EL SurCO EDICIÓN N° 1 ARGENTINA c AÑO 119

En pie de guerra
contra las malas hierbas

m La brecha de los nutrientes m Producir con precisión

1 EL SURCO
2 EL SURCO
 EL SurCO
EDICIÓN N° 1 ARGENTINA c AÑO 119
4 - En pie de guerra contra las
malas hierbas - Protección de
cultivos.
10 - La brecha de los nutrientes
Fertilidad de suelos.
10
13 - A SACARLE EL JUGO A LA CAÑA.
13
20
ArtÍculo de portada
E
l manejo de las malezas
tolerantes y resistentes a
herbicidas es una de las
principales preocupa-
ciones de los productores argentinos
en la actualidad. Con la introducción
de cultivos resistentes a glifosato, el
4 uso de este producto de bajo costo
y amplio espectro se masificó. Pero,
como contrapartida, también crecie-
ron los problemas. En pie de guerra
contra las malas hierbas brinda un
panorama de la situación en nuestro
país y nos alista sobre las variables a
tener en cuenta para dar la batalla de-
finitiva contra estos enemigos verdes.
17 - PRODUCIR CON PRECISIÓN - A la
vanguardia en adopción de tecnología,
los productores argentinos recurren
a la agricultura de precisión con la
mira puesta en la sustentabilidad y la
eficiencia.
21 - AMENAZA BAJO TIERRA - Poco
conocidas y duras de combatir, las
enfermedades causadas por patógenos
de suelo desafían los cultivos de
Siembra Directa.
El SURCO
m Directora: María Roberta Sclosa
m Coordinación Editorial: María Gabriela Rambaldi
m Impreso en Argentina por Borsellino Impresos S.R.L.,
Ov. Lagos 3564,
CP 2000 Rosario, www.borsellino.com.ar
m Tiraje: 5.000 ejemplares
m Fecha de Impresión: Junio 2014
m Edición: Nº 1 - año 2014
“El Surco” es una marca registrada de propiedad de Deere
& Company; y el título de la edición para Latinoamérica de
la revista “The Furrow”, la revista agrícola más antigua y de
mayor circulación en el mundo.
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EL SURCO 3
 Protección de cultivos

