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Elisa Román Fernández

Fundamentos de la Estética – Dra. Rosa María Droguett Abarca

24 de abril de 2022
El tema del siguiente dossier es el viaje como concepto, las distintas formas que tengo de verlo yo, Elisa, ya sea un viaje de
sensaciones a través de mi cuerpo como también el acto literal de transportarse física y mentalmente a otro lugar.

Un concepto simple pero que a la vez cada persona puede darle un significado diferente dependiendo por su personalidad, su
manera de pensar o del momento por el que están atravesando sus vidas.

Cuando tenemos un primer pensamiento acerca del concepto “viaje”, a la mayoría de las personas se le viene un recuerdo
bonito, excitante. El de transportarse a otro lugar, ya sea al extranjero o a un lugar desconocido dentro de su mismo país a
través de un medio de transporte. Dentro de la definición de esta, trae consigo inevitablemente sensaciones y recuerdos; sin
embargo, con el tiempo me fui dando cuenta que no siempre los viajes traen sensaciones agradables; también existen viajes los
cuales le otorgan al ser humano experiencias las cuales quizás nunca repetirían; y es que dentro de todo, los viajes como
concepto son simplemente experiencias, que solamente por el hecho de existir y ocurrir, le entregan al ser un humano
“consecuencias” una vez que se da por finalizado ese viaje en específico. Llamemos de estas consecuencias enseñanzas y
aprendizajes, del cual la persona no regresa igual que al comienzo del viaje.

La vida en sí podríamos llamarla un viaje interminable, lleno de experiencias buenas y no tan buenas, de altos y bajos y de
personas que van subiéndose en el medio de transporte en el que vas viajando y de otras que en la mitad del camino se bajan
porque es hora de que emprendas tu viaje por tu cuenta, sin ellos; cada una de estas personas te entregan algo, quizás un
pedazo de ellas, siendo este aprendizaje que necesitabas en ese momento.

En honor a lo que comprende un trabajo formal como lo es un dossier, quise hablar sobre viaje dentro de mi experiencia y lo
que ha significado para mí en distintos ámbitos y tiempos de mi vida, donde ha sido tanto como experiencias gratificantes
como también experiencias más personales y profundas. Ha habido, como ha todo el mundo, viajes que he querido que se
terminen pronto, pero que, sin embargo, han cambiado mi vida a lo que soy ahora, por lo tanto, los agradezco.
CÁPSULA 1: Percepción y Experiencia Estética; Tiempo y Espacio Estéticos

Ir de mi casa al mi campus de la universidad, Lo Contador, me resulta fácil y un trayecto que realizo poco tiempo, ya que vivo
cerca de este. Debido a la pandemia, se me había olvidado un poco la rutina que tenía para ir a clases; aparte de que dejé de
vivir en Santiago y me fui a vivir a mi pueblo natal, que es Rancagua; experimenté recuerdos y pensamientos que quizás nunca
hubiera tenido si no hubiera ocurrido una pandemia. Esta situación en particular, la de mi viaje diario, por muy cotidiana que
sea, nunca pensé que la extrañaría.

Por más que trate de salir temprano a tomar la micro, nunca me resulta y siempre ando justa de tiempo. Sin embargo, aprendí
a lo largo de los años que no dejo que el tiempo sea problema y me genere ansiedad y decido por disfrutar y esperar la micro
cuando tenga que pasar.

Mi viaje parte una vez que salgo de mi casa y tengo que caminar sus tres cuadras para llegar al paradero. Ese recorrido cuando
es verano hace tanto calor al punto de llegar sudada al paradero siendo que son unas pocas cuadras, y en invierno, lo
contrario. No sufro tanto cuando es invierno, y eso que me considero persona veranista, pero extrañamente me gusta sentir el
frío en mi cara, de igual manera se siente dura esa pequeña caminata, más aún cuando no estaba preparada para el frío y salgo
desabrigada.

Al llegar al paradero me encuentro con una situación que no frecuenta mucho, que es que no soy la única esperando la micro
y no sé porque esa sensación me produce alegría. Pensar que hay más gente que opta por tomar la misma micro que yo, MI
micro me produce satisfacción. Me subo a la micro, siempre con los audífonos puestos, saludo al chofer y trato de dar una
mirada rápida general a toda la micro para saber en qué lugar hallarme. Si tengo suerte, encuentro asientos vacíos y lo cual
aprovecho y me siento, si no voy de pie, pero siempre mirando el paisaje y a la gente.

