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Manual y

Reglamento
Para los
Ministros extraordinarios
de la Sagrada Comunión

Agosto 2022
2

PRESENTACIÓN

Este trabajo representa un esfuerzo de la Conferencia Episcopal de Costa


Rica, a través de la Comisión Nacional de Liturgia, por dotar a los
abnegados servidores del altar que conocemos como Ministros
Extraordinarios de la Sagrada Comunión, de un instrumento útil y
práctico que les permita perfeccionar su ministerio y servir con mayor
entrega al pueblo santo de Dios.

Para nosotros, pastores responsables de este generoso rebaño,


representa un gran gusto poder confiar a nuestros amados servidores del
altar, el ingente número de laicos -hombres y mujeres- que con tanto
empeño y generosa disponibilidad nos permiten extender la infinita
riqueza de la mesa del Señor, el inapreciable don que es el pan
consagrado para que ellos lo lleven hasta el lecho de los enfermos, hasta
el hogar de los ancianos, actuando como verdaderos mensajeros de la paz
y de la vida plana que es Cristo.

La meta que nos hemos trazado es lograr, mediante la puesta en práctica


y la aplicación de este documento, que estos abnegados servidores
cumplan su tarea con precisión y con la noble sencillez que la Iglesia
quiere. Pero como los verdaderos usuarios de este y de otros textos son
los mismos pastores de las comunidades (Párrocos, capellanes y vicarios
parroquiales), y sobre todo aquellos laicos que tienen responsabilidad en
este determinado campo, no hemos querido aprobar el documento y
decretarlo definitivamente, sin antes escuchar con atención el criterio de
quienes tienen parte en este campo de la pastoral.

En vista de ello, junto con mis hermanos en el episcopado, hemos


decidido que el documento se aprueba bajo la modalidad “ad
experimentum”, es decir, que pueda ser puesto en práctica para un
periodo de prueba, en este caso un lapso de tres años, y que en el proceso
sean recogidos criterios de los usuarios con el fin de incluirlos em la
edición definitiva. De esta manera el texto será el mejor posible y cuando
se publiquen de forma definitiva, habrá sido asumiendo por todos, con lo
3

que no significará una imposición sino una obra que podremos


considerarla fruto de consenso y experiencia.

Quiera el Señor que todos nos veamos beneficiados de este instrumento,


y que, como cumplidores del mandato de Cristo de hacer memorial de su
obra redentora al partir el Pan para comerlo, al compartir el Cáliz,
anunciando de esta manera la muerte del Señor hasta que vuelva.
Hagamos crecer en los corazones de todos los hermanos la más firme fe,
la más grande esperanza. Que experimentemos en nuestras vidas el
crecimiento que vive la iglesia, que desde su nacimiento está junto a la
mesa del Señor, preparándose para gozar del banquete definitivo de las
bodas del Cordero en el reino de los cielos.

Esperamos que nos haga llegar sus comentarios a la Comisión Nacional


de Liturgia Apdo. 479 – 2100, Guadalupe, para que su percepción del
documento se aquilatada y aprovechada debidamente

En Cristo, el Señor

+ José Rafael Barquero Arce, Obispo de Alajuela


Presidente de la Comisión Nacional de Liturgia
4

ÍNDICE
PRESENTACIÓN ....................................................................................... 2
Manual para el Rito de la Comunión ....................................................... 9
Fuera de la Misa ...................................................................................... 9
ORACIÓN ............................................................................................... 10
RITO PARA LA DISTRIBUCIÓN DE LA COMUNIÓN A UN ENFERMO ...... 11
ESQUEMA DE LA CELEBRACIÓN ........................................................ 12
SALUDO ......................................................................................... 12
COLOCACIÓN DEL RELICARIO ........................................................ 12
RITO PENITENCIAL ......................................................................... 13
ORACIÓN COLECTA (Se obtiene de la Misa de Cada Día) .............. 14
LITURGIA DE LA PALABRA (Se obtiene de la Misa de Cada Día) .... 14
REFLEXIÓN ..................................................................................... 15
ORACION DE LOS FIELES (Se obtiene de la Misa de Cada Día) ....... 15
PADRE NUESTRO ........................................................................... 15
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN ......................................... 16
BENDICIÓN .................................................................................... 16
Reglamento para Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión... 17
CAPITULO I ............................................................................................ 18
Ministro extraordinario de la comunión ............................................ 18
CONCEPTUALIZACIÓN, NATURALEZA E IMPORTANCIA ................ 18
Nombre .......................................................................................... 18
Definición ...................................................................................... 18
Designación o envío de los MECs, diferente de la institución de
Acólitos. ......................................................................................... 18
Ministerio extraordinario .............................................................. 19
Aclaración de terminología que reafirma su condición temporal 19
5

Ministros de la Comunión, no de la Eucaristía.............................. 20


Razón de ser de este ministerio .................................................... 20
Dependencia de los ministros ordenados ..................................... 21
Importancia del ministerio ............................................................ 23
CAPITULO II ........................................................................................... 24
EL MINISTRO: LA PERSONA ................................................................... 24
Introducción .................................................................................. 24
Ser ministro, una posibilidad ........................................................ 24
¿Quién designa y quién envía? ..................................................... 24
Designación o envío, no institución .............................................. 25
Tiempo de ejercicio del ministerio ................................................ 26
Territorio ....................................................................................... 26
Cesación del servicio ..................................................................... 27
Posibilidad de renovación del ministerio ...................................... 27
Acceso al Acolitado como ministro permanente .......................... 28
DE LA PERSONA DEL MINISTRO ........................................................ 29
¿A quién se puede designar Ministro Extraordinario de la
Comunión? .................................................................................... 29
Características del Ministro Extraordinario de la Comunión ........ 29
Nexo con la parroquia ................................................................... 31
Nexo con la parroquia ................................................................... 31
Formación...................................................................................... 32
El curso obligatorio ....................................................................... 32
Edad ............................................................................................... 33
ESPIRITUALIDAD ................................................................................ 33
Vida de oración ............................................................................. 33
Testimonio cristiano ...................................................................... 34
6

Obediencia a la Iglesia .................................................................. 34


Preparación remota ...................................................................... 34
Preparación inmediata.................................................................. 34
Preparación permanente .............................................................. 35
CAPITULO III .......................................................................................... 36
El ministerio y su ejercicio ................................................................. 36
Funciones del MEC......................................................................... 36
ASISTENCIA A CELEBRACIONES CON MINISTRO ORDENADO ........... 36
Ayuda en el altar ........................................................................... 37
Misa antera ................................................................................... 37
Regla de oro .................................................................................. 38
Ejercicio del ministerio en la celebración de la misa .................... 38
Traer la reserva ............................................................................. 39
Sobre la reserva del sacramento ................................................... 39
La comunión del ministro .............................................................. 40
Facultad de comulgar por sí mismo .............................................. 41
Delegación para dar la comunión ................................................. 41
Modo de distribuir la sagrada comunión...................................... 42
Comunión ¿en la boca o en la mano? ........................................... 42
¿Cómo comulgar con la mano? ..................................................... 43
Comulgar de pie o de rodillas ....................................................... 44
Negar la sagrada comunión a alguien es prácticamente imposible
....................................................................................................... 44
Consultar al párroco, la solución más adecuada .......................... 45
En caso de personas indispuestas por factores externos ............. 45
CELEBRACIONES SIN PRESENCIA DE MINISTROS ORDENADOS ........ 46
I. Celebraciones dominicales en ausencia de presbítero ......... 46
7

El domingo, fiesta que rige el ministerio de la comunión ............ 50


II. Celebraciones en casa de los enfermos, de los ancianos o de
los inválidos ................................................................................... 51
La atención al enfermo y/o anciano ............................................. 51
De la visita a los enfermos y/o ancianos ...................................... 52
Preparación en casa del enfermo ................................................. 53
Trato personal ............................................................................... 54
La confesión, sacramento esencial para la salvación ................... 54
La confesión, sacramento esencial para la salvación ................... 55
Unción del enfermo ....................................................................... 56
¿A quiénes se les lleva la comunión a la casa? ............................. 57
La comunión a los demás .............................................................. 58
Misa por los medios de comunicación .......................................... 58
III. Celebraciones ante los moribundos (Santo Viático) ......... 59
Ritual del Viático ........................................................................... 60
IV. Del culto eucarístico .......................................................... 61
Celebraciones relacionadas con el culto eucarístico ..................... 61
Exposición con el Santísimo .......................................................... 62
De la oración y del manejo solicito de las cosas relacionadas con el
Santísimo Sacramento .................................................................. 62
V. Otras celebraciones con o sin administración de la comunión
63
DEL EJERCICIO DEL MINISTERIO ........................................................ 64
Presentación personal ................................................................... 64
Uso de perfumes............................................................................ 64
Actitud para llevar la Eucaristía .................................................... 65
Saludo al Señor Sacramentado. La genuflexión ........................... 65
La inclinación ................................................................................. 66
8

Para recoger las hostias consagradas e ir a las visitas domiciliarias


....................................................................................................... 67
Del relicario ................................................................................... 68
Del corporal y el purificador.......................................................... 68
Donde llevar el relicario ................................................................ 68
De camino para ir a llevar la comunión. Actitudes. ...................... 69
Prohibiciones concretas ................................................................ 69
CAPITULO IV .......................................................................................... 70
ORGANIZACIÓN PARROQUIAL ...................................................... 70
Organización de los Ministros Extraordinarios de la Comunión .. 70
Expediente ..................................................................................... 70
Identificación ................................................................................. 70
Evaluaciones.................................................................................. 71
Coordinador................................................................................... 71
Formación permanente ................................................................. 71
Supervisión del servicio ................................................................. 71
Ficha del enfermo .......................................................................... 72
Número de ministros en una parroquia ........................................ 72
Máximo de visitar que deben realizar un MEC ............................. 73
Puntualidad ................................................................................... 73
En la misa, ¿cuántos ministros? .................................................... 73
9

Manual para el
Rito de la
Comunión
Fuera de la Misa
10

ORACIÓN

¡Te bendigo Oh Dios, Padre y autor de todas las gracias y


bendiciones ¡

Te alabo por el don de tu Hijo Jesús en la Eucaristía;


te bendigo por la Iglesia extendida por toda la tierra y,
es especial, te doy gracias por el don de mi bautismo.
Más aún te agradezco, Señor, que me hayas escogido
para servir en mi comunidad.

Derrama tu Espíritu sobre mí, Señor,


para que me hagas un verdadero ministro
extraordinario de la Sagrada Comunión,
al servicio de tu pueblo.

Dame la fuerza necesaria para ser tu testigo.


Concédeme la inspiración para compartir
mi tiempo con mis hermanos necesitados.

Recibe mis sacrificios, esfuerzos y trabajos,


que asumo con alegría al llevar la comunión
a mis hermanos los enfermos y ancianos,
como homenaje por tus gracias;
y que sirvan para el perdón de mis pecados.

Consérvame, Señor, en tu santo servicio ahora y por siempre.


Dame tu bendición para la tarea de hoy.
Consuela, anima y reconforta a los enfermos y ancianos que
visitaré.
Dales tu amor, la paz, la salud y la gracia.
En fin, Señor, que todos te amemos siempre y por los siglos de los
siglos.
Amén.
11

RITO PARA LA DISTRIBUCIÓN DE LA COMUNIÓN A


UN ENFERMO
En todos los casos en que se deba distribuir la Sagrada Comunión, para
un anciano o enfermo, o para una celebración dominical en ausencia del
presbítero, se debe realizar una celebración de la Palabra. Esta
celebración sigue un modelo que por lo general obedece a un mismo
esquema. Sin que ello signifique que el orden de los signos y de los gestos
pueda variar. Ese esquema contiene las siguientes partes:

a. Saludo del que preside. Este saludo debe concluir siempre con
una oración que debería ser la “Colecta” de la misa del domingo
anterior, de la fiesta que se esté celebrando, aunque también
podría ser una oración adecuada.
b. Diálogo en torno a la Palabra. Esta es la liturgia de la palabra
propiamente dicha, que contiene la o las lecturas, una reflexión a
cargo del ministro de la Palabra o, en su defecto, del MEC, para
concluir con una oración de intercesión o de los fieles, la cual se
debe cerrar, en todos los casos, con el rezo del Padre Nuestro.
c. Rito. En el caso que nos ocupa es el momento de distribuir la
comunión.
d. Despedida

Conviene que ahora pongamos a disposición de los MEC un esquema de


lo que podría ser, en líneas generales, el desarrollo de una celebración.
No significa, como ya se dijo, que esta deba ser siempre igual, pero
conviene que pongamos atención a que se cumpla siempre con el
esquema que señalamos arriba.
12

ESQUEMA DE LA CELEBRACIÓN

SALUDO
El ministro, en todos los casos, deberá manifestar un cordial saludo al
enfermo o al anciano al que le brinda el servicio, así como a los
familiares presentes al momento de la visita.

