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FRANZ KAFKA O EL PROBLEMA DE LA VULNERABILIDAD

Breve biografía:
Nació en Praga, el 3 de julio de 1883. Fue escritor. Su obra es considerada una de
las más influyentes de la literatura universal en el último siglo. Fue autor de tres
novelas —El proceso, El castillo y América—, una novela corta —La metamorfosis—
y un cierto número de parábolas y relatos breves. Además, dejó una abundante
correspondencia y escritos autobiográficos, la mayor parte publicados
póstumamente. De este material, y de las indagaciones realizadas por sus
biógrafos, ha resultado la imagen de una persona profundamente sensible y
físicamente débil.

Los seres humanos cuando se vuelven


El escritor checo, Franz Kafka —considerado por muchos como el más alto
exponente de la literatura del siglo XX junto con James Joyce— jamás escribe un
libro que esté destinado particularmente a la filosofía o a la antropología filosófica.
Sin embargo, durante toda su obra se dedica a reflexionar —desde el campo
artístico— sobre la existencia y el absurdo que vive el ser humano en los tiempos
contemporáneos. Por ejemplo, en su novela El Proceso se narra la historia de Josef
K quien, desde el principio, es acusado de cometer una «falta» y, durante las
doscientas páginas que dura la novela, el protagonista no conoce qué ha hecho. Al
final, Josef K termina siendo juzgado sin conocer exactamente cuál ha sido su
desliz. Kafka está construyendo una alegoría del «mundo» que le tocó vivir. Su
sensibilidad es tan especial que le permitió descubrir aquel conflicto con el cual
nos enfrentamos todos los seres humanos —allí su grandeza también—. En su otra
novela famosa, Franz Kafka narra la historia de Grerorio Samsa quien, de repente y
sin razón aparente —¿el absurdo?— amanece un día convertido en cucaracha. Su
familia se espanta. El protagonista decide, entonces, frente a su propia fealdad,
aislarse para no continuar causando dolor en las personas que ama. Nuevamente
alegoría.

Tanto en la novela El Proceso como en su novela corta La Metamorfosis el escritor


está planteando su propia lucha existencial: por un lado, las exigencias sociales —
tanto de las autoridades de El proceso como de la familia de La Metamorfosis—; y,
por otro, las necesidades propias de Josef K y de Gregorio Samsa. Lógicamente,
esta disputa entre exigencias sociales y necesidades de los protagonistas es una
lucha en desiguales condiciones: por ello, siempre termina ganando la sociedad.
Allí nace el verdadero sentimiento de fragilidad al que nos vemos expuestos todos
los seres humanos cuando descubrimos que nuestras propias necesidades no
siempre corresponden con lo que la sociedad —o sería mejor decir los «otros»
requieren de «nosotros»—.

Por otro lado, Franz Kafka —principalmente en su novela La Metamorfosis—


reflexiona sobre cómo los seres humanos vivimos escondiéndonos detrás de
«máscaras» porque tenemos el temor de que si los otros llegan a conocer nuestros
verdaderos Yo, quizá no les gustemos. Gregorio Samsa convirtiéndose en
cucaracha es una alegoría de ese «quitarme la máscara» y mirar qué sucede en los
otros. Lamentablemente, su propia familia se siente completamente «asqueada» de
él y decide alejarse. Es que acaso, ¿nunca nos hemos sentido bichos o cucarachas
cuando alguna vez dejamos que nuestro Yo se presente a los demás?
Entonces, Franz Kafka —que posee muchos más aciertos de los señalados hasta
aquí— nos enseña principalmente tres cosas. Primero, que existe una disputa
entre las exigencias sociales y las necesidades de cada ser humano —y que dicha
disputa puede ser tan dolorosa que termine «destruyendo» a la persona si es que
esta no hace algo por eliminar aquella tensión—, disputa de la cual nace la
vulnerabilidad propia del ser humano. Segundo, que los seres humanos podemos
mirar nuestro propio Yo más allá de las máscaras —los bichos que tenemos
dentro— y, aunque no les guste a los «otros» somos también «eso» en parte; es
decir, nos invita a «quitarnos las máscaras» y a ser «nosotros» mismos. Y tercero,
que la existencia misma es absurda1 en la medida en que varios acontecimientos
no tienen una explicación y, sin embargo, aquel absurdo puede ser provisto de
sentido.

Lo interesante es que el propio Kafka, mira su existencia en términos de


vulnerabilidad. Me parece particularmente relevante su texto Carta al padre en
donde no teme describirse a sí mismo como un ser humano que sufre porque la

1 Llegado este punto deseo comentarles que el Pato siempre coloca el ejemplo de pacientes suyos
que han sido víctimas de la dictadura. ¿Cómo le dices a una persona que ha sido maltratada, vejada,
violada, sacudida y casi asesinada, que aquello le ocurre a todos? No existe una explicación de por
qué a esa persona le tocó vivir eso y no otra cosa. Allí el absurdo existencial.
influencia de su padre —una metáfora de la ley y la moral, es decir, nuevamente el
conflicto entre las necesidades del organismo y lo que la sociedad o el ambiente
reclama de él— no le permite dedicarse al arte, que es lo único que le interesa
realmente. Kafka escribe:
Con ello el mundo se dividió para mi en tres partes: en una, donde yo, el esclavo,
vivía bajo leyes que solo estaban hechas para mí y a las que, no sabía por qué,
nunca pude corresponder completamente; luego, en un segundo mundo, que
estaba infinitamente alejado de mí, en el que tú vivías ocupado con el gobierno, con
dar las órdenes y con el enfado por su incumplimiento, y finalmente, en un tercer
mundo, donde vivían felices las personas, libres de órdenes y obediencia (Kafka,
2005: p. 60).
Es que acaso, ¿se necesita algo más para reconocer la fragilidad del ser humano?

Relación con el Desarrollo Personal:


Estos tres aportes son particularmente significativos para el Desarrollo Humano
en la medida en que permiten que los participantes de un taller, por ejemplo,
reconozcan su propia existencia —¿su propia cucaracha?— más allá de las
máscaras a las que habitualmente están acostumbrados a llevar. También se
relaciona con la psicoterapia grupal porque permite que los participantes
reconozcan sus propias existencias y el absurdo que vive en ellas siéndoles posible
otorgarles sentido si es que así lo quisieran. Y, por último, Kafka se relaciona con el
Desarrollo Humano porque la evidencia de las exigencias sociales —por un lado—
y las necesidades personales o organísmicas —por otro— creando una tensión tan
fuerte en el sujeto que podría descomponerlo es uno de los principios de la Terapia
Gestalt —que los aprenderás más tarde— que constituye el alma de nuestra
escuela. Por el momento, lo importante es reconocer que no siempre las personas
poseen necesidades que sean acordes con lo que los varios «otros» exigen de ellas.

Bibliografía:
— Kafka, Franz (2005). Carta al padre. Madrid: Editorial “EDIMAT”.
— Kafka, Franz (1999). El proceso. Quito: Editorial “Libresa”.
— Kafka, Franz (1998). La Metamosfosis. Quito: Editorial “Libresa”.

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