Me encanta, estando parada o sentada, contemplar la situación actual de la micro. Observar a las personas que viajan en ella y
tratar de descifrar hacia donde van y porqué motivo toman la micro.1 Me gusta la idea del movimiento, del viaje, sobre todo en
micro, ya que, en comparación con el metro, es esta puedes ir observando el paisaje por muy rápido que vaya esta. En este
caso el camino me lo sé de memoria, por todas las veces que lo he hecho, sin embargo, no deja de ser agradable cuando tengo
la posibilidad de sentarme al lado de la ventana e ir observando. El viaje en micro para mí es momento de tranquilidad, ya que

1
El hecho de subirse a la micro y hacer un recorrido de observación de rostros, aunque sean con mascarillas para mí es digno d e una experiencia estética, el hacer
contacto visual con la persona y que esta me transmita alguna pequeña sensación, por más mínima que sea, me provoca sensaciones agradables como
desagradables. El simple hecho mirar con actitud desinteresada (Droguett, Rosa, 47) a los ojos me permite tener una experiencia estética ya que “la atención debe
centrarse sobre las características percibidas, no sobre las características físicas que hacen posible lo percibido” por lo que no es en sí los rasgos de la persona lo q ue
me hace tener la experiencia, sino que lo que percibo de la postura y mirada de ella. (Beardsley, M, Hospers, J, pag 105)
no pienso en los posibles asuntos a resolver, ya sea por la universidad o por otra inquietud que me surja en mi cabeza. Este es
mi momento de calma, en el que puedo aprovechar el presente, el ahora que es específicamente mi viaje en micro. Siempre
me pasa que al llegar a la parada final donde tengo que bajarme, me da un poco de pena, voy tan absorta en mis pensamientos
y en el paisaje que no me doy cuenta la hora de mi parada,2 de hecho, desearía que ese viaje en micro sea un poco más largo
para así tener más momento de reflexión y de calma arriba de esta. Nunca me cansaré de recorrer mi ciudad, menos mi barrio
que es Providencia, ya sea el mismo camino una y otra vez y sea en micro o a pie, cada vez tengo algo nuevo a lo que mirar3 y
observar que antes no me había dado cuenta. Contemplar a las personas y observar las diferencias que hay entre cada
individuo y otro, es uno de los panoramas que más me gusta hacer, sobre todo sola, para así poder reflexionar sin apuro. 4

2
El estar absortos dentro de una experiencia estética te permite, algunas veces, desconectar la mente del tiempo "El tiempo interior es, en suma, la vivencia
personal del tiempo, que posee enorme plasticidad: hay minutos que no terminan nunca, hay horas que trascurren sin darnos cuenta" (Ivelic, R, 77), por esto mismo
es que llamo el viaje de la micro mi momento, más que de contemplación, de desconexión. Te permite ver más allá del momento presente, el cual sigues admirando,
pero desde otra perspectiva, saliéndose del yo, del ego que comúnmente tenemos en nuestra consciencia continuamente diciéndonos el cómo actuar y qué pensar
respecto a nuestros problemas del día a día.
3
La experiencia estética, dentro de lo que nos han enseñado en el curso y lo que entiendo yo por conocimiento estético, va estrechamente relacionado con el acto
de observar, con nuestro sentido de la visión. A lo largo de toda mi vida, este sentido lo he desarrollado muchísimo, desde que soy pequeña, por esto mismo es que
estudié la carrera de diseño en la cual la visión forma parte esencial de mi trabajo y se requiere de atención para esto mismo, lo que conlleva estar aún más
susceptible a tener experiencias de esta índole en las cosas cotidianas que uno frecuenta.
4
"Decimos de una experiencia de pensamiento que sacamos una conclusión o llegamos a ella. (...). En efecto, en una experiencia de pensamiento, las premisas
surgen sólo cuando se hace manifiesta una conclusión. (...) Por lo tanto, una experiencia de pensamiento tiene su propia cualidad estética." (Dewey, J, 44) Me di
cuenta de que, al leer esta cita, todo experiencia que sea meditada posteriormente a cómo me hizo sentir en el momento y reconocer estos sentimientos, puede
llamarse experiencia estética. El hacer un análisis y sacar una pequeña conclusión cuando hechos ocurren y se impliquen mis sentidos, puedo llamarlo
personalmente una experiencia estética propia
CÁPSULA 2: Homo aestheticus: humanidad con vocación estética