Parte del trabajo del MEC está en saber convocar a los parientes o
vecinos del enfermo para que participen con él del acontecimiento.

La cordialidad será siempre ocasión para dar testimonio de nuestra fe


en Jesucristo. Podríamos decir que, de alguna manera, el simple
“buenos días” o “buenas tardes” es ya el inicio de la celebración, no
obstante, para manifestar con mayor claridad el momento de comenzar
con el rito, el ministro dirá las siguientes palabras.

Ministro Que la paz del Señor reine en esta casa y en todos sus
moradores.

Todos Y con tu Espíritu.

COLOCACIÓN DEL RELICARIO


El MEC colocará el relicario con el Santísimo Sacramento sobre la mesa
que debe estar preparada para ello con el corporal, un crucifijo, una vela
encendida, quizá flores y, si fuera necesario, un vaso con agua para
ayudar al enfermo en la comunión.

El MEC procede a signarse y adorar, en unión de los que asisten a la


ceremonia, la presencia real de Cristo en el sacramento, lo hace
doblando una rodilla (genuflexión). De inmediato dirige al enfermo
algunas palabras para que se tome conciencia de la importancia del
momento realizando esta pequeña oración.

Ministro Para siempre sea alabado mi Jesús Sacramentado (3).

Todos En el cielo y en la tierra que su nombre sea alabado (3).

Enseguida se dirige al enfermo o anciano y a los presentes:


13

Ministro

OREMOS: Padre todopoderoso: Te alabamos y te damos gracias por tu


creación, por todos los dones que nos has regalado y por habernos
reunido aquí en tu presencia. Te alabamos y te damos gracias por el don
de la fe que compartimos y por habernos dado a tu Hijo como nuestro
Salvador.

Te alabamos y te damos gracias por la nueva oportunidad de adorarte en


el Santísimo Sacramento y por dejarnos escuchar tu Palabra y poderte
recibir en la Sagrada Comunión.

Envía Padre, la gracia de tu Espíritu Santo a fin de que podamos unirnos


en ferviente oración para la Gloria de tu nombre, por la salud de nuestro
hermano (a)…………..………… y para nuestro propio beneficio espiritual. Te
lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor.

Todos Amen

RITO PENITENCIAL
El ministro exhorta a los presentes con estas o semejantes palabras:

Ministro Hermanos, antes de escuchar la palabra de Dios que nos invita


a la conversión del corazón, puestos ante la presencia de Dios,
reconozcámonos pecadores y experimentemos, en un momento de
silencio, el inmenso amor que Dios nos tiene.

Se hace un silencio meditativo y se escoge el rito penitencial. Para este


rito puede escogerse una de las tres formas propuestas de la liturgia.

Ministro Digamos todos: Yo confieso ante dios todopoderoso y


ante ustedes hermanos que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María
siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes
hermanos, que intercedan por mi ante Dios, Nuestro
Señor. AMÉN.

O bien
14

Ministro Señor, ten misericordia de nosotros


Todos Porque hemos pecado contra ti

Ministro Muéstranos Señor, tu misericordia


Todos Y danos tu salvación

O bien la forma de tropos o litánica, con la respuesta (Se obtiene de la


Misa de Cada Día)

Ministro Señor, ten piedad


Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad

Independientemente de la forma que utilice para el acto penitencial, al


final debe terminar con

Ministro Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros,


perdones nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna

Todos Amén

De inmediato, el que preside dice

ORACIÓN COLECTA (Se obtiene de la Misa de Cada Día)

LITURGIA DE LA PALABRA (Se obtiene de la Misa de Cada Día)


No es necesario hacer las tres lecturas de la misa del domingo, podría
hacerse una sola, pero conviene que el evangelio se lea siempre.

Ministro Dios está presente en su palabra. Ahora escuchemos con


atención
Lectura del Santo Evangelio según...

Todos Gloria a Ti Señor

Se lee el evangelio y al finalizar se responde

Todos Gloria a Ti Señor Jesús


15

REFLEXIÓN
El ministro procurará explicar brevemente el mensaje bíblico.

ORACION DE LOS FIELES (Se obtiene de la Misa de Cada Día)


Esta tiene una estructura común: una introducción a cargo del que
preside y luego las preces o peticiones. Lo mejor sería que las peticiones
fueran propuestas por los presentes, según sus necesidades y, sobre
todo, de las del enfermo, pero pueden utilizarse las de la Misa de Cada
Día.

Ministro Hermanos, juntemos nuestras intenciones para rezar por


la Iglesia, nuestra Madre, por nuestras necesidades y las
de nuestro hermano (a) para que el Señor acoja benigno
nuestras súplicas.

PADRE NUESTRO
Ministro Hermanos: Como una preparación más inmediata para el
encuentro personal con el Señor en la Comunión,
recitemos la oración que el Señor nos enseñó
Todos Padre Nuestro ….

Terminada esta oración, el MEC hace la genuflexión ante el Santísimo,


toma la hostia en su mano, la presenta al enfermo y le dice:

Ministro Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del


mundo. Dichosos los llamados a esta cena
El que comulga Señor, no soy digno que entres en mi casa. Pero una
palabra tuya bastará para sanarme.

Ministro El Cuerpo de Cristo

El que comulga Amén

Tiempo de silencio y oración


16

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


(Se obtiene de la Misa de Cada Día)

El ministro realizará la oración de la Misa de Cada Día

BENDICIÓN
Ministro El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.

Todos Amén

Se signan
17

Reglamento para
Ministros
Extraordinarios de la
Sagrada Comunión
18

CAPITULO I
Ministro extraordinario de la comunión
CONCEPTUALIZACIÓN, NATURALEZA E IMPORTANCIA

Nombre
1. La persona a quien se refiere este documento se designa
“Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión”1
Definición
2. El Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión (en adelante
MEC) es el fiel laico, varón o mujer, que voluntaria y libremente,
ante un llamado de su párroco o del sacerdote o capellán de
una institución de la Iglesia, se consagra, por un tiempo
determinado2 a facilitar el que sus hermanos tengan, mayor
acceso y facilidad para acercarse a la Sagrada Comunión y
participar así más a menudo y con mayor plenitud en los frutos
del sacrificio de la misa. Esta participación permitirá, tanto al
ministro como a sus hermanos, una entrega más plena y de
mayor celo por el servicio de Dios y el bien de la Iglesia3
Designación o envío de los MECs, diferente de la institución de
Acólitos.
3. Debemos aclarar el término que se usa para calificar el envío o
la designación de un fiel laico, de manera temporal, como
ministro extraordinario de la comunión. Es usual que se

1
Introducción del Ritual de la sagrada comunión y del culto de la eucaristía fuera de la
misa, promulgado el 21 de junio de 1973, Nº 17

2
Cfr. Código de Derecho Canónico, c. 230, ꝣ3

3
Cfr. Introducción a la Immensae Charitatis, documento sobre MEC y otros asuntos
relacionados con la Santa Comunión, promulgado por la Sagrada Congregación para la
disciplina de los Sacramentos y aprobado por el papa Pablo VI el 29 de enero de 1973
19

califique la ceremonia con la palabra: “institución”, pero esto


no es de ningún modo correcto. Cuando la Iglesia, en lenguaje
canónico, habla de la “institución” de un sujeto en un ministerio
determinado, se está refiriendo clara y exclusivamente a la
inserción de un candidato a los llamados “ministros estables”
de la iglesia, establecidos por el Papa Pablo VI en su documento
Ministeria Quaedam4, esto es, el de los acólitos y de los
lectores, ministerios que se confieren con carácter de
“permanente”, pero exclusivamente a varones laicos5 , y este
no es el caso que nos ocupa.
Ministerio extraordinario
4. El ministerio conferido a los MECs es, y como su nombre lo
indica, un ministerio extraordinario, conferido con carácter
temporal y de excepción. Su ejercicio tiene lugar, como el
término lo supone, fuera de la regla natural o común.
5. Eso nos permite comprender que, por su misma naturaleza,
este ministerio es precisamente un caso contrario al del
denominado “ministro ordinario”, que en el caso de la
Eucaristía lo son aquellos que han sido establecidos en el
ministerio como ministros ordenados y claramente son: el
obispo, el presbítero y el diácono6.
Aclaración de terminología que reafirma su condición temporal
6. Conviene abundar más en esta aclaración de terminología. En
relación con el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, la
legislación de la Iglesia reconoce ciertamente la existencia de
ministros extraordinarios. Este ministerio extraordinario es
estable o permanente cuando estamos hablando de ministros

4
Publicada en 1972
5
Cfr. Código de Derecho Canónico, c. 230

6
Cfr. Código de Derecho Canónico, c. 910 (Cfr. C. 230, ꝣ3), así como Comunión y Culto
Eucarístico, Nº 17
20

denominados: acólitos instituidos7 . A partir de la aparición de


los acólitos es de donde surgen los MEC. La existencia de los
MEC está en abierta analogía con los acólitos sobre todo porque
ejercen su oficio de forma extraordinaria (deben ser
autorizados para ello). La diferencia entre unos y otros se da en
que los acólitos se instituyen para siempre mientras que los
MEC reciben una designación temporal.
Ministros de la Comunión, no de la Eucaristía
7. Sobre la incorrección en cuanto al uso de la debida
nomenclatura, parecería conveniente usar la distinción que
hace el episcopado latinoamericano en el libro Ministerios
Eclesiales cuando, para matizar una diferencia entre estos dos
grupos de ministros extraordinarios, quizá precisamente por la
subordinación que supone el segundo respecto del primero,
llama “ministro extraordinario de la Eucaristía” al acólito
instituido7 y “de la Comunión” al varón o mujer que reciben
temporalmente el oficio de ayudar a distribuir a los fieles el Pan
consagrado. Esta distinción entre ministros extraordinarios,
aunque quizá parece artificial, es útil, además, para reconocer
la diferencia que se da entre instituir al acólito para el servicio
del altar y, por ende, la Eucaristía, y el carácter temporal que
caracteriza a los MECs.
Razón de ser de este ministerio
8. La tarea fundamental del MEC, según lo dicho más arriba, es
lograr que sus hermanos tengan mayor acceso y facilidad para
acercarse a la Sagrada Comunión. Esto en relación con dos
dimensiones de una misma realidad: que la afluencia de fieles
a las celebraciones en el templo sea muy grane y la necesaria
atención que debe brindarse a los enfermos y ancianos que, por

7
Cfr. Ceremonial de los Obispos, Nºs 28 y 808
21

su condición, cualquiera que esta sea, no pueden asistir


regularmente a esas celebraciones en el templo.

9. La atención de los enfermos y ancianos, pues, representa una


de las mayores urgencias de la acción ministerial de los MEC.
Debe, si, quedar claro, que los que están llamados a brindar esta
atención son en primer lugar los ministros ordenados:
“Recuerden los sacerdotes, sobre todo los párrocos
(…) que pertenece a su misión visitar a los enfermos
con atención constante y ayudarles con inagotable
caridad. Deberán, sobre todo en la administración de
los sacramentos, estimular la esperanza de los
presentes y fomentar su fe en Cristo paciente y
glorificado, de modo que, soportando el piadoso
afecto de la Madre Iglesia y el consuelo de la fe,
reconforten a los creyentes e inviten a los demás a
pensar en sus realidades eternas”8
10. Así las cosas, este deber de los presbíteros, en vista del
crecimiento de las responsabilidades de su cargo, podría ser
apoyado por la acción voluntaria y solicita de fieles laicos
consagrados a esta, admirable tarea sobre todo como ministros
extraordinarios de la comunión.
Dependencia de los ministros ordenados
11. Es necesario valorar, por otra parte, el radical cambio que ha
vivido la Iglesia de Cristo en cuanto al manejo de sus relaciones
entre quienes la forman, en donde se ha ido recuperando,
sobre todo en la actividad liturgia, la familiaridad y la
fraternidad que había sido sustituida, en siglos pasados, por un
inconveniente y rígido sistema jerárquico y clerical, que

8
Introducción al ritual de la “Unción de los enfermos”, Nº 35; en Enchiridion, Nº 2872. El
subrayado es nuestro.
22

minusvaloraba a los fieles laicos. No obstante, Se debe advertir,


además, que el elevado y creciente sentido de “fraternidad” y
de “familia” que la liturgia aumenta y difunde, y que es uno de
los frutos más exquisito de las santas celebraciones según las
innovaciones recientes, no puede y no debe debilitar ese sentido
jerárquico que es connatural a la liturgia y es un reflejo del
sentido jerárquico de la Iglesia.9
12. La liturgia, pues, que continuará siempre caracterizada por una
naturaleza marcadamente jerárquica, permite hoy reconocer
en ella acciones de, por lo menos, dos tipos: unas que están a
cargo de los ministros ordenados y otras que pueden ser
asumidas por los fieles laicos, temporal o permanentemente.
De igual manera, hay situaciones en las que cabe la creatividad
del ministro responsable, de manera que haya posibilidad de
mayor familiaridad y percepción de la presencia del Espíritu.

