluso agachado, el hombre era
alto, delgado, su cabello oscuro caía sobre su frente. Recogió los

482
trozos de vidrio y los colocó en la bandeja en el suelo. Debe haber
sentido a Nick mirándolo, porque miró hacia arriba.

Y se dio cuenta exactamente de su compresión.

—Oh, mierda —respiró el hombre.

—¿Señorita Conducta? —Nick articuló.

Los ojos del hombre se agrandaron.

—¿Nick? ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

—¡Esta es mi escuela! ¿Qué estás haciendo aquí?

El hombre, la Señorita Conducta, dijo:

—Trabajando. Este es uno de mis trabajos. Yo... oh, Dios


mío. ¿Está el aquí? ¿Pyro Storm también está aquí?

—No —dijo Nick rápidamente. La Señorita Conducta arqueó


una ceja—. Espera, sí, pero no así, ¿por qué no nos dijiste que ibas
a trabajar en nuestro baile de graduación?

La Señorita Conducta puso los ojos en blanco.

—¿Sabes cuántas escuelas secundarias hay en la ciudad?


¿Cómo podría haber sabido que estaría trabajando en la tuya?
Además, fue una cosa de última hora. Tengo un mensaje para
recoger algunas horas. Alguien llamó enfermo o su pez dorado
murió en un incendio en la casa o algo así, no lo sé. —Frunció el
ceño—. No reconocí el número, pero no suelo hacer preguntas
cuando se trata de cobrar.

—¡Ese es el momento perfecto para hacer preguntas!

483
—Exacto —dijo La Señorita Conducta levantando los últimos
trozos de vidrio mientras miraba a Nick de arriba abajo—. Traje
de asesino, Nick. Lo apruebo.

—Oh, gracias. Pertenecía a un mago muerto.

—Eso creo.

—Señorita Conducta, necesito...

—Deja de llamarme así —siseó—. Alguien podría escucharte,


y pensé que se suponía que debíamos estar ocultos. Mi nombre es
Mateo.

—Mateo —dijo Nick, con la mente acelerada—. Lo siento,


pero tengo que irme. Tengo que encontrar a mi padre. Él...

—Ve —dijo Mateo, levantando la bandeja del suelo mientras


se paraba—. Tengo trabajo que hacer. Podemos hablar más tarde.
—Desapareció entre la multitud, sin mirar atrás.

Nick también se puso de pie, ignorando a las personas que


lo miraban fijamente, susurrándose entre sí. Algo estaba mal. No
sabía qué, pero iba a averiguarlo.

484
18

Los pasillos de la escuela estaban casi vacíos. Nick nunca


había estado en la escuela tan tarde antes, y los sonidos de sus
pasos resonaban a su alrededor, haciéndolo estremecerse incluso
cuando las paredes vibraban con la música proveniente de la
cafetería.

Una mujer caminaba hacia él, con la cabeza gacha, el cabello


oscuro colgando alrededor de su rostro, grandes gafas de sol
cubriendo sus ojos. Llevaba jeans y un abrigo grueso, un bolso
grande colgando de sus hombros. ¿Quién diablos llevaba gafas de
sol dentro y por la noche? Debía de ser una de las acompañantes,
en su camino de regreso del baño.

Se detuvo donde un pasillo se cruzaba con otro, girando la


cabeza. Mirando a la izquierda, vio un par de puertas que conducían
a los campos traseros de la escuela. Dos personas estaban de pie
frente a las puertas, de espaldas a Nick. No podía ver lo que
estaban haciendo, pero ninguna era papá, así que se veía bien.

Allí, en el otro extremo del pasillo, estaba papá.

Caminaba de un lado a otro, con los hombros rígidos y el


teléfono aún presionado contra la oreja. Nick corrió hacia él, los
zapatos chirriando sobre el linóleo.

485
Algunos otros niños estaban de pie cerca de una hilera de
casilleros, las niñas hablando con entusiasmo, los niños fingiendo
ser fríos y distantes con sus abrigos colgando sobre un hombro, el
pecho inflado como si fueran perros de exhibición. Ninguno de
ellos le prestó atención a Nick mientras pasaba corriendo.

Papá levantó la cabeza al oír que se acercaba. La sangre


desapareció de su rostro. Parecía como si fuera a decir algo, pero
quienquiera que estuviera al otro lado del teléfono lo distrajo.

—Entiendo, Rook, pero no podemos ser demasiado


cuidadosos. Necesito que llames a Cap, ¿me oyes? Llama a Cap y
díselo...

—¿Papá? —preguntó Nick, sin aliento cuando se detuvo


frente a su padre.

Papá levantó una mano.

—Lo sé, Rook. Pero no creo que podamos hacer mucho al


respecto ahora. Está fuera de nuestra jurisdicción. La policía del
norte del estado tendrá que encargarse hasta que tengamos una
idea de lo que está planeando. Correcto. Correcto. Mantenme al
tanto. Me quedaré aquí, solo para estar seguro. No creo que
muestre la cara, pero es mejor que nos preparemos.

¿Prepararse para qué? Fuera lo que fuese, no sonaba bien.

Papá dijo:

—Bien. Hablamos pronto. No, no te preocupes por eso. Me


alegro que hayas llamado. Voy a... —El teléfono sonó contra el oído
de papá, y frunció el ceño mientras miraba la pantalla—. Eso es

486
raro. He perdido la señal. Que... —Se metió el teléfono en el
bolsillo, sacudió la cabeza y frunció el ceño—. Nick, ¿qué estás
haciendo aquí? Vuelve dentro con tus amigos.

—¿Qué ha pasado? —preguntó él.

Papá vaciló. Nick casi podía ver la forma en que trabajaba


su mente y el momento en que decidió contarle alguna versión de
la verdad.

—No es... probablemente nada, ¿de acuerdo? Y no hay nada


que podamos hacer al respecto esta noche, así que vuelve dentro.

Nick lo fulminó con la mirada.

—¿Me lo cuentas?

—Chico, yo...

—Hablamos de esto, ¿recuerdas? No más secretos.

Papá suspiró, sacudiendo la cabeza. Parecía exhausto, como


si hubiera envejecido años en los últimos diez minutos.

—Es Owen. Salió del hospital esta noche. No sé los detalles


porque todavía es pronto, pero Rook estaba en la comisaría cuando
recibió la llamada. Hirió a algunas personas al salir. Uno de los
miembros del personal del hospital, el... no parece que vaya a
lograrlo.

No, no, no...

—Burke —se atragantó Nick—. Ha sido Simon Burke quien…

Papá negó con la cabeza.

487
—Eso es lo que pregunté, pero nadie sabe nada en este
momento. Tal vez tuvo algo que ver con eso, pero ¿realmente crees
que Owen querría tener algo que ver con su padre después de lo
que hizo?

Nick no podía respirar. Su visión comenzó a estrecharse,


mientras sentía náuseas, se inclinó, agarrándose la cintura. La bilis
subió a la parte posterior de su garganta, ácida y caliente. Su
cerebro sufrió un cortocircuito, su sinapsis falló con un gruñido
eléctrico.

Una mano en su espalda, fuerte y cálida, frotó hacia arriba


y hacia abajo.

—Estás bien —escuchó una voz que decía cerca de su oído—


. Te tengo. Respira, Nicky. Sólo respira. Dentro. Dentro, chico. Eso
es y aguanta. Uno dos tres. Fuera. Uno dos tres. De nuevo. Si bien.
Dentro... sostenlo.... y fuera. Respira conmigo. Grandes
respiraciones. Lo tienes.

Nick jadeó, aspirando aire. Sus pulmones se expandieron


dolorosamente, pero su cabeza comenzó a aclararse, la niebla se
disipó ligeramente.

—¿Cómo ha pasado?

—No lo sé —dijo papá de nuevo—. Se suponía que debía


estar bajo vigilancia constante. Todas esas luces. —Hizo una
pausa—. ¿Owen alguna vez usó sus poderes sin tomar las píldoras?

Nick negó con la cabeza, el sudor le corría por la mejilla.

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—No podía. Era solo por las pastillas por lo que podía hacer
lo que hacía. ¿Por qué?

—Por las sombras —dijo papá en voz baja, todavía frotando


su espalda—. Rook dijo que le dijeron que Owen usaba sombras
para... no importa. Lo resolveremos. Independientemente, no hay
forma de que Owen venga aquí esta noche.

—Mierda —Escupió Nick—. Si vuelve a tener sus poderes,


eso significa que puede volar. Por lo que sabemos, está de camino
aquí ahora mismo. Tenemos que decírselo a los demás.

—Claro, Nicky. Lo haremos, ¿de acuerdo? Tomemos un


momento para...

—¡Hola, Nick!

Nick y su padre se dieron la vuelta, mirando hacia el pasillo


de donde había llegado el saludo.

El grupo de niños todavía estaba de pie contra los casilleros,


pero no habían sido ellos los que gritaron. Miraban más allá del
pasillo, hacia las puertas. Las puertas donde estaban dos personas,
las mismas dos personas que Nick había notado cuando venía de la
cafetería.

Una mujer se enfrentó a ellos, familiar incluso a la distancia,


con la mano levantada a modo de saludo como si fuera ella quien
había gritado el nombre de Nick. Acurrucado junto a ella, de cara
a las puertas, había un hombre, con la mano recorriendo las uniones
entre las dos puertas, dejando una gruesa capa de hielo,
congelando las puertas juntas.

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—Oh, no —susurró Nick.

Los gemelos. Christian y Christina. Smoke y Ice.

—El Sr. Burke te envía saludos.

Papá dio un paso hacia ellos.

—¡Vosotros! ¿Sois estudiantes? ¿Qué le estás haciendo a


las puertas?

Ice se enderezó y se unió a Smoke. Llevaban trajes a juego,


negros con camisas de vestir blancas. La corbata de Smoke era
gris oscuro y la de Ice era azul. Smoke sonrió con malicia mientras
ladeaba la cabeza.

—Es bueno verte de nuevo, Nick.

—Sí —dijo Ice—. Muy agradable.

Papá dio otro paso hacia ellos.

—No sé cómo crees que conoces a mi hijo, pero yo... yo no...


—Se detuvo—. ¿Dónde te he visto antes?

Ice y Smoke intercambiaron una mirada antes que ambos se


rieran, un sonido plano y sordo que hizo eco en el pasillo.

—¿Te resultamos familiares? —preguntó Smoke.

—Sí —dijo Ice—. Nos conocemos, Aaron Bell. Muy


conocidos.

—¿Que está pasando? —preguntó uno de los chicos de los


casilleros—. ¿Es esto parte del baile? No sabía que también iba a
haber un espectáculo. —Dio un codazo a su amigo—. Míralos.

490
Su amigo, un idiota si alguna vez hubo uno, se rió.

—Extraño, ¿verdad? —Se empujó fuera del casillero,


inflando su pecho—. ¡Oigan, monstruos! ¿Qué pasa con vosotros?
¿Porqué habláis así?

—Basta, Micah —dijo una de las chicas, sonando molesta—.


No seas idiota. El papá de Nick está ahí.

—¿Y? —dijo el chico de fraternidad—. ¿Qué va a hacer?

—Es policía.

El chico de fraternidad se dio la vuelta con los ojos muy


abiertos.

—Oh, mierda. ¡La hierba no es mía! Por favor, no llames a


mis padres. ¡Cornell anulará mi aceptación!

—Salir de aquí —les gruñó Nick—. ¡Decirles a todos que


tienen que salir de la escuela mientras puedan!

Se fueron, los chicos corriendo lo más rápido que pudieron,


dejando atrás a sus citas. Una de las chicas suspiró irritada antes
de indicarle a su amiga que la siguiera. Ella miró a Ice y Smoke
antes de mirar a Nick y su papá. Nick pensó que iba a decir algo
más, pero su amiga tiró de ella, de regreso a la cafetería.

Ice y Smoke siguieron su salida, apenas parpadeando.

—Niños —dijo Ice—. Me gustan los niños.

—No —dijo Smoke bruscamente—. Céntrate. Estamos aquí


por el chico.

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—¿Qué chico? —preguntó papá.

Ice y Smoke volvieron la cabeza hacia Nick y su padre.

Sin pensarlo, Nick dio un paso atrás.

—¿Papá?

—No deberíais estar aquí —ladró papá—. Esto es el terreno


de la escuela. No sois bienvenidos... aquí... ¿qué le hiciste a la
puerta? ¿Eso es hielo?

—Lo es —dijo Ice—. La puerta está congelada. Como todas


las otras puertas. No hay escapatoria. Para ti. Para el chico.

—¡Papá!

Papá miró a Nick con el ceño fruncido.

—¿Qué, Nick? Estoy tratando de...

—¡Son ellos! —gritó—. ¡Son Smoke y Ice! ¡Están trabajando


con Burke!

Papá no lo dudó. Fue por su arma, maldiciendo cuando se dio


cuenta que no la tenía. La había dejado en casa. No estaba
permitido llevarla en la escuela, especialmente porque estaba
fuera de servicio. Nick había observado cómo la había guardado en
la caja fuerte esa misma tarde antes que salieran de la casa. En
cambio, se movió frente a Nick, protegiéndolo. Nick se aferró al
abrigo de su padre, colgándose de él con ganas de vivir, con el
aliento agitado en el pecho.

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—No puedes tenerlo —espetó papá—. Es mi hijo. Si lo
quieres, tendrás que pasar por encima de mí. Y te prometo que
será lo último que hagas.

—Desafío —dijo Smoke, una pequeña sonrisa formándose en


su rostro—. Se nos ha ofrecido un desafío.

—Aceptamos —dijo Ice—. Vamos a pasar por encima de ti,


Aaron Bell. Eres prescindible. Y luego tendremos al chico. Pyro
Storm no tendrá más remedio que revelarse. Él vendrá y lo
estaremos esperando.

Levantaron las manos al unísono, las palmas hacia Nick y


papá. Sus dedos temblaron. Detrás de ellos, Nick creyó ver a
alguien mirar a la vuelta de la esquina. Solo la vio por un momento.
La mujer con la que se había cruzado en el pasillo. Pelo oscuro.
Gafas de sol. Las gafas de sol ahora estaban sobre su cabeza, y en
sus manos, sostenía lo que parecía una pequeña cámara, apuntando
en su dirección.

Una rabia como nunca antes había experimentado inundó


todo su cuerpo, y gruñó:

—Mierda, eres la peor, Rebecca Fire...

—¡Corre! —Papá gritó mientras giraba sobre sus talones.


Agarró a Nick por la muñeca, haciéndolo caer de un tirón mientras
despegaba, huyendo de Ice y Smoke. Nick tropezó, mirando hacia
atrás por encima del hombro para ver nubes negras que
comenzaban a ondear alrededor de las manos de Smoke, hielo
cristalizándose en el aire y flotando en puntas afiladas sobre la
cabeza de Ice. Papá tiró de Nick a la vuelta de la esquina justo

493
cuando las púas se lanzaban hacia ellos. Uno golpeó una fila de
casilleros, abollando el metal cuando la púa se hizo añicos. Otro se
incrustó en la pared, el yeso se resquebrajó.

El agarre de papá se apretó sobre el brazo de Nick hasta el


punto en que pensó que estaría magullado si sobrevivían a esto.

—¡Tenemos que sacarlos de la escuela! —Nick gritó—. ¡Lejos


de todos los demás!

Papá echó la cabeza hacia atrás.

—¿Dónde?

Nick tomó la delantera, papá todavía lo sostenía. La música


seguía resonando a través de las paredes, el bajo pesado. Nick
atravesó la escuela, con papá pisándole los talones. Pasaron
corriendo por las aulas oscurecidas, por las escaleras que
conducían al segundo piso. Nick pensó brevemente en conseguir un
terreno más alto, pero lo descartó. No podía correr el riesgo de
quedar atrapado. Condujo a papá hacia una entrada lateral que
usaban los profesores para acceder al aparcamiento.

—Funciona —murmuró para sí mismo—. Maldita sea, ¿por


qué no funcionas? —Sacudió su mano libre, tratando de que sus
poderes hicieran algo. Gritó cuando papá empujó su cabeza hacia
abajo, otra punta de hielo volando y chocando con la pared frente
a ellos. Partículas de hielo golpearon la cara de Nick al doblar la
esquina. Sus dientes castañeteaban ante el repentino frío.

Delante, el par de puertas dobles. Las ventanas mostraban


el aparcamiento fuera, bañado en un tono amarillento-anaranjado
de las luces de arco de sodio.

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—¡Sí! —Nick gritó, corriendo a toda velocidad hacia las
puertas—. ¡Sí! ¡Que se jodan, imbéciles! ¡No podéis... maldita sea!

Las puertas estaban congeladas y el hielo cubría los pomos


y las cerraduras. Nick se estrelló contra ellas, esperando que el
hielo se hiciera añicos. Las puertas apenas se movieron.

Atrapado. Estaban atrapados.

Papá soltó a Nick, apresurándose hacia la puerta interior


más cercana, pero estaba cerrada. Dio dos pasos hacia atrás antes
de levantar la pierna y golpear la puerta con la planta del pie. Se
sacudió en su marco, pero no se abrió.

Una nube de humo negro se elevó a la vuelta de la esquina


antes de transformarse en Smoke. Ice apareció a su lado, los ojos
brillando oscuramente.

—Corre, corre, corre —dijo—. Me gusta cuando corren. —


Su sonrisa se ensanchó tanto que Nick pensó que su rostro se
rompería por la mitad.

—Ahí —dijo Smoke—. Ningún otro lugar a donde ir. Lo


intentaste, Aaron Bell. Pero tendremos al chico. Pyro Storm se
revelará a sí mismo. Y entonces todos verán quiénes son realmente
los dos.

Papá se paró frente a Nick una vez más.

—Te lo dije, no lo vas a tocarle. No necesito poderes para


patear vuestros traseros.

—¿No? —dijo Ice—. Permítenos mostrarte lo contrario.

495
El aire sobre la cabeza de Ice comenzó a cambiar, brumoso
y chasqueante. Aparecieron cristales de hielo, que se juntaron y la
temperatura descendió a su alrededor. Las partículas se
arremolinaron, formando el pico de hielo más grande que Nick
había visto en su vida. Tenía al menos treinta centímetros de largo,
el extremo afilado como una aguja y apuntaba directamente a
ellos.

Rebecca Firestone patinó hasta detenerse detrás de ellos,


la cámara todavía apuntaba en su dirección. Tenía las mejillas
enrojecidas y la peluca ladeada en la cabeza.

—¡Ayúdanos! —Nick le gritó.

—¡No puedo! —ella devolvió—. Soy reportera, no puedo


involucrarme.

—Oh, Dios mío —murmuró Nick—. La odio tanto.

—Cosas más importantes de las que preocuparse, niño —


gruñó papá, sin apartar la mirada de Ice y Smoke.

—El Señor Burke lamenta que hayan llegado a esto —dijo


Ice mientras sus ojos se deslizaban desenfocados, la punta
flotando sobre su cabeza a medida que crecía aún más—. Pero sé
lo quitaste, Nicholas. Y ahora te lo quitará. Dile adiós a tu padre.

Ice sacudió la cabeza, la punta tembló antes de lanzarse


hacia ellos. El tiempo se ralentizó alrededor de Nick, cada segundo
cinco latidos de su corazón. Observó cómo la punta se hacía más y
más grande a medida que se acercaba, la punta afilada relucía. Papá
se volvió, pero no se alejó. Nunca te alejes. Envolvió todo su cuerpo

496
alrededor de Nick, abrazándolo con fuerza, la cara de Nick contra
su hombro, los ojos ardiendo.

Escuchándolo. Su padre lo estaba protegiendo.

—Te amo —le susurró papá al oído—. Ayer. Hoy. Mañana. Te


amaré para siempre.