EN PIE DE GUERRA
CONTRA LAS
MALAS HIERBAS
por Mariela Vaquero

4 EL SURCO
 Especie de Amaranthus palmeri creciendo entre el cultivo de soja.
E
l manejo de las malezas
tolerantes y resistentes a
herbicidas es una de las
principales preocupacio-
nes de los productores
agropecuarios argentinos en la ac-
tualidad. Con la introducción de cul-
tivos resistentes a glifosato, el uso de
este herbicida de bajo costo y amplio
espectro se masificó. Su aplicación
repetida y constante sin incluir otros
métodos de control ni tener en cuen-
ta la biología de las malezas, ha con-
ducido a la generación de tolerancia
y resistencia en muchas especies,
aumentando así su densidad pobla-
cional.
“Eso al principio fue lento y ahora,
ya hace un par de años, está empe-
zando a entrar en la fase exponencial
o lineal, donde todos los años esta-
mos corroborando 2 o 3 especies con
resistencia a este herbicida”, aseguró
el Ing. Agr. Diego Ustarroz, del Insti-
tuto Nacional de Tecnología Agrope-
cuaria (INTA) Manfredi.
En la zona núcleo, el esquema de
monocultivo sojero con variedades
resistentes a glifosato (RG) en siem-
bra directa, la falta de rotaciones y
labranzas, y el uso de unos pocos her-
bicidas (predominantemente glifo-
sato), ha complicado sustancialmen-
te las cosas haciendo que el problema
se agrave y se extienda geográfica-
mente.
De acuerdo al Ing. Agr. Juan Carlos
Papa, integrante del equipo del INTA
Oliveros, como consecuencia de la
presión de selección del modelo pro-
ductivo actual “ha aumentado el nú-
mero y la densidad de las llamadas
especies duras, de difícil control o to-
lerantes a glifosato”. A ellas se suman
las malezas adaptadas al no laboreo
que desde el barbecho prolongan su
presencia en el cultivo.
El poco conocimiento de las espe-
cies, la falta de monitoreos y de pla-
nificación, los errores en la aplicación
y dosificación de herbicidas, y los tra-
tamientos tardíos conspiran contra
el éxito de la lucha. “Es común que
los productores consulten a un inge-
niero cuando las malezas están en un
estadio avanzado de su ciclo y el con-
trol ya no es eficaz”, señaló Papa.
Según el especialista, el 90% de las
malezas se pueden controlar si los
tratamientos se realizan en forma
oportuna, es decir cuando las plan-
tas indeseadas son pequeñas y están
en actividad. Cabe señalar que so-
lamente un 10% de las malezas son
realmente resistentes a glifosato, de
éstas un 9% se pueden combatir con
otros herbicidas y apenas un 1% no
tienen solución química aparente
hasta el momento.
En Argentina se ha confirmado la
resistencia a glifosato de sorgo de
Alepo (Sorghum halepense), raigrás
anual (Lolium multiflorum) y peren-
ne (Lolium perenne), capín, gramilla
mansa (Cynodvon hirsutus) y pata de
ganso (Eleusine indica). En tanto, se
han calificado como sospechosas de
resistencia a glifosato a rama negra
(Conyza bonariensis), quinoa, yuyo
colorado (Amaranthus quitensis), Di-
gitaria insularis, Pappophorum caes-
pitosum y Urochloa panicoides.
Con el objetivo de controlar las
especies RG, los agricultores están
haciendo aplicaciones reiteradas de
graminicidas selectivos, una estrate-
gia que hoy puede ser eficaz pero que
EL SURCO 5
en el corto plazo podría favorecer la
evolución de plantas con resistencia
múltiple, es decir con tolerancia tan-
to a glifosato como a graminicidas.
“En el país ya se ha confirmado la
resistencia múltiple de un biotipo de
Lolium multiflorum, por consiguien-
te, para no favorecer estos cambios
poblacionales que traerían graves
consecuencias para los productores,
es importante tener en cuenta que
los problemas actuales de malezas
se han generado por el repetido uso
de un herbicida y, en muchos casos,
sobre plantas en estado avanzado de
desarrollo”, remarcó Ustarroz.
Tal como anticipó el Ing. Papa, “si
se sigue trabajando a corto plazo
con un criterio productivista, lo que
vendrá serán más casos de malezas
tolerantes y resistentes a glifosato y a
principios activos de bajo costo y alta
residualidad”.
Las malezas tolerantes y resisten-
tes a herbicidas son una amenaza
para la producción agrícola y es nece-
sario tomar conciencia de que el pro-
blema no es solo de un lote o de una
campaña sino que afecta a todos por-
que se trata de una cuestión biológi-
ca. “Esto no se soluciona únicamente
con herbicidas. Hay que hacer un uso
inteligente de todas las herramientas
disponibles, químicas y no químicas,
a través de un manejo integrado que
permita incrementar la diversidad”,
subrayó Papa.
Para eso se debe conocer el com-
portamiento de las malezas, hacer
monitoreos periódicos y aplicar los
herbicidas en forma correcta, tan-
to en momento como en dosis. Si se
pretende lograr un manejo eficiente,
también será fundamental realizar
rotación de cultivos y de modos de
acción.
Asimismo, el ajuste en la fecha de
siembra, densidad y distancia entre
hileras; la correcta elección del ciclo;
y el uso de cultivos de cobertura, son
armas útiles contra las duras enemi-
gas. Luego de la aplicación del her-
bicida, es importante monitorear el
lote para asegurar que no hayan que-
dado matas de plantas resistentes o
tolerantes, y de haberlas, se deberán
eliminar de forma manual para evi-
tar que semillen.
Por su parte, “en lotes libres de
malezas tolerantes o resistentes a
herbicidas se debe prevenir la intro-
ducción de las mismas con las cose-
chadoras a través de su adecuada
limpieza”, advirtió Ustarroz.
Año a año, las malezas difíciles au-
mentan y se expanden, por lo tanto
será necesario seguir en la búsqueda
del conocimiento en red, planificar,
trazar estrategias y mantenerse aler-
ta utilizando todas las herramientas
disponibles, porque la lucha conti-
núa.•

Enemigo público
El sorgo de Alepo resistente a glifosato (RG) se ha expandido en una
superficie estimada entre 50.000 y 70.000 has en ocho provincias consti-
tuyendo un grave problema para la producción agrícola actual.

Llama la atención observar cómo se extiende a lo largo de la ruta 34,

desde el norte hasta la zona central. Su presencia se detectó por prime-
ra vez en la campaña 2002-2003 y ya para 2005 se había oficializado el
problema.

“El sorgo de Alepo RG nunca ocupa todo un lote de un año para

otro, por eso hay que asumir una actitud preventiva”, advirtió Juan
Carlos Papa, técnico de INTA Oliveros. El ingeniero llamó a evitar que
la maleza ingrese a través de la maquinaria, animales, semilla de ori-
gen desconocido o corridas de agua. “Hay que recorrer los lotes con
frecuencia -antes y después de la aplicación- para detectar las fallas
en el tratamiento y actuar a tiempo en la eliminación de las matas que
pudieran haber quedado”, recomendó Papa.

De igual forma, es primordial hacer rotación de cultivos y herbici-

das con distinto modo de acción, evitando la sobre o subdosificación.
“Ahora bien, si ya ocupó todo el lote, habrá que aplicar glifosato con
algún otro herbicida que tenga otro modo de acción, con mochileos,
métodos mecánicos o manual-mecánicos”, dijo el especialista.•
Especie de sorgo de Alepo.