Era nuestro tercer día en el Valle de Cochamó y nuestro último día para poder hacer uno de los dos trekking disponibles. El
día anterior habíamos hecho La Paloma, la cual quedamos bastante exhaustos y traumados, ya que nos cansamos muchísimo
más de lo que esperábamos y nuestras piernas no querían más.5 Por lo mismo, en nuestro grupo de seis amigos, ninguno había
averiguado mucho sobre lo que podíamos hacer en el valle, las actividades y los trekking que podíamos realizar, por lo que,
con Catalina, mi mejor amiga, decidimos tomar el mando de la situación y nosotras planear el ultimo trekking que sería el
Anfiteatro, el cual nos habían comentado que no era tan pesado como lo era Cerro La Trinidad, la otra alternativa que nos
quedaba. Ya decidido eso, y habiéndoles dicho a nuestro grupo de amigos que haríamos Anfiteatro y no Trinidad para que
quedaran tranquilos y no alegaran antes de tiempo, estábamos tomando desayuno fuera de las carpas antes de prepararnos
para nuestro último trekking, donde repentinamente se nos acerca un tipo el cual estaba con su carpa alojando muy cerca de
nosotros por lo que alcanzaba a escuchar de nuestras conversaciones. Él nos dice que había estado escuchando nuestra
discusión sobre el plan para ese día y que nos recomendaba mucho subir Cerro Trinidad por sobre Anfiteatro; que no nos
íbamos a arrepentir y que no podíamos venir y subir al valle de Cochamó y no subir Trinidad y ver la laguna que tenía. Además,
según él no era tanta la diferencia de dificultad entre cerros y que valía totalmente la pena el tiempo de subida. Dicho esto,
nos miramos y nos convencimos entre todos de realizar Trinidad, un poco asustados pero con fe de que nos esperaba una
vista maravillosa allá arriba.6

Cerro Trinidad eran dos “trayectos”, estaba la primera parte, la cual te demorabas una hora aproximadamente subiendo si mal
no recuerdo, donde llegabas de frente a una parte del cerro, donde en realidad más que un cerro como uno siempre se lo
imagina, era una roca enorme imponente la cual te la topabas frente tuyo y que tenías que escalar necesariamente para seguir
el recorrido. La verdad estábamos sorprendidos y podría decir que orgullosos de lo rápido que habíamos llegado a esa primera
parte en comparación al día anterior, el cual sentimos que nos demoramos mucho más de lo que se demora la gente
comúnmente. Por lo mismo, seguíamos entusiasmados de que no nos habíamos cansado tanto y seguimos el recorrido para
llegar a la segunda parte que nos había contado el sujeto, donde suponía había una laguna arriba en lo alto del cerro.

5
El ser humano y prácticamente toda su vida ha sido un conjunto de conocimientos y de vinculaciones de conceptos entre sí. Bajo ese mandato es que creamos
nuestra conciencia y somos lo que hoy en día resulta, seres humanos vulnerables y sintientes. Estos vínculos van más allá de lo que podramos imaginar, como son la
familia, sino que llega a un nivel de ser generacional, social y cultural. Como lo dice Sepúlveda: "esta estructura relacional no se circunscribe a la realidad del universo
natural, sino que es detectable en la variada gama de las realizaciones culturales" (Sepulveda, F,17)
6
Entendemos vocación estética cuando "el hombre es visto como un ser que desde le principio ha venido ejerciéndose como sujeto estético, (...) recuperando
vitalidad e impulso para llevar adelante el proyecto humano de hacerse humano". (Arias, G, 35) El tener vocación o pasar por experiencias de implicancia estética le
entrega al ser humano las ganas de vivir, y de repetir de estas experiencias y seguir sintiendo. De darle y seguir dándole ármonía y sentido a la vida e ir más allá,
trascender mediante la restitución de que si alguna vez el orden de nuestros pensamientos se había perdido. Me hace pensar que la experiencia del homo
aestheticus como del haijin son cables a tierra, donde nos conectamos con lo más profundo de nuestro ser pero también con nuestro alrededor.
No recuerdo cuánto nos demoramos camino hacia la laguna, sin embargo, solo recuerdo que se me hizo eterno. Tuvimos que
subirnos sobre árboles caídos, escalar rocas en “cuatro patas” dejando los bastones de trekking colgando, lo que lo hacía
bastante peligroso y cansador, por lo que no disfrute tanto del paisaje en sí, sino que solo tengo el recuerdo de estar rodeada
de árboles.