Mamá riendo mientras el viento soplaba a través de su


cabello, la sal del océano espesa en sus lenguas.

Nick entre ellos, el pequeño Nick aprendiendo a caminar, el


pequeño Nick agarrándose de ambas manos, exigiendo que lo
balancearan. Lo hicieron.

El teléfono sonando, papá al otro lado de la línea diciéndole:


Dios mío, se ha ido, se ha ido.

Papá entrando a su habitación a altas horas de la noche,


Nick gritaba en sueños, una pesadilla en la que ella intentaba
alcanzarlo y él no podía. —Estás bien —susurraba papá mientras su
hijo sollozaba contra su pecho—. Te tengo.

Mamá, bailando en la cocina, una vieja canción sonando en la


radio. —¡Nicky! —Ella clamó felizmente cuando lo vio mirándola—.
Ven a cantar conmigo. —Fue, por supuesto.

Los tres caminaban por la ciudad, Nick les contaba una


historia que seguía y seguía, pero nadie le decía que se callara,
nadie le decía que dejara de hablar. Más, chico, cuéntanos todo.

Papá de pie junto a él, el faro en la distancia, una urna


apretada entre ellos.

497
Todo lo que siempre quise fue mantenerte a salvo.

—No.

Nick levantó la cabeza mientras hablaba, mirando por


encima del hombro de papá, el nudo en su cabeza y pecho se
desenredó con facilidad, los hilos se soltaron mientras tiraba y
tiraba y tiraba. Y allí, en su caos, una chispa que ardía
intensamente.

La punta de hielo se detuvo. A menos de treinta centímetros


de distancia de la espalda de papá, la punta afilada brillaba. Una
gota de agua cayó de la punta y aterrizó con un chapoteo en el
suelo. Nick inspiró y espiró, y allí, en su cabeza, una presión
tremenda, deliciosamente dolorosa. Se aferró a ella, apretando los
dientes contra la fuerte ola de dolor que lo inundó. Pero era más
grande de lo que era, más fuerte. No siempre lo había sido, pero
ahora lo era. La presión aumentó y empujó contra ella. Ondeó como
la superficie de un lago. Resistente, pero no tanto como para no
poder abrirse paso a la fuerza, hundirse bajo la superficie y
sumergirse en toda ella.

Entonces eso es lo que hizo.

Se cerró y cubrió su cabeza.

Debería haberse ahogado. No lo hizo.

Estaba vivo, vivo, la chispa en su cabeza era el comienzo de


un gran incendio. No sabía cómo no lo había visto antes. Él era...

—En control —susurró, y con todas sus fuerzas empujó.

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La punta de hielo explotó con un crujido feroz, los
fragmentos golpearon el suelo y rebotaron. Nick empujó
suavemente a su padre hacia un lado, papá se estiró, las líneas de
su rostro se suavizaron cuando se dio cuenta que no había sido
atravesado por la espiga. Se volvió lentamente mientras Nick se
movía a su alrededor.

Ice y Smoke observaron a Nick y, por primera vez,


parecieron... inseguros. Sin miedo, todavía no, pero no esperaban
que pudiera hacer lo que había hecho.

Bien. Lo habían subestimado. Sería su perdición.

—Lo sabía —respiró Rebecca Firestone—. ¡Maldita sea, lo


sabía! Tú también eres un Extraordinario. Estás...

—No deberías haber intentado lastimar a mi papá —dijo


Nick en voz baja. Echó un vistazo a las filas de casilleros que se
alineaban en el pasillo y empujó contra la chispa. Las puertas
empezaron a traquetear, el metal retumbó con fuerza. El
traqueteo se movió rápidamente por el pasillo hasta que todas las
puertas de los casilleros rebotaron, traquetearon, y hubo miedo.
Comenzó con Smoke, sus ojos se agrandaron mientras daba un paso
atrás. Ice estaba frunciendo el ceño; todavía no entendía lo que
estaba pasando. Volvió a levantar las manos, como si quisiera
enviarles otro pincho.

—No —advirtió Nick.

Pero Ice no escuchó. Sus dedos se movieron, formando hielo


en el aire sobre él una vez más.

Nick empujó de nuevo.

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Las puertas de los casilleros chirriaron cuando se soltaron
de sus bisagras, el metal crujió y gimió. Ice gritó cuando una de
las puertas se estrelló contra su cadera, casi derribándolo. Las
luces en el pasillo empezaron a parpadear cuando Ice fue golpeado
por otra puerta, y luego otra, esta última sacando sangre del dorso
de su mano, un corte que roció gotas contra la pared.

Smoke se disipó, convirtiéndose en una voluminosa nube


negra cuando las puertas del casillero volaron a través de ella,
golpeando a Ice una y otra vez. Excepto que ahora, las puertas no
rebotaron. No, comenzaron a envolverlo, moldeándose contra su
cuerpo. Dos golpearon sus piernas, el metal chirrió cuando las
puertas se doblaron alrededor de sus pies y tobillos,
manteniéndolo en su lugar. Más puertas chocaron contra sus
piernas, luego su cintura, brazos, inmovilizándolos a sus costados.
Ice gritó cuando el metal se hundió, pero Nick no se detuvo. No
podía detenerse. No quería detenerse. Una noche. Ni siquiera
podían tener una noche en la que no corrieran, gritaran o lucharan
por sus vidas.

Nick sabía que sería fácil. Tan fácil. Todo lo que tenía que
hacer era envolver una de las puertas del casillero alrededor de la
cara de Ice y cortarle el aire. El metal se apretaría alrededor de
la cabeza de Ice, y él estaría aterrorizado, rogándole a Nick que
se detuviera, por favor, para, por favor, no quiero morir. Nick no
querría escuchar. No querría escuchar porque este hombre, esta
gente, había tratado de lastimar a Seth. Habían intentado herir a
La Señorita Conducta y a TK. Habían intentado matar a su padre.

Y allí, de pie detrás de ellos, luciendo tan asustada como


nunca la había visto, estaba Rebecca Firestone, de alguna manera

500
todavía grabando. Él también podría acabar con ella. Ella había
hecho la vida de Seth miserable. Ella había esparcido mentiras
sobre los dos. Ella estaba aquí, lo que significaba que sabía algo.
Quizás estaba trabajando con Burke. Quizás solo estaba
acosándolo. No importaba. Si se ocupaba de Ice y Smoke, podría
encargarse de Rebecca Firestone.

Las luces parpadearon violentamente, todo el pasillo


retumbó, el suelo crujió cuando los brazos de Smoke se volvieron
a formar, tirando del metal que envolvía a Ice. Otra puerta se
estrelló contra el pecho de Ice, arrugándose y moldeándose hasta
que parecía que llevaba una camisa de fuerza de metal. Solo le
quedaba la cabeza. Una puerta más. Una puerta más y todo
terminaría para él. Luego Nick pasaría a Smoke y sería un héroe.
Rebecca Firestone tenía el metraje, y aunque parecía que estaba
a punto de correr, Nick podía atraparla. Detenerla. Hacerla sentir
cada gramo de sufrimiento que había provocado en su familia, y
luego, oh, y luego, encontraría a Simon Burke. Lo encontraría y le
haría pagar por todo lo que había hecho. Pagar por todas sus
mentiras, por decir el nombre de la madre de Nick como tenía
derecho a hacerlo, y cuando le suplicara que lo perdonara, se reiría
en su maldita cara y...

—Mírame —dijo una voz a través de la tormenta, a través


de los sonidos del pasillo rompiéndose a su alrededor—. Mírame,
chico. Nick.

Manos familiares en su rostro, ásperas, cálidas y amables,


los pulgares frotándose contra sus mejillas. Nick parpadeó
lentamente mientras atravesaba la superficie, mientras la chispa
en sus manos quemaba y quemaba y quemaba.

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Papá dijo:

—No, Nicky. No no. Es suficiente. No más. Mírame. Mírame,


Nick. Estoy aquí. Estoy aquí contigo. Estamos bien, lo prometo.

—¿Papá? —Nick susurró mientras su padre se enfocaba, el


ceño fruncido, las líneas de preocupación profundas. Parecía
asustado, pero Nick no sabía de qué. ¿Smoke? ¿Ice? ¿Él mismo?
No lo sabía, pero fue suficiente para sobresaltarlo, como si
despertara de un sueño vívido.

Papá asintió.

—Ahí lo tienes. Todo está bien.

Nick inspiró y espiró, la presión en su cabeza disminuyó


levemente, lo suficiente como para poder pensar. Estuvo cerca.
Tan cerca.

—Escúchame —dijo papá—. El hielo de las puertas se ha


roto. Vete. No llames al 911. No sé quién responderá y no podemos
correr ese riesgo. Llama a Cap directamente. Pero corre, ¿me
oyes?

Nick ya estaba negando con la cabeza, incluso antes que


papá terminara.

—No. No puedo dejar a mis amigos aquí. No puedo dejarte


aquí...

Papá lo empujó.

—Han venido a por ti, Nick. Te quieren a ti y a Pyro Storm,


y yo no...

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Durante años, Nick recordaría la expresión exacta del
rostro de su padre en el momento en que una banda de humo negro
envolvió su pecho. Conmoción, incredulidad e ira. Las pesadillas que
Nick tendría serían brutales. Su padre fue arrancado de él,
volando hacia atrás mientras intentaba alcanzarlo. Ocurrió muy
rápido. En un momento, papá estaba a centímetros de Nick, y luego
se fue, lanzándose por el aire hacia Smoke, con los brazos
extendidos como tentáculos humeantes. El hielo cayó al suelo a su
lado con un golpe metálico.

—¡PAPÁ! —Nick gritó.

El humo negro envolvió la boca de papá, cortándolo. Luchó,


oh, cómo luchó, pero fue inútil. Smoke que lo retenía era demasiado
fuerte. Por un momento, Nick volvió a un puente, a las sombras que
se elevaban a su alrededor, pero se perdió en la tormenta en su
cabeza.

—No —dijo Smoke, y sonaba furiosa—. Ni un paso más. Si


te mueves, lo aplastaré. ¿Quieres ver cómo se ven las entrañas de
tu padre?

—Déjalo ir —gruñó Nick, las luces parpadearon de nuevo, el


pasillo retumbó.

—Fuerte —dijo Smoke, mirando las luces—. Sabía que serías


fuerte. Pero esto, es más. El Sr. Burke te ayudará. Ven, ven con
nosotros. Deja que te muestre el camino. Si lo haces, tu padre
estará a salvo. Si no lo haces, morirá. Tus amigos morirán. Todos
en esta escuela morirán. Será tu culpa.

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—Bésame el maldito trasero —gruñó Nick, y alcanzó una
pequeña caja roja y blanca incrustada en la pared. Agarró la
palanca, tirando de ella tan fuerte como pudo. Se deslizó hacia
abajo con un chasquido audible. El segundo antes que sonara la
alarma, Nick, siempre rudo, dijo con la voz más grave en la historia
de los superhéroes, en su más humilde opinión—. Donde hay humo,
hay fuego.

La alarma chilló. El sonido pilló a Smoke con la guardia baja.


La columna que sostenía a papá se aflojó y se deslizó hacia el suelo,
las puntas de sus zapatos raspando el suelo.

—¡Nick, maldita sea, corre! —Papá lloró. Ante que pudiera


decir más, la banda se tensó a su alrededor de nuevo, cubriéndolo
casi por completo. Smoke apuntó su otra mano hacia Ice, nubes
negras cayendo de su palma, aterrizando sobre Ice y levantándolo
del suelo, todavía rodeado de metal. Ice miró a Nick mientras se
levantaba, flotando junto a Smoke.

Gritos desde la cafetería cuando la música de baile se cortó.


Sobresaltado, Nick miró hacía el sonido.

Smoke usó la distracción para darse la vuelta y correr por


el pasillo, Ice y papá flotando detrás de ella, las nubes negras a su
alrededor se movían enojadas. Rebecca Firestone presionó su
cuerpo contra la pared, con el rostro arrugado por el miedo. Ellos
la ignoraron. Nick gritó llamando a su padre, pero ya habían
doblado la esquina, fuera de la vista, dejando solo en el pasillo en
ruinas, la alarma sonando, las luces encendidas, las filas de
casilleros dobladas y colgando en ángulos extraños de las paredes.

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Miró por encima del hombro. El hielo que cubría la puerta se
había roto. Podría irse. Haz lo que dijo papá. Llama a Cap. Llama
por ayuda. Sería más seguro. Sería más inteligente.

Excepto que este era papá. Y Seth.

Gibby. Jazz.

Y sus padres.

Mateo también.

Los héroes no huían. No dejaban atrás a su gente. Estaba


aterrorizado, pero no se sentía importante.

Lo importante era la forma en que se cuidaban el uno al otro,


se apoyaban el uno al otro sin importar qué. Eran un equipo. Eran
un faro, un faro en la oscuridad.

Se apartó de las puertas y se alejó por el pasillo donde


Smoke había desaparecido con papá y Ice, hacia el sonido de los
gritos. Mientras corría, encontró el nombre en su teléfono que
estaba buscando y presionó el botón de llamada, listo para traer a
la caballería.

El teléfono sonó en su oído. Lo apartó, mirándolo con horror


mientras patinaba hasta detenerse. No tenía ningún servicio.
Siempre había tenido servicio en la escuela, pero ¿ahora? No había
señal. Era inútil.

Volvió a correr, a punto de volver a guardarse el teléfono


en el bolsillo cuando se le cayó de las manos al chocar con un grupo
de personas que corrían en la dirección opuesta.

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Niños y niñas, todos vestidos de punta en blanco, con
rostros pálidos y presa del pánico. Nick fue empujado contra la
pared cuando su teléfono cayó al suelo. Aterrizó a unos metros de
distancia, pero antes que pudiera agarrarlo, un chico alto lo pisó
mientras huía. La pantalla se volvió negra cuando se rompió, los
pedazos se desprendieron cuando fue pateado.

Nick gimió. Acababan de comprarle ese maldito teléfono.

Trató de levantarse, pero fue derribado por la multitud que


se apresuraba. Presionó sus manos planas contra la pared, listo
para hacer lo que tuviera que hacer para llegar a su padre, cuando
una mano se envolvió alrededor de su muñeca, tirándolo hacia
arriba. Estaba a punto de agradecerle a la persona cuando vio quién
era, y las palabras se convirtieron en polvo y volaron.

Rebecca Firestone le sonrió con el pecho agitado. Tenía las


mejillas enrojecidas y los ojos brillantes. Ella debió haberlo
perseguido por el pasillo.

—Supongo que eso nos iguala.

Nick la fulminó con la mirada.

—¿Estás loca? Lárgate de aquí con esas tonterías, córtala.


Te salvé de caer de un puente. No estamos ni cerca de incluso.
¿Qué estás haciendo aquí?

—Siguiendo una historia —dijo, presionando un botón en su


cámara antes de apuntar a la cara de Nick— ¿Te importaría
explicar lo que pasó en el pasillo? Todo un despliegue de poderes.
¿Cuándo se manifestaron? ¿Es telequinesis?

506
—Si no me quitas esa cámara de la cara, la voy a meter en
tu...

Más gritos en la cafetería. Nick empujó a Rebecca


Firestone, deseando que la expulsaran con la multitud de personas
que intentaban huir. Pasara lo que pasara, esperaba que la alarma
de incendios le hubiera dado a la gente alguna advertencia.
Mientras se abría paso a través de la marea que se precipitaba
contra él, buscó a su equipo. No había rastro de ninguno de ellos.

Hizo una mueca cuando la gente chocó contra él, dándole


codazos, golpeándolo en el pecho, la cara y el estómago. Mantuvo
la cabeza gacha mientras continuaba, tratando de gritar por
encima del ruido para que todos se apartaran de su camino.

Finalmente, llegó a las puertas que conducían a la cafetería.


Colgaban de sus bisagras. La gente atravesó la puerta en
estampida, prácticamente trepándose unos encima de otros. Una
niña cayó de rodillas, su vestido se rasgó. Su mejilla tenía una
mancha de sangre, y Nick se inclinó, la agarró del brazo y la
levantó. Ella jadeó cuando él la puso de pie.

—¡Vete! —le gritó Nick—. ¡Sal de aquí!

Ella asintió y corrió, sin mirar atrás.

Nick corrió a la cafetería y se detuvo en seco.

Rebecca Firestone se estrelló contra su espalda,


maldiciendo.

507
Grupos de estudiantes estaban apiñados contra las paredes,
los estudiantes de secundaria se aferraban unos a otros mientras
miraban con horror.

Los profesores y otros acompañantes de pie frente a ellos,


protegiéndolos lo mejor que podían. Los más cercanos a las puertas
estaban guiando a la gente, pero la mayoría estaban aislados,
atrapados. Los adultos acercaron a los estudiantes,
manteniéndolos juntos.

Y allí, de pie en medio de la cafetería, con los ojos


encendidos, estaba Pyro Storm.

Llevaba un disfraz que Nick nunca había visto antes: más


elegante, más ajustado. Era negro con ribetes rojos que le
recorrían los lados de las piernas y el pecho. No tenía capa, pero
un símbolo de llama familiar se encontraba en el medio de su pecho.
Su casco era más suave, las lentes brillaban con un intenso tono
rojo que parecía fuego. Enseñó los dientes y miró a Nick corriendo
hacia él, la expresión se suavizó brevemente.

—¿De dónde diablos sacaste eso? —Nick exigió sin aliento


mientras se detenía frente a Pyro Storm, ignorando brevemente
el caos atronador que sucedía a su alrededor—. ¿Y cuándo tuviste
tiempo para cambiarte?

—Lo mantuve oculto en la escuela —gruñó Pyro Storm, con


la mirada aún fija hacia arriba—. Alguien me dijo que las secuelas
necesitaban nuevos disfraces, así que he estado esperando el
momento adecuado para debutar.

—¿Dónde está...?

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—¡Estar atentos! —Pyro Storm gritó, empujando a Nick. Se
sintió como si Nick hubiera sido atropellado por un camión cuando
voló de regreso y golpeó el suelo. Justo donde había estado
parado, una púa golpeó el suelo, incrustándose, el hielo reluciendo
mientras el agua goteaba.

Nick miró hacia arriba.

Smoke y Ice flotaban cerca del techo. El metal que había


cubierto a Ice se había caído y no sonreía. Su rostro estaba
retorcido de ira mientras formaba más picos alrededor de su
cabeza. Y ahí estaba papá, clavado a la pared cerca del techo, a
metros sobre el suelo, cubierto por una nube negra turbulenta.
Luchaba en vano.

Unas manos agarraron los brazos de Nick, tirándolo hacia


arriba. Él entró en pánico y trató de alejarse hasta que escuchó a
Gibby decir:

—¡Nick, detente, somos nosotras!

Miró a su alrededor para ver que Jazz y Gibby lo apoyaban.


El abrigo del traje de Gibby había desaparecido y su pajarita
colgaba hecha jirones, la capa exterior de encaje del vestido de
Jazz había sido arrancada, pero por lo demás, parecían ilesas.
Furiosas pero ilesas.

—¿Qué diablos está pasando? —preguntó Gibby.

—Idiotas —espetó Nick—. Están tratando de


desenmascarar a Seth.

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La gente gritó cuando un pesado bloque de hielo se estrelló
contra el suelo, lo que provocó que Pyro Storm saltara antes de
aplastarlo.

—¿Esa es Rebecca Firestone? —Jazz demandó—. ¿Qué está


haciendo aquí?

—Olvídala —dijo Nick—. Mis poderes están encendidos.


Tengo que ayudar...

—Ve —dijo Gibby—. Si van detrás de ti, sacaremos a todos


y regresaremos y ayudaremos. Distraerlos.

Nick asintió.

—Llevarlos a todos a las puertas del aparcamiento de


profesores. Deben estar aún abiertas. No hagáis nada estúpido.
Manteneros agachadas, manteneros ocultas. La ayuda está en
camino.