13. Ahora bien, en el campo de las adaptaciones, quedó claramente


prohibido a los mismos sacerdotes10 tomar iniciativas
personales, por gusto suyo o por cualquier otra razón, para
hacer modificaciones esenciales en lo que se dispone en todo el
engranaje litúrgico, pidiéndosele “obediencia y comunión con la
jerarquía”, en la línea de servicio a Dios y a los hermanos,
mantener lo establecido en materia celebrativa.
14. En este sentido es indispensable recordar la condición que tiene
el MEC de ser servidor del ministro ordenado y, con él, de la
comunidad. Por ello, debe fortalecerse necesariamente su
conciencia de que forma parte, por la misma definición de ser
ministro, esto es, enviado por alguien, que está integrado a una
estructura jerárquica en la que el ejercicio de las decisiones está
en primera instancia en manos los obispos, luego en sus

9
Carta del Card. Lercaro, Presidente del Consilium, 30 de junio de 1965, Nº2.
10
Cfr. Liturgicae Instaurationes, Tercera Instrucción general de 05 de setiembre de
1970, Nº 1. Enchiridion, Nº 210
23

colaboradores, los presbíteros, y por último en la de los


diáconos.

15. De manera muy concreta el MEC debe saber someterse a la


autoridad de aquel a quien el obispo ha puesto a la cabeza de
una comunidad concreta, el presbítero. De igual modo,
guardará relación de autoridad para con así los vicarios
parroquiales, los capellanes, los diáconos o cualquier otro
organismo o persona que e obispo o el mismo presbítero
establezcan dentro del mecanismo parroquial.
Importancia del ministerio
16. El Ministerio Extraordinario de la Comunión es, sin duda, de los
ministerios de más grave responsabilidad en la Iglesia.
Comparte posiciones con el ministerio de la palabra. Ambos son
responsables, ante los fieles y por envío de los ministros
ordenados, del correcto y optimo manejo que se haga de las
dos presencias por excelencia de Cristo en su Iglesia: el Pan y la
Palabra.
17. En virtud de ello y porque Cristo dijo que el que quiera ser el
primero se haga el último y el servidos de todos (Cfr. Mt 23, 11),
es extremadamente urgente que, en su actuar, el Ministro
Extraordinario de la Comunión sea solicito, entregado,
generoso y servicial que manifieste un fuerte testimonio de vida
y de fe, a semejanza de Cristo que se entregó por nosotros hasta
la muerte.
24

CAPITULO II
EL MINISTRO: LA PERSONA
Introducción

Ser ministro, una posibilidad


18. Aclaremos otro punto importante: ser designado ministro en la
Iglesia, en cualquier campo, incluido el del ministerio
extraordinario de la comunión, es una posibilidad, no un
derecho, que tienen los fieles laicos, de servir a sus hermanos.
Todo ministerio lo confiere, como se ha dicho, la autoridad
constituida, esto es, el Obispo y sus colaboradores inmediatos
los presbíteros. Es esa autoridad la que, luego de discernir las
candidaturas, llama al ejercicio ministerial en cualquier campo.

19. Así las cosas, de ninguna manera puede ni debe ser visto el
ejercicio de este ministerio, ni ningún otro ministerio, como una
prerrogativa inherente y propia del creyente bautizado. Se trata
estrictamente de un servicio que se presta por convocatoria
expresa de la autoridad competente y para lo que se da la
aceptación expresa del sujeto. Agregamos que, aún si una
persona fue enviada un día como MEC, para que pueda
proceder a ejercer el ministerio de forma correcta, deberá serle
solicitado expresamente por el sacerdote celebrante en cada
celebración concreta.

¿Quién designa y quién envía?


20. La decisión de que un determinado fiel laico sea enviado como
ministro en este u otro oficio será, pues, discernida por un
sacerdote el cual, en comunión perfecta con la Iglesia, ejerza
25

funciones pastorales en un territorio o tenga a su cargo una


función eclesial por delegación de su obispo.

21. Por otro lado, para que se proceda a una designación de una
determinada persona para ejercer un ministerio, es muy
recomendable que el sacerdote, de previo a hacerlo, conozca el
parecer de la comunidad.

22. Una persona puede tener condición de novicio o novicia, como


de miembro de una congregación o instituto religioso o secular,
ser seminarista (no hablamos aquí del acólito instituido), o ser
religioso o religiosa con sus votos en regla. Ninguna de esas
condiciones confiere el sujeto, de forma automática, calidad de
ministro extraordinario de la comunión. En caso de que un
sacerdote se vea en la necesidad de utilizar servicio de personas
este ministerio, sea por una vez, o por un tiempo determinado,
y opte por una de las personas arriba indicada, deberá proceder
a hacerles el envío obligatorio, sea para el momento mismo o
integrándolo al grupo de MEC de su parroquia mediante la
ceremonia correspondiente.

23. El envío de todo ministro deberá ser realizado, en lo posible,


según lo que indica el ritual vigente, con la participación del
Obispo o por uno de sus Vicarios11
Designación o envío, no institución
24. Lo dicho nos lleva a urgir a los pastores a que, en adelante,
como ya se dijo más arriba, a la ceremonia en que se establecen
estos ministros extraordinarios se le designe con términos
correctos. Estos términos pueden ser: designación o envío. Esto
permitirá, además de mayor claridad, que se recuerden
justamente las características más relevantes de este ministerio

11
Cfr. Immensae Charitatis,1, VI. En Enchiridion, Nºs 954-955
26

extraordinario que lo hacen diferente del ministerio


permanente del acolitado, esto es, que se trata de un servicio
que por definición tiene carácter de temporal, es decir, no es
permanente.
Tiempo de ejercicio del ministerio
25. Un MEC -no un acólito- podrá ser designado para tres posibles
periodos:
a. Con carácter ocasional, esto es, cuando en caso de
emergencia deba ejercer el ministerio en una
celebración concreta
b. Por tiempo determinado

26. Atendiendo el deseo de la Iglesia de que los fieles laicos que


ejercen ministerios ocasionales cumplan plenamente con este
aspecto de temporalidad12, en el territorio costarricense el
ministro extraordinario de la comunión (no así el acólito
instituido que por la institución tiene carácter de permanente)
será designado como tal por un periodo máximo de tres años,
esto sin que, por decisión del Ordinario del lugar o del mismo
párroco, el tiempo pueda reducirse.
Territorio
27. El territorio para el cual se envía un ministro en la Iglesia, y muy
especialmente el MEC, está definido por la jurisdicción para la
cual se lo designó. Cuando se trata de una parroquia, los límites
máximos serán los de la parroquia. Si se trata de una capellanía
de hospital, la potestad se limita a las instalaciones físicas del
mismo. En el caso de las parroquias personales, como las
existentes en la Fuerza Pública, el límite lo establecen las
personas a las que atiende el párroco personal.

12
Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero, Nº 30
27

28. El MEC, por cuanto no es acólito instituido, podrá ejercer su


ministerio fuera del territorio parroquial solamente si de previo
pidió, y obtuvo, autorización del sacerdote responsable de la
comunidad en la que quiera ir a ejercerlo. También podrá
hacerlo si un sacerdote se lo solicitara para una celebración en
concreto. Tal situación podrá darse, por ejemplo, cuando se
cumplan una o varias de las siguientes condiciones:

a. Que no haya ministros ordinarios


b. Que no hubiera ministros extraordinarios propios del
lugar que se diera mucha afluencia de fieles a una
celebración en concreto, o
c. Cuando el sacerdote presidente estuviera impedido de
alguna manera para distribuir la comunión de los fieles.
Cesación del servicio
29. Un fiel laico que desempeñe las funciones de Ministro
Extraordinario de la Comunión puede cesar en sus funciones
por diversas razones. Entre ellas:
a. Al vencer el periodo para el cual fue enviado
b. Cuando, a juicio del sacerdote responsable, no haya
cumplido con sus funciones de manera adecuada.
c. Cuando su conducta humana y cristiana desdiga de la
naturaleza de este ministerio.
Posibilidad de renovación del ministerio
30. Terminado el plazo para el que se le designo, podría darse el
caso de que a un MEC se le pida continuar su servicio. Podrá,
pues, renovarse su envío por un periodo igual. No obstante, es
de desear que la persona no ejerza el ministerio por más de dos
periodos consecutivos. Queda, pues, dispuesto que, pasado el
periodo de tres años (o el segundo envío, cuando hubiese sido
renovado) la persona se dedique por un tiempo a otro
ministerio, pudiendo luego, tras un tiempo prudencial, volver a
28

recibir el encargo. El que un ministro se mantenga en el oficio


sin interrupciones deberá ser decidido por el párroco con
conocimiento del Ordinario del lugar.

31. Cuando una persona que ejerce el ministerio extraordinario


tenga ocasión de ser tomada en cuenta en un proceso político
en el campo meramente proselitista, esto es, cuando deba
trabajar en campaña para la elección suya o de otra persona,
para el desempeño de cualquier puesto político, será separado
inmediatamente de su ministerio. Esta separación del servicio
durará hasta tanto no haya acabado la campaña y, en el caso de
resultar electo para un cargo que implique el debate y el
enfrentamiento de ideas (regidor, munícipe o diputado)
mientras dure su función. En caso de que su función sea de otra
naturaleza (funcionario de un ministerio de gobierno, etc.)
podrá volver a ejercer como MEC mientras su trabajo no
represente un problema para la labor pastoral.
Acceso al Acolitado como ministro permanente
32. A partir del documento Ministeria Quaedeam13 y del mismo
Código de Derecho Canónico, siempre y cuando a juicio del
Ordinario así se dispusiera, varones laicos podrán ser instituidos
como acólitos, sobre todo por el bien de las almas y cuando la
necesidad pastoral así lo aconsejara. Convendrá en este caso
que, de previo a la institución, se haga un escrutinio más
profundo del candidato frente a la comunidad a la que el fiel
servirá y que el candidato reciba una formación profunda y
adecuada.
Para que un varón laico sea instituido acólito deberá hacer
servido al menos durante un periodo de tres años como
ministro Extraordinario de la Comunión.

13
Documento promulgado por Pablo VI en 1972
29

DE LA PERSONA DEL MINISTRO


¿A quién se puede designar Ministro Extraordinario de la Comunión?
33. Cualquier fiel laico14, varón o mujer, puede ser llamado y, si
acepta, ser designado ministro extraordinario de la comunión.

34. No obstante, salvo prudente criterio en contrario del Ordinario,


para la designación de tales ministros extraordinarios, debe
observarse un orden, el cual es sugerido por la Congregación
para la Disciplina de los Sacramentos15. Este orden parte, por
supuesto, del acólito instituido, que es el ministro
extraordinario de carácter permanente. Es segundo por el
lector (varón laico instituido para proclamar la Palabra y que
recibe este encargo de modo permanente), un alumno del
seminario mayor, un religioso, una religiosa, un catequista, un
fiel laico, varón o mujer.

Características del Ministro Extraordinario de la Comunión


35. Para que un bautizado pueda ser aceptado para el ejercicio de
este ministerio, señala la Congregación en el documento
Immensae Charitatis, texto que regula la existencia de este
ejercicio ministerial:
“(…) deberá distinguirse por su vida cristiana, su fe y sus
buenas costumbres. Se esforzará por ser digno de este
nobilísimo encargo, cultivará la devoción a la Sagrada
Eucaristía y dará ejemplo a los demás fieles de respeto al
Santísimo Sacramento del Altar. No será elegido para tal
oficio uno cuya designación pueda causar sorpresa a los
fieles.”16

14
En el entendido de que fiel laico designa a todo bautizado.
15
Immensae Charitatis, Nº 1, IV
16
Cfr. Immensae Charitatis, Nº 1, VI, c. El subrayado no es del original.
30

36. De esta manera podemos señalar como características


necesarias en el proceder de un fiel laico que vaya a ser enviado
como MEC:
a. Profunda espiritualidad
b. Madurez en la fe
c. Persona de comunión semanal, mejor incluso diaria
d. Que frecuente el sacramento de la reconciliación
e. Con gran espíritu y celo apostólico
f. Muy servicial y con gran amor por sus hermanos, sobre
todo los enfermos y los necesitados
g. Con amplios deseos de ejercer la caridad
h. De buenas costumbres
i. Sin graves problemas familiares
j. Los laicos casados podrán servir en este ministerio
siempre y cuando su unión sea sacramental
k. En su ministerio, los fieles laicos casados deben contar
con la anuencia de su familia
l. Deberán contar con una mínima formación teológica,
bíblica, pastoral y litúrgica, dictada por la parroquia o
entidad eclesial que lo designa u otra entidad de Iglesia

37. Respecto de la unión matrimonial, señalamos como


indispensable para que un fiel que esté casado pueda ejercer el
ministerio, que su unión matrimonial sea sacramental. En otros
casos, conviene traer a consideración lo dicho por la Familiaris
Consortio, cuando tras haber recomendado el apoyo moral y
espiritualidad a las personas en situación matrimonial especial,
agrega:
“La Iglesia, no obstante, fundándose en las Sagradas
Escrituras, reafirma su praxis de no admitir a la
comunión eucarística a los divorciados que se casen
otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos,
31

dado que su estado y situación de vida contradicen


objetivamente la unión de amor entre Cristo y su
[Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía.”17

38. En vista de que aquellos que se encuentran en situación marital


especial18 no pueden recibir el Sacramento de la Eucaristía, a
partir de que el MEC está vinculado directamente con la
Eucaristía, no será aceptado (a) al ministerio extraordinario de
la comunión quien viva en unión libre o esté casado civilmente.

