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GETSEMANI: SUDOR COMO SANGRE Lo que sucede es que la ansiedad severa provoca la

secreción de químicos que rompen los vasos capilares en las glándulas sudoríficas. Como
resultado, hay una pequeña cantidad de sangrado en las glándulas y el sudor emana mezclado con
sangre. No es mucha sangre sino una cantidad muy pequeña. Esto provocó que la piel quedara
extremadamente frágil de modo que cuando Jesús fue flagelado por el soldado romano al día
siguiente, su piel ya estaba muy sensible.
Ya Jesús estaba debilitado por lo sucedido en el Huerto y la noche entera sometido a falso juicio
y golpizas y cárcel.

La flagelación
Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales. Generalmente consistían
de treinta y nueve latigazos. El soldado usaba un látigo con tiras de cuero trenzado con bolas de
metal entretejidas. Cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban moretones o
contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes. Y el látigo también tenía pedazos de hueso
afilados, los cuales cortaban la carne severamente.
La espalda quedaba tan desgarrada que la espina dorsal a veces quedaba expuesta debido a los
cortes tan profundos.
La víctima podía experimentar un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovulémica.
Hipo significa "bajo, "vol" se refiere a volumen y "émica" significa "sangre", por lo tanto,
conmoción
hipovolémica quiere decir que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de
sangre. Esto causa 4 efectos:
1. El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.
2. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
3. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
4. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen
de sangre perdido.
En el momento de la crucifixión
La muerte de Jesús fue todavía peor que la crucifixión común. No a todos los criminales
condenados los clavaban a la cruz. Muchos eran amarrados.
A Jesús lo acostaron y clavaron sus manos en posición abierta en el madero horizontal. Esta viga se
llamaba patibulum y en ese momento estaba separado el madero vertical, que estaba clavado al
suelo de forma permanente.  

Los clavos que los romanos usaban eran de trece a dieciocho centímetros de largo, afilados hasta
terminar en una punta aguda. Se clavaban por las muñecas.  El clavo atravesaba el nervio
mediano. Ese es el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo que lo
martillaba. Este dolor es similar al que uno siente cuando se golpea accidentalmente el codo y se
da en ese huesito (en el nervio llamado cúbito), pero ahora imagine tomar un par de pinzas y
presionar hasta triturar ese nervio, ese dolor es similar al que Jesús experimentó.  Al romper ese
tendón Jesús y por tener sus muñecas clavadas, Jesús fue  obligando a forzar todos los músculos
de su espalda para poder respirar.
Dolor Excruciante
El dolor era tan insoportable que literalmente no existían palabras para describirlo. Se tuvo que
inventar una nueva palabra llamada "excruciante" (que significa "de la cruz") para describir
semejante dolor.
Jesús colgado en la cruz
Cuando Jesús fue alzado para unir el madero con el poste vertical se procedió a clavarle los pies.
Nuevamente los nervios de los pies fueron triturados y eso debe haber causado un dolor similar al
de las muñecas.
Al momento de estar en posición vertical sus brazos se estiraron intensamente, probablemente 15
centímetros de largo y ambos hombros debieron haberse dislocado (solo tome en cuenta la
gravedad, para sacar su conclusión), lo que confirmaba lo escrito en Salmos 22 "dislocados están
todos mis huesos".

Una vez que la persona cuelga en posición vertical, la crucifixión es una muerte lenta y agonizante
por asfixia. La razón es que la presión ejercida en los músculos pone el pecho en la posición de
inhalación. Básicamente, para poder exhalar, el individuo debía apoyarse en sus pies (fijos con
clavos al madero) para que la tensión de los músculos se alivie por un momento. Al hacerlo, el
clavo desgarraría el pie hasta que quede finalmente incrustado en los huesos tarsianos.
Después de arreglárselas para exhalar, la persona podría relajarse y descender para inhalar otra
bocanada de aire. Nuevamente tendría que empujarse hacia arriba para exhalar raspando su
espalda ensangrentada contra la madera áspera de la cruz.

Este proceso continuaba hasta que la persona ya no pudiera empujarse hacia arriba para respirar.
Entonces moría.
Jesús aguantó esa situación por poco más de 3 horas.
Muerte de Jesús
A medida que la persona reduce el ritmo respiratorio, entra en lo que se denomina acidosis
respiratoria: el dióxido de carbono de la sangre se disuelve como ácido carbónico lo cual causa que
aumente la acidez de la sangre. Finalmente eso lleva a un pulso irregular. De hecho al sentir que su
corazón latía en forma errática, Jesús se hubiera dado cuenta de que estaba a punto de morir, y es
entonces que pudo decir: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" y luego murió de un paro
cardiaco.
Incluso antes de morir la conmoción hipovolémica debe haber causado un ritmo cardíaco
acelerado  sostenido que debe haber contribuido al paro cardíaco, lo cual dio por resultado la
acumulación de fluido en la membrana que rodea al corazón llamada efusión pericárdica, al igual
que alrededor de los pulmones, llamada efusión pleural.

Traspaso del Corazón


Para acelerar la muerte, los soldados quebraban las piernas de los crucificados, utilizando para ello
una lanza romana para despedazar los huesos de la parte inferior de las piernas. Eso evitaba que la
persona empujara hacia arriba con las piernas para poder respirar así que la muerte les seguía en
cuestión de minutos.
En el Nuevo Testamento se nos dice que los huesos de Jesús no fueron quebrados como ocurrió
con los otros crucificados. Esto fue así porque los soldados habían confirmado que Jesús había
muerto; así se cumplió la profecía del Antiguo Testamento acerca del Mesías donde se dice que
ninguno de sus huesos sería quebrado.  Pero el soldado romano para confirmar la muerte de Jesús
le clavó la lanza en su costado derecho. La lanza atravesó el pulmón derecho y penetró el corazón.
Por lo tanto, cuando se sacó la lanza, salió fluido claro, como el agua, seguido de un gran volumen
de sangre, tal como lo describe Juan, uno de los testigos oculares, en su Evangelio.

Además hay que mencionar la humillación que sufrió por el desprecio y las burlas, cargando su
propia cruz por casi dos kilómetros,
mientras la multitud le escupía el rostro y le tiraba piedras (la cruz pesaba cerca de 30 kilos, tan
solo en la parte horizontal, en la que le clavaron sus manos).

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