—En eso —dijo Jazz—. Vamos a...

—¡Jazmín! —Miles rugió.

Nick levantó la cabeza a tiempo para ver una columna de


humo negro que se precipitaba hacia ellos. No tuvo tiempo de
reaccionar cuando Jazz los empujó a ambos con una fuerza
sorprendente, lo que hizo que Gibby y él retrocedieran, Gibby
gruñendo cuando el humo cortó el aire donde acababan de estar,
Jazz al otro lado, un gruñido feroz. en sus labios. Antes que Nick
pudiera recuperarse, el humo retrocedió y se balanceó contra su
pecho, derribándolo. Se estrelló contra una pared, la parte
posterior de su cabeza hizo que el yeso se agrietara. Jadeó,

510
aturdido, las luces parpadearon ante sus ojos. El humo se extendió
a sus brazos y piernas, levantándolo del suelo, manteniéndolo en su
lugar. Trató de quitárselo, pero era demasiado pesado.

Smoke apareció frente a él, con una leve sonrisa en su


rostro. Ella no era corpórea, más humo que humana, y se derrumbó
y se volvió a formar frente a él hasta que su rostro estuvo a
centímetros del suyo.

—Hola —susurró—. Eres mucho más fuerte de lo que


esperaba. Bien. Él te necesitará. Y dejarás que te tenga. Pero
primero, has lastimado a mi hermano. Y ahora te haré daño.

Nick se tensó mientras esperaba que el humo se cerrara a


su alrededor, aplastara sus huesos, pero el momento nunca llegó.

Smoke se rió de la expresión de su rostro.

—No tú —giró lentamente, levantando la cabeza hacia


arriba—. Él.

Papá gritó cuando el humo se constriñó a su alrededor. Su


cabeza se inclinó hacia atrás, los tendones de su cuello sobresalían.
Tenía los ojos desorbitados y Nick gritó.

Entonces sonó una voz, feroz y fuerte.

—Perra, estoy tratando de trabajar aquí, ¿y crees que


puedes entrar y evitar que me paguen? Te espera la conmoción de
tu maldita vida. Y sí, ese es un eslogan, así que besa mi fantástico
trasero.

Todo el cuerpo de Smoke comenzó a temblar cuando la


electricidad azul brillante la golpeó, formando un arco sobre sus

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brazos, piernas y pecho. El humo que sostenía a Nick colapsó,
provocando que se deslizara al suelo. Aterrizó de pie y miró hacia
arriba para ver que el humo que sostenía a papá comenzaba a
disiparse. Nick echó a correr, marchando hacia su padre, pasando
junto a Mateo, lo único que ocultaba su identidad era la máscara
alrededor de sus ojos. Gruñó cuando la electricidad se disparó
alrededor de Smoke, sus miembros se extendieron, los dedos se
flexionaron y temblaron.

El humo que sostenía a papá disminuyó aún más, y cayó unos


metros antes de detenerse, todavía muy por encima del suelo. Si
se caía del todo, al menos saldría gravemente herido, pero si
aterrizaba mal, podría morir.

Pasó junto a Pyro Storm, el calor de su fuego sopló sobre la


piel de Nick. Pyro Storm estaba enfrascado en una batalla con Ice,
el villano se movía rápidamente, bloqueando las bolas de fuego con
paredes blancas. Nick escuchó a Pyro Storm gritar su nombre,
pero lo ignoró, perdido en una ola de pánico que se apoderó de él
mientras más humo que sostenía a papá desaparecía, provocando
que cayera en picado hacia el suelo.

—¡No! —Nick gritó, y la presión en su cabeza aumentó hasta


el punto en que pensó que estaba a punto de explotar. Empujó y
sintió que la chispa crecía tan brillante como el sol. Levantó las
manos, esperando contra toda esperanza que sus poderes no le
fallaran, que fuera el héroe que su padre necesitaba.

Excepto que nunca lo logró.

Una columna de hielo explotó del suelo. No pudo detenerse


a tiempo y resbaló, el impacto fue discordante, el dolor se

512
encendió en su hombro. La chispa se atenuó y gritó horrorizado
cuando desapareció lo último del humo.

Papá cayó. No emitió ningún sonido.

Pero Trey, Miles y Bob lo hicieron, y Trey gritó:

—¡Lo tengo! —gritó Miles—. ¡Será mejor que no seas tan


pesado como pareces! y Bob murmuró: —Soy demasiado mayor para
esta mierda. —Aparecieron debajo de papá y aterrizó encima de
ellos, haciendo que todos cayeran al suelo. Bob se empujó sobre
sus manos y rodillas cuando Ice envió una ola de cientos de
pequeños picos hacia Pyro Storm, lo que hizo que se girara para
evitar ser empalado. Ice se volvió hacia los hombres caídos,
flotando sobre ellos. Rebecca Firestone estaba en un rincón,
encorvada sobre su cámara, apuntando hacia los hombres
aturdidos.

—Tonta —dijo Ice suavemente—. Y ahora sufrirás por eso.


Levantó las manos.

Sus dedos temblaron.

—Tendrás que pasar sobre nosotros primero —dijo una voz,


y luego apareció Martha, con las manos en las caderas. Junto a ella
estaban Aysha y Joanna, ambas sosteniendo lo que parecían
cuchillos de mantequilla de las mesas. Frente a ellos estaban Gibby
y Jazz, las manos de Gibby en puños, Jazz descalza, sus tacones
altos en sus manos, blandiéndolos como armas. En general, no era
el grupo mejor equipado, pero si Nick se enfrentaba a ellas, estaría
aterrorizado. Si las miradas mataran, Ice ya estaría asesinado.

513
Pero como aparentemente no sabía con quién estaba
tratando, dijo:

—No sois nada. Pasaré por encima de vosotras. Por encima


de todos...

Un tacón alto rebotó en su frente con un golpe audible, la


piel se partió, la sangre goteó hasta el puente de su nariz. Extendió
la mano y se tocó la cara, su mano salió húmeda con una mancha
roja.

Jazz lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿Hablas en serio? No es de extrañar que el patriarcado


fracasara. Siempre subestimas lo que las mujeres son capaces de
hacer. Apesta ser tú. —Levantó el brazo, el otro zapato apretado
con fuerza en su mano. Ice retrocedió. Nick no lo culpó; nunca
antes había visto a Jazz lucir tan dura.

Pero fue todo un acto, la distracción que necesitaban. Ice,


su atención tan concentrada en el grupo de mujeres y los hombres
que protegían, no vio a Pyro Storm alzarse detrás de él. El fuego
floreció alrededor, el aire crepitaba. Pyro Storm levantó las manos
y reunió el fuego en una bola giratoria antes de arrojarla a Ice. En
el último segundo, Ice giró la cabeza y abrió los ojos.

Nick estaba a punto de levantar las manos en señal de


victoria cuando Ice atrapó la bola de fuego. Las llamas se
congelaron en un brillo azul de partículas congeladas entre sus
manos.

—Oh, mierda —suspiró Pyro Storm, y luego Ice le arrojó la


pelota. Pyro Storm logró esquivarla justo a tiempo, la bola explotó

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en el suelo y el hielo se deslizó por él. Una pieza rebotó contra el
zapato de Nick, y él miró hacia abajo mientras las otras personas
todavía atrapadas en la cafetería gritaban. Miró hacia el grupo más
cercano y se sorprendió al ver a Rebecca Firestone parada frente
a ellos. Por un momento, pensó que la había entendido mal y que
ella los estaba protegiendo. Pero luego la vio apuntando la cámara
a sus caras, yendo a primeros planos extremos de su miedo, y Nick
supo, incluso ahora, mientras luchaba contra villanos literales, que
ella era el ser humano más terrible que existía.

Un grito vino de detrás de él. Se dio la vuelta para ver una


columna de humo golpeando a Mateo, un arco de electricidad
disparándose hacia el techo, encendiendo las luces. Las bombillas
se hicieron añicos, cristales y chispas cayeron por todas partes.
Una sección del techo que sostenía pancartas de graduación,
puntales de metal delgados que se entrecruzaban, se rompió. Nick
se cubrió la cabeza con las manos y se inclinó, tratando de hacerse
lo más pequeño posible. Cerró los ojos, seguro que estaba a punto
de ser aplastado, y sintió que su mente se retorcía, la sensación se
llenó con una mezcla de dolor y placer al mismo tiempo, y lo amaba,
amaba la forma en que lo hacía sentir, la forma en que lo calentó
de adentro hacia afuera, la manera en que...

Abrió un ojo. No estaba muerto.

Abrió el otro y miró hacia arriba.

Vidrio, metal y docenas de chispas se arremolinaban sobre


su cabeza como un campo de estrellas. Extendió la mano y tocó una
de las chispas. Siseó cuando le chamuscó el dedo. Retiró la mano y

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la sacudió. Movió la cabeza de un lado a otro, ahogándose en una
risa cuando el vidrio, el metal y las chispas se balancearon con él.

Se volvió lentamente hacia Smoke. Él le sonrió. Infló el


pecho, puso los puños en las caderas y dijo (con una voz
ridículamente profunda):

—Es hora de sacar la basura. —Sería mejor que Rebecca


Firestone lo haya grabado en la cámara porque iba a volver a ver
esa mierda.

—Nicky, no —gritó Gibby.

—Nicky, sí —gruñó, como un rudo. Y luego se movió.

Corrió hacia Smoke, ahora sólida. Las chispas y el vidrio se


arremolinaron furiosamente, adhiriéndose a los puntales de metal,
haciéndolos brillar. Los ojos de Mateo se agrandaron cuando vio
venir a Nick y levantó sus propias manos, la electricidad se
enredaba en sus dedos. Nick hizo un gesto con la cabeza, enviando
los puntales ardientes como ascuas volando hacia Smoke. Mientras
se precipitaban hacia ella, la electricidad voló de las yemas de los
dedos de Mateo, el chasquido y el gruñido de la luz azul corriendo
junto a los puntales. Si su objetivo era cierto, la apresarían, no la
matarían, lo que con suerte sería suficiente para darles la ventaja.

Pero su cuerpo se convirtió en humo, y los puntales y la


electricidad en forma de arco volaron a través de ella, el metal
tembló cuando golpearon la pared en una lluvia de chispas, la
electricidad se redujo a nada.

Nick intentó detenerse, pero el suelo estaba mojado por el


hielo derretido. Se deslizó en Smoke justo cuando ella se volvió

516
corpórea. Él rebotó en ella, pero antes que pudiera caer al suelo,
ella envolvió una mano alrededor de su garganta, levantándolo, sus
pies pateando en el aire vacío. Ella lo levantó por encima mientras
él se atragantaba, sus dedos clavándose mientras él le daba una
palmada en el brazo, tratando que lo dejara ir. Fue inútil.

—Tú —dijo ella, con la boca torcida en una mueca de


desprecio—. He tenido suficiente de ti.

—El sentimiento es mutuo —logró decir Nick. Su agarre se


apretó, cortándole el aire. Manchas negras como la tinta
comenzaron a filtrarse en su visión, y no podía respirar, no podía
inhalar...

Con un grito, Gibby apareció detrás de Smoke, corriendo


hacia ellos. Cuando todavía estaba a dos metros de distancia, saltó,
con las manos juntas sobre su cabeza en un puño, bajándolas para
aplastar la cabeza de Smoke. Lo que habría sido épico como el
infierno, excepto que antes que golpeara, Smoke se desvaneció en
una nube negra, causando que las manos de Gibby se estrellaran
contra el hombro de Nick cuando ella chocó con su pecho,
tirándolos a ambos al suelo. Gibby aterrizó parcialmente sobre
Nick, quien parpadeó lentamente hacia el techo.

Smoke se volvió a formar sobre ellos. Su expresión se


contrajo cuando dijo:

—Odio a los niños.

Y luego gritó, girándose y dándose palmadas en la espalda.


Detrás de ella, Jazz estaba de pie, bajando la mano, el cabello
revoloteando alrededor de su rostro. En medio de la espalda de

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Smoke sobresalía uno de los tacones de Jazz, con la punta
incrustada en su piel.

—Ya era hora de apuñalar algo —espetó Jazz, ayudando a


Gibby a levantarse mientras Smoke caía de rodillas—. Inténtalo
de nuevo, y el siguiente zapato entrará en tu maldito ojo.

Nick jadeó cuando Pyro Storm se estrelló junto a él,


rodando violentamente, el traje rasgado sobre sus hombros y
pecho, gotas de sangre dejando una mancha roja en el suelo.
Aterrizó sobre su estómago, gruñendo mientras presionaba sus
manos y pies contra el suelo antes de empujar hacia arriba,
pateando las piernas mientras se ponía de pie. Movió su brazo en
un arco plano, disparando fuego de él, derritiendo un bloque de
hielo que se lanzaba en su dirección.

—Levántate —escupió Pyro Storm, agarrando a Nick por el


brazo. Mareado, se aferró a Pyro Storm, sus rostros a
centímetros de distancia. Respiraban el mismo aire, adentro y
afuera, adentro y afuera, y si iban a morir, si estos iban a ser sus
últimos momentos en la tierra, no los desperdiciaría.

Dijo:

—Amigo, te... ¡Cuidado!

Nick empujó a Pyro Storm tan fuerte como pudo. El


Extraordinario retrocedió, una capa de hielo volando entre ellos,
fallando a ambos por centímetros. Nick estaba a punto de regresar
corriendo hacia Pyro Storm cuando unas manos lo agarraron por
los hombros y lo hicieron girar.

Smoke le sonrió.

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—Hola. —Y luego ella le dio un puñetazo en la cara.

Nick cayó hacia atrás, con el labio partido, la sangre


formando un arco mientras colapsaba de espaldas al suelo, luces
brillantes destellando ante sus ojos. Escuchó que alguien gritaba
su nombre, pero era débil, insignificante. Se sentía como si
estuviera bajo el agua, moviéndose lentamente. Tenía las
extremidades pesadas. Quería cerrar los ojos. Dormir, tal vez.
Olvidarse de todo eso. Todo dolía, pero se estaba desvaneciendo,
desvaneciéndose. Cerró los ojos.

Y luego una mano lo agarró por la garganta, tirándolo hacia


arriba. Se dio la vuelta, sus ojos desenfocados. Tosió, la sangre
goteaba por su barbilla.

—Oh —susurró Smoke en su oído—. Esto es familiar, ¿no?


Sí. Hemos estado así antes.

La visión de Nick comenzó a aclararse. Y cuando vio lo que


tenía delante, su corazón se hundió en sus pies.

Pyro Storm, de pie en medio de la cafetería, el fuego se


movía a su alrededor en olas calientes.

Ice, al otro lado de la cafetería, en una posición similar. Solo


que, en lugar de un extraño en la calle, sostenía a una chica, una de
su escuela. Ella estaba llorando, su maquillaje en rayas en su cara.
Nick tardó un momento en ubicarla. Megan. Megan Ross, la
encargada del comité de graduación que había intentado que él
trajera a Pyro Storm.

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—Déjalos ir —ordenó Pyro Storm, aunque la amenaza
implícita se vio socavada cuando su voz se quebró—. No los
lastimes.

—Podemos —dijo Smoke. Luego, alzando la voz—. No te


muevas. Detente.

Nick volvió la cabeza para ver a Trey y Miles reteniendo a


papá, su rostro afligido cuando exigió que lo dejaran ir, que lo
dejaran ir ahora mismo. Mateo se paró frente al grupo más grande
de chicos, tratando de guiarlos hacia las salidas. Jazz y Gibby
estaban al lado de sus padres. Martha sostenía a Bob y se limpiaba
un hilo de sangre de la frente. Rebecca Firestone todavía estaba
allí, todavía grabando, de pie cerca de la parte de atrás de un grupo
más pequeño de estudiantes.

Su equipo.

Hicieron bien.

Pase lo que pase después, lo hicieron bien.

(Excepto Rebecca Firestone. Podría chupársela).

—¿A quién salvarás? —Ice se burló de él, sacudiendo a


Megan, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Oh, vamos —gruñó Nick mientras luchaba contra el agarre


de Smoke sobre él—. ¿Me estás tomando el pelo? ¿Sabes qué? Que
se jodan todos. ¡Oye, Pyro Storm!

Seth se volvió hacia él, tenso y asustado. Nick no necesitaba


ver toda su cara para saber eso. Solo había una forma de mejorar
esto. Nick enseñó los dientes con una sonrisa feroz y dijo:

520
—Te amo.

Y oh, cómo sonrió Seth. No Pyro Storm. No el


Extraordinario. Seth. El chico de los columpios. El chico que vestía
pantalones chinos, suéteres y pajaritas. El chico que Nick pensó
que colgaba la luna y las estrellas. El chico cuyas gafas se
empañaron cuando hacía demasiado frío afuera. El chico en el que
Nick pensaba muchísimo, el chico por el que haría cualquier cosa.

Él dijo:

—Yo también te amo. Siempre.

—Demonios, sí que lo haces —dijo Nick. Volvió su mirada


hacia Ice, mirándolo con furia—. Déjala ir, idiota. ¡Ella es inocente!

Y entonces Megan dejó de llorar, como si un interruptor se


hubiera encendido dentro de ella. Algo cruzó su rostro, algo que
envió un escalofrío por la espalda de Nick.

—Mierda —escupió—. No soy tan inocente.

—Mierda —suspiró Nick—. Eso ha sido un eslogan...

Megan levantó la pierna y su brillante tacón reflejó la luz.


Lo devolvió contra la espinilla de Ice. El Extraordinario bramó de
dolor, dejando ir a Megan. Se tambaleó hacia adelante cuando Pyro
Storm gritó:

—¡Nick! ¡Voltereta Hacia Atrás del Caos! —Se precipitó


hacia Ice mientras Megan huía.

Quieres aprender a pelear, tienes que prepararte para


cualquier cosa. La ayuda no siempre vendrá. ¿Cómo te liberas?

521
No sé.

Aquí, un punto débil. Usa suficiente fuerza, y es posible que


pueda lograr que afloje su agarre sobre ti.

Con una fuerza de la que no sabía que era capaz, Nick


levantó el brazo y lo empujó hacia atrás tan fuerte como pudo,
golpeando con el codo el costado de Smoke. Smoke exhaló
explosivamente en su oído. Sin darle la oportunidad de
recuperarse, Nick tiró de su cuerpo hacia adelante tan fuerte
como pudo, los músculos de su espalda protestaron con enojo.
Mientras se inclinaba, agarró la mano alrededor de su garganta y
tiró, levantando a Smoke sobre él. Sucedió tan rápido que no tuvo
tiempo de reaccionar. Ella golpeó el suelo con fuerza, gruñendo
cuando su aliento fue arrancado de su pecho. Nick echó el puño
hacia atrás, listo para dejarlo volar directamente en su estúpida
cara. Nunca, nunca golpees a una mujer, a menos que sea una villana
que controla el humo, que se estrella en un baile de graduación y
arruina lo que debería haber sido una noche perfecta.

Ella desapareció y Nick golpeó el suelo. Aulló y saltó hacia


atrás, estrechándose la mano.

—Hija de puta. Qué diablos. ¡Ay, ay, ay! Dios mío, te odio
tanto, tanto. ¿Por qué no te mueres ya?

Ella volvió a formarse frente a él y le dio un revés en la cara.


Nick fue lanzado hacia atrás, patinando a través del agua hasta
que se detuvo a los pies de Jazz y Gibby. Lo ayudaron a levantarse
justo a tiempo para que viera a Pyro Storm enfrascado en una
batalla con Ice, el vapor silbando.