Uno cuando hace trekking, siempre se motiva con la “recompensa”, en este caso eran las hermosas vistas de una supuesta
laguna que nos habían dicho. Entonces cuando uno siente que el paisaje va cambiando a lo largo del camino, es cuando te da
esa sensación de entusiasmo que uno piensa que se está acercando tu destino final.7 Dentro de los cambios de paisaje que
daban esa sensación, tengo el recuerdo de ver un bosque de árboles distintos a los que veíamos comúnmente. Este era un
bosque de coihues (que supimos después el tipo de árbol) el cual tenía un tronco de color claro, casi blanco, lo que lo hacía ser
un bosque para mí, único. Nunca habíamos estado en un bosque parecido, que en lo personal te daba la sensación de estar en
un cuento de lo hermoso que era el contraste del color blanco con las hojas verdes. Pasado este bosque el panorama empezó a
cambiar. Llegamos a lo que yo describo como una especie de pantano, ya que el bosque se había terminado, sin embargo, la
vegetación que había era de baja estatura donde entremedio habían posas de agua. En el momento, estábamos preocupados
de pasar por las posas a través de troncos y de atravesar el pantano para llegar a la laguna la cual ni a lo lejos veíamos. Al
cruzar este trayecto y casi quedar embarrados, llegamos a otras rocas grandes donde justo había un riachuelo para poder
tomar agua, así que, nos detuvimos ahí. Estábamos tan cansados y un poco decepcionados de que no encontrábamos la laguna
y pensamos que se referían a laguna al pantano que recién habíamos cruzado.

Sentados tomando agua, sale una pareja que venía de lo más alto de las rocas, devuelta del trayecto. Se dan cuenta de que nos
estábamos instalando para poder tomar un descanso y tomar agua por los que nos dice que aprovechemos y que la laguna
finalmente estaba detrás de ellos por donde habían venido, es decir que habíamos llegado, por lo mismo que nos paráramos y
nos detengamos a descansar en ese lugar. Emocionados, nos levantamos a cruzar la roca enorme que nos impedía ver para el
otro lado y cuando lo logramos, pudimos observar nuestro destino final, la laguna de cerro Trinidad. El espacio como una
cuenca amplia y desde lo alto podíamos ver toda la laguna que no era de tamaño muy grande, sin embargo, al estar rodeada de
cerros de roca era imponente. Sin hablar, maravillados por lo que todos estábamos viendo,8 descendimos a donde estaba toda
la gente, una especie de playa a cuestas de la laguna y tiramos nuestras cosas al suelo y nos recostamos a observar. El estar
recostada mirando el panorama me traía una paz inexplicable, a pesar de estar con gente que conversaba y hacía ruido, los
cerros tenían una forma tan naturalmente bella e majestuosa, con colores que hacían contrastes con el juego de luces con el
sol que nunca antes había visto algo parecido en mi vida.9 El porte de estos y la laguna aledaña hacía que una especie
panorama completo en el que te sentías parte de un todo. A pesar de nunca haber visto paisajes parecidos a este tipo de
objetos naturales, me sentía como si siempre hubiera sido parte de este, lo que me otorgaba muchísima tranquilidad el estar
recostada observándolo, al punto de que nos quedamos casi todos dormidos debajo de semejante paisaje.