6 EL SURCO
COLORADOS DE TEMER
E
l Amaranthus resiste y avanza
con rapidez sobre las distintas
regiones productivas argentinas.
¿Qué estrategia trazar para su control?
Las diferentes especies de Ama-
ranthus (conocidas vulgarmente
como “yuyo colorado”) están trayen-
do más de un dolor de cabeza a los
agricultores argentinos. Allá por 1996,
el Amaranthus quitensis fue la primera
maleza declarada resistente a los her-
bicidas inhibidores de ALS (imidazoli-
nonas, sulfunilureas y triazolopirimi-
dinas) en el país.
“Este problema era de fácil solu-
ción con glifosato en ese entonces,
pero esa solución duró hasta ahora,
ya que en los últimos trabajos a cam-
po se han llegado a encontrar plantas
que sobrevivieron a la dosis de más
de 30 litros por hectárea de formula-
ciones premium”, indicó Juan Pablo
Ioele de la Agencia de Extensión Ru-
ral (AER) del INTA Corral de Bustos.
De acuerdo al técnico, para lograr
una estrategia de manejo eficaz en
los lotes que presentan esta maleza,
las acciones deberían empezar en la
trilla de la actual campaña. “El Ama-
ranthus quitensis posee una carac-
terística letal que es la cantidad de
semillas que produce por planta; y
como para su propagación depende
de las máquinas cosechadoras, es ne-
cesario extremar los controles sobre
la misma”, señaló Ioele.
Debido a su pequeño tamaño, la
semilla de esta especie queda atrapa-
da en cualquier lugar de la máquina,
por eso el especialista aconseja “no
cosechar las «islas» de esta maleza en
el lote, o sacarlas de manera manual
y después entrar en esos sectores;
luego deberían hacer una limpieza
exhaustiva de la cosechadora al salir
del lote y en lo posible cosecharlo a lo
último, para no infectar nuevos”.
Asimismo, se deberá poner énfasis
en los controles previos a la implan-
tación del cultivo y en la eliminación
Ejemplo de Amaranthus quitensis, con su color característico.
de la primera cohorte de la maleza.
“El Amaranthus quitensis no es una
maleza resistente más, ya que tiene
en nuestra zona una de las densida-
des poblacionales más altas y una
estrategia de reproducción y esparci-
miento altísima. En Bolivia ha desa-
rrollado resistencia a los ALS y tam-
bién a los inhibidores de PPO, que es
hasta el momento un grupo bastante
efectivo para su control en nuestro
país”, advirtió Ioele.
Otro colorado de temer es el Ama-
ranthus palmieri que ingresó la cam-
paña pasada con las semillas y todo
indica que para quedarse. Es una
maleza nativa de América del Norte,
agresiva, de rápido crecimiento, bue-
na adaptación a ambientes adversos
y gran resistencia a herbicidas con
diferentes principios activos, lo cual
la convierte en un motivo de preocu-
pación para los productores agrope-
cuarios.
EL SURCO 7
 Además, la especie “tiene un eleva-
do grado de dispersión mediante el
movimiento de los animales domés-
ticos y maquinarias, el empleo de
semillas de dudosa procedencia y el
transporte”, indicó Papa.
Según se informó desde INTA Oli-
veros, en Argentina no hay herbici-
das con registro específico en SENA-
SA para combatirla. Para tener una
idea de su poder, vale señalar que
puede crecer hasta 4 cm diarios al-
canzando una altura de hasta 1,5 m y
producir 600 mil semillas por planta,
capaces de germinar durante toda la
estación de crecimiento.
Para evitar la infestación, es impor-
tante realizar la limpieza de maqui-
narias y vehículos antes de su ingre-
so al lote, el desbaste de animales y el
control de las semillas y los forrajes.
Como en otros casos, la rotación de
cultivos y principios activos, el moni-
toreo permanente y la detección tem-
prana son fundamentales para evitar
que la maleza se reproduzca. Según
indica INTA Oliveros, cuando la pre-
sencia de individuos es baja, también
se puede recurrir a la eliminación
manual de los mismos en estadios
vegetativos.
El “yuyo colorado”, en todas sus
variantes, viene avanzando a paso
firme, echando por tierra las prácti-
cas de manejo que los productores
agropecuarios implementaron en las
últimas dos décadas. Es hora de de-
jar de lado las recetas simples en las
que se repetía la aplicación de un solo
producto en forma indiscriminada
para pasar a desplegar todo el cono-
cimiento sobre biología de cultivos y
malezas, trazar estrategias y desarro-
llar sistemas productivos sustenta-
bles si se quiere ganar la batalla con
estas malezas que demuestran ser
duras de matar. •

- Amaranthus quitensis (yuyo colorado),

puede alcanzar hasta 1,5 metros de altura.
(Arriba)
- Ilustración morfológica del Amaranthus
retroflexus, perteneciente a la familia Ama-
ranthus. (Abajo).