522
Y luego empezaron a perder.

Ice agarró a Pyro Storm por los brazos, girando sobre sus
talones y arrojándolo lejos. Antes que Pyro Storm pudiera
corregir el rumbo, Smoke estaba allí, saltando y bajando su codo
sobre su pecho, estrellándolo contra el suelo, que se rompió al
impactar. Nick gritó por él, luchando contra las manos que lo
sujetaban. Pyro Storm levantó la cabeza, con la boca
ensangrentada, pero luego Smoke le dio una patada en el estómago.
Pyro Storm se acurrucó sobre sí mismo, tratando de hacerse más
pequeño, pero Smoke continuó pateándolo una y otra vez, la boca
de Pyro Storm goteaba sangre.

Nick se soltó cuando Ice puso sus manos de nuevo en Pyro


Storm, una en su muslo derecho, la otra en su tobillo izquierdo. El
grito que dejó escapar Pyro Storm dejó a Nick sin aliento cuando
el hielo se extendió por el frente de Pyro Storm, congelando su
cuerpo.

Nick cargó, el único pensamiento en su cabeza era matar,


matar, matar antes que mataran a Seth.

Alguien corrió a su lado. Él miró hacia arriba.

Mateo, una mueca furiosa en su rostro, la electricidad


crepitaba. Excepto que Ice levantó la cabeza. Se puso de pie
lentamente. Él sonrió.

Y luego, casi más rápido de lo que Nick pudo seguir, golpeó


el suelo. Las baldosas se partieron cuando gruesas paredes de hielo
estallaron a su alrededor. La última vez que Nick vio a Pyro Storm,

523
Seth, fue que Smoke lo pateó brutalmente. Y luego se perdieron
detrás del hielo.

—¡No! —Nick gritó, aplastando sus manos contra el hielo—.


¡No! ¡Déjalo ir!

Era inútil. El hielo era demasiado espeso.

Ignorando a todos los que gritaban a su alrededor, Nick


presionó sus manos contra el hielo, apretando los dientes, tratando
de encontrar la chispa, la presión, el dolor, algo para invocar sus
poderes. Pero su mente era una tormenta. No podía pensar. No
podía concentrarse. Había fallado y Seth estaba sufriendo por
eso. Seth, que solo quería mantener a la gente a salvo. Seth, que
nunca había lastimado a nadie.

Seth, Seth, SethSethSethSeth: un fuerte estruendo


desde arriba.

Nick levantó la cabeza, como en un sueño.

El techo de la cafetería se agrietó, luego se rompió, los


pedazos flotaron en el aire cuando el cielo nocturno apareció sobre
ellos, las estrellas parpadearon fríamente. Luego, las estrellas
fueron borradas por una figura que apareció a través del agujero
en el techo.

Su traje era el mismo que había sido antes, negro y


voluminoso, la parte delantera de su casco opaca. Las grandes
secciones de techo roto se arremolinaban a su alrededor mientras
bajaba al suelo. Una vez que sus pies tocaron el suelo, volvió la
cabeza lentamente hacia Nick. Y aunque no podía ver su rostro ni
sus ojos, sabía que lo estaba mirando directamente.

524
—¿Como lo has sabido? —Nick susurró, una lágrima rodando
por su mejilla.

TK dijo:

—He estado mirando. ¿Querías una lección? Aquí tienes una


—Le tendió la mano a Nick.

Sin dudarlo, Nick tomó lo que le ofrecían. TK presionó la


mano de Nick contra el hielo.

—¡Nicky! —oyó llorar a su padre, pero estaba muy lejos.

—Concéntrate —susurró TK, con la mano sobre la de Nick—


. Siéntelo. Está ahí; sé que lo sientes. Sabes que lo es. Agárrate
fuerte. Intentará liberarse, adelantarte, pero es parte de ti y tú
puedes controlarla. Es tuya. Y recuerda: es más fácil estar juntos
que luchar separados. Ahora empuja.

Lo hizo. Era más fácil de lo que esperaba. La presión


aumentó, pero hubo un reflujo y un flujo, como las olas en una
playa. Nick cerró los ojos y allí, en los restos del nudo enredado:
la chispa, ardiendo como el sol. Cerró la mano a su alrededor con
suavidad. Luchó contra él, tratando de liberarse, pero él la sostuvo
cerca, susurrándole que estaba a salvo, que estaban a salvo, que
estaba bien, que todo estaría bien.

La chispa pulsó una vez. Dos veces.

En su mente, Nick abrió los ojos y luego la mano.

La chispa flotó sobre su palma. Se elevó unos centímetros


por encima de su mano, cerca de su rostro. Se movió hacia

525
adelante, rozando la punta de su nariz antes que comenzara a
vibrar. Se estremeció y tembló, y luego se hundió hasta su mano.

En su mano.

Un calor como Nick nunca había experimentado lo atravesó,


cubriendo cada centímetro de él con un calor punzante. No era
cómodo, pero cuanto más se extendía, más se fusionaba con él, más
fácil se volvía. Suyo. Todo era suyo. No necesitaba que fuera
Extraordinario, pero ahí estaba, de todos modos.

En las ruinas de la cafetería, abrió los ojos y miró la mano


enguantada de TK presionada contra la suya. El hielo estaba frío,
el agua se deslizaba contra su palma.

Y luego empujó. Sintió cuando TK hizo lo mismo, y se sintió


como música, armoniosa y fuerte. Una ola de energía se elevó a
través de Nick, encontrándose con una que provenía de TK. Le
resultaba familiar, sincrónico, y por un momento, pensó en un faro,
el aire frío y salado.

El hielo se hizo añicos. Todo se hizo añicos con un poderoso


crujido, la pared de hielo se convirtió en polvo, cayendo como nieve
pesada.

Y a través de los restos, Ice y Smoke, de pie sobre Pyro


Storm, maltrecho y ensangrentado.

Sin soltar la mano de TK, avanzó, las partículas de hielo se


arrastraron contra su rostro. Los ojos de Smoke se agrandaron
cuando Nick empujó de nuevo. El aire a su alrededor tartamudeó
antes que Smoke cayera al suelo y se deslizara por el suelo. Ice
gritó por ella, pero se interrumpió cuando Nick lo miró fijamente.

526
Sacudió la cabeza hacia la derecha y Ice se estrelló contra el suelo
junto a su gemela.

Dejando ir a TK, Nick corrió hacia Seth, que se estaba


levantando del suelo mientras escupía un grueso fajo de sangre.

—Nick —murmuró Seth mientras lo ayudaba a levantarse—


. Tú... gracias.

—Nos vamos de aquí —le dijo, rodeando con un brazo la


cintura de Seth.

—Necesitamos...

—¡Cuidado! —gritó TK.

Una columna de humo estalló entre ellos, alejándolos el uno


del otro. Seth cayó al suelo y la cabeza rebotó en el suelo. Nick
aterrizó de espaldas, parpadeando hacia el agujero en el techo.
Las estrellas parecían más brillantes de lo que podía recordar. Los
puntales de metal del techo colgaban inútilmente y, mientras se
levantaba, sus manos se deslizaron en el agua del suelo.

Agua.

Humo.

Hielo.

Metal.

Fuego.

Sus ojos se agrandaron.

527
—Oh, Dios mío —susurró—. Acabo de tener una idea
terrible.

Se levantó de un salto, corriendo hacia TK, quien se mantuvo


firme ante una avalancha de hielo que le arrojaban. Nick casi se
deslizó hacia él, pero logró detenerse antes de estrellarse.

—Necesito que confíes en mí —siseó cuando TK rompió otra


ola de hielo.

TK no lo dudó.

—Lo que sea que estés pensando, hazlo y hazlo ahora.

Nick levantó la cabeza y respiró hondo. Se volvió,


presionando su espalda contra la de TK, dejando que el
Extraordinario manejara el ataque para que pudiera concentrarse.
Dejó escapar el aliento lentamente y levantó las manos hacia el
techo.

Él empujó. No pasó nada. De nuevo.

Nada.

—Vamos —murmuró—. Vamos.

Nada. No funcionaba. No podía hacer esto. No podía...

—¡Nick!

Miró hacia el sonido de su nombre.

Papá, cerca de un par de puertas, empujando a los niños


hacia afuera y poniéndolos a salvo. Papá dio un paso hacia él, con el
pecho agitado.

528
—¡Tú puedes! —le gritó—. Puedes hacerlo.

Nick sonrió.

—Maldita sea, puedo.

Estiró las manos más alto y empujó de nuevo. Esta vez, los
puntales de metal sobre él comenzaron a moverse de un lado a
otro, crujiendo y gimiendo. Apretó los dientes mientras la presión
aumentaba en su cabeza, pero no era tan grande como solía ser.
No dolió. Se sentía bien, y al menos una docena de puntales de
diferentes longitudes se rompieron en un chillido metálico.
Flotaron cerca del techo, tambaleándose hasta que se suavizaron.

Nick salió de detrás de TK, con las manos todavía levantadas


en el aire. Ice y Smoke estaban uno al lado del otro.

Nick dijo:

—Estoy a punto de mostrarte por qué nunca debes joder a


gente queer. —Dejó caer sus manos rápidamente, golpeándolas
contra sus piernas.

Los puntales se precipitaron hacia el suelo, el aire silbando


a su alrededor. El primero golpeó el suelo frente a Smoke,
rompiendo las baldosas, de pie y temblando. Luego otro. Luego
otro. Luego otro, golpeando el suelo una y otra vez, rodeando a Ice
y Smoke, quien gruñó enojado. El último puntal golpeó el suelo. Ice
y Smoke estaban rodeados de barras de metal, la mayoría de las
cuales aún temblaban por el impacto.

—Esto no nos detendrá —dijo Smoke.

529
—Habéis perdido —dijo Ice, dando un paso hacia ellos, con
los pies deslizándose por el agua en el suelo.

Nick puso los ojos en blanco.

—Oh, Dios mío, ¿alguna vez te callas? —Smoke comenzó a


disiparse, moviéndose para pasar por los barrotes.

Ice reunió el aire a su alrededor, y se formó otra punta


sobre su cabeza.

Nick se sobresaltó cuando Jazz y Gibby aparecieron a


ambos lados de él.

—¡Pyro Storm! —Gibby gritó—. ¡Señorita Conducta!


¡Golpearlos con todo lo que tengáis!

—TK —dijo Jazz—. Nick. Mantén esos puntales en su lugar.


No dejes que se muevan.

Sin dudarlo, Nick y TK levantaron las manos hacia los


puntales. La sinfonía se elevó entre ellos de nuevo, y los puntales
temblaron antes de hundirse más en el suelo con un fuerte crujido.

Smoke y Ice gritaron cuando un tornado de fuego se elevó


a su alrededor en un rugido, el calor era inmenso, provocando que
los puntales de metal se calentaran fundidos, la punta de hielo se
rompió y silbó mientras el agua salpicaba el suelo. Un rayo
descendió por las barras de metal y golpeó el agua. Ice comenzó a
estirarse mientras la electricidad lo recorría, las extremidades
rígidas y la cabeza inclinada hacia atrás.

La columna de humo estaba a la mitad de las barras de metal


cuando fueron golpeadas por los poderes combinados de Nick y TK,

530
Pyro Storm y Señorita Conducta. Smoke comenzó a temblar
mientras se transformaba en una bola negra turbulenta. Trató de
forzarse a través de los puntales, pero Nick apretó los dientes
mientras los unía más. La bola de humo retrocedió abruptamente
antes de golpear los puntales, haciéndolos crujir y gemir, pero ya
era demasiado tarde. En el momento en que tocó el metal, la bola
se transformó en una mujer, y ella gritó mientras la
electrocutaban. Nick quería presionar más fuerte, hacer que se
arrepintieran de haber lastimado a sus amigos, su familia, su
gente. Mátalos a ambos por...

—No —susurró Gibby cerca de su oído—. Déjalo ir, Nicky.


Solo déjalo ir. —Y así lo hizo.

El fuego y la electricidad estallaron y gruñeron antes de


apagarse, dejando solo mechones oscuros y el olor a aire quemado.
Ice y Smoke se detuvieron un momento más antes que ambos
colapsaran dentro de la prisión de metal. Por un momento, pensó
que había ido demasiado lejos, que los habían matado a ambos, pero
luego Ice gimió, los ojos parpadearon y el pecho de Smoke subió y
bajó, subió y bajó.

Nick se derrumbó de rodillas, la fuerza desapareció cuando


Jazz y Gibby lo abrazaron con fuerza. Su cuerpo dolía y su cabeza
se sentía como si se partiera por la mitad. El pánico estaba allí, a
lo largo de los bordes, alcanzándolo, listo para tirar de él. Pero
Jazz y Gibby estaban allí, diciéndole que inhalara, exhalara. De
nuevo, Nicky. Dentro. Fuera. Dentro y fuera. Tomó su fuerza y la
mantuvo cerca, el tornillo de presión en sus pulmones finalmente
se aflojó cuando su visión se aclaró.

531
—Lo hiciste bien, chico —dijo una voz, y Nick, Jazz y Gibby
miraron hacia arriba.

TK estaba encima de ellos, su casco reflejando el rostro


cansado de Nick. TK parecía que iba a alcanzarlo, pero en cambio
dio un paso atrás, con la mano en un puño. Su pecho palpitó.

—Sí —dijo Nick con cansancio—. Gracias. Por venir. Por


estar aquí. Por confiar en mí.

TK asintió, pero no habló.

Un recuerdo revoloteó por la cabeza de Nick como un


pajarito. Parpadeó lentamente.

—Dijiste... dijiste que es más fácil estar juntos que luchar


separados. ¿De dónde has oído eso?

Pero TK no respondió. Alguien llamó a Nick, y él volvió la


cabeza para ver a papá corriendo hacia ellos, con una expresión de
terror en su rostro. Los padres de Gibby y Jazz estaban haciendo
lo mismo, sus hijas se pusieron de pie y se reunieron con ellos a
mitad de camino. Nick miró hacia atrás a TK solo para ver al
Extraordinario elevándose sobre él, con los brazos extendidos
como alas. Justo cuando desaparecía por el agujero en el techo,
papá levantó a Nick, abrazándolo con fuerza, con la cara enterrada
en su cuello. Los pies de Nick apenas tocaban el suelo y dijo:

—Papá, estoy bien. Lo juro.

En todo caso, papá lo apretó más fuerte.

—Déjame hacer esto.

532
Debajo del exterior duro, papá no era más que un
malvavisco, así que lo permitió. Y si derramó una lágrima o dos de
alivio, bueno, eso era solo entre ellos. Cerca. Había estado tan
cerca de nuevo.

Pero esa era la vida de un héroe, lo sabía. El peligro siempre


iba a ser parte de ser un Extraordinario.

Papá finalmente lo dejó en el suelo, ahuecando su rostro,


buscando algo qué, Nick no sabía.

—¿Quién era ese? — preguntó su padre en voz baja.

—TK —dijo Nick, volviendo el rostro entre las manos de su


padre—. Él es... como yo.

Algo cruzó el rostro de papá, algo que parecía esperanza


mezclada con dolor. Nick no entendió.

—¿Él? ¿Quién es él?

—No lo sé. Nunca lo había visto fuera de su disfraz. Es...

—¡Nick!

Se soltó de los brazos de su padre y se volvió hacia sus


amigos. Corrieron hacia él, Seth, Jazz y Gibby gritando
incoherentemente. Luego, Seth estaba en sus brazos, besándole
la boca, las mejillas, la barbilla y la frente. Gibby saltó sobre la
espalda de Seth, las piernas envueltas alrededor de su cintura, los
puños levantados en el aire, Seth dio un paso atrás para evitar
caerse. Con las rodillas débiles, Nick se dejó caer al suelo de nuevo
frente a ellos, la mano de Jazz tiró de su cabello mientras ella le
sonreía.

533
—Lo hiciste.

—No —dijo Nick en voz baja, repentinamente exhausto—.


Lo hicimos. Todos nosotros.

—Equipo Pyro Storm —coincidió Jazz.

—Maldito Lighthouse —dijo Gibby.

—El mejor equipo de superhéroes que ha existido —dijo


Seth. Todavía estaba disfrazado, aunque estaba roto en algunos
lugares, una de las lentes de su casco estaba rajada y empañada.
Nick se acercó y rozó con el pulgar los labios ensangrentados de
Seth.

Luego, sus ojos se abrieron e intentó sentarse.

—Mateo. Mierda, tenemos que...

—Se fue —dijo Seth, levantándose de Nick con un gemido—


. Dijo que se reuniría con nosotros más tarde. Quería salir de aquí
antes que alguien hiciera preguntas. —Se sentó sobre su trasero,
tirando de sus rodillas a su pecho—. ¿Cuáles son las posibilidades
de que estuviera aquí?

Nick dijo:

—No lo sé. Fue extraño, ¿verdad? Es como... como...

¿Sabes cuántas escuelas secundarias hay en la ciudad?


¿Cómo podría haber sabido que estaría trabajando en la tuya?
Además, fue una cosa de última hora. Me llegó un mensaje para
hacer algunas horas. Alguien llamó que estaba enfermo o su gato

534
murió en un incendio en la casa o algo así, no lo sé. No reconocí el
número, pero no suelo hacer preguntas cuando se trata de cobrar.

—Es como si estuviera planeado —susurró Nick. ¿Y si… no?


Eso no puede ser. No lo haría...

—¿Nicky? —Gibby preguntó, sonando preocupada.

—Burke —dijo Nick, con el estómago retorciéndose


resbaladizo—. Simon Burke. Eso es lo que dijeron Smoke y Ice.
Estaban tratando de sacarnos. Exponer a Pyro Storm. Algo que
dijo Mateo: se suponía que no estaría aquí esta noche. Recibió un
mensaje de un número que no conocía ¿Y si eso fuera parte del plan
de Burke? Para que todos estuviéramos aquí para… —Él frunció el
ceño mientras miraba a su alrededor salvajemente—. ¿Dónde
está?

—¿Quien? —preguntó Jazz.

Se puso de pie rápidamente. Papá estaba de pie en medio de


la cafetería, mirando hacia el agujero en el techo, con el rostro
pálido. Ice y Smoke yacían inconscientes en su prisión de metal.
Trey, Aysha, Jo y Miles estaban ayudando a los rezagados que no
habían podido escapar, niños que parecían asustados mientras
miraban a Nick y sus amigos, incluida Megan, que se veía
temblorosa pero capaz de valerse por sí misma. Bob estaba
sentado en una silla, Martha encima de él, preocupada por un corte
en la frente.

Desaparecida. Ella se había ido. Estaba... Tratando de


mezclarse con los niños que se iban con Jo y Miles.

535
—¡Detente! —gritó Nick y echó a correr. Oyó que los demás
lo llamaban, pero los ignoró. Saltó sobre sillas y mesas rotas, sus
músculos protestaron. Justo antes que ella cruzara las puertas y
saliera al pasillo, la alcanzó, la agarró del brazo y la hizo girar.

—Déjame ir —gruñó Rebecca Firestone. A sus gafas de sol


les faltaba una lente y un ojo brillante miraba asesinamente a Nick.

—Lo sabías —escupió Nick—. Sabías lo que iba a pasar y no


hiciste nada para detenerlo.

—¿Nick? —Miles preguntó—. ¿Que está pasando?

—Rebecca Firestone —espetó Nick—. Ella estaba aquí antes


del ataque. Estaba filmando todo. Sabía que esto iba a pasar.
¿Cómo? ¿Burke? ¿Estás trabajando con Simon Burke? Mierda,
eres lo peor.

Ella sonrió.

—No tengo idea de lo que estás hablando y aunque lo hiciera,


no tienes pruebas. —Sus ojos se entrecerraron mientras se
inclinaba hacia adelante—. Lo sabía. Acerca de ti. Sabía que eras
como ellos. Como Pyro Storm. Como Owen. Puede que engañes a
todos los demás, pero una vez que vean las imágenes que tomé, no
podrás escapar. La vida que tenías se acabó. A no ser que...