Nexo con la parroquia


39. El MEC deberá ser, en lo posible, vecino de la parroquia en que
se lo designa para ejercer su servicio. En caso de que esto no
sea así, podrá designarse a uno que no viva en el territorio
siempre y cuando esté muy vinculado con la vida pastoral de la
parroquia, más aún, deberá estar prestando, de previo a la
designación, un servicio amplio y generoso a esa comunidad.
No será lícito al sacerdote responsable, a no ser por razones
muy serias las cuales deberán ser juzgadas por el Ordinario,
designar como MEC a una persona ajena a la vida parroquial.

Nexo con la parroquia


40. Otros aspectos con carácter de requisito podrán agregarse a los
indicados según el prudente criterio del Ordinario del lugar.
Señalamos algunos de naturaleza externa que son de suma
importancia:

41. El ministro, como se dijo, deberá además estar dispuesto a


participar de las actividades que la parroquia organiza para

17
Familiaris Consortio, Nº 84d.
18
Familiaris Consortio, Nº 85d. Cfr. C.I.C. cc 209 ꝣ 1, 210 y 915
32

ellos, reuniones periódicas (al menos una al mes), retiros,


convivencias, charlas o cursos de formación, etc.

42. Un MEC, además de su bautismo, deberá, haber recibido el


sacramento de la confirmación.

Formación
43. Para que una persona sea admitida a este ministerio de
distribuir la Comunión, como para otro ministro de la Iglesia,
debe proporcionársele, de previo a la designación, y durante el
ejercicio del ministerio, una sólida formación. Por ello, el pastor
responsable de cada parroquia debe programar para sus
ministros, además del curso antes de la designación, frecuentes
encuentros de reflexión y formación.
No obstante, la iniciativa de la formación no vendrá solo del
pastor a cargo de los MECs, sino que será solicitada por los
mismos ministros que buscarán siempre mejorar el servicio que
prestan.
El curso obligatorio
44. El bautizado que quiera tener acceso al ministerio y que sea
escogido por el párroco (o por el capellán en el caso de los
hospitales) deberá recibir el curso cuyos contenidos serán
establecidos por la Comisión Nacional de Liturgia y aprobados
por la Conferencia Episcopal para el territorio costarricense.
Además de la temática teológica, bíblica, pastoral y litúrgica, el
curso profundizará los derechos, así como los deberes que
asumen con este ministerio
33

Edad
45. Para ser designado ministro(a), queda establecido para el
territorio costarricense que el(la) candidato(a) deberá contar
con un mínimo de 25 años cumplidos. En caso de que por
extrema necesidad sea inevitable enviar como ministro a una
persona de edad menor, el caso deberá ser conocido y
aprobado por el Ordinario del lugar. No obstante, nunca podrá
tratarse de una persona que no haya cumplido los 21 años.

ESPIRITUALIDAD

Vida de oración
46. La vida de oración del ministro será sobre todo litúrgica. Este
espíritu debe llegar a la plenitud en la participación en la
celebración de la misa, ojalá diariamente.

47. La oración de modalidad “litúrgica” tiene su mayor


manifestación, como reflejo fiel del carácter universal de la
Iglesia, en el rezo del Oficio Divino, sobre todo de las laudes y
las vísperas, practica que debería ser natural en el MEC.

48. No obstante, la asiduidad a la oración litúrgica no implicara, de


ninguna manera, dejar de lado otras formas de piedad como el
culto público y privado al Santísimo Sacramento, o a la
Santísima Madre, sobre todo con el santo rosario sobre todo
rezado en familia. Tampoco excluye las demás devociones y
prácticas de los católicos, incluidas las de religiosidad popular
sana, que tanto edifican nuestro corazón.
34

Testimonio cristiano
49. Esta vida de oración, en constante presencia de Dios debe
conducir al MEC a dar un fuerte testimonio, en el ejercicio de
las más altas virtudes cristianas, expresándose tal testimonio en
una vida de consagración por los más pobres, los abandonados
y los enfermos, a quienes se dedica especialmente, sumado
todo ello a un gran espíritu de sacrificio y de paciente entrega
por los demás.

Obediencia a la Iglesia
50. Entre las virtudes más propias de todo ministro, ordenado,
instituido o enviado, destaca la obediencia a la Iglesia,
obediencia que se debe reflejar en el preciso acatamiento de
las disposiciones de los presbíteros y diaconas. Esto no significa,
por otra parte, renunciar al derecho al dialogo, apagar la
iniciativa, o dejar de ejercitar la capacidad de liderazgo. Se trata,
más bien, de saber acoger las determinaciones con paciencia,
percibiendo, aun en los momentos más oscuros, la presencia de
Dios que guía su Iglesia por medio del Espíritu es una realidad
en la vida de la Iglesia.
Preparación remota
51. La preparación remota del MEC implica no solo los cursos de
formación para recibir el ministerio o los de actualización
mencionados, sino, sobre todo, su sólida vida espiritual y de
oración.

Preparación inmediata
52. Todo ministro de la Iglesia, pero especialmente el MEC, deberá
saber preparar su espíritu inmediatamente antes de ejercer su
ministerio. Debe, además, saber disponer su ánimo por cuanto
el ministerio lo llevará a encontrarse con personas muy
35

concretas, que son verdaderos Cristos: ancianos y enfermos,


gentes que necesitan compañía, apertura, bondad, paciencia y
amor de quienes los visitan, sobre todo si los lleva a Cristo.

Preparación permanente
53. Los MECs, además, deberán reunirse como grupo al menos una
vez al mes, para tener sesiones de trabajo, de formación, de
oración, de intercambio de experiencias, etc. Estas reuniones
convendría que fueran muy frecuentes, con el fin de permitir
que el grupo logre una dinámica interna especialmente intensa.
36

CAPITULO III
El ministerio y su ejercicio

Funciones del MEC


54. Las funciones del MEC están eminentemente vinculadas con la
vida celebrativa de la Iglesia. Estas funciones son de dos tipos:

a. Celebraciones con presidencia de un ministro ordenado

b. Celebraciones que preside o coordina él personalmente,


o en compañía de otros ministros laicos.

ASISTENCIA A CELEBRACIONES CON MINISTRO ORDENADO

55. En una celebración en la que hay presencia de ministro


ordenado, la función del MEC es ayudar al celebrante a
distribuir la Sagrada Comunión a los hermanos.

56. Esta tarea la ejercerá siempre y cuando el sacerdote


responsable de la celebración lo solicite, sea anticipadamente,
sea en el momento de la celebración, o siguiendo las
costumbres de la parroquia, cuando hay asido citado en el
horario parroquial para tal ejercicio ministerial.

57. Cuando el que presida la celebración sea un sacerdote ajeno a


la parroquia, aun si el MEC aparece como comisionado para tal
servicio en el horario mencionado, el MEC debe, de previo al
inicio de la celebración, por cortesía y respeto al sacerdote,
ofrecer sus servicios y ser aceptado por el celebrante.
37

58. Cuando en la celebración hay presencia de varios ministros


ordenados (diáconos o presbíteros), para no incurrir en error,
el MEC esperará en su sitio, sin moverse de él, a ser llamado a
ejercer su ministerio.

59. Lo más ordenado y saludable en estos casos y lo que puede


resultar más recomendable, es que el MEC sepa para
oportunamente por la sacristía para hacer saber de su
presencia y ofrecer sus servicios. En caso de que su servicio vaya
a ser ejercido, el ministro podría incluso participar, junto con los
lectores y otros ministros, en la procesión de entrada con el
celebrante.

Ayuda en el altar
60. Eventualmente el MEC, siempre y cuando se trate de un varón,
podría ser llamado por el presidente de la celebración para
servir al altar a manera de acólito19. También existe la
posibilidad de que al MEC se le pida purificar los vasos sagrados
en vez del celebrante. El MEC, varón o mujer, señalan los
documentos de la Iglesia, podrá hacerlo autorizadamente. No
obstante, debe quedar claro que no lo hará en el altar sino en
la mesa credencia o eventualmente en la sacristía. Esta acción
debería realizarse con mayor conveniencia al terminar la Santa
Misa. Esto se establece por analogía con lo que los documentos
permiten hacer al acólito instituido20.

Misa antera
61. Cuando un MEC tenga asignada en su parroquia una misa
determinada para ejercer su ministerio con el sacerdote, está

19
Cfr. Ministerios Eclesiales, DEVIM, CELAM, 1989, p.75
20
Cfr. Ordenación General del Misal Romano, Nºs 147 y 237
38

absolutamente obligado a asistir a esa misa completa.


Aparecerse en el templo a media misa o poco antes de ejercer
el ministerio, además de ser gravemente irrespetuoso para con
la comunidad celebrante, es, desde el punto de vista litúrgico,
absolutamente impropio e inadmisible. Aun en casos de
emergencia se preferirá siempre que quien ejerza el ministerio
sea el ministro que haya estado presente desde el principio de
la celebración.

Regla de oro
62. El No.28 de la Constitución Sacrosanctum Concilium dice
textualmente:
“En las celebraciones litúrgicas, cada cual,
ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio,
hará todo y solo aquello que le corresponde por
la naturaleza de la acción y las normas
litúrgicas”
A partir de ello, a menos que se trate de una situación de fuerza
mayor verdaderamente cualificada, cuando un MEC haya sido
llamado a ejercer su ministerio durante una determinada
celebración eucarística, se cuidará muy bien de no realizar
ningún otro ministerio dentro de esa misma celebración. Así las
cosas, no hará moniciones, no proclamará la palabra, no
participará en la presentación de dones, no dará avisos ni, por
supuesto, hará la colecta de la ofrenda.

Ejercicio del ministerio en la celebración de la misa


63. En el momento más oportuno el MEC que ayudará al celebrante
a distribuir la comunión en determinada misa se aproximará a
la mesa credencia y lavará sus manos. Esto lo hará
39

obligatoriamente delante de la comunidad, aunque haya


lanado sus manos antes de misa.
Lavarse las manos antes de misa deberá ser un acto de cortesía
primaria, lógico en todo servidor del altar. Hacerlo de nuevo,
esta delante de la gente, será un acto de respeto para con los
comulgantes.

64. Luego el MEC se aproximará al altar. Es recomendable que lo


haga hacia el momento de rezar el Padre Nuestro. De todas
maneras, conviene, si esto es posible, que esté en el altar en el
momento de la paz para poder compartirla con el sacerdote.

65. Sobre el Padre Nuestro conviene señalar que, tomando en


cuenta la más sana doctrina litúrgica, orar con las manos
abiertas en una celebración litúrgica es actitud propia del
obispo, así como del presbítero, no así del diácono ni de los
laicos21.

Traer la reserva
66. Pasado el saludo de la paz (o antes en caso de que la capilla del
Santísimo estuviera muy retirada), el MEC irá al sagrario a traer
la reserva. Tras abrir el Sagrario hará genuflexión y sacará
reverentemente el copón. Se dirigirá al altar con calma y al
llegar allí lo pondrá sobre el corporal, no en otra parte de la
mesa.

Sobre la reserva del sacramento


67. El MEC, por oficio, deberá vivir en actitud vigilante respecto del
mantenimiento del espacio sagrado. De la misma manera,

21
Cfr. Ceremoniale Episcoporum, Typis Polyglotis Vaticanis, 1985, Nº 104
40

estará atento a la dignidad con que se conserve la reserva del


Sacramento22.
68. El MEC colaborará con los presbíteros y los responsables de la
Sacristía para que no haya en el sagrario, ni tan pocas hostias
consagradas que no alcancen atender las necesidades de los
enfermos23, ni tantas de ellas que pueda conducir, no solo a un
posible deterioro y hasta corrupción de las formas, sino, sobre
todo, en función del signo, a que las personas comulguen con
hostias que fueron consagradas en misas celebradas días y
hasta semanas atrás. Citamos para ello dos aspectos doctrinales
que deben tenerse en cuenta:

a. Las personas deben poder comulgar, al menos en una


amplia mayoría, de las hostias que se consagran en misa
a la que asisten24
b. La reserva debe ser renovada frecuentemente25
69. DE igual manera, y con el debido respeto, el MEC intentará
lograr que el pan que e utilice en las celebraciones de su
parroquia sea del tamaño y textura considerables, de manera
que el pan de nuestras misas, en lo posible, sepa y huela a pan.