8 EL SURCO
9 EL SURCO
Fertilidad de suelos
LA BRECHA DE
LOS NUTRIENTES
S
por Mariela Vaquero
egún estimaciones de la
FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimen-
tación) hacia el año 2050
la población mundial se duplicará y
será necesario aumentar la produc-
ción entre un 50% y un 70 % a fin de
satisfacer la demanda de alimentos.
Para eso, habrá que dar un salto en
productividad ya que las tierras dis-
ponibles para expandir la agricul-
tura son escasas y lo ideal sería que
este proceso se realice en un marco
de sustentabilidad, respetando las
buenas prácticas agrícolas, sociales y
empresariales.
De acuerdo a la Asociación Civil
Fertilizar Argentina, en el país sola-
mente se reponen entre el 25% y el
35% de los nutrientes extraídos por
los principales cultivos extensivos.
En los últimos veinte años el consu-
mo de fertilizantes se multiplicó más
10 EL SURCO
de diez veces, llegando a los 3,7 mi-
llones de toneladas en la campaña
2011-2012, pero la deuda aún es muy
grande. Para Gustavo Oliverio, de la
Fundación Producir Conversando,
la reposición debería ser de al menos
5 millones de toneladas.
La fertilización alcanza a más del
80% del área sembrada con cereales;
el girasol recibe el 77% y la soja, ape-
nas el 62%. Así, a pesar de ocupar la
mayor superficie, esta última legu-
minosa presenta la menor reposición
de nutrientes. Por caso, 18 M has de
soja recibieron el mismo volumen de
fertilizante que 4,7 M has de maíz.
“Sólo el 62% de la superficie con soja
recibió algo de fertilizante y el 40%
se fue sin nada”, señaló la Ing. Agr.
María Fernanda Gómez Sanjuan de
la Asociación Fertilizar.
Ahora bien, si 41 M tn de grano del
cultivo extraen 2,2 M tn de nutrien-
tes y se repusieron 400 mil toneladas,
el suelo tuvo que aportar 1,8 M tn, lo
que equivale a 4M tn de producto y
2.000 M dls.
“Durante muchos años, el nivel de
P (fósforo) extractable en los suelos
pampeanos fue superior al requerido
y se generalizó la idea de que la soja
no respondía a aplicaciones de P; sin
embargo, en la actualidad el 70% de
esos suelos están por debajo de las 15
ppm (umbral de P extractable) por lo
tanto, estaríamos en una situación de
respuesta a la fertilización fosfatada
en soja en la mayoría de los campos
pampeanos”, explicó Gómez San-
juan.
La brecha entre lo que se llevan las
cosechas y el aporte externo de nu-
trientes es amplia. Es hora de empe-
zar a cerrarla si se pretende aumentar
la producción en forma sustentable
para ofrecer los alimentos que el
mundo necesita. •
 El fósforo es buen negocio
El cultivo de soja es un factor dominante en el sis-
tema productivo argentino, por eso es fundamental
reponer los nutrientes que sus voluminosas cosechas
extraen. En el caso del fósforo, algunas investigacio-
nes señalan que en amplias zonas de la Argentina su
contenido ha caído entre un 30% y un 50%.
Por esta razón, se están llevando adelante ensayos
de fertilización con esta sustancia en el principal cul-
tivo del país. En el último Simposio de Fertilidad rea-
lizado en Rosario en 2013, el Ing. Agr Luis Ventimiglia
informó que en los estudios realizados por INTA y la
Asociación Fertilizar a lo largo de dos años de inves-
tigación en tres sitios específicos (seis experiencias)
para medir rendimiento de soja con distintas dosis y
momentos de fertilización fosfatada, se observó una
respuesta positiva.
El ensayo comparó un caso testigo: una aplicación
de arrancador de 8 kg a 15 kg de P elemento; y una
reposición de 25 kg a 30 kg en tres momentos diferen-
tes: en forma anticipada, dividida (parte anticipada y
parte a la siembra) y todo a la siembra. “Las diferen-
cias en rendimiento fueron importantes no sólo con
respecto al testigo sino también con la soja que recibió
únicamente arrancador”. Los valores se ubicaron en
2.923, 3.234, 3.547, 3.628 y 3.497 kg, respectivamente.
Si se tiene en cuenta que para pagar un kilo de P
elemento necesitamos 2,4 kg de soja, queda claro que
este incremento en la producción se traduce también
en un mejor resultado económico.
Asimismo, a la cosecha, en los residuos de las
plantas que recibieron la dosis mayor de fertilizante
quedaron 4.4 ppm más de P Bray respecto del testi-
go. “Tenemos una mejora en la productividad, en la
rentabilidad y desde el punto de vista ambiental por
el aumento del fósforo del suelo”, aseguró Fernando
García, presidente de Fertilizar.
EL SURCO 11
12 EL SURCO
A SACARLE
EL JUGO
A LA CAÑA
E
por Mariela Vaquero