—¿A no ser que?

Ella se puso de pie.

—Entrevista. Exclusiva. Tú, yo. Todo sobre la mesa.


Cualquier pregunta que quiera hacer.

536
—¿Y si me niego? —preguntó Nick.

Su sonrisa se ensanchó, dientes relucientes. La sonrisa de


un tiburón.

—Entonces será mi palabra contra la tuya. ¿A quién crees


que creerá la gente? Nunca volverás a conocer la paz. ¿De verdad
quieres hacerle eso a tu padre? Se acabó, Nick. Todo lo que se ha
mantenido en secreto será arrastrado a la luz. Puedo ayudarte.
Puedo hacerlo mejor. ¿Por qué...? Quítame las manos de encima

—Eh —dijo Jo, arrancando el bolso de Rebecca Firestone


de su hombro. Lo volcó, derramando el contenido en el suelo
mientras la reportera luchaba contra el agarre de Nick. Una
billetera, ocho bálsamos labiales, maquillaje, un paquete de
pañuelos de papel, una lata de mentas, Tylenol y una cámara. La
misma cámara que había usado para grabarlo todo.

Nick soltó a Rebecca Firestone y cogió la cámara, probando


su peso en sus manos. Una cosa tan pequeña.

—¿Cuál es la contraseña de Wi-Fi de la escuela?

Rebecca Firestone gruñó:

—¿Cómo voy a saberlo? No voy a esta estúpida escuela.

Nick le sonrió.

—Así que no pudiste subir el video a una nube. Lo que


significa que esto es todo lo que tienes.

Su rostro se contrajo.

537
—Terminaré contigo si... —Gritó cuando Nick giró sobre sus
talones, echó el brazo hacia atrás y dejó volar la cámara. Se
estrelló contra la pared, rompiéndose en pedazos.

—¡Te mataré! —Rebecca Firestone lloró, sus gafas de sol


cayeron al suelo, los ojos entrecerrados en rendijas—. ¿Me estás
escuchando? Estás muerto. Estás...

—¿Estás amenazando a un menor? —preguntó Trey, dando


un paso adelante. Ella se rió, un sonido ahogado que rechinó sobre
los nervios de Nick.

—Tienes toda la razón, lo hago ¡Esta pequeña mierda ha roto


mi cámara!

—No creo que eso sea lo que ha pasado —dijo Aysha con el
ceño fruncido—. De hecho, todo lo que he visto ha sido que Nick la
ha cogido después que Jo la dejara caer accidentalmente.

—Soy tan torpe —dijo Jo alegremente—. Siempre lo he


sido.

—Es una de las cosas que más amo de ella —dijo Miles,
guiñando un ojo a su esposa—. Y Nick aquí tiene las mismas
tendencias. Se resbaló, ¿no es así, Nicky?

—Sí —dijo Nick, agradecido por estas personas en su vida—


. Se resbaló contra la pared.

—Ya ves —dijo Trey—. Nick tiene testigos. ¿No es así? Tal
vez intentes darle vueltas a esto de alguna manera, pero créeme
cuando digo que el infierno no tiene la furia de un padre cabreado.
Vienes por Nick, vienes por cualquiera de nuestros hijos, y me

538
aseguraré que todos sepan el papel que desempeñaste aquí. Estoy
seguro que a tus espectadores les encantaría saber que no moviste
un dedo para ayudar a los niños de esta escuela mientras los
atacaban.

—No te saldrás con la tuya —gruñó. Volvió su mirada


ardiente hacia Nick—. Lo he visto por mí misma. Todos lo sabrán;
me aseguraré de ello. ¿Me habéis escuchado? Todo el mundo lo
sabrá. —Y con eso, se abrió paso a empujones a través de ellos,
dirigiéndose hacia la salida.

Extrañamente, Nick casi sintió lástima por ella. No sabía


por qué; no se merecía su simpatía. Todo lo que había hecho había
puesto en peligro a las personas que amaba. Por eso se sorprendió
cuando la llamó.

—¡Oye, Firestone!

Se detuvo, pero no se dio la vuelta.

Nick dio un paso hacia ella mientras los padres estaban a su


espalda.

—No sé lo que te ha prometido —dijo Nick, y ella se puso


rígida—. Pero sí sé que, aunque desprecio todo lo que eres, no eres
estúpida, al menos no del todo. Burke solo mira por sí mismo. Una
vez que hayas cumplido tu propósito, te dejará a un lado porque no
significas nada para él. Y creo que una parte de ti lo sabe.

Rebecca Firestone salió por la puerta con Nick mirándola.

539
Se fueron juntos: Nick y Seth, Jazz y Gibby, Martha y Bob,
Jo y Miles, Ayesha y Trey. Papá, apiñándose contra Nick como si
pensara que sería atacado de nuevo. Todos estaban sucios y
cansados de la batalla, pero no rotos. Mantuvieron la cabeza en
alto.

—¿Listo? —Seth preguntó mientras llegaban a las puertas


que conducían al aparcamiento.

No. No, no lo estaba. Estaba más asustado de lo que había


estado en la cafetería. Pero no podía echarse atrás ahora. Levantó
la cabeza y asintió.

—Listo.

Salieron de la escuela y se metieron en el caos.

El aparcamiento estaba lleno de gente: estudiantes,


profesores, padres, tutores, policías, técnicos de emergencias
médicas y bomberos. Las luces giraban encima de los vehículos de
emergencia mientras los reporteros gritaban detrás de los
caballetes colocados cerca del borde del aparcamiento. Las
cámaras brillaron, y una de las fotos, la que mostraba a Nick y su
gente mientras bajaban las escaleras juntos, estaría en la portada
de la Nova City Gazette a la mañana siguiente con una sola palabra:
SUPERVIVIENTES. Pero eso estaría en la mitad inferior de la
portada.

La mitad superior sería algo completamente diferente.

Nick se estremeció cuando la gente comenzó a susurrar,


estudiantes y profesores todos mirándolo, con los ojos muy
abiertos cuando Pyro Storm agarró su mano, apretándola con

540
fuerza. Los susurros se hicieron más fuertes, diciendo: Es él y Es
Pyro Storm y ¿Viste lo que hicieron? y ¿Nick Bell es
Extraordinario? y no, no era él, era el otro, el de negro, el que
podía volar.

Una vez, habría dado casi cualquier cosa por tener esto.
Que la gente pensara que él podría hacer algo extraordinario. Y lo
había hecho; todos lo habían hecho. Sus amigos. Sus padres,
Martha y Bob. TK y Mateo. Y tal vez se sonrió fuerte por un
momento, poderoso. Pero esto se vio atenuado por el hecho de que
Ice y Smoke había sido enviado a buscarlos. Si no fuera por Nick,
si no fuera por Seth, nada de esto habría sucedido. Claro, la culpa
recaía únicamente en Simon Burke y sus lacayos, pero todo lo que
había sucedido había sido por culpa de Nick y Seth. Si no hubieran
estado aquí, el baile habría continuado, la noche llena de música,
baile, risas y felicidad, sin ninguna preocupación en el mundo.
Cualquier sensación de victoria que pudiera haber sentido fue
anulada por lo cerca que había estado, cuántas personas más
podrían haber resultado heridas. O peor. ¿Y para qué? ¿Dejar que
Nick y sus amigos tuvieran un momento en el que pudieran ser como
todos los demás?

No lo eran. No lo habían sido durante mucho tiempo.

Ser un héroe era mucho más complicado de lo que esperaba


y no sabía cómo reconciliarlo con todo lo que había pensado que
sería. No ayudaba que todos los miraran con miedo teñido de
asombro. Una parte de él quería disfrutar de la atención,
permitirse llenarse de alegría por lo que era capaz de hacer, lo que
podían hacer cuando trabajaban juntos.

541
Pero una gran parte era extrañamente realista, sabiendo
cuánto cambiaría todo a partir de este momento. Había soñado con
este momento durante mucho tiempo, y ahora que estaba aquí, se
dio cuenta que algunos sueños eran infinitamente más complejos,
incluso cuando se hacían realidad.

Se encogió cuando las voces se elevaron a su alrededor,


mientras las cámaras se cerraban y hacían clic, mientras todos
intentaban mirarlo, poniéndose de puntillas, estirando el cuello
para vislumbrarlo. Trató de acurrucarse sobre sí mismo, pero fue
inútil. Estaba aquí, expuesto. En frente de todos.

—Está bien —le susurró papá al oído—. Nos ocuparemos de


eso. Vamos a sacarte de aquí, ¿de acuerdo?

Nick asintió a ciegas, apretando la mano de Seth como un


salvavidas. Dio un paso adelante de nuevo, solo para detenerse
cuando Seth lo hizo. Miró hacia atrás cuando la gente comenzó a
amontonarse a su alrededor, apareciendo policías y empujándolos
hacia atrás mientras todos gritaban por ellos, diciendo Nick, Pyro
Storm, ¿qué ha pasado? ¿Qué hiciste? ¿Qué vas a.…?

—¿Qué pasa? —preguntó Nick, con la voz temblorosa.

Seth sonrió.

—Me dijiste que me amabas.

Nick esbozó una sonrisa acuosa.

—Sí. Supongo que lo hice.

—Y lo decías en serio.

542
—Cada palabra.

Seth asintió, respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—Tú y . —Se inclinó hacia adelante, presionando su frente


contra la de Nick.

—Tú y yo —le susurró Nick—. Siempre.

Seth se apartó, pero no antes de besar la frente de Nick.


Se volvió hacia su tía y su tío y dijo:

—Es hora.

Martha se tapó la boca con la mano, los ojos brillaban.

Bob puso su mano sobre el hombro de Seth.

—¿Está seguro? Nunca podrás recuperarlo.

Nick no tenía idea de qué estaban hablando. Estaba a punto


de preguntar cuando Seth dijo:

—Lo sé. ¿Pero recuerdas cuando los padres de Gibby y Jazz


vinieron a la casa? Nick les dijo que era Pyro Storm porque quería
protegerme. Lo hizo sin pensar. Solo le importaba que yo estuviera
a salvo. Ese es el tipo de persona que es. Tengo que hacer lo mismo
por él. —Su voz se quebró cuando dijo—: ¿Te vas a enfadar
conmigo?

—Nunca en tu vida —dijo Martha, dejando caer la mano y


abrazando a Seth—. Estamos muy, muy orgullosos de ti. Mi valiente
y maravilloso chico.

543
—Estamos contigo, pase lo que pase —dijo Bob con
brusquedad. Sollozó y se secó los ojos—. Sabía que este día
llegaría. Estamos listos si tú lo estás.

—Detective Bell, tienes que moverte —llamó uno de los


policías, tratando de contener a la multitud.

—Tenemos que irnos —dijo papá, tratando de llevar a Nick.

—Espera—, dijo Seth, y cuando se dio la vuelta, mantuvo la


cabeza erguida y los hombros cuadrados. La gente jadeó a su
alrededor cuando el fuego comenzó a escaparse de sus manos,
cayendo en cascada al suelo. La multitud dio un paso atrás mientras
él se elevaba en el aire, flotando sobre ellos. Nick lo miró
asombrado, con el corazón tan lleno que pensó que iba a estallar.
Su garganta se contrajo cuando Seth lo miró, sonriendo con esa
sonrisa que solo era para él.

—Te amo. Y yo te cubro la espalda.

Los ojos de Nick se agrandaron.

—No, no, no tienes que...

Seth levantó la voz, haciendo que todos los demás se


quedaran en silencio mientras lo miraban. Dijo:

—No quiero esconderme más. No sé cómo puedo hacer lo


que puedo hacer, pero esto, esta cosa en mí es poderosa, y
mereces saber quién es el que puede hacer las cosas que yo puedo.
Ya terminé de esconderme detrás de una máscara. He terminado
de quedarme en las sombras porque tengo fuego y puede ayudar a
ahuyentar la oscuridad. Me conoces como Pyro Storm, pero es solo

544
un nombre, y ni siquiera el mío real. —Levantó las manos a ambos
lados de su casco. No vaciló mientras se lo quitaba, sus rizos se
soltaron. Dejó caer el casco al suelo mientras las cámaras
destellaban y la gente jadeaba, el sonido rodaba sobre ellos como
el viento. Esta era la imagen que estaría en la parte superior de la
primera página y se esparciría por todo el mundo: Seth flotando
sobre la multitud, fuego ardiendo a su alrededor, rostros vueltos
hacia él con asombro. Con éxito desviaría la atención de Nick,
aunque nadie sabía cuánto tiempo. El titular decía lo que se dijo a
continuación, y nada volvería a ser lo mismo—. Mi nombre es Seth
Gray. Soy estudiante de Centennial High. Y yo soy el
Extraordinario llamado Pyro Storm.

NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA

Transcripción de la entrevista entre Rebecca Firestone y


Simon Burke

Rebecca Firestone

Han pasado dos semanas desde el ataque a Centennial High


School. Si bien la investigación aún está en curso, quedan muchas
preguntas. ¿Por qué fue atacada la escuela? ¿Quién era el objetivo
previsto? ¿Qué tuvo que ver Seth Gray, el Extraordinario
conocido como Pyro Storm, con lo que sucedió?

¿Y qué hay de Simon Burke? Simon Burke, cuyo hijo, Owen


Burke, se reveló a fines del año pasado como Shadow Star y desde
entonces escapó de la custodia, sigue siendo una figura central en

545
este misterio. Los rumores de laboratorios subterráneos y
píldoras que podrían convertir a cualquiera en un Extraordinario
corrieron desenfrenadamente después que se difundieran
acusaciones anónimas después de la Batalla en el Puente McManus.
Burke negó estas acusaciones y los investigadores no encontraron
nada de importancia cuando registraron Burke Tower. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que los Extraordinarios ahora
conocidos como Ice y Smoke apoyaron a Burke cuando lanzó la
iniciativa Save Our Children. Ice y Smoke, gemelos, que
trabajaban para Simon Burke. Entonces, ¿por qué atacaron la
escuela?

Me senté con Simon Burke para una amplia entrevista en su


oficina en Burke Tower. Ningún tema estaba fuera de los límites.
Desde el paradero de su hijo hasta la revelación de que un
estudiante de Centennial High es el Extraordinario conocido como
Pyro Storm, Burke fue amable e informativo.

Rebecca Firestone

Gracias por acceder a la entrevista.

Simon Burke

Por supuesto, Rebecca. Me alegra hablar contigo. En mi línea


de trabajo la transparencia es de suma importancia.

RF

Soy consciente de eso. Comencemos con una grande. ¿Dónde


está Owen? Tu hijo escapó bajo custodia, matando a uno e hiriendo
a seis.

546
SB

Primero, permítanme decirles que mi esposa y yo enviamos


nuestras más sinceras condolencias a la familia de Jacob Lee. Es
una tragedia, lo que ha ocurrido, y la culpa que Patricia y yo
sentimos por esto es abrumadora. Estamos trabajando con las
autoridades para ayudar lo mejor que podamos, pero
desafortunadamente, no tengo idea de dónde está mi hijo. No ha
intentado ponerse en contacto conmigo ni ha habido ningún
avistamiento de él.

RF

El Sr. Lee es la tercera persona que Owen supuestamente


mató. Como recordatorio para nuestros espectadores, el otoño
pasado, Action News perdió a dos de sus miembros en un accidente
de helicóptero causado por Shadow Star, el nombre que adoptó
Owen cuando se convirtió en Extraordinario.

SB

Sí, y es terrible. Como hicimos con sus colegas caídos, Burke


Pharmaceuticals se ocupará de las familias de las víctimas. Todo lo
que necesiten, todo lo que deben hacer es pedirlo. Ya hemos
creado fondos de becas para los hijos del Sr. Lee.

RF

Que amable.

SB

No lo veo de esa manera. No es bondad. Es una necesidad.


Owen es mi hijo y, por tanto, mi responsabilidad. También es un

547
asesino, además de peligroso. Solo espero que nadie más sufra por
sus acciones.

RF

¿No sabe dónde está?

SB

No.

RF

Si ve esta entrevista, ¿hay algo que le gustaría decirle?

SB

Sí. Owen, si estás mirando, entrégate. Basta de esto.


Déjanos ayudarte. Tu madre y yo te queremos mucho, pero la única
forma en que podemos arreglar las cosas es afrontando las
consecuencias juntos como familia. Has lastimado a la gente. Pero
sigues siendo mi hijo y haré todo lo posible para ayudarte.
Perdóneme. No pensé que me afectaría tanto como lo ha hecho.
Yo... ah, ahí está el pañuelo. Yo...

RF

Todo está bien. Solo puedo imaginar lo que están pasando la


Sra. Burke y usted.

SB

Estoy seguro que cualquiera que sea padre tiene los mismos
temores. Haces lo que puedes por tus hijos, intentas criarlos bien,

548
les das un futuro con el que la mayoría solo puede soñar, pero luego
sucede algo y... no lo sé. Tengo miedo por él.

RF

¿Por él? ¿O de él?

SB

Por él. No le tengo miedo a mi hijo. Y debería saber que no


tiene nada que temer de mí.

RF

¿Lo entregaría si fuera a verlo?

SB

Sin dudarlo.

RF

Hace dos meses, estuvo con los Extraordinarios conocidos


como Ice y Smoke cuando anunció una recompensa por Pyro Storm.
Ellos...

SB

Christian y Christina Lewis.

RF

Sí, ellos. Ambos se encuentran actualmente bajo custodia,


en espera de juicio. Se espera que lo llamen como testigo en el
caso contra ellos.

SB

549
Terrible negocio, eso. Pensé que eran personas en las que
podía confiar. Los examinamos. Extremadamente inteligentes, los
dos. Trabajaron para Burke Pharmaceuticals, pero no fue hasta
que estuvieron empleados con nosotros durante casi un año que
vinieron a mí y me revelaron sus habilidades.

RF

¿Por qué les permitió que se unieran a usted en el escenario?

SB

Porque pensé que eran buenas personas, personas que


querían las mismas cosas que yo. Pensé que podrían ponerle rostro
a la palabra Extraordinario. Estaba equivocado. Sin que yo lo
supiera, tenían una agenda propia, aunque no tengo claro cuál era
esa agenda, específicamente.

RF

Las fuentes me han dicho que no han dicho una palabra


desde que están bajo custodia.

SB

Sí, he escuchado lo mismo. No sé si alguna vez sabremos


cuál era su propósito, qué esperaban lograr al atacar Centennial
High. Estoy agradecido de que no haya habido pérdidas de vidas.
Y eso aparentemente es gracias a Pyro Storm.

RF

Seth Gray.

SB

550
Sí, el señor Gray.

RF

Quien era amigo de su hijo.

SB

Curioso, ¿no es así? Te hace preguntarte si hay alguien más


escondiendo algo en esa escuela.

RF

Estoy segura que lo averiguaremos más temprano que tarde.

SB

Estuvo allí, ¿no?

RF

Sí. Desafortunadamente, estoy bajo secreto de sumario, ya


que podrían llamarme como testigo.

¿Qué opina de Seth Gray revelando su identidad?


Especialmente sabiendo que luchó contra Owen en numerosas
ocasiones.

SB

Estoy seguro que el señor Gray tenía sus razones; no diré


un movimiento calculado, per se. Después de todo, es un niño. No
le atribuiría ningún tipo de maquinaciones oscuras. Pero me
pregunto acerca de este momento oportuno. Podría haber huido
con la misma facilidad, manteniendo su identidad en secreto, al

551
igual que sus contrapartes: el Extraordinario que podía conducir
electricidad y el otro, el que tenía telequinesis.