7
Entiendo la estética por el hecho de que existe o que nombren al hombre inicialmente como un homo aestheticus. Desde pequeños que somos pertenecientes a
una humanidad estética sin darnos cuenta, al fin y al cabo, el tener experiencias estéticas nos ha permitido evolucionar y sobrevivir bajo una sociedad no
necesariamente estética en sí. El tener experiencias estéticas nos permite conectarnos con la virtual belleza del mundo y por ende, con nosotros mismos, el saber
que habitamos, estamos bajo el encuentro de un cielo, de la tierra, los dioses y los mortales (Sepulveda, F, 11)
8
La actitud de Haijin es la del homo aestheticus, ya que ambos aportan desde la vivencia de la experiencia estética, desde un viaje interior que les permite ser frágil
y vulnerable y es como así son testigos sensibles del mundo que los rodea.
9
El paradigma le da lugar a la imaginación y a la incertidumbre, desde pequeños nos enseñan a "echar a volar" nuestra imaginación, a crear y experimentar, lo que a
lo largo de los años eso se va perdiendo. Pero como miembro de una humanidad estética, el crear a partir de lo imaginario hace de alguna manera transparentar o
plasmar mi sentir, permitiendo así dejar entrar la emoción y hacerla consciente.
Al momento de irnos y con lo difícil que fue llegar, tenía la sensación de pena por irme. No quería salir de ese lugar que por
poco tiempo me sentí parte. Fue una sensación tan nueva y al mismo tiempo, tan agradable el estar así de conectada con la
naturaleza, por lo que desde ahora quiero hacer siempre paseos donde haya mucha de esta y sea el panorama principal. 10

10
Según Sepúlveda "la ecologia, ética y estética concurren a evidenciar la posibilidad, la necesidad y la urgencia de ir al encuentro de nosotros y de lo otro con un
actitud nueva o renovada, a lo mejor restauradora" (Sepulveda, F, 11) y en mi experiencia están presentes estos tres conceptos, ya que parte importante de esta es
la ecología, sin ella mi experiencia no podía haber sido "vivida", pero me hace pensar que además gracias a ella, gran parte de mi volvió a su ser, volví a conectar
conmigo misma gracias a ella, como lo hace el haijin en su experencia contemplativa.
Desde pequeña siempre tuve la visión de que ser una persona altamente sensible era un adjetivo negativo, además de estar
estrechamente relacionado con ser mujer y “llorar por todo”, no me consideraba una persona sensible ya que sentía que las
cosas no me afectaban tanto como al resto de las personas o porque no lloraba tan seguido. Con el pasar de los años, habiendo
crecido y habiendo pasado por distintas situaciones que implicaran que mis emociones se desbordaran, no entendía que me
pasaba, mi cuerpo no podía controlarlo. Todo se debía al control que era lo que me producía mayor preocupación y angustia
dentro de mi cabeza.

En el camino, me encontré con una persona que se hizo muy cercana a mí en muy poco tiempo. Era tanto el nivel de cercanía
que no me di cuenta de lo vulnerable que llegué a ser con ella. Esto mismo me enseñó muchísimas cosas, respecto a mí, a mi
visión del mundo y la forma de relacionarme con la gente de mi alrededor; aprendí a conocerme un poquito más, pero lo que
principalmente aprendí es que son una persona susceptible al sentir. Soy una persona altamente sensible y me encanta serlo,
tiene su lado bueno como su lado malo como todo, pero prefiero ser así a que no sentir en lo absoluto.

No se cual fue el momento exacto en el que me di cuenta, de hecho, yo creo que fue un proceso, fue gracias a pequeños
cambios y abrir de ojos a través del tiempo que me ayudó a darme cuenta. Esto me ayudó a sacarle provecho, a mirar las cosas
con otros ojos, de mirar a los ojos las personas con otra mirada.

Desgraciadamente esta persona ya no forma parte de mi vida, sin embargo, creo que ya cumplió su deber en la mía y fue
ayudar a conocerme y a conectar con lo más profundo de mi ser. Ahora en adelante me describo como una persona sensible y
lo hago con mucho orgullo, porque no hay nada más hermoso que el sentir, aprender que la emoción por más negativa que
sea, es señal de que estamos vivos.
Bibliografía

• Maillard, Chantal. El mundo como objeto estético. Málaga, 2001.


• Beardsley Monroe C. Hospers John. Estética, Historia y Fundamentos. 1978.
• Dewey, John. El arte como experiencia. Barcelona 2008.
• Droguett Abarca, Rosa. Fundamentos Estéticos para la Educación. Santiago, 2009.
• Ivelic, Radoslav: Fundamentos para la Comprensión de las Artes, Santiago 1997.
• Arias, Genaro. Homo Aestheticus. Santiago, 2001
• Sepúlveda, Fidel. Materiales para una estética del entorno. Santiago, 1982
• Sepúlveda, Fidel. Notas para una Estética del Folklore. Santiago, 1983
• Sepúlveda, Fidel. Ética, Estética, Ecología. Santiago, 1992

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