n Argentina, como en
otros países, la produc-
ción de azúcar está orien-
tada fundamentalmente a
satisfacer la demanda del
mercado interno que se ubica en 1,7
M tn (millones de toneladas) de las
cuales el 60% se destina a la industria
—alimentos y bebidas—y el 40% al
consumo masivo como azúcar frac-
cionada.
El mercado internacional de esta
materia prima es volátil y distorsio-
nado: la mayor parte del tiempo tiene
precios más bajos que los costos de
producción de los países más eficien-
tes (por eso, la producción se destina
principalmente al consumo local). A
nivel mundial se elaboran 200 mi-
llones de toneladas de azúcar al año,
pero sólo 30 millones se venden en el
mercado internacional y, de éstas, a la
mitad la exporta Brasil, líder absolu-
to en la producción.
Históricamente, nuestro país ex-
portaba entre el 10% y el 35% de la
producción total nacional, depen-
diendo del año. Pero esto cambió con
el reciente surgimiento del Plan Na-
cional de Bioetanol, ya que los nueve
ingenios que ingresaron en el mismo
derivan gran parte de lo que antes
se comercializaba en el exterior a la
producción de bioetanol para el mer-
cado local.
Por volumen, Tucumán es hoy la
principal provincia azucarera con el
65% de la producción, seguida por
Jujuy y Salta que suman el 35%, y
muy por detrás se ubican Santa Fe y
Cosechadora de caña John Deere CH330 en acción..
Misiones. En el norte (Salta y Jujuy),
la mayor parte de los cultivos de caña
está en manos de ingenios que es-
tán integrados verticalmente. Por el
contrario, en Tucumán, el 80% de la
producción está a cargo de pequeños
cañeros independientes que realizan
un manejo menos eficiente, en seca-
no, y con menor adopción de tecno-
logía que los grandes agricultores.
En consecuencia, los estableci-
mientos de las provincias norteñas
pueden llegar a obtener una produc-
ción de 90 tn de caña/ha y 10 tn azú-
car/ha; mientras que en Tucumán,
los promedios oscilan en 70 tn/ha y 7
tn/ha, respectivamente.
Aunque las precipitaciones en esta
provincia están mejor distribuidas,
generalmente los rendimientos son
mayores en Salta y Jujuy donde toda
la producción se hace bajo riego com-
plementario como condición nece-
saria. Esto se debe a que la caña de
azúcar tiene alta demanda hídrica,
requiriendo anualmente unos 1.600
mm de agua.
Por otra parte, las heladas constitu-
yen un peligro para este cultivo. En
2013, por caso, se registraron las peo-
res heladas de los últimos 50 años en
Argentina y la producción de azúcar
a nivel país cayó en promedio un 25%.
Calidad del producto
El azúcar puede presentar diferen-
tes calidades, dependiendo de la va-
riedad, de las condiciones climáticas y
del proceso fabril. La calidad se mide
con varios parámetros, siendo el más
importante el grado de blanco: cuanto
mayor es la blancura, mayor pureza
tiene el azúcar y mejor es su calidad.
De mayor a menor se ubican el azú-
car blanco refinado, el común tipo A y
el azúcar crudo. Éste no se destina al
consumo sino a exportación a EE.UU.
(la “cuota americana”) donde lo pro-
cesan, refinan y venden con sus pro-
pias marcas. Como el gran país del
norte no se autoabastece, al faltante
lo distribuye proporcionalmente en
cuotas entre algunos países azucare-
ros.
Por caso, este año a Argentina le
corresponden 60 mil toneladas, volu-
men determinado por el Ministerio de
Agricultura de la Nación en función
de las exportaciones al mercado libre
del año anterior.•
EL SURCO 13
Ledesma: cien años de
crecimiento e innovación
A
llá por 1908 cuando en la
zona de yungas de Jujuy
comenzó a funcionar el in-
genio Ledesma, sus propietarios no
imaginaban que le podrían sacarle
tanto jugo a la caña de azúcar. Hoy,
la empresa de capitales nacionales no
sólo lidera el mercado azucarero y el
del papel sino que se ha afirmado en
la producción de alcohol, bioetanol y
biomasa a partir de la caña.
Además, ha expandido sus nego-
cios a las frutas, jugos cítricos, gra-
nos, carne, jarabes y almidones de
maíz, con una facturación de 4.000
millones de pesos. A cargo del 17%
de la producción de azúcar del país,
es la mayor empresa de la provincia
de Jujuy y emplea a más de 7.500 per-
sonas.
El 90% de la caña utilizada aquí
proviene de producción propia a par-
tir de sus 40.000 has de cultivo, y el
10% restante se obtiene de cañeros in-
dependientes bajo el viejo sistema de
Ingenio en Ledesma, Jujuy.
14 EL SURCO
maquila. Este procedimiento consis-