RF

Hablando de esa noche, ha habido acusaciones en el DPNC


por su tardía respuesta al ataque a la escuela. Algunos sugieren
que se cortó las líneas para no permitir que nadie pidiera ayuda,
que el ataque se planeó con recursos policiales. Y además, Rodney
Caplan, ex jefe de la policía de Nova City, afirmó durante la
conferencia de prensa en la que anunció su renuncia que creía que
los oficiales conspiraban para evitar una respuesta de emergencia.
Dijo, y cito: Algo huele a podrido en Dinamarca15, mientras también
hacía alusiones no tan sutiles de que de alguna manera usted
estaba involucrado en lo que sucedió en Centennial High. ¿Le
gustaría responder a esto?

SB

Agradezco a Rodney Caplan por su servicio con el DPNC. La


suya es una carrera histórica, el primer jefe de policía negro que
tuvo Nova City, y aunque no hemos estado de acuerdo en muchos
temas, sé que su corazón siempre ha estado en el lugar correcto.
Para ser honesto, me siento un poco halagado de que piense que
tengo algún nivel de control sobre el DPNC. Dicho esto, sus
acusaciones infundadas ensombrecen su legado y el DPNC en su
conjunto. Estos son hombres y mujeres trabajadores, y que su
antiguo jefe arroje tales insultos sobre sus personas es, en el
mejor de los casos, desafortunado y, en el peor, peligroso. Me he

15
Something is rotten in the state of Denmark» («Algo huele a podrido en Dinamarca»)
es una de las frases más famosas de toda la producción dramática de William
Shakespeare, aparece en su obra Hamlet.
552
reunido con muchos de los oficiales que protegen esta ciudad y les
puedo asegurar que ninguno de ellos ignoraría una llamada para
ayudar a las personas que más lo necesitan. Todos están
igualmente devastados por lo ocurrido, y sé que cualquier
investigación lo demostrará. No se les puede ni se les debe culpar
por su respuesta, dada la fluidez y el caos de la situación. Les dije
lo mismo que te diré a ti: confío en ellos y haré todo lo posible para
ayudarlos. Y no solo a ellos. Quiero ayudar a todos, incluidos los
Extraordinarios.

RF

¿Con qué? ¿Qué haría por ellos?

SB

Yo... yo no esperaba decir esto, pero supongo que es el


momento adecuado. Como dije anteriormente, la transparencia es
importante. Y como padre de un Extraordinario, sé lo que es tener
miedo por su hijo. Con este ataque de un baile de graduación de la
escuela secundaria, se hace evidente que los Extraordinarios
están entre nosotros y que son capaces de hacer un daño
tremendo, especialmente si no pueden controlar sus poderes.
¿Qué pasaría si un niño pudiera controlar el clima y se enojara? ¿O
qué pasaría si un niño pudiera mover cosas con su mente y fuera
neurodiverso, digamos, por ejemplo, si tuviera un trastorno por
déficit de atención con hiperactividad? Eso podría conducir al caos
y la destrucción, personas que resulten heridas o algo peor. Pura
especulación, por supuesto, pero las cosas que hemos presenciado
sugieren que está dentro del ámbito de lo posible. Después de los
eventos del Puente McManus, instruí a mis científicos para que

553
trabajaran las veinticuatro horas del día para comprender a
nuestros hermanos Extraordinarios. Seguí esto con la iniciativa
Save Our Children, con la esperanza que salieran a la luz
diferentes tipos de Extraordinarios. Cuanto más sepamos, mejor
preparados. Me complace anunciar que, a partir de la semana
pasada, hemos curado con éxito nuestro primer Extraordinario.

RF

¿Espere qué? ¿Qué quiere decir con curado?

SB

Sus padres nos trajeron una pequeña. Esta niña, a la que


llamamos Eve para proteger su anonimato, exhibía signos de
telequinesia. Desde muy joven, Eve podía mover cosas en su casa.
Los padres estaban asustados. Al principio, pensaron que su casa
estaba encantada. No fue hasta que creció que se dieron cuenta
que Eve era la causa. Con razón, vinieron a verme después que
anunciáramos la iniciativa Save Our Children. Después de semanas
de pruebas, todos acordamos continuar, especialmente al ver que
los poderes extraordinarios no se consideran médicos y, por lo
tanto, no necesitan ser supervisados por organizaciones como la
FDA. No hubo riesgo para la niña. El tratamiento no es invasivo y
Eve está bien. Hablé con su madre esta mañana. No ha habido
signos de telequinesia desde que completaron el tratamiento.

RF

Eso es increíble. ¿Cómo diablos logró eso?

SB

554
Ah, secretos comerciales. No estamos listos para revelar el
tipo de tratamiento al que se sometió Eve, aunque esperamos
hacerlo pronto. Pero lo más importante es centrarse en que
potencialmente podríamos curar a cualquiera con poderes. Eve fue
solo la primera. Estamos en el proceso de intentar replicar los
resultados con un sujeto de prueba diferente, un hombre de casi
cincuenta años que vino a nosotros después de años de ocultar lo
que era capaz de hacer. Estaba llorando cuando nos contó su
historia. Todo lo que quiere es ser normal. Y si podemos ayudarlo
a lograr ese sueño, ¿quién soy yo para decir que no?

RF

¿Qué le diría a la gente que le acusará de jugar a ser Dios?

SB

Los escucharía, por supuesto, y entendería de dónde vienen.

Sin embargo, mi refutación sería que se trata de un


tratamiento voluntario. No estamos reteniendo a la gente contra
su voluntad. Cualquiera que participe en estos primeros ensayos
sabe que no hay garantía y que pueden detenerse en cualquier
momento. No estamos tratando de jugar a ser Dios. Estamos
tratando de mantener a las personas a salvo. Queremos ayudar a
aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos.

RF

Estoy segura que no está de más después del ataque a


Centennial High, las encuestas públicas muestran un cambio en
contra de los Extraordinarios. CNN publicó una encuesta nacional
que mostró que el cincuenta y dos por ciento de las personas

555
estaban en contra de los Extraordinarios. Eso es diez puntos más
desde la batalla en el Puente McManus.

SB

Sí, lo vi. La gente tiene miedo, como debería. No sabemos


qué harán estas personas con poderes o de qué son capaces. Tienes
Extraordinarios como Seth Gray, que puede crear fuego de la
nada. ¿Qué pasa si hay un Extraordinario que tiene la capacidad
de dividir átomos? ¿Elevar los niveles de los océanos? Elijo creer
en lo bueno de las personas, pero ¿es eso ingenuo? Pensé que mi
hijo era bueno hasta que vi evidencia de lo contrario. ¿Qué
haremos si hay un Extraordinario que puede provocar explosiones
nucleares y lo hará si no nos sometemos a sus demandas?

RF

Y por eso quiere intentar desarrollar una forma de


detenerlos.

SB

No. No detenerlos. Ayudarlos. Solo quiero ayudar. Quiero


asegurarme que nadie sufra como lo ha hecho mi familia. Yo... hace
años, una querida amiga mía se reveló a sí misma como una
Extraordinaria, y estaba tan consumido por lo que podía hacer, que
nunca me detuve a pensar en las ramificaciones para el resto de
nosotros. Era amable, justa y buena, pero ¿y si no lo hubiera sido?
¿Y si hubiera sido malvada? Debería haberla ayudado. Ojalá lo
hubiera hecho. Se ha ido ahora, pero no pasa un día en que no la
recuerde, por eso, por ella y por todos los que son como ella, quiero
ayudar.

556
RF

¿Y para aquellos que no quieren su ayuda? Seth Gray, por


ejemplo. ¿De verdad cree que se reunirá con usted después que
puso una recompensa por su cabeza?

SB

La recompensa fue un error lamentable. Me disculpo por


eso. Debería haberlo sabido mejor. Algunos problemas no se
pueden resolver arrojándoles dinero. No lo obligaré a hacer nada.
Él sabe dónde estoy. Todo lo que tiene que hacer es acercarse y
con mucho gusto escucharé lo que quiera decir. Eso también se
aplica a cualquiera a su alrededor. Cualquiera en absoluto.

RF

Digamos, tal vez, ¿otro adolescente capaz de mover cosas


con la mente?

SB

Exactamente. Y les instaría a que presten atención a mis


palabras. La marea está cambiando. La gente no se quedará de
brazos cruzados mientras sus vidas se ven interrumpidas por los
Extraordinarios. Pronto, puede convertirse en un requisito que los
Extraordinarios se registren. Sé que la legislación ha fallado en el
pasado, pero cuanto más sepamos, más seguros estaremos. Ver
algo, decir algo. Y ese será el tema principal de mi campaña.

RF

Porque tiene otro anuncio, ¿no?

557
SB

Lo tengo, Rebecca. Estoy anunciando formalmente mi


intención de postularme a la alcaldía de Nova City. Durante
demasiado tiempo, nuestro liderazgo nos ha fallado. Es hora que
sangre fresca y una nueva perspectiva lleven a nuestra gloriosa
ciudad al futuro que todos merecemos, uno en el que podamos vivir
en armonía sin temor a que el fuego llueva del cielo o los edificios
caigan sobre nosotros. El actual alcalde no ha hecho nada para
detener los repetidos ataques contra Nova City. Si soy elegido,
prometo que haré todo lo que esté en mi poder para mantener a
los ciudadanos a salvo de cualquier daño.

RF

Y ya ha recibido un poderoso respaldo de la Orden Fraternal


de la Policía. No solo lo respaldan, sino que publicaron una encuesta
interna que muestra que el ochenta y uno por ciento del DPNC
apoya su candidatura.

SB

Sí, y estoy agradecido con nuestros hombres y mujeres de


azul, y no solo por su apoyo. Entienden que, si bien las personas
como Pyro Storm pueden parecer que quieren ayudar, causan más
daño que bien. La gente ha muerto a causa de sus acciones. ¿Quién
sabe? Si Pyro Storm no hubiera hecho lo que hizo, quizás mi hijo
no habría sentido la necesidad de convertirse en Shadow Star.

RF

Parece que culpa a Seth Gray.

558
SB

No, no del todo. Simplemente hablo de forma hipotética. El


señor Gray es un chico de diecisiete años con habilidades que
desafían la imaginación. Pero hay una razón por la que no se le ha
permitido regresar a la escuela. Los padres tienen miedo por sus
hijos. Ya no se trata solo de violencia armada. Se trata de personas
que manifiestan poderes que podrían significar el final de la vida
tal como la conocemos. Seth Gray es solo una pieza del
rompecabezas. Pero el panorama es cada vez más claro.

RF

Gracias, señor Burke. Esto ha sido muy esclarecedor.

SB

Por supuesto. Gracias por darme la oportunidad de hablar.


¿Y escuché que tiene un anuncio propio?

RF

Lo tengo. Esta será mi última entrevista con Action News.


Durante los últimos diez años, he informado desde las calles de
Nova City. Amo mi trabajo y amo a mis compañeros, pero es hora
que siga adelante, hacer algo nuevo. Estoy emocionada por el
futuro.

SB

Felicidades. No puedo esperar a ver dónde termina.

Dos semanas después:

559
COMUNICADO DE PRENSA

DESDE LA CAMPAÑA A LA ALCALDIA DE SIMON BURKE

¡CONFIAMOS EN BURKE!

Nos complace anunciar que Rebecca Firestone se ha unido a


la campaña de Simon Burke para la alcaldía de Nova City como
secretaria de prensa. La señorita Firestone, nativa de Nova City,
aporta años de experiencia de su trabajo como periodista con
Action News. Reconocida, confiable y trabajadora, la Srta.
Firestone tiene un nivel de experiencia que pocos han logrado.

—Espero trabajar con Rebecca —dijo Burke en un


comunicado—. Ella solo contribuirá al creciente movimiento de
nuestra campaña. Ella, como mi esposa y yo, cree que es hora de
recuperar nuestra ciudad. Estamos mejor porque se ha unido a
nosotros. Estoy encantado de tenerla.

—Me siento honrada —dijo la Srta. Firestone—. Si bien


extrañaré sostener un micrófono e informar desde las calles, este
nuevo esfuerzo me permitirá usar mi conocimiento de Nova City
para asegurarme que el Sr. Burke sea nuestro próximo alcalde.
¡Confiamos en Burke!

560
EPÍLOGO

El orador dijo:

—Y cuando recordemos el tiempo que pasamos aquí, espero


que sea con alegría y luz, y que nunca olvidemos las lecciones que
aprendimos. Gracias. —Dejó el escenario mientras el público
vitoreaba.

—Debería haber sido Gibby —murmuró Nick mientras


aplaudía. Seth y Jazz solo pudieron asentir.

—Megan Gardner... Justin Garrett... Lola Gibson...

Nick voló sobre sus pies, gritando a todo pulmón. Las


personas que lo rodeaban hicieron lo mismo: Seth y papá, Jazz y
sus padres, Bob y Martha. Pero fueron Trey y Aysha quienes
fueron los más ruidosos de todos cuando su hija cruzó el escenario,
con su vestido de graduación flotando a su alrededor. Ella puso los
ojos en blanco ante el alboroto que estaban haciendo, pero sonrió
cuando le entregaron su diploma mientras estrechaba la mano del
director. Cuando llegó al otro lado del escenario, giró la borla de
un lado a otro. Antes de bajar las escaleras, levantó los brazos por
encima de la cabeza y agitó los puños.

561
Nick y Seth se quedaron atrás, mientras los padres de
Gibby y Jazz se aferraban a ella con no pocas lágrimas. Nick
sollozó, secándose los ojos con el dorso de la mano. Seth se rió en
voz baja, se estiró y pasó un brazo alrededor de su hombros.
Ambos ignoraron a quienes los miraban, susurrando detrás de sus
manos. Ya se estaban acostumbrando.

—Tierno —dijo Seth—. Muy tierno.

—Estoy orgulloso de ella —refunfuñó Nick—. Cállate.

—Pienso que es lindo.

—Eso espero. Soy el más lindo.

—No hay duda. —Miró a su alrededor—. Es raro.

Nick lo miró.

—¿El qué?

—Estar de vuelta aquí. No puedo creer que ya hayan pasado


dos meses.

Nick frunció el ceño. Este tema no era su favorito. Después


del ataque a la escuela y la revelación de Seth al mundo de que él
era Pyro Storm, las cosas habían cambiado. El DPNC, junto con el
Departamento de Educación de Nova City, inició una investigación
sobre lo que había sucedido exactamente para permitir que dos
villanos con superpoderes ingresaran a la escuela y causaran el
caos. Seth estaba en el centro de la investigación, y aunque había
docenas de testigos (en su mayoría estudiantes) que se
presentaron y dijeron que Seth, Pyro Storm, solo estaba tratando
de protegerlos a todos, la junta escolar había decidido que Seth

562
no podía regresar a Centennial High por el resto del año. La junta
dijo que no era solo por la seguridad de sus estudiantes, sino para
que tuvieran tiempo de comprender qué precauciones debían
tomarse con un Extraordinario caminando por los pasillos.

Nick, Jazz y Gibby se habían indignado. ¿Seth? No tanto.


Se lo tomó con calma como siempre y les dijo que estaría bien. Nick
se sintió enormemente culpable, y hubo días en que estuvo a punto
de dejar escapar que él era como Seth, que él también era un
Extraordinario, solo para arrojarlo en sus caras en lugar que
siguieran creyendo que todo lo que había hecho había sido por TK.
Las razones por las que no lo hizo fueron dos: primero, Seth le
pidió que no lo hiciera, diciéndole que, si bien apreciaba la
solidaridad, no quería que se revelara por él, sino en sus propios
términos cuando estuviera listo para hacerlo. Las refutaciones de
Nick fueron débiles y poco entusiastas. Sabía que Seth tenía
razón.

¿La segunda razón? Era un cobarde.

Papá le dijo que no; Seth, Jazz y Gibby también. Y aunque


apreciaba que lo dijeran, realmente era uno. Había visto lo que le
había sucedido a Seth después que él se revelara. Martha y Bob
tuvieron que cambiar el número de teléfono de su casa después de
recibir repetidas amenazas de muerte diciéndoles que Seth era un
fenómeno y merecía morir. No ayudó que, durante las semanas
posteriores al ataque en el baile de graduación, los periodistas
hubieran acampado frente a la casa de piedra de los Gray,
tratando de ver a Seth y sus tíos. Hubo largos días en los que Seth
nunca salió de la casa, los tutores acudían a él para ayudarlo a

563
terminar el año escolar, ya que no se le permitía regresar a la
escuela.

Y realmente no ayudó que hubiera una creciente ola de ira


contra los Extraordinarios en Nova City y en todo el país. La gente
había visto desde todo el mundo con horror las imágenes de las
secuelas del ataque en Centennial High (en mayúsculas en los
medios, al igual que la batalla en el puente McManus) y el momento
en que Pyro Storm se quitó el casco, revelando que era un
estudiante de secundaria de diecisiete años. En una reunión
especial con la junta escolar, los padres enojados dijeron que, si la
junta no sacaba a Seth Gray de la escuela, sacarían a sus propios
hijos.

Seth se fue sin siquiera pelear, para consternación de Nick.


Se habló de que se le permitiría regresar para su último año, pero
Bob y Martha estaban estudiando la posibilidad de educarlo en
casa en caso que no se cumpliera. La ventaja sería que
potencialmente podría graduarse temprano si iban en esa
dirección.

¿Lo malo?

No podría pasar su último año con Nick y Jazz. Nick sabía


que eso molestaba a Seth, aunque ponía cara de valiente. Había
tenido que obtener permiso para poder asistir a la graduación de
Gibby.

Hubo protestas en su nombre, y luego manifestantes contra


esos manifestantes, todos con carteles que decían cosas como
¡DEJEN VIVIR AL NIÑO, MALDITA SEA! (Nick estuvo de
acuerdo de todo corazón) y DIOS CREÓ A ADÁN Y EVA, NO

564
ADÁN Y PYRO STORM (¿qué significaba eso?) Y PYRO STORM
ES INCREÍBLE (¡maldita sea!).

Y luego Burke había dado su entrevista con Rebecca


Firestone, lo que hizo que Nick se sintiera aún peor. Burke parecía
intocable. Todos sabían que había estado controlando a Ice y
Smoke, pero no tenían pruebas. Cap y papá habían decidido
perseguir duramente a Burke, pero el alcalde los había bloqueado,
le preocupaba la percepción pública y cómo se vería en contra de
su propia campaña de reelección. ¿Qué pensaría la gente si
pareciera que el alcalde ha armado a la fuerza policial para
investigar a un oponente político? Papá había estado furioso,
especialmente cuando el jefe de policía en funciones lo sacó de la
División de Extraordinarios después de ser acusado de encubrir a
Pyro Storm, que ahora se había revelado como Seth Gray, el novio
de su hijo.

Lo que Aaron Bell había hecho a continuación había hecho


que Nick estuviera más orgulloso de su padre que nunca. Habían
estado sentados en su cocina, la cena a medio comer entre ellos,
hablando de nada y de todo. Nick había pensado que papá estaba
trabajando en algo, pero no sabía qué.

Se había demostrado que tenía razón cuando papá se aclaró


la garganta y dijo:

—¿Nicky? Necesito hablar contigo sobre algo. Es


importante. Nos afecta a los dos, y quiero que lo sepas antes de
hacer nada.

Nick había dejado el tenedor y miró a su padre expectante.

565
—Sí, vale. Ve a por ello. Estoy escuchando.

Papá había bajado la mirada a sus manos, los círculos debajo


de sus ojos como moretones. Nick odiaba verlo tan abatido, por lo
que se sorprendió de que cuando levantó la cabeza, todo lo que
había visto era una firme resolución.

—Quiero seguir el ejemplo de Cap.

Nick asintió lentamente. Había tenido la sospecha que esto


iba a suceder, especialmente después de lo que había hecho Cap.
Todavía le daba un susto tremendo.

—Vas a renunciar.

