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(El poder de las primicia en la Biblia) En varias ocasiones el Señor Jesús llevó
a los escribas y fariseos a mirar las Escrituras más allá de la letra, a leerlas por el
Espíritu, el Espíritu que las inspiró: el Espíritu Santo, pues la misma Escritura nos
dice:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto (maduro) preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17). Hoy
abordaremos la Palabra desde ésta perspectiva con el tema: el poder de las
primicias…
"Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo".
En cada una de estas tres fiestas los israelitas traían sus primicias al
templo.
C. Activar la ley de la siembra y la cosecha, 2 Crónicas 31:1-5, 20-21.
"Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí,
salieron por las ciudades de Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron
las imágenes de Asera y derribaron los lugares altos... y arregló Ezequías la
distribución de los sacerdotes y de los levitas conforme a sus turnos...
Como resultado de todas estas acciones nos dice la Biblia en los versículo
20 y 21: "De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, y
lo recto y verdadero delante de Jehová su Dios. En todo cuanto emprendió
en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley, buscó a su Dios, lo
hizo de todo corazón, y fue prosperado".
Nota: Es interesante que del rey Ezequías la biblia dice: “Ezequías tuvo
riquezas y gloria, muchas en gran manera, porque Dios le había dado, y fue
prosperado en todo lo que hizo”, y observamos en éste texto que su
corazón caminaba en la ley de Dios y en los principios financieros del reino.
Dios fue propicio a la fidelidad del rey Ezequías y fue prosperado. La ley de
la siembra y la cosecha es real, dinámica e integral.
Sin duda las primicias son una expresión mediante la cual expresamos que
al Señor le damos el primer lugar y honor.
La Biblia también nos enseña que la prosperidad de Dios para sus hijos es
integral: “amado yo deseo que seas prosperado en todo, así como prospera
tu alma”. El deseo del Señor de bendecir también nuestras finanzas es
manifiesto a lo largo de toda la Escritura.