te en recibir y analizar la caña de los
agricultores cuando ingresa a planta,
determinando peso y contenido de
sacarosa; y luego, distribuir la pro-
piedad del azúcar producido con esa
materia prima en un 57% para el ca-
ñero y un 43% para la industria. De
ese modo, el precio de la caña queda
atado al del azúcar.
Ledesma produce alrededor de 90
tn caña/ha de las que se obtienen 9,5
a 10 tn azúcar/ha. Toda la superficie
cultivada es irrigada mayoritaria-
mente con el sistema tradicional por
surcos con curvas de nivel, pero tam-
bién se utiliza el riego por aspersión
(800 has con avance frontal y 1.200
has pivot) y el riego por goteo subte-
rráneo, de mayor eficiencia.
A diferencia de la mayoría de los
ingenios, la fábrica cuenta con desti-
lería y, gracias a ésta, es capaz de ela-
borar azúcar blanco refinado además
del común. Su producción alcanza las
360.000 a 400.000 toneladas de azúcar
según el año. A partir de la melaza y
el jugo de caña, fabrica 80.000 metros
cúbicos de alcohol anualmente de los
cuales 19.000 se destinan a licorería y
el resto a la producción de bioetanol.
Además, elabora 127.000 toneladas
de papel por año.•
La energía de la caña
Con el objetivo de diversificarse,
hace medio siglo la empresa comenzó
a producir papel con el bagazo resul-
tante del proceso de elaboración de
azúcar. En los ingenios, este insumo
normalmente se destina a la quema y
generación del vapor necesario para
la obtención de azúcar.
Desde entonces, sin bagazo dispo-
nible, Ledesma debió cubrir sus ne-
cesidades energéticas con gas. Pero
en la última década, debido a su en-
carecimiento y escasez, la compañía
tuvo que buscar una alternativa para
sustituirlo y la encontró en la bioma-
sa. Así, hace cuatro años comenzó a
generar energía a partir de la malho-
ja, los residuos de hojas de caña que
quedan luego de la cosecha mecáni-
ca. Para eso, se levanta el 60% del ras-
trojo, aproximadamente unas 8 tn/
ha.
Vale destacar que el valor calóri-
co de 2,8 tn de malhoja equivale al
consumo de 1.000 m3 de gas. Así, en
2013, durante el período de zafra que
se extiende desde mayo a noviembre,
la empresa logró reemplazar el 21%
del gas utilizando 60.000 tn de bioma-
sa. Y va por más. Ahora, a la malhoja
se le están agregando chips prove-
nientes de bosques de eucalyptus que
Ledesma plantó con el único fin de
incrementar la generación de energía
renovable.
Con la inclusión de forestales, se
apunta a aumentar el volumen de
biomasa y mejorar la baja densidad
de la malhoja que encarece los costos
de transporte. Una nueva apuesta a la
innovación de la centenaria empresa
para seguir creciendo de manera sus-
tentable y sostenerse en el tiempo.•
EL SURCO 15
16 EL SURCO
A la vanguardia en adopción de tecnología, los productores argentinos recurren
a la agricultura de precisión con la mira puesta en la sustentabilidad y la eficiencia.
PRODUCIR CON PRECISIÓN
E
por Mariela Vaquero
l mundo debe enfrentar
hoy nuevos paradigmas
productivos para dar res-
puesta a las demandas
crecientes de alimentos
y energía con sustentabilidad am-
biental, social y empresarial. Por eso,
cada vez son más los agricultores que
adoptan tecnologías de precisión a fin
de maximizar la eficiencia en un con-
texto de encarecimiento y escasez de
tierra, agua y energía.
Líder en Latinoamérica, Argentina
ocupa el segundo puesto a nivel mun-
dial en manejo de cultivos e insumos
por ambientes con la fabricación y
adopción de máquinas inteligentes.
“Contamos con alrededor de 9.000
monitores de rendimiento con GPS
que permiten mapear el 60% del área
cosechada”, indicó el Ing. Agr. Mario
Bragachini de la Estación Experimen-
tal Manfredi del INTA (Instituto Na-
cional de Tecnología Agropecuaria).
Considerando la superficie sembra-
da, los equipos vendidos y el poten-
cial uso de la tecnología, el país se
posiciona como uno de los más tecni-
ficados para la producción de granos,
detrás de EE.UU.
“La adopción de la tecnología de
agricultura de precisión (AP) comen-
zó a mediados de la década del ‘90 y,
desde entonces, permanece en cons-
tante crecimiento”, explicó el inge-
niero Juan Pablo Vélez, de la misma
unidad del INTA. “Los actores del
mercado de herramientas y maqui-
naria específica de AP no están aje-
nos a esta realidad, marcada por una
creciente adopción y la constante de-
manda del productor argentino, que
se preocupa por mantener la compe-
titividad y lograr la mayor eficiencia
productiva”, agregó. Así, hoy en día,