—Lo voy a hacer —había dicho papá. Se había extendido a


través de la mesa, la palma hacia arriba, los dedos curvados en
invitación. Nick había puesto su propia mano sobre la de su padre.
Ambos se agarraron de la muñeca—. Yo... yo ya no puedo ser parte
de esto. Yo no... —Soltó un suspiro—. Ya no reconozco a las
personas con las que trabajo. Y pase lo que pase, siempre estaré
asociado con Seth. Mis superiores nunca volverán a ver más allá de
eso.

Nick se había erizado.

—Oh, no. No puedes pensar eso...

Papá le había apretado la muñeca.

—No lo hago. Lo prometo. Es algo bueno, Nicky. Porque


prefiero estar con él, contigo, que con cualquier otro. Pero no se
trata solo de eso. También se trata de mí. Las cosas que he hecho.
El daño que he causado. —Parpadeó rápidamente cuando su pecho

566
se contrajo, su pulso tartamudeó bajo los dedos—. Debí dejarlo
hace mucho tiempo. No tenía por qué tener una placa cuando...
lastimé a alguien como lo hice. Perdí de vista lo que se supone que
significa ser un oficial. Ya no quiero ser esa persona. Necesito
encontrar una forma diferente de crear un cambio para mejor, y
no creo que pueda hacerlo si me quedo con el DPNC.

—¿Tienes miedo? —Nick había preguntado en voz baja.

Papá se rió mientras se secaba los ojos.

—Demonios, sí, tengo miedo, pero es lo correcto. Y no quiero


que te preocupes por el dinero ni nada de eso. Tu fondo
universitario se mantendrá intacto. Yo he... —Suspiró—. Creo que
he estado planeando esto por más tiempo de lo que sabía. He
ahorrado lo suficiente para que podamos sobrevivir hasta que
averigüe que hacer. Y todavía tenemos dinero del seguro de vida
de tu madre. —Se rió entre dientes—. Todavía cuidándonos,
incluso ahora.

—Puedo conseguir un trabajo —había dicho Nick con el


corazón en la garganta—. Ayudar.

Papá había negado con la cabeza.

—Nah. Bueno, tal vez para el verano, pero cuando la escuela


comience de nuevo, quiero que te concentres en graduarte y nada
más. Estaremos bien, lo prometo.

—Esto se siente como darse por vencido —había admitido


Nick—. Cap y tú. Sé que no lo es, pero...

567
—No lo es —había dicho papá con firmeza—. No hablaré por
Cap, pero para mí, se trata de responsabilidad. ¿Cómo puedo
ayudar a luchar para cambiar las cosas cuando ni siquiera puedo
hacerme responsable? Y no puedo tener eso para mí o para ti,
porque soy tu papá, Nicky. Necesito predicar con el ejemplo, para
que te conviertas en el hombre que sé que serás.

Nick había sollozado.

—Lo estás haciendo bien hasta ahora. ¿Qué vas a hacer a


continuación?

Papá le había sonreído.

—Cap y yo tenemos algunas ideas. No hay nada de lo que


estemos listos para hablar todavía, pero una vez que sepamos la
dirección en la que queremos ir, serás el primero en decirte. Seth.
Gibby, Jazz y tú. Sus padres, Bob y Martha. Todos nosotros...

—...estaremos de pie juntos para que no tengamos que


luchar separados —había susurrado Nick.

Papá había asentido, complacido.

—Exactamente, chico. Estaremos bien. Lo prometo.

Nick le había creído. Y le había hecho pensar en quién se


suponía que era, el hombre en el que se había convertido.

Por eso, cuando se encontró en la casa de Caplan la semana


siguiente, Cap y su padre encerrados en la oficina, haciendo planes,
tomó una decisión. No por papá. No por Seth. No por sus amigas,
sino por él mismo.

568
—Continuarán toda la noche si los dejamos —había dicho
Mary Caplan con una sonrisa. Nick y su padre habían ido a cenar
por invitación de Mary. Glotones por castigo, incluso hasta el final,
ya que Mary les había dicho encantada que había encontrado una
nueva receta para el estofado. Sabía a aserrín mezclado con
lágrimas. Nick se lo había tragado.

—Nunca va a ser más fácil, ¿verdad? —Nick murmuró


mientras ayudaba a Mary a recoger la mesa.

Hizo una pausa, frotándose las manos con un paño de cocina.

—¿Recuerdas lo que te dije cuando tu papá estaba en el


hospital?

Lo hacía y no. Fueron días nebulosos en los que todo lo que


había conocido era pánico y miedo, preocupado de que su padre
nunca se despertara.

—El precio —había dicho Mary— por amar a un héroe es muy


alto. Pero somos un faro. Una baliza para ayudarlos a encontrar el
camino a casa. Lo que hicieron Cap y tu padre fue valiente, Nicky.
No dejes que nadie te diga lo contrario. Nos necesitarán ahora más
que nunca, pero sé que aceptaremos el desafío.

Nick había dicho:

—¿Puedo decirte algo?

—Por supuesto, Nick. Puedes decirme cualquier cosa.

—Bueno, supongo que mostrártelo probablemente sea más


fácil.

569
Se había apoyado contra el mostrador, arqueando una ceja.

—¿Mostrarme qué?

Había tomado una respiración profunda y la dejó escapar


lentamente. Había levantado la mano, frunciendo el ceño mientras
buscaba la chispa en su interior. Se estaba volviendo más fácil
ahora. La presión se acumuló en su cabeza, pero no le dolía como
antes. Apenas tuvo que empujar más.

Todos los platos que quedaron en la mesa flotaban hacia


arriba, girando lentamente mientras los movía hacia el fregadero.
Mary jadeó, con la mano en la garganta, mirando sus platos,
cuencos y cubiertos flotar junto a su cara y apilarse
ordenadamente en el fregadero. Una vez que el último plato se
asentó, Nick bajó la mano.

—Cap lo sabe —le había dicho Nick en voz baja, nervioso,


pero tratando de no demostrarlo—. Papá también. Gibby. Jazz.
Seth, por supuesto. Sus padres, Bob y Martha. Pero eres la
primera a la que se lo digo desde... desde el baile de graduación.
Soy un Extraordinario.

Mary se había quedado mirando los platos en su fregadero


durante un largo momento. Luego negó con la cabeza, con una
mirada decidida en su rostro. Se había acercado a Nick y le había
dado un fuerte abrazo.

—Gracias por decírmelo —susurró—. Me siento honrada.


Pero debes saber que ya te consideraba extraordinario.

Nick había sollozado. Escuchó un movimiento cerca de la


entrada y vio a Cap y su padre parados allí, mirándolos a ambos.

570
Cap le había sonreído, moviendo el bigote. Papá había asentido
lentamente.

Ahora, mientras la gente se movía a su alrededor en el


campo de fútbol, buscando a sus seres queridos en un mar de
birretes de graduación, Nick apoyó la cabeza en el hombro de
Seth. No sabía cuántos de sus compañeros realmente creían que
no había tenido nada que ver con lo que habían visto en el baile de
graduación, pero nadie lo había presionado.

Y ahora el año escolar había terminado, y tenían un verano


largo y glorioso que se extendía por delante. Nick iba a usar el
tiempo para escuchar a Seth, para dejarlo hablar sobre lo que
quería. No se había disfrazado de Pyro Storm desde la noche del
baile, por temor a represalias, y Nick no lo había presionado. No lo
haría, no con el peso de sus propios poderes descansando
firmemente sobre sus hombros. Apestaba que se hubiera
esforzado por darse cuenta de lo pesado que podía ser el peso, y
se prometió a sí mismo que nunca más trataría de empujar a Seth
a algo para lo que no estaba listo.

Y Simon Burke.

El escalofrío que sintió cuando vio esa entrevista se sintió


como si Ice hubiera regresado y lo hubiera congelado. Una cura.
Burke dijo que tenía una cura. Y ya parecía tener a la policía en el
bolsillo, aunque todavía no había sido elegido. Añádase el hecho que
Owen Burke estaba ahí fuera, en alguna parte, y el futuro era algo
aterrador.

Observaron a Gibby y Jazz de pie en medio de la multitud,


sus frentes juntas.

571
Déjalos venir, pensó Nick mientras Seth le besaba la
coronilla.

Más tarde, los cuatro se sentaron en las gradas, mirando al


equipo de limpieza apilar sillas y recoger birretes desechados, con
borlas enredadas y anudadas. Se iban a encontrar con todos más
tarde para la cena de celebración de Gibby en su casa. Miles y Jo
estaban organizando una barbacoa solo con aquellos que estaban al
tanto para que pudieran hablar libremente. Nick necesitaba ir a
casa y cambiarse primero, pero tenía tiempo. No había ningún otro
lugar donde quisiera estar.

—Deberías haber sido tú —dijo, y lo miraron. Sacudió la


cabeza—. Deberías haber estado tú en ese escenario, Gibby. Te lo
has ganado.

Ella se encogió de hombros.

—Sí, supongo, pero ya lo superé. En seis meses, nadie


recordará quién pronunció el discurso. ¿A quién le importa?

A Nick le importaba. A él le importaba mucho. Su enojo por


la decisión de la escuela de descalificar a Gibby como la mejor
estudiante, dada su participación en la protección de esta, solo fue
rivalizada por su furia por la decisión de echar a Seth durante el
resto del año. Los padres de Gibby habían levantado un infierno,
pero la junta escolar no se movió, incluso bajo la amenaza de una
acción legal. Todavía estaban investigando, dijeron. Gibby era
parte de esa investigación. Y hasta que se completara, no podía
representar a su clase como la mejor estudiante. Nick pensó que

572
eso era una mierda y odió a Ice, Smoke y Burke aún más. Fue solo
más tarde que Jazz le había confiado que Gibby había llorado esa
noche, lágrimas de rabia por la injusticia de todo. Jazz también le
había dicho que Gibby dijo que volvería a hacerlo si fuera
necesario. Mantener a la gente a salvo era todo lo que importaba.
Una vez que eres miembro del Equipo Pyro Storm, siempre serás
miembro del Equipo Pyro Storm.

—A mí me importa —dijo Nick—. Y sé que Seth y Jazz


también.

—Nos importa —dijo Seth. Él se iluminó—. Espera. Espera.


Podrías hacerlo ahora.

Ella parpadeó.

—¿Qué?

Seth le sonrió.

—Vamos. Sé que trabajaste en un discurso. Jazz dijo que


practicaste con ella. —Se subió las gafas por la nariz y un mechón
de pelo le colgó de la frente—. Y apuesto a que es tan asombroso
como tú.

—Diablos, sí —gritó Nick—. Seth, tienes las mejores ideas.


Gibby, te has ganado esto. Quiero escuchar lo que tienes que decir.

Gibby negó con la cabeza.

—No voy a...

—No tienes que decirlo entero —dijo Jazz, besando su


mejilla—. Solo haz la última parte. Es mi favorita.

573
—Por favor —se quejó Nick—. Gibby, Gibby,
GibbyGibbyGibbyGibby...

—Oh, Dios mío, está bien —dijo con el ceño fruncido—. Lo


haré si te callas. Eres muy molesto.

—Es su superpoder —dijo Seth. Hizo una pausa,


considerándolo—. Uno de sus superpoderes.

—¡Oye!

Gibby resopló mientras se levantaba, alisando su vestido de


graduación. La grada de metal crujió bajo sus botas.

—No lo terminé —les advirtió—. Y no importa lo que diga


Jazz, no es muy bueno.

—Ella es tan modesta —dijo Jazz—. Es perfecto. Empieza


con la parte de vivir la vida para...

—Sí, sí —murmuró Gibby—. Lo sé.

El sol caía sobre su cabeza mientras se ponía en su máxima


altura. Por un momento, Nick casi pudo ver a la adulta en la que se
estaba convirtiendo: encantadora y formidable, capaz de cualquier
cosa que se propusiera. El mundo no estaba preparado para Lola
Gibson. Iba a cambiar todo para mejor.

Y luego comenzó, su voz se hizo más fuerte a medida que


avanzaba.

—Esta vida no es la que esperaba. Nunca esperé ser la


fuerte mujer queer negra que veis de pie ante todos vosotros.
Nunca esperé tener los amigos que tengo, personas por las que

574
haría cualquier cosa porque sé que harían cualquier cosa por mí. Da
miedo pensar a dónde vamos desde aquí, dejar esto atrás. Y no
ayuda que el mundo también sea aterrador, lleno de personas que
harían cualquier cosa para asegurarse que no tengamos éxito. Pero
estoy aquí para decirles que no importa cuán ruidosos se pongan
esos detractores, no importa cuán enojados estén, cuán
rencorosos sean, nuestras voces son más altas. Nuestras voces son
más fuertes. Y no hay nada que no podamos hacer si alzamos la voz
juntos, si nos levantamos unos a otros. La lucha por el cambio nunca
es fácil, pero al final vale la pena, especialmente si quienes nos
suceden son capaces de vivir en un mundo que los acepta por
quienes son, sin importar lo que sean... Entonces, cuando nos
vayamos de aquí, les pido que recuerden algo: un mundo sin
esperanza no es un mundo en absoluto. La esperanza es una
bendición. La esperanza es una necesidad. La esperanza, cuando es
necesario, es un arma que se debe manejar con mano firme pero
justa. Estas son mis esperanzas para ti, para mí, para todos
nosotros... Espero que cuando recuerdes la vida que viviste y los
recuerdos que construiste, estés feliz con la persona en la que te
has convertido. Espero que te sorprendan las cosas simples de la
vida: una chica bonita que te sonríe y solo a ti, los sonidos de la
risa de tus amigos, la forma en que tus padres te abrazan y te
empujan a convertirte en una mejor persona. Pasar una prueba que
pensaste que ibas a fallar. Creer en una persona porque quiere ser
Extraordinario, aunque lo haga poniendo un grillo en el microondas.
Ver a un amigo crear fuego para ahuyentar las sombras. Luchar
para proteger a los demás, no porque quieras ser un héroe, sino
porque es lo correcto... Espero que el amor te ponga de rodillas: el
amor por tu familia, el amor por tus mejores amigos, el amor por

575
una chica que cree en ti más que nadie. Estamos aquí, somos gays
y es mejor que te acostumbres.

Se rieron, incluso mientras las lágrimas corrían por sus


rostros.

Y luego Gibby dijo:

—Y espero que recuerdes este momento que tuvimos juntos.


Quizás no fue el mejor momento para ti. Tal vez fuiste condenado
al ostracismo por ser una persona de color, o por ser queer, o
porque tienes TDAH. Tal vez guardaste secretos porque querías
mantener a salvo a tus seres queridos. Quizás deseabas que la
escuela secundaria hubiera terminado hace mucho tiempo. Y lo
hizo. Se acabó. Este es un final, pero no es el final. Cuando salgas
de aquí hoy, mira hacia atrás, pero recuerda mirar hacia adelante.
El futuro nos espera a todos, para hacer de él lo que queramos. —
Ella sonrió—. Que se joda cualquiera que no crea que somos
capaces, porque vamos a hacer de este mundo un lugar mejor, con
o sin su ayuda. Y para aquellos que intentarán silenciarnos, un
mensaje: fracasarás y fracasarás con fuerza. No hay nada que no
podamos hacer. No hay nada que no pueda hacer. Y planeo
mostrarte eso. —Suspiró y se pasó una mano por la cara—. Uh, eso
es todo. Ese es el final.

Gritó de indignación cuando todos la abordaron y


aterrizaron amontonados en las gradas. Se quedaron allí, bajo el
cálido sol primaveral, abrazados los unos a los otros.

Finalmente, Nick miró a sus amigos y dijo:

—Estamos solos en esto.

576
Gibby lo miró, con la cabeza en el regazo de Seth, los pies
en las piernas de Jazz, la punta de una de sus botas presionada
contra el muslo de Nick.

—¿Qué quieres decir?

Nick se encogió de hombros.

—Todo lo que viene, solo podemos confiar en nosotros


mismos y en los demás. No tenemos policías. No tenemos mucha
gente. Se siente como si todos estuvieran en contra nuestra.

Gibby se sentó, apoyada en Seth, quien le rodeó los hombros


con un brazo y acercó las rodillas al pecho.

—Mierda.

Nick parpadeó.

—¿Qué?

—Eso es una mierda —repitió—. Nunca iba a ser fácil. Pero


les prometo que somos muchos más que ellos. Al diablo con esa
gente. Que se joda la policía. Sabemos lo que somos y de lo que
somos capaces.

—Tiene razón —dijo Jazz mientras palmeaba el brazo de


Gibby—. Puede parecer que estamos solos en este momento, pero
no siempre será así, siempre y cuando recordemos por qué estamos
luchando. Y tal vez eso nos ponga un peso que no pedimos, pero yo
os conozco. —Miró a cada uno de ellos por turno—. Sé que podemos
construir el mundo en el que queremos vivir. Depende de nosotros
lograrlo.

577
—Podemos —asintió Seth—. Y lo haremos. —Le sonrió a
Nick—. Nos lo debemos el uno al otro y a nosotros mismos.

Nick sabía que los caminos divergían. Lo que era cierto un


día podía no serlo al día siguiente. Y, sin embargo, cuando miró a
sus amigos, pensó que tenían razón. Si bien no quería pensar en la
posibilidad de que algún día no tuviera a estas personas
maravillosas en su vida, nunca olvidaría lo que le habían enseñado.
Tal vez ese era el punto de todo esto... aprovechar al máximo todo
con el tiempo que tenían. Y si había algo que había aprendido en su
corta y dramática vida, fue a no dejar que las cosas no se dijeran
nunca. Nunca sabías cuándo podría ser la última vez.

—Os amo, chicos —dijo en voz baja—. Más de lo que sabéis.

—Lo mismo —dijo Seth.

—Lo mismo por dos —dijo Gibby.

—Lo mismo por tres —dijo Jazz, y Nick se rió hasta que
apenas pudo respirar.

—¡Papa! —Nick llamó cuando entró— ¿Estas en casa?

—¡Piso superior! —dijo desde algún lugar por encima de él—


¿Estás bien?

—¡Si! Vamos a cambiarnos para que podamos irnos. Gibby


dijo que te recordara que no se me permite acercarme a la parrilla
porque a ella le gustan mis cejas tal como están.

Papá apareció en lo alto de las escaleras.

578
—Apuntado. Pero si Seth aún no te las ha quemado cuando
estabais frotándose, creo que todo estará bien.

—¡Papá!

Papá puso los ojos en blanco.

—¿Qué? No es mi culpa que estuvierais en el sofá así cuando


llegué a casa.

Nick le frunció el ceño.

—No tenías que poner plástico en el sofá. Eso fue


exagerado.

—Manchas de chico —le recordó papá.

Nick levantó las manos.

—Eso. Sigue haciendo mi vida miserable, ¿por qué no lo


haces?

—Soy gracioso —dijo papá.

—Esa es una mentira rotunda. ¡No hay nada gracioso en ti!

Papá se cruzó de brazos

—Yo te hice, ¿no?

Nick se echó a reír, aunque trató de disimularlo. No salió


bien. Sonaba como si estuviera tratando de abrir un pulmón. Papá
parecía demasiado engreído para su propio bien.

—Hay un paquete para ti —dijo, dándose la vuelta y


dirigiéndose hacia su habitación. Lo dejé sobre la mesa de la

579
cocina. El paquete se entregó antes. Lo juro por Dios, si es un
juguete sexual, será mejor que no hayas usado mi tarjeta de
crédito. Estoy totalmente a favor de que te expreses, pero no
necesito saber si has comprado algo para insertarlo en otra
persona.

Nick chilló indignado. ¿Cómo se atrevía su padre a sugerir


algo tan… tan… eh? Juguetes sexuales. Nick nunca había pensado
en eso antes. ¿Seth quería un juguete sexual? Quizás podrían ..

Se sonrojó furiosamente. Una cosa a la vez. Ellos


necesitaban tener sexo primero antes de considerar la asistencia
de la silicona.