La comunión del ministro


70. El sacerdote celebrante mostrará el pan a la Asamblea (Este es
el Cordero de Dios…) y comulgará reverentemente el Cuerpo y
la sangre de Cristo. De inmediato, si lo asisten, dará la comunión
al diácono y a los demás ministros del altar. Luego le
administrará a los MEC.

22
Cfr. Eucharisticum Mysteriem, Nº 49
23
Cfr. Comunión y Culto Eucarístico, Nº 7
24
Cfr. Comunión y Culto Eucarístico, Nº 13
25
C.I.C., c. 939
41

71. A todos los MEC que tomen parte en la distribución de durante


una misa en concreto, se les podrá dar la comunión bajo las dos
especies, sea esto por intención (esto es, humedeciendo la
hostia en el vino consagrado) o acercándoles directamente el
cáliz después, una vez haya recibido el pan consagrado.

Facultad de comulgar por sí mismo


72. En principio el MEC podría comulgar por sí mismo, o sea, tomar
la hostia directamente del copón sin que nadie se la
administre26. No obstante, siguiendo el espíritu del sacramento
de la Eucaristía, y ya que el Señor tomó el pan, lo partió y lo dio
(Cfr. Lc. 22,19), debe recordarse la disposición vigente: durante
toda celebración en presencia del ministro ordenado el MEC
recibirá siempre la comunión de manos de ese ministro. En caso
de que se trate de una celebración de la palabra en que no se
cuente con la presencia de un ministro ordenado, pero en la
que haya varios MEC, cada ministro recibirá la Sagrada Hostia
de mano de otro ministro.

Delegación para dar la comunión


73. Ya se ha dicho, pero vamos a repetirlo, el haber sido enviado en
alguna ocasión como MEC constituye por sí mismo una
autorización general, pero tenemos que tener claro que esta
autorización, debe ser renovada por el sacerdote celebrante en
cada misa. Por ello, luego de haberle administrado la comunión
al MEC, el sacerdote será quien le entregue personal y
visiblemente al ministro el recipiente con las hostias
consagradas, autorizándoles así públicamente y en ese
momento, al ejercicio del ministerio. Luego el ministro irá a

26
Cfr. Alocución del celebrante en la ceremonia de envío de MECs. Pontifical y
Ritual Romanos, CELAM-DELC, Editorial Regina, España, 1978 p.207
42

distribuir la comunión al sitio al que se le indique. Se deduce,


pues, que el MEC, cuando haya un ministro ordenado, nunca
tomará el recipiente por propia iniciativa.
Modo de distribuir la sagrada comunión
74. Toda persona que distribuya la Sagrada Comunión lo hará de
esta manera: toma la hostia y elevándola un poco, la presenta
al que comulga27 diciendo “El Cuerpo de Cristo”. El comulgante
dice “Amén” 28 y el ministro coloca la hostia en la boca o en la
mano29 del comulgante, que deberá consumir la hostia en
presencia suya.

Comunión ¿en la boca o en la mano?


75. Comulgar recibiendo la hostia en la propia mano es una
costumbre muy antigua de la Iglesia30, la cual fue práctica desde
el siglo XI. Esta práctica ha sido vuelta a instaurar en la Iglesia
luego de siglos de desuso. No obstante, la decisión de como
comulgar -en la mano o en la boca- dependerá absolutamente
de la voluntad del comulgante31. La Iglesia lo ha dejado abierto
y no es lícito obligar a las personas a comulgar de una manera
o de la otra32. No obstante, conviene que los miembros de la

27
Mostrar la hostia es una obligación del que administra la comunión, esto da
ocasión a que el comulgante haga su profesión de fe. Cfr. Missale Romanum Nº
117; Comunión y Culto Eucarístico, Nº 21.
28
Decir “Amén” es un verdadero acto de fe por parte del comulgante sobre la
presencia de Cristo en la Eucaristía. Cfr Enchiridion de Liturgía, Nº 1082
29
Sobre la posibilidad de recibir la comunión en la mano véase, entre otros
documentos, Comunión y Culto Eucarístico, Nº 21.
30
Cfr. Cirilo de Jerusalén, Catequesis mistagógicas, V, Nº21, así como textos de
S. Juan Crisóstomo.
31
Hay varios documentos que reiteran este punto. Conviene mirar la
Notificación acerca de la comunión en la mano, carta de la Congregación para
el Culto Divino, del 03 de abril de 1985. En Enchiridion, Nº1308
32
En el caso de la Arquidiócesis de San José, véase el Documento del Quinto
Sínodo, Nº 134.
43

comunidad, teniendo por supuesto muy clara la reverencia que


se debe al Sacramento, vayan siendo debidamente
catequizados para que comprendan que resulta más práctico e
higiénico, además de que es más propio de cristianos adultos,
recibir la comunión en la mano para luego llevárnosla a la boca.

76. Ya que, entonces, siempre existe la posibilidad de que un


comulgante quiera recibir la Sagrada Comunión en la boca, el
ministro debe hacerse el hábito de llevar consigo siempre un
purificador con el que limpiar sus dedos en caso de que algún
comulgante les deje saliva en ellos.

¿Cómo comulgar con la mano?


77. Para recibir la comunión en la mano, por su parte, debe
cumplirse con lo dispuesto por la Iglesia en la documentación
pertinente33: debe cuidarse que no se den abusos, que no se
vaya a producir deterioro en la fe del creyente acerca de la
presencia real del Señor en el Pan consagrado, así como que las
manos del comulgante estén limpias en la medida de lo posible.

78. Por su parte, el procedimiento es como sigue: El comulgante


presentará sus manos juntas, con las palmas hacia arriba,
poniendo la izquierda sobre la derecha. El ministro colocará la
Sagrada Forma en la palma de la mano izquierda mientras dice
“El Cuerpo de Cristo”. Una vez colocada en la palma, el

33
Cirilo de Jerusalén daba como consigna a los recién bautizados el gesto de
“hacer de la mano izquierda un trono para la mano derecha, puesto que esta
debe recibir al Rey”, aunque la misma Notificación acerca de la comunión en la
mano, ya citada, en la nota 4 señala que conviene más poner la izquierda sobre
la derecha para poder luego comulgar con la derecha.
44

comulgante la tomará en la mano derecha, dirá “Amén” y la


consumirá en presencia del ministro34.

Comulgar de pie o de rodillas


79. Desde otro punto de vista, al menos en Costa Rica no es ya tan
posible dejar al arbitrio de los fieles el escoger la forma como
comulgará en cuanto a su actitud física: de pie o de rodillas. La
comunión en nuestro país, así lo dispone la Conferencia
Episcopal, debe recibirse estando de pie, en actitud de
peregrinos, en actitud de resucitados.

Negar la sagrada comunión a alguien es prácticamente


imposible
80. Señala el C.I.C., c 843:
“Los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos
a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien
dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos”
81. El texto establece en un primer lugar graves limitantes para el
ministro sagrado y, por analogía, para los ministros instituidos,
así como para los ministros enviados, cuando pretendan negar
la comunión a un fiel bautizado.

82. Existen, claro está, prohibiciones concretas de que una persona


reciba la comunión (el caso más claro es el de los divorciados
vueltos a casar35), pero en la práctica lo cierto es que no le es
posible al ministro, frente a un caso determinado, tener
completa y absoluta certeza de que aquella persona que

34
Cfr. Orientaciones Litúrgicas, Canónicas y Morales…” p. 89
35
Familiaris Consortio Nº 84
45

sabemos ha estado en situación irregular, permanece en tal


situación de pecado al momento de acercarse a la comunión.

Consultar al párroco, la solución más adecuada


83. La actitud permanente del MEC, ante una situación que
podremos calificar como “especial” deberá ser siempre la
consulta previa con el párroco el caso particular.

84. Cuando en un caso concreto el ministro deba visitar un enfermo


y sea advertido por alguien de alguna situación especial en
relación con la salud espiritual de la persona a la que va a
administrar el Sacramento, la consulta previa al párroco será lo
más indicado, precisamente para salvaguardar la majestad del
Sacramento que se le ha confiado.

85. No obstante, debe saber distinguirse este caso de aquel en que


una persona de quien creemos conocer su presunto pecado se
acerque a comulgar en el templo, y en la ocasión no gay
oportunidad de consulta. Debe tenerse en cuenta que la Iglesia,
además de ser guardiana del Sacramento, lo es también de la
buena fama de las personas36 y que un gesto autoritario nacido
de la presunción de un ministro acerca de la falta de idoneidad
de un comulgante podría generar severas consecuencias en la
buena fama de esa persona.

En caso de personas indispuestas por factores externos


86. En relación también con el mismo canon 846 citado, y
detallando su mismo texto, vemos como en un segundo lugar
señala que no deben negarse sacramentos a quienes vengan
bien dispuestos. Así las cosas, resulta desde todo punto de vista

36
Cfr. C.I.C. c 220
46

distinto el caso de alguna persona que se acerque a comulgar


estando quebrantado, no ya por enfermedad cuando por
factores externos (exceso notable en la ingesta de alcohol o
descontrol evidente debido al uso, por ejemplo, de drogas tipo
psicotrópicas). En este caso, previo acuerdo del sacerdote con
los ministros, debería intentarse convencer al fiel para que
desista de recibir la comunión en ese momento, y que lo
posponga hasta tanto se encuentre en buenas condiciones.

CELEBRACIONES SIN PRESENCIA DE MINISTROS ORDENADOS

87. Hablaremos Ahora de las celebraciones que el MEC presida


(porque en realidad está ejerciendo el oficio de presidir) o
coordinará por si mismo o que lo hará acompañado de un
ministro de la Palabra. Entre estas celebraciones podemos
encontrar:

a. Celebraciones dominicales en ausencia de presbítero


b. Celebraciones en casa de los enfermos, de los ancianos
o de los inválidos
i. El caso de los moribundos, el Viático
c. Celebraciones de culto eucarístico
d. Otras celebraciones con o sin comunión.
Veámoslas con algún detalle:

I. Celebraciones dominicales en ausencia de


presbítero

88. La Iglesia de Cristo,


47

“…desde el día de Pentecostés, después de la venida del


Espíritu Santo, nunca ha dejado de reunirse para celebrar
el misterio pascual, en el día llamado “domingo”, en
memoria de la resurrección del Señor. En la asamblea
dominical, la Iglesia lee cuanto se refiere a Cristo en toda
la Eucaristía y celebra la Eucaristía como memorial de la
muerte y resurrección del Señor, hasta que vuelca”37

89. Así las cosas, debe subrayarse siempre la necesidad de que los
fieles, aunque no haya un presbítero que les presida la
celebración, se reúnan en comunidad y compartan la palabra e
incluso, si es esto posible, la comunión sacramental, en
celebraciones presididas por laicos38.

90. Estas celebraciones no deben realizarse de manera espontánea,


sino que, aunque deben surgir de la iniciativa de los mismos
fieles laicos, deben contar siempre con la autorización expresa
del obispo, o al menos del sacerdote responsable de la
comunidad a la que ese grupo pertenece.

91. Las celebraciones en cuestión serán, pues, presididas o dirigidas


por fieles laicos, varones o mujeres, debidamente autorizados.

“…elegidos atendiendo a su conducta de vida, en


consonancia con el Evangelio y se tenga en cuenta el
que puedan ser bien aceptados por los fieles” 39

37
Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero Nº.
1
38
Directorio para las celebraciones dominicales Nº. 18
39
Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero Nº.
1
48

92. Los laicos destinados para esto, como todos los demás
ministros de la Iglesia, considerarán el encargado recibido:
“…no como un honor, sino como una misión y un
servicio para los hermanos bajo la autoridad del
párroco. La función no es propia de ellos sino supletoria,
porque la ejercen “donde lo aconseje la necesidad de la
Iglesia y no haya ministros” … (C.I.C. c. 230, ꝣ 3)”40
93. Así pues, atendiendo a toda esta intención de la Iglesia de que
se dé atención a los fieles en todo momento, podemos decir
que recibir en comunión el pan consagrado fuera del espacio y
tiempo de la celebración eucarística es siempre una posibilidad
para los fieles, aunque no sea ni tan deseable, ni tan perfecta41.
94. Una actividad muy importante de los MEC en este campo será,
sin duda, cuando las circunstancias así lo presenten, y por el
bien de los fieles, el realizar celebraciones dominicales de la
Palabra y aprovechar la reunión de los fieles, y distribuirles en
ellas la Sagrada Comunión. Esta celebración podrá ser presidida
por un MEC o, mejor todavía, esa presidencia especial, debe ser
compartida con un ministro de la Palabra, de manera que uno
dirija lo referente a la Palabra y otro lo de la Eucaristía.