monitores de rendimiento y de siem-
bra con densidad variable, máquinas
con piloto automático, sensores de
malezas, pulverizadores con corte
por secciones y dosificación variable,
forman parte de la postal del campo
argentino.
Según un cálculo realizado por el
INTA Manfredi, a partir de informa-
ción relevada por la Cámara Argen-
tina de Fabricantes de Maquinaria
Agrícola (Cafma), de sus 33 millones
de hectáreas sembradas, el 21,6% –
equivalente a 7.150.000 HAS.– está
equipado con herramientas de apli-
cación variable de insumos. “Estamos
en niveles muy altos de adopción de
tecnología de precisión, detrás de los
EE.UU.”, señaló Méndez.
Vale destacar que el uso de prácticas
de AP y la disponibilidad de informa-
ción georreferenciada, facilitan, ade-
más, la trazabilidad de los procesos
y productos agropecuarios, un punto
de gran importancia en el comercio
internacional. Para Bragachini, “la AP
cobra mucha vigencia en un proyecto
EL SURCO 17
integrado de valor agregado en ori-
gen. Porque no es lo mismo producir
commodities que tener un producto
diferenciado desde el origen, con cer-
tificación, en un proceso trazado y con
control de calidad y gestión”.
De acuerdo a Ricardo Melchiori, del
INTA Paraná, el primer paso de la AP
es “conocer cuál es el grado de varia-
bilidad en el rendimiento de los cul-
tivos para poder tomar decisiones de
manejo que impacten en términos de
beneficio económico”. Obtener capas
de información resulta fundamental
a fin de caracterizar los distintos am-
bientes y en función de eso hacer un
manejo diferencial de los mismos.
Gracias a las herramientas de preci-
sión es posible ahorrar insumos en los
sectores del campo donde la produc-
tividad está limitada por algún fac-
tor permanente y potenciar aquellos
donde la productividad es mayor con
un incremento de la dosis de fertili-
zante o mayor densidad de semillas.
Por otra parte, Melchiori destacó las
ventajas en cuanto a sustentabilidad
y seguridad que ofrece la guía o ban-
derillero satelital, una de las herra-
mientas más rápidamente adoptadas
y difundidas debido a su fácil utiliza-
ción y amortización que contribuye a
cuidar el ambiente y, en especial, a las
personas que de otro modo se expo-
nen a la aplicación de productos quí-
micos.
La tecnología para pasar a produ-
cir del lote al ambiente está disponi-
ble, es accesible y no es compleja. Son
muchos los productores dispuestos a
adoptarla. El desafío actual es conver-
tir los datos que brindan los disposi-
tivos de precisión en información y, a
partir de ésta, generar conocimiento.•
18 EL SURCO
John Deere: tecnología de punta,
fácil de manejar.
La compañía John Deere ha desarrollado una red de agricultura de
precisión a través de sus concesionarios. Cada uno de ellos cuenta
con un especialista que, además de conocer los equipos AMS y ase-
sorar en la materia, ayuda a los productores en el procesamiento y
análisis de los datos generados, y en la toma de decisiones en base a
la información obtenida.
“Muchas veces nos encontramos con productores que ven los da-
tos y no saben qué hacer. Por eso, mediante nuestros técnicos brin-
damos el asesoramiento necesario a lo largo de todo el ciclo produc-
tivo”, contó Pablo Cassina, especialista en AP de la empresa para
Argentina y Latinoamérica.
En pos de brindar soluciones integrales, los sistemas de agricultu-
ra de precisión AMS de John Deere pueden utilizarse tanto en equi-
pos de la marca o de cualquier otra empresa. Por otra parte, con el
objetivo de ser simples y fáciles de usar, algunos cuentan con una
pantalla táctil (GS3-2630) o con un monitor con botonera (GS2-1800)
que permiten manejar todos los dispositivos de todas las máquinas
(tractor, sembradora, pulverizadora y cosechadora). “Esto hace que
el operador tenga una capacitación única y sencilla para un sólo en-
torno amigable donde puede ver toda la información integrada en
un sólo lugar”, explicó Cassina .
Los equipos AMS pueden utilizar tres señales con distintos niveles
de precisión de acuerdo a la labor que se realice: una gratuita (SF1),
una con abono (SF2) y la RTK que tiene una variación de menos de
una pulgada. Actualmente, John Deere tiene cubiertas 17,5 millones
de hectáreas con señal RTK, es decir que más del 50% del área culti-
vable de la Pampa Húmeda cuenta con esta señal de alta precisión.
“La inversión la hicieron los concesionarios para que el productor
pueda tener acceso a esta tecnología, eso habla del grado de interés