¿Y un paquete? ¿Quién le había enviado un paquete?


Curioso, dejó su mochila en la escalera inferior y se dirigió a la
cocina. Hizo una pausa en la entrada. Puesta sobre la mesa había
una caja rectangular blanca con una cinta azul envuelta alrededor.
Pesaba más de lo que esperaba cuando la levantó para sacudirla. La
dejó sobre la mesa, desató la cinta y levantó la tapa.

Dentro había papel de seda. En la parte superior había un


sobre con su nombre escrito al frente con una elegante floritura.
Levantó el sobre, lo abrió y sacó el papel. Lo desdobló y miró la
firma en la parte inferior.

Señorita Conducta

Hizo una pausa. No había visto al Extraordinario desde el


ataque en el baile de graduación. Seth lo había hecho un par de
veces y todos habían intercambiado mensajes a través de la
aplicación, pero Mateo estaba oculto, preocupado por las mismas

580
cosas que el resto de ellos. Sin embargo, nadie había visto ni
escuchado nada de TK. Papá parecía extrañamente frustrado
cuando los interrogó sobre el otro héroe telequinético,
especialmente cuando no pudieron darle mucha información.

Nick volvió a la parte superior de la página y leyó:

Nicholas

He pensado en esto durante mucho tiempo: si regalarte algo


como esto era lo correcto. Al final, pensé que era mejor para ti
tenerlo, por si acaso. Antes de tomar una decisión, lee esta nota
en su totalidad.

Se llama a un héroe cuando más se lo necesita, no cuando


está más preparado. Sé que puede que no lo parezca, pero aprendí
mucho de ti y de nuestro ardiente amigo, y no solo del desastre
que fue tu noche de graduación.

Si eres como yo, estás preocupado por el futuro. Todo lo


que escuchamos sobre Extraordinarios da miedo. La gente está
enojada con nosotros. Los que están en el poder están tratando de
rastrearnos. Ese idiota de Burke cree que debemos curarnos. No
lo hacemos. No hay nada de malo en nosotros. Somos como se
supone que debemos ser. Siempre lo creeré. Darnos permiso para
ser humanos es difícil, pero eso es lo que somos. Solo tenemos algo
un poco... extra.

No se trata del disfraz, sino de la persona que lo usa. Sé de


tu madre. Sé que una vez fue el héroe que la ciudad necesitaba.
Un guardián. El guardián. Espero que no te importe, pero preparé
algo para ti, con la ayuda de Seth, Gibby y Jazz. Traté de

581
encontrar tantas fotos de La Guardiana como fuera posible para
poder honrar su memoria. La chica era esquiva; apoyos locos para
ella. Sé que ella estaría orgullosa de ti.

Si decides convertirte en el héroe que esta ciudad necesita,


espero que lo uses con orgullo. Espero que vivas con orgullo, porque
el orgullo es un tumulto. Luchamos porque podemos. Amamos
porque podemos. Nos convertimos en un faro para guiar a otros a
casa. Nos convertimos en guardianes para detener el mal en su
camino.

El Guardián, Nick.

Un nombre perfecto para un nuevo héroe, ¿no te parece?

Con Amor, Señorita Conducta

La carta revoloteó hasta la mesa. Con las manos


temblorosas, Nick alcanzó la caja y sacó el papel de seda.

Y allí, apoyado adentro, había un traje azul celeste.

Era como el que había llevado su madre, aunque con notables


diferencias. El material era más resistente, forrado con rayas
blancas que se entrecruzaban a lo largo del pecho y las piernas.
Las botas eran rígidas y brillantes.

Y el casco.

Nick sacó el casco azul de la caja. Pesaba más de lo que


esperaba. Las lentes eran blancas y parecían estar hechas de una

582
especie de plástico grueso. Le dio la vuelta en sus manos y creyó
ver algo parpadeando en su interior. Frunció el ceño,
entrecerrando los ojos ante la diminuta luz. Lo llamó como un faro
en la distancia, llevándolo a casa.

Sin pensarlo dos veces, se pasó el casco por la cabeza.


Respiró y respiró y respiró...

Explotó la luz blanca. Tropezó y chocó contra una silla,


dando vueltas mientras números, formas y palabras revoloteaban
frente a sus ojos, corriendo cada vez más rápido. Las líneas de
código volaron mientras un timbre profundo sonaba a su alrededor.
Luego desapareció, la visión de Nick se aclaró, excepto que todo
era más nítido, más enfocado. Podía ver la veta en la mesa y las
sillas, las astillas en los armarios, la grieta en la madera del
alféizar de la ventana. Antes que pudiera reaccionar, una voz le
habló al oído.

—Guardián —dijo—. Soy Lighthouse. ¿Me copias?

Nick jadeó, estupefacto

—¿Seth?

—¡Y Gibby aquí!

—¡Y Jazz!

La voz de Seth era cálida cuando dijo:

—Guardián, te escuchamos alto y claro.

—¿Qué es esto? —Nick susurró, una lágrima rodando por su


mejilla.

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—El futuro —dijo Seth—. Para ti. Para mí. Para todos
nosotros. Eres un héroe, Nicky. Un Extraordinario. Ya es hora que
tengas un disfraz para demostrarlo.

—Oh, Dios mío —suspiró Nick—. ¿Te das cuenta de lo que


esto significa?

—¿Qué? —preguntó Gibby, su voz clara como el cristal.

—¡Tenemos un nombre dúo! —Nick gritó—. ¡Mierda, somos


PyroGuard! Espera no. Eso suena a medicina para una erupción en
el pie. ¡GuardStorm! ¿StormGuard? ¡GuardPyro!

—Nicky, no —se quejaron todos.

—¡Nicky, sí!

—Nicky, sí —dijo otra voz, y Nick se sobresaltó. Se quitó el


casco y le sonrió a papá, que estaba de pie en la entrada de la
cocina. Tenía los ojos húmedos, pero sonreía. Nick dejó el casco
sobre la mesa antes de arrojarse sobre su padre. Papá lo atrapó.
Siempre lo hacía.

—Guardián —susurró papá en su cabello—. Mi guardián.

584
Créditos
Cuando publiqué La Casa en el Mar Cerúleo y Los
Extraordinarios en 2020, fueron mis primeros libros con mis
nuevos editores, Tor y Tor Teen. Los agradecimientos se escriben
mucho antes de la publicación, por lo que, si bien un autor sabe
quiénes son las personas que trabajan en sus libros, cuando se
trata del primer libro(s), no se sabe qué tan duro trabaja la gente
en su nombre hasta que se publican.

Esta es solo una forma larga de decir que sin las siguientes
personas trabajando duro en mi nombre, mis historias no habrían
llegado ni a una fracción de la audiencia que tienen. Yo soy el
escritor, sí; pero estas personas encantadoras son las que
trabajan detrás de escena para llevarte mis libros. Se merecen
todos los elogios.

Primero está Deidre Knight, mi agente, sin la cual nada de


esto sería posible. Ella trabajó incansablemente para encontrar a
mis libros el mejor hogar posible, y nunca me sentí tan afortunado
con un editor como con Tor y Tor Teen. Gracias a Deidre y al
equipo de la Agencia Knight, incluida Elaine Spencer, que se
encarga de todos los derechos extranjeros de mis libros. Si uno
de mis títulos está siendo traducido a un idioma diferente, puedes
apostar que es porque Elaine está trabajando detrás de escena
para que eso suceda.

A continuación, Ali Fisher, quien es, sin lugar a duda, el


mejor editor con el que he tenido el placer de trabajar. No solo
me entiende (mi sentido del humor puede estar un poco… ahí fuera,

585
como probablemente sabrás si has llegado tan lejos), sino que
también cree en las historias que quiero contar. Sin su guía, sería
un desastre y usaría comas después de cada palabra. También,
OxfordComma4Life.

También en el lado de la edición está la editora asistente


Kristin Temple. Kristin me mantiene cuerdo, lo cual no es una tarea
fácil. Cada vez que recibo un correo electrónico de ella, sé que
voy a llegar a ver algo ridículamente impresionante, y es una
verdadera animadora de mis libros. Gracias, Kristin.

A los lectores sensibles, Margeaux y Jon Reyes, quienes


leyeron el libro y brindaron comentarios maravillosos, gracias. Sus
ideas no solo fueron bienvenidas, sino también necesarias e
invaluables. Ambos mejoraron esta historia y estoy
profundamente agradecido por ello.

Saraciea Fennell y Anneliese Merz son las mejores


publicistas, punto. Soy responsable de al menos dieciséis mil
correos electrónicos en sus bandejas de entrada mensualmente, y
nunca responden con TJ, NO TIENES QUE ENVIARNOS UN
CORREO ELECTRÓNICO PARA PREGUNTAR SI ESTÁ BIEN
TWITTEAR LO QUE TUVISTE PARA LA CENA. En cambio, me
toman de la mano y me dicen que todo estará bien. Además, cada
aparición pública que hago, cada panel en el que participo o una
parada de gira que hago, se debe a su planificación. No sé cómo lo
hacen. Son los verdaderos Extraordinarios.

Los altos mandos —aunque exactamente lo contrario de la


Gerencia Extremadamente Superior16— son el editor de Tor Teen,

16
Referencia a La Casa en el Mar Cerúleo.

586
Devi Pillai; el presidente de Tom Doherty Associates, Fritz Foy;
la vicepresidenta y directora de marketing, Eileen Lawrence; la
directora ejecutiva de publicidad Sarah Reidy; la vicepresidenta
de marketing y publicidad Lucille Rettino; y el presidente /
fundador de TDA Tom Doherty. Mis libros existen porque Tor y
Tor Teen existen. Gracias por dejarme contar historias queer
como quiero. Estas personas son algunas de mis mayores
animadoras y las adoro.

Anthony Parisi es el líder de marketing, y gracias a él ves


mucho mi rostro y las portadas de mis libros (quizás más de lo que
te gustaría, pero está bien; mis portadas son geniales y me gusta
mi rostro). Anthony es una delicia y se le ocurren las mejores
ideas. Gracias, Anthony.

Isa Caban trabaja con Anthony como gerente de marketing,


y es una persona genial que hace cosas increíbles. Ojalá pudiera
ser tan genial como ella.

Otra de las responsables de marketing es Becky Yeager.


Aunque trabaja principalmente en mis libros para adultos, quiero
agradecerle aquí también porque es genial y merece ser
mencionada. ¡Hola Becky!

Sarah Pannenberg, coordinadora de marketing digital,


administra las cuentas de redes sociales de Tor Teen, así que si
alguna vez me ves burlándome de un ellos, sabes que Sarah está
del otro lado, poniendo los ojos en blanco mientras juegan conmigo.
¡Gracias, Sarah!

En el lado de la producción, tienes a la editora de producción


Melanie Sanders, el gerente de producción Steven Bucsok, la

587
diseñadora de interior Heather Saunders y la diseñadora de
cubiertas Lesley Worrell. ¿Ves lo bonito que se ve este libro? Eso
es por ellos. Gracias.

Además, gracias a Lynn Schmidt y Mia Gardiner por la


lectura beta. Son las primeras en leer mis libros y son excelentes
en lo que hacen, al mismo tiempo que me dicen que podría ser
bastante bueno en todo esto de la escritura. Gracias, señoritas.

También me gustaría agradecer a Shawn O'Neal y Jennifer


Ho, profesores de la Universidad de Colorado Boulder. Aunque
nunca nos hemos conocido, estoy en deuda con ellos. Enseñaron el
curso en línea que tomé llamado Anti-Racismo; fue humillante e
iluminador, y debería ser un requisito para toda la gente blanca.

Y a ti, querido lector. Gracias por acompañarme en este


viaje con Nick, Seth, Jazz y Gibby. Volverán para un último viaje
antes que te des cuenta, y no puedo esperar a que veas cómo
termina todo.

TJ Klune 25 de marzo de 2021

(Ah, y una cosa más: pasa la página, ¿sí? Porque Fuego


repentino aún no ha terminado. Alguien ha estado guardando
secretos ...)

588
Punzada

Aaron Bell estaba de pie sobre un techo azotado por el


viento, el cuello de su abrigo alrededor de su cuello para evitar la
lluvia. La luna estaba escondida detrás de las nubes de tormenta,
las luces de la ciudad se extendían debajo de él. Había venido
noche tras noche desde el ataque en el baile de graduación,
esperando contra toda esperanza.

Tonto, lo sabía. Estaba persiguiendo a un fantasma.

Suspiró, sus manos rozaron un pedazo de papel en su bolsillo.


Lo sacó y miró hacia abajo, la ira lo inundó. Llegó el día después
que Nick recibió su disfraz. Recordando todo el correo de odio que
habían recibido los Gray, decidió abrirlo él mismo, solo para estar
seguro. Si no fuera nada, se lo entregaría. Mejor prevenir que
lamentar.

Se alegró de haberlo hecho.

Había esperado hasta que Nick salió con sus amigos antes
de abrir el sobre. Dentro solo había una hoja de papel, y en ella
había tres palabras encima de un garabato negro que había sido
rayado en el papel. Al principio, Aaron pensó que era de Smoke, tal
vez una amenaza de alguien asociado con Christina y Christian
Lewis. Pero luego miró más de cerca el garabato negro y vio que
debajo, alguien había dibujado un sello familiar.

589
Un símbolo de estrella. Pero, ¿por qué lo habían cubierto
con…? No. No con humo.

Sombra. La estrella estaba cubierta de sombras. ¿Las tres


palabras?

¡TE VEO PRONTO!

Arrugó el papel y se lo guardó en el bolsillo. Había hecho que


el oficial Rookie lo probara, su hombre en el interior. Chris estaba
nervioso pero decidido. Le había costado más de lo que Aaron
esperaba, pero Chris se había arriesgado mucho al llevar esto a
cabo. Si alguien supiera que era leal a Cap y él, estaría muerto más
rápido de lo que podía parpadear, así que Aaron tomó lo que pudo.
Especialmente porque la Torre continuaba brindándoles
información sobre lo que estaba sucediendo con el DPNC.

Los resultados, aunque decepcionantes, no lo sorprendieron.


Sin rastros de evidencia. Sin huellas dactilares. Sin ADN. Nada.

Pero sabía de quién era: Owen Burke.

Miró a la ciudad una vez más, reprendiéndose por ocultarle


esto a su hijo. Se habían prometido no más secretos, pero lo que
Nick no sabía era que ser padre significaba hacer cualquier cosa
para mantener a salvo a su hijo, sin importar qué. Si pudiera
encontrar a Owen antes que intentara algo, sería mejor para
todos. Simon Burke afirmó no saber el paradero de su hijo, pero
no creía ni una maldita palabra que salía de su boca. No hablaba
con Burke. Ya no. No después de todo lo que había hecho.

El oficial Rookie era la única otra persona que conocía la


carta. Se había comprometido a guardarlo para sí mismo con la

590
advertencia que eventualmente tendría que decírselo a Nick y sus
amigos.

—No podemos ocultarle esto —dijo Rook—. Owen está


planeando algo.

Buen chico, oficial novato. Aaron no sabía dónde estaría sin


él. Esperaba que Chris nunca tuviera una razón para arrepentirse
de haberlos ayudado.

Miró su reloj. Ocho y media. Le había enviado un mensaje


de texto a Nick hace un rato, haciéndole saber que pronto estaría
en casa. Nick, siempre y para siempre Nick, había respondido en
mayúsculas y signos de exclamación. Estaba medio convencido que
estaba saliendo con alguien, teniendo citas, especialmente porque
llegaba tarde a casa un par de noches a la semana. Aaron se había
quedado atónito cuando Nick se lo preguntó. Ni siquiera se le había
pasado por la cabeza.

—Está bien si estás con alguien —dijo Nick—. Yo... sé que


tienes que seguir adelante en algún momento. Espero que sea quien
sea, te haga feliz.

Le había asegurado que ese no era el caso en absoluto. No


estaba saliendo con nadie. Se las había arreglado para mantenerlo
unido hasta que Nick subió las escaleras antes de romperse, con la
cara entre las manos mientras se balanceaba de un lado a otro. El
dolor nunca estaba lejos, incluso tres años después.

Por eso estaba aquí.

Estaban en el Después. Pero una vez estuvieron en el Antes,


y no en el Antes de que Nick lo supiera. Incluso antes que él.

591
Aquí era donde había venido, esperando a que Jenny
terminara sus rondas por la noche, moviéndose por la ciudad,
vigilándola, haciendo lo que podía para ayudar a la gente. Aquí era
donde lo encontraría, riendo mientras aterrizaba en el techo,
siempre logrando asustarlo. Ella se quitaba el casco y lo besaba
profundamente, oliendo a sudor limpio, con la cara enrojecida y el
cabello ondeando. Oh, qué viva estaba, qué hermosa. Ella lo había
asustado. Lo había asustado tanto, pero él nunca había amado a una
mujer como la había amado a ella. Como todavía la amaba.

Por eso estaba aquí.

Había visto al Extraordinario conocido como TK de pie con


su hijo contra Ice y Smoke. Había visto la forma en que TK se
había movido con Nick, como si fueran dos caras de la misma
moneda. Se movieron juntos como si lo hubieran hecho durante
años. Y cuando Nick le dijo que no sabía quién era TK, solo que era
un hombre, Aaron le había creído. Jenny se había ido.

Murió instantáneamente en el banco, con un disparo en la


cara. Cap no le había dejado verla después. La habían identificado
por sus huellas dactilares. Su cuerpo fue incinerado. Habían
esparcido sus cenizas en el faro.

Entonces, ¿por qué estaba aquí?

—Estúpido —murmuró para sí mismo—. Tan estúpido. —Se


volvió para ir a casa. Nick lo estaba esperando. Nick todavía estaba
aquí, todavía vivo. Necesitaba a su padre en casa, no parado en un
techo persiguiendo fantasmas.

592
Se detuvo. Una figura se interpuso entre él y la puerta de
acceso al techo. Vestido de negro, casco en la cabeza, opaco como
siempre. TK.

Aaron dio un paso atrás cuando TK ladeó la cabeza. Aunque


no podía ver sus ojos, sabía que lo estaba observando. Estudiando.

—¿Quién eres? —Aaron demandó ásperamente. TK no habló.

—¿Por qué ayudaste a mi hijo? —Nada.

—¿De dónde vienes? ¿Conocías a mi esposa? Yo... —Su pecho


se encogió cuando su voz se quebró—. Ayudaste a Nicky. Yo lo vi.
Eres telequinético. Como él. Como ella. ¿Cómo has…?

—Aaron —dijo TK, la voz fuertemente modulada. Y así, lo


supo.

Él lo sabía.

Cayó de rodillas en el techo mientras TK inclinaba la cabeza.

Las manos de TK fueron a su casco y se lo quitó lentamente.

No era él.

Era ella.

Oh, Dios mío, susurró una voz en su cabeza, un ascenso


meteórico de la memoria.

¡Lo siento mucho! Estaba tratando de alcanzar un libro en


el estante superior y me resbalé de la escalera. ¿Estás herido?

No. Estoy ... bien. Hola, soy Aaron.

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Aaron, ¿eh? Hola, Aaron. Soy Jenny. Y aparentemente
todavía estoy encima de ti.

No me importa. Tómate tu tiempo.

Guau. ¿Esperabas que esa frase funcionara?

No sé. Tendrás que decirme dentro de treinta años cuando


celebremos nuestro aniversario.

Y ella se había reído.

Mientras un aire de irrealidad se apoderaba de él, Aaron


jadeó cuando ella levantó la cabeza, el casco agarrado en sus
manos, los ojos muy abiertos mientras lo miraba, un mechón de su
corto cabello rubio cayendo sobre su frente.

—Hola, cariño —dijo Jennifer Bell en voz baja—. Estoy en


casa.

594

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