95. Se trata de celebraciones que se realizan en domingo (desde la


tarde del sábado) o en día festivo de precepto y en sitios en que
no hay presencia del presbítero. Estas celebraciones, que se
realizan por lo general por disposición del Ordinario o del
sacerdote responsable de la parroquia de ella, para dar a Dios
el homenaje de sus hijos fieles en el día del Señor. No podemos
decir categóricamente que quien asiste a estas celebraciones
cumple con el precepto dominical, por cuanto no es una

40
Directorio para las celebraciones dominicales Nº. 30
41
Directorio para las celebraciones dominicales Nº. 31
49

celebración eucarística en el sentido pleno a que la Iglesia nos


llama. Pero no olvidemos que, si hay ausencia de ministro
idóneo no es posible imponer la obligación de participar en la
Eucaristía a los cristianos. En otras palabras, en casos como el
citado el precepto no existe. No obstante, la Iglesia insiste de
muy diversas maneras en la importancia de dedicar a Dios el
tiempo posible, sobre todo por nuestra renovación en la fe 42, y
esta es una forma excelente para hacerlo.

96. Tal celebración, precisamente para que permita a los


participantes la vivencia de una reunión litúrgica a la que están
impedidos de asistir por razones de fuerza mayor, tendrá la
estructura básica y usual de una liturgia de la palabra: acto
penitencial, oración, lectura(s), reflexión, oración litánica de
intercesión (llamada oración universal, oración de los fieles, o
comúnmente “peticiones”), que terminará con la oración
dominical (Padre Nuestro), que será seguida por la distribución
de la comunión y la oración final.

97. Debe tenerse en cuenta que, a los laicos, y a los mismos


diáconos, les está prohibido en tales celebraciones, decir las
oraciones o realizar los gestos que le son propios al obispo o al
sacerdote durante la misa43. Nos referimos concretamente a la
Plegaria Eucarística, desde el Prefacio44 hasta la doxología o,
por supuesto, a pretender consagrar las especies eucarísticas.

98. Por otra parte, el fiel laico, además de cuidarse muy bien de no
parecer un sustituto del padrecito, deberá tomar otras
preocupaciones como pueden ser utilizar un asiento en
posición de presidente, pero evitar a toda costa el uso de la

42
Cfr. C.I.C., Nº 1248 ꝣ2
43
Cfr. C.I.C., Nº 907
44
Ibid
50

sede presidencia, saludar con los formularios especiales y no


con el saludo propio de los ministros ordenados (El Señor esté
con vosotros, por ejemplo), etc.

El domingo, fiesta que rige el ministerio de la comunión


99. Todos sabemos que el domingo es el día más importante de la
semana y del año y de todos los días porque Jesucristo resucitó
el domingo y la Iglesia lo ha consagrado desde el inicio mismo
de su caminar, a celebrar al Señor que surge victorioso del
abismo.

100. Por otra parte, como ya se ha señalado, toda recepción del


Cuerpo y la Sangre de Cristo en la sagrada comunión implica
necesariamente una estrecha conexión de este acto con la
celebración en la cual se consagró el pan que se va a consumir.

101. Si, por definición, nadie comulga en un acto aislado de la


vida de Iglesia, sino que toda comunión está en relación con una
determinada celebración eucarística45, toda celebración que el
ministro laico desarrolla por el bien de los fieles, sea dominical,
sea con los enfermos, o de cualquier otra naturaleza, ni es
independiente de la celebración en que se consagró el pan, ni
subsiste por sí misma.

102. Es, por supuesto, difícil determinar con exactitud en que


misa se consagraron las hostias que se distribuyan en un día
cualquiera. Así las cosas, conviene conservar nexo al menos con
la misa dominical, principalísima celebración de la comunidad
de Jesucristo. Eso aportará al que recibe la comunión, a través
del ejercicio del ministerio extraordinario, una participación en

45
Cfr. Comunión y Culto Eucarístico Nºs. 13ss en Enchiridion, Nº. 993ss
51

aquella cita comunitaria dominical y, por ende, una


universalidad innegable.

Así las cosas, a menos que haya alguna circunstancia


especialmente grave que lo impida, en la celebración de la
palabra que el ministro realice para distribuir la comunión a sus
hermanos, sea celebración dominical en ausencia de
presbítero, o celebración con enfermos o ancianos, entre el
sábado a las 4: 00 pm y el siguiente sábado a la misma hora,
deberá utilizar los textos bíblicos y oraciones de la misa del
domingo de esa semana.

II. Celebraciones en casa de los enfermos, de los


ancianos o de los inválidos

103. Misión fundamental de los MEC es llevar el Cuerpo de Cristo


a los hermanos que no pueden asistir a la celebración dominical
en el templo por razones de salud o ancianidad.

104. Como se ha dicho, el Pan consagrado debe distribuirse


siempre en el marco de una celebración de la palabra con el
material de la celebración dominical. Esta celebración es
obligatoria y solo podrá omitirse en caso de fuerza mayor, por
causa grava o en peligro inminente de muerte.

La atención al enfermo y/o anciano


105. El cuidado espiritual de los ancianos o de los enfermos en
cada una de las comunidades es responsabilidad de su familia y
de la comunidad y, como es lógico, del párroco.
52

106. Representante, tanto de esa comunidad como -de alguna


manera- del párroco, lo es el MEC designado por la Iglesia para
que le lleve la comunión y vele por la salud espiritual de este
fiel. Así como por el bienestar de su situación humana y
cristiana. Será tarea del MEC estar pendiente, pues, de todas las
necesidades de aquel a quien atiende y, en lo posible, y con
ayuda de toda la comunidad de los creyentes, satisfacérselas.

107. Lo que da sentido a la existencia de un MEC será, pues, que


exista un grupo específico de enfermos y/o ancianos que
necesiten atención espiritual y que deba ser puesto bajo su
cuidado.

108. El MEC visitará a esas personas al menos una vez por


semana para llevarles la Santa Comunión, procurando repetir
este ministerio en los días de las fiestas principales. Además,
velará por la frecuencia de la administración de los sacramentos
de la reconciliación y unción de los enfermos, y se convertirá en
hermano de su hermano para escucharlo en los momentos de
angustia o de soledad.

De la visita a los enfermos y/o ancianos


109. El primer paso que debe dar el MEC, una vez que le ha sido
puesto en sus manos un enfermo o un anciano para esa
atención espiritual será visitarlo en su casa y hablar con él y con
las personas que lo atienden. Así podrá llegar a un acuerdo en
cuanto al mejor horario para las visitas y sobre lo que debe
disponerse en la casa para las celebraciones que allí deberán
realizarse.

110. De previo a inicial su contacto sacramental con el enfermo


o el anciano, el ministro se cerciorará acerca de la última vez
53

que se confesó. En caso de que lo juzgue necesario, pedirá al


sacerdote que lo visite para que se realice la debida
reconciliación.

111. El MEC debe ser consciente de que, cuando alguna persona


le señale que es necesario atender un enfermo y se trata de una
situación especial, sea por ser un caso terminal que quizá ha
entrado ya en la inconsciencia, o de un enfermo que tenga
problemas mentales que lleguen a tal grado que le impida
percibir que es lo que recibe, u otra circunstancia semejante,
antes de cualquier otra acción, incluso antes de llevar la
comunión a esta persona, debe hacer debida consulta al
párroco o al sacerdote responsable para discernir la
oportunidad o no de administrar este u otro sacramento.

Preparación en casa del enfermo


112. Es indispensable, como se dijo, la preparación del enfermo,
pero también la de sus parientes o personas que estén a cargo
suyo. Es necesaria, además, una preparación de ciertos
elementos en la casa. Tales elementos son de dos tipos:

113. En primer lugar, están los relacionados directamente con la


Eucaristía, entre los que mencionamos una mesa debidamente
arreglada, de ser posible con un mantel, un crucifijo, flores y un
vaso con agua para ayudar al enfermo en caso necesario a
consumir la forma.

114. En segundo lugar, también deben tenerse presentes la


índole humana: el ministro buscará discretamente influir
humana y cristianamente aspectos referidos al cuidado del
enfermo y a su atención física o mental.
54

Trato personal
115. El MEC mantendrá un trato personal, afectuoso, respetuoso
y cordial con los enfermos que le hayan sido asignados. Será
solicito en su acompañar y paciente en sur reaccionar. Estas
virtudes deberán ser especialmente observadas ante posibles
actitudes hostiles por parte de quienes viven en la casa, fruto
acaso no de una actitud cuanto de una circunstancia concreta.
En cualquier caso, la situación debe ser bien percibida por el
MEC y, sobre todo, perdonada.

116. Momento muy delicado en la vida del MEC se dará cuando


le sea asignado un anciano o un enfermo que no recibe buen
trato, ni en lo humano ni en lo cristiano, por parte de sus
familiares. Tal maltrato recaerá sin duda sobre el ministro, el
cual deberá tratar de sobrellevarlo con paciencia y con corazón
cristiano, siempre con la esperanza de lograr un día, con su
testimonio y oración constante, la conversión de aquellos que
lo agreden.

La confesión, sacramento esencial para la salvación


117. La iglesia ha enriquecido mucho la doctrina referente al
sacramento de la reconciliación. Hoy día se busca expresar con
mucha mayor claridad la plena absolución de nuestras culpas y
pecados que nos da Cristo a través de los ministros de su Iglesia.
Este sacramento, por restaurar la pureza que se nos concedió
en el bautismo y hacer fecundo nuestro propósito de
conversión a Dios y a su Ley de amor, renueva nuestra entrega
al Señor. La confesión nos debe recordar siempre que la Iglesia
es una comunidad reconciliada y reconciliadora, una actitud
que parte de la iniciativa del amor compasivo y misericordioso
de Dios que es amor.46

46
Cfr. Reconciliación y Penitencia, Nº10
55

118. A partir de estas consideraciones debemos llegar a un doble


valor profundamente importante en la vida religiosa de los
seres humanos, y es que, la reconciliación está en relacione
estrecha con Dios, Padre de amor y fuente de todo consuelo,
así como con los hermanos a quienes Cristo nos manda amar
como a nosotros mismos y como él nos ha amado. Se da la
urgencia de lograr en cada momento de nuestra vida, pues, una
reconciliación integral, esto es, con Dios y con los hermanos 47.

119. Por otra parte, debemos buscar cierta naturalidad en


cuanto a la frecuencia del sacramento, abriéndonos la
posibilidad de recibir la Eucaristía cada vez que podamos. Es
necesario recordar que, si no tenemos pecado grave, no es
necesario confesarse antes de comulgar.

No obstante, esto tampoco significa, de ninguna manera, que


lleguemos a abandonar la práctica de este sacramento por
cuanto ello haría que nos sobrevengan tremendas
consecuencias que podrían poner en peligro nuestra misma
salvación eterna.

La confesión, sacramento esencial para la salvación


120. Ante este panorama, el MEC, además de cuidar sus
personales necesidades espirituales respecto de su propia y
frecuente reconciliación, deberá ser sensible a la situación de
quien atiende y hará lo necesario para que el enfermo o anciano
pueda confesarse oportunamente. Los enfermos y ancianos se

47
Cfr. Reconciliación y Penitencia, Nº23
56

verán muy confortados con este sacramento, fuente de gracias


abundantes.

121. No es posible estableces una periodicidad estricta por


cuanto eso depende de cada caso, pero podríamos decir que
más de seis meses es ya un tiempo excesivo para cualquier
persona.

122. Conviene en esto considerar que una salud quebrantada en


lo físico o un cuerpo fatigado por los años deberán ser
contrapesados por una notable salud espiritual y una vigorosa
disposición de ánimo en nuestra vida interior.48

Unción del enfermo


123. Lo propio sucede en relación con la periodicidad con que se
administre el sacramento e la Unción de los Enfermos, un
sacramento que, con su mismo nombre lo indica, debe aplicarse
a las personas aquejadas de dolencias y que necesiten esa
acción especial de la gracia para sobrellevar el momento.
Recordemos que Cristo actúa, por la acción del sacramento,
para fortalecer a sus fieles.49
124. La Iglesia ha enriquecido mucho su doctrina sobre este
sacramento, variando, no solo el “como” sino también el
“cuando” acerca de la administración de la Unción de los
Enfermos. El sacramento, como es ya bien sabido, dejo de ser
llamado “extrema unción”50 y es administrado hoy con mucho
mayor apertura a aquellos enfermos de cierta gravedad, a
aquellos que vean ponerse en peligro su vida, así como a

48
Cfr. Orientaciones del Episcopado Español sobre la Unción de los Enfermos,
Nº 61
49
Cfr. Prenotadas. Sacramento de la Unción de los Enfermos Nº 5
50
Cfr. Sacrosanctum Concilium, Nº 73
57

quienes deban ser intervenidos quirúrgicamente y a los


ancianos, cuyas fuerzas se vayan debilitando51.