en adopción de AP que hay en Argentina”, analizó el especialista.
Entre las últimas novedades en tecnologías de precisión, la com-
pañía acaba de lanzar el controlador de dosis GreenStar™ que, junto
con el piloto automático, permite que cualquier pulverizadora o fer-
tilizadora pueda también tener dosis variable y corte por secciones.
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Poco conocidas y duras de combatir, las enfermedades causadas por patógenos
de suelo desafían los cultivos de Siembra Directa.
AMENAZA BAJO TIERRA
por Mariela Vaquero
Ingeniero agrónomo Marcelo Carmona analizando el cultivo.
L
a Siembra Directa (SD)
lleva ya dos décadas de
desarrollo en Argentina.
A lo largo de estos años,
los agricultores fueron
superando los obstáculos que surgie-
ron en el sistema con distintas prácti-
cas y tecnologías. Sin embargo, hoy
se presentan nuevos desafíos.
En materia de fitopatógenos, desde
un comienzo hubo que enfrentar el
problema de los inóculos en semillas
y rastrojos, una cuestión que a decir
del ingeniero agrónomo Marcelo
Carmona, docente de la Facultad de
Agronomía de Buenos Aires (FAU-
BA), “ya está prácticamente resuelta”.
Actualmente, según el especialis-
ta, los principales enemigos están
ocultos en las profundidades: “Los
microorganismos habitantes del sue-
lo son la nueva amenaza creciente”,
aseguró. Entre ellos, los causantes de
enfermedades de raíz y tallo en trigo,
soja, maíz y cebada que serán el nue-
vo desafío de la Siembra Directa.
Es que el sistema “mantuvo duran-
te años el suelo casi imperturbable a
causa de sus interacciones, práctica-
mente desconocidas, como si fuera
una caja negra sin descifrar”, explicó
el profesor. Ahora, estas enferme-
dades causan preocupación porque
afectan a muchas especies, presentan
estructuras de resistencia, persisten
en los rastrojos y la rotación es insufi-
ciente para combatirlas. Además, los
fungicidas utilizados habitualmente
no son capaces de trasladarse hasta
las raíces y falta información sobre su
biología y epidemiología.
Dentro del grupo se encuentran los
hongos Macrophonina phaseolina;
Rhizoctonia spp; varias especies de
Fusarium como F. verticilloides, F.
graminearum, y los que componen el
complejo de muerte súbita F. virgu-
liforme y F. tucumaniae; así como los
Oomycetes Pytium y Phitophtora.
“No es que estos patógenos no es-
tuvieran presentes, lo que sucede es
que han conquistado todos los tipos
de suelo, provengan de rotación o
monocultivo, y son los de más difícil
control”, explicó Carmona.
Entre la batería de acciones para
combatirlos figuran la rotación de
cultivos, los curasemillas, el uso de
variedades tolerantes, el control bio-
lógico y el uso de fosfitos que indu-
cen la resistencia. Sin embargo, aun-
que algunas puedan ser de utilidad
“no alcanza para obtener el resultado
que el productor está acostumbrado
a lograr con otras enfermedades y
prácticas”, advirtió el docente de la
FAUBA. •
EL SURCO 21
Aliados
Los fosfitos son los únicos com-
puestos químicos antifúngicos ca-
paces de moverse en la planta por
floema y xilema, es decir, que pueden
circular desde las hojas a la raíz o en
el sentido inverso. De este modo, se
convierten en aliados para controlar
enfermedades de raíz y tallo median-
te la pulverización foliar.
“Los fosfitos serían esenciales para
el control complementario de los ha-
bitantes del suelo, son efectivos con
Oomycetes y además son biopestici-
das”, detalló Carmona. Según indicó
el ingeniero, estos compuestos han
demostrado tener efecto fungicida a
bajas dosis en pruebas in vitro y han
reducido la intensidad de los ataques
en semillas y hojas in vivo.
Para que sean efectivos “se deben
aplicar en forma temprana, antes de
la aparición de los síntomas, evitan-
do usarlos en plantas estresadas y
suelos con déficit de fósforo”, advir-
tió.
Hay que tener en cuenta que los
fosfitos pueden contribuir en el com-
bate contra los patógenos de suelo
disminuyendo la intensidad de los
ataques, pero no eliminan la enfer-
medad ni los inóculos. Por eso, es
necesario complementar el control
con otras prácticas para que este sea
efectivo.
Carmona aclaró que aún se debe
continuar investigando. Y remarcó
que “el éxito en el control y manejo,
se obtendrán a través de más inves-
tigación y conocimiento”. Hacia allí
debe dirigirse la apuesta.•

Cepa de Fusarium, muestra microscópica.

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