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PADRES E HIJOS.
Lucas 1:17. “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los
corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para
preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”
INTRODUCCIÓN
Estamos en la recta final de la tercera serie “mi reencuentro familiar” y hemos hablado del
volver el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres, y nos hemos
basado en las responsabilidades y deberes que ambos deben de tener y para esto es
necesario el arrepentimiento y reconcilio para la restauración de la armonía perdida.
Pero en este último mensaje de la serie, quiero entrar en más profundidad del texto que
hemos tomado como base, haciendo énfasis del porque es necesario volver al eslabón
perdido entre una generación y la otra.
El no restaurarse este eslabón se corre el riesgo de un juicio divino a nivel mundial, nacional y
familiar.
Vemos que, el espíritu de Elías es tan fundamental para reencontrarnos con el eslabón
perdido.
En el desarrollo del tema, vamos a entender a que se refiere el espíritu de Elías y el eslabón
perdido.
I. ¿QUE ES EL ESLABÓN PERDIDO?
Al sondear el contexto del texto que hemos usado para las predicas anteriores, nos damos
cuenta que una de recomendaciones del profeta Malaquías fue el no olvidar la Ley.
Malaquías 4: 4. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb
ordenanzas y leyes para todo Israel.
Así que, el eslabón es la Ley dada por Dios a Moisés, que contenía ordenanzas y
mandamientos para la nación de Israel.
La Ley se define como: Regla o norma establecida por una autoridad superior para regular, de
acuerdo con la justicia, algún aspecto de las relaciones sociales.
Cada nación y cada familia se rige a sus propias leyes, pero en cuanto a la nación de Israel
tenia su propia Ley venida de Dios Padre. Diferente a otras leyes que muchas de ellas están
basadas en opiniones humanas y no en la Biblia.
Vivir sin ley es vivir en desorden y confusión, con una vida de libertinaje. Y esto hace que
exista una generación sin principios y valores.
Cuando el respeto a la Ley y a las autoridades se pierde, o las mismas autoridades abusan
del poder o no se dan a respetar, es entonces que estamos en un grabe error y a punto de un
juicio divino.
Es esta la razón que debemos de volver al eslabón perdido, a lo que une con Dios y a
nuestras próximas generaciones.
II. EL PAPÉL DEL PADRE COMO EL MENTOR DE SUS HIJOS.
Tanto los antropólogos y sociólogos, son los encargados de estudiar las culturas de la
sociedad y como están han evolucionado a través de la historia y tiempo. Son ellos que han
clasificado la sociedad en cuatro generaciones, a partir del padre al hijo, del hijo al nieto, y del
nieto al bisnieto.
Estos científicos han estudiado el comportamiento social en cuatro generaciones desde 1940
al 2000. Pero han existido otras generaciones anteriores que han sido identidad por sus
cambios políticos, tecnológicos, educativos, familiares, etc. que son los factores que han
evolucionado y han hecho distinta una generación a la otra. Incluso hay una generación que
se le a denomina “la generación perdida” esta es la que surge después de la primera guerra
mundial de 1914-18. Esta generación sobrevienta no tenía ninguna orientación, así que, no
siguieron la línea de su anterior generación, porque nacieron en guerra y sus progenitores
murieron.
En el libro de los Jueces nos habla de la brecha o de la pérdida del eslabón.
Jueces 2:6-10. 6. Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían
ido cada uno a su heredad para poseerla. 7.Y el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo
de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían visto
todas las grandes obras de Jehová, que él había hecho por Israel. 8. Pero murió Josué hijo de
Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. 9. Y lo sepultaron en su heredad en
Timnat-sera, en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas. 10. Y toda aquella generación
también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no
conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. (Jos. 24.29-31)
Jueces 21:25 En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.
En la Biblia se responsabiliza a los padres encargarse de sus hijos en la educación bíblica
tanto teórica y práctica, esto para que su próxima generación prosiga en el conocimiento del
Dios vivo y que es lo que él pide de ellos.
Génesis 18: 16- 22. 16. Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y
Abraham iba con ellos acompañándolos. 17. Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que
voy a hacer, 18? habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser
benditas en él todas las naciones de la tierra? 19. Porque yo sé que mandará a sus hijos y a
su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que
haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. 20 Entonces Jehová le
dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de
ellos se ha agravado en extremo, 21 descenderé ahora, y veré si han consumado su obra
según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. 22 Y se apartaron de allí los
varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová.
Ahora entendemos porque el profeta Malaquías comprendía lo urgente que era volver el
corazón de los padres para los hijos, enseñándoles la Ley de Jehová, y los hijos siendo
receptores y aplicadores de la Ley de Dios, con el fin de no recibir juico de Dios, como lo
recibió Sodoma y Gomorra. Pues Dios quería una ciudad para sí.
Malaquías 4: 4-6. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb
ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el
día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el
corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.
Por otra parte, los hijos deben de escuchar y obedecer los preceptos o mandamientos de Dios
enseñados por sus padres, incluyendo los buenos modales. Son ellos los encargados de
enseñarles a sus próximas generaciones.
Muchas cosas puedan marcar diferencia entre una generación a otras, pero menos los
principios y valores que deben de predominar de generación en generación.