125. El MEC debe estar en todo momento atento a los procesos


de la enfermedad, o a la condición de ancianidad, de sus
hermanos y, en clara y estrecha coordinación con el sacerdote
responsable de la comunidad, propiciara que su hermano sea
ungido oportunamente. Sabemos, por otra parte, que hoy día
es posible repetir el sacramento en un mismo fiel, siempre que
se den los debidos espaciamientos, o cuando la enfermedad se
agravara por alguna circunstancia especial.

¿A quiénes se les lleva la comunión a la casa?


126. Una vez revisado lo referente a los sacramentos que
complementan la Eucaristía en la vida espiritual de un enfermo,
es necesario aclarar ciertos puntos para que se termite con
determinados abusos que, desgraciadamente, se han ido
multiplicando. El MEC debe llevar la comunión a enfermos y
ancianos siempre y cuando se trate de personas que, por
razones verdaderas y considerables, no pueden asistir de
ninguna manera a las celebraciones en el templo.

127. No obstante, el ministro, precisamente por su oficio, cuando


perciba que la persona a la que administra la comunión cada
semana podría, al menos en algunos casos y con la debida
ayuda, asistir a alguna celebración, debe estimularla a hacerlo,
no solo por el pleno provecho de la eucaristía celebrada en
comunidad, ya que “La más perfecta participación eucarística
es la comunión sacramenta recibida durante la misa”52 como
por cuanto ese asistir a la celebración será de indudable

51
Cfr. Sacram Unctionem, Nº 8ss
52
Cfr. Comunión y Culto Eucarístico Nº 13
58

beneficio para aquella persona, que podrá estar en capacidad


de compartirla con la comunidad humana con la que ha vivido.
Esa celebración del misterio de la fe servirá, además, para
reafirmar el sentimiento que debe pervivir en todos los
bautizados, la verdad suprema de que formamos parte de una
Iglesia viva e integral.

La comunión a los demás


128. El MEC no está autorizado, en ningún caso, para dar la
comunión a otras personas que estén en casa del enfermo o
anciano y que estén sanas, sobre todo si es domingo, día en que
todos los bautizados que gozamos de buena salud tenemos el
deber impostergable de asistir a la Santa Misa. La única
excepción a esta estricta norma se da con la persona que está
al cuidado del enfermo, y que, por la atención que deba
prestarle, no puede dejarlo solo por largo rato.

Misa por los medios de comunicación


129. El ministro deberá alentar a que el enfermo o anciano, si le
es posible, además de recibir la comunión cada semana,
escuche la misa por la radio o la vea por televisión, esto como
“un medio de vivencia litúrgica”53.

130. Esto no significa, claro está, que la misa transmitida por los
medios de comunicación sirva para cumplir con el precepto
dominical. De hecho, podemos asegurar que la misa por
televisión en ningún caso sirve al televidente para cumplir con
su precepto dominical. Nadie cumple precepto de asistir a misa
viéndola por televisión. Esto les debe quedar muy claro a las

53
Cfr. Las misas en radio y televisión, documento de la Conferencia Episcopal
Española, 04 de marzo de 1989, Nº 3
59

personas saludables, porque tampoco debemos olvidar que los


que están incapacitados por enfermedad o ancianidad para
asistir al templo no tienen obligación de cumplir el precepto de
misa dominical.

131. La importancia de ver la misa por los medios masivos va en


otra dirección. El caso es que alguien recibe la comunión en su
casa, como se ha dicho, la recibe, a pesar de la distancia,
formando parte de la comunidad llamada Iglesia, la cual esta
celebrando como comunidad viva, la eucaristía en el templo.
Por ello quien comulga en su casa debe expresar su deseo de
vivir, de alguna manera, esa eclesialidad y una forma e hacerlo
podría ser unirse a la misa que transmiten los diferentes
medios.

132. Debemos recordar, además, algo muy importante y esto es,


que siempre que recibimos a Cristo en la Sagrada Comunión, no
solo lo hacemos para satisfacer una necesidad de espiritualidad
individual, sino, además, y, sobre todo, para expresar nuestra
participación en el gran ejercicio comunitario que realiza toda
la Iglesia en el día del Señor.

III. Celebraciones ante los moribundos (Santo Viático)


133. Cuando un enfermo está en paso de muerte debe recibir la
comunión en forma de Viático.
134. El Viático es:
“signo especial de participación en el misterio que se
celebra en el sacrificio de la misa, esto es, en la muerte del
Señor y su tránsito al Padre, con la que el fiel, al dejar la
vida, fortalecido con el Cuerpo de Cristo, recibe la prenda
de la resurrección”54

54
Cfr. Eucharisticam Mysterium, Nº. 39
60

135. Dar el Viático a los fieles es responsabilidad y obligación del


párroco y con él, de los vicarios parroquiales55. No obstante,
cuando haya razones de suma gravedad, un MEC podría ser de
suma gravedad, un MEC podría ser designado para cumplir con
esta piadosa misión56.

Ritual del Viático


136. Cuando se administre del Viático, tanto el sacerdote como
cualquier otro ministro deben utilizar el ritual correspondiente,
el cual presenta prácticamente la misma estructura de la
celebración de la palabra ordinaria, pero se le integran
obligatoriamente otros elementos, a saber:
− Después de la Palabra de Dios y de la reflexión, está la
profesión de fe por parte del enfermo57
− La Oración de los Fieles debe hacerse adaptada a las
circunstancias o utilizar el formulario especial que se
propone en algunos rituales.
− Debe darse el saludo de la paz al enfermo, así como a
los presentes
− Al administrar la comunión al enfermo se debe utilizar
la formula especial que viene en los mismos rituales:
Ministro El Cuerpo (o la Sangre) de Cristo
Responde Amén
Ministro Él mismo te guarde y te lleve a la vida eterna
Responde Amén58

55
Cfr. C.I.C., c. 911
56
El mismo canon 911 en el párrafo 2 lo establece. Cfr. Introducción al ritual de
la unción de los enfermos, Nº 29
57
Cfr. Introducción al ritual de la unión de los enfermos, Nº 28
58
Cfr. Ritual de la Sagrada Comunión y Culto a la Eucaristía fuera de la misa,
Coeditores Liturgicos, Barcelona, 1994 Nº. 76 p.47
61

137. El MEC debe tener muy claro que hay dos días en el año en
que los enfermos no reciben la comunión en casa. Se trata de
Viernes y Sábado Santos. Es posible, ciertamente, de llevar la
comunión a un enfermo en Viernes Santo, pero deberá ser muy
esporádica. El día Sábado Santo, día alitúrgico por excelencia,
los enfermos no podrán recibir la comunión, como no sea en
caso de Viático. De ser este el caso, el MEC se abstendrá de
llevar esa comunión y se limitará a indicar al sacerdote la
urgencia de que visite a un enfermo determinado y a
acompañarlo en este ministerio.

IV. Del culto eucarístico


138. Otra de las responsabilidades importantes del MEC, se
relaciona con el cuidado del culto a la Santísima Eucaristía,
tanto el privado como el público.

139. Ese cuidado para que el culto eucarístico se realice con la


máxima delicadeza, no debe nacer de la condición de MEC, al
contrario, uno de los factores para escoger un MEC debería ser
precisamente que en su vida espiritual el culto eucarístico sea
una verdadera prioridad devocional, más aún, que sea la fuente
de su vida interior, que sea manantial de su proceso de
conversión constante y creciente.

Celebraciones relacionadas con el culto eucarístico


140. En algunas ocasiones el MEC podrá ser delegado por el
sacerdote para que dirija en su lugar celebraciones del culto
externo ante el Santísimo Sacramento expuesto, como pueden
ser las horas santas, las vigilias, etc.
62

Exposición con el Santísimo


141. El MEC puede ser autorizado a hacer la exposición y la
reserva del Santísimo. Esta exposición puede ser en forma
simple, esto es, solamente abriendo la puerta del Sagrario, o
sacando el copón y colocándolo sobre el altar. También podría
ser en forma solemne, es decir, utilizando la custodia. En ambas
modalidades el MEC puede usar el incienso, así como cantos y
oraciones apropiadas.

142. En ningún caso un MEC, como tampoco ningún otro laico,


podrá impartir la bendición con el Santísimo Sacramento, ni,
aunque algún ministro ordenado pretendiera facultarlo para
ello. La prohibición de impartir la bendición con el Santísimo
Sacramento se extiende incluso al acólito instituido.

De la oración y del manejo solicito de las cosas


relacionadas con el Santísimo Sacramento
143. El sano habito de hacer oración ante el Sagrario debería ser,
por otra parte, connatural al MEC. Este gusto por la oración de
aquel que, por analogía con el acolito instituido, es el guardián
del Sacramento, debe llevarlo también a poner especial
atención en el cuidado del altar (estado y oportunidad de las
flores, limpieza de los manteles, apariencia de las velas), así
como en el aseo del presbiterio y en general de todo el espacio
sagrado. Esto agregado, además, un poco más arriba, en cuanto
a la cantidad de hostias que deben permanecer en el Sagrario y
a la calidad de pan que se consagre.

144. En estas líneas hacemos un llamado urgente al MEC para


que se convierta en el instructor de sus hermanos sobre el
respeto y la devoción que debe inspirarnos la Eucaristía. De
igual manera se le insta a velar por la belleza del sitio en que se
63

reserva el Pan consagrado, el decoro y seguridad del sagrario,


el cuidado con que se conserve su llave, así como el estar atento
de que, perennemente, haya una luz delante del Señor, la cual
sería mejor que no fuera eléctrica, sino alimentada por aceite o
al menos cera.59

V. Otras celebraciones con o sin administración de la


comunión

145. El MEC como cualquier otro fiel bautizado, podrá ser


enviado por el sacerdote también a realizar celebraciones,
sobre todo en los que se utilicen sacramentales, esto es,
“signos sagrados con los que, imitando de alguna
manera a los sacramentos, se expresan efectos,
sobre todo espirituales, obtenidos por intercesión
de la Iglesia”60
Destacan en este campo la imposición de la ceniza, la
celebración de la Semana Santa sin la presencia del
presbítero, procesiones y ciertas bendiciones 61.
146. Sobre este aspecto conviene decir que hay bendiciones que
pueden ser impartidas por los acólitos y por los lectores
instituidos. Esto es así cuando, por la propia institución, deben
desempeñar una peculiar función en la Iglesia y son autorizados
para ello por el Ordinario. Pero la posibilidad de bendecir no se
restringe a ellos. Todo laico, por la acción del bautismo en su

59
Cfr. Comunión y culto eucarístico, Nº 10 y 11
60
Cfr. S.C. 60
61
Cfr. Bendicional. Coeditores Litúrgicos. Madrid, 1986 P.20
64

vida62 está capacitado para bendecir ciertas cosas, sobre todo,


y en virtud de la función propia, por ejemplo, a sus propios
hijos, por el mismo hecho de ser padre o madre de familia.

147. De igual manera todo laico podrá sentirse autorizado para


realizar cierto tipo de bendiciones, sobre todo cuando la acción
se relacione con algún ministerio que deba ejercerse y, para
efectos de este documento, también podrá hacerlo el MEC,
siempre que esté en el cumplimiento de sus obligaciones. En
relación con esto, están llamados a bendecir todos los fieles
laicos que tengan un especial oficio y/o una especial
consagración. más concretamente los religiosos y los mismos
catequistas63.

DEL EJERCICIO DEL MINISTERIO

Presentación personal
148. Un MEC deberá vestir con modestia, pulcritud y cierta
formalidad, acorde con la dignidad del sacramento que
administra. No se piden lujos ni ropas especiales, pero si una
marcada dignidad y decoro. En general lo que es una manera
de vestir “que no desdiga de este ministerio”64.

Uso de perfumes
149. Cuando desempeñe su ministerio, el MEC nunca usará
perfumes, colonias u otros afeites, sobre todo en sus manos,
para no impregnar con estos olores la sagrada hostia. Esto,

62
Cr. L.G. 30 ss para definiciones del Vaticano II sobre los laicos
63
Para mayor orientación acerca de la posibilidad de que un laico bendiga
personas o cosas ver el Bendicional de Coeditores Litúrgicos, España, 1986
64
Cfr. Comunión y Culto Eucarístico, Nº 99
65

además de ser poco digno del oficio que lleva a cabo, podría ir
en detrimento de la salud de algún enfermo alérgico, sin dejar
de lado el desagrado que produce en el comulgante el sabor
que las esencias dejan en el blanco pan.

150. Cuando haya un ministro que suponga que tiene saturados


sus dedos con ciertos olores (tabaco, por ejemplo), se
abstendrá de usar otros olores que intenten disimular el
primero. Por el contrario, preferirá una buena higiene de agua
y jabón y hasta un abstenerse, al menos antes de ejercer el
ministerio, de ciertos hábitos que incluso atentan contra la
salud.

Actitud para llevar la Eucaristía


151. Ciertamente no es posible pedir hoy lo que se
acostumbraba pedir antes al MEC en relación con la manera
como debe conducirse cuando lleva la eucaristía por el camino.
No obstante, debemos hacer hincapié en la fuerte dosis de
respeto, recogimiento, prontitud y seriedad, con que el MEC
debe conducirse cuando esté en el ejercicio de su ministerio.

152. Las siguientes indicaciones generales conviene tenerlas


presentes en relación con el manejo de la Eucaristía.

Saludo al Señor Sacramentado. La genuflexión


153. Es tradición antigua de la Iglesia saludar la presencia real de
Cristo en la Eucaristía con un signo visible. Por siglos se
acostumbró doblar una rodilla (la derecha) cuando el Señor
estaba dentro del Sagrario, y las dos rodillas, inclinando la
cabeza, cuando estuviera expuesto (en forma simple o con la
custodia).
66

154. Ahora bien, si como sabemos el Señor está presente en la


Eucaristía, lo mismo dentro o fuera del Sagrario, por ello la
Iglesia recomienda hoy hacer siempre la genuflexión sencilla
(doblar la rodilla derecha hasta el suelo)65 como saludo al Señor
en cualquiera de los dos casos. La genuflexión debe hacerse
cada vez que se entre o se salga del templo o cuando se pase
frente al Sagrario o ante el Señor cuando esté expuesto en la
custodia. El MEC debe hacer genuflexión en los casos señalados
y siempre que se acerque al Sagrario. Sobre todo, hará
genuflexión cuando proceda a abrirlo para sacar la reserva o al
dejarla de vuelta, luego de la comunión. Además, hará
genuflexión al dejar y al ir a retirar la reserva de la mesa, en la
celebración de la misa.

La inclinación
155. El altar o mesa de la celebración eucarística simboliza a
Cristo. Por ello ante el altar debemos hacer siempre inclinación
profunda66, sobre todo en la misa y siempre y cuando el
Sagrario no esté en el altar, porque entonces correspondería
hacer genuflexión.

156. Por su parte, cuando se está en la celebración, la reverencia


se hará al altar, pero sobre todo al que actúa en la persona de
Cristo: el presbítero que preside la celebración. En la misa,
entonces, se mantiene la costumbre de inclinarnos
profundamente cuando pasamos ante el altar y el ministro. Esto
es así, claro está, mientras sea antes de la consagración o
después de la comunión. Si pasamos ante el altar entre la

65
Comunión y Culto Eucarístico fuera de la misa, 21 de junio de 1973.
Documentación Postconciliar – Enchiridion, 1011 p 301. Cfr. Ceremonial de los
Obispos, Nº 69.
66
Cfr. Ceremonial de los Obispos, Nº 72
67

consagración y la comunión lo que corresponde hacer es una


genuflexión.

157. Ya se ha dicho algo acerca de la manera como el MEC asistirá


al sacerdote en el altar. Conviene ahora señalar algo acerca de
la manera como retirara las hostias consagradas del templo
para ir a cumplir con su obligación.

Para recoger las hostias consagradas e ir a las visitas domiciliarias


158. El MEC deberá programar muy bien su horario de visita a los
enfermos y nunca antes, sino cuando se disponga a cumplir su
oficio, se dirigirá al templo para recoger allí las formas que
necesite en su recorrido.

159. Lo normal será, ya que el ministerio que realiza depende


directamente de la celebración eucarística, que, al terminar la
distribución de la comunión a los fieles, y antes de la oración
final y despedida, el MEC reciba de las manos del mismo
presbítero celebrante o del diacono, las hostias consagradas
para los enfermos. En caso de que no pueda hacerlo así, se
acercará al sagrario en el momento oportuno y sacara él mismo
las sagradas formas.

160. En todo caso, el MEC nunca recogerá las hostias


consagradas y, porque le queda de camino, aprovechar para
realizar un asunto ajeno al estricto de la misión que se le ha
encomendado. Ni siquiera si el asunto es de suma importancia
y sea de naturaleza claramente eclesiástico. Lo suyo en ese
momento debe circunscribirse a llevar la comunión a quienes le
esperan.
68

Del relicario
161. El MEC usará siempre un relicario para colocar en él las
hostias consagradas. Podrá ser de metal, de madera o de otro
material noble, siempre que sea digno, que no sea absorbente
ni tenga olores fuertes. Lo llevará preferiblemente colgado a su
cuello; sobre el pecho.

162. El MEC deberá ser muy responsable en cuanto al manejo de


su relicario, sobre todo en lo que se refiere a las partículas o
pequeños restos de hostia consagrada que puedan acumularse
en su fondo. Al terminar su ministerio deberá hacer la
purificación del relicario poniendo esos residuos en agua o,
eventualmente, consumiéndolos reverentemente. No
permitirá que se les acumulen partículas en su relicario por
cuanto esos pequeños residuos son presencia de Jesucristo y,
por ello, no deben llevarse irresponsablemente por allí.

Del corporal y el purificador


163. El MEC deberá llevar consigo un corporal (pequeño
cuadrado de tela que sirve, tanto para envolver el relicario
como para que, extendiendo sobre la mesa en casa del
enfermo, sirva de pequeño mantel. Procurará, además, tener
siempre consigo su propio purificador.

Donde llevar el relicario


164. El MEC nunca llevará el relicario en las bolsas de su vestido,
del pantalón, del saco, de la blusa o camisa. El relicario debe
llevarse en una bolsa especial que el MEC llevará
preferiblemente al cuello, junto a su corazón, o eventualmente
en su mano. En ninguna circunstancia lo llevará en la bolsa de
la cartera, ni en la valija porta documentos.
69

De camino para ir a llevar la comunión. Actitudes.


165. El MEC mantendrá un trato amable con aquellos a quienes
encuentre de camino, pero evitará a toda costa quedarse
conversando, o entretenerse en cosas que sean distintas a la
misión que tiene en ese momento. Si alguien lo detiene por el
camino, el MEC debería tener naturalidad de indicarle porque
no puede atenderlo en el momento, que lleva el Santísimo a un
enfermo, y concertar una reunión posterior.
Prohibiciones concretas
166. Existen algunos aspectos que el MEC debe cuida
sobremanera. Entre estas citamos puntualmente:
a. Un MEC nunca llevará hostias consagradas a su casa67 o
a ningún otro sitio que no sea la casa de un enfermo o
anciano o una capilla. Esto hace que se tenga mucho
cuidado con la existencia de partículas en su relicario
b. Nunca deberá sacar hostias consagradas de su territorio
parroquial. En caso de que haya pedido autorización
para ejercer el ministerio en otra parroquia, deberá ir al
templo de esa parroquia y tomar las hostias de allí.
c. Si viaja en vehículo motorizado nunca colocará las
hostias consagradas en una gaveta o lugar que no sea el
antes dicho. Procurará no viajar en autobús, pero si lo
hace, no hará nunca ostentación del ministerio que
ejerce.

67
Cfr. C.I.C., c. 935
70

CAPITULO IV
ORGANIZACIÓN PARROQUIAL

Organización de los Ministros Extraordinarios de la Comunión


167. La parroquia o capellanía deberá organizar muy
cuidadosamente el oficio y servicio que los MECs deban ejercer
en las celebraciones litúrgicas de la comunidad para la cual fue
designado.

Expediente
168. De cada MEC se llevará un expediente en el cual estarán
debidamente custodiadas las constancias de vida sacramental,
así como los datos del ministro en cuestión: dirección, datos
personales, número de teléfono suyo o de un vecino, etc. En la
carpeta se guardará copia del documento de designación
firmado por el Obispo o su Vicario, así como por el párroco. Se
llevará estricto registro de fechas de inicio y renovación de su
servicio.

Identificación
169. El MEC portará una identificación, que será la misma para
toda la Provincia Eclesiástica de Costa Rica. En el documento
constará su nombre, fotografía, número de cédula de
identidad, así como el territorio para el cual fue designado
ministro. Deberá indicar claramente el periodo para el cual se
designa, así como su caducidad. Estará debidamente firmada
por el Ordinario o por quien él señale. Estará sellada y
debidamente plastificada.
71

Evaluaciones
170. Año con año, la labor del MEC deberá ser evaluada. Para ello
se contará con la opinión debidamente discernida, tanto de los
enfermos o ancianos que visita el MEC, como de otras personas
que tengan contacto con él y que podrían calificar, tanto el
ejercicio de su ministerio, como su comportamiento en general.
De estas evaluaciones dependerá, en buena parte, la
permanencia del fiel en el servicio, la posible renovación
consecutiva del ministerio, así como las renovaciones alternas
del mismo.

Coordinador
171. En la organización parroquial se designará un coordinador,
el cual será elegido por el sacerdote responsable de una terna
que se presenten los ministros reunidos en asamblea. Los
deberes de este coordinador, además de los propios de tal
función, serán señalados por el párroco.

Formación permanente
172. El MEC deberá saber pedir a los responsables que se le
mantenga en permanente formación y refrescamiento
doctrinal. Para ello deberá estar anuente a participar en
reuniones para este fin, por lo menos una vez al mes, aunque lo
ideal es que las reuniones sean más frecuentes, no solo por el
factor formación sino, sobre todo, para lograr establecer la
solidaridad comunitaria y el crecimiento del amor entre los MEC
entre sí.

Supervisión del servicio


173. El párroco y el coordinador designarán, de entre los mismos
ministros, con la participación de otros laicos, un grupo de
supervisión que vele por el trabajo de los MECs, sus cualidades
72

humanas y religiosas, su capacidad de trabajo y entrega, su


espiritualidad, su espíritu de servicio y capacidad de obediencia.

174. Además, se establecerá un equipo de coordinación de la


labor con los enfermos y ancianos que se visitan de manera que
el servicio sea eficiente y, sobre todo, que no tenga exceso ni
en la demanda ni en la oferta

Ficha del enfermo


175. La parroquia deberá tener un registro de cada enfermo o
anciano. El MEC deberá indicar en el documento la fecha en que
inició su servicio, la dirección exacta del enfermo, el número de
teléfono si tiene. Indicará, además, los nombres de los
responsables, el horario de visita, la cual deberá tener
regularidad y puntualidad, el control de fechas en que el
enfermo se confesó y/o fue ungido, si recibió el viático, etc. Este
registro debe ser doble, uno en casa del MEC y otro ante la
parroquia (depositados en la Casa Cural o ante el coordinados
de los ministros).

Número de ministros en una parroquia


176. La parroquia designará el número de ministros que
considere conveniente. No obstante, el número de ministros no
debe ser excesivo. El promedio de ministros debiera estar en
relación directamente proporcional con el número de enfermos
y ancianos que se visiten en la parroquia. Un ministro por cada
cinco enfermos podría ser una proporción adecuada. Eso no
significa que, en el caso de que se trate de una comunidad con
pocos enfermos, pero muchas celebraciones dominicales, el
número de MEC se fije a partir de otros parámetros.
73

Máximo de visitar que deben realizar un MEC


177. En razón de las actividades propias de su vida personal y
familiar de los laicos comprometidos en este ministerio, así
como de la seriedad del servicio que presta, un MEC no debería
tener que visitar menos de cinco, ni más de diez enfermos
durante una misma semana.
Puntualidad
178. El MEC será muy puntual en sus citas, tanto en el día como
en la hora acordados. Estará, como se ha dicho, dispuesto a
escuchar pacientemente. Por ello no deberá programar
horarios demasiado ajustados que lo obliguen a hacer visitas
demasiado breves y no dejar al anciano o al enfermo con deseos
de comunicarse.

En la misa, ¿cuántos ministros?


179. En la celebración eucarística deberán participar tantos
ministros como sean necesarios. Conviene que en las ocasiones
en que haya mucha asistencia de fieles, se multipliquen los MEC
a fin de no alargar la celebración sin causa justa.
74

Los comentarios al presente reglamento, aprobado “AD


experimentum” por la Conferencia Episcopal de Costa Rica,
deberán enviarse a la
Comisión Nacional de Liturgia
Secretariado de la Conferencia Episcopal,
Calle 22, detrás de la Iglesia de Calle 